sábado, 30 de junio de 2018

Interpelémonos sobre qué país gestiona Barañao al favorecer la ocupación del territorio por el sistema imperialista de agronegocios.

Para comprender porqué la Ciencia Digna confronta ofreciendo alternativas y 
porqué retoma el Mayo Francés del 68 y 
 la Reforma Universitaria del 18.

Recordemos Cristina Fernández designa a Miguel Galuccio como CEO de la YPF (parcialmente recuperada) valorando su condición de ejecutivo de la estadounidense Schlumberger especializada en fracking. Por las mismas razones capitalistas nombra a Lino Barañao como Ministro de Ciencia, Tecnología y... ya que representa a los intereses lucrativos de la estadounidense Monsanto. En la nota siguiente de Carlos Vicente podemos verificarlo.

Argentina: Lino Barañao el lobista

12 de mayo de 2016
"Lino Barañao fue siempre un acérrimo defensor de Monsanto pero además un freno para todas las denuncias de los daños que las corporaciones provocan a la salud socioambiental en nuestro país... Ahora Lino Barañao vuelve a la carga para  defender los intereses de la multinacional intentando esta vez torcer el brazo del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) que ya rechazó el intento de Monsanto de patentar la soja transgénica."
Por Carlos A. Vicente / GRAIN y Acción por la Biodiversidad
Lino Barañao sigue defendiendo los intereses de Monsanto desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Ahora presiona para que el INPI, que rechazó patentar la soja transgénica, acepte la patente y así Monsanto pueda cobrar sus regalías sin problemas.
La continuidad del único Ministro entre la gestión de Cristina Fernández de Kirchner y la de Mauricio Macri no fue sorpresiva para quienes seguimos el desarrollo del avance de las corporaciones biotecnológicas en Argentina. Lino Barañao fue siempre un acérrimo defensor de Monsanto pero además, y esto es mucho más grave, un freno para todas las denuncias de los daños que las corporaciones provocan a la salud socioambiental en nuestro país. Por lo tanto su continuidad expresaba claramente la continuidad y profundización del modelo inaugurado en el año 1996 con la introducción de la soja transgénica.
Ahora Lino Barañao vuelve a la carga para defender los intereses de la multinacional intentando esta vez torcer el brazo del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) que ya rechazó el intento de Monsanto de patentar la soja transgénica.
La función del INPI está claramente expresada en su Sitio Web y es “Otorgar títulos de propiedad sobre Patentes de Invención, Modelos de Utilidad, Marcas, Modelos y/o Diseños Industriales, a todas las personas que lo soliciten y cumplan con los requisitos exigidos por la normativa vigente”. A partir de estos principios el INPI rechazó el pedido de patente a Monsanto tal como hace unos meses lo comunicó la misma Sociedad Rural Argentina (3) que consultó al INPI y recibió un pormenorizado informe exponiendo que Monsanto no tiene la patente.
Pero para que no quepan dudas la ONG Naturaleza de Derechos difundió hace pocas semanas los detalles de un proceso judicial iniciado a partir de que el INPI rechazó la solicitud de Monsanto del año 1995 para patentar la soja rr. El INPI planteó en sus considerandos que la misma era improcedente dado que la molécula de ADN recombinante y las células modificadas no constituyen una invención porque son materia viva y preexistente en la naturaleza, o bien, "material biológico y genético o su réplica".
Ante la decisión administrativa del INPI, Monsanto recurrió a la justicia en el año 2007 solicitando la nulidad de esta resolución administrativa. En primera instancia la justicia fallo a favor de Monsanto, pero esa decisión judicial fue apelada por el INPI que motivó el fallo de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial revocándola. La Cámara fue contundente en el rechazo, señalando que la molécula de ADN recombinante, las células vegetales transformadas por ella y las plantas generadas a partir de estas últimas incluidas en la solicitud, es materia no incluida en el amparo que brinda el sistema de patentes, por no cumplir las previsiones establecidas en la ley (4). Claramente: los transgénicos no pueden ser patentados en Argentina.
Pese a ello, nuevamente comenzó a operar el Ministro Barañao cuando se profundizó el conflicto entre Monsanto y los productores de soja por la intención de la corporación de cobrar regalías por la soja cosechada haciendo análisis en los puertos. En una entrevista a la Agencia Bloomberg días pasados Barañao afirmó que: "La cuestión de Monsanto es muy particular dado que la Argentina todavía no ha otorgado a la compañía la patente para Intacta….La decisión final debe salir pronto, pero no estoy seguro de que esto vaya a ocurrir para la cosecha 2015-16. Hemos pedido al Registro de Propiedad Intelectual que acelere el proceso pero podría demorar meses" (5).
También en ese reportaje afirmó que "La postura de la Argentina es que el productor debe pagar por el uso de una semilla patentada y el uso repetido; se debe pagar una suma lógica"; yendo contra la Ley de Semillas que habilita a guardar semilla para el uso propio. O sea un Ministro que aboga porque en el país no se cumpla la Ley vigente.
Este “pedido” al INPI es absolutamente improcedente y muestra nuevamente al Ministro operando descaradamente a favor de Monsanto cuando no es esta su función ni son los intereses corporativos los que debe defender.
Por otro lado esta presión sienta un precedente grave pues abre las puertas, en el contexto de un gobierno dispuesto a entregarle todo al poder corporativo, para que se autoricen en Argentina patentes sobre la vida, cuestión de extrema gravedad que iría contra la propia Ley de Patentes que expresa que “no serán patentables ...la totalidad del material biológico y genético existente en la naturaleza o su réplica, en los procesos biológicos implícitos en la reproducción animal, vegetal y humana, incluidos los procesos genéticos relativos al material capaz de conducir su propia duplicación en condiciones normales y libres...”.
Cuando se cumplen dos años del fallecimiento del Dr. Andrés Carrasco es imposible que no venga a la memoria el accionar de Lino Barañao en favor de Monsanto cuando en el año 2009 el Dr. Carrasco dio a conocer sus investigaciones sobre la toxicidad del glifosato y su efecto embriotóxico, ligándolo sin lugar a dudas al posible efecto teratogénico en humanos (es decir su papel como inductor de malformaciones, de alteraciones en el desarrollo embrionario).
En ese momento y en un tristemente célebre reportaje realizado por el principal lobbista de Monsanto en el multimedios Clarín, Héctor Huergo, Barañao “le quitó toda legitimidad al trabajo del subsecretario de Defensa, Andrés Carrasco, que alertaba sobre perjuicios para la salud en el herbicida glifosato, que se utiliza en el cultivo de soja” (1). Allí Huergo afirmaba que “creo que lo que determinaba era algún problema en el desarrollo de embriones anfibios” y la respuesta del Ministro fue “Él (por el Dr. Andrés Carrasco) comunicó sus hallazgos preliminares a la prensa, esto no es parte de un estudio encargado por el CONICET, ni es parte de una comisión institucional. En otras oportunidades se ha pedido al CONICET que se expidiera sobre un tema particular, en ese caso se convoca a un panel de expertos que emiten opinión. Esto es simplemente la comunicación de un investigador particular y no ha sido sometido a juicio por un panel de expertos ni nada por el estilo”.
La investigación fue publicada un año después en la prestigiosa revista Chemical Research in Toxicology con la conclusión de que “El efecto directo del glifosato en los primeros mecanismos de morfogénesis en embriones de vertebrados abre las preocupaciones sobre los resultados clínicos en la descendencia humana en poblaciones expuestas a herbicidas basados en glifosato en los campos agrícolas” (2). No hubo ningún comentario desde el Ministerio, ni desde el CONICET sobre esta publicación.
Y el Dr. Carrasco explicó claramente su posición al dar a conocer su investigación antes de estar publicada en una revista científica: “No existe razón de Estado ni intereses económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de la salud pública. Hay que dejarlo claro, cuando se tiene un dato que sólo le interesa a un círculo pequeño, se lo pueden guardar hasta tener ajustado hasta el más mínimo detalle y, luego, se lo canaliza por medios que sólo llegan a ese pequeño círculo. Pero cuando uno demuestra hechos que pueden tener impacto en la salud pública, es obligación darle una difusión urgente y masiva”.
Hoy se hace urgente seguir honrando al Dr. Carrasco frenando el avance corporativo en la apropiación de la vida y rechazando toda forma de patentamiento sobre la misma. Como así también es urgente denunciar y expulsar a los mercenarios que desde los gobiernos no hacen más que profundizar y favorecer la entrega y el saqueo de nuestros territorios.
Notas
1- Barañao desmiente estudio contra el glifosato: "No es del Conicet", aquí
2- Glyphosate-Based Herbicides Produce Teratogenic Effects on Vertebrates by Impairing Retinoic Acid Signaling, aquí, 2010
3- "Monsanto no tiene la patente de la soja Intacta RR2 PRO",aquí, 6-10-2015
4- Trascendental fallo de la Justicia Argentina rechaza a Monsanto el pedido de patentamiento de semillas transgénicas, aquí, 29-3-2016
5- La soja transgénica de Monsanto deberá esperar meses para recibir la patente en Argentina, aquí, 10-5-2016
Pensemos que la Ciencia Digna comparte con la Reforma Universitaria del 18 y el Mayo Francés del 68 a la rebelión contra el orden establecido por el bloque dominante de sus respectivas épocas capitalistas. En simultáneo la concretan desde el protagonismo popular (o en potencia) con raíces en sus saberes, necesidades e intereses.
Veamos como Andrés Carrasco propulsó la Ciencia Digna. 

Argentina: “Barañao se olvida que en ciencia

si no puedo predecir no puedo negar”22 de septiembre de 2009

Andrés Carrasco no ceja en su lucha. Desde que publicó su estudio sobre el glifosato no ha tenido paz, pero esas reacciones en cadena que produjo no le impidieron seguir con su discurso.
Claro, no se trata de cualquier personaje mediático, ni mucho menos. Carrasco es profesor de embriología, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Laboratorio de Embriología Molecular, además una trayectoria de treinta años de investigación científica con reconocimiento internacional. Enfrente lo tiene ni más ni menos que al Ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao.
“(El ministro) se olvida que en ciencia si no puedo predecir no puedo negar. Hay que probar las cosas en base del principio precautorio, si no estoy seguro puede haber riesgo, así que hay que bloquear el tema y además es un derecho. Ocurre que el experimento no es cuestionable por eso se pone nerviosa mucha gente”, dijo en una entrevista radial en el programa Todo Depende Elige Tu Propio Cristal conducido por la periodista Silvia Paglioni de la ciudad de Bahía Blanca.
El mensaje, menos elíptico que directo, apuntó al corazón del informe que Barañao (o alguien más elevado en la administración nacional), realizó para defender el uso del glifosato.
“Los pocos estudios están hechos por las empresas y lo que se sabe es que la vía respiratoria es la puerta de entrada la gente que vive al lado de donde se usa. Lo que falta son estudios sistemáticos de las poblaciones, su estado de salud, hay que medir cantidades en forma precisa, sistemática y acordada con los mismos parámetros”, aseguró. En el informe del CONICET se cita 32 veces un informe solicitado por la empresa Monsanto.
Carrasco recordó que el glifosato es un herbicida de amplio espectro diseñado para matar plantas, usado como herbicida para algodón y tabaco. Pero toma relieve cuando es asociado a la soja modificada genéticamente para no ser destruida por este herbicida.
“En nuestro país la extensión de soja es grande y no tiene control. El estado no controla los efectos. Paraguay y el sur de Brasil-Argentina son millones de hectáreas con soja transgénica. En Argentina hay 2 millones de hectáreas y se rocían 180 millones de litros de glifosato. Ahora bien en los EEUU no se permite que todo sea transgénico, hay cupos para la soja y el control de uso es indispensable ya que tiene mucho que ver con los problemas que se ven”, precisó.
Sobre los efectos del herbicida, el científico señaló que “la acción del glifosato es la alteración de las cadenas alimenticias no solo mata a las plantas. Hay relatos de apicultores que cuentan que se han encontrado con todas las abejas muertas por la fumigación. Un herbicida es un veneno y hay que ver cómo lo usamos y en que contexto. Además afecta a otras especies y produce desequilibrios ecológicos y daño a la salud humana”, precisó.
Para Carrasco, los transgénicos no necesitan usar herbicida para desmalezar sino que los utilizan para “bajar la mano de obra y reducir el trabajo. La siembra es directa y el secreto es que pese a que no aumenta el rendimiento, sí aumenta la ganancia”.
Desde hace 30 años Carrasco estudia cuáles son los mecanismos genéticos de desarrollo embrionario. “Me pregunté si yo podía ser capaz de investigar el tema y nos encontramos que se nos morían los animales en las concentraciones que eran muy altas. Fuimos bajando la concentración hasta que los animales en el ensayo sobrevivían pero con malformaciones con datos que arrojaron que las mismas siempre eran del mismo tipo. La dilución fue 1 en 5mil una dilución mucho menor de lo que se usa en nuestro campo”.
“En la embriología –agregó- los modelos animales han servido para entender lo que le pasa al hombre en general y es bastante cercano a lo que le pasa al hombre. El desarrollo embrionario son muy parecidos. Los genes de estadios de embriones a etapas muy tempranos son muy semejantes, por ejemplo el embrión del ave en las etapas temprana es muy parecido al humano. Los modelos animales se usan para entender y explicar cosas”.

Descubramos que el Ministro de Ciencia...no sólo no cumple con su alto cargo público al limitarse a garantizar la realización de los planes de Monsanto y de otras corporaciones imperialistas respecto a nuestro país sino que usa su poder para desestimar todas las denuncias sobre los daños que las corporaciones provocan a la salud socioambiental y además están:

Las amenazas de Lino Barañao,

el patotero ministro de seudociencia

12 de abril de 2018
En el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología llamaron a “librar una batalla contra los fundamentalismos” encarnados en los ambientalistas que se oponen al modelo sojero y megaminero.
Por Roberto Andrés
@RoberAndres1982

Ayer miércoles La Gaceta de Tucumán publicó un artículo titulado La ciencia argentina llama a una batalla contra los fundamentalismos. En ella se relata cómo en la asamblea del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, un órgano de asesoramiento del ministro de Ciencia Lino Barañao, una de las frases que se escuchó en reiteradas ocasiones fue: “Tenemos que librar una batalla contra los fundamentalismos”.
“Según manifestaron varios de los miembros presentes, esos ‘fundamentalismos’ están encarnados principalmente por agrupaciones ambientalistas que en reiteradas ocasiones ponen trabas a sectores productivos, principalmente la minería y la agricultura (sobre todo por la resistencia al uso de agroquímicos), con lo que favorecerían un atraso social y económico en comunidades puntuales”, señaló el medio tucumano.
Lino Barañao, quien ayer fue ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Cristina Kirchner y hoy lo es de Mauricio Macri, agregó en tal situación que “la diferencia entre un ecólogo y un ecologista es la misma diferencia que hay entre un enólogo y un borracho”. Y sin noción del ridículo hizo una fraudulenta comparación al señalar que “ha muerto mucha más gente en accidentes de tránsito o electrocutada que por el uso de agroquímicos en los cultivos. Sin embargo, ninguna de estas organizaciones ha salido a manifestarse en contra del automóvil o de la energía eléctrica”.
Solo señalemos que para el desarrollo de la industria automotriz y de la energía eléctrica se debieron imponer varias normas que regularicen estas actividades para su uso masivo, pero para el desarrollo del modelo sojero en Argentina no se contó con ningún estudio de impacto ambiental previo (salvo el realizado por Monsanto). Además el Senasa ha mantenido bajo siete llaves los documentos que habilitaron el uso del glifosato en Argentina.
“Pienso que se debe principalmente a que el beneficio de andar en auto o de encender la luz de la casa es mucho más cercano y palpable que el beneficio que trae, por ejemplo, un emprendimiento minero”. Mal ejemplo. A pesar de los años, en San Juan, Catamarca y Santa Cruz, las provincias emblemáticas del desarrollo del “modelo minero”, esta actividad no se convirtió en ningún momento en “motor de desarrollo”.
Después de casi 20 años de explotación de La Alumbrera los índices industriales y de la construcción cayeron en Catamarca, y los niveles de pobreza siguen siendo más altos que la media nacional presentando el mayor número de beneficiarios de la asignación universal por hijo. Mientras tanto La Alumbrera consumía más de 86 millones de litros de agua por día, mucho más que el consumo total de la provincia, y en materia eléctrica representaba el 85 % del consumo total de la energía de la provincia. Su filial tucumana consumía el 80 % del total de energía de la provincia. En marzo de 2017 el INDEC señalaba que San Juan, la provincia en donde opera Barrick Gold, era la tercera provincia más pobre del país.
Fundamentalismos y fundamentalismos
Lo de Lino Barañao es simplemente agitación política. La de un patovica con corbata al servicio de los grandes empresarios y el capital imperialista. Tan sólo por poseer en sus manos el departamento del aparato estatal destinado al desarrollo científico que beneficia a la clase que detenta el poder, Barañao se adjudica la autoridad para designar, junto a esa cueva de lobos que es el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, qué tiene “sustento científico” y qué no lo tiene.
Científicos y profesionales honestos que han acompañado la movilización popular en contra del saqueo y del socavamiento de las condiciones naturales para que se garantice el derecho a un ambiente sano de la población, han elaborado estudios que muestran los efectos negativos del modelo minero y sojero en la población.
En diciembre pasado un grupo de científicos del Departamento de Geología y del Centro de Investigaciones de la Geósfera y la Biósfera de la Universidad Nacional de San Juan publicaron un estudio que mostraba, tras 17 años, los impactos negativos de la megaminería en el ambiente glaciar y periglaciar de los Andes desérticos, específicamente en los casos de Pascua Lama y la mina Veladero, explotada por Barrick Gold. Esta última protagonizó en 2015 el peor desastre ambiental de la minería argentina con el derrame de cinco millones de litros de agua cianurada.
En dicha ocasión un informe del Laboratorio de Análisis Instrumental de la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo confirmaba la contaminación, pero la Cámara Minera y el Gobierno sanjuanino de Gioja denunciaron el estudio como “malicioso” y reclamaron una retractación por parte de la Universidad, apelando a un supuesto estudio favorable emanado por la ONU, pero que posteriormente fue desmentido por el organismo internacional.
En el caso del agro, sólo por nombrar algunos, están los estudios realizados por Andrés Carrasco, director del Laboratorio de Embriología de la UBA, de Eduardo Maturano, del Comité de Epidemiología del Instituto de Virología José María Vanella de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC, y de Damián Verseñazzi, del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR.
Ante estos casos las autoridades políticas universitarias denunciaron el carácter “anticientífico” de los estudios y bregaron por los acuerdos comerciales con las multinacionales químicas y agroalimentarias. La disputa por una ciencia al servicio del pueblo pobre y trabajador, en contraposición a una ciencia al servicio de los mezquinos intereses del capital nacional e imperialista, está más vigente que nunca.
Pero Barañao no se arruga si tiene que bendecir como ministro de Ciencia y Tecnología los fundamentalismos esotéricos de un empresario. Fue en noviembre pasado cuando el ministro confesó su disposición para estudiar lo paranormal “e ir viendo de qué manera podemos ir integrando esos mundos que parecen antagónicos, que tarde o temprano tienen que confluir”. Lo hizo mientras daba una charla en el auditorio de la Fundación Columbia de Conciencia y Energía, de Palermo, una institución creada en 2011 por Santiago Ardissone, presidente del Banco Columbia en Argentina.
Barañao acompañaba a las autoridades mientras éstas entregaban las primeras Becas Fundación Columbia de Investigación en Ciencia y Espiritualidad. Uno de los proyectos ganadores se titulaba Rasgos perceptuales, psicofenomenológicos y psicofisiológicos asociados a las variedades de prácticas curativas espirituales y psicoenergéticas, del presidente del Instituto de Psicología Paranormal. Un año antes Mauricio Macri, su nuevo empleador, anunciaba la restricción del acceso al 60 % de becarios del Conicet del sistema científico.
Pero su confesión tenía segunda parte. El pasado 23 de marzo el ministro que llama a combatir los “fundamentalismos” que cuestionan la megaminería y el modelo sojero, tenía que abrir (tras autorizarla) la realización del Encuentro Gratuito Ciencia y Espiritualidad en el Centro Cultural de la Ciencia, organizado por la fundación de su amigo banquero.
El Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA repudió el evento y le solicitó a Barañao una disculpa pública por promover seudociencias. También que en el futuro “se abstenga de asociarse con personas o instituciones que promuevan este tipo de actividades”.
Fue una de estas mismas personalidades “esotéricas” la que le negó la promoción a investigador superior a Andrés Carrasco. Siendo biólogo molecular y director del Laboratorio de Embriología Molecular (Conicet-UBA), Carrasco publicó en 2009 su estudio en el que denunciaba los efectos del glifosato en el desarrollo embrionario, lo que generó un escándalo en la industria de los agrotóxicos.
Barañao, siendo ministro de CFK, realizó un inusual pedido de revisión “ética” al Conicet respecto al accionar de Carrasco y desacreditó su investigación tanto en el programa de Héctor Huergo, jefe de Clarín Rural y lobbysta del agronegocio, como en encuentros de la Asociación Argentina de Productores para la Siembra Directa (AAPRESID), una organización que recibe financiamiento de BASF, Bayer, Dow, DuPont y Monsanto.
En 2014, luego de tres décadas de trabajo e importantes hallazgos científicos (como los genes Hox) y varias publicaciones en revistas internacionales, a Andrés Carrasco se le negó su promoción a investigador superior del Conicet, pese a haber contado con experiencia siendo director del Laboratorio de Embriología. Al poco tiempo después moriría de un infarto.
En el comité que negó su promoción había un científico vinculado a los agronegocios y una experta en filosofía budista. Roberto Salvarezza, examigo de Barañao y diputado hoy por Unidad Ciudadana, puso la firma.
Lo señalado por Lino Barañao, en el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología en contra de los ambientalistas que denuncian el modelo sojero y la megaminería, no debe entenderse más que como una amenaza. A estas amenazas hay que hacerles frente: por cada Lino Barañao, que florezcan mil Andrés Carrasco.
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Barañao, el ministro que sobrevivió 

gracias a Monsanto

Todos menos uno. El gobierno del Pro cuestionó a todo el gabinete saliente de Cristina Kirchner pero no tuvo reparos en mantener en su puesto al ministro de Ciencia y Tecnología. Adelanto 24 te cuenta el por qué.
Por Clarisa Ercolano 
Si bien son innegables los cambios en el perfil ideológico de los ministros que integran el flamante gabinete de Mauricio Macri, la continuidad de Lino Barañao al mando del Ministerio de Ciencia y Tecnología, marcó una diferencia porque fue el único titular de una cartera en pasar de las filas del kirchnerismo al gobierno de Macri.
Desde el Pro se explicó que Barañao es reconocido por los importantes avances en materia de ciencia y tecnología y que por ello, se mantendría su cargo. El ministro, aclaró que la saliente presidenta lo había autorizado. Ahora bien, ¿qué lleva a dos gobiernos que no fueron capaces de acordar un traspaso de mando a coincidir tanto en este punto?

Es que Barañao es un ministro que escapa a las elecciones políticas. Barañao garantiza la expansión de la empresa Monsanto en el país y eso explica su permanencia. Monsanto es una multinacional estadounidense productora de agroquímicos y biotecnología destinados a la agricultura. Durante el gobierno de Carlos Menem, Barañao alcanzó la jefatura de CONICET y luego trabajo para Monsanto con la implantación de una hormona transgénica en las vacas para incrementar su “producción” de leche rechazada por la Unión Europea y Canadá.

Con el kirchnerismo De 2003 a 2007 fue Presidente del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica hasta que en 2007 fue designado como ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
Patricio Eleisegui es periodista, autor del libro Envenenados y uno de los que más investigó las relaciones entre estas empresas y los puestos de gobierno. “Aquí lo que vemos es una decisión de profundizar la política  agrícola del kirchnerismo, la apuesta es por lo transgénico y de hecho el kirchnerismo fue el gobierno que más trasngénicos aprobó, nadie había llegado a tanto”.
“Barañao es gerente, viene de la empresa Bio Sidus, trabajó con Monsanto y la prueba además está en que mantuvo todo su equipo, porque el combo es patentes de semillas, siembra directa y agroquímicos, recordemos que el ministro asegura que el glifosato (el pesticida por excelencia en siembra directa) era similar a una mezcla de agua con sal”. La Organización Mundial de la Salud admitió a principios de 2015 que el glifosato era cancerígeno.
Por caso, Eleisegui recuerda que la mayoría de los países de la Unión Europea prohibió el uso de los productos de Monsanto y similares y ni siquiera permiten la plantación transgénica individual. “Si querés poner soja en tu balcón, no te dejan, está prohibido”. Del mismo modo EEUU prohíbe a los niños alimentarse con productos derivados de soja transgénica o que la contengan en su elaboración: “Si un nene en EEUU quiere tomar Ades, no puede, porque está prohibido”, ejemplifica. Y recuerda que Barañao ha sido parte de una controversia sobre el uso del glifosato en Argentina, al restar autoridad a un trabajo presentado por el subsecretario de Investigación Científica y Tecnológica del Ministerio de Defensa, Andrés Carrasco que puntualizaba sobre el incremento del cáncer en zonas fumigadas con glifosato.
Además, el periodista recuerda que en 2010 la empresa Bio Sidus y la FAUBA presentaron al potrillo llamado BS Ñandubay Bicentenario que fue clonado con una técnica innovadora de “agregación de embriones”. El presunto objetivo es preservar los genes de animales deportivamente valiosos. Este tipo de investigaciones y desarrollos científicos se producen con la inversión de Monsanto.
Finalmente, Eleisegui recuerda que junto a Barañao también conserva su puesto, Alejandro Mentaberry “Es quien articula lo público con lo privado, es un gerente total y no duda en decir que no se puede saber si la soja transgénica genera cáncer porque nadie está comiendo soja todo el día, da respuestas que son un disparate”.

Recordémoslo al Dr. Alejandro Néstor MentaberryPor qué habría que recordarlo? algún logro científico?…Escuchen y Vean lo que dice cuando se le pregunta por los terribles costos sociales del modelo transgénico en la Argentina: Escuchar

Comprobemos el desafío de plantearse:"Ciencia para qué. Ciencia para quién. ¿Para Bayer y Monsanto o para campesinos? ¿Ciencia para Barrick Gold o para los pequeños pueblos cordilleranos?".
Coincidamos con la investigadora Mirta Varela: “Si los científicos contribuyen a producir conocimiento que permite el extractivismo, les cabe toda la responsabilidad de las consecuencias ambientales y sociales que sus dichos o prácticas puedan acarrear”.
Ciencia que contamina
14 de abril de 2018
Por Darío Aranda
Mundo Eco

El extractivismo minero, petrolero y transgénico cuenta con sectores científicos como socios y legitimadores. El Ministerio de Ciencia y el Conicet impulsan el agronegocio, el fracking y la explotación de litio.
Ciencia para qué. Ciencia para quién. ¿Para Bayer y Monsanto o para campesinos? ¿Ciencia para Barrick Gold o para los pequeños pueblos cordilleranos? El ministro de Ciencia, Lino Barañao, es un impulsor del agro transgénico y comparó al herbicida glifosato con “agua con sal”. El “Plan 2020”, diseñado durante el kirchnerismo y aún vigente, establece que el agronegocio es pilar fundamental del modelo científico local. Se suma la explotación petrolera y la minería de litio.
En 2009 Andrés Carrasco, director del laboratorio de embriología molecular de la UBA y ex presidente del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina), difundió una investigación que confirmaba que el glifosato -el agrotóxico más utilizado del país- producía malformaciones y era letal en embriones anfibios. Su trabajo, en un contexto de creciente denuncia a las fumigaciones, provocó un quiebre en el debate sobre las consecuencias del modelo agropecuario. Nunca antes, en Argentina, un científico de su talla se había animado a denunciar las consecuencias sanitarias del agronegocio.
Carrasco sufrió una embestida de las empresas de agrotóxicos, los medios de comunicación que promueven el modelo (Clarín y La Nación, entre otros) y también del kirchnerismo, impulsor del modelo transgénico. Lino Barañao fue la espada del Gobierno. Atacó al científico desde diversos espacios, pero dos notorios fueron del congreso anual de Aapresid (Asociación de Productores de Siembra Directa), impulsores de transgénicos, y en el programa de televisión de Héctor Huergo, director de Clarín Rural, lobista agropecuario. Pero la mayor defensa al herbicida Barañao la realizó en la radio de Madres de Plaza de Mayo: “El glifosato es como agua con sal”. Ningún funcionario kirchnerista lo cuestionó. Ya como funcionario de Mauricio Macri, lo volvió a defender en una entrevista en Clarín: “Con los antibióticos también hay mal uso y muertes, y nadie se queja”.
Conicet S.A.
El Conicet es el mayor ámbito de ciencia del país, con más de 9 mil investigadores. “El sector productivo, con un lugar en el Conicet”, tituló la revista Fortuna (dedicada al sector empresario) en marzo de 2017. Celebró el nombramiento de Graciela Ciccia en el directorio del Conicet.
Ciccia estaba al frente del área de Innovación del Grupo Insud, empresa de Hugo Sigman, multifacético empresario que posee desde laboratorios farmacéuticos hasta la editorial Capital Intelectual, el mensuario Le Monde Diplomatique, fue productor de la película Relatos Salvajes y es accionista del laboratorio Biogénesis-Bagó, dedicada a la biotecnología. Sigman es también accionista de Bioceres, que desarrolla semillas transgénicas, donde también tiene participación accionaria Gustavo Grobocopatel, “el rey de la soja”. Desde Bioceres desarrollaron una soja transgénica resistente a la sequía, proyecto dirigido por la científica Raquel Chan (investigadora del Conicet y directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral).
La llegada de Graciela Ciccia al directorio del Conicet es una muestra más del poder del agronegocio en el mayor ámbito de ciencia del país. Ciccia, al igual que Sigman, son miembros fundadores de la Cámara Argentina de Biotecnología, donde participan todas las empresas que impulsan transgénicos y agrotóxicos.
Petróleo y minería
“Modelos de desarrollo en la era de la información: globalización, tecnología y empresa red”, fue el título de la “conferencia magistral” que el sociólogo español Manuel Castells brindó junto a Barañao en marzo de 2016 en el Centro Cultural de la Ciencia de la Ciudad de Buenos Aires. Su exposición, de 90 minutos, tuvo variados momentos de celebración al extractivismo. El más explícito fue en el minuto 67: “Dicen que Argentina es uno de los países con mayores reservas de petróleo del mundo. Tienen que hacer como Estados Unidos, darle duro al fracking y ya veremos qué pasa con los movimientos ecologistas”, propuso. A su lado, Barañao sonreía.
En junio pasado, el Ministro brindó una extensa entrevista a la “Revista Petroquímica. Petróleo, gas, química y energía”, patrocinada por empresas extractivas. Resaltó la importancia central que el Ministerio y el Conicet le dan a la actividad petrolera y minera, con fondos, investigadores y becarios. “Tenemos una participación muy directa a través de Y-TEC, la empresa creada entre YPF y el Conicet, donde existe un número importante de investigadores y becarios que están trabajando para resolver problemas del sector, que van desde el uso de fibra óptica para el monitoreo de la producción de petróleo bajo el método de fracking hasta el desarrollo de arenas para esa misma tecnología y de sustancias hidrofóbicas para separar crudo de agua”, señaló. Celebró el impulso a la explotación de litio y apoyó el desarrollo de la megaminería: “Estamos trabajando en lo que se ha dado en llamar minería inteligente, practicada en forma sustentable y sin los efectos ambientales asociados a la actividad. Sucede que el país no puede prescindir de la actividad minera”.
Periodismo extractivo
Diego Golombek es doctor en biología, investigador del Conicet y señalado por el establishment académico como uno de los mayores “divulgadores” de la ciencia. Director de la colección “Ciencia que ladra”, columnista del diario La Nación y autor de una decena de libros. Nunca cuestiona el extractivismo. Al contrario. Una muestra: en agosto de 2015 participó de una disertación (“La ciencia al servicio del agro”) organizada por la empresa de agrotóxicos Rizobacter.
“Al haber estudiado una carrera científica, al trabajar en un laboratorio, uno de los destinatarios principales es el área productiva. Y si en Argentina hablamos de producción es igual a campo, el campo tecnológico, no el campo tradicional y artesanal”.
Junto a Héctor Huergo (de Clarín Rural) y a Beatriz “Pilu” Giraudo (Aapresid), fue peyorativo con la agricultura campesina y celebró al agronegocio. “El campo era sólo plantar y ver qué pasaba. Pero las innovaciones tecnológicas (transgénicos) produjeron una revolución en el campo. Lo que hace que el campo pueda seguir siendo la base de sustentabilidad del país. Si se hubiera quedado en el campo familiar, de peones, no hubiera durado ese modelo”. Golombek también es funcionario. Es el responsable del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación (del Ministerio de Ciencia).
El modelo
Cristina Fernández de Kirchner anunció por cadena nacional en 2013 el “Plan Argentina Innovadora 2020” (conocido en el ámbito científico como “plan 2020”). Estaba junto a Barañao en el escenario. “El Estado desarrolla la ciencia y la tecnología para agregar valor a la producción de Argentina”, afirmó la Presidenta. Lino Barañao explicó la política científica: “Durante años la situación de los cerebros era más vergonzosa que la del petróleo, regalábamos cerebros en pie sin obtener nada a cambio. Hoy recuperamos un capital intelectual que estaba en el exterior y que vuelve con más conocimientos. La ciencia y la tecnología son el motor del desarrollo y de la prosperidad”.
Entre los ejes principales del plan científico sobresalen la biotecnología (base del agronegocio) y la nanotecnología (manipulación de la materia en la escala de un nanómetro, la milmillonésima parte de un metro, que si bien ofrece oportunidades para la sociedad también conlleva profundos riesgos sociales y ambientales, no solo porque potencia a la biotecnológica, sino también porque incluye manipulación atómica). “Las tecnologías se aplicarán en distintos sectores socio-productivos y en entornos territoriales determinados, a fin de generar ganancias cualitativas significativas”, precisó la gacetilla del Ministerio de Ciencia. Entre las actividades destacadas figura el agro y la energía.
Como logro de la gestión también destacaron la creación de la ya mencionada Y-TEC, alianza entre YPF y el Conicet que impulsa nuevas formas de explotación petrolera y la minería de litio (muy cuestionada por sus consecuencias sociales y ambientales, además de violar derechos indígenas en Jujuy y Salta). El Grupo de Gestión de Políticas en Ciencia y Técnica (espacio autoconvocado conformado por una veintena de académicos) cuestionó el Plan 2020, aunque no por su perfil extractivista. “Las políticas aplicadas en los últimos años han sido, esencialmente, orientadas a apoyar al sector privado, aunque éste no ha dado las respuestas esperadas”, cuestionó en octubre de 2013.
Recordaron que desde el ministerio conducido por Barañao había prometido que, con años de ayuda estatal, la inversión privada en ciencia pasaría del 30 al 50 por ciento (entre 2006 y 2010). Pero nada de eso sucedió. El nuevo plan fijó que ese aumento estará en 2020. “A pesar de venir tropezando con la misma piedra desde hace años, se sigue insistiendo, inexplicablemente, al sector privado para que articule con el sector público para el desarrollo de sus proyectos. Es un fracaso atribuible a que se apoyaron en un sector que no movió el amperímetro de la inversión en diez años”, sentenció el Grupo de Gestión de Políticas en Ciencia y Técnica.
Kirchnerismo
Roberto Salvarezza llegó a la presidencia del Conicet de la mano de Lino Barañao, que lo propuso a inicios de 2012. Acompañó todas las políticas impulsadas por el Ministro pero no continuó al asumir Macri. Dejó la dirección del Conicet y comenzó a cuestionar a Barañao, con especial eje en el ajuste que implementó el Gobierno (con más de 500 investigadores fuera de la carrera científica).
Salvarezza tuvo directa relación en la negativa de promoción de Andrés Carrasco (forma de castigo por haber denunciado las consecuencias del glifosato). “Al Presidente del Conicet (Salvarezza) le cabe toda la responsabilidad de haber firmado la resolución que niega mi promoción. Ni siquiera echó una mirada sobre cómo fue el procedimiento. Él sabe que al firmar convalidó la injusticia”, denunció Carrasco semanas antes de fallecer. Durante su gestión al frente del Conicet, Salvarezza impulsó que la biotecnología sea política de estado, al igual que el apoyo a investigadores para fracking y minería (incluida la creación de un instituto para explotación de litio en Jujuy).
Salvarezza encabezó la lista de diputados del kirchnerismo en las últimas elecciones. Cuestiona a Barañao y al ajuste, pero acuerda con el modelo científico.
Voces
Mirta Varela es investigadora del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires. Días antes de la votación presidencial de 2015 (cuando diversos académicos llamaban votar a Daniel Scioli) escribió una dura crítica sobre el modelo científico, que le provocó advertencias en un clima polarizado. Varela, lejos de callarse, amplió en una entrevista: “Es de una enorme irresponsabilidad no ver las consecuencias de fomentar este modelo de ciencia. Entrás a la página del Conicet y son públicos los convenios. Son claras las políticas de muchísimos recursos para el modelo transgénico y, en los últimos años, con YPF y el fracking. Y claro que dejan de lado los grandes cuestionamientos que tienen esas actividades. Es de una enorme irresponsabilidad no ver las consecuencias de fomentar este modelo de ciencia. Los científicos ya no pueden negar los efectos de los agroquímicos, las enfermedades, las transformaciones en la sociedad, migraciones, la tierra en pocas manos. No hay peor ciego que el que no quiere ver”.
A Varela le pareció positivo y apoyó el aumento de presupuesto durante la gestión kirchnerista, pero también reconoció que incidió en la ausencia de postura crítica.“Así se explica que el ministro Barañao diga que los agroquímicos son como antibióticos, una barbaridad, y ningún científico le salga al cruce. Eso demuestra que estamos en problemas”, afirmó. Y apuntó a las responsabilidades individuales:  “Si los científicos contribuyen a producir conocimiento que permite el extractivismo, les cabe toda la responsabilidad de las consecuencias ambientales y sociales que sus dichos o prácticas puedan acarrear”.
Maristella Svampa, socióloga, investigadora y docente universitaria, es reconocida por su trabajo sobre extractivismo y acompañar a asambleas socioambientales. En noviembre de 2016 recibió el Premio Konex de Platino por su trabajo académico. Y en su discurso apuntó al modelo científico y universitario. “Vivimos un mundo cada vez más brutal, más complejo y desigual, en el cual dominan las grandes corporaciones, las que en alianza con los diferentes gobiernos han penetrado fuertemente el sistema científico, académico y tecnológico (…) Existe un persistente intento de colonización del discurso público y de apropiación de la ‘ciencia’, basado en la idea de que sólo es ‘científico’ aquello que es afín o funcional a los modelos dominantes, mientras que las visiones que cuestionan dichos modelos son marginadas o en el límite, descalificadas y acusadas de ‘falta de cientificidad'”.
Svampa cuestionó el uso de agrotóxicos, el fracking y la megaminería. Rechazó la sumisión del ámbito científico y la universidad pública a las empresas, y afirmó que el desafío es generar “un saber experto riguroso e independiente, con compromiso social, en una perspectiva de bienestar y de cuidado de las personas y los territorios, que piense en el mediano y largo plazo, y que tenga la dignidad de colocarse por encima tanto de los oficialismos de turno como de los intereses del poder económico”.
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Monsanto-Bayer y la "ciencia" transgénica

14 de abril de 2018
La adquisición de la megaempresa transgénica Monsanto por la vieja fabricante de venenos y farmacéuticos Bayer fue aprobada en marzo de este año por la Dirección General de Competencia de la Unión Europea y la semana pasada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Quedan así solamente cuatro megaempresas que tendrán entre ellas más de 60 por ciento del mercado global de semillas comerciales, 100 por ciento del de semillas transgénicas y más de 70 por ciento del mercado global de agrotóxicos. 
Por Silvia Ribeiro.
La adquisición de la megaempresa transgénica Monsanto por la vieja fabricante de venenos y farmacéuticos Bayer fue aprobada en marzo de este año por la Dirección General de Competencia de la Unión Europea y la semana pasada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Aunque falta la aprobación de otros países, estas decisiones marcan la consolidación de la última de las megafusiones de las industrias de semillas y agrotóxicos que comenzó en 2015. Las otras fueron la de las trasnacionales estadunidenses Dow y DuPont, que formaron una nueva división agrícola para sus negocios de semillas y agrotóxicos llamada Corteva Agrisciences y la de la trasnacional de origen suizo Syngenta con la empresa nacional de ChemChina, que planea fusionarse además con Sinochem, otra estatal china.
Las oficinas de competencia consideraron que las tres fusiones eran problemáticas, pero especialmente la de Monsanto-Bayer. Para aprobar las fusiones, plantearon a todas que debían deshacerse de parte de sus negocios "para evitar el dominio del mercado", una expresión a todas luces retórica y sin sentido real.
En efecto, quien ha cosechado las actividades de las que se han ido desprendiendo las otras empresas ha sido BASF, otra rancia trasnacional alemana fabricante de venenos químicos.
Bayer accedió a vender a BASF su negocio de semillas y una parte del negocio de agrotóxicos, especialmente glufosinato, ya que varias de sus semillas transgénicas son tolerantes a este herbicida. Pero de ninguna manera abandona el terreno: seguirá con el negocio de semillas transgénicas y nuevas biotecnologías –como CRISPR-Cas9– que tiene Monsanto, y agroquímicos aún más tóxicos como Dicamba, también de Monsanto.
Quedan así solamente cuatro megaempresas que tendrán entre ellas más de 60 por ciento del mercado global de semillas comerciales, 100 por ciento del de semillas transgénicas y más de 70 por ciento del mercado global de agrotóxicos. Las supuestas "condiciones" de las oficinas de competencia parecen más bien una broma, ya que en realidad engordaron a BASF, la única empresa de agrotóxicos y transgénicos que quedaba fuera de la ronda de fusiones que inició en 2015.
Otro motor de las fusiones ha sido acaparar el manejo de datos masivos (big data) agrícolas y climáticos. Por esta razón, Estados Unidos le planteó a Bayer que debía vender parte de sus activos en agricultura digital, cosa que finalmente Bayer accedió, pero manteniendo la licencia de uso de éstos. Básicamente, todas los probables movimientos que anunció el Grupo ETC desde 2015 sobre las fusiones se han cumplido. Sigue ahora la próxima ronda de fusiones, en la cual las empresas de maquinaria –como John Deere, AGCO y CNH– probablemente se tragarán a las cuatro anteriores, para pasar a tener control de todos los primeros eslabones de la cadena agrícola: semillas, agrotóxicos, maquinaria, datos agrícolas y climáticos, y seguros.
Este es el contexto real de las semillas transgénicas: cuatro empresas gigantes y sin escrúpulos, cuya fuente principal de lucro ha sido fabricar venenos, y todas con un historial negro de crímenes contra el ambiente y la salud, incluyendo catástrofes como el derrame químico en Bhopal, India, que mató a miles de personas y envenenó a casi medio millón.
Es un contexto que no se puede olvidar, no sólo porque son las mismas empresas y el mismo afán de lucro a cualquier costo, también porque significan una garra de acero cada vez más apretada sobre los mercados agrícolas en todo el planeta.
Cualquiera que defienda las semillas transgénicas sin referirse a este contexto está ocultando la realidad. No existen semillas transgénicas en el mercado que no sean propiedad de esas cuatro megaempresas. Es tan claro que su interés es la venta de agrotóxicos, que por ello la aplicación de éstos, sobre todo glifosato, ha crecido exponencialmente, más de mil por ciento en los pasados 20 años en los países donde se producen más transgénicos, como Estados Unidos, Argentina y Brasil.
Es por ello falaz y cínica la charla de Francisco Bolívar Zapata en el reciente seminario Los alimentos transgénicos a debate (UNAM, 11-13 abril), en la que afirma que el uso de transgénicos disminuye el uso de agrotóxicos. Se refiere en forma notablemente anticientífica a datos parciales para falsear conclusiones: asegura que el maíz transgénico Bt, usa menos herbicida que el convencional. Oculta decir que la cifra total de agrotóxicos (herbicidas, funguicidas, etcétera) en maíz de Estados Unidos aumentó con el uso de transgénicos y que las empresas de transgénicos ahora venden maíz Bt con tolerancia a herbicidas, con lo que el aumento de uso de agrotóxicos está asegurado.
En el mismo debate, Rosaura Ruiz, quien moderó la mesa, afirmó que disentir en ciencia es sano y que cada uno seguirá luchando por su posición. Por supuesto, la duda y el debate honesto es la base de la ciencia.
Pero para que eso sea válido la premisa debe ser que no se libere ningún transgénico al ambiente ni al consumo hasta que exista consenso sobre sus riesgos. De lo contrario, no es un debate científico, sencillamente se está usando a la población, la biodiversidad y la naturaleza como conejillos de Indias de cuatro megaempresas trasnacionales y unos cuantos científicos que se alquilan para ellas.
Profundicemos en el funcionamiento del capitalismo local del mundializado para revelar porqué la Ciencia digna debe confrontar con la ciencia y la tecnología capitalistas.


El lado más oculto del modelo

El poder de las corporaciones, 

los festejos kirchneristas

14 de noviembre de 2015
Las frases más estupendas de Cristina Fernández de Kirchner son parte del vocabulario militante que abriga los sueños de la eterna juventud. Repetir y reproducir son dos acciones centrales para interpelar a los neutros y desacreditar a los enemigos de clase. "En la última década repatriamos científicos y el CONICET volvió a ser un orgullo nacional", dice con vehemencia un dirigente de clase y avanza con pasión "no escucharon a la presidenta anunciar el gran descubrimiento que nos conduce a la soberanía alimentaria, a no depender más de las multinacionales". El funcionario militante que está extasiado con el gobierno nacional y popular festeja la alusión textual de la presidenta de la Nación al informar sobre la semilla genéticamente modificada que resiste a la sequía, y la papa transgénica que convierte a Argentina en el primer país del mundo en conseguir ese siniestro lugar. Dijo Cristina Fernández de Kirchner: "Serán fundamentales para la economía de los productores y permitirá un fuerte desembarco en mercados internacionales. Es la primera vez que la patente no está en manos de una transnacional, sino de un consorcio estatal-privado".
Los grandes negocios que el modelo potencia
El colega Darío Aranda (http://www.lavaca.org/mu/mu-93-la-que-se-viene/) publicó en sustancioso informe que lleva como título Argentina transgénica. Revela el circuito político - empresarial - científico militante que nació en los años `90 y que ha tenido en el kirchnerismo los saltos y logros más poderosos en el ciclo de aprobación de transgénicos que soñaron pequeñas empresas como MONSANTO, Syngenta, Bayer, Basf, entre otras. Afirma el periodista Darío Aranda: "En los últimos doce años el gobierno aprobó 26 transgénicos de soja, maíz, algodón y papa. Nunca antes se habían aprobado tantos. Los expedientes son secretos y no se conocen estudios de impacto en el ambiente ni en la salud de la población".

En nuestro país, la soja es mucho más que el oro. Es el cultivo dominante y la razón central del agro negocio. Sus consecuencias son poco conocidas por el fenomenal aparato público - privado que custodia el cultivo mágico. 

Por eso, la nueva semilla que resiste a la sequía tiene actores desconocidos, nombres invisibilizados que integran el gobierno nacional y popular y trabajan para las multinacionales tóxicas. 
El espacio clave para la aprobación de transgénicos en Argentina es la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia), creada en 1991 y cuyos integrantes fueron secretos hasta fines de 2014. De47 especialistas, más de la mitad (27) pertenecen a empresas Monsanto, Syngenta, Bayer, Dow, Ledesma, Don Mario o son científicos que realizan trabajos para las mismas compañías.
El informe publicado en la Revista MU por Darío Aranda coloca el acento en la verdadera acción del Estado presente
. Martín Lema, Director de la Conabia, el organismo que debe controlar los eventos transgénicos (nuevas patentes) que llevan las multinacionales, escribió el estudio llamado Desarrollo de construcción basada en criterios de evaluación de riesgo para cultivos junto a Monsanto, Syngenta, Bayer, Basf y Dow Agroscience. El hombre que debe auscultar las manipulaciones genéticas es parte sustancial del negocio. 
Pero hay otros científicos patriotas que entregan su conocimiento para combatir la pobreza en Argentina y en el mundo. La soja resistente a la sequía y la papa transgénica tiene como artífice al Jefe de Gabinete del Ministerio de Ciencia, Alejandro Mentaberry, con incidencia en los ámbitos que dieron luz verde a su propio desarrollo transgénicos (Conabia y Senasa). También sobresale como responsable Fernando Bravo Almonacid, especialista en biotecnología vegetal, docente de la Universidad de Quilmes e integrante de la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia), organismo clave en la aprobación de transgénicos. Los dos funcionarios desarrollan transgénicos y, a la vez, forman parte de espacios de aprobación de esas mismas semillas.

ALIANZA ESTRATÉGICA DEL KIRCHNERISMO. UN SISTEMA CONSOLIDADO

La soja transgénica resistente a la sequía es un hito científico celebrado por la presidenta de la Nación y el Diario Clarín. Allí está el CONICET en la figura de la bióloga Raquel Chan, pero bien oculta la alianza con una estructura poderosa a escala mundial. Se trata de la empresa BIOCERES del grupo Los Grobo con Gustavo Grobocopatel el Rey de la Soja. A su lado también está Víctor Trucco presidente de Aapresid, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). No falta a la cita del descubrimiento el científico Moisés Burachik (férreo impulsor de los transgénicos y secretario ejecutivo de la Conabia entre 2004 y 2010). Hugo Sigman, propietario de laboratorios farmacéuticos y director de la Cámara de Biotecnología, aportó su experiencia para el "hito histórico".

Por supuesto que los lazos cruzan fronteras. Bioceres, con todos estos personajes y estructuras, se integra con compañía Arcadia Biosciences, de Estados Unidos, que se materializó en una empresa conjunta (Verdeca) que trabaja en sociedad con la multinacional Dow Agrosciences para utilizar el gen tolerante a sequía. Nada para cuestionar, un producto cien por ciento nacional.

TESTIMONIO DIRECTO
Desalambrar mantuvo una comunicación telefónica con el abogado Fernando Cabaleiro que integra el Centro Estudios Legales del Medio Ambiente (Celma):
¿Cómo se explica que este aspecto central del modelo actual sea tan desconocido o invisiblizado?
Con respecto a la transgenia en la Argentina hay un desconocimiento porque es un tema que no ha sido debatido en nuestra sociedad, los transgénicos en la Argentina ingresaron en los años 90´ a través de resoluciones administrativas de lo que era en su momento la Subsecretaria de Agricultura y nunca se le ha dado difusión al tema en si. Al no existir una ley de biotecnología o una ley nacional de agrotóxicos, quedamos a la información que nos han dado las empresa como Monsanto o Syngenta, las cuales promocionan el uso de transgénicos en base a información científica que no se conoce. Los verdaderos riesgos de los agrotóxicos y de los transgénicos en la Argentina son ocultados por el Estado que no brinda la información cuando los particulares o las organizaciones lo solicitan. Existe también una sospecha clara en relación a la casuística que hay en el aumento del uso de agrotóxicos con el aumento de la tasa de cáncer en los pueblos donde se aplica a cielo abierto y a gran escala los agrotóxicos.

Cuando el gobierno Argentino aprueba los transgénicos es en base a estudios, ¿quien los realiza?
Los estudios los realizan las empresas que son como declaraciones juradas, el déficit normativo que hay en la Argentina parte porque no tenemos una ley de biotecnología y las resoluciones administrativas son muy laxas, no son muy rigurosas en cuanto a los requisitos que tienen que cumplir esas evoluciones que deberían presentar las empresas. Esa información esta totalmente desactualizada porque a nivel mundial ha habido cambios importantes en cuanto a las exigencias en relación a las evoluciones de riesgos en los transgénicos. Una discusión científica que ha habido en la materia es cómo se evalúa el riesgo crónicos carcinogenéticos de los transgénicos. Durante muchos años las empresas han presentado estudios basados en protocolos de toxicidad subcrónica para evaluar efectos crónicos y esto es objeto de debate en donde los científicos independientes han planteado su objeción a ese protocolo exigiendo que en verdad esos estudios se realicen a plazos largos. Eso se ha logrado, el organismo internacional como la OCDE, que es la que establece esos protocolos, contempla ahora un protocolo que exige que las evaluaciones de los riesgos crónicos y carcinogénicos se realicen a plazos largos.
AUDIO 1 CABALEIRO

Entonces ¿qué sucede en la Argentina respecto a los plazos de investigación que fija la OCDE para determinar los riesgos de los transgénicos?
Los animales que se toman para analizar esos riesgos son roedores, las ratas, y esos ensayos de laboratorio, como las empresas lo hacían a 90 días, los científicos planteaban que si un roedor vive entre uno y dos años como vida promedio, un estudio a 90 días está representando nada más que el 15% de la vida del animal. Para evaluar los efectos crónicos y carcinógenos, que son aquellos que se evidencian después de un paso prolongado de haber estado expuesto al consumo y la exposición de alguna sustancia, se debería tomar en cuenta todo el ciclo del animal.

Esta aceptación de experimentos con una mayor cantidad de tiempo, más años para hacer el estudio, ¿implica que debería suspenderse todo evento hasta tanto se tenga respuesta en relación a esto?
Exactamente, en la Argentina como no se exige el cumplimiento de que los estudios se hagan en plazos largos, frente a esta incertidumbre que se ha generado en la comunidad científica y por principio precautorios tendrían que ser suspendidos. La propias normativa del SENASA establece también que en el caso de que surja información científica relevante se tiene que reexaminar y reevaluar los transgénicos, pero obviamente, se ignora esa información científica que ha tenido repercusión mundial porque lograron que la OCDE, que es la que establece los protocolos, contemple ahora un protocolo a plazo largo que las empresas siguen ignorando y que el Estado no exige en su conjunto.
AUDIO 2 CABALEIRO

Usted presentó en el año 2014 un pedido de informes en el Ministerio de Agricultura sobre la papa de la empresa Tecnoplant-Sidus, ¿obtuvo respuesta?
Ninguna por parte del Ministerio de Agricultura, lo mismo sucede con el resto de las presentaciones en cuanto a las otras semillas y eventos que se están analizando.
Dijo que son las empresas las que realizan las presentaciones y que son declaraciones juradas, ¿existen las pruebas científicas que determinan que el uso de transgénicos no afectan a la salud
Son como declaraciones juradas, el Estado no evalúa los riesgos. Esto lo hemos comprobado con la soja intacta de Monsanto, hicimos exactamente el mismo procedimiento, le pedimos al Estado los estudios que presentó la empresa para su aprobación, ahí pudimos comprobar que Monsanto había pedido la autorización de la soja intacta en el 2012 cuando estos protocolos de los que hablamos recién modificados por la OCDE son del año 2009 exigiendo los plazos largos. Sin embargo Monsanto presenta los ensayos, estudios y evaluaciones con los plazos cortos. Ahí nosotros podemos afirmar que tanto la soja como en el resto de los transgénicos aprobados en la Argentina no tienen una garantida de inocuidad alimentaria porque han sido evaluados mediante un protocolo desactualizado.

La presidenta de la Nación anunció a la papa transgénica como un acto soberano y de avance científico para la liberación de los pueblos, mientras que el Parlamento Andino, órgano deliberativo que integran Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú y Chile, prohibió la papa transgénica en 2006. ¿Qué es lo que nosotros estamos celebrando entonces?
Esta es información que se le ha dado a la Presidenta pero no es así, todo lo contrario, esto es muy peligroso por la contaminación a la papa andina. Tiene que generarse un reclamo de los países andinos como Bolivia o Perú porque los riesgos de contaminación son enormes.

¿En qué se basa esta contaminación?
La contaminación genética porque a la papa se le introduce un gen que no está por naturaleza con lo cual puede afectar a la papa andina, esto implica un riesgo grave porque es irreversible.
¿Las empresas que más ganan con el modelo son Pioneer, Syngenta, Monsanto, Dupond, Dow Agroscience, Bayer, Basf?
Exactamente, yo quiero recalcar que el día que se anuncia lo de la papa transgénica también se anunció el tema de la soja modificada genéticamente para hacerla resistente a la sequía. Es la nueva soja de Pioneer modificada genéticamente para darle alto contenido oleico. Esta sería la primera soja industrial, es una soja que no está destinada para consumo humano directo porque es muy perjudicial para la salud y esta destinada para que en un futuro reemplazar lo que es el aceite de oliva. Eso se omitió deliberadamente por el Ministerio de Agricultura porque es la primera vez que se aprueba un evento transgénico que no está destinado al consumo humano directo.
AUDIO 3 CABALEIRO
Los avances científicos que no tienen pruebas categóricas que demuestren la inocuidad de las semillas mutadas, necesitan de los brazos legislativos que amplían sus derechos, abriendo territorios para que la fumigación haga el gran aporte a la siembra directa. El Dr. Fernando Cabaleiro alerta sobre la aprobación en el Senado de la Provincia de Buenos Aires de la Ley de Agrotóxicos: "Está por aprobarse lo que seria esa la media sanción que ya tiene despacho favorable de la Comisión de Medio Ambiente que preside el legislador de San Miguel Coll Areco, autor del proyecto. Las críticas que les estamos haciendo las más de 100 organizaciones de la Provincia de Buenos Aires, incluso esto ha tenido repercusión internacional, contamos con la adhesión de la RAF, la Red de Transgénicos Latinoamérica y lo que es también la Red de Abogados de Pueblos Fumigados y la Red de Abogados de Brasil, porque está comprobado los fuertes vínculos que tiene el senador Coll Areco con las cámaras empresariales. Él mismo en su currículum que adjuntó y presenta en la página del senado, reconoce y confiesa que sus empresas han tenido vínculos con la agroindustria, además porque es el fundador de la revista Las Bases, que es el periódico mensual de la CRA, la Confederación Rural Argentina. Forma parte de CARBAP, la organización más importante rural de la provincia de Buenos Aires.

Estas entidades fueron las que más resistieron la Resolución 125, son las mismas a las que ahora les están dando todo
Exacto, el tema es la hipocresía porque se presenta a esta ley como que viene a solucionar una omisión por parte del Estado en virtud de que la actual ley de agrotóxicos no regula las distancias o no protege las escuelas rurales. La ley no fija ninguna distancia pero si lo fija el decreto reglamentario que establece la prohibición de las fumigaciones aéreas a menos de dos kilómetros de los centros urbanos. Lo que sucede es que la ley regulariza las fumigaciones terrestres estableciendo una distancia de por ejemplo 500 metros solamente para lo que seria la clasificación toxicológica 1 y 2, la banda roja. No permite fumigar en lo que seria la banda verde y amarilla, establece cero distancia. Con respecto a las escuelas rurales establece una distancia de 100 metros para las fumigaciones terrestres, y para las fumigaciones aéreas las reduce de dos kilómetros a 1.500 metros, mientras que para lo que es banda roja y azul habilita fumigar hasta 500 metros con lo que seria banda verde y banda amarilla.
¿Que serian las bandas?Son niveles, de menor a mayor intensidad. Banda roja son productos de mayor peligrosidad, y los de banda verde serian los menos peligrosos pero no por esto dejan de ser tóxicos. Entre ellos está en banda amarilla hoy, el glifosato y el 24-D que han sido declarados probables y posibles cancerígenos por la Agencia Internacional del Cáncer dependiente de la Organización Mundial de la Salud.
AUDIO 4 CABALEIRO

Constatemos la responsabilidad criminal de gobiernos progresistas en la reterritorialización de Nuestra América a favor del sistema imperialista de agronegocios.
La República Unida de la Soja recargada

12 de junio de 2013

GRAIN
En el año 2003, la corporación Syngenta publicó un aviso publicitando sus servicios en los suplementos rurales de los diarios argentinos Clarín y La Nación bautizando con el nombre de “República Unida de la Soja” a los territorios del Cono Sur en los que se sembraba soja -Integrados por Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia-. A partir de allí, esta declaración explícita de neocolonialismo quedó como “marca de fábrica” del proyecto que desde las corporaciones se estaba instrumentando.
Durante el año 2012 se produjo en estos países una embestida de las corporaciones del agronegocio sobre los territorios y las instituciones imponiendo nuevos transgénicos, mayores riesgos por aplicación de agrotóxicos y cambios en las políticas que sólo tiene precedentes en la primera imposición de los transgénicos, durante la segunda mitad de los años 90. Esta nueva avanzada corporativa se da en un marco distinto, ya que ahora ocurre con la presencia en toda la región (por lo menos hasta junio del año pasado) de gobiernos “progresistas” críticos del neoliberalismo y que en algunas de sus políticas han comenzado a modificar las políticas neoliberales impuestas en los años 90 con una mayor presencia del Estado regulando la economía y asumiendo un rol activo en aspectos sociales, educativos y sanitarios.
Sin embargo, en términos de modelo agrícola y producción de alimentos no sólo no ha habido en todo este tiempo un cambio de modelo ni una autocrítica a los problemas producidos por la implantación masiva del cultivo de soja transgénica con alto altos niveles de uso de agrotóxicos. Por el contrario, este modelo se ha ido consolidando y es defendido a rajatabla por todos los gobiernos de la región que lo asumen como política de Estado, en todos los casos. Los graves problemas que han surgido o se han agudizado, tales como los impactos de los agrotóxicos, los desplazamientos de campesinos y pueblos originarios, la concentración de la tierra o la pérdida de producciones locales, son considerados “efectos colaterales” y se abordan, cuando la presión social lo consigue, de manera fragmentada y puntual. No incluimos en este análisis a Bolivia, pues si bien la región de la “medialuna”, con Santa Cruz de la Sierra a la cabeza, es parte de la “República Unida de la Soja” las posiciones, políticas y debates planteados desde el Gobierno de Evo Morales se diferencian ampliamente del resto de los gobiernos (y esto le vale el enfrentamiento con estos sectores del poder de la medialuna que claramente han planteado su intención separatista).
Ya en otros A Contrapelo 1 2 3 hemos ido denunciando que este avance fue consolidando la imposición del modelo productivo de los agronegocios, y el Cono Sur se ha convertido en la región donde más transgénicos se siembran en el mundo y en la que mayor cantidad de agrotóxicos se aplican per cápita a nivel global. En este A Contrapelo intentaremos brindar algunas luces que ayuden a comprender cómo se está produciendo este avance y sus consecuencias a nivel de las comunidades campesinas y la sociedad en general.
Los impactos del “modelo” no reconocen fronteras entre el campo y la ciudad y se sienten profundamente en ambos espacios: las poblaciones fumigadas en los territorios rurales y en las zonas periféricas de las ciudades, las y los campesinas/os desplazadas que día a día migran para engrosar los cordones de pobreza de las grandes urbes, las economías regionales destrozadas con su correlato de los altos precios de los alimentos en las ciudades, los alimentos contaminados enfermando a unos y a otros. En fin, una catástrofe socio-ambiental  que hace agua por todas partes y que ya no permite “mirar para otro lado”.
Los responsables de esta cadena destructiva son un puñado y tienen nombre y apellido: Monsanto y algunas corporaciones biotecnológicas más a la cabeza (Syngenta, Bayer); terratenientes y pooles de siembra que controlan millones de hectáreas (Los Grobo, CRESUD, El Tejar, Maggi son algunos de los principales); Cargill, ADM y Bunge transportando los granos al otro lado del mundo. Y, por supuesto, los gobiernos de cada uno de los países que apoyan de manera entusiasta este modelo. A ellos se suman un extenso número de empresas que aprovechan el “derrame” y proveen servicios, maquinaria agrícola, fumigaciones, insumos, etc.
En números concretos, esta región cubre en la actualidad una superficie de más de 46 millones de hectáreas de monocultivo de soja transgénica, fumigadas con más de 600 millones de litros de glifosato y provoca una deforestación de -como mínimo- 500 mil hectáreas por año. (...)
Procuremos convencer sobre las posibilidades de derrotar al capitalismo local y mundializado con proyectos de deliberación y toma de decisiones de los pueblos como los que están encaminando diversidades de abajo.

Argentina: ¿Cómo construir un futuro sano, justo y soberano? V Jornada de Salud, Nutrición y Soberanía Alimentaria.

12 de abril de 2018
"Hay resistencia: con pasión y obstinación, científicxs, artistas, comunicadorxs, abogadoxs, docentes y cuidadanxs luchamos por nuestro derecho a vivir en un ambiente sano, libre de agrotóxicos; un territorioque es extensión del propio cuerpo-territorio."
Más de mil personas participamos de la V Jornada de Salud, Nutrición y Soberanía Alimentaria, que se realizó el viernes 6 de abril en la Facultad de Medicina de la UBA, organizada por laCátedra Libre de Soberanía Alimentaria de Nutrición (CaliSA) - UBA. La actividad se dió en el marco del Día Mundial de la Salud. Expertos de distintas áreas, colectivos agroecológicos y referentes de la lucha socio-ambiental reunieron para tratar de la temática de Soberanía Alimentaria  desde distintos ejes.
La jornada fue dividida en 6 paneles: “La salud de nuestros niñxs: integrando miradas”; “Alimentos y salud en el continente de las desigualdades”; “Salud Universal: ¿derecho o mercancía?”; “Abordaje de enfermedad celíaca”; “Producir bien para vivir mejor” y “Viaje a los pueblos fumigados”.Se presentó la muestra fotográfica “El costo humano de los agrotóxicos” con la presencia de su autor Pablo Piovano, y se realizó la IV Feria de Productos Agroecológicos en el patio de la facultad donde lxs participantes pudieron disfrutar de comida rica, sana y soberana.
Defender a la Universidad Pública y a la Democracia
Miryam Gorban abrió defendiendo a la Universidad Pública y Gratuita; destacándola como un espacio de lucha y en constante disputa. Habló de la responsabilidad de la  comunidad académica de articular saberes distintos para la construcción de una sociedad que piense la alimentación como un derecho.La referente de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria hizo una sentida mención de la coyuntura brasileña: “mientras estamos en esta jornada, el pueblo brasileño está pasando por unos de los días más tristes de su historia”. Miryam resaltó la importancia de solidarizarnos con el pueblo brasileño en un momento donde su democracia está gravemente amenazada, como parte de un tiempo que recorre toda nuestra Patria Grande; y que la lucha por la Soberanía Alimentaria es también la lucha por la Democracia.
Lactancia, Nutrición y Soberanía Alimentaria
El primer panel arrancó abordando la lactancia como el primer paso de la Soberanía Alimentaria, y la urgencia de apoyar el amamantamiento como forma de garantizar el derecho a una alimentación segura y responsable, que garantice el buen desarrollo de niños y niñas. La leche materna contiene todos los nutrientes y vitaminas necesarios para su crecimiento saludable.
Se resaltó el vínculo directo que tiene el sobrepeso con la mercantilización de la alimentación y la desregulación en un sistema de alimentos super procesados los cuales comprometen la calidad de lo que se come. (…)
Alimentos y Salud en el Continente de las Desigualdades: el caso de Brasil
Invitado desde Brasil, Dr. Renato Maluf trajo la experiencia de los programas sociales brasileños “Hambre Cero” y “Bolsa Familia”, los cuales lograron sacar a 35 millones de brasileñxs del hambre. Se destacó la importancia de tratar a la alimentación saludable y adecuada como un derecho, y a las personas contempladas por las políticas públicas como portadoras de derechos y no como beneficiarias.
La experiencia de Brasil es vista como un logro democrático caracterizado por la participación social que orienta la acción del Estado. Comprendiendo que el hambre tiene color, clase social y género; es necesario el entrecruzamiento de los frentes de lucha y la producción de conocimiento desde los distintos espacios (más allá de la academia), como claves para rescatar identidades, memorias y culturas alimentarias junto al respeto por las idiosincracias alimentarias de los pueblos indígenas y de afrodescendentes.
Durante la intervención de Maluf hubo momentos de mucha emoción, aplausos y gritos ¡Viva la Patria Grande!
Salud Universal: ¿derecho o mercancía?
Maristella Svampa habló del rol protagónico de las mujeres en la luchas socio-ambientales, aunque muchas veces están invisibilizadas, en un sistema donde los efectos sociosanitarios las golpean mucho más es urgente pensar alternativas con perspectiva de género.
Svampa habló del neo-extractivismo como eje del modelo de producción en todos los gobiernos de turno, pero sobre todo en éste, que asesina y persigue a los pueblos originarios. Mencionó a Santiago Maldonado y Rafael Nahuel en una mesa compartida con representantes de las gestiones actual y anterior.
Es desde este “mal desarrollo”, insostenible ecológica y socialmente, expresado a  través del agronegocio o la megaminería, que el capital busca maximizar ganacias en un período marcado por el neo-colonialismo, basado en la apropiación y destrucción de los bienes comunes.
Producir bien para vivir mejor
Gabriel Arisnabarreta, docente, agrónomo, productor e integrante de ECOS de Saladillo desmenuzó la experiencia concreta de producción agroecológica en la chacra “La Bonita” de 14has: reconocer el campo y plantearse la producción a partir de esas particularidades, recuperar los saberes de quienes producían en una zona que supo estar llena de gente en los campos; el tipo de animales que tienen, su cuidado y el vínculo con ellxs; el tipo de pastoreo, la asociación de pasturas y los ciclos naturales. Un relato dinámico que a cada paso derramaba reflexiones sobre otras formas de hacer y estar en la tierra.
Sobre el final mostró, quizá por última vez, una cuadro comparativo de rentabilidades año a año entre su chacra agroecológica y la “mejor” opción del agronegocio para esa zona, donde el margen bruto daba mejor desde el punto de vista económico. Ahí se detuvo y explicó por qué era quizá la última vez que mostraba ese cuadro: el debate entre el agronegocio y la agroecología no puede circunscribirse a discusiones económicas. “Es muy peligroso que alguien cambie su forma de producir sólo por una decisión económica, ya que entraría a la agroecología con las mismas lógicas del sistema que justamente la agroecología refuta”. Y siguió, “producir de esta manera es mucho más que producir sin venenos”. La agroecología nos convida otra forma de estar en el mundo; incorporando, además de técnicas y perspectivas sobre los agroecosistemas, dimensiones sociales, políticas y espirituales: no podemos hablar de agroecología si no incorporamos la noción del trabajo justo, de la lucha porque la tierra esté en manos campesinas, con las semillas nativas, y todo en vínculo profundo con la naturaleza de la que somos parte.
Retomando la palabra, Carlos Vicente, de Acción por la Biodiversidad y Grain, repasó este momento tan difícil para la humanidad donde no paran de encenderse luces de alarma sobre el rumbo que llevamos como especie. La última quizá sea la presentación del Informe 2018 de IPBES que alerta sobre la pérdida de biodiversidad, el constante deterioro de los suelos y recursos hídricos, y los cambios en el clima producto de las emisiones de gases de efecto invernadero; siendo el modelo agroindustrial, probablemente el mayor responsable.
Hoy, ante las evidencias cada vez más claras de que así vamos al abismo, el sistema cambia de piel e intenta fórmulas nuevas para mantener la vieja lógica de apropiarse del trabajo y la naturaleza para reproducir el capital: “Agricultura Climaticamente Inteligente”, “Agricultura de Precisión”, “Agricultura Orgánica” y hasta “Agroecología”. La FAO y muchas otras organizaciones destinan enormes recursos en esta “reconversión”, y vemos como muchas de nuestras palabras aparecen en los discursos de los defensores de siempre de este modelo de saqueo y muerte.
Desde el comienzo de la “Revolución Verde” la humanidad ha perdido el 75% de las variedades de semillas que nos trajeron a este lugar, desde aquella primera mujer (“porque seguro fue una mujer”) que reconoció, plantó, cuidó y mejoró una especie vegetal; “la que quizá sea la experiencia cultural más hermosa que los hombres y mujeres construimos con la naturaleza”. En 50 años de este modelo agroindustrial perdimos el 75% del trabajo acumulado por la humanidad en los 10.000 años de agricultura. En este contexto alertó sobre el nuevo embate de las corporaciones para tener una nueva Ley de Semillas que les permita apropiarse de nuestra biodiversidad y controlar todo el ciclo de producción agro-alimentaria. Iniciativas que enfrentamos desde la Multisectorial contra la Ley Monsanto de Semillas, buscando articular con la mayor cantidad de organizaciones.
Pero también repasó este momento donde se fortalece la lucha campesina en todo el mundo, y como cada vez más las organizaciones del campo y la ciudad construimos novedosas alianzas para detener este tren al abismo.
Un viaje a los Pueblos Fumigados
El plato fuerte del panel final iba a ser el estreno del trailer de la nueva película de Pino Solanas “Viaje a los Pueblos Fumigados” pero no se pudo pasar por problemas técnicos. Más allá del traspié el panel con que cerró la jornada era de lujo: el propio Pino,Damián Verzeñassi, Damián Marino, Pablo Piovano y Ana Zabaloy, presentados por Marcos Filardi de CaliSA: la potencia de los diálogos que habilitan el arte, las ciencias dignas, y lxs luchadorxs de todos los días.
Pino contó la experiencia del rodaje de la película y reflexionó a partir de ella“en este tiempo tan difícil para el pueblo argentino y latinoamericano”; Pablo Piovano hizo lo propio a partir de su trabajo fotográfico y presentó un corto sobre Fabián Tomasi, quién quizá sintetiza en su cuerpo toda la brutalidad de un modelo de muerte pero también una tenacidad y lucidez maravillosas para darle pelea. Marino habló de su trabajo desde el EMISA-UNLP y reflexionó sobre el rol que se debe una ciencia que es nacida y sostenida por el pueblo argentino. Ana Zabaloyrepasó su experiencia como docente de una escuela fumigada, y la construcción de la Red  Federal de Docentes por la Vida, que hace pocos meses hizo una importante presentación ante la Defensoría del Pueblo, y se han planteado una serie de iniciativas para dar difusión a una problemática que es ninguneada desde las instancias estatales competentes, y no es acompañada por la enorme mayoría de los gremios docentes del país, a excepción de la gran experiencia de AGMER en Entre Ríos. “Las docentes rurales somos testigos ´privilegiadas´ de este modelo basado en transgénicos y venenos”. Para finalizar, Verzeñassi contó la  experiencia que acababan de protagonizar con Marino en la Cámara de Diputados de Entre Ríos en el “Ciclo de Socialización de Saberes: Hacia un nuevo modelo de producción de alimentos”. Y pateó el hormiguero: “tenemos que dejar de reunirnos entre los convencidos” abriendo una reflexión de muchxs pero que todavía no hemos abordado de conjunto como corresponde.
¿Cómo construimos una fuerza social que sea capaz de enfrentar este modelo y poner en crisis su hegemonía? ¿Cómo les abrimos camino a las alternativas que ya existen y las potenciamos?
“Quizá nos tengamos que juntar con muchxs que en otros momentos estuvieron en la vereda de enfrente”, porque con “los convencidos no alcanza” y si nos quedamos con el dedito en alto enrostrando pasados y actitudes quizá nos perdamos de oportunidades de articulación que nos pongan en nuevos y mejores escenarios. En Entre Ríos, quién abrió la mesa donde expusieron “los Damianes” fue nada menos que Sergio Uribarri, ex gobernador de una provincia donde el agronegocio ha hecho estragos. En buena hora: a debatir! (…)
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La agroecología como conocimiento necesario para transformar la mutua determinación sociedad–naturaleza

12 de abril de 2018
Los agroecosistemas son, en principio, un tipo particular de ecosistemas orientados a la producción —a partir de la tierra— de bienes materiales útiles a los seres humanos. Su estudio dista de ser simple. La totalidad concreta en cuestión incorpora una dimensión más a su complejidad en la medida en que el trabajo de los seres humanos se vuelve un factor clave en la estructuración de los mismos y en la determinación de sus flujos de materia y energía.
Por Lev Jardón Barbolla
Los agroecosistemas son, en principio, un tipo particular de ecosistemas orientados a la producción —a partir de la tierra— de bienes materiales útiles a los seres humanos. Su estudio dista de ser simple. Consideremos que para la ecología, incluso al margen de los agroecosistemas, el estudio de los ecosistemas y de los diferentes niveles de organización de las comunidades bióticas y su interacción con el medio abiótico planteaba ya un reto tal que en los años sesenta del siglo XX el ecólogo Richard Levins (1966) hablaba ya de la necesidad de un nuevo programa de investigación al que Levins y Lewontin nombraron biología de poblaciones (Levins 2004; Lewontin 2004).
Los agroecosistemas se distinguirían del resto de los ecosistemas en la naturaleza en dos niveles: aquél de los fines que orientan su existencia (la reproducción de la vida material de los seres humanos) y aquél del propio proceso —histórico— de su conformación —mediada por el trabajo— como sistemas social–naturales. Y es esta mutua determinación (producción orientada por el consumo y consumo condicionado por la producción) la que lleva a la necesidad de conceptualizar los agroecosistemas como sistemas complejos en los que determinaciones provenientes de diferentes planos (biológico, del medio físico, social, económico y cultural, por mencionar algunos) se trenzan y cuya comprensión demanda una aproximación efectivamente interdisciplinaria.
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