Es concretable si hay
revisión de ideologías propias a
dirigentes e
intelectuales de izquierdas y del progresismo.
Es prioritario superar falsos enfrentamientos y
dilemas que los gobiernos K han promovido para construir consenso. Pero lo han
logrado por concepciones y lógicas de progresistas e izquierdistas como la
siguiente:
Necesidad social
Por
Ignacio Sabbatella
*
(...)De
la misma manera que no es conveniente entronizar la explotación no convencional,
tampoco debería ser demonizada. No es adecuado englobar distintas actividades
primarias de gran escala bajo el rótulo peyorativo de “extractivismo”; tampoco
es adecuado patrocinar acríticamente cualquier modalidad de extracción y
tecnología en pos del “desarrollo”. En ese sentido, el fracking difiere, por
ejemplo, de la minería aurífera en al menos dos puntos. En primer lugar, la
explotación del shale es liderada por el Estado argentino a través de YPF,
mientras que el mercado metalífero está dominado por las grandes mineras
transnacionales. Y en segundo lugar, el petróleo y el gas son bienes
estratégicos necesarios para satisfacer no sólo el desarrollo industrial sino
también el bienestar de la población en su conjunto. Mientras que una gran parte
de la extracción de oro –que ni siquiera se refina en el país– está destinada
como materia prima de bienes suntuarios y como reserva de valor de la banca
internacional.
Bajo las
actuales circunstancias, el desarrollo no convencional es una necesidad social.
En algunos casos, la intransigencia ambientalista no se reduce al fracking sino
que se extiende hacia otras fuentes de energía como la hidroeléctrica, cuyo
potencial nacional es más que promisorio y permitiría reducir la dependencia
fósil. La crítica coyuntura es una oportunidad propicia para preguntarse energía
por qué, para quién y cómo; también para debatir y definir democráticamente
cuáles son los umbrales sociales y ambientales que la sociedad argentina está
dispuesta a tolerar para sostener las necesidades energéticas del país en las
próximas décadas.
*
Licenciado en Ciencia Política, becario doctoral Conicet - Instituto Gino
Germani.
Esta defensa del fracking y las mega represas da
pie a organizar la deliberación de una creciente mayoría sobre el
neoextractivismo en forma de cuadros de situación de las oficializadas como "zonas de sacrificio" y de todo el país-continente que está siendo
desterritorializado en función de la transferencia en gran escala de recursos al
desarrollo del capitalismo-imperialismo. Es rumbear a poner fin al ninguneo,
silenciamiento e invisibilización de las comunidades en lucha contra el despojo
totalitario, la contaminación ambiental y por la vida y la dignidad de los
pueblos. También están buscando discutir alternativas al modelo del capitalismo
imperialismo en Nuestra América que es el extractivismo. Enfocan las variantes
del buen vivir a crear por la autogestión de las distintas comunidades
hermanadas entre sí.
Al finalizar su nota, Sabbatella plantea instalar debate que bien podría realizarse pero desde el posicionamiento emancipador. Significa cuestionar al capitalismo y su civilización. Exige que el imprescindible encuentro entre los
diversos de abajo se suscite mediante deconstrucción de conceptos como progreso hoy
asociado a la gran escala y a privilegiar el crecimiento económico (en verdad,
la constante acumulación oligopólica) por sobre la salud y el futuro de todos
nosotros.
Darío Aranda / ComAmbiental nos
aclara caminos:(...)Misiones
votó en 1996 ante la propuesta (de Nación y Provincia) de construir la represa
de Corpus. Se inundarían miles de hectáreas y afectaría a miles de personas. En
abril de 1996, el 88 por ciento de la población de Misiones rechazó la
hidroeléctrica.
El 23 de
marzo de 2003, la población de Esquel rechazó la instalación de un proyecto
minero de la Canadiense Meridian Gold. Ocho de cada diez personas dijo “no” a la
cuestionada actividad.
El 3 de
junio de 2012, el pueblo neuquino de Loncopué fue a la urnas por un proyecto
minero de una empresa china. El Movimiento Popular Neuquino (MPN), que gobierna
la provincia desde hace medio siglo, puso todo su aparato para que la población
acepte la actividad extractiva. El 82 por ciento rechazó que le impongan la
megaminería.
***
En
Calingasta (San Juan) se convocó a elecciones en tres oportunidades (2005, 2006
y 2007). Y las tres veces fue suspendida por la acción coordinada de un juez del
Poder Judicial y del gobernador José Luis Gioja. Dos personas decidieron por
sobre 8.500 habitantes.
Andalgalá,
localidad catamarqueña donde hace veinte años se instaló Minera Alumbrera
(extrae oro y cobre), estaba a punto de votar el 25 de mayo de 2010. La
población iba a decidir el futuro del proyecto minero Agua Rica (tres veces más
grande que Alumbrera y a sólo 17 kilómetros de la ciudad). Fue suspendido por el
Poder Judicial a solicitud del gobernador Eduardo Brizuela del Moral. Dos
personas decidieron por 18.000 personas.
En
Misiones, por ley provincial, el Gobernador debe llamar a elecciones por nuevos
emprendimientos hidroeléctricos. En septiembre pasado, cientos de misioneros
caminaron durante una semana por rutas provinciales (140 kilómetros) y llegaron
hasta Posadas con un solo reclamo: que el gobernador Maurice Closs cumpla la ley
y llame a votación para decidir el futuro de la hidroeléctrica Garabi. Estudios
oficiales afirman que se inundarán 40.000 hectáreas y desalojará a 13.000
personas. El gobernador aún no cumplió la ley no llamó a elecciones. Una persona
decide por un millón de habitantes.(...)
El modelo extractivo afecta a millones de personas, pero no se debate y no se plebiscita.Curiosas piruetas del establishment político. Elegido mediante el voto ciudadano, prohíbe a los mismos electores que voten contra las corporaciones, evitan que el pueblo decida su futuro.Esquel y Loncopué son experiencias recientes. Funcionarios y corporaciones temen los malos ejemplos y el efecto contagio. Por eso evitaron Calingasta y Andalgalá. Por eso no permiten sufragar por represas en Misiones, por Monsanto en Córdoba y por Chevron (y el fracking) en Neuquén.Tiempos de votos calificados y democracias selectivas.
Al mismo tiempo es fundamental cuestionar el
esquema maniqueo para la interpretación de la realidad social que los K
inculcaron y reforzaron con la polarización social contra enemigos
públicos que reducen u ocultan el actual funcionamiento del
capitalismo-imperialismo. La Mesa de Enlace cumple ese papel respecto a un
proceso fundamental para la Argentina y Nuestra América como es la ocupación
integral de sus territorios por el sistema global de agronegocios. Todavía hoy
politólogos de izquierda la caracterizan como patria sojera y desconocen la gran
expansión del modelo de soja transgénica durante la década K, el Plan
Estratégico Agroalimentario 2020 que procura maximizarlo y el orgullo de CFK por
la mayor participación de Monsanto en concretarlo. Además, de la nueva ley de
semillas o ley Monsanto, tengamos en cuenta:
Las operaciones del Banco Mundial en la Argentina:
Injerencia en el sector agrícola.
Por Juan Fal (PERIFERIAS)
Notas sobre el control territorial, social y biológico.*
1. Introducción:
Muchas de las grandes corporaciones y de los gobiernos más poderosos ensalzan el uso de nuevas tecnologías -incluyendo la genómica, la nanotecnología y la biología sintética- para la transformación de la biomasa en productos de alto valor1 como uno de los mecanismos para garantizar la sustitución de la industria petroquímica por la bioeconomía. El impacto económico, social y ecológico de esta propuesta para la periferia capitalista promete ser muy importante, ya que ahí se concentran los mayores reservorios de biomasa acuática y terrestre.
El acaparamiento de los recursos, implicado en las operaciones de fusión y adquisición corporativa -especialmente en el sur- es impulsado, mayormente, por la lucha por alcanzar una “seguridad en el abasto de materias primas” es decir, la adquisición de recursos naturales estratégicos que incluyen la tierra cultivable, las materias primas a granel, los minerales metálicos y no metálicos extraídos del subsuelo y, ahora también, el material vegetal genérico en calidad de reserva de biomasa.2
La amalgama de intereses en juego es percibido claramente por Andrés Barreda al señalar:
[….] como el objeto técnico en cuestión (la biodiversidad y la biotecnología) afecta la gestión general de toda la biosfera, y por ahí, de todos los procesos mundiales de producción primaria, de la emisión de contaminantes derivados de todas las industrias mundiales de transformación, de la alimentación del mundo y de la gestión médica de la reproducción de la fuerza de trabajo, la gestión de este negocio involucra forzosamente la participación de los Estados Nacionales y los organismos políticos internacionales. De ahí también el involucramiento directo de los órganos financieros internacionales como el Banco Mundial, encargados de diseñar y regular la inclusión en las políticas públicas de megaproyectos articuladores de un nuevo uso del suelo, un nuevo patrón técnico de producción y el proceso general de acumulación.3
El cruce de intereses señalado significa plantear la discusión en términos geoeconómicos y geopolíticos4, en tanto que lo está presente es la subordinación latinoamericana a las políticas emanadas de los centros capitalistas e impulsadas por las transnacionales y los organismos financieros internacionales, dado que lo que se encuentra detrás de este esquema -en un ambiente de agotamiento de recursos estratégicos- es el zarpazo sobre nuestros recursos naturales, que no solamente incluyen el petróleo, sino también nuestra biodiversidad, cuestión central en la transición que estamos viviendo.
Notas sobre el control territorial, social y biológico.*
1. Introducción:
Muchas de las grandes corporaciones y de los gobiernos más poderosos ensalzan el uso de nuevas tecnologías -incluyendo la genómica, la nanotecnología y la biología sintética- para la transformación de la biomasa en productos de alto valor1 como uno de los mecanismos para garantizar la sustitución de la industria petroquímica por la bioeconomía. El impacto económico, social y ecológico de esta propuesta para la periferia capitalista promete ser muy importante, ya que ahí se concentran los mayores reservorios de biomasa acuática y terrestre.
El acaparamiento de los recursos, implicado en las operaciones de fusión y adquisición corporativa -especialmente en el sur- es impulsado, mayormente, por la lucha por alcanzar una “seguridad en el abasto de materias primas” es decir, la adquisición de recursos naturales estratégicos que incluyen la tierra cultivable, las materias primas a granel, los minerales metálicos y no metálicos extraídos del subsuelo y, ahora también, el material vegetal genérico en calidad de reserva de biomasa.2
La amalgama de intereses en juego es percibido claramente por Andrés Barreda al señalar:
[….] como el objeto técnico en cuestión (la biodiversidad y la biotecnología) afecta la gestión general de toda la biosfera, y por ahí, de todos los procesos mundiales de producción primaria, de la emisión de contaminantes derivados de todas las industrias mundiales de transformación, de la alimentación del mundo y de la gestión médica de la reproducción de la fuerza de trabajo, la gestión de este negocio involucra forzosamente la participación de los Estados Nacionales y los organismos políticos internacionales. De ahí también el involucramiento directo de los órganos financieros internacionales como el Banco Mundial, encargados de diseñar y regular la inclusión en las políticas públicas de megaproyectos articuladores de un nuevo uso del suelo, un nuevo patrón técnico de producción y el proceso general de acumulación.3
El cruce de intereses señalado significa plantear la discusión en términos geoeconómicos y geopolíticos4, en tanto que lo está presente es la subordinación latinoamericana a las políticas emanadas de los centros capitalistas e impulsadas por las transnacionales y los organismos financieros internacionales, dado que lo que se encuentra detrás de este esquema -en un ambiente de agotamiento de recursos estratégicos- es el zarpazo sobre nuestros recursos naturales, que no solamente incluyen el petróleo, sino también nuestra biodiversidad, cuestión central en la transición que estamos viviendo.
Lo planteado, coloca a la región latinoamericana en un lugar estratégico, no como patio trasero como han señalado algunos autores de la talla de Chomsky.5 La situación se profundiza en la actualidad ya que lo que está en juego para Estados Unidos, en tanto país capitalista central con primacía mundial en un mundo crecientemente multipolarizado, es su propio sostenimiento material en un marco donde su sobre-extensión imperial se da en paralelo a crecientes dificultades en el auto-abastecimiento de recursos naturales no renovables. De ahí que su política exterior se base en la actualidad en la captura de los recursos estratégicos, a través de un esquema de tipo colonial / Imperial6 que responde a la preservación del dominio7 por medio del control militar / empresarial de los recursos naturales estratégicos del plantea, petróleo, gas natural, minerales, agua y biodiversidad, en su gran mayoría ubicados en la periferia capitalista. (...)
2. El Banco Mundial en la Argentina
2.1 Antecedentes: los inicios de una relación colonial / imperial
La revisión de las principales operaciones del BM en Argentina durante fines de la década de los noventa y la de los dos mil, muestra una profunda continuidad del contenido concreto en que operan los principios rectores del imperialismo, pese a que la forma a lo largo del tiempo cambie. Es así que se pueden distinguir dos grandes períodos sobre el accionar del BM en Argentina. El primero cubre casi la totalidad de la década de los noventa, del cual no nos ocuparemos en profundidad, en tanto no es el objetivo primordial de este trabajo, mientras que el segundo, va de 1997 al 2010.12 Durante los noventa, existió un claro eje de programas que llevó a cabo lo que hemos denominado “el acorralamiento”, materializado en los programas de reforma del Estado que apuntaron a entorpecer la reproducción de la fuerza de trabajo por un lado -ya sea a través de los proyectos sanitarios como aquellos aplicados al ámbito educativo- y la venta de los recursos estratégicos por el otro. El segundo período supone la continuación de la reforma del Estado, pero se le agrega el financiamiento de la plataforma agroexportadora a través de los proyectos de construcción de carreteras, el financiamiento de drenajes de canales orientados a la producción agrícola, el cuidado de la biodiversidad y el agua y el financiamiento para lograr “mayor competitividad” de los pequeños y medianos productores y comunidades indígenas. La mayoría de estos proyectos se localizan en el norte argentino.
La hipótesis que sostenemos en relación al impacto de las políticas impulsadas y el condicionamiento ejercido por el BM sobre la Argentina no ocurren en un vacío de poder interno. Se dan en el marco de una de las derrotas más importantes que sufriera el movimiento obrero argentino, cuyo resultado fue la pérdida de poder de disputa económica y política por parte de dicho sector. La dictadura argentina del 76, a sangre y fuego, implementaría una de las políticas más violentas que conociera el siglo XX en toda Latinoamérica.
Por lo tanto, es en el cruce entre las políticas implementadas por la dictadura y fogoneadas y financiadas por el BM que deben buscarse las razones de la reprimarización y el desmantelamiento del aparato productivo industrial. Resulta claro entonces plantear que el accionar del Banco Mundial se construye en el transcurso de un cambio de época en Argentina, en parte por ellos impulsado, que significó la caída del modelo de sustitución de importaciones y, con él, el retorno de la reprimarización y el comienzo de la modificación en el uso del suelo.(...)
Hacia fines de los años 80 el proyecto de Banco Mundial era muy claro. En él se encontraban claramente expresados los intereses de las empresas transnacionales estadounidenses, así como los del gobierno norteamericano. El objetivo estaba definido: condicionar y forzar las políticas de ajuste estructural. De esta manera se podría acceder al control, previo desmantelamiento del aparatado productivo y de la burocracia capaz de pensarlo y desarrollarlo, de los recursos estratégicos nacionales, donde las empresas estadounidenses cumplirían un rol destacado.
En este marco, el BM otorgó, a lo largo de los años 90, cuatro tipos de préstamos a través del BIRF: 1) los destinados a programas sociales; 2) a la infraestructura; 3) ajuste estructural y 4) asistencia técnica. Todos ellos concedidos en los primeros años (1991/96) con obligaciones de pago que superarían la propia década de los 90. Durante ese primer período se otorgaron 24 créditos y a partir de 1996 se autorizaron veintiséis nuevos préstamos, de los cuales la mitad estuvieron destinados a sellar las reformas estructurales encaradas en la primera etapa y que no habían sido incluidos hasta ese entonces, como es el proyecto de reforma de las obras sociales sindicales21, que suponía traspasarlas a manos privadas, así como también extender la privatización de otros sectores como la de los aeropuertos y el transporte público de la ciudad de Buenos Aires (subterráneos y ferrocarriles metropolitanos). La implicancia de cada uno de estos proyectos fue diferente, en tanto impulsaron el proceso de desmantelamiento del aparato productivo, y, con ello, la desnacionalización de los recursos estratégicos de la Nación, así como la propia capacidad de reproducción de la fuerza de trabajo.
2.2 El Banco Mundial de fines de la década de los noventa y principios de los dos mil, 1997/2010
Hacia fines de la década de los noventa el interés de Washington y el BM sobre la Argentina cambia. Comienzan a prestarle más atención a la agricultura del norte argentino, sus carreteras, biodiversidad y agua, lo cual ha sido una novedad de los últimos 15 años si consideramos toda la relación entre el BM y la Argentina. La materialización de ese interés se observa en los proyectos que han financiado para la construcción de carreteras, el fomento de la “competitividad” de los pequeños y medianos productores, que no es otra cosa que el financiamiento de la agricultura industrial, la construcción de canales de drenaje para el desarrollo del sector agrícola y el cuidado de la biodiversidad y el agua. Proyectos que en su conjunto conforman un principio de control territorial, social y biológico. Es notorio como el BM cambia el eje de su intervención en la Argentina a fines de la década de los noventa, línea que se profundiza en los dos mil, pasando de hacer un fuerte hincapié en la reforma del Estado a interesarse por la captura de la biodiversidad y por la consolidación de una plataforma agroexportadora a través del control de los pequeños y medianos productores y el desarrollo de la infraestructura vial.
Luego de haber impulsado la reforma del Estado argentino, de promover la privatización de sus recursos estratégicos y dificultar la reproducción de su fuerza de trabajo, el BM va por la agricultura, sin dejar de ejercer la condicionalidad acreedora que lo ha caracterizado. Hay que considerar que la disputa por los recursos naturales está en el marco de una estrategia más amplia que incluye al IIRSA y otros proyectos de la misma índole, cuyo objetivo es garantizar la captura de la biodiversidad en tanto materia prima de la ingeniería genética. Este es el camino que propone el BM como salida al agotamiento de los recursos fósiles convencionales. Es decir, lo que está en disputa es la transición energética.
Esta es la verdadera magnitud del problema desde
el punto de vista geopolítico y así lo ha planteado Estados Unidos desde la
segunda posguerra: la cuestión es posibilitar el abastecimiento de los recursos
estratégicos necesarios para garantizar el sustento de su propio crecimiento,
para lo cual, diseña e implementa estrategias de control territorial sobre los
países periféricos, ya sea a través de intervenciones directas como las
militares, o bien aquellas tendientes a provocar inestabilidad política y
social, o las dirigidas a no permitir la industrialización y, por lo tanto, el
no consumo de recursos naturales, entre otras , para los cuales el BM es uno de
sus brazos ejecutores.
El total de proyectos que financió el Banco durante este período fue de 96 y 23 de ellos se destinaron a los objetivos señalados anteriormente (Cuadro N° 1). El monto de estos proyectos alcanzó los 4.411 millones de US$. Además, numerosos proyectos continuaron, condicionalidad acreedora mediante, con la reforma del Estado y otros financiaron trabajos de asesoría en materia de salud y educación.
Sin embargo, lo que se observa es un cambio rotundo en el tipo de proyectos que financia el BM en Argentina, comparando con la primera etapa de los noventa. Cambio que fue acompañado por modificaciones en el ámbito de la legislación, no sólo por permitir la entrada de los transgénicos, cuestión que motivó una discusión en el ámbito local, sino por el intento de modificación de la ley de semillas y creaciones fitogenéticas. Los proyectos financiados por el BM, presentados en el Cuadro Nº 1, pueden ser agrupados en tres grandes ejes: i) biodiversidad y agua; ii) carreteras y iii) financiamiento de pequeños y medianos productores y comunidades indígenas (Cuadro Nº 2). Estos tres ejes, de los cuales serán desarrollados los dos primeros por una cuestión de espacio, resultan diferentes a los que predominaron durante los primeros años de la década de los noventa, quiebre que coincide con la autorización de la entrada de los transgénicos. Otro de los rasgos característicos de estos tres ejes es que se ocupan, en su gran mayoría, del norte del país, porción del territorio sobre la cual avanza la agriculturización de sus tierras y donde Estados Unidos instaló una de sus bases militares en el año 2011 (provincia de Chaco), que luego sería retirada debido a la movilización popular. (...)
3. Comentarios finales
La intervención del BM en la Argentina ha sido extensa y multifacética a lo largo de las últimas dos décadas, su grado de injerencia se fue ampliando hasta incluir el sector agrícola y el cambio en el uso del suelo. Fue un proceso paulatino que llevó veinte años, comenzando en la década de los noventa por la construcción del entramado de relaciones que operaron en favor del desmantelamiento del aparato productivo del país, empujándolo a la reprimarización.
En aquellos primeros años, la estocada del BM sobre Argentina constó de dos pasos: 1) provocar el desmantelamiento del apartado productivo industrial y la venta de los recursos y empresas estratégicas y 2) entorpecer la reproducción de la fuerza de trabajo.
El primer paso se posibilitó a través de los préstamos destinados a las reformas estructurales y al desfinanciamiento del Estado acaecido con el traspaso de los fondos jubilatorios a manos privadas y con el privilegio al pago del servicio de la deuda, generando grandes boquetes presupuestarios que fueron llenados con empréstitos altamente condicionados; el segundo, con los préstamos orientados al empobrecimiento de la educación y la salud. El período que va de fines de la década de los noventa hasta el 2010, revela el cambio de impronta que el BM le da a sus préstamos, cuyo único objetivo fue influir en el sector agrícola argentino y controlar la biodiversidad. Ambos movimientos -garantizar la desestructuración productiva y social primero y la captura de los recursos naturales y el control agrícola segundo- son parte de un accionar colonial/imperial de la política exterior estadounidense, representada por el BM como uno de los entes subrogados al Departamento del Tesoro, que tiende a privilegiar el control de los recursos no renovables, en una etapa donde que lo que está en juego, en una primera instancia, son los límites materiales que presenta el capitalismo para continuar creciendo y, en una segunda, la posibilidad de vida sobre la biosfera.
El total de proyectos que financió el Banco durante este período fue de 96 y 23 de ellos se destinaron a los objetivos señalados anteriormente (Cuadro N° 1). El monto de estos proyectos alcanzó los 4.411 millones de US$. Además, numerosos proyectos continuaron, condicionalidad acreedora mediante, con la reforma del Estado y otros financiaron trabajos de asesoría en materia de salud y educación.
Sin embargo, lo que se observa es un cambio rotundo en el tipo de proyectos que financia el BM en Argentina, comparando con la primera etapa de los noventa. Cambio que fue acompañado por modificaciones en el ámbito de la legislación, no sólo por permitir la entrada de los transgénicos, cuestión que motivó una discusión en el ámbito local, sino por el intento de modificación de la ley de semillas y creaciones fitogenéticas. Los proyectos financiados por el BM, presentados en el Cuadro Nº 1, pueden ser agrupados en tres grandes ejes: i) biodiversidad y agua; ii) carreteras y iii) financiamiento de pequeños y medianos productores y comunidades indígenas (Cuadro Nº 2). Estos tres ejes, de los cuales serán desarrollados los dos primeros por una cuestión de espacio, resultan diferentes a los que predominaron durante los primeros años de la década de los noventa, quiebre que coincide con la autorización de la entrada de los transgénicos. Otro de los rasgos característicos de estos tres ejes es que se ocupan, en su gran mayoría, del norte del país, porción del territorio sobre la cual avanza la agriculturización de sus tierras y donde Estados Unidos instaló una de sus bases militares en el año 2011 (provincia de Chaco), que luego sería retirada debido a la movilización popular. (...)
3. Comentarios finales
La intervención del BM en la Argentina ha sido extensa y multifacética a lo largo de las últimas dos décadas, su grado de injerencia se fue ampliando hasta incluir el sector agrícola y el cambio en el uso del suelo. Fue un proceso paulatino que llevó veinte años, comenzando en la década de los noventa por la construcción del entramado de relaciones que operaron en favor del desmantelamiento del aparato productivo del país, empujándolo a la reprimarización.
En aquellos primeros años, la estocada del BM sobre Argentina constó de dos pasos: 1) provocar el desmantelamiento del apartado productivo industrial y la venta de los recursos y empresas estratégicas y 2) entorpecer la reproducción de la fuerza de trabajo.
El primer paso se posibilitó a través de los préstamos destinados a las reformas estructurales y al desfinanciamiento del Estado acaecido con el traspaso de los fondos jubilatorios a manos privadas y con el privilegio al pago del servicio de la deuda, generando grandes boquetes presupuestarios que fueron llenados con empréstitos altamente condicionados; el segundo, con los préstamos orientados al empobrecimiento de la educación y la salud. El período que va de fines de la década de los noventa hasta el 2010, revela el cambio de impronta que el BM le da a sus préstamos, cuyo único objetivo fue influir en el sector agrícola argentino y controlar la biodiversidad. Ambos movimientos -garantizar la desestructuración productiva y social primero y la captura de los recursos naturales y el control agrícola segundo- son parte de un accionar colonial/imperial de la política exterior estadounidense, representada por el BM como uno de los entes subrogados al Departamento del Tesoro, que tiende a privilegiar el control de los recursos no renovables, en una etapa donde que lo que está en juego, en una primera instancia, son los límites materiales que presenta el capitalismo para continuar creciendo y, en una segunda, la posibilidad de vida sobre la biosfera.
Es por todo esto que es necesario armar el rompecabezas que presenta el BM en sus fundamentaciones, de manera tal de poder entender la lógica de sus proyectos en Argentina. De lo contrario, pareciera que son proyectos que buscan el bien común, ya sea través de la “conservación” de la biodiversidad como el “desarrollo” y la “conexión” con los mercados regionales o internacionales de los pequeños y medianos productores, cuando en realidad lo que está detrás de estos proyectos es el control territorial para garantizar la captura de la materia prima de la ingeniería genética (biodiversidad) y la reafirmación de una plataforma agroexportadora a partir del financiamiento de corredores económicos con la construcción de carreteras. En esta misma línea están los proyectos que financian a los pequeños y medianos productores, cuyo objetivo es empujarlos hacia el modelo de agricultura industrial y, de esa manera, controlar la alimentación y el territorio, ya que en la gran mayoría de los casos sus tierras quedan en manos de grandes transnacionales, como consecuencia de que se ven obligados a rentar o vender sus campos a capitales foráneos. Leer