sábado, 29 de junio de 2013

Recuperar las izquierdas exige erradicar su subordinación al progresismo y a la participación electoral.

Desafía a deconstruir conceptos claves y habitus

Se trata de apreciar un amplio espectro de luchas anticapitalistas en procura de:


1. Autodeterminación del modo de vida y producción en binomio con la creación pluri e intercultural

Desarrollo, un concepto en disputa

Por Mario Sosa (Rebelión)
¿Qué se entiende por desarrollo? ¿Cuáles son los principales procesos, dinámicas y cursos del desarrollo que se registran en el país? ¿Cuáles son los asuntos problemáticos y contradictorios del actual modelo de desarrollo? Estas y otras preguntas fueron analizadas en el Seminario “Los desafíos del desarrollo en Guatemala”, organizado por la Universidad Rafael Landívar, a través de sus institutos de Investigaciones y Gerencia Política (INGEP) y de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA), y en el cual participaron académicos nacionales e internacionales, actores del sector privado organizado, del cooperativismo y el movimiento social, así como funcionarios públicos vinculados a las temáticas abordadas.
El desarrollo es un concepto por demás controversial, objeto de debate, cuestionamiento y deconstrucción, debido fundamentalmente a su carácter hegemónico, impuesto, unilateral, lineal, jerarquizante, excluyente, economicista, antropocéntrico, occidental, paliativo y proyectista de observar, plantearse y promover el mejoramiento de las condiciones de vida de una sociedad, en un contexto marcado por relaciones de poder tanto en el ámbito global, como regional y nacional. Un concepto hegemónico, normativo y, como diría Escobar, un principio organizador de la vida social y árbitro en última instancia del pensamiento y de la práctica, un discurso que crea un vasto aparato institucional a través del cual se despliega y por medio del cual se convierte en fuerza social real y efectiva (1997 y 2005), y, como afirma Quijano, un dispositivo para la conquista técnica de la naturaleza y la cultura (2002).
Lo anterior es útil para contextualizar el marco del debate observado, el cual está instalado en los medios de difusión así como en un conjunto de formas de acción colectiva y de políticas que se confrontan en el proceso social. Un debate en el que surgieron visiones que para su análisis se enmarcan en dos matrices ideológicas, que permiten englobar los estudios, interpretaciones, perspectivas y propuestas divergentes y antagónicas en materia de desarrollo.

La primera matriz ideológica corresponde a intereses empresariales, correspondientes al capital dominante de procedencia local y transnacional. Desde ahí se plantean actividades extractivas de distinto tipo (minería, hidroeléctricas, producción de palma, expansión de la producción de azúcar) como motores de desarrollo. Asimismo, se propone la necesidad de mejorar las condiciones de inversión, la certeza jurídica y la seguridad, así como avanzar en la flexibilidad laboral y el abaratamiento de los costos de producción (como la energía) para garantizar que la actividad productiva genere los empleos necesarios para disminuir la pobreza.

Es relevante que el matiz que presentaron las instituciones gubernamentales fue de carácter burocrático-técnico, que en buena medida evadió los problemas y contradicciones del modelo de desarrollo imperante y acuerparon la visión empresarial. Es decir, se observó una institucionalidad gubernamental alejada del interés público, no solamente por sus visiones y propuestas, sino por la orientación de las políticas y acciones dominantes, incluidas las de seguridad que apuntan a proteger los intereses extractivos por sobre los procesos democráticos y de acción social que se han manifestado mayoritariamente contrarios en más de setenta consultas comunitarias realizadas entre 2005 y 2013.

En la segunda matriz se incluye a un conjunto de actores sociales, rurales, campesinos, indígenas, ambientales y académicos que cuestionan los efectos, costos y conflictos que genera el actual modelo. En ésta se ubican planteamientos críticos a las perspectivas presentadas por los ponentes de la primera matriz. Aquí se ubican aportaciones que recuperan experiencias de diversos países (México, Chile, Perú, España y Guatemala) y de diversos contextos de nuestro país.

En específico se cuestionó la falta de consideración sobre: el acaparamiento de la tierra y el despojo territorial que padecen las comunidades rurales, la reforma tributaria, la crisis ambiental y el cambio climático, los efectos, costos y conflictividad generada por las actividades extractivas, los aportes de la economía campesina, entre otros. Asimismo, se hizo consideraciones sobre sus efectos en la profundización de la exclusión social, el deterioro democrático y la generación de ingobernabilidad política y económica. Complementariamente también se cuestionó la legitimidad del sistema político y de justicia, acentuada por el papel de veto atribuido al sector privado, ejemplificado en su oposición determinante a las propuestas de un Código Agrario y de una Ley de Desarrollo Rural Integral.

Como puede observarse, ubicar los planteamientos en las dos matrices ideológicas como recurso analítico refleja sus contradicciones, siendo que: 

1) La primera está afincada en el interés sectorial correspondiente a quienes históricamente han tenido la capacidad de configurar y dar conducción estratégica al modelo de acumulación de capital y al Estado, así como quienes devenidos de corporaciones transnacionales o locales, intervienen en este misma dirección, con la consiguiente cauda de pobreza en la mayoría de la población guatemalteca; 

2) La segunda matriz, enraizada en sujetos, intereses y propuestas relacionadas con el interés común, cuestionan las actividades extractivas como expresiones de desarrollo, reivindican derechos colectivos y proponen alternativas.

Estamos ante una disputa por un concepto y sus consecuencias prácticas en la vida humana y en la naturaleza. Ahí se ubica quizá el principal desafío del desarrollo en Guatemala.

Bibliografía(...)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169973

2. Encuentros de los sujetos múltiples en lo público y los territorios hermanados entre sí

Sin sujeto histórico no hay futuro

Por Armando B. Ginés (Rebelión)
Meramente a título instrumental y descriptivo, podemos poner fecha al nacimiento de la clase obrera en la primera revolución industrial, mediados del siglo XVIII. El proletariado se convierte en sujeto histórico en la fábrica, en el trabajo cotidiano, en los cinturones industriales y en el hábitat de arrabal y extrarradio. Se reconoce a sí mismo como agente colectivo con problemas y aspiraciones propios. Frente a ella, el empresariado y la burguesía.
Cerca de la clase obrera, surge el feminismo, la mujer como entidad singular que exige igualdad y voto, una voz que quiere emanciparse del patriarcado tradicional que la mantiene encerrada en el hogar como simple factor reproductivo y auxiliar del hombre. Fuera del proletariado, el mundo de la cultura, un colectivo heterogéneo con peculiaridades muy marcadas, pero asimismo utilizado y explotado por las clases pudientes. De la alianza entre los tres, azarosa y no sin contradicciones, la clase obrera enriquece su ideario y abre nuevos horizontes en su ideología y en su acción política cotidiana.
Las revoluciones soviética y china y más tarde Cuba, suponen la toma de poder efectivo, no sin paradojas, del sujeto histórico clase obrera. El mundo bipolar afianza, al menos en la teoría y en el terreno social, las posiciones emergentes del proletariado. El capitalismo ensaya en la práctica nuevas fórmulas para detener este avance que parece incontenible mediante la exaltación de nacionalismos emotivos que encubren y desvían la lucha de clases hacia focos de atención ficticios creados ex profeso para dividir y neutralizar las energías revolucionarias del trabajador, de la mujer y de la cultura progresista en general. Hitler, Mussolini, Franco, la Segunda Guerra Mundial, Hiroshima y Nagasaki, Vietnam y las dictaduras militares latinoamericanas son hitos a golpe de pistola y bombazo limpio de esos coletazos del capitalismo global para impedir el ascenso de la clase obrera al poder real.
Después de la segunda conflagración bélica a escala mundial, la guerra fría se instala en el juego político. En Occidente, la presión social provoca el Estado del Bienestar para contrarrestar las ínfulas transformadoras del pueblo llano. A cambio, entregan en sacrificio las ideas socialistas, comunistas y anarquistas. El consumismo crea nuevas categorías e identidades, la principal el concepto clase media. La neolengua inventa otro concepto sibilino, clase trabajadora, con lo que se pretende erradicar los aromas revolucionarios del término obrero. De esta forma, se dice que todos los que viven de un salario, incluidos los empleados del sector servicios y el espacio rural, pueden verse reflejados en la categoría clase trabajadora.
Es tiempo de dudas y parones en el devenir de la clase obrera. Desde el poder y los medios de comunicación empiezan a moldearse nuevas identidades sociales de la noche a la mañana. La complejidad naciente convierte en enemigos más o menos irreconciliables a unos y otros, en un laboratorio ideológico que pretende dividir a la clase obrera en intereses singulares siempre en disputa. El centro neurálgico de la vida ya no es el lugar de trabajo sino la sociedad en su conjunto. La filosofía y la política ceden terreno a la psicología y la sociología. La academia oficial produce análisis por doquier sin referencias políticas. Todo sucede en un sistema complejo de agentes múltiples creados a propósito, clasificables y desmenuzados hasta el último detalle. Las nuevas etiquetas de la democracia liberal para reconocerse cada cual en su idiosincrásica personalidad son variadas y casi a gusto del consumidor: juventud, mayores, gais, lesbianas, musulmanes, radicales, antisistema, autóctonos, inmigrantes, terroristas… La pléyade de nombres surgidos casi de la nada es extensa y prolija. El otro se transforma en otros innumerables. Mientras la clase obrera se mantuvo firme y fiel a sus principios internacionalistas, el otro era el explotador, el burgués, el empresario, la derecha si se quiere. El sujeto histórico se ha evaporado y troceado en cientos de yoes sociales en disputa permanente. A esto lo denominan sociedad compleja. En palabras de la posmodernidad: ya no hay grandes relatos, solo relatos diminutos en busca de la felicidad y autorrealización privada y particular.
 
Sujetos múltiples sin conexión
Hoy, la eclosión de luchas y movilizaciones es difusa y sin un nexo común que las aglutine.
Son noes contra situaciones sociales concretas que adolecen de un sí rotundo e integrador alternativo al capitalismo. La coalición inmediata en la calle y en la plaza públicas se resiente de una espontaneidad huérfana de estrategias ideológicas y políticas coherentes. Recomponer el sujeto histórico sería el paso crucial para dar sustento a todos esos movimientos que gritan no de modo automático como consecuencia de la crisis del sistema actual. Solo con la resistencia ética no se abrirán caminos políticos y sociales que permitan acceder al poder a los de abajo. El capitalismo ha demostrado a lo largo de su trayectoria que es capaz de hallar soluciones técnicas de éxito para mantenerse con salud sin cambios profundos, a través de medidas de apariencia democrática o mediante asonadas golpistas de muy diferente signo.
 
El peligro que se cierne sobre el pueblo llano es el desgaste paulatino de su grito solidario sin que sus aspiraciones legítimas se plasmen en el plano político. Hay dos barreras colosales que evaden y diluyen las responsabilidades de los poderes fácticos y de sus testaferros políticos: los fantasmales mercados y el terrorismo como coartada. Mercados y terrorismo son dos sujetos de laboratorio que no tienen rostro ni son identificables en el paisaje de lo real. Juegan el rol de mitos que producen pánico reverencial. Ese es su cometido fundamental: instalar el miedo para adormecer las mentes y hacerlas más moldeables así a los intereses encubiertos del poder global. Es una manera muy útil de desviar la atención de la realidad de carne y hueso hacia enemigos que no se ven ni se tocan pero están ahí beligerantes contra todos. En realidad, ese adversario, viejo ya en la historia del ser humano, es el germen manipulable del que puede echar brotes fascismos de toda estirpe.
 
Todos contra el miedo podría ser la consigna, lema o paradigma para que una alternativa sólida, popular y de izquierdas pudiera convertir la pluralidad heterogénea de la actualidad en unidad de acción con un programa común básico de carácter local pero sin olvidar la perspectiva internacionalista o global de la magna y ardua empresa por construir un mundo más habitable, justo y solidario. Esa senda, aún en ciernes, tendría que reconstituir un sujeto histórico fiable e íntegro, fuerte en sus estructuras internas y con visión de futuro. El paso a dar es el que va de la resistencia defensiva al ataque afirmativo, del no social reivindicativo al sí político e ideológico.
 
Sin sujeto no hay historia ni futuro. La izquierda debe luchar en todos los frentes posibles y con todas las armas ideológicas, políticas y sociales a su alcance para detener la proliferación constante de sujetos ficticios que merman y diluyen las energías de la lucha de clases soterrada entre mensajes de complejidad construidos para no hacerla visible en el teatro público. El otro no es el inmigrante ni la mujer ni el terrorista. El otro no es más que la referencia contradictoria y opositora a la clase trabajadora (u obrera o pueblo llano) que compra o alquila su fuerza, conocimientos y habilidades concretas en el mercado laboral. Esto es, el empresario de turno, la derecha, incluso en sus versiones solapadas social-liberales y socialdemócratas.
 
Los puntos de encuentro son muchos, el principal el rescate de lo público como factor de igualdad y redistribución equitativa de la riqueza. Sobre él giraría el resto del programa a desarrollar, con consecuencias directas en la sanidad y la educación. Y también en la cultura. La erosión de lo público se ha asumido desde hace décadas como algo inevitable por diversas gentes de izquierda. La batalla viene de lejos: se ha podido amortiguar más o menos en lo social y en lo político a duras penas, pero en el terreno ideológico la victoria ha sido total para la derecha y comparsas nominales de la izquierda privatizadores.
 
Hace bastante tiempo ya que el capítulo ideológico se dejó gratuitamente en manos de la derecha. Era un campo de conflicto que con el asentamiento del bienestar a plazos y el consumismo compulsivo daba la sensación que era inocuo e intrascendente. Ahora vemos que no era así, que las derrotas en ese terreno han precipitado las medidas anticrisis agresivas y reaccionarias. Si la ideología de la clase trabajadora se debilita, resulta difícil y complicado reconocer las ideas de izquierda genuinas y los intereses propios. En este escenario de confusión, discursos similares y sopa de siglas, la coletilla todos los políticos son iguales y van a lo mismo se alza como una opinión generalizada lógica y mayoritaria.
 
Recuperar las señas de identidad de un sujeto colectivo es prioritario. Sin sujeto que se reconozca a sí mismo en plenitud no será factible una alternativa de izquierdas poderosa y coherente. Lo urgente: combatir con argumentos convincentes a tanto sujeto sin objeto histórico que puebla la realidad como un verso suelto en busca de un poema que dé sentido a su lucha.


3. Ruptura con el progresismo e izquierdas de espaldas a los movimientos sociales

 En la izquierda (I)
¿Es necesario un nuevo sujeto político?

Por Javier Terriente (Rebelión)
Desde hace tiempo, la necesidad de un nuevo sujeto político es un tema recurrente en el campo de la izquierda, que se ha acelerado, sobre todo, a raíz de la abrumadora mayoría del PP el 20 de Noviembre de 2011. La victoria conservadora puso en evidencia una dramática ausencia de alternativas de la izquierda tradicional, en tanto que el distanciamiento entre las exigencias y reclamaciones de los ciudadanos y su plasmación política y legislativa se ensancha cada día. Al mismo tiempo, la catarata de medidas dictadas por una ideología feroz contra las clases trabajadoras, está desembocando en el colapso del bipartidismo, en torno al cual ha girado la política de los últimos treinta cinco años. Esta es una de las principales consecuencias de los abusos e ilegalidades a las que se viene sometiendo al Estado social de derecho.

Todo el sistema completo de derechos y libertades democráticas ha entrado en una etapa de “excepción permanente”, arrastrando tras de sí (y al revés) la credibilidad de la política, de los partidos, de los “políticos” y de las propias instituciones representativas. Ello ha provocado una degradación sin precedentes de sus cometidos constitucionales, que los aboca a una gravísima crisis de confianza entre sus afiliados y electores y a un alejamiento cada vez mayor de las realidades cotidianas. A su vez, el hundimiento de conquistas sociales y derechos sólidamente asentados pone en peligro los fundamentos mismos del Estado de derecho, sin los cuales este sería irreconocible, y deja inermes a los ciudadanos al despojarlos de su condición de tales. Sin el arma de los derechos, los ciudadanos dejan de serlo y retroceden a la condición de súbditos, a una categoría inferior de subciudadanos condenados a la arbitrariedad y a la obediencia a los poderosos. Decir derechos, es hacerlo en referencia a todos los derechos, nombrar lo irrenunciable de un Estado de derecho: Derechos fundamentales, sociales, laborales y de seguridad de vida, que inevitablemente forman un todo entrelazado, de modo que al amputarse unos, los restantes y todo el conjunto se resiente, se reducen hasta el extremo de correr el riesgo de desaparecer en un nuevo estadio que no sería otro que el de la dictadura.(...)
De una u otra forma, el movimiento socialista y socialdemócrata europeo fue desapareciendo como tal al abrazarse gradualmente a la fe verdadera del “neoliberalismo con rostro humano”, la llamada tercera vía de Blair, Schröder....Como si se tratara de un castillo de naipes y con distintos argumentos, la socialdemocracia se esforzó en derribar barreras de separación con el pensamiento económico conservador, hasta hacerse irreconocible, al precio de duras confrontaciones internas y de derrotas electorales sucesivas. En realidad, tras la pomposidad de las declaraciones sobre el Proyecto Común Europeo, la Europa de la Solidaridad, y otros mitos, no hay más que una penosa ausencia de alternativas al neoliberalismo en el tratamiento de los retos europeos.
Esta Europa que se des-socializa a pasos agigantados, es cada vez menos Europa y más asiática. En su deriva ultraliberal, solo la resistencia democrática de los ciudadanos (elecciones, referéndum, iniciativas populares, peticiones, periódicos digitales, blogs, webs de asociaciones alternativas…) y algunas excepciones minoritarias de la izquierda política o sindical, cuestionan las decisiones aristocráticas de la Comisión, el Banco Europeo, el FMI, o el gobierno alemán. Dotados del don de la infalibilidad, los dirigentes de estas instituciones se muestran omnipotentes, omnipresentes y omniscientes, una vez designados por el dios de los mercados como los nuevos profetas de la nada. Y en razón de ese privilegio de origen divino se creen investidos para castigar, premiar, excomulgar a su antojo, por encima de toda crítica y de cualquier juicio moral.
Europa pierde estándares democráticos a pasos agigantados a golpe de contrarreformas impuestas a los ciudadanos con la colaboración más o menos entusiasta de los gobiernos de derecha e izquierda. Los Estados se someten al dictado alemán y han pasado a convertirse en simples Protectorados encubiertos. La xenofobia y las fuerzas de la extrema derecha se propagan desde la periferia del Este y el Sur al corazón de Europa y dibujan un horizonte sombrío.
La metabolización social liberal del pensamiento en la izquierda mayoritaria, lógicamente con distintos acentos y matices, está influyendo de manera extraordinaria en el curso de los acontecimientos políticos europeos y mundiales. De ahí la irrelevancia del Partido Socialista Europeo y los recurrentes fracasos de los PS en Europa y en España.
La crisis no ha dejado a salvo a sus promotores sean de un signo u otro. Entre los padecimientos de hoy y las políticas de anteriores gobiernos, que facilitaron, sin protestas internas significativas, el ascenso abrumador de la derecha y su control absoluto de la organización del Estado, los ciudadanos siguen esperando un examen autocrítico del PS. No puede ser de otro modo si aspira a reconciliarse con su electorado. De ahí el dilema vital en el que se encuentra: si gira hacia la izquierda y hacia la democracia interna satisfaciendo las demandas de sus votantes y de la mayoría de sus afiliados ya no sería este PS sino otro con otras políticas y otros dirigentes, y si no lo hace quedará al margen del pueblo de izquierdas. ¿Hay más alternativas?
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169803
 

4. Revisión a fondo de las mediaciones partidarias y del proceso constituyente de soberanía popular
 
En la izquierda (II)
¿Es necesario un nuevo sujeto político?

Por Javier Terriente (Rebelión)
Hay pocas dudas de que las alternativas y los movimientos de resistencia se expresan, con todos los matices que se quieran, no tanto en los “partidos de la izquierda realmente existente” sino en las asambleas, foros, sindicatos y movimientos sectoriales. Y lo hacen con una amplitud, una pluralidad y una intensidad que trasciende con creces los marcos, las normas y las orientaciones en que se desenvuelve la izquierda política.
Siempre se ha afirmado que más allá de esta izquierda “no hay salvación”, puesto que el espacio histórico tradicional para el ejercicio de la política ha sido únicamente el de los partidos. Nada más incierto. Hace algunos años, las movilizaciones contra el neoliberalismo y la guerra de Irak (Foro de Porto Alegre: “Otro mundo es posible”,…), ya tuvieron una enorme incidencia en los acontecimientos de la época. En ellos confluían a un nivel inesperado, antiguas dinámicas igualitarias, ecologistas, antibelicistas, de emancipación de las mujeres, de libertades creativas, es decir, diferentes corrientes de ruptura antisistema al margen de adscripciones partidarias. Hoy, a raíz de la crisis, se ha restablecido un hilo conductor entre aquellas experiencias y las movilizaciones masivas del 15 M, organizadas de manera inusual en los espacios públicos, y otras recientes con una vocación explícita de rechazo y cambio de sistema. Al mismo tiempo, han surgido distintos foros y asambleas, las Mareas, la Cumbre Social, grupos ciudadanos contra los desahucios, etc., disputándole a los antiguos partidos de la izquierda el monopolio de la política desde una visión crítica, lo que supone la apertura de nuevos caminos.
No es por casualidad: si el epicentro real de la política se está desplazando hacia la “calle”, fuera de su alcance, algo impensable en el pasado, ha sido en buena medida porque han preferido mantener “el socialismo/comunismo realmente existentes” en su estado actual a reinventarse en una dirección democrática y de izquierdas. Parece claro entonces que las actuales mediaciones partidarias, pero también el conjunto de las instituciones representativas, necesitan una revisión a fondo, puesto que sus funciones constituyentes (ser el centro de la soberanía popular y legislar para las mayorías) y los consensos sociales que le otorgaban una sólida confianza de la ciudadanía han caído en picado, arrastrados por la deriva autoritaria de la derecha y la ausencia de respuestas convincentes desde el arco parlamentario y del resto de asambleas electivas.

Contra todo pronóstico, las oleadas de indignación de millones de ciudadanos expresadas en las plazas y en las empresas han llegado para quedarse. Probablemente la izquierda institucional seguirá ejerciendo un determinado papel, pero rodeada de actores nuevos que no dejan de renovarse, de crecer, de buscar una identidad propia. Y, aunque aún no han acabado por definirse ni por decidirse, lo que evidencia esta nueva dinámica, que se explicita y se expresa en la acción y no tanto en el voto, es la necesidad de:
  1. un sujeto político nuevo,
  2. que este no adquiera la forma de partido clásico,
  3. que esa “cosa” nueva sea el resultado de prácticas participativas y plurales en todos los órdenes y ramas de actividad,
  4. que se articule en torno a amplios acuerdos programáticos que permitan sumar a las grandes mayorías de ciudadanos,
  5. que la participación de los “no adscritos” en la política (o elecciones), si la hubiera, se mueva en clave de independencia y se ejerza con el mínimo de intermediarios posibles.
Así pues, la estrategia de crear nuevas condiciones que permitan la construcción de una nueva plataforma política, trascendiendo las estructuras de los partidos tradicionales, tiene mucho que ver con su incapacidad para convertirse en las organizaciones de referencia de los nuevos movimientos que han surgido en los últimos años. La historia señala que la tolerancia de los aparatos hacia quienes cuestionan su hegemonía, es igual a cero. Ello no quiere decir que esa nueva plataforma, en construcción, tenga que sumergirse en la anti política. Por el contrario, trabajar por un proyecto semejante debería significar sumar todas las fuerzas posibles en la izquierda, organizadas o no, y, más allá de ella, hacer confluir en una amplísima convergencia democrática a la generalidad de los ciudadanos y de los sectores atropellados por la crisis. El papel de los sindicatos, promoviendo una corriente unitaria del mundo del trabajo, puede ser fundamental, así como la incorporación de las organizaciones de base en estructuras abiertas, flexibles y horizontales.

Tal proyecto encuentra una mayor justificación en la tendencia a la “normalización” de lo que comenzó siendo una situación de excepcionalidad democrática. De ahí la demanda apremiante de que los grupos, foros, movimientos o asambleas, hay que recordar, decididamente opuestos a integrarse dentro o en el entorno de estructuras partidarias, empiecen a posicionarse en esta batalla.
Contribuir al nacimiento de esta “otra cosa política”, es hoy el reto de mucha gente de izquierdas. Este nuevo sujeto político sería la expresión plural de un movimiento extraordinariamente complejo y, a la vez, cumpliría la misión de interpretar, desde dentro de ese movimiento y en referencia a él, nuevas metas, definir nuevos objetivos.
Objetivos que se derivan del principal conflicto político que recorre el país: una guerra de clases abierta en todos los frentes, brutal, entre un capitalismo en reconstrucción a propósito de la crisis y la exigencia de derechos completos y para todos/as, amputados por esta. Quiere esto decir que la perspectiva de lucha ahora, no es tanto avanzar hacia “1917” (la revolución socialista) sino reconquistar “1789” (la democracia con derechos). Porque es la democracia en todas sus formas la que anda en peligro a causa de la reducción radical de derechos, como requisito imprescindible para implantar de forma duradera una sociedad hiperclasista y autoritaria. (...)
Naturalmente reclamar democracia y derechos es hacerlo en el sentido concreto de socializarlos a través de un compromiso firme con la igualdad y la solidaridad; significa dar mayor sustancia a los sistemas formales de representación, a los parlamentos y asambleas electivas, pero también impulsarla en los partidos políticos y sindicatos, las asociaciones vecinales, profesionales y cívicas, las empresas y centros de trabajo, el ejército y los cuerpos y fuerzas de seguridad; trasladarla a todos los ámbitos de la vida cotidiana, familiar y a las relaciones de pareja; democracia y derechos es, por supuesto, crear empleo y combatir la desigualdad, implantar un sistema socialmente cohesionado y medioambientalmente sostenible; democracia y derechos es aplicar criterios de equidad impositiva, redistribución de la riqueza y de lucha contra el fraude y el dinero negro; democracia y derechos es garantizar las políticas públicas y sociales y asumir la preservación y defensa de lo público; democracia y derechos es defender la laicidad del Estado y la independencia de la justicia; es la exigencia de transparencia empresarial y política y la lucha contra la corrupción; es reformar el sistema electoral…Estos son algunos desafíos.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169950

5. Enfoque del extractivismo destruyendo la trama socioproductiva e instalando el narcotráfico, la trata de personas

Desocupación, narcotráfico y necesidades
Por: Carlos del Frade (APE)
Está bien que pueda votar a partir de los dieciséis años. Pero yo necesito trabajar. ¿Por qué no puedo elegir dónde trabajar? – dice la dulce niña de la zona oeste rosarina, muy cerca de una de las tantas esquinas donde un enfrentamiento entre grupos narcotraficantes terminó con la sangre derramada de dos personas menores de 35 años hace un par de semanas atrás.
En la zona sur, en tanto, en el corazón del barrio Las Flores, aquel epicentro de los saqueos de 1989 y los comegatos de 1996, las vecinas y los vecinos señalan al periodista forastero la mansión de los Cantero, la principal familia que hasta hace un mes manejaba la mayor porción del negocio del narcotráfico que, según señalan algunos papeles oficiales, tiene una dimensión de dos mil millones de pesos anuales, un poco menos, sólo un poco, que el presupuesto del municipio para atender las necesidades existenciales de un millón de personas por año.
-Usted está en la boca del lobo – le dice una señora al cronista, al mismo tiempo que en la escuela donde fueron por mucho tiempo algunos de los familiares de los Cantero advierten que el asesinato del jefe generó una gran tristeza en el barrio porque siempre encontraban el peso que suele faltar de forma cotidiana. Aunque también son conscientes que la dependencia los convertía en soldaditos que rápidamente podían ser inmolados en el altar del despiadado dios dinero.
La comisaría 19, en el corazón de Las Flores, era una dependencia más del grupo “Los Monos”, como también se la conoce a la familia Cantero y durante mucho tiempo hubo complicidad política y fuerzas de seguridad nacionales para explicar semejante desarrollo económico, territorial y ese reconocido poder de fuego que los hizo temibles en toda la región sur de la provincia de Santa Fe.
Los Cantero, en realidad, eran oriundos del barrio La Granada, al oeste de Las Flores y durante años mantuvieron una guerra contra Los Rivero, más conocidos como Los Garompas, hasta que la sangre derramada dirimió el pleito. La policía, acompañaba. El poder político miraba para otro lado y los poderes judiciales, federal y provincial, apenas registraban ingresos y egresos.
El barrio La Granada hoy es el patio trasero de uno de los tantos negocios de Cristóbal López, el casino rosarino que, como casi todas las últimas inversiones, no tuvieron mayor inconveniente de afincarse en la geografía donde naciera el Che Guevara.
Pero tanto “Los Monos” como “Los Garompas” fueron la consecuencia del saqueo de la matriz productiva de la ciudad. La Granada, Las Flores, Tablada y la vecina Villa Gobernador Gálvez eran regiones donde las pibas y los pibes encontraban trabajo en el puerto, los frigoríficos, los talleres metalúrgicos y otras industrias. Hasta que los años noventa trajeron el impune agujero negro de la desocupación y la mayoría del pueblo enfrentó con lo que pudo cada una de sus urgencias. El capitalismo, entonces, eligió los actores para montar su doble estrategia de circuito de dinero fresco y dependencia mental, el narcotráfico. Los sectores políticos mayoritarios, peronismo, radicalismo y socialismo jamás le pusieron palabras al dolor del pueblo, de los padres y las madres de estos chicos que hoy son cuidadores de bunkers, guerreritos rantifusos que encontrarán la muerte mucho antes de tiempo.
Ahora ese silencio estalla y se lleva puesta la hipocresía. En las últimas horas el ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, y el juez de instrucción, Juan Carlos Vienna, recibieron amenazas muy concretas por intentar desmontar este dispositivo de poder paralelo alimentado en los últimos veinte años. Ninguna provincia argentina tiene como blancos a un ministro y un juez: la tremenda demostración del desarrollo de aquel huevo de la serpiente.
Por eso, ante el miedo y la angustia del pueblo, surgió la necesidad de conformar una multipartidaria y multisectorial –cosa que no surgía desde los tiempos de los atentados contra la Embajada de Israel, la AMIA y los intentos de golpe de estado- para decirle a las vecinas y vecinos que no están solos, que hace falta plantar bandera –una día antes del 20 de junio- para defender la vida, los pibes y, a pesar de las diferencias, luchar contra la muerte desbocada y el narcotráfico.

Porque en esta lucha no sobra nadie y hace falta el compromiso de enfrentar al circuito de dinero fresco que hoy tiene el capitalismo con la mayor cantidad de gente posible, el miércoles 19 de junio, a partir de las 17, en la Plaza 25 de Mayo, en el lugar donde todavía marchan Las Madres de la ciudad, un fragmento del pueblo rosarino manifestará que no está dispuesto a seguir siendo cómplice del negocio millonario en dólares y sangre joven derramada en los barrios.

Fuente: 
http://www.argenpress.info/2013/06/desocupacion-narcotrafico-y-necesidades.html


6. Construcciones comunitarias desde las perspectivas de territorio y de género y feminista

Reflexiones urgentes en el debate sobre los comunes en América Latina
 
 
Por Angélica Schenerock (Pillku)
(...)1. Profundizar en la construcción del núcleo del nuevo paradigma 
En América Latina, los llamados nuevos movimientos sociales de mediados a finales de la década de 1980 llamaban la atención –a partir de sus prácticas y teorizaciones- hacia la necesidad de un cambio paradigmático que no estuviera marcado por el pensamiento desarrollista-capitalista. Este pensamiento, que en aquel entonces partía de una reflexión profunda del marxismo, influenció y animó a las investigadoras e investigadores sociales latinoamericanos a teorizar, a partir de 1990, sobre la construcción de un nuevo paradigma que no estuviera marcado por los postulados de la Modernidad. Más específicamente, la ecología política, la sociología, la filosofía y la economía de aquella época ya afirmaban que las crisis que se manifestaban en la pobreza, en el hambre, en las exclusiones, en las guerras y en el deterioro ambiental, eran los efectos no esperados de la Modernidad, del pensamiento moderno, la racionalidad moderna y eurocentrista desde la cual se consolidó el capitalismo y el modelo desarrollista, además de orientar la producción del saber y del conocimiento.
Desde hace treinta años los movimientos sociales, las académicas y académicos comprometidos de América Latina vienen proponiendo, documentando, creando y cuestionando el paradigma capitalista hegemónico.
En otras palabras, desde América Latina no estamos buscando las semillas que serían el núcleo de un paradigma central, sino que estamos celebrando, viendo, interactuando y alimentándonos de los frutos de un árbol cuya edad segura es de un mínimo de treinta años. Desde América Latina podemos sentarnos en la sombra de este gran árbol y recordar su historia: tenemos memoria. Y también, desde América Latina, podemos inquietarnos por las plagas que suelen amenazar este árbol, dolernos con las espinas que muchas veces nos lastiman; podemos movilizarnos, dejar los lugares comunes, unirnos y cuidar la tierra que alimenta este árbol.
Y lo que hace que este árbol exista, persista y tenga fuerzas para alimentarnos y acogernos es justamente que su savia no tiene un sólo nombre, sino que varios, muchos nombres y que no se protege bajo un mismo sombrero paradigmático ¿No será que fue esta diversidad de luchas, organizaciones y pensamientos diversos, lo que ha permitido la existencia y la fuerza del árbol?
Dadas estas constataciones, la preocupación es sobre la viabilidad de abarcar las luchas y las historias, la memoria latinoamericana bajo el mismo concepto paradigmático de commons. En estas latitudes y en medio a tanta diversidad cultural y social, por algo fue que todavía no hemos realizado esta homogenización, por algo es que no pretendemos un sólo paradigma alternativo, sino que hemos estado construyendo varios. Así que el desafío radica en cómo establecer un diálogo que no ignore las diferentes historias y experiencias, sino que tome en cuenta las experiencias y los conocimientos basados en el lugar.

2. El lugar, las identidades y el territorio 
El “lugar” como concepto, como espacio-localidad, como proyecto común, como sentimiento de pertenencia, de creación de identidades y de prácticas ha sido soslayado entre muchos pensadores. El colombiano Arturo Escobar ha denunciado enfáticamente que el desaparecimiento del lugar en el “frenesí de la globalización” tiene “consecuencias profundas en nuestra comprensión de la cultura, el conocimiento, la naturaleza, y la economía” (Escobar, 2000: 114). El reto, por lo tanto, consiste en “reconstruir el mundo desde una perspectiva de prácticas basadas-en-el-lugar” (Ídem: 115).
Re-considerar el lugar como locus central del pensamiento, del debate y de la construcción del paradigma de los commons es vital si dicho paradigma pretende ser inclusivo –lo que de hecho es lo que se aboga.
Aquí empiezan las complejidades: si las prácticas y los conocimientos basados en el lugar son distintas y diversas -y en esto reside su riqueza y su poder creativo, ¿qué tanto englobarlas como luchas a favor de los commons no representaría una pérdida de su potencial y de su poder político?
Las luchas latinoamericanas por el agua, por la defensa del territorio, en contra de los transgénicos y empresas como Monsanto tienen un enorme potencial político local que se desdibujaría si se denominaran como “luchas por el commons”, por ejemplo. Así, la pregunta que surge es sobre cuáles serían los ejes orientadores del diálogo entre prácticas y acciones específicas por los bienes comunes –y aquí se incluyen tanto los elementos de la naturaleza como los conocimientos y saberes producidos en el lugar, con el debate y los nuevos postulados del paradigma de los commons.
Además, la perspectiva de los pueblos latinoamericanos está plasmada de sabidurías y concepciones de los elementos de la naturaleza como seres animados y dignos de existencia independientemente de los humanos, y no son percibidos como un “bien común” -más aún, no son un “bien”, sino seres en relación con los humanos. Ello sin mencionar las experiencias y las historias de comunidades que comparten una identidad común con el territorio, en donde la “comunidad” es realmente la comunión entre seres humanos y la naturaleza.
Queda pendiente, y como desafío a la construcción del paradigma sobre los comunes, la inclusión de las prácticas latinoamericanas basadas-en-el-lugar, que comportan muchas ideas analíticas y teóricas, mucho conocimiento, saberes y prácticas que pueden orientar la construcción de modelos de organización, manejo y gestión de los recursos naturales como bienes comunes.

3. Las mujeres y la perspectiva de género y feminista 
La necesidad de reflexionar la propuesta de los bienes comunes desde la perspectiva de las mujeres es otro tema pendiente y necesario a desarrollar. Las mujeres sabemos muy bien, desde nuestra historia, que no hemos estado realmente incluidas en pie de igualdad con los varones en el poder de decisión con respecto a los bienes comunes. Pese toda su riqueza, los espacios comunes y las comunidades mixtas, han excluido a las mujeres respecto al poder y a la política. Por ejemplo, las mujeres sí han trabajado la tierra y manejado el agua tal como los varones, la verdad más que ellos, sin embargo, el reconocimiento, el poder de decisión y el acceso financiero, de infraestructura y tecnológico, ha sido de los varones. Las iniciativas de organización en torno a los comunes ha “incluido” a las mujeres hasta donde conviene a los varones, hasta donde no cuestione su poder de decisión y de mando.
Asimismo, la perspectiva del cuidado en el debate de los bienes comunes tiene que tomar en cuenta la división sexual del trabajo. De hecho, es muy innovador el debate fomentado al interior de las propuestas de los bienes comunes sobre el fin del trabajo, sobre el superar las dualidades entre trabajo productivo y reproductivo. Sin embargo, desde el movimiento y las teorías feministas en América Latina, hemos aprendido que todavía falta muchísimo camino que recorrer con respecto a las diferencias y desigualdades de género que se manifiestan en la división sexual del trabajo.
Pese a que sea indispensable para la supervivencia y para la vida en si misma, la crianza, la alimentación, la limpieza, el cuidado de adultos mayores, la dedicación afectiva y el mantenimiento del hogar son trabajos domésticos en los cuáles las mujeres todavía somos las principales responsables y es un ámbito en el cual no solamente los varones todavía no se sienten identificados y responsables, sino que sigue siendo un ámbito considerado irrelevante, pues son trabajos que se ubican en la esfera de lo privado.
Queda pendiente, por lo tanto, responder a la pregunta sobre hasta qué punto será posible una transformación de la actual división entre trabajo productivo y trabajo reproductivo sin impulsar un real cambio en las desigualdades de género, y sin la presencia activa de las feministas en este debate.

Para terminar y seguir empezando: ¿dónde están las “bases”, los movimientos sociales latinoamericanos en el debate sobre los commons? Los pendientes aquí mencionados tienen como finalidad seguir dialogando e impulsando un proceso realmente plural en la construcción del paradigma de los commons. Esta construcción quizá no deba encuadrar las diferentes experiencias del Sur Global en el marco conceptual y semántico de los commons, pues si así fuera, las experiencias latinoamericanas perderían su poder político, su identidad, su memoria histórica ¿Qué postura construiremos frente a los commons? ¿Cómo participaremos en el debate y en la construcción del modelo de paradigma?
No está demás preguntarnos sobre la ausencia y participación activa de personas representantes de los movimientos sociales clásicos – de las “bases” – en el debate sobre los commons.
Por ejemplo, me pregunto sobre cómo construir un diálogo interactivo en conjunto con las campesinas y campesinos del Movimiento de los Sin Tierra ( MST ), que hace más de 40 años tienen una reconocida experiencia de manejo de los bienes comunes de manera común y hasta una Escuela de Formación de nuevas formas de saber. También me pregunto sobre cuánta disposición existe para aprender de las feministas que buscan construir no un nuevo paradigma, sino una civilización no patriarcal. Más aún, ¿cómo superar las diferencias culturales, identitarias y lingüísticas y dialogar políticamente con los grupos indígenas organizados que proponen que otro mundo es posible, un mundo donde quepan todos los mundos? ¿Cómo tender puentes entre estos movimientos clásicos con los movimientos de hackers, de okupas, de defensores y defensoras de la cultura libre?
¿Cómo construir realmente en conjunto considerando las experiencias y los aportes de todas estas mujeres y hombres que han dado, muchas veces literalmente, la vida en pro de la construcción de un mundo más justo y solidario?
Seguramente, los aportes latinoamericanos y del Sur Global al incipiente paradigma de los commons tiene muchísimo que aportar, y para ello se necesitan espacios de análisis, de construcción de un saber que no parta del cero, sino que tome en cuenta la historia, la memoria, los muchos años, las muchas resistencias, las muchas ideas y prácticas que ya existen en este enorme continente – y que tienen muchos nombres.




La comunicación propicia a recuperar las izquierdas se orienta a que los de abajo sepan de La Vía Campesina.

Es deconstruir la cultura e ideología dominante para
la toma de conciencia mayoritaria sobre perspectivas de buen vivir abajo.

A diferencia de los '70 en que el poder económico e imperialista impuso las bases para desarrollar su neoliberalismo mediante terrorismo de estado, en el siglo XXI acumula por desposesión y por explotación tanto de los trabajadores como de la naturaleza mediante democracia que manipula necesidades e ideas fuerza y criminaliza tanto la pobreza como la resistencia al avasallamiento de derechos.

Pese a la crisis estructural y civilizatoria del sistema capitalista mundializado, la Presidenta y su gobierno e intelectualidad encubren el modelo desertificador modelando la creencia en la industrialización o en el agregado de valor a commodities como camino a la prosperidad. Argumentan tener las ciencias y tecnologías de su lado hasta se atreven a ejemplificar con Monsanto invirtiendo en el país.

Pero qué es su Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) sino deforestación y expulsión de comunidades campesinas e indígenas y pueblos de sus territorios para ocuparlos con soja transgénica y monocultivos de árboles transgénicos. Al revés de destinarse a alimentos, la producción transfiere en gran escala hacia el exterior no sólo los commodities sino también suelo y agua virtuales. Leer Aún más, los commodities son alimentos para animales de China y agrocombustibles para Europa. Por eso, el objetivo principal del PEA de expandir la soja transgénica a todo el país aniquila la soberanía alimentaria y conduce a importar carne, leche, trigo y todos los alimentos básicos.

Es decir, los poderes establecidos están destruyendo las posibilidades de vida, trabajo y futuro en Argentina como en Nuestra América y en el mundo. De ahí que en el capitalismo no hay perspectivas para los de abajo y hasta el sistema amenaza de extinción a nuestra especie. Reflexionemos sobre:

Una agricultura sin campesinos

Por Esther Vivas (Público.es)
La Unión Europea parece estar empeñada en acabar con el pequeño campesinado. Así se desprende de la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) aprobada anteayer en Bruselas. Unas medidas que benefician, una vez más, a los grandes terratenientes y a la agroindustria, en detrimento de aquellos que trabajan y cuidan la tierra.

Un solo dato: a pesar de que en el Estado español sólo 350 mil personas están dadas de alta como trabajadores en el campo, 910 mil reciben ayudas. ¿Quiénes son, pues, esos 560 perceptores de subvenciones que no son campesinos pero sí reciben dicho dinero? El informe 
Una Política Agraria Común para el 1%, de Veterinarios Sin Fronteras, lo deja claro. Se trata de empresas de la agroindustria, grandes viticultoras, supermercados y terratenientes. Sus nombres y apellidos: Pastas Gallo, Nutrexpa, Osborne, Nestlé, Campofrío, Mercadona, la Casa de Alba, por sólo mencionar los mayores beneficiarios.

Eso sí. Con la nueva PAC, ni aeropuertos ni ferrocarriles ni campos de golf recibirán más ayudas agrarias. Imagino que el robo, o desvío de fondos, resultaba demasiado escandaloso. Otros amigos de Arias Cañete, en cambio, seguirán recibiendo cuantiosas subvenciones. A destacar, su esposa, Micaela Domecq, terrateniente andaluza y propietaria de Bodegas Domecq. Ya se sabe, quien parte reparte.

Como afirma el sindicato agrario COAG, en su 
valoración y análisis de la reforma de PAC, "se corre el riesgo de desmantelamiento de un sector, el agrario, estratégico para nuestra economía". Algo que no es nuevo, pero que con las actuales medidas no hace sino agudizarse. Hoy, menos del 5% de la población activa en el Estado español trabaja en la agricultura, y una parte muy significativa son personas mayores. Algo que, según los estándares actuales, es símbolo de progreso y modernidad. Tal vez, tendríamos que empezar a preguntarnos con que parámetros se definen ambos conceptos.

La agricultura es una práctica en extinción. Anualmente, miles de fincas cierran sus puertas. Sobrevivir en el campo y trabajar la tierra no es tarea fácil. Y es que quiénes más salen perdiendo en el actual modelo de producción, distribución y consumo de alimentos son, precisamente, aquellos que producen la comida. La renta agraria se situaba en 2007, según la COAG, en un 65% de la renta general. Su empobrecimiento es claro.
Avanzamos hacia una agricultura sin campesinos.
Y, si estos desaparecen, ¿en manos de quién queda nuestra alimentación? Creo que la respuesta es clara: en manos de un puñado de empresas de la agroindustria y la distribución que controlan cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria, desde las semillas hasta el producto final. Cargill, Monsanto, Syngenta, Dupont, Procter & Gamble, Nestlé, Kraft, Mercadona, Eroski, Carrefour, Alcampo, El Corte Inglés... son quienes, finalmente, nos dan de comer. Y, así nos va.

*Artículo en Publico.es, 28/06/2013.

Podemos minimizar que el capitalismo nos someta, a los diversos de abajo, a depender de los oligopolios agroindustriales porque menospreciamos a campesinos e indígenas. Sin embargo, escuchemos y analicemos:

Llamamiento de Yakarta - VI Conferencia de la Vía Campesina Egidio Brunetto

"Hoy más que nunca, otro mundo es urgente y necesario. La destrucción de nuestro mundo a través de la sobrexplotación y desposesión de los pueblos y la apropiación de los bienes naturales está produciendo la actual crisis climática y profundas desigualdades que amenazan a la humanidad en su conjunto y a la vida misma. La Vía Campesina dice un rotundo NO a esta destrucción impulsada por las corporaciones."
9 al 13 de junio de 2013
Nosotros, La Vía Campesina, venimos a extender nuestro llamado urgente a tejer hilo a hilo la unidad a nivel global entre organizaciones del campo y la ciudad para participar activa, propositiva y decididamente en la construcción de una nueva sociedad, basada en la soberanía alimentaria, la justicia y la igualdad. Nos encontramos aquí convocados por el espíritu de nuestros amigos y líderes, y todos aquellos cuyo coraje y compromiso con nuestras luchas nos inspiran. La Vía Campesina, un movimiento internacional campesino que reúne a más de 200 millones de campesinas y campesinos, pueblos indígenas, pescadores, recolectores y trabajadores agrarios. Con la creatividad de las mujeres y el entusiasmo de nuestros jóvenes venimos de 150 organizaciones y 70 países. Estamos en Asia, hogar de la mayoría de campesinas y campesinos del mundo para festejar nuestros primeros veinte años de lucha.

Comenzamos nuestro camino en Mons (Bélgica) en el año 1993 y articulamos nuestra visión radical de la Soberanía Alimentaria en 1996 en Tlaxcala (México), logrando reposicionar al campesinado, hombres y mujeres como actores sociales centrales en los procesos de resistencia a la agenda de comercio neoliberal y en la construcción de alternativas. Los pueblos de la tierra somos actores indispensables en la construcción, no sólo de un modelo de agricultura distinto, sino de un mundo justo, diverso e igualitario. Somos nosotras y nosotros los que alimentamos a la humanidad y cuidamos la naturaleza. Las generaciones futuras dependen de nosotros para el cuidado de la tierra.
Hoy más que nunca, otro mundo es urgente y necesario. La destrucción de nuestro mundo a través de la sobrexplotación y desposesión de los pueblos y la apropiación de los bienes naturales está produciendo la actual crisis climática y profundas desigualdades que amenazan a la humanidad en su conjunto y a la vida misma. La Vía Campesina dice un rotundo NO a esta destrucción impulsa
da por las corporaciones.
Nosotros estamos construyendo nuevas relaciones entre los seres humanos y con la naturaleza sobre la base de la solidaridad, la cooperación y la complementariedad. En el corazón de nuestra lucha está en la formulación de una ética para la vida que atraviesa todas nuestras acciones y búsquedas. La Vía Campesina se ha comprometido a dar visibilidad a todas las luchas locales alrededor del mundo, asegurando que sean entendidas desde una perspectiva internacional y contribuye a involucrarlas en un gran movimiento global por la soberanía alimentaria, el cambio social y la autodeterminación de los pueblos del mundo.
Llamamos a todas nuestras organizaciones, a nuestros aliados y amigos, amigas, hermanas y hermanos en la lucha, y a todos aquellos comprometidos con un futuro mejor a continuar caminando juntos y juntas, a rechazar la agenda de la “Economía Verde” y a continuar construyendo la Soberanía Alimentaria.

Nuestras luchas

Soberanía Alimentaria Ya – Transformando el mundo
La Soberanía Alimentaria es el eje central de la lucha por un proyecto de justicia social que hoy convoca a amplios sectores del campo y la ciudad. La soberanía alimentaria es el derecho fundamental de todos los pueblos, naciones y estados a controlar sus alimentos y sus sistemas alimentarios y a decidir sus políticas asegurando a cada uno alimentos de calidad, adecuados, accesibles, nutritivos y culturalmente apropiados. Ello incluye el derecho de los pueblos para definir sus formas de producción, uso e intercambio tanto a nivel local como internacional. 

Durante las últimas dos décadas nuestra visión de la Soberanía Alimentaria ha inspirado a una generación de activistas comprometidos con el cambio social. Nuestra visión del mundo implica una revolución agrícola que significa profundas transformaciones agrícolas, socioconómicas y políticas.
La Soberanía Alimentaria ha enfatizado la importancia crucial de la producción local y sustentable, el respeto por los derechos humanos, precios justos para los alimentos y la agricultura, comercio justo entre países y la salvaguarda de nuestros bienes comunes contra la privatización.
Hoy estamos frente a la mayor crisis de nuestra historia y la misma es una crisis sistémica. Las crisis alimentaria, laboral, energética, económica, climática, ecológica, ética, social, política e institucional están llevando al colapso en muchas partes del mundo. En simultáneo, la crisis energética se agudiza día a día frente al agotamiento de los combustibles fósiles y es enfrentada con falsas soluciones que van desde los agrocombustibles a la energía nuclear, la cual ha demostrado ser una de las peores amenazas para la vida sobre la tierra.
Rechazamos el capitalismo, que en este momento se caracteriza por un agresivo flujo del capital financiero y especulativo hacia la agricultura industrial, la tierra y la naturaleza. Esto ha generado un inmenso acaparamiento de tierras, la expulsión de campesinas y campesinos de su tierra, la destrucción de pueblos, comunidades, culturas y sus ecosistemas, creando migraciones y desempleo masivos. Esto genera masas de migrantes económicos y refugiados climáticos y desempleados, incrementando las inequidades existentes.
Las transnacionales en complicidad con los gobiernos y las instituciones internacionales están imponiendo, bajo el pretexto de la Economía Verde, monocultivos de transgénicos, la megaminería, las grandes plantaciones forestales, la imposición de plantaciones de agrocombustibles, la construcción de grandes represas, el fracking y los oleoductos o la privatización de nuestros mares, ríos, lagos y nuestros bosques. La Soberanía Alimentaria recupera el control sobre nuestros bienes comunes devolviéndolos a manos de las comunidades.

La Agroecología es nuestra opción para el presente y para el futuro
La producción de alimentos basada en la agricultura campesina, el pastoralismo y la pesca artesanal sigue siendo la principal fuente de alimentos en el mundo. La agricultura campesina de base agroecológica constituye un sistema social y ecológico que está conformado por una gran diversidad de técnicas y tecnologías adaptadas a cada cultura y geografía. La agroecología elimina la dependencia de los agrotóxicos; rechaza la producción animal industrializada; utiliza energías renovables; permite garantizar alimentación sana y abundante; se basa en los conocimientos tradicionales y restaura la salud e integridad de la tierra. La producción de alimentos en el futuro estará basada en un creciente número de personas produciendo alimentos en forma diversa y resiliente.
La agroecología protege la biodiversidad y enfría el planeta. Nuestro modelo agrícola no solo puede alimentar a toda la humanidad sino que también es el camino para detener el avance de la crisis climática enfriando el planeta a través de la producción local en armonía con nuestros bosques, alimentando la biodiversidad y la reincorporación de la materia orgánica a sus ciclos naturales. 

Justicia social y climática, y solidaridad
A medida que avanzamos y construimos a partir de nuestra diversidad cultural y geográfica, nuestro movimiento por la soberanía alimentaria se ve reforzado, integrando la justicia y la igualdad social. Practicando la solidaridad por sobre la competencia, rechazamos el patriarcado, el racismo, el imperialismo y luchamos por sociedades democráticas y participativas, libres de explotación de las mujeres, los niños, los hombres o la naturaleza.
Demandamos justicia climática ya mismo. Quienes más sufren este caos climático y ecológico no son los que lo han provocado. Las falsas soluciones de la economía verde para continuar el crecimiento capitalista están empeorando la situación. Se crea una deuda ecológica y climática que debe ser corregida. Por esta razón demandamos la inmediata detención de los mecanismos de mercados de carbono, geoingeniería, REDD y los agrocombustibles.

Ratificamos la necesidad y nuestro compromiso de luchar en forma permanente contra las corporaciones transnacionales, entre otras cosas, boicoteando sus productos y rechazando cooperar con sus prácticas de explotación. Los Tratados de Libre Comercio y los acuerdos de inversión han creado condiciones de extrema vulnerabilidad e injusticias para millones. La implementación de estos tratados trae como resultado la violencia, la militarización y la criminalización de la resistencia. Otra consecuencia trágica de los mismos es la creación de una masa masiva de migrantes mal pagados, con trabajos inseguros e insalubres y con violaciones de sus derechos humanos y discriminación. La Vía Campesina ha logrado colocar los derechos de los campesinos y campesinas en la agenda del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU y llamamos a los gobiernos a ponerlos en práctica. Nuestra lucha por los derechos humanos está en el corazón de la solidaridad internacional e incluye los derechos y protección social de los agricultores migrantes y trabajadores de la alimentación.
Las luchas por el derecho a la tierra, a la alimentación, al trabajo digno, contra la destrucción de la naturaleza, son criminalizadas. Son cientos los compañeros y compañeras que han sido asesinados en los últimos años y otros muchos ven amenazadas sus vidas o son perseguidos y encarcelados, frecuentemente con el apoyo o la complicidad de las autoridades públicas. 

Un mundo sin violencia y discriminación contra las mujeres
Nuestra lucha es para construir una sociedad basada en la justicia, la igualdad y la paz. Exigimos el respeto de todos los derechos de las mujeres. Rechazando el sistema capitalista, patriarcal, la xenofobia, la homofobia y cualquier tipo de discriminación, reafirmamos nuestro compromiso en lograr una equidad total entre hombres y mujeres. Esto requiere el fin de toda forma de violencia contra las mujeres, doméstica, social e institucional, tanto en las zonas rurales como en las zonas urbanas. Nuestra Campaña contra la Violencia hacia las Mujeres está en el corazón de nuestras luchas.

Paz y desmilitarización
Vivimos un incremento de conflictos y guerras para la apropiación, proliferación de bases militares y criminalización de la resistencia. La violencia es intrínseca a este sistema capitalista mortal basado en la dominación, la explotación y el pillaje. Nosotros estamos comprometidos con el respeto, la dignidad y la paz.
Nos duelen y nos honran los cientos de campesinas y campesinos que han sido amenazados, perseguidos, encarcelados, asesinados por sus luchas. Continuaremos exigiendo rendición de cuentas y castigo para quienes violan los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. Demandamos también la liberación inmediata de todos los presos políticos.

Tierra y territorios
Defendemos una Reforma Agraria Integral que ofrezca plenos derechos sobre la tierra, reconozca los derechos legales de los pueblos indígenas a sus territorios, garantice a las comunidades pesqueras el acceso y el control de las zonas y ecosistemas de pesca y reconozca el acceso y el control de las tierras y las rutas de migración de pastoreo. Esta es la única manera de asegurar un futuro para los jóvenes del campo.
La Reforma Agraria Integral, vista como una distribución masiva de tierras junto con el apoyo con recursos para la producción y el sustento, debe garantizar el acceso permanente a los jóvenes, las mujeres, los desempleados, los sin tierra, para complementar a las pequeñas fincas, a los desplazados y todos aquellos que estén dispuestos a participar en la producción a pequeña escala de alimentos agroecológicos. La tierra no es una mercancía. Deben reforzarse las leyes existentes y crear nuevas para protegernos de la especulación y un marco jurídico que impida la especulación con ellas y su acaparamiento. Continuaremos nuestra lucha en defensa de las tierras y los territorios.
 
Semillas, bienes comunes y agua
Enaltecemos a las semillas, el corazón de la Soberanía Alimentaria, con el principio Semillas Patrimonio de los Pueblos al Servicio de la Humanidad, reafirmado hoy por cientos de organizaciones en todo el mundo. Nuestro desafío pasa hoy por seguir manteniendo a nuestras semillas vivas en manos de nuestras comunidades, por multiplicarlas en el marco de nuestros sistemas campesinos. Continuaremos la lucha contra su apropiación a través de diversas formas de propiedad intelectual y su destrucción por su manipulación genética y otras nuevas tecnologías. Nos oponemos a los paquetes tecnológicos que combinan transgénicos con el uso masivo de pesticidas.

Seguimos hoy enfrentando la Leyes de semillas que, de la mano de los intereses de las corporaciones, son privatizadas y mercantilizadas. Seguimos enfrentando a los transgénicos y luchando por un mundo libre de transgénicos.
Los ciclos de la vida fluyen a través del agua y ella es una parte esencial de los ecosistemas y la vida. El agua es un bien común y como tal debe ser protegido.
 
Construyendo desde nuestras fortalezas
Nuestra gran fortaleza es crear y mantener unidad en la diversidad. Nosotros tenemos una visión del mundo inclusiva, amplia, práctica, radical y esperanzada como invitación a unirnos en la transformación de nuestra sociedad y la protección de la Madre Tierra.
-Las movilizaciones populares, la confrontación con los poderosos, la resistencia activa, el internacionalismo, el compromiso con los movimientos de base locales son esenciales para lograr cambios sociales efectivos.
-En nuestra heroica lucha por la Soberanía Alimentaria continuaremos construyendo alianzas esenciales con los movimientos sociales, los trabajadores y organizaciones urbanas y de las periferias, con migrantes, con quienes luchan contra la megaminería y las megarrepresas, entre otras.
-Nuestras principales herramientas son la formación, la educación y la comunicación. Estamos fomentando el intercambio de conocimientos acumulados hasta el presente con metodologías y contenidos de formación cultural, política e ideológica y técnica; multiplicando nuestras escuelas y experiencias de educación de nuestras bases y desarrollando nuestras herramientas de comunicación desde nuestras bases.Nos comprometemos a crear espacios especiales para potenciar a nuestros jóvenes. Nuestra mayor esperanza hacia el futuro es la pasión, energía y compromiso de nuestros jóvenes articulada en los jóvenes de nuestro movimiento.
-Nos vamos de esta VI Conferencia Internacional de La Vía Campesina dando la bienvenida a las nuevas organizaciones que se han integrado al Movimiento, seguros de nuestras fortalezas y llenos de esperanzas hacia el futuro.
¡Por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos!
¡Con solidaridad y lucha!