Para qué economía promover significa:
desmonopolizar, descolonizar y unir territorios recuperados por
sujetos
colectivos del trabajo para el buen vivir local, provincial y del
país-mundo.
Veamos
cómo la dictadura de
las transnacionales y sus socios locales es encubierta por la democracia
representativa:
Un informe sobre
leyes clave del modelo extractivo
que están forzando las corporaciones a
sancionar antes de fin de año
La ley del más fuerte
20 de noviembre de 2014
20 de noviembre de 2014
Por
Darío Aranda (lavaca.org)
La
retórica utiliza palabras como patria, imprescindible, soberanía, necesidad
imperiosa y alega que, de no aprobar la ley, la Argentina será inviable. En la
vereda opuesta, legisladores nacionales denuncian la entrega de recursos
nacionales y resuenan palabras duras: cipayos, traidores a la patria.
Finalmente, luego de horas de debate, gana el voto por la afirmativa. Los
legisladores se abrazan, celebran, sonríen.
Fue el 24 de septiembre de 1992, cuando el Congreso Nacional sancionó la ley que
posibilitó la privatización de la empresa nacional Yacimientos Petrolíferos
Fiscales (YPF).
Veintidós años después, la historia se repite. El
bloque oficialista aprobó y celebró la reforma a la ley de hidrocarburos, por la
cual se otorga enormes beneficios a las empresas internacionales y se justifica
con dos palabras: “Soberanía energética”.
Una línea de conducta que se refleja en la manera de aprobar transgénicos, una
nueva ley de agrotóxicos y un proyecto para modificar la reglamentación referida
a semillas y que tiene un nombre: “Ley Monsanto”.
Sale con soja
Paseo Colón 982. Lunes 25 de marzo de 1996. El secretario de Agricultura, Felipe
Solá firmó la resolución 167 por la cual autorizó la producción y
comercialización de la soja transgénica, con uso de glifosato. Fue el comienzo
de una política que produjo un quiebre en el modelo agropecuario argentino. El
trámite de aprobación llevó sólo llevó 81 días, en base a estudios de las propia
empresa Monsanto, faltó información sobre posibles consecuencias en la salud y
el ambiente y estuvo plagado de irregularidades.
Dieciséis años después de la primera soja transgénica en Argentina, la historia
se repite. El 10 de agosto de 2012, el secretario de Agricultura, Lorenzo Bazzo,
firmó la resolución 446/12 de aprobación de la nueva generación de soja, llamada
“Intacta RR2 Pro”. El 20 de agosto de 2012, el ministro, Norberto Yahuar, la
presentó junto a los directivos Monsanto en un acto público. La compañía la
publicitó como beneficiosa por su mayor rendimiento y se aseguró el cobro de
regalías (según la empresa, ya firmó acuerdos con el 75 por ciento de los
productores de soja del país).
El Centro de Estudios Legales del Medio Ambiente (Celma) denunció ante la Justicia la forma “irregular” en que fue aprobada la soja. Advirtió que no hubo consulta pública (como establece la ley argentina), carece del debido estudio de impacto ambiental y omite frondosa bibliografía científica que alerta sobre los efectos sanitarios y ambientales de los transgénicos. La acción judicial, que tramita en la Justicia Federal, solicita que se anule la aprobación de la soja transgénica y se suspenda la comercialización de la semillas. También afirma que tres firmantes del expediente “están vinculados a empresas” de agroquímicos y transgénicos.
El
juez hizo lugar a una diligencia preliminar y permitió que la parte denunciante
(Celma) acceda al expediente de aprobación de la nueva soja. Casi tres mil
fojas, mucho lenguaje técnico y, luego de la lectura legal, una decena de
conclusiones: no posee una “debida declaración de impacto ambiental” por parte
de la Conabia (Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria) y la aprobación
“se sustenta en estudios sólo de Monsanto”. El Estado no realizó estudios y,
según advierte el Celma, ni siquiera realizó preguntas sobre los estudios
citados por Monsanto.
La
organización denunciante también señaló que los estudios presentados por
Monsanto tienen “carencias significativas”. A modo de ejemplo, se contempló sólo
la intoxicación aguda (la que se genera en un primer momento) y no se estudiaron
los efectos crónicos (a largo plazo).
“Es como en el ’96, la historia parece repetirse, pero ya conocemos las consecuencias de los transgénicos y los agrotóxicos, por eso es necesario que se reexaminen todas las semillas transgénicas liberadas en la Argentina y que la aprobación no se haga a carpeta cerrada, el procedimiento debe ser transparente y se debe cumplir el requisito de la participación ciudadana para poder realizar las objeciones fundadas que hoy se ignoran abiertamente”, denunció Fernando Cabaleiro, del Celma.
Desde 1996, en Argentina se aprobaron 28 transgénicos. El 75 por ciento de ellos
(21) fue durante el kirchnerismo. Los expedientes no son de acceso público. Y
todo hace suponer que la forma de aprobación fue similar a la de la soja de 1996
y la de 2012.
La vuelta de YPF
En
1992, el Congreso Nacional aprobó la privatización de YPF. Es el símbolo de la
entrega de la década menemista. Argentina se transformó en un (mal) ejemplo al
vender su empresa petrolera. La compra por Repsol fue el colmo de los hechos:
como si un almacén de barrio comprara un gran mercado. El mundo del revés en
clave noventosa. Lo que siguió es historia conocida. Repsol se desprendió de
activos de YPF, aumentó la producción (y exportó hidrocarburos) pero no invirtió
en exploración.
Exprimió a la vaca, pero no la alimentó ni la cuidó. Lo propio hicieron el resto
de las empresas petroleras asentadas en Argentina.
Declinó la producción y el país tuvo que comenzar a importar. El “déficit
energético” de 2011 rondó los 3.500 millones de dólares.
En
2012, el Gobierno decidió la expropiación parcial (51 por ciento) de YPF. Muchos
argumentos, pero dos principales: la falta de inversión y la contaminación
ambiental. En marzo de 2014, la Cámara de Senadores (con mayoría oficialista), y
en abril la Cámara de Diputados, aprobaron el pago a Repsol por 5000 millones de
dólares. Nunca hubo, por parte de Nación ni de las provincias, una tasación por
los desastres ambientales.
Decreto a medida
Vaca Muerta, en Neuquén, es publicitada como una de las mayores reservas de
hidrocarburos no convencionales. Con la cuestionada técnica de la fractura
hidráulica (“fracking”).
El
15 de julio de 2013 el Gobierno publicó en el Boletín Oficial el Decreto
929/2013 de “Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de
Hidrocarburos”. Estableció beneficios de exportaciones para las empresas con
proyectos de más de 1000 millones de dólares y beneficios a partir del quinto
año de la ejecución de sus proyectos de inversión del derecho a comercializar
libremente en el mercado externo el 20 por ciento de la producción de
hidrocarburos y, de ese 20 por ciento, “libre disponibilidad del cien por ciento
de las divisas provenientes de la exportación de tales hidrocarburos”.
Al
día siguiente, el 16 de julio el Gobierno firmó un acuerdo con Chevron para
explotar yacimientos no convencionales en Vaca Muerta. Según lo difundido por
YPF y la agencia oficial Telam, implica una inversión de 1240 millones de
dólares en los próximos cinco años.
Publicitado por el Gobierno como un acuerdo importante hacia la “soberanía
energética” y que podría marcar un quiebre en la situación energética del país,
el contrato no fue público.
El
acuerdo firmado entre Chevron e YPF debía contar con un voto positivo de
Neuquén. El 28 de agosto de 2013 la legislatura de Neuquén trataría el acuerdo
entre el gobierno provincial e YPF. También implicaba, de manera directa, darle
la última luz verde a Chevron para explotar Vaca Muerta.
Una masiva movilización comenzó en la mañana del 28. Organizaciones sociales,
partidos de izquierda, sindicatos, estudiantes y comunidades mapuches, entre
otros. La Legislatura lucía repleta de policías y, en lo alto de la barda,
militantes del Movimiento Popular Neuquino (MPN), desafiantes.
Un
grupo de manifestantes derribó vallas. Excusa perfecto para que la policía entre
en acción. Gases lacrimógenos y balas de goma. “Acá hay niños, mujeres con sus
bebés, abuelos. Reprimieron a todos. Es culpa de la policía y los gobernantes.
No pasaba nada, estaba tranquilo y reprimieron. Reprimen, no dan la cara, solo
les importa los derechos humanos cuando están las urnas”, denunció Inés Ragni,
de Madres de Plaza de Mayo de Neuquén, presente en la marcha.
Comenzó lo que duraría más de cinco horas. Los manifestantes se replegaban y
volvían a acercarse a la Legislatura. La policía volvía a tirar gases y balas de
goma.
Por la tarde, cuando aún se mantenía la represión, la mayoría del Movimiento
Popular Neuquino y el Frente para la Victoria aprobaron el pacto entre Provincia
e YPF.
Chevron, Chevron qué grande sos
“Necesitamos muchos chevrones”. Afirmó en público, y reiteradas veces, el
presidente de YPF, Miguel Galuccio. Y gestó un proyecto de ley de hidrocarburos
en ese sentido, consensuado con los gobernadores de las provincias con petróleo
(Ofephi, Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos).
Fue aprobada el 30 de octubre a la madrugada. Con 130 votos a favor y 116 en
contra. En línea con el “decreto Chevron” (929), otorga numerosos beneficios a
las empresa.
-
Otorga plazos de explotación inicial de 30 y 35 años, renovables por otros diez.
-
Quita el tope a la cantidad de áreas adjudicadas por empresa (la ley vigente permitía cinco, y claramente no se cumplía). Favorece la concentración del mercado.
-
Establece las regalías en 12 por ciento (con un techo de 18). En el caso de solicitar concesiones para explotación en los primeros tres años de sanción de la ley, permite reducir las regalías en un 25 por ciento. Y permite liquidar utilidades (llevarse los dólares) a sus casas matrices a partir del quinto año de explotación. Alcira Argumedo, diputada de Proyecto Sur, precisó en la sesión en el Congreso que la regalías de la nueva ley son de las más bajas del mercado. Y repasó la regalías en otros país. Bolivia cobra 50 por ciento, Venezuela 30, Colombia 25, Australia 25, Canadá 20, Nigeria 19.
-
Permite acceder a empresa con una versión mínima de 250 millones de dólares. Es sólo el 25 por ciento de lo que establecía el decreto 929 (mil millones). Cifra irrisoria para las petroleras internacionales.
-
Permite la exportación del 20 por ciento de lo extraído (y lo eleva a 60 por ciento en caso de explotación en el mar).
-
Prohíbe la reserva de áreas de producción de hidrocarburos a favor de las empresas nacionales o provinciales en las que el Estado tenga participación bajo cualquiera de las formas jurídicas.
-
La ley no contempla los derechos de los pueblos indígenas (Vaca Muerta está en territorio donde viven, y tienen derechos reconocidos por la Constitución Nacional, Provincia y tratados internacionales de derechos humanos), más de veinte comunidades mapuches.
-
Y es muy escaso e impreciso en lo referido a las normas ambientales. “Aplicar las mejores prácticas de gestión ambiental a las tareas de exploración, explotación y/o transporte de hidrocarburos a fin de desarrollar una actividad con un adecuado cuidado del ambiente”, señala la ley en una suerte de gesto de buena voluntad. No precisa normas mínimas de protección ambiental ni mucho menos del principio precautorio vigente en la Ley Nacional del Ambiente.
Otro aspecto muy criticado es la nula participación del resto de las provincias
(las no petroleras) y de las organizaciones de la sociedad civil. Una ley
nacional de enorme trascendencia y discutida y decidida sólo por un puñado de
gobernadores y funcionarios nacionales.
Jorge Nahuel, de la Confederación Mapuche de Neuquén, definió a la flamante
norma como “una ley a medida de las multinacionales”, recordó que el derecho a
la consulta (a los pueblos indígenas) está vigente en el marco normativo
argentino desde hace veinte años, y sin embargo la nueva ley petrolera no lo
tuvo en cuenta. Alertó que impugnarán la norma en tribunales locales e
internacionales y seguirán dando las lucha en los territorios.
Otra vez sopa
La
ley de hidrocarburos fija como lugar de resolución de conflictos los tribunales
extranjeros. Nueva York y París. El Gobierno es muy crítico respecto a los
“fondos buitre”, donde un juez de Nueva York decide sobre acciones y hechos de
Argentina. Suele atribuir ese pecado a los Gobiernos que le precedieron (y tiene
razón), pero repite esa práctica con las petroleras, sector empresario con
frondosos antecedentes de contaminación y violación de contratos.
“Con la nueva ley se pretende cumplir con los requerimientos de las petroleras
transnacionales, fijando beneficios económicos para bajar costos y garantizar
una mayor rentabilidad en la explotación de hidrocarburos no convencionales,
offshore y cuencas de frontera, con la falsa promesa de que esto permitirá al
país salir del atolladero energético”, afirmó la Multisectorial contra la
Hidrofractura de Neuquén (espacio donde confluyen organizaciones sociales,
ambientales, indígenas, sindicales y políticas) y alertó que el nuevo marco
jurídico “permite la continuidad del saqueo, la degradación del ambiente y una
muerte segura para las comunidades que habitamos dentro del territorio”.
La Multisectorial acusó a Nación y provincias de no buscar el bien común sino
“sólo discutir quién se queda con el negocio que les permita la continuidad de
la política doméstica”, lamentaron que no se discuta sobre la necesaria
diversificación de la matriz energética y dejaron una advertencia: “La crisis
actual (económica, financiera y energética) no se salda siendo más flexible con
las transnacionales”.
Enrique Martínez, ex presidente del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) y parte del Movimiento Evita, fue una de las pocas voces que –desde el kirchnerismo– cuestionó la ley. Llamó a no confundir abastecimiento con soberanía. “La actual reforma de la ley refuerza el camino de canjear soberanía con petróleo, con una fuerza inusitada para los tiempos del mundo en que vivimos. Permite reducir las regalías a valores impensados del cinco por ciento, cuando la tendencia mundial es la inversa, permite disponer de volúmenes importantes de producto para la exportación directa y hasta impide que el Estado en cualquiera de sus formas de participación se reserve futuras zonas. No es el camino”, lamentó.
La
nueva ley va en línea con la política menemista, busca soluciones de la mano de
las mismas empresas que ocasionaron la crisis energética y todo lo ejecuta bajo
el paraguas de dos palabras: “Soberanía energética”.
Lo que viene
El
28 de octubre se realizó en el edificio anexo del Congreso Nacional una
audiencia pública sobre las escuelas rurales fumigadas de Buenos Aires, Entre
Ríos, Chaco, Santa Fe y Córdoba, entre otras provincias. Una treintena de
maestros, trabajadores y familias de niños afectados dieron testimonios.
Exigieron una zona de resguardo para proteger la salud de niños y trabajadores
de la educación. En ese mismo momento, sin anuncio público, la Comisión de
Agricultura y de Comercio daba luz a un nuevo proyecto de ley de agroquímicos y
lo dejo listo para ser votado en el recinto.
Fue presentada por el diputado formoseño Luis Basterra. No establece ningún
límite para fumigaciones, no menciona el principio precautorio ni tiene en
cuenta las decenas de estudios que dan cuenta de las consecuencias de las
fumigaciones. El proyecto de ley modifica reglamentación actual que permite
prohibir o recategorizar agroquímicos. El Centro de Estudios Legales del Medio
Ambiente (Celma) denunció que el proyecto es regresivo y viola leyes nacionales.
El dictamen fue firmado por 18 diputados. Entre otros, Mayra Mendoza (La Cámpora) y Miguel del Sel (Pro). Sectores políticos enfrentados, pero unidos por los agroquímicos.Las organizaciones sociales, ambientales y campesinas también están en alerta por una nueva ley de semillas, llamada “ley Monsanto”, que desde 2012 impulsan las grandes empresas del sector y el Ministerio de Agricultura. De aprobarse, será otra de las leyes en beneficio de las corporaciones.
Fuente
original: http://www.lavaca.org/notas/la-ley-del-mas-fuerte/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192243
Analicemos qué y
cómo construir la
ofensiva abajo y a la izquierda. Se trata de asumir las bases y perspectivas
establecidas por la resistencia de los de abajo al modelo productivista del
capitalismo imperialismo. Esta lucha plantea el objetivo de lo
"
“común”
que
se
refiere a formas de propiedad no privada, no mercantiles; y aparece acá toda
una variedad de posibilidades: público estatal, comunitaria, social,
cooperativa, etc. Pero la idea de lo “común” en la práctica y
programática de los movimientos populares latinoamericanos no sólo
significa tipos de propiedad, sino que tiene además otras dos dimensiones
que resultan fundamentales".
Bienes
comunes y acumulación por desposesión
23 de noviembre de 2014
23 de noviembre de 2014
Por José Seoane *
En esta exposición, el autor realiza una genealogía del capitalismo en su fase neoliberal –caracterizado por los procesos de desposesión como nuevas formas de acumulación del capital–, sus efectos en el metabolismo de la sociedad y el rol de los movimientos populares, tanto en la resistencia como en la formulación de alternativas civilizatorias.
(…)El tema que yo quería plantear es el de los bienes comunes y la acumulación
por desposesión. Y
el enfoque que quería darle a estas dos cuestiones tiene que ver con pensarlas a
la luz de las formas de dominación presentes hoy en el capitalismo neoliberal y
los aportes que hacen las resistencias populares en esta última década, e
incluso en un período más largo.
Y en ese sentido quiero centrar mi exposición en tres cuestiones.
-
El primero refiere a la pregunta sobre cómo fue posible la implementación de las contrarreformas neoliberales en condiciones de democracia representativa, particularmente en los años 90’. Sobre ello suelen darse dos explicaciones. Una refiere al impacto de las políticas económicas e incluso al impacto de las crisis económicas: en particular la hiperinflación. Sin la hiperinflación de fines de los 80’ y principios de los 90 es inentendible el proceso de privatizaciones y desmantelamiento de conquistas sociales que promueve la “convertibilidad” de Menem-Cavallo. Pero claro, cuando vemos así las políticas económicas o las crisis económicas no las pensamos sólo como procesos de concentración del ingreso y la riqueza, sino también como construcción de nueva relaciones de fuerza entre las clases sociales, entre los sectores sociales. En ese sentido, aparece una cuestión que fue mencionada hace tiempo que es la lógica política de las políticas económicas, la lógica política que se esconde detrás de las crisis económicas. En relación a esto se señala también que una de las dificultades para enfrentar la implementación de las políticas neoliberales tuvo que ver con la fragmentación estructural de las clases populares; lo que remite a los 90’ y la hiperinflación pero también a un conjunto de transformaciones que se inicia más atrás con la dictadura militar. Puede decirse que la dictadura militar supuso por un lado la unidad y homogeneización de las clases dominantes y la fragmentación y división de las clases populares. Hablamos entonces de procesos muy largos de fragmentación estructural de las clases populares como lo mencionaba Mariano en relación al modelo económico.
Pero esta fragmentación estructural tiene dimensiones que podemos llamar
“objetivas” pero también dimensiones “subjetivas”, porque supone también una
fragmentación subjetiva de las clases populares.
La construcción de un individualismo egoísta, individualismo negativo; la lógica
de la competencia y el enfrentamiento entre los diferentes sectores populares
-lo que se llama habitualmente el pobre contra pobre- no es un resultado no
querido de la aplicación de la gobernabilidad capitalista, sino que es un
objetivo buscado como uno de los fundamentos de la lógica de la dominación
actual. Me parece que son dos cuestiones: el impacto político de las crisis y
las políticas económicas por un lado; y la expresión de esta fragmentación
estructural como procesos de creciente violencia en término de las relaciones
sociales, por el otro. Este individualismo negativo implica niveles crecientes
de violencia; de naturalización y ejercicio de la violencia al interior de los
sectores populares; que son cuestiones que no resuelve el neodesarrollismo; en
tanto no resolvió la fragmentación estructural. Si uno mira la composición de la
clase trabajadora hoy en su sentido más amplio en la Argentina sigue estando
partida por lo menos en tres tercios: trabajadores del sector público,
trabajadores del sector privado y en negro; sin hablar de las cuotas del
desempleo y de los que están siendo expulsados del mercado de trabajo. En este
sentido, la actual crisis del neodesarrollismo de la que hablaba Mariano implica
o promueve una nueva profundización de la fragmentación, un nuevo estimulo a la
construcción subjetiva de disputas al interior de los sectores populares.
Esta cuestión entonces que fue parte de la historia de la construcción larga del neoliberalismo en Argentina y sus formas de dominación, vuelve a estar hoy como desafío para los movimientos populares frente a la crisis actual.
-
El segundo comentario que quiero hacer se propone articular estas ideas de la fragmentación estructural y la construcción subjetiva de enfrentamiento al interior de las clases populares, con la acumulación de capital. Porque una de las novedades que trae este capitalismo neoliberal es que no sólo va a recurrir a la acumulación en base a la explotación de los trabajadores -la plusvalía- sino que también va a dar un lugar importante a otras formas de acumulación del capital que se han llamado “acumulación por despojo” o “acumulación por desposesión”. ¿Qué significa la acumulación por desposesión? Refiere a los procesos de apropiación privada de bienes, servicios, territorios, relaciones sociales que estaban por fuera del mercado; o sea que no eran mercancía. En este sentido refiere a bienes y servicios, territorios, relaciones sociales, conquistas sociales muy diversos. Por ejemplo, a los bienes naturales que mal llamamos “recursos naturales”, como los que hablaba Mariano antes, e incluso a aquellos que no habían sido objeto hasta ahora de la explotación capitalista; por ejemplo los hidrocarburos no convencionales en base al fracking que ahora son incorporados a la lógica del capital, de la mercancía, de la mercantilización. Pero no sólo supone incorporar bienes, territorios, relaciones sociales que siempre estuvieron por fuera de la lógica del mercado, sino también mercantilizar algunas relaciones sociales, bienes, servicios que producto de la lucha popular, producto de la lucha obrera y popular de casi un siglo, particularmente de segunda mitad del siglo XX habían dejado de estar bajo el control del mercado. Y acá nos referimos también, entre otras cosas, al tema de la educación y la salud pública. Y a todo un conjunto de conquistas sociales obtenidas en el marco del capitalismo de la segunda mitad del siglo XX que fueron también fruto de la presión del movimiento obrero y los sectores populares y contribuyeron no sólo a su disciplinamiento sino también a su constitución colectiva. Ernest Mandel, por ejemplo, se refería a este proceso como una conquista en el aumento de nivel objetivo de la solidaridad de clase. Acá también opera la acumulación por desposesión o por despojo, se trata también de transformar o apropiarse de estos derechos, instituciones, servicios y convertirlos en mercancía. Bueno es lo que vivimos en términos de las política de privatización o de precarización que tuvieron tanta centralidad en la década del 90’ y que tienen -bajo otras formas- también su centralidad en la actualidad.
¿Cuál son las consecuencias de esta acumulación por despojo?
Mencionemos la que nos convoca hoy. Esta diversidad de lógicas de acumulación
(por despojo y en base al trabajo asalariado), y las propias lógicas diversas de
la acumulación por desposesión, supone o promueve niveles crecientes de
fragmentación entre los sectores afectados y dificultades particulares en
relación a las posibilidades de construcción de las lógicas de articulación de
las clases subalternas. Hay una vinculación entonces entre estas formas de
acumulación del capital, y de aquella basada en el despojo en particular, y la
promoción o producción de la fragmentación objetiva y subjetiva de las clases
populares. Bien, este es el segundo comentario que quería hacer.
-
El tercero remite a la pregunta sobre cuáles son los aportes que en relación a esta cuestión podemos retomar de la experiencia de los movimientos populares que vienen batallando contra estas políticas y tratando de construir alternativas particularmente ricas en América latina en la última década. La experiencia de las luchas populares que tienen una concentración especifica desde fines de los 90’ hasta la actualidad en América Latina ha sido extremadamente intensa en la confrontación contra la aplicación de la acumulación por despojo. Si en los años 90’ en relación a las privatizaciones -y el desmantelamiento de la educación y la salud pública- supuso una revitalización de la discusión y entendimiento de lo público mas allá de su forma estatal en términos sociales; el ciclo de luchas posterior recupera en parte esta discusión incorporando una nueva noción -la de bienes comunes naturales y sociales- que viene fundamentalmente de los movimientos socio territoriales (indígenas, campesinos, urbanos) surgidos particularmente frente al extractivismo exportador. Noción que tiene sin embargo interpelaciones mucho más amplias porque, me parece, aporta herramientas importantes para enfrentar estas lógicas de acumulación por despojo.
¿Qué se entiende entonces por estos bienes comunes?
Bueno, claramente la idea de bien común o de bienes comunes refiere a un
conjunto de bienes, relaciones sociales, territorios, formas de ser, formas de
vivir, formas de producir que están por fuera del mercado, que no son
mercancías, que no están subordinadas a la lógica del lucro y de la apropiación
privada que conlleva -directa o indirectamente- su integración al ciclo de la
gran propiedad capitalista y la valorización mundial. Pero la noción de “bien
común” refiere a dos campos más que no deben olvidarse. Uno que refiere también,
como ya analizamos en el comentario anterior, a aquellos bienes, servicios,
relaciones sociales, forma de gestión, forma de vida, que en algún monento en el pasado estuvieron por fuera
de la valorización capitalista y la forma mercancía. Pero también a aquellos que
debieran estar por fuera del mercado. Refiere así a un proyecto hacia el futuro,
un proyecto inscripto en un horizonte alternativo emancipatorio que pone en
discusión incluso aquello que parecía neutralizado en términos de su
incorporación y valorización en las relaciones mercantiles.
En este sentido, es claro que por “común” se refiere a formas de propiedad no privada, no mercantiles; y aparece acá toda una variedad de posibilidades: público estatal, comunitaria, social, cooperativa, etc. Pero la idea de lo “común” en la práctica y programática de los movimientos populares latinoamericanos no sólo significa tipos de propiedad, sino que tiene además otras dos dimensiones que resultan fundamentales. Por un lado, la cuestión de su uso; es decir, para que sirven esos bienes comunes, que se hace con ellos. Ello incorpora la idea de que son comunes porque deben servir a la comunidad, repone la idea de que es necesario pensarlos en términos de sus valores de uso, en particular referencia a las mayorías sociales y los sectores populares; y no como mercancía o valores de cambio. Y una tercera dimensión que tiene que ver con la forma de gestión. En este sentido lo “común” refiere a formas de gestión comunes; es decir comunitarias, participativas, efectivamente democráticas, autogestionarias.
O sea, en la práctica y programática de los movimientos populares, la noción de
“bienes comunes” va mucho más allá del aspecto importante de cuestionamiento de
la lógica de la acumulación por desposesión de cáracter defensivo. Implica
también un desafío de pensar nuevas formas de organizar la vida social, más allá
de la lógica de la mercancía y del afán de lucro privado.
Creo que estas tres cuestiones que he planteado refieren a los desafíos que afrontan los movimientos populares en la Argentina y Nuestra América. Uno de estos grandes desafíos ha sido -y sigue siendo- el de construir las articulaciones entre las lógicas de resistencia a la acumulación por despojo y la resistencia a la explotación en base al trabajo asalariado. Lógicas distintas pero estrechamente entrelazadas; complementarias en términos del capital, y simultáneas en su afectación sobre los sectores populares. Sin embargo, las formas de dominio del capitalismo neoliberal implica construirlas como diferentes, como opuestas, como excluyentes, como contradictorias; como un momento en la producción y promoción de la fragmentación de las clases subalternas. Por contrapartida, la emergencia y luchas del movimiento popular se basó en encontrar las formas de articulación de las resistencias a estas diversas formas de acumulación. Así parece indicarlo la experiencia de los años 90’ en la Argentina; por ejemplo, donde las resistencias sindicales importantes no pudieron construir estos puentes la ofensiva del neoliberalismo capitalista avanzó más profundamente; por el contrario, en aquellos lugares donde las resistencias de los trabajadores se articularon en proyectos más amplios, más allá de la propia frontera sindical, articulando las luchas contra las privatizaciones desde el cuestionamiento a los efectos múltiples de las diversas lógicas de acumulación, las resistencias fueron más efectivas, como por ejemplo en la defensa de la educación pública.
Por otra parte,
en los últimos años, las potentes resistencias locales a la
implementación o profundización del modelo extractivo exportador (la megaminería,
el agronegocio con la soja transgéncia y las fumigaciones tóxicas, la
explotación hidrocarburífera de convencionales y no convencionales, etc.) en la
medida que no pudieron articularse con las luchas y percepciones de los sectores
populares urbanos, de los trabajadores, encontraron limites en su capacidad de
bloquear la profundización del extractivismo.
Estas lecciones están planteadas
hoy como desafíos, porque la crisis del neodesarrollismo -que en tanto crisis es
también ofensiva del capital, del ajuste- implica la búsqueda de la
profundización simultanea de la acumulación por despojo y de la explotación del
trabajo. Y, por contrapartida, plantea la pregunta de cómo responder a esta
producción sistémica de fragmentación de los sectores populares; es decir, de
cómo construir los marcos vitales y complejos de articulación entre los
diferentes sujetos que requiere una resistencia que sea efectiva y capaz también
de avanzar en alternativas.
(*) Este texto es la transcripción de la intervención en el pre-Encuentro
Nacional de Educación realizado en el partido de La Matanza. El autor integra el
Grupo de Estudios sobre América Latina y El Caribe (GEAL).
Veamos
cómo expandir y ampliar
los objetivos de los territorios libres de transgénicos y los territorios
libres de fracking que han conseguido las asambleas de vecinos
autoconvocados y construyen a la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC). Desde
Chile nos aclaran qué se proponen y hacen en ese rumbo.
Comuna Libre: donde el pueblo manda y el gobierno obedece
17 de diciembre de 2014
17 de diciembre de 2014
Por Henry Renna (Rebelión)
En las últimas décadas el factor territorial ha adquirido nuevo
protagonismo como espacio clave de la lucha de clases. No sólo por su estructura
de oportunidades para enfrentar el sistema, sino la potencialidad inscrita en él
de prefigurar uno diferente. En este ámbito se han multiplicado las
organizaciones de base y más importante se han fortalecido experiencias y
prácticas autogestionarias y de construcción de poder popular. Estas nos regalan
el derecho a pensar nuevamente en una alternativa masiva de transformación
radical del país y el mundo, nos invitan a soñar con la proyección de las
autonomías en una oleada de comunas libres que se reproduzcan revolucionando
toda la ciudad.
El
cambio territorial para una transformación social
El
desmantelamiento de la sociedad industrial a manos del neoliberalismo, supuso no
sólo
un cambio en el régimen económico de acumulación sino además en la forma de
dominación.
En
una de sus dimensiones, se pasó de un poder disciplinario concentrado dentro de
los límites de la fábrica, a una fase de control a cielo abierto sobre los
cuerpos. Con ello la lucha de clases en las ciudades de América latina sufrió
una redirección en la intensidad de su conflicto, del ámbito de la producción
(trabajo) al de la reproducción social (modos de vida), haciendo del espacio
territorial un campo geopolíticamente clave para las resistencias.
Así como el capitalismo ha invadido esferas de la vida antes impensadas también ha permitido con ello una pluralidad de ejes de enfrentamiento entre las comunidades y los defensores del sistema. Desde los territorios se han desencadenado en los últimos años importantes procesos de insumisión. Por nombrar algunos ejemplos emblemáticos en la región está el caso de los caracoles del EZLN en México, las Juntas Vecinales de El Alto en Bolivia, las comunidades del Movimento Sem Terra en Brasil y la organización piquetera en Argentina. En Chile esta tendencia se observa en los últimos (i) levantamientos regionalistas (Magallanes, Aysén, Calama, Arica, Tocopilla), (ii) luchas sectoriales (Castro por salud, Cabildo, La Ligua y Petorca por el agua, Peñalolén y La Florida por suelo y vivienda, Dichato por la reconstrucción, Freirina por la crisis sanitaria, Santiago centro por el comercio popular), batallas ecológicas (Ralco, Alto Maipo, Aysén, Punta de Choros, Penco-Lirquén, por proyectos de inversión energética, Huasco alto contra Pascualama, Huasco bajo, Arica, Coronel y Quintero contra la contaminación de azufre, plomo, arsénico y el derrame de petróleo),choques contra el gobierno local (Renca, Ñuñoa, Conchalí, Peñalolén ante la defensa de espacios comunitarios, Cerro Navia, La Florida y Talcahuano por el cierre de escuelas, Concepción, Chiloé y Valparaíso contra obras de infraestructura) y como no, la histórica lucha de la nación-pueblo Mapuche que sigue a vivo fuego.
Todos los casos más allá de sus particularidades, tienen en común (de forma) una
organización asamblearia con un fuerte arraigo de base territorial, (en su
contenido) trabajar por la reconstrucción de la vida social mediante la
auto-organización de la clase en sus territorios y la colaboración solidaria de
sus participantes, y sobre todo (en el fondo) ser acciones dirigidas a la
construcción y ejercicio de un poder, un poder propio. Un poder-hacer de
los de abajo en los territorios que nada a contracorriente del poder-sobre que
los de arriba tienen sobre nuestras vidas.
La
autogestión como forma de lucha y producción social
Este proyecto adquiere cuerpo lentamente con las innumerables prácticas de
trabajo de base autogestionario existentes hoy en Chile.
Ellas las vemos como los embriones de un área de reproducción social donde los
modos de vida propuestos, sus lógicas y formas de organización, no son
estatales, ni mercantiles, sino sociales, las que se da la propia gente. Son
alternativas a las que ha recurrido la población para hacer efectivo en los
hechos, los derechos que el Estado no garantiza y que el Mercado viola
permanentemente. Modalidades de planeación, control y ejecución del trabajo,
educación, vivienda, salud, cultura, otros, levantadas por las mismas
comunidades cuando recuperan la confianza en sus capacidades y dan respuesta con
sus propias manos a las necesidades más sentidas, desde estructuras solidarias,
mutualistas y autogestionarias.
Algunos ejemplos son:
§
Prácticas de educación
autogestionaria que
reproducen por grietas de una ciudad escolarizante y autoritaria alternativas de
educación liberadoras bajo control directo de la gente (jardines comunitarios,
primarias populares, escuelas autogestionadas de jóvenes y adultos, espacios
permanentes de autoformación, etc.).
§
Experiencias de producción
social del hábitat que
siembran gérmenes en la misma trama urbana capitalista de un habitar crítico, un
poblar alternativo que nace desde las propias poblaciones (apoyo técnico
colaborativo para proyectos habitacionales y urbanos, dispositivos de
autogestión del hábitat, cooperativas y constructoras populares, entre otras).
§
Esfuerzos de organización
cooperativa y economíalocal que
lentamente recuperan espacio perdido en el ámbito del trabajo articulando
economías otras en el seno del neoliberalismo (cooperativas de servicios,
empresas sociales, emprendimientos mutualistas).
§
Trabajos de comunicación,
arte y cultura popularque hacen frente al silencio de los medios, el
individualismo, y los grises y opacos del sentido común hegemónico (centros
culturales, periódicos, radios, canales de TV, asociaciones de artistas, sellos
autogestores, entre otras).
§
Casos de salud
comunitaria que
desafían la medicalización y patologización del bienestar abordando sus
determinantes sociales a través de distintas técnicas y prácticas, ancestrales y
alternativas, de auto-cuidado individual y colectivo (apoyo mutuo psico-social,
medicina indígena, consultorios populares, grupos de crianza, etc.).
§
Entre otras.
A
revolucionar la ciudad desde abajo
La
reforma urbana de la Nueva Mayoría, como era de esperarse, no sólo omite el
problema de la tierra, la cuestión de la segregación, el tema del lucro con la
ciudad, la construcción de barrio, la planificación social del espacio y pensar
un habitar de nuevo tipo, sino además incorpora nuevas exenciones e incentivos a
la empresa privada. Así las cosas, con las cartas del progresismo en la mesa, no
basta con reivindicar al mal gobierno el derecho a la vivienda o el acceso a la
ciudad. No será suficiente exigir una reforma mejor a las de antes, o una
política de desarrollo urbano mejor a la que propone el gobierno.
Es urgente,
aquí y ahora, revolucionar la
ciudad desde abajo; una larga travesía, que comienza hoy, por disolver la
urbe capitalista en múltiples comunas libres; comunas donde el pueblo mande y se
mande, gobierne y se autogobierne.
La
construcción de estas comunas es una gran batalla, un combate cuyos primeros
golpes debiese considerar:
-
Levantar la asamblea territorial como entidad gestora de proyectos de producción social en todos los ámbitos que sean de su interés (vivienda, trabajo, salud, educación, cultura, etc.) y el área social como un espacio no estatal, ni mercantil, de desarrollo, sino autogestionario.
-
Crear (auto)gobiernos comunitarios donde se encuentren la mayoría de las organizaciones de base, organizaciones políticas y movimientos sociales y populares de los territorios en cuestión.
-
Disputar el acceso al suelo mediante el establecimiento de áreas de manejo comunitario de interés social definidas participativamente, el traspaso de todo el suelo público a un conservador local de suelo social y la instauración de mecanismos que controlen el alza en el valor del suelo privado, la recuperación de plusvalías para los habitantes, y medidas impositivas sobre su transferencia y especulación.
-
Impulsar el acceso a la vivienda adecuada mediante la masificación de la autogestión habitacional y la conformación de cooperativas de construcción de viviendas y empresas sociales sin fines de lucro.
-
Dar vida a los consejos populares de planificación territorial cuyo objetivo sea velar por la justicia espacial del ordenamiento territorial, con carácter resolutivo y cuyas decisiones sean vinculantes.
-
Articular polos productivos de economía local y solidaria dirigidos a la transformación secundaria de materia prima, convergencia colaborativa de servicios y, transferencia tecnológica a cooperativas populares familiar y comunitaria.
-
Implementar una política de ecología barrial dirigida a la arborización, reciclaje y creación de huertas urbanas en cada grieta del espacio comunal.
-
Luchar por la integración inicial en el sistema de salud comunal de los centros de autocuidado comunitarios, como espacio paralelo de trabajo familiar y barrial en torno al buen vivir.
-
Intencionar la creación de una red de educación autogestionaria paralela a independiente a la educación estatal-municipal compuesta por centros de infantes, escuelas primarias, secundarias y de adultos, como de capacitación, especialización y de formación con financiamiento público y administrados directamente por las comunidades y organizaciones educativas autogestoras.
-
Apoyar y reproducir los medios de comunicación alternativos, centros culturales, las artes y artistas populares en cada barrio bajo autogobierno comunitario.
Todos estos elementos no son líneas de un novedoso manifiesto del cambio social,
sino en su mayoría son realidades que ya se están construyendo en los sótanos
del modelo.
Detrás de ellas hay mujeres y hombres que decidieron tomar una opción distinta
-y en contra- del modo de vida capitalista, su esclavitud soterrada, la
violencia estatal aceptada, y un pensamiento único naturalizado. Lentamente
estas manos se entrelazan en los territorios, donde nace un nuevo habitante, un
poblador y una pobladora en lucha que construirá territorios libres por donde
vaya transformando el mundo y cambiando su propia vida.
A
ese sur, vamos caminando.
Henry Renna, Movimiento de Pobladores y Pobladoras en Lucha
Algunas de estas ideas están desarrolladas en el libro “Sobre
el ejercicio y construcción de autonomías”, Mutual
de Lectura-Poblar Ed., MPL, Nov. 2014
Valoremos
cómo reaccionan frente
a la realidad común entre los pueblos de Nuestra América y cómo la
caracterizan:
"En el mundo rural se promueve
el agronegocio y los grandes monocultivos y no se democratiza el acceso a los
medios de producción como la tierra y el agua, se amplían áreas para
la explotación petrolera y minera sin consideración de los enormes daños
ambientales y graves conflictos sociales que provoca. En el conjunto de la
sociedad se favorece un consumismo exacerbado que presiona hacia la
intensificación del extractivismo. El resultado es un país donde la pobreza
sigue siendo alta, la riqueza está concentrada en pocas manos, se agudiza la
destrucción de la naturaleza, se incrementa la concentración poblacional en
las grandes ciudades, continúa el abandono del campo y se profundiza
el desequilibrio territorial".
Ecuador: Carta Política del II Encuentro Nacional de Agroecología
21 de noviembre de 2014
Las
organizaciones campesinas e indígenas, los colectivos y personas que en
caravanas llegamos al II Encuentro Nacional de Agroecología, desde distintos
lugares del país hasta los Cantones Cayambe y Pedro Moncayo, entre el 23 y 26 de
octubre del 2014, para compartir reflexiones y propuestas que se construyeron en
cada territorio, juntamos las voces y declaramos ante la sociedad ecuatoriana lo
siguiente:
1. En el país se
profundiza el modelo extractivista y primario exportador.
El Plan Nacional de Desarrollo plantea la promoción de
nuevas industrias y sectores “con alta productividad, competitivos, sostenibles,
sustentables y diversos, con visión territorial y de inclusión económica en los
encadenamientos que genere”1. Palabras más, palabras menos, el
denominado cambio de matriz productiva se asienta sobre estructuras sociales
y productivas que han determinado un país tremendamente desigual. Se
impulsa desde una mirada única e impositiva de desarrollo, del Bien Estar, del
Buen Vivir, y no desde un esfuerzo colectivo que integre la diversidad social y
cultural del país. Las políticas públicas
que se han implementado de
redistribución del ingreso, de ampliación del acceso a los servicios públicos
como salud y educación, de construcción de infraestructura física,
se asientan
en un modelo extractivista que no es sostenible.
En el mundo rural se promueve
el agronegocio y los grandes monocultivos y no se democratiza el acceso a los
medios de producción como la tierra y el agua, se amplían áreas para
la explotación petrolera y minera sin consideración de los enormes daños
ambientales y graves conflictos sociales que provoca. En el conjunto de la
sociedad se favorece un consumismo exacerbado que presiona hacia la
intensificación del extractivismo. El resultado es un país donde la pobreza
sigue siendo alta, la riqueza está concentrada en pocas manos, se agudiza la
destrucción de la naturaleza, se incrementa la concentración poblacional en las
grandes ciudades, continúa el abandono del campo y se profundiza
el desequilibrio territorial. En territorios campesinos se incentivan formas de
producción basadas en la revolución verde con su paquete de fertilizantes
químicos, agrotóxicos, uso de las denominadas semillas mejoradas y en el
encadenamiento del campesinado al agronegocio, perdiendo así autonomía,
soberanía alimentaria y contribuyendo a la degradación ambiental a la
que conllevan los monocultivos. Con el Tratado de Libre Comercio con la Unión
Europea el gobierno ha tomado partido por la agroexportación y en debilitamiento
de las economías campesinas, que serán afectadas por nuevas normas que limitan
el acceso al mercado, permiten la apropiación de semillas y conocimientos por
parte de las empresas, y abren las puertas a la importación de alimentos en los
que hoy somos autosuficientes.
En nuestra experiencia compartida de organizaciones
campesinas es evidente que la política pública agraria no contempla a la
agricultura campesina. Cotidianamente vemos el modo en que normas como las
denominadas Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) son aplicadas por igual para
grandes empresas como para las fincas campesinas, a sabiendas que las últimas
quedarán sin opciones. Se plantea que la viabilidad de nuestras unidades
productivas campesinas está atada a la aceptación de los encadenamientos
productivos, mientras queda fuera de toda discusión real en las leyes agrarias
la transformación de la estructura de propiedad y de acceso a los recursos
productivos en el campo, y se criminaliza la lucha por la defensa de los
territorios. Si bien se ha fortalecido una institucionalidad pública debilitada
en el periodo neoliberal, su acción ha adquirido un carácter impositivo y hay
cada vez menos capacidad de diálogo. A la par se promueve una normatividad
restrictiva de derechos y sancionadora: el Código Integral Penal, el Decreto 16
y otros instrumentos que penalizan la lucha social. Estas normativas a las que
se suman el conjunto de propuestas de enmiendas a la Constitución, afianzarán el
autoritarismo y la restricción de derechos. Planteamos que el modelo de
desarrollo es excluyente, y favorece a los mismos sectores dominantes que por
décadas se han aprovechado de los recursos naturales, y explotado la fuerza de
trabajo campesina, al amparo del Estado. Eso no ha cambiado.
Los y las campesinas
afirmamos que hemos sido históricamente garantes de la soberanía alimentaria,
aportando en el 60% de la canasta básica alimentaria y conservando
la agrobiodiversidad y el agua que son recursos estratégicos. Miles de familias
con poca tierra y agua aportamos con nuestro trabajo al desarrollo productivo
del país mientras cuidamos a la Pachamama, esta es una forma de cuidarnos a
nosotros mismos. Apostamos por la diversidad, la producción de alimentos sanos
para alimentar al pueblo, la reconstrucción ecológica de nuestros territorios
dañados y enfermos por una agricultura de la revolución verde, mientras
recomponemos nuestros lazos solidarios y comunitarios, rechazando el
individualismo y la competencia inhumana que nos propone el
sistema capitalista. Los campesinos y campesinas somos actores estratégicos para
la alimentación y la economía de la sociedad ecuatoriana.
2. Nuestra
propuesta agroecológica.
La agroecología recoge un conjunto de
prácticas productivas, enseñanzas del mundo campesino y de comunidades indígenas
y del conocimiento científico y proyecta un profundo sentido de vida comunitaria
y de convivencia con la naturaleza. En la agroecología confluyen estrategias de
resistencia, de construcción de soberanía, de decisiones consensuadas en el
territorio, de sostenimiento de la cultura, de reconocimiento a nuestra herencia
como sociedades agrarias y de construcción de nuestra autonomía frente al
capital. Es un proyecto para la ruralidad pero también para toda la sociedad. Es
una opción política y económica que permite romper con el monopolio de las
transnacionales sobre los alimentos y devolver a la ciudadanía el derecho a la
alimentación sana y culturalmente adecuada. Es el instrumento para afirmar que
la comida no es una mercancía si no un derecho de todas las personas. La
agroecología nos permite enfrentar la desnutrición y malnutrición que son
problemas de salud pública. Su papel fundamental es garantizar la soberanía
alimentaria, sin dañar los ecosistemas, pues permanentemente mantiene los
procesos naturales. Nos permite producir alimentos sanos para el pueblo.
Es una propuesta que contribuye a disminuir radicalmente la emisión de gases de efecto invernadero, menos petróleo, más reciclaje, más conservación de la biodiversidad, por tanto, es una contribución directa a enfriar el planeta y posibilita a que las comunidades rurales puedan enfrentar en mejores condiciones los impactos provocados por el cambio climático. Para nosotros campesinos y campesinas la agroecología nos convoca a un permanente acercamiento con la naturaleza, a trabajar con ella y no contra ella. Desde la agroecología se valora el trabajo de la gente como el trabajo de la naturaleza. Se plantea una constante tarea de reconstrucción ecológica de nuestros territorios cada vez más devastados y degradados por malas prácticas asociadas al extractivismo. Exigimos políticas sencillas, prácticas y efectivas en torno a riego, tecnologías apropiadas, mercados locales y aprendizajes agroecológicos, que tengan un carácter integral e integrador del territorio.
3. Nuestro
primer horizonte es la reconstrucción del movimiento campesino.
La unidad es lo que nos fortalece para luchar, campesinos,
indígenas, trabajadores del campo y la ciudad, para encontrar caminos hacia la
soberanía alimentaria, ampliar la autonomía frente al modelo extractivo y
defender nuestros derechos básicos fundamentales. La nueva matriz productiva nos
afecta a todos, nos proletarizará y generará mayor despojo. Por ello, más allá
de las pertenencias culturales y regionales, el campesinado debe actuar de forma
unitaria, recuperar nuestra dignidad y orgullo de ser productores de alimentos,
e impulsar nuestra solidaridad como clase. Dejamos de
esperar que las soluciones lleguen desde el Estado y desde los gobiernos,
que como éste, ya ha tomado posición por el agronegocio. Los campesinos y
campesinas trabajamos por construir poder popular desde los territorios. Desde
allí planteamos una diferente relación con la institucionalidad pública donde
las normas y políticas respondan al fortalecimiento de la vida social y cultural
campesina. La juventud rural y las mujeres están en el centro de nuestros
procesos organizativos. Las mujeres son el corazón de la soberanía alimentaria y
las principales promotoras de la agroecología y el cuidado de la
agrobiodiversidad. Debemos luchar contra el patriarcado y la violencia para
fortalecer la organización.
Frente a las acciones por desarticular al movimiento social, por controlar los procesos y dividir a las organizaciones, los campesinos y las campesinas hablamos con voz propia, y juntos nos representamos a nosotros mismos.
4. Nuestra lucha
por democratizar el acceso a la tierra y el agua.
La tierra y el agua están concentradas en pocas manos, y no
existe ninguna política de redistribución. Por el contrario, prima el criterio
de su uso y apropiación en función del aumento de la productividad en los rubros
prioritarios de la nueva matriz productiva, caña, banano y palma entre otras,
mientras que la producción que sostiene la soberanía alimentaria, como es la
agricultura campesina agroecológica y diversa, es marginada. El régimen de uso
de la tierra privilegia los monocultivos de exportación, lo cual se
verá ahondado con la nueva Ley de Tierras, que no recoge las propuestas de las
organizaciones indígenas y campesinas, y no plantea mecanismos ciertos para
sancionar el latifundio y redistribuir la tierra. Una verdadera redistribución
debe poner la tierra prioritariamente al servicio de la producción de alimentos
para el mercado interno en manos de campesinos y debe evitar toda forma de
reconcentración de la tierra.
Es necesario que las organizaciones y las familias productoras discutamos sobre la minifundización de la tierra, debido a que esta poca tierra no permite tener una economía campesina de bienestar, propongamos desde nuestra realidad, involucrando a los jóvenes, a las mujeres, a los mayores para encontrar una respuesta que permita construir un territorio de soberanía alimentaria y buen vivir. La propiedad y formas de comunitarias de uso de la tierra deben ser protegidas y denunciamos los intentos constantes del Estado por fraccionar e individualizar nuestros territorios comunales. El riego es un privilegio al que accede prioritariamente la agroindustria. Políticas de redistribución del agua han estado y siguen ausentes, constituyendo el acceso al agua en varias regiones del país un hecho de inequidad sin nombre. Los que más utilizan y contaminan el agua, son los que menos pagan. La Ley de Aguas restringe la participación de la sociedad en la toma de decisiones, aun cuando cada vez es más evidente que solamente con mayores niveles de participación de la sociedad en la toma de decisiones sobre un patrimonio nacional de uso público, se puede garantizar el derecho humano al agua, su uso equitativo y su cuidado. En no pocos casos, los campesinos que hemos levantado nuestros sistemas de agua con mingas y esfuerzos propios, y donde se ha dado inversión pública, somos desconocidos por la Ley de Aguas que nos despoja de la competencia sobre el riego, entregándola a los GADS. La gestión del agua no es solamente cobrar tasas y entregar adjudicaciones, sino cuidar el agua en todas sus formas, los páramos y los ecosistemas para que se mantenga el ciclo vital hidrológico, y esta es nuestra exigencia tanto en la gestión pública como comunitaria del agua.
5. Los
campesinos aportamos en múltiples planos a la economía.
Los campesinos y campesinas somos sujetos fundamentales de la economía, que abordamos procesos de producción, transformación e intercambio. Para ello hemos creado estrategias que aseguren producción, cuidado del ambiente, justicia social y relaciones menos inequitativas entre el campo y la ciudad. Cada vez más la distribución de los alimentos se encuentra en manos de monopolios. Los municipios de una u otra manera han favorecido la presencia de estos monopolios y poco o nada han hecho para favorecer iniciativas de intercambio directo productor consumidor, y por el contrario impiden que se gesten mercados locales agroecológicos, salvo contadas excepciones. En el país hay varias experiencias de mercados locales agroecológicos que se han mantenido de hace varios años. Contamos con mecanismos como los sistemas participativos de garantía (SPG) basados en la confianza y el en derecho a controlar y ser controlado, por lo tanto exigimos que el Estado y la sociedad lo respete sin disminuir su autonomía. Demandamos un espacio para la comercialización e intercambio a través de las ferias agroecológicas campesinas, que reconozcan el aporte del producto agro ecológico como un producto sano para el pueblo. Exigimos el derecho a establecer circuitos de comercialización directa del productor al consumidor y a ampliar la compra pública a los productores campesinos y fundamentalmente a los grupos que producen agroecológicamente. Luchamos por un trato diferenciado a los productores agroecológicos por todos los aportes que brindamos a la sociedad. Exigimos se revea la aplicación del reglamento de buenas prácticas de manufactura porque no responden a las realidades del mundo rural y son utilizadas para favorecer a los agronegocios. Sí, nos comprometemos a trabajar sobre buenas prácticas campesinas-artesanales para cuidar la salud de los consumidores y la calidad de los productos. Las agriculturas campesinas agroecológicas cumplen un rol fundamental en la ocupación de mano de obra, incluso, población que no puede acceder a empleos ni en la agroindustria, ni en industrias, como son las personas de la tercera edad, cumplen un rol importante en la actividad productiva de las familias campesinas. Este esfuerzo debe ser compensado por el estado desde el impulso a iniciativas que combinen protección como gestación de iniciativas sociales.
6. Las semillas
tradicionales son la fuente que posibilita la agroecología.
Reconocemos que la agrobiodiversidad y las semillas son
resultado del trabajo de hombres y mujeres que a través del tiempo ha logrado
conocer, seleccionar, mejorar, adaptar, perfeccionar variedades de plantas y
razas de animales, para cada ecosistema, nicho ecológico y territorio. Por tanto
la agrobiodiversidad es sustento y cultura, base de la agroecología y soberanía
alimentaria Nuestras semillas son un patrimonio cultural y exigimos que sean
reconocidas como tal, por tanto son de libre circulación y no pueden ser
apropiadas ni patentadas. El agronegocio destruye la agrobiodiversidad,
por
ello, planteamos la defensa de la semilla criolla y ancestral, su conservación y
uso en las fincas, y la permanente transmisión de los conocimientos asociados a
nuestra juventud. No pueden las empresas, las corporaciones o los Institutos de
investigación apropiarse o comprar el saber colectivo, nadie es dueño de éste,
es patrimonio de los pueblos y así debe seguir. Las semillas que hemos entregado
al Estado y que se mantienen en el Banco de Germoplasma del INIAP, deben ser por
derecho accesibles a través de mecanismos claros y no burocráticos para su
reintroducción a los agroecosistemas. Nos oponemos radicalmente a la
introducción de semillas y organismos transgénicos.
7. El TLC-UE: el
campesinado será profundamente afectado y no debe ser ratificado.
El Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, al igual
que todos los TLCs, privilegia los intereses de la agroindustria de exportación
(en el marco de la nueva matriz productiva) y facilita la entrada de productos
de la agroindustria subsidiada del norte, frente a la cual los campesinos no
podemos competir. No hay en el TLC ninguna oportunidad de desarrollo para la
economía y la industria artesanal campesina. Por el contrario, las normas
estipuladas por este tratado, restringe los mercados campesinos, permite la
apropiación privada de la agrobiodiversidad y los conocimientos, y contribuye a
una concentración aun mayor de los recursos productivos y de mercado. Nos
oponemos a la ratificación del TLC-UE, y nos planteamos la defensa de los
mercados campesinos como condición para que se garantice la soberanía
alimentaria en el país.
8. Afirmamos la
importancia de la educación intercultural y la formación como un derecho y como
una necesidad de las organizaciones campesinas. Los procesos educativos propios
indígenas y campesinos han surgido como necesidad de la lucha, desde el
territorio, la identidad, la lengua y el proceso de descolonización.
La formación agroecológica aparece como una necesidad de
este momento político del campesinado. Debemos construir propuestas de formación
para responder de manera autónoma. No creemos en la asistencia técnica
autoritaria desde arriba, sí planteamos un diálogo de saberes, abiertos a la
recreación del conocimiento y al derecho a estar plenamente informados para la
toma de decisiones en los territorios, desde la perspectiva del Bien Estar y
Buen Vivir de la población. La agroecología nos permite revalorizar el
conocimiento campesino frente a la autoridad académica. La universidad debe
transformarse profundamente para responder a las demandas sociales y en
particular, las del campesinado. Es una de nuestras tareas plantearle a la
Universidad la agroecología como proyecto académico, científico y como
una necesidad social. En torno a la educación primaria e intercultural,
evidenciamos la manera inconsulta y prepotente de autoridades educativas que en
muchos casos han decidido el cierre de escuelas rurales. Sin consideración a
condiciones particulares de ubicación y culturales, y a nombre de las ventajas
educativas de las escuelas del milenio que no dejan de ser también en muchos
casos “infraestructura grande con débil contenido educativo”, se ha procedido
al cierre injustificado de muchos centros educativos rurales. Expresamos que
esta acción responde a un pensamiento positivista, homogeneizante y no
democrático, donde el sentido de la educación intercultural al igual que el
sentido comunitario y de proximidad al entorno ambiental, han sido vaciados.
Demandamos del Estado el derecho a mantener formas educativas diversas que
favorezcan la formación integral y la interculturalidad en las nuevas
generaciones.
9. Denunciamos la expansión del extractivismo y de la criminalización.Existe una política de Estado que persigue y criminaliza a todo aquel que se oponga a proyectos extractivos. En este marco nos solidarizamos con el compañero Javier Ramírez de Intag, preso político, que junto a su organización viene planteando alternativas al extractivismo, una de ellas la producción agroeoclógica. Esto solo demuestra que los intereses de las transnacionales prevalecen sobre las alternativas campesinas y de las comunidades indígenas. Esto demuestra que el actual régimen, no tiene intención de cambiar el modelo de acumulación primaria ni su alianza con el capital global, para un mayor enriquecimiento de pocos. Es necesario enfrentar con lucha firme, con procesos organizados que pongan como centro la soberanía alimentaria en el territorio. Exigimos el sobreseimiento de todos casos de campesinos enjuiciados por su defensa de la naturaleza y la inmediata libertad para el compañero Javier Ramírez. Reconocemos que su lucha es nuestra lucha.
10.
Fortaleciendo nuestra organización y alianzas.
Los
mecanismos institucionalizados de participación se han convertido en un
instrumento de control y de manipulación del campesinado, puesto que nuestras
propuestas han sido ignoradas o simplemente desechadas ya sea a través de las
consultas como de los mecanismos de participación ciudadana propiciados desde el
estado. Por esta razón nuestra prioridad es construir la organización social, la
unidad y el poder popular desde los territorios y en alianza con los
trabajadores, los indígenas y los consumidores organizados. La agroecología y la
soberanía alimentaria serán construidas por manos campesinas
y trabajadoras. Esta carta forma parte del conjunto de resoluciones dadas en el
II Encuentro Nacional de Agroecología.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Ecuador_Carta_Politica_del_II_Encuentro_Nacional_de_Agroecologia
Objetivo 10. Plan Nacional del Buen
Vivir 2013-2017
Indaguemos
cómo la organización y
unión contra la privatización-mercantilización de los bienes comunes y
contra la criminalización que pretende bloquearla, precisa interpelar a los
diversos de abajo para involucrarlos en la recuperación de la soberanía
alimentaria que es comenzar por enderezar la política económica hacia la
satisfacción de necesidades e intereses populares y el respeto tanto a los
derechos de la Madre Tierra como a la salud poblacional e individual.
Comemos
veneno: El cáncer, la infertilidad y la diabetes son por la comida
El precio de los alimentos se
disparará
17 de diciembre de 2014
17 de diciembre de 2014
Por Marie-Monique Robin (Anncol)
“El aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes
y el cáncer está directamente relacionado con los alimentos que comemos. Las
hormonas sintéticas presentes en los fertilizantes y pesticidas que entran en
contacto con la comida son muy peligrosas para la salud y no suelen detectarse
en los análisis toxicológicos, por lo que se invalida el principio de que la
‘dosis hace el veneno’”.
Con esta advertencia a modo de carta de presentación, la galardonada
documentalista y periodista Marie-Monique Robin nos introduce en el mundo de la
agroindustria, su campo de investigación desde hace más de una década, y sobre
el que versa su último ensayo: Las cosechas del futuro.
Cómo la agroecología
puede alimentar al mundo (Península).
Una obra fruto del análisis comparativo de diversos sistemas de producción
alimentaria que, en sintonía con otras anteriores como Nuestro veneno cotidiano
y El mundo según Monsanto, cuestiona el mito de que la bajada del precio de los
alimentos o de que el fin del hambre en el mundo sólo son posibles mediante la
producción industrial de alimentos. La principal novedad que aporta la autora
gala con este último libro es que existe una alternativa demostrable, “más
sobresaliente de lo que creía antes de iniciar la investigación”, y que se llama
agroecología.
La transición de la agroindustria a la agroecología todavía es posible, explica Robin, pero aun existiendo la voluntad política necesaria para propiciar los cambios legislativos que la permitan, “llevará muchos años descontaminar las tierras y las aguas subterráneas hasta poder producir alimentos sanos”. Es por ello que urge, en primer lugar, limitar el uso de pesticidas y transgénicos. “España es el país más permisivo de la UE con el cultivo de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) y la comercialización de otras sustancias tóxicas, como el bisfenol A que en otros lugares como Francia está prohibido”.
Una permisividad, alerta la autora gala, con unas consecuencias más que
visibles: “Las parejas españolas son las que más problemas tienen de
infertilidad en toda Europa, al afectar a una de cada cuatro”. Al mismo tiempo,
los cánceres de cerebro y la leucemia están creciendo a un ritmo anual del uno
al tres por ciento entre los niños, según los datos de la Organización Mundial
de la Salud (OMS), que ponen también de relieve el auge del origen fetal de las
enfermedades en la edad adulta (presuntamente por el tipo de alimentación de la
gestante). “La propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ya se
está dando cuenta de estas consecuencias y reconociendo las deficiencias del
principio toxicológico de que 'la dosis hace el veneno’ debido a las
indetectables hormonas sintéticas, como demuestra la mayoría de literatura
científica sobre esta cuestión”, apunta Robin.
El
cenit del petróleo lo será también de la comida barata
Tradicionalmente se ha relacionado el bajo coste de los alimentos con los
monocultivos, el uso de pesticidas y fertilizantes para reducir las plagas, así
como otras técnicas modernas de producción a gran escala. Sin embargo, Robin
afirma que
“los precios de los alimentos que compramos en el supermercado son
completamente falsos porque no incluyen los costes directos ni los indirectos”.
Los gastos derivados del tratamiento de las aguas contaminadas, del pago de las tasas por los gases de efecto invernadero, de las subvenciones (para el gasóleo, para exportar o directamente de la Política Agraria Común de la UE), así como de los sistemas públicos de salud, por el aumento de enfermos crónicos, son algunos de los costes asociados a la agroindustria que no se incluyen el precio de origen. “Si sumamos todos estos costes a los productos en origen, su precio subiría y serían más caros que los ecológicos”. Además, añade Robin, más de la mitad del precio está engordado por los intermediarios y finalistas.
Una realidad de la que no estamos muy lejos, según la autora gala, para quien
antes o después tendrá que dispararse el precio de la comida, ya sea por el fin
de las subvenciones (como se prevé con la PAC), por la creciente especulación
bursátil con las materias primas en los mercados de futuro, o por el no menos
inminente encarecimiento de los combustibles fósiles como el petróleo y el gas,
debido a su cenit.
Los productos químicos utilizados en la agroindustria se elaboran a partir de
petróleo y gas, por lo que un aumento en el precio de estos recursos, junto a la
escasez de agua, pondría a la agroindustria en la encrucijada.
“Esta es la gran debilidad de las industrias alimentarias. Se sustentan sobre un modelo que
depende de los combustibles fósiles, y está claro que el precio de éstos será
cada vez mayor, por lo que el de los alimentos será parejo. No tiene sentido que
la alimentación en el mundo dependa de la producción de petróleo en una región
tan convulsa como es Oriente Medio”, lamenta Robin.
Alimentos saludables en un mundo sostenible
Las perniciosas consecuencias para la salud y el medio ambiente de la agricultura industrial, así como la crónica de una muerte anunciada que Robin comenzó a describir antes incluso de que se produjesen las primeras crisis alimentarias en Latinoamérica (relacionadas con los biocarburantes) han llevado a la francesa a recorrer el mundo en busca de alternativas ecológicas. Después de estudiar diferentes técnicas agroecológicas pudo comprobar que su rendimiento puede ser mayor que con técnicas propias de la agroindustria.
“Muchas veces, cuando hablamos de agroecología pensamos que se trata de volver a
las técnicas empleadas por nuestros abuelos. No es así, se trata de prácticas
mucho más complejas que dependerán de la zona geográfica donde se desarrollen,
del tipo de cultivo o del tipo de tierra”, explica la autora. Sin embargo, Robin
sí pudo comprobar que todos ellos coincidían en
un principio básico: la
complementariedad. “Se trata de un principio común mediante el que se busca
complementar la biodiversidad del medio, mediante rotación de cultivos o
interfiriendo en los ciclos biológicos de los insectos, para prevenir plagas y
aumentar la producción”.
La
demanda de productos ecológicos por parte de los consumidores ha aumentado
proporcionalmente al deterioro de la cadena alimentaria, “pero la oferta todavía
no llega para abastecerlos a todos”, apunta Robin. Para hacerla extensiva a todo
el mundo no llega con la concienciación del consumidor, que al fin y al cabo es
el que más poder detenta con sus decisiones de compra, sino que se necesitan
medidas políticas concretas.
Entre las propuestas más urgentes para facilitar el cambio, la periodista cita
“la prohibición de la especulación con alimentos, el fomento de la soberanía
alimentaria mediante una férrea protección de los mercados y agricultores
locales, y el acortamiento de las cadenas de distribución buscando conexiones
directas entre consumidores y productores”. Sólo mediante la eliminación de los
intermediarios y finalistas, explica la francesa, el precio de los alimentos
orgánicos se reduciría hasta en un 90%.
Las bases para posibilitar un cambio de modelo están puestas “desde hace muchos años”, pero de no iniciarse una pronta transición, advierte Robin, “no podremos anticiparnos a las crisis alimentarias que resurgirán en cualquier momento”.
* Marie-Monique Robin, autora de 'Las cosechas del futuro' (Península).
Tengamos presente a la
Declaración de Nyéléni
(Selingué, Mali 2007)
que define «la soberanía alimentaria» como
"el derecho
de los pueblos a alimentos
nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma
sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario
y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen
alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima
de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses
de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para
resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen
alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas,
pastoriles y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores
y productoras locales.
La soberanía
alimentaria da prioridad a las economías locales y
a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a
la agricultura familiar, la pesca artisanal y el pastoreo tradicional, y
coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base
de la sostenibilidad medioambiental, social y económica.
La soberanía
alimentaria promueve el comercio
transparente, que garantiza
ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para
controlar su propia alimentación y nutrición. Garantiza que los derechos de
acceso y a la gestión de nuestra tierra, de nuestros territorios, nuestras
aguas, nuestras semillas, nuestro ganado y la biodiversidad, estén en manos
de aquellos que producimos los alimentos.
La soberanía alimentaría supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones". Fuente: http://www.soberaniaalimentaria.tv
La soberanía alimentaría supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones". Fuente: http://www.soberaniaalimentaria.tv
De
modo que nos interpela, a los diversos de
abajo del país-mundo, a enfrentar al "mercado alimentario global, que genera disfunciones como que
cerca de 1.000 millones de personas pasen hambre cuando se producen
alimentos para 12.000 millones".
Entrevista a
Esther Vivas, activista y autora del libro "El negocio de la comida"
“Hemos pasado de la burbuja
inmobiliaria a la alimentaria”
21 de diciembre de 2014
21 de diciembre de 2014
Por Brais Benítez (La Marea)
Esther Vivas (Sabadell, 1975), hace años que analiza los entresijos
de la industria alimentaria. Licenciada en Periodismo y máster en Sociología,
acaba de publicar El
negocio de la comida (Icaria,
2014), un exhaustivo ensayo en el que se adentra en el funcionamiento del
mercado alimentario global, que genera disfunciones como que cerca de 1.000
millones de personas pasen hambre cuando se producen alimentos para 12.000
millones.
¿Por qué los alimentos recorren miles de kilómetros hasta llegar a nuestra mesa?
¿qué consecuencias tiene esto? ¿Estamos dejando de lado la dieta mediterránea
para apuntarnos a la comida basura? ¿Existen puertas giratorias en el ámbito de
la alimentación? “Destapar lo que no les interesa que veamos”, se marca como
objetivo Vivas, “darnos instrumentos para que podamos juzgar por nosotros
mismos, sacar conclusiones y pasar a la acción”.
¿Cómo se explica que en un mundo en el que se producen alimentos de sobra, una
de cada ocho personas pase hambre?
El
hambre en un mundo de la abundancia es el mejor ejemplo de cómo hoy la
alimentación y la agricultura se han convertido en un negocio. Lo que cuenta en
el modelo alimentario actual es hacer dinero. A pesar de que se producen más
alimentos que nunca en la historia, para 12.000 millones de personas según datos
de Naciones Unidas, 1 de cada 8 pasa hambre. Se ha producido una
mercantilización de los alimentos, y si no tienes dinero, no comes.
Las causas del hambre son políticas, afirmas en el libro…
Hay un discurso oficial que nos dice que es necesario producir más comida para
dar respuesta al hambre, es falso. No hay un problema de falta de alimento sino
de acceso al alimento. Un problema de democracia. Se asocia el hambre a una
serie de catástrofes que pasan en determinados países por guerras o causas
meteorológicas, que pueden influir, pero hay unas causas políticas que tienen
que ver con el expolio de los recursos naturales que se ha producido en los
países del sur a lo largo de décadas. También vemos que el hambre hoy también
golpea en nuestro país, donde los supermercados tiran cada día toneladas de
comida. Alimentos hay.
¿Qué papel juega en la dificultad de acceso a los alimentos la especulación
alimentaria?
A
menudo pensamos que la crisis económica que nos afecta tiene poco que ver con la
crisis alimentaria a escala global, y están íntimamente unidas. Los mismos que
en su momento especularon con las hipotecas subprime y
generaron la burbuja inmobiliaria, una vez
ésta estalló en el 2008, buscaron
nuevas fuentes de negocio. ¿Y qué hay más seguro que la comida para especular?
Muchos fondos de inversión, compañías de seguros y bancos comenzaron a invertir
en los mercados de futuro comprando y vendiendo grano, no en función de la
oferta y la demanda real, sino para ganar dinero con la especulación. Esto
condujo a un aumento de precios de cereales básicos, arroz, maíz, que llegaron a
doblar el precio, haciéndolos inaccesibles para muchas familias en países del
sur. Se puede decir que hemos pasado de la burbuja inmobiliaria a la burbuja alimentaria.
En
enero de este año, la Unión Europea anunció una reforma de la Directiva de
Mercados de Instrumentos Financieros para poner límites a la especulación con
alimentos; el Parlament de Catalunya aprobó una resolución para prohibirla, ¿han
funcionado estas medidas?
A
nivel gubernamental se hacen declaraciones de buenas intenciones que no
significan un cambio real de las políticas. La especulación alimentaria continúa
siendo una realidad. El Banco Sabadell sigue ofertando un producto financiero
llamado BS Commodities, la rentabilidad del cual viene determinada por la
especulación que se produzca con los alimentos. Son prácticas que se siguen
produciendo.
Aquellos que
dictan las políticas actuales, ya sea en agricultura, en economía o en sanidad,
tienen vínculos estrechos con las empresas del sector correspondiente.
Sí, es algo que también analiza: no sólo vemos puertas giratorias con empresas
eléctricas o sanitarias, también en la alimentación.
Sí, de hecho las políticas agroalimentarias actuales se explican porque aquellos
que las dictan tienen vínculos estrechos con las empresas del sector. El Estado
español es la puerta de entrada de los transgénicos a Europa, en Cataluña y
Aragón se cultiva el 80% de los transgénicos del continente, concretamente el
maíz mon810 de Monsanto. Esto se debe a que tanto PP como PSOE tienen vínculos
estrechos con la industria biotecnológica y pro-transgénica. La ministra de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel
García Tejerina, viene de estar ocho años como directiva en la empresa de
fertilizantes y productos químicos Fertiberia. Y quien fue ministra de Ciencia e
Innovación en la segunda legislatura de Zapatero, Cristina Garmendia, antes de
ocupar ese cargo era la presidenta de Asebio, que es el principal lobby
pro-transgénico en el Estado español. Esto nos explica por qué el Estado español
ha sido líder en el cultivo de transgénicos en Europa, cultivando transgénicos
que están prohibidos en la mayoría de estados europeos.
Con este panorama, ¿qué puede suceder con el TTIP?
Significa flexibilizar la legislación europea, mucho más rígida en aspectos
alimentarios que la estadounidense, en beneficio de grandes empresas, muchas de
ellas norteamericanas. En lo que se refiere a los transgénicos, hay presiones
importantes por parte de empresas como Monsanto y otras biotecnológicas para
aumentar la variedad de transgénicos cultivables. En la medida en que se
permitan cultivar más tipos de transgénicos, está claro que el Gobierno hará una
apuesta decidida para dar apoyo a estas medidas, porque si ya lo hace ahora…
Además, permitirá la entrada de productos de vaca o cerdo hormonados que hoy
están prohibidos. Significará un retroceso muy importante.
¿Cuál es el peligro de la concentración de poder en el mercado alimentario en
pocas manos, un aspecto que también detallas en el libro?
En
la medida en que el mercado está dominado por unas pocas empresas que anteponen
sus intereses económicos, la función que deberían tener los alimentos, que es
precisamente alimentarnos, queda en un segundo plano. También comporta la
homogeneización de la alimentación y la pérdida de biodiversidad, en el sentido
que las empresas tienden a fomentar unos determinados cultivos en detrimento de
otros. Un claro ejemplo es el de la soja, hasta hace unas décadas un cultivo
anecdótico y hoy predominante. Se ha perdido mucha variedad de alimentos porque
se priman aquellos que se consideran más rentables para el mercado. Variedades
que pueden viajar miles de kilómetros sin estropearse, que tengan un tamaño
adecuado, un color atractivo…
Ahora que llegan las fiestas, ¿cuántos kilómetros puede acumular la comida
servida en una cena de Nochebuena en una casa cualquiera?
Según un informe de Amigos de la Tierra, la media de la distancia que viaja un
alimento de la tierra al plato es de 5.000 kilómetros. Para Navidad, alimentos
que hoy se han convertido en habituales en nuestra mesa como la piña o los
langostinos, tienen muchos kilómetros a sus espaldas. Se han incorporado muchos
productos en nuestras comidas navideñas que poco tienen que ver con la realidad
autóctona. Con eso no quiero decir que no sea bueno incorporar otras culturas
gastronómicas, el problema es que se ha generalizado este consumo porque a la
industria le ha interesado, y detrás del cultivo de langostinos en Ecuador o de
la piña en Costa Rica lo que hay es
explotación medioambiental y laboral.
Eso sucede también en nuestra dieta cotidiana…
Sí, y usamos productos de la otra punta del mundo que también se elaboran aquí.
Nos preocupamos de que no podremos vender las manzanas de Lérida en Rusia por el
veto,¡ pero es que estamos importando manzanas de China! No tiene ningún
sentido.
¿Prohibir la importación de alimentos que ya se produzcan aquí sería una buena
medida?
Creo que hay que tomar medidas en positivo, comenzando por primar la producción
local, payesa, ecológica, justa y de calidad. No es lógico que en los
supermercados encontremos naranjas que vienen de Sudáfrica, manzanas de la
China, uvas de Chile, tomate de Marruecos u Holanda, cuando ese producto lo
tenemos aquí.
¿Qué responsabilidad tiene el consumidor? Al final es el que compra un producto
u otro…
La
actitud del consumidor es clave, porque puede haber sectores agrícolas que opten
por la agricultura ecológica, pero si nadie la compra poco futuro tendrá.
Considero positivo que cada vez hay más interés por este tipo de agricultura y
alimentación, cada vez nos preguntamos más qué hay detrás de aquello que comemos
y qué impacto tiene en nuestra salud. A partir de esta inquietud nos
replanteamos nuestros hábitos alimenticios. El reto es que esta actitud
individual vaya más allá de comer bien, no sólo ir a buscar la etiqueta
ecológica, sino saber qué historia hay detrás de este producto, y que tenga un
valor social añadido.
Mucha gente diría, y más en un momento de crisis como el actual, “mira, todo
esto está muy bien pero me sale más a cuenta ir a una gran superficie, donde hay
descuentos, a hacer la compra de la semana…”
Con el tema del precio hay varias cosas. Por un lado, vamos al supermercado y
pensamos que ahorramos dinero. Pero en realidad en el supermercado todo está
pensado para que gastes cuanto más mejor. Se calcula que entre un 20% y un 55%
de nuestra compra en el súper es fruto de estímulos externos y una compra
impulsiva. Cuando uno entra a formar parte de una cooperativa de consumo, en
cambio, tiende a gastar menos porque compra lo que necesita. El alimento
ecológico no tiene por qué ser más caro. Si lo vas a buscar a un supermercado
especializado o una tienda gourmet quizás te saldrá más caro, pero si compras
productos ecológicos de temporada, haces una dieta sin tanto consumo de carne,
seguramente ahorrarás. Y además, a menudo nos hace daño en el bolsillo gastar
dinero en comida, pero no miramos tanto si nos compramos determinado gadget
tecnológico…
Incluye una cita de un autor norteamericano, Michael Pollan, que dice que “para
comer bien hay que comer comida”. ¿Tan difícil es encontrar comida, entonces?
Si
en un supermercado descartas todos los productos que hayan sido procesados con
un alto número de aditivos, de potenciadores del sabor, de azúcares añadidos, no
queda prácticamente nada. Así que encontrar comida comida puede ser mucho más
difícil de lo que pudiera parecer..
Eso tiene relación con una afirmación que haces en el ensayo, “la obesidad y el
hambre son dos caras de la misma moneda”.
Son resultado de un modelo agroalimentario enfermo que no funciona. En los
países donde que adoptamos una dieta occidental, con productos altamente
procesados, con grasas saturadas, etc. emergen nuevas enfermedades como
problemas cardiovasculares, diabetes, sobrepeso e incluso cáncer. Los sectores
más afectados son aquellos con más problemas económicos, y de hecho vemos que en
el Estado español, las comunidades autónomas que padecen más la crisis, como
Canarias, Andalucía o Extremadura, son las que sufren más problemas de obesidad
y sobrepeso. Entre los menores la obesidad es una epidemia creciente, entre un
15% y un 20% de los niños y niñas menores de 10 años sufren obesidad, y eso es
fruto de nuestra alimentación.
Para eso están los productos para cuidar la línea, ¿no?
La
misma industria que te vende esos alimentos basura es la que después te vende
alimentos funcionales, que dicen que solucionarán el colesterol, el sobrepeso,
la pérdida de calcio, etc. Se cambia el vestido, se viste de asesor nutricional,
y te vende productos milagro que te dicen que solucionarán los problemas que
ella misma te ha generado. Pero de lo único que se trata es de seguir haciendo
negocio con tu alimentación y con tu salud.
Fuente
original: http://www.lamarea.com/2014/12/18/esther-vivas-hemos-pasado-de-la-burbuja-inmobiliaria-la-burbuja-alimentaria/
Introduzcámonos en lo que comunica Adital:
"El
movimiento campesino internacional Vía Campesina hace un llamado a las
organizaciones de todo el mundo, al pueblo organizado, aliados y
consumidores conscientes a la Jornada de Acción Global por la Soberanía
Alimentaria de los Pueblos en contra de las Transnacionales.
La
entidad realiza una jornada de solidaridad, resistencia y movilización cada
año con el fin de dar a conocer a la sociedad civil el riesgo al que se
enfrenta hoy la Soberanía Alimentaria de los Pueblos. Para el movimiento
campesino, es importante e imprescindible fortalecer la alianza con la clase
trabajadora del campo y de ciudad, pues el derecho humano a la alimentación
no solo debe cuidar del acceso, sino que debe garantizar una alimentación
saludable, sana y culturalmente apropiada para los pueblos.
Hoy
las empresas transnacionales del agronegocio mediante una triple alianza
entre estados, bancos y medios de comunicación publicitan ampliamente el
modelo de la agricultura extensiva argumentando que es altamente productiva
y que puede acabar con la crisis alimentaria. Pero la realidad, según la Vía
Campesina, muestra que en este momento más de 1 mil millones de personas en
el mundo sufren hambre y desnutrición "mientras que las corporaciones
transnacionales siguen especulando con la alimentación pues su único
objetivo es lucrar”.
"El agronegocio expulsa millones de campesinas y campesinos de sus
territorios, generando un campo sin agricultores y concentrando los bienes
naturales como el agua, la tierra y destruyendo la biodiversidad”.
La
entidad apunta empresas como Monsanto, Cargill, Bunge, Dupont, AMD, entre
otras, que monopolizan y acaparan el comercio de granos y semillas,
criminalizando la práctica ancestral de conservar, cuidar e intercambiar
semillas. El agronegocio incentiva al uso indiscriminado de agrotóxicos,
degradando los suelos, atentando contra la vida de las y los campesinos, y
de los consumidores de las ciudades.
Vía Campesina, además en esta Jornada de Acción Global del próximo 16 de octubre, ratifica la urgencia de la Reforma Agraria Integral como un mecanismo para conquistar la Soberanía Alimentaria y afirma la producción agroecológica como práctica alternativa y coherente con el proyecto campesino, que también mitiga los efectos del cambio climático y enfría el planeta. Fuente:http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=82912
Enfoquemos la
importancia de debatir porqué, para qué y cómo concretar la reforma agraria
integral partiendo del programa del MST de Brasil.
ALAI, América Latina en Movimiento
Brasil
Programa Agrario del MST: ¡Luchar! ¡Construir reforma agraria popular!
29 de enero
de 2014
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra
(MST)
Sumario
Presentación
I. El proceso de desarrollo del capitalismo en el campo
1. Contexto histórico
2. Los cambios estructurales en la propiedad de la tierra, la
producción, el trabajo y la renta
3. Las clases sociales
4 Las contradicciones del modelo de producción del capital versus
los intereses de la sociedad
II. La naturaleza de la lucha por la Reforma Agraria: contexto
histórico y desafíos actuales
III. Fundamentos de nuestro programa de Reforma Agraria Popular
IV. Propuesta de un programa Reforma Agraria Popular
V. Nuestro lema: ¡Luchar, Construir Reforma Agraria Popular!
Presentación (...)
44. Así, nuestra lucha y nuestro Programa de Reforma Agraria
Popular busca contribuir activamente con los cambios estructurales necesarios y,
al mismo tiempo, es dialecticamente dependiente de estas transformaciones. Un
nuevo proyecto de país que necesita ser construido con todas las fuerzas
populares, orientado a atender los intereses y necesidades del pueblo
brasileño. Buscamos así, con la lucha por la reforma agraria popular, acumular
fuerzas, obtener conquistas para los campesinos y derrotas para las oligarquías
rurales, organizar y politizar nuestra base social, ampliar y consolidar el
apoyo de la sociedad a nuestra lucha. Es de esta forma que vamos a construir
nuestra participación en las luchas de toda la clase trabajadora para construir
un proceso revolucionario, que organice la sociedad y un nuevo modo de
producción, bajo los ideales del socialismo.
45. Nuestro proyecto se insiere en la lucha de la clase trabajadora
por la construcción de relaciones sociales de producción que eliminen la
explotación, la concentración de la propiedad privada, la injusticia y las
desigualdades. Nuestro horizonte es, pues, el de la superación del modo de
producción capitalista. Los objetivos de creación del MST continúan valiendo y
son cimientos de la reforma agraria Popular. El concepto “popular” busca
identificar la ruptura con la idea de una reforma agraria clásica realizada en
los limites del desarrollo capitalista e indica el desafío de nuevos niveles de
fuerzas productivas y de relaciones sociales de producción, necesarias para
otro padrón de uso y de pose de la tierra. Se trata de una lucha y de una
construcción que están siendo llevadas a cabo desde ya, como resistencia al
avance del modelo de agricultura capitalista y como forma de reinserir la
reforma agraria en la agenda de lucha de los trabajadores.
46. La reforma agraria integra relaciones amplias entre el ser
humano y la naturaleza, que envuelve diferentes procesos que representan la
re-apropiación social de la naturaleza, como negación de la apropiación privada
de la naturaleza realizada por los capitalistas. Implica un nuevo modelo de
producción y desarrollo tecnológico que se fundamente en una relación de co-producción
entre el hombre y la naturaleza, en la diversificación productiva capaz de
robustecer y promover la biodiversidad y en una nueva comprensión política de
convivencia y aprovechamiento social de la naturaleza.
47. Los campesinos, trabajadores del campo y pueblos tradicionales
(indígenas, extractivistas, quilombolas) han sido protagonistas de prácticas de
un modo de hacer agricultura que representa un contrapunto a la agricultura
capitalista y se constituye en la resistencia y en las luchas de enfrentamiento
directo al capital. Por lo tanto, puede protagonizar un nuevo modelo
de producción agrícola bajo el control de los trabajadores y dirigido a
proporcionar necesidades y derechos de todo un pueblo.
48.
La construcción de la Reforma Agraria Popular solo puede ser conquistada por un
amplio abanico de fuerzas populares representadas por el conjunto de los
trabajadores del campo y de la ciudad. También asume una perspectiva
necesariamente internacionalista porque la lucha de los trabajadores contra el
orden del capital es internacional en la actual fase de hegemonía del capital
financiero y de las empresas transnacionales que actúan en todo el mundo.
El modelo de
agricultura popular y campesina ha sido también l a construcción a partir de las
experiencias de los trabajadores de muchos países, culturas, organizaciones y
luchas. 49. Esta nueva naturaleza de lucha por la reforma agraria, coloca nuevos
desafíos, como: a) la reforma agraria popular debe resolver los problemas
concretos de toda población que vive en el campo; b) la reforma agraria tiene
como base la democratización de la tierra, pero busca producir alimentos
saludables para toda la población; objetivo que el modelo del capital no
consigue alcanzar; c) El cúmulo de fuerzas para este tipo de reforma agraria
depende ahora de una alianza consolidada de los campesinos con todos los
trabajadores urbanos. Los sin tierra solos no conseguirán la reforma agraria
popular. d) Ella representa un cúmulo de fuerzas para los campesinos y toda
clase trabajadora en la construcción de una nueva sociedad.
III.
Fundamentos de nuestro programa de Reforma Agraria popular.
Nuestro programa agrario busca cambios estructurales en la forma de
usar los bienes de la naturaleza, que pertenecen a toda la sociedad, en la
organización de la producción y en las relaciones sociales en el campo. Queremos
contribuir de manera permanente en la construcción de una sociedad justa,
igualitaria y fraterna. Para ello, proponemos los siguientes objetivos:
1.
Tierra
La tierra y todos los bienes de la naturaleza, en nuestro territorio nacional, deben estar bajo control social y destinados al beneficio de todo el pueblo brasileño y de las generaciones futuras. Por eso, debemos luchar para: a) Democratizar el acceso a la tierra, a las aguas, a la biodiversidad (bosques, fauna y flora), recursos mineros y fuentes de energía. b) Impedir la concentración de la propiedad privada. c) Establecer el tamaño máximo de propiedad de la tierra. d) Eliminar el latifundio. e) Garantizar la función social del uso, posesión y propiedad de la tierra. f) Asegurar la devolución para el pueblo de todas las tierras, territorios, recursos minerales y biodiversidad de los que se han apropiado empresas extranjeras. g) Demarcar y respetar todas las áreas de los pueblos indígenas y de las comunidades quilombolas, ribeirinhas, extractivistas, de pescadores artesanales y tradicionales.
La tierra y todos los bienes de la naturaleza, en nuestro territorio nacional, deben estar bajo control social y destinados al beneficio de todo el pueblo brasileño y de las generaciones futuras. Por eso, debemos luchar para: a) Democratizar el acceso a la tierra, a las aguas, a la biodiversidad (bosques, fauna y flora), recursos mineros y fuentes de energía. b) Impedir la concentración de la propiedad privada. c) Establecer el tamaño máximo de propiedad de la tierra. d) Eliminar el latifundio. e) Garantizar la función social del uso, posesión y propiedad de la tierra. f) Asegurar la devolución para el pueblo de todas las tierras, territorios, recursos minerales y biodiversidad de los que se han apropiado empresas extranjeras. g) Demarcar y respetar todas las áreas de los pueblos indígenas y de las comunidades quilombolas, ribeirinhas, extractivistas, de pescadores artesanales y tradicionales.
2. Bienes de la naturaleza
El agua y los bosques autóctonos son bienes de la naturaleza que deben ser tratados como un derecho de todos los trabajadores.
El agua y los bosques autóctonos son bienes de la naturaleza que deben ser tratados como un derecho de todos los trabajadores.
No pueden tratarse como mercancías ni ser objeto de apropiación
privada. a) Asegurar y preservar las aguas y bosques como un bien
público, accesible a todos/as. b) Combatir la tala ilegal y el comercio
clandestino de las madereras. c) Reforestar las áreas degradadas con gran
diversidad de árboles autóctonos y frutales, asegurando la conservación
ambiental.
3. Semillas
Las semillas son un patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, y no puede existir sobre ellas la propiedad privada ni ningún tipo de control económico: a) Conservar, multiplicar y socializar las semillas criollas, sean tradicionales o mejoradas, de acuerdo con la biodiversidad de nuestros biomas regionales, para que todo el campesinado pueda usarlas. b) Defender la soberanía nacional sobre producción y multiplicación de todas las semillas y plantones.
Las semillas son un patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, y no puede existir sobre ellas la propiedad privada ni ningún tipo de control económico: a) Conservar, multiplicar y socializar las semillas criollas, sean tradicionales o mejoradas, de acuerdo con la biodiversidad de nuestros biomas regionales, para que todo el campesinado pueda usarlas. b) Defender la soberanía nacional sobre producción y multiplicación de todas las semillas y plantones.
4. Producción
Toda producción será desarrollada con el control de los trabajadores sobre el resultado de su trabajo. Las relaciones sociales de producción deben abolir la explotación, la opresión y la alienación. a) Asegurar que la prioridad sea la producción de alimentos saludables, en condiciones ambientalmente sostenibles, para todo el pueblo brasileño y para las necesidades de otros pueblos. b) Considerar que los alimentos son un derecho humano, de toda la ciudadanía y no pueden estar sometidos a la lógica del lucro. c) Utilizar técnicas agroecológicas, aboliendo el uso de agrotóxicos y semillas transgénicas. d) Usar máquinas agrícolas apropiadas y adaptadas a cada contexto socioambiental, velando por el aumento de la productividad de las tierras agrícolas, del trabajo y de la renta, en equilibrio con la naturaleza. e) Promover las diversas formas de cooperación agrícola, para desarrollar las fuerzas productivas y las relaciones sociales. f) Instalar agroindustrias en el campo bajo control de los agricultores y demás trabajadores, generando múltiples alternativas de trabajo y renta, en especial para la juventud y las mujeres.
Toda producción será desarrollada con el control de los trabajadores sobre el resultado de su trabajo. Las relaciones sociales de producción deben abolir la explotación, la opresión y la alienación. a) Asegurar que la prioridad sea la producción de alimentos saludables, en condiciones ambientalmente sostenibles, para todo el pueblo brasileño y para las necesidades de otros pueblos. b) Considerar que los alimentos son un derecho humano, de toda la ciudadanía y no pueden estar sometidos a la lógica del lucro. c) Utilizar técnicas agroecológicas, aboliendo el uso de agrotóxicos y semillas transgénicas. d) Usar máquinas agrícolas apropiadas y adaptadas a cada contexto socioambiental, velando por el aumento de la productividad de las tierras agrícolas, del trabajo y de la renta, en equilibrio con la naturaleza. e) Promover las diversas formas de cooperación agrícola, para desarrollar las fuerzas productivas y las relaciones sociales. f) Instalar agroindustrias en el campo bajo control de los agricultores y demás trabajadores, generando múltiples alternativas de trabajo y renta, en especial para la juventud y las mujeres.
5. Energía
a) Debemos construir la manera en que se desarrolle la soberanía popular sobre la energía en cada comunidad y en todos los municipios brasileños. b) Desarrollar de manera cooperativizada la producción de energía a nivel local, con diferentes fuentes de recursos renovables para atender las necesidades del pueblo brasileño.
a) Debemos construir la manera en que se desarrolle la soberanía popular sobre la energía en cada comunidad y en todos los municipios brasileños. b) Desarrollar de manera cooperativizada la producción de energía a nivel local, con diferentes fuentes de recursos renovables para atender las necesidades del pueblo brasileño.
6. Educación y cultura
El conocimiento debe ser un proceso de
concienciación, liberación y de permanente elevación cultural de todos y
todas las que viven en el campo. a) Garantizar a la población que vive en el
campo, el acceso a los bienes culturales y el derecho a la educación pública,
gratuita y de calidad, a todos los niveles. b) Incentivar, promover y difundir
la identidad cultural y social de la población campesina. c) Asegurar el acceso,
la producción y el control de los más diferentes medios de comunicación social
en el campo. d) Desarrollar la formación técnico-científica y política, de
forma permanente, para todos los que viven en el campo. e) Combatir,
permanentemente, todas las formas de prejuicio social para que no se produzca
discriminación por género, edad, etnia, religión, orientación sexual, etc.
7. Derechos Sociales
a) Los trabajadores/as rurales bajo régimen de
asalariados deben contar con todos los derechos sociales, seguridad social y
derechos laborales garantizados y equivalentes a los de los
trabajadores urbanos; y las relaciones de trabajo deben ser construidas sobre la
base de la cooperación, gestión social y de combate a la alienación. b) Asegurar
que la remuneración sea proporcional a la renta y riqueza generada. c)
Garantizar condiciones dignas y jornadas adecuadas de trabajo. d) Combatir de
forma permanente e intransigente el trabajo aná- logo a la esclavitud,
expropiando a todas las haciendas y empresas que hacen uso de dicha práctica. e)
Combatir todas las formas de violencia contra las mujeres y niños/as,
penalizando de manera ejemplar a los que la ejerzan.
8. Condiciones de vida para todos y todas
El campo debe constituirse en un lugar de buen vivir. Donde las
personas tengan derechos, oportunidades y condiciones de vida dignas.
CRI - Cartilha Programa agrário del MST 29/12/2013
CRI - Cartilha Programa agrário del MST 29/12/2013
Fuente: http://alainet.org/active/70899