Es desfechitizarlo mirando a propiciar
la unión de las diversas luchas para la soberanía popular.
Implica un programa surgido de haber
encontrado, entre todas,
principios guías para ir creando
los buenos vivires-convivires.
I. Nos desafía, abajo y a la izquierda, a que multipliquemos espacios de
deliberación sobre la propuesta siguiente:
“Nosotros, campesinos y campesinas, pueblos originarios, representamos la única esperanza que tiene la humanidad para que pueda existir en el futuro servicios ecosistémicos saludables y comida en la mesa. Tenemos una propuesta de calidad de vida, de autonomía genética y energética, de control saludable del territorio, entre otros" proyectos.
Veamos cómo plantean emanciparnos del sometimiento al poder
real o al capitalismo agroalimentario.
La
ofensiva del capital contra los territorios en todo el mundo
15 de abril de 2016
Por Cristiane Passos
En el primer día de la Conferencia Internacional de la Reforma Agraria, que
sigue hasta el 17 de abril en el municipio de Marabá, en Pará – Brasil, los 170
participantes discutieron sobre la realidad agraria en el mundo. Themba,
representante del Movimiento de los Sin Tierras de África, destacó que el
proyecto del capital es controlar todo, no solamente la producción. “No quieren
controlar solamente los alimentos, quieren
controlar tu mente, quieren controlar todo. 1% de la población del mundo quiere
controlar todos los recursos naturales del planeta”.
A través del control de las formas de
producción, Themba denuncia el alto valor de los alimentos en el sur de África.
“Los campesinos no pueden producir de acuerdo con su modelo, tiene que producir
de acuerdo con un modelo impuesto, con transgénicos y otros elementos del
capital, como el veneno”.
Otro elemento
destacado por el africano fue la represión por parte del Estado y la impunidad
de las acciones violentas que él ejecuta. “Hay mucha impunidad, los responsables
nunca son punidos por sus acciones. El gobierno envía la policía para garantizar
esa política de represión, así es en África y así pasó también aquí en Pará”.
Shalmali,
representante de la Focus on the Global South, organización de India aliada de
La Vía Campesina, analizó la coyuntura asiática. De la misma manera que Themba,
Shalmali destacó que la criminalización y la impunidad son elementos que marcan
la realidad agraria en India. Según ella, eso es parte del proyecto de
desarrollo presente en toda Asia.
Otro problema
para los países de la región son los acuerdos de libre comercio. Las zonas
francas, por ejemplo, próximas a las fronteras son áreas muy grandes y con
políticas especiales para atraer los inversores, en perjuicio de los derechos de
los trabajadores. Muchas familias son expulsadas de esas tierras para que puedan
garantizar esos proyectos. Además de las zonas francas, Shalmali destacó también
otros mega proyectos que impactan directamente los pueblos del campo.
“Esos proyectos
de Mega Inversión son programas financiados por empresas y bancos
internacionales, donde puedo incluir proyectos hidroeléctricos, referente a
minas y otros proyectos que se apropian de enormes cantidades de tierra,
expulsando los pueblos de sus territorios”.
La colonización,
según ella, está asumiendo grandes espacios en Asia. “Cuando se compra una
grande cantidad de tierra en Bangladesh no se sabe quién las está comprando,
pues son fondos que están en paraísos fiscales y no conseguimos ver los nombres
que están por detrás de ese dinero”.
Y de la misma
manera que pasa en otras regiones, la represión y la impunidad marcan las luchas
sociales.
“Vemos los
defensores de los derechos humanos, los trabajadores, los campesinos en sus
luchas y ellos no están seguros. Pues quien resiste es considerado terrorista.
Estamos acompañando muchas desapariciones, prisiones, asesinatos. Y muchas veces
no sabemos quién es policía estatal o privada, pues trabajan coyuntamente. Y la
impunidad reina. Ella está apoyada por muchas clases sociales
en nuestros países, incluso por el sector de las ONGs. La buena noticia es que
la población no está inerte. Hay resistencia, hay lucha en muchas partes de
Asia”, concluyó ella.
De la Unión de Comités de Trabajadores
Agrícolas de Palestina, Omar retomó la lucha del pueblo palestino ante las
constantes tentativas de expulsión de su territorio originario. Según él
“Palestina sufrió con sucesivas ocupaciones, un poco distinto de otros países.
Después de salir del Imperio Otomano, entró en un mandato británico en que
Inglaterra se alió a Egipto. Años después, la Gran Bretañaentregó todo el
territorio a Israel, en 1947. El pueblo palestino se quedó restringido a una
pequeña área de la zona de Gaza. Israel sabe que los palestinos son pequeños
productores que viven de sus tierras, entonces lo que hacen es expulsar los
palestinos de sus tierras, ofreciendo empleos con buenos salarios. De esa
manera, cuando salen de sus tierras, los israelitas se las toman. La tentativa,
por lo tanto, por parte de los Comités es intentar mantener los palestinos en
sus tierras para garantizar que Israel no las tome. Además, Israel controla casi
90% de los fuentes de agua y, por lo tanto, los palestinos no tienen como
acceder a agua sin la autorización de Israel”, destacó Omar.
El cultivo
principal de Palestina son las aceitunas, oliveros para la producción de aceite.
Las aceitunas ocupan casi 70% de las tierras productoras de Palestina.
“Producimos pan, aceite de oliva, huevos e importamos la mayor parte de los
cereales y otros alimentos que consumimos. E importamos, principalmente, de
Israel. 25% de nuestra población trabaja en la agricultura. Como no tenemos
industrias, el sector agrícola se torna muy importante para la economía de
Palestina”, concluyó.
Miklos Attila, de
Rumania, destacó que en Europa la realidad es similar. “El problema, tal cual en
Rumania y Ucrania, es que grandes empresas detienen más de 1 millón de hectáreas
de tierras. Todos los agricultores producen, pero así mismo compramos productos
de Brasil, por ejemplo. Eso es consecuencia del modelo neoliberal. La tierra no
está siendo utilizada para producir alimentos para su pueblo”. Federico, de
Andalucía en España, también destacó que en el este europeo hay mucha
concentración de tierras, de la misma manera que en muchas partes del mundo.
“Están reduciendo las tierras públicas y las tierras comunes y aumentando las
tierras que están bajo el control de pocas empresas”, concluyó.
La
urgencia de la reforma agraria
Perla, de
Paraguay, de la misma manera discutió sobre la concentración de las tierras que
están sobre el dominio del capital, con destaque para la realidad de las
Américas. “Nuestros territorios están concentrando proyectos del capital, que
están disputando con los trabajadores y trabajadoras del campo y de la ciudad”.
Para ella,
“nuestras banderas de lucha por la reforma agraria hoy son todavía más urgentes
y necesarias. Pero no es aquella reforma agraria que discutíamos hace 20 años,
es un proyecto de reforma agraria integrada y popular, donde volvamos a convivir
otra vez con la naturaleza, recuperando nuestros saberes ancestrales. Sin tierra
y sin territorios no vamos a poder tener nuestra soberanía alimentaria. Somos
muchos, somos muchas! Necesitamos unir nuestra lucha”.
El fraile Sérgio
Görgen, del Movimiento de los Pequeños Agricultores de Brasil (MPA), destacó la
falacia existente en el discurso del agronegocio sobre ser el responsable por la
producción de alimentos en el mundo. ”El grano torna posible que el capital
pueda dominar la agricultura, pues es fácil plantar, cosechar, secar y
transformar eses granos en commodities.
La preocupación no es si hay gente padeciendo de hambre o no, sino si el capital
retorna. Su producción, por lo tanto, no es destinada para la alimentación de la
población”.
Además, según el
fraile,
ese modelo de agricultura es un mega productor de carbono. Es un
modelo “petrodependiente” del principio hasta el final. Veneno, fertilizante,
maquinas, transporte, todo es petróleo. “El monocultivo en sí reduce la
biodiversidad, destruye biomas y ecosistemas. Él trabaja con pocos variedades de
alimentos, vegetales y animales y con poca diversidad de semillas”,
destacó.
De la misma
manera se da el impacto de ese modelo de producción sobre las aguas. “Sobre el
agua voy a dar el ejemplo del Cerrado brasileño, que es un grande tanque de
agua.
Aproximadamente todos los grandes ríos de Brasil nacen en el bioma del Cerrado,
así que conforme la soya domina el Cerrado, eso perjudica todo el tanque de agua
del territorio brasileño. No sabemos la consecuencia que eso puede tener a largo
plazo”,
analizó el fraile Sérgio.
Para el
representante del MPA, los campesinos y movimientos sociales de lucha por la
tierra poseen grandes desafíos y la tarea de ofrecer a la sociedad un modelo
sostenible para el futuro. “Nosotros, campesinos y campesinas, pueblos
originarios, representamos la única esperanza que tiene la humanidad para que
pueda existir en el futuro servicios ecosistémicos saludables y comida en la
mesa. Tenemos que tener una propuesta de calidad de vida, de autonomía genética
y energética, de control saludable del territorio, entre otros, que sea
diferente de un discurso de años pasados. Sólo nosotros podemos alimentar la
población mundial, con capacidad y calidad”.
Silvia Ribeiro,
de la ETC de México, destacó el momento de opresión y violencia que los
movimientos sociales están pasando. “Estamos viviendo un momento de violencia.
La muerte de Berta Cáceres, el asesinato de dos sin tierras en Paraná, este
sitio donde estamos en Eldorado dos Carajás. Otra violencia fueron también los
golpes de estado, como en Paraguay y en Honduras, que fueron apoyados por el
agronegocio. El nivel de violencia sigue creciendo, pues estamos en un planeta
finito. Las empresas también están en crisis y nos quieren trasmitirla. La
reforma agraria además de justa es necesaria, es imprescindible e inteligente.
La reforma agraria es necesaria pues se refiere a todos, es una cuestión de
supervivencia. No se refiere solamente a los campesinos”, concluyó ella.
Autor: Cristiane Passos - Asesora de Comunicación de la Comisión Pastoral
de la Tierra (CPT) – Colectivo de Comunicación de la Conferencia Internacional
de la Reforma Agraria. Investigadora de Derecho Agroambiental y Derechos Humanos
de la Universidad Estadual Paulista – UNESP.
Traducción: Amanda Verrone
Pero hoy es fundamental conformar otra
sociedad, otro mundo. De ahí la importancia de profundizar la concepción de
reforma agraria en el sentido de liberar todos nuestros territorios del
capitalismo y comprender la comunalidad como poder de ir subvirtiendo
nuestros trabajos subsumidos en el capitalismo. Examinemos:
Democratizar el territorio, democratizar el espacio. Entrevista a Boaventura de Sousa Santos
Por Susana Caló
(...)Para los pueblos indígenas el territorio no es simplemente la
tierra agrícola, sino la raíz misma de su identidad cultural. Son sus
antepasados, su cultura, sus árboles sagrados, sus ríos sagrados, es, por lo
tanto, toda una memoria histórica que fue destruida o casi destruida por el
colonialismo y el capitalismo, y que ellos quieren recuperar. Y
recuperaron al punto de que en la
Constitución de Bolivia de 2009 y en
la de Ecuador de 2008 se asumió la idea de que los pueblos son plurinacionales,
es decir, que los pueblos indígenas tienen derecho a una autonomía territorial,
también en términos geopolíticos.
No son territorios independientes, pero tienen
una autonomía que no es apenas la autonomía que posee la región de Madeira, por
poner un ejemplo, es otro tipo de autonomía que no es meramente administrativa o
política de carácter euro-céntrico, sino que se asienta en el reconocimiento de
que hay otras cosmovisiones, otras culturas, otras formas de administrar el
territorio, que deben ser reconocidas como tal. Por lo tanto, la lucha por la
tierra y por el territorio, hoy, es una lucha contra la herencia colonialista y
capitalista en este espacio.
Susana Caló –
Las luchas en torno al derecho a la tierra y al territorio han sido uno de los
principales tópicos de diversos movimientos sociales por el mundo entero, contra
aquello que se designa de fascismo territorial – formas de dominación y
explotación del territorio con carácter colonial – y defendiendo también
concepciones ecológicas de la territorialidad, véase el caso del petróleo o de
la extracción minera. ¿Le parece imposible la implementación con suceso de
reformas agrarias, así como su mantenimiento, frente a presiones capitalistas?
Boaventura de Sousa Santos –
Es una excelente pregunta porque la cuestión de la tierra y del territorio mudó
y no apenas en la dimensión en la que hablamos, es decir, de una lucha por una
distribución de la tierra como un recurso agrícola para una construcción
política de un territorio con una identidad cultural propia.
Pero la tierra,
hoy, ya no es de ninguna manera ni sólo la agricultura, ni sólo el territorio –
es la reserva de la biodiversidad – que es un problema completamente diferente.
Es la reserva agrícola, la reserva del agua, los acuíferos, y es también la
tierra que hoy es la base de la gran orgía de los recursos naturales en la que
nos encontramos. Todo el extractivismo vino también a territorializar las
relaciones económicas y políticas y es esa la gran contradicción de la
globalización, ya que si se pensaba que ésta iba a desterritorializar todo:
hoy
viajamos, los productos son hechos en cualquier parte del mundo, el reloj es
hecho es seis partes del mundo, ¿qué interés tiene el territorio? Parece que
ninguno pero, al mismo tiempo, una
serie de factores nos obligan a pensar que al final la desterritorialización es
apenas uno de los lados de nuestra condición. El otro lado es, en contraposición
a ella, la reterritorialización… Hay cosas fundamentales que sólo pueden ser
producidas en ciertos lugares: la grabadora que estamos usando, su ordenador que
tiene metales especiales raros que sólo existen en ciertos lugares, etc.
Tenemos
nuevamente en América Latina y África una carrera por los recursos naturales que
ejerce una enorme presión sobre la tierra y que crea un nuevo conflicto entre
aquellos que quieren la tierra para extraer los minerales y los agricultores y
campesinos que allí viven.
Yo acabo de regresar de Mozambique y vi exactamente eso, las
grandes empresas como la Rio Tinto o la
Vale do Rio Doce están desalojando a
poblaciones enteras para expandir sus minas de carbón. Aquí, la tierra no es
para la agricultura, aquí, la tierra es para la explotación minera. Y también
tenemos hoy otro problema que es lo que las Naciones Unidas designan ya como
“land grabbing” que es la acumulación de tierra, la compra y la ocupación masiva
de la tierra por países extranjeros y no sólo por empresas. Este es el caso de
Arabia Saudí, y de Kuwait que han comprado grandes extensiones de tierra en
África como reserva alimentar y reserva de agua. Por este motivo, la tierra hoy
está dentro de una geopolítica del territorio mucho
más compleja que aquella que habíamos construido anteriormente como el mundo
rural.
Ahora, su referencia al fascismo territorial coloca otra cuestión que me ha tenido muy ocupado. Yo realicé mi tesis doctoral en la Universidad de Yale, mi trabajo de campo fue vivir en una favela de Rio de Janeiro, precisamente para intentar analizar las relaciones sociales y el espacio social dentro de una favela donde vivían 60.000 personas. Fue ahí que desperté para la idea del fascismo territorial. Las propias ciudades son hoy atravesadas por una lógica de territorio que acaba por fracturarlas, creando dentro de las ciudades una línea abismal entre las zonas que yo llamo civilizadas, las urbanizaciones que son cada vez más contra el espacio público (urbanizaciones privadas), y las zonas salvajes donde viven las clases populares en los suburbios, en los guetos y en las favelas. Estas zonas salvajes obviamente proliferan en el mundo, una vez que las ciudades no poseen la capacidad de acomodar de una manera urbanísticamente razonable, social y políticamente decente a las poblaciones que llegan a las ciudades huyendo de la violencia rural, de la desertificación, de la guerra, o de la ocupación salvaje de sus tierras.
Susana Caló – Ha
trabajado mucho sobre la importancia de hacer visibles y valorizar la diversidad
de saberes e de experiencias del mundo en la perspectiva de las epistemologías
del Sur. La creciente relevancia política de los movimientos indígenas de
América del Sur ha abierto el camino al diálogo y a la coexistencia entre
diferentes saberes y modos de vida. ¿Cómo ve estos avances?
Boaventura de Sousa Santos –
Estos nuevos protagonismos políticos que han surgido en América Latina dejaron
una cosa clara. Que para ciertos grupos sociales no hay dignidad sin territorio.
Es la gran reivindicación de los pueblos indígenas que no imaginan el respeto de
su cultura y de sus saberes sin el respeto por sus territorios, porque sus
saberes están inscritos en sus territorios. Por lo tanto,
no hay cualquier
posibilidad de garantizar su dignidad sin garantizar la autonomía territorial.
Este reconocimiento es un gran avance histórico. ¿Está en peligro ese avance?
Si, ha sido siempre contestado y está en peligro en los países que precisamente
progresaran en dirección a ese reconocimiento.
Son los casos de Bolivia y de Ecuador porque, si políticamente existe este reconocimiento debido al protagonismo de estos movimientos sociales y una consagración constitucional, por otro lado, esto ocurre en un auge de presión neo-liberal por los recursos naturales debido sobre todo al desarrollo de China. Y por lo tanto, China va a provocar lo que llamamos de reprimarización de la economía, es decir, una vuelta a aquella idea, que es la maldición de América Latina desde el colonialismo, de que América Latina exporta naturaleza, exporta commodities, exporta recursos naturales, exporta materias primas, y no bienes industriales.
Países enteros intentaron salir de esa maldición, como es el caso de Brasil. Y el propio Brasil, en este momento, está explotando más los bienes primarios que los bienes industriales. Esto por la presión del desarrollo chino y de otras presiones internacionales sobre los productos alimenticios y la especulación sobre los minerales y por consiguiente, la presión sobre la tierra y el territorio está haciendo con que todas las conquistas políticas estén siendo minadas por los propios gobiernos que las instituyeron. Porque las presiones del neo-liberalismo, de las agencias internacionales, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Organización Mundial del Comercio, les están diciendo que su ventaja comparada son los recursos minerales y que deben ser explotados ya. Por este motivo, iniciativas extraordinarias que habían sido diseñadas para este continente están retrocediendo como, por ejemplo, una gran iniciativa de Ecuador que pretendía alterar por completo el modelo de desarrollo basado en el extractivismo, renunciando a la explotación petrolífera en un territorio que es un territorio indígena. Es el territorio de mayor diversidad del mundo y se llama Yasuní- ITT que es un parque nacional grande y en el que Ecuador se propone no extraer el petróleo para proteger la biodiversidad y a los pueblos indígenas, pero pidiendo a la comunidad internacional que indemnice a Ecuador por la mitad de las pérdidas que va a tener por renunciar a la explotación del petróleo. Esto es algo totalmente nuevo, una innovación extraordinaria para el mundo, pero es evidente que el mundo desarrollado, que es el que podía financiar este proyecto, no sólo no tenía mucha voluntad política, como entró en una crisis financiera y, por consiguiente, comienza a ser evidente que este proyecto Yasuní- ITT no va a seguir adelante.
Aquí está una gran innovación basada en una nueva idea de
territorio. Porque el problema es que para la lógica capitalista, ahora
neoliberal, pero capitalista desde siempre, el territorio sólo es válido en la
medida en que es explotado. Un territorio dejado a su suerte, es decir, que no
es explotado, no tiene valor comercial y el capitalismo no entiende la lógica de
los campesinos.
Para la lógica campesina está muy claro: la tierra se cansa,
por este motivo, la gente tiene varias parcelas de tierra y en un año se planta
en una y en el otro en otra, para que la tierra descanse. Lo que el capitalismo
no acepta es que la tierra descanse, como tampoco acepta que descanse el
trabajador. ¿Cuál fue la innovación? Obviamente los fertilizantes, los
insecticidas y los pesticidas que han conseguido que la tierra está siempre en
constante producción. Esta es una gran alteración que se da a principios del
siglo XX en la concepción que nosotros tenemos de la tierra, porque
anteriormente había una concepción, si se quiere, más humana del territorio y de
la tierra.(...)
Susana Caló -
¿A qué nos referimos si hablamos de la importancia de defender y promover un
diálogo horizontal de los saberes y de las prácticas en Europa en el contexto
actual? ¿Cómo se traducen esas problemáticas para Europa? ¿Puede el problema ser
colocado de la misma manera en Europa y en América del Sur?
Boaventura de Sousa Santos –
Esas son las preguntas que pretendo responder en un gran proyecto europeo,
financiado por el European Research Council, que estoy comenzando, el proyecto
ALICE (http: // alice.ces.uc.pt/en /). Llegué a la conclusión en mi trabajo de
que el Norte Global y Europa en especial, tienen muy poco que enseñar al mundo y
que el colonialismo los incapacitó para aprender con la experiencia del mundo.
El colonialismo creó una arrogancia tal en el continente europeo, que se
desprecian todas las innovaciones que puedan venir del Sur Global, porque en el
fondo siempre fueron considerados inferiores. La reacción a cualquier cosa que
venga de Brasil es “ah, esto viene de Brasil, no se aplica a nosotros”, y si
viene de la India, peor aún. Ahora
bien, yo defiendo que puede existir un aprendizaje. No se trata de una lección
del Sur, no es una inversión tipo “ahora el Sur enseña al Norte”, sino que se
trata de intentar crear un clima intelectual en Europa – y ahí son fundamentales
para mí las epistemologías del Sur y la ecología de los saberes, a la par de los
conceptos paralelos que estoy usando, que son la sociología de las ausencias, de
las emergencias, y de la traducción intercultural – un contexto epistemológico
que, en el fondo, permita a Europa reconocer más experiencias del mundo y
valorizar sus orígenes. ¿Cómo se
hace esto? Reconociéndolas en sus propios términos, según los criterios de
validez cognitiva y normativa en que se desarrollaron y, por consiguiente, sin
depender apenas del filtro del conocimiento y de la normativa eurocéntrica.
Cuando examino una economía indígena, yo la examino desde el punto de vista de aquello que ella consigue traer en términos de preservación de la biodiversidad y cultivo de la tierra. Siempre existirán extractivistas, en la selva, en el Amazonas. El gran activista brasileño, Chico Mendes, asesinado por latifundiarios, era un extractivista, siringuero, pero ecológicamente orientado. Es decir, fueron siempre los indígenas, los siringueros, y las poblaciones en las riberas del Amazonas, las que utilizaron de una manera ecológicamente sustentable la floresta y los recursos naturales. Ahora bien, las epistemologías del Norte privilegian formas de conocimiento y de actuación orientadas para que apenas interese saber cuánto es lo que se produce por año y cuánto más se puede producir.
Por eso, una de las cinco ecologías tratadas en A Gramática do Tempo es la ecología de las productividades. Implica tener otro concepto de productividad de la tierra que no el meramente basado en el ciclo de producción que promueve el uso negligente de pesticidas. Existe aquí una gran transformación en donde la conquista de la diversidad y de la biodiversidad están en el punto de mira de un desarrollo neoliberal.
Recientemente tuve dos experiencias personales de gran impacto: la
que ya mencioné, en Mozambique, donde fui informado de la expulsión de
poblaciones campesinas de sus tierras para avanzar con el proceso de extracción
mineral y, otra, cuando atravesé la
Pampa argentina en mayo, totalmente
conquistada por la cultura de la soja transgénica y los pesticidas. Pasamos por
allí y no nos ocurrió nada, pero ya existe una consecuencia perversa y trágica:
Río Cuarto, que es una ciudad de la
Pampa, y Córdoba, que eran los grandes centros de la producción de miel, vieron
como caían sus producciones. La miel acabó porque las abejas fueron todas
envenenadas al alimentarse de polen transgénico.
Por lo que, estas luchas,
tienen una triple dimensión. Tienen una dimensión colonial que se mantiene – el
colonialismo continua bajo otras formas-, existe una dimensión capitalista del
uso de la tierra, y existe ahora la dimensión ecológica que son los límites
ecológicos del capitalismo en el siglo XXI. La naturaleza está hablando, y nos
dice que “así no puede continuar”, es el calentamiento global, es el deshielo.
Las fuerzas que no quieren parar son las que dominan el mundo en este momento. Por
lo tanto, los movimientos tienen que continuar su lucha, pero esencialmente se
trata del esfuerzo de convencer a las clases medias europeas de que lo que está
en causa es un cambio de civilización que nos va a obligar a cambiar nuestros
hábitos de consumo. Y esta ha sido nuestra dificultad.
Susana Caló –
Ya oí decir que la teoría no debe ser una teoría de la vanguardia, sino de la
retaguardia, en el sentido en que debe tratar de facilitar, acompañar y aprender
con las transformaciones sociales. Eso parece esencial, pensar la teoría y el
conocimiento como una práctica que abre espacios a la multiplicidad y a la
diversidad, en la medida en que mantiene esa ligación a lo social. Pensando aún
en esa traducción para Europa, ¿existe un lugar importante en las universidades,
teniendo en cuenta que son un espacio tan privilegiados entre nosotros?
Boaventura de Sousa Santos –
Sin lugar a dudas, la universidad es un espacio tan privilegiado como
problemático. Es un espacio que se
asienta sobre la idea fundamental de privilegiar un cierto tipo de conocimiento,
el conocimiento que triunfó a partir del siglo XVII, el conocimiento científico
y la tradición filosófica eurocéntrica. Hasta que en el siglo XIX “descubrimos”
que la filosofía occidental era toda griega, destruyendo así todas las
ligaciones con África y el Medio Oriente. Llevamos a cabo una ruptura a partir
de Grecia, eliminando o dejando en la sombra el desarrollo filosófico y toda la
creación cultural de una región del mundo bastante más vasta.
La universidad fue la gran consagración del conocimiento vencedor
y, por lo tanto, del conocimiento de los vencedores, aquellos que tienen más
progresos en la ciencia y en la filosofía. Para no hablar ya de las ciencias y
de las filosofías orientales, hay muchas otras formas de conocimiento en
circulación en la sociedad, conocimientos legos, populares muchas veces
vinculados a las luchas sociales. El conocimiento popular, rescatado por las
ecologías de los saberes, es un conocimiento que muchas veces, está inserido en
una práctica que nace de la lucha, es un conocimiento born
in struggle, y sólo existe en los contextos prácticos en los que existe y no
en las instituciones de producción de conocimiento. Por lo tanto, la universidad
tiene esa especificidad de haber separado la práctica y el conocimiento y de
haber transformado el conocimiento en una práctica en sí mismo. Aún así, lo
separó de todas las prácticas y es por este motivo que la universidad nos
permitió también –la otra cara de la moneda- crear ideas revolucionarias en un
contexto reaccionario, porque aisló a los académicos del resto del mundo, en la
tal torre de marfil. Ahora bien, mi objetivo ha sido el de intentar mostrar
cuáles son las virtudes de la propia universidad para criticar la idea de que
hay apenas un tipo de conocimiento. Hay diversos tipos de conocimiento y quizás
deberíamos tener afiliados dentro de la universidad llegados de los ciudadanos,
de los movimientos y organizaciones sociales, portadores de otras formas de
conocimiento que deberían ser reconocidas. Hay experiencias, hoy, por todo el
mundo, donde esto se está llevando a cabo. El caso de Brasil, por ejemplo, donde
algunas Facultades de Medicina, sobre todo en las universidades del Amazonas, ya
incluyen medicinas y métodos tradicionales, que complementan la biomedicina
moderna. Por lo tanto,
es esta ecología de saberes médicos, arquitectónicos,
urbanísticos, o jurídicos, que estamos estudiando en el proyecto ALICE, y que
desde mi punto de vista, puede traer alguna esperanza a las propias
universidades, porque gran parte del conocimiento de hoy, se lleva a cabo en
otras instancias que no las universidades convencionales. De ahí la propuesta
que he venido a avanzar en el Fórum Social Mundial, de una universidad popular
de los movimientos sociales, que vaticina justamente otra manera de unir a
científicos y artistas con los movimientos sociales.
Susana Caló –
Se ha referido a este momento en que las personas salen a las calles y a las
plazas como un periodo post-institucional, en el que las instituciones ya no
consiguen acomodar los ecos de las nuevas generaciones, lo que de algún modo
hace que nuevas y diversas formas de actuación estén posicionándose en el
espacio urbano, abriendo nuevos espacios políticos. ¿Cree que estos movimientos
que vienen de abajo abren la posibilidad de una nueva idea de espacio público? Y
¿cómo se pueden articular estos movimientos con las instituciones?
Boaventura de Sousa Santos –
Creo que hay ahí dos cuestiones. Una de ellas es ver la contradicción que se fue
generando, sobre todo, en las últimas décadas, en términos de las relaciones
socio-espaciales, y lo que yo llamo de espacio autoritario y espacio
democrático.
Las concepciones espaciales autoritarias se desarrollan en gran
parte en el momento en que la polarización social y la desigualdad social
comenzaron a poner en peligro la gobernabilidad. Los espacios autoritarios son
los espacios dominantes que intentan defenderse de una reacción popular, las
urbanizaciones privadas son exactamente un buen ejemplo, entre otros. Otros
ejemplos en la organización espacial de la ciudad son el abandono de los
espacios públicos, u organizarlos de manera a que se dificulte la aglomeración
de las personas, o el distanciamiento de las universidades de los centros de las
ciudades con la creación de los campus universitarios.
Esto en América Latina es absolutamente evidente, se crearon
espacios para que el movimiento estudiantil no pudiera tener un carácter
perturbador del poder político y confinaron a los estudiantes en espacios más o
menos segregados. Por lo tanto, la
lógica de la gestión del espacio dominante fue la de crear un espacio que,
siendo público, fuese autoritariamente construido, es decir, es un público
restrictivo y selectivo. El propio espacio hace difícil cualquier articulación
del movimiento social.
James Holston de la
Universidad de Berkeley, que hace
poco tiempo estuvo en el CES, escribió un libro fundamental sobre Brasilia en el
que de algún modo, criticaba toda la lógica modernista de Brasilia, una ciudad a
la que voy muchas veces, pero con la que no consigo identificarme, porque
precisamente es una ciudad donde es muy difícil el espacio público y la
movilización social contestataria organizada, a pesar de haber sido construida
por arquitectos comunistas. Los espacios físicos entre las partes edificadas son
tan vastos, que lejos de favorecer la creación de espacios públicos, crean
desiertos de ciudadanía, zonas social y políticamente neutralizadoras.
Así que, el espacio autoritario estuvo siempre ahí, y después
existe el espacio de los excluidos, digamos, que es la respuesta al autoritario
y que son las favelas, los suburbios – no los suburbios americanos, sino los
latinoamericanos – los guetos, que fueron una respuesta no a modo de confronto,
sino de adaptación. Entretanto, empezaron a surgir las luchas por el espacio
público. Estas luchas tendrán muchas dimensiones hasta llegar al momento actual,
desembocando en los movimientos a los que asistimos hoy. El
espacio público fue utilizado para llevar a cabo reivindicaciones en las que lo
público no era en sí mismo una reivindicación: era el nuevo código de trabajo,
los derechos de las mujeres, y de ahí en adelante. El espacio público era usado
para servir a las reivindicaciones…
Susana Caló –
Como un palco.
Boaventura de Sousa Santos –
Exactamente, como palco. Hoy ya no es así. El espacio público del movimiento de
los indignados hoy es el espacio en
sí mismo, el propio espacio es el valor, es la cuestión de la arena política. La
lucha política tiene lugar en ese espacio porque los indignados creen que los
espacios institucionales fueron colonizados por el neoliberalismo, neutralizando
el derecho a la manifestación política dentro de las instituciones. De ahí viene
mi concepto de post-institucionalidad. El espacio público surge como una
situación de transición espacial paradigmática, de un espacio que es palco o es
vehículo, para un espacio que es entidad en sí mismo. Es presencia, por eso digo
que a veces no debemos hablar de movimientos, sino de presencias colectivas en
la ciudad y en los espacios públicos, se trata de un tipo distinto de
reivindicación del espacio.
Ahora bien, su segunda pregunta se refiere a saber si este momento
es el momento, en términos dialécticos, de un entendimiento diferente con las
instituciones y con los espacios institucionales. En este caso, todo va a
depender de la fuerza de nuestra democracia, porque si la democracia tuviera aún
un mínimo de vitalidad, la democracia sería el gobierno del pueblo para el
pueblo y por el pueblo. Ahora bien, si el pueblo va para el espacio no
institucional, está diciendo a las instituciones que no son democráticas y que
no están cumpliendo su misión, porque si ellas no se desviasen de sus funciones
no era necesario esto.
Anteriormente, existían los parlamentos, y la movilización popular
en la calle servía para que actuasen los parlamentos. Pero estamos en una fase
en la que actuamos en la calle para producir resultados políticos en la calle,
porque sabemos que los parlamentos no responden, ellos están cooptados, están
tomados por la troika y
por otros valores e intereses que no son los intereses de la población. Pero, si
la democracia tiene aún esa semilla de la vitalidad, creo que habrá reformas
políticas que responderán a esta situación, a la que las instituciones con su
configuración actual, no consiguen dar respuesta. Vamos a desarrollar formas de
democracia participativa, vamos a permitir que la democracia no sea apenas
elegir gente para el parlamento, y vamos a tener también ciudadanos organizados
en los municipios, que participen en las decisiones. Esto también podría ser
facilitado por las vías actuales, como las redes sociales y los medios
electrónicos disponibles que permiten formas de democracia electrónica. Es toda
una nueva realidad que está ahí, de un espacio público virtual, que es un
espacio con un potencial enorme.
Pero esto va a depender de la capacidad que tenga la democracia de
dar respuesta. El pueblo fue expulsado de las instituciones, por eso se
manifiesta en las calles. No se trata de no querer las instituciones, no hay que
olvidar que la lucha de los indignados es una lucha por una democracia real. Por
lo tanto, no se trata de alguien que recusa la democracia, sino que es alguien
que se siente expulsado de una democracia, que ya no sirve a sus intereses. Lo
que se reivindica es una entrada,
sólo que esa entrada implica una reforma fundamental de las instituciones. Y esa
es la transición en la que nos encontramos en este momento y que torna toda la
lucha histórica muy incierta.(...)
(Esta entrevista, traducida por Pilar Pereila Martos, tuvo lugar el
27 de julio de 2012 en el Centro de Estudios Sociales, en Coimbra, Portugal).
Tengamos en cuenta
el antagonismo irreconciliable entre la
agricultura y el sistema global de agronegocios. Frente al cual
"La Vía
Campesina considera que ha llegado el momento de construir una economía que
se base en la igualdad y que restaure el equilibrio entre la humanidad y la
naturaleza, basándose en los principios de la soberanía alimentaria".
17 de Abril 2016: Campesinas y campesinos se movilizan para
conmemorar dos décadas de lucha en
defensa de la tierra y la vida
15 de abril de 2016
El 17 de abril, Día Internacional de la Lucha Campesina, millones de campesinas y campesinos, y aliadas/os de todo el mundo se unen en acción para conmemorar la masacre de 19 campesinos sin tierra de Brasil que tuvo lugar en 1996 y para dar continuidad a la lucha por la tierra y la vida. Dos décadas después de que se produjera este repudiable acto en Eldorado dos Carajás, las/os campesinas/os y las/os dirigentes del movimiento continúan siendo asaltadas/os y asesinadas/os por defender sus derechos.
Asimismo siguen teniendo lugar muchas otras formas de violación de
los derechos humanos, como el asesinato de la activista de Honduras, Berta
Cáceres, y de otras campesinas y campesinos en Colombia, Filipinas y Brasil en
las últimas semanas, además de la criminalización de la protesta social.
La Vía Campesina
denuncia todas las formas de injusticia que afectan a la vida campesina, la cual
constituye una importante herencia de las personas al servicio de la humanidad.
Hay intentos
constantes para sacar adelante el modelo de agronegocio que impone la práctica
de los monocultivos, que privatiza la tierra y los bienes naturales por aumentar
sus lucros, negando la apropiación social para el beneficio de la sociedad. Este
sistema destruye la biodiversidad, emplea cada vez más insumos tóxicos, expulsa
a las/os campesinas/os de su tierra y fuerza a los gobiernos y estados
nacionales a acatar sus órdenes.
A diferencia de
muchos gobiernos que siguen construyendo alianzas represivas con las grandes
empresas para promover la maximización de los beneficios, La Vía Campesina
considera que ha llegado el momento de construir una economía que se base en la
igualdad y que restaure el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza,
basándose en los principios de la soberanía alimentaria.
Leer
Pero es
indispensable establecer
una deliberación popular para fundar la unión en diversidad de los de abajo.
En contra de este objetivo se hallan nuestras percepciones (análisis y
actitudes) adaptadas al capitalismo.
Compartimos con España:
La necesidad de un nuevo tipo
de debate
económico (y político)
10 de abril de 2015
10 de abril de 2015
Es evidente que
hay diferencias entre las dos formaciones políticas que han comenzado a hacerse
un sitio destacado en el mapa político español, Podemos y Ciudadanos.
En materia económica es lógico que las haya
también, y posiblemente de modo amplificado puesto que en ese terreno la
ideología y los intereses sociales que se quieran defender son determinantes de
lo que se dice. No hace falta ser un experto para saber que entre los
economistas ha habido siempre, por esas y por otras razones de tipo
metodológico, diferencias profundas a la hora de reconocer la realidad, de
analizarla y de realizar respuestas para transformarla. No han dejado de darse
desde que se comenzaron a elaborar los primeros análisis científicos en esta
materia y no van a desaparecer ahora.
Tratar de ocultar esas diferencias o, lo peor,
demonizar y anular a quien está al otro lado del pensamiento económico dominante
es una reacción totalitaria, pero desgraciadamente muy habitual no solo en los
medios o en la vida corriente sino en la propia Academia.
De hecho, creo que la principal responsabilidad
de que ocurra eso recae sobre los economistas académicos de la corriente
dominante. Ellos y ellas son los ciegos, desconocen y no hacen nada por conocer
los enfoques críticos y no sólo han acabado con la posibilidad de que las ideas
y el análisis económico alternativo actual sean conocidos en las aulas, sino
incluso la historia del pensamiento económico. Tanto ha sido así que en muchos
países o en universidades tan señeras como Harvard, ha habido protestas de los
estudiantes de Economía por el “autismo” de la disciplina a la hora de
enfrentarse a la realidad y por la parcialidad del profesorado ortodoxo. A uno
de sus popes, nada más y nada menos que N. Gregory Mankiw, se le sublevaron los
estudiantes por esa razón, denunciando “el carácter sesgado” de sus clases (la
noticia y la carta de sus estudiantes pueden leerse aquí).
Lo cierto es que es lamentable que ocurra eso, porque así se
empobrece la ciencia y de esa forma perdemos todos, pues se cierra el paso a la
innovación y se cercena la libertad, que es lo peor que le puede pasar al
pensamiento para que con él se pueda conseguir un mundo mejor para todos. No
deberíamos olvidar nunca que el respeto a los demás y la libertad efectiva son
los prerrequisitos esenciales para que florezca el conocimiento y la ciencia,
que son tan fundamentales para el progreso y la vida humana.
Eso es algo que se olvida muy a menudo porque
las ideas económicas son de todo menos neutras. Siempre afectan de un modo
desigual a las personas y a los grupos sociales, y es lógico por ello que cada
uno tome posición en su contra o a favor según como crea que le benefician o
perjudican. Es precisamente por ello por lo que decimos que los problemas
económicos no tienen soluciones técnicas sino políticas y que éstas deben
adoptarse democráticamente. De otro modo, cuando la democracia no llega a la
economía, como en nuestro caso, lo que se consigue es que unos grupos sociales
puedan imponer su interés distributivo a los demás.
Es con este último fin que con tanta frecuencia
se niega el debate, se ocultan las diferencias, se trata de hacer creer que sólo
hay una alternativa posible, o se persigue y anula a quien hace propuestas
diferentes a las que convienen a los grupos sociales que detentan el poder.
En esta última estrategia de ocultación los
medios de comunicación resultan esenciales, como también la Academia, siempre
sometida al poder dominante por muchos que sean los resquicios de libertad que
pueda conceder.
Ahora que Ciudadanos está empezando a mostrar
propuestas económicas frente a la situación de crisis en la que nos encontramos,
puede comprobarse fácilmente hasta qué punto se dan esos males entre nosotros.
Cuando se presentó el documento que Vicenç
Navarro y yo elaboramos para Podemos se produjo enseguida una reacción
furibunda, no exenta de ataques personales contra nosotros dos. Se empezó
diciendo que no éramos nadie (a pesar de que Navarro es el quinto científico
social español más citado en la literatura científica mundial). Un colega de la
Universidad Autónoma de Madrid al que prefiero no citar (es una anécdota pero
significativa) no ha parado de decir de mí desde entonces que “sólo digo
tonterías” e incluso pone en duda que sea efectivamente catedrático de
universidad. El intento de poner sobre la mesa propuestas diferentes de política
económica llevó consigo insultos y descalificaciones que todavía no han
desaparecido. Es verdad que al mismo tiempo ha habido también muchas personas
expertas que, a pesar de estar en desacuerdo con todo o parte de lo que
proponemos, han sido extraordinariamente respetuosas, que han hecho críticas
constructivas y contribuido con elegancia y rigor al debate sobre cuestiones
económicas que tanto necesita España. Pero las reacciones en los medios y de los
creadores de opinión ante el documento que presentamos a Podemos fueron
rotundas: el ataque visceral, manipular alguna que otra propuesta concreta para
descalificarla a cualquier precio y, sobre todo, obviar sus ejes centrales, es
decir, la necesidad de democratizar la toma de decisiones económicas y lograr un
pacto amplio y efectivo que frene el crecimiento vertiginoso de la desigualdad
en España.
Y el cainismo y la mala fe que vienen
acompañando al debate económico en España (si es que se puede denominar así) se
percibe claramente en lo que está ocurriendo con propuestas prácticamente
idénticas realizadas en su día por Navarro y yo y más tarde por Ciudadanos.
Cuando nosotros proponíamos centrar el debate económico en el
incremento de la desigualdad se nos calificaba (si es que alguien se hacía eco
de ello) de trasnochados y peligrosos comunistas. Sí lo hacen (y yo me alegro)
Rivera y Garicano (aunque desarrollen el asunto de modo diferente) son sensatos
y centrados.
En su día, nosotros propusimos la moratoria de
grandes infraestructuras en AVE, puertos o autopistas, entre otras, porque
habían generado mucha corrupción y escasísima utilidad social. Cuando eso se
mencionaba, era simplemente para tacharnos de irrealistas y de querer hundir la
inversión y la economía. Ahora Ciudadanos propone (y yo me alegro) disminuir la
inversión en AVE y la propuesta se saluda como rigurosa y positiva.
Nosotros proponíamos que los autónomos coticen
según su ingreso real y se proclamaba a los cuatro vientos que queríamos
arruinarlos subiendo sus impuestos. Ahora lo propone Ciudadanos (y yo me alegro)
y se saluda la medida como conveniente y favorable para la economía y los
autónomos.
Hay diferencias. ¡Claro que las hay y las
seguirá habiendo! Pero también hay coincidencias y, sobre todo, creo que nadie
se puede arrogar para sí mismo la exclusiva capacidad de resolver los problemas
de España. Hay que acabar para siempre con las prácticas totalitarias que sólo
buscan destruir a quien piensa de modo diferente y por eso es fundamental que
desterremos el frentismo.
Es imprescindible aprender a debatir con respeto y con rigor.
España necesita poner sobre la mesa análisis plurales de sus problemas
económicos y no imposiciones. No vamos a salir de la situación en la que estamos
con prepotencia, creyendo cada grupo que solo él tiene en su mano la salvación
de los demás.
Hace falta un debate sincero y plural. No trifulcas ni circos
mediáticos. Hay que aprender a pensar juntos y a escudriñar los entresijos de
las distintas propuestas para encontrar los puntos de encuentro y no solo
diferencias. Si queremos vivir y convivir en paz tenemos que aprender a limar, y
no a exagerar, lo que nos separa y a poner en marcha lo que nos une, por poco
que sea, aunque seguro que es más de lo que a primera vista parece. Y hay que
aceptar que nadie puede imponer su interés a los demás, sino que hay que dar la
voz a la gente, también y sobre todo, en materia de reparto del ingreso y la
riqueza.
Tenemos que hablar mucho más de economía pero sabiendo que no sólo
hablamos de cuestiones técnicas de las cuales sólo puede opinar la gente
preparada para ello. Cuando lo hacemos hablamos en realidad, y al mismo tiempo,
de política, de intereses legítimos en disputa y en conflicto, pero de un
conflicto que no podemos resolver como venimos haciendo, permitiendo que unos
amasen siempre la harina mientras que son siempre otros los que se comen el pan.
La conformación mucho más plural que con toda
seguridad se va a imponer en el mapa político español
es un buen
momento para poner en marcha otro tipo de debates, otro tipo de tratamiento de
las diferencias y de las propuestas plurales. En España no nos podemos permitir el lujo de
prescindir los unos de los otros y mucho menos en materia económica.
Fuente original: http://juantorreslopez.com/impertinencias/7056
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=197512
II. Nos desafía, abajo y a la izquierda, ver la realidad del Estado al servicio
del poder real también en cómo el último nos somete medularmente mediante la dictadura genocida y la Alianza Anticomunista Argentina en los setenta.
“Encontramos aquí un análisis de clase del manejo del Estado, a partir del cual se comprende la deuda pública. Esta no surge del aire, ya que es funcional a las maniobras de enriquecimiento de la aristocracia financiera”.
A propósito de
negociados y corrupción, un texto de Marx
14 de abril de 2016
Por Rolando Astarita
La
corrupción está de nuevo, en Argentina, en los primeros planos del debate. En
una nota anterior (aquí y aquí),
la hemos tratado a partir de su relación con la acumulación de riqueza y el
Estado. Escribíamos: “Los mecanismos de la corrupción posibilitan que fracciones
del capital mejoren sus posiciones frente a sus competidores, y también que
personajes carentes de recursos se conviertan, casi de la noche a la mañana, en
grandes capitalistas. Es una historia repetida, que reconoce tres pasos
característicos: el saqueo originario, el blanqueo del dinero… y la puesta en
marcha del negocio legalizado”.
Dado que
los fraudes desde el Estado –la obra pública es una vía tan tradicional como
privilegiada- representan desvíos de flujos de plusvalía, alimentan constantemente
la deuda pública. Esta, a su vez, da
lugar a nuevos negociados y enriquecimientos;
lo que a su vez incrementa la deuda, en una espiral creciente. Por eso,
periódicamente estos estropicios pueden llevar, en países atrasados, a defaults,
con los que se liquidan valores insostenibles y se descarga la crisis en el
pueblo… para volver a empezar con la ronda de fraudes, negociados y más deuda
pública. Aunque no se trata solo de negociados con la obra pública; también está
el Estado haciendo la vista gorda en el tráfico de drogas, de personas, de armas
y otros “bienes y servicios”. Y la evasión o elusión de impuestos, vía paraísos
fiscales (ver aquí)
u otras maniobras. A lo que hay que sumar los negociados financieros y
cambiarios. En este último respecto, el caso reciente más brutal fue la venta de
dólares a futuro, en los últimos meses del gobierno K, por el Banco Central, a
un precio mucho más bajo que el que regía en el mercado. Una operación que da
lugar a que más de 70.000 millones de pesos (equivalentes a casi 5000 millones
de dólares) estén siendo transferidos desde el sector público a los bolsillos de
inversores privados “avisados”.
Por lo tanto, un enfoque que
parta del carácter de clase del gasto y la deuda pública, y de los intereses de
clase que se juegan en esos fraudes y maniobras especulativas, debería ayudar a
entender por qué no existe diferencia cualitativa entre lo que roba y coimea el
“capital-estatista” puesto a funcionario nacional y popular; y lo que roba y
coimea el “neoliberal-agente de los yanquis y del capital financiero”, puesto a
funcionario del Estado “serio y responsable”. Y que tampoco hay diferencia entre
el enriquecimiento súbito de los “inversores avisados” que posibilita el
primero, y el que posibilita el segundo.
A los fines de sumar elementos de juicio que ayuden a ese necesario abordaje
materialista, en lo que sigue presento un resumen de la crítica de Marx –en Las
luchas de clases en Francia– a las políticas asociadas a las deudas
del Estado y el déficit público en Francia. El lector podrá advertir que, por
debajo de las adaptaciones de época lógicas y necesarias, la esencia permanece.
En Argentina siglo XXI se trata de “la
misma prostitución, el mismo engaño desvergonzado, la misma sed de riquezas, no
por la producción, sino por el escamoteo de la riqueza ya existente de otros”
de las que hablaba el autor de El
Capital al describir los
gobiernos franceses de mediados del siglo XIX.
El
reinado de los banqueros y la deuda pública
En Las
luchas de clases en
Francia
Marx analiza el régimen de Luis Felipe, la revolución de 1848, y los
gobiernos y conflictos posteriores que llevaron al triunfo de Luis Bonaparte.
Comienza señalando que con Luis Felipe no había reinado la burguesía francesa,
sino una fracción de ella, los banqueros, los grandes inversores de la Bolsa,
los magnates de los ferrocarriles, de las minas de carbón y hierro, y de la gran
propiedad rural; lo que se conocía como la “aristocracia financiera”. Esta
aristocracia dominaba el Estado, al que utilizaba como palanca para el
enriquecimiento: “Instalada en el trono, dictaba leyes a las Cámaras, distribuía
cargos públicos, desde los ministerios hasta las ventas de tabaco”.
Encontramos
aquí un
análisis de clase del manejo del Estado,
a partir del cual se comprende la deuda pública. Esta no surge del aire, ya que
es funcional a las maniobras de enriquecimiento de la aristocracia financiera:
“Desde el comienzo, la penuria financiera puso a la monarquía de julio bajo la
dependencia de la alta burguesía”. Una dependencia que sería “fuente inagotable
de un creciente malestar financiero”. Y aquí Marx hace una observación
fundamental: “Es
imposible subordinar la gestión del Estado al interés de la producción nacional, sin
establecer el equilibrio del presupuesto,
es decir, el equilibrio entre los gastos y los ingresos del Estado” (énfasis
añadido). Por este motivo, la burguesía industrial, la clase obrera y los
pequeños propietarios, pedirán el “gobierno barato”.
Sin
embargo, era imposible lograr el equilibrio sin herir los intereses de los que
eran “sostenes del sistema dominante y sin reorganizar la distribución de
impuestos”, esto es, sin
descargar el costo fiscal sobre la misma gran burguesía.
Pero la alta burguesía tenía un interés directo en el endeudamiento, ya que “el
déficit del Estado era el objeto mismo de [las] especulaciones [financieras] y
el puesto principal de su enriquecimiento”. Es que cada nuevo empréstito –que se
renovaba cada cuatro o cinco años- daba lugar a nuevas oportunidades para
esquilmar al Estado, al que se mantenía siempre al borde de la bancarrota: “Cada
nuevo empréstito daba una nueva oportunidad para desvalijar al público que
colocaba sus capitales en rentas sobre el Estado, por medio de operaciones
bursátiles, en el secreto de las cuales estaban iniciados el Gobierno y la
mayoría de las Cámaras”.
De esta
manera los especuladores se aprovechaban de las fluctuaciones violentas de los
precios de los títulos, y el déficit se mantenía elevado. “Siendo el déficit
presupuestario de interés directo de la fracción de la burguesía en el poder, se
explica el hecho de que el presupuesto extraordinario, en los últimos años del
gobierno de Luis Felipe, haya sobrepasado en mucho al doble de su monto bajo
Napoleón…”. De manera que el déficit es funcional a los intereses “de la
fracción de la burguesía en el poder”. La idea se refuerza enseguida: “Además,
pasando de esa manera enormes sumas entre las manos del Estado, daban lugar a
fraudulentos contratos de entrega, a corrupciones, a malversaciones y estafas de
todo tipo”. Un saqueo de los fondos públicos que “se renovaba en detalle en los
trabajos públicos”. De ahí que la
obra pública, las construcciones de líneas ferroviarias, los gastos públicos en
general, se constituyeran en otras tantas fuentes de enriquecimiento.
“Las Cámaras [legislativas] arrojaban sobre el Estado las cargas principales y
aseguraban el maná dorado a la aristocracia financiera especuladora”. No existe,
por parte de Marx, la menor concesión a los empresarios, fueran contratistas de
obra pública o inversores en ferrocarriles, que se enriquecían gracias a sus
vínculos con el Estado.
La
situación de conjunto es descrita en los siguientes términos:
“En tanto
que la aristocracia financiera dictaba leyes, dirigía las gestiones del Estado,
disponía de todos los poderes públicos constituidos, dominaba la opinión pública
por la fuerza de los hechos y por la prensa en todas las esferas, desde la Corte
hasta el café borgne [lugar
de reunión de gente de negocios] se reproducía la misma prostitución, el mismo
engaño desvergonzado, la misma sed de riquezas, no por la producción, sino por
el escamoteo de la riqueza ya existente de otros”. En otros términos, no había
generación de valor y riqueza por incremento de la base productiva, sino saqueo,
traspaso de riqueza de unas manos a otras (puede enriquecerse este análisis con
los conceptos de trabajo productivo e improductivo que Marx desarrollaría luego
en El
Capital).
Sigue el texto:
“Especialmente en la cúspide de la sociedad burguesa es donde la hartura de las
concupiscencias más malsanas y más desordenadas se desencadenaba y entraba a
cada instante en conflicto con las leyes burguesas mismas, pues allí es donde la
fruición del goce se hace crapuleuse,
donde el oro, el lodo y la sangre se mezclan con toda naturalidad. La
aristocracia financiera, en su modo de ganancias como en sus goces, no es otra
cosa que la resurrección del proletariado del hampa en las cimas de la sociedad
burguesa”. “Proletariado del hampa” puede leerse como el lumpen; es posible que
este pasaje haya inspirado a autores muy posteriores (Baran, Gunder Frank) a
hablar de la “lumpen burguesía” para referirse a formas parasitarias de
enriquecimiento de fracciones de la clase dominante.
El
gobierno surgido de la Revolución de Febrero
El análisis
de Marx sobre la política del Gobierno “de unidad nacional” surgido del triunfo
de febrero de 1848, con respecto a la deuda, conserva el mismo sesgo crítico, a
pesar de que “la revolución era dirigida ante todo contra la aristocracia
financiera”. Después de señalar que el crédito público descansa sobre la
creencia de que el Estado se deja explotar por los prestamistas, y que la lucha
de la clase obrera pone en cuestión esa credibilidad, Marx apunta que a fin de
eliminar toda sospecha sobre la voluntad de cumplir con las deudas dejadas por
el régimen anterior, el Gobierno pagó a los acreedores antes de que vencieran
los plazos legales de reembolso. Es el argumento que se repetiría una y otra
vez, asegurar a los capitalistas que se cumplen los contratos. “El aplomo
burgués, la seguridad de los capitalistas, se despertaron bruscamente cuando
vieron la presurosa ansiedad con la cual se trataba de comprar su confianza”.
Pero esto
agravó la situación financiera del Gobierno provisorio. Y como el déficit de
algún lado hay que cubrirlo, el Gobierno descargó el peso sobre los pequeños
burgueses, los empleados y los obreros. Los depósitos en caja de ahorro que
superaban los 100 francos fueron declarados no reembolsables en dinero, y se
entregaron bonos del Tesoro en su lugar. Bonos que los ahorristas se vieron
obligados a vender a los financieros contra los que se había hecho la Revolución
de Febrero. El Gobierno también transformó los bancos provinciales en sucursales
del Banco de Francia, al que concedió un empréstito garantizado con una hipoteca
sobre los bosques fiscales. Y por último, aumentó el impuesto a los campesinos.
“Los campesinos son los que tuvieron que pagar los gastos de la Revolución de
Febrero y entre ellos la contrarrevolución tomó su principal contingente”.
En
conclusión,
en este análisis el déficit y la deuda pública no caen del cielo. Son explicados
en un contexto social preciso, el modo de producción capitalista, y responden
a lógicas de clase definidas. La
corrupción, asociada al gasto público y la deuda, debería abordarse desde la
misma perspectiva.
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