Es percibir tanto
la concentración como la transnacionalización económica y
la desterritorialización-reterritorialización
por implantación de enclaves
de exportación.
Esto
plantea
confrontar con el progresismo a
quienes nos identificamos izquierda mirando por la autoorganización de los
pueblos para emanciparse de los capitalismo, imperialismos, colonialismo,
patriarcado, racismo. Veamos porqué no unirse sino juzgar esos gobiernos,
movimientos e intelectualidad escrutando qué se
proponen y cómo lo harán según sus propias explicaciones. Apreciemos:
A. Su
intelecto regional CELAG
Qué es el centro estratégico latinoamericano de geopolítica
CELAG es
una institución dedicada a la investigación, estudio y análisis de los fenómenos
políticos, económicos y culturales de la región, cuyo objetivo es elaborar
saberes e instrumentos para entes decisores de políticas públicas, estrategias
electorales o acciones sociales.
Desde su inicio, CELAG colabora con propuestas políticas
públicas, partidarias o de movimientos sociales que buscan ampliar los
horizontes democráticos en América Latina. Para ello, se han puesto en marcha un
conjunto de líneas de investigación que además de contribuir al debate general
sobre la dinámica de los distintos proyectos políticos y económicos en el
subcontinente, sirven también como materiales analíticos y propositivos para
políticas concretas o futuras.
Los equipos de CELAG reúnen un conjunto de profesionales,
investigadores y académicos con sólida trayectoria en investigación,
planificación y elaboración de políticas públicas, económicas y electorales.
Algunos han pasado por la función pública y otros lo han hecho en universidades
prestigiosas. Se trata de trayectorias biográficas que garantizan un equilibrio
productivo entre las miradas analíticas y la instrumentación de propuestas.
El resultado de los análisis y estudios se enriquece con el aporte metodológico y singular de diversas disciplinas, como la Economía, Sociología, Historia, Comunicación, Geopolítica y Ciencias Políticas. Esto permite generar insumos que aporten tanto miradas y tendencias generales, como análisis de diversos procesos puntuales. CELAG mantiene grupos de investigación en países como Argentina, Ecuador, Bolivia y Venezuela que trabajan con miradas interdependientes entre lo local, lo regional y lo global.
GRUPOS DE TRABAJO CELAG 2016-2017
Debates económicos
El mundo vive un momento histórico. El modelo hegemónico
está siendo desafiado tanto desde el campo científico como desde la praxis de la
política económica por nuevas propuestas. Estas propuestas, aún en construcción
y definición, se nutren de las corrientes heterodoxas del pensamiento económico
y enriquecen su caudal teórico con las experiencias prácticas de gobierno.
El área económica es uno de los principales marcos de esta
disputa. El sistema económico predominante encadena crisis de forma recurrente
maracas por los mismos síntomas: modestos ritmos de crecimiento desde los años
70; deterioro de las condiciones de vida de las clases trabajadoras; acumulación
del ingreso en pocas manos; un sistema financiero cada vez más frágil,
concentrado, opaco e inservible para el desarrollo de los países de la periferia
del capitalismo; dolarización y dependencia financiera crecientes; competencia
desleal en salarios y fiscalidad impuesta por el actual diseño de la
globalización; supremacía del poder económico -y especialmente el financiero-
sobre los intereses democráticos nacionales… Estos son algunos de los rasgos de
un sistema económico global que no redunda ni en oportunidades ni en bienestar
para las mujeres y hombres de Latinoamérica.
Ante este escenario se antoja ineludible pensar y repensar
desde una posición crítica a las alternativas a un sistema incapaz de satisfacer
las necesidades de las grandes mayorías. Para ello, la Unidad de Análisis
Económico de CELAG bebe de diferentes enfoques heterodoxos y se apoya en el
paradigma de la Economía Política, que considera a la economía como una ciencia
social atravesada por los grandes procesos políticos y, por tanto, atravesadas
por ellos. Con esta andamiaje, la Unidad evalúa los grandes retos y desafíos de
las sociedades del continente americano.
La disputa en el terreno económico es más intensa aún si
cabe en Latinoamérica, región periférica del centro del capitalismo, dependiente
de éste y con un rol obligado de economía rentista. En este siglo XXI, varios
gobiernos pusieron en marcha políticas a favor de las mayorías, estimulando el
crecimiento y reduciendo de forma notable la pobreza y la desigualdad. Sin
embargo, la ofensiva neoliberal vuelve a cernirse sobre el subcontinente, sin
memoria, como si la década ganada no hubiera existido y la debacles de las
décadas de los 80 y 90 no hubiesen ocurrido. La ofensiva cuenta con toda una
serie de poderosos aliados, países y otros actores beneficiarios del status quo,
y con la potencia de fuego de los medios de comunicación hegemónicos. Estos
tratan de fomentar entre los pueblos la resignación, convencerlos de que “no hay
alternativa” (1) al capital, al poder concentrado, a la desregulación
financiera, a los salarios debilitados, al desmonte del estado de bienestar…
CELAG, por el contrario, considera que hay
alternativas, que queda mucho por avanzar y que hay hacerlo con la seriedad que
aporta el enfoque heterodoxo, el método empírico y el conocimiento histórico.
Es por eso que la Unidad de Análisis Económico de CELAG no sólo está integrada por economistas de perfil heterodoxo, sino que además cuenta con el aporte complementario de investigadores pertenecientes a campos multidisciplinarios, en especial, la historia, la política, la sociología y la comunicación. enriqueciendo el alcance y la capacidad de análisis. La Unidad de Análisis Económico del CELAG trabaja principalmente en tres áreas: investigación, docencia y coyuntura, en coordinación con el resto de departamentos del CELAG.Sus investigaciones y análisis contribuyen al debate intelectual desde una perspectiva heterodoxa. Esta se define no por oposición a la ortodoxia del pensamiento monolítico dominante, sino por la composición heterogénea de percepciones, herramientas e ideas que son elegidas en función a su utilidad y de su capacidad para describir el funcionamiento real de la sociedad y que resultan indispensables para comprender la realidad plural de la región y para diseñar políticas eficaces que contribuyan a la transformación de las sociedades latinoamericanas.
La idea inspiradora es hacer un análisis propositivo y
constructivo, es decir, la de poner las investigaciones y análisis al servicio
de las transformaciones y la construcción de una Latinoamérica democrática y
justa.
Para el periodo 2016-2017 la actividad se centra en cuatro
grandes líneas de investigación:
a) Política monetaria y política cambiaria
b) Cambio estructural
c) Disputa geoeconómica en América Latina
d) Estado, Buen Vivir y empleo
Neoconservadurismo y democracia
Tras la irrupción de los movimientos progresistas en la primera década del siglo XXI, la derecha se está reorganizando en la región con vistas a un nuevo asalto al poder. Con la experiencia tanto de las épocas neoliberales de los 80 y 90, con un balance profundamente negativo en lo político, en lo social y en lo económico, como de las nuevas alternativas populares, la derecha ha configurado un discurso y una praxis con las que trata de seducir a las mayorías.
Tras la irrupción de los movimientos progresistas en la primera década del siglo XXI, la derecha se está reorganizando en la región con vistas a un nuevo asalto al poder. Con la experiencia tanto de las épocas neoliberales de los 80 y 90, con un balance profundamente negativo en lo político, en lo social y en lo económico, como de las nuevas alternativas populares, la derecha ha configurado un discurso y una praxis con las que trata de seducir a las mayorías.
En esta línea de investigación se analizan las acciones
políticas, culturales, electorales y comunicacionales de los actores
neoconservadores de Latinoamérica en relación con la redefinición del orden
democrático. Una indagación analítica, sociológica y teórica que reflexiona
sobre las condiciones actuales de la democracia y de los espacios
neoconservadores. La línea propone claves de lectura de las trayectorias de
acción política y del conglomerado discursivo que organiza y estructura las
pugnas (electorales, culturales, etc.) o que constituyen los fenómenos actuales.
La multiplicidad de acontecimientos y dimensiones que
atraviesan este vinculo entre democracia y conservadurismo conduce a la
selección de objetos de investigación que pueden aportar a la comprensión. Entre
éstos interesa observar cómo se articulan globalización, subjetividad y
neoconservadurismo; la aparición de nuevos actores (lideres, dirigentes y
partidos) y reconfiguración del sistema democrático/electoral; la militancia y
la participación juvenil, uso de las redes en la recreación o elaboración de
imaginarios políticos.
Los recursos metodológicos utilizados se inscriben -en su
mayoría- en las perspectivas comprensivistas, del análisis del discurso y en el
universo de posiciones ofrecidas por el posestructuralismo. A modo de
indicadores, esta línea de investigación se expresará en trabajos de análisis de
coyuntura, de sucesos de larga duración o de fenómenos contemporáneos.(…)
B. Su
falta de autocrítica, su menosprecio por los de abajo y su concepción de
bienestar-justicia social según la sociedad de consumo.
¿La clase media muerde la mano que le dio de comer?
¿El éxito del progresismo es
su sepulturero?
28 de junio de 2016
28 de junio de 2016
Las nuevas clases medias
que supimos conseguir necesitan otros discursos que planteen nuevos objetivos,
para satisfacer sus nuevas aspiraciones en esta sociedad diferente sin abandonar
las políticas igualitaristas.
Por Guillermo Oglietti*
Los gobiernos progresistas de nuestra región no terminan de entender la clase media y esto es uno de los determinantes de algunos fracasos electorales recientes. Llegaron al poder en la década pasada, apoyándose en un discurso igualitario que caló hondo en la tierra arrasada que dejaron las políticas neoliberales y las crisis que desencadenaron en toda América Latina durante los ’90. Estos nuevos gobiernos fueron consecuentes con su discurso igualitario y durante la década ganada lograron sacar de la pobreza a más de 90 millones de ciudadanos que pasaron a enrolar el ejército de esta clase media incomprendida. Así, la clase media engordó con estos nuevos ascensos y el de los jóvenes que tuvieron la fortuna de nacer en esta clase media sin haber padecido las penurias que sufrieron sus padres.
Este cambio en la estructura de clases transformó las expectativas y aspiraciones materiales de millones de ciudadanos, sin embargo, el discurso de los gobiernos que lograron este ascenso social se modificó muy poco a lo largo de esta década. Para decirlo claramente, el progresismo le sigue dirigiendo la palabra a un interlocutor que ya no existe, que se mudó de clase, y ahora quiere escuchar otras cosas. Una consecuencia de dormirse en los laureles del discurso inicial que permitió los triunfos en la década pasada, son los resultados electorales adversos en Argentina, Bolivia y Venezuela y la
pérdida de apoyo electoral a las propuestas progresistas de grandes sectores de la clase media en toda la región.
Los gobiernos progresistas de nuestra región no terminan de entender la clase media y esto es uno de los determinantes de algunos fracasos electorales recientes. Llegaron al poder en la década pasada, apoyándose en un discurso igualitario que caló hondo en la tierra arrasada que dejaron las políticas neoliberales y las crisis que desencadenaron en toda América Latina durante los ’90. Estos nuevos gobiernos fueron consecuentes con su discurso igualitario y durante la década ganada lograron sacar de la pobreza a más de 90 millones de ciudadanos que pasaron a enrolar el ejército de esta clase media incomprendida. Así, la clase media engordó con estos nuevos ascensos y el de los jóvenes que tuvieron la fortuna de nacer en esta clase media sin haber padecido las penurias que sufrieron sus padres.
Este cambio en la estructura de clases transformó las expectativas y aspiraciones materiales de millones de ciudadanos, sin embargo, el discurso de los gobiernos que lograron este ascenso social se modificó muy poco a lo largo de esta década. Para decirlo claramente, el progresismo le sigue dirigiendo la palabra a un interlocutor que ya no existe, que se mudó de clase, y ahora quiere escuchar otras cosas. Una consecuencia de dormirse en los laureles del discurso inicial que permitió los triunfos en la década pasada, son los resultados electorales adversos en Argentina, Bolivia y Venezuela y la
pérdida de apoyo electoral a las propuestas progresistas de grandes sectores de la clase media en toda la región.
Nuevo discurso.
Los dirigentes no reaccionaron a tiempo al cambio que produjeron sus propios éxitos. La transformación ha sido enorme y prácticamente ha creado nuevos países. Y de la misma forma que no sería sensato hacer la misma campaña en Bolivia que en Canadá, es insensato que el discurso y las propuestas progresistas no se hayan adaptado a estos cambios que se han producido. El progresismo necesita dirigirse hacia estos nuevos actores sociales, porque si no lo hace, entrará en una elipse viciosa por la que mientras más éxito tenga sacando de la pobreza a la población, menos votos conseguirá por hacerlo. Morir de éxito.
Una vez aclarado este punto, el paso siguiente es conocer cuál ha sido el cambio en las preferencias políticas: ¿cómo piensa esta nueva sociedad tras la transformación? Sería necesario hacer estudios demoscópicos que permitan interpretar el pensamiento de esta nueva estructura de clases, pero a falta de éstos, un primer acercamiento nos permite anticipar que los principios igualitarios que encumbraron los procesos ya no son tan valorados por la sociedad.
Los dirigentes no reaccionaron a tiempo al cambio que produjeron sus propios éxitos. La transformación ha sido enorme y prácticamente ha creado nuevos países. Y de la misma forma que no sería sensato hacer la misma campaña en Bolivia que en Canadá, es insensato que el discurso y las propuestas progresistas no se hayan adaptado a estos cambios que se han producido. El progresismo necesita dirigirse hacia estos nuevos actores sociales, porque si no lo hace, entrará en una elipse viciosa por la que mientras más éxito tenga sacando de la pobreza a la población, menos votos conseguirá por hacerlo. Morir de éxito.
Una vez aclarado este punto, el paso siguiente es conocer cuál ha sido el cambio en las preferencias políticas: ¿cómo piensa esta nueva sociedad tras la transformación? Sería necesario hacer estudios demoscópicos que permitan interpretar el pensamiento de esta nueva estructura de clases, pero a falta de éstos, un primer acercamiento nos permite anticipar que los principios igualitarios que encumbraron los procesos ya no son tan valorados por la sociedad.
La redistribución.
Todos sabemos que las sociedades igualitarias son mejores sociedades, generan un entorno favorable para disfrutar mejor la vida. Pero esto no significa que cada uno esté dispuesto a financiar esta igualdad. A cada uno le conviene contribuir lo menos posible y que sea el resto quien pague los impuestos para lograr la igualdad. Es obvio, que si éste es el juego, la conducta dominante será que nadie contribuirá, porque todos esperarán a que sea resto quien lo haga, por lo que nadie terminará aportando al esfuerzo igualitario. La única forma de aplicar políticas redistributivas es con apoyo electoral de quienes prefieren estas políticas, en general porque entienden que recibirán más de lo que contribuirán al esfuerzo igualitario. Pues bueno, el cambio en la estructura de clases de la década ganada, sencillamente ha hecho que la mayoría electoral ya podría estar en poder de quienes perciben que tendrán que contribuir más de lo que recibirán de las políticas redistributivas. Es por esto que las nuevas clases medias empiezan a ser colonizadas fácilmente por las ideas de que el Estado es ineficiente, que el gobierno es corrupto y que las regulaciones son obstáculos al progreso personal. Quedan así predispuestos a pensar que sus éxitos son el fruto de su esfuerzo individual y sus fracasos culpa del Estado. En definitiva, el cambio en la estructura de clases ha generado una sociedad con un menor rechazo por la desigualdad que la sociedad que encontramos a fines de los ’90.
Todos sabemos que las sociedades igualitarias son mejores sociedades, generan un entorno favorable para disfrutar mejor la vida. Pero esto no significa que cada uno esté dispuesto a financiar esta igualdad. A cada uno le conviene contribuir lo menos posible y que sea el resto quien pague los impuestos para lograr la igualdad. Es obvio, que si éste es el juego, la conducta dominante será que nadie contribuirá, porque todos esperarán a que sea resto quien lo haga, por lo que nadie terminará aportando al esfuerzo igualitario. La única forma de aplicar políticas redistributivas es con apoyo electoral de quienes prefieren estas políticas, en general porque entienden que recibirán más de lo que contribuirán al esfuerzo igualitario. Pues bueno, el cambio en la estructura de clases de la década ganada, sencillamente ha hecho que la mayoría electoral ya podría estar en poder de quienes perciben que tendrán que contribuir más de lo que recibirán de las políticas redistributivas. Es por esto que las nuevas clases medias empiezan a ser colonizadas fácilmente por las ideas de que el Estado es ineficiente, que el gobierno es corrupto y que las regulaciones son obstáculos al progreso personal. Quedan así predispuestos a pensar que sus éxitos son el fruto de su esfuerzo individual y sus fracasos culpa del Estado. En definitiva, el cambio en la estructura de clases ha generado una sociedad con un menor rechazo por la desigualdad que la sociedad que encontramos a fines de los ’90.
La emulación.
Toda la teoría económica reconoce que existe un efecto de emulación del consumo de la clase inmediata superior. El gran economista Thorstein Veblen en 1899 publicó el ensayo “La teoría de la clase ociosa”, en el que explica, tras estudiar los hábitos de consumo de la sociedad, que lo que él denomina la “clase ociosa” influye enormemente en los hábitos de consumo de “toda” la sociedad, lo que le permite desarrollar la teoría de la “emulación”, que básicamente afirma que las clases sociales tienden a imitar el consumo de la clase inmediata superior. En la época del Veblen, el mundo era más pequeño porque el radio de vinculación social era limitado, mientras que en nuestra época el mundo se ha ampliado a escala global, porque debido a los medios de comunicación los pobres de cualquier rincón del mundo pueden aspirar a emular la conducta de los más ricos del mundo, no de los del barrio, pueblo o ciudad. Las posibilidades de emulación no tienen precedentes en la historia.
Ahora bien, una vez que aceptamos que existe una emulación de los hábitos de consumo, el paso siguiente e inevitable, es aceptar que esta emulación se extienda al plano de preferencias políticas. Es natural que así suceda, de hecho, cuando no es así, cuando el hábito de consumo no está correlacionado con una preferencia ideológica, en cierto modo genera un rechazo social que estimula la conducta “correspondiente” entre status e ideología. En efecto, vestirse de Luis XVI y defender la Revolución Francesa es tan chocante como vestirse de pobre y defender la servidumbre. En definitiva, es coherente que la emulación del consumo y la ideología avancen por la misma vía, explicando la tendencia hacia el conservadurismo de las ideas políticas de las clases medias.
Toda la teoría económica reconoce que existe un efecto de emulación del consumo de la clase inmediata superior. El gran economista Thorstein Veblen en 1899 publicó el ensayo “La teoría de la clase ociosa”, en el que explica, tras estudiar los hábitos de consumo de la sociedad, que lo que él denomina la “clase ociosa” influye enormemente en los hábitos de consumo de “toda” la sociedad, lo que le permite desarrollar la teoría de la “emulación”, que básicamente afirma que las clases sociales tienden a imitar el consumo de la clase inmediata superior. En la época del Veblen, el mundo era más pequeño porque el radio de vinculación social era limitado, mientras que en nuestra época el mundo se ha ampliado a escala global, porque debido a los medios de comunicación los pobres de cualquier rincón del mundo pueden aspirar a emular la conducta de los más ricos del mundo, no de los del barrio, pueblo o ciudad. Las posibilidades de emulación no tienen precedentes en la historia.
Ahora bien, una vez que aceptamos que existe una emulación de los hábitos de consumo, el paso siguiente e inevitable, es aceptar que esta emulación se extienda al plano de preferencias políticas. Es natural que así suceda, de hecho, cuando no es así, cuando el hábito de consumo no está correlacionado con una preferencia ideológica, en cierto modo genera un rechazo social que estimula la conducta “correspondiente” entre status e ideología. En efecto, vestirse de Luis XVI y defender la Revolución Francesa es tan chocante como vestirse de pobre y defender la servidumbre. En definitiva, es coherente que la emulación del consumo y la ideología avancen por la misma vía, explicando la tendencia hacia el conservadurismo de las ideas políticas de las clases medias.
Esta preferencia ideológica en formación de la nueva clase media y, también, de la juventud, es una mala noticia para los gobiernos progresistas que apostaron muchas fichas al camino del progreso del consumo de la población. El discurso neoliberal tiene más chances de colonizar las mentes de esta nueva estructura social, aún a pesar de que así puede comprometer el bienestar de esta nueva clase media.
Reconocer el cambio.
La continuidad del programa progresista necesita reconocer estos cambios en la estructura social y la preferencia política de las nuevas mayorías. En este sentido, es necesario tener una buena percepción sobre las motivaciones humanas y la heterogeneidad de valores que impregna la sociedad. A grandes rasgos, es conveniente comenzar por reconocer que en los individuos coexisten dos valores contrapuestos. Por un lado, las ambiciones de progreso material, que incorpora no solo el consumo disfrutado individualmente, sino también por comparación con el resto de la sociedad, lo que en definitiva hace al estatus social. Y por el otro, una preferencia por la equidad, en el sentido de que pocos egoístas disfrutan del malestar ajeno y, por el contrario, muchos preferirán vivir en sociedades más equilibradas en términos de igualdad. Estos dos valores nos dan las pistas sobre dónde debe encaminarse el discurso y las propuestas políticas del progresismo, para superar las limitaciones electorales que tiene el discurso igualitarista.
Estas dos preferencias están presentes, en distintas medidas, en todos nosotros. Son valores en cierto grado antagónicos, porque la preferencia por la equidad decae si las ambiciones materiales son altas o si se produce a costa de una parte del bienestar individual.
La continuidad del programa progresista necesita reconocer estos cambios en la estructura social y la preferencia política de las nuevas mayorías. En este sentido, es necesario tener una buena percepción sobre las motivaciones humanas y la heterogeneidad de valores que impregna la sociedad. A grandes rasgos, es conveniente comenzar por reconocer que en los individuos coexisten dos valores contrapuestos. Por un lado, las ambiciones de progreso material, que incorpora no solo el consumo disfrutado individualmente, sino también por comparación con el resto de la sociedad, lo que en definitiva hace al estatus social. Y por el otro, una preferencia por la equidad, en el sentido de que pocos egoístas disfrutan del malestar ajeno y, por el contrario, muchos preferirán vivir en sociedades más equilibradas en términos de igualdad. Estos dos valores nos dan las pistas sobre dónde debe encaminarse el discurso y las propuestas políticas del progresismo, para superar las limitaciones electorales que tiene el discurso igualitarista.
Estas dos preferencias están presentes, en distintas medidas, en todos nosotros. Son valores en cierto grado antagónicos, porque la preferencia por la equidad decae si las ambiciones materiales son altas o si se produce a costa de una parte del bienestar individual.
Buenos ejemplos.
El buen ejemplo que los países nórdicos nos dan sobre las ventajas competitivas que redundan en eficiencia, y de calidad de vida que obtienen las sociedades más igualitarias, posiblemente aumenten las preferencias por la equidad (de la misma forma que el mal ejemplo de las desventajas que deben asumir las sociedades más desiguales fortalecen la misma preferencia). En este camino, los gobiernos progresistas tienen mucho para recorrer, en cuanto aún no han logrado convencer a la ciudadanía de la equidad es un bien público, que genera ventajas de eficiencia además de
justicia, que permiten a todas las clases estar mejor. A mi criterio, no hemos conseguido convencer a la ciudadanía que las ventajas indirectas que recibimos por la igualdad son mayores a los costos tributarios que individualmente asumimos para financiarla.
Un error frecuente de la izquierda, en mi opinión, es dar por sentado un amor universal por la igualdad. Esto parte de no reconocer la heterogeneidad humana y suponer, al igual que la ortodoxia, que existe un único individuo representativo. En realidad, los pobres lo que desean es superarse, al igual que la clase media, y para ellos, la igualdad es un método para lograrlo, no un fin en sí mismo. Es por esto que el discurso igualitario tiene techo. Cuando la clase media aumenta su tamaño y su ingreso, comienzan a percibir que el esfuerzo igualitario se recuesta sobre sus espaldas y sus nuevas aspiraciones materiales y entra en conflicto con sus nuevas percepciones ideológicas. De esta fuente beben los triunfos apoyados en la muletilla de la reducción de los impuestos.
Los discursos igualitarios condujeron al éxito a los gobiernos progresistas en la década pasada, porque la igualdad representaba también un progreso para los pobres, que eran muchos. Con el auge de las clases medias, tras una década ganada, son muchos más quienes perciben que tienen que comenzar a pagar las costas del ascenso de los que quedaron más rezagados y la cosecha de votos del discurso igualitario se reduce.
El buen ejemplo que los países nórdicos nos dan sobre las ventajas competitivas que redundan en eficiencia, y de calidad de vida que obtienen las sociedades más igualitarias, posiblemente aumenten las preferencias por la equidad (de la misma forma que el mal ejemplo de las desventajas que deben asumir las sociedades más desiguales fortalecen la misma preferencia). En este camino, los gobiernos progresistas tienen mucho para recorrer, en cuanto aún no han logrado convencer a la ciudadanía de la equidad es un bien público, que genera ventajas de eficiencia además de
justicia, que permiten a todas las clases estar mejor. A mi criterio, no hemos conseguido convencer a la ciudadanía que las ventajas indirectas que recibimos por la igualdad son mayores a los costos tributarios que individualmente asumimos para financiarla.
Un error frecuente de la izquierda, en mi opinión, es dar por sentado un amor universal por la igualdad. Esto parte de no reconocer la heterogeneidad humana y suponer, al igual que la ortodoxia, que existe un único individuo representativo. En realidad, los pobres lo que desean es superarse, al igual que la clase media, y para ellos, la igualdad es un método para lograrlo, no un fin en sí mismo. Es por esto que el discurso igualitario tiene techo. Cuando la clase media aumenta su tamaño y su ingreso, comienzan a percibir que el esfuerzo igualitario se recuesta sobre sus espaldas y sus nuevas aspiraciones materiales y entra en conflicto con sus nuevas percepciones ideológicas. De esta fuente beben los triunfos apoyados en la muletilla de la reducción de los impuestos.
Los discursos igualitarios condujeron al éxito a los gobiernos progresistas en la década pasada, porque la igualdad representaba también un progreso para los pobres, que eran muchos. Con el auge de las clases medias, tras una década ganada, son muchos más quienes perciben que tienen que comenzar a pagar las costas del ascenso de los que quedaron más rezagados y la cosecha de votos del discurso igualitario se reduce.
El gran desafío.
Las nuevas clases medias que supimos conseguir, necesitan otros discursos y se le deben plantear nuevos objetivos y aspiraciones, que satisfagan las nuevas aspiraciones de esta nueva sociedad sin abandonar las políticas igualitaristas. Al final de cuentas, el objetivo de los proyectos progresistas es mucho más que igualitario y debe explotarse el interés de estas nuevas clases por temas comunes a los valores progresistas, como el desarrollo tecnológico endógeno, el desarrollo
económico, la mejora y universalización de servicios básicos como educación, transporte y salud públicas, transparencia, infraestructuras, apoyo a la iniciativa y los emprendedores, deportes, al medio ambiente etc. Las propuestas progresistas en estas áreas superan las alternativas conservadoras y, a su vez, permitirán seguir avanzando por el camino de la igualdad. Sobre el discurso igualitario, a mi criterio debe hacerse muchas nueces y poco ruido, y el discurso debe
centrarse en convencer a la ciudadanía de que la equidad no solo representa justicia, sino sociedades que merecen ser vividas y, sobre todo, convencer al individualista que es por su propio bien, porque la igualdad redunda en competitividad y eficiencia económica de las que también se beneficiaría.
*Celag (Centro Estratégico
Latinoamericano de Geoestrategia).
Fuente: http://www.laarena.com.ar/opinion-la-clase-media-muerde-la-mano-que-le-dio-de-comer-1061741-111.html
C. Su
visión del segundo período progresista como profundización del mercado interno e
integración contra la hegemonía de EE.UU. y ofensiva en la comunicación
social que construya amplio consenso. En suma, proyectan continuar en el
capitalismo sin reparar en contenidos de su crisis civilizatoria por
incompatibilidad con la vida.
Rediseñando el nuevo escenario regional
25 de febrero de 2016
Los recientes
ejemplos de los procesos electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia, llaman
la atención de varios especialistas, los cuales analizan el momento actual en
esta parte del mundo
El avance de la derecha en la región en medio de un nuevo
escenario económico, marcado por la crisis, ha abierto el debate sobre los
proyectos alternativos en América Latina. Los recientes ejemplos de los procesos
electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia, llaman la atención de varios
especialistas, los cuales analizan el momento actual en esta parte del mundo.
El sociólogo y científico político brasileño, Emir Sader,
identifica varias causas de esa crisis. Cita, por ejemplo, la dependencia de
esos Gobiernos de las exportaciones: “Cuando los precios bajaron, nuestras
economías sufrieron los efectos, sin tener cómo defenderse, y todo por no
promover el reciclaje de manera distinta”.
En su artículo La crisis de la izquierda en América Latina
expone que la incapacidad de pasar a la ofensiva en la guerra mediática con las
grandes corporaciones privadas, también es otro de los factores negativos.
Argumenta al respecto que esos monopolios “han tratado de esconder los grandes
avances sociales en cada uno de nuestros países, los han censurado, han
intentado silenciar las nuevas oportunidades que los procesos de democratización
social han impulsado en la población”.
El coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Río de Janeiro se detiene en el rol de los partidos y
movimientos políticos que, a su juicio, no han logrado una formación de cuadros,
propaganda de ideas de izquierda al no “representar el proyecto histórico de la
izquierda”.
No obstante, “nada de eso autoriza a hablar de ‘fin de
ciclo”. Para Sader “estamos viviendo el final del primer periodo de construcción
de modelos alternativos al neoliberalismo.
Las claves para pasar a un segundo periodo tienen que ser: profundización y
extensión del mercado interno del consumo popular; un proyecto de integración
regional; la intensificación del intercambio con los BRICS y su Banco de
Desarrollo”.
Por su parte, la investigadora del Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica (Celag), Gisela Brito, asegura a Granma que los
Gobiernos de izquierda atraviesan un momento de “complejidad política” que se ha
manifestado en las últimas derrotas electorales.
La socióloga argentina, al igual que Sader, no comparte la
idea que esas victorias de la derecha representen un “fin del ciclo
progresista”.
“En primer lugar porque se trata de tres tipos de
elecciones diferentes: legislativas en Venezuela; referéndum en Bolivia;
presidenciales por balotaje en Argentina, que expresan, según cada contexto
nacional, particularidades específicas”, acota la socióloga.
La especialista resalta un punto clave y es que, por el
momento, las opciones de derecha (tanto en Ecuador como en Bolivia o Venezuela)
no consiguen unificarse en torno a un liderazgo que articule una alternativa
real de Gobierno.
Se trata, acorde con Brito, “de iniciativas fragmentadas en el caso de Bolivia y con intentos de unidad en Ecuador y Venezuela que aún presentan muchas tensiones internas”.
Se trata, acorde con Brito, “de iniciativas fragmentadas en el caso de Bolivia y con intentos de unidad en Ecuador y Venezuela que aún presentan muchas tensiones internas”.
Una de las opciones para salir de este impasse es, a juicio de la analista de Celag —un espacio de investigación sobre los principales procesos geopolíticos regionales—, “realizar una lectura política fina de cuáles fueron los puntos débiles en las últimas contiendas electorales y reformular la estrategia comunicacional adaptando los discursos a los intereses sociales y nuevas demandas de los electores (cuestión en que la derecha sí mostró cierta efectividad)”.
Por su parte, el politólogo de la Universidad de Buenos
Aires, Juan Manuel Karg, considera que “tras las elecciones en Argentina,
Venezuela y Bolivia, las fuerzas progresistas, nacional-populares y de la
izquierda continental deberán tomar nota del inicio de una ‘restauración
conservadora’ a nivel regional, tal como la definiera, tiempo atrás, el
presidente ecuatoriano Rafael Correa”.
El analista argentino comparte con sus colegas la visión de
que entre los factores comunes están las “duras campañas de parte de los medios
masivos de comunicación contra estos Gobiernos, y un indudable apoyo externo
que, variando en intensidad de acuerdo con el país, se desplegó en la región
para trastocar el proceso de integración iniciado en el 2008 con Unasur y
complementado en el 2011 con la Celac.”
Manifiesta también a este diario que se deben “hacer
cambios obligados en vías a encontrar liderazgos que suplanten a los salientes”.
“Los espacios de convergencia abiertos entre las diferentes
fuerzas de la izquierda y el progresismo a nivel regional (Foro de Sao Paulo y
Encuentro Latinoamericano Progresista) deberán dar cuenta del nuevo momento a
nivel regional. También deberá hacer lo propio el bloque progresista del
Parlasur. Todas estas instancias tendrán un destacado rol que cumplir”, insiste.
Karg cierra la idea explicando que muchos de estos
Gobiernos continúan en el poder, “pudiendo establecer cambios específicos dentro
del plazo legal que les queda, hasta el 2019”.
Fuente: http://www.granma.cu/mundo/2016-02-25/redisenando-el-nuevo-escenario-regional-25-02-2016-20-02-11
D. Su
integración subordinada y apuesta a:
China y la nueva diplomacia financiera
12 de octubre de 2016
12 de octubre de 2016
Por
Sergio Martín-Carrillo y Francisco Navarro
(CELAG)
En el año 1994, Giovanni Arrighi [1] relataba
que el ciclo sistémico de acumulación capitalista iniciado en las últimas
décadas del siglo XIX y al que él denominó como “el largo siglo XX”, comenzaba a
dar muestras evidentes de estar llegando a su fin. La revolución neoliberal que
surge como respuesta del capital a la crisis en los años 70 del modelo de
acumulación predominante desde la Segunda Guerra Mundial, condujo a una
expansión global del capital y una nueva división internacional del trabajo y la
producción. Con esto, el capital concentrará cada vez más recursos en el ámbito
financiero en busca de una mayor y más rápida rentabilidad, lo que contribuirá a
una expansión financiera global que dominará buena parte de la economía mundial
capitalista. Este proceso de financiarización se ha de entender como resultado
de las contradicciones intrínsecas del sistema capitalista sucedidas en el
ámbito real durante este periodo y nos ayuda a comprender la crisis actual como
una crisis del modelo de acumulación neoliberal y una puesta inicial en
cuestionamiento de la hegemonía estadounidense.
Arrighi, consideraba que desde el origen del capitalismo se han
sucedido 4 ciclos sistémicos de acumulación dominados por una potencia, la misma
que controlaba los flujos financieros internacionales en ese momento histórico.
La muestra de que un ciclo está llegando a su fin es el predominio de la
economía financiera sobre la economía real como manifestación de las
contradicciones intrínsecas del sistema.
Caracterizando de este modo a la financiarización de la economía, no como la fase final del capitalismo, sino
como una fase recurrente que muestra la etapa final de un determinado ciclo
sistémico de acumulación.
El cambio de ciclo implica cambios en el orden geofinanciero global
que ponen en cuestionamiento las hegemonías de los procesos de acumulación
anteriores. Cuando Arrighi publicó su obra consideró que el nuevo ciclo de
acumulación estaría capitaneado por Japón. Sin embargo, en el posfacio de la
segunda edición publicada en 2009, ya consideró a la República Popular de China
como el nuevo centro del poder geoeconómico mundial.
Este marco que nos aporta la obra de Arrighi nos permitirá comprender el surgimiento de la República Popular de China como contrapoder en lo que se refiere a la capacidad financiera a nivel internacional. En este contexto, vamos a centrar nuestro documento en una de las últimas iniciativas institucionales que surgen bajo el impulso chino, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) y el papel que este nuevo organismo internacional puede tener para los países de América Latina y el Caribe [2].
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, BAII.
El BAII, con sede en Pekín y un capital de 100.000 millones de
dólares, cuenta con 57 países miembros y nace fruto del esfuerzo chino por
modificar la correlación de fuerzas presente en las instituciones financieras
internacionales que se fundaron tras la segunda guerra mundial. Instituciones
caracterizadas por el dominio de Washington junto con algunos países aliados.
China posiciona al BAII como una institución de carácter multilateral que surge
como alternativa a estas instituciones hegemónicas. Su principal objetivo se
centra en el fomento y desarrollo del comercio y la cooperación económica en
Asia y Oceanía, así como entre éstas y Eurasia. Esto a través de la inversión en
infraestructuras, principalmente aquella relacionada con el transporte y las
telecomunicaciones, aunque también puede financiar proyecto de otros ámbitos
como energía, desarrollo de zonas rurales, vivienda, y otros sectores
productivos…
Como hemos dicho, su principal ámbito de actuación geográfica se
centra en la región asiática y en Oceanía, siendo considerados los países de
estas regiones que integran el BAII como países “Regionales”. A estos países se
les reserva al menos el 75% de los votos del organismo. El otro 25% lo
constituyen los países “No Regionales”, entre los que destacan la presencia de
Alemania o Reino Unido y las ausencias de Estados Unidos y Japón.
En términos geoeconómicos, el objetivo del BAII es el de
consolidar un contrapoder con sede en Asia para reducir la presencia de los EEUU
en la región. Del mismo modo, hay que tener en
cuenta dos consideraciones importantes en términos geopolíticos que llevan a
estrechar las relaciones de Asia con los dos continentes más cercanos:
1) La consideración de miembros “Regionales” a los países de Oceanía. Esto no es
ni mucho menos casual y busca expandir las relaciones de influencia hacia el
vecino próximo, destacando la buena sintonía con Australia, un país
tradicionalmente en la esfera de influencia de los Estados Unidos. Esto nos
puede recordar a las viejas teorías de Karl Haushofer y la división del mundo en
Panregiones controladas por un país que actúa como hegemón de las mismas. Y 2)
no sólo se pretende las buenas relaciones con Oceanía. sino que además uno de
los objetivos es mejorar la comunicación con los países europeos a través de
Eurasia, dando cuenta así de la intención China de reconstituir una nueva “ruta
de la seda del siglo XXI” y que vincule tanto a los países europeos como
euroasiáticos a la esfera de influencia de China a través de la mejora en la
infraestructura de transporte terrestre.
Sin embargo, y a pesar de que estos objetivos se enfrentan claramente a la visión de dominación de los Estados Unidos, la República Popular de China se ha cuidado y ha actuado con suma inteligencia y cautela para evitar la desestabilización del sistema financiero internacional. De esta forma, las primeras operaciones de financiación desarrolladas por el BAII se han realizado en dólares estadounidenses, así como también son en dólares los depósitos de capital realizados por los países miembros. Además, de los cuatro primeros préstamos aprobados, tres se han realizado en colaboración con alguno de los organismos financieros internacionales controlados por las economías occidentales. El objetivo a medio plazo si será operar de forma mayoritaria con Yuans, sin embargo, no se busca cambiar la correlación de fuerzas de forma traumática, lo que a su vez tendría efectos desestabilizadores para la economía china [3].
Implicaciones del BAII para América Latina y el Caribe.
En primer lugar, es necesario aclarar que aunque el objetivo
principal del BAII es la financiación de proyectos en Asia y en Oceanía, también
tiene la capacidad de financiar proyectos fuera de estas regiones. Para que esto
sea posible se deben dar dos condiciones: 1) que el país extra regional sea
integrante del BAII, y 2) que la infraestructura a financiar reporte interés
para el desarrollo de Asia u Oceanía.
Por el momento, en la región, tan sólo Brasil ha sido aceptado para
formar parte del BAII. Sin embargo, hay otros países que igualmente se están
planteando el acceso a dicho organismo.
Entre las principales ventajas, que para los países de la región puede tener su participación en el BAII, se encuentra que la membrecía supondrá nuevas alternativas de financiación para los sectores estratégicos que aún se encuentran en expansión en buena parte de los países de la región. La presencia del BAII en la región puede suponer nuevas alternativas de financiación a los mecanismos tradicionales.Esto puede permitir alejarse de las cláusulas de condicionalidades, tanto políticas como económicas, ligadas a la obtención de financiación por parte organismos multilaterales. Del mismo modo, la presencia del BAII en la región puede permitir profundizar en la consolidación del orden multipolar y multicéntrico perseguido por algunos de los gobiernos de la región.Sin embargo, si es necesario resaltar que aunque la financiación de los proyectos a través del BAII no está ligada a las condicionalidades clásicas que imponen otros mecanismos de financiación multilaterales, una de las condiciones para otorgar el financiamiento está sujeta a que sean proyectos que tengan un interés para la región asiática u Oceanía [4] . Con esto, es importante advertir el riesgo que hay de impulsar proyectos que no sean los más convenientes para el desarrollo nacional y regional.
Otro de los temores que surge ante la presencia del BAII en la
región es que se desista por completo del intento de crear un organismo
financiero regional, que no esté dirigido por ningún país foráneo y que busque
sólo y exclusivamente el interés de la propia región latinoamericana y caribeña.
Hablamos de la puesta en marcha efectiva del Banco del Sur y del Fondo del Sur.
A esto se puede agregar que unos de los principales destinos de
financiación del BAII son las instituciones de carácter privado para llevar a
cabo los proyectos. De aquí el temor de que, como se espera, el BAII favorezca
principalmente a las grandes empresas de capital chino, lo cual podría generar
una sobreexposición a grandes empresas de capital extranjero en detrimento de
empresas más pequeñas de capital nacional y/o regional.
A pesar de estas cuestiones que ponemos de manifiesto para no caer
en la falsa creencia de que esta institución vendrá a solventar las relaciones
de dependencia del financiamiento internacional que ha tenido la región,
consideramos que el BAII representa una oportunidad, sobre todo para aquellos
países con una relación tensa con Washington, y que puede dotar de recursos
financieros manteniendo la soberanía en cuanto a la conducción política y
económica, sin cartas de intenciones por medio. Eso sí, siempre teniendo en
cuenta la limitación que supone que se financiarían proyectos de interés para
las economías asiáticas. Por lo que esta mayor soberanía y la financiación de
este desarrollo económico soberano estarán condicionadas, en última instancia,
por estos intereses, que si bien pueden ser comunes a Latinoamérica, estarán muy
acotados bajo el paraguas de estos objetivos exteriores.
En conclusión, la pertenencia al BAII puede suponer cierto alivio a
las condiciones de ahogo financiero que tienen algunos países de la región. Sin
embargo, una mayor presencia de instituciones financieras multilaterales en la
región no debe suponer un freno a la construcción de instituciones propias, que
impulsen la soberanía y no estén atadas a ningún otro interés que el desarrollo
y la mejora de las condiciones de vida de los pueblos latinoamericanos y
caribeños.
Notas:
[1] Arrighi, G. (1999).
El largo siglo XX. Madrid, España. Akal.
[2] Conviene resaltar
que el BAII es tan solo una de las instituciones financieras impulsadas por la
República Popular de China y que tienen una importante presencia internacional.
Otras iniciativas son el Export Import Bank of China (Eximbank), el China
Development Bank (CDB), el Bank of China Limited, el Banco de los BRICS o el
Fondo CELAC-China, este último enfocado en la región latinoamericana y caribeña.
[3] Esto es una muestra
más de la actuación China en política exterior que rehuye del conflicto y busca
la “cohexistencia pacífica”. Principio éste que rige su política exterior, con
la excepción clara de las escaramuzas cada vez más beligerantes que se están
produciendo en el Mar de China Meridional.
[4] Debe tenerse en
cuenta que los “países regionales” tienen una amplia mayoría para decidir el
destino de los fondos del banco.
Sergio
Martín-Carrillo y Francisco Navarro, investigadores de la Unidad de Debates
Económicos de CELAG
http://www.celag.org/china-y-la-nueva-diplomacia-financiera/Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217823
Hemos comprobado que el
progresismo se esmera en la continuidad del capitalismo suponiendo la
expansión de las capas medias, restringiendo el desarrollo a mega
emprendimientos de infraestructuras que no unen sino desterritorializan-reterritorializan
a favor del coloniaje, argumentando al mito de una China no imperialista y
convocando a erradicar los paraísos fiscales como si desaparecidos estos, el
sistema dejaría su criminalidad de lesa humanidad.
Leer
Por el contrario, las
izquierdas que nos empeñamos en ir abriendo caminos a los buenos vivires
convivires como creaciones de los distintos pueblos en unión
confraternal, estamos convencidas que:
"Si los sueños del pasado se quedaron en sueños -y los sueños, sueños son-, hoy, con las técnicas de organización de que disponemos y una fuerte moral colectiva, se pueden realizar, si no cejamos en nuestra decisión de lucha y nos organizamos en redes, en coordinadoras, en colectividades, en colectivos, en comités de fábrica, de barrio, de calle y en otros enlaces presenciales y a distancia, que constituyan un nuevo tipo de partido capaz de construir las bases de otro mundo posible".
Crisis:
tendencias y alternativas
21 de octubre de 2016
Por Pablo
González Casanova
El sistema
de dominación y acumulación en que vivimos -conocido como Capitalismo- tiene
como atractor principal: la acumulación de poder y riquezas. En su
comportamiento actual, para lograr sus fines el sistema emplea todos los modos
de producción que lo precedieron. Combina el trabajo asalariado con el
esclavismo, y uno y otro con el trabajo del siervo y con las nuevas formas de
tributación y despojo, que hoy se ocultan en deudas impagables y réditos
usureros, que los acreedores cobran con bienes y territorios por las buenas o
por la fuerza.
A los países
endeudados, cuando les llega la hora de pagar y no tienen con qué, los hacen
acumular deuda sobre deuda y pagar más y más intereses hasta que por fin los
embargan y los obligan a desnacionalizar y privatizar propiedades nacionales y
estatales… es decir, los despojan. Esa es la nueva acumulación primitiva o por
desposesión en una de sus muchas variantes. Todo ocurre en un conocido proceso
por el que los gobiernos deudores someten sus decisiones, su dignidad y sus
políticas a las corporaciones y complejos acreedores, que son quienes realmente
mandan.
Los
políticos colaboracionistas creen que ser un buen político es obedecer a esos
que mandan, es enriquecerse con los que mandan, y es llegar a ser como los que
mandan. Piensan que así es la vida, y hasta dicen y se dicen, que la historia
también es así, y que quienes no entienden los cambios actuales se están
aferrando a un pasado que ya no existe, y se ocultan los avances con sus necios
prejuicios.
Piensan
también que en este mundo, aunque no lo digamos, todos somos sinvergüenzas, pero
que ellos -los políticos distinguidos, y que mandan queramos o no- son más
inteligentes y eficaces que quienes los critican. Ganas tuvieran sus opositores
de ser como ellos. Así piensan.
Todo lo
anterior parecería anecdótico si no sirviera para darnos cuenta que
la crisis que vivimos es una crisis económica, moral, intelectual, política y
social. Es una crisis que abarca todas las actividades de la vida humana,
incluso las del conocimiento de lo que pasa y de lo que va a venir en el mundo y
el país, en que sus trabajadores de tierra, mar y aire, sus campesinos,
agricultores y mineros, sus comunidades indígenas y no indígenas, sus sectores
medios y sus juventudes, tendrán más posibilidades de defenderse, y de ganar, si
a una organización de organizaciones sectoriales, regionales, fabriles,
comunales, barriales,
añaden la organización desde abajo y con los de abajo de su voluntad colectiva y
personal; la organización de su conocimiento y del saber, la organización de su
conciencia para mejor lograr lo que los trabajadores y los pueblos quieren, y
para impulsar -lo que es fundamental- el fortalecimiento y organización de
nuestra moral de lucha, de nuestra moral de cooperación, de compañerismo, y,
también, de concertación de voluntades tanto para resistir, como para luchar, y
construir las relaciones y estructuras de otro mundo posible y necesario en que,
con la democracia-como poder del pueblo- éste organice la vida y el trabajo para
alcanzar esa emancipación, esa libertad y ese respeto a las diferencias de raza,
edad, sexo, religión, filosofía, para las que la humanidad dispone hoy de
conocimientos y técnicas que consoliden la emancipación humana, Si los sueños
del pasado se quedaron en sueños -y los sueños, sueños son-, hoy, con las
técnicas de organización de que disponemos y una fuerte moral colectiva, se
pueden realizar, si no cejamos en nuestra decisión de lucha y nos organizamos en
redes, en coordinadoras, en colectividades, en colectivos, en comités de
fábrica, de barrio, de calle y en otros enlaces presenciales y a distancia, que
constituyan un nuevo tipo de partido capaz de construir las bases de otro mundo
posible.
Hoy, podemos
hacer que nuestra lucha solidaria de pueblos y trabajadores viva ese paso de lo
ideal que se vuelve real. Sí se puede. Y aunque estemos en plena tormenta, o por
eso mismo.
La crisis en
que vivimos es una crisis que rompe muchas de las tendencias que se daban, en
particular las que buscan su solución dentro del actual sistema de dominación y
acumulación capitalista, con sus mentirosos actos caritativos, generosos,
humanitarios, y hoy, hasta dizque para salvar la tierra que ellos mismos están
con su entrañable codicia, destruyendo.
Las grandes
crisis de este sistema de dominación y acumulación movido por el afán de poder,
de riquezas y utilidades no sólo obedecen a que baja la tasa de utilidades de
las compañías, o a que hay problemas de sobreproducción o de subconsumo. No sólo
se deben a especulaciones de unos cuantos banqueros que quiebran a miles de
deudores, como la crisis que se desencadenaron en 2008 y que sirvió de detonador
de la que el mundo todavía no sale.
Las crisis
se producen también deliberadamente por las corporaciones financieras para
maximizar su poder, sus riquezas y utilidades, para debilitar a los trabajadores
y hacerlos que pierdan sus derechos y bajen la fuerza de sus demandas y, que
hasta para comer se sometan a toda suerte de tiempos, ritmos, riesgos, salarios
de hambre, enfermedades seguras, y daños incurables.
Las crisis
provocadas, inducidas, sirven a la vez para que las grandes corporaciones hagan
negocios a costa de medianas y pequeñas empresas, y hasta de países a lo que
sacan fuera de los mercados nacionales e internacionales, o a los que entre
deudas, presiones y colusiones someten, suplantan o integran a sus propias
compañías privadas, -como es el caso del petróleo mexicano-, o de inmensas
regiones del territorio nacional que pasan y pasarán a ser “enclaves
coloniales”. Las crisis inducidas se enfocan también contra los servicios
públicos que los grandes capitales quieren privatizar a toda prisa, o en
incesantes acometidas, como ocurre con las universidades, los hospitales, las
pensiones… y con la educación toda, que buscan desmoronar para transformarla en
negocios de unos cuantos. En los servicios públicos codiciados incluyen hasta
las pensiones y jubilaciones y el conjunto de la seguridad social. Todas esas
actividades en vez de ser una carga fiscal aumentan sus haberes y poderes. Así
como patrones de la educación forman estudiantes mental y materialmente eficaces
y eficientes para los servicios que requieren, y como patronos de los hospitales
estimulan tratamientos y medicamentos que duran tanto como lo que permiten los
recursos y seguros de los clientes…
Empeñados en
tan fieros empeños, los grandes patrones ni por asomo piensan en las personas a
las que despojan y ponen en la calle, sanos o enfermos, y que de la noche a la
mañana se quedan sin recursos para sus gastos elementales de salud, educación,
pensiones, producción, comunicación, servicios, alimentación y hasta de agua
para beber. Es más a quienes se vuelven vendedores de la calle, cuidadores de
automóviles, boleros, plomeros, relojeros les quitan sus trabajos con
persecuciones de la policía o con productos que ya no tienen compostura, o que
“compactos” salen de las grandes fábricas y cuando una pieza no sirve se van a
la basura.
La variada
ofensiva afecta a grandes y pequeños países, campos y ciudades, montes y lagos,
ríos y mares, suelos y subsuelos, lo cual significa una creciente disminución de
los empleos y de las fuentes de trabajo,
medidas a las que acompañan con macropolíticas de represión y corrupción que no
sólo incluyen la violación de los derechos nacionales sobre el territorio, la
población, la soberanía, sino los derechos humanos que ellos mismos dicen
defender y que de por sí ya están muy limitados.
Entre sus
agresiones destaca el incesante ataque a los derechos agrarios de las
comunidades, y el despojo por narcos y mafiosos de los recursos y las tierras de
ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios. La ofensiva no sólo incluye los
derechos sociales y los de agricultores y campesinos sino los derechos
sindicales, y los derechos ciudadanos… Es más a la devaluación de la moneda, a
la inflación creciente que prepotentemente juraron controlar, añaden la
congelación de salarios en moneda y especie, o en servicios y mercados antes
subsidiados y hoy desaparecidos o por desaparecer a favor de la megaempresas que
todo lo producen y todo lo venden hasta las semillas de que la vida no nace, y
los remedios que desatan pandemias.
Mientras
eso y más ocurre -y al mismo tiempo- los hacedores de tanto daño, y que a tantos
dañan, se pasean y pavonean haciendo como que son grandes señores, respetables
funcionarios, responsables y seguros empresarios, eficientes y eficaces hombres
de Estado. A su pública apariencia añaden un doble teatro que también pone en
crisis la realidad… desapareciéndola… ¡La realidad no aparece!
De un lado si el éxito de la dominación en crisis se debe a la cooptación y colusión de cuadros y clientelas subordinadas y subrogadas que circulan a través de todo el sistema gubernamental abierto y encubierto, de otro se debe al arte maravilloso de la televisión, de la propaganda a la sociedad de consumo, combinada con mezclas, alianzas y amalgamas de una macropolítica de corrupción y represión que funciona desde los grandes mandos de la globalización neoliberal y “desde la sombra” hasta los gobiernos y grupos criminales abiertos y encubiertos que juegan sus respectivos papeles entre autonomías y sujeciones, entre soberanías y servidumbres, amalgamadas o coludidas…. Con razón muchos autores no sólo hablan de una crisis del capitalismo sino de una crisis de la civilización.
Algo de eso
es lo que está pasando aquí y en el mundo que domina el complejo
empresarial-militar-político y mediático de Estados Unidos y de la Unión
Europea, con sus redes de aliados, socios y subordinados de una globalización
que se distingue de la política imperialista anterior, por lo menos en dos
terrenos: Uno consiste en que más que dominar a los Estados-Nación desde un
centro rector, las sedes imperiales están organizando una burguesía global,
cuyos enlaces consolidados reciben el apoyo necesario para enriquecerse y
acumular, siempre que del ingreso nacional total, las corporaciones se queden
con la mayor parte. A esas medidas que organizan la lucha de clases global,
quienes de veras mandan añaden otras por las que regularmente dominan a sus
socios periféricos. Consisten éstas en darles “luz verde” en la corrupción y la
represión, una corrupción y represión de las que se benefician en grande las
Metrópolis y que la banca mundial oculta,
cuando en realidad son ellas y ella quienes hacen del narcotráfico y el
terrorismo uno de los principales negocios del “enlace globalizador” de las
corporaciones financieras, armamentistas, mineras, agroindustriales,
constructoras, y de los variados servicios que les dan para la construcción de
infraestructuras y meganegocios en las ciudades y territorios de la periferia,
al tiempo que los gobiernos nativos adquieren cuantiosas deudas
interiores-exteriores, que no destinan al desarrollo del país, sino a la
importación de materiales y productos que los prestamistas producen y de que se
deshacen en ventas negociadas para el descomunal enriquecimiento y la buena
marcha de las corporaciones y sus deudores. La creciente deuda externa no se
emplea así para adquirir bienes de producción que les hagan competencia en medio
de la crisis sino para la adquisición de bienes de consumo que las corporaciones
no tienen a quien vender.
A tan nuevas y renovadas medidas se añade otra más que es importante señalar y es la que concierne a la organización global de la lucha de clases, que corresponde a la impresionante novedad de los llamados “golpes de estado blandos” aplicados sobre todo contra los llamados “gobiernos progresistas” o “de izquierda”. En la lucha global de clases se usan, con beneficios sin cuento, los vínculos entre el crimen organizado y el gobierno local, asesorado e informado éste por el gobierno global y apoyados abiertamente por las burguesías nacionales. En la lucha se combinan las guerras “internas”, reales, con las virtuales, con o sin uso de los militares, y mediante la combinación de la inflación con el desabasto, de la publicidad y la propaganda con los agentes provocadores… La novedad prevaleciente se basa en el uso de las contradicciones de clase de pueblos y trabajadores que tiran a los gobiernos progresistas con el apoyo del poder legislativo y el judicial y a veces con el del segundón en el poder ejecutivo, todo en medio de un ejército que defiende el orden legal existente... La globalización es otro imperialismo, muy otro, en Occidente y también en Oriente; en el neoliberalismo de aquí y en el estatismo no menos sofisticado de allá.
En cuanto a
los gobiernos que luchan eficaz y eficientemente en las redes de los socios
comprometidos y leales, la globalización neoliberal apoya su fidelidad siempre
que le den más y más de lo que les piden o que no incurran en desobediencias. En
ambos casos se les amenaza con denunciarlos y, si es necesario, cuando ya no le
sirven, las propias corporaciones y complejos apoyan las denuncias de
latrocinios y crímenes, y les aplican los calificativos de “gobiernos fallidos”
o de “gobiernos canallas”. Así es el arte de gobernar “eficientemente”,
así se ejerce una llamada “democracia” que ha sido privatizada por las grandes
corporaciones y utilizada por clase política para ocupar puestos jugosos de
elección popular y disponer de las ventajas y concesiones de que se sirven sus
jefes políticos y clientelas.
En México el
sistema político, con sus sindicatos y organizaciones del antiguo sector
popular, obrero y agrario actúa en un mundo fantasmagórico en que las mutuas
acusaciones de corrupción o violencia criminal, individual y colectiva,
generalmente son inconsecuentes, y “allí quedan” -en meras denuncias-; mientras
los partidos políticos, a más de sus luchas internas y de sus alianzas
desideologizadas entre los que se dicen de derecha o de izquierda,
más que presentar y defender un programa alternativo socialdemócrata, o
reformista, o que retome como programa la Constitución que ya se deshizo, se
dedican a acusaciones personales de latrocinios, crímenes, y flaquezas, con un
agravante más: que cuando presentan un programa para la solución de los
problemas nacionales y sociales, su candidatos, una vez elegidos casi siempre se
olvidan de las promesas, y muestran, con variados tonos, su pobre y elocuente
deterioro moral.
En medio de
tan grave situación se dan dos circunstancias a nivel mundial que hacen cada vez
más necesaria la organización de los pueblos y los trabajadores: la amenaza a la
vida en la tierra si el capitalismo subsiste, y el horror sistémico que vive la
humanidad con la actual organización del trabajo y de la vida.
Para la
solución de todos esos problemas y para el establecimiento de una democracia
desde abajo y con los de abajo, el papel de los trabajadores va a ser crucial y
a su presencia como actores fundamentales de la emancipación quiero dedicar unas
palabras finales, a reserva de referirme en otra ocasión al reciente Congreso
Nacional Indígena y del EZLN con su extraordinario acuerdo de consultar a sus
comunidades sobre la posibilidad de librar la lucha electoral con todos los
mexicanos que se sumen al proceso emancipador, y que para ello funden el poder
del pueblo mexicano. Los trabajadores cumplirán en éste y en todos los proyectos
emancipadores un papel fundamental para su organización y éxito.
De hecho,
todos los problemas referidos incluyen la presencia activa de los trabajadores
en su sentido más amplio, que es el correcto y, al mismo tiempo hay otros
problemas que directamente les conciernen y de que me gustaría hablar, así como,
de los retos que se les presentan para una organización y una lucha que puedan
hacer de la clase obrera y del pueblo trabajador, uno de los actores que con su
vanguardias construya la democracia, es decir, la soberanía del pueblo sobre la
de monarcas, oligarquías, burocracias y corporaciones.
La crisis
está afectando en el mundo y en nuestro país a los trabajadores como a la
inmensa mayoría de los seres humanos y amenaza con afectarlos como a todos los
seres vivos y al planeta tierra. Esto es científicamente exacto. Pero por lo que
se refiere a los trabajadores,
algunos datos
y cifras pueden ser muy ilustrativos, y son esenciales para darnos cuenta de la
urgente tarea de organizarnos y de las mejores formas de hacerlo.
Empleo un
estilo telegráfico para dar cuenta de algunos. Según la Organización
Internacional del Trabajo 25 millones de personas son víctimas de trabajo
forzado. Según la “Walk Free Foundation” el número de esclavos en México es de
376,800 personas. Los peligros de desempleo por la robotización y el uso de
nuevas tecnologías y de “sistemas inteligentes” varían en las distintas regiones
y en una misma región. El riesgo de la automatización del trabajo en los países
de la OCDE alcanza 9%. Parece estar subestimado… Una investigación de la
Universidad de Oxford calcula que los trabajos en alto riesgo de perderse
alcanzan al 47% en Estados Unidos. En todos estos casos se habla de trabajos que
pueden ser automatizados en una década o dos. La mayoría corresponden a
transportes, labores de producción y también de trabajo administrativo y de
oficina. Otra amenaza más se refiere a los desplazados por la violencia, que
según el Consejo Noruego para refugiados en México llegan por lo menos a 281,400
internos con unos que son masivos -es decir de 10 o más familias-, y en que
destacaron 15 estados. De 2007 a 2011 se estima que pasaron a Estados Unidos
ll5mil personas de las 254 mil que querían entrar sólo en Ciudad Juárez. Como la
ayuda a los campesinos ha sido totalmente abandonada de acuerdo con la política
neoliberal globalizadora 11millones trescientos mil mexicanos se encuentran en
la extrema miseria, cifra proporcionada por Consejo Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social, el CONEVAL. Entre trabajadores, periodistas,
estudiantes, líderes comunales y muchos otros, como víctimas se registran más de
100, 000 homicidios intencionales de 2006 a 2012, según el Informe Especial de
la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias. Según cifras
estimadas de organizaciones de la sociedad civil el promedio anual de migrantes
indocumentados que ingresa a México puede llegar a 400 mil. Y hay migrantes que
llegan de Asia, África, el Caribe, Sudamérica, que tratan de pasar a Estados
Unidos como indocumentados por ciudades del Este y el Oeste. La emigración
actual es inmensa; la del futuro tiende a ser mayor.
No puede
uno ignorar que todos estos datos son muy “incómodos” para los ricos y los
poderosos y para quienes los encubren y ensalzan, o simplemente, no quieren oír
nada del mundo desagradable. Pero son muy importantes para quienes creemos que
otro mundo es posible y luchamos poco o mucho para que hasta lo que parece
imposible sea posible como decía aquél letrero del 68.
Y querríamos terminar este recuento refiriéndonos a los jóvenes que son quienes
van a vivir en el futuro inmediato como trabajadores manuales e intelectuales.
Sobre todos ellos pesa el peligro de la privatización de escuelas y
universidades. Al conflicto magisterial que la llamada reforma educativa alentó
se añaden crecientes daños y amenazas a las escuelas y universidades públicas.
En ambos niveles, niñez y juventud viven problemas que parecen identificarse con
una política expresa -y no sólo indirecta-de desarrollo del subdesarrollo. No
debemos nada más enfrentar esa política sino acrecentar las fuerzas de pueblos y
trabajadores y de las organizaciones que con ellos y para ellos luchan por otra
organización del trabajo y de la vida.
Ser trabajador es ser obrero, campesino, empleado, profesor, ingeniero, médico,
abogado, y profesionista en el uso de las manos y la inteligencia. Si en los
trabajadores productivos se encontró por la teoría crítica al protagonista de la
emancipación, la historia fue mostrando varios hechos significativos que es
necesario llevar a la conciencia y a la acción. Uno de ellos es que a los
trabajadores de la producción industrial se tienen que añadir hoy los de la
agricultura, los de las comunidades, los desplazados, los sin papeles y también
los de la distribución, los transportes y servicios, así como los trabajadores
que viniendo de las clases subalternas y de los sectores medios viven en carne
propia y en su conciencia, la irracionalidad de un sistema dominado por quienes
están enfermos de poder, utilidades y riquezas, a tal grado que se ocultan el
estado universal de barbarie y de inmoralidad que el sistema dominante impone,
amenazando hoy la existencia de la propia vida de sus beneficiarios y la de sus
descendientes, hechos todos que no son producto de mentes deprimidas a las que
acusan de catastrofistas, sino de quienes, junto con
los pueblos y los trabajadores organizados en su moral de lucha, de cooperación
y de compartición, lidiaremos y venceremos.
19/10/16
- Pablo
González Casanova es Ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM).
Texto
presentado en el Foro Público: “Crisis Global y Nacional: Las Perspectivas
Estratégicas de L@s Trabajador@s”.
Comparemos a objetivos
y metodología del
Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica con:
Coproducción de conocimiento, fractura metabólica y
transiciones hacia
territorialidades socio-ecológicas justas y resilientes
31 de agosto de 2016
Desde una perspectiva del metabolismo social, o de la modalidad y dimensión del uso de energía y materiales por parte de la sociedad, se abre con una descripción panorámica de la crisis imperante, tanto socioeconómica como ecológica. Al subrayar que ésta es resultante de relaciones sociales de producción específicas en un contexto biofísico dado, se plantea la relevancia del conocimiento, en especial la coproducción de conocimiento, tanto para el diagnóstico robusto, como para la búsqueda consensuada de rutas de transición que apunten hacia territorialidades para el bien común cada vez más justas y resilientes.Por Dr. Gian Carlo Delgado Ramos
Universidad Nacional Autónoma de México. México D.F., México Email: giandelgado@unam.mx
"El reto
en la producción de conocimiento es mayor dado que, no sólo se torna necesario
comprender mejor cómo y en qué grado estamos alterando los ecosistemas, sino que
además porque es central identificar cuáles son las alternativas y rutas de
transición posibles y más deseables, no sólo a la crisis ecológica, sino
sistémica. Se trata de un panorama en el que se torna central revisar
críticamente la relación ser humano – naturaleza y por ende, las relaciones
sociales de producción imperantes, en especial la relación capital – trabajo
(que privatiza los medios de producción, comenzando por la tierra y los recursos
ahí contenidos, al tiempo que no permite maximizar las denominadas
“externalidades positivas” debido al carácter antagónico y fragmentado de la
producción). En todo caso, la resiliencia del metabolismo social estribará en la
viabilidad de tales o cuales perfiles metabólicos, su temporalidad y las
constricciones biofísicas imperantes, pero también de la deseabilidad social de
una gestión adaptativa de la naturaleza de tal modo que no se transgredan las
mencionadas fronteras ecológicas planetarias. En otras palabras, la producción
de territorialidades deriva tanto del estado biofísico del entorno natural como
de los eventos y fuerzas político sociales."
El proceso de trabajo es la condición universal para la
interacción metabólica entre el ser humano y la naturaleza. Diferentes
relaciones sociales de producción, con sus respectivas estructuras de poder y de
clase y especificidades territoriales, sociales e histórico-culturales,
conformanperfiles metabólicos distintos. Se estima que las sociedades
cazadoras-recolectoras consumían unos 10-20 Gj/año/per cápita de energía y media
tonelada de materiales per cápita al año; las sociedades agrarias avanzadas de
Europa del siglo XVIII entre 40 y 70 Gj/año/per cápitay de 3 a 6 ton/año/per
cápita de materiales; y las sociedades industrializadas contemporáneas entre 150
y hasta 400 Gj/año/per cápitay 15-25 toneladas de materiales al año per cápita (Haberl
et al, 2011: 3).
Datos para el siglo XX precisan que mientras la economía
creció unas 14 veces y la población poco más de cuatro veces, el consumo
promedio de energía a nivel global lo hizo 12 veces, el de metales 19 veces y el
de materiales de construcción hasta 34 veces (caso del cemento) (Krausmann et
al, 2009). Así, al año 2000, la extracción total de recursos naturales fue de
entre 48.5 y 60 mil millones de toneladas anuales (Ibid), ello en un contexto en
el que el 10% de la población mundial más rica acaparó el 40% de la energía y el
27% de los materiales (Weisz y Steinberger, 2010).
Por lo antes indicado, puede afirmarse que lejos de haber
un desacople, hay, por el contrario, una clara correlación entre la creciente
acumulación de capital y el consumo de energía y materiales, ello a pesar de que
en los últimos 150 años se verifica un aumento en la eficiencia relativa (de los
subcomponentes de la economía pero no de la economía en su conjunto)2 del orden
de 20 mil porciento (Newman et al, 2012).
Tales ingentes patrones de consumo han derivado en una
profunda alteración e incluso transgresión de los ciclos biogeoquímicos del
planeta a una velocidad nunca antes registrada en la historia del ser humano
(Steffen et al, 2015). Los impactos son de tal calado, sobre todo
en el actual sistema de producción, que ya se habla de una nueva era geológica:
la del Antropoceno (Crutzen, 2002). Y, pese al avance del conocimiento acerca de
las causas de “la fractura metabólica”, ésta no ha sido resuelta o al menos
aminorada. Todo lo contrario, la transgresión de las fronteras ecológicas es
cada vez más evidente (Steffen et al, 2015).
La permanente apuesta por un crecimiento económico en un planeta finito no se ha reflejado, sin embargo, en el desarrollo de la mayoría de la población, esencialmente por dos razones: 1) el desarrollo ha tenido como soporte la acumulación por desposesión, es decir de aquella que instala el despojo como mecanismo estructural del sistema, y 2)en tanto que la riqueza o beneficios generados de tal esquemadesarrollista, se ha distribuido de modo cada vez más asimétrico.
El derecho al desarrollo o a un ambiente sano, reconocidos
en el seno de Naciones Unidas, figuran por tanto como meros pronunciamientos
políticos ya que no son una realidad concreta para la gran mayoría.
Las asimetrías son de tal grado que se estima que en 2014, los 80 más ricos del
planeta (eran los primeros 388 en 2010 y 85 en 2013) tenían la misma cantidad de
riqueza que el 50% más pobre, es decir, que 3,500 millones de personas (la
riqueza acumulada por esos 80 más ricos, según Forbes, era en 2014 de alrededor
de 1.9 billones de dólares) (Oxfam, 2015). En el ámbito empresarial las
asimetrías son igualmente patentes pues 1,318 multinacionales, cuyas ganancias
representan el 20% del total global, controlan directa e indirectamente
alrededor de 43 mil compañías que generan el 60% de las ganancias globales;
entre ésas están el grueso de compañías de tecnología de frontera y de
manufactura (Coghlan y MacKenzie, 2011).
De frente al escenario descrito, el reto en la producción
de conocimiento es mayor dado que, no sólo se torna necesario comprender mejor
cómo y en qué grado estamos alterando los ecosistemas, sino que además porque es
central identificar cuáles son las alternativas y rutas de transición posibles y
más deseables, no sólo a la crisis ecológica, sino sistémica. Se trata de un
panorama en el que se torna central revisar críticamente la relación ser humano
– naturaleza y por ende, las relaciones sociales de producción imperantes, en
especial la relación capital – trabajo (que privatiza los medios de producción,
comenzando por la tierra y los recursos ahí contenidos, al tiempo que no permite
maximizar las denominadas “externalidades positivas” debido al carácter
antagónico y fragmentado de la producción).
En todo caso, la resiliencia del metabolismo social
estribará en la viabilidad de tales o cuales perfiles metabólicos, su
temporalidad y las constricciones biofísicas imperantes, pero también de la
deseabilidad social de una gestión adaptativa de la naturaleza de tal modo que
no se transgredan las mencionadas fronteras ecológicas planetarias. En otras
palabras, la producción de territorialidades deriva tanto del estado biofísico
del entorno natural como de los eventos y fuerzas político sociales.
(Co)producción de conocimiento para la transición hacia otras territorialidades.Contrario a las propuestas neo-maltusianas que usualmente dan sólo cuenta de los límites biofísicos y sus implicaciones, se reconoce a la agencia humana, a la praxis colectiva, como elemento clave en la definición y distribución de los flujos metabólicos, pero también en la transformación del sistema de producción imperante y con ello el de su perfil metabólico. Preguntas como quién tiene el poder de organizar la producción del espacio, con qué fines y en beneficio (o perjuicio) de qué y quién, resultan por demás relevantes de ahí que las ciencias, en especial las ciencias sociales, pero aún más, de la co-producción de conocimiento reflexivo y localizado (véase más adelante), sean elementales, como se dijo, para empujar tanto imaginarios, como procesos alternativos para el bien común.
El reto cognitivo de las nuevas perspectivas ecológicas críticas radica, de entrada, en sobrepasar el paradigma de la simplificación (Morin, 2001) así como la tendencia a la fragmentación, dígase por ejemplo, la separación analítica entre sociedad y naturaleza. Además, aboga por nociones holísticas y complejas con el objeto de construir –normativamente hablando- una genuina sustentabilidad con memoria histórica y visión de futuro, de ahí que sea necesario recurrir a enfoques interdisciplinariosde tal suerte que se habilite otra manera depensar, esto es, nuevas modalidades de producir conocimiento que, como advierte García (1994), partan del ejercicio de poner en tela de juicio las mismas preguntas que tradicionalmente han servido para definir el problema y sus alcances. En otras palabras, se trata, parafraseando a Morin (1984), de consolidar una ciencia[crítica] con conciencia[socioambiental].
La apuesta es por una visión compleja, integral, interdisciplinaria y multicriterial, de interacción/articulación de diversas epistemologías, teorías y metodologías, lo que en la práctica se verifica en una renovación e incluso replanteo del pensamiento y discurso sobre la naturaleza, la sociedad, la economía, la política y la cultura, todo desde una visión que busque identificar y responder los retos, así como atender la realidad imperante y los futuros posibles que de ésa se puedan derivar. Lo dicho sugiere ser el móvil de las disciplinas híbridas tales como la ecología política, la economía ecológica, la antropología ambiental, la historia ambiental, la ecología social, entre otras similares (González de Molina y Toledo, 2014;Delgado, 2015). Dichas disciplinas, en la práctica, se relacionan y vinculan crecientemente con otras (tanto “tradicionales” como hibridas), conformando los inicios de nuevos campos de pensamiento hibridado, es decir, aquellos enfoques que se hibridan con múltiples perspectivas -tantas como sean necesarias para comprender mejor los fenómenos analizados- y que, por tanto, buscan inclusive trascender las fronteras planteadas por las disciplinas hibridas (muchas veces de manera no intencionada y más bien como producto de la práctica misma y las limitaciones de los grupos o individuos para construir análisis cada vez más complejos e incluyentes).
Aunque se puede sostener que las disciplinas conjugadas (de carácter multidisciplinar) no son nada nuevo –por ejemplo la economía política, sociología política, etcétera-, ésas no son iguales a las disciplinas híbridas que propiamente emergen a finales del siglo XX y principios del XXI. Las disciplinas conjugadas han sido sustancialmente relevantes en las últimas décadas del siglo XX, de cara a la compleja crisis global, ya que han estimulando y abierto camino a las mencionadas disciplinas híbridas cuyos rasgos distintivos son la genuina interdisciplina y el abordaje desde los sistemas complejos.
Debe precisarse que en el proceso de conformación de nuevas disciplinas híbridas y campos de conocimiento híbridos, lo deseable es que no haya una competencia por una hegemonía epistemológica, sino complementariedades en medio de la diversidad epistémica; aunque ha de reconocerse que, en efecto, hay enfoques más aptos para algunas cuestiones que otros. Y, en tanto que en lo ambiental no suele haber soluciones lineales ni únicas que derivan de respuestas dicotómicas unicriteriales (bueno o malo, deseable o indeseable, tal y como se estructuran los análisis costo beneficio tan usados en las manifestaciones de impacto ambiental), en el mejor de los casos las visiones que dan origen a tal tipología de soluciones resultan limitadas, incapaces de abrazar la multidimensionalidad, la multiescalaridad y la inconmensurabilidad de valores en juego, pero también de ofrecer la mejor calidad del conocimiento (Gallopin et al, 2001) y de transparencia en el proceso de evaluación y toma de decisiones.
Por tanto, la co-producción de conocimiento, basada en un continuo diálogo de saberes entre los actores directa e indirectamente relacionados se torna clave, tanto de aquellos formalmente reconocidos en la academia como de aquellos que están fuera pero que pueden o tienen algo que decir y aportar. Lo dicho es doblemente importante si reconocemos que la ciencia normal –en el sentido Kuhniano; léase Kuhn, 1971- no sólo es limitada, sino que no es objetiva, siempre válida y fiable cuando hablamos de sistemas complejos o de las fronteras del conocimiento (donde hay mayor presencia de desconocimiento, incertidumbre e ignorancia).Como sostienen Ungar y Strand (2005: 40), “…los sistemas complejos emergentes están basados en el reconocimiento de la influencia de la intencionalidad y los valores en toda la investigación [por lo que] el objeto de estudio no puede ser descrito sin reflexividad por parte de los científicos pues la incertidumbre es una consecuencia de la actividad científica misma. La presencia de otros expertos, de los pobladores locales por ejemplo, en el proceso de construcción de conocimiento, no es en esencia una herramienta útil para aproximarse a la realidad, un complemento para la actividad científica […], sino una forma de garantizar la calidad de este proceso […] La gente supervisa, cuestiona, reformula si es necesario, el quehacer de los científicos”.
Además, la coproducción de conocimiento en sentido amplio incluye la transferencia, almacenamiento, clasificación, transformación, integración y traducción del conocimiento y del aprendizaje, conceptos que concretamente tienen significados implícitos diversos, pero aún más, que en la práctica toman forma en actos que son intersectados por tales o cuales escalas y tipologías de poder, incluyendo relaciones Norte-Sur (de tipo [neo]colonial) o de discriminación racial o de género. Por ello no es menor quién controla y cómo se organiza y manipula el conocimiento en general, las bases de datos, las publicaciones, etcétera, y para qué propósito o fines. La tendencia a la privatización y conformación de un oligopolio en la publicación del conocimiento validado o científico, especialmente a partir de la era digital, es pues preocupante (Larivière ,Haustein y Mongeon, 2015).
Así entonces, la coproducción de conocimiento en positivo debería de abrazar, además del conocimiento científico validado (conocimiento cuya vitrina de presentación idónea es la revista arbitrada y entre las cuales suele haber diversos “factores de impacto” o de pedigrí), a aquel conocimiento científico no-validado (la denominada “literatura gris”) en tanto que puede empujar nuevos enfoques, perspectivas y hallazgos hacia adentro de la estructura de generación de conocimiento científico validado. Asimismo, y de particular importancia es la integración del conocimiento “no-científico”, es decir, saberes, prácticas, valores y/o intereses tradicionales-populares los cuales, cuando menos, son éticamente legítimos y por tanto importantes para cualquier aproximación interdisciplinaria seria que busque un permanente replanteamiento epistemológico y ontológico.
Es además patente que los movimientos sociales y las redes de ésos generan conocimiento subjetivadovalioso que articula conocimiento científico, datos y experiencias diversas, mismo que no en pocas ocasiones pasa desapercibido del circuito del conocimiento formalizado en tanto que se distancia de las realidades y necesidades locales. Por tanto, su inclusión en el proceso de (co)producción de conocimiento permitiría “…enriquecer el camino hacia lenguajes localizados con el quehacer científico como aliado y no como rival” (Ibid).
La (co)producción del conocimiento es útil para la política y la toma de decisiones, no sólo porque está localizada, sino porque se hace desde, con y para la gente. En el ejercicio, no obstante, es central identificar cómo se define, enmarca y se desarrolla dicha coproducción, qué lenguajes y puentes de comunicación se tienden en lo concreto y con qué actores o interlocutores, cómo se construyen los conceptos, cuáles son los supuestos detrás de las definiciones, las evaluaciones, mediciones y valoraciones, y cuáles son los resultados que se esperan de una u otra perspectiva analítica; todos rasgos que están lejos de ser neutrales. Por ello, es imprescindible situar la coproducción de conocimiento para la política de cara a interrogantes como: ¿se trata de problemas según quién y para quién?¿en qué sentido, desde que escala de valor y con cuál visión de futuro?
Así, considerando que toda metodología involucra una cosmovisión particular del mundo desde la cual emana todo un conjunto de objetivos que bien pueden influir e incluso acotar o trastocar las diversas posiciones epistemológicas y ontológicas presentes, se considera idealmente necesario mantener principios de apertura y transparencia, comenzando por hacer explícito los objetivos, los componentes, el trasfondo, los valores y pesos otorgados además de buscar, de manera permanente,el respeto mutuo, diálogos constructivos y espacios de confianza entre los actores para así trascender el limitado contacto entre meras identidades académicas o de pedigrí entre los actores para, en cambio, entablar una relación entre y con las personas en toda su multidimensionalidad (Wickson et al, 2014).
Por supuesto, el control del conocimiento y del aprendizaje es un obstáculo para la coproducción del mejor conocimiento posible, incluyendo aquel útil para la toma de decisiones políticas. Ello impacta, para bien o para mal, el bien común, de ahí que la toma de decisiones deba soportarse en una activa e informada participación social, misma que es fundamento de la coproducción de conocimiento.
Y si bien los ejercicios de comunicación, diálogo y crítica constructiva, hoy por hoy no siempre logran desdibujar del todo la figura del experto como elemento central, se puede sostener que pese a ello, una genuina “ciencia reflexiva” y participativa se está abriendo camino, un ejercicio de coproducción colectiva donde inevitablemente coexisten distintos puntos de vista y figuran consensos intermedios o radicales controversias. El reto, sin duda, está en ampliar tal esfuerzo afrontando limitaciones visibles como ciertamente lo es, en el caso de lo socioecológico, la diferencia escalar (espacial y temporal) entre lo ambiental y sus sinergias y la coproducción de conocimiento. Súmese, desde luego, el desafío de producir una política transformativa consensuada (o lo que se puede calificar de coproducción política) a la par de la conformación y formación de los sujetos que la ponen en marcha y la reformulan de manera activa.
Lo dicho en efecto obliga imaginar colectivamente procesos y acciones de transición y de cambio de paradigma dando cuenta de su viabilidad en el corto-mediano plazo, y para cada caso y contexto específico. Asimismo precisa replantear las relaciones de poder –o de gestión- más adecuadas para ello, un asunto que apremia toda una nueva institucionalidad y normatividad para el bien común.
La construcción de alternativas genuinas y de los caminos de transición que permitan trascender el estado de fractura metabólica y la alienación social imperante, no puede por tanto ser más que producto de un ejercicio extensamente participativo y de coproducción de conocimiento.
Hacia la conformación de otras territorialidades
De frente a la crisis sistémica y civilizatoria por la que atraviesa la humanidad, los elementos básicos de demanda social en América Latina y otras latitudes son, de entrada, paz, justicia, respeto, autonomía, equidad y dignidad. En tal exigencia, los actores en resistencia necesariamente tienden a articularse cada vez más, trascendiendo lo local e involucrando una multiplicidad de interlocutores y formas de comunicación. La conformación de redes de actores en resistencia y de redes de redes (incluyendo las redes virtuales) es cada vez más palpable y, sobre todo, su acompañamiento, en simultáneo, en diversos procesos concretos de defensa del territorio y de la identidad socio-cultural y de género asociados al mismo. Si bien tales ejercicios de resistencia popular, de creatividad y construcción de imaginarios, e incluso de prácticas alternativas, se experimenta en diversos lugares, ello es especialmente patente en AL.
Se trata de procesos no libres de contradicciones o de procesos de intimidación, cooptación y corrupción de ciertos líderes o grupos de base, no obstante, por lo general buscan ser esfuerzos genuinos, democráticos y participativos, cada vez más alejados del extractivismo y en sí de nociones desarrollistas que transgreden al territorio en toda su complejidad ambiental, social e histórica-cultural. Dicho en palabras de Escobar (2008), se trata de acciones de transición hacia territorios de la diferencia. Y aunque en efecto no se puede hablar, hasta ahora, de territorialidades que logren estricta y coherentemente trascender del todo la lógica del actual sistema de producción, sí se puede decir que se experimentan, en su respectiva escala, diversos ejercicios anti-hegemónicos con potencial de configurar procesos de transición hacia modalidades alternativas.
Los momentos de crisis implican, sin duda, grandes pérdidas humanas y materiales, de criminalización de la protesta, entre otras cuestiones, pero al mismo tiempo, son una oportunidad para pasar de la resistencia a la creatividad popular y la conformación de rutas de transición emancipadoras dirigidas a la construcción de esquemas genuinamente postcapitalistas enfocados en el bien común. Tales rutas de transición implican cambios profundos, de raíz, y no meros ajustes a lo existente. Se trata, además, de procesos de larga duración, complejos y llenos de incertidumbre, por lo que no se pueden pre-diseñar, ni copiar e implantar de manera exógena. Requieren en cambio de la agencia del ser humano localizada, esto es, una agencia territorializada, con sentido de permanencia de largo plazo.
En ese tenor, las experiencias hacia esquemas postcapitalistas para el bien común son más que la defensa de los bienes comunes y, por tanto, de la naturaleza per se. Aluden, de entrada, a un replanteamiento, como se dijo, de la propia relación ser humano-naturaleza, para así apostar por una relación más holística que reconoce y opera dentro de las fronteras ecológicas planetarias. Ello es nodal pues toda narrativa que separa al ser humano de la naturaleza no solo fragmenta sino que deshabilita, al menos en buena medida, la construcción y praxis social genuinamente emancipatoria.
Desde luego también replantea la relación ser humano-ser humano al centrar las relaciones de producción ya no el valor de cambio sino en el valor de uso (producto, por tanto, del trabajo no-alienado) lo que consecuentemente demanda la abolición de las asimetrías sociales. En lo concreto ello toma cuerpo en diversos imaginarios, territorialmente localizados que emanan del ejercicio pleno de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos así como de la coproducción de conocimiento y el uso de aquellas tecnologías y modalidades de producción más adecuadas para el aprovisionamiento de valores de uso con perspectiva multiescalar y multitemporal.
Por supuesto, la tensión entre propiedad privada y poder del Estado requiere, como precisa Harvey (2015) con base en Marx, de su desplazamiento por regímenes de derechos comunes o colectivos sobre los medios de producción y, en sí, sobre los bienes comunes, desde los que soportan la vida misma, hasta el conocimiento, la cultura y el arte. Esto último es sin duda central para empujar el desarrollo de las capacidades humanas positivas.
La confluencia y unificación de diversas formas de lucha (pacífica), el encuentro de lenguajes, conceptos, interpretaciones y en si de conocimientos, son un reto primerísimo que demanda claridad en los objetivos (cómo y qué es lo que define la buena vida y el bien común)4 , en las rutas de transición, en las fortalezas y debilidades del capitalismo contemporáneo y, desde luego, en las estructuras y modalidades de ejercer el poder en un contexto postcapitalista. Lo dicho refiere entonces a cómo operacionalizar la democracia participativa y la toma de decisiones y acciones.5 Se trata de un replanteo del poder que sólo puede esperarse desde los pueblos y de la alianza de pueblos, y en su caso, de los gobiernos (ciudadanos) que genuina y modestamente quieran acompañar dicha apuesta por un futuro justo, pacífico y resiliente. No es pues casual que muchos de los componentes antes descritos estén de un modo u otros contenidos en la declaración final del Encuentro y jornadas nacionales por el trabajo, la tierra, el agua y la vida, celebrado en agosto de 2014 en México.
Dicha declaración suscribe: …si bien es necesaria la defensa permanente de nuestros territorios, no es suficiente con resistir. Tenemos que ser capaces de pasar a la construcción de alternativas que nos permitan, por un lado, mantener nuestra tierra, el agua, la vida y nuestros derechos, y por otro lado, la posibilidad de desatar los saberes, la imaginación y la creatividad del pueblo, al servicio del pueblo. Por supuesto que nos hemos equivocado y habrá que tener la humildad para rectificar, asumir y aprender de nuestros de errores porque sólo de ese modo podemos avanzar en la construcción honesta y colectiva en la lucha. No hay receta para la resistencia. Todas las coyunturas son distintas y todos aprendemos de todos.
Tal aprendizaje de todos, aquí expuesto como coproducción de conocimiento, se insiste, es clave para la transición hacia otras territorialidades que redefinen las relaciones de dominación y acumulación imperantes aprovechando, por ejemplo, las sinergias entre los diversos esfuerzos en curso. A decir de González Casanova (2008), “…el conocimiento de las nuevas ciencias y las tecnociencias, el de las grandes luchas por la liberación de los pueblos, los trabajadores y los individuos, y el de la narrativa y el diálogo de cada pueblo, trabajador y persona, pueden sentar las bases de una meta principal: negociar con el capitalismo para que se desestructure sin destruir a la humanidad a sabiendas de que su única alternativa a esa propuesta es que el capitalismo se destruya destruyendo a la humanidad”.
Bibliografía
* * * Recibido: 10.08.2015 Aceptado: 25.08.2015
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Coproduccion_de_conocimiento_fractura_metabolica_y_transiciones_hacia_territorialidades_socio-ecologicas_justas_y_resilientes