sábado, 29 de febrero de 2020

Generalicemos la conciencia sobre qué sistema afianzaron y afianzan los gobiernos e intelectuales progresistas.

Todos expandieron y expanden
extractivismos o sea ecogenocidios.
 
Subordinan a los países a ser expoliados por el sistema mundo capitalista que, por centralizarse en la acumulación oligopólica de riquezas y poder, ha maximizado su criminalidad e irracionalidad como lo prueba el acaparamiento territorial para monocultivos transgénicos de agrocombustibles.
 
 

Biocombustibles en Bolivia:

tensiones entre los sueños exportadores

y las realidades nacionales
7 de junio de 2007


Por Eduardo Gudynas 
Pocos días atrás, en un encuentro celebrado en La Paz, y convocado por la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (CAINCO) y del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), se subrayó la importancia de los biocombustibles en Bolivia. La obtención de combustibles a partir de cultivos como caña de azúcar o soja, aseguraría importantes ingresos de exportación, generaría empleos, y hasta serviría para revitalizar comunidades rurales
Ventajas de ese tipo también se han invocado en otros países de América Latina. En resumen, se proclama que los biocombustibles permitirían enfrentar el cambio climático, serían una alternativa frente a un petróleo muy caro, y desencadenarían una nueva revolución agrícola en América Latina. Esas potencialidades son alentadoras, y nadie quisiera perderse esos negocios, y por esa razón más o menos las mismas iniciativas están en marcha en otros países.
Pero en todos esos casos también se han lanzado alertas. Se están publicando nuevos estudios que indican que el uso de cultivos como caña de azúcar o soja para obtener combustibles tienen limitaciones energéticas, y generan impactos sociales, económicos y ambientales muy importantes. Otros cuestionan los supuestos beneficios energéticos, mientras que hay muchas incertidumbres comerciales. Por lo tanto, es necesario preguntarse si tiene sentido para un país como Bolivia privilegiar los cultivos para obtener combustibles. ¿Servirán para mejorar la calidad de vida de las familias rurales? ¿Encierran un conflicto con la producción de alimentos?
Agroindustria, combustibles y exportaciones
Para responder a estas preguntas es necesario comenzar por reconocer que las actuales propuestas de biocombustibles se basan específicamente en cultivos a gran escala como la soja o caña de azúcar. Por lo tanto es indispensable usar el término “agrocombustibles” para diferenciarlos de otras fuentes de bioenergía, y para dejar en claro que su materia prima son cultivos que también sirven como alimentos. El uso de la palabra “biocombustible” esconde esa dependencia de los cultivos alimentarios, la que justamente es una cuestión central en países como Bolivia.
Clarificado ese punto, es necesario recordar que la demanda por alimentos para consumo nacional es muy importante en América Latina, ya que se siguen enfrentando serios problemas de subnutrición. Más de 59 millones de personas enfrentaban la subnutrición en 2001-03, según la FAO. Entretanto, la producción agropecuaria ha crecido, y se ha enfocado cada vez más en exportar sus productos hacia otros mercados, superando los 80 mil millones dólares.
Ha tenido lugar un profundo proceso de reestructura volcado hacia los monocultivos de gran escala y las agroindustrias. Bolivia ha transitado ese camino, ya que su producción agropecuaria ha crecido a una tasa media de 3.2% entre 1996 y 2005 (un poco por encima del promedio latinoamericano). Las exportaciones agropecuarias y forestales pasaron de 111,8 millones de dólares en 2000 a 172 millones de dólares en 2005. Sin embargo, la producción de alimentos per capita apenas creció 1,1% en 1996-2005, y Bolivia todavía enfrenta altísimos niveles de subnutrición: 23% de la población en 2001-03 según la FAO. En otras palabras, la agropecuaria creció, se exportó más, pero el país permanece con graves problemas de acceso a la alimentación.
 
Es evidente que una parte sustancial de ese crecimiento de la producción fue orientado a las exportaciones, y posiblemente el ejemplo mas conocido es el sector sojero. La producción de agrocombustibles refuerza ese patrón de desarrollo en sus puntos básicos: se basa en monocultivos y en una producción de gran escala, y está atada a las exportaciones. Sus actores principales son grandes agricultores y empresas comercializadoras. En tanto ese comercio exterior ofrece mayores rentabilidades, se vuelve mucho más atrayente que cultivar alimentos para un mercado interno con menor poder de compra.
Es así que la promoción de agrocombustibles orientados a la exportación contribuirá a generar las tensiones con la producción de alimentos. Este no es un problema potencial que eventualmente podría surgir en el futuro, sino que ese tipo de oposición ya está operando en el continente, y los agrocombustibles las acentuarán. Bolivia junto a otros cuatro países representan los cuatro casos mas agudos de esa problemática: las exportaciones de agroalimentos son un alto porcentaje de sus exportaciones totales (mas del 25%) pero a la vez tienen altos niveles de subnutrición (mas de 10%). En efecto, Bolivia junto a Guatemala, Honduras, Paraguay y Nicaragua, sufren la paradoja de ser grandes exportadores de agroalimentos mientras dentro de sus fronteras hay mucha gente con problemas de alimentación.
 
Inseguridad alimentaria, ambiente y desplazamiento social
El camino basado en agroindustrias de exportación pasa a dominar las estrategias de producción rural, se expande, y por lo tanto se reduce la producción destinada al mercado interno. La canasta de alimentos producidos localmente se encoge, y en algunos casos se deben importar alimentos. Incluso en grandes productores agroalimentarios como Argentina, la alta rentabilidad que ofrecen las exportaciones terminó promoviendo cultivos como la soja, pero a costa de reducir otras actividades orientadas al mercado interno, como la ganadería lechera.
En el caso de países como Bolivia, el destinar superficies significativas a los agrocombustibles no resuelve los problemas de alimentación, sino que aumentará la presión sobre los usos del suelo, y en algunos casos generará todavía más vulnerabilidad ante los vaivenes climáticos. Recordemos que esa fragilidad ha quedado en evidencia por los serios problemas climáticos que recientemente vivió el país, atrapado por un lado en lluvias e inundaciones en las tierras bajas del oriente, y por otro lado por sequías y heladas en las zonas andinas.
Eso desembocó en una reducción estimada en 11 % en la producción de papa, arroz, y otros cultivos claves para alimentación; el producto estrella de las exportaciones, la soja, se reduciría en un 13%, según el reporte de la misión de FAO que visitó Bolivia el pasado abril. El frágil balance se ha roto, y se deberán importar alimentos básicos, como arroz y papas. Frente a esta variabilidad climática, el país necesitaría contar con reservas de tierra dedicadas a producir suficientes alimentos como para contar con márgenes suficientes que le permitan superar futuros contratiempos climáticos.
Tampoco se pueden olvidar los impactos sociales. Los agrocombustibles de exportación se basan en cultivos de gran escala, que terminan desplazando a los pequeños y medianos campesinos. En otros países ese proceso se ha dado bajo dos formas: en unos casos se compran las tierras, y en otros casos se establecen contratos de producción que atan al campesino a consorcios agroindustriales, perdiendo la capacidad de tomar decisiones sobre su propia tierra, sufriendo de escasos márgenes de rentabilidad y en muchos casos endeudándose. La generación de empleo rural es muy limitada, ya que los cultivos de gran escala se basan en la mecanización donde se reemplaza la mano de obra humana por máquinas.
 
Tierras disponibles y acumulación de impactos
En varios países se justifica la apuesta a los agrocombustibles apuntando que hay un amplio territorio disponible sobre el cual se puede avanzar. Con ese argumento se intenta responder al cuestionamiento de la oposición entre agrocombustibles y alimentos, ya que habría “espacio” suficiente para lograr ambos propósitos. El ejemplo más conocido es Brasil, donde el presidente Lula ha señalado que cuenta con 200 millones de hectáreas de pasturas en las cuales se puede cultivar caña de azúcar.
En Bolivia, en el encuentro del IBCE y CAINCO se invocó la disponibilidad de 15 millones de has aptas según el Plan del Uso del Suelo (PLUS). Expansiones agrícolas de tal envergadura tienen un enorme impacto ambiental; intentar ese camino significará una sucesión de efectos ecológicos negativos posiblemente en el oriente y amazonia de Bolivia. A juzgar por los hechos observados en otros países, se podría desencadenar la acumulación de residuos de agrotóxicos, acidificación de suelos, emisión de contaminantes en las prácticas de quemas, pérdida de biodiversidad, etc.
Podría plantearse la urgencia de asumir los costos sociales y ambientales de tal expansión si ella fuera para atender las necesidades de seguridad alimentaria nacional, pero en este caso son para alimentar los automóviles de estadounidenses, europeos o japoneses. Son evidentes las tensiones con las metas de preservación de las áreas naturales.

El crecimiento de la agricultura exportadora está detrás del avance de la frontera agropecuaria en varios países; por ejemplo, en Brasil, la sojización ha transformado completamente la ecorregión de Cerrado, y se pronostica que los agrocombustibles desencadenarán un nuevo aumento de la superficie de la caña de azúcar con muchos impactos ambientales, incluyendo nuevas amenazas sobre los bosques. La evidencia disponible para los países vecinos, como Argentina, Brasil, Perú y Colombia, en todos los casos indica que la expansión de cultivos para combustibles no es inocua y está aumentando la presión ambiental.
En paralelo a esa advertencia ambiental, cabe preguntarse por qué no se aprovecha en la actualidad una parte de esas supuestas tierras “ociosas” para producir alimentos para consumo nacional. La respuesta es sencilla: no es considerada lo suficientemente rentable por las empresas agropecuarias. Esto deja al desnudo que los objetivos empresariales en juego no están comprometidos con los esfuerzos para solucionar los problemas de suficiencia alimentaria, y que por el contrario apuntan a conseguir un nicho en las exportaciones hacia los países industrializados.
 
Necesidades y balances energéticos
En esta discusión también se deben contemplar los aspectos energéticos. Es posible entender la necesidad de agrocombustibles en aquellos países que tienen un importante déficit energético, o que no tienen hidrocarburos, y por lo tanto necesitan generar sus propios combustibles para no depender de importar un petróleo cada vez más claro (como es el caso de Chile o Uruguay).
 
Pero ese no es el caso de Bolivia, ya que el país cuenta con muchos recursos hidrocarburíferos. Las dificultades nacionales no están en la disponibilidad de esos energéticos, sino en su extracción, procesamiento y distribución dentro del país. Las supuestas bondades ecológicas de estos combustibles también están en discusión. Es cierto que las mezclas con bioetanol y biodiesel al ser utilizadas en motores de combustión tienen menores emisiones de algunas sustancias, pero no en otras, y además su poder energético es menor lo que hace aumentar el consumo de combustibles. Por lo tanto el balance del impacto ambiental neto todavía se discute.
En cuanto al balance energético para obtener estos biocombustibles también está en discusión. Es muy común apelar al ejemplo del combustible logrado de la caña de azúcar, que entrega 8 a 10 veces la energía que se consumió en su cultivo y producción. Este balance haría que los agrocombustibles fueran imbatibles como fuente de energía. Pero los nuevos estudios, que sobre todo están orientados a la soja y maíz, arrojan resultados muy diversos y contradictorios: así como se registran balances positivos hay otros que señalan que son negativos, debido al alto consumo de energía en el cultivo, transporte y procesamiento. Existe un creciente consenso en que estos agrocombustibles de primera generación no arrojan márgenes suficientemente atractivos, y se deberá esperar a las próximas tecnologías basadas en el aprovechamiento de la celulosa.
Más allá de toda esta discusión, podría entenderse que se deben iniciar tareas de investigación y desarrollo de un sector propio de agrocombustibles para Bolivia. Es una forma de no quedar rezagados no dependientes de tecnologías extranjeras. Pero eso es muy distinto a plantear ese tipo de cultivos como una opción productiva principal.
 
Razones nacionales y razones económicas
Por razones como las ilustradas en este artículo, sea desde el camino de las políticas agrícolas y alimentarias, como desde las energéticas, se suman los argumentos que indican que no tiene sentido embarcarse en presentar a los agrocombustibles como una opción de desarrollo destacada ni privilegiada. No representan una solución para la mayor parte de los problemas rurales, y en realidad son una nueva forma de acentuar las clásicas formas de inserción internacional de América Latina: vender recursos naturales con poco procesamiento, dejando en nuestros suelos sus impactos ambientales y sociales, quedar en manos de transnacionales que comercializan el producto, y depender de los vaivenes de las demandas de los países del norte.
A pesar de la evidencia de importantes impactos negativos y los problemas envueltos en obtener agrocombustibles, esta moda sigue avanzando a buen paso. Eso hace que sea necesario preguntarse por qué se insiste en este tipo de estrategia. La respuesta es sencilla: es un buen negocio. En un contexto de un petróleo caro, los ingresos que se obtienen por las exportaciones de agrocombustibles se vuelven enormes. Además, las perspectivas futuras también son ventajosas, ya que los países industrializados anuncian una demanda que no dejará de crecer en los próximos años.
Muchos gobiernos terminan apoyando estas estrategias por diversas causas; desde compartir la fe en las exportaciones agrícolas como uno de los motores del desarrollo (Brasil), a nutrir los cofres estatales mediante impuestos a las exportaciones de productos agrícolas (Argentina). Este buen negocio descansa en una ilusión: desde el punto de vista macroeconómico las exportaciones agroindustriales son muy positivas, ya que mejoran la balanza comercial y aseguran el ingreso de divisas.
Por esta razón las exportaciones de agrocombustibles son atractivas. Pero para las economías locales, en especial las de los pequeños y medianos productores, pueden llegar a ser muy negativas; también se acumulan externalidades ambientales que la economía tradicional no valora. Finalmente, desde el punto de vista de la economía política es una estrategia riesgosa que no resuelve los problemas mas urgentes de la alimentación ni genera un genuino desarrollo.
Es así que hay muchos aspectos negativos que no han sido considerados, y que deben contemplarse para evaluar con mucho más cuidado el camino que se seguirá. Además, las prioridades siguen estando en asegurar la alimentación a toda la población. En las circunstancias actuales, una mirada nacional sobre los agrocombustibles debe sopesar las posibles ganancias exportadoras, y los posibles perjuicios sociales, económicos y ambientales; debe atender tanto a los probables ingresos por exportación, como a los gastos en que deberá incurrir el Estado para cubrir las demandas de agricultores desplazados, deterioro de la oferta alimentaria o preservar la biodiversidad; debe recordar que el país posee recursos energéticos enormes, pero ostenta la dramática paradoja de ser un importante agroexportador mientras una proporción significativa de su población no recibe una alimentación adecuada.
 
Eduardo Gudynas es analista de información en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social), un centro de investigación y promoción del desarrollo sostenible en América Latina. El presente artículo fue preparado especialmente para Bolpress. Informaciones adicionales se pueden encontrar aquí.
/Prensa/Biocombustibles_en_Bolivia_tensiones_entre_los_suenos_exportadores_y_las_realidades_nacionales

lunes, 17 de febrero de 2020

Generalicemos la conciencia sobre qué democracia nos rige teniendo en cuenta que el pacto social de los FF implica bloqueo total a la capacidad popular de exigir derechos humanos. Y ahora:

Los poderes ejecutivo y legislativo
no sólo han hecho legal la invasión y ocupación económica territorial de transnacionales sino que:
 
Hoy todos los poderes públicos imponen 'democráticamente" que un portaviones de EE.UU. con 5.000 marines recorra toda la costa atlántica de Argentina. Reflexionemos e involucrémonos en oponernos junto a:

El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia repudia ingreso de marines norteamericanos a Argentina

12 de febrero de 2020

A pocas horas de la visita que realizará hoy una misión del FMI en la Argentina, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia – que nuclea a una gran diversidad de organismos de DD.HH., antirrepresivos, políticos, sociales y sindicales – repudió la autorización de ejercicios militares conjuntos con marines de EE.UU. en las costas argentinas, en el marco del operativo «Gringo Gaucho», votada en Diputados tras la aprobación de la ley de sostenibilidad del pago de la deuda del gobierno de Alberto Fernández. «La deuda y la penetración de las fuerzas armadas del imperialismo en la región no son dos cuestiones separadas. Con operaciones como éstas, el Pentágono entrena a los mandos militares de las naciones sudamericanas, para actuar de forma mancomunada en la represión de los levantamientos populares y en operativos golpistas como el vivido en Bolivia», sostuvo el organismo. 

Por ANRed

La declaración del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia (EMVyJ) se da en el marco de una semana de movilizaciones en repudio a la presencia de una misión del FMI hoy en Argentina y en reclamo de la suspensión del pago e investigación de la deuda externa. «El miércoles 29/1, la Cámara de Diputados aprobó con el voto de todos los diputados presentes (salvo los dos diputados del FIT, que votaron en contra) el proyecto de Ley de Sostenibilidad de la Deuda, un cheque en blanco al gobierno nacional para llegar a un acuerdo con el FMI y los bonistas – recapituló el EMVyJ en el comunicado – A su vez autorizó por ley eloperativo «Gringo Gaucho» en el marco del Programa de Ejercitaciones Militares Combinadas de Estados Unidos en el continente. El mismo supone la visita de un portaviones yanqui con 5.000 efectivos a bordo, acompañado por una fragata con 330 militares más, que harán ejercicios a lo largo de la costa marítima argentina, acompañados por una corbeta argentina con 115 efectivos, 2 aviones y un helicóptero con 19 militares más«.
Para la organización «la deuda y la penetración de las fuerzas armadas del imperialismo en la región no son dos cuestiones separadas». En ese sentido, expresó: «el gobierno depende de Trump para que intervenga directamente sobre el acuerdo al que pretende llegar con los bonistas y el FMI. Es por eso que una de sus primeras visitas fue a Israel y decidió sostener la calificación, que hiciera el gobierno de Macri, de Hezbollah como organización terrorista, afirmó su continuidad en el Grupo de Lima y reconoció a los diplomáticos que envió Añez, la presidenta de facto de Bolivia. Es en este mismo sentido que terminó incluyendo esta autorización en la ley que se votara el miércoles».
Acerca de los objetivos que persigue este tipo de ejercicios conjuntos, el organismos remarcó: «esto satisface pretensiones claves de Estados Unidos en la región, fortaleciendo a los enemigos de las rebeliones que vienen atravesando a nuestro continente ante los efectos de la crisis, desde Puerto Rico a Chile. Con operaciones como estas, el Pentágono entrena a los mandos militares de las naciones sudamericanas, para actuar de forma mancomunada en la represión de los levantamientos populares y en operativos golpistas como el vivido en Bolivia».
Finalmente, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia rechazó lo que considera una «profundización de la injerencia del imperialismo norteamericano en nuestro país y la región mediante el ingreso de fuerzas armadas», exigió «la ruptura de relaciones con el FMI», y repudió  «el pago de la deuda externa usuraria, expresión máxima del colonialismo financiero y político en el que se encuentra sumida América Latina».

Más Noticias

Fuente: https://www.anred.org/2020/02/12/el-encuentro-memoria-verdad-y-justicia-repudia-ingreso-de-marines-norteamericanos-a-argentina/ 

  

Constatemos qué trabajo han promovido y promueven los gobiernos progresistas  

Tomemos las expectativas puestas en Vaca Muerta del Capital y del Estado sea su gestión progresista o neoliberal.  

Contrastan con las perspectivas de los trabajadores.

 No sólo los trabajadores están destruyendo las condiciones de vida presente y futura sino están sometidos a alta siniestralidad, a contaminación y aislamiento de
sus familias, comunidades...

  

Reparemos sobre qué Abya Yala gestionó y gestiona cualquier gobierno progresista.


Desde Maduro y Evo Morales hasta López Obrador y les Fernández expanden extractivismos o
guerra contra los pueblos.
 
 
Porque los extractivismos implican invasión y ocupación económica territorial por expropiaciones de bienes comunes( sociales y naturales), desalojos, destrucción de ecosistemas y comunidades, envenenamientos de los seres vivientes y de los subsistemas que sostienen la vida planetaria...De ahí la validez de la siguiente pregunta:
 

¿A qué están dispuestxs para detener la guerra que 

hay contra la humanidad?

4 de febrero de 2020
Por Carlos González
Este trabajo militante, con fuerza de la juventud, lo pudimos observar en miles de brigadistas que hacen su paso por el EZLN, pero también en distintas actividades que desarrollaron durante todo el 26 aniversario, decenas de ellxs se expresaron, con música, cantos, bailes y poesías, sus raíces, su dignidad y su creatividad revolucionaria ,  con sueños de estar construyendo nuevas relaciones sociales en territorios libres de alcohol, drogas y violencia machista. Este crecimiento organizativo, que es una de las necesidades fundamentales de cualquier movimiento, sólo puede realizarse plenamente si se concibe a todos los sujetos, tanto dentro como fuera de éste, precisamente como sujetos, es decir, como agentes en autodesarrollo con capacidades teóricas y prácticas, no sólo como adición cuantitativa
Pero esta importante acción militante sería insuficiente, sin la confluencia de un segundo factor: “La otra es la política gubernamental destructora de la comunidad y la naturaleza, particularmente la del actual gobierno autodenominado ‘Cuarta Transformación’. Las comunidades tradicionalmente partidistas han sido lastimadas por el desprecio, el racismo y la voracidad del actual gobierno, y han ido pasando a la rebeldía abierta o escondida. Quien pensó que con su política contrainsurgente de limosnas, dividiría al zapatismo y compraría la lealtad de los no-zapatistas, alentando la confrontación y el desánimo, dio los argumentos que faltaban para convencer a esos hermanos y hermanas de que es preciso defender la tierra y la naturaleza”.
Este segundo factor es el objetivo, la realidad económico - social o como dicen ellxs, el movimiento objetivo del capitalismo. Los zapatistas ponen aquí el acento sobre la política del actual gobierno y el capital, en su búsqueda de más y más ganancias, la que va generando las condiciones para que cada vez más personas caminen a “la rebeldía abierta o escondida”. Este contexto signado por la acumulación por despojo y saqueo de los bienes comunes es el corazón de la política del gobierno federal. se trata de cinco grandes megaproyectos: el Tren Maya[ii], el Corredor del Istmo de Tehuantepec[iii], el Proyecto Integral Morelos[iv], la Franja Libre en la Frontera Norte[v] y el programa Sembrando Vida[vi].
López Obrador con el peso de sus 30 millones de votos y la complicidad de la oposición, dice que “no se opone nadie”  a sus megaproyectos y “les guste o no les guste al EZLN”  seguirán adelante. Asegurar que “nadie se opone a estos megaproyectos, es negar, no solo, la posición zapatista y de los pueblos del Congreso Nacional Indígena, sino también  a un creciente rechazo de diversos movimientos, organizaciones, colectivos y personas de la izquierda social. Mientras el presidente afirma que “éstos no dañarán el ambiente ni desplazarán a comunidades indígenas”, las comunidades señalan que son obras basadas en el despojo y la destrucción. El gobierno de López Obrador y su armado electoral Morena, el PRD y sus satélites, tienen la decisión de avanzar a toda costa con estas “transformaciones”, Pero no están solos, todos los partidos del orden, a pesar de la pirotecnia verbal que lanzan a los medios, están centralmente de acuerdo en estas políticas.
La otra política del Gobierno Federal que cuenta con el apoyo de la burguesía local y el imperialismo de Trump, es el mayor despliegue militar de la historia del país que hoy está en marcha y que se concentra en torno al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a las comunidades del Congreso Nacional Indígena y no en las regiones con mayores problemas de violencia por narcotráfico tampoco, a la contención migratoria que impuso Estados Unidos a México, con su estela de violaciones a los derechos humanos de los migrantes y las trágicas y vergonzantes deportaciones de miles de familias que huyen de la pobreza y la violencia. Esta intimidación a los pueblos indígenas la pudimos observar en plazas y carreteras de Chiapas en toda su magnitud.
El EZLN no “resurgió”, como algunos se llaman a sorpresa. Desde 1994 ha estado resistiendo las embestidas de los distintos gobiernos y ha construido al interior una región indígena autónoma que ha generado claramente mejores condiciones de vida para las comunidades y ha detenido la explotación de recursos naturales y de personas. Y al exterior, junto con pueblos, tribus y naciones de todo México, ha consolidado el Congreso Nacional Indígena, la organización más grande que hayan articulado las comunidades originarias del país para detener el proceso de exterminio en su contra que se agudizó hace 4 décadas. En el CNI participan 89 tribus, pueblos y naciones, de cientos de comunidades ubicadas en 179 municipios de 24 estados de la República. Como nos señaló Raymundo, esta consolidación  del  CNI y la conformación del CIG (consejo indígena de gobierno), tampoco hubiese sido posible sin la propuesta de intentar presentar una propuesta electoral con una mujer indígena como vocera (todo un símbolo), que les permitió recorrer el “México desde abajo” no en busca de cargos, sino desarrollar la movilización  y construcción de organización, o como dicen ellos, “Redes de Resistencia y Rebeldía”. Estas redes no solo entre las comunidades indígenas, sino también con sindicatos, movimiento estudiantil, migrante y colectivos de mujeres y disidencias. Desde la izquierda argentina, deberíamos aprehender  de esta experiencia,  de cómo encarar los procesos electorales, teniendo en cuenta que nuestras experiencias, en vez de crecimiento de conciencia y organización de nuestros pueblos, siempre nos deja una mayor fragmentación.
La construcción de un discurso antisistémico y antipatriarcal
“hay una guerra entre el capital y la Madre Tierra y, en ese conflicto, no se puede permanecer neutral.”
Este fue el eje que  nos expresó el Subcomandante Insurgente Moisés a nombre del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN. Esta fue el desafío que se hicieron lxs zapatistas. desafío que nos proponen a todas y todos nosotrxs: a lxs presentes en el caracol de Morelia para celebrar el 26 aniversario del levantamiento del EZLN, a todxs los pueblos del CNI-CIG, a todxs lxs de abajo, a todxs los pueblos indígenas y campesinos… a todos los seres humanos.
La celebración del 26 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido fue festivo, alegre, combativo y al mismo tiempo introspectivo, reflexivo: los muchos dolores, las muchas rabias, conjuntándose con la determinación, con la convicción, con la lucha. Y con las preguntas y la reflexión necesarias para enfrentar esta guerra. La guerra contra la humanidad. La guerra contra los pueblos, que como dijo el Subcomandante Moisés, se recrudece con el actual gobierno, que impulsa megaproyectos de grandes beneficios para el capital y destrucción sin precedentes de la Madre Tierra. No se trata de opiniones y consignas. Se trata de reflexión cuidadosa nacida del propio dolor, de sufrir en la piel lo que significan esos proyectos de muerte, para los pueblos zapatistas, los pueblos del CNI, los pueblos indígenas y campesinos en general, lxs de abajo, las mujeres de tantas geografías..
De ahí que sea tan importante lo que el Subcomandante Moisés nos plantea:
“¿Están dispuestos los pueblos zapatistas a sufrir desapariciones, encarcelamientos, asesinatos, calumnias y mentiras por defender la tierra que guardan y cuidan, la tierra donde nacen, crían, crece, viven y mueren?”
¿Están dispuestos los malos gobiernos a tratar de destruirnos al costo que sea, a golpearnos, encarcelarnos, desaparecernos y asesinarnos?
Para lxs demás, para los de abajo, para todos los seres humanos de este planeta en vías de colapso, quedó la pregunta: “¿Qué están dispuestxs a hacer para detener la guerra?”.
La respuesta y la impresión que nos dejaron es que están dispuestos a todo lo que sea necesario para frenar los megaproyectos. Nosotrxs deberíamos reflexionar a que estamos dispuestos para frenar el despojo y el saqueo a nuestra madre tierra.
Este discurso del Subcomandante Insurgente Moisés, no salió de la cabeza de algún dirigente, sino que viene siendo construido en la resistencia y fue consensuado en el Foro en defensa del Territorio, que realizó a mediados diciembre en el CIDECI con la activa participación del  CNI y las Redes de Resistencia y Rebeldía.
La réplica no se hizo esperar. Para el 2 de enero, en su primera conferencia mañanera de 2020, el presidente respondió el discurso del  EZLN “que no cuenta con información completa, pues la construcción del Tren Maya traerá beneficios y desarrollo sin afectar a las comunidades indígenas”. López Obrador también se lanza frontal contra los zapatistas, pues de estos cinco megaproyectos citados dependen todos sus resultados económicos y el legado que pretende dejar. Ataca al zapatismo porque no acepta que la izquierda vaya más allá de él, del sistema de partidos y el capital.  Cuantas similitudes al nuevo gobierno de lxs Fernández, no por nada el primer viaje de Alberto fue a México.
A pesar de que los zapatistas no son los únicos actores sociales que rechazan las grandes infraestructuras, las resistencias no están cohesionadas. En este sentido para romper el aislamiento , el 7 de enero el EZLN convocó a las jornadas de resistencia en febrero: el 20, acciones dislocadas en México y el mundo en defensa del territorio y la Madre Tierra, “por justicia para nuestros muertos, nuestros desaparecidos, nuestros presos y en contra de los megaproyectos de muerte”; el 21, a una marcha en la Ciudad de México y el 22, a una Asamblea en Defensa del Territorio y la Madre Tierra, en el centro de la Ciudad de México por “Justicia para nuestro Hermano Samir Flores Soberanes” y contra los megaproyectos.
Hoy lo utópico no es la lucha anticapitalista: lo utópico es la fantasía de que el capitalismo encontrará la forma de sobrevivir sin cambiar el sistema de acumulación y despojo que constituye su dinámica esencial.
  • Es importante este ejemplo de cómo fueron forjando un discurso anti sistémico, al que con nuestra mirada llamaríamos ecosocialista y feminista (ellxs no lo definen así). Pero también con el ejemplo de organización (en un mes organizaron 4 eventos importantes: los festivales de cine y danza, el Foro en defensa del Territorio, el encuentro de mujeres que luchan y el 26 aniversario). Esto no hubiese sido posible sin la extraordinaria expansión de la organización y la autonomía (debemos comprender que no se trata de ningún oxímoron) que representa la creación de siete nuevos caracoles y cuatro nuevos municipios autónomos, que, sumados a los caracoles y municipios existentes, conforman 43 Centros de Resistencia Autónoma y Rebeldía Zapatista (CRAREZ).
No se trata de “repetir” el ejemplo zapatista, esto es, de simplemente tratar de copiar o calcar. Asimismo, esta metodología no es sólo cuestión de los zapatistas, si bien su recreación/concretización es sin duda producto de su particular creatividad. Al tiempo que la experiencia zapatista es suya y, en ese sentido, única, es también parte de un universal, una lucha universal por la resistencia, la rebelión y la liberación,  se han extendido cada vez más, y en ocasiones se han interconectado (por ej. en esos días han convivido las experiencias del pueblo Kurdo y el pueblo Mapuche, entre otras). Los pueblos han descubierto no sólo formas de resistir y luchar, sino de visualizar y comenzar a construir alternativas liberadoras y emancipadoras.

[i] Los caracoles, , articulan sus regiones y albergan las Juntas de Buen Gobierno, que se encargan, de forma rotativa, de gobernar una media docena de municipios (en promedio) y cientos de comunidades.
[ii] Se trata de un tren turístico con el que AMLO busca comunicar los principales centros arqueológicos de la cultura maya en cinco estados del sureste mexicano.  Poniendo en riesgo no solo los centros arqueólogos sino que su trazado arrasará la selva y las comunidades que viven en la zona.
[iii] El proyecto comprende la ampliación de los puertos de Salina Cruz, en Oaxaca, y el de Coatzacoalcos, en Veracruz, además de la modernización de las vías del tren de carga que ya existen y que conectan al océano Pacífico con el Golfo de México, con el fin de brindar una opción de conexión a Asia con la Costa este de los Estados Unidos.
[iv] consiste de la termoeléctrica en la comunidad de Huexca, más un gasoducto que atraviesa más de 60 comunidades campesinas de los estados de Morelos, Puebla y Tlaxcala y además un acueducto para transportar 50 millones de litros de agua diarios del Río Cuautla.
[v] El Programa de la Zona Libre de la Frontera, implementado desde el pasado 1 de enero en los 43 municipios fronterizos con Estados Unidos. Se trata de una zona franca que goza de algunos beneficios tributarios, como la exención del pago de derechos de importación de mercancías, así como exoneraciones de algunos impuestos o una diferente regulación de estos.
[vi] La contrapartida de los megaproyectos son los programas sociales, la mayoría asistenciales. Uno de ellos es el programa Sembrando vida, cuyo objetivo es reforestar un millón de hectáreas, sobre todo en ejidos y comunidades. Para acceder a “los beneficios del programa” se están dando  casos de tala ilegal y deforestación, además el programa incentiva la perspectiva individual,  y el mayor impacto será el socavamiento de la agricultura campesina e indígena de montaña. una nueva amenaza a esas formas de vida campesina, ya que significan la imposición (blanda y financiada, pero imposición al fin) de una forma de producción fija, que impedirá la rotación de zonas de siembra que ha sido tradicional por siglos.