Desde Maduro y Evo Morales hasta
López Obrador y les Fernández expanden extractivismos o
guerra contra los pueblos.
Porque los extractivismos implican invasión y
ocupación económica territorial por expropiaciones de bienes comunes( sociales y
naturales), desalojos, destrucción de ecosistemas y comunidades, envenenamientos
de los seres vivientes y de los subsistemas que sostienen la vida
planetaria...De ahí la validez de la siguiente pregunta:
¿A qué están dispuestxs para detener la guerra que
hay contra la humanidad?
4 de febrero de 2020
Por
Carlos González
Este trabajo
militante, con fuerza de la juventud, lo pudimos observar en miles de
brigadistas que hacen su paso por el EZLN, pero también en distintas actividades
que desarrollaron durante todo el 26 aniversario, decenas de ellxs se
expresaron, con música, cantos, bailes y poesías, sus raíces, su dignidad y su
creatividad revolucionaria , con sueños de estar construyendo nuevas relaciones
sociales en territorios libres de alcohol, drogas y violencia machista. Este
crecimiento organizativo, que es una de las necesidades fundamentales de
cualquier movimiento, sólo puede realizarse plenamente si se concibe a todos los
sujetos, tanto dentro como fuera de éste, precisamente como sujetos, es decir,
como agentes en autodesarrollo con capacidades teóricas y prácticas, no sólo
como adición cuantitativa
Pero esta
importante acción militante sería insuficiente, sin la confluencia de un segundo
factor: “La otra es la política gubernamental destructora de la comunidad y
la naturaleza, particularmente la del actual gobierno autodenominado ‘Cuarta
Transformación’. Las comunidades tradicionalmente partidistas han sido
lastimadas por el desprecio, el racismo y la voracidad del actual gobierno, y
han ido pasando a la rebeldía abierta o escondida. Quien pensó que con su
política contrainsurgente de limosnas, dividiría al zapatismo y compraría la
lealtad de los no-zapatistas, alentando la confrontación y el desánimo, dio los
argumentos que faltaban para convencer a esos hermanos y hermanas de que es
preciso defender la tierra y la naturaleza”.
Este segundo factor es el objetivo, la realidad económico - social o como dicen ellxs, el movimiento objetivo del capitalismo. Los zapatistas ponen aquí el acento sobre la política del actual gobierno y el capital, en su búsqueda de más y más ganancias, la que va generando las condiciones para que cada vez más personas caminen a “la rebeldía abierta o escondida”. Este contexto signado por la acumulación por despojo y saqueo de los bienes comunes es el corazón de la política del gobierno federal. se trata de cinco grandes megaproyectos: el Tren Maya[ii], el Corredor del Istmo de Tehuantepec[iii], el Proyecto Integral Morelos[iv], la Franja Libre en la Frontera Norte[v] y el programa Sembrando Vida[vi].
López Obrador con
el peso de sus 30 millones de votos y la complicidad de la oposición, dice que
“no se opone nadie” a sus megaproyectos y “les guste o no les
guste al EZLN” seguirán adelante. Asegurar que “nadie se opone a
estos megaproyectos, es negar, no solo, la posición zapatista y de los pueblos
del Congreso Nacional Indígena, sino también a un creciente rechazo de diversos
movimientos, organizaciones, colectivos y personas de la izquierda social.
Mientras el presidente afirma que “éstos no dañarán el ambiente ni
desplazarán a comunidades indígenas”, las comunidades señalan que son
obras basadas en el despojo y la destrucción. El
gobierno de López Obrador y su armado electoral Morena, el PRD y sus satélites,
tienen la decisión de avanzar a toda costa con estas “transformaciones”, Pero no
están solos, todos los partidos del orden, a pesar de la pirotecnia verbal que
lanzan a los medios, están centralmente de acuerdo en estas políticas.
La otra política del Gobierno Federal que cuenta con el apoyo de la burguesía local y el imperialismo de Trump, es el mayor despliegue militar de la historia del país que hoy está en marcha y que se concentra en torno al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a las comunidades del Congreso Nacional Indígena y no en las regiones con mayores problemas de violencia por narcotráfico tampoco, a la contención migratoria que impuso Estados Unidos a México, con su estela de violaciones a los derechos humanos de los migrantes y las trágicas y vergonzantes deportaciones de miles de familias que huyen de la pobreza y la violencia. Esta intimidación a los pueblos indígenas la pudimos observar en plazas y carreteras de Chiapas en toda su magnitud.
El EZLN no
“resurgió”, como algunos se llaman a sorpresa. Desde 1994
ha estado resistiendo las embestidas de los distintos gobiernos y ha construido
al interior una región indígena autónoma que ha generado claramente mejores
condiciones de vida para las comunidades y ha detenido la explotación de
recursos naturales y de personas. Y al exterior, junto con
pueblos, tribus y naciones de todo México, ha consolidado el Congreso Nacional
Indígena, la organización más grande que hayan articulado las comunidades
originarias del país para detener el proceso de exterminio en su contra que se
agudizó hace 4 décadas. En el CNI participan 89 tribus, pueblos y naciones, de
cientos de comunidades ubicadas en 179 municipios de 24 estados de la República.
Como nos señaló Raymundo, esta consolidación del CNI y la conformación del CIG
(consejo indígena de gobierno), tampoco hubiese sido posible sin la propuesta de
intentar presentar una propuesta electoral con una mujer indígena como vocera
(todo un símbolo), que les permitió recorrer el “México desde abajo” no en busca
de cargos, sino desarrollar la movilización y construcción de organización, o
como dicen ellos, “Redes de Resistencia y Rebeldía”. Estas redes no
solo entre las comunidades indígenas, sino también con sindicatos, movimiento
estudiantil, migrante y colectivos de mujeres y disidencias. Desde la izquierda
argentina, deberíamos aprehender de esta experiencia, de cómo encarar los
procesos electorales, teniendo en cuenta que nuestras experiencias, en vez de
crecimiento de conciencia y organización de nuestros pueblos, siempre nos deja
una mayor fragmentación.
La construcción de un discurso antisistémico y
antipatriarcal
“hay una
guerra entre el capital y la Madre Tierra y, en ese conflicto, no se puede
permanecer neutral.”
Este fue el eje
que nos expresó el Subcomandante Insurgente Moisés a nombre del Comité
Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN. Esta fue el
desafío que se hicieron lxs zapatistas. desafío que nos proponen a todas y todos
nosotrxs: a lxs presentes en el caracol de Morelia para celebrar el 26
aniversario del levantamiento del EZLN, a todxs los pueblos del CNI-CIG, a todxs
lxs de abajo, a todxs los pueblos indígenas y campesinos… a todos los seres
humanos.
La celebración del
26 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido fue festivo, alegre,
combativo y al mismo tiempo introspectivo, reflexivo: los muchos dolores, las
muchas rabias, conjuntándose con la determinación, con la convicción, con la
lucha. Y con las preguntas y la reflexión necesarias para enfrentar esta guerra.
La guerra contra la humanidad. La guerra contra los pueblos, que como dijo el
Subcomandante Moisés, se recrudece con el actual gobierno, que impulsa
megaproyectos de grandes beneficios para el capital y destrucción sin
precedentes de la Madre Tierra. No se trata de opiniones y consignas. Se trata
de reflexión cuidadosa nacida del propio dolor, de sufrir en la piel lo que
significan esos proyectos de muerte, para los pueblos zapatistas, los pueblos
del CNI, los pueblos indígenas y campesinos en general, lxs de abajo, las
mujeres de tantas geografías..
De ahí que sea tan
importante lo que el Subcomandante Moisés nos plantea:
“¿Están
dispuestos los pueblos zapatistas a sufrir desapariciones, encarcelamientos,
asesinatos, calumnias y mentiras por defender la tierra que guardan y cuidan, la
tierra donde nacen, crían, crece, viven y mueren?”
¿Están
dispuestos los malos gobiernos a tratar de destruirnos al costo que sea, a
golpearnos, encarcelarnos, desaparecernos y asesinarnos?
Para lxs demás,
para los de abajo, para todos los seres humanos de este planeta en vías de
colapso, quedó la pregunta: “¿Qué están dispuestxs a hacer para detener la
guerra?”.
La respuesta y la
impresión que nos dejaron es que están dispuestos a todo lo que sea necesario
para frenar los megaproyectos. Nosotrxs deberíamos reflexionar a que estamos
dispuestos para frenar el despojo y el saqueo a nuestra madre tierra.
Este discurso del
Subcomandante Insurgente Moisés, no salió de la cabeza de algún dirigente, sino
que viene siendo construido en la resistencia y fue consensuado en el Foro en
defensa del Territorio, que realizó a mediados diciembre en el CIDECI con la
activa participación del CNI y las Redes de Resistencia y Rebeldía.
La réplica no se
hizo esperar. Para el 2 de enero, en su primera conferencia mañanera de 2020, el
presidente respondió el discurso del EZLN “que no cuenta con información
completa, pues la construcción del Tren Maya traerá beneficios y desarrollo sin
afectar a las comunidades indígenas”. López Obrador también se lanza
frontal contra los zapatistas, pues de estos cinco megaproyectos citados
dependen todos sus resultados económicos y el legado que pretende dejar. Ataca
al zapatismo porque no acepta que la izquierda vaya más allá de él, del sistema
de partidos y el capital. Cuantas similitudes al nuevo gobierno de lxs
Fernández, no por nada el primer viaje de Alberto fue a México.
A pesar de que los
zapatistas no son los únicos actores sociales que rechazan las grandes
infraestructuras, las resistencias no están cohesionadas. En este sentido para
romper el aislamiento , el 7 de enero el EZLN convocó a las jornadas de
resistencia en febrero: el 20, acciones dislocadas en México y el mundo en
defensa del territorio y la Madre Tierra, “por justicia para nuestros
muertos, nuestros desaparecidos, nuestros presos y en contra de los
megaproyectos de muerte”; el 21, a una marcha en la Ciudad de México y el
22, a una Asamblea en Defensa del Territorio y la Madre Tierra, en el centro de
la Ciudad de México por “Justicia para nuestro Hermano Samir Flores
Soberanes” y contra los megaproyectos.
Hoy lo utópico no
es la lucha anticapitalista: lo utópico es la fantasía de que el capitalismo
encontrará la forma de sobrevivir sin cambiar el sistema de acumulación y
despojo que constituye su dinámica esencial.
-
Es importante este ejemplo de cómo fueron forjando un discurso anti sistémico, al que con nuestra mirada llamaríamos ecosocialista y feminista (ellxs no lo definen así). Pero también con el ejemplo de organización (en un mes organizaron 4 eventos importantes: los festivales de cine y danza, el Foro en defensa del Territorio, el encuentro de mujeres que luchan y el 26 aniversario). Esto no hubiese sido posible sin la extraordinaria expansión de la organización y la autonomía (debemos comprender que no se trata de ningún oxímoron) que representa la creación de siete nuevos caracoles y cuatro nuevos municipios autónomos, que, sumados a los caracoles y municipios existentes, conforman 43 Centros de Resistencia Autónoma y Rebeldía Zapatista (CRAREZ).
No se trata de “repetir” el ejemplo
zapatista, esto es, de simplemente tratar de copiar o calcar. Asimismo, esta
metodología no es sólo cuestión de los zapatistas, si bien su
recreación/concretización es sin duda producto de su particular creatividad. Al
tiempo que la experiencia zapatista es suya y, en ese sentido, única, es también
parte de un universal, una lucha universal por la
resistencia, la rebelión y la liberación, se han extendido cada vez más, y en
ocasiones se han interconectado (por ej. en esos días han convivido las
experiencias del pueblo Kurdo y el pueblo Mapuche, entre otras). Los pueblos han
descubierto no sólo formas de resistir y luchar, sino de visualizar y comenzar a
construir alternativas liberadoras y emancipadoras.
[i] Los caracoles, , articulan sus regiones y albergan las Juntas de Buen
Gobierno, que se encargan, de forma rotativa, de gobernar una media docena de
municipios (en promedio) y cientos de comunidades.
[ii] Se trata de un tren turístico con el que AMLO busca comunicar los
principales centros arqueológicos de la cultura maya en cinco estados del
sureste mexicano. Poniendo en riesgo no solo los centros arqueólogos sino que
su trazado arrasará la selva y las comunidades que viven en la zona.
[iii] El proyecto comprende la ampliación de los puertos de Salina Cruz, en
Oaxaca, y el de Coatzacoalcos, en Veracruz, además de la modernización de las
vías del tren de carga que ya existen y que conectan al océano Pacífico con el
Golfo de México, con el fin de brindar una opción de conexión a Asia con la
Costa este de los Estados Unidos.
[iv] consiste de la termoeléctrica en la comunidad de Huexca, más un
gasoducto que atraviesa más de 60 comunidades campesinas de los estados de
Morelos, Puebla y Tlaxcala y además un acueducto para transportar 50 millones de
litros de agua diarios del Río Cuautla.
[v] El Programa de la Zona Libre de la Frontera, implementado desde el
pasado 1 de enero en los 43 municipios fronterizos con Estados Unidos. Se trata
de una zona franca que
goza de algunos beneficios tributarios, como la exención del pago de
derechos de importación de mercancías, así como exoneraciones de algunos
impuestos o una diferente regulación de estos.
[vi] La contrapartida de los megaproyectos son los programas sociales, la
mayoría asistenciales. Uno de ellos es el programa
Sembrando vida, cuyo objetivo es
reforestar un millón de hectáreas, sobre todo en ejidos y comunidades. Para
acceder a “los beneficios del programa” se están dando casos de tala ilegal y
deforestación, además el programa incentiva la perspectiva individual, y el
mayor impacto será el socavamiento de la agricultura campesina e indígena de
montaña. una nueva amenaza a esas formas de vida campesina, ya que significan la
imposición (blanda y
financiada, pero imposición al fin) de una forma de producción fija, que
impedirá la rotación de zonas de siembra que ha sido tradicional por siglos.
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