Desafía a
deconstruir conceptos claves y habitus
Se trata de
apreciar un amplio espectro de luchas anticapitalistas en procura de:
1. Autodeterminación del modo de vida y
producción en binomio con la creación pluri e intercultural
Desarrollo, un concepto en
disputa
Por
Mario Sosa (Rebelión)
¿Qué se
entiende por desarrollo? ¿Cuáles son los principales procesos, dinámicas y
cursos del desarrollo que se registran en el país? ¿Cuáles son los asuntos
problemáticos y contradictorios del actual modelo de desarrollo? Estas y otras
preguntas fueron analizadas en el Seminario “Los desafíos del desarrollo en
Guatemala”, organizado por la Universidad Rafael Landívar, a través de sus
institutos de Investigaciones y Gerencia Política (INGEP) y de Agricultura,
Recursos Naturales y Ambiente (IARNA), y en el cual participaron académicos
nacionales e internacionales, actores del sector privado organizado, del
cooperativismo y el movimiento social, así como funcionarios públicos vinculados
a las temáticas abordadas.
El desarrollo es un concepto por demás controversial, objeto de debate, cuestionamiento y deconstrucción, debido fundamentalmente a su carácter hegemónico, impuesto, unilateral, lineal, jerarquizante, excluyente, economicista, antropocéntrico, occidental, paliativo y proyectista de observar, plantearse y promover el mejoramiento de las condiciones de vida de una sociedad, en un contexto marcado por relaciones de poder tanto en el ámbito global, como regional y nacional. Un concepto hegemónico, normativo y, como diría Escobar, un principio organizador de la vida social y árbitro en última instancia del pensamiento y de la práctica, un discurso que crea un vasto aparato institucional a través del cual se despliega y por medio del cual se convierte en fuerza social real y efectiva (1997 y 2005), y, como afirma Quijano, un dispositivo para la conquista técnica de la naturaleza y la cultura (2002).
Lo
anterior es útil para contextualizar el marco del debate observado, el cual está
instalado en los medios de difusión así como en un conjunto de formas de acción
colectiva y de políticas que se confrontan en el proceso social. Un debate en el
que
surgieron visiones que para su análisis se enmarcan en dos matrices ideológicas,
que permiten englobar los estudios, interpretaciones, perspectivas y propuestas
divergentes y antagónicas en materia de desarrollo.
La primera matriz ideológica corresponde a intereses empresariales, correspondientes al capital dominante de procedencia local y transnacional. Desde ahí se plantean actividades extractivas de distinto tipo (minería, hidroeléctricas, producción de palma, expansión de la producción de azúcar) como motores de desarrollo. Asimismo, se propone la necesidad de mejorar las condiciones de inversión, la certeza jurídica y la seguridad, así como avanzar en la flexibilidad laboral y el abaratamiento de los costos de producción (como la energía) para garantizar que la actividad productiva genere los empleos necesarios para disminuir la pobreza.
Es relevante que el matiz que presentaron las instituciones gubernamentales fue de carácter burocrático-técnico, que en buena medida evadió los problemas y contradicciones del modelo de desarrollo imperante y acuerparon la visión empresarial. Es decir, se observó una institucionalidad gubernamental alejada del interés público, no solamente por sus visiones y propuestas, sino por la orientación de las políticas y acciones dominantes, incluidas las de seguridad que apuntan a proteger los intereses extractivos por sobre los procesos democráticos y de acción social que se han manifestado mayoritariamente contrarios en más de setenta consultas comunitarias realizadas entre 2005 y 2013.
En la segunda matriz se incluye a un conjunto de actores sociales, rurales, campesinos, indígenas, ambientales y académicos que cuestionan los efectos, costos y conflictos que genera el actual modelo. En ésta se ubican planteamientos críticos a las perspectivas presentadas por los ponentes de la primera matriz. Aquí se ubican aportaciones que recuperan experiencias de diversos países (México, Chile, Perú, España y Guatemala) y de diversos contextos de nuestro país.
En específico se cuestionó la falta de consideración sobre: el acaparamiento de la tierra y el despojo territorial que padecen las comunidades rurales, la reforma tributaria, la crisis ambiental y el cambio climático, los efectos, costos y conflictividad generada por las actividades extractivas, los aportes de la economía campesina, entre otros. Asimismo, se hizo consideraciones sobre sus efectos en la profundización de la exclusión social, el deterioro democrático y la generación de ingobernabilidad política y económica. Complementariamente también se cuestionó la legitimidad del sistema político y de justicia, acentuada por el papel de veto atribuido al sector privado, ejemplificado en su oposición determinante a las propuestas de un Código Agrario y de una Ley de Desarrollo Rural Integral.
Como puede observarse, ubicar los planteamientos en las dos matrices ideológicas como recurso analítico refleja sus contradicciones, siendo que:
1) La primera está afincada en el interés sectorial correspondiente a quienes históricamente han tenido la capacidad de configurar y dar conducción estratégica al modelo de acumulación de capital y al Estado, así como quienes devenidos de corporaciones transnacionales o locales, intervienen en este misma dirección, con la consiguiente cauda de pobreza en la mayoría de la población guatemalteca;
2) La segunda matriz, enraizada en sujetos, intereses y propuestas relacionadas con el interés común, cuestionan las actividades extractivas como expresiones de desarrollo, reivindican derechos colectivos y proponen alternativas.
Estamos ante una disputa por un concepto y sus consecuencias prácticas en la vida humana y en la naturaleza. Ahí se ubica quizá el principal desafío del desarrollo en Guatemala.
Bibliografía(...)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169973
La primera matriz ideológica corresponde a intereses empresariales, correspondientes al capital dominante de procedencia local y transnacional. Desde ahí se plantean actividades extractivas de distinto tipo (minería, hidroeléctricas, producción de palma, expansión de la producción de azúcar) como motores de desarrollo. Asimismo, se propone la necesidad de mejorar las condiciones de inversión, la certeza jurídica y la seguridad, así como avanzar en la flexibilidad laboral y el abaratamiento de los costos de producción (como la energía) para garantizar que la actividad productiva genere los empleos necesarios para disminuir la pobreza.
Es relevante que el matiz que presentaron las instituciones gubernamentales fue de carácter burocrático-técnico, que en buena medida evadió los problemas y contradicciones del modelo de desarrollo imperante y acuerparon la visión empresarial. Es decir, se observó una institucionalidad gubernamental alejada del interés público, no solamente por sus visiones y propuestas, sino por la orientación de las políticas y acciones dominantes, incluidas las de seguridad que apuntan a proteger los intereses extractivos por sobre los procesos democráticos y de acción social que se han manifestado mayoritariamente contrarios en más de setenta consultas comunitarias realizadas entre 2005 y 2013.
En la segunda matriz se incluye a un conjunto de actores sociales, rurales, campesinos, indígenas, ambientales y académicos que cuestionan los efectos, costos y conflictos que genera el actual modelo. En ésta se ubican planteamientos críticos a las perspectivas presentadas por los ponentes de la primera matriz. Aquí se ubican aportaciones que recuperan experiencias de diversos países (México, Chile, Perú, España y Guatemala) y de diversos contextos de nuestro país.
En específico se cuestionó la falta de consideración sobre: el acaparamiento de la tierra y el despojo territorial que padecen las comunidades rurales, la reforma tributaria, la crisis ambiental y el cambio climático, los efectos, costos y conflictividad generada por las actividades extractivas, los aportes de la economía campesina, entre otros. Asimismo, se hizo consideraciones sobre sus efectos en la profundización de la exclusión social, el deterioro democrático y la generación de ingobernabilidad política y económica. Complementariamente también se cuestionó la legitimidad del sistema político y de justicia, acentuada por el papel de veto atribuido al sector privado, ejemplificado en su oposición determinante a las propuestas de un Código Agrario y de una Ley de Desarrollo Rural Integral.
Como puede observarse, ubicar los planteamientos en las dos matrices ideológicas como recurso analítico refleja sus contradicciones, siendo que:
1) La primera está afincada en el interés sectorial correspondiente a quienes históricamente han tenido la capacidad de configurar y dar conducción estratégica al modelo de acumulación de capital y al Estado, así como quienes devenidos de corporaciones transnacionales o locales, intervienen en este misma dirección, con la consiguiente cauda de pobreza en la mayoría de la población guatemalteca;
2) La segunda matriz, enraizada en sujetos, intereses y propuestas relacionadas con el interés común, cuestionan las actividades extractivas como expresiones de desarrollo, reivindican derechos colectivos y proponen alternativas.
Estamos ante una disputa por un concepto y sus consecuencias prácticas en la vida humana y en la naturaleza. Ahí se ubica quizá el principal desafío del desarrollo en Guatemala.
Bibliografía(...)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169973
2.
Encuentros de los sujetos múltiples en lo público y los territorios
hermanados entre sí
Sin sujeto histórico no
hay futuro
Por Armando B. Ginés (Rebelión)
Meramente a título instrumental y descriptivo, podemos poner fecha al nacimiento de la clase obrera en la primera revolución industrial, mediados del siglo XVIII. El proletariado se convierte en sujeto histórico en la fábrica, en el trabajo cotidiano, en los cinturones industriales y en el hábitat de arrabal y extrarradio. Se reconoce a sí mismo como agente colectivo con problemas y aspiraciones propios. Frente a ella, el empresariado y la burguesía.
Meramente a título instrumental y descriptivo, podemos poner fecha al nacimiento de la clase obrera en la primera revolución industrial, mediados del siglo XVIII. El proletariado se convierte en sujeto histórico en la fábrica, en el trabajo cotidiano, en los cinturones industriales y en el hábitat de arrabal y extrarradio. Se reconoce a sí mismo como agente colectivo con problemas y aspiraciones propios. Frente a ella, el empresariado y la burguesía.
Cerca de la clase obrera, surge el feminismo, la mujer como entidad singular que exige igualdad y voto, una voz que quiere emanciparse del patriarcado tradicional que la mantiene encerrada en el hogar como simple factor reproductivo y auxiliar del hombre. Fuera del proletariado, el mundo de la cultura, un colectivo heterogéneo con peculiaridades muy marcadas, pero asimismo utilizado y explotado por las clases pudientes. De la alianza entre los tres, azarosa y no sin contradicciones, la clase obrera enriquece su ideario y abre nuevos horizontes en su ideología y en su acción política cotidiana.
Las revoluciones soviética y china y más tarde
Cuba, suponen la toma de poder efectivo, no sin paradojas, del sujeto
histórico clase obrera.
El mundo bipolar afianza, al menos en la teoría y en el terreno social,
las posiciones emergentes del proletariado. El
capitalismo ensaya en la práctica nuevas fórmulas para detener este
avance que parece incontenible mediante la exaltación de nacionalismos
emotivos que encubren y desvían la lucha de clases hacia focos de
atención ficticios creados ex profeso para dividir y neutralizar las
energías revolucionarias del trabajador, de la mujer y de la cultura
progresista en general. Hitler,
Mussolini, Franco, la Segunda Guerra Mundial, Hiroshima y Nagasaki,
Vietnam y las dictaduras militares latinoamericanas son hitos a golpe de
pistola y bombazo limpio de esos coletazos del capitalismo global para
impedir el ascenso de la clase obrera al poder real.
Después de la segunda conflagración bélica a escala mundial, la guerra fría se instala en el juego político. En Occidente, la presión social provoca el Estado del Bienestar para contrarrestar las ínfulas transformadoras del pueblo llano. A cambio, entregan en sacrificio las ideas socialistas, comunistas y anarquistas. El consumismo crea nuevas categorías e identidades, la principal el concepto clase media. La neolengua inventa otro concepto sibilino, clase trabajadora, con lo que se pretende erradicar los aromas revolucionarios del término obrero. De esta forma, se dice que todos los que viven de un salario, incluidos los empleados del sector servicios y el espacio rural, pueden verse reflejados en la categoría clase trabajadora.
Es tiempo de dudas y parones en el devenir de
la clase obrera. Desde el poder y los medios de comunicación empiezan a
moldearse nuevas identidades sociales de la noche a la mañana. La
complejidad naciente convierte en enemigos más o menos irreconciliables
a unos y otros, en un laboratorio ideológico que pretende dividir a la
clase obrera en intereses singulares siempre en disputa. El
centro neurálgico de la vida ya no es el lugar de trabajo sino la
sociedad en su conjunto. La filosofía y la política ceden terreno a la
psicología y la sociología. La academia
oficial
produce análisis por doquier sin referencias políticas. Todo
sucede en un sistema complejo de agentes múltiples creados a propósito,
clasificables y desmenuzados hasta el último detalle. Las nuevas
etiquetas de la democracia liberal para reconocerse cada cual en su
idiosincrásica personalidad son variadas y casi a gusto del consumidor:
juventud, mayores, gais, lesbianas, musulmanes, radicales, antisistema,
autóctonos, inmigrantes, terroristas… La pléyade de nombres surgidos
casi de la nada es extensa y prolija. El otro se
transforma en otros innumerables.
Mientras la clase obrera se mantuvo firme y fiel a sus principios
internacionalistas, el otro era
el explotador, el burgués, el empresario, la derecha si se quiere. El
sujeto histórico se ha evaporado y troceado en cientos de yoes sociales
en disputa permanente. A esto lo denominan sociedad compleja. En
palabras de la posmodernidad: ya no hay grandes relatos, solo relatos
diminutos en busca de la felicidad y autorrealización privada y
particular.
Sujetos múltiples sin conexión
Hoy, la eclosión de luchas y movilizaciones es difusa y sin un nexo común que las aglutine. Son noes contra situaciones sociales concretas que adolecen de un sí rotundo e integrador alternativo al capitalismo. La coalición inmediata en la calle y en la plaza públicas se resiente de una espontaneidad huérfana de estrategias ideológicas y políticas coherentes. Recomponer el sujeto histórico sería el paso crucial para dar sustento a todos esos movimientos que gritan no de modo automático como consecuencia de la crisis del sistema actual. Solo con la resistencia ética no se abrirán caminos políticos y sociales que permitan acceder al poder a los de abajo. El capitalismo ha demostrado a lo largo de su trayectoria que es capaz de hallar soluciones técnicas de éxito para mantenerse con salud sin cambios profundos, a través de medidas de apariencia democrática o mediante asonadas golpistas de muy diferente signo.
Hoy, la eclosión de luchas y movilizaciones es difusa y sin un nexo común que las aglutine. Son noes contra situaciones sociales concretas que adolecen de un sí rotundo e integrador alternativo al capitalismo. La coalición inmediata en la calle y en la plaza públicas se resiente de una espontaneidad huérfana de estrategias ideológicas y políticas coherentes. Recomponer el sujeto histórico sería el paso crucial para dar sustento a todos esos movimientos que gritan no de modo automático como consecuencia de la crisis del sistema actual. Solo con la resistencia ética no se abrirán caminos políticos y sociales que permitan acceder al poder a los de abajo. El capitalismo ha demostrado a lo largo de su trayectoria que es capaz de hallar soluciones técnicas de éxito para mantenerse con salud sin cambios profundos, a través de medidas de apariencia democrática o mediante asonadas golpistas de muy diferente signo.
El peligro que se cierne sobre el pueblo llano es el desgaste
paulatino de su grito solidario sin que sus aspiraciones legítimas se
plasmen en el plano político. Hay
dos barreras colosales que evaden y diluyen las responsabilidades de los
poderes fácticos y de sus testaferros políticos: los fantasmales
mercados y el terrorismo como coartada. Mercados y terrorismo son dos
sujetos de laboratorio que no tienen rostro ni son identificables en el
paisaje de lo real. Juegan el rol de mitos que producen pánico
reverencial. Ese es su
cometido fundamental: instalar el miedo para adormecer las mentes y
hacerlas más moldeables así a los intereses encubiertos del poder
global. Es una manera muy útil de desviar la atención de la realidad de
carne y hueso hacia enemigos que no se ven ni se tocan pero están ahí
beligerantes contra todos. En realidad, ese adversario, viejo ya en la
historia del ser humano, es el germen manipulable del que puede echar
brotes fascismos de toda estirpe.
Todos contra el miedo podría ser la consigna, lema o paradigma para que una
alternativa sólida, popular y de izquierdas pudiera convertir la
pluralidad heterogénea de la actualidad en unidad de acción con un
programa común básico de carácter local pero sin olvidar la perspectiva
internacionalista o global de la magna y ardua empresa por construir un
mundo más habitable, justo y solidario. Esa senda, aún en ciernes,
tendría que reconstituir un sujeto histórico fiable e íntegro, fuerte en
sus estructuras internas y con visión de futuro. El
paso a dar es el que va de la resistencia defensiva al ataque
afirmativo, del no social reivindicativo al sí político e ideológico.
Sin sujeto no hay historia ni futuro. La
izquierda debe luchar en todos los frentes posibles y con todas las
armas ideológicas, políticas y sociales a su alcance para detener la
proliferación constante de sujetos ficticios que merman y diluyen las
energías de la lucha de clases soterrada entre mensajes de complejidad
construidos para no hacerla visible en el teatro público. El otro no
es el inmigrante ni la mujer ni el terrorista. El otro no
es más que la referencia contradictoria y opositora a la clase
trabajadora (u obrera o pueblo llano) que compra o alquila su fuerza,
conocimientos y habilidades concretas en el mercado laboral. Esto es, el
empresario de turno, la derecha, incluso en sus versiones solapadas
social-liberales y socialdemócratas.
Los puntos de encuentro son muchos,
el principal el rescate de lo
público como factor de igualdad y redistribución equitativa de la
riqueza. Sobre él giraría el resto del programa a desarrollar, con
consecuencias directas en la sanidad y la educación. Y también en la
cultura. La
erosión de lo público se ha asumido desde hace décadas como algo
inevitable por diversas gentes de izquierda. La batalla viene de lejos:
se ha podido amortiguar más o menos en lo social y en lo político a
duras penas, pero en el terreno ideológico la victoria ha sido total
para la derecha y comparsas nominales de la izquierda privatizadores.
Hace bastante tiempo ya que el capítulo
ideológico se dejó gratuitamente en manos de la derecha. Era un campo de
conflicto que con el asentamiento del bienestar a plazos y el consumismo
compulsivo daba la sensación que era inocuo e intrascendente. Ahora
vemos que no era así, que las derrotas en ese terreno han precipitado
las medidas anticrisis agresivas y reaccionarias. Si la ideología de la clase trabajadora se debilita,
resulta difícil y complicado reconocer las ideas de izquierda genuinas y
los intereses propios. En este escenario de confusión, discursos
similares y sopa de siglas, la coletilla todos
los políticos son iguales y van a lo mismo se
alza como una opinión generalizada lógica y mayoritaria.
Recuperar las señas de identidad de un sujeto colectivo es
prioritario. Sin sujeto que se reconozca a sí mismo en plenitud no será
factible una alternativa de izquierdas poderosa y coherente. Lo
urgente: combatir con argumentos convincentes a tanto sujeto sin objeto
histórico que puebla la realidad como un verso suelto en busca de un
poema que dé sentido a su lucha.
3.
Ruptura con el progresismo e izquierdas de espaldas a los movimientos
sociales
En la
izquierda (I)
¿Es necesario un nuevo
sujeto político?
Por Javier Terriente (Rebelión)
Desde hace tiempo, la necesidad de un nuevo sujeto político es un tema recurrente en el campo de la izquierda, que se ha acelerado, sobre todo, a raíz de la abrumadora mayoría del PP el 20 de Noviembre de 2011. La victoria conservadora puso en evidencia una dramática ausencia de alternativas de la izquierda tradicional, en tanto que el distanciamiento entre las exigencias y reclamaciones de los ciudadanos y su plasmación política y legislativa se ensancha cada día. Al mismo tiempo, la catarata de medidas dictadas por una ideología feroz contra las clases trabajadoras, está desembocando en el colapso del bipartidismo, en torno al cual ha girado la política de los últimos treinta cinco años. Esta es una de las principales consecuencias de los abusos e ilegalidades a las que se viene sometiendo al Estado social de derecho.
Desde hace tiempo, la necesidad de un nuevo sujeto político es un tema recurrente en el campo de la izquierda, que se ha acelerado, sobre todo, a raíz de la abrumadora mayoría del PP el 20 de Noviembre de 2011. La victoria conservadora puso en evidencia una dramática ausencia de alternativas de la izquierda tradicional, en tanto que el distanciamiento entre las exigencias y reclamaciones de los ciudadanos y su plasmación política y legislativa se ensancha cada día. Al mismo tiempo, la catarata de medidas dictadas por una ideología feroz contra las clases trabajadoras, está desembocando en el colapso del bipartidismo, en torno al cual ha girado la política de los últimos treinta cinco años. Esta es una de las principales consecuencias de los abusos e ilegalidades a las que se viene sometiendo al Estado social de derecho.
Todo el sistema completo de derechos y
libertades democráticas ha entrado en una etapa de “excepción
permanente”, arrastrando tras de sí (y al revés) la credibilidad de la
política, de los partidos, de los “políticos” y de las propias
instituciones representativas. Ello ha provocado una degradación sin
precedentes de sus cometidos constitucionales, que los aboca a una
gravísima crisis de confianza entre sus afiliados y electores y a un
alejamiento cada vez mayor de las realidades cotidianas. A su vez, el
hundimiento de conquistas sociales y derechos sólidamente asentados pone
en peligro los fundamentos mismos del Estado de derecho, sin los cuales
este sería irreconocible, y deja inermes a los ciudadanos al despojarlos
de su condición de tales. Sin el arma de los derechos, los ciudadanos
dejan de serlo y retroceden a la condición de súbditos, a una categoría
inferior de subciudadanos condenados a la arbitrariedad y a la
obediencia a los poderosos. Decir derechos, es hacerlo en referencia a
todos los derechos, nombrar lo irrenunciable de un Estado de derecho:
Derechos fundamentales, sociales, laborales y de seguridad de vida, que
inevitablemente forman un todo entrelazado, de modo que al amputarse
unos, los restantes y todo el conjunto se resiente, se reducen hasta el
extremo de correr el riesgo de desaparecer en un nuevo estadio que no
sería otro que el de la dictadura.(...)
De una u otra forma, el movimiento socialista y socialdemócrata europeo fue desapareciendo como tal al abrazarse gradualmente a la fe verdadera del “neoliberalismo con rostro humano”, la llamada tercera vía de Blair, Schröder....Como si se tratara de un castillo de naipes y con distintos argumentos, la socialdemocracia se esforzó en derribar barreras de separación con el pensamiento económico conservador, hasta hacerse irreconocible, al precio de duras confrontaciones internas y de derrotas electorales sucesivas. En realidad, tras la pomposidad de las declaraciones sobre el Proyecto Común Europeo, la Europa de la Solidaridad, y otros mitos, no hay más que una penosa ausencia de alternativas al neoliberalismo en el tratamiento de los retos europeos.
Esta Europa que se des-socializa a pasos
agigantados, es cada vez menos Europa y más asiática. En su deriva
ultraliberal, solo la resistencia democrática de los ciudadanos
(elecciones, referéndum, iniciativas populares, peticiones, periódicos
digitales, blogs, webs de asociaciones alternativas…) y algunas
excepciones minoritarias de la izquierda política o sindical, cuestionan
las decisiones aristocráticas de la Comisión, el Banco Europeo, el FMI,
o el gobierno alemán. Dotados del don de la infalibilidad, los
dirigentes de estas instituciones se muestran omnipotentes,
omnipresentes y omniscientes, una vez designados por el dios de los
mercados como los nuevos profetas de la nada. Y en razón de ese
privilegio de origen divino se creen investidos para castigar, premiar,
excomulgar a su antojo, por encima de toda crítica y de cualquier juicio
moral.
Europa pierde estándares democráticos a pasos
agigantados a golpe de contrarreformas impuestas a los ciudadanos con la
colaboración más o menos entusiasta de los gobiernos de derecha e
izquierda. Los Estados se someten al dictado alemán y han pasado a
convertirse en simples Protectorados encubiertos. La xenofobia y las
fuerzas de la extrema derecha se propagan desde la periferia del Este y
el Sur al corazón de Europa y dibujan un horizonte sombrío.
La metabolización social liberal del
pensamiento en la izquierda mayoritaria, lógicamente con distintos
acentos y matices, está influyendo de manera extraordinaria en el curso
de los acontecimientos políticos europeos y mundiales. De ahí la
irrelevancia del Partido Socialista Europeo y los recurrentes fracasos
de los PS en Europa y en España.
La crisis no ha dejado a salvo a sus promotores
sean de un signo u otro. Entre los padecimientos de hoy y las políticas
de anteriores gobiernos, que facilitaron, sin protestas internas
significativas, el ascenso abrumador de la derecha y su control absoluto
de la organización del Estado, los ciudadanos siguen esperando un examen
autocrítico del PS. No puede ser de otro modo si aspira a reconciliarse
con su electorado. De ahí el dilema vital en el que se encuentra: si
gira hacia la izquierda y hacia la democracia interna satisfaciendo las
demandas de sus votantes y de la mayoría de sus afiliados ya no sería
este PS sino otro con otras políticas y otros dirigentes, y si no lo
hace quedará al margen del pueblo de izquierdas. ¿Hay más alternativas?
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169803
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169803
4.
Revisión a fondo de las mediaciones partidarias y del proceso constituyente
de soberanía popular
En la
izquierda (II)
¿Es necesario un nuevo
sujeto político?
Por Javier Terriente (Rebelión)
Hay pocas dudas de que las alternativas y los movimientos de resistencia se expresan, con todos los matices que se quieran, no tanto en los “partidos de la izquierda realmente existente” sino en las asambleas, foros, sindicatos y movimientos sectoriales. Y lo hacen con una amplitud, una pluralidad y una intensidad que trasciende con creces los marcos, las normas y las orientaciones en que se desenvuelve la izquierda política.
Hay pocas dudas de que las alternativas y los movimientos de resistencia se expresan, con todos los matices que se quieran, no tanto en los “partidos de la izquierda realmente existente” sino en las asambleas, foros, sindicatos y movimientos sectoriales. Y lo hacen con una amplitud, una pluralidad y una intensidad que trasciende con creces los marcos, las normas y las orientaciones en que se desenvuelve la izquierda política.
Siempre se ha afirmado que más allá de esta izquierda “no hay salvación”, puesto que el espacio histórico tradicional para el ejercicio de la política ha sido únicamente el de los partidos. Nada más incierto. Hace algunos años, las movilizaciones contra el neoliberalismo y la guerra de Irak (Foro de Porto Alegre: “Otro mundo es posible”,…), ya tuvieron una enorme incidencia en los acontecimientos de la época. En ellos confluían a un nivel inesperado, antiguas dinámicas igualitarias, ecologistas, antibelicistas, de emancipación de las mujeres, de libertades creativas, es decir, diferentes corrientes de ruptura antisistema al margen de adscripciones partidarias. Hoy, a raíz de la crisis, se ha restablecido un hilo conductor entre aquellas experiencias y las movilizaciones masivas del 15 M, organizadas de manera inusual en los espacios públicos, y otras recientes con una vocación explícita de rechazo y cambio de sistema. Al mismo tiempo, han surgido distintos foros y asambleas, las Mareas, la Cumbre Social, grupos ciudadanos contra los desahucios, etc., disputándole a los antiguos partidos de la izquierda el monopolio de la política desde una visión crítica, lo que supone la apertura de nuevos caminos.
No es por casualidad:
si el epicentro real de la política se
está desplazando hacia la “calle”, fuera de su alcance, algo impensable
en el pasado, ha sido en buena medida porque han preferido
mantener “el socialismo/comunismo realmente existentes” en su estado actual a
reinventarse en una dirección democrática y de izquierdas.
Parece claro entonces que las
actuales mediaciones partidarias, pero también el conjunto de las instituciones
representativas, necesitan una revisión a fondo, puesto que sus funciones
constituyentes (ser el centro de la soberanía popular y legislar para las
mayorías) y los consensos sociales que le otorgaban una sólida confianza de la
ciudadanía han caído en picado, arrastrados por la deriva autoritaria de la
derecha y la ausencia de respuestas convincentes desde el arco parlamentario y
del resto de asambleas electivas.
Contra todo pronóstico, las oleadas de
indignación de millones de ciudadanos expresadas en las plazas y en las
empresas han llegado para quedarse. Probablemente la izquierda
institucional seguirá ejerciendo un determinado papel, pero rodeada de
actores nuevos que no dejan de renovarse, de crecer, de buscar una
identidad propia. Y, aunque aún no han acabado por definirse ni por
decidirse, lo que evidencia esta nueva dinámica, que se explicita y se
expresa en la acción y no tanto en el voto, es la necesidad de:
-
un sujeto político nuevo,
-
que este no adquiera la forma de partido clásico,
-
que esa “cosa” nueva sea el resultado de prácticas participativas y plurales en todos los órdenes y ramas de actividad,
-
que se articule en torno a amplios acuerdos programáticos que permitan sumar a las grandes mayorías de ciudadanos,
-
que la participación de los “no adscritos” en la política (o elecciones), si la hubiera, se mueva en clave de independencia y se ejerza con el mínimo de intermediarios posibles.
Así pues, la estrategia de crear nuevas
condiciones que permitan la construcción de una nueva plataforma
política, trascendiendo las estructuras de los partidos tradicionales,
tiene mucho que ver con su incapacidad para convertirse en las
organizaciones de referencia de los nuevos movimientos que han surgido
en los últimos años. La historia señala que la tolerancia de los
aparatos hacia quienes cuestionan su hegemonía, es igual a cero. Ello no
quiere decir que esa nueva plataforma, en construcción, tenga que
sumergirse en la anti política. Por el contrario, trabajar por un
proyecto semejante debería significar sumar todas las fuerzas posibles
en la izquierda, organizadas o no, y, más allá de ella, hacer confluir
en una amplísima convergencia democrática a la generalidad de los
ciudadanos y de los sectores atropellados por la crisis. El papel de los
sindicatos, promoviendo una corriente unitaria del mundo del trabajo,
puede ser fundamental, así como la incorporación de las organizaciones
de base en estructuras abiertas, flexibles y horizontales.
Tal proyecto encuentra una mayor justificación
en la tendencia a la “normalización” de lo que comenzó siendo una
situación de excepcionalidad democrática.
De ahí la demanda apremiante
de que los grupos, foros, movimientos o asambleas, hay que recordar,
decididamente opuestos a integrarse dentro o en el entorno de
estructuras partidarias, empiecen a posicionarse en esta batalla.
Contribuir al nacimiento de esta “otra cosa política”, es hoy el reto de mucha gente de izquierdas. Este nuevo sujeto político sería la expresión plural de un movimiento extraordinariamente complejo y, a la vez, cumpliría la misión de interpretar, desde dentro de ese movimiento y en referencia a él, nuevas metas, definir nuevos objetivos.
Objetivos que se derivan del principal conflicto político que recorre el país: una guerra de clases abierta en todos los
frentes, brutal, entre un
capitalismo en reconstrucción a propósito de la crisis y la exigencia de
derechos completos y para todos/as, amputados por esta. Quiere esto decir que la perspectiva de
lucha ahora, no es tanto avanzar hacia “1917” (la revolución socialista) sino
reconquistar “1789” (la democracia con derechos). Porque es la democracia en
todas sus formas la que anda en peligro a causa de la reducción radical de
derechos, como requisito imprescindible para implantar de forma duradera una
sociedad hiperclasista y autoritaria. (...)
Naturalmente reclamar democracia y derechos es hacerlo en el sentido concreto de socializarlos a través de un compromiso firme con la igualdad y la solidaridad; significa dar mayor sustancia a los sistemas formales de representación, a los parlamentos y asambleas electivas, pero también impulsarla en los partidos políticos y sindicatos, las asociaciones vecinales, profesionales y cívicas, las empresas y centros de trabajo, el ejército y los cuerpos y fuerzas de seguridad; trasladarla a todos los ámbitos de la vida cotidiana, familiar y a las relaciones de pareja; democracia y derechos es, por supuesto, crear empleo y combatir la desigualdad, implantar un sistema socialmente cohesionado y medioambientalmente sostenible; democracia y derechos es aplicar criterios de equidad impositiva, redistribución de la riqueza y de lucha contra el fraude y el dinero negro; democracia y derechos es garantizar las políticas públicas y sociales y asumir la preservación y defensa de lo público; democracia y derechos es defender la laicidad del Estado y la independencia de la justicia; es la exigencia de transparencia empresarial y política y la lucha contra la corrupción; es reformar el sistema electoral…Estos son algunos desafíos.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169950
5.
Enfoque del extractivismo destruyendo la trama socioproductiva e instalando
el narcotráfico, la trata de personas
Desocupación, narcotráfico y necesidades
Por:
Carlos del Frade (APE)
Está bien que pueda votar a partir de los dieciséis años. Pero yo
necesito trabajar. ¿Por qué no puedo elegir dónde trabajar? – dice la
dulce niña de la zona oeste rosarina, muy cerca de una de las tantas
esquinas donde un enfrentamiento entre grupos narcotraficantes terminó
con la sangre derramada de dos personas menores de 35 años hace un par
de semanas atrás.
En la zona sur, en tanto, en el corazón del barrio Las Flores, aquel epicentro de los saqueos de 1989 y los comegatos de 1996, las vecinas y los vecinos señalan al periodista forastero la mansión de los Cantero, la principal familia que hasta hace un mes manejaba la mayor porción del negocio del narcotráfico que, según señalan algunos papeles oficiales, tiene una dimensión de dos mil millones de pesos anuales, un poco menos, sólo un poco, que el presupuesto del municipio para atender las necesidades existenciales de un millón de personas por año.
-Usted está en la boca del lobo – le dice una señora al cronista, al mismo tiempo que en la escuela donde fueron por mucho tiempo algunos de los familiares de los Cantero advierten que el asesinato del jefe generó una gran tristeza en el barrio porque siempre encontraban el peso que suele faltar de forma cotidiana. Aunque también son conscientes que la dependencia los convertía en soldaditos que rápidamente podían ser inmolados en el altar del despiadado dios dinero.
La comisaría 19, en el corazón de Las Flores, era una dependencia más del grupo “Los Monos”, como también se la conoce a la familia Cantero y durante mucho tiempo hubo complicidad política y fuerzas de seguridad nacionales para explicar semejante desarrollo económico, territorial y ese reconocido poder de fuego que los hizo temibles en toda la región sur de la provincia de Santa Fe.
Los Cantero, en realidad, eran oriundos del barrio La Granada, al oeste de Las Flores y durante años mantuvieron una guerra contra Los Rivero, más conocidos como Los Garompas, hasta que la sangre derramada dirimió el pleito. La policía, acompañaba. El poder político miraba para otro lado y los poderes judiciales, federal y provincial, apenas registraban ingresos y egresos.
El barrio La Granada hoy es el patio trasero de uno de los tantos negocios de Cristóbal López, el casino rosarino que, como casi todas las últimas inversiones, no tuvieron mayor inconveniente de afincarse en la geografía donde naciera el Che Guevara.
En la zona sur, en tanto, en el corazón del barrio Las Flores, aquel epicentro de los saqueos de 1989 y los comegatos de 1996, las vecinas y los vecinos señalan al periodista forastero la mansión de los Cantero, la principal familia que hasta hace un mes manejaba la mayor porción del negocio del narcotráfico que, según señalan algunos papeles oficiales, tiene una dimensión de dos mil millones de pesos anuales, un poco menos, sólo un poco, que el presupuesto del municipio para atender las necesidades existenciales de un millón de personas por año.
-Usted está en la boca del lobo – le dice una señora al cronista, al mismo tiempo que en la escuela donde fueron por mucho tiempo algunos de los familiares de los Cantero advierten que el asesinato del jefe generó una gran tristeza en el barrio porque siempre encontraban el peso que suele faltar de forma cotidiana. Aunque también son conscientes que la dependencia los convertía en soldaditos que rápidamente podían ser inmolados en el altar del despiadado dios dinero.
La comisaría 19, en el corazón de Las Flores, era una dependencia más del grupo “Los Monos”, como también se la conoce a la familia Cantero y durante mucho tiempo hubo complicidad política y fuerzas de seguridad nacionales para explicar semejante desarrollo económico, territorial y ese reconocido poder de fuego que los hizo temibles en toda la región sur de la provincia de Santa Fe.
Los Cantero, en realidad, eran oriundos del barrio La Granada, al oeste de Las Flores y durante años mantuvieron una guerra contra Los Rivero, más conocidos como Los Garompas, hasta que la sangre derramada dirimió el pleito. La policía, acompañaba. El poder político miraba para otro lado y los poderes judiciales, federal y provincial, apenas registraban ingresos y egresos.
El barrio La Granada hoy es el patio trasero de uno de los tantos negocios de Cristóbal López, el casino rosarino que, como casi todas las últimas inversiones, no tuvieron mayor inconveniente de afincarse en la geografía donde naciera el Che Guevara.
Pero tanto “Los Monos” como “Los Garompas” fueron la consecuencia del saqueo de la matriz productiva de la ciudad. La Granada, Las Flores, Tablada y la vecina Villa Gobernador Gálvez eran regiones donde las pibas y los pibes encontraban trabajo en el puerto, los frigoríficos, los talleres metalúrgicos y otras industrias. Hasta que los años noventa trajeron el impune agujero negro de la desocupación y la mayoría del pueblo enfrentó con lo que pudo cada una de sus urgencias. El capitalismo, entonces, eligió los actores para montar su doble estrategia de circuito de dinero fresco y dependencia mental, el narcotráfico. Los sectores políticos mayoritarios, peronismo, radicalismo y socialismo jamás le pusieron palabras al dolor del pueblo, de los padres y las madres de estos chicos que hoy son cuidadores de bunkers, guerreritos rantifusos que encontrarán la muerte mucho antes de tiempo.
Ahora ese silencio estalla y se lleva
puesta la hipocresía. En las últimas horas el ministro de Seguridad,
Raúl Lamberto, y el juez de instrucción, Juan
Carlos Vienna, recibieron
amenazas muy concretas por intentar desmontar este dispositivo de poder
paralelo alimentado en los últimos veinte años. Ninguna provincia
argentina tiene como blancos a un ministro y un juez: la tremenda
demostración del desarrollo de aquel huevo de la serpiente.
Por eso, ante el miedo y la angustia del pueblo, surgió la necesidad de conformar una multipartidaria y multisectorial –cosa que no surgía desde los tiempos de los atentados contra la Embajada de Israel, la AMIA y los intentos de golpe de estado- para decirle a las vecinas y vecinos que no están solos, que hace falta plantar bandera –una día antes del 20 de junio- para defender la vida, los pibes y, a pesar de las diferencias, luchar contra la muerte desbocada y el narcotráfico.
Porque en esta lucha no sobra nadie y hace falta el compromiso de enfrentar al circuito de dinero fresco que hoy tiene el capitalismo con la mayor cantidad de gente posible, el miércoles 19 de junio, a partir de las 17, en la Plaza 25 de Mayo, en el lugar donde todavía marchan Las Madres de la ciudad, un fragmento del pueblo rosarino manifestará que no está dispuesto a seguir siendo cómplice del negocio millonario en dólares y sangre joven derramada en los barrios.
Fuente: http://www.argenpress.info/2013/06/desocupacion-narcotrafico-y-necesidades.html
Por eso, ante el miedo y la angustia del pueblo, surgió la necesidad de conformar una multipartidaria y multisectorial –cosa que no surgía desde los tiempos de los atentados contra la Embajada de Israel, la AMIA y los intentos de golpe de estado- para decirle a las vecinas y vecinos que no están solos, que hace falta plantar bandera –una día antes del 20 de junio- para defender la vida, los pibes y, a pesar de las diferencias, luchar contra la muerte desbocada y el narcotráfico.
Porque en esta lucha no sobra nadie y hace falta el compromiso de enfrentar al circuito de dinero fresco que hoy tiene el capitalismo con la mayor cantidad de gente posible, el miércoles 19 de junio, a partir de las 17, en la Plaza 25 de Mayo, en el lugar donde todavía marchan Las Madres de la ciudad, un fragmento del pueblo rosarino manifestará que no está dispuesto a seguir siendo cómplice del negocio millonario en dólares y sangre joven derramada en los barrios.
Fuente: http://www.argenpress.info/2013/06/desocupacion-narcotrafico-y-necesidades.html
6.
Construcciones
comunitarias desde las perspectivas de
territorio y de género y feminista
Reflexiones urgentes en el
debate sobre los comunes en América Latina
Por
Angélica Schenerock (Pillku)
(...)1.
Profundizar en la construcción del núcleo del nuevo paradigma
En América
Latina, los llamados nuevos movimientos sociales de mediados a finales de la
década de 1980 llamaban la atención –a partir de sus prácticas y teorizaciones-
hacia la necesidad de un cambio paradigmático que no estuviera marcado por el
pensamiento desarrollista-capitalista. Este pensamiento, que en aquel entonces
partía de una reflexión profunda del marxismo, influenció y animó a las
investigadoras e investigadores sociales latinoamericanos a teorizar, a partir
de 1990, sobre la construcción de un nuevo paradigma que no estuviera marcado
por los postulados de la Modernidad. Más específicamente, la ecología política,
la sociología, la filosofía y la economía de aquella época ya afirmaban que las
crisis que se manifestaban en la pobreza, en el hambre, en las exclusiones, en
las guerras y en el deterioro ambiental, eran los efectos no esperados de la
Modernidad, del pensamiento moderno, la racionalidad moderna y eurocentrista
desde la cual se consolidó el capitalismo y el modelo desarrollista, además de
orientar la producción del saber y del conocimiento.
Desde hace treinta años los movimientos sociales, las académicas y académicos comprometidos de América Latina vienen proponiendo, documentando, creando y cuestionando el paradigma capitalista hegemónico.En otras palabras, desde América Latina no estamos buscando las semillas que serían el núcleo de un paradigma central, sino que estamos celebrando, viendo, interactuando y alimentándonos de los frutos de un árbol cuya edad segura es de un mínimo de treinta años. Desde América Latina podemos sentarnos en la sombra de este gran árbol y recordar su historia: tenemos memoria. Y también, desde América Latina, podemos inquietarnos por las plagas que suelen amenazar este árbol, dolernos con las espinas que muchas veces nos lastiman; podemos movilizarnos, dejar los lugares comunes, unirnos y cuidar la tierra que alimenta este árbol.
Y lo que
hace que este árbol exista, persista y tenga fuerzas para alimentarnos y
acogernos es justamente que su savia no tiene un sólo nombre, sino que varios,
muchos nombres y que no se protege bajo un mismo sombrero paradigmático ¿No será
que fue esta diversidad de luchas, organizaciones y pensamientos diversos, lo
que ha permitido la existencia y la fuerza del árbol?
Dadas
estas constataciones, la preocupación es sobre la viabilidad de abarcar las
luchas y las historias, la memoria latinoamericana bajo el mismo concepto
paradigmático de commons. En estas latitudes y en medio a tanta diversidad
cultural y social, por algo fue que todavía no hemos realizado esta
homogenización, por algo es que no pretendemos un sólo paradigma alternativo,
sino que hemos estado construyendo varios. Así que
el desafío radica en cómo
establecer un diálogo que no ignore las diferentes historias y experiencias,
sino que tome en cuenta las experiencias y los conocimientos basados en el
lugar.
2. El lugar, las identidades y el territorio
El “lugar” como concepto, como
espacio-localidad, como proyecto común, como sentimiento de pertenencia, de
creación de identidades y de prácticas ha sido soslayado entre muchos pensadores.
El colombiano Arturo Escobar ha denunciado enfáticamente que el desaparecimiento
del lugar en el “frenesí de la globalización” tiene “consecuencias profundas en
nuestra comprensión de la cultura, el conocimiento, la naturaleza, y la
economía” (Escobar, 2000: 114). El reto, por lo tanto, consiste en “reconstruir
el mundo desde una perspectiva de prácticas basadas-en-el-lugar” (Ídem: 115).
Re-considerar el lugar como locus central del pensamiento, del debate y de la construcción del paradigma de los commons es vital si dicho paradigma pretende ser inclusivo –lo que de hecho es lo que se aboga.
Aquí
empiezan las complejidades: si las prácticas y los conocimientos basados en el
lugar son distintas y diversas -y en esto reside su riqueza y su poder creativo,
¿qué tanto englobarlas como luchas a favor de los commons no representaría una
pérdida de su potencial y de su poder político?
Las luchas latinoamericanas por el agua, por la defensa del territorio, en contra de los transgénicos y empresas como Monsanto tienen un enorme potencial político local que se desdibujaría si se denominaran como “luchas por el commons”, por ejemplo. Así, la pregunta que surge es sobre cuáles serían los ejes orientadores del diálogo entre prácticas y acciones específicas por los bienes comunes –y aquí se incluyen tanto los elementos de la naturaleza como los conocimientos y saberes producidos en el lugar, con el debate y los nuevos postulados del paradigma de los commons.
Además, la
perspectiva de los pueblos latinoamericanos está plasmada de sabidurías y
concepciones de los elementos de la naturaleza como seres animados y dignos de
existencia independientemente de los humanos, y no son percibidos como un “bien
común” -más aún, no son un “bien”, sino seres en relación con los humanos. Ello
sin mencionar las experiencias y las historias de comunidades que comparten una
identidad común con el territorio, en donde la “comunidad” es realmente la
comunión entre seres humanos y la naturaleza.
Queda
pendiente, y como desafío a la construcción del paradigma sobre los comunes, la
inclusión de las prácticas latinoamericanas basadas-en-el-lugar, que comportan
muchas ideas analíticas y teóricas, mucho conocimiento, saberes y prácticas que
pueden orientar la construcción de modelos de organización, manejo y gestión de
los recursos naturales como bienes comunes.
3. Las mujeres y la perspectiva de género y feminista
La
necesidad de reflexionar la propuesta de los bienes comunes desde la perspectiva
de las mujeres es otro tema pendiente y necesario a desarrollar. Las mujeres
sabemos muy bien, desde nuestra historia, que no hemos estado realmente
incluidas en pie de igualdad con los varones en el poder de decisión con
respecto a los bienes comunes. Pese toda su riqueza, los espacios comunes y las
comunidades mixtas, han excluido a las mujeres respecto al poder y a la
política. Por ejemplo, las mujeres sí han trabajado la tierra y manejado el agua
tal como los varones, la verdad más que ellos, sin embargo, el reconocimiento,
el poder de decisión y el acceso financiero, de infraestructura y tecnológico,
ha sido de los varones. Las iniciativas de organización en torno a los comunes
ha “incluido” a las mujeres hasta donde conviene a los varones, hasta donde no
cuestione su poder de decisión y de mando.
Asimismo,
la perspectiva del cuidado en el debate de los bienes comunes tiene que tomar en
cuenta la división sexual del trabajo. De hecho, es muy innovador el debate
fomentado al interior de las propuestas de los bienes comunes sobre el fin del
trabajo, sobre el superar las dualidades entre trabajo productivo y
reproductivo. Sin embargo, desde el movimiento y las teorías feministas en
América Latina, hemos aprendido que todavía falta muchísimo camino que recorrer
con respecto a las diferencias y desigualdades de género que se manifiestan en
la división sexual del trabajo.
Pese a que
sea indispensable para la supervivencia y para la vida en si misma, la crianza,
la alimentación, la limpieza, el cuidado de adultos mayores, la dedicación
afectiva y el mantenimiento del hogar son trabajos domésticos en los cuáles las
mujeres todavía somos las principales responsables y es un ámbito en el cual no
solamente los varones todavía no se sienten identificados y responsables, sino
que sigue siendo un ámbito considerado irrelevante, pues son trabajos que se
ubican en la esfera de lo privado.
Queda
pendiente, por lo tanto, responder a la pregunta sobre hasta qué punto será
posible una transformación de la actual división entre trabajo productivo y
trabajo reproductivo sin impulsar un real cambio en las desigualdades de género,
y sin la presencia activa de las feministas en este debate.
Para terminar y seguir empezando: ¿dónde están las “bases”, los movimientos
sociales latinoamericanos en el debate sobre los commons? Los
pendientes aquí mencionados tienen como finalidad seguir dialogando e impulsando
un proceso realmente plural en la construcción del paradigma de los commons.
Esta construcción quizá no deba encuadrar las diferentes experiencias del Sur
Global en el marco conceptual y semántico de los commons, pues si así fuera, las
experiencias latinoamericanas perderían su poder político, su identidad, su
memoria histórica ¿Qué postura construiremos frente a los commons? ¿Cómo
participaremos en el debate y en la construcción del modelo de paradigma?
No está
demás preguntarnos sobre la ausencia y participación activa de personas
representantes de los movimientos sociales clásicos – de las “bases” – en el
debate sobre los commons.
Por
ejemplo, me pregunto sobre cómo construir un diálogo interactivo en conjunto con
las campesinas y campesinos del Movimiento de los Sin Tierra ( MST ), que hace
más de 40 años tienen una reconocida experiencia de manejo de los bienes comunes
de manera común y hasta una Escuela de Formación de nuevas formas de saber.
También me pregunto sobre cuánta disposición existe para aprender de las
feministas que buscan construir no un nuevo paradigma, sino una civilización no
patriarcal. Más aún, ¿cómo superar las diferencias culturales, identitarias y
lingüísticas y dialogar políticamente con los grupos indígenas organizados que
proponen que otro mundo es posible, un mundo donde quepan todos los mundos?
¿Cómo tender puentes entre estos movimientos clásicos con los movimientos de
hackers, de okupas, de defensores y defensoras de la cultura libre?
¿Cómo
construir realmente en conjunto considerando las experiencias y los aportes de
todas estas mujeres y hombres que han dado, muchas veces literalmente, la vida
en pro de la construcción de un mundo más justo y solidario?
Seguramente, los aportes latinoamericanos y del Sur Global al incipiente paradigma de los commons tiene muchísimo que aportar, y para ello se necesitan espacios de análisis, de construcción de un saber que no parta del cero, sino que tome en cuenta la historia, la memoria, los muchos años, las muchas resistencias, las muchas ideas y prácticas que ya existen en este enorme continente – y que tienen muchos nombres.
Fuente
original: http://pillku.com/article/reflexiones-urgentes-en-el-debate-sobre-los-comune/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=170228