Expectativas con
los BRICS
11 de julio de 2014
Por Julio
C. Gambina
Existen
expectativas, en el país y en la región por las presencias en estos días de los
gobernantes de Rusia y de China, dos de los grandes que disputan su lugar en el
poder político y económico mundial. Vladimir Putin y Xi Jinping, pasarán esta
semana por Argentina, donde se esperan inversiones externas para sostener y
potenciar la economía local en recesión.
Entre otras
inversiones están las comprometidas por China para las represas en el Sur y la
red ferroviaria, también las probables en hidrocarburos que pudiera ofrecer
Rusia. Por ello es que el Senado de la Nación dio media sanción a una ley de
inmunidad a las inversiones de otros países vía acuerdos de reciprocidad con
bancos centrales. Un proyecto empujado por el Poder Ejecutivo con amplio acuerdo
parlamentario y que transformará en Ley en la Cámara de Diputados en los
próximos días.
La lógica de
la inmunidad para otorgar seguridad jurídica a las inversiones externas
reproduce la esencia de la institucionalidad de los tratados de libre comercio,
o los tratados bilaterales de inversión, todos en defensa de inversores externos
y por los cuales la Argentina es el país más demandado ante el CIADI.
(…)La razón
comunicativa apunta a desmarcar el modelo productivo de los BRICS respecto de la
especulación exacerbada en tiempos de una crisis que iniciada en 2007/8 no
termina de ser superada. Es un dato que la burbuja financiera sigue
expandiéndose y puede explotar nuevamente, lo que servirá como excusa para
potenciar el ajuste y la regresiva reestructuración del orden capitalista, tal
como se generaliza ahora en territorio europeo, último bastión del reformismo
capitalista, Estado benefactor mediante.
La
afirmación resulta más vigente ante la situación generada por el fallo
estadounidense contra la Argentina. Se intenta mostrar la existencia de dos
caras del capitalismo. Una despreciable radicada en la especulación financiera,
los fondos buitres y otra apreciada en lo productivo, como si pudiera escindirse
la producción de la circulación. Como si las transnacionales petroleras,
mineras, tabacaleras, farmacéuticas, automotrices, de la comunicación, la
energía o el transporte, entre otras, fueran menos buitres que Goldman Sachs, el
City, El Santander, el Bilbao Viscaya, u otras entidades del sistema financiero
mundial, incluido el Banco Mundial o el FMI
Para ser más
precisos, la producción de hidrocarburos de Rusia necesita de la inversión y
tecnología de las transnacionales privadas del petróleo; del mismo modo que la
fábrica china es resultado de inversiones provenientes del capitalismo
desarrollado para valorizarse en territorio oferente de abundante fuerza de
trabajo barata.
Ambos países, Rusia y China, son parte del ciclo mundial del capital y forman parte del fenómeno de los países emergentes, es decir, importantes receptores de inversiones externas en tiempo de baja rentabilidad en el capitalismo desarrollado. Rusia se destaca en la economía mundial capitalista por sus cuantiosos recursos naturales, especialmente petróleo y gas. China es el país más poblado del mundo, con un 20% de la población mundial, sustento de la ampliación de la relación salarial a escala global.
Es más, los
excedentes generados por esa producción terminan financiando el déficit fiscal
de EE.UU. y sosteniendo la militarización de la sociedad mundial que domina
Washington.
La
reconquista de Rusia y de China para el régimen del capital era una aspiración
que se logra en el último cuarto del Siglo XX. No solo producción y circulación
mundializada, sino en una territorialidad única, abierta a la libre circulación
del capital. Es un objetivo que continúa ampliándose con renovados tratados de
libre comercio y por la seguridad de las inversiones externas.
Con la caída
del socialismo en el Este de Europa en los 90´, y especialmente la
desarticulación de la Unión Soviética, fue gigantesco el flujo de inversores
externos para consolidar el nuevo rumbo del capitalismo en esos territorios. Con
la modernización de China y el Socialismo de Mercado desde fines de los 70´, se
atrajeron enormes cantidades de financiamiento para la expansión de las
relaciones capitalistas hasta convertir al país de Mao en el de mayores reservas
internacionales acumuladas y gran prestamista de la potencia hegemónica del
capitalismo mundial.
¿Emergentes
o independientes?
Ambos
procesos son funcionales al desarrollo capitalista contemporáneo, ahora como
países emergentes. El problema no es ser emergente, sino independiente. Es una
cuestión nacional y de articulación regional contra el orden mundial del
capitalismo contemporáneo.(…)
Veamos
una prueba central de la criminal mentira implícita en "gobierno nacional,
popular y de derechos humanos:
Los rasgos del “Efecto China” y
sus vínculos con el extractivismo en América
Latina
9 de febrero de 2014
Por
Emiliano
Teran Mantovani* (OPSur).
(…)
La
política oficial del gigante asiático para América Latina (2008) enuncia que “
China tratará a los países latinoamericanos y caribeños en pie de igualdad y
respeto mutuo (…) De acuerdo con el principio de beneficio recíproco ” [25]. Sin
embargo, la disputa geopolítica, los intereses estratégicos chinos, y en primera
instancia, la lógica del capital, orientan esta relación
hacia la profundización de nuestra función específica en la División
Internacional del Trabajo y de nuestra condición de dependencia sistémica, en un
contexto de crisis global que incrementa las vulnerabilidades de nuestra región.
La orientación extractivista de esta relación sino-latinoamericana se hace evidente al comparar el porcentaje de exportaciones de bienes primarios respecto a las exportaciones totales de América Latina en el mundo entre 2008 y 2012, que fue de 56%, y las exportaciones de la región sólo al país asiático, que en bienes primarios representaron la significativa cifra de 86,4%. Si advertimos que el 63,4% de lo que importa China son bienes manufacturados [26], se hace más notorio el papel de provisor de commodities que los asiáticos necesitan que cumplamos, lo que va en dirección opuesta a las reivindicaciones históricas de que Latinoamérica salga de la dependencia de únicamente vender naturaleza al mercado mundial capitalista.
Varios países
de la región han visto como prácticamente se duplica su dependencia en la
exportación de bienes primarios a China, tales como Brasil (hierro y soja),
Argentina (soja), Perú y Chile (cobre y metales no ferrosos para ambos países)
[27] . Lo que es fundamental resaltar, es que mientras China crece en
importancia como mercado de exportación y genera presiones a la profundización
del extractivismo en la región, cae el peso de la exportación de bienes
manufacturados respecto al total de ALC, pasando de representar el 53% del total
de exportaciones en 2002, al 39,7% en 2012, típico efecto de los ciclos de
crecimiento y boom de los ingresos rentísticos por commodities. Además, desde
2008, el 70% de las exportaciones latinoamericanas a China provienen sólo de 6
sectores de 2 o 3 países cada uno, lo que refleja notables niveles de
concentración extractiva de productos en su mayoría no refinados, que expone a
la región a las fluctuaciones en los precios de los productos básicos [28] , en
buena medida influidos por la especulación financiera.
El
posicionamiento de las mercancías chinas por la vía de la importación en
numerosos países de la región está estrechamente vinculado con las consecuencias
“desindustrializadoras” propias del llamado «Efecto China».
Nueve
de las principales diez importaciones provenientes de China hacia ALC son
manufacturadas con un fuerte énfasis en electrónica y vehículos.
El tipo de
producto manufacturado que se importa primordialmente (en orden de importancia
relativa) son equipos y repuestos de telecomunicaciones (9.3% 2008-2012),
máquinas y equipos de procesamiento automático de datos (3.8%), barcos, botes y
estructuras flotantes (4.0%), instrumentos y aparatos ópticos (3.3%), productos
derivados del petróleo (2.7%), calzado (2.5%), maquinaria y aparatos eléctricos
(2.3%), motocicletas, ciclomotores, bicicletas y carros (2.0%), repuestos para
máquinas de oficina (2.1%), carritos de bebé, juguetes, juegos y productos
deportivos (2%) [29] . ¿Son estas importaciones las más convenientes para
favorecer a un proceso de transición hacia modelos menos dependientes del
capital globalizado?
Las muy
significativas diferencias en precio y productividad de la industria china en
comparación con la mayor parte de la producción industrial de la región genera
grandes presiones que reafirman los procesos de reprimarización económica e
impulso extractivista, profundizando los rasgos de la relación funcional
centro-periferia. Mientras los exportadores latinoamericanos dependen de unos
pocos productos básicos, vulnerables a las fluctuaciones de precios, las
exportaciones chinas manufacturadas hacia la región, que son más diversas y
menos concentradas, han crecido en cantidad y valor al punto que desde 2011
existe un déficit en la balanza comercial de ALC. Estos efectos mencionados en
general, tienen muy importantes implicaciones en el curso de las
transformaciones políticas que vive Latinoamérica.
Venezuela, el “Efecto China” y la acumulación por desposesión
China es hoy
el segundo socio económico de Venezuela (según estudio del INE) y un aliado
geopolítico estratégico. El gigante asiático es uno de los principales
inversores en los proyectos de explotación petrolera de la Faja del Orinoco,
acompañando al gobierno nacional en su objetivo de aumentar la cuota extractiva
en el futuro próximo. China importa casi el 12% del petróleo que consume de
América Latina, siendo que cerca de la mitad de éste (46%) proviene de
Venezuela.
Según
expresara en su momento el presidente Chávez, entre 2001 y 2011 se suscribieron
más de 350 acuerdos e instrumentos entre ambas naciones [30] principalmente en
áreas de infraestructura —como un proyecto de ferrocarril y la Gran Misión
Vivienda Venezuela—, energía, agricultura, minería, petroquímica y transporte,
entre otros. Estos proyectos están siendo financiados a partir de la creación
del Fondo Chino, establecido una vez que Venezuela iniciara el suministro
petrolero a los asiáticos en 2007, y los dos gobiernos firmaran acuerdos
denominados de Cooperación Financiera de Largo Plazo para “acelerar el
desarrollo social y económico de Venezuela” [31].
Destaca que
Venezuela representa casi dos terceras partes del total del financiamiento de
infraestructura que China dio en toda Latinoamérica (unos 28.000 millones US$)
[32]. A su vez, será el país asiático quien financie nuestro camino a la
ampliación de los proyectos de minería —insólito para el país con la mayor
reserva de petróleo del mundo—, al firmar Venezuela un convenio a fines de 2009
por mil millones US$ (casi la cuarta parte de lo financiado para minería por
China en ALC) con el CDB. La empresa transnacional china Citic elabora en la
actualidad, junto con el Instituto Nacional de Geología y Minería (Ingeomin), el
llamado mapa minero de Venezuela –«la exploración geológica de las reservas
minerales en el país»–, misma empresa que, luego de la nacionalización del oro
en 2011 por parte del Gobierno Nacional, firmó a fines de febrero de 2012 un
acuerdo con éste, en la figura de empresa mixta, para la explotación de oro en
una de las minas más grandes del mundo, Las Cristinas —unas 17 millones de onzas
de reservas estimadas [33] .
Además de
créditos en forma de financiamientos conjuntos para inversiones discrecionales,
un préstamo para el proyecto de refinería Abreu e Lima (2011), y otro para
compras de productos relacionados con el petróleo (2012), en 2010 se estableció
específicamente una línea de crédito relacionada con el comercio. El plan de
créditos de 20.000 millones US$ del Fondo Pesado (2010) también se orienta a
proyectos e importación de bienes chinos. Esto se conecta, por ejemplo, con la
ampliación en el mercado venezolano de teléfonos celulares marca Haier, y las
facilidades de bajos precios y créditos a largo plazo y sin intereses de aires
acondicionados, televisores, lavadoras, entre otros, en el marco de la Misión Mi
Casa Bien Equipada [34] y la llamada “Cédula del Buen Vivir”.
La recreación de una sociedad de abundancia sostenida en la renta petrolera y articulada a tratados comerciales externos, tiene su génesis en la firma por parte de Pérez Jiménez en 1952 de la versión revisada Tratado Comercial entre EEUU y Venezuela de 1939 para mantener condiciones muy favorables para la importación de bienes manufacturados de ese país, en “defensa del acceso del público a bienes de alta calidad a precios razonables”. La fórmula parece similar en la actualidad, pero sustituyendo en los tratados a los EEUU por China.
Es importante
subrayar que los créditos chinos son pagaderos con petróleo, lo que implica que
una serie de gastos y compromisos futuros, y la expectativa de realizar otros
nuevos en nombre del mentado “desarrollo”, se respaldan en la naturaleza
“rentable” que comprende el territorio nacional, y un porcentaje de la
producción nacional se destina para pagar dichos préstamos, lo que en un
contexto de severas dificultades y desequilibrios económicos en el país,
amenazan con la viabilidad económica de la Revolución Bolivariana. Basta pensar
en un hipotético escenario de caída de los precios internacionales del crudo
—como ya ocurrió en 2009— para hacer más claro la notable vulnerabilidad de esta
situación.
A estas
alturas, aún si sumáramos los préstamos chinos, los del BID y del BM en América
Latina desde 2005, tendríamos a Venezuela en primer lugar de la región en
créditos adquiridos, destacando que sólo ella ha recibido casi la mitad de los
mismos emitidos por China en toda ALC. El presidente del BANDES, Gustavo
Hernández, reconoció en enero de 2014 que el financiamiento de China “supera en
todos los tramos más de los 40 mil millones de dólares” [35], de los cuales,
según afirmara en agosto de 2013 el Ministro para la Energía y Petróleo, se
habrían cancelado 20.000 millones US$ [36]. La extensión de 5 mil millones US$
del Fondo Chino para “viviendas e industrias” depositada en diciembre de 2013,
así como nuevas solicitudes crediticias, supondrían un aumento de la cuota de
envío de petróleo al país asiático como pago de la deuda, que en la actualidad
se encuentra en alrededor de 250.000 barriles diarios, lo cual achicaría y
comprometería aún más los montos disponibles para gastos corrientes.
Es fundamental reflexionar sobre las implicaciones que el tipo de encadenamiento bilateral que mantenemos con China pueden tener tanto en las pretensiones de transformar el modelo rentista y llevarlo a formas productivas alternativas —en el caso de las corrientes más voluntariosas de la Revolución Bolivariana, ir hacia el “Estado Comunal”—, como en las propias posibilidades de viabilidad futura de un proyecto social de inclusión popular nacional, en un mundo donde las fuerzas del capital globalizado presionan enormemente para avanzar hacia procesos masivos de acumulación por desposesión.(...)
* Emiliano
Teran Mantovani es sociólogo de la Universidad Central de Venezuela,
investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG) y
hace parte del equipo promotor del Foro Social Mundial Temático Venezuela.
Fuentes
consultadas (…)
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