Para qué mundo construir, significa
erradicar el extractivismo
privilegiando
los Derechos de la Naturaleza por
sobre
el progreso capitalista imperialista.
Reflexionemos sobre
qué nos aclara
Eduardo
Gudynas
en:
Desarrollo,
Derechos de la Naturaleza y Buen Vivir después de Montecristi
2011
2011
Actualmente, se acepta que existen estrechas
relaciones entre las estrategias de desarrollo y el contexto ecológico.
Esa íntima vinculación es particularmente evidente en América Latina,
donde las economías nacionales siguen descansando en la apropiación
intensa de los recursos naturales, y las materias primas siguen siendo
las exportaciones más importantes. Como resultado de más de cuatro
décadas de discusiones, avances y retrocesos en los temas de ambiente y
desarrollo, en los últimos años se han concretado novedades sustantivas,
que encierran enormes potencialidades para un cambio de rumbo que
permita proteger el acervo ecológico latinoamericano. Entre esas
novedades, sin duda, se destaca la actual Constitución del Ecuador,
donde se formaliza por primera vez los Derechos de la Naturaleza y, a la
vez, se los articula con la original propuesta del Buen Vivir, como
alternativa el desarrollo actual. En el presente artículo se examinan
algunos puntos destacados en las relaciones entre ambiente y desarrollo
bajo el nuevo marco establecido por la Constitución redactada en
Montecristi. Se comienza por un brevísimo resumen sobre las diferentes
corrientes del desarrollo sostenible, y se argumenta que el nuevo texto
constitucional permite avanzar hacia la llamada
sostenibilidad súper-fuerte. Esta se caracteriza, entre otras cosas, por
reconocer valores propios en la Naturaleza y, por lo tanto, la vuelve
sujeto de derechos. Se examinan las implicancias de estas propuestas,
analizando algunos temas en particular, como las propuestas de
transiciones hacia alternativas que dejen de depender el extractivismo.
(…)
Desde un
inicio partimos de una concepción multidimensional, que incorpora
aspectos sociales y ambientales, y los orienta hacia el Buen Vivir.
Distintos componentes ambientales son jerarquizados, tales como
recuperar y conservar la Naturaleza, asegurar un ambiente sano y proveer
acceso justo y de calidad a los recursos naturales (art. 276). Pero, es
el reconocimiento de los derechos de la Naturaleza y Pachamama, y el
derecho a su restauración, las que colocan a la propuesta ecuatoriana
dentro de la sustentabilidad súper-fuerte. Es que allí se expresa sin
dudas una postura biocéntrica, donde la Naturaleza tiene valores
intrínsecos, junto a valoraciones humanas que son múltiples, ecológica,
estética, religiosa, económica, etc.) (…)
El cuestionamiento al
desarrollismo
La sustentabilidad
súper-fuerte y el Buen Vivir, junto a otras corrientes contemporáneas,
representan diversas formas de cuestionar el desarrollo convencional, al
dejar claro sus severas limitaciones, sus promesas de bienestar
incumplidas, y donde las aplicaciones prácticas en muchos casos terminan
ensombrecidas por sus efectos negativos. El desarrollismo clásico, en
especial aquel enmarcado en el reduccionismo neoliberal, alimentó ideas
simplistas donde las metas se colocaban en el crecimiento económico,
asumiéndose que este generaría efectos de derrame hacia la sociedad. El
motor de ese crecimiento era, por ejemplo, la exportación de recursos
naturales, y todos los procesos se debían expresar en el mercado. Esas
ideas han sido duramente cuestionadas en los últimos años, y el recambio
político hacia el progresismo que se ha vivido en muchos países
latinoamericanos, expresan un sustancial cambio de actitud. Muchos de
los nuevos gobiernos lograron éxitos importantes en el regreso del
Estado, un mayor compromiso con amplios sectores postergados de la
población, y en especial un ataque más decidido a la pobreza. De todos
modos, en el área ambiental siguen persistiendo varias materias
pendientes y, entre ellas, las tensiones más claras se encuentran con el
resurgimiento de un nuevo extractivismo. Queda en claro que, más allá de
las tendencias políticas, se repiten creencias básicas sobre el
desarrollo. Una y otra vez se lo entiende como un proceso lineal, donde
se asume un progreso, desde estadios subdesarrollados a otros
desarrollados, que se expresa sobre todo en el plano material y bajo
dinámicas económicas. En esas ideas clásicas,
la apropiación de la
Naturaleza era un elemento central y, como se entendía que América
Latina contaba con una enorme riqueza ecológica, pocos aceptaban la idea
de límites ecológicos al crecimiento económico. Incluso, bajo el
neo-extractivismo progresista se sostiene que el Estado es el medio para
asegurar una más intensa y efectiva apropiación de los recursos
naturales, y que esto debe ser realizado cuanto antes para atender las
necesidades sociales. Estas y otras posturas son criticadas tanto en sus
bases conceptuales, como en los planes, proyectos o instrumentos.
Algunos de los cuestionamientos no se han detenido en casos puntuales,
como ha sucedido con malogrados complejos hidroeléctricos o reformas
mercantiles en la agricultura, sino que han cuestionado la validez de la
idea misma de un desarrollo posible.
(…)
Alternativas al
desarrollo
Distintos componentes de las alternativas al
desarrollo están cristalizando, y muchos de ellos se expresan en las
actuales discusiones sobre el Buen Vivir. En éstos la presencia de la
sustentabilidad súper-fuerte es crucial, y en los párrafos y secciones
siguientes se exploran algunos de sus componentes. Comencemos por dejar
en claro
la
relevancia de la diversidad cultural y ecológica de la región.
Diferentes culturas se distribuyen en la amplia geografía
latinoamericana, cada una con sus particulares saberes, y todas
adaptadas a su contextos ecológicos locales, también diversos. Estos
componentes obligan, por un lado, a respetar ese acervo de saberes
diversos, y a proteger esa riqueza ecológica. Seguidamente se debe
insistir en la necesidad de un cambio radical en la postura que asume
que el desarrollo siempre debe ser alimentado por la extracción de
recursos naturales para destinarlos a los mercados globales. En
particular, es necesario transitar hacia estrategias
post-extractivistas, que deben romper con la dependencia exportadora de
materias primas clásicas.
Otro punto clave para la sustentabilidad es que el crecimiento económico deja de ser el objetivo básico, y los énfasis se ponen en la calidad de vida de las personas. Esta ha sido una de las preocupaciones centrales en los debates sobre desarrollo sostenible desde fines de la década de 1970 (existiendo diversos antecedentes en esa materia y, entre ellos, la propuesta de “otro desarrollo” de la Fundación Dag Hammarksjold de 1975). Por lo tanto, el mandato que emerge de la constitución de Montecristi, o que se encuentra en los actuales debates sobre Buen Vivir, implican un desacople entre el desarrollo y el crecimiento económico. Podrán existir aumentos en algunos sectores de las economías nacionales, tales como salud o vivienda, pero ello ocurre no porque sean un fin en sí mismos, sino porque son mediaciones para asegurar la calidad de vida. Este desacople es uno de los temas centrales de las alternativas al desarrollo. A su vez, la sustentabilidad súper-fuerte impone condiciones ecológicas sustantivas. Se deben asegurar la conservación de las especies y, consecuentemente, se deberán ampliar y fortalecer los sistemas de áreas protegidas, y la gestión ambiental sobre grandes áreas territoriales en lugar de ser una excepción, deberá ser la regla. Los actuales énfasis extractivistas ya no serán posibles, y sólo se podrán mantener aquéllos que cumplan condiciones básicas en sus aspectos sociales y ambientales. En otras palabras, el Buen Vivir obliga a una senda postextractivista. (…) Leer
A diferencia de una senda postextractivista, el progresismo e
izquierdismo reformista profundizan ese modo de producción gran capitalista:
"La UNASUR
se propone mapear todos los recursos naturales de la región mediante el
Servicio Geológico Suramericano (SGSA), insertarse de una manera
repotenciada al mercado global capitalista
‒aquí
no se habla en ningún sentido de post-desarrollismo, post-extractivismo,
ni mucho menos post-capitalismo‒, así como impulsar toda una red de
infraestructuras territoriales para la integración multimodal:
ferrovías, hidrovías, carreteras, puertos y aeropuertos [7] , bajo la
lógica del COSIPLAN (antiguo IIRSA). Los peligros de que la hibridación
que impulsan las formas mutantes del neoliberalismo, por las diversas
razones antes mencionadas, termine configurando una política masiva de
acumulación por desposesión son muchos. La profundización del
extractivismo, con sus crecientes necesidades expansivas de flujos de
capital y de conexiones globalizadas abre aún más estos riesgos".Leer
También subordinan Nuestra América a China en nombre de la paz y la
emancipación.
Emiliano Terán Mantovani, en "Las espirales del debate sobre extractivismo y los nuevos tiempos" (11 de septiembre de 2014) nos explica:
(…)
e) Extractivismo y el papel de China en América Latina
El avance
de China en el mundo, y su vertiginoso posicionamiento en América
Latina, que comienza a expandirse desde la década de 2000, ha abierto el
debate sobre el papel geopolítico que tiene esta “potencia emergente”
respecto a procesos soberanos y de “liberación” de los países de la
región. Las dramáticas huellas que ha dejado y sigue dejando el
imperialismo estadounidense en la historia latinoamericana, ha provocado
una especie de justificación para que algunos países se cobijen
cálidamente en los robustos brazos del gigante asiático.
Para
Mónica Bruckmann, China retomaría el espíritu de Bandung de 1955 [11]
‒un espíritu anticolonial y de movimiento de países no alineados‒ y junto a la emergencia de los BRICS, abriría el camino para un
proyecto de coexistencia global que nos llevará a un profundo cambio de
paradigmas: del «choque de civilizaciones» hacia un nuevo enfoque de
«alianza de civilizaciones» [12] . El propio presidente de Venezuela,
Nicolás Maduro, del país que tiene los nexos relativos más estrechos con
China en toda la región, ha dicho que “por primera vez en la humanidad
surge una nueva potencia no imperialista, ya eso es mucho” [13] .
Esta matriz de
opinión de una «potencia no imperialista» o de la formación de un
imperialismo amable, oculta cuatro factores fundamentales:
-
no es posible ser una potencia en el sistema capitalista sin impulsar procesos de explotación y despojo a escala mundial, dado que el carácter intrínseco del capital es de naturaleza polarizante;
-
la crisis sistémica global del capitalismo tensiona cada vez más a que los capitales mundiales hegemónicos (como los chinos) masifiquen formas de acumulación por desposesión ‒de ahí el carácter “correctivo” del neoliberalismo‒;
-
el imperialismo no sólo opera por la vía militar, sino que cuenta con un muy diverso y sofisticado aparato biopolítico para garantizar sus procesos de control territorial y acumulación capitalista, incluyendo claro está el capital financiero [14] ; y
-
habría que no sólo recordar los procesos de acumulación por desposesión que se dieron en la propia China, sus esquemas políticos domésticos, sus formas de externalización de costos sobre la naturaleza, que impulsaron el muy notorio crecimiento de su economía desde los 90; sino también los actuales mecanismos geopolíticos de posicionamiento de sus capitales a lo largo y ancho del mundo, para tener una idea de cómo opera la reproducción de esta potencia capitalista en auge, y si es posible que sea considerada un amable naciente imperio.
La
repotenciación del extractivismo en América Latina tiene también la
marca de China. La presión que ha ejercido el gigante asiático
dirigiendo sus inversiones en muy buena medida hacia la extracción de
materias primas, atenazándonos por la vía financiera, posicionando sus
mercancías en nuestros vulnerables mercados [15] , y disputándose
nuestros territorios geopolíticamente, ha tenido una poderosa influencia
en las nuevas dimensiones de los sistemas y metabolismos extractivos de
la región.
El problema no es sólo con quiénes generamos alianzas estratégicas, sino tal vez primordialmente qué tipo de alianzas y bajo qué modelos las hacemos. Probablemente esta visión romantizada de algunos sobre nuestra relación con China sea, con el tiempo, cada vez más difícil de sostener.(…) Leer
Desde el
arraigo en las luchas contra el avasallamiento de derechos y por el buen
vivir abajo, crecen autoafirmaciones como la siguiente:
"Pero
los pueblos indígenas no somos más invisibles. Hemos pasado de la
resistencia a la propuesta y la acción, nos hemos visibilizado,
articulado. Contamos con nuestros saberes y prácticas ancestrales que
nos permitieron conservar y enriquecer la biodiversidad con la que nos
bendijo la naturaleza, contamos con derechos reconocidos por tratados
internacionales: al territorio y la libre determinación, de los cuales
emanan el derecho a la consulta y consentimiento previo, libre e
informado, a decidir nuestra forma de vivir y sobre nuestros bienes
naturales. Tenemos propuestas para enfrentar la crisis de la
civilización occidental y la crisis climática: el Buen Vivir en diálogo
y armonía entre los pueblos y con la Madre Tierra, que ofrecemos al
mundo para salvar a todas las formas de vida".
Apreciemos
quiénes son los atrasados :
Manifiesto de
la IV Minga Global por la Madre Tierra
12 de octubre de 2011
¡Por
los Derechos de la Madre Tierra!
¡Por
el pleno ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas!
¡Contra la imposición de las actividades extractivas (minera, petrolera,
forestal)!
Hace
519 años, la invasión europea a nuestro continente, el Abya Yala (hoy
conocido como América), interrumpió abruptamente la vida de nuestras
civilizaciones, que sabíamos convivir en diálogo y armonía con la Madre
Tierra. Empezó la era del saqueo, la depredación, el exterminio físico y
cultural. Cinco siglos más tarde, la política neoliberal se impuso en el
mundo como la nueva colonización y la guerra de exterminio contra los
pueblos indígenas cobró nuevas fuerzas.
Ese modelo neoliberal está ahora en crisis: económica, financiera, política, climática. Los paradigmas de libre mercado y Estado uninacional se derrumban. Las catástrofes climáticas (sequías, huracanes, inundaciones, heladas) se multiplican, golpeando a los más pobres. Y los responsables, con su consumismo extremo y su dependencia de los combustibles fósiles, aquellos que emiten los mayores volúmenes de gases de efecto invernadero, dan como única respuesta la mercantilización de la naturaleza a través de las falsas soluciones (REDD, economía verde, mercado de carbono, mecanismos de desarrollo limpio, etc.).
Porque es en nuestro continente donde está la mayor reserva de agua
dulce, de biodiversidad, de minerales e hidrocarburos, los voraces ojos
de las transnacionales y los países ricos se dirigen a él. Y en su afán
destructivo de acumulación individual, pisotean los derechos de los
pueblos indígenas y de la Madre Tierra.
Para eso los Estados imponen un modelo económico neoliberal en constituciones y leyes que arrasan con los derechos humanos y colectivos y otorgan todo tipo de facilidades para la inversión extractivista. Por eso acuerdan megaproyectos en el marco de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), como la hidroeléctrica de Inambari en el Perú y la de Belo Monte en Brasil, como la carretera del TIPNIS en Bolivia, multiplicando los conflictos sociales.
La
minería se instala en nuestras cabeceras de cuenca, contaminando
nuestras aguas, nuestras tierras, nuestro aire. Destruye nuestras
actividades de subsistencia como la agricultura y la ganadería. Nuestra
Amazonía está lotizada para las empresas de gas y petróleo.
Todo
esto se agrava con la crisis climática que pone en riesgo todas las
formas de vida. Nuestros glaciares se derriten y en poco tiempo pueden
desaparecer, secando la Madre Tierra.
Los
bienes naturales estratégicos están en los territorios de los pueblos
indígenas y por eso militarizan nuestros territorios, criminalizan el
ejercicio de nuestros derechos, nos reprimen, crean leyes penales, nos
procesan judicialmente, nos encarcelan, nos matan.
Pero
los pueblos indígenas no somos más invisibles.
Hemos pasado de la
resistencia a la propuesta y la acción, nos hemos visibilizado,
articulado. Contamos con nuestros saberes y prácticas ancestrales que
nos permitieron conservar y enriquecer la biodiversidad con la que nos
bendijo la naturaleza, contamos con derechos reconocidos por tratados
internacionales: al territorio y la libre determinación, de los cuales
emanan el derecho a la consulta y consentimiento previo, libre e
informado, a decidir nuestra forma de vivir y sobre nuestros bienes
naturales. Tenemos propuestas para enfrentar la crisis de la
civilización occidental y la crisis climática: el Buen Vivir en diálogo
y armonía entre los pueblos y con la Madre Tierra, que ofrecemos al
mundo para salvar a todas las formas de vida.
Saludamos las movilizaciones que hoy recorren el continente y otras latitudes. Y desde nuestros principios, saberes y prácticas ancestrales, desde nuestra visión de futuro, llamamos a todos los pueblos del mundo a unir fuerzas en defensa de la vida. A prepararnos para consensuar propuestas rumbo a la Conferencia Mundial sobre Cambio Climático, COP17 de Durban, Sudáfrica (diciembre 2011) y Río+20 (junio 2012), para que los causantes de la crisis climática en el mundo asuman su responsabilidad histórica, paguen la deuda climática y asuman compromisos firmes que ataquen las causas y no lo síntomas de la destrucción que ocasionan.Por todo lo anterior, hoy 12 de octubre, en la IV Minga Global por la Madre Tierra, en cada rincón del Abya Yala y otras partes del mundo, levantamos nuestras voces y unimos nuestras manos en defensa de la vida, por los derechos de la Madre Tierra, por el pleno ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas, contra la imposición de las actividades extractivas.Por la construcción colectiva del Buen Vivir.En defensa de la vida… ¡No a la minería, no a las falsas soluciones al cambio climático…Sí a la libre determinación de los pueblos indígenas!
Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), Coordinadora de
Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), Consejo
Indígena de Centro América (CICA), Consejo Indígena de Meso América
(CIMA), CONACAMI, CONAMAQ, ECUARUNARI, ONIC, FOCO, FUNDAMAYA, COMKADES,
No a la Mina, CRIC, CONAFROIC, CRIDEC, CONAVIGUA, Minga Informativa de
los Movimientos Sociales, TONATIERRA, Peruanos en Acción, Movimiento
Indígena Nacional (México), Grito de los Excluidos, Plataforma 12 de
Octubre: ¡Nada qué celebrar!, GTEPIC-15M, SICSAL, ECOPORTAL, Centro de
Derechos de la Mujer de Chiapas, otras organizaciones indígenas del Abya
Yala.
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