jueves, 16 de julio de 2015

Necesidad de discutir el modelo progresista en Nuestra América.


 Para descubrir qué mundo se está construyendo.

Consideremos significados e implicancias  del paradigma de ese modelo que se da en Bolivia bajo el gobierno de Evo Morales  mediante el siguiente artículo:
 

El Tipnis territorio del germen del estado plurinacional, enemigo del estado-nación

Geopolítica del capitalismo dependiente
5 de julio de 2015
Por Raúl Prada Alcoreza

 

La geopolítica de dominación subalterna; es decir, de las burguesías intermediarias, parte componente en la geopolítica global del sistema-mundo capitalista, es la de profundizar la dominación del sistema-mundo, de su cartografías de centros y periferias, de la mecánica y técnica del modo de producción capitalista, que convierte a las periferias en donantes de materias primas y fuerza de trabajo barata. Esta profundización de la expansión interna del capitalismo es singular, pues responde a las condiciones y características histórico-sociales del país en cuestión. En Bolivia esta profundización del capitalismo se desenvolvió como economía minera, primero, después como economía combinada minera e hidrocarburífera, para terminar preponderando una economía sobre todo basada en la extracción y venta del gas.
 
Aunque se haya desarrollado la agroindustria, acompañada de la tala de bosques y venta de madera, fuera de las economías campesinas y, si se quiere, la economía cooperativista, el peso específico se encuentra en la explotación del gas y de los minerales. Se trata, como dicen los economistas, de un modelo primario-exportador. Sobre esta base económica extractivista se desenvuelve la economía agrícola, basada en la ampliación de la frontera agrícola, afectando a los bosques, a los ecosistemas, a las comunidades y pueblos que habitan en las cuencas y sus entornos. La economía de la coca forma parte de esta economía agrícola y es la economía más rentable en este rubro.
En este proceso de profundización del capitalismo dependiente, la economía extractivista tiene como obstáculo a los territorios de los pueblos indígenas, reconocidos y constitucionalizados en la Constitución, así como se encuentran consagrados los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. El gobierno popular, que se autodenomina gobierno de los movimientos sociales, además de representar a los pueblos indígenas, se mete en complicadas argumentaciones para justificar su incursión punitiva en los territorios indígenas, vulnerando sus derechos. Todas sus argumentaciones son estrambóticas; desde la supuesta consulta, hasta la delirante geopolítica de la Amazonia, pasando por las concepciones redituadas del desarrollismo a ultranza, además, claro está, de las manipulaciones de las organizaciones sociales, incluyendo el sabotaje, la división y la escisión de las organizaciones indígenas, si no es su destrucción. Ahora, después de haber perdido el gobierno la batalla de la VIIII marcha y haber empatado la batalla de la segunda marcha, y haber perdido la batalla de la Consulta, pues no pudo imponer su consulta espuria, a pesar de haberla llevado a cabo, el gobierno intenta de nuevo insistir en su proyecto carretero. El gobierno no pudo construir la carretera que pasa por el núcleo del TIPNIS, siendo el núcleo mayoritariamente bosque, donde hay escasas comunidades, pues la mayoría se encuentra en los territorios bañados por los ríos Isiboro, Sécure e Ichoa. El gobierno quiere volver a intentar imponer su estrategia extractivista, barnizada con una discursividad superflua de geopolítica trasnochada.
 
¿Por qué lo hace, sabiendo que el conflicto del TIPNIS le ha ocasionado un gran costo político? La geopolítica en curso no es la susodicha geopolítica de la Amazonia, que no es tal, sino la geopolítica de la integración económica y comercial, que apunta a conformar una plataforma de comunicaciones, que unan el Atlántico, el océano del capitalismo de la revolución industrial, con el Pacífico, océano del capitalismo de la acumulación especulativa y de la industria desechable, combinada con la revolución cibernética. El gobierno popular es un dispositivo de esta estrategia de expansión interior capitalista, acompañando a los otros dispositivos estatales, como el gobierno progresista de Brasil, dispositivo estratégico, por la condición de potencia regional, capaz de articular una integración burguesa de mediana intensidad. El gobierno popular no tiene, en pleno sentido de la palabra, una geopolítica; lo que tiene es una estrategia económica y política, que corresponde e la economía rentista y al Estado clientelar. Ciertamente, de estas características generales no se diferencia el gobierno progresista de Brasil, tampoco el gobierno progresista de Venezuela, así como el gobierno de la revolución ciudadana ecuatoriano; son también economías rentistas y estados clientelares. La diferencia está en el tamaños de sus economías y en el tamaño de sus estados, donde el Estado Federal de Brasil es el notoriamente el de más grande economía y de dimensiones gigantescas del aparato administrativo.
 
En estas condiciones se comprende que el modelo económico populista se componga de estos tejidos subordinados de la dependencia, configurando un perfil simple; una base extractivista minera e hidrocarburífera, una agricultura expansiva, que se sostiene destrozando bosques y expandiendo la frontera agrícola, una agroindustria que abastece el mercado interno con una tibia incursión en las exportaciones, salvo la soya que, en realidad, es un emprendimiento transfronterizo transgénico. En el entorno de este núcleo estructural de la economía dependiente, sobrevive la economía campesina y, en mucho más baja escala, lo que queda de la economía comunitaria. Atravesando todos los intersticios, mediando económicamente entre el Estado y las empresas trasnacionales, las compradoras de materias primas, se encuentran como un tejido provisional la economía cooperativista, principalmente minera. Endulzando esta economía extractivista, que se administra como economía rentista, se parapeta la estructura del Estado clientelar, emitiendo su discursividad demagógica y desplegando procedimientos coercitivos de chantaje. En este panorama económico-social-político del capitalismo dependiente no es aceptable la consolidación de los territorios indígenas, los que harían de contención ante la expansión de la frontera agrícola, también de la frontera extractivista de las concesiones mineras e hidrocarburífera. Por lo tanto, el TIPNIS es visto por el Estado-nación como territorio enemigo, que tiene que ser definitivamente subsumido a la desterritorialización del Estado y al desierto capitalista.
 
La guerra de la madre tierra reaparece; el gobierno populista ha anunciado sus nuevas incursiones punitivas; esta vez con destacamentos de ingenieros, que entrarían a construir la carretera, vulnerando nuevamente la Constitución y repitiendo el etnocidio colonial, ante el asombro de los pueblos. La apuesta por el extractivismo a gran escala ha avanzado mucho, el gobierno populista está no solamente empapado en esta expansión interior del capitalismo dependiente, sino que es uno de los dispositivos efectivos en este despliegue, sobre todo debido a su máscara indígena y a su demagogia populista, que desarman la capacidad de resistencia de los pueblos.
 

Pensemos cómo el protagonismo de los pueblos (ejemplo en Tipnis) creando su autodeterminación tiende a ser sustituido por subordinación al Papa Francisco.
 

Bolivia: Morales pide a movimientos populares

formar una yunta con el Papa para liberar a los pueblos del mundo.
7 de julio de 2015

 
 Resumen Latinoamericano /ABI.- El presidente Evo Morales pidió el martes por la noche a los movimientos populares que participan de un encuentro mundial en Santa Cruz, al este de Bolivia, formar una yunta con el papa Francisco para liberar a los pueblos del mundo.
En su discurso de inauguración del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares que concluirá el jueves con la presencia del Sumo Pontífice que llegará a Bolivia, el Presidente indígena afirmó que los movimientos populares tienen una “gran responsabilidad frente a los problemas del mundo”.
“Tenemos enormes coincidencias con la políticas  económicas, sociales con el Papa, coincidencias de cómo vivir bien. Como Presidente y dirigente nunca antes podía sentir que un Papa podía compartir un mensaje de paz y de justicia social”, remarcó.
A su juicio, el encuentro mundial de movimientos sociales no debe ser sólo para “saludarse”, “sino para liberar a todos los  pueblos del mundo” y agregó que la lucha de los pueblos indígenas debe dotarse de un documento sólido, que sirva también  para que otros pueblos se liberen  de la injusticia del mundo.
Remarcó que por primera vez un Papa convoca a los movimientos populares a pronunciarse para resolver los problemas del mundo, para emitir un documento.
“Tenemos mucha responsabilidad”, puntualizó y abogó por un trabajo serio, confiable, para presentar un documento de conclusiones que exprese el  sufrimiento, el pensamiento y el sentimiento de los movimientos populares.
“Yo  siento que de verdad el nombre francisco hace honor, orgullo a los pueblos y a la Iglesia porque resalta a San Francisco de Asis,  un santo de los pobres, que renunció a la riqueza y atendió con caridad para ayudar a los pobres y atenderlos. Siento que en este tiempo estamos en tiempo de liberación de los pueblos”, refrendó al considerar que se acabó el tiempo de las oligarquías y de las jerarquías.
__________________
Cita de movimientos populares definirá ruta para inicio de nueva vida en el planeta
Resumen Latinoamericano /ABI / 7 julio 2015.- El II Encuentro Mundial de Movimientos Populares definirá una ruta para una nueva vida en el planeta, afirmó el martes el dirigente campesino y co-organizador del evento, Rodolfo Machaca.
“El encuentro mundial va a marcar una nueva ruta para que la Iglesia Católica y los gobiernos del mundo coadyuven para ingresar a una nueva etapa de la vida”, argumentó a la ABI.
El encuentro será inaugurado hacia las 15h00 en el Coliseo Santa Rosita de la ciudad de Santa Cruz con la presencia de al menos 1.500 delegados de 40 países de América, Asia, Europa y África.
Según Machaca, la definición de los nuevos lineamientos para una nueva etapa de la sobrevivencia humana surgirá a partir de profundas reflexiones y la consolidación de una visión común de los pueblos sobre cómo erradicar varios problemas que afectan a la Madre Tierra y a la sociedad mundial.
“Buscaremos lograr una integración de las naciones originarias, indígenas, campesinas, trabajadores y obreros para buscar precisamente un nuevo modelo social, económico e incluso espiritual”, remarcó.
El dirigente campesino informó que esa nueva ruta se planteará en una próxima cita mundial como una tarea urgente, tomando en cuenta que el capitalismo y sus afanes industriales están “matando a la biodiversidad y provocan un cambio climático insostenible para la humanidad y la vida en el planeta”.
A su juicio, el desafío posterior será que las conclusiones del encuentro de Santa -Cruz lleguen a manos de los gobiernos del mundo y se apliquen para que cambie el modelo económico y social global vigente, para la aplicación de la filosofía del vivir bien promovida desde Bolivia.
El II Encuentro Mundial de Movimientos Populares abordará varios temas, entre ellos, los problemas que afectan a la Madre Tierra, la posesión del territorio, los pros y contras del uso de agrotóxicos y alimentos transgénicos, el acceso al trabajo y la vivienda y cómo consolidar la paz, la soberanía y la integración de los pueblos.
El Encuentro Mundial de Movimientos Populares culminará el jueves 9 de julio y las conclusiones se entregarán al papa Francisco y al presidente Evo Morales en instalaciones de la Feria Exposición de Santa Cruz.
------
 
Se abre II Encuentro Mundial de Movimientos Sociales y Populares,
promovido por Papa Francisco y Evo Morales
8 de julio de 2015
Por Cristiano Morsolin (Rebelión)
El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Alfredo Rada, informó el pasado sábado 5 de julio que el papa Francisco eligió a Bolivia como sede del II Encuentro Mundial de Movimientos Sociales y Populares (1), porque en Bolivia hay una participación democrática de los movimientos sociales.
Dicho evento en el que participarán 900 organizaciones sociales de diversos continentes es inaugurado hoy en el coliseo Municipal de Santa Cruz, por el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz del Vaticano, el cardenal ganés Peter Turkson.
“Se eligió a Bolivia, porque aquí hay participación democrática de los movimientos sociales y la conformación de un Gobierno que es de los movimientos sociales, entonces esa es la diferencia entre los otros países. En Ecuador hay un proceso de cambio, pero tiene otras característica”, remarcó la autoridad en una entrevista con los medios estatales.
Explicó que en Bolivia fue donde más se avanzó en la participación política de los movimientos sociales. “Creo yo que esa fue una razón que explica por qué el papa Francisco decidió participar en un encuentro con movimientos sociales en este país”.
En criterio de Rada, el evento mundial concluirá el jueves. Serán 3 días de trabajo intenso, en el que delegaciones de alrededor 30 países que ya confirmaron su participación, a través de sus 900 delegados es que estaremos trabajando en Santa Cruz”.
Asimismo, indicó que Francisco dará un mensaje para clausurar el Encuentro Mundial de Movimientos Sociales y Populares, al que también asistirá el presidente Evo Morales.
“Cierra Francisco (el encuentro), tomando la palabra seguramente una media hora, tal vez un poco más, depende de él, dando un mensaje a los movimientos sociales ahí reunidos”, concluyó Rada.(...) 
 
"No es neutral, sino escrita desde el mundo empobrecido, desde el Sur" según Luis Infanti
Este histórico encuentro del Papa Francisco con los movimientos sociales reunidos en Santa Cruz es relacionado a la nueva encíclica del Papa Francisco: “Aire fresco para la paz y la vida”, se titula la reflexión que hizo el Obispo de Aysén (Chile) Luis Infanti.
Monseñor Luis Infanti califica de contundente, profética y desafiante el documento dado a conocer por el Sumo Pontífice, relevando que “no es neutral, sino escrita pero sobre todo ubicada desde el mundo empobrecido, desde el Sur, que desafía fraternalmente al Norte, para lanzar un cambio decidido y valiente. Los tiempos, la nueva época, no dejan dudas: no se puede continuar como estamos ahora”, sentencia el religioso.
Añade que desde el mundo empobrecido y traspasado por la injusticia humana y ambiental, el Papa Francisco llama a la conciencia de los pueblos, creyentes y no creyentes, a exigir (la justicia no se pide, se exige, porque es un derecho de los marginados) un cambio de ruta a los poderosos de los poderes económico, político, científico y tecnológico mundial. Lo hace, no desde una religión, sino desde la ética y la espiritualidad más profunda de la sensibilidad humana, destaca un reciente artículo de Morsolin sobre la Encíclica papal (5).
NOTAS:(…)
Cristiano Morsolin, investigador y trabajador social italiano radicado en Latinoamérica desde 2001, con experiencias en Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Brasil. Autor de varios libros, ha colaborado con la Universidad del Externado de Colombia, Universidad del Rosario de Bogotá, Universidad Politécnica Salesiana de Quito. Co-Fundador del Observatorio sobre Latinoamérica SELVAS (Milán), especialista en el análisis de la deuda social y la deuda externa en Latinoamérica, a través del trabajo con la Fundación “Giustizia e Solidarieta FGS” (Roma). Blog del autor: https://diversidadenmovimiento.wordpress.com/
 
Constatemos cómo se sigue profundizando el extractivismo pese a discursos y Encuentros:
 
La encíclica papal, el ecosocialismo y el avance de la minería en Venezuela
 
7 de julio de 2015
Por Emiliano Teran Mantovani 
 
 
"Procurar a la contribución de la defensa de la vida en el planeta (Objetivo V del Plan de la Patria) merece extender este diálogo propuesto por la encíclica y su reconocimiento por parte del presidente Maduro. Merece también atender a las múltiples propuestas y alternativas sugeridas por diversas organizaciones populares, comunales y ambientalistas del país, que proponen otras formas de gestionar el territorio y la economía."
El pasado 18 de junio, el presidente Nicolás Maduro saludaba la carta encíclica Laudato si del Papa Francisco, sobre “el cuidado de la casa común”, planteando que se trataba de “uno de los documentos más importantes que han salido en las últimas décadas” y que representa “las bases de un nuevo ecologismo del mundo”[1].
En dicha carta de fecha 24 de mayo de este año[2], se muestran, en efecto, interesantes ideas y reflexiones sobre la crisis ambiental global, al parecer muy influidas por numerosos debates provenientes de la ecología política, de movimientos sociales ambientalistas y de diversos pueblos en resistencia ante la devastación de sus territorios. Esta eco-encíclica, sin precedentes en la historia de la narrativa del Vaticano, no sólo interpela al mundo cristiano creyente acerca de la relación del humano con la naturaleza, sino amplía los llamados de atención globales ante el camino que transitamos como civilización.
 
Resaltan su crítica al mito del progreso, sus llamados ante el dramático problema del cambio climático y la contaminación de las aguas; recurre a la noción de bien común, plantea la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes; critica con agudeza las visiones tecnocráticas, la economía verde, la hegemonía del capital financiero, y el consumismo e individualismo; propone una visión ecológica integral de la vida, y persigue una sensibilización subjetiva respecto a la naturaleza; al tiempo que reivindica la idea de decrecimiento, la sabiduría de los pueblos indígenas y la justicia con las próximas generaciones.
 
En este sentido, el presidente Maduro en su intervención televisiva, planteaba que asumía plenamente el compromiso propuesto en la encíclica por el Papa Francisco, que deseaba la difusión del documento en comunas, barrios y organizaciones de base, al tiempo que afirmaba que en Venezuela estas premisas se estaban poniendo en marcha en el marco de la construcción del ecosocialismo.
 
Esta invitación es muy significativa, si tomamos en cuenta que aún en Venezuela, el debate ambiental tiene múltiples omisiones y puntos ciegos, incluyendo el propio tabú sobre el tema del petróleo. La orientación de este debate nacional ha tenido un marcado sesgo hacia las políticas internacionales, con mucha fuerza en las vocerías de las cumbres de cambio climático (COP), lo cual es importante, sobre todo para mostrar la inmensa responsabilidad que tienen los países del centro capitalista y los emergentes BRICS en la devastación ambiental global.
Sin embargo, es fundamental también revisar puertas adentro, nuestros planes de desarrollo, y el alcance de las políticas ambientales nacionales ―como lo propone la encíclica en el punto II. del capítulo quinto―; preguntarnos qué podemos hacer aquí, en nuestros territorios, para evitar profundizar este modelo devastador denunciado en la carta papal (véase el punto 176).
Variados problemas ambientales podrían mencionarse, como los relacionados con la explotación y procesamiento de crudos extrapesados en la Faja del Orinoco, la aceleración de la urbanización y la entropía de nuestros sistemas urbanos, grandes deforestaciones en el sur del país, o nuestra vulnerabilidad ante la intensificación de sequías e inundaciones. Pero a nuestro juicio, uno de los dilemas ecológicos más resaltantes en el país tiene relación con los planes de expansión minera.
 
Además de los planes de desarrollo extractivo en el llamado “Arco Minero de Guayana”, detallados en el Plan de la Patria 2013-2019, el 10 de febrero de 2015, el presidente Nicolás Maduro aprobada el decreto 1.606 para la explotación de carbón en 24.192 hectáreas de los municipios Mara y Guajira (norte del estado Zulia), lo cual representa un salto histórico del extractivismo minero en la zona.
 
Como lo ha planteado el Papa Francisco en la encíclica, específicamente en el punto 185: “En toda discusión acerca de un emprendimiento, una serie de preguntas deberían plantearse en orden a discernir si aportará a un verdadero desarrollo integral: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará?”.
 
Esta serie de preguntas planteadas en el documento papal son muy pertinentes para evaluar los planes de expansión de la actividad de extracción carbonífera en la zona. ¿En qué sentido un país que ha captado una importante renta petrolera, y que se propone duplicar su cuota extractiva de 3 a 6 millones de barriles diarios, necesita añadir esta renta minera? ¿Cuáles serán sus costos sociales, ambientales, económicos y culturales?
La extracción de carbón a cielo abierto contamina severamente las fuentes hídricas, lo cual afectaría las cuencas de los ríos Guasare (ya se encuentra afectado) y Socuy, y al propio suministro de agua de ciudades como Maracaibo y otros poblados[3]; también contamina el aire y empobrece los suelos; esto se suma a la afectación de los modos de producción agrícola y ganadera de la zona, que contrasta con los enormes volúmenes de material que es necesario remover para obtener sólo una tonelada de carbón ―10 tons. x cada 1 ton. obtenida[4]― y su precio, con tendencia a la baja en los últimos 5 años ―para mayo 2015, una tonelada métrica de carbón colombiano costaba 54,3 US$[5]―.
Este tipo de actividad, también mantiene e intensifica la persistente amenaza a los pueblos indígenas de estos territorios (wayuu, yukpa, barí, entre otros), y sus modos de vida; y refuerza el patrón de combustibles fósiles que empeora nuestras emisiones de GEI y nuestra contribución a la agudización del cambio climático. Venezuela es el país de Latinoamérica que emite más CO2 por persona[6], lo que contrasta con las propuestas de impulso a la energía solar o eólica en la Guajira venezolana (norte del estado Zulia), que han impulsado diversos movimientos ambientalistas en el país[7].
La conclusión es evidente: Venezuela NO necesita esta explotación masiva de carbón. Los perjuicios superan en todos los ámbitos a cualquier cosa que se considere beneficio. En este sentido, el llamado del presidente Maduro a los principios de la encíclica papal es una oportunidad para abrir diálogos ambientales sobre diversas políticas que podrían transformarse o ser revertidas.
 
El punto 184 de la carta de Francisco es bastante claro:
184. Cuando aparecen eventuales riesgos para el ambiente que afecten al bien común presente y futuro, esta situación exige «que las decisiones se basen en una comparación entre los riesgos y los beneficios hipotéticos que comporta cada decisión alternativa posible» [131]. Esto vale sobre todo si un proyecto puede producir un incremento de utilización de recursos naturales, de emisiones o vertidos, de generación de residuos, o una modificación significativa en el paisaje, en el hábitat de especies protegidas o en un espacio público. Algunos proyectos, no suficientemente analizados, pueden afectar profundamente la calidad de vida de un lugar debido a cuestiones tan diversas entre sí como una contaminación acústica no prevista, la reducción de la amplitud visual, la pérdida de valores culturales, los efectos del uso de energía nuclear. La cultura consumista, que da prioridad al corto plazo y al interés privado, puede alentar trámites demasiado rápidos o consentir el ocultamiento de información.
 
El reconocimiento en el punto 146 de los terribles efectos de la vulneración de pueblos indígenas por proyectos extractivos, la necesidad de priorizar la preservación del agua en la aprobación o no de este tipo de proyectos (punto 185), o la necesidad de superar el cortoplacismo político y el consumismo, para en cambio promover agendas públicas ambientales (punto 178), junto a otros elementos planteados por la encíclica, pareciera sugerirnos con claridad, la conveniencia de derogar el decreto 1.606 para la explotación de carbón en el Zulia. Esto, en el espíritu del punto 186 de dicha carta –detener o modificar cualquier proyecto que socialmente se evidencie que implica peligro de daños graves o irreversibles–, podría aplicarse para la evaluación de otros grandes proyectos mineros propuestos en el país.
 
Procurar a la contribución de la defensa de la vida en el planeta (Objetivo V del Plan de la Patria) merece extender este diálogo propuesto por la encíclica y su reconocimiento por parte del presidente Maduro. Merece también atender a las múltiples propuestas y alternativas sugeridas por diversas organizaciones populares, comunales y ambientalistas del país, que proponen otras formas de gestionar el territorio y la economía. La invitación de la carta papal en el punto 179 es clara: la población organizada debe obligar a sus gobiernos a evitar y/o controlar los daños ambientales. Se trata de un principio político fundamental: la defensa de los bienes comunes comienza desde abajo.
 
*Emiliano Teran Mantovani es investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, docente de la Universidad Central de Venezuela y hace parte de la Red Oilwatch Latinoamérica.
Fuente: www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/La_enciclica_papal_el_ecosocialismo_y_el_avance_de_la_mineria_en_Venezuela
 

 
Aclaremos, a modo de conclusión, que Nuestra América no es una región de paz mientras desarrolle el modelo extractivista exportador con sus correspondientes IIRSA-COSIPLAN Leer, Plan Puebla Panamá,  Iniciativa Mérida y Plan Colombia. Leer
 
1) Veamos cómo se manifiesta la lucha sin conciliación posible.  Rafael Correa ataca a la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) y  Evo Morales lo hace respecto a las dos máximas organizaciones indígenas de su país porque:
 
 

La CIDOB y el CONAMAQ orgánicos desenmascaran al régimen prebendal y corrupto.

Crónica de la resistencia indígena bajo asedio del “primer presidente indígena”.
9 de febrero de 2015

 

Redacción Bolpress
El gobierno del Presidente Evo Morales, autoproclamado “primer presidente indígena” de Bolivia, viola sistemáticamente los derechos de los pueblos indígenas y ha divido a sus dos máximas organizaciones representativas de tierras altas y bajas con chantajes, sobornos, amedrentamiento y persecución de líderes críticos, pero no ha podido doblegar a las bases y dirigencias legítimas de la CIDOB y del Conamaq orgánicos que lo desenmascararon.
Lo que distingue al MAS del viejo MNR es su manifiesta voluntad de superar la revolución nacionalista que sometió al indígena con un proyecto “modernizador” y “colonizador”, con una “revolución democrática y cultural” que edificará a largo plazo una “sociedad comunitarizada y socialista en el buen sentido del término”, decía Álvaro García Linera en la campaña electoral de 2005. Sin embargo, una vez conquistado el poder, el propio García proscribió el “socialismo comunitario” y desenterró el viejo proyecto “desarrollista” que tanto criticaba.
Al comenzar el segundo periodo de gobierno del MAS en 2010, el Vicepresidente confesó que si bien el Estado Plurinacional “privilegia” a la comunidad indígena campesina como el “sujeto principal de la revolución democrática cultural”, “hoy la economía colectiva pugna con la economía individual (y) el tipo de desarrollo que alcancemos dependerá de la correlación de fuerzas… Nosotros quisiéramos impulsar sobre todo lo comunitario… pero necesitaremos tiempo para aprender a gestionar lo comunitario productivo… y para demostrar en la práctica que lo colectivo es mejor que lo individual.” (1)
La construcción del idílico “socialismo comunitario” puede demorar varias décadas o quizás siglos, y no es “segura su victoria porque Bolivia está en el marco de un capitalismo planetario”, alegó García Linera, y sin mayor discusión replanteó los objetivos de la “revolución democrática y cultural” y desvió el curso del “proceso de cambio” hacia una nueva meta: el “salto industrial” del “capitalismo andinoamazónico”, es decir la explotación intensiva de recursos naturales y la industrialización para “generar excedentes económicos que permitan apoyar la producción comunitaria y garantizar a la población las condiciones básicas mínimas…”.
El régimen masista relegó paulatinamente a los pueblos indígenas que ya no tenían cabida en el nuevo proyecto pro capitalista y comenzó a tejer una alianza estratégica con la burguesía nacional y con las transnacionales para industrializar el país y hacer realidad el viejo sueño “nacionalista modernizador”.
Paradójicamente, la burocracia masista que llegó al poder enarbolando los derechos indígenas –y que efectivamente propició el reconocimiento de sus “sistemas políticos, económicos y jurídicos acordes a su cosmovisión” en la nueva Constitución Política del Estado aprobada en 2009– terminó pisoteando los derechos y las instituciones indígenas como ningún otro gobierno en la historia reciente, nada menos que en nombre del “desarrollo” y el “progreso”.
“Pocas veces en la historia de nuestro país un sector social como el nuestro ha sido humillado e injustamente tratado por un gobierno como éste; tendríamos que remontarnos a las épocas de la colonia, de la explotación del caucho o del apogeo de la hacienda tradicional pre 1952, para encontrar tal grado de discriminación y racismo descargado en contra nuestra”, se quejaron los pueblos indígenas afectados por los proyectos de “desarrollo” impuestos por el “presidente indígena”.
El Libertador Simón Bolívar decretó la supresión de la comunidad indígena contraria a la doctrina liberal; el dictador Mariano Melgarejo despojo territorios comunitarios; el nacionalismo revolucionario “civilizó” al indio; y hoy el “hermano Evo” ultraja, reprime y persigue a las “minorías” indígenas “pro imperialistas”, acusándolas de “obstaculizar” el desarrollo nacional y de “chantajear” a sus nuevos socios, las petroleras, las mineras y los agroindustriales.
Cuando los indígenas se movilizaron en la VIII marcha por el TIPNIS reivindicando su derecho a ser consultados, los burócratas y campesinos del MAS les tildaron de “salvajes” enemigos del desarrollo. Cuando exigieron territorios comunitarios y el reconocimiento de sus autonomías, los acusaron de “ambiciosos” y de intentar “romper la unidad del país por caprichos personales”.
Concibiendo a los indígenas como “menores de edad” manipulados por ONGs y partidos de derecha e incapaces de pensar por sí mismos, el gobierno de Evo Morales empleó los métodos más ruines y las estrategias más innobles para someter a sus antiguos aliados, al extremo de sugerir la desmembración de sus territorios comunitarios (antaño las “semillas” del socialismo comunitario) para entregarlos en retazos de propiedad privada a los campesinos y colonizadores gobiernistas.
El gobierno del MAS ha fomentado públicamente la división de organizaciones indígenas legítimas valiéndose del chantaje y el soborno para cooptar a sus líderes; ha criminalizado sistemáticamente la lucha social, persiguiendo judicialmente y encarcelando a dirigentes rebeldes y activistas acusados de “terroristas”, y ha intervenido manera descarada los dos únicos gremios indígenas críticos, la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB) y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas de Qullasuyu de Bolivia (Conamaq).
El gobierno de Morales derrocó al líder legítimo de la CIDOB Adolfo Chávez, uno de los impulsores de la VIII y IX Marcha en defensa del TIPNIS, y lo reemplazó por Melva Hurtado, dirigente dócil elegida en una asamblea ilegal. Posteriormente desconoció a los dirigentes genuinos del Conamaq, los expulsó de su sede con el uso de la fuerza policial y montó una organización paralela a la cabeza de Hilarion Mamani. (2)

El MAS tomó físicamente la sede del Conamaq luego de que autoridades del Consejo orgánico revelaron que el régimen y las dirigencias cooptadas había reformulado a sus espaldas los estatutos del Fondo de Desarrollo para los pueblos Indígena Originario Campesinos (FONDIOC), con el único fin de beneficiar solo a indígenas y campesinos oficialistas, desatando de esta manera un escándalo mediático que dejó muy mal parado al propio Presidente Morales.

El gobierno mantiene bajo control a los dirigentes apócrifos con el mismo método que empleó para infiltrar y dividir a la CIDOB y al Conamaq, es decir repartiendo regalos, obras y dinero del FONDIOC en espectáculos públicos y sin rendir cuentas a nadie, pero hasta ahora no ha podido acallar y menos desmovilizar a dirigencias y bases de ambos gremios orgánicos que continúan resistiendo y denunciando los vejámenes del régimen.
El Conamaq orgánico desenmascara al MAS
El MAS gobierna en una especie de puesta en escena permanente para encubrir las enormes contradicciones de clase y la dominación imperial de la economía, manipulando el simbolismo cultural en ceremonias, declaratorias de leyes y decretos, entrega de obras y rituales varios transmitidos en directo por el canal de televisión del Estado. (3)
Recordará el lector que el gobierno de Morales escenificó una falsa “consulta” en el TIPNIS para viabilizar la construcción de la carretera, sobornando a los originarios con obsequios, prebendas y proyectos de desarrollo condicionados e intimidando a los reacios. (4)
Repitiendo el libreto, en la clausura de la VIII Marka Tantachawi del Conamaq ilegítimo celebrada en enero de 2015 en La Paz, el “generoso” Presidente repartió regalos a manos llenas y prometió construir nuevas sedes para los gremios que apoyan el “proceso”.
“Hoy día estamos dotando tres movilidades a las regionales del Conamaq, y para la máxima organización vamos a comprar una movilidad más nueva, de más resistencia, para que los hermanos visiten a los suyos y ayllus de toda Bolivia”, dijo Morales en el evento y anunció que comprará otro inmueble para ampliar la sede que ocupa el Conamaq títere del MAS en el barrio de Sopocachi de La Paz. (5)
“Ustedes saben que estamos apoyando comprando sedes, construyendo sedes y vamos a continuar porque es mi obligación”, aseguró Morales en la oportunidad, pero minutos después él mismo se desdijo al insinuar que sus regalos están condicionados.
“Lamento mucho que algunos hermanos me hayan pagado mal, a algún sector social se les regaló volquetas y después en esas volquetas llevan bloqueadores contra el Evo; dotamos radios de comunicación a algún sector social, y después un dirigente aprovecha esa radio para hablar contra el Evo Morales; les compramos sedes sindicales y después ahí planifican conspirar contra el Evo; regalo ambulancias a las cooperativas mineras, y en esas ambulancias en vez de llevar enfermos o heridos, llevan dinamitas para dinamitar las calles o caminos”, se quejó Evo, aunque aseguró no estar “resentido” porque “eso hacen (“pagarle mal”) algunos dirigentes, no las bases o el pueblo”.
Esta apretada crónica del padecimiento indígena en el gobierno del “primer presidente indígena” deja al menos dos lecciones. Primero, ha quedado claro que cuando el Presidente reparte regalos no es por “obligación” sino para asegurar la lealtad de sus fieles. En segundo lugar, con esta política fascista y con la ayuda de burócratas a sueldo el gobierno ha logrado montar dos organizaciones indígenas paralelas, pero no ha podido desbaratar ni mucho menos desmovilizar a la CIDOB y al Conamaq orgánicos que se mantienen firmes y en pie de lucha.
El pasado 15 de enero de 2015, la dirigencia del Conamaq orgánico y los miembros de su Comité de Solidaridad acordaron diseñar una estrategia de defensa y lucha para el período 2015 – 2020 y se plantearon al menos tres objetivos inmediatos: la recuperación de la sede del Conamaq, la defensa de todos los perseguidos y detenidos políticos, y la presentación de una nueva acción popular para eliminar los transgénicos en Bolivia mediante un Referéndum Constitucional, en la perspectiva recuperar la fuerza de las VIII y IX marchas indígenas y unificar a todos sectores de la población para enfrentar al gobierno impostor.
Notas:
1. Taller temático Tierra y Territorio, Vicepresidencia de la República, La Paz, 27 y 28 de julio de 2011.
2. Desde el inicio de la IX marcha en 2012 hasta septiembre de 2013, el gobierno intentó tomar la sede del Conamaq por la fuerza en cinco oportunidades. Se supo que los avasalladores violentaron la sede indígena a la cabeza del ex diputado del MIR Renán Paco Granier, el ex alcalde del MNR Plácido Suntura y otras ex autoridades de gobiernos neoliberales que actualmente son fieles servidores del MAS, en un “ambiente de gran tensión y guerra no declarada como en los peores tiempos de las dictaduras militares”, describió el sociólogo Pablo Mamani Ramírez (Bolpress).
3. Conferencia pronunciada por James Petras en el IV Congreso Nacional de Sociología de Bolivia, 14 de abril de 2007 en La Paz. Petras es profesor emérito de la State University de Nueva York, Binghamton (USA) y profesor adjunto de la St. Mary’s University, Halifax, Nueva Escocia (Canadá).
4. Una comisión de la Iglesia Católica constató en el terreno que el gobierno amenazó con suspender servicios de salud prestados por Médicos Canarios en las comunidades del TIPNIS. El representante del Conamaq David Crispín tuvo acceso al “Protocolo de Consulta que da pautas para el triunfo del ‘sí’, aún antes del inicio de la consulta, y demuestra el chantajismo y la manipulación… porque a los hermanos del TIPNIS les están ofreciendo bombas de agua, motores fuera de borda para que digan ‘sí’. Y aquellos que se opongan no recibirán nada...”.
5. La locutora del evento transmitido por Bolivia TV describió con lujo de detalles la prebenda entregada a indígenas oficialistas: “tres camionetas doble cabina de industria china, con cilindrada de 2378 centímetros cúbicos…”. Reveló también que el gobierno de Morales regaló hasta la fecha más de 40 camionetas a organizaciones sociales y sindicatos de todo el país.
Más información:
 
 
2) Consideremos que el extractivismo es acumulación de poder y riquezas por desposesión totalitaria. Como Alberto Acosta nos advierte implica:

(...)Autoritarismo y disputa por la renta de la Naturaleza
 
Esta maldición de la abundancia en recursos naturales viene atada, con mucha frecuencia, con la maldición del autoritarismo. La masiva explotación de los recursos naturales no renovables en estos países ha permitido el surgimiento de Estados paternalistas, cuya capacidad de incidencia está atada a la capacidad política de gestionar una mayor o menor participación de la renta minera o petrolera. Son Estados que al monopolio de la riqueza natural han añadido el monopolio de la violencia política (Coronil, 2002).
 
Aunque parezca paradójico, este tipo de Estado, que muchas veces delega parte sustantiva de las tareas sociales a las empresas petroleras o mineras (esto comienza a cambiar en los países con gobiernos progresistas), abandona ¿desde la perspectiva del desarrollo? amplias regiones. Y en estas condiciones de desterritorialización, cuando las empresas asumen las tareas que competen al Estado, éste se consolida como un Estado policial que reprime a las víctimas del sistema al tiempo que declina el cumplimiento de sus obligaciones sociales y económicas. La propia institucionalidad jurídica termina envuelta en los intereses y presiones de las empresas extractivistas privadas o estatales.
 
En estas economías de enclave se ha configurado una estructura y una dinámica políticas, no sólo autoritarias, sino voraces. Esta voracidad, particularmente en los años de bonanza, se plasma en un aumento muchas veces más que proporcional del gasto público y sobre todo en una discrecional distribución de los recursos fiscales. Este tipo de ejercicio político se explica también por el afán de los gobiernos de mantenerse en el poder y/o por su intención de acelerar una serie de reformas estructurales que desde su particular perspectiva asoman como indispensables para transformar las sociedades.
 
Inclusive el incremento del gasto y las inversiones públicas es también el producto del creciente conflicto distributivo que se desata entre los más disímiles grupos de poder. Esta realidad, percibida con más claridad en las etapas de bonanza, la describe con claridad Jürgen Schuldt (2005), cuando dice que se “se trata, por tanto, de un juego dinámico de horizonte infinito derivado endógenamente del auge. Y el gasto público ¿que es discrecional? aumenta más que la recaudación atribuible al auge económico (política fiscal pro-cíclica)”.
Este “efecto voracidad” provoca la desesperada búsqueda y la apropiación incluso abusiva de parte importante de los excedentes generados en el sector primario-exportador. Ante la ausencia de un gran acuerdo nacional para manejar estos recursos naturales, sin instituciones democráticas sólidas (que sólo pueden ser construidas con una amplia y sostenida participación ciudadana (16)) aparecen en escena los diversos grupos de poder no-cooperativos, desesperados por obtener una tajada de la renta minera o petrolera.
Así, en esta disputa por la renta de los recursos naturales intervienen, sobre todo, las empresas transnacionales involucradas directa o indirectamente en dichas actividades y sus aliados criollos: la banca internacional, amplios sectores empresariales y financieros, inclusive las fuerzas armadas, algunos gobiernos seccionales cooptados por las lucrativas rentas, así como algunos segmentos sociales con capacidad de incidir políticamente. Igualmente, grupos sindicales conocidos como la “aristocracia obrera” (17), vinculada a este tipo de actividades extractivistas, obtienen importantes beneficios. Y, como es fácil comprender, esta pugna distributiva, que puede ser más o menos conflictiva, provoca nuevas tensiones políticas.
Todo esto contribuye a debilitar la gobernabilidad democrática, en tanto termina por establecer o facilitar la permanencia de gobiernos autoritarios y de empresas voraces y clientelares, proclives también a prácticas autoritarias. En efecto, en estos países no asoman los mejores ejemplos de democracia, sino todo lo contrario. Adicionalmente, el manejo muchas veces dispendioso de los ingresos obtenidos y la ausencia de políticas previsibles termina por debilitar la institucionalidad existente o impide su construcción.
América Latina tiene una amplia experiencia acumulada en este campo. Son varios los países de la región cuyos gobiernos tienen claros rasgos de autoritarismo derivados de esta modalidad de acumulación primario-exportadora, particularmente cuando está sustentada en pocos recursos naturales de origen mineral.
Esta compleja realidad existe también en otras partes del mundo, particularmente en los países exportadores de petróleo o minerales (18). Noruega sería la excepción que confirma la regla. La diferencia en este caso de los anteriormente descritos radica en que la extracción de petróleo en este país escandinavo empezó y se expandió cuando ya existían sólidas instituciones económicas y políticas democráticas e institucionalizadas, con una sociedad sin inequidades comparables a la de otros países petroleros o mineros del mundo empobrecido. Es decir, este país integró el petróleo en su sociedad y economía cuando ya era un país desarrollado.
No se puede concluir la reflexión sin dejar sentado un punto que aparece en estos países atrapados por la maldición de la abundancia: la violencia, que parece configurar un elemento consustancial de un modelo depredador de la democracia. Esta violencia incluso aflora desde el lado del Estado, a través inclusive de los gobiernos considerados como progresistas que criminalizan la protesta popular en contra de las actividades extractivistas, con el único fin de garantizarlas.
La violencia, desatada por las propias empresas extractivistas, respaldada muchas veces por los gobiernos, ha provocado diversos grados de represión. El listado de estas acciones represivas e incluso genocidas es demasiado largo y conocido en América Latina (19). Tampoco han faltado guerras civiles (20), hasta guerras abiertas entre países o agresión imperial por parte de algunas potencias empeñadas en asegurarse por la fuerza los recursos naturales, sobre todo hidrocarburíferos (21).
Estos enfrentamientos, que se procesan en un ambiente de constantes inestabilidades, conllevan costos económicos por diversos motivos. Piénsese, por ejemplo, en los efectos distorsionadores que provoca la ausencia de instituciones sólidas: la subvaluación de las exportaciones o la sobrevaluación de las importaciones por parte de las empresas mineras o petroleras para reducir el pago de impuestos o aranceles; las eventuales e incluso sorpresivas reducciones de la producción por parte de las empresas transnacionales para forzar mayores beneficios; la creciente presencia y accionar de intermediarios de todo tipo que dificultan las actividades productivas y encarecen las transacciones. Este tipo de problemas, que no agotan una lista de deformaciones y distorsiones que podría ser interminable, a la postre incluso podrían provocar la reducción de las inversiones sectoriales, al menos de las empresas más serias.
Por otro lado, depender tanto de la generosidad de la Naturaleza margina los esfuerzos de innovación productiva e incluso de mercadeo, consolida prácticas oligopólicas, patrimonialistas y rentistas. Y estas prácticas, atadas a la creciente injerencia de las empresas extractivistas en los gobiernos, como se conoce hasta la saciedad, fortalecen a pequeños pero poderosos grupos oligárquicos.
Además, la mayor erogación pública en actividades clientelares reduce las presiones latentes por una mayor democratización. Se da una suerte de “pacificación fiscal” (Schuldt, 2005), dirigida a intentar reducir la protesta social. Los altos ingresos del gobierno le permiten prevenir la configuración de grupos y fracciones de poder contestatarias o independientes, que estarían en condiciones de demandar derechos políticos y otros (derechos humanos, justicia, cogobierno, etc.), desplazándolos del poder. El gobierno puede asignar cuantiosas sumas de dinero para reforzar sus controles internos; incluyendo la represión de los opositores.
Una situación de abundancia relativa de recursos financieros puede permitir un manejo económico expansivo, que se complementa con endeudamiento externo. La búsqueda permanente de más recursos para financiar la economía, viene de la mano de los créditos externos (22). En este punto, entonces, asoma nuevamente el efecto voracidad, manifestado por el deseo de participar en el festín de los cuantiosos ingresos por parte de la banca, sobre todo internacional, sea privada o multilateral, corresponsable de los procesos de endeudamiento externo (23). Últimamente China concede cada vez más créditos a varios países subdesarrollados, particularmente de África y América Latina, con el fin de asegurarse yacimientos minerales y petroleros, o amplias extensiones de tierra para la producción agrícola, además de la construcción de importantes obras de infraestructura.
Como consecuencia de los elevados ingresos derivados de la explotación de los recursos naturales y las abiertas posibilidades de financiamiento externo, los gobiernos tienden a relajar sus estructuras y prácticas tributarias. En muchas ocasiones despliegan una mínima presión tributaria y hasta dejan de cobrar impuestos, en particular el impuesto a la renta. (Por lo demás, la maldición ideológica neoliberal también desalienta el incremento de la presión tributaria) (24).
En este punto cabe destacar el esfuerzo de algunos gobiernos progresistas, como el ecuatoriano o el boliviano, para mejorar la recaudación tributaria, incluso introduciendo esquemas más progresivos y equitativos.
De todas maneras, como reconoce Jürgen Schuldt (2005), el manejo poco exigente de las finanzas públicas “malacostumbra” a la ciudadanía. Y lo que es peor, “con ello se logra que la población no le demande al gobierno transparencia, justicia, representatividad y eficiencia en el gasto”. La permanencia de cuantiosos e inequitativos subsidios, por ejemplo en los derivados del petróleo, se explicaría por esta mala costumbre, que es incluso asumida equivocadamente como una “conquista popular”.
La demanda por representación democrática en el Estado, nos recuerda el mismo Schuldt, surgió generalmente como consecuencia de los aumentos de impuestos, por ejemplo, en Gran Bretaña hace más de cuatro siglos y en Francia a principios del siglo XIX. La lógica del rentismo y del clientelismo difiere de la lógica ciudadana, en la medida que inclusive frena e impide la construcción de ciudadanía.
Los gobiernos de estas economías primario-exportadoras no sólo cuentan con importantes recursos ?sobre todo en las fases de auge? para asumir la necesaria obra pública, sino que están en capacidad de desplegar medidas y acciones dirigidas a cooptar a la población, con el fin de asegurar una base de gobernabilidad que les posibilite introducir las reformas y cambios que ellos consideran pertinentes. El clientelismo ahoga la consolidación de ciudadanía. Es más, cuando estas prácticas clientelares alientan el individualismo, con políticas sociales individualmente focalizadas ?como las desarrolladas en esquemas neoliberales y que han continuado en los gobiernos progresistas? pueden llegar a desactivar las propuestas y las acciones colectivas, lo que termina por afectar a las organizaciones sociales y lo que es más grave, al sentido de comunidad (25).
Estas acciones desembocan, con frecuencia, en ejercicios gubernamentales autoritarios y mesiánicos que, en el mejor de los casos, pueden ocultarse detrás de lo que Guillermo O’Donnel calificaba como “democracias delegativas”, o lo que hoy se conoce como democracias plebiscitarias.
Por otro lado, este tipo de gobiernos hiperpresidencialistas (neoliberales o progresistas), que atienden en forma clientelar las demandas sociales, constituyen el caldo de cultivo para nuevas formas de conflictividad sociopolíticas. Esto se debe a que no se aborda estructuralmente las causas de la pobreza y la marginalidad. Se redistribuyen partes de los excedentes petroleros o mineros, pero no se dan procesos profundos de redistribución del ingreso y los activos. Igualmente, los significativos impactos ambientales y sociales, propios de estas actividades extractivistas a gran escala, que se distribuyen inequitativamente, aumentan la ingobernabilidad, lo que a su vez exige nuevas respuestas autoritarias.
Sin pretender que con esto se resuelva la insustentabilidad intrínseca de la explotación de los recursos naturales no renovables, siguiendo la recomendación de Anthony Bebbington, una idea de sustentabilidad ?al menos para la transición? debería ser construida democráticamente. Los límites al desarrollo deben estar vinculados a la propia sociedad civil y su participación, no deben estar circunscritos a modelos donde los actores más poderosos ?las transnacionales y los Estados, muchas veces en ese orden? son los que deciden. De este modo se pondría a discusión el uso de los recursos naturales y ésta sería una salida para la atmosfera antidemocrática que acompaña al mismo extractivismo.
En síntesis, la dependencia de recursos naturales no renovables, en muchas ocasiones, consolida gobiernos caudillistas, incluso autoritarios, debido a los siguientes factores:
• Débiles instituciones del Estado para hacer respetar las normas y capaces de fiscalizar las acciones gubernamentales.

• Ausencia de reglas y de transparencia que alienta la discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos y de los bienes comunes.

• Conflicto distributivo por las rentas entre grupos de poder, lo que a la larga, al consolidar el rentismo y patrimonialismo, disminuye la inversión y las tasas de crecimiento económico.

• Políticas cortoplacistas y poco planificadas de los gobiernos.

• Ilusión de la riqueza fácil y abundante derivada de la explotación y exportación masiva de recursos naturales, incorporada como un ADN en amplios segmentos de la sociedad y los gobiernos.
 
Del desarrollismo senil al postextractivismo
A alguien ?por mala fe o por ignorancia? se le podría ocurrir una peregrina idea: si la economía primario-exportadora genera y perenniza el subdesarrollo, la solución consistiría en dejar de explotar los recursos naturales. Obviamente, esa es una falacia. La maldición de los recursos naturales no es una fatalidad del destino, sino una elección. El reto radica en encontrar una estrategia que permita construir el buen vivir aprovechando los recursos naturales no renovables, transformándolos en “una bendición” (Stiglitz, 2006).
Entonces, la tarea pasa por elegir otro camino, que nos aleje de la maldición de los recursos naturales y de la maldición de las visiones ortodoxas que nos mantienen subordinados al poder transnacional. Por eso, una de las tareas más complejas es la construcción y ejecución de una estrategia que conduzca hacia una economía postextractivista.
Esta nueva economía no surgirá de la noche a la mañana. Incluso es complejo imaginarse la posibilidad de cerrar abruptamente los campos petroleros o mineros en explotación. Pero esa transición no será nunca una realidad si se siguen ampliando las actividades extractivistas y si no hay alternativas específicas para irlas reduciendo a través de una evolución adecuadamente planificada. Por cierto que esa transición no es fácil en un mundo capitalista impensable sin las actividades extractivas como el petróleo, minería, o forestal. Construir estas transiciones es la gran tarea del momento, en tanto convoca todas las capacidades del pensamiento crítico, así como de inventiva y de creatividad de las sociedades y las organizaciones sociales. Los esfuerzos para dar paso al postextractivismo en el Sur global deberían venir de la mano del decrecimiento económico (26), o por lo menos, del crecimiento estacionario en el Norte global; tema que ocupa una creciente preocupación en muchos países industrializados.
El camino de salida de una economía extractivista, que tendrá que arrastrar por un tiempo algunas actividades de este tipo, debe considerar un punto clave: el decrecimiento planificado del extractivismo. La opción potencia actividades sustentables, que podrían darse en el ámbito de las manufactureras, la agricultura, el turismo, sobre todo el conocimiento… En definitiva, no se debe deteriorar más la Naturaleza. El éxito de este tipo de estrategias para procesar una transición social, económica, cultural, ecológica, dependerá de su coherencia y, sobre todo, del grado de respaldo social que tenga.
De lo que se trata es dejar atrás las economías extractivistas dependientes y no sustentables, que son primario-exportadoras, sobreorientadas al mercado externo, des-industrializadas, con masivas exclusiones y pobreza, concentradoras del ingreso y la riqueza, depredadoras y contaminadoras. Lo que se quiere es construir economías sustentables, es decir, diversificadas en productos y mercados, industrializadas y terciarizadas con capacidad de generación de empleo de calidad, equitativas, respetuosas de las culturas y de la Naturaleza. En este punto conviene propiciar un reencuentro con las cosmovisiones indígenas en las que los seres humanos no sólo conviven con la Naturaleza de forma armoniosa, sino que forman parte de ella.
Para lograr poner en marcha esta transición, que necesariamente será plural, es imperiosa una nueva y vigorosa institucionalidad estatal y una nueva forma de organizar la economía, así como una concepción estratégica para participar en el mercado mundial. Se requieren, por lo tanto, esquemas y organizaciones reguladoras, así como mecanismos debidamente establecidos que permitan procesar estas transiciones (27).
En la mira está, entonces, la consecución de un nuevo perfil de especialización productiva para tener países con sostenimiento interno, en base a un consenso amplio de los diversos intereses. Para lograrlo hay que robustecer el mercado interno y el aparato productivo doméstico, así como generar estrategias de transición productiva que permitan que la actividad extractiva pierda importancia económica. El reencuentro con la Naturaleza está también entre los puntos prioritarios de la agenda, lo que significa superar los esquemas y prácticas centradas en la explotación y apropiación de la Naturaleza. Tengamos presente que la humanidad entera está obligada a preservar la integridad de los procesos naturales que garantizan los flujos de energía y de materiales en la biosfera. Esto implica sostener la biodiversidad del planeta. Para lograr esta transformación civilizatoria, la desmercantilización de la Naturaleza se perfila como indispensable. Los objetivos económicos deben estar subordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana y la mejoría de la calidad de vida de las personas y las comunidades.
Esto obliga a mantener, sin destruir, aquellos territorios que poseen gran cantidad de valores ambientales y sociales, donde se encuentra concentrada la mayor cantidad de biodiversidad: la Iniciativa Yasuní-ITT en Ecuador, es un ejemplo global (28). También conduce a establecer el concepto de sustentabilidad fuerte (el capital económico no puede reemplazar íntegramente al “capital natural”), como un nuevo paradigma de la forma de organizar la sociedad. Y también implica cambiar la contabilidad macroeconómica convencional por nuevos indicadores e índices de sustentabilidad.
De igual manera, se precisa una amplia y verdadera participación social para enfrentar el reto del extractivismo a gran escala. Esto conlleva, imperativamente, a procesar una profunda y radical redistribución de los ingresos mineros y petroleros, tanto como de otros ingresos y activos existentes en una economía. Las inequidades (29) deben ser abatidas, puesto que éstas son la base de los autoritarismos de todo tipo en todos los ámbitos de la vida humana.
El tema de fondo radica en empezar por no seguir extendiendo y profundizando un modelo económico extractivista, es decir primario-exportador. El tratar de desarrollarse priorizando esa modalidad de acumulación primario-exportadora, que sobrevalora la renta de la Naturaleza y no el esfuerzo del ser humano, que destroza sistemáticamente el medio ambiente y afecta gravemente las estructuras sociales y comunitarias, que prefiere el mercado externo y descuida el mercado interno, que fomenta la concentración de la riqueza y margina las equidades, no ha sido la senda para el desarrollo de ningún país. Entonces, tampoco lo será para la construcción de una opción posdesarrollista, como lo es el buen vivir o sumak kawsay (30).
El buen vivir, al menos conceptualmente, se perfila como una versión que supera los desarrollos “alternativos” e intenta ser una “alternativa al desarrollo”; en síntesis, una opción radicalmente distinta a todas las ideas de desarrollo. Y que incluso disuelve el concepto del progreso en su versión productivista. Por lo tanto, el buen vivir sintetiza una oportunidad para construir otra sociedad sustentada en la convivencia del ser humano, en diversidad y armonía con la Naturaleza, a partir del reconocimiento de los diversos valores culturales existentes en cada país y en el mundo. La parte intrínseca de esta propuesta, con proyección incluso global, está en dar un gran paso revolucionario que nos infunda a transitar de visiones antropocéntricas a visiones socio-biocéntricas, con las consiguientes consecuencias políticas, económicas y sociales.
Definitivamente, por la vía del “desarrollismo senil” (Martínez Alier, 2008), es decir manteniendo y peor aún profundizando el extractivismo, no se encontrará la salida a este complejo dilema de sociedades ricas en recursos naturales, pero a la vez empobrecidas. www.ecoportal.net
Alberto Acosta - Economista ecuatoriano. Profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Ecuador. Ex Ministro de Energía y Minas. Ex presidente de la Asamblea Constituyente y ex asambleísta constituyente. Nota: En este texto el autor recoge y sintetiza varios de sus trabajos anteriores.
Referencias: (…)
Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Mineria/Extractivismo_y_neoextractivismo_dos_caras_de_la_misma_maldicio
 

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario