Ante todo para cambiar, por
trabajo internacionalista,
el enfoque de los conflictos bélicos
y de la crisis migratoria.
Limitémonos al imperativo de los
pueblos planetarios de solidarizarse con Palestina y erradicar el Estado
sionista de
Israel que agudiza el imperialismo al extremo de terrorismo
genocida.
Asumir ese desafío -en la actualidad-
nos interpela a prefigurar relaciones sociales e internacionales que nos
constituyen a cada cual como nuestro trabajo y nuestra persona íntegra.
Caetano Veloso ejemplifica este sendero.
Visitar Israel
para no volver nunca más
12 de
noviembre de 2015
Por
Caetano Veloso (Folha de S.Paulo)
Traducido del portugués para Rebelión por Susana Merino
Presionado para
que no se presentara en Israel junto a Gilberto Gil, Gaetano Veloso visitó con
su amigo un sector de Cisjordania. Relata aquí la opresión en la que vio a los
palestinos. Un fragmento de la letra de Marcelo Yuka (La paz que no deseo)
sintetiza el sentimiento que generó su visita.
Llegar a Tel Aviv
desde Europa es como volver al Brasil. La ciudad tiene el aspecto de alguna de
nuestras capitales nordestinas y su pueblo tiene el aire altivamente desenfadado
de los cariocas.
Desde la primera
vez que fui a Israel el contraste entre la capital del país y las ciudades
europeas en lo referente a su indefinida arquitectura moderna y al gesto sensual
de sus habitantes me conquistó. Me sentí inmediatamente familiarizado con esa
ciudad plana y asoleada a la vera del Mediterráneo. Esa identificación me volvía
totalmente vulnerable al empuje histórico que me veía permanentemente invitado a
enfrentar. Tomaba conciencia de que estábamos en Tierra Santa, en sus marcas
fundacionales luego de la Segunda Guerra Mundial, la experiencia socialista de
los Kibutzim, el renacimiento del hebreo hablado, la tensión por la amenaza
permanente de los hombres bomba.
Volví a Israel
algunas veces con intervalos mayores que el de la penúltima y la actual. La
primera vez fue en los años 80. En esta última noté la diferencia desde que salí
de Francia: nada de revisiones detalladas ni de separación en salas especiales
para los pasajeros que viajaban allí. Y en el aeropuerto Ben Gurion ni de lejos
tuve la nerviosa acogida de las primeras visitas. Tel Aviv nos recibió sin caras
desconfiadas y ya en sus calles sin sus anteriores ineludibles (y a pesar de
todo simpáticos) soldados, de ambos sexos cuidando las esquinas. Esas ausencias
de señales de crispada defensa, daban a la ciudad el aspecto de una fortaleza
habitada, más que antes, por cariocas. La sensación de hallarnos “en casa” fue
más fuerte y conmovedora que nunca.
Era difícil
reconocer que esa paz reflejaba el mayor poder adquirido por el Estado de
Israel, su certeza de que la protección construida para defenderse se mantiene
con firmeza ¿Será como dice Marcelo Yuka, la paz que no quiero?
Esa pregunta no
aparecía espontáneamente en mi cabeza la noche que llegamos. Al día siguiente,
sin embargo, no me abandonaba. Acordé lo más pronto que pude encontrarme con un
grupo de israelíes críticos de la política oficial, la ruptura del silencio que
me fue recomendada por Jorge Drexler cuando con Gil presenté el show en Madrid.
Dexler se dio cuenta de mi interés por saber lo que pasaba en Cisjordania, hijo
de padre judío no solo me dio consejos, sino que me prometió ponerme en contacto
con miembros del movimiento.
En aquella
conversación en Madrid surgió la idea de hacer una visita guiada a sectores de
Cisjordania donde se percibiese el peso de la ocupación israelí. Se lo comenté a
Gil y quiso acompañarme. Fuimos todos, ambos y los dos equipos de producción. En
una amplia furgoneta conducida por un palestino, nos acompañaban además el
periodista argentino Quique Kierszenbaum y el guía Yehuda Shaul.
Yehuda hablaba
con mucha claridad, en un inglés fluido de israelí hijo de países anglófonos.
Contó que había crecido en una familia conservadora. Había sido soldado del
ejército israelí, veterano de la ocupación de territorios palestinos. Luego de
haber sufrido muchas experiencias de segregación, opresión y cotidianas
monstruosidades, no pudo seguir viviendo sin denunciarlas y oponerse
públicamente a ellas. Se unió a algunos amigos y creó un movimiento de protesta
permanente. Nos dijo que usa el quipá porque
es judío religioso y a medida de que la furgoneta atravesaba desiertos nos fue
contando muchas atrocidades y explicando la situación geográfica e histórica de
la violencia en su país contra las poblaciones de la orilla occidental del río
Jordán.
Respondiendo a
una pregunta que le hizo uno de nosotros sobre cómo veía la reacción anti-Israel
de otros grupos musulmanes, además de la resistencia palestina, Yehuda contestó
que está dispuesto a matar y a morir por su patria siempre que esté amenazada
por fanáticos que no admiten su existencia, pero que no acepta la ocupación de
los territorios palestinos porque "no es kosher".
Dijo que la ocupación es un cáncer que matará al Estado de Israel si no se
extirpa a tiempo.
Algunos de los
que apoyan el BDS, movimiento internacional de boicot a Israel, habían procurado
disuadirnos de intentar ir a Tel Aviv a Gil y a mí. Por lo que escuché de boca
de Yehuda y de Naser, el palestino de Susiya que nos lo presentó, las quejas de
los integrantes del BDS son lógicas. Lo que los más radicales de ese movimiento
dicen sobre “Breaking the silence” es que éste, aún crítico del gobierno de
Israel, sigue siendo sionista. Lo que dice Yehuda, es que los BDS, aunque
protesten contra lo que él mismo odia, tiene como telón de fondo la erradicación
del Estado de Israel. Y el único informe que Gil y yo recibimos que lo sugiere
procedió del Sindicato Único de Metalúrgicos de San José dos Campos. He aquí un
fragmento que muestra el tono del documento. “Nuestra lucha es por justicia,
libertad e igualdad. Nuestro sindicato se suma al BDS porque entendemos que es
una herramienta fundamental para terminar con el Estado de Israel”. Izhar
Patkin, un artista plástico israelí, me dijo en Tel Aviv que le parece que está
bien que exista cualquier tipo de movimientos: ellos hacen ruido y eso es lo que
hace falta, gritan al mundo lo que ya se oía en los discursos de Yeshayahu
Leibowitz hace muchos años.
Rueda de prensa
Antes de salir de Brasil se me acercó un ciudadano israelí de origen brasileño, llamado David Windholz. Él había leído el anticipo de mi viaje a Tel Aviv en mi página de Facebook y trató de contactar conmigo por email. Es director de una escuela para chicos palestinos y judíos, se ubica a la izquierda del establishment político y me pedía realizar una reunión con estudiantes y grupos que disienten con la política oficial del país. Cuando ya nos encontrábamos en Europa en vísperas de nuestra partida a Israel nos llegó un email de un representante local proponiéndonos que diésemos una entrevista de prensa en la Fundación Shimon Peres.
Antes de salir de Brasil se me acercó un ciudadano israelí de origen brasileño, llamado David Windholz. Él había leído el anticipo de mi viaje a Tel Aviv en mi página de Facebook y trató de contactar conmigo por email. Es director de una escuela para chicos palestinos y judíos, se ubica a la izquierda del establishment político y me pedía realizar una reunión con estudiantes y grupos que disienten con la política oficial del país. Cuando ya nos encontrábamos en Europa en vísperas de nuestra partida a Israel nos llegó un email de un representante local proponiéndonos que diésemos una entrevista de prensa en la Fundación Shimon Peres.
Yo, que estaba
interesado en las propuestas de Drexler y de Wiindholz, no estaba predispuesto a
aceptar esa invitación. Consulté con Windholz por email y me contestó que Peres
es mainstream concluyendo
que “Seguramente intentarán usarlos en favor de Israel pero ustedes sabrán
esquivarlos".
Mientras tanto
Gil, que cuando era ministro de Cultura había tenido una propuesta de reunión
con Peres que no se concretó, decidió aceptar la rueda de prensa en la fundación
del ex primer ministro de Defensa y premio Nobel. Peres había sido compañero de
Yitzhak Rabin (1922-95) en las más avanzadas tentativas de negociación con los
palestinos que se vieron interrumpidas por el asesinato de Rabin a manos de un
fanático joven israelí. Decidimos que tendríamos una reunión con Windholz a
continuación de la rueda de prensa con Peres.
Pero nuestra ida
a Cisjordania precedió a dicha reunión. En la rueda de prensa, solo el
periodista brasileño Rodrigo Álvarez, corresponsal local de TV Globo nos hizo la
única pregunta realmente pertinente. Pude responderle que había ido a Susiya
acompañado por un exsoldado del ejército israelí y que eso me respaldaba. La
mención de Susiya (que estaba en las tapas de los diarios de todo el mundo a
causa de hallarse sometida a agresiones del ejército israelí y que había
generado un comentario poco amistoso con relación a Israel por parte de un
miembro del Departamento de Estado de los EE.UU.) provocó un silencio incómodo
en la sala.
El hecho es que
me sentí muy triste en esos momentos en la Fundación Shimon Peres. Cuando
salimos de allí nos dirigimos a la recepción del hotel en el que estábamos
alojados y nos encontramos con David Windholz con su grupo de críticos de las
políticas israelíes. Había también allí un grupo de mujeres judías y árabes que
iban ayunar durante 50 días en protesta por los ataques a Gaza que en junio
cumplirían un año; el músico David Broza y un conjunto de personas (sobre todo
jóvenes) que aplaudieron calurosamente apenas oyeron la palabra Susiya, algo que
contrastaba ciertamente con el silencio incómodo de quienes habían estado
presentes en la rueda de prensa de la Casa Simon Peres, ovacionando las palabras
“paren la ocupación, paren la segregación, paren la opresión” con que terminé mi
relato sobre mi viaje a Cisjordania.
Cartas
Desde que recibí
las cartas de Roger Waters y de Desmond Tutu –amén de las visitas de los dos
jóvenes brasileños vinculados al BDS– comencé a interesarme en leer más detalles
del tema israelí-palestino. Estaba haciendo aún presentaciones con mi show Abrazazo y
necesitaba disponer del tiempo necesario para los ensayos con Gil que nos
permitiesen ofrecer un espectáculo mínimamente profesional Pero me dejaba tiempo
para leer y ver vídeos. Con la carta de Windholz redoblé mis investigaciones.
Cuando volví a
Brasil recibí mails con la actualización del “Breaking the Silence”. En uno de
los mensajes me habían anexado un video en que Nasser, el palestino con el que
había conversado en Susiya, era golpeado con palos por jóvenes israelíes
habitantes de un asentamiento.
Era una imagen
brutal. Los soldados del ejército de Israel asistían impasibles a la escena.
Ahora que parece desencadenarse la tercera intifada –y que Netanyahu se ve
aislado no solo por la oposición sino también por los correligionarios que lo
acusan de no haber logrado proteger a Israel– compruebo, desde lejos que la paz
que yo creía percibir en Tel Aviv y que parecía comenzar a ser la paz que no
quiero era todo el tiempo frágil, superficial e ilusoria.
Muchachos
Antes de viajar
les había dicho a Pedro Charbel y a Iara Haazs, los jóvenes del BDS con los que
había conversado, que a mí me gustaba tanto Israel que me sentía como un israelí
que se opone a las políticas de Estado de su país. Iara es israelí (judía
brasileña criada en Israel) sin embargo me decía que ella no se sentía cómoda
con mi parecer. Son muchachos militantes que pueden terminar en altivas formas
de intolerancia.
Un amigo de ambos
estaba en Susiya el día en que estuvimos allí. Esquivo y con mirada
interrogante, se mostraba silenciosamente impaciente con nuestra situación de
visitantes: ellos no quieren una lucha clara de los que hacen el boicot a Israel
y deploraban cualquier matiz, cualquier mención de complejidad. Yo quiero la paz
que parece siempre imposible. Pero ahora la quiero sintiéndome mucho más cerca
de los palestinos de lo que jamás imaginé y mucho más lejos de Israel que lo que
sentía mi corazón hace poco más de un año. Y quiero que Gabriel, Iara y Pedro lo
sepan.
Al salir de
Brasil escribí un email a HanyAbu-Assad, el gran cineasta palestino que hizo Paradise
now, contándole nuestro viaje y sobre la presión de parte del BDS. Me
contestó que estaría feliz de vernos y que el tiempo que pasó en Río le parecía
uno de los mejores de su vida. Pero que prefería que aceptásemos las exigencias
del BDS, “son mis amigos”, me dijo. Pero que de todas maneras asistiría al show.
Cuando estuvimos allí nos escribió diciendo que ya no podría concurrir porque
estaría en Europa terminando una nueva película. Es un hombre que cuando en
Salvador le pregunté si era religioso me contestó: “Nunca fui religioso, no
tengo fe, pero hoy me considero religioso musulmán por razones políticas”.
Antes de iniciar
el show en Tel Aviv había pensado dedicarlo a Hany. Pensé también en reiterar mi
homenaje a la memoria de Franklin Dario el judío pernambucano que compuso Ana
vai embora, pero en el escenario junto a Gil, ante aquella inmensa platea,
decidí que dejaría que el show hablara por sí mismo. En la furgoneta que fuimos
a Susiya yo le había preguntado a Yehuda que diría si yo gritase “Break the
silence” durante el show. Se quedó mudo por unos momentos y me contestó: “No sé.
Puede ser interesante, me gustaría saber cómo reaccionaría el público”. Pero
entonces haciendo un gran esfuerzo opte por un total silencio político.
Segregación
El recuerdo de la
canción de Rappa me trajo escenas de la segregación informal (y no pocas veces
concretada ad hoc) que se
ejerce en Brasil. Quien veía aquel campamento palestino con banderas que
flameaban sobre los provisorios alojamientos era un grupo de brasileños que
encontraba parecida aquella escena a un asentamiento del MST.
Tres hijas de
Nasser, dos pequeñas y una adolescente (lo que la obligaba a llevar velo)
jugaban alrededor. Sentí necesidad de ir al baño y pregunté a Paulina Lavigne
qué hacer. Ella ya se hallaba mucho más interrelacionada con las chicas de lo
que se pudiera imaginar, las mujeres de nuestro grupo ya habían comenzado a
dialogar con ellas, que eran lindas y risueñas. Me indicaron un baño aislado a
la intemperie. Gabriel el joven vinculado al BDS, me señaló el camino.
Nasser había
salido del coche para resolver un problema en las cercanías, cuando volvió se
reunió con nosotros en una carpa. Nos describió escenas de la destrucción de las
viviendas por parte del ejército de Israel y nos explicó los resortes legales
que usaba el poder judicial para que pudiera continuar la violencia de la
ocupación.
Recordé las
favelas brasileñas ocupadas. No quería caer en un reduccionismo político y usar
el mismo esquema para evaluar los problemas brasileños a la luz palestina, pero
la imagen de los puntuales fracasos del UPP en Río (no sólo el caso de Amarildo)
aparecían en mi mente. Nosotros, los visitantes, no éramos ajenos a la
deshumanización de que éramos testigos en Medio Oriente. Era imposible no trazar
un paralelo con la situación que vivimos en Brasil.
Locura
Por Internet vi
el discurso de un hijo de un general judío, héroe de la Guerra de los Seis días,
desarrollando la más violenta oposición a la política israelí y a la propia
existencia de Israel, fundamentando sus argumentos no en aquella guerra sino en
la Nakba, la catástrofe que
fue para los árabes de Palestina la fundación del Estado judío. Oí decir a una
mujer que no era razonable cambiar paz por tierras: la paz se intercambia por
paz, repetía, queriendo decir no a las teorías de la ocupación y de los
asentamientos. Vi mucha locura en ambas partes.
Vi un dibujo
animado que planteaba la propuesta de dos Estados y un solo territorio (2 States,
1 Homeland) que sugiere que toda la extensión que va desde el Mediterráneo al
Jordán sea compartida por árabes y judíos, cada grupo con su gobierno. Hay
muchos israelíes conservadores que opinan que eso significa ahogar a la
población judía en medio de la inmensa población árabe. Es la misma hipótesis
que David Winholz piensa defender en sus conferencias en Brasil.
Pero lo que más
me impresionó fue lo que dijo Yeshayahu Leibowitz (1903-94), un científico
religioso, cuando clamó contra el ministro de la Suprema Corte israelí que había
declarado legal torturar a los árabes para hacerlos hablar y mantener así
protegido a Israel.
Leibowitz no solo
fue un religioso que defendía la separación de la religión del Estado y se
anticipó a los enemigos de Israel al detectar aspectos nazis en la política del
país, aunque siendo sionista se opuso a la guerra de los Seis Días y aún más a
la invasión del Líbano. Fue también pionero en comparar a Israel con Suráfrica.
Yo tendría que haber dedicado nuestro show a su memoria.
Me gusta Israel
físicamente. Tel Aviv me pertenece y me produce nostalgia, casi tanta como
Bahía. Pero creo que no volveré jamás.
Caetano Veloso,
músico, compositor y autor entre otros temas de O mundo não é chato.
http://www1.folha.uol.com.br/ilustrissima/2015/11/1703012-visitar-israel-para-nao-mais-voltar-a-israel-por-caetano-veloso.shtml
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=205570
http://www1.folha.uol.com.br/ilustrissima/2015/11/1703012-visitar-israel-para-nao-mais-voltar-a-israel-por-caetano-veloso.shtml
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=205570
El internacionalismo nos plantea en cada país y máxime en Palestina,
el trabajo de generalizar la conciencia de que sacudirnos de nuestro
conflicto vital exige sacarlo del campo impuesto (por el capitalismo) y
adentrarnos en la prefiguración de nuestras conductas acordes con derrotar
la obediencia debida y la manipulación por el miedo entre nosotros.
Llamado a los
palestinos a una “guerra sin armas”
14 de
noviembre de 2015
Por
Jonathan Cook
(Counter Punch)
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Detrás de los titulares en las primeras planas
sobre los enfrentamientos entre jóvenes palestinos y soldados israelíes armados,
Israel ha estado -como siempre- intensificando silenciosamente su control sobre
las vidas de los palestinos en los territorios ocupados.
La semana pasada, en Hebrón -un punto álgido en
estos días- 50 familias asediadas que aún viven en el barrio de Tel Rumeida se
enfrentaron a una nueva restricción de movimientos, diseñada para ayudar a
liberar la zona de asentamientos e intensificar los asentamientos judíos.
Se podía ver a algunos de los residentes de Tel
Rumeida haciendo cola en silencio en el puesto de control local para registrar
sus tarjetas de identificación. Ninguna persona que no fuera del barrio y que no
estuviera en la lista de los militares estaba habilitada para entrar.
La respuesta difiere marcadamente de la
reacción de hace 21 años, cuando los residentes enfrentaron una orden similar.
Entonces todo el barrio se negó a registrarse. Israel los castigó con un toque
de queda durante seis meses, sólo permitiendo a las familias salir por unas
horas a la semana para comprar comida.
Cómo responder a las órdenes militares de este
tipo está en el debate central y se ha revivido entre los palestinos la
discusión sobre los méritos relativos de la lucha armada y la resistencia no
violenta.
Una encuesta de principios del verano mostró
que un 49 % de los palestinos entre 18 y 22 años, apoyaba un levantamiento
armado. En septiembre, después de los primeros enfrentamientos en Jerusalén, esa
cifra había aumentado al 67 %.
La volatilidad puede en parte explicarse por
una sed de venganza inevitable cuando los palestinos miran a sus compatriotas
asesinados y mutilados por los soldados israelíes.
Pero también refleja un vacío de liderazgo y estrategia palestinos. En cambio los palestinos han sido acorralados dentro de campos polarizados que, en pocas palabras, oponen la retórica de Hamás de la lucha armada contra la diplomacia estancada de Mahmoud Abbas y su Autoridad Palestina.
La no violencia una vez se ganó un lugar
central en la resistencia palestina a la ocupación. Durante la Primera Intifada
de la década de 1980 los palestinos se involucraron masivamente en la
desobediencia civil: se negaron a cooperar con las autoridades militares,
quemaron sus tarjetas de identificación, se negaron a pagar los impuestos y
organizaron huelgas.
Ese enfoque no se terminó del todo.
Hoy
encuentra su expresión en las protestas semanales y marchas por los pueblos
contra las barreras de acero y hormigón de Israel que se comen ampliamente las
tierras agrícolas palestinas. Estas protestas se mantienen mayoritariamente
pacíficas, incluso frente a la brutal e incesante violencia del ejército.
Pero el uso de la no violencia se ha limitado a
las luchas locales, libradas con el objetivo de lograr pequeñas y aisladas
victorias. También ha coexistido, invariablemente, con enfoques más violentos,
desde el lanzamiento de piedras a los actuales ataques con cuchillos.
Gran parte de la culpa cae sobre Abbas, quien se ha apropiado del lenguaje de la no violencia al tiempo que no la utiliza como una estrategia nacional de resistencia. Incluso el apoyo de la Autoridad Palestina a las batallas de los pueblos contra el muro de Israel han sido menos que a medias.
En las mentes de muchos palestinos la no
violencia se ha visto empañada por asociación con años de ineficacia de Abbas;
de sus intentos desesperados y fallidos tanto para empujar a Israel a
conversaciones de paz como para adular a Washington. El punto más bajo fue su
declaración de la condición de "sacralidad" de la coordinación de la seguridad
de la Autoridad Palestina con Israel.
Tampoco ha ayudado que los intermediarios
foráneos demanden regularmente desde Washington el uso la no violencia por parte
de de los palestinos. El mes pasado, el secretario de Estado John Kerry señaló a
los palestinos como culpables de los últimos enfrentamientos. "No hay excusa
para la violencia", regañó, haciendo caso omiso de las décadas de represión
violenta que implementa Israel frente a los esfuerzos de los palestinos por su
liberación.
No obstante algunos intelectuales palestinos
están abogando por la resistencia no violenta, ya que advierten contra un
levantamiento armado. Los palestinos, según en el derecho internacional, están
habilitados para ejercer la resistencia a la ocupación, incluso con violencia,
pero este grupo hace hincapié en la inutilidad de la violencia ante la
superioridad militar de Israel. El suyo es un argumento pragmático.
En un artículo titulado "No vayas a morir, Palestina te necesita con vida", el periodista Mohammed Daraghmeh llamó a los palestinos a "canalizar la indignación nacional hacia la protesta masiva". Recordando a los palestinos que el mundo occidental ha creado el conflicto y debe solucionarlo, Daragmeh advirtió: "No lo hará si cometemos suicidio."Del mismo modo el empresario palestino Sam Bahour ha acuñado el término "resistencia inteligente", con el argumento de que todas las facciones palestinas deben comprometerse a la resistencia no violenta como una forma de liberación nacional.
Ambos aprovecharon las estrategias anteriores
de solidaridad comunitaria y sacrificio colectivo, como las que han demostrado
los habitantes de Tel Rumeida hace dos décadas.
Uno de los arquitectos de la resistencia no
violenta de la Primera Intifada, Mubarak Awad, recordó recientemente a los
palestinos que no es una opción fácil. "Se trata de utilizar la no violencia
militante, como un tipo de guerra sin armas", dijo a un entrevistador.
Sugiere, en cambio, negarse a realizar
identificaciones emitidas por Israel, desafiar los toques de queda, los bloqueos
en las rutas, a las plantaciones de árboles en los sitios destinados a nuevos
asentamientos, derribar cercas, ocupar la escena con sentadas e invitando a las
detenciones en masa para llenar hasta el punto de ruptura las cárceles
israelíes.
Tales acciones requieren la participación de
masas, la movilización de las mujeres, los niños y los ancianos, los mismos
grupos que pueden ser excluidos de la lucha armada.
Y, como señala Awad, la no violencia también
necesita un pueblo entrenado en sus técnicas y principios. Por eso se han
traducido al árabe las enseñanzas de Mahatma Gandhi y Martin Luther King.
Organizadores políticos y estrategas como Awad
siempre han encabezado la lista de detenciones de Israel. Fue encarcelado y
torturado en el inicio de la Primera Intifada y más tarde expulsado a los EE.UU.
El poder de la resistencia no violenta
disciplinada, añade, es la que obliga al ocupante una pesada carga: para "hacer
frente a nuestra voluntad de luchar por nosotros mismos solo con nuestros
cuerpos y corazones".
Obliga a los israelíes a "elegir qué tipo de
personas son" y crea división y disenso entre la población del opresor, lo que
debilita su determinación.
Es un mensaje desafiante, especialmente cuando
Israel está aplastando tan despiadadamente la esperanza y la dignidad palestina.
Pero Awad sostiene que es precisamente mediante la demostración de una humanidad
incontenible como los palestinos pueden, nuevamente, descubrir la esperanza,
recuperar su dignidad y ganar la libertad.
Jonathan Cook ganó el Premio Especial
Martha Gellhorn de Periodismo.
Sus últimos libros son "Israel y el choque de civilizaciones:
“Israel
and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle
East” (Pluto
Press) y “Disappearing
Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair”
(Zed Books).
Su sitio web es www.jkcook.net.
El internacionalismo
nos demanda el
compromiso con las luchas en resistencia al sistema mundo capitalista que
nos lleva al trabajo colectivo de ir más allá de las noticias e investigar
enfoques frente a los acontecimientos para no sumarnos a lo que el sistema
induce a pensar y actuar y yendo por caminos constructores de cambios del
'orden' vigente.
♣ Masacre en París, Hollande decreta el estado de excepción
14
de noviembre de 2015
La izquierda revolucionaria francesa frente a los brutales atentados en París. Publicamos la declaración de la Corriente Comunista Revolucionaria, integrante del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia.
Un centenar
de muertos solamente en el teatro Bataclan, una verdadera masacre. Los ataques
casi simultáneos se llevaron a cabo en 5 distritos de París, en las calles y en
los alrededores del Stade de France en Saint-Denis.
El balance
provisorio eleva a 118 personas las muertes al azar, sin contar las decenas de
víctimas que están en grave estado de emergencia. Diez meses después del
atentado a Charlie- Hebdo y al supermercado kosher de Vincennes, terroristas
(islámicos, según la prensa) habrían elegido responder de manera asimétrica y
bárbara a la barbarie imperialista que se abate desde año y medio en Siria e
Iraq en nombre de la libertad y los derechos humanos contra el Estado Islámico.
Francia vive, esta noche, lo que ya vivió Beirut el 12 de noviembre, y que es la
vida cotidiana para las poblaciones de Siria, Iraq y Yemen.
Sincronizado, el terror asesino se volvió total poco antes de las 21:30 hs:
ráfagas de ametralladora en cervecerías, toma de rehenes en el Bataclan, una de
las salas de espectáculos más concurridas de la capital, ataques con granadas en
las proximidades del Stade de France, donde jugaban los seleccionados de fútbol
de Francia y Alemania con la presencia del presidente Hollande. La conmoción es
completa, de cara a este asesinato en gran escala. Condenamos
firmemente estos brutales atentados y nos solidarizamos con las víctimas y sus
familiares.
Del lado del
gobierno, apoyado por el conjunto de las fuerzas del arco político, la crisis es
completa, incluso si Hollande y sus ministros tratan de responder a través de
medidas en el marco del estado de excepción. Poco antes de la medianoche, de
manera breve, la presidencia ha anunciado que el ejército estaba preparado para
intervenir al lado de las fuerzas especiales de la policía. El estado de
emergencia se declaró en todo el territorio nacional, por primera vez desde el
fin de la guerra de Argelia, y no solamente para la “Ile-de-France” (región
metropolitana de París) como en 2005 en los días de las revueltas de los
suburbios. Esto otorga prerrogativas especiales a los prefectos y a las fuerzas
de la policía, para suspender el transito, cerrar establecimientos, y sobre todo
detener a cualquiera, en la región parisina, sin ningún marco jurídico regular.
Las fronteras por último, están bloqueadas.
Es una hoja
de ruta reaccionaria, la que Hollande desarrolla para reforzar las prerrogativas
del poder ejecutivo sobre el conjunto del Estado y relanzar un giro
bonapartista. Políticamente, sabe que será seguido de cerca por Sarkozy y Marine
Le Pen, quienes querrán tomar ventaja de la situación de cara a las elecciones
regionales próximas, a pesar de que desde varios de los "estados mayores" de los
partidos políticos anunciaron la suspensión de la campaña. Mientras, en el
exterior, se puede esperar también un estruendo general de ruidos de sables, por
la intensificación de las operaciones militares contra el “terrorismo islámico”.
Es lo que se desprende de la primera declaración de Barak Obama.
Hollande
apela a la unidad nacional, como después de los atentados de enero, y nos
demanda que tengamos “confianza en nuestras fuerzas de seguridad”. Pero estas
fuerzas de "inseguridad" no solamente son incapaces de prevenir este tipo de
ataques, sino que llevan adelante su propio “terrorismo” contra las clases
populares y los inmigrantes. Y son las operaciones imperialistas exteriores del
Estado francés, dos por año promedio desde que Hollande está en el poder, las
que siembran el terrorismo islamista. Un enemigo de la liberación de los pueblos
del yugo imperialista y sionista, y, en última instancia, un reflejo
distorsionado de la barbarie militar occidental.
Es por esto que sólo oponiéndonos fuertemente a este giro “securitario”, reaccionario, racista y bonapartista, es que será posible resistir a toda forma de terrorismo, empezando por el más institucional, rechazando el racismo y la islamofobia, que se incrementarán, y rechazando toda amalgama contra los refugiados que son acusados por algunos medios de comunicación por el terrorismo en Europa. Esto implica que las organizaciones de nuestra clase, del movimiento obrero y de la juventud, rechacen integralmente, esta vez sí, el mismo chantaje que vimos luego de los atentados a Chalie-Hebdo. Esta es la condición para pensar una posible resistencia, rechazando cualquier bloque con el gobierno y sus aliados, que son los que siembran las guerras, la miseria, el desempleo, la xenofobia y la explotación.
Révolution
Permanente: Carnage
à Paris. Hollande décrète l’état d’exception
----
Editorial:
♣¿El
horror en París es diferente al de Siria, Iraq, Palestina y El Líbano?
14
de noviembre de 2015
Por Carlos Aznárez
Otra vez Paris se convirtió en un campo de batalla. Decenas de muertos, cientos de heridos y las mismas consignas de respuesta del gobierno francés frente al ataque yihadista que ya se han escuchado en Estados Unidos y España cuando acciones similares generaron idénticas masacres. Frente al horror se quiere responder con más horror, se habla en los titulares de los principales medios con total ligereza, de que “ahora sí empezó la guerra”, o se alimenta la idea (en forma directa o solapada) de que el mundo árabe y musulmán atenta contra la sacrosanta democracia francesa. A sabiendas que la casi totalidad de esa colectividad repudia al ISIS y sus protectores.
Tiene muchísima razón el presidente sirio Bachar Al Assad cuando, después de condolerse por las víctimas de los atentados, recuerda que "Francia conoció ayer lo que vivimos en Siria desde hace cinco años”. Y lo dice precisamente quien en innumerables ocasiones ha intentado -como antes lo había hecho el líder libio Gadaffi- convencer a los gobernantes franceses que no armaran, equiparan logísticamente y costearan con millones de dólares a los ejércitos mercenarios que han sembrado el terror, la muerte y el desesperado destierro de cientos de miles de sirios e iraquíes. En cada ocasión que este mensaje resonaba en los foros internacionales, la posición francesa siempre fue la misma: ratificar su creencia de que exportando la guerra, alineándose con la OTAN y subordinándose ante el mandato imperial monitoreado desde Washington, “el problema sirio”, es decir el tan buscado derrocamiento de Al Assad, iba a ser resuelto.
Está claro que como le ocurriera a los gobernantes derechistas españoles el 11M del 2004, el tiro les salió por la culata. En esa ocasión, el yihadismo, al que España y su alianza con la OTAN habían querido combatir mediante su presencia en Iraq y Afganistán, decidió responder con la misma medicina, y como en París ahora, los que pagan los errores de los poderosos siempre son los ciudadanos de a pie, cuya única culpabilidad, si es que la tuvieran, quizás sea votar y catapultar a la presidencia, a esos asesinos seriales que luego los condenan a la muerte.
Ahora, como ocurriera en el mismo escenario con la masacre de Charlie Hebdo, vuelven a sentirse las tan repetidas consideraciones hipócritas. Todos a la vez, los mandamases europeos prometen más medidas represivas, más censura, más fabricación de armamento para alimentar intervenciones bélicas. Juran que “hoy somos Francia”, en vez de prometer ante las víctimas: “Nos iremos de la OTAN”. Con esas y otras actitudes similares dejan al descubierto que junto con los asesinos de un yihadismo que no representa de ninguna manera al Islam, ellos -los Hollande, Sarkozy, Rajoy, Merkel y quienes los auspician desde el Pentágono, son los principales responsables de estas acciones bárbaras. Las han alimentado persiguiendo hasta el cansancio a los musulmanes de la periferia de Paris y las diversas ciudades francesas, negándole el uso de recintos para hacer sus oraciones o generando allanamientos en las mezquitas donde era común practicar pacíficamente su derecho al rezo. Allí están como ejemplo esas leyes que prohíben desde 2011 el uso del velo y también la pollera islámica y la burka en los espacios públicos, no obligando de la misma manera a ciudadanos franceses que comulgan con el judaísmo. Segregando al mundo islámico y exibiéndolo ante la sociedad francesa como “el enemigo”, de la misma manera que Israel hace con los palestinos desde hace más de seis décadas.
No es misterio para nadie y menos para los devaluados Servicios de Inteligencia francesa, que muchos de los humillados, desempleados y perseguidos por leyes draconianas y racistas que habitaban en la “Banlieue” parisina, fueron cooptados primero por el Frente Al Nusra y luego directamente por el ISIS para que sean parte de la experiencia de sembrar el terror en Siria e Iraq y lo más paradójico es que salieron desde el territorio francés en numerosas ocasiones con el visto bueno de un gobierno que los sintió como sus “soldados de avanzada”. En ese momento, las masacres que esos mercenarios producían en Mossul, Raqqa, Aleppo,Homs o en Palmira, no preocupaban a Sarkozy ni tampoco a Hollande. Eran “daños colaterales” lejos de la comodidad parisina que hasta ese momento parecía blindada, inviolable. Tampoco dijeron nada importante del atentado sangriento cometido esta semana en El Líbano y seguramente muy festejado en Tel Aviv o en la Casa Blanca, ya que en esa ocasión la matanza ocurría en un barrio controlado por Hezbolah. En este caso, los muertos eran tan árabes como los palestinos asesinados en estos días en Cisjordania o en Gaza, cuyos nombres no cuentan para los grandes medios, como tampoco el dolor de sus familiares o las imágenes dantescas de sus viviendas arrasadas.
Eso no tiene más que un nombre: doble rasero, praxis mentirosa, odio al diferente.
Lo que ahora a ocurrido en París tiene también otra explicación no menos importante. En los últimos meses en el escenario sirio ha ocurrido un hecho que cambió la relación de fuerzas. Rusia decidió intervenir, al rescate de un gobierno y un pueblo asediados por el terror, y lo hizo a su manera, logrando éxitos inmediatos en la lucha contra el ISIS y demostrando que todas las acciones anteriores, propagandizadas por la OTAN y Estados Unidos, habían sido una farsa gigantesca.
Golpeado en sus bases principales, destruidos muchos de sus almacenes de armamento y sintiéndose traicionados por quienes los arroparon desde Arabia Saudí, Turquía y los países occidentales, muchos de los mercenarios optaron por retornar a sus sitios de origen, entre ellos los europeos. Tanto es así, que ese “retorno” fue anticipado por algunos analistas franceses, quienes aseguraban que “ahora el peligro puede estallar a nuestros propios pies”. De eso se trata precisamente esta repudiable venganza yihadista, que más allá del falso llanto de quienes los gobiernan, debería ser un llamado urgente para que la sociedad francesa, como otras del continente europeo, se decidan a interpelarlos, y exigirles que abandonen sus ideas expansionistas, injerencistas y autoritarias. Que cesen los comportamientos xenófobos, como los que a pocas horas de ocurrir estos atentados, ya han generado el incendio de un campo de inmigrantes refugiados en Calais. Que miren a quienes huyen de las guerras provocadas por la OTAN, como hermanos y no como enemigos. Que se vuelquen a comportamientos humanitarios y no busquen excusas donde sólo hay hombres y mujeres que quieren ser tratados como tales y no como ciudadanos de segunda clase.
Quizás, estas circunstancias marcadas por el dolor, puedan servir de punto de
inflexión para buscar un punto de inicio diferente. Si esto no ocurriera, como
parece probable visto lo visto, nadie, absolutamente nadie tendrá derecho a
preguntarse, cuando el horror se repita: “¿Por qué a nosotros?
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