e.
El ver porqué el Nunca Más a
la deKada ganada por el poder real es ver la conciliación de clases de la
democracia desde 1983 y de los colaboracionistas de Carta Abierta.
28 de marzo
de 2016
Jorge Halperín caracterizó, en radio Rebelde, a más
de una deKada como estado de bienestar. Consideremos qué ocultan quienes hablan
de resistencia al apagón informativo del gobierno de Macri y aclarando que la
imposición del crecimiento gran capitalista fue a los pueblos de Argentina de
modo tanto 'democrático' mediante el gobierno CFK como 'nacional' por liderazgo
de Gustavo Grobocopatel
Leer y de Eduardo Elsztain
Leer:
La República Unida de la Soja recargada
GRAIN | 12 junio 2013 | A
contrapelo
En el año 2003, la corporación Syngenta publicó un aviso publicitando
sus servicios en los suplementos rurales de los diarios argentinos
Clarín y La Nación bautizando con el nombre de “República Unida de la
Soja” a los territorios del Cono Sur en los que se sembraba soja
-Integrados por Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia-. A
partir de allí, esta declaración explícita de neocolonialismo quedó como
“marca de fábrica” del proyecto que desde las corporaciones se estaba
instrumentando.
Durante el año 2012 se produjo en estos países una embestida de las corporaciones del agronegocio sobre los territorios y las instituciones imponiendo nuevos transgénicos, mayores riesgos por aplicación de agrotóxicos y cambios en las políticas que sólo tiene precedentes en la primera imposición de los transgénicos, durante la segunda mitad de los años 90. Esta nueva avanzada corporativa se da en un marco distinto, ya que ahora ocurre con la presencia en toda la región (por lo menos hasta junio del año pasado) de gobiernos “progresistas” críticos del neoliberalismo y que en algunas de sus políticas han comenzado a modificar las políticas neoliberales impuestas en los años 90 con una mayor presencia del Estado regulando la economía y asumiendo un rol activo en aspectos sociales, educativos y sanitarios.
Sin embargo, en términos de modelo agrícola y producción de
alimentos no sólo no ha habido en todo este tiempo un cambio de modelo ni una
autocrítica a los problemas producidos por la implantación masiva del cultivo de
soja transgénica con alto altos niveles de uso de agrotóxicos. Por el contrario,
este modelo se ha ido consolidando y es defendido a rajatabla por todos los
gobiernos de la región que lo asumen como política de Estado, en todos los
casos. Los graves problemas que han surgido o se han agudizado, tales como los
impactos de los agrotóxicos, los desplazamientos de campesinos y pueblos
originarios, la concentración de la tierra o la pérdida de producciones locales,
son considerados “efectos colaterales” y se abordan, cuando la presión social lo
consigue, de manera fragmentada y puntual. No incluimos en este análisis a Bolivia, pues si bien la
región de la “medialuna”, con Santa Cruz de la Sierra a la cabeza, es parte de
la “República Unida de la Soja” las posiciones, políticas y debates planteados
desde el Gobierno de Evo Morales se diferencian ampliamente del resto de los
gobiernos (y esto le vale el enfrentamiento con estos sectores del poder de la
medialuna que claramente han planteado su intención separatista).
Ya
en otros A Contrapelo 1 2 3 hemos
ido denunciando que este avance fue consolidando la imposición del modelo
productivo de los agronegocios, y el Cono Sur se ha convertido en la región
donde más transgénicos se siembran en el mundo y en la que mayor cantidad de
agrotóxicos se aplican per cápita a nivel global. En este A Contrapelo
intentaremos brindar algunas luces que ayuden a comprender cómo se está
produciendo este avance y sus consecuencias a nivel de las comunidades
campesinas y la sociedad en general.
Los impactos del “modelo” no reconocen
fronteras entre el campo y la ciudad y se sienten profundamente en ambos
espacios:
las poblaciones fumigadas en los territorios rurales y en
las zonas periféricas de las ciudades, las y los campesinas/os desplazadas que
día a día migran para engrosar los cordones de pobreza de las grandes urbes, las
economías regionales destrozadas con su correlato de los altos precios de los
alimentos en las ciudades, los alimentos contaminados enfermando a unos y a
otros. En fin, una catástrofe socio-ambiental que hace agua por todas partes y
que ya no permite “mirar para otro lado”.
Los responsables de esta cadena destructiva son un puñado y
tienen nombre y apellido: Monsanto y algunas corporaciones biotecnológicas más a
la cabeza (Syngenta, Bayer); terratenientes y pooles de siembra que controlan
millones de hectáreas (Los Grobo, CRESUD, El Tejar, Maggi son algunos de los
principales); Cargill, ADM y Bunge transportando los granos al otro lado del
mundo. Y, por supuesto, los gobiernos de cada uno de los países que apoyan de manera entusiasta
este modelo. A ellos se suman un extenso número de empresas que
aprovechan el “derrame” y proveen servicios, maquinaria agrícola, fumigaciones,
insumos, etc.
En números concretos, esta región cubre en la actualidad
una superficie de más de 46 millones de hectáreas de monocultivo de soja
transgénica, fumigadas con más de 600 millones de litros de glifosato y provoca
una deforestación de -como mínimo- 500 mil hectáreas por año.
Si bien las consecuencias de este modelo se expresan a
nivel regional de manera contundente e interconectada, intentaremos diseccionar
sus impactos para analizarlos de manera más profunda. El telón de fondo del
golpe de Estado en el Paraguay resulta insoslayable, pues es allí donde los
poderes fácticos han actuado de manera más brutal y explícita. Sin embargo, su
carácter ejemplificador es válido para toda la región y sin duda ha intentado
marcar un rumbo y un límite a los gobiernos de la región.
Repasemos un decálogo (con complementos) de los
resultados concretos e indiscutibles de esta última embestida del agronegocio.
El agronegocio mata
Este hecho se ha expresado de manera continua durante
estos últimos años y, tal como lo hemos expresado, fue en Paraguay donde más
duramente se han sentido sus impactos. Quizás podamos ubicar el pico de
violencia en la matanza de Curuguaty, perpetrada el 15 de junio del 2012 en
donde –y como resultado de tensiones y represión estatal y paraestatal- murieron
once campesinos y seis policías. La matanza fue utilizada para emprender el
juicio político y dar el golpe institucional que terminó con la gestión del
presidente Lugo.
Previo al Golpe, y más aun posteriormente, se desencadenó una ola represiva
sobre los dirigentes campesinos que -en la nueva etapa- se comenzó a expresar
bajo la forma de asesinatos selectivos que cobraron la vida de los líderes
campesinos Sixto Pérez, Vidal Vega y Benjamín Lezcano, acribillados en un lapso
de 8 meses de gobierno de Federico Franco.4 La
CONAMURI (Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas) ha dicho que en
el caso del asesinato de Benjamín Lezcano se observa “el mismo modus operandi
que se practicó en los casos de Sixto Pérez –el 1°de septiembre pasado, en
Puentesiño (Dpto. Concepción)– y de Vidal Vega –el 1°de diciembre último, en
Curuguaty (Dpto. Canindeyú). El objetivo, igualmente, parece ser común:
descabezar las organizaciones campesinas”.5
En Argentina, durante los últimos tres años se produjeron en Santiago del Estero tres asesinatos de campesinos ligados directamente al avance del modelo sojero (Sandra Ely Juárez, Cristian Ferreyra y Miguel Galván) y en la provincias de Formosa y Salta el hostigamiento a las comunidades es permanente y sostenido.6
En Brasil, también el movimiento campesino y especialmente el MST (Movimiento de
los Trabajadores Sin Tierra) han sufrido la violencia del agronegocio y
recientemente la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) divulgó un informe
preliminar de la violencia en 2012 contabilizando 36 muertes motivadas por
conflictos agrarios.7 Durante
el año 2013 ya son tres los dirigentes del MST que han sido asesinados (Cícero
Guedes dos Santos, Regina dos Santos Pinho y Fabio dos Santos Silva).
Todo esto se da en el marco de una avanzada de la criminalización de las luchas
sociales que no sólo se expresa en la persecución y estigmatización de los
movimientos sino también en forma concreta en la avanzada de leyes represivas.
El caso de la aprobación de la Ley antiterrorista en Argentina en diciembre del
2011 se suma a las leyes ya existentes en varios de los países de la región.
El agronegocio contamina
Una de las grandes mentiras que desde las corporaciones, los medios masivos y un
sector de la academia se utilizó para justificar la introducción de las semillas
transgénicas, fue que las mismas ayudarían a emplear menos agrotóxicos en la
agricultura. Tal como muchas organizaciones lo anunciaron durante las últimas
dos décadas, la realidad ha marcado absolutamente lo contrario y hoy en día el
incremento del uso de agrotóxicos es cada vez más alarmante y sus impactos en
toda la región son cada vez más difíciles de ocultar.
Todo esto no puede extrañarnos si asumimos el hecho evidente de que quienes
impulsan las semillas transgénicas son las corporaciones dedicadas a la venta de
agrotóxicos, con Monsanto a la cabeza, y que las semillas transgénicas que más
se cultivan tienen como característica diferencial la resistencia a herbicidas.
Brasil está al frente de las estadísticas convirtiéndose desde el año 2008 en el
mayor consumidor per capita de agrotóxicos del mundo y responsable del 20 % de
todos los agrotóxicos usados en el planeta; con un consumo per cápita de 5,2
litros de agrotóxicos cada año.8 9.
La escalofriante cifra de 853 millones de litros de agrotóxicos empleados
durante el año 2011, con un crecimiento del mercado brasileño del 190 % en la
última década, es más que elocuente. El 55 % de este consumo de agrotóxicos se
empleó en cultivos de soja y maíz, siendo la soja responsable del 40% del
consumo total.10 Solamente
el glifosato representa cerca del 40% del consumo de agrotóxicos en Brasil.
Argentina no se ha quedado atrás. Durante el año 2011 se aplicaron 238 millones
de litros de glifosato que implican un incremento del 1190 % con respecto a la
cantidad utilizada en el año 1996, año en que se introdujo la soja transgénica
resistente al glifosato en el país.11
En Paraguay, que es el sexto productor mundial de soja transgénica, el uso de
glifosato en las cifras del año 2007 significó la aplicación de más de 13
millones de litros de este agrotóxico.12
En Uruguay, también de la mano del avance de la soja transgénica las cifras
llegan a un mínimo en el año 2010 de más de 12 millones de litros.13 Es
justamente en Uruguay donde en la actualidad, y a raíz de la contaminación del
agua en la ciudad de Montevideo, la población urbana está comenzando a
reaccionar con alarma frente a la falta de disponibilidad de agua potable para
el consumo.
El balance regional nos permite suponer un mínimo de aplicación de más de 600
millones de litros de glifosato, cifra escalofriante y que tiene su correlato en
las innumerables denuncias que se producen cada día por los daños ya mencionados
a la salud, a los ecosistemas, a la agricultura y a las comunidades que
semejante baño de agrotóxicos produce.
El glifosato, ampliamente promocionado como de “baja toxicidad” por Monsanto,
está siendo cuestionado por múltiples motivos entre los cuales debemos destacar:
- El impacto en las comunidades ya es imposible de ocultar y son miles las
personas que desde los “pueblos fumigados” denuncian los problemas de salud que
sufren por su aplicación: nacimientos con malformaciones en aumento,
intoxicaciones agudas fatales, problemas respiratorios, enfermedades
neurológicas, aumento de los casos de cáncer, abortos, enfermedades de la piel,
etc.
- Las investigaciones científicas independientes confirman esta grave
problemática y los estudios que vinculan al glifosato con desarrollo de tumores
y malformaciones en el desarrollo de embriones han sido publicadas en los
últimos años en las más prestigiosas revistas científicas.
- Los efectos sobre la salud de los “coadyuvantes” usados en la preparación del
Roundup, principalmente el surfactante Poea (polioxietilamina), también están
demostrados y se lo asocia con daño gastrointestinal y al sistema nervioso
central, problemas respiratorios y destrucción de glóbulos rojos en humanos.
- Los daños ambientales del glifosato también se encuentran ampliamente
confirmados en la realidad de los territorios y en las investigaciones
realizadas: su vínculo con la destrucción de biodiversidad es innegable al mismo
tiempo que su efecto tóxico sobre anfibios está demostrado y publicado.
Pero tan grave como estas cifras, son las del incremento del uso de otros
agrotóxicos que se emplean asociados al glifosato o para compensar su falta de
acción frente al surgimiento inevitable de malezas resistentes. Así es como el
empleo del paraquat ha crecido llegando a utilizarse 1,2 millones de litros en
Argentina y 3,32 millones en los cinco países productores de soja. Es importante
recordar que el paraquat está vinculado a desórdenes neurológicos y por esta
razón fue prohibido en 13 países de la Unión Europea en el año 2003.14
Sin lugar a dudas, el empleo de agrotóxicos es otra de las formas que tiene el
agronegocio de matar.
El agronegocio impone los transgénicos
La introducción de nuevos transgénicos ligados al uso de nuevos agrotóxicos es
parte de la estrategia de las corporaciones, y ha estado a la orden del día
durante el año 2012.
El anuncio oficial de la presidenta argentina Cristina Fernández en el Council of Americas el 15 de junio del 2012 sobre las nuevas inversiones de Monsanto en Argentina preanunció lo que sería durante el resto de año una catarata de proyectos, anuncios e intentos de modificación de la legislación que marcó la agenda oficial y corporativa durante los meses siguientes.
Así fue que en agosto del 2012 el Ministro de Agricultura Norberto Yahuar
anunció junto a ejecutivos de Monsanto la aprobación de la nueva soja rr2
“Intacta”, que trae como novedad la acumulación de la resistencia al glifosato
con la producción de la toxina Bt. O sea que la única novedad es la conjunción
de las dos únicas características que la industria biotecnológica logró poner en
el mercado en 20 años de existencia.
Pero además de este anuncio existen aprobaciones y ensayos de campo de otros
transgénicos, entre los que destacan los de soja y maíz resistentes a nuevos
herbicidas, entre ellos el glufosinato y el 2,4 D. Andrés Carrasco, investigador
del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) de
Argentina planteaba hace pocos meses con claridad la problemática: “hay un
aspecto interesante a considerar en lo inmediato en la Argentina, es que 5 de
esos 10 eventos transgénicos aprobados, 3 de maíz y 2 de soja, combinan la
resistencia al glifosato con otra al glufosinato de amonio (un bloqueante de la
síntesis del aminoácido glutamina) para reforzar los efectos de aquel. La
necesidad de asociar en las nuevas semillas el glifosato con el glufosinato, da
cuenta de las inconsistencias de la tecnología de los transgénicos tanto en su
construcción como en su comportamiento en el tiempo.
Sin embargo, se sigue
huyendo hacia delante intentando remediar las debilidades conceptuales de la
tecnología transgénica, con soluciones que tienden a ser cada vez más
peligrosas”.15
En Paraguay, a pocos meses del golpe institucional, el Ministerio de Agricultura
aprobó el maíz transgénico que venía siendo resistido por las autoridades del
gobierno depuesto y que enfrenta un rechazo explícito y contundente por parte de
las organizaciones campesinas, debido a la amenaza que representa para las
muchas variedades locales de maíz cultivadas por pueblos indígenas y campesinos.
Así fue como en octubre del 2012 se aprobaron cuatro variedades de maíz
transgénico de Monsanto, Dow, Agrotec y Syngenta.16 Ya
en el mes de agosto el presidente de facto Franco había autorizado por decreto
la importación de semillas de algodón Bt-rr, probando claramente para quién
gobernaba.
En Brasil la escalada comenzó a fines del año 2011 cuando se anunció la
aprobación por parte de la CTNBio (Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad)
del primer frijol transgénico comercial “íntegramente desarrollado en Brasil” y
resistente al mosaico dorado del frijol. Este evento, por ser desarrollado por
una institución pública como el Embrapa y por poseer características distintas a
los transgénicos más difundidos (Bt y rr) fue utilizado como bandera pro
transgénica destacando su importancia “social y alimenticia”.17 Sin
embargo, su aprobación ha sido fuertemente cuestionada por funcionarios
públicos, la comunidad científica y la sociedad civil. Así es que Renato Maluf,
presidente del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea),
cuestiona su rápida liberación en respeto al principio de la precaución.
"Creemos que es una temeridad la prisa por liberar un producto que consumirá
toda la población y sobre el cual no tenemos certeza de seguridad alimenticia y
nutricional", lamentó. Mientras tanto, Ana Carolina Brolo, asesora jurídica de
la organización humanitaria Tierra de Derechos, coincidió con Maluf al indicar
que "fue una aprobación comercial que tuvo como característica la falta de
respeto a la legislación nacional e internacional de bioseguridad".18
El balance general es que la avalancha de nuevos transgénicos se ha intensificado y en la mayor parte de los casos la misma implica su cultivo ligado a agrotóxicos, en algunos casos los mismos que ya se están utilizando (glifosato fundamentalmente) y, en otros, la introducción de nuevos herbicidas aún más tóxicos y peligrosos (dicamba, glufosinato, 2,4 D). En Brasil el Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA), integrante de la Vía Campesina, denunció en abril del 2012 la pronta aprobación de semillas transgénicas de soja y maíz resistentes al herbicida 2,4 D.19 Estas mismas semillas ya se encuentran en etapa de experimentación a campo en Argentina.
El agronegocio se propone controlar de manera absoluta las semillas
La imposición de nuevas leyes de semillas también ha estado a la orden del día
en toda América Latina, pero tuvo en Argentina, y con una ligazón directa al
acuerdo con Monsanto antes mencionado, uno de los focos de acción más visibles y
activos. El mismo día del anuncio de la aprobación de la soja rr2 “intacta” el
Ministro de Agricultura anunció el envío de un Proyecto de Ley de Semillas para
que fuera tratado en el Congreso antes de fines del 2012.
El proyecto nunca se hizo oficialmente público, ni se sometió a un debate
amplio, si no que fue discutido a puertas cerradas dentro del Ministerio de
Agricultura por una parte de los sectores del agronegocio argentino. Sin
embargo, su contenido trascendió las fronteras del Ministerio y su análisis
permitió confirmar lo que ya se podía presumir luego del anuncio oficial: la
nueva Ley busca subordinar la política nacional de semillas a las exigencias de
la UPOV y las transnacionales.
El Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) denunció que “La ley propuesta
no protege los conocimientos ni la biodiversidad, sólo fomenta la privatización
y protege la propiedad sobre lo que es un patrimonio colectivo de los pueblos,
especialmente de las comunidades campesinas y los pueblos indígenas; abre las
puertas para que se profundice la expropiación y privatización de la
biodiversidad agrícola y silvestre de Argentina; ilegaliza o restringe
gravemente prácticas que han estado en vigencia desde los inicios de la
agricultura, como es el seleccionar, mejorar, obtener, guardar, multiplicar e
intercambiar semilla libremente a partir de la cosecha anterior; fortalece las
condiciones para que se profundice la introducción de nuevos cultivos
transgénicos y su expansión, al otorgar propiedad sobre variedades sin exigir
prueba efectiva de mejoramiento y en base a la simple expresión de un carácter y
otorga a las empresas semilleras el poder de policía, ya que deja en sus manos
el asegurar que las disposiciones de la ley se observen adecuadamente”.20
La movilización de diversos sectores logró que se postergara su presentación y
debate en el Congreso Nacional; pero la amenaza de su imposición permanece
latente.
Es muy claro que controlar este primer eslabón de la agricultura es uno de los objetivos principales de las corporaciones para de esta manera poder tener control sobre todo el sistema agroalimentario y garantizarse así un monopolio sin fisuras. Y también es claro que este control impacta de manera directa sobre los pueblos, impidiendo el ejercicio de la soberanía alimentaria y condenando al hambre a millones.
El agronegocio destruye los bosques
La deforestación en toda la región ha cobrado una escala dramática y aún con
medidas que intentan detenerla (como la Ley de Bosques en Argentina o las
regulaciones que se generan en Brasil) la misma no sólo no se ha detenido sino
que durante estos últimos años se ha intensificado, teniendo como principal
detonante el avance de la frontera agrícola (o el desplazamiento de la frontera
ganadera como consecuencia de lo anterior).
Un vez más, Brasil encabeza las posiciones con 28 millones de hectáreas de
pérdida neta de bosques para el período 2000-201021 con
una desaparición de 641.800 hectáreas de bosques amazónicos entre agosto del
2010 y julio del 201122 festejada
como un gran triunfo por las autoridades nacionales.
Las cifras para Argentina nos dicen que “entre 2004 y 2012 las topadoras arrasaron 2.501.912 hectáreas, el equivalente a 124 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires. Otra forma de decir lo mismo: en Argentina se arrasan 36 canchas de fútbol por hora. Los datos surgen del cruce de relevamientos oficiales y de oenegés. El último informe de la Secretaría de Ambiente de la Nación relevó el período 2006/2011 y contabilizó que se arrasaron 1.779.360 hectáreas de monte nativo”.23En Paraguay la situación es quizás una de las más graves en términos de porcentaje de deforestación: por un lado, la deforestación histórica en la región oriental que significó que entre 1945 y 1997 se perdiera el 76.3% de la cobertura boscosa original por su conversión a tierras para la producción agropecuaria.24 Y por otro, la actual deforestación en le región occidental (bosque chaqueño) donde el año 2011 culminó con una pérdida de 286.742 hectáreas de bosques, lo que superó en un 23% a la cifra de 232.000 hectáreas deforestadas durante 2010.25
Una mirada global a esta tragedia nos permite cobrar mejor dimensión de los que
está ocurriendo: un estudio publicado por la FAO en el año 2011 26 señala
que el promedio anual de pérdida neta de bosque en el período 1990 y 2005 es de
cerca de 5 millones de hectáreas (en el mundo), de los cuales 4 millones se
encuentran en Sudamérica.
Aquí también el agronegocio vuelve a matar: a los ecosistemas únicos de la
región y a todos los pueblos que durante milenios han vivido, crecido y
convivido con los bosques, cuidándolos y alimentándolos.
El agronegocio concentra la tierra en pocas manos
La concentración de la tierra es otro de los fenómenos que ha caracterizado los
últimos años de implantación de la soja transgénica en todo el Cono Sur. Países
en los que ya la concentración de la tierra era enorme vieron durante estos años
como esa concentración se profundizaba y se reducía el número de manos que la
controlaban.
Fue también Paraguay, uno de los países con peor distribución de la tierra en
América Latina, donde el impacto se hizo sentir más y hoy ostenta la
escalofriante cifra de un 2 % de los productores controlando el 85 % de la
superficie agrícola. Esta situación se agrava aún más cuando desde los países
vecinos - fundamentalmente Brasil, pero también Argentina- se está produciendo
una embestida sobre sus territorios para avanzar con el cultivo de soja
transgénica.
- En Paraguay, en el 2005, el 4% de los productores de soja manejaron el 60%
del total de la superficie con este cultivo.
- En Brasil, en el 2006, el 5% de los productores de soja manejaron el 59%
del total del área dedicada a ese cultivo.
- En Argentina, en el 2010, más del 50 % de la producción de soja estuvo
controlada por el 3% del total de productores, a través de extensiones de
más de 5.000 hectáreas.
- En Uruguay, en 2010, el 26% de productores controló el 85% del total de
tierras con soja. En ese mismo año, el 1% del total de los productores
tuvieron a su cargo el 35% de la superficie cultivada con soja.
El modelo impuesto ha significado una profunda transformación en la forma en que
se produce la concentración de la tierra ya que en la actualidad y en su mayor
parte la misma no es adquirida si no arrendada por los grandes productores. Por
otro lado, los productores ya no son personas físicas identificables sino pooles
de siembra alimentados en su mayor parte por grupos de inversión especulativos.
Las consecuencias para las comunidades locales, campesinos y pueblos indígenas son siempre las mismas: la expulsión de sus territorios, en muchísimos casos a través del uso directo de la violencia, como ya hemos compartido analizando otras facetas de este modelo.
Si bien las cifras de los expulsados son difíciles de evaluar porque no existen
estadísticas certeras para cada país y mucho menos a nivel regional, algunos
investigadores han encontrado, por ejemplo, que en Paraguay el avance de la soja
llevaría a una cantidad de familias campesinas expulsadas que alcanzaría el
número de 143 mil, más de la mitad de las 280 mil fincas con menos de 20
hectáreas registradas en el censo agropecuario de 1991 28como
consecuencia del avance de las soja para alcanzar las 4 millones de hectáreas
que el agronegocio se propone. Para Argentina este modelo ha generado un éxodo
rural sin precedentes que para el año 2007 ya suponía la expulsión de más de
200.000 agricultores y trabajadores rurales con sus familias del agro argentino
(26). En Brasil, desde la década de los años setenta del siglo XX la producción
de soja ha desplazado a 2,5 millones de personas en el estado de Paraná y a
300.000 en el de Río Grande do Sul.29
El agronegocio busca consolidarse como dictador en la República Unida de la Soja
El golpe institucional en Paraguay demuestra cómo el agronegocio, con las
corporaciones actuando junto a los terratenientes y cómplices a nivel nacional,
no se detiene frente a los avances y los límites, que aun tímidamente, intentan
instrumentar algunos gobiernos.
En Paraguay el gobierno del presidente Lugo, aún con minoría parlamentaria, intentó desde algunas áreas de gobierno (Ministerio de Salud, Ministerio de Medio Ambiente, Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas - Senave) poner límites a algunas cuestiones graves como lo son los impactos de las fumigaciones y la aprobación de nuevos transgénicos, en especial el maíz rr y el algodón Bt. También estableció un diálogo con las organizaciones campesinas en la búsqueda de frenar la histórica violencia existente en el campo fruto de la tremenda concentración de la tierra que existe en el país.Los poderosos sectores del agronegocio agrupados en la UGP (Unión de Gremios de la Producción), que cuenta con el apoyo de corporaciones como Monsanto y Cargill, desató una guerra contra las autoridades responsables de estas áreas, pidiendo su cabeza y amenazando y ejecutando acciones públicas en ese sentido.
La matanza de Curuguaty fue la excusa que encontraron para derrocar -de la mano
de sus aliados parlamentarios- al presidente Lugo en menos de dos horas de
sesión y así imponer sus intereses en todos los ámbitos.
Así fue como junto con el presidente Lugo salieron todos los funcionarios
comprometidos con estos procesos de cambio y rápidamente se impusieron las
medidas que el agronegocio pretendía: fin a los límites a las fumigaciones,
aprobación de nuevos transgénicos, promesas de cambio en la Ley de Semillas,
etc.
La reciente elección que consagró al empresario Horacio Cartés como nuevo
presidente llevando nuevamente al gobierno al partido Colorado fue el último
paso para consagrar la impunidad y el poder ilimitado del agronegocio.
Sin embargo, en el resto de los países de la región la situación - si bien no
presenta la cruda realidad de Paraguay- también es evidente la manera en que el
agronegocio establece las políticas públicas en las cuestiones referidas al agro
y la alimentación e interfiere en cualquier intento de modificación de las
mismas desde otras perspectivas diferentes a las de sus intereses corporativos.
Todo esto confirma algo que a nivel global se está haciendo evidente y que se
denuncia en todo el mundo: la democracia es incompatible con el dominio del
control corporativo y es necesario desmantelar sus estructuras para poder pensar
y avanzar en cualquier proceso de democratización que privilegie el bien común.
El agronegocio somete y coloniza a las instituciones de investigación y que regulan la ciencia y tecnología en cada paísLas universidades e institutos de investigación de toda la región, salvo honrosas excepciones, se encuentran colonizadas por el poder y los fondos de las corporaciones del agronegocio que las utilizan como engranaje para imponer sus transgénicos y sus modelos de producción industrializados.
Durante el año 2012 cobró estado público y fue denunciado por la sociedad civil
el acuerdo de Monsanto con el INIA (Instituto Nacional de Investigación
Agropecuaria) en Uruguay para incluir en el germoplasma de soja local que maneja
el instituto transgenes propiedad de la empresa.30 La
firma del acuerdo fue cuestionada por la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR),
la gremial que agrupa y representa a los productores familiares en la Junta
Directiva del INIA y por diversas organizaciones de la sociedad civil, entre
ellas REDES-Amigos de la Tierra. El convenio, no accesible al público, suscitó
un pedido de informes por parte de legisladores del Frente Amplio (FA).
También con posterioridad al golpe en Paraguay, el nuevo ministro de Agricultura
y Ganadería del país guaraní, Enzo Cardozo anunció que “Paraguay va a producir
su propia semilla transgénica que va a estar a disposición de todos los
productores”. La producción estaría a cargo del Instituto Paraguayo de
Tecnología Agropecuaria (IPTA), que recibiría “transferencia tecnológica” de
Monsanto, para la cual el gobierno comandado por el presidente de facto Federico
Franco pagaría un monto a convenirse.31
Pero Monsanto ya posee acuerdos de “cooperación” con instituciones públicas en Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil desde mucho antes de esta última avanzada y las utiliza como mano de obra barata para sus investigaciones y como cadena directa para realizar la “extensión rural” de sus transgénicos. De la misma manera muchos de los funcionarios políticos actúan como brazo ideológico de las corporaciones en sus intentos de imponerse, siendo un caso paradigmático el del Ministro argentino de Ciencia y Tecnología Lino Barañao, que no pierde ocasión para ejercer su descarado lobby pro-transgénico.
El agronegocio es una forma más de extractivismo que está saqueando los
territorios
La agricultura industrial es una actividad extractivista porque sus principios
se basan en considerar a los suelos un sustrato inerte del que se extraen
nutrientes (proteínas y minerales) sobre la base de la utilización de tecnología
y productos químicos sin respetar a los suelos como organismos vivos ni reponer
los nutrientes extraídos de forma natural.
Este extractivismo se expresa de manera brutal con el cultivo de soja
transgénica pues ni el discurso de la “siembra directa” puede encubrir la cruda
realidad de que la soja no devuelve ni remotamente la cantidad de nutrientes que
extrae a los suelos, ni puede la siembra directa sostener la estructura y
capacidad de retención de agua de los mismos.
Ya en otros documentos hemos compartido la forma en que en Argentina se están
degradando los suelos y se están extrayendo millones de toneladas de nutrientes
y miles de millones de litros de agua.32
Veamos algunas de las cifras concretas solamente para Argentina (los
valores no están disponibles para los otros países):
El monocultivo de soja repetido año tras año en los campos produce una
intensa degradación de los suelos con una pérdida de entre 19 y 30 toneladas
de suelo en función del manejo, la pendiente del suelo o el clima.
La soja produjo durante la temporada 2006/2007 (con una producción de
47.380.222 toneladas) una extracción neta de:
- 1.148.970,39 toneladas de nitrógeno,
- 255.853,20 toneladas de fósforo,
- 795.987,73 toneladas de potasio,
- 123.188,58 toneladas de calcio,
- 132.664,62 toneladas de azufre y
- 331,66 toneladas de boro.
También cada cosecha de soja que se exporta se lleva 42 mil quinientos
millones de metros cúbicos de agua por año (datos de la temporada
2004/2005).
El agronegocio actúa en complicidad con los grandes medios masivos de
comunicación
Todo este proceso de imposición cuenta en toda la región con un aliado poderoso:
los medios de comunicación corporativos y dominantes que actúan como brazo
comunicacional incondicional del agronegocio (la única condición son la
millonarias publicidades con que se llenan páginas y horas de radio y
televisión).
Los mecanismos con los que funciona esta alianza se reducen a algunos
lineamientos básicos que podemos resumir en:
- La ponderación absoluta de la agroindustria como panacea para la producción de
alimentos creando una ligazón absoluta con el “progreso”, el “desarrollo” y el
bienestar de la sociedad.
- La cooptación del discurso del desarrollo sustentable para convertir, desde la
propaganda, en “sustentable” cualquier iniciativa desde miradas parciales y
fragmentarias.
- La negación absoluta de todo debate o información sobre las luchas sociales de
resistencia, los debates científicos o económicos o los impactos en las
comunidades y en el ambiente.
- La estigmatización y criminalización de los movimientos y organizaciones
sociales mostrándolos como “subversivos”, violentos, antisociales o “atados al
pasado”.
Quizás uno de los países donde esta alianza es más evidente es en Paraguay,
donde la mencionada UGP está vinculada al Grupo Zuccolillo, dueño del poderoso
diario ABC Color que fue uno de los medios desde donde se montó la campaña
golpista contra Lugo. Zuccolillo es además presidente de la Sociedad
Interamericana de Prensa SIP.33
Y por si esto fuera poco: el agronegocio cambia el clima
El vínculo entre la Crisis Climática que estamos sufriendo a nivel global y la
agricultura industrial se halla ampliamente demostrado y presenta cifras
alarmantes: como mínimo, entre el 44 y el 57 % de los Gases de Efecto
Invernadero (GEI) se deben a la cadena de producción agroindustrial en sus
distintas etapas.
Es evidente que un territorio donde la agricultura industrial se ha impuesto de
manera brutal tiene que ser uno de los principales contribuyentes a esta crisis
global. Pero también resulta evidente en toda la región que la conjunción de los
problemas globales con aquellos regionales tal como la deforestación están
trayendo consecuencias gravísimas, que se sufren en las zonas rurales con
extensos periodos de sequía y ciclos de inundaciones, y en las ciudades con
lluvias, fenómenos climáticos extremos e inundaciones para los cuales no existe
infraestructura capaz de contener y cuyas principales víctimas son justamente
los expulsados del campo.
Consideraciones finales
Esta dramática realidad encuentra en toda la región una amplia y articulada
movilización que está enfrentando el despojo desde la resistencia local, la
movilización, la denuncia pública, la construcción de alternativas y la lucha en
todos los frentes posibles que van desde las vías legales hasta la desobediencia
civil y la recuperación de territorios por parte de las comunidades despojadas.
Si bien es cierto que existe aún una gran fragmentación de las luchas sociales,
también es una realidad que ninguna de ellas se queda en el análisis, en la mera
lucha puntual, sino que se está construyendo una mirada integral que pone a la
soberanía alimentaria en el centro de las luchas y a la autonomía y el bien
común como horizontes.
Esperamos que este A Contrapelo sume una semilla a los nuevos cultivos y
culturas que en el Cono Sur están germinando.
El ataque del poder real -gestionado por CFK- se profundiza con el fracking sólo gran negocio de corto plazo de las petroleras y de buitres financieros como George Soros. Es hora de atender a las organizaciones en resistencia al extractivismo. Escuchemos qué nos explica:
Documento de la
Asamblea Permanente del Comahue por el Agua
Sábado 11 de octubre Día Mundial en Contra del Fracking.
Movilización nacional simultánea en contra de la nueva ley nacional de hidrocarburos
Movilización nacional simultánea en contra de la nueva ley nacional de hidrocarburos
En un escenario mundial donde la carrera a los recursos hidrocarburíferos esta
desencadenando guerras, Argentina cumple con los objetivos geopolíticos que le
imponen las potencias del mundo: extracción de hidrocarburos NO convencionales,
producción de monocultivos transgénicos y extracción tóxica de metales,
fundamentales para la industria bélica de las potencias, que hacen la guerra
para enriquecerse ilícitamente al costo del derramamiento de la sangre de los
inocentes.
Según las palabras de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner: “El modelo
argentino no ha sido un mal negocio para Washington…”
Es por esto que nos paramos frente a la nueva LEY DE HIDROCARBUROS que LEGALIZA
el FRACKING en este País y que sólo apunta a favorecer la acumulación de
capitales financieros alrededor de la explotación de los yacimientos no
convencionales.
El argumento del autoabastecimiento energético y del desarrollo que nos venden
las industrias extractivas se cae frente al argumento de la vida sostenible,
salubre y plena que demandan las voces de las comunidades del mundo.
El fracking atenta contra la vida toda y pone principalmente en riesgo las
reservas de AGUA DULCE, EL SUELO Y EL AIRE, indispensables para el desarrollo de
la vida y la obtención de alimentos saludables. Este gobierno será responsable
frente al pueblo argentino y frente a la población mundial de la salud y la vida
de esta y de las próximas generaciones.
Las asambleas socioambientales de Argentina, formamos parte de un movimiento que
viene resistiendo a la POLITICA (NEO) EXTRACTIVISTA a la que este gobierno ha
dado vía libre, convirtiéndola además en su política de Estado.
Esta resistencia a los agronegocios y a la megaminería, hoy levanta la voz para
decir una vez más ¡NO a la HIDROFRACTURA!!
En Argentina, como en el resto del mundo, la sociedad conoce los daños
irreversibles que ocasiona la extracción de los NO CONVENCIONALES, un proyecto
ecocida diseñado por las multinacionales del petróleo que gobiernan y tiene como
títeres a los funcionarios de esta PSEUDO – DEMOCRACIA, en la que han sabido
poner a sus emisarios, como Galuccio, que administra desde y para empresas como
SCHLUMBERGER.
En Argentina la RESISTENCIA POPULAR es un hecho consumado, que los gobiernos se
niegan a aceptar.
– Más de 40 CIUDADES y DEPARTAMENTOS ya han declarado a sus JURISDICCIONES
LIBRES de FRACKING.
– Se ha detenido el avance de proyectos hidrocarburíferos como “EL TRÉBOL”, en
la provincia de Chubut y están cuestionadas las explotaciones en la Reserva
Natural Protegida Auca Mahuida en la provincia de Neuquén.
– Se ha obligado en Allen, en la Provincia de Rio Negro, a empresas como APACHE
e YPF, a paralizar la producción (ocasionándoles perdidas por miles de dólares)
a causa de los incidentes debido a las maniobras irresponsables ignorados los
organismos de fiscalización del gobierno provincial gracias a la FALTA de
CONTRALOR.
– Se ha difundido y profundizado las noticias referidas a incidentes por
FRACKING, como las PÉRDIDAS de las PASTILLAS RADIACTIVAS en Neuquén por parte de
HALLIBURTON.
– Se ha apoyado a las comunidades mapuche afectadas directamente por derrames,
explosiones de pozos y de destilerías y a la vez criminalizada por defender su
territorio ancestral. Estas mismas han aportado conciencia en las poblaciones
locales, acerca de los peligros para la vida que representa el fracking.
-Se han organizado manifestaciones públicas de las comunidades afectadas y las
que lo serán.
Esto ha obligado tanto al GOBIERNO NACIONAL (& POPULAR) como al GOBIERNO
PROVINCIAL DE NEUQUÉN a hacer uso de la REPRESIÓN como herramienta para defender
y lograr sus propósitos, tal lo ocurrido en la legislatura neuquina, el 28 de
agosto de 2013 durante el acuerdo YPF-CHEVRON, hecho que visibilizó lo que viene
ocurriendo con las comunidades mapuces de la Patagonia (Gelay- Ko y Winkul Newen),
y la CRIMINALIZACIÓN y JUDICIALIZACIÓN de las luchas en ENTRE RÍOS donde hay
asambleas perseguidas y violentadas por la “justicia” y la obediencia “debida”
de la Gendarmería Nacional, ambos organismos abusadores de poder.
Saqueo y represión son las dos caras de la moneda nacional que se alinean al
plan de militarización en todos aquellos lugares donde se hallan bienes
naturales como metales, hidrocarburos, agua y extensiones territoriales y que
trabaja para bifurcar normativas y darle garantía jurídica y blindaje a las
corporaciones.
La reciente reforma del Código Civil y Comercial es un claro ejemplo de esto.
Elimina el art.241 concerniente al agua potable como derecho humano. Con esto el
Estado ya no es responsable de garantizar este elemento vital a la población, y
el agua deja de ser un bien común, para ser entregada a los proyectos
extractivistas.
El fracking es esencialmente violento y destructor, vulnera no sólo los derechos
humanos, sino también los derechos de la naturaleza. Afecta a la salud humana
por contaminación que genera, y van a ser muchos los casos parecidos a aquel de
CRISTINA LINKOPAN, longko de la comunidad Gelay-ko, fallecida por hipertensión
pulmonar. Así mismo se generará el desplazamiento de las comunidades originarias
de los territorios ancestrales, y la persecución y la muerte de los líderes
comunales que no están dispuestos a negociar la vida a cambio de pocos
beneficios.
En el mes del Octubre Azul, y en el DÍA INTERNACIONAL EN CONTRA DEL FRACKING
llamamos a hacer consciente la necesidad del CUIDADO y la DEFENSA del AMBIENTE
que HABITAMOS y del que SOMOS PARTE.
La conexión e interdependencia entre TIERRA -AGUA -AIRE y VIDA,
es el fundamento inalienable para protegerlos.
La lucha en contra del fracking no puede pasar por las negociaciones entre
sectores.
¡¡La vida y el agua de los pueblos no se negocian!!
¡¡Las asambleas decimos no es no!!
¡Las negociaciones y “regulaciones” quieren decir SI!
¡¡Bajo ningún argumento ni beneficio se puede negociar la vida!!
¡¡Las asambleas decimos no es no!!
¡Las negociaciones y “regulaciones” quieren decir SI!
¡¡Bajo ningún argumento ni beneficio se puede negociar la vida!!
Las asambleas convocamos a manifestarnos en alerta y movilización permanente
ante los riesgos que implica la aprobación del proyecto de ley de hidrocarburos
que se tratará en el Congreso de la Nación la próxima semana. Llamamos a estar
alerta ante esta negociación para salir juntos a las calles
Sábado 11 de octubre Día Mundial en Contra del Fracking. Desde las 15 horas en
los territorios en resistencia y exigir:
¡¡Que se reincorpore ya el ex art. 241 en el nuevo Código Civil y que el agua vuelva a ser un derecho humano fundamental!!
¡¡Que se apruebe la moratoria al fracking! y ante todos los proyectos extractivos que atentan contra la vida presente y futura!!
¡¡Que se anule el decreto inconstitucional, genocida n° 929/13 del poder ejecutivo nacional!!
¡¡Que se haga público el contenido del acuerdo Chevron-YPF!!
¡¡Que la genocida Chevron y todas las multinacionales asesinas se vayan de nuestros territorios. ¡¡Que YPF deje de hacer fracking!!
¡¡Que sean removidos de la justicia todos los que resuelven a favor de la muerte y la avaricia!!