sábado, 9 de diciembre de 2017

Situémonos, abajo y a la izquierda, en que la crisis civilizatoria en la cual el capitalismo nos subsumió nos exige generalizar la percepción (conocer y posicionarse) respecto a:

La actualidad de la Revolución
28 de octubre de 2017

Por Renán Vega Cantor  (Editorial de la Revista CEPA)
1
En noviembre de 2017 se cumple el primer centenario de la revolución rusa, que sacudió al mundo entero y cuyos efectos transformaron la historia de la humanidad. Con motivo de este acontecimiento es necesario reflexionar sobre la actualidad de la revolución anticapitalista.
El vocablo revolución se originó en la astronomía, del latín “revolutio”, y significa el movimiento de los astros en torno a su eje en forma mecánica, monótona y siempre igual. El término en su sentido socialista quiere decir lo contrario: el cambio radical de la civilización capitalista, para interrumpir abruptamente la inercia de la explotación, la desigualdad y la injusticia.

Después de 1917, la revolución fue asociada a la modificación del modo de producción capitalista, puesto que la llegada de los bolcheviques al poder en la Rusia zarista se planteó a partir de un proyecto anticapitalista y de la instauración de una nueva forma de organización social.

La experiencia rusa nutrió luchas anticapitalistas en los cinco continentes. Los grandes acontecimientos del corto siglo XX (1914-1991) están ligados en forma directa o indirecta al impacto de la Revolución Rusa, o, dicho de una forma más contundente, al miedo que generó entre las clases dominantes y a las esperanzas que suscitó entre los explotados y desvalidos. Sin ese doble impacto es imposible entender el efecto de la Revolución Rusa. Al miedo está asociado el anticomunismo, el fascismo, las dictaduras criminales de extrema derecha, la tortura y la defensa del “mundo libre” por parte del imperialismo estadounidense y sus siervos. Al miedo está vinculado el diseño del Estado de Bienestar que, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, se construyó en ciertos países de Europa para evitar la revolución. Por eso, en Europa occidental se decía, en son de broma, que cada misil exitoso que se probaba en la URSS implicaba el aumento automático del salario de los trabajadores de ese continente.
Ese miedo rebotó en la propia Rusia, y luego en la URSS, desde el “comunismo de guerra” y la guerra civil (1917-1921) que ensangrentó a la naciente revolución y dejó una huella permanente durante toda la historia de la URSS, hasta su vergonzosa disolución en 1991. Ese miedo ayuda a entender, aunque no es desde luego la única razón, la creciente burocratización, la lógica policial, la represión y persecución de los contradictores políticos, el estado de excepción permanente, que impidieron que en la URSS se consolidara un sistema socialista y, a la larga, daría al traste con este primer proyecto anticapitalista.

En cuanto a la esperanza se refiere, la Revolución Rusa abrió el camino a grandes transformaciones en el siglo XX en la que se destacan el ciclo de revoluciones en diversos países (China, Cuba, Vietnam, Nicaragua…) y los movimientos anticoloniales y de liberación nacional. La recepción de Revolución Rusa impulsó luchas de trabajadores, campesinos y sectores plebeyos en repetidas ocasiones desde finales de la década de 1910, impulsando conquistas sociales y democráticas en diversos lugares. En ese sentido, la revolución de octubre inauguró un nuevo continente en la historia de la humanidad: el de la igualdad, algo que no había planteado en el terreno práctico la Revolución Francesa de 1789, aunque esa palabra figurara en su eslogan más famoso: “Libertad, igualdad, fraternidad”. En 1917 se plantea por primera vez un programa conducente a alcanzar la igualdad, y ese objetivo fue un extraordinario incentivo movilizador de los pobres y trabajadores, como se observa con la historia del movimiento obrero y socialista mundial.

Como al final se impusieron los propagadores del miedo y no de la esperanza, en la memoria de la humanidad ha quedado la interpretación sesgada y unilateral de los ganadores (representados en el capitalismo), que dice que el proyecto socialista sólo es una suma de crímenes y fracasos, queriendo borrar de la memoria colectiva de la humanidad las luchas anticapitalistas. La dramática y contradictoria historia del proyecto socialista y revolucionario en el siglo XX, podría describirse con las palabras del escritor inglés Charles Dickens: “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto”.
2
Entre 1989 y 1991 se derrumbó el socialismo burocrático que se había erigido en la URSS y en Europa oriental. Como resultado de ese proceso se anunció el fin de la historia y se proclamó que el capitalismo había salido ganador por la pretendida superioridad intrínseca de la “economía de mercado” y se empezó a presentar como sinónimo de democracia parlamentaria, a la usanza de los Estados Unidos. Lo que vino enseguida, y se ha prolongado en sus rasgos dominantes hasta el día de hoy, fue el desmantelamiento de las conquistas sociales que tenían los trabajadores y habitantes de la URSS y los países de socialismo burocrático, lo que significó la privatización de las propiedades públicas, la mercantilización generalizada, la corrupción rampante y la conversión de esos territorios en Repúblicas bananeras, plegadas a los dictámenes del capitalismo internacional. La desaparición de la URSS no solo vino acompañada de terribles retrocesos para los pueblos que habitan ese territorio, sino que sus efectos negativos se extendieron por el planeta entero, ya que el capitalismo en su versión neoliberal se impuso en los cinco continentes, arrasando con todo aquello relacionado con conquistas o logros sociales de la población y de los trabajadores.

El triunfo del capitalismo ha universalizado sus contradicciones y miserias, entre las cuales sobresale la desigualdad a escala interna de los países y en el plano mundial. Desaparecido el “enemigo comunista”, el capitalismo mundial se quitó la careta socialdemócrata que lo cubría, y se dio rienda suelta a una acumulación sin freno, que ha tenido como consecuencia alcanzar los parámetros más aberrantes de desigualdad y acelerar la destrucción de la naturaleza, como en ningún otro instante en la historia. Por supuesto, tales no eran los anuncios del triunfante capitalismo en 1989 y 1991, pues en ese momento se predijo una época de prosperidad y esplendor para la humanidad entera, al entrar en la órbita de la producción y consumo capitalistas, y se vaticinó que la democracia a secas vendría como complemento a la imposición de la economía de mercado y se anunció una especie de paz perpetua tras la desaparición de la URSS. Nada de eso se ha producido. Hoy se ha generalizado la desigualdad, que es resultado de la explotación intensificada de la clase que vive del trabajo, en los nuevos países industrializados y las zonas de maquila y ensamblaje que se encuentran desperdigadas por la tierra.

En cuanto a la democracia nunca ha llegado en el sentido profundo del término y simplemente se impusieron las mal llamadas “elecciones libres”, muy al estilo estadounidense, sin que eso signifique cambios importantes para la vida de la población pobre y trabajadora, que solo tiene libertad para escoger, cada cierto tiempo, a los verdugos que le van a cortar el cuello.
La paz perpetua se convirtió en la guerra permanente, auspiciada por los Estados Unidos desde 1989, cuando invadió sangrientamente a Panamá, dejando miles de muertos a su paso. En los últimos 28 años se han presentado más guerras de conquista y agresión por el imperialismo que las que se presentaron durante la Guerra Fría.
Esto en cuanto a las falsas promesas del “nuevo orden mundial”. Y las cosas se agravan al considerar la magnitud de la crisis civilizatoria por la que atravesamos, con la quiebra del modelo de civilización del capital. Uno de los síntomas de ese quiebre civilizatorio se evidencia con la destrucción de los ecosistemas, la sexta extinción de especies que está en marcha (la quinta fue hace sesenta millones de años), la contaminación de aguas, la deforestación y el “cambio climático”. En suma, el capitalismo pretende superar los límites naturales con el fin de garantizar un crecimiento infinito y una acumulación de capital exponencial, y con esa vana pretensión pone en peligro la supervivencia de la humanidad. 
3
Pese a las contradicciones del capitalismo, sus defensores y apologistas han logrado imponer el ideologema de que el capitalismo es insuperable, es el fin de la historia, y sólo hay que saberse adaptar porque aquél forma parte de la naturaleza humana. Así las cosas, ya no hay cabida para la revolución, sino adaptación al capitalismo triunfante. Se ha dicho hasta el cansancio, por parte de diversos círculos ligados al orden del capital, que la revolución es un imposible, puesto que el capitalismo es insuperable y expresa la condición humana, pretendidamente egoísta, competitiva y depredadora y las experiencias revolucionarias en el siglo XX han demostrado el fracaso de un proyecto que intente ir más allá de la dominación del capital. Otros, ligados a diversas tendencias del pensamiento posmoderno, sostienen que la misma idea de revolución es inadecuada porque es un constructo moderno y eurocéntrico, que no sería válido ni aplicable en la actualidad, y porque además tendría una fuerte carga progresista.

Estos reparos eluden el problema de fondo: hay una relación social que se ha hecho dominante a nivel mundial, gústenos o no esa es otra cosa, en las últimas décadas: el capitalismo. Y esa relación social ha llegado hasta el último rincón del mundo periférico, como se muestra en las comunidades indígenas de nuestra América. Esa extensión ha ido acompañada de la generalización de sus características destructivas, de seres humanos y naturaleza. Y ese afán fáustico de acumulación y crecimiento irrefrenables ha puesto en peligro la existencia de la propia humanidad, empezando por los más pobres entre los pobres. Si así son las cosas, es un contrasentido suponer la continuidad indefinida del capitalismo, ya que junto con la explotación intensificada de hombres y mujeres, impulsa un incontenible desarrollo de las fuerzas productivas, convertidas en fuerzas destructivas, que nos conducen al abismo, como lo pone de presente el mal llamado cambio climático.

Un segundo aspecto que debe subrayarse radica en enfrentar los antivalores del capitalismo, que se han convertido en un nuevo sentido común, como si fueran una característica inherente a la naturaleza humana: la competencia, el egoísmo, el individualismo, el despilfarro, el desprecio por el dolor de otros seres humanos y animales, la desigualdad, la lucha desenfrenada por acumular y consumir, la prepotencia de alcanzar ganancias y presumir por el lujo y el consumo suntuario. Esto obliga a pensar en un cambio civilizatorio que vuelva a reivindicar los valores de la igualdad, de la fraternidad, de la ayuda mutua, de la solidaridad, del ser sobre el tener, de la frugalidad, del respeto por la naturaleza, de la desmercantilización… Y la lucha por estos valores humanos exige plantearse la urgencia de transformar la civilización capitalista.

En estas condiciones, la revolución es más actual y necesaria que en 1917. La revolución no es un sueño, puesto que se apoya en las contradicciones internas del capitalismo, en la lucha de clases que se desenvuelven en su seno, en los intereses de los oprimidos, en la destrucción ambiental que destruye las condiciones naturales y en la demostración práctica de que el capitalismo produce una desigualdad insoportable que genera opulencia y despilfarro para una exigua minoría, mientras arrasa con pueblos y ecosistemas a una escala nunca antes vista en la historia.

Aquí cobra una impresionante actualidad la noción de revolución del pensador alemán Walter Benjamin, cuando proclamó que las revoluciones son antiprogresistas porque rompen en la práctica con la ilusión de un progreso ascendente, lineal y acumulativo, y haya sostenido:Marx había dicho que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero quizás las cosas se presentan de otra manera. Puede ser que las revoluciones sean la mano con la que la humanidad acciona los frenos de emergencia”. Hoy es necesaria la revolución para detener la catástrofe planetaria que genera el capitalismo, que destruye lo que encuentra a su paso -hombres, mujeres, niños, animales, bienes naturales-, a nombre de un idolatrado progreso tecnológico, el cual se sustenta en la búsqueda de ganancias para una minoría y en la generalización de la explotación de los trabajadores.
El socialismo debe ser arrancado de la mitología del progreso y de una visión teleológica de la historia.

En esa medida es una posibilidad y una imperiosa ruptura para la humanidad, pero eso no quiere decir que sea ineluctable. Es una necesidad social, ecológica y moral, una búsqueda racional, una utopía concreta que fundamenta nuestras luchas y nuestra razón de existir. Hay que seguir luchando aunque el enemigo haya vencido, como decía Bertolt Brecht.

Las revoluciones del siglo XXI serán distintas a las del siglo XX, porque ellas deben incorporar tanto los clásicos problemas generados por el capitalismo, sustentados en la contradicción capital-trabajo, como en los nuevos problemas, entre los que sobresalen la destrucción de la naturaleza y el predominio del patriarcado. Y en esta lucha son importantes tanto el pasado como el futuro. El pasado para recuperar la memoria de las luchas de los oprimidos de todos los tiempos, entre ellos los revolucionarios del siglo XX que lucharon por instaurar un orden anticapitalista. El futuro es abierto e impredecible, como impredecibles serán las revoluciones que se sucedan. Para cerrar, resulta adecuado hoy recordar las palabras de Voltaire, que tras el terremoto de Lisboa en 1755, afirmó: “Decir que todo está bien, tomado en un sentido absoluto y sin la esperanza de un futuro, no es más que un insulto a los dolores de nuestra vida”. Algo aplicable al mundo de hoy, donde solo un cínico puede sostener que todo va bien, con el capitalismo realmente existente, cuando lo único claro es que si las cosas siguen como van, al final nos espera el precipicio, salvo que los oprimidos del mundo digan basta ya e inicien la construcción de un nuevo orden civilizatorio que vaya más allá del dominio del capital.
Editorial de la Revista CEPA, No. 25, 2017, publicada en Bogotá.
·                                 

lunes, 4 de diciembre de 2017

Situémonos en la maximización del acaparamiento económico territorial por la alianza de capitales y estados imperialistas con los locales mediante la expansión de los extractivismos durante más de una deKada y el gobierno de Macri la profundiza.


  Veamos a qué país
 
 nos condujo el
 
 capitalismo.
 
Pensemos cuán distinto objetivo era el de la Revolución Rusa al constituir la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Partamos de ejemplificar la perversión o la lógica gran capitalista del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner mediante la planificación de la superexplotación de Vaca Muerta.
La historia comienza con la modelación de un amplio consenso mediante la parcial recuperación de YPF en 2012 donde por segunda vez se patentiza el pensamiento mágico de una importante mayoría popular. Durante la primera se afianza el liderazgo del matrimonio K pese a su historia de enriquecimiento como abogados aprovechando la circular 1050 de la dictadura genocida y luego como  sátrapas de la provincia de Santa Cruz. En la segunda la mayoría popular desconoce u olvida que los K fueron protagonistas principales en la privatización de YPF ni averigua la falsedad de descubrimiento de Vaca Muerte por Repsol. Tampoco la mayoría popular repara en la designación de Miguel Galuccio plenamente conectado a Schlumberg, oligopolio estadounidense con la tecnología del fracking. Reflexionemos sobre:

Yacimientos no convencionales, olor a Vaca Muerta
26 de noviembre de 2012

Por Hernán Scandizzo / OPSur

 En diciembre de 2010 la empresa YPF –todavía controlada por Repsol- anunció el descubrimiento de un mega-reservorio de shale gas en la formación Vaca Muerta, en Neuquén. La compañía estimó el potencial del yacimiento en 4,5 billones de pies cúbicos (TCFs). Poco después el gobierno neuquino aclaró que esa era la punta del iceberg, ya que en el subsuelo de la provincia se alojarían 257 TCFs, es decir, un tercio del potencial de gas de yacimientos no convencionales del país.
A partir de ese anuncio en torno a Vaca Muerta, y las especulaciones sobre el potencial de esa formación, las autoridades públicas y el sector empresario presentaron a los no convencionales como la única alternativa para superar la crisis energética y proclamaron el comienzo de una era dorada para los combustibles fósiles en el país. La buena nueva era respaldada por un estudio de la Administración de Información de Energía de Estados Unidos, que sostiene que el potencial argentino de gas de yacimientos no convencionales es de 774 TCFs, sólo superado a nivel mundial por China (1.275 TFCs) yEE.UU. (862 TFCs).
Tal es la relevancia adquirida por estos reservorios en el país que ocuparon un lugar central en la Ley de Soberanía Hidrocarburífera, promovida por el Poder Ejecutivo Nacional en abril pasado. Dicha norma no sólo planteó la expropiación del 51% de las acciones de YPF, en manos de Repsol, sino también alcanzar el autoabastecimiento y la generación de saldos exportables a partir de la explotación de no convencionales. Es decir, mantener a los combustibles fósiles como fuente principal de generación de energía –más allá de que la crisis climática global demande avanzar hacia fuentes limpias y renovables- y consolidar el modelo exportador de materias primas –que hoy se manifiesta a través del agro-negocio y la mega-minería. Emiratos sudacas…
------
Un fetiche llamado Vaca Muerta
30 de julio de 2014
La referencia a esta formación de esquistos, en los últimos tiempos, se ha vuelto cotidiana tanto en Neuquén como en el ámbito nacional. Las fantasías de vastos sectores de la dirigencia política y del mundo corporativo están depositadas en ella; incluso despierta apetitos más allá de las fronteras argentinas. El intento de concretar esas fantasías pone en tensión concepciones como soberanía, participación popular y democracia, e interpela sobre el significado que el medio ambiente y su cuidado tiene para la dirigencia del país.

Por Hernán Scandizzo

La Agencia de Información de Energía de EE.UU. estimó, en 2013, que las formaciones de esquistos Vaca Muerta y Los Molles concentran un potencial de recursos recuperables de gas de 582 billones de pies cúbicos (TCF, trillones según la nomenclatura estadounidense). Es decir, más de la mitad de lo que ese organismo le adjudica a la Argentina, 802 TCF, y más de un tercio de lo que proyecta para Sudamérica, 1431 TCF. Independientemente de cuán creíbles sean los números difundidos por Washington, éstos las posicionan en el mercado energético global. Actualmente Vaca Muerta es considerada el área prospectable de esquistos más importante fuera de Norteamérica. Justamente, es a partir de esa caracterización que se dan las pujas entre el gobierno nacional y el de Neuquén –que tiene el dominio sobre la mayoría de estos recursos y porciones menores comparten Mendoza y Río Negro-, y se desarrollan las negociaciones con gobiernos extranjeros y organismos financieros y entre el sector público, las corporaciones petroleras e YPF -que en los hechos queda a mitad de camino.

Desde la agitada primera mitad de 2012, que culminó con la intervención de YPF y la sanción de Ley de Soberanía Hidrocarburífera, el escenario sigue sometido a constantes vaivenes. Aprobada la norma por amplia mayoría en ambas cámaras, el Estado no sólo recuperó el control de la petrolera, al expropiar el 51% de las acciones en poder de Repsol, sino que anunció el retorno a una concepción estratégica de los hidrocarburos, enfocada en las necesidades e intereses del país y divorciada de las imposiciones del mercado. Si bien no se volvió al momento previo a la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales ni se desmanteló todo el esquema de los ´90, se avanzó en quitarle a las empresas la libre disponibilidad sobre el recurso y en devolverle al Estado nacional el protagonismo en la planificación de un sector fuertemente trasnacionalizado. Al menos los discursos, y algunas acciones, como el decreto 1277/12 que reglamenta la Ley de Soberanía Hidrocarburífera, iban en ese sentido (OPSur, 14/08/2012).

Sin embargo, a poco andar, la balanza comercial energética cada vez más deficitaria, debido al incremento de las importaciones, y los fuertes condicionamientos que las corporaciones imponían para asociarse con YPF –libre disponibilidad, aplicar la cotización internacional al mercado interno y liquidación de divisas en casa matriz- minaron la intransigencia arropada de nacionalismo petrolero. El pragmatismo se abrió paso y en ese contexto Miguel Galuccio, presidente y CEO de la petrolera parcialmente nacionalizada, debutó como nexo entre los intereses corporativos y los de la empresa controlada por el Estado, que no necesariamente son los del país. Hizo lobby no sólo para que a través de programas como Plan Gas se aumente el precio en boca de pozo, sino también para que los incrementos lleguen a los surtidores y, además, para que el precio interno del crudo se acerque a la cotización internacional. El objetivo de esta transferencia de renta al sector privado -que funcionó para inyectar dinero en la petrolera de bandera- era reactivar la producción, ya que respondía a la demanda de mejores condiciones planteadas por las corporaciones, sin embargo sólo YPF aumentó los niveles de extracción (Página/12, 14/04/2014).
La imposibilidad de revertir a través de YPF la caída de la extracción de crudo y de gas, que se arrastran desde 1998 y 2004, respectivamente, mostró los límites de la expropiación de las acciones de Repsol, ya que la petrolera de bandera concentra poco más del 30% de la producción argentina. Por otra parte, las dificultades para conseguir socios financieros para avanzar en la explotación de Vaca Muerta, planteada por el Gobierno Nacional como la única vía para lograr el autoabastecimiento, se transformaron en un cuello de botella que se decidió sortear sacrificando letras del término soberanía. Así se alcanzó el acuerdo con Chevron para el desarrollo de un piloto para explotar el área Loma Campana.

Este acuerdo fue precedido por la firma de los decretos 927 y 929, que modifican el marco regulatorio para la actividad hidrocarburífera. A través del primero se quitaron o redujeron considerablemente aranceles a la importación de tecnología e insumos que directa o indirectamente estén vinculado al desarrollo de yacimientos no convencionales. Mientras que el segundo remontó el camino de los ’90: tanto para los proyectos convencionales como no convencionales que inviertan más de U$S 1000 millones, a partir del quinto año, pueden exportar el 20% de la producción a precio internacional, libre de aranceles, y liquidar en casa matriz las divisas obtenidas; en caso de no autorizarse la exportación, ese porcentaje de la producción puede venderse en el mercado interno en idénticas condiciones.
Sin embargo el nuevo marco regulatorio no fue seguido por la andanada de inversiones esperadas, de momento sólo YPF/Chevron se acopló. Ante el poco interés despertado el Gobierno Nacional y los gobernadores de las provincias petroleras discuten la posibilidad de reducir el monto de inversión a U$S 250 millones e incrementar los beneficios, permitiendo la liquidación de total de utilidades en casa matriz. Pero antes de avanzar en ese debate conviene puntualizar otras decisiones que lo precedieron. Una de las más relevantes es el cierre del proceso expropiatorio con Repsol, con el que se intentó dar una señal clara al mercado de la vocación argentina de respetar las reglas y, en términos prácticos, poner fin a las ofensivas de la compañía española, que había iniciado demandas en diferentes tribunales, incluso ante el CIADI, y presionaba con acciones similares a las empresas que se asociaran con YPF. Más allá de la pirotecnia desplegada al momento de la expropiación, en la que voceros del oficialismo plantearon la posibilidad de no pagar indemnización dada la gravedad de los pasivos ambientales y financieros de la empresa, finalmente se acordó un monto y se pagó con bonos (Tiempo Argentino, 24/05/2012 e Infonews, 18/04/2012). Además se garantizó la indemnidad de Repsol en causas judiciales en curso y futuras vinculadas a su gestión -incluso las vinculadas a pasivos ambientales.

La incorporación de los pasivos ambientales como variable de presión en la puja con Repsol, por parte de las autoridades argentinas, y su posterior desentendimiento, dan un peligroso mensaje de impunidad ambiental se transforma en una bomba de tiempo, máxime cuando, con la finalidad de atraer inversiones, se flexibilizan los marcos regulatorios, como es el caso de los decretos 422 y 1208, firmados en 2013 por el Gobierno de Neuquén. A través del primero se eliminó la realización de Estudios de Impacto Ambiental en proyectos de explotación de hidrocarburos de yacimientos no convencionales y se lo reemplazó por la presentación de un Informe Ambiental, que es menos profundo y no se somete a una Audiencia Pública. En tanto el decreto 1208, a través del cual se aprobó el proyecto de YPF para la explotación de esquistos en el bloque Loma Campana, asociada con Chevron, se incluyeron cláusulas por la cual la fiscalización del plan de trabajo y los controles ambientales los realizarán de manera conjunta la provincia y la empresa, lo que marca tendencia hacia la autorregulación corporativa (OPSur, 23/08/2014).

A poco de concretarse la solución amistosa con Repsol, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y el secretario Adjunto de Energía de los Estados Unidos, Daniel Poneman, anunciaron que sellaban una alianza en materia energética. Según el diario oficialista Tiempo Argentino, el acuerdo -de carácter estratégico- apunta a que el país capte capitales para la explotación de sus recursos y dinamice proyectos claves del sector mientras que Estados Unidos se insertaría de lleno en el negocio de Vaca Muerta. Durante la reunión Poneman enfatizó en la necesidad de crear lazos “para favorecer el intercambio entre las empresas”; mientras que De Vido aseguró que “es uno de los convenios más importantes que han suscripto ambos países en los últimos años”. “Las partes ponderaron el acuerdo alcanzado entre YPF y Chevron, y confirmaron que la oficialización de la colaboración abrirá el ingreso de nuevos inversores entre los que busca seducir a ExxonMobil” (Tiempo Argentino, 22/05/2014).

Poco tiempo después el Gobierno Nacional informaba que las negociaciones con el Club de París habían llegado a buen puerto, seguirían el camino emprendido con Repsol: pagarle hasta que le duela. E
n ese sentido, el diario Página/12, también cercano a la Casa Rosada, presentó como una buena noticia que grandes corporaciones, con intereses en Argentina y con casa matriz en los países del Club -como la angloholandesa Shell-, allanaran el camino para el diálogo. “Se trata de grandes empresas de los países acreedores que vienen haciendo buenos negocios en el país, y que en la etapa que se inicia proyectan fuertes inversiones.

Las más importantes en carpeta son en los sectores de hidrocarburos, con Vaca Muerta a la cabeza, química y petroquímica, automotrices, minería, donde podría reflotar un megaproyecto para la extracción de potasio en Mendoza y otros de litio en el norte del país, laboratorios y en licitaciones de obras públicas” (Página/12, 01/06/2014). En esa misma edición tanto el gobernador de Neuquén Jorge Sapag, como el ministro de Economía de la Nación, Axel Kicillof, manifestaron sus expectativas de la llegada de inversores externos, incluso se deslizaron los nombres de las petroleras Petronas y Pemex, y de las empresas de servicios Halliburton, Schlumberger y Weatherford. El clima de negocios favorables al desarrollo de Vaca Muerta que se intenta generar a través de los acuerdos con empresas, gobiernos extranjeros y acreedores parece encontrar su techo en la puja entre Nación y los gobernadores de provincias petroleras. El principal conflicto se suscita con la provincia de Neuquén, que tiene el dominio sobre el área de la formación de esquisto que mayores fantasías genera. El gobierno provincial busca captar mayor cantidad de renta a través del sistema de acarreo, por el cual la estatal neuquina Gas y Petróleo (GyP) se asegura la participación en proyectos de desarrollo de no convencionales sin realizar un desembolso directo. Desde el gobierno nacional e YPF se busca poner fin a este sistema, arguyendo que actúa como una traba para la inversión externa, aunque, poco se dice respecto a que la petrolera de bandera tiene intereses en juego. En breve negociará la prórroga de 19 bloques en los que está asociada a GyP a través de dicho mecanismo
(LMN, 22/05/2014).

Más allá de las divergencias en torno al acarreo, las negociaciones para consensuar una nueva ley de hidrocarburos giran alrededor de las porciones del negocio que corresponderán a la Nación, las provincias y las empresas, al tiempo que se evalúan otros beneficios para atraer la atención de las corporaciones, como extender la duración de los contratos a 35 años para no convencionales, período al que se sumaría la posibilidad de prórroga por 10 años. También se negocian los alcances de la estabilidad fiscal, el congelamiento de las regalías y la posibilidad de que las empresas liquiden el 100% de utilidades en su casa matriz. El fetiche sigue alimentando fantasías, mientras que de la soberanía sólo se conservan unas pocas letras, el resto fueron servidas como ágape en las celebraciones.

OPOSICIÓN, TERRORISMO Y CONTROL SOCIAL [recuadro]

La fuerte represión policial con que el 28 de agosto de 2013 se intentó frenar la manifestación contra el acuerdo Neuquén-YPF/Chevron fue la expresión del tipo de relación que el gobierno de Jorge Sapag está dispuesto a entablar con la oposición al fracking. Si bien desde un primer momento había adjudicado a sectores fundamentalistas las críticas a esta técnica, después de aquellas jornadas de agosto la cuerda se tensó más. En noviembre de ese año, en el Club del Petróleo, el gobernador neuquino llamó a librar una fuerte batalla comunicacional a favor de la explotación masiva de yacimientos no convencionales (Neuquén Informa, 12/11/2013). Mientras que en diciembre la ex rectora de la Universidad Nacional del Comahue y actual vicegobernadora de Neuquén, Ana Pechén, convocó nuevamente al empresariado a educar a la población para contrarrestar los discursos de miedo del ‘terrorismo ambiental’ (OPSur, 19/12/2013). Meses más tarde, durante la inauguración de una escuela, el gobernador pidió a los jueces “no generar terrorismo ambiental” al referirse a un fallo judicial que paralizó la perforación de un pozo para esquistos en la provincia de Chubut (LMN, 21/03/2014).

Estas declaraciones se complementan con pedidos de endurecer las sanciones a quienes bloqueen el acceso a yacimientos o interrumpan la producción (LMN, 05/06/2014) y con otras medidas como capacitaciones para policías y fiscales provinciales dictadas por agentes del Federal Bureau of Investigation (FBI) de Estados Unidos y la construcción de un laboratorio forense con fondos de responsabilidad social de las petroleras (RN, 14/02/2014 y 24/02/2014).

PUNTA DE LANZA [recuadro]

YPF es la única empresa que ha tomado la decisión de explotar masivamente yacimientos de esquistos y, en ese sentido ha desembolsado alrededor de U$S 2.500 millones en Vaca Muerta. También intervino la formación D 129, en Chubut, donde perforó dos pozos, que se encuentran paralizados por acciones judiciales fundadas en la legislación ambiental e indígena. Las otras empresas que más han avanzado en la exploración de Vaca Muerta son la francesa Total y la angloholandesa Shell. La compañía con sede en París explota 11 áreas hidrocarburíferas, en 6 de las cuales está a cargo de la operación, y cuenta con 16 pozos exploratorios perforados en Vaca Muerta. La angloholandesa, en tanto, obtuvo permisos de exploración para tres áreas de la provincia patagónica y perforó 6 pozos horizontales.

Al tándem de las europeas se suma la alemana Wintershall, que a principios de año formalizó un acuerdo con GyP para la exploración del potencial de shale del área Aguada Federal. Mientras que otra actora de peso es la estadounidense ExxonMobil, corporación a la que Gobierno Nacional pretende asociar con YPF, pero que llegó a Vaca Muerta de la mano de la empresa neuquina. En mayo último la mayor petrolera privada del mundo anunció que resultó exitosa la perforación de un pozo en el área Bajada del Choique.

Publicado en Fractura Expuesta N°3, julio 2014. [Descargar edición completa]

FUENTES

Organismos oficiales
-US Energy Information Administration (2013); Technically Recoverable Shale Oil and Shale Gas Resources: An Assessment of 137 Shale Formations in 41 Countries Outside the United States. June.

Medios de Prensa
InfoNews, 18/04/2012; Santa Cruz demanda a Repsol por daño ambiental.
La Mañana Neuquén, 21/03/2014; Sapag pidió “no generar terrorismo ambiental”
— 22/05/2014; El 20% de Vaca Muerta, en la disputa con YPF.
— 05/06/2014; Sapag quiere fuertes penas para los piquetes petroleros.
Neuquén Informa, 12/11/2013; Exposición del gobernador Jorge Sapag en reunión del Club del Petróleo.
Observatorio Petrolero Sur -OPSur-, 14/08/2012; Ante la reglamentación de la ley de ‘Soberanía Hidrocarburífera’.
— 23/08/2013; Acuerdo Neuquén-YPF: ¿El nuevo piso para las demandas corporativas?
— 19/12/2013; El extractivismo pide represión.
— (Hernán Scandizzo), 14/04/2014; YPF, nuevos desiertos y resistencias.
Página/12, 14/04/2014; “No creo que alcance con YPF”.
— (David Cufré), 01/06/2014; La trama oculta del acuerdo.
Revista Petroquímica (Nicolás Gadano), 28/05/2014; Qué está haciendo cada una de las grandes petroleras para subirse al boom de Vaca Muerta.
Río Negro, 14/02/2014; Agentes del FBI capacitarán a policías y fiscales de Neuquén.
— 24/02/2014; Con fondos petroleros crearán un laboratorio de genética forense.
Tiempo Argentino, 24/05/2012; El pasivo que dejó Repsol ya es superior al valor que exige por YPF.
— 22/05/2014; La Argentina y los EE UU sellaron una alianza estratégica en energía.

Fuente:http://www.opsur.org.ar/blog/2014/07/29/un-fetiche-llamado-vaca-muerta/
 
Contribuimos a silenciar e invisibilizar genocidios silenciosos si no indagamos qué significa la contaminación ambiental para la vida y la salud humana. Es fundamental solidarizarnos con lo que dice una vecina de Caleta Córdova: No hay una mirada desde el Estado sobre cómo impacta el derrame de petróleo en la salud de la población que está en contacto directo. Sí hubo una mirada hacia los pingüinos, porque no solamente hay una contaminación de la vida de ese animal sino que hay una contaminación visual. Pero en mí o en mis hijos el petróleo no va a dejar una contaminación visual, seguramente va a dejar una contaminación residual, que puede llegar a provocar un cáncer”. Dice  Rosa Montecino. 10
 

Petróleo y medioambiente, el caso de Argentina

12 de octubre de 2017
 
Por Hernán Scandizzo*
La creación del Observatorio Petrolero Sur (OPSur), en 2008, está estrechamente vinculada con el eje de intervención que nos proponemos. Surgimos con el objetivo de incorporar el abordaje socioambiental a la lucha de movimientos sociales, organizaciones sindicales y políticas por la estatización de YPF, el control público de los hidrocarburos y la apropiación social de la renta. Si bien por esos años las movilizaciones contra la megaminería y el agronegocio, entre otras, habían puesto la perspectiva socioambiental en la agenda pública, la crítica no alcanzaba a los hidrocarburos y la matriz energética dependiente, casi en su totalidad, de los combustibles fósiles.
Eso a pesar de que desde mediados de la década de 1990 el Pueblo Mapuche en la provincia de Neuquén batallaba para frenar el avance de la explotación de hidrocarburos sobre sus territorios; y de que las comunidades kolla de Orán se habían movilizado -por esos mismos años- contra el tendido del gasoducto NorAndino.
Las comunidades del Pueblo Kolla planteaban la defensa de sus territorios y la protección de las selvas de yungas, y por esos años se dio una articulación con una organización ecologista internacional, que también había incorporado a su agenda la lucha para cambiar la traza del gasoducto, aunque ponía el foco en el impacto sobre el hábitat los yaguareté, una especie amenazada. El foco en el impacto de la actividad hidrocarburífera sobre la vida silvestre no se dio sólo en ese caso, sino que era el enfoque habitual, por ejemplo, en las coberturas periodísticas de los primeros años ’90. Lo verde, lo ambiental, lo eco, ocupaba un lugar en la grilla de los medios masivos o, por lo menos, de la prensa porteña. Otro caso más emblemático que el de los yaguareté de las yungas, es el de la aparición masiva de pingüinos empetrolados en las costas del Atlántico Sur, por el vertido de crudo al mar. También estuvo en discusión el impacto de las piletas de purga, cavadas junto a los pozos, que se transformaban en trampas mortales para la fauna, principalmente las aves que las confundían con espejos de agua en sus rutas migratorias.
 
Los cuestionamientos a prácticas muy extendidas, como el vertido de restos de crudo al mar al preparar las bodegas de los buques para la carga de petróleo, el uso de piletas de purga sin protección o la irrupción en los territorios para desplegar la infraestructura demandada por la actividad hidrocarburífera, logran masividad / centralidad en la agenda periodística por esos años, principalmente, en función de las afectaciones a la vida silvestre. Sin embargo la aparición de pingüinos empetrolados no era una novedad para los habitantes de las localidades del litoral atlántico, aunque sí la masividad. Pero no sólo los pingüinos se empetrolaban sino también las personas que se zambullían en el mar en las playas de Comodoro Rivadavia. El crudo en los cuerpos estaba naturalizado, se quitaba con aceite de cocina. El contacto con el petróleo, “empetrolarse”, no era percibido como riesgoso para las personas. La imagen de los pingüinos empetrolados funcionó como la carta de presentación de un hecho no sólo noticiable sino también novedoso: “el petróleo afecta a la Naturaleza”; pero, cabe destacar, era una Naturaleza que no incluía a los seres humanos. Una percepción bastante extendida aún hoy.
 
Pingüinos y liberalización del sector
Vale la pena hacer un paréntesis en la referencia a los pingüinos empetrolados y poner de relieve un dato que, tal vez no ocupa un lugar central en la memoria de aquellos sucesos. Qué expresaba la aparición masiva de pingüinos en esas condiciones, dado que en la memoria de las poblaciones costeras, la aparición de pingüinos empetrolados o de personas manchadas de crudo luego de un baño en el mar eran parte del cotidiano. Según investigaciones posteriores, eran un emergente del proceso de privatizaciones y liberalización del mercado hidrocarburífero. Según una investigación realizada por el biólogo Pablo García Borboroglu, del Centro Nacional Patagónico —dependiente del Conicet— y su colega Dee Boersma, de la Universidad de Washington, al analizar los relevamientos de 26 instituciones que registran y/o rehabilitan aves marinas empetroladas, desde Fortaleza (Brasil) hasta San Antonio Oeste (Argentina), a la luz de los datos de explotación y comercio de crudo, los autores observaron “un dramático incremento [de pingüinos empetrolados] a mediados de los 90, coincidente con el crecimiento exponencial de exportaciones de petróleo en Argentina”.1
 
Pueblos empetrolados
Por esos mismos años también tomaron estado público dos casos de “poblaciones empetroladas”, que no son tan recordados como los pingüinos: se trata de las comunidades mapuche Kaxipayiñ y Paynemil, en Loma La Lata (Neuquén), y de la localidad santacruceña de Koluel Kaike; en ambos se denunció la contaminación con hidrocarburos de las aguas subterráneas utilizadas para consumo. Quizá esos olvidos -o mejor dicho, que los casos de las poblaciones empetroladas no sean tan recordados como el de los pingüinos, a pesar de que también tuvieron cobertura mediática-, de alguna manera habilitan a que se repitan situaciones similares, como las denunciadas por vecinos de Caleta Córdova tras el derrame de crudo de diciembre de 2007, e incluso también se cuestione la legitimidad de las personas empetroladas que demandan que se garanticen sus derechos.
·         Loma La Lata
Loma La Lata (LLL) dista 100 km al norte de Neuquén capital, allí se explota el yacimiento gasífero más importante del país. Su descubrimiento y puesta en explotación, a cargo de YPF estatal en 1978, fue punto de inflexión para la economía neuquina, marcó la preeminencia de la provincia en el sector.
Este yacimiento abarca 8 mil hectáreas de las comunidades mapuche Paynemil y Kaxipayiñ. En 1995 los Paynemil constataron que el agua de las napas que extraían para consumo tenía una particularidad: era inflamable -luego se confirmó una alta presencia de hidrocarburos. Al año siguiente el Estado provincial constató que los pobladores tenían 17 tipos metales pesados en sus cuerpos, principalmente plomo, cadmio y mercurio.
En 1997 la Defensora del Niño y el Adolescente de Neuquén, Nara Osés, denunció al Estado provincial por no garantizar un medioambiente sano y la salud de la población. Obtuvo un fallo favorable del Tribunal Superior de Justicia de Neuquén, pero la inacción del Ejecutivo local hizo que el caso llegara a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –instancia que aceptó la denuncia e intimó a la provincia y Repsol-YPF a tomar medidas concretas: garantizar la provisión de agua segura. Mientras tanto, en la Justicia sigue abierta la causa por la remediación ambiental.2
Las demandas contra la provincia y la principal operadora del yacimiento no impidieron que en el 2000 se prorrogara por 10 años a Repsol-YPF la concesión de LLL, que vencía en 2017. Dos años más tarde, en 2002, se registró en la comunidad Kaxipayiñ un caso de anencefalia.3
 
A pesar de la exposición crónica al riesgo tóxico que implica vivir en un yacimiento en explotación, los denuncias de la comunidad Kaxipayiñ y particularmente la figura de su werken (vocero político), Gabriel Cherqui, están instalado en el imaginario neuquino como el paradigma del mapuche que realiza denuncias ambientales y demandas territoriales para obtener réditos económicos.4 Un estigma que se viene abonando desde hace casi dos décadas y que fue reafirmado recientemente en el programa televisivo del periodista Jorge Lanata,5 y al que también echaron mano funcionarios kirchneristas para descalificar la posición mapuche durante el debate por el pago de la indemnización a Repsol, tras la expropiación de YPF.6 Del deterioro de la salud de los comuneros y la degradación de su territorio casi no hay memoria, como si se tratara de un dato poco relevante.
 
·         Koluel Kaike
En 1999, a partir de una causa judicial iniciada por un estudio jurídico de Buenos Aires en el juzgado federal de Comodoro Rivadavia (Chubut), tomó estado público la situación ambiental de Koluel Kaike, derivada de la explotación del área Piedra Clavada por parte de la empresa PAE.7 A partir de una serie de pericias ordenadas por la justicia se determinó que la población de la localidad del norte de Santa Cruz estaba expuesta a compuestos tóxicos acumulados en el suelo y aguas subterráneas. El caso se instaló en la agenda pública y desde el Senado de la Nación en dos oportunidades se presentaron pedidos de informes al Poder Ejecutivo Nacional. La causa judicial no prosperó, no por falta de elementos sino porque en 2006 quedó paralizada por trabas burocráticas. La empresa denunció que detrás de la acción judicial había un intento de extorsión, pero a pesar de ello, finalmente instaló una planta de ósmosis inversa para tratar el agua con que se abastece a la localidad.8
Luego de esa primera denuncia se sucedieron otras más, la última en 2013, en todas se destaca la lentitud de la operadora para remediar daños ambientales y adoptar normas de protección del ambiente.9 La contaminación en Piedra Clavada fue tomada en 2007 como elemento para cuestionar la prórroga anticipada del contrato de concesión a PAE, que finalmente fue aprobado. Casi dos décadas más tarde el recuerdo de Koluel Kaike se vuelve difuso.
·         Caleta Córdova (queremos ser pingüinos)
El 26 de diciembre de 2007 fue descubierto un derrame de hidrocarburos en Caleta Córdova, 20 km al norte del centro de Comodoro Rivadavia: 300 m3 de petróleo tiñeron de negro siete kilómetros de playas, acantilados, pesquerías, flora y fauna. El crudo provenía de un buque propiedad de la empresa Antares Naviera, que tuvo un derrame durante la maniobra de carga en la monoboya de la empresa Termap S.A.
Vecinos de Caleta Córdova denunciaron que tras el derrame comenzaron a registrarse enfermedades crónicas entre los pobladores y las adjudicaban a los diluyentes utilizados en la limpieza del crudo. A mediados de 2011 fue entregada a la Oficina de Protección de Derechos y Garantías de la Niñez, la Adultez y la Familia de Comodoro una lista de niños que sufrían afecciones en la piel y las vías respiratorias. La dependencia convocó a autoridades del sistema de salud municipal y provincial, y al Foro Ambiental y Social de la Patagonia a integrar una mesa de trabajo.
“No hay una mirada desde el Estado sobre cómo impacta el derrame de petróleo en la salud de la población que está en contacto directo. Sí hubo una mirada hacia los pingüinos, porque no solamente hay una contaminación de la vida de ese animal sino que hay una contaminación visual. Pero en mí o en mis hijos el petróleo no va a dejar una contaminación visual, seguramente va a dejar una contaminación residual, que puede llegar a provocar un cáncer”. Rosa Montecino, vecina de Caleta Córdova.10
“Eran 18 niñitos con cuestiones respiratorias, alergias y cuadros dermatológicos varios. Cuando vinieron los vecinos a la Oficina de Derechos y Garantías empezamos a reunirnos con distintos profesionales para que nos dijeran qué pasaba. Lo que queríamos era que se hiciera un diagnóstico de esos chicos, pero no el Centro de Salud del barrio, dependiente de la Municipalidad, sino por un dermatólogo infantil. Logramos en ese momento que se acordara el traslado de esos chicos al Hospital Regional de Comodoro Rivadavia, que fueran vistos por un dermatólogo y un perito de parte. Habíamos acordado todo con la firma de la directora del Hospital. ¿Y qué pasó? Nos enteramos que hicieron ese traslado, revisaron a los chicos y no convocaron a la Oficina de Derechos y Garantías ni al perito de parte, y luego dijeron que no había ningún tipo de problema. Lamentablemente no pudimos avanzar de ahí.” Liliana Murgas, jubilada de la Oficina de Protección de Derechos y Garantías de Comodoro Rivadavia.11
 
Estos son algunos ejemplos de daños ambientales que tenían o podían tener impacto directo en la salud de la población, donde no eran pingüinos sino “personas empetroladas”, ninguno de ellos motivó dio lugar a investigaciones sobre la relación entre la actividad hidrocarburífera y las consecuencias sociosanitarias por la exposición crónica a ambientes tóxicos. A dos décadas de las primeras denuncias la invisibilización de estas problemáticas alimentan en la población de ciudades yacimiento percepciones sobre mayor prevalencia de cáncer o de las llamadas enfermedades poco frecuentes (EPF) respecto de otras regiones del país. Una percepción también instalada entre profesionales de la salud. Se crean territorios de incertidumbre, como sucede en Comodoro Rividavia y la vecina Caleta Olivia.12
 
Emergencia y muerte de la cuestión ambiental
Si bien afirmábamos que los daños y pasivos ambientales de la actividad petrolera han sido permanentemente invisibilizados desde diferentes instancias de gobierno (municipal, provincial y nacional); hay que subrayar que se han dado particulares momentos en que en el discurso estatal se asumen los impactos ambientales de la actividad petrolera. Lamentablemente todos tienen en común que fueron fugaces y, en la mayoría de los casos, la “cuestión ambiental” fue utilizada como variable de presión en negociaciones con operadoras privadas.
 
·         Neuquén, planes de diversificacion productiva
En 1997 Felipe Sapag, en su quinto y último gobierno, lanzó el Plan Neuquén 2020. La provincia atravesaba un escenario contradictorio, por un lado se habían consolidado los hidrocarburos como el sector dominante del PGB, el Neuquén Petrolero; por el otro, se registraba una baja del precio de barril de crudo, las reservas estaban en caída y se presagiaba un cercano “fin del petróleo”. Como telón de fondo, la alta conflictividad social producto de la implementación de políticas neoliberales de ajuste fiscal, tanto a nivel nacional y como subnacional. La alternativa que el Plan proponía era diversificar la matriz productiva, apostar fuertemente al desarrollo agroindustrial.
En ese proceso el Gobierno neuquino también advirtió, por primera vez, que la degradación del territorio por la explotación de hidrocarburos podía convertirse en un condicionante del desarrollo productivo. A esa conclusión había arribado el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), convocado por el Ejecutivo provincial, tras evaluar los daños ambientales producidos por la actividad hidrocarburífera en Rincón de los Sauces, luego de una serie de derrames que habían afectado la cuenca del río Colorado. Los pasivos ambientales y económicos de tres áreas petroleras de Rincón de los Sauces, aproximadamente 555 mil hectáreas, fueron valuados en 949 millones pesos/dólares, eran años de paridad 1 a 1, que la Provincia reclamó sin suerte a las petroleras YPF, Pérez Companc y San Jorge13.
Una década más tarde, el primer avance del informe El riesgo de desastres en la planificación del territorio del PNUD, realizado en el marco del Programa Nacional de prevención y reducción del riesgo de desastres y desarrollo territorial del Ministerio de Planificación de Federal de la Nación, advertía:
“Los procesos de degradación que afectan la base productiva (sobre todo el recurso suelo) son de importancia central, si se tiene en cuenta que el modelo deseado territorial planteado por Neuquén propone un cambio en la matriz productiva, pasando de una economía basada en la actividad hidrocarburífera a otra más diversificada e integrada verticalmente, con predominio de la actividad agroindustrial. Este cambio también supone, hacia el futuro, una acción sobre los problemas de contaminación ligados a la explotación de hidrocarburos”.14
Diagnósticos similares fueron realizados por el Concejo de Planificiación y Acción para el Desarrollo, organismo provincial.15
Sin embargo los planes de diversificación productiva y la preocupación por los procesos de degradación de los suelos perdieron lugar en las prioridades de la agenda gubernamental a medida que el potencial de yacimientos no convencionales de gas y petróleo adjudicado a Neuquén auspiciaba años de bonanza.
“Ese parece ser el destino de Neuquén [proveer de energía al país], marcado por una historia petrolera de un siglo y por oportunidades de sus cuantiosos recursos hidrocarburíferos, hidráulicos, eólicos, solares y de biomasa. Pueden plantearse otros derroteros, pero no han aparecido propuestas viables y sustentables, capaces de dar trabajo a quienes habitan y habitarán la provincia a la par de suministrar al país la energía que necesita para su desarrollo”, escribió el ingeniero y diputado provincial (2011-2019) Luis Sapag, en su libro Volver al Neuquén que viene, en pleno auge de Vaca Muerta (2013: 137-138).
La mejor síntesis del espíritu de euforia que embargaba (y embriagaba) a la clase dirigente local, hasta que la caída del precio de barril de crudo en 2014 los puso nuevamente en tierra.
 
·         Expropiación de YPF
Los pasivos ambientales acumulados por la actividad hidrocarburífera reaparecieron en la agenda pública en los años 2012/2013, como una variable de presión, en el período que va de la expropiación del 51% de la acciones de YPF a Repsol al cierre de la negociación con la petrolera española por el monto de la indemnización a pagar. En ese lapso, desde las mismas instancias del Estado que sistemáticamente habían negado los impactos de esta actividad extractiva se denunciaban los pasivos ambientales de la empresa, al tiempo que invisibilizaban sus responsabilidades. Dado que diferentes estamentos del Estado tienen por función controlar la actividad y obligar a remediar daños, si había pasivos es porque los daños no habían sido remediados oportunamente.16
 
·         Vaca Muerta
Como advertíamos, al ponerse en marcha el proceso de legitimación de Vaca Muerta se desestimaron las advertencias en torno a la huella petrolera, los procesos de degradación de suelos y de agua advertidos por el PNUD en 1996 y 2010. En los planes de desarrollo estratégico de la región Vaca Muerta, elaborados por el Ministerio de Planificación Federal y los gobiernos de Neuquén, Río Negro, Mendoza y La Pampa, no hay referencia al impacto ambiental de la actividad hidrocarburífera. Tampoco se plantea como problemática la ampliación de la frontera petrolera sobre tierras dedicadas a la producción frutícola; la única objeción se refiere a la aceleración de los procesos de urbanización de esas tierras a partir de la explosión demográfica dinamizada por la explotación de yacimientos no convencionales.
Ante escenarios como estos se abona la desconfianza de la población sobre el compromiso de las autoridades estatales con el cuidado del ambiente. En tiempos de Vaca Muerta, plantear en Neuquén objeciones a la ampliación de la frontera petrolera, en sintonía con las advertencias hechas por el PNUD o el mismo COPADE, era considerado por el gobernador Jorge Sapag y la vicegobernadora Ana Pechén como campañas de terrorismo ambiental.17 No había lugar a criticar al fracking, en sintonía con los postulados de autoridades nacionales y representantes del sector empresarial, para el cual esta técnica acarrearía algo similar al “riesgo cero”.
 
Los discursos en torno a la pretendida inocuidad del fracking, la técnica aplicada para la explotación de yacimientos no convencionales, no son patrimonio de las autoridades argentinas sino que también los reproducen los gobiernos de Colombia y México, donde hay proyectos similares en puerta. Por el contrario, funcionarios del gobierno de Bolivia sostuvieron que de ninguna manera permitirían el aplicación de la técnica en su país porque constituía un atentado contra la Madre Tierra, mientras que técnicos del sistema de licenciamiento ambiental de Brasil también plantearon serias objeciones a la explotación de yacimientos no convencionales por el alto riesgo ambiental que esto implica; cabe aclarar que en estos dos países el fracking es un horizonte lejano.18
 
Anotaciones al margen
Anoche [4 oct.] el ministro de Ambiente, Ignacio Agulleiro, afirmó que “el poder político siempre definió que lo principal era la producción y no la remediación de los pasivos”. Luego manifestó que el objetivo de fondo de la Ley de Pasivos, más dar respuesta a los daños ambientales, era evitar la caída de puestos de trabajo a partir de las obras de remediación.
Agulleiro además señaló que necesita de la participación ciudadana, y particularmente de los gremios, para monitorear la sustentabilidad de los proyectos hidrocarburíferos. Una declaración que puede ser tomada como una invitación al involucramiento de toda la sociedad en el cuidado del ambiente, o un reconocimiento de los límites de los controles que desde el Estado provincial pueden ejercer sobre la actividad.
El ministro también dejó de manifiesto que más allá de los marcos regulatorios, las buenas prácticas empresarias están determinadas por los costos. Lo sostuvo cuando se estaba debatiendo sobre el uso de agua dulce en las operaciones petroleras, el funcionario señaló que la garantía de que las petroleras no usan agua dulce en tareas de recuperación secundaria está dada no por la prohibición sino porque le resulta más económico usar agua de producción. Esta situación también fue subrayada por la concejal y responsable de la secretaría de la Mujer del Sindicato de Petroleros Privados de Chubut, Sirley García: “Se recortan las normas de seguridad en tiempos de baja del precio del barril de petróleo para garantizar la rentabilidad”. También en su intervención reconocía “que no está internalizado en los trabajadores y la ciudadanía el derecho a un ambiente sano”; lo planteó como una asignatura pendiente de los gremios del sector.
 
A modo de cierre
Han pasado más de dos décadas desde la aparición de los pingüinos empetrolados y de las primeras denuncias de los pueblos empetrolados, y aún se siguen naturalizando los riesgos sanitarios a los que están expuestos tanto las poblaciones urbanas, campesinas e indígenas que conviven directamente con la actividad como también los trabajadores y trabajadoras del petróleo (quizá el sector más invisibilizado) y la Naturaleza no humana. En el presente aún no hay condiciones para que se dé un debate honesto sobre petróleo y medioambiente, debemos seguir trabajando para alcanzar ese escenario.
* Periodista e investigador del OPSur. Este artículo fue pensado como apunte para intervenir en la mesa Petróleo y protección ambiental, en el marco del Taller Internacional Recursos naturales y desarrollo local: Sostenibilidad, cohesión social y resiliencia, organizado por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y la Universidad de Kassel. Comodoro Rivadavia, 3 al 5 de octubre de 2017.
Notas: (...)

Comprobamos cómo en el mundo entero de nuestro tiempo, el capitalismo se vale de su apropiación de la civilización para guerrear e impedir cualquier pronunciamiento de autodeterminación. En cambio:
 
La revolución socialista de 1917
y la cuestión nacional y colonial
21 de octubre de 2017
 
Por Gilberto López y Rivas (La Jornada)
 Conmemoraremos este 7 de noviembre un siglo de la gran revolución socialista de 1917, sin duda, la experiencia de transformación social más trascendente en el ámbito mundial del siglo XX. Aun para los enemigos jurados de la revolución, la toma del poder por los bolcheviques, marca una nueva época para la humanidad: la del inicio de una experiencia socialista en un inmenso país, de los más atrasados de Europa. Para los trabajadores de la Rusia zarista, y de otras naciones europeas, carne de cañón de la guerra inter-imperialista iniciada en 1914, la revolución social constituía el único camino para lograr la paz, conquistar el poder político y derrotar al capitalismo. Correspondió a la alianza de obreros, campesinos y soldados del imperio ruso dar ese primer paso de alcance histórico universal.
Por siglos, las clases dominadas habían padecido diversas formas de opresión y servidumbre. Sus movimientos de resistencia fueron siempre salvajemente reprimidos. Los explotados por los distintos sistemas de clase experimentaron todas las formas de lucha, en búsqueda permanente de una vida mejor; desde la rebeldía armada contra los opresores, hasta movimientos de naturaleza mesiánica y utópica. Incluso formas primitivas de rebeldía social como el bandolerismo dirigido contra los ricos y conquistadores extranjeros, producto del impacto del capitalismo en el mundo periférico y rural, expresaban el ardiente anhelo de sobreponerse a la miseria extrema impuesta por las clases dominantes. Los pueblos cantaban y mitificaban a esos irreductibles que se lanzaban a una muerte segura en aras de una vida nebulosamente imaginada de igualdad y libertad.
La Revolución de 1917 fue el triunfo de los millones de hombres y mujeres que sufrieron prisión, tortura, hambre, persecución, destierro; de los que depositaron su fe en un futuro distinto para la humanidad. Esta revolución hace realidad los sueños y las utopías multiseculares. Encarna el espíritu de las y los combatientes de la Comuna de París, primera clarinada de un gobierno de trabajadores.
Muchas son las enseñanzas y experiencias vigentes que para los y las revolucionarias de hoy día mantiene la revolución bolchevique. Una de ellas, que es particularmente significativa, se refiere al aporte que la Revolución de 1917 hace a la llamada cuestión nacional y colonial, y, particularmente, al derecho de pueblos y naciones a la autodeterminación. Con el nuevo gobierno revolucionario, se establece en el otrora imperio conocido como cárcel de los pueblos, un nuevo tipo de comunidad estatal nacional, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, la URSS, en la que se buscó suprimir la desigualdad económico-social entre las naciones, nacionalidades y grupos étnicos, y, en la que, paralelamente, se experimentaron formas de gobierno inéditas para la época, los soviets, que pretendían integrar a representantes de esa alianza de obreros, campesinos y soldados que había hecho posible el triunfo revolucionario. Lenin, como dirigente máximo de la revolución, procesa teórica y políticamente la autodeterminación como el derecho de pueblos y naciones a la independencia, la separación estatal, la formación de estados propios. La autodeterminación era una reivindicación democrática que emergía de los principios liberales de la democracia burguesa, aunque en sus análisis conceptuales Lenin va más allá de la interpretación liberal. En realidad, la Revolución del 1917 fue el acontecimiento decisivo que influyó en la radicalidad de este principio. En marzo de ese año, el gobierno provisional de la Rusia revolucionaria anuncia que desea establecer la paz unilateralmente, sobre la base del derecho de las naciones a decidir sobre sus destinos. Lenin y los bolcheviques comprendieron el valor que tenía el sentimiento nacional para sus fines de transformación social, asumiendo en los hechos las omisiones y posiciones equívocas de Marx y Engels con respecto a la cuestión nacional. Partiendo del mismo presupuesto teórico de Marx sobre la revolución mundial, Lenin vislumbra –sin embargo–, el significado de la cuestión nacional como un elemento que fortalecería la lucha por el socialismo. En su balance de la discusión sobre la autodeterminación, Lenin señalaba que los socialistas: Deben estar en favor del aprovechamiento para los fines de la revolución socialista de todos los movimientos nacionales dirigidos contra el imperialismo. Cuanto más pura sea la lucha del proletariado contra el frente común imperialista, tanto más esencial será, evidentemente, el principio internacionalista de que el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre. Planteamiento fundamental en el proceso descolonizador del siglo XX.
Contrario a la tesis que mantienen autores como Richard Pipes y Neil Harding, de que hay una continuidad programática e ideológica entre Lenin y Stalin, considero que en la cuestión nacional esta supuesta continuidad no sólo no existe, sino de hecho asistimos a una ruptura sin retorno entre ambos dirigentes, que no puede ser soslayada. A pesar de la influencia negativa del estalinismo en la política sobre la cuestión nacional, se dieron avances significativos a partir de la Revolución de 1917 en el desarrollo de naciones, nacionalidades y pueblos de la Unión Soviética. El estalinismo y la desaparición de la URSS no pueden afectar un juicio objetivo sobre el significado y los alcances de esa gloriosa revolución, incluso en la derrota del nazi-fascismo en la Gran Guerra Patria. Uno de los logros cardinales fue la construcción nacional de pueblos y nacionalidades que no habían podido integrarse como naciones y nacionalidades en la etapa prerrevolucionaria, como Ucrania, Bielorrusia, Georgia, los pueblos de Transcaucasia y Moldavia; los del Asia Central, Siberia y el Extremo Oriente, muchos de los cuales antes de la revolución vivían en el aislamiento y en la marginación en todos los órdenes. La revolución dio la posibilidad de integrar a la vida del país a sujetos sociopolíticos que posteriormente reclamaron derechos y reivindicaciones. Sería una tergiversación histórica negar, igualmente, el notable desarrollo económico, político, cultural alcanzado por los más de 100 pueblos, naciones y etnias que integraron la URSS a partir del establecimiento del poder soviético. Asumir el claroscuro de esta experiencia dramática de lo que fue la historia de la cuestión nacional en la URSS es la base para un planteamiento realista y objetivo del balance histórico de la revolución bolchevique en torno a esta importante problemática del mundo actual.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233059