domingo, 28 de octubre de 2018

El fracking en Vaca Muerta nos interpela a preguntarnos hacia qué país conduce. Tanto CFK como Macri elogian el promisorio futuro del país por ella. Ocultan la catástrofe socioambiental ya generada y que se hará muy extensa e irreversible.


Esta lógica del Capital-Estado centrada en el lucro oligopólico sin importar consecuencias es cuestionada por las disputas de territorios que, en simultáneo,
persiguen alternativas al capitalismo.

Partamos de ubicarnos porqué es crucial instalar la deliberación de una creciente mayoría sobre el fracking en Argentina.


Investigación: Vaca Muerta, el saqueo

22 de septiembre de 2018
En agosto se cumplieron cinco años del acuerdo entre YPF y Chevron que dió inicio a la era del fracking en Argentina. Este septiembre comenzará la exportación de gas a Chile, para el crudo existen planes similares. Actores, incidencias e incertidumbres en la geopolítica no convencional.
Observatorio Petrolero Sur
Neuquén es la segunda provincia con mayor recepción de inversiones extranjeras directas del país. Si los horizontes esperados de exportación se realizan, se llevarán los hidrocarburos alojados en Vaca Muerta pese a las graves consecuencias socioambientales de los territorios donde se extraen. Mientras el exitismo del rentismo petrolero gubernamental se embriaga con anuncios de inversiones y nuevos acuerdos, hay distintos conflictos que emergen como resistencia a un saqueo en ciernes.
Tras cinco años de producción de hidrocarburos no convencionales (HNC) en la Cuenca Neuquina, sabemos que Vaca Muerta es un megaproyecto extractivo que puede requerir un ejercicio analítico complejo para abarcar su totalidad. En las siguientes líneas, resumo algunos puntos centrales: qué es Vaca Muerta, qué papel cumplen los estados involucrados y quiénes son los principales actores.
Muchas Vacas Muertas
Vaca Muerta es una formación geológica ubicada en la Cuenca Neuquina, según la Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés) es el segundo reservorio mundial de gas y el cuarto de petróleo. Tiene una extensión de 30.000 km², equivalente a todo el territorio de Bélgica, y un espesor que la hace atractiva a los ojos frackers. Pero ésta no es la única Vaca Muerta.
El proyecto de extracción de no convencionales es posible gracias al uso del paquete tecnológico del fracking, que se aplica a un conjunto de formaciones geológicas que contienen petróleo y gas tanto en shale (roca madre) como en tight (arenas compactas). En nuestra región, estas formaciones no sólo se encuentran en la Cuenca Neuquina, también han quedado atrapadas -tras movimientos de la dorsal Huincul- en zonas de intercuencas, como las recientemente exploradas en la provincia de Río Negro (áreas Chelforo y Villa Regina). En términos de extracción, Vaca Muerta se expande.
Además, este megaproyecto implica directamente a las provincias de Mendoza, La Pampa, Río Negro y Neuquén, poseedoras de los recursos de subsuelo a partir de la Ley 26.197 del año 2006. Pero también implica a las provincias de Chubut y Entre Ríos como proveedoras de las arenas silíceas, insumo fundamental para la actividad. A esto se suma la infraestructura para el transporte como ductos, rutas, vías férreas, además de refinerías, polos petroquímicos y actualmente estudian realizar licuefacción para exportar gas vía el puerto de Bahía Blanca. Pero los límites de Vaca Muerta trascienden las fronteras nacionales, la mayoría de las empresas que operan en la cuenca tienen sus sedes en guaridas off-shore como Delaware, Islas Bermudas, Islas Caimán, Países Bajos, Uruguay, entre otros (EJES, 2017).
Finalmente, Vaca Muerta se presenta como una región que también requiere de una planificación estatal que logre contener el impacto del aumento exponencial de la demanda de todos los servicios en las ciudades involucradas. Los Estudios estratégicos para el desarrollo territorial de Vaca Muerta realizados por el estado nacional junto a las provincias de Neuquén, Río Negro y La Pampa dan cuenta de eso.
Gobernar Vaca Muerta
La otra dimensión tiene que ver con el rol del estado nacional y los estados provinciales en el desarrollo del megaproyecto. Vaca Muerta llegó mediante una reedición del discurso desarrollista, con la impronta épica nacionalista que el kirchnerismo supo construir. El desarrollo no convencional se presentó asociado a la expropiación parcial de YPF que pasó a ser conducida por el Estado, aunque mantuvo su carácter privado.
Políticas con objetivo de autosuficiencia energética intentaron revertir el déficit en la balanza energética, para ello se buscó frenar el declive de extracción sobre todo en gas -principal fuente para producir energía eléctrica-. Si bien el kirchnerismo dio señales de ampliación de derechos en política energética no avanzó mucho en términos de soberanía e incluso reforzó la dependencia fósil apostando todo a Vaca Muerta bajo una estructura a merced del poder privado internacional.
La soberanía de la mano de Chevron implicó acuerdos secretos que degradaron la democracia; tribunales internacionales como garantes -en medio de la pelea con los fondos buitres-; un entramado off-shore con el que operan la mayoría de las empresas y nuevos subsidios como garantías de una tasa de ganancias atractivas. Esta situación incluso se sostuvo en plena caída del precio del petróleo con la creación de un precio sostén, también llamado “barril criollo”.
Sobre esto se asentó el macrismo y dió un golpe de timón hacia el neoliberalismo. Quitó los subsidios y estableció impagables tarifazos. Logró imponer un nuevo modelo laboral para el sector petrolero. Impulsó la desregulación del mercado con miras a volver a los valores internacionales mediante la quita del precio sostén. Además, este año el ex ministro de Energía, Juan José Aranguren, resolvió dolarizar el valor de la energía. Focalizaron los subsidios a la extracción en algunos proyectos gasíferos no convencionales. Todas estas medidas dispararon los aumentos sistemáticos de las tarifas de energía y precio de los combustibles.
Vaca Muerta demanda un gran financiamiento estatal que se incorpora en toda la cadena de valor energética -producción, transporte y distribución- en subsidios, incentivos, exenciones, también en infraestructuras específicas para la actividad directa -como rutas, trenes, aduanas- e indirectas -como hospitales, escuelas, viviendas, cloacas-.
Al mismo tiempo, el proyecto extractivo demanda que las reglas del juego se adapten a otras necesidades específicas como las de insumos, mano de obra, proveedores y otros servicios, en todas esas también están presentes los estados.
En territorios de explotación se extraen millones y millones de litros de agua (11 millones usan los pozos verticales de Loma Campana por ejemplo y los pozos horizontales consumen más). Actualmente se abastecen con acueductos temporales y camiones, pero planean otros acueductos permanentes, aún cuando se trata de las mismas zonas en las que los productores rurales padecen estrés hídrico.
Las arenas silíceas conforman otro foco de conflicto. Cada pozo utiliza más de 1500 toneladas de arena que se compran como arena de construcción, por tanto, son pagadas a su lugar de origen a precios bajos. Para transportar las arenas utilizan las líneas férreas, incluso se usan de depósitos las viejas estaciones de la línea Roca que controla Ferrosur; además las transportan en camiones extremadamente pesados que dañan las rutas regionales y aumentan los riesgos de accidentes. El estado nacional y las empresas planifican traer las arenas por una nueva traza férrea entre el puerto de Ingeniero White (Bahía Blanca, Buenos Aires) y Añelo (Neuquén) -a pesar del rechazo de los intendentes de las localidades que atravesará- obra que se realizaría en el marco de los nuevos mecanismos de Participación Público Privada (PPP) mundialmente cuestionadas.
El megaproyecto requiere una gran cantidad de mano de obra, pero las nuevas reglas del juego someten esta demanda a tercerizaciones y altos niveles de precarización laboral. Mano de obra mal pagada y con regímenes laborales intensivos que vienen aumentando notablemente los ritmos y las condiciones de trabajo, factores que incrementan los riesgos de accidentes. En lo que va de 2018, fallecieron cuatro trabajadores en accidentes laborales.
Por otro lado, la demanda laboral de Vaca Muerta es especialmente volátil. Implica la construcción de obras inmensas pero de trabajo a término y al mismo tiempo las contrataciones dependen de las variaciones del precio internacional del crudo. Asimismo, la incidencia de estos puestos laborales sobre las economías locales es determinante. Se calcula que por cada puesto de trabajo en este sector se inducen tres puestos indirectos, también sometidos a la volatilidad no convencional.
Por último, la necesidad de servicios específicos generó la creación de mundo de empresas, muchas bajo la impronta de la burguesía patriacontratista local que negocia con las operadoras beneficiando a las empresas de familiares, a amigos, a aportantes partidarios y hasta a funcionarios y sindicalistas. La corrupción de un esquema descentralizado, fragmentado y privado, también hace que las fuentes laborales queden cautivas de la correlación de fuerza coyuntural que tengan sus dueños. Así, por ejemplo, la pérdida de un contrato puede significar muchos despidos o directamente el cierre de la empresa.
La invasión del fracking
Durante estos cinco años el mapa no convencional crece. Si bien la actividad se concentra en la provincia de Neuquén, y, en menor medida, en Río Negro, ya arrancaron los trabajos pilotos en Mendoza.
Las concesiones más grandes fueron y son aquellas en las que los estados tienen injerencia. YPF condujo la mayor parte del proceso durante la gestión kirchnerista, y tuvo a cargo la “curva de aprendizaje”. Además, creó YPF Tecnología (YTEC) una empresa científico técnica que asoció a YPF con el CONICET y que colaboró con la sustitución de importaciones de materias primas y maquinarias. La ciencia puesta al servicio de la maximización de las ganancias de las corporaciones petroleras. Además, YPF tuvo que idear reglas en el tenso mundo de proveedores habituados a la sobrefacturación. Incidió en la planificación del desarrollo de la infraestructura y se encargó de ampliar la frontera no convencional con nuevas exploraciones.
Mientras tanto, la empresa neuquina Gas y Petróleo -estatal a pesar de ser también una sociedad anónima- dedicó sus esfuerzos a la obtención de rentas extraordinarias más que a la producción. Tras su creación en 2008 se hizo de las áreas -en su momento marginales- que antes estaban en manos de la estatal Hidenesa. El sistema de carry fue el mecanismo por el cual la provincia de Neuquén quedó como socia financiera en varias Uniones Transitorias de Empresas (UTE), por poseer el área cedía a sus socias la mayor parte del paquete accionario y estas empresas se hicieron cargo de la operación. GyP mantuvo un 10 o 15% de las acciones, cuestión que generó muchas tensiones con el ejecutivo nacional, que acusaba al mecanismo de desalentar la llegada de inversiones.
YPF tiene 15 proyectos activos que representan unos 9.000 km2. Entre sus socios se encuentran la francesa Total Austral, la noruega Equinor -ex Statoil-, las norteamericanas Chevron, Dow Chemical y la gigante de servicios Schlumberger -que opera el área Bandurria-, también sostiene asociaciones con la angloholandesa Shell, la asiática Petronas, la alemana Wintershall y con PAEG compuesta por la inglesa BP, la china CNNOC y la familia Bulgheroni. Ya se anunció el ingreso de Gazprom (EJES, 2018).
GyP actualmente tiene 98 áreas que con frecuencia salen a subastar en Estados Unidos. Si bien las activas son 36 áreas, GyP mantiene acciones en cinco proyectos actualmente en etapa piloto, sólo en área Aguada del Chañar opera con un incipiente y lento desarrollo. Sus principales socios adquiridos por el mecanismo de carry son: Wintershall, la norteamericana Exxon, Shell, Total Austral, Petrogas. A su vez, tiene asociaciones en áreas concesionadas pero en vías de desarrollo con Pampa Energía -del empresario argentino Marcelo Mindlin-, Vista Oil -empresa de ex CEO de YPF Miguel Gallucio-, Tecpetrol -del italo argentino Paolo Rocca-, Shell y PAEG. El activo actual es de 1.575 km2.
Hay que destacar el reciente desarrollo del área Fortín de Piedra, cuya concesión pertenece a Tecpetrol, parte del grupo Techint. El economista Facundo López Crespo -miembro de EJES- sostiene que en la actualidad se extrae el 10% del gas nacional de dicha área y que, en su etapa de desarrollo masivo ya logró producir más por mes que la histórica Loma La Lata. Esto se debe en principio al impulso que de los subsidios otorgados por el gobierno nacional, que representaron en el último semestre alrededor de 250 millones de dólares, un 30% de la facturación. Toda la apuesta al fracking hace que en actualidad la extracción convencional haya retrocedido un 7%, mientras que la inyección no convencional aumentó un 39% en el periodo julio 2017-2018. La resolución ministerial 46 del 2017 generó un incentivo a la explotación de gas no convencional. Hoy hay seis áreas incluidas en ese programa y una docena permanecen en carpeta, aunque trascendió que se habría cerrado el ingreso. La tendencia muestra que las empresas van a donde los subsidios se aplican.
En el resto de las áreas se encuentran: Total Austral, Shell, Wintershall, Exxon, Wintershall, Chevron, Pampa Energía, Pluspetrol, Vista Oil, PAEG. Un reciente informe de Hernán Scandizzo, investigador del Observatorio Petrolero Sur, ofrece una radiografía de las principales empresas europeas en Vaca Muerta, allí queda claro que esto recién está empezando.
Todo el mecanismo para el saqueo está en pleno desarrollo, pero para que pueda concretarse deberán apagar más de un foco de conflicto. A la decisión de militarizar la zona con la presencia de tropas de Gendarmería Nacional, se suma el interés de control internacional que representan tanto la ya instalada base militar china, como la norteamericana que intentan instalar.
Fuentes consultadas
Agencia Argentina de inversiones y comercio internacional (2018) Mapa de la inversión 2015-2018
Álvaro, B. y Riffo, L. (2018), Extracción de hidrocarburos no convencionales y sociedad: abordajes socio-territoriales del extractivismo. Trabajo expuesto en el marco de la Comisión Interdisciplinaria para el discución sobre Hidrofractura del Consejo Superior de la Universidad Nacional del Comahue.
Aringoli, F. (2018), “Quiénes son los dueños de Vaca Muerta”, en Río Negro, 30 de junio de 2018.
Eco Journal (08/03/2018) “YPF lanzará en 2018 cinco nuevos proyectos en Vaca Muerta”.
Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental (2017), Informe Externalidades del megaproyecto Vaca muerta.
Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental (2017), Informe Económico. Ganadores y Perdedores en la Argentina de los hidrocarburos no convencionales.
Enlace por la Justicia Energética y Socioambiental (2018), “Las transferencias económicas a favor de Techint en Vaca Muerta”, en Boletín EJES Nº 20, julio de 2018.
Scandizzo, H. y Álvarez Mullally, M. (2018), “Compañías europeas a la conquista de Vaca Muerta”.
Silvia Peco (2018) “La devaluación pone en jaque la política tarifaria de Aranguren” en Ámbito Financiero, 18 de Mayo de 2018.
Información Oficial
Neuquén Informa (13/04/2009) Transfirieron áreas marginales a Gas y Petróleo del Neuquén S.A.


Reflexionemos sobre lo difícil del viraje de una creciente mayoría desde la lógica capitalista hasta la de la situación real y efectiva del país o ante un problema fundamental en común.


Hidrocarburos y ambiente en la Argentina: Misceláneas de una relación problemática, de los pingüinos empetrolados al fracking

Hernán Scandizzo1
Resumen
Nos proponemos un acercamiento a la problemática relación producción de hidrocarburos / ambiente, partiendo de la necesidad de elaboraciones colectivas para intervenir en las definiciones de la política energética. Decimos que es una relación problemática por los impactos socio-ambientales resultantes de la actividad -degradación y contaminación del suelo, agua y aire y sus derivaciones en la salud de humanos y no humanos, etc.-, pero también por los abordajes que se hacen de esta relación desde diferentes instancias gubernamentales y de la sociedad civil.

A partir del racconto de momentos de las últimas tres décadas en que se puso en tensión la problemática relación hidrocarburos-ambiente nos detenemos en las sensibilidades colectivas que se manifiestan en torno a los impactos de esta actividad; las demandas de organizaciones políticas, indígenas y sindicales, y también en los usos de lo ambiental en la relación estados-empresas.
Desde la década de 1980, en diferentes puntos del país, grupos ecologistas impulsaron campañas contra la construcción de represas, emprendimientos forestales y piscícolas; también contra el agro-negocio, la instalación de centrales y repositorios nucleares y de industrias petroquímicas, entre otros.2 Sin embargo, fue en los primeros años de la década del 2000 en que, a fuerza de multitudinarias movilizaciones, las luchas socioambientales irrumpieron para quedarse en la agenda política. Dos hitos de aquel momento fueron el No a la Mina en Esquel, Chubut;3 y la oposición a la instalación de dos plantas de producción de pasta de celulosa en Fray Bentos (Uruguay), frente a la ciudad entrerriana de Gualeguaychú.4 En ese auge de las luchas socio-ambientales proliferaron espacios de participación/militancia como asambleas, foros y multisectoriales, desde los que se problematizó el modelo productivo y se impulsaron campañas.

Por entonces, la crítica a los impactos de la explotación de hidrocarburos tenía un lugar marginal en esa agenda; más que el cuestionamiento a la dependencia de una matriz energética preponderantemente fósil (gas, petróleo y carbón), se repudiaba al saqueo de éstos, perpetrado por empresas transnacionales como Repsol YPF. Una consecuencia de la privatización de la petrolera nacional, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), y la liberalización del sector. En las décadas de 1990 y de 2000 la producción de hidrocarburos fue puesta en tensión en diversos momentos por conflictos territoriales y denuncias de contaminación que afectaban la calidad de vida de poblaciones humanas y no humanas. Sin embargo, recién 2012, con la irrupción de la técnica de fracturación hidráulica o fracking5, aplicada en yacimientos no convencionales, la crítica a esta actividad logró insertarse plenamente en la agenda socio-ambiental. Las fuertes campañas de rechazo al fracking, principalmente en Europa y Estados Unidos -por los riesgos e impactos ambientales asociados a su aplicación- contribuyeron a poner el tema en ese lugar, y se generaron fuertes movimientos de oposición en regiones sin antecedentes de extracción de gas y petróleo, como es el caso de las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires.
La conquista del nuevo desierto
En los primeros años de la década de 1990 se inició un proceso simultáneo de privatización, desregulación, federalización y transnacionalización del sector. La empresa estatal YPF fue convertida en una sociedad anónima y sus acciones –en principio en poder de la Nación y las provincias productoras- fueron vendidas hasta que, en 1999, fue controlada casi en su totalidad por la compañía española Repsol -el Estado mantuvo el derecho a participar de las decisiones del consejo directivo y el poder de veto. En tanto el dominio del gas y el petróleo pasó de la Nación a las provincias -en un proceso que comenzó con la sanción de la Ley 24.145 en 1992, conocida como Ley de Federalización de Hidrocarburos y Privatización de YPF, continuó con la reforma de la Constitución Nacional en 1994 y culminó en 2006 con la sanción de la ley 26.197, conocida como Ley Corta.

En ese marco de transformaciones, el gas y el petróleo perdieron su carácter de recurso estratégico -uno de los puntales de la épica nacional desarrollista argentina- para convertirse en un commodity;7 y se incrementaron los niveles de extracción a partir de la puesta en producción de áreas que habían sido exploradas por la empresa estatal y permanecían en reserva. Este proceso de ampliación de la frontera extractiva, fue acompañado por una serie de obras de infraestructura para el transporte y exportación.8 Una consecuencia de estas transformaciones fue el avance de la actividad hidrocarburífera sobre territorios de comunidades indígenas, lo que desencadenó una serie de conflictos.9 Conflictos que expresaban, además, la emergencia política de estos pueblos.10

Uno de los casos hito fue la lucha de la comunidad kolla Tinkunaku, en Orán, contra el tendido del gasoducto NorAndino, que atraviesa las provincias de Salta y Jujuy, y tenía como objetivo exportar gas a Chile. Los comuneros reclamaron el respeto a sus derechos territoriales y la protección de la selva de yungas. La demanda tuvo gran repercusión mediática, pero por la intervención de la organización ecologista Greenpeace, quizá se la recuerde más como una de las primeras cruzadas para evitar la extinción del yaguareté, cuyo hábitat era afectado por el proyecto (di Risio y Scandizzo, H., 2012: 125-127).

Otro caso emblemático es el de las comunidades mapuche Kaxipayin y Paynemil, en la provincia de Neuquén, detonado por el Proyecto Mega: la construcción de una planta separadora de gas y tendido de un gasoducto de 600 km hasta el polo petroquímico de Bahía Blanca (Gavaldà, M., 2003: 32-42; Red DESC, s/d). La obra implicó una mayor ocupación del territorio ambas comunidades, cercanas a la localidad de Añelo, que estaban afectadas por la explotación del mayor yacimiento de gas del país: Loma La Lata. En el marco de ese conflicto las familias mapuche denunciaron la contaminación a la que estaban expuestas de manera crónica. Eran tales las concentraciones de condensados de gasolina en las napas freáticas, de las que se abastecían los comuneros, que el líquido que extraían ardía al acercarle fuego. La ampliación de la frontera extractiva hacia áreas secundarias, que en algunos casos permanecían como reservas, también generó un desplazamiento de los conflictos territoriales.

De Loma La Lata, el foco de tensión se extendió a la zona centro de la provincia de Neuquén, a yacimientos cercanos a las ciudades de Cutral Co y Zapala, donde las comunidades Logko Puran y Gelay Ko protagonizaron cortes de ruta, bloqueos de locaciones y tomas de instalaciones petroleras para detener la perforación de pozos y demandar la implementación de los mecanismos de consulta y participación contemplados en el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la OIT. La respuesta estatal fue la represión, judicialización y la estigmatización (Salgado, J.M.; Gomiz; M.M. et al., 2010).

Control del recurso y apropiación social de la renta

Los impactos socioeconómicos de la privatización de YPF –desempleo por reducción de personal y depresión de las economías regionales- se sintieron en las comarcas petroleras de todo el país y dieron lugar a puebladas en Cutral Co y Plaza Huincul, en la provincia de Neuquén, en junio de 1996 y abril de 1997; y en las localidades salteñas de Tartagal y Gral. Mosconi, en mayo y noviembre de 2000 y junio de 2001.


En ese contexto cobraron fuerza las movilizaciones de sindicatos y organizaciones políticas y populares que reclamaban la re-estatización de YPF y denunciaban el saqueo de los hidrocarburos; se focalizaban en el control del recurso y la apropiación social de la renta. La prórroga de la concesión del yacimiento Loma La Lata-Sierra Barrosa a Repsol YPF, firmada en 2000 por el entonces presidente de la Nación Fernando De la Rúa, diecisiete años antes de que venciera el contrato, funcionó como uno de los catalizadores de esa lucha (Dellatorre, 2000). De igual modo funcionaron la sanción de la llamada Ley Corta; 11 la renovación anticipada de la concesión del yacimiento Cerro Dragón a Pan American Energy, en 2007;12 y la prórroga anticipada de contratos petroleros implementada por el gobierno de Neuquén, en 2008.13
En el marco de esos procesos de movilización se conformaron organizaciones como el Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (Moreno), en 2001, constituido por un grupo de “militantes de distintas extracciones políticas, sociales y gremiales”, que “brega por el derecho del pueblo a la energía y la recuperación de todos nuestros recursos naturales” (Moreno, 2009); y el Nuevo Pensamiento Energético Latinoamericano (NPEL), en 2005, para “la generación de análisis y políticas que tengan como epicentro la integración de los trabajadores y que de su elaboración se desprenda la búsqueda de la puesta de los recursos naturales al servicio de la clase obrera y los pueblos” (NPEL, 2007: 13). La Confederación Mapuche del Neuquén -que nuclea a las comunidades de esa provincia-, también intervino en esas coyunturas, en sus planteos enfatizaba la violación de derechos territoriales y los impactos sanitarios, ambientales y culturales derivados de la extracción de hidrocarburos. Impactos que, a pesar de su magnitud, aparecían como un aspecto periférico en las críticas a las políticas hidrocarburíferas sostenidas por las organizaciones no indígenas.14

En 2008, con la creación del Observatorio Petrolero Sur (OPSur), se constituyó un colectivo que propone incorporar la perspectiva socio-ambiental a la lucha por el control público de los hidrocarburos y la apropiación social de la renta. En sus postulados, plantea además, la necesidad de democratizar la gestión de la energía y diversificar y desfosilizar la matriz (OPSur s/d).

Pingüinos y liberalización del sector 

Más arriba se hacía referencia a que mientras la comunidad Tinkunaku del Pueblo Kolla planteaba la defensa de su territorio y la protección de la selva de yungas como eje de la oposición al trazado del gasoducto NorAndino, la organización ecologista Greenpeace ponía el acento en que se afectaba el hábitat del yaguareté, una especie amenazada (Greenpeace Argentina, 2002; Clarín, 1998; La Nación 1998a y 1998b). La atención puesta en el impacto de la actividad hidrocarburífera sobre la vida silvestre no se dio sólo en ese caso, sino que fue el enfoque preponderante en las coberturas periodísticas de comienzos de la década de 1990, al menos de la prensa de Buenos Aires. La aparición masiva de pingüinos empetrolados en las costas del Atlántico Sur, en 1991, tuvo un abordaje similar. Incluso se pusieron en cuestión prácticas extendidas hasta ese momento en la producción de hidrocarburos como el uso de piletas de purga15, porque se transformaban en trampas mortales para las aves, que las confundían con espejos de agua en sus rutas migratorias. Estas referencias no son en función de caricaturizar ni de desestimar la defensa de vidas no humanas, sino marcar la ausencia de un abordaje integral de la problemática, que por una estrategia comunicacional o por convicción, ponía el acento en los impactos sobre la vida silvestre y no sobre el conjunto.16

¿Qué expresaba la aparición masiva de pingüinos en esas condiciones? Según investigaciones posteriores, eran un emergente del proceso de privatizaciones y liberalización del mercado hidrocarburífero. El biólogo Pablo García Borboroglu, del Centro Nacional Patagónico —dependiente del Conicet— y su colega Dee Boersma, de la Universidad de Washington, analizaron los relevamientos de 26 instituciones que registran y/o rehabilitan aves marinas empetroladas, desde Fortaleza (Brasil) hasta San Antonio Oeste (Argentina). A la luz de los datos de explotación y comercio de crudo, observaron "un dramático incremento [de pingüinos empetrolados] a mediados de los 90, coincidente con el crecimiento exponencial de exportaciones de petróleo en Argentina" (Borboroglu, P., Boersma, P. Reyes, L. et al., 2008).17 El foco sólo en los pingüinos -y otras especies no humanas empetroladas o en riesgo- funcionó para plantear un tema novedoso para quienes vivían alejados de los yacimientos: la producción de petróleo afecta a la Naturaleza. Naturaleza de la que no eran parte los seres humanos.

Pueblos empetrolados

En la segunda mitad de la década de 1990 tomaron estado público dos casos de poblaciones empetroladas: las comunidades mapuche Kaxipayiñ y Paynemil, en Neuquén, y Koluel Kaike, en Santa Cruz. En ambos se denunció la contaminación con hidrocarburos de las aguas subterráneas utilizadas para consumo. Quizá que los casos de las poblaciones empetroladas no sean tan recordados, como el de los pingüinos u otras especies -a pesar de que también tuvieron cobertura mediática-, de alguna manera habilita a que se repitan situaciones similares, como las denunciadas por vecinos de Caleta Córdova tras el derrame de crudo de diciembre de 2007, e incluso también se cuestione la legitimidad de las personas empetroladas, cuando demandan que se garanticen sus derechos.

Loma La Lata y los olvidos selectivos
En Loma La Lata, cien kilómetros al norte de Neuquén capital, se explota el yacimiento gasífero más importante del país. Su descubrimiento y puesta en producción, a cargo de YPF estatal en 1978, fue un punto de inflexión para la economía neuquina y marcó la preeminencia de la provincia en el sector. Este yacimiento abarca ocho mil hectáreas del territorio de las comunidades mapuche Paynemil y Kaxipayiñ. En 1995 los Paynemil constataron que el agua de las napas que extraían para consumo tenía una particularidad: era inflamable -luego se confirmó la presencia de hidrocarburos.18 Al año siguiente el Estado provincial, a través de estudios realizados por la Subsecretaría Provincial de Salud, certificó que los comuneros tenían elevados niveles de metales pesados en sus cuerpos (La Nación, 2002).

 En 1997 la entonces Defensora de la Niñez y la Adolescencia de Neuquén, Nara Osés, denunció al Estado provincial por no garantizar un medioambiente sano y la salud de la población. Obtuvo un fallo favorable del Tribunal Superior de Justicia neuquino, pero la inacción del Ejecutivo local hizo que el caso llegara a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –instancia que aceptó la denuncia (caso 12.010) e intimó a la provincia y a Repsol-YPF a garantizar la provisión de agua segura (OPSur, 2010 y 2011).

Las demandas contra la provincia y la operadora del yacimiento no impidieron que en 2000 se prorrogara por diez años la concesión de Loma La Lata-Sierra Barrosa a Repsol-YPF. Dos años más tarde en la comunidad Kaxipayiñ se registró un caso de anencefalia (La Nación, 2002). La exposición crónica a un ambiente tóxico se había manifestado, también, a través de diferentes tipos de cáncer, pérdida de embarazos, afecciones en la piel, vista, aparato digestivo y sistema nervioso, que fueron constatados en estudios realizados en 2001, uno coordinado por el abogado Carlos Falaschi, con participación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Neuquén y la Universidad Nacional del Comahue, y otro por
los laboratorios privados Umweltschutz Argentina, Umweltschutz Nord GmbH y Caro Biotechnik GmbH.
A pesar de las consecuencias sanitarias de vivir en un yacimiento en explotación, la comunidad Kaxipayiñ y, particularmente, su werken (vocero), Gabriel Cherqui, han sido instalados en el imaginario neuquino como el paradigma del mapuche que realiza denuncias ambientales y demandas territoriales para obtener réditos económicos (La Nación, 2000). Un estigma abonado desde hace casi dos décadas y reafirmado periódicamente tanto por medios de prensa (Clarín, 2017), como por funcionarios nacionales (Parlamentario.com, 2014). Sobre el deterioro de la salud de los comuneros y la degradación de su territorio campea el olvido.
Koluel Kaike, un recuerdo difuso
En 1999, a partir de una causa judicial iniciada en el juzgado federal de Comodoro Rivadavia, tomó estado público la situación ambiental de la localidad de Koluel Kaike, derivada de la explotación del área Piedra Clavada, a cargo de la empresa Pan American Energy (La Nación, 1999). A partir de una serie de pericias ordenadas por la Justicia se determinó que la población de la localidad del norte de Santa Cruz estaba expuesta a compuestos tóxicos acumulados en el suelo y aguas subterráneas. El caso se instaló en la agenda pública y desde el Senado de la Nación, en dos oportunidades, se presentaron pedidos de informes al Poder Ejecutivo Nacional. La causa judicial no prosperó, no por falta de elementos sino porque quedó paralizada por cuestiones burocráticas en 2006. La empresa aseguró que la denuncia de contaminación era parte de un intento de extorsión, sin embargo, instaló una planta de ósmosis inversa para tratar el agua con que se abastece a la localidad (OPI Santa Cruz, 2008). Luego de esa primera denuncia se sucedieron otras más, la última en 2013, en todas se destaca la lentitud de la operadora para remediar daños y adoptar normas de protección del ambiente (La Opinión Austral, 2013; Tiempo Sur, 2009).

La contaminación en Piedra Clavada fue tomada en 2007 como elemento para cuestionar la prórroga anticipada del contrato de concesión a PAE. Casi dos décadas más tarde el recuerdo de la contaminación en Koluel Kaike se vuelve difuso.

Caleta Córdova, queremos ser pingüinos
El 26 de diciembre de 2007 se produjo un derrame de hidrocarburos en Caleta Córdova, veinte kilómetros al norte del centro de Comodoro Rivadavia, durante la maniobra de carga de un buque de la empresa Antares Naviera en la monoboya de Termap S.A. Trescientos metros cúbicos de petróleo tiñeron de negro siete kilómetros de playas, acantilados, pesquerías; flora, fauna y gente. El hecho impactó en la memoria de los pobladores de la caleta de pescadores. En una entrevista realizada en 2011, Rosa Montecino, aseguró que a partir de ese episodio en el vecindario empezaron a contar los derrames. “A partir de ahí empezamos a tener una mirada un poco más profunda. Entonces empezamos a hilar más gente un poco más chico. Ahí fue donde impactó en la memoria, esa gran ola que llegó hasta la costa, pero siempre hubo derrames.” La llegada del petróleo a la costa, según Montecino, posibilitó que los vecinos y vecinas desnaturalizaran los derrames y que además percibieran otros impactos más allá de la marea negra. “No hay una mirada desde el Estado sobre cómo impacta el petróleo en la salud de la población que está en contacto directo. Sí hubo una mirada hacia los pingüinos, porque no solamente hay una contaminación de la vida de ese animal sino que hay una contaminación visual.

Pero en mí o en mis hijos, el petróleo no va a dejar una contaminación visual, seguramente va a dejar una contaminación residual, que puede llegar a provocar un cáncer”.19 Vecinos de Caleta Córdova denunciaron que tras el derrame comenzaron a registrarse enfermedades crónicas entre los pobladores y las adjudicaban a los diluyentes utilizados en la limpieza del crudo. A mediados de 2011 fue entregada a la Oficina de Protección de Derechos y Garantías de la Niñez, la Adultez y la Familia de Comodoro Rivadavia una lista de niños que sufrían afecciones en la piel y las vías respiratorias. El organismo convocó a autoridades del sistema de salud municipal y provincial, y al Foro Ambiental y Social de la Patagonia a integrar una mesa de trabajo. “Eran 18 niñitos con cuestiones respiratorias, alergias y cuadros dermatológicos varios”, recordó Liliana Murgas, que entonces trabajaba en la Oficina de Protección de Derechos y Garantías.20 “Cuando vinieron los vecinos empezamos a reunirnos con distintos profesionales para que nos dijeran qué pasaba. Lo que queríamos era que se hiciera un diagnóstico de esos chicos, pero no por el Centro de Salud del barrio, dependiente de la Municipalidad, sino por un dermatólogo infantil. Logramos que se acordara el traslado de esos chicos al Hospital Regional, que fueran vistos por un dermatólogo y un perito de parte. Todo con la firma de la directora del Hospital. ¿Y qué pasó? Nos enteramos que hicieron ese traslado, revisaron a los chicos y no convocaron a la Oficina de Derechos y Garantías ni al perito de parte, y luego dijeron que no había ningún tipo de problema. Lamentablemente no pudimos avanzar de ahí.

Territorios de incertidumbre
Estos son algunos ejemplos de daños ambientales que tenían o podían tener impacto directo en la salud de la población, donde no eran pingüinos sino personas empetroladas. A dos décadas de las primeras denuncias, la invisibilización de estas problemáticas alimenta, en la población de ciudades y localidades yacimientos, la convicción de una mayor prevalencia de ciertas patologías respecto de otras regiones del país. “Lamentablemente hay poco trabajo [epidemiológico en Argentina] en relación a los problemas ambientales y a relacionar el ambiente con enfermedades no transmisibles, como el cáncer u otro tipo de enfermedades hemato-oncológicas, anemias importantes, perniciosas. Hay mucha información sobre los daños sobre la salud provocados por determinados contaminantes ambientales derivados del petróleo. Está bastante estudiado a nivel internacional, pero hay un gran déficit de estudios epidemiológicos locales, que uno pueda demostrar daños sobre la salud que provocaron determinadas situaciones ambientales”, se explayó la médica generalista Susana Muñoz, docente y coordinadora de la Tecnicatura Superior en Salud Comunitaria, en una entrevista realizada en 2016.21 “Comodoro [Rivadavia] estaría en una situación casi ideal para hacer eso, hay importantes sectores de la población que se podrían estudiar, que han estado en contacto, que siguen estando, porque viven en zonas donde había pozos petroleros o por contactos laborales. Hay muchas condiciones, pero no ha habido desarrollo”, se lamentó.

Emergencia y muerte de la cuestión ambiental en Neuquén
Por lo general los daños y pasivos ambientales de la actividad petrolera han sido invisibilizados por las diferentes instancias gubernamentales (municipal, provincial y nacional), aunque en contextos particulares asumen la existencia de tales impactos. Contextos particulares que tienen en común la fugacidad y que lo ambiental es instrumentado como variable de presión en negociaciones con empresas. En algunos casos eso explicitado en medios de prensa, como en mayo de 2006, cuando el Gobierno del Neuquén le quitó a la compañía Pioneer Natural Resources la licencia ambiental sobre tres áreas. En esa oportunidad el diario Río Negro destacó: “La sanción fue resuelta en el contexto de la ofensiva lanzada desde mediados del año pasado por [el gobernador Jorge] Sobisch contra las petroleras, cuando las intimó a liquidar las regalías sin deducir las retenciones a las exportaciones” (Río Negro, 2006). También se dio el caso de autoridades que lo expresaron en declaraciones a la prensa. En octubre de 2012 el entonces intendente de Comodoro Rivadavia, Néstor Di Pierro, se refirió a la creación de un fondo solidario a través del cual las empresas petroleras canalizarían aportes voluntarios al municipio. Consultado si creía que las operadoras acompañarían la iniciativa, el mandatario afirmó: “Tienen un problema: o se comprometen o nosotros las vamos a denunciar en todos los lugares donde podamos denunciarlas. Y vamos a avanzar muy fuertemente en el control del daño ambiental... El Estado tiene herramientas” (MU, 2012:4).

Y en el plano nacional esa situación se manifestó en 2012 y 2013, durante el proceso de expropiación del 51% de las acciones de Repsol YPF; los pasivos ambientales funcionaron como variable para negociar el monto de la compensación que se pagaría a la petrolera española (OPSur, 2013).

Neuquén, planes de diversificación productiva
En 1997 Felipe Sapag, en su quinto y último mandato como gobernador, lanzó el Plan Neuquén 2020. La provincia atravesaba un escenario contradictorio, por un lado los hidrocarburos se habían consolidado como el sector dominante del Producto Geográfico Bruto; por el otro, se registraba una baja del precio de barril de crudo, las reservas estaban en caída y se presagiaba un cercano fin del petróleo. Como telón de fondo, se robustecía una alta conflictividad social producto de la implementación de políticas de ajuste fiscal, tanto a nivel nacional como subnacional. La alternativa que proponía el Plan era diversificar la matriz productiva, apostando al desarrollo agroindustrial. En ese marco el Gobierno neuquino también advirtió, por primera vez, que la degradación del territorio por la explotación de hidrocarburos podía convertirse en un condicionante del desarrollo productivo.

La afirmación del mandatario surgía de la conclusión de un informe elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizado por pedido de la provincia. El organismo había convocado para evaluar los daños ambientales en la localidad de Rincón de los Sauces luego de una serie de derrames que habían afectado la cuenca del río Colorado. Los pasivos ambientales y económicos de tres áreas petroleras fueron valuados en 949 millones pesos/dólares, que la Provincia reclamó sin suerte a las petroleras YPF, Pérez Companc y San Jorge (PNUD, 1998: 54).

Una década más tarde, el primer avance del informe
El riesgo de desastres en la planificación del territorio, también elaborado por el PNUD, advertía: “Los procesos de degradación que afectan la base productiva (sobre todo el recurso suelo) son de importancia central, si se tiene en cuenta que el modelo deseado territorial planteado por Neuquén propone un cambio en la matriz productiva, pasando de una economía basada en la actividad hidrocarburífera a otra más diversificada e integrada verticalmente, con predominio de la actividad agroindustrial. Este cambio también supone, hacia el futuro, una acción sobre los problemas de contaminación ligados a la explotación de hidrocarburos” (PNUD, 2010: 313). Diagnósticos similares fueron realizados en 2006 por el Concejo de Planificación y Acción para el Desarrollo (Copade) de la provincia, en el marco del Plan Estratégico Territorial, Argentina 2016. Sin embargo, los planes de diversificación productiva y la preocupación por los procesos de degradación de los suelos perdieron lugar en las prioridades de la agenda gubernamental a medida que el potencial de yacimientos no convencionales de gas y petróleo adjudicado a Neuquén auspiciaba años de bonanza.

“Ese parece ser el destino de Neuquén [proveer de energía al país], marcado por una historia petrolera de un siglo y por oportunidades de sus cuantiosos recursos hidrocarburíferos, hidráulicos, eólicos, solares y de biomasa. Pueden plantearse otros derroteros, pero no han aparecido propuestas viables y sustentables, capaces de dar trabajo a quienes habitan y habitarán la provincia a la par de suministrar al país la energía que necesita para su desarrollo”, escribió el ingeniero y diputado provincial Luis Sapag, en pleno auge de la explotación de yacimientos no convencionales en la cuenca Neuquina (2013: 137-138). Quizá esa afirmación sea la mejor síntesis del espíritu de euforia que embargaba (y embriagaba) a la clase dirigente local en la primera mitad de esta década.
Vaca Muerta
Al ponerse en marcha el proceso de puesta en valor de Vaca Muerta se desestimaron las advertencias realizadas por el PNUD en 1996 y 2010 en torno a los procesos de degradación de suelos y de agua. En el Plan de Desarrollo Estratégico de la Región Vaca Muerta, elaborado por el Ministerio de Planificación Federal y los gobiernos de Neuquén, Río Negro, Mendoza y La Pampa, no hay referencia al impacto ambiental de la actividad hidrocarburífera. Tampoco se plantea como problemática la ampliación de la frontera petrolera sobre tierras dedicadas a la producción frutícola -como ocurre en el Alto Valle del río Negro-; sólo se advierte la aceleración de los procesos de urbanización de esas tierras como resultante de la explosión demográfica dinamizada por la explotación de yacimientos no convencionales. En tiempos de Vaca Muerta, plantear en Neuquén objeciones a la ampliación de la frontera petrolera, en sintonía con las advertencias hechas por el PNUD o el mismo COPADE, era adjudicado por el gobernador Jorge Sapag y la vicegobernadora Ana Pechén a campañas de terrorismo ambiental (Multisectorial contra la Hidrofractura de Neuquén, 2013). No había lugar a criticar al fracking.

A modo de cierre
Han pasado casi dos décadas desde la aparición masiva de los pingüinos empetrolados y de las primeras denuncias de personas empetroladas, y sin embargo siguen sin ser asumidos cabalmente los riesgos sanitarios a los que están expuestos tanto las poblaciones urbanas, campesinas e indígenas que conviven directamente con la actividad, como también los trabajadores y trabajadoras del petróleo (quizá el sector más invisibilizado) y la Naturaleza no humana. En los diferentes momentos en que desde estamentos públicos se habilitó la discusión, el interés de fondo no siempre fue abordar la problemática. También es cierto que recién en los últimos años comenzó a adquirir cierta centralidad la problematización de la producción de hidrocarburos desde una perspectiva socio-ambiental y, para buena parte de las organizaciones sociales, políticas y sindicales la disputa central es por el control del recurso y la apropiación social de la renta, en un sector que permanece fuertemente trasnacionalizado a pesar de la estatización parcial de YPF.
Como advertimos, a través de estás misceláneas buscamos problematizar la relación producción de hidrocarburos / ambiente, de ninguna manera agotamos las aristas posibles, y sabemos que cada una de ellas merece un desarrollo más profundo. Pero más allá de los límites de esta selección, intentamos presentar un panorama con elementos que no siempre aparecen relacionados, que no se los pone en diálogo, por ejemplo, el empetrolamiento de aves y pueblos como secuelas, también, del proceso de privatización y trasnacionalización del sector hidrocarburífero en la década de 1990. Una lectura confluente que no resuelve la problemática relación pero permite, al menos, acercar posiciones entre quienes piensan la producción de los hidrocarburos más allá del mercado.
Bibliografía (…) Leer

Busquemos comprender el presente contextualizándolo no sólo en el sistema mundo capitalista sino también en más de una deKada para superar la creencia en que la guerra contra nosotros es del gobierno de M.Macri y no del capitalismo.
Rolando Astarita nos ayuda a descubrir el privilegio a los negocios tanto en el neodesarrollismo como en el neoliberalismo.  Señala lecturas del acuerdo con Chevrón:
Al producirse la estatización de YPF publiqué una nota (ver aquí) en la que polemizaba con aquellos que interpretaban la medida en términos de la oposición «Estado o mercado”, “Pueblos o corporaciones”, “Liberación nacional o dependencia”, y similares. De acuerdo a esta línea de pensamiento, los acuerdos recientes, o la suba del precio del gas, serian entonces una “claudicación” frente a las fuerzas del capital internacional (aunque el K-progresismo prefiere mirar para otro lado; después de todo, monopolio es Clarín, pero no Chevron).
Mi interpretación, en cambio, es que se trata simplemente de negocios capitalistas, en los cuales diversas fracciones y el Estado discuten por las condiciones de la explotación. La razón de fondo es que YPF, a igual que cualquier empresa, también está sometida, en última instancia, a la lógica de la valorización. Refiriéndome en general a las empresas capitalistas de Estado, en aquella nota sobre la estatización de YPF escribía que de manera creciente “son regidas por directores que se entrenan en las mismas escuelas de negocios que entrenan al personal jerárquico de las privadas. La valorización y los balances son puestos bajo escrutinio de los inversores, que 'votan' en las bolsas de valores. Estamos muy lejos del viejo estatismo vinculado a la industrialización por sustitución de importaciones. Los nuevos criterios para definir qué es una ECE, y las ambigüedades que surgen al tratar de establecer los límites entre lo privado y lo estatal, tienen que ver con este giro”. Leer
Ahora qué tipo de súper negocios y para quiénes es la gestión del fracking sin importar si es la de CFK o la de MM. Alertémonos la eficiencia rentable es de cinco años, como máximo, para cada uno de los cientos pozos en una parte de la formación geológica.
 Fractura hidráulica,
“baja rentabilidad y altos costos 

ambientales y a la salud”.
25 de agosto de 2014

Poza Rica, Ver.- Aroa de la Fuente López, investigadora del proyecto sobre industrias extractivas del Centro de Análisis e Investigación Fundar e integrante de la Alianza Mexicana contra el Fracking, advirtió que la técnica de fracturación hidráulica utilizada para la extracción de gas de ninguna manera es una garantía de rentabilidad en el país y en cambio sí beneficia a inversionistas.
En el marco de la conferencia “La fracturación hidráulica (fracking) a la luz de la reforma energética: amenazas para el territorio, la población y el medio ambiente”, realizada en la sala de videoconferencias de la USBI de la Universidad Veracruzana (UV), señaló que dicha actividad no está garantizada, debido a la baja rentabilidad que tiene, como se ha comprobado en otros países.
Explicó que un ejemplo muy claro es Estados Unidos, donde 80 por ciento de los pozos que han sido fracturados bajo esta técnica son inviables, por lo que el país vecino va hacia otros mercados como México, Argentina y Polonia.
Aroa de la Fuente señaló que a partir de este año y hasta 2015 se perforarán mil 800 pozos tan sólo en el estado de Veracruz, y 27 mil en todo el territorio nacional, con la técnica del fracking, lo que impactará enormemente al medio ambiente, la salud y las actividades productivas.
Más que beneficios, esta técnica de fracturación de los pozos traerá serios problemas, uno de ellos es la escasez de agua, debido a las elevadas cantidades de este líquido que se inyectan a presión al subsuelo y que se mezcla con 750 sustancias químicas que afectan la salud y el medio ambiente, por lo que debería prohibirse, además de que únicamente se recupera entre cinco y 10 por ciento del recurso y tienen de tres a cinco años de duración.
“Por cada pozo que se hace para la extracción de gas shale se consumen entre 9 y 29 millones de litros de agua, esta cantidad pondría en riesgo el derecho de los mexicanos de acceso al agua.
 
Asimismo señaló que dicha técnica ha sido impulsada para atender intereses financieros, por los beneficios económicos para algunos inversionistas, dejando de lado los problemas que se generarán en un corto y mediano plazo.
 
De la Fuente López agregó que el argumento de la reforma energética de Enrique Peña Nieto es que los yacimientos de petróleo más accesibles se están agotando, por ello se debe explotar otros hidrocarburos como el gas shale que se localizan en el Golfo de México –específicamente en Tamaulipas y Veracruz–, Nuevo León, Chihuahua y Coahuila.
Explicó que es inaplazable desarrollar el uso de otro tipo de energías como la solar y eólica, las cuales no provocan contaminación al medio ambiente y son competitivas.
Hizo un llamado para mantenerse informados sobre el fracking y las consecuencias que esta técnica desencadena al hacer uso de ella.
En el evento también participó Emilio Rodríguez, integrante de La Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (Lavida).
En la conferencia estuvo presente el vicerrector José Luis Alanís Méndez, quien dio la bienvenida a los presentes además de agradecerles por participar en las actividades que se promueven en esta casa de estudios.
Ante un auditorio integrado por estudiantes del Área Académica Técnica y público en general, señaló que la UV es una institución abierta a las manifestaciones en favor de la colectividad.
 

Insistamos en el carácter sesgado del discurso de los K que encubre al gobierno CFK e instala una lectura maniquea de la realidad argentina para el "volveremos". En efecto denuncia:

Entregada en bandeja
21 de octubre de 2018
A cambio de los dólares para financiar el salvataje de la economía, el gobierno de Macri dispuso una serie de medidas de flexibilización laboral, de disponibilidad de divisas y del manejo de la producción de hidrocarburos de Vaca Muerta.
Por Federico Bernal 
Director general del Observatorio de la Energía, la Tecnología y la Infraestructura para el Desarrollo (Oetec).

La conferencia de prensa de Christine Lagarde y Nicolás Dujovne, con la bandera argentina detrás de la titular del FMI, expresa mucho más que la pérdida de soberanía política y económica. A cambio de extender su permanencia en la Casa Rosada, el gobierno de Mauricio Macri entregó a cambio la riqueza hidrocarburífera. Existen tres ejes para entender esa liquidación. Leer
Olvida pero nosotros no a Miguel Galuccio designado como CEO de YPF por su alto cargo en Schlumberger, empresa estadounidense con especialización en tecnología de fracking. Tampoco olvidamos la entrega a Chevron, originada por disolución de la nefasta Standard Oil.

El contrato entre YPF y Chevron:

una forma desdibujada 

en la relación entre el Estado y el mercado

7 de junio de 2017
Por: Gustavo García / EJES
Publicado originalmente en Sociedad de Economía Crítica
Introducción
El presente trabajo tiene como objetivo analizar las relaciones entre el Estado y el mercado a partir del Contrato entre Chevron e YPF (en adelante Contrato). Se pretende comprender cómo se articula la petrolera estatal con una empresa transnacional, con el fin de entender el accionar del Estado bajo la forma empresaria en pleno Siglo XXI y cuál es su función[1].
Argumentaremos que el Contrato sigue en línea con los procesos de financiarización vinculados a la privatización de YPF. Como veremos la nueva gestión estatal de YPF no cuestionó el tipo de manejo empresarial de la gestión anterior.
Por lo tanto, el Contrato revela características novedosas del capitalismo contemporáneo en la articulación del Estado con el mercado. Para ello, se muestra cómo el Contrato comprende el armado de un entramado de empresas, contratos comerciales, y mecanismos legales con el fin de desligar a Chevron de responsabilidades legales, así como construir un canal seguro para la inyección de capitales.
Además, la firma del Contrato se realiza en el marco de la agudización de la restricción externa. El Estado, garante de la Reproducción Ampliada del Capital[2] a nivel agregado debió viabilizar el desarrollo hidrocarburífero entre YPF y Chevron. En particular, la intervención del Estado tomó la forma de empresa estatal corporatizada a través de YPF.
Respecto al abordaje metodológico, se buscará evitar caer en la simple crónica sobre los diversos hechos relevantes. Para ello, es pertinente: 1) revisar información de fuente primaria, 2) vincular dicha información con los conceptos del marco teórico para obtener una interpretación más profunda. En lo que respecta al primer punto, se ha podido acceder al Contrato. Al mismo tiempo se consultó información complementaria comprendida por: Balances Contables y sus memorias, Actas de Empresas provistas por la Inspección General de Justicia, Registros Públicos de distintos países, Escritos Jurídicos de la Causa llevada adelante por Rubén Giustiniani, Boletín Oficial Segunda Sección, Revistas de negocios, etc.
En la primera sección se realizará un breve repaso de algunas teorías que abordan las transformaciones de la relación entre el Estado y el mercado. En la segunda sección, se realizará un análisis de las características de la relación entre el Estado y el mercado en el sector energético argentino, además se reconstruirá el entramado jurídico-económico, se describirá la naturaleza del negocio de Chevron, la forma de los movimientos de capitales, así como las formas de relación del entramado de empresas. Se finaliza con una conclusión que reconstruye el argumento principal.
1.  Marco Teórico: transformaciones en la relación entre el Estado y el mercado
El Estado aparenta funcionar como aparato separado de la sociedad y la economía, como poder autónomo (Jessop, 1980). El Estado en el Modo de Producción Capitalista (MPC) se presenta ante los individuos libres como una relación coercitiva externa y ajena. Dicho fenómeno debe explicarse por la separación entre los productores inmediatos (trabajadores) de los Medios de Producción. En el MPC, la extracción de plusvalía no se encuentra sujeta a la coerción directa del capitalista, ya que la producción se basa en la contratación de trabajo formalmente libre. El capitalista no posee los medios de coerción, sino el Estado. Este último vela tanto por la reproducción del trabajo muerto (el Capital) como del trabajo vivo (Hirsch, 2001). El Estado en el MPC presenta Autonomía Relativa respecto de las clases sociales, incluso de las fracciones hegemónicas en el Bloque en el Poder (Poulantzas, 1976)
El debate alemán de la derivación entiende al Estado como garante de la reproducción conjunta de los Capitales. En esta línea, el Estado se refleja como un Capitalista Colectivo Ideal que garantiza: un sistema legal y monetario que asegure el intercambio; además asegura la reproducción del trabajo asalariado, la infraestructura necesaria para el desarrollo de los Capitales, la nacionalización de empresas no rentables, la provisión de servicios públicos, etc. Los procesos de caídas de la tasa de ganancia también requieren que el Estado movilice su poder económico y político para recomponerla (Míguez, 2010).
El debate británico de los años ’80 trajo consigo ciertos hitos sobre las transformaciones que presenta el capitalismo a nivel global. Autores como Jessop (1990), afirman que las Estrategias de Acumulación (concepto relacionado al Régimen de Acumulación de la Escuela de la Regulación) determinan el Proyecto Hegemónico. Las Estrategias de Acumulación comprenden un modelo de crecimiento específico considerado hegemónico, aceptado por las distintas fracciones de Capital. El Proyecto Hegemónico representa la disputa política y cultural que sustenta la Estrategia de Acumulación, incluyendo fuerza militar, reformas sociales, políticas de estabilización, o regeneración moral.
Por lo tanto, las distintas etapas del capitalismo implican distintos tipos de Estados o Formas Estado. Dentro de las Formas Estado, el Proyecto Hegemónico tiene implicancia en: la forma de representación (cómo se articulan los intereses de las distintas fracciones del Capital), la forma de intervenir (las implicancias que se buscan con la intervención estatal), y la forma de la articulación del Estado como institución (la jerarquía que comprende cada institución estatal).
El paso por el Fordismo o Estado de Seguridad significó un tipo de Estado particular con ciertas políticas hegemónicas como el pleno empleo, la seguridad social, resumidas en el Estado de Bienestar. Sin embargo, las transformaciones en las formas de producción a partir de los años ’70 dieron lugar a un nuevo tipo de Estado. Las nuevas Estrategias de Acumulación se reflejaron en una alta movilidad del Capital sobrevenidas en la última globalización a partir de las décadas ’70 y ’80 del Siglo XX. De este modo, surge el Estado Nacional de Competencia. Su principal función en lo económico consiste en mejorar las condiciones locales para la valorización del Capital (Hirsch, 1999; Lengyel, 1997).
De esta forma, los Estados nacionales compiten por captar los mayores flujos de Capitales internacionales, creando las mejores condiciones para su valorización. Es decir, los Estados nacionales se encuentran en guerra económica constante (Alvater, 1999; Holloway, 1993).
Por ello mismo, el Estado reduce los estándares ecológicos y asegura la estabilidad política tanto bajo consenso como con represión. Nos encontramos con un Estado que es garante del Capital internacional con el fin de eliminar la incertidumbre en lo legal, creando estructuras que combinan instituciones nacionales, supranacionales y extraterritoriales.
En este contexto, los Capitales internacionales buscan la valorización bajo formas financieras, lo que implica la búsqueda de ganancias de naturaleza rentística. Versellone (2011) habla del devenir renta de la ganancia durante el capitalismo contemporáneo. El concepto “renta” proviene de la economía clásica, constituyéndose por aquellos ingresos extraídos por detentar un poder monopólico sobre los activos. De esta forma, la renta se configura como renta inmobiliaria, renta agrícola, renta tecnológica, renta minera, renta oligopólica, etc.
Negri y Hardt (2000) entienden al capitalismo contemporáneo como la conformación de un nuevo orden mundial denominado Imperio. Constituido por nuevas formas de soberanía en las relaciones del Sistema Internacional de Estados (Míguez, 2013). Este último incluye estructuras institucionales cada vez más relevantes. Según los autores la soberanía de los Estados nacionales se encuentra en declive. Sus decisiones en torno a temas de política económica, monetaria-financiera, ambiental, social, etc., quedan subordinadas a entes superiores. En contraposición, la soberanía pasa a manos de una suerte de Estado cuasi-global, compuesto por distintos niveles en base a una estructura jerárquica, y articulado a la cabeza por las Potencias Económicas, Organismos Internacionales, Foros económicos, Espacios Extraterritoriales, etc. (Bonnet, 2007). En este esquema, el sujeto dominante se encuentra comprendido por las empresas transnacionales, ya que el Imperio resguarda la movilidad del Capital.
Con respecto al sector energético, De Graaff (2012) destaca la configuración de un nuevo orden energético global, que presenta una doble característica: 1) la “transnacionalización” del sector energético a nivel global, 2) la “hibridación” de este fenómeno. Esta última característica comprende la explotación de los recursos en el subsuelo a partir de alianzas entre las empresas estatales con empresas transnacionales.
Por último, diversos estudios a nivel mundial resaltan la crisis de la gobernanza de las empresas privatizadas, siendo ésta remplazada por empresas corporatizadas con características neoliberales, pero de propiedad estatal. La corporatización de las empresas estatales comprende el manejo de estas últimas como si se tratasen de empresas privadas, presentando altos grados de autonomía respecto del poder político (McDonald, 2015). En consecuencia, las empresas estatales han crecido en número e importancia a lo largo y ancho del planeta durante las últimas décadas, abarcando a todos los sectores en general, como al sector energético en particular. Sin embargo, llamativamente, su manejo privilegia la mercantilización y financiarización de sus actividades en detrimento de la concepción de servicio público (di Risio, 2016).
2.1 La articulación entre el Estado y el mercado en el sector energético
Bajo la gestión Repsol, YPF se convirtió en un activo rentístico. Este último tomó un rol de mero proveedor de liquidez, dado que la empresa española adquirió empréstitos con la finalidad de financiar su transnacionalización. En consecuencia, los altos ratios de giros de utilidades y dividendos de YPF se encontraron correlacionados con bajos niveles de inversión en exploración y explotación. Por este motivo, la producción de hidrocarburos en el país comenzó a declinar (Informe Mosconi, 2012). Dado que el sector no acompañó el contexto de crecimiento económico, las importaciones energéticas comenzaron a aumentar (Arelovich et al., 2015).
Para el año 2011, la Argentina comenzó a mostrar déficit en la balanza comercial del sector energético (Schorr et al., 2015), encontrándonos con crecientes limitaciones en la acumulación de Capital por la aguda restricción externa[3]. En este contexto, las estrategias de acumulación de la empresa Repsol se tornaron un obstáculo para el Kirchnerismo, el cual buscaba “crecimiento con inclusión social” (véase Pérez Roig, 2016; Cantamutto, 2016).
Sin otra opción en el corto plazo[4], el Estado nacional como Capitalista Colectivo Ideal llevó a cabo una serie de medidas para acrecentar la producción sectorial. En consecuencia, el 3 de mayo de 2012 se sancionó la Ley 26.741, por la cual se expropió y nacionalizó el 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol –efectuando un pago de US$ 5.317 millones en bonos estatales a esta última– (Arelovich et al., 2015).
Sin embargo, la forma de intervención del Estado nacional en YPF conjuga un Proyecto Hegemónico con claras continuidades con periodos anteriores. Al mismo tiempo que en su artículo primero de la Ley 26.741 declara como prioritario el autoabastecimiento energético, en su artículo 3 inc. h) establece como objetivo “La obtención de saldos de hidrocarburos exportables para el mejoramiento de la balanza de pagos […]”. Tal finalidad se logrará a través de “La integración del capital público y privado, nacional e internacional, en alianzas estratégicas dirigidas a la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales” (art.3 inc. c). Se prioriza así la alianza del Estado con los Capitales internacionales en el nuevo orden energético global.
Además, en su artículo 15 establece desde el punto de vista jurídico que YPF seguirá bajo la forma de una Sociedad Anónima Abierta (cotizante en Bolsa), “no siéndoles aplicables legislación o normativa administrativa alguna que reglamente la administración, gestión y control de las empresas o entidades en las que el Estado nacional o los Estados provinciales tengan participación”. Es decir, YPF se maneja bajo la aplicación del derecho privado, alejándose de las reglamentaciones en torno a las Sociedades del Estado (Ley 20.705).
El artículo 16 inc. b), establece que la administración estatal de YPF deberá tener en cuenta los objetivos de autoabastecimiento “[…] preservando los intereses de sus accionistas y generando valor para ellos”. Esta normativa es internalizada en las propias declaraciones de la YPF estatal, ya que pretende como eje lograr “un crecimiento sostenido y rentable que genere valor para los accionistas” (YPF, Prospecto ON Clase XXVIII, p. 24, 2014). Además, las propias declaraciones vinculan un objetivo nacional, como el autoabastecimiento, con el negocio financiero ya que “[…] seremos una empresa comprometida con el crecimiento del país y la generación de valor para todos nuestros accionistas” (YPF, Prospecto ON Clase XXVIII, 2014, p. 25) [5].
Esta naturaleza jurídico-económico de YPF es permeada en la finalidad de los hidrocarburos ya que ninguna contraparte financiera posee sustento sin una parte productiva. Es por ello, que “YPF jugará un rol clave para que Argentina deje de ser importador neto de energía y pueda ser capaz de explotar sus recursos de hidrocarburos y convertirse en exportador y líder en el rejuvenecimiento de yacimientos maduros y en la explotación de recursos no convencionales” (YPF, Prospecto ON Clase XXVIII, 2014, p. 25).
Además, el art. 16, inc. c), establece que “El gerenciamiento de YPF S.A. [se llevará a cabo] a través de una gestión profesionalizada”. Es decir, a pesar que el Estado posee su control, YPF debe regirse como una empresa privada con objetivos de tales características y con un gerenciamiento autónomo.
Por último, el Estado nacional en competencia con los demás Estados nacionales debió crear las condiciones para atraer los Capitales internacionales y permitir su valorización.  Entre la naturaleza laxa de YPF que permita realizar acuerdos con empresas transnacionales, articuló un conjunto de crecientes transferencias económicas sectoriales. Estas se incrementaron desde el 2% de los ingresos del sector hidrocarburífero en el año 2008 al 48% para el año 2015 (López Crespo et al., 2016). En este sentido: “YPF considera que las nuevas medidas [del gobierno nacional] han ayudado a atraer socios estratégicos para el desarrollo de su base de recursos no convencionales, tales como Chevron […]” (YPF, Prospecto ON Clase XXVIII, 2014, p. 127)
El día anterior a la firma del Contrato se publicó en el Boletín Oficial el Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos (Decreto 929/2013). De esta forma, las empresas beneficiadas por el mismo podrán comercializar externamente un 20% de la producción a una alícuota de retenciones del 0%, al mismo tiempo, permite la libre disponibilidad de dichas divisas. Ergo, se buscó la exportación de hidrocarburos con el fin de aliviar la restricción externa.
2.2 Entramado de empresas en el Contrato
El 16 de julio de 2013, YPF y Chevron firmaron el “Acuerdo de Proyecto de Inversión” con la finalidad de extraer conjuntamente recursos de hidrocarburos a través de técnicas no convencionales en Loma Campana (Neuquén). En total, se prevé llegar a perforar 1.677 pozos, y en caso de continuar con las diversas etapas del proyecto, se concretaría una inversión estimada en US$ 16.506 millones. Hasta el 31 de diciembre de 2015 se llevó adelante una inversión conjunta de US$ 4.700 millones. La inversión de Chevron ha comprendido unos US$ 3.433 millones, aportando 2.680 millones por medio de la entrada al país en el Mercado Único de Cambio[6], más 753 millones por medio de reinversión. Además hasta dicha fecha, se perforaron 470 pozos para la extracción de recursos no convencionales[7].
Sin embargo, hasta llegar a esta situación, YPF debió crear un entramado jurídico seguro para que Chevron realice sus inversiones. Ocurre que Chevron posee antecedentes legales en Sudamérica en materia ambiental. En el año 2011 el Tribunal de Primera Instancia de Ecuador emitió una sentencia por la cual obligó a Chevron a pagar una indemnización de US$ 9.500 millones a las comunidades de pueblos originarios de la Amazonia por los daños socio-ambientales llevados a cabo por la subsidiaria Texaco entre los años 1964 y 1992.
Ante esta situación en el año 2013, y por pedido de la Justicia ecuatoriana, la Justicia argentina dispuso el embargo sobre las acciones, los dividendos y el 40% de los depósitos bancarios futuros que reciba la filial local de Chevron. Sin embargo, la Procuradora General de la Nación, Gils Carbó, destrabó la situación (La Nación, 2013). Desde ya, tal demanda peligraba la continuidad de las negociaciones con Chevron.
En consecuencia, el Contrato permitió la construcción de un entramado con el fin de desvincular a la empresa norteamericana de toda responsabilidad ante posibles daños socio-ambientales (véase la figura Nº 1). Por esta razón, la subsidiaria de Chevron en Argentina (denominada Chevron Argentina S.R.L.) no se encuentra vinculada al Contrato. Ya que Chevron no participa bajo un rol productivo en los proyectos, sino de mero financista. En este sentido, como veremos su participación se encuentra intermediada por estructuras jurídicas de propiedad de YPF. En tanto, la estructura jurídica de Chevron más cercana relacionada con el Contrato se encuentra en un Paraíso Fiscal[8].
Por lo tanto, en caso de existir un futuro pleito legal por problemas socio-ambientales, el principal vínculo de Chevron con la Argentina se debe a mecanismos financieros. Al mismo tiempo, Chevron posee como garantía la aplicación de leyes y jurados en el extranjero.
En términos del marco teórico (sección 1), el Contrato representa la configuración de mecanismos que aseguran la libre circulación del Capital bajo formas financieras. De esta manera, el Contrato deviene la ganancia en renta. Además, se vincula con estructuras supranacionales y extraterritoriales. En consecuencia, la soberanía del Estado argentino merma en función de los intereses del Capital transnacional.
Con el fin de desvincular a Chevron, la Concesión de Loma Campana se constituyó en una Unión Transitoria de Empresas (UTE) repartida en partes iguales entre YPF S.A. y una empresa llamada Compañía de Hidrocarburo No Convencional S.R.L. (en adelante CHNC o Subconcesionario en el Contrato). En dicha UTE, YPF S.A. comprende el rol de operadora de la Concesión (Rionegro.com, 2015).
Figura N°1:Entramado armado en el Contrato YPF-Chevron
Fuente: Elaboración propia en base a datos recolectados de diversas fuentes
CHNC es una estructura societaria creada una semana antes de la firma del Contrato, el 8 de julio de 2013 y radicada en la Argentina[9]. Su objetivo constituyente consiste en: “Llevar a cabo por sí o por intermedio de terceros o asociada a terceros, el estudio, la exploración y la explotación de los yacimientos de hidrocarburos líquidos y/o gaseosos y demás minerales […]. Para el mejor cumplimiento de estos objetivos podrá fundar, asociarse con o participar en personas jurídicas de carácter público o privado domiciliado en el país o en el exterior […]”[10].
Dicha estructura se encuentra controlada[11] por una serie de estructuras jurídicas localizadas en Paraísos Fiscales. Los controlantes inmediatos de CHNC son YPF Shale Oil Investment I y II (en un 90% y 10%, respectivamente) localizadas en Delaware, EEUU, y creadas el 1 de julio de 2013 (dos semanas antes a la firma del Contrato). Mientras YPF Shale Oil Investment II es controlada por YPF Shale Oil Investment I, esta última se encuentra controlada por YPF Shale Oil Holding LTD, radicada en las Islas Bermudas (puesta en actividad el 7 de noviembre de 2013, una semana antes a la firma del contrato prendario). A su vez, el controlante inmediato de la subsidiaria en las Islas Bermudas es Wokler Investment S.A. radicada en la República Oriental del Uruguay (puesta en actividad el 3 de abril de 2013). En tanto, el último controlante del entramado de empresas en los Paraísos Fiscales es YPF S.A.[12]
Es decir, el 50% de Loma Campana se encuentra en manos de YPF S.A. en forma directa. Mientras el otro 50% también es parte de YPF S.A. pero en forma indirecta a través de CHNC. El 13 de diciembre de 2013 YPF S.A. informa que “[…] la Sociedad [YPF] y Chevron suscribieron los contratos necesarios para instrumentar la cesión a favor de Compañía de Hidrocarburo No Convencional S.R.L. (“CHNC”) del 50% de la concesión de explotación Loma Campana […]”[13].
Por último, la firma del Contrato[14] entre Chevron e YPF no se realizó por medio de las casas centrales de tales corporaciones, sino a través de subsidiarias radicadas en el extranjero, más precisamente, en Paraísos Fiscales. Del lado de YPF S.A. el firmante fue YPF Shale Oil Investment I (en adelante el Tomador) radicada en Delaware. De parte deChevron, la subsidiaria fue Chevron Overseas Finance I (en adelante el Prestamista), puesta en funcionamiento el 6 de diciembre de 2013 en las Islas Bermudas[15].
2.3 La naturaleza del negocio de la energía
Cabe preguntarnos por el activo vinculado a Chevron como por la naturaleza de su ganancia. En este sentido, su activo consiste en el otorgamiento de préstamos financieros para solventar los gastos operativos[16]: “[…] el Prestamista está dispuesto a otorgar las líneas de créditos solicitadas en favor del Tomador” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 6). Tales líneas de créditos se dividen en etapas tendientes a los diversos cumplimientos que deberá realizar YPF (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 51): 1) la Fase I concluida en septiembre de 2013, incluyó un desembolso de US$ 300 millones destinados de la siguiente forma: a) 240 millones a la adquisición parcial por parte de CHNC del 50% de la Concesión, b) 60 millones a gastos operativos; 2) Fase II concluida en abril de 2014, dividida en dos líneas de créditos de hasta US$ 470 millones cada una; 3) Fase III que va desde abril de 2014 hasta el fin de la Concesión en el año 2048.
Las condiciones para avanzar a la Fase I disminuyeron los grados de soberanía gubernamentales ya que, por ejemplo, estipulan que “La legislatura de la Provincia del Neuquén deberá haber aprobado una ley provincial, o el Poder Ejecutivo de la provincia del Neuquén deberá haber promulgado un decreto vinculante en relación con la Concesión y el Proyecto” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 31)[17].
En tanto, para avanzar a las Fases posteriores, el financiamiento adquiere carácter de préstamo prendario, sumándose una serie de Acuerdos como garantías. En este sentido, la garantía prendaria se cierne sobre las acciones, activos y créditos de todas las empresas de creación reciente de YPF[18] (en adelante empresas pantallas). Además, como refuerzo se celebró un contrato de Fianza[19] por el cual YPF S.A. es el Fiador de los préstamos realizados por Chevron en las Islas Bermudas a la estructura en Delaware. En tercer lugar, se celebraron Acuerdos de Control[20] por parte de Chevron de las cuentas bancarias de las empresas pantallas.
En cuarto lugar, se realizaron Acuerdos de participación mutua de la Concesión entre YPFy Chevron en caso de revocarse el contrato de préstamo (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 32 y 33). Es decir, en el caso de recisión del Contrato de préstamo por incumplimiento de alguna de las partes, se ejecuta el Acuerdo de Participación en utilidades netas que comprende: “[…] un acuerdo de participación en utilidades netas a ser acordado entre el Prestamista y el Tomador y en virtud del cual el Prestamista recibirá el 50% de las ganancias netas de la producción generada por los pozos del proyecto perforados con anterioridad a la fecha de ese acuerdo en lugar de la amortización de los Préstamos” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 13). De esta forma, Chevron podría entrar al negocio petrolero en la Concesión de Loma Campana. La entrada de Chevron se realizaría absorbiendo el entramado de empresas de YPF (art. 3.2, Contrato YPF-Chevron, 2013).
En quinto lugar, nuevamente legisla sobre cuestiones de soberanía estatal cuando los préstamos se encuentran atados a decisiones ajenas ya que: “No deberá existir en trámite ningún embargo, confiscación, procedimiento legal […] contra el Prestamista […]” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 35).
En lo que respecta a las características del préstamo, la amortización del capital es pagadera a una tasa del 0,2604% mensual (3,16% anual) a partir del tercer aniversario de la Fase I (septiembre de 2016).
En tanto, el interés que devenga el capital supone: 1) un 7% anual, más 2) un “Monto de Interés Adicional” calculado sobre el Flujo Neto de Fondos[21] de CHNC cuando este sea positivo y supere el capital y los intereses[22]. Es decir, no existe una tasa de interés fija en el Contrato, ya que toda ganancia de CHNC corresponde a Chevron.
La ganancia de Chevron significa una mezcla de renta financiera y renta atada al devenir productivo. Por lo tanto, se le garantiza un piso de ganancia a Chevron si el proyecto resulta a pérdida (del 7%). Sin embargo, no existe un techo en caso en que el mismo sea rentable. Por otra parte, en caso de que el proyecto resulte a pérdida, ésta será absorbida por YPF, además de abonar un 7% de interés sobre la misma. Esto se debe ya que las líneas de financiamientos se realizan sobre el Déficit del Flujo de Fondos del Proyecto[23]. Vale resaltar que toda ganancia productiva o financiera es remitida al exterior, con destino a la subsidiaria de Chevron en las Islas Bermudas. Aunque cabe aclarar que la cuenta bancaria del prestamista se encuentra en la ciudad de Nueva York (EEUU).   
Los intereses correspondientes a la Fase I se devengan a partir del inicio de la Fase III (abril de 2014, art. 2.6 del Contrato YPF-Chevron, 2013). En tanto, las Fases II y III devengan intereses a partir del tercer año del cierre de la Fase I (septiembre de 2016). Aunque los “Montos Adicionales de Interés” (ganancia de CHNC) se abonarán sin mediar periodo de gracia. Por otro lado, en caso de incumplimientos por parte de YPF, la tasa de interés se elevará del 7% al 9% hasta la extinción del hecho[24].
Por último, el registro del endeudamiento es realizado por Chevron. En caso de existir conflicto entre las partes, se recurrirá a Chevron como prueba suficiente: “El Prestamista mantendrá registros apropiados […] que acrediten el Endeudamiento del Tomador con el Prestamista […]. Las anotaciones realizadas en tales registros constituirán prima facieprueba suficiente de la existencia y los montos de las Obligaciones […]” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 30).
2.4 Movimientos de Capital
Los movimientos de fondos son realizados de la siguiente manera: 1) El prestamista (Bermudas) desembolsa los préstamos en una cuenta bancaria titular del Tomador (Delaware); 2) “El Tomador destinará los fondos provenientes de todos los Préstamos para otorgar préstamos al Subconcesionario” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág 50). Es decir, todos los movimientos desde las Islas Bermudas a la Argentina se realizan por medio de préstamos financieros.
A su vez, cabe preguntarse sobre cómo se giran las amortizaciones e intereses a la estructura de Chevron en las Islas Bermudas. CHNC menciona que debe “[…] enviar al socio Shale Oil I [El Tomador] un informe, a satisfacción de este último, incluyendo –entre otra información- el flujo de fondos neto proyectado de la Sociedad del mes anterior incluyendo i) estimado del importe de dividendos respecto de los ingresos del mes anterior […] y ii) ajustes de los estimados de mes anterior” (Acta de CHNC, 2013, p.10-11). Con base en tal estimación, CHNC deberá realizar adelantos y préstamos a las estructuras en Delaware: “[…] la Sociedad [CHNC] otorgará adelantos o préstamos en dólares estadounidenses a los Socios [YPF Shale Oil Investment I y II] por los montos que surjan de los puntos i) y ii) […]” (Acta de CHNC, 2013, p.11). Es decir, dichos préstamos se compensan con las obligaciones de giros de dividendos a Delaware.
Sin embargo, ante una falta de divisas en Argentina el Acta de CHNC agrega “En el caso de que la Sociedad no pudiera adquirir dólares estadounidenses en Argentina o no pudiera transferir dólares estadounidenses al exterior por una suma suficiente para abonar cualquier monto comprometido en el Acuerdo de Aporte de Capital, en virtud de una prohibición o restricción impuesta por ley o derivada de prácticas del Banco Central de la Argentina, los Socios podrán optar por aceptar el pago en dólares estadounidenses a través de la venta de Bonos Extranjeros Argentinos o de cualquier otro bono público o privado emitido en dólares estadounidenses en la Argentina” (Acta de CHNC, 2013, p.11-12). De esta forma, las estructuras en Delaware deberán hacerse de dólares por medio de prácticas especulativas, como las comprendidas por el “Contado con Liqui”[25].
En resumen de lo anterior, así como los dólares llegan por medio de una triangulación desde las Islas Bermudas hacia Delaware y luego a la Argentina, CHNC gira dólares por medio de préstamos a las estructuras de YPF en Delaware, y a partir de allí, la subsidiaria de Chevron en las Islas Bermudas cobra el préstamo.
Como se puede observar en el Cuadro Nº 1, las estructuras de YPF poseen abultadas ventas, ubicando a CHNC en el puesto Nº 234 y N° 177 en el ranking de las empresas que más venden en Argentina en los respectivos años 2014 y 2015. A su vez, se puede ver que tanto CHNC como su controlante inmediato poseen resultados negativos en dichos años. Esto se debe a que las dos empresas mencionadas son utilizadas como “conduit”[26], ya que se encuentran completamente endeudadas. De esta forma, todo lo facturado por la extracción de hidrocarburos es girado al exterior en concepto de pago de los préstamos. Como contraparte, podríamos esperar que la estructura de Chevron en Bermudas posea resultados positivos con montos parecidos. Ergo, la subsidiaria de Chevron habría adquirido en concepto de beneficios aproximadamente unos US$ 263 millones en 2014 y US$ 1.459 millones en 2015[27].
A su vez hay que destacar el aumento de capital social de CHNC a través de los préstamos. Como dijimos, estos préstamos tienen como único fin financiar los gastos operativos. Sin embargo, al mismo tiempo, sirven para aumentar el capital societario dado que CHNC forma parte de las garantías prendarias a Chevron[28]. La utilidad en el aumento del capital social de CHNC consiste en garantizar la solvencia hacia Chevron: “El Tomador destinará los fondos de los Préstamos para realizar tales aportes de capital […] con el alcance que resulte necesario para garantizar en todo momento la Solvencia del Subconcesionario […]” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 50). De esta forma, el capital societario de CHNC aumentó de los iniciales $100.000 en julio de 2013, hasta los actuales $11.569 millones en la última modificación de noviembre de 2016. [29]
2.5 Relaciones ambiguas
La relación entre YPF S.A. y las empresas pantallas es otro punto a destacar. El Balance Contable de YPF S.A. menciona que “La Sociedad [YPF] mantiene indirectamente el 100% del capital social de CHNC, pero dado que en virtud de los acuerdos contractuales existentes, no ejerce las decisiones financieras y operativas relevantes de CHNC ni financia sus actividades, no se encuentra expuesta a riesgos ni beneficios por su participación en CHNC” (Balance YPF, 2015, p. 103). Es decir, YPF posee la propiedad de CHNC sin embargo no posee la potestad sobre sus decisiones ni percibe beneficios. En primer lugar, en caso de que CHNC posea saldos positivos, estos serán remitidos a la subsidiaria de Chevron en las Islas Bermudas. En lo que respecta a los temas operativos de extracción de hidrocarburos, el Contrato menciona que “El Tomador obtendrá la aprobación del Prestamista de cualquier Programa de Trabajo y Presupuesto, Plan de evaluación, Plan de Desarrollo, Autorización para Gastos []” (Contrato, YPF-Chevron, 2013, pág. 53). De esta forma, a pesar que Chevron ejerce la figura de prestamista, a su vez, posee total injerencia sobre los planes productivos y la velocidad de desarrollo de los mismos.
Tal forma de relación entre YPF S.A. y Chevron prosiguió. Ya que, en abril de 2014, YPF S.A.firmó otro Contrato con Chevron para la explotación del área Narambuena (Neuquén). Para ello, YPF creó en febrero de 2014 dos nuevas estructuras en Delaware denominadas YPF Shale Oil Investment III y IV. Paralelamente, en la Argentina, creó en marzo de 2014 una estructura jurídica denominada Compañía de Desarrollo No Convencional SRL (CDNC), controlada por las dos estructuras antes mencionadas. Con la misma operatoria, YPF transfirió el 50% del área Narambuena a CDNC, aclarando en su Balance Contable la nula potestad sobre la misma, así como tampoco recibe beneficio alguno[30].
Con la transferencia del 50% de las concesiones a CHNC y CDNC, dichas empresas son acreedoras de los beneficios del Decreto 929/2013 promulgado con el fin de favorecer a Chevron, ya que realizan las inversiones en gastos operativos como si se tratasen de esta última: “Finalmente, se han celebrado otros documentos y acuerdos complementarios referidos al Acuerdo de Proyecto de Inversión, incluyendo (a) el acuerdo de asignación de ciertos beneficios derivados del Decreto N° 929/2013 por parte de YPF a CHNC […]” (Balance YPF, 2015, p.  103).
En la Sección Sexta del Contrato se establecen las obligaciones de hacer a las cuales se obliga a las empresas pantallas a garantizar a la subsidiaria de Chevron, entre otras cosas: 1) envío de información en forma automática (tanto contable, como cualquier notificación, hecho relevante, celebración de contratos, problemas ambientales, información sobre las operaciones productivas, etc.); 2), en lo que respecta a temas impositivos: “[…] El Tomador arbitrará todos los medios que resulten comercialmente razonables para […] [que ciertas empresas pantallas] operen de modo tal de evitar quedar sujetos a impuestos en o por una Autoridad Gubernamental […]” (Contrato YPF-Chevron, 2013, pág. 46).
La Sección séptima establece las limitaciones y prohibiciones (obligaciones de no hacer)de las empresas pantallas. Por lo tanto, ninguna empresa pantalla se podrá endeudar por sobre lo estipulado en el Contrato, ni se les permite realizar ninguna operación productiva por fuera del Proyecto de Inversión, etc. En consecuencia, todo accionar realizado por las empresas pantallas se encuentra regulado por el propio Contrato.
En este sentido, el art. 7.8 del Contrato limita y especifica el papel que jugará cada una de las estructuras. Las estructuras jurídicas de YPF en Uruguay y las Islas Bermudas no pueden realizar ninguna actividad que no sea poseer en propiedad a otras estructuras jurídicas. Es decir, actúan como empresas de tipo Holding[31] ya que no poseen actividades financieras ni comerciales relevantes. El Tomador únicamente podrá ser propietaria de YPF Shale Oil Investment II y CHNC, así como realizar aportes de capital y préstamos a esta última. En tanto, YPF Shale Oil Investment II sólo podrá ser titular de CHNC, así como realizar aportes de capital a ésta. Por último, CHNC sólo puede ser co-propietaria de la Concesión, participar del proyecto de inversión, recibir préstamos, realizar acuerdos y contratos referidos a las operaciones productivas.
En tanto, la Sección novena establece que ante cualquier posible litigio entre las partes se dirimirá bajo: “[…] (i) Ley Aplicable: Leyes del Estado de Nueva York. (ii) Arbitraje: Cámara Internacional de Comercio (International Chamber of Commerce). El arbitraje se llevará a cabo en París, Francia; y el idioma será el inglés. […]” (Acta de CHNC, 2013, p.12). Se garantiza así a Chevron la resolución de conflictos en cortes extranjeras, con gran influencia de los Capitales internacionales, mostrando la vinculación del Contrato con estructuras Supranacionales de nula injerencia del Estado argentino.
Conclusiones
La firma del Contrato debe entenderse tanto en un contexto particular de la economía argentina, así como en el actual marco del orden económico-político global. Con respecto al primer fenómeno, la acumulación de Capital en la Argentina se encontró obstaculizada por la restricción externa, por la cual el sector energético contribuyó en gran medida ya que se habían incrementado las importaciones sectoriales. Para ello, el Estado nacional recuperó a YPF, dado que la gestión Repsol había priorizado metas financieras por sobre las productivas.
Sin embargo, y contra cierto sentido común, la estatización de YPF no modificó el tipo de manejo empresarial de la misma. La vinculación de YPF con los Capitales internacionales debió atenerse al orden económico global bajo la caracterización de empresa estatal corporatizada. Por lo tanto, YPF se constituyó como una empresa privada, con gestión autónoma, de objetivos privados, que prioriza la mercantilización y la financiarización, pero bajo propiedad del Estado.
El Estado nacional en competencia con los demás Estados creó un conjunto de medidas de transferencia del ingreso que beneficiaron al sector energético con el fin de atraer los Capitales internacionales. La búsqueda de estos Capitales significó la mercantilización de la energía al permitir la comercialización externa. Al mismo tiempo, el aumento de las exportaciones sectoriales aseguraría un alivio a la restricción externa para los capitales que operan localmente.
Accesoriamente, el Contrato creó una serie de mecanismos financieros con el fin de desvincular a Chevron de cualquier responsabilidad legal, así como de construir un canal seguro para los movimientos de fondos. Por lo tanto, el Contrato se encuentra enmarcado en el orden económico global que garantiza la transnacionalización, la hibridación y la libre movilidad del Capital. Este último fenómeno, se visualiza en la creación de estructuras en Paraísos Fiscales que permiten la libre circulación del Capital. A su vez, se apoya en estructuras judiciales Supranacionales cuando se trata de asegurar los derechos a la movilidad del Capital. Se podría decir que el Contrato en sí se constituye como una garantía para Chevron. En lo que respecta a su ganancia, ésta toma la forma de renta financiera, constituyendo a la empresa transnacional como clara ganadora bajo cualquier escenario productivo.
Referencias Bibliográficas
Documentación, diarios y revistas de negocios consultadas
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  La ONU solicitó al Estado argentino que 
reconsidere la explotación de Vaca Muerta  

La ONU solicitó al Estado argentino que reconsidere la explotación de Vaca Muerta

El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) de la ONU solicitó al gobierno argentino que reconsidere el uso de la técnica de fracking y advirtió que las consecuencias ambientales de las explotaciones hidrocarburíferas a gran escala en Vaca Muerta serán irreversibles. En las Observaciones finales sobre el cuarto informe periódico de Argentina , difundidas días atrás, los expertos también expresaron su preocupación por lo aportes al cambio climático.

 

El Comité recomendó al gobierno argentino “reconsiderar la explotación a gran escala de combustibles fósiles no convencionales mediante el ‘fracking’ en la región de Vaca Muerta” para garantizar el cumplimiento de los compromisos climáticos asumidos y estimó que “la explotación total de todas las reservas de gas de esquisto [de Vaca Muerta] consumiría un porcentaje significativo del presupuesto mundial de carbono para alcanzar el objetivo de un calentamiento de 1,5 grados Celsius, estipulado en el Acuerdo de París”.

 

El comité de expertos que redactó el documento también recomendó al Estado argentino que

“adopte un marco regulatorio del ‘fracking’, que incluya las evaluaciones de su impacto en todas las provincias, precedido de consultas con las comunidades afectadas, y con una documentación apropiada de sus efectos sobre la contaminación del aire y el agua, las emisiones radiactivas, los riesgos para la salud y la seguridad en el trabajo, los efectos sobre la salud pública, la contaminación acústica, la luz y el estrés, la actividad sísmica que puede desencadenar, las amenazas a la agricultura y la calidad del suelo, y al sistema climático”.

 

Ante la contundencia de las Observaciones del Comité DESC de la ONU, las organizaciones firmantes instamos a las autoridades argentinas a tomar nota de las advertencias realizadas por este organismo y a actuar en consecuencia. Asimismo, sería de suma importancia que también sean consideradas estas advertencias por los Gobiernos de la región donde se promueven proyectos para la extracción de hidrocarburos mediante “fracking”.

 

Enviar adhesiones a contacto@opsur.org.ar

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UAC Unión de Asambleas Ciudadanas Contra el Saqueo y la Contaminación
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Debemos, abajo y a la izquierda, conseguir el involucramiento de los pueblos en poner fin a "la historia del desarrollo del capitalismo rentístico que es también la historia del progresivo socavamiento de los medios ecológicos de vida". Estamos yendo hacia la extinción de la vida planetaria y por tanto de la humanidad cuyo síntoma esencial es la crisis climática.
Valoremos qué propone Emiliano Teran Mantovani para suscitar la unión de los pueblos contra-hegemónica.

Ya nada será igual
Venezuela y 
la crisis de la civilización petrolera
30 de mayo de 2018
Por Emiliano Teran Mantovani (Aporrea)
Consumadas ya las elecciones presidenciales, es necesario nuevamente subrayarlo: independientemente de cuánto tiempo dure Nicolás Maduro como primer mandatario; independientemente de si las élites que gobiernen en los próximos meses o años, sean militares, empresarios, derechas, izquierdas, populistas, tecnócratas, socialistas, neoliberales, blancos, azules o rojos; finalmente todos tienen y tendrán que enfrentar al desmoronamiento de los viejos pilares de una economía, una sociedad, una nación que fueron construidas en torno a un petróleo altamente rentable, fluido, abundante y estable. Eso está llegando a su fin.
Y si sirve la metáfora del Titanic para pensar nuestro rumbo actual, entonces agreguemos que en nuestro caso el barco no navega en aguas tranquilas (como aquel), sino que está siendo sacudido por la tormenta de la crisis energética global. Todo es parte del mismo proceso mundial. Si usted está buscando una de las más claras expresiones de la crisis de la civilización petrolera, pues ponga sus ojos en Venezuela.

¿A qué nos enfrentamos?
a) No estamos en capacidad de predecir el rumbo de los precios internacionales del crudo: Durante el boom de precios del petróleo en la década pasada, e incluso con el repunte que se dio después de la debacle de 2009, numerosos analistas planteaban que estos marcadores se mantendrían altos, debido a las necesidades de elevados ingresos para cubrir los costosos proyectos de hidrocarburos no convencionales que venían en auge –tales como los petróleos de esquisto o las arenas bituminosas–, mientras que los crudos más rentables aprovechaban la renta diferencial.
Este fue uno de los principales argumentos sostenidos por analistas, asesores y propagandistas para justificar las alucinantes metas de extracción petrolera para la Venezuela del futuro (recordemos los 6 millones de barriles diarios para 2021, basado principalmente en 4 millones sólo en la Faja Petrolífera del Orinoco - FPO), lo cual sería la base para llevarnos a ser una “Potencia Energética Mundial”.
Lo que planteamos no es una tajante afirmación de que el petróleo se mantendrá en valores discretos, o bien afirmar, ahora que vienen subiendo los precios, que logrará mantenerse en niveles altos, sino que la propia volatilidad se está convirtiendo en la normalidad. Si la economía venezolana depende completamente del petróleo –y esto también es el resultado de haber orientado una política de expansión del extractivismo– esto implica que el propio proyecto político y la estabilidad social se volatilizan con el vaivén desenfrenado de los precios del crudo.
b) Un horizonte extra-pesado: chicos, el negocio ya no es tan rentable como antes: el progresivo declive de los crudos convencionales de las cuencas petroleras tradicionales, junto con particulares intereses en el desarrollo de la FPO nos han llevado a que la actual composición de los crudos extraídos en Venezuela sean ya en su mayoría pesados y extra-pesados (casi el 60% del total).
Es necesario recordar que este tipo de hidrocarburos son los más difíciles de extraer, difíciles de procesar, por tanto más caros, generan mayores impactos socio-ambientales, requieren mayores niveles de energía por unidad extraída y procesada, y en general son económicamente menos rentables y representan inversiones más inestables.
Lo que nos parece más significativo de este asunto, es que el problema va más allá del propio negocio petrolero y la salud económica de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Por el enorme significado que tiene esta industria para el país, estamos hablando de una afectación estructural de la rentabilidad del factor dinamizador por excelencia de la economía nacional, y por tanto un límite histórico del modelo de acumulación dominante, del capitalismo rentístico. Esto, además, impacta determinantemente en las estructuras de poder construidas en torno al Petro-Estado e incluso en todas las instituciones sociales, políticas y económicas alimentadas por la renta petrolera.
Basado en estos y otros factores, en el libro El fantasma de la Gran Venezuela propusimos en su momento una crítica al proyecto de la FPO y sus dimensiones faraónicas, debido a la sensible relación entre el enorme nivel de inversión requerida en pocos años –más de 240 mil millones US$–, los límites del modelo de acumulación y gestión centralizada del Petro-Estado, la inestabilidad y financiarización del mercado petrolero internacional y los peligros de potenciar un nuevo ciclo de endeudamiento público (externo) y posterior proceso de acumulación por desposesión. Todo esto en el marco de un proyecto país de proyección de mediano y largo plazo, basado en una alta concentración del rol de los sectores extractivos (más extractivismo). Hasta ahora las tendencias han apuntado dramáticamente hacia la agudización de estos procesos críticos señalados.
No bastará la contra-propuesta de los tecnócratas que anuncian que el problema se resuelve re-organizando la industria sobre la base únicamente de criterios de eficiencia y rentabilidad. El petróleo es un asunto político, en la medida en la que ha sido la base material de la gobernabilidad en la Venezuela contemporánea, el factor posibilitante del sueño de riqueza y progreso nacional. Así que en realidad, al volver a plantear que el trozo de la torta para la población debe ser más pequeño, reavivará viejos conflictos, atizará los actuales y creará otros nuevos.
c) Se modifica el mapa de actores en el mercado energético mundial: es importante recordar el rol internacional que desde décadas atrás ha jugado Venezuela, por ejemplo, en el nacimiento de la OPEP en 1960. Su influencia internacional contemporánea ha estado fundamentalmente determinada por su papel como un importante exportador de crudos y su capacidad de construir coaliciones geopolíticas en torno al petróleo. En este sentido, conviene resaltar dos factores: el primero, es que la afectación estructural del proceso de acumulación de capital doméstico tiene impacto en el rol político del Petro-Estado venezolano y por tanto afecta su influencia internacional y su capacidad de negociación (elemento muy estudiado por Bernard Mommer en ‘La cuestión petrolera’). El segundo factor, es que los cambios en el mercado energético internacional han modificado el conjunto de los grupos y bloques de poder que se configuran en torno a los hidrocarburos, resaltando la pérdida de influencia geopolítica de la OPEP, el crecimiento de algunos grandes productores no-OPEP a partir de sus reservas no convencionales (como los mismos Estados Unidos) o el incremento de la importancia de los sectores financieros en el negocio.
d) No estamos en capacidad de saber cómo se comportará la brecha entre oferta y demanda mundial de crudos en el futuro: Uno de los factores clave de la crisis energética global es la brecha que se va configurando entre la demanda y la oferta mundial de crudos. La demanda se proyecta en los próximos años a un incremento en términos absolutos y por las crecientes necesidades de energía es claro que tiene una base que a pesar de los factores de crisis y volatilidad se mantiene invariable. Mientras tanto el mantenimiento de la oferta se enfrenta no sólo a las limitaciones físico-geológicas del declive de las fuentes convencionales, sino también a crecientes necesidades de inversión para mantener el ritmo expansivo de la demanda.
Dichas inversiones se ven limitadas o ralentizadas por la crisis económica global, la volatilidad de los precios de los hidrocarburos y las tendencias anuales al incremento de los costos de producción de los crudos a nivel mundial. La brecha entre demanda y la oferta podría crecer. Esto supone una situación determinante y excepcional que tiene y tendrá enormes repercusiones en todas las economías del mundo.
Esto obliga a re-evaluar el rol relativo del petróleo en un mundo que podría apuntar al incremento proporcional de la importancia de otro tipo de energías (sin que esto implique decir que el petróleo deje de ser un commodity de gran importancia). Las presiones para impulsar políticas ante el agravamiento del cambio climático o las expectativas e iniciativas económicas (oportunidades de negocio) hacia otros mercados energéticos refuerzan estas tendencias.
Al mismo tiempo, lo que ocurre en Venezuela (incluyendo la actual debacle de la operatividad de PDVSA y las cuotas de “producción” diarias) es también expresión de los factores que provocan este desacoplamiento energético oferta-demanda, y las limitaciones que va teniendo la propia industria petrolera. Además hace evidente una reflexión crítica sobre la viabilidad de las inversiones en la ampliación del extractivismo en la FPO (ej. tener que competir con crudos convencionales en un contexto de severa crisis económica global y tendencias al crecimiento estacionario), y amarrar la economía nacional a este tipo de proyectos.
Mientras tanto, antes de la actual situación de emergencia para tratar de recuperar anteriores niveles de “producción” (cuando se mantenían en alrededor de 3 millones de barriles/día), el Gobierno nacional se ha tambaleado en la esquizofrenia discursiva de anunciar recortes de la misma para favorecer el incremento de los precios internacionales –acuerdos con productores mundiales y OPEP–, al tiempo que declara que el proyecto de la “Venezuela Potencia Energética” se basa en el incremento de la producción hasta 6 millones de barriles diarios (emulando además la propuesta neoliberal de los años 90).
e) La larga crisis del capitalismo rentístico es también una crisis de los propios mecanismos correctivos del sistema: el petróleo no sólo ha generado renta; también ha constituido las estructuras de poder del Petro-Estado, ha formateado las instituciones republicanas, y ha impactado determinantemente en las esferas societales. Por lo tanto, una crisis del modelo no es sólo económica: es también sistémica, integral y multidimensional.
En este sentido, la debacle de los circuitos del negocio petrolero, y por tanto de los procesos de acumulación, van socavando las propias capacidades para la captación, centralización y retención de la renta petrolera, y por tanto la capacidad de respuesta del Petro-Estado (y las élites gobernantes) para enfrentar la crisis y poner en marcha políticas coherentes para salir de la misma. Podríamos decir que la historia de Venezuela de los últimos 40 años es también la de la relación entre la crisis del modelo de acumulación y la crisis de hegemonía.
Por estas razones, es imperioso mencionar que el incremento de la conflictividad política nacional ha potenciado estas dinámicas, llevando la resolución de las crisis al plano de la confrontación por medidas de fuerza. Las sanciones económicas impuestas por el Gobierno de los Estados Unidos contra PDVSA y, en general, bloqueando operaciones financieras con Venezuela, atacan estas vulnerabilidades descritas, al tiempo que buscan ser detonantes de un colapso de amplia escala.
Es en todo este marco crítico en el cual la corrupción hace metástasis, y aparece como uno de los principales mecanismos de captura y distribución de la renta, motorizada por una relativamente desordenada disputa de intereses particulares para apropiarse de los excedentes rentísticos. Al mismo tiempo, esta precariedad de la economía formal, le ha dado cabida a un extraordinario auge de las economías informales. Estos factores representan la emergencia de múltiples puntos de fuga fragmentados para confrontar la crisis, que antes que rasgos cooperativos, parecen ser fundamentalmente competitivos.
f) Ecología política y economía ecológica del petróleo: los “daños colaterales” del desarrollo rentista se han vuelto sencillamente insostenibles: la historia del desarrollo del capitalismo rentístico es también la historia del progresivo socavamiento de los medios ecológicos de vida de los y las venezolanas, principalmente al norte del río Orinoco. Esta zona septentrional ha sido altamente degradada (ej. un 50% de su superficie ha sido deforestada) y la población va sintiendo cada vez más la sensible precariedad que se ha establecido en la distribución ecológica (veamos por ejemplo la grave situación actual del agua). El proyecto de la FPO tendría consecuencias ambientales devastadoras –como lo explicamos detalladamente en “El Fantasma de la Gran Venezuela”– y mucho más si los dispositivos para la recuperación de la tasa media de ganancia apuntan a la radicalización de las externalizaciones ambientales. Una proyección de mediano y largo plazo de este extractivismo petrolero es simplemente irrealizable en términos ecológicos y constituye un salto al vacío.
Buscar alternativas: las bases materiales de una coalición popular contra-hegemónica
Los nuevos escenarios del petróleo y los hidrocarburos marcarán la geopolítica global, los patrones energéticos, y en especial a las economías estructuradas en torno a los crudos. Marcará a Venezuela y al propio desenlace de la crisis actual, como ya lo está haciendo en la actualidad. Debemos prepararnos y tratar de trascender los delirios retóricos o económicos del extractivismo.
Lamentablemente los líderes de los principales grupos políticos hacen caso omiso de esta situación, poniéndonos en una condición sumamente crítica y vulnerable. No es sólo el gobierno de Nicolás Maduro, sino también los delirios extractivistas que tuvieran Henrique Capriles Radonski –“Petróleo para tu progreso”– o Leopoldo López –“Petróleo en la Mejor Venezuela”– como modelo de país para el futuro. Todos comparten la misma receta expansiva.
Preocupa la consciente evasión para generar debates públicos, inclusivos y verdaderamente vinculantes de temas tan medulares como estos, que en cambio no se discuten, o se tratan con slogans y superficialidades. También inquieta la permanente desestimación y omisión de alternativas que surgen desde diferentes actores políticos y sectores de las organizaciones sociales. Por ejemplo, las posibilidades de invertir en la recuperación secundaria en pozos convencionales que aún tienen en promedio una vida de 60 a 70 años, suficiente tiempo para financiar una transición de modelo; el aprovechamiento de la capacidad instalada para la producción económica y generación de energía; relanzamiento productivo de tierras ociosas y el incentivo a las iniciativas productivas existentes (en vez de ser atacadas); una política fiscal que cargue a los sectores económicamente más poderosos; entre muchas otras.
Estamos ante una situación de cambios significativos y esto supone la activación de novedosos mecanismos políticos, sociales y epistémicos para enfrentarla. Planteamos que, un camino diferente, productivo, inclusivo y participativo, y ecológicamente sustentable, no será impulsado desde las élites políticas y económicas del país, sino que tendrá que venir como propuesta impulsada y peleada desde las bases sociales, sobre todo las más organizadas.
Sabemos que esta crisis ha impactado notablemente en el campo popular, sus horizontes, sus energías, sus tejidos, sus esperanzas. No queda más que comenzar a crear a partir de lo existente, reinventarnos, reencontrar las potencialidades de un pueblo que ha sabido ocupar las calles por sus demandas, que ha sabido ser torbellino, enjambre, épica. Pero debemos insistir: necesitamos otros códigos, otros sentidos comunes, otras valoraciones, otras subjetividades. Esta crisis está también sostenida por los paradigmas epistémicos y antropológicos de la cultura del petróleo.
Más allá de la retórica, creemos que es posible orientar una coalición popular contra-hegemónica a partir de dos de los factores materiales fundamentales que rigen la organización de la vida: la distribución económica y la distribución ecológica. Es decir, para nuestro caso, la confluencia entre demandas por mayor justicia en la distribución de la renta petrolera y las luchas contra el extractivismo en los territorios.
Respecto a la primera, creemos que un factor que puede nuclear movilizaciones de grupos muy diversos tiene que ver con la creación e impulso de una amplia plataforma para una auditoría de todas las cuentas públicas: asignación de presupuestos y partidas, inversiones en proyectos, adquisición de deuda pública (en especial la externa o externalizada), y un largo etcétera. Este tipo de propuesta ha sido impulsada en otros países y en Venezuela se ha promovido desde organizaciones como la Plataforma para la Auditoría Pública y Ciudadana y el Capítulo Venezuela del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM-AYNA). Lo ideal es lograr formas variadas de participación popular en dichas auditorías, así como poder impulsar la formalización de mecanismos permanentes de contraloría social de las cuentas públicas, como los llamados “Gobiernos electrónicos o “e-gobiernos”.
En relación a la distribución ecológica, es fundamental hacer visible que la propia existencia y distribución de la renta está determinada por los diferentes proyectos extractivistas, que suponen impactos territoriales, socio-ambientales, culturales y, en general, económicos negativos. Esto supone vincular directa o indirectamente a las organizaciones y bases movilizadas por las auditorías públicas con los diferentes conflictos y movilizaciones que se producen en el país en torno a la defensa de los bienes comunes y de la justicia ambiental (piénsese en las múltiples protestas por el acceso al agua que se desarrollan en el país), y poder evidenciar tanto el origen de la cadena de desigualdades, explotación y pobreza, conocer el conjunto de las injusticias que genera el modelo de desarrollo, así como la necesidad de una integralidad de las luchas por la reproducción social de la vida.
Se trata inclusive de un proceso altamente pedagógico para el propio campo popular, como ha ocurrido en otros países latinoamericanos en los últimos años, en torno a la coalición de diversas luchas económicas, políticas y ecológicas.
El Arco Minero del Orinoco, mega-proyecto propuesto por el Gobierno nacional para enfrentar la crisis estructural del modelo rentista petrolero, revela tal vez con mayor claridad la confluencia de muchos de los factores críticos descritos: el impulso de falsas soluciones (salir de la crisis creada por el modelo extractivista, con más y nuevo extractivismo), la opacidad de los convenios y acuerdos, el respaldo de la deuda asumida irresponsablemente con la mercantilización de la naturaleza de nuestros territorios, y los múltiples impactos socio-ambientales que conllevará el proyecto.
Estos factores materiales son uno de los más sensibles a la población y constituyen tanto algunas de las urgencias inmediatas para confrontar la situación con justicia social y ambiental, como la apertura de más espacios para discutir y confrontar los temas medulares que tienen que ver con el propio modelo de sociedad que queremos y que no queremos. Es apenas una propuesta más para empezar a nuclear voluntades.
*Emiliano Teran Mantovani es sociólogo de la UCV, ecologista político e investigador asociado al Centro de Estudios para el Desarrollo (CENDES). Participa en el Grupo Permanente de Trabajo Sobre Alternativas al Desarrollo organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo y es miembro de la Red Oilwatch Latinoamérica.