sábado, 18 de julio de 2015

Necesidad de discutir los mitos implícitos en el Ministerio de Ciencia... y en Tecnópolis.

Para descubrir qué país fue construyendo el autodenominado proyecto nac&pop.
 
Es crucial, abajo y a la izquierda, el análisis del extractivismo y sus consecuencias genocidas pero, a la vez, generadoras de una reestructuración económica territorial del país a favor de su sometimiento al saqueo ilimitado por la alianza de capitales y estados imperialistas con los locales. Lo comprobamos con la creciente sojización de Argentina e implicancias populares tan graves como que destruye la soberanía alimentaria.Leer
 
Para comenzar pongamos en cuestión la autoridad del ministro Lino Barañao revisando sus afirmaciones y contrastándolas con la realidad:
 
1) "La experiencia más concreta que tengo es la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria, la CONABIA, que en el ámbito de la Secretaria de Agricultura -de la cuál yo he formado parte- ha tenido un trabajo muy serio y riguroso por representantes de distintos sectores. Esto es lo que llevó al país a poder adoptar la utilización de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) de una manera responsable y segura. Creo que, además, es ejemplo para otros países de América Latina que un organismo estatal de respuestas adecuadas en materia de reglamentación".
 
Transgénicos en la Argentina:
Un negocio atendido por sus dueños.
1 de mayo de 2015
Por Darío Aranda  
 
Un organismo clave en la autorización de transgénicos está dominado por las empresas del agro y por científicos vinculados al sector privado. Monsanto, Syngenta, Ledesma y Dow, entre otras corporaciones, se ubican a ambos lados del mostrador. Los conflictos de intereses y el Estado cómplice.
Las multinacionales Monsanto, Bayer, Syngenta y Dow son algunas de las empresas que tienen injerencia en la aprobación de los transgénicos que esas mismas empresas impulsan. Se trata de la Conabia (Comisión Nacional de Biotencología), donde también participan empresas “nacionales” (Biosidus y Don Mario) y las cámaras empresarias. También figuran “investigadores independientes”, pero con claras vinculaciones con empresas. El Gobierno y las compañías publicitan la Conabia como un “espacio pionero con un marco regulatorio sólido y de base científica”. De los 47 integrantes, más de la mitad (27) pertenecen a las empresas o tienen clara vinculación con las mismas firmas que deben evaluar. (..) Leer
 
2) “No está probado. Hay gente que se ha tomado un vaso de glifosato, para suicidarse, y no le ha pasado nada”. Y posteriormente continúo agregando que Glifosato podía ser tan dañino como “agua con sal”.

El Glifosato no es agua con sal
27 de Agosto de 2011

Por Dr. Medardo Avila Vazquez Coordinador REDUAS

Ministro de Ciencia y Técnica afirma que se puede tomar un vaso de glifosato y no te pasa nada.

Lino Barañao sorprendió a Hebe Bonafini al afirmar por la Radio de las Madres que glifosato es como agua con sal

Lamentablemente el Ministro de  Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, al participar del programa “Pariendo Sueños”, que conduce la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, el pasado lunes 15 de agosto, realizó cometarios halagando las propiedades del herbicida de Monsanto glifosato y destacó(1), en contra de la presunción de su entrevistadora Hebe de Bonafini, las características atóxicas y seguras del glifosato con respecto a la salud humana.

Desde la Red de Médicos de Pueblos Fumigados nos vemos en la obligación de corregir las inexactas apreciaciones de nuestro Ministro de Ciencia y Tecnología, por carecer de todo sustento científico. Y además, porque la actitud de este destacado funcionario pone en peligro la salud de la población fumigada en la Argentina, ya que afirmando irresponsablemente la inocuidad de este veneno se promueve que se siga aerolizando cantidades crecientes del mismo sobre la población rural.

Queremos destacar que muchos de nosotros compartimos las afirmaciones realizadas en esta entrevista sobre la importancia de contar con una política científico-técnica independiente, que jerarquice y promueva al personal científico nacional; también reconocemos el valor social y sanitario de la asignación universal por hijo y otros temas tratados en el momento.
Pero en otro instante de la entrevista, el Ministro comenzó a halagar las propiedades del glifosato, el herbicida más utilizado en el país, con más de 180 millones de litros que caen sobre 12 millones de personas que habitan los pueblos fumigados. Al afirmar que Glifosato mata las plantas, Hebe Bonafini agregó que: a “personas también” a lo que el Ministro de CyT respondió: “No está probado. Hay gente que se ha tomado un vaso de glifosato, para suicidarse, y no le ha pasado nada”. Y posteriormente continúo agregando que Glifosato podía ser tan dañino como “agua con sal”.
Nos preocupan estas afirmaciones, no es la primera vez que las escuchamos; las mismas frases son repetidas por los representantes de la Mesa de Enlace de las patronales agrarias en las provincias sojeras, cuando se les reclama por la contaminación ambiental. La Bioindustria concentrada y los sectores que impusieron este tipo de agronegocio (semillas transgénicas y fumigaciones con cantidades crecientes de agrotóxicos), hegemónico desde la década de los 90’, necesitan asegurar que esos productos no son venenos y que no dañan la salud ni el ambiente. La realidad demuestra lo contrario; y cada año usan 40% más de litros de plaguicidas. En 15 años se expandió el área cultivada en un 50%, pero aumento la cantidad de plaguicidas utilizados en más de un 1000%. Este aumento de uso de venenos lo sostienen aduciendo, como el Ministro Barañao, que estos productos son inocuos, como al “agua con sal”.

A pesar de que ya en el año 2004  S. Bradberry(2), del Servicio Británico de Toxicología,  publicó una revisión sobre Intoxicación con Glifosato, informando que estaba comprobado que la ingestión de más de 85 ml de la formulación al 41% (RoundUp) puede causar toxicidad significativa con efectos corrosivos gastrointestinales, frecuente insuficiencia renal y hepática, perfusión orgánica reducida, distrés respiratorio, alteración de la conciencia y shock; las arritmias ventriculares y bradicardias llevan a la muerte.
Series de casos retrospectivos de ingestión intencional de glifosato en Taiwan(3), Corea(4) y Japón(5) reunieron datos de 2727 suicidas con una tasa de letalidad que varió entre 6.7% a 29.3%; es decir que hasta casi un tercio de los suicidas murió al ingerir glifosato. Estos estudios confirmaban como factor predictor de muerte la cantidad ingerida y la edad del paciente.
Recientemente se publicó una gran investigación prospectiva que reunió más de 8.000 suicidas en Sri Lanka, estudiados desde el ingreso hospitalario. Este impresionante trabajo permitió demostrar que la toxicidad de los agroquímicos es esencialmente diferente en el humano con respecto a las ratas que se usan para asignarles grados de toxicidad(6).
Como parte de ese estudio, D. Roberts(7) publicó los datos de quienes intentaron matarse ingiriendo glifosato. La cantidad ingerida fué determinante. glifosato no tiene la misma toxicidad aguda que, como ser, Paraquad; con éste, un sorbo de 5 ml o un trago de 25 ml del veneno son suficientes para terminar con la vida. Pero con una copa de 100ml de glifosato tendremos serios problemas como ya había informado Bradberry. Ahora Roberts registró que todas las personas que tomaron más de 190 ml (un vaso) de glifosato murieron; todas Sr. Ministro, todas.
Este trabajo demostró que el glifosato se absorbe rápidamente en humanos; que tiene una vida media plasmática  de 3.1 hs.; que un nivel plasmático mayor de 734 ugrs/ml es letal; que la toxicidad cardiorespiratoria lleva al paciente al óbito; que a la fisiopatología todavía no la conocemos bien, pero hay lesión de membrana celular, incluso mitocondriales y desacoples de la fosforilación oxidativa. Sr. Ministro: el Glifosato no es “agua con sal”.
También seria interesante que el Sr. Ministro conozca que, además del Dr. Andrés Carrasco de la UBA(8), otros investigadores argentinos del CONICET y de nuestras universidades(9,10,11,12,13) han demostrado la genotoxicidad del glifosato en modelos experimentales. También  investigaron, y encontraron los mismos efectos clastogénicos, en personas expuestas a las fumigaciones sistemáticas. Estos hallazgos son congruentes y explican biológicamente los cánceres y malformaciones congénitas que encontramos en la practica clínica atendiendo a nuestros pacientes.
Nos gustaría mucho que el Ministro Barañao nos ayude a defender la salud de los argentinos, sumándose a nuestro reclamo de prohibir las fumigaciones aéreas, como en la Unión Europea; restringir las fumigaciones
terrestres y, reclasificar los agrotóxicos según sus efectos en humanos de corto, mediano y largo plazo.-

1- LINO BARAÑAO JUNTO A HEBE EN “PARIENDO SUEÑOS” http://email.ndata.com.ar/formato/horizontal/horizontal.php?idnews=460&base=email_192- Bradberry SM, Proudfoot AT, Vale JA   Glyphosate poisoning Toxicol Rev. 2004;23(3):159-6

Fuente: http://www.reduas.com.ar/el-glifosato-no-es-agua-con-sal

3) "Estoy tan acostumbrado a la comprobación empírica de lo que digo, que a veces los trabajos en ciencias sociales me parecen teología”.

El Ministro Barañao 
reabre la polémica entre ciencias.
1 de Julio de 2008
 Por Lic. Daniel do Campo Spada.
(…)En un reportaje que Nora Veiras y Leonardo Moledo1 publicaron en la edición del lunes 7 de enero de 2008 en el diario porteño Página/12 al flamante Ministro, en una breve referencia al tema preguntaron qué papel ocuparán durante su gestión las ciencias sociales ante sus proyectos de privilegiar las investigaciones en software y la nanotecnología. Contestó que “es infundado pensar que son las cenicientas, porque tienen un financiamiento equivalente a cualquiera de las áreas de las ciencias básicas y durante mucho tiempo tuvieron un financiamiento superior en términos de los insumos que requerían”, para luego agregar que quieren darle un cambio a la ciencia “que exige la participación activa de áreas humanísticas, desde la filosofía tradicional hasta la lingüística o la antropología. (...)me gustaría ver un cambio metodológico. Estoy tan acostumbrado a la comprobación empírica de lo que digo, que a veces los trabajos en ciencias sociales me parecen teología”. Partiendo de la base de que todo reportaje debe ser editado por razones de espacio, y suponiendo que la transcripción es bastante fiel al peso que el tema tuvo en el reportaje real, vemos que nuevamente aparecen los muros de desprecio que muchas veces las “autodenominadas” ciencias “duras” levantan hacia las humanísticas.
Lo empírico, vuelve a ser la punta de lanza que le hace creer a los científicos con historia en las ciencias cuantitativas que “ciencia” es solo lo que hacen ellos. Claudia Perlo y María Sagastizabal parecen responderle al Ministro desde el libro “La investigación acción”2 cuando escriben que “trabajar desde el paradigma cualitativo no significa que no se cuantifique, ni que no se utilicen estadísticas. Es más, será preciso establecer frecuencias y porcentajes que den cuenta de la extensión de la realidad observada. Pero la intención del estudio de dicha realidad está dada por la interpretación cualitativa que se pueda realizar”. Las mismas autoras hacen referencia a que un exceso de empirismo en las ciencias sociales nos lleva indefectiblemente a una taxonomía innecesaria que nos aleja de la “interpretación”, propia de las ciencias sociales. Cabe tener en cuenta que la complejidad de análisis, y la posibilidad de que exista más de una posibilidad, despierta gran pánico en los científicos empíricos. La psicología explica que un recurso muy habitual es negar o despreciar aquello que no podemos aprehender. Un elemento de química reacciona ante el mismo experimento (en las mismas condiciones) siempre igual y cuando aparece uno nuevo, se junta una muestra empírica que permite clasificarlo. ¿Qué ocurre en cambio cuando el objeto de estudio es el sujeto, individual, subjetivo, irrepetible incluso para sí mismo? La única respuesta es que las ciencias sociales en realidad son mucho más complejas e inabarcables en su totalidad que las autodenominadas ciencias duras. Cada caso es un desafío en sí mismo y no se resuelve solamente con una búsqueda en un completo banco de datos. (…) Leer
Porque la autoridad del Ministro Nacional de ciencias,  tecnología e innovación productiva se debe no sólo a su designación por Cristina Fernández de Kirchner sino ante todo:

Barañao inauguró la convención internacional de biotecnología de Boston

 
El ministro de Ciencia y Teconolgía, Lino Barañao, encabezó hoy el panel de inauguración en la nueva edición del encuentro más importante de biotecnología a nivel mundial. Además, el funcionario se reunió con directivos de la Universidad de Harvard y, por la tarde, visitó el pabellón argentino.
Lino Barañao inauguró hoy la Convención Internacional BIO 2012, que se lleva a cabo en Boston, Estados Unidos, hasta el 21 de junio. (…)
Barañao subrayó la necesidad de impulsar una plataforma biotecnológica debido a su carácter transversal y en función de las ventajas competitivas que genera la misma, a distintos sectores industriales como el farmacéutico, agrícola, alimentario, químico y ambiental. Destacó, a su vez, su potencial económico y su relevancia social, tanto a nivel regional como mundial. 

En relación al trabajo que lleva adelante el Ministerio de Ciencia respecto de esta tecnología, el funcionario argentino señaló que “es fundamental que redoblemos los esfuerzos para invertir en empresas de base tecnológica y apostemos a ellas. Por esta razón es que decidimos traer a esta convención seis start up para que puedan mostrar sus trabajos”. 

El Ministro se refirió así a las instituciones Biocódices, BioMatter, CarbonFe, GEN-MED SA, Inmunova S.A. y el Laboratorio de Hemoderivados, de la Universidad Nacional de Córdoba, que forman parte del pabellón Argentino. 

La agenda del Ministro incluyó una recorrida por el Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard y un encuentro con distintos directivos de dicha institución. Allí estuvieron el director ejecutivo del Programa de Académicos y Profesionales para las Américas de la Universidad de Harvard, Peter Deshazo; la directora del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos, Merilee Grindle, y la directora ejecutiva de dicho centro, Kathy Eckroad. 

Barañao conversó allí sobre la posibilidad de fortalecer los vínculos de la mencionada casa de estudios con distintas instituciones del país en materia de recursos humanos y Management. Por la tarde, finalizando la jornada, visitó las empresas que participan del pabellón argentino dentro de la convención. 

Según informó el Ministerio de Ciencia y Técnica para mañana las actividades oficiales prevén reuniones con científicos argentinos que se encuentran trabajando en la ciudad de Boston y la visita al Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), donde el ministro Barañao mantendrá reuniones con distintos directivos del instituto. 

La Convención Internacional BIO se desarrolla desde 1987 y ofrece oportunidades estratégicas de reunión y comercialización para ese sector industrial. Esta edición contará con la participación de 35 empresas y organizaciones argentinas de las cuáles seis fueron invitadas por la cartera de Ciencia. El pabellón Argentino está organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
 Fuente: http://www.laseptima.info/noticias/31779
Pero sigamos escudriñando significados e implicancias de la creciente sojización de Argentina que demuestra el actual embaucamiento criminal mediante el discurso K de proyecto Nac.&pop.
a. Atendamos a cómo revirtieron décadas de publicidad comercial sobre la calidad nutritiva de la soja y cómo se extiende el envenenamiento directo de los pueblos fumigados:
 
Qué ingerimos con la soja
3 de agosto de 2006
Por Gabriel Arisnabarreta 
Vamos a hablar de lo que ingerimos cada vez que consumimos algún alimento que contenga soja o sus derivados. Es necesario aclarar que casi todo lo que comemos hoy en día tiene soja, desde los embutidos, los fiambres, el cacao, las golosinas, los helados, los postrecitos, flancitos y yogures, las harinas enriquecidas con soja, los aceites, casi todo.
La soja es una de los cultivos más antiguos de la humanidad, originario del sudeste asiático, llega a nuestro país en la década de los 70 con el objeto de incorporar nitrógeno a los suelos, por ser una leguminosa, y para que participe en la rotación agrícola-ganadera muy común en esos tiempos en que se hacía 4-5 años de pasturas o praderas naturales y 2-3 años alternando maíz, trigo y soja.
 
A partir de 1996, año en que se aprueba liberar al ambiente la soja transgénica, pasa a ser inmediatamente el cultivo principal del país, y se transforma en un monocultivo, y en lugar de aportar nitrógeno a los suelos, como lo hace cualquier leguminosa, se ha constituido en la principal causa de pérdida de nutrientes y de fertilidad de nuestras tierras. Quienes apostaron a la soja la presentan como una fuente de proteínas tan importante que es capaz de reemplazar las proteínas de la carne, de la leche, de los huevos, de cualquier otra proteína. Aseguran que además es barata (50 centavos el kilo). Por esta razón los grandes productores la distribuyeron en los comedores infantiles cuando estalló la crisis del 2001, cuando los alimentos se volvieron inalcanzables para los niveles de ingresos de la mayoría de la población, y sobre todo para los desocupados.
¿Pero esto es exactamente así?
Veamos: en un documento de trabajo publicado en el año 2002 por "Presidencia de la Nación" y el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales de nuestro país se comenta que la inclusión de la soja en la alimentación, como complemento fue útil en países con baja producción de alimentos y cuya dieta era basada en maíz y arroz. En cambio, en Argentina, un país donde se producen muchísimos alimentos, y que además tiene la mayor tasa de ingesta de proteínas de origen animal de toda Latinoamérica ( 64 grs./hab. por día), la soja no ofrece ninguna ventaja como sustituto, afirma tal documento. Pero además, en cuanto a la proteína de la soja, tan alabada por los intereses sojeros, ese mismo trabajo, elaborado también por el Ministerio de Salud de la Nación, sostiene que es cierto que el poroto en cuestión tiene buen contenido proteico, comparado con otras leguminosas, pero que siempre su aprovechamiento o asimilación, por parte del organismo humano, es mucho menor al de la proteína animal, que consumimos con la carne, con la leche o con los huevos. La FAO, organización mundial de alimentos, dice que si a la proteína del huevo le damos un valor de 100, a la de la soja hay que darle un valor de 49, o sea menos de la mitad. Las proteínas de la leche de vaca, también es siempre mejor asimilada que la de soja. Es cierto que la proteína de soja contiene todos los aminoácidos esenciales para el ser humano adulto, se destaca por la alta cantidad de lisina, pero es deficiente en aminoácidos esenciales azufrados como la metionina y la cisteína.
Su aprovechamiento en el organismo es inferior, siempre, al de las proteínas de origen animal, especialmente en las etapas de crecimiento, es decir en la etapa preescolar y escolar.

Nunca podrá reemplazar a la carne, porque el hierro contenido en la soja posee muy baja disponibilidad, a diferencia del hierro que contienen nuestras carnes, en especial, las producidas a pasto. Tampoco se puede reemplazar la leche de vaca y sus derivados, con el jugo de soja, dado el bajo contenido de éste, de calcio, fósforo y vitamina A, la relación de calcio y fósforo es desbalanceada, y de muy pobre aprovechamiento.
En resumen, nunca la proteína de soja puede reemplazar a otras proteínas, de la carne, de la leche, de los huevos, del pescado; a las proteínas que nuestro país puede producir en cantidad suficiente como para alimentar dignamente a toda su población, y además exportar, por ser un territorio privilegiado en cuanto a climas, extensión y suelos. Tampoco podemos producir soja para darle de comer a nuestros niños mal alimentados, por lo ya dicho de la dificultad de asimilación, y que puede provocar daños irreparables.
Y vale aclarar que si bien la soja tiene proteínas, éstas no son fácilmente asimilables, sobre todo por los niños. El tan meneado poroto contiene factores tóxicos o antinutrientes que limitan la absorción de una serie de nutrientes reduciendo en más de un 50% su valor nutritivo, y provocando entre otras cosas, efectos digestivos desagradables. Esto está descrito en aquel comentado documento de trabajo, dentro de los factores tóxicos que están siempre en la soja o en los alimentos que contienen soja, se pueden mencionar a:
-los inhibidores de la tripsina: son sustancias que interfieren en la digestión de las proteínas en el intestino, disminuyendo, no sólo de las proteínas de la soja, sino de la proteínas de cualquier otro alimento que se ingiera junto con la ella.
-otros factores tóxicos son los fitatos, sustancia que se encuentra en el revestimiento externo del grano, y que se une fuertemente a las proteínas dificultando su absorción, y también interfiriendo en la absorción de minerales claves como el hierro, el zinc, el calcio, el magnesio el cobre, limitando su utilidad biológica.
-otro factor tóxico es un grupo de azúcares llamados oligo sacáridos (estaquiosa y rafinosa), presentes en la soja pero que no pueden ser digeridos por el organismo, y entonces son consumidos por bacterias del intestino humano, produciendo gran cantidad de gases, o como dice un informe sobre el tema, realizado por la Comisión de Alimentos del Reino Unido: flatulencias intestinales.
-finalmente existe otro grupo de factores tóxicos muy estudiados, que son las isoflavonas, estas sustancias son fitoestrógenos que se encuentran en forma natural en el grano de soja. Actúan como hormonas sexuales que inciden en los ciclos y en el desarrollo reproductivo, provocando en las niñas menarcas precoces y adelantos de los eventos puberales; aumento de tamaño en los órganos de la reproducción, y tantas otras cosas que ya registran a menudo los médicos del Hospital Nacional de Pediatría Dr. Garraham.
Javiera Rulli, ecologista especializada en los perjuicios que causa la soja en niñas y embarazadas, afirma que cuando se alimenta a chicos desnutridos con soja como única fuente de proteína, ingieren un equivalente a dos pastillas anticonceptivas diarias. También se sabe que las isoflavonas actúan sobre la glándula tiroides, provocando enormes trastornos.

Además, la soja tiene mucha fibra, que si bien puede ser beneficiosa para la salud, existen situaciones donde hay que tener cuidado, como con las enfermedades inflamatorias intestinales y cuadros de malnutrición. Por todas estas causas, la Sociedad Argentina de Pediatría, en el año 2001 desaconseja la utilización de soja en la alimentación de niños menores de cinco años, y está contraindicada para menores de dos años. Finalmente, para adultos, se aconseja usarla solo como complemento de una alimentación completa y variada, nunca como sustituto de ninguna proteína, y en una cantidad que no supere los 25 gramos por porción y hasta dos veces por semana.
Y a todo esto que se comenta aquí hay que agregarle toda la carga de agrotóxicos que son aplicados en la producción de la planta de soja, y que acompañarán al grano en toda su trayectoria. Y hay todavía algo más, toda o casi toda la soja que se consume en este país, es transgénica, por lo tanto, hay que sumarle todas las dudas y los riesgos de comer un organismo artificial como es la soja transgénica. Quedan otras dudas, los problemas de alergias que se han reportado, problemas de cáncer de mamas. Recomendamos que cuando lean que un alimento tiene como ingrediente lecitina de soja, que es la proteína de soja, recuerden lo aquí expresado y busquen otras fuentes de proteínas. Todavía se pueden consumir leguminosas que nos aportan nutrientes naturales y proteínas sin riesgos, tales como las arvejas o las lentejas, carne de animales alimentados a pasto, huevos, leche y sus derivados. www.ecoportal.net
Fuentes de información: 

*Documento de Trabajo elaborado en el año 2002 por Presidencia de la Nación, Concejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales y Ministerio de Salud y Ambiente. 

*Documento elaborado por la Comisión de Alimentos del Reino Unido (l999) 

*Sociedad Argentina de Pediatría (informe 2001) 
* Ingeniero Agrónomo Gabriel Arisnabarreta 

Grupo Ecos del Saladillo 

b. Evaluemos la conversión científico tecnológica de la soja, el maíz y otros cultivos en transgénicos:
 
Los transgénicos son una bomba atómica con vida propia
28 de mayo de 2014
 

Por Raúl Rejón                                                           

La doctora en genética molecular Elena Álvarez-Buylla batalla en contra de los cultivos genéticamente modificados: "Somos sujetos de un experimento global, sin control ni consentimiento", asegura. Este riesgo "sólo se justifica por las ganancias privadas de las grandes corporaciones", afirma.

Una prestigiosa revista publicó en septiembre de 2012 un estudio del francés Gilles-Eric Séralini que relacionaba el consumo de maíz transgénico con la formación de tumores. Un año después, la revista que publicó el trabajo le exigió su retirada. Ese desacreditado trabajo ha acentuado las suspicacias sobre las sentencias definitivas a favor o en contra de la modificación genética de semillas. En España las voces discrepantes se relacionan con ambientalistas mientras que los apoyos a esta tecnología se ligan a científicos.
La mexicana Elena Álvarez-Buylla se sale de ese modelo. Y está orgullosa de ello. Doctora en genética molecular y coordinadora del laboratorio de Genética Molecular del Desarrollo de la Universidad Autónoma de México –y con 106 publicaciones científicas a sus espaldas– no esconde su batalla personal contra estos cultivos. Hay analistas que aseguran que hay un consenso internacional científico sobre los transgénicos, que no existen diferencias entre unos alimentos y otros...
Es totalmente falso que los transgénicos sean iguales a los silvestres. Hay evidencias que indican que, por ejemplo, la soja transgénica es nutricionalmente distinta, además de que la mayoría se rocía con grandes cantidades de glifosato –un agrotóxico– que penetra en las células y es nocivo para la salud. Y nos lo estamos comiendo. Estamos siendo sujetos de un experimento global sin controles y sin consentimiento, el experimento de una tecnología incipiente y a la vez obsoleta que, por razones científicas, tendría que ser suspendida.
¿En qué sentido?
Teniendo en cuenta los datos científicos y el puro sentido común, los organismos transgénicos no pueden ser iguales a los no transgénicos. Es una falsedad asegurar que un organismo puede ser equivalente después de que le introduzcas un solo transgen. Una pequeña perturbación en sistemas complejos, como un ser vivo, tiene consecuencias que no se pueden enumerar. Y mucho menos predecir las consecuencias en las interacciones con otros genes y la síntesis de muchas sustancias. El efecto de un gen (o un transgen) depende no sólo de sí mismo, sino de sus interacciones con otros genes y proteínas, y de la interacción del organismo transgénico con el ambiente.

¿De qué tipo de consecuencias habla?
Hay plantas que presentan moléculas distintas, no asociadas al gen producido sino a otros genes, los que se han alterado a su vez por esta modificación. Pero, además, el maíz o la soja están incorporando a sus células el herbicida al que son resistentes por la modificación genética. El glifosato –está probado– es un teratógeno (que produce malformaciones en el feto) y es posiblemente cancerígeno. Las plantas resisten ese veneno y lo incorporan, por lo que pasa a la cadena alimenticia.
¿También hay consecuencias para el medio ambiente?
Basta con que les vayan a preguntar a los agricultores americanos cuánto se están gastando ahora mismo en controlar las supermalezas que han crecido en las explotaciones de transgénicos que, después de muchos años, se han hecho resistentes al glifosato, al herbicida. Los organismos evolucionan y ya hay variedades de maleza que aguantan los herbicidas. Ahora amenazan con transgénicos que resisten a múltiples agrotóxicos; algunos aún más tóxicos que el glifosato.
Es totalmente falso que no haya diferencias entre un alimento transgénico y otro que no lo es.
¿Por qué defiende que se trata de una tecnología inútil?
La llamo pseudotecnología. Las variedades que comercializan las corporaciones se obtienen por ensayo-error. Es como si al vender un coche dijeran: 'Prueba este... Ah no, no va. Toma otro'. Se eligen las porciones de ADN que se quieren inocular en la planta y se colocan en diversos puntos de la cadena de ADN. Luego se ve cómo se desarrollan los ejemplares en el laboratorio, qué efecto ha tenido. ¿Cómo se analizan las plantas? A ojo. No con un estudio metabólico exhaustivo que sí podría revelar alteraciones aunque no estén, en teoría, implicadas en el gen que se ha modificado. Porque las redes que hacen interactuar los genes de un organismo son muy complejas. No son corto y pego, y ahí se queda el efecto. Rebotan por donde nadie se imagina.

¿Entonces qué es lo que sale de los laboratorios?
La empresa selecciona lo que quiere en esas condiciones de laboratorio. Desarrolla una línea para vender, la diferente de la silvestre. Pero los genes se mueven en el polen a miles de kilómetros de distancia. Por eso lo que se haga en España afectará a los vecinos. Lo que se hizo en EEUU ya contaminó el centro de origen del maízmundial, que está en México. El polen viaja y hace germinar con su gen transgénico.
El contexto alrededor y las interacciones de esas plantas son ya diferentes. Con lo que las plantas que contengan el gen modificado por la empresa ya no serán como cuando se han producido en el laboratorio. Las hijas de esa planta llevarán ese transgen. Se irán acumulando transgenes. Está demostrado que no se pueden parar y controlar. Los transgenes se mueven y se acumulan en las razas nativas de los cultivos.
Tal y como usted lo plantea, es una 'contaminación' imparable. La propia industria ha reconocido que lo poderoso de esta tecnología es que se va a implantar sin esfuerzo y cuando la gente se dé cuenta ya no va haber nada que hacer. Las secuencias genéticas patentadas se acaban acumulando en los cultivos originales. Y entonces, las empresas podrían hasta demandar a esos agricultores por utilizar una variedad sobre la que tienen una patente de exclusividad. Aunque sea el maíz nativo que esté contaminado. De hecho, cuando se compra semilla transgénica estás obligado a destruir lo que no utilices en la cosecha. El único que tiene derechos sobre la reproducción de vegetal de esa semilla es la corporación. No se puede ni utilizar las semillas obtenidas con la cosecha.

¿Usted asegura que se asumen riesgos sólo para favorecer el negocio?
Claro. La gente está siendo sujeta a este riesgo público a favor de las ganancias privadas. Porque eso es lo único que hay detrás, de verdad. Existe por razones de lucro. ¿Queremos tirar la bomba atómica a ver qué pasa? Esto es una bomba atómica pero con vida propia. Es una contaminación que va atener su propia dinámica evolutiva y a los responsables de este crimen contra la humanidad no se les va a poder pedir cuentas.

¿Por qué?
Pues de entrada porque no se está etiquetando en la mayoría de los países latinoamericanos (Nota: En Europa sí en el caso de que sea para alimento humano directo, aunque el 100% de los piensos están etiquetados como transgénicos porque hay tanto maíz importado –la mayoría transgénico– que los fabricantes han optado por decir que todo es transgénico). Estamos en un mundo al revés donde la ciencia dominante, la ciencia del reduccionismo, muy obsoleta en el contexto actual pero con mucho poder económico, está validando con un traje falso en términos científicos una tecnología peligrosa y ambientalmente insustentable.

¿Usted niega los efectos beneficiosos de los transgénicos para aliviar el hambre en el mundo?
La realidad son grandes extensiones de soja transgénica resistente a glifosato. Grandes explotaciones de monocultivo. No hay que desenfocar. No hay que dejarse llevar por ese engaño. Por ejemplo, el arroz dorado que se ha introducido en Asia con un gen para dotarle de una vitamina de la que son deficientes los niños y que provoca ceguera. ¡Pero los niños son deficientes en esa vitamina porque no comen! Y para solventar la deficiencia tendrían que comer kilos de arroz dorado. Eso es irreal. Mejor unas verduritas. Desde un punto de vista tecnológico, científico y social se necesita solventar el problema de reparto de alimentos, no cultivar el arroz dorado que es sólo para hacer propaganda a favor de los transgénicos.

Son muchas las voces que defienden que es una tecnología extendida y eficiente.
Existe un mito conveniente: si ya están en todos los lados, y no hay remedio, ya no podemos hacer nada. Desde el punto de vista de resolución de los problemas agrícolas del mundo, los transgénicos han aportado cero. Los han empeorado. Si es una tecnología que no resuelve los verdaderos problemas y tiene riesgos…. ¿para qué se apoya? El que cada vez se coma más comida chatarra no quiere decir que sea buena.

¿Por qué hay cultivos modificados genéticamente y otros en los que esta tecnología no se aplica?
 
Por el negocio. Que está en la soja y el maíz. Existen transgénicos de arroz, pero los japoneses están cuidándolo muchísimo para que no se extienda porque es la base de su alimentación. También hay berenjena, tomate… pero el negocio está en la soja y el maíz.

¿Y el trigo?
Que no haya trigo transgénico es uno de los argumentos que demuestran que sí se sabe que hay consecuencias con estos cultivos. ¿Dónde se come trigo? En Estados Unidos, Europa y Canadá. ¿Dónde está la gente más rica? El trigo está muy cuidado. Sería facilísimo modificarlo pero la gente del Primer Mundo no está dispuesta a tener en su mesa trigo transgénico todos los días. Sí que en los laboratorios lo modifican en experimentos… pero como propaganda. Está protegidísimo. Y claro que hay problemas de plagas y demás con el trigo pero se resuelven de manera más inteligente que con transgénicos.

España se ha quedado sola en el mundo de los transgénicos en Europa. ¿Tiene explicación?
Las empresas tienen mucha influencia con los gobiernos pero las poblaciones de Alemania, Francia o Gran Bretaña tienen un rechazo público muy fuerte a los transgénicos…. ¿y dónde se mantiene el acuerdo de negocio sin motivo tecnológico o humanitario? En España.
Ecoportal.net
El Diario

c. Reflexionemos sobre las varias degradaciones que se expanden en Nuestra América:
 
Transgénicos, cáncer y corrupción en la ciencia
14 de  diciembre de 2012
 
Por Silvia Ribeiro (Grupo ETC)
Gran parte del maíz transgénico que Monsanto y otras empresas presionan para plantar en millones de hectáreas en México, es el tipo que provocó cáncer y otros daños a la salud (hígado y riñones, infertilidad, muerte prematura) en ratas de laboratorio, según un reciente estudio científico en Francia.  El estudio ha sido objeto de muchos reconocimientos científicos y también cuestionamientos. Pese a que las críticas vienen de científicos ligados a la industria transgénica, es muy saludable que se discuta este y cualquier otro experimento científico. Lo que es enfermo y no se justifica en ningún escenario es que mientras tanto, se autorice la siembra y consumo de maíz transgénico, sometiendo a la población a esos riesgos.
Si el gobierno aprueba esas solicitudes, México, por ser uno de los países de más alto consumo de maíz del mundo –comemos maíz cada día, durante toda la vida– se transformará en un gigantesco experimento de las transnacionales, las mujeres, niños y hombres seremos sus ratas de laboratorio. Si comparamos en extensión de vida, el cáncer y otros problemas empezarían a aparecer después de varios años de consumo –probablemente antes en los niños.
Las solicitudes son para Sinaloa y Tamaulipas, estados que como explicó Ana de Ita (La Jornada, 16/10/12) , proveen de maíz a la ciudad de México y otras, por lo que el perverso experimento comenzaría masivamente apenas 6 meses después que se plantara ese maíz. Por ello crece la alerta en las ciudades tanto como en el campo, exigiendo que no se apruebe ningún maíz transgénico.
El estudio en Francia mostró resultados tan graves, que se ha convertido en un caso paradigmático, tanto sobre los riesgos de los transgénicos, como por revelar  la corrupción de científicos y agencias reguladoras, mostrando que el sistema que usan para evaluación de riesgos es altamente deficiente.
En septiembre 2012, Gilles-Eric Séralini y su equipo de la Universidad de Caen, Francia, publicaron los resultados de alimentar durante dos años a ratas de laboratorio con maíz transgénico NK603, resistente al herbicida Roundup, mostrando que produjo tumores cancerígenos y otros daños severos en ratas. Es el estudio más amplio que se ha realizado a nivel mundial y la revista que lo publicó, la más prestigiada en el tema de toxicología en alimentos.  
Séralini usó el mismo tipo de ratas y la misma metodología que había usado Monsanto con el maíz NK603, pero empleó un mayor número de ratas y prolongó el estudio durante toda la vida de éstas, mientras Monsanto lo interrumpió a los tres meses. Pero Monsanto afirmó que las ratas no tuvieron problemas y basadas en sus  datos, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) declaró que el maíz era seguro para el consumo. Curiosamente, los síntomas de daño aparecieron a partir del cuarto mes, lo que cuestiona el período de tres meses que usó Monsanto, aceptado por la EFSA. La EFSA ha sido objeto de muchas denuncias –incluyendo a la Corte Europea de Auditores- por sus relaciones incestuosas con la industria de transgénicos, de alimentos y de agrotóxicos, incluyendo haber eliminado informes críticos (como hizo con otro maíz transgénico en 2005) y que la mayoría de los científicos que cita y con quien trabaja en temas cruciales de riesgo sobre la salud, tienen conflicto de intereses. (Ver detalles en Corporate Europe Observatory)
Apenas publicado el estudio de Séralini, un centro de relaciones públicas financiado por la industria biotecnológica y otras industrias contaminantes, que se hace llamar Science Media Centre, (SCM) compiló citas de científicos que cuestionaban el estudio de Séralini, alegando problemas de metodología, que las ratas usadas tienden a desarrollar tumores, que eran pocas, que hay animales alimentados con maíz transgénico a nivel industrial pero no se reportan tumores, (ocultando que ni los  buscan ni el caso es comparable por ser períodos de vida mucho más cortos). En pocas horas científicos ligados a los transgénicos en todo el mundo, incluso en México, repetían como loros los argumentos que les redactó este centro. Varios científicos citados por el SCM tienen vinculación con Syngenta, Monsanto y otras transnacionales de transgénicos. (Ver informe Smelling a corporate rat, 12/12/12, SpinWatch).
La EFSA se pronunció contra el estudio y exigió a Séralini todos los documentos bases del mismo. Séralini demandó que el mismo tipo de documentos debían ser hechos públicos para el estudio sobre NK603 realizado por Monsanto, pero la EFSA se negó, alegando que era información confidencial de la empresa, demostrando sus dobles estándares.
A fin de noviembre, la EFSA publicó su informe, cuestionando la metodología de Séralini y afirmando que no hay que volver a examinar las evaluaciones previas de seguridad sobre el NK603, citando informes de otros países –todos sospechosamente similares. Pero Séralini usó las mismas ratas y la misma metodología que Monsanto, por lo que la conclusión obvia es que la metodología de Monsanto está errada, y por tanto se debe retirar del mercado todo lo que contenga maíz transgénico. Séralini publicó un nuevo artículo que contesta todos los cuestionamientos.
Pese a que el tema es mucho más grave para México, la comisión de bioseguridad (Cibiogem) sólo publica la versión de EFSA, ignorando otros informes científicos que apoyan a Séralini, sus respuestas, e incluso a otras agencias gubernamentales, como la ANSES, Francia. Los científicos de Cibiogem y sus organismos deben declarar sus conflictos de interés y porqué eliminan los datos críticos a los transgénicos.
*Investigadora del Grupo ETC www.etcgroup.org/es
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Maíz, censura y corrupción en la ciencia
18 de  diciembre de 2013
Por Silvia Ribeiro (Alai)
En 2012, un equipo científico liderado por Gilles-Éric Séralini publicó un artículo mostrando que ratas de laboratorio alimentadas con maíz transgénico de Monsanto, durante toda su vida, desarrollaron cáncer en 60-70 por ciento (contra 20-30 por ciento en el grupo de control), además de problemas hepato-renales y muerte prematura. Ahora, la revista que lo publicó se retractó, en otra muestra vergonzosa de corrupción en los ámbitos científicos, ya que las razones esgrimidas no las aplica a estudios iguales de Monsanto. El editor admite que el artículo de Séralini es serio y no peca de incorrecto, pero que los resultados no son concluyentes, algo que atañe a gran cantidad de artículos y es parte del proceso de discusión científica.

La retractación viene luego de que la revista contratara como editor especial a Richard Goodman, un ex funcionario de Monsanto, y como corolario de una agresiva campaña de ataque contra el trabajo de Séralini, orquestado por las trasnacionales. El caso recuerda la persecución que sufrió Ignacio Chapela cuando publicó en la revista Nature que había contaminación transgénica en el maíz campesino de Oaxaca.

En otro contexto, pero sobre el mismo tema, Randy Schekman, galardonado con el Nobel de Medicina 2013, al recibir el premio llamó a boicotear a las publicaciones científicas “como Nature, Science y Cell”, (y podría haber incluido a la que ahora retractó a Séralini) por el daño que le están haciendo a la ciencia, al estar más interesados en impactos mediáticos y ganancias que en la calidad de los artículos. Schekman aseguró que nunca más publicará allí y llamó a publicar en revistas de acceso abierto, con procesos transparentes. Se suma a otras denuncias sobre la relación incestuosa de las industrias con este tipo de revistas, para lograr la autorización de productos a través de publicar artículos científicos.

El estudio de Séralini es muy relevante para México, porque las ratas fueron alimentadas con maíz 603 de Monsanto, el mismo que las trasnacionales solicitan plantar en más de millón de hectáreas en el norte del país. Si se aprobara, este maíz entraría masivamente en la alimentación diaria de las grandes ciudades del país, cuyas tortillerías se abastecen principalmente en esos estados. Como México es el país donde el consumo humano directo de maíz es el más alto del mundo y durante toda la vida, el país se convertiría en una repetición del experimento de Séralini, con gente en lugar de ratas, con altas probabilidades de desarrollar cáncer en algunos años, en un lapso de tiempo suficiente para que haya cambiado el gobierno y las empresas nieguen su responsabilidad, alegando que fue hace mucho y no se puede demostrar el maíz transgénico como causa directa.

El artículo de Séralini fue publicado en la revista Food and Chemical Toxicology, luego de una revisión de meses por otros científicos. A horas de su publicación y en forma totalmente anticientífica (no podían evaluar los datos con seriedad en ese tiempo) científicos allegados a la industria biotecnológica comenzaron a repetir críticas parciales e inexactas, curiosamente iguales, ya que provenían de un tal Centro de Medios de Ciencia, financiado por Monsanto, Syngenta, Bayer y otras multinacionales.

Para retractar el artículo, ahora se alega que el número de ratas del grupo de control fue muy bajo y que las ratas Sprague-Dawley usadas en el experimento tienen tendencia a los tumores. Omiten decir que Monsanto usó exactamente el mismo tipo y la misma cantidad de ratas de control en un experimento publicado en su revista en 2004, pero sólo por 90 días, reportando que no había problemas, logrando la aprobación del maíz Mon 603. Séralini prolongó el mismo experimento y lo amplió, durante toda la vida de las ratas, y los problemas comenzaron a aparecer a partir del cuarto mes. Queda claro que la revista aplica doble estándar: uno para Monsanto y otro para los que muestran resultados críticos.

El equipo de Séralini explicó que el número de ratas usadas es estándar en OCDE en experimentos de toxicología, pero para estudios de cáncer se usan más. Pero su estudio no buscaba cáncer, sino posibles efectos tóxicos, lo cual quedó ampliamente probado. El mayor número de ratas en estudios de cáncer es para descartar falsos negativos (que haya cáncer y no se vea), pero en este caso la presencia de tumores fue tan grande que incluso para esa evaluación sería suficiente. Igualmente su equipo señaló desde el inicio que se deben hacer más estudios específicos de cáncer.

A nivel global hay varios comunicados firmados por cientos de científicos defendiendo el estudio de Séralini, pero en México la Cibiogem (comisión de bioseguridad) haciendo gala de su falta de objetividad y compromiso con la salud de la población, solamente publica el lado de la controversia que favorece a las trasnacionales, ignorando las respuestas de numerosos científicos independientes.

Esto es más preocupante ya que el gobierno afirma que la liberación de maíz transgénico en México se decidirá por criterios científicos. Sin embargo, consulta solamente a científicos como Francisco Bolívar Zapata, Luis Herrera Estrella, Peter Raven y otros que tienen conflictos de interés por su relación con la industria biotecnológica. El tema del maíz en México excede los aspectos científicos, pero cualquier consulta debe ser abierta y con científicos que no tengan conflictos de interés. Por ejemplo, tomar en cuenta los documentos de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, apoyados por más de 3 mil científicos a nivel mundial.

- Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC - www.etcgroup.org
URL de este artículo: http://alainet.org/active/69889

d. Apreciemos la campaña "No a la nueva Ley Monsanto de Semillas en Argentina" que problematiza significados e implicancias de esta última en el Cuadernillo Leer.  
Mediante lo que nos explican desde México.
 
Maíz transgénico: leyes para prevenir la justicia
27 de  marzo de 2011
Por Silvia Ribeiro (La Jornada)
Del 15 al 17 de marzo se reunió la Red en Defensa del Maíz, la primer red que alertó en México sobre la contaminación transgénica del maíz, integrada por más de 350 comunidades indígenas y campesinas junto a organizaciones civiles de todo México. La asamblea reafirmó su rechazo al maíz transgénico, señalando el nuevo abuso del gobierno al autorizar a Monsanto una siembra piloto de maíz transgénico en Tamaulipas. También se analizaron y rechazaron leyes que pretenden recortar aún más los derechos indígenas y campesinos, aunque irónicamente llevan títulos como si los defendieran. Tal es el caso de las leyes de consulta indígena y las de protección del maíz criollo en Tlaxcala y Michoacán.

A principios de marzo 2011, el gobierno aprobó por primera vez la siembra de maíz transgénico en fase piloto, a favor de la multinacional Monsanto, en Tamaulipas. Es un cuarto de hectárea y según la Sagarpa, eso muestra cuán prudentes son. En realidad, demuestra lo contrario: las pruebas son una farsa para cubrir el camino que permita a las transnacionales que dominan la agricultura mundial sembrar maíz transgénico a escala comercial y contaminar todo el país impunemente.

Las etapas para llegar a la siembra comercial de maíz transgénico implican una primera fase experimental, confinada, cuya cosecha debe destruirse, seguida de una fase piloto, donde se observaría si a mayor escala y en el ambiente, el cultivo se comporta de la misma manera. En ésta se puede vender lo cosechado. Cumplidas esas etapas, se podría liberar comercialmente. Entre cada fase, debe haber una evaluación que condiciona si se continúa. La evaluación de resultados la elaboran los propios promoventes, o sea, las empresas (!). Los funcionarios gubernamentales han mantenido en secreto qué criterios usan para aprobar experiencias y evaluaciones. Por supuesto. No existen criterios para evitar que el maíz transgénico sembrado a campo no contamine, tarde o temprano, otros cultivos. Aunque las experiencias fueran en fortalezas cerradas –no sucede, son a cielo abierto– todo el proceso es un teatro perverso, porque los productores reales, por economía, inercia o falta de fiscalización, nunca seguirán procedimientos de bioseguridad en la siembra comercial.
Este infecto y defectuoso camino se aprobó con la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM), llamada Ley Monsanto, mote cada vez más adecuado. Las 67 pruebas experimentales con maíz transgénico ya aprobadas a favor de cuatro trasnacionales, lo único que consideran es el comportamiento agronómico (si resisten agrotóxicos y matan gusanos, no si contaminan el ambiente y otros maíces, que es el tema nodal en México al ser centro de origen del cultivo). La bioseguridad alrededor de los experimentos son unos metros de terreno abierto, rodeados de cercos de púas, policías y perros, que no sirven para contener el polen transgénico, pero sí para prevenir que campesinos, indígenas, ambientalistas y cualquier ciudadano se acerque al campo a cuestionar los intereses de las trasnacionales.
La experiencia piloto en Tamaulipas no cumple ni con los pobres requisitos legales existentes. Sin duda, los funcionarios lo arreglarán como hicieron con la obligación de establecer un régimen especial de protección al maíz de la LBOGM, que fue pulverizado a unos cuantos párrafos inútiles dentro del reglamento de esa ley. Peor aún, la prueba piloto es con un tipo de maíz transgénico tóxico que motivó que Francia y Alemania prohibieran su cultivo por los riesgos al ambiente. En México, según las autoridades ambientales y agrícolas, eso no es problema, pese a que es el centro de origen del maíz y su biodiversidad es ciento de veces más compleja. Lo que está en juego aquí es la creación y patrimonio colectivo de millones de campesinos e indígenas y la principal riqueza genética alimentaria del país, pero para los funcionarios parecen ser sólo datos pintorescos para el turismo.
La Red en Defensa del Maíz denunció también que leyes estatales que dicen proteger el maíz criollo, como las aprobadas en Tlaxcala y Michoacán, no prohíben el maíz transgénico ni previenen la contaminación con éste, como algunas ONG y políticos han querido hacer creer para sacar partido en sus campañas. Esas leyes afirman la Ley Monsanto. No prohíben nada e introducen procedimientos para autorizar la introducción, almacenamiento, distribución y comercialización de maíz transgénico en la entidad, al tiempo que criminalizan el libre intercambio de semillas campesinas creando listas que indican cuáles semillas proteger y por defecto, cuáles no. Para proteger sus semillas, exige que campesinos e indígenas documenten ser originarios, un sueño racista que muchos gobiernos han intentado para dividir a los pueblos. El mismo espíritu prima en el nuevo Consejo Estatal del Maíz, órgano consultivo de la Secretaría de Fomento Agrícola (Sefoa), cuyos miembros en Tlaxcala serán tres académicos, dos ONG, el titular de Sefoa y el gobernador, que funge como presidente del consejo, y para que se vea bonito ¡un indígena y un campesino! Las decisiones quedan en la Sefoa. Para completar, el titular de Sefoa en Tlaxcala es ex-funcionario de Monsanto y ya se declaró muy complacido con la ley.
Proteger el maíz campesino y nativo implica necesariamente reconocer y respetar, en sus propios términos, los derechos integrales de los pueblos indígenas y campesinos, que tienen 10 mil años de experiencia en el tema. Para evitar la contaminación transgénica, un buen comienzo sería un simple decreto que lo prohíba en todo el país.
*Investigadora del Grupo ETC
http://www.jornada.unam.mx/2011/03/26/index.php?section=opinion&article=026a1eco
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125176

e. Recordemos:
 
Ciencia digna e independiente,
a un año del fallecimiento de Andrés Carrasco
mayo de 2015
 
Por Comisión de Salud del Frente Juvenil Hagamos Lo Imposible HLI
 
De acuerdo a la noción ortodoxa de ciencia, ésta es una disciplina objetiva que se basa sólo en hechos, donde el sujeto científico es un mero observador e intérprete de los acontecimientos que atestigua. Sin embargo, la ciencia y la investigación son herramientas de intervención que permiten criticar la realidad y modificarla. El doctor Andrés Carrasco estaba convencido de que la investigación tenía la capacidad y la obligación de ser transformadora. 
Carrasco conjugó su formación de médico embriólogo con su compromiso social para llevar a cabo una investigación que estaba destinada a ganarse enemigos: evaluar la toxicidad en animales del glifosato, herbicida elaborado por la multinacional Monsanto, complemento de la soja Round Up. La apuesta del Dr. Carrasco fue aún mayor: no sólo realizó la investigación junto a su equipo de trabajo, sino que en abril de 2009 publicó los sombríos resultados: el glifosato, sustancia que se rocía diariamente sobre millones de hectáreas en nuestro país (y a la vez, miles de campesinos), provocaba alteraciones genéticas en vertebrados. El modelo de producción agrícola argentino era cuestionado desde sus raíces.
Este panorama revolucionó no solamente el ámbito científico, sino también el corporativo.
La investigación de Carrasco y su equipo fue deslegitimada por el Ministro de Ciencia y Técnica Lino Barañao, autoridad máxima de la Argentina en materia de investigación. Carrasco recibió amenazas anónimas, sufrió una campaña de desprestigio y fue “apretado” por matones de Monsanto en su propio laboratorio. Estaba claro que muchos intereses se veían afectados por su entrometida labor investigativa.
En agosto de 2010, la revista Chemical Research in Toxicology publica la investigación de Carrasco, otorgándole un alcance internacional y un respaldo a su trabajo. Finalmente, en marzo de 2015, a casi un año del fallecimiento del Dr. Andrés Carrasco, la OMS clasifica al glifosato como cancerígeno para animales, probable cancerígeno para humanos.
Este 10 de mayo, en el primer aniversario de la partida del Dr. Carrasco, enfatizamos nuestro compromiso por ciencia e investigación transformadoras y críticas, independientes de los intereses multinacionales; por una ciencia al servicio de los intereses y las necesidades del pueblo.
“No existe razón de Estado ni intereses económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de la salud pública” Dr. Andrés Carrasco
Fuente: https://es-la.facebook.com/Hagamos.Lo.Imposible.HLI/posts/823294604423433
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Natura ha muerto
30 de mayo de 2014

 

Por Andrés Carrasco  
La ciencia es un loco que ya mató a Dios. Pero ahora dicta: natura ha muerto. O por lo menos eso se desprende de su larga marcha por un camino negro, donde ningún ciclo evolutivo quedará exento de la mano invisible del mercado de la ciencia. Una mirada que nos pone paranoicos y nos deja atónitos. Ojo con esa semilla.
Por primera vez en la historia los humanos se encuentran técnicamente habilitados para intervenir el genoma, alterando, modificando, agregando, o retirando información de la base genética de los organismos vivos. Estamos ante un salto revolucionario de imprevisibles consecuencias, no solo en la diversidad biológica del planeta sino en relación con el equilibrio evolutivo.
El discurso científico que legitima el uso de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) pertenece esencialmente a la biología molecular, por ser el cuerpo de conocimiento que permite la manipulación de la estructura de los genes con el objeto de producir ciertos efectos deseados en los fenotipos. Pero el marco teórico de la investigación que produce OGM no está en condiciones de decir nada acerca de las modalidades de su uso, ni de los “efectos colaterales” sobre la salud y el medio ambiente.
Nos estamos ahorrando la reflexión social capaz de determinar si vale la pena aplicar esta tecnología, si es deseable alterar los tiempos evolutivos naturales de las especies, y si estamos dispuestos a violar el derecho de la naturaleza introduciendo cuerpos extraños en ella.

 

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