martes, 19 de febrero de 2013

El FpV actúa contra los de abajo, durante los 10 años de gobierno K hubo consolidación de un Estado en función de la alianza de corporaciones y Estados imperialistas con las elites locales.


Averigüemos razones de Atilio Boron para advertir la ausencia de Estado.
Boron: “Argentina es un país sin Estado”
Por Hugo Montero y Martín Azcurra
Entrevista con Atilio Boron :: “Yo no creo en un ‘capitalismo serio’, como sí cree el gobierno de Cristina. Creo que el capitalismo es como es, serio o risueño”
Atilio Boron es uno de los observadores críticos más interesantes para analizar el presente político de América Latina. Pero el politólogo y sociólogo también nos permite indagar, a partir de una mirada marxista de la realidad, en lo que elige denominar como “el lado oscuro” del modelo kirchnerista, en las dificultades de la izquierda para caracterizar correctamente el presente y en la distancia existente entre el discurso y la realidad entre las fuerzas en pugna en la Argentina. Una entrevista para comprender mejor las contradicciones de un Estado en crisis.
Revista Sudestada: ¿En qué elementos señalarías fortalezas y debilidades de la gestión kirchnerista?
Atilio Boron: Un elemento fundamental fue la salida de la crisis económica de 2001-2002. Es decir, la recuperación de la economía a partir de 2003 y la expansión importante del empleo, sobre todo en esos años. Se habla de una cifra que ronda los 4 millones de nuevos puestos de trabajo, pero el dato significativo es que la mayoría se creó entre el final de 2002 y el 2005. Queda también la asignación universal, la cobertura previsional muy importante, una cierta recomposición salarial. Esos son los elementos fundamentales que hacen a la permanencia del kirchnerismo. Por supuesto, aquí hay que agregar la política de derechos humanos, sobre todo en su aplicación a los genocidas. Otros elementos serían la renovación de la Corte Suprema, que le dio un cierto viso de legitimidad al nuevo gobierno, más la expansión en la inversión en el sector educativo; todo un conjunto de elementos que abonan la tesis de que se superó la crisis, además de que la economía creció mucho durante gran parte de este período. Sumemos la reestatización de las AFJP, la de Aerolíneas –que es un negocio no muy claro porque no es del Estado argentino y la situación es muy vidriosa– y el tema de la compra de las acciones de Repsol, todo lo cual da una imagen de un gobierno que resolvió los graves problemas que tuvo la Argentina.
Pero es una imagen que hoy en día está seriamente cuestionada. Primero, porque se ha visto el lado oscuro de este modelo. Un modelo que no hay que profundizar sino cambiar, así de simple. Un modelo que supone expansión de la soja sin límite, del agronegocio utilizando sicarios para desalojar comunidades campesinas en el noroeste, un modelo que hace reventar la Cordillera de los Andes con la megaminería a cielo abierto, que precariza la relación laboral: cerca del 40% de los empleados públicos gana parte de su salario en negro.
Más allá del problema de orientación general, yo no creo en un “capitalismo serio”, como sí cree el gobierno de Cristina. Creo que el capitalismo es como es, serio o risueño, y en ese sentido este rumbo no me resulta para nada satisfactorio. Tenemos un panorama económico muy complicado por delante, un problema de inflación gravísimo. Y como no se reconoce la inflación, el problema es doblemente grave. Se hace un planteo absurdo al pensar que la inflación sólo se combate con políticas ortodoxas, lo cual es falso. Se puede tener una política anti inflacionaria sin caer en la doctrina neoliberal. ¿A favor de qué? A favor de la enorme concentración de la economía argentina: una economía en la que uno controla 500 empresas, y en realidad controla el 70% del Producto Bruto Interno. Tenés un tema energético que viene de arrastre hace muchos años y hubo una absoluta inacción –por no decir complicidad– con el saqueo que se produjo en este país; tenés un Estado que no obliga a las concesionarias a cumplir con los contratos de privatización, creciente malestar social y problemas todos los días en los ferrocarriles de pasajeros.
Y como marco, una crisis general del capitalismo que lejos de amainar, cada vez se profundiza más. A nivel informal, por ejemplo, en los pasillos del FMI los economistas pronostican off the record que la crisis recién va a empezar a ser revertida en 2018. En ese contexto, la Argentina tiene una agenda muy complicada por delante. ¿Cuál es el proyecto de desarrollo económico? No hay. Y hay un gobierno muy desarticulado que, al no tener una oficina central que planifique la gestión, comete errores muy fuertes, porque no hay coherencia entre los distintos ministerios. Errores como el de mandar la Fragata Libertad a Ghana, o el error elemental de decirle a Cristina que vaya a Harvard…
Argentina es un país sin Estado. Es una tesis fuerte, pero es real. Por ejemplo, no hay Estado porque las concesionarias hacen absolutamente lo que quieren sin ninguna clase de control por parte de las autoridades públicas, y pagando cifras cinco veces superiores a las de Europa por el mismo servicio. No hay nadie que te defienda. Tenés el Estado ausente en las carreteras concesionadas; están arrasando con toda la riqueza pesquera del Atlántico Sur. ¿Y por qué? Porque el Estado no tiene recursos para poder ofrecer garantías mínimas de funcionamiento a la flota de mar.
Este es el escenario general, con logros importantes pero también con enormes asignaturas pendientes que están conspirando seriamente contra la estabilidad del gobierno.

RS: Tu idea de un Estado ausente se contrapone fuertemente con la imagen discursiva que se difunde desde el gobierno, de un Estado recuperado, presente, etc.…
–AB: En pocos países hay tanta distancia entre el discurso y la realidad como en la Argentina de hoy. Es así: el discurso es el de un Estado presente, fuerte, actuante, pero cuando salís a la calle, te das cuenta de que no hay Estado. Y la razón no es mala voluntad, sino que es un país con un Estado fundido, que no tiene recursos porque existe un régimen tributario que capta ingresos en los sectores más pobres de la sociedad, mientras que los sectores más ricos no ponen ni un centavo. Un ejemplo: Cristina dijo que cambió 2 millones de dólares y los puso en un plazo fijo en pesos. Al cabo de un año, ella no va a pagar un centavo de impuesto a las ganancias. El sueldo de un enfermero o de un recolector de basura, que gana 8 mil pesos, sí paga impuesto a las ganancias. Con esa estructura de captación de ingresos no se puede sostener un Estado en serio. ¿Por qué? Porque durante diez años se fugaron dólares en una proporción fenomenal, y ahora no queda un mango [peso]. Un Estado sumamente debilitado, en un esquema económico súper concentrado y extranjerizado. La economía de la Argentina es una de las extranjerizadas de América Latina, si no la más. Entonces no tenés muchos elementos tampoco como para hacer política. (...) Leer
No se trata de falta de recursos del Estado sino de lo que se plantea en "Notas sobre el Presupuesto para la Argentina 2013". Julio Gambina introduce explicando sus propósitos. Dice:"Es bueno discutir estos temas en simultáneo en el conjunto de la sociedad. En primer lugar para intentar reorientar recursos para satisfacer necesidades de la población, y en segundo lugar para ganar consenso sobre asuntos estructurales que no se tratan necesariamente en las proyecciones anuales de las cuentas públicas".
Al final de sus Notas, Julio Gambina sostiene: "(…)Concluyamos señalando que el debate presupuestario en la sociedad puede incidir en cambios de la orientación del uso de los recursos, incluso las fuentes de los mismos.
El cálculo de ingresos no presenta sorpresas, donde el IVA, ganancias y retenciones siguen siendo lo principal de los recursos fiscales. Pero junto al debate por la disputa de los recursos del Estado, hace falta discutir la orientación general de la economía y su modelo productivo.
Las suspensiones temporales de compras desde China puede hacer reflexionar sobre las desventajas del mono producto y las consecuencias sobre la producción y la sociedad que reclaman productores y habitantes de pueblos fumigados y subordinados al agro-negocio manejado por transnacionales de la alimentación y la biotecnología.
Se trata de habilitar un debate más allá de las posibilidades de modificar o no el proyecto de presupuesto 2013. Lo que interesa es politizar a la sociedad en la discusión sobre qué presupuesto se requiere para reorientar las políticas públicas.
La cuestión es si el Presupuesto define un rumbo para asegurar los intereses de la dominación capitalista, o si la discusión permite acumular fuerzas sociales para una política alternativa, transformadora, que suponga el cuestionamiento estructural de la orientación por construir el capitalismo nacional, lo que supone la lógica de la ganancia y su acumulación para la dominación. El asunto sigue siendo construir fuerza social, política y cultural para el cambio social en momento de crisis capitalista".
Buenos Aires, 24 de septiembre de 2012 Leer
Frente al crimen social largamente anunciado del 22 de febrero de 2012 en la estación de Once, el gobierno CFK deja la línea Sarmiento a los otros concesionarios ferroviarios. Es que las concesiones ferroviarias y viales son ámbitos privilegiados de acumulación de grandes grupos económicos locales. Esos ámbitos se sostienen por entramados estatales de corrupción e impunidad como el juicio por el crimen de Mariano Ferreyra interpela a asumir para la democratización implícita en erradicar las estructuras mafiosas tanto del sindicalismo empresarial como del Estado y el PJ, lo que implica luchar contra la superexplotación laboral del modelo productivo (tercerización, precarización e informalidad laborales). Es ruptura real y efectiva con el neoliberalismo en el que las privatizadas jugaron papel fundamental.
Daniel Azpiazu, en el año 2002, advierte: “(…) el estado (en todas sus distintas instancias), al cabo de ya más de un decenio, e involucrando distintas administraciones gubernamentales, por acción u omisión (según los casos), ha resultado plenamente funcional a la preservación -o acrecentamiento- de los exorbitantes privilegios de que gozan las nuevas prestatarias privadas de los servicios públicos. Se trata, en síntesis, de un concepto que trasciende la usual referencia -como riesgo a minimizar en todo proceso de privatización- a la llamada "captura del regulador o de la agencia reguladora"; en la Argentina lo que ha venido quedando como denominador común al cabo de más de una década, es un concepto mucho más abarcativo "la captura institucional del estado en casi todas sus instancias". En ese marco, y más allá de las acciones u omisiones del Poder Ejecutivo nacional, el Poder Judicial ha sido en buena medida cómplice o partícipe pasivo de muchas de las ilegalidades e incumplimientos de las privatizaciones; el Poder Legislativo, muy particularmente la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Privatizaciones, otro tanto. En tal sentido, además de la tradicional "captura" de las agencias reguladoras", en la Argentina esa funcionalidad estatal frente a los privilegios de las privatizadas involucró a todas las instancias del poder del estado y del poder político. (…)” Leer
Por eso ni en el neoliberalismo, el Estado dejó de intervenir protagónicamente. Carlos Andujar* nos aclara: (…)Fueron los años de las privatizaciones, el libre flujo de capitales, la apertura económica, la flexibilización laboral, la desregulación financiera, las políticas sociales focalizadas, la descentralización, el desfinanciamiento y la mercantilización de la educación. En la actualidad, muchos comunicadores sociales y no pocos académicos suelen expresar que en esos años asistimos a la “destrucción del Estado”, que en el neoliberalismo el “Estado no interviene en la economía”, que fueron épocas de un “Estado ausente”. Es necesario, para no caer en la ficción a la que intenta someternos la telaraña del pensamiento único, entender que esa relación de dominación a la que llamamos Estado, en su forma moderna, acompaña al capitalismo desde sus orígenes y que ambas, Estado y capitalismo, son dos caras de una misma moneda. Los Estados-Nación se fundan en relaciones que suponen a todos los ciudadanos igualmente libres, del mismo modo que los mercados necesitan de la igualdad y la libertad de todos los consumidores para poder existir. Los Estados demoliberales nacidos en el siglo XIX son, ante todo, garantes de la relación capital-trabajo, a la que nunca cuestionarán, a pesar que en determinados momentos históricos implementen políticas públicas que favorezcan a los trabajadores o a los dueños del capital.
Dicho esto, puede empezar a entenderse por qué algunos estuvieron (y están) interesados en hacer ver a los tiempos del neoliberalismo como los de la ausencia del Estado y no como los tiempos de presencia de un Estado (que por definición nunca puede ausentarse) que movilizó recursos materiales y simbólicos a favor de los dueños del capital en general, y del capital financiero en particular.
Hizo falta una fuerte presencia del Estado para revertir las políticas de bienestar llevadas a cabo en los treinta años previos a la dictadura más sangrienta que sufrió la Argentina. La especulación financiera, la concentración y extranjerización de la economía, el endeudamiento externo, la precarización laboral, entre otras (y sus consecuencias inevitables, desindustrialización, desempleo, desigualdad y pobreza) necesitaron de un Estado presente que construyera un andamiaje legal que regulara y condicionara las nuevas relaciones sociales que se quería imponer. Por ejemplo, la Ley de Entidades Financieras (1977), la “tablita cambiaria” (1979), la nacionalización de la deuda externa (1981), las leyes de Emergencia Económica y Reforma del Estado (1989), la Ley de Convertibilidad (1991), la Ley de Minería y el Plan Brady (1993), las leyes de Flexibilización Laboral (1991-2000), el Megacanje (2001), y la compensación a los bancos (2002).
Demasiada actividad del Estado para estar ausente.
Nada es más sorprendente para aquellos que se ocupan de los asuntos humanos con mirada filosófica que ver la facilidad con la que las mayorías son gobernadas por las minorías; y observar la implícita sumisión con la que los hombres renuncian a sus propios sentimientos y pasiones a cambio de los de sus gobernantes. Cuando investigamos por qué medios se produce esta maravilla, encontraremos que así como la fuerza está siempre del lado de los gobernados, quienes gobiernan no tienen otra cosa que los apoye más que la opinión, escribía David Hume en 1758. Es, por lo tanto, continúa, sólo en la opinión en donde se funda el gobierno, y esta máxima se aplica a los más despóticos y más militares de los gobiernos, así como a los más libres y populares.
Las categorías, los conceptos, las ideas que hegemonizan los discursos de una época son los que permiten que la realidad sea pensada y en ella la necesidad y las posibilidades para su transformación. David Hume no había leído la ley de medios, pero nadie mejor que él para entender su vital importancia para hacer cada día más democrática a la democracia
La lógica de que ya resulta innecesaria la lucha de los de abajo contra la opresión socioeconómica y al contrario es conveniente que se subordinen al empresariado, es propia de la idea fuerza sobre el Estado elevándose a sujeto capaz disciplinar a las corporaciones en la producción del bien común. Es el mito construido por el FpV que su gobierno refuerza con la implantación (mediante las paritarias y el Consejo de Salario Mínimo) de salarios por debajo de la canasta familiar para la mayoría de los trabajadores formales y de miseria para los no registrados.

 Jorge Duarte señala: "(...)Estar dentro de la masa del 33,7% de trabajadores no registrados representa bastante más que no tener aportes jubilatorios y cobertura social -lo que de por sí no es poco-. Las condiciones laborales de los trabajadores no registrados se encuentran muy por debajo de las condiciones laborales de los trabajadores que sí lo están. Esta desprotección en las condiciones en las que se desarrolla el empleo implica, en muchos sectores, mayores riesgos para la salud y mayores índices de insalubridad, ligado a la incapacidad de negociar mejoras por la condición precaria en la que se encuentran. Sin embargo, el problema también tiene un componente económico muy fuerte. Los salarios de los trabajadores no registrados son, aproximadamente, un 30% menores a los que perciben por el mismo trabajo quienes se encuentran registrados.

Para graficar el componente económico del impacto en el salario del trabajo no registrado, es útil recurrir a los datos presentados hace unos días por el Observatorio por el Derecho Social en el informe denominado: “Estado de vigencia de los Derechos Humanos de la clase trabajadora en la Argentina”. Según las cifras exhibidas, el promedio de las remuneraciones netas de los trabajadores registrados alcanza los $5.796 mensuales. Al incorporar a los trabajadores no registrados a la cuenta el monto desciende a los $3.707 mensuales. Ese es el impacto profundo que tiene el trabajo no registrado en el promedio de ingreso de los trabajadores y el que representa una condena a salarios muy bajos de aquellos que no se encuentran contenido por el “mercado laboral formal”.

Hay un componente fundamental que explica un promedio de salarios de los trabajadores ocupados de $3.707. Esto tiene que ver con que más del 40% de los trabajadores percibe de su ocupación principal un ingreso inferior al Salario Mínimo, Vital y Móvil. Esto se produce por situaciones de fraude laboral que esquivan hasta las pautas más básicas que regulan el empleo. Las carencias en los controles estatales y el propio Estado (ya sea nacional, provincial y/o municipal) empleando bajo condiciones informales son parte de este entramado irregular.


Estos $3.707 que cobra en promedio la totalidad de los trabajadores Argentinos superan el Salario Mínimo Vital y Móvil ubicado en los $2.875 pero se encuentra muy lejos de los $6.997 calculados como costo de una canasta básica de bienes y servicios para una familia tipo (4 personas) por la Junta Interna de ATE–INDEC. Sin el impacto a la baja en el promedio de los salarios no registrados, la diferencia entre el salario medio y la canasta básica de bienes y servicios sería menor, como sería menor el problema económico a saldar. Es evidente que el trabajo no registrado representa de los peores males que se deben enfrentar en el ámbito laboral y, en consecuencia, en el ámbito social.
(...)" Leer

Este sometimiento de los trabajadores a hacer posible la alta rentabilidad de grandes capitales locales e imperialistas muestra cómo el Estado bajo gestión CFK ha perfeccionado los legados de la dictadura militarizada de esas corporaciones en los '70: restringir la lucha de clases y promover el constante crecimiento de la acumulación oligopólica. El Estado bajo gestión CFK armoniza con el progreso del capitalismo mundializado o imperialista. El nacional y los provinciales en mancomún son fundamentales para que la rauda ocupación económico territorial de Argentina por oligopolios y Estados imperialistas para que las mayorías no sólo la desconozcan como invasión sino también se sientan esperanzadas en el porvenir publicitado, pese a su experiencia con el ingreso al primer mundo del menemismo.
Ejemplifiquemos con la expansión en Argentina del sistema global de agronegocios cómo el FpV, a través de su gobierno en las distintas jurisdicciones, ha favorecido el acaparamiento imperialista del país y su fragmentación en economías de enclave. Por un lado, transfiere cuantiosos fondos públicos en subsidiar directa e indirectamente a los que programan y son los principales beneficiarios de esa expansión: los oligopolios exportadores e industriales del agro y los súper e hipermercados. Se suman, como Fernando Barri y Juan Wahren indican:  "(...)Otros actores importantes que dan sustento a la producción masiva e intensificada de la soja transgénica son los llamados pools de siembra (fondos de inversión que arriendan grandes extensiones de tierra para sembrar soja transgénica por medio de los últimos avances agrotecnológicos) y los contratistas (sociedades anónimas que realizan los contratos e intercambios de servicios para la producción de cultivos transgénicos a gran escala, quienes tercerizan los servicios de cosecha, siembra y traslado de granos). Ambos en conjunto son responsables de alrededor del 70% de la producción de granos en todo el país (Teubal, 2003; La Nación, 2007a). 

Para comprender la magnitud del fenómeno de la “sojización” en Argentina, basta con señalar que la producción de soja transgénica pasó de 15 millones de toneladas en 1996 a más de 50 millones de toneladas en 2008, cubriendo prácticamente toda la superficie de la región pampeana, y avanzando en forma expansiva hacia otras regiones del país, fundamentalmente el noroeste (Figura 1) (SAGPyA, 2008). Asimismo, la superficie sembrada de este cultivo pasó de menos de 7 millones de hectáreas en 1996 a más de 19 millones en 2008 (el 55% de la superficie cultivada en el país), ubicándose en el podio mundial de los cultivos transgénicos (Suplemento iECO de Clarín, 2008a; SAGPyA, 2008). Este proceso incrementó el avance de la frontera agropecuaria, haciendo desaparecer cientos de miles de hectáreas de bosque nativo por año, por lo que nuestro país registra una de las tasas de deforestación más altas del mundo para las últimas décadas (Burkart, 1993; SMAyDS, 2008; Barri y Wahren, 2009). Sólo entre las campañas 2006-2007 la mancha sojera creció en 500 mil hectáreas, principalmente en la región de los bosques chaqueños del Noroeste del país, en las que hasta hace menos de una década se desarrollaban una diversidad de sistemas productivos y de autoconsumo (Bartra, 2008a).(...)" Leer



Por otro lado, recordemos que la Presidenta expresó -desde el Council de las Américas- su orgullo de que Monsanto ampliara sus inversiones en el país y le ofreció la Patagonia. Enseguida el Ministro de Agricultura de la Nación explicitó su estar al servicio de la corporación estadounidense y anunció el proyecto de ley de semillas que las monopoliza. Leer  Lo último junto con la intensificación del modelo de soja (abarcador de los otros transgénicos) mediante el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial y la promoción de los agrocombustibles conducen a la destrucción de la soberanía alimentaria y a la desaparición forzada de localidades pequeñas-medianas, de comunidades campesinas y de pueblos originarios. Desertificación a la que concurren, además, los otros componentes del extractivismo y la IIRSA o infraestructura a ejecutar por Ministros de Planificación de Sudamérica y UNASUR para la transferencia a gran escala de recursos naturales hacia los países que llevan adelante el desarrollo del capitalismo imperialismo. Empobrecimiento estructural y recolonización del país que se completa con el creciente endeudamiento-'desendeudamiento'.
Las izquierdas que se han incorporado al Frente para la Victoria y las que son sus aliados subordinados han puesto en evidencia su concepción de la emancipación y revolución social como obra de un líder reformador del capitalismo, como si esto fuese posible en la actualidad de mayúscula concentración, centralización y mundialización del capitalismo imperialismo. Sin embargo, lo peor es que vuelven la espalda a las organizaciones y luchas de los de abajo que resisten el avasallamiento de sus derechos construyendo nuevas relaciones y reciprocidades creadoras de la autogestión de comunidades hermanadas entre sí en la voluntad de liberación social, nacional, continental e internacional del capitalismo imperialismo.
     

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