Nuestro desafío previo
es discutir el modelo y el aval de varias izquierdas.
Porque el matrimonio K
ha sido exitoso en disuadir a las mayorías de delegar la capacidad de
deliberación y decisión en la democracia representativa después que la rebelión
popular entre 2001 a 2002 la puso en cuestión. Lo consiguió hasta el extremo de que endiosaran su
liderazgo con lo cual asentó la obediencia debida y la obsecuencia, tan
imprescindibles para la gobernabilidad de la continuidad en la concentración y
transnacionalización económico territorial por poderes establecidos mediante
terrorismo de estado.
Para tal logro
se nutrió en las
estrategias de penetración cultural e ideológica del imperialismo y se
arraigó-entroncó en el partido Justicialista como antes lo hizo Menem. Suscitó e
impuso lecturas maniqueas de la realidad social y las reforzó enfrentándose con
una parte local del bloque dominante que les resultó fácil de encumbrar como los
enemigos públicos: la Sociedad Rural y Clarín.
La
contraposición concreta e histórica de la Sociedad Rural con los intereses
populares le sirvió para ocultar el afianzamiento del sistema global de
agronegocios que avanza desterritorializando y constituyendo la "República
Unida de la Soja"
Leer
.
Tamaña
reterritorialización a favor del poder omnímodo de las corporaciones caracteriza
a todo el extractivismo . En el sector agroindustrial comprobamos que la
ocupación territorial con transgénicos concentra cada vez más la economía, las
finanzas, las ciencias, las comunicaciones y la alimentación en función de los
intereses de oligopolios como Cargill, Monsanto, ADM, Bunge y del
hipermercadismo.
Si indagamos en el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2010-2020 constatamos que procura seguir en la maximización del acaparamiento económico territorial por los grandes capitales y estados imperialistas en sociedad con los locales. Pero si, además, tratamos de comprender porqué hay resistencia al modelo extractivista, en su sentido más amplio de privatización y mercantilización de todos los bienes comunes, hallamos que el progreso capitalista destruye las posibilidades de vida y trabajo de un modo casi irreversible tanto en los ámbitos rurales como en los urbanos.
El kirchnerismo ha practicado silenciamiento, invisibilización, estigmatización, judicialización
y represión (tanto con grupos de choque como con el Estado policial) a los
diversos de abajo que defienden la vida y la dignidad de los pueblos. De esa
manera y por abuso de la situación de miseria local sigue adelante en imponer la
muerte, las enfermedades y la desertificación.
Por añadidura el gobierno CFK se esmera en ningunear la
pobreza y a la vez, emplea la manipulación totalitaria del Indec para garantizar
la superexplotación laboral al gran empresariado impune de ayer y de hoy.
En fin, pese a que el capitalismo está en crisis estructural y civilizatoria, ha usado Tecnópolis para escenificar el mito del progreso capitalista en beneficio de las mayorías y para naturalizarlo como único futuro posible. Sus logros en esta política de comunicación nos interpelan a apreciar la importancia de constituir un frente cultural político que facilite la creación por los diversos de abajo de espacios en común donde contrasten relatos K con las realidades concretas y se comprometan con las transformaciones de las últimas.
El reto a la
otra comunicación de organizarse en colectivos (esmerándose por estar siendo
izquierda anticapitalista) consiste en suscitar abajo cuestionamientos a la
cultura e ideología dominante. Tales elaboraciones se arraigan tanto en la
problematización por los de abajo de sus respectivas situaciones concretas como en
convencerlos que está en ellos liberarse de esa manipulación monopólica de sus
mentes y hacerlo recuperando sus culturas e inteligencias de recrearlas.
Ahora la
preocupación central para poder constituir esos colectivos artísticos e
intelectuales en sus distintas modalidades es que vayan
definiendo rumbos conforme se involucran en las luchas
abajo y descubriendo
la ambigüedad del "progresismo" que resulta no sólo de izquierdistas
compenetrados en hacer avanzar el capitalismo sino también de organización de la
lucha abajo en sentido adverso a la emancipación social y nacional, por ejemplo:
los frentes contra la pobreza y contra el hambre. Ambos modos de unir abajo
persisten en mantener impune al poder económico imperialista que instauró su
creciente acumulación de riquezas y poder mediante terrorismo de estado en
los setenta. Lo mismo sucede con el movimiento de los derechos humanos que se ha
dividido, en esencia, porque los adherentes incondicionales al gobierno K
desconocen que los impunes de siempre son los dueños del modelo en vigencia.
Instalar debates abajo es crucial para dejar atrás a la batalla de ideas que refuerza la imposición de las de quienes dominan la palabra en el progresismo y en la izquierda tanto reformista como revolucionaria.
A través de
esa deliberación y toma de decisión
popular sobre proyectos en común se va desenmascarando al progresismo de dirigentes políticos, sociales y de intelectuales en
su estar haciendo posible el acaparamiento totalitario de las corporaciones
locales e imperialistas. Este poner en discusión el crecimiento económico
tan elogiado, también advierte sobre que ya desde la denominación de su
identidad, el progresismo no cuestiona el desarrollo capitalista y por tanto, nos
interpela a plantear razones y posibilidades del buen vivir.
En
confluencia,
la otra comunicación nos reta a facilitar que una creciente mayoría revise su
creencia en el capitalismo y nos reta a buscar sintonizarla con lo que diversos de abajo expresan sobre significados
e implicancias del progreso capitalista. Va más allá de promover la escucha a
los silenciados, ninguneados e invisibilizados. Porque es prioritario el diálogo
entre los de abajo que nos exige deconstruir nuestras rutinas e incomunicaciones
cotidianas para desentramparnos de cuanto el sistema nos inculcó, y forzó a
vivir como la incuestionable realidad socio económica. También destaquemos el objetivo del
capitalismo imperialismo de mantenernos separados y enfrentados. De ahí el
desafío para nuestra comunicación otra de organizarse en colectivos escudriñando
abajo desde concepciones (anticapitalistas, antiimperialistas, antirracistas, antipatriarcales y antijerárquicas) en permanente actualización conforme los
diversos de abajo nos adelantemos por nuestros caminos de democratización en
todas sus dimensiones, de descolonización, de reconocimiento mutuo y de entablar
nuestras relaciones optimizando sus reciprocidades.
Por último, precisamos percatarnos que
contra el diálogo abajo está
nuestro egocentrismo inculcado por el capitalismo. Es la creencia en que
para reflexionar y actuar sobre la realidad nos bastamos con nuestro juicio para
aquélla que nos es próxima y para la social debemos descubrir quiénes nos
convencen. Que, a su vez, están en sus
respectivos egos por
habitus capitalistas que los
engolosina con sus métodos de procesar conocimientos e informaciones y los aísla
en su ser de capas medias proclives a ilusionarse con soluciones desde arriba. De
ahí la importancia de los aprendizajes mutuos que se están dando en las
distintas organizaciones por trabajo digno, de disputas por territorios, por la
salud y la educación públicas, por centros culturales, contra el Estado
represor, etc.
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