Es descubrirlo en "la seguridad" del
poder real
implícita en:
la postconvertibilidad,
la democracia representativa,
el PJ
secundado por la UCR y
la degradación de las elecciones.
Nos exige ejercer Memoria, Verdad y
Justicia
para desentramparnos del progresismo como antagónico al neoliberalismo y del
"volveremos" como la alternativa frente a Macri. En efecto, lo
prioritario a destacar es que, desde los setenta hasta
hoy, la alianza de capitales y estados imperialistas con los locales no sólo fue
maximizando su expropiación de bienes comunes (naturales y sociales) sino
también la impunidad para ese criminal despojo.
Recordemos Duhalde asume la
presidencia de facto gracias a despliegue de la democracia representativa, de
los dos partidos de estado y de las fuerzas represoras estatales y
paraestatales. Con Roberto Lavagna instaura el modelo que adopta Néstor Kirchner.
Lo principal es que la post-convertibilidad restaura el orden capitalista por
atender a todas las fracciones de la gran burguesía.
Relación entre
grandes grupos económicos y el Estado:
ganadores y
perdedores en la post-convertibilidad.
Un estudio basado en
la trayectoria del sector servicios (2002-2010)
noviembre 2012
noviembre 2012
Por
Federico Daniel Naspleda (UNLP-IDAES)
Teniendo
en cuenta a todos los investigadores analizados en este punto ellos en general
comparten la visión de un proceso de crecimiento de todos los sectores de las
fracciones de la Burguesía pertenecientes al Bloque en el poder. Así como
también comparten la idea de que la hegemonía en la post-convertibilidad
pertenece a los sectores más concentrados exportadores de commodities, si bien
existen diferencias respecto de si son los exportadores industriales o
agropecuarios. Además entienden que dicha recomposición tiene como base la
conformación de una estructura productiva altamente concentrada y cada vez más
extranjerizada propias de un modelo cuya distribución es regresiva y que se
apoya principalmente en la caída del salario real. Ahora bien, las diferencias
aparecen en si consideran el surgimiento del modelo de la post convertibilidad
según un consenso entre las distintas fracciones de la burguesía relacionado con
las acciones y las nuevas funciones del Estado, o según la victoria por parte de
los “devaluadores”. A partir de estos análisis surgen algunas preguntas: ¿Cuál
es la relación entre la crisis de la convertibilidad y el desarrollo de un nuevo
modelo que llegó a revertir la situación de la reproducción del capital en su
conjunto? ¿Realmente “perdieron” los sectores de las empresas de servicios y el
capital financiero teniendo en cuenta como repercutió la crisis en ellas y las
ganancias obtenidas durante la post-convertibilidad? Esto se tratará en el
siguiente capítulo.
Capitulo 2: Crisis y
recomposición de las fracciones burguesas. La relación entre el desarrollo de Las Fracciones y el Estado.
Retomando los puntos señalados en el capítulo anterior, “el grupo dolarizador”,
según el denominado grupo flacso, tenía como proyecto la profundización de la
convertibilidad. Pero no argumentan como en un contexto de crisis progresiva del
modelo de los noventa se podía profundizar dicho proyecto, o sea, cuáles fueron
los apoyos nacionales e internacionales que lo sustentaron a medida que cada
intento de sostener la convertibilidad fracasaba. Entonces, según sus análisis,
el modelo de acumulación queda en un segundo plano al no incluir o no dar peso
la imposibilidad de reactivar el modelo de los 90´ en su fase crítica. Así los
términos de la lucha se definen en relación a una lucha político-ideológica
desprovista de articulaciones económicas según una coyuntura cambiante. La
crisis repercutió de manera general en las distintas fracciones del capital
pertenecientes al denominado Bloque en el Poder, pero para las que fueron
hegemónicas durante los 90´ la situación fue más aguda.
Si tenemos en cuenta la rentabilidad y las ventas
realizadas por las fracciones de la burguesía en el periodo de la crisis podemos
señalar que los sectores más poderosos en términos económicos dejaron de ser las
empresas líderes del sector financiero y de servicios, y esto no fue producto
solo de la salida y respuesta económica a la crisis, sino de la pésima situación
que atravesaron durante la crisis. En este sentido pensamos que la salida que la
burguesía encontró para recomponer el proceso de reproducción del capital en
términos generales fue un proceso complejo, contradictorio y que se dio durante
la post-convertibilidad. Si bien su recomposición
atiende a que se crearon mejores condiciones de inserción de una fracción de la
burguesía en el mercado mundial a partir de la devaluación y del aprovechamiento
de los buenos precios internacionales de las commodities, también mejoró
notablemente la situación del conjunto de las fracciones de la burguesía en
términos económicos, si bien de manera desigual. Y se realizó no sólo desde la
hegemonía de las empresas exportadoras, sino a partir de un complejo proceso
donde el Estado también participó. En este sentido, el Estado tuvo una
“metamorfosis” de sus funciones, al actuar y tomar decisiones que incidieron
directamente en la posibilidad de un consenso entra las fracciones de la
burguesía –siguiendo la idea de Peralta Ramos-. Otorgó subsidios y pudo
intervenir incidiendo de manera mayor en términos relativos –respecto a los
noventa- sobre la renta del conjunto de la burguesía. Se produjo una
reorganización que las diferentes fracciones del capital, “por su mero interés
mezquino” no la podían dar, resolviéndose en el Estado -que no es según la
libertad de acción del Estado- y condicionado por el mercado mundial. La
aceptación de “las nuevas reglas de juego” y de la nueva situación hegemónica
pareció, en dicha coyuntura, mostrar sus beneficios rápidamente y un horizonte
prometedor. Siguiendo a la investigadora, algunos signos que muestran la
estabilidad se ven a finales del 2002, donde se llegó a un superávit record y a
la estabilidad del tipo de cambio. Tanto el Estado como las empresas
interactuaron en función de una lógica de beneficios y pérdidas para las
distintas fracciones de la burguesía según dos periodos claramente desiguales:
un primer periodo de crisis general y de salida a la crisis, y un segundo
periodo de beneficios desiguales pero generales donde el continuo crecimiento de
la economía es significativo-. En este sentido, lejos de poder pensar al
conjunto del periodo solamente desde la perspectiva de las pujas inter-burguesas,
es importante resaltar la reorganización del conjunto de las fracciones de la
burguesía, y el nuevo rol del Estado para arbitrar y mediar en dicha
reorganización, sin desconocer y aceptar las fricciones que sucedieron en dicho
periodo entre ellas. (…)
3.1. El proceso de
recuperación de los grandes grupos económicos del sector servicios y su relación
con el Estado (2002-2004).
A
finales de la crisis la burguesía para proteger sus intereses económicos retiró
los depósitos del sistema bancario efectuando “una sangría de divisas” (Salvia
2009). Peralta Ramos (2007) plantea que a la convulsión social y política se le
sumaba la paralización total de la actividad económica por las consecuencias del
default y “el corralito” –que aislaron a la argentina de las posibilidades de
financiamiento internacional-. Así para la investigadora, desde finales de
octubre del 2001 la fuga de capitales alcanzo alrededor de 3500 millones de
pesos; y hacia finales de noviembre se perdieron depósitos cercanos a los 2363
millones de pesos y reservas por 2736 millones de pesos. Parte importante de los
que fugaron capitales eran empresas de servicios privatizadas. Basualdo, Nahón y
Nochteff (2006) exponen la situación de varias empresas en relación a la fuga de
capitales realizadas durante el 2001 con los siguientes montos en millones:
Telefónica Argentina S.A. U$S1559,9; Telecom S.A. U$S 963,4; EDESUR S.A. U$S172;
Central Puerto SA U$S149,3, Transportadora Gas del Sur S.A. U$S 143,1; Aguas
Argentinas S.A. 132,8; Metro Gas S.A. U$S104,4; Transportadora Gas del Norte
S.A. U$S 86,8; para citar algunos casos. Así parte importante del sector puso en
resguardo a una cantidad importante de su capital consiguiendo una ventaja
importante antes de la devaluación. Si analizamos la trayectoria de las
políticas-económicas en los inicios del gobierno de Duhalde podemos verificar
desde un principio cierta tendencia a la formación de un arbitraje del tipo
neo-populista y de acciones impulsadas por las empresas para revertir su
situación crítica, que, posteriormente, van a servir para unificar al sector con
el conjunto de las fracciones según “nuevas reglas de juego” aceptadas por
todas, en el sentido marcado por Peralta Ramos. Así en los comienzos tenemos
como una de las primeras acciones del Estado la Ley de Emergencia Pública y
Reforma del Régimen cambiario (Ley N° 25.561) cuyo contenido principal fue la
del abandono de la paridad cambiaria de un peso igual a un dólar, y la
consiguiente devaluación del peso. Esto, de acuerdo a los análisis del Grupo
FLACSO, alteró la situación de los servicios al modificar los precios relativos
en detrimento del sector. Pero lo más concerniente a los cambios que afectaron
al sector en el nuevo escenario lo expresan diferentes medidas incluidas en
dicha ley, como que: “A través del artículo Nº 8 de la ley de Emergencia se
estableció la eliminación de la dolarización de las tarifas así como también de
su indexación periódica en función de la evolución de los precios de Estados
Unidos” (Azpiazu y Schorr 2006, pp2). De esta manera el Estado pasó a tener
mayor control de las tarifas y esto va a determinar “la suerte” del sector en
este periodo, al trabar, en términos relativos, los incrementos tarifarios, y
realizando diferencias frente a otros sectores. A su vez su situación empeoraba
al incrementar el valor de sus deudas quedando “dolarizadas”. Con el control de
las tarifas se expresa esta versión del Estado Neo-populista al intervenir
abiertamente en el conflicto de intereses desatado en la crisis, y dotándolo de
un carácter político: la recomposición tiene como eje el despliegue de los GGE
exportadores sobre las demás fracciones integrantes del bloque en el poder.
Ahora bien, el Estado va a adoptar una serie de medidas en
favor del sector servicios tales como la pesificación asimétrica. Esta acción
supuso la licuación de pasivos del sector privado respecto a las deudas
concernientes con la banca local al transformar sus pasivos de dólares a pesos.
De esta manera gran parte del gasto Estatal en el tercer trimestre del 2002
corresponde a los efectos de la pesificación asimétrica según la emisión de
bonos para resarcir a los bancos por el cambio de los pasivos de las empresas de
dólares a pesos. Y, según estimaciones de Azpiazu y Schorr (2006): “Entre
los 50 mayores deudores privados que, a comienzos de 2002, vieron licuados sus
pasivos con el sistema financiero local (mediante su pesificación a una relación
de 1 peso = 1 dólar estadounidense), quedan incluidas 25 empresas privatizadas
que, por ese medio, obtuvieron un beneficio -del orden de los 2.000 millones de
dólares- prácticamente equivalente al de las ganancias obtenidas por éstas en el
año 2000.” (Azpiazu y Schorr, 2006, pp.27). Pero esta medida no alcanzó a “dejar
contento” al sector frente al peso que para ellos acarreó la devaluación y el
congelamiento de las tarifas. Y pronto, apelando a aparatos de denuncia
internacionales, consiguieron crear un mecanismo de presión frente al Estado.
Según explican Basualdo, Nahón y Nochteff (2006), un conjunto de empresas
privatizadas presentó demandas al Centro Internacional sobre Arreglo de
Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados y Nacionales de otros Estados
(CIADI) que depende del Banco Mundial, logrando neutralizar los tribunales
locales. Siguiendo su investigación los investigadores agregan que, al año 2004,
varias empresas que en su mayoría eran empresas de servicios públicos
privatizadas, presentaron un conjunto de demandas al Estado por un monto mayor a
U$S17 mil millones, y cuyo objetivo principal era “intentar preservar, mediante
la instauración de los seguros de cambios y el aumento de las tarifas de los
servicios públicos, los excepcionales privilegios logrados en la década
anterior” (Basualdo, Nahón y Nochteff 2006 pp.75). Si bien los montos exigidos
al día de hoy no fueron cobrados. (…)
En
síntesis podemos decir que el periodo analizado está fuertemente marcado por el
intento de parte de las empresas del sector de conseguir ventajas en torno a los
problemas que le trajo la crisis de la convertibilidad, la devaluación y el
congelamiento de sus tarifas, esto es, “el cambio en las reglas de juego”. El
Estado pasó a controlar las tarifas alterando las condiciones de reproducción
del sector que quedó en peor posición frente los grandes grupos exportadores de
commodities. Pero aprovechando ciertas ventajas por su estructura de poder: la
posibilidad que tuvieron de fugar una gran masa de capitales al exterior antes
de la devaluación, por la posibilidad de disminuir y reestructurar parte de sus
deudas tanto locales como externas a través de mecanismos estatales y por el
aprovechamiento del contexto de incertidumbre económica generalizado, y las
concesiones otorgadas por el Estado en términos de aliviar los compromisos que
las empresas tenían según sus contratos. Las presiones de uno y otro lado
estuvieron claramente presentes –basta recordar los juicios del CIADI, y
llegaron a romper sus relaciones con la salida de algunos inversores
extranjeros, pero la mayoría logró reorganizarse, y aprovechar los buenos signos
de recuperación tras la crisis, que se hicieron presentes después del primer año
de su peor momento.
3.2. De la recuperación económica al despegue: la
política de subsidios como motor de crecimiento del sector energético y de
transporte (2004-2010) A partir del 2004 una tendencia que se iba
desarrollando desde comienzos del 2002 comenzará a impactar aceleradamente: la
relación entre el gasto público y la “suerte” de los GGE del sector servicios,
según el crecimiento de los subsidios entregados a los sectores energéticos y de
transporte. A lo largo de la post-convertibilidad su incidencia sobre el gasto
público aumentará, como a su vez lo hará el mismo gasto público. Bonnet y Piva
(2011) muestran como uno de los elementos de la evolución del aparato del Estado
en estos años el incremento del gasto público con los siguientes datos: del 2002
al 2009 aumenta un 192%, equivalentes a 14 puntos del PBI; presentando una
contracción inicial hasta el 2005, momento en el cual se incrementa
extraordinariamente llegando a representar en el 2009 el 43% del PBI. Ahora
bien, el porcentaje de este gasto destinado a los servicios públicos estuvo,
desde el 2003 en claro ascenso.
(…)
Leer
Pensemos en Cristina Fernández
exigiendo a los trabajadores racionalidad para que el empresariado
mantuviese el crecimiento económico. Pero analicemos cómo la devaluación para
posibilitar la post-convertibilidad o la recuperación gran burguesa de altas
rentabilidades implicó un enorme robo de salario y poder
adquisitivo a los trabajadores y otros sectores populares. Aún más tomemos en
consideración cuáles son los resultados de tamaño sacrificio de los de abajo.
Fuga de capitales, dólar y modelo K
31 de octubre de 2011
Por Rolando Astarita
Esta nota es continuación y actualización de la que escribí hace un año, en
la que discutía cuestiones vinculadas al crecimiento basado en el tipo de
cambio alto (“Profundizar…”
). Decía entonces que el tipo de cambio alto había sido clave para la
estrategia de desarrollo “industrialista”, desde mediados de 2002.
Básicamente porque la devaluación posterior a la ruptura de la
Convertibilidad había significado una fuerte caída de los salarios -en
términos de dólar y poder adquisitivo-,
con la consiguiente mejora de las condiciones competitivas del capitalismo
argentino. Sostenía también que a la redistribución regresiva del ingreso se
habían sumado equipos industriales renovados durante los 90; una elevada
capacidad ociosa; y el congelamiento de tarifas de servicios. Todo esto se
conjugó para elevar la tasa de rentabilidad, en particular de las empresas
productoras de bienes transables. Además, el ciclo alcista de los precios de
los alimentos, y en particular la soja, dieron un poderoso oxígeno extra al
crecimiento, habilitaron ganancias extraordinarias al agro (suba de la renta
de la tierra), y una constante inyección de recursos al Estado. Sin embargo,
señalaba en aquella nota, no
había habido un desarrollo sustentado en la inversión de equipos y la
tecnología. Esto
es, no estábamos ante un aumento de la competitividad con bases sólidas. Por
eso, en 2010 ya se evidenciaba el desgaste del “modelo”: el superávit
comercial se achicaba; la inflación erosionaba la competitividad del tipo de
cambio; y el gobierno se enfrentaba a la disyuntiva de devaluar, o de
retrasar el tipo de cambio a fin de frenar la inflación. Pero en este último
caso, caería aún más la competitividad. Escribíamos: “Si el gobierno
promueve una depreciación de la moneda, acelera la inflación, con poca
ganancia en competitividad. Si por el contrario, retrasa el tipo de cambio,
agrava los problemas de competitividad, acercándose a un escenario parecido
al de los noventa. De hecho, hoy algunos sectores industriales empiezan a
quejarse de que con este tipo de cambio no pueden competir. Es posible que
de prolongarse esta situación, hacia fin de 2011 el tipo de cambio real
vuelva a estar al nivel de la Convertibilidad. Aunque la situación
internacional es distinta de la existente en los noventa, principalmente por
la suba de la demanda mundial de materias primas”.
A pesar de
las señales que estaba dando la economía, muchos defensores del modelo K de
crecimiento siguieron afirmando que “el modelo tiene bases sólidas”, y que sólo
los ciegos “catastrofistas de izquierda”, o la derecha golpista, podían
encontrar algún problema serio. La idea dominante en este sector es que, en
tanto haya estímulos de demanda, la inversión crecerá más o menos
automáticamente. Una tesis que se ha mantenido contra viento y marea.
Fuga de capitales
También en
una nota anterior, de septiembre de 2010 (ver aquí),
decíamos que
en Argentina se mantenía
una de las características típicas del atraso, que una parte muy importante de
la plusvalía se volcaba al consumo suntuario, la inversión inmobiliaria, o iba
al exterior. Con respecto a esto último, señalábamos que las inversiones de
argentinos en el exterior obedecían a una lógica de valorización financiera, y
que los rendimientos de esas inversiones se reinvertían en el exterior, de
manera que representaban una importante sangría en términos netos del excedente.
La contrapartida de esta salida era que la inversión en plantas, equipos e
infraestructura productiva, si bien había mejorado en algún punto del PBI con
respecto a los 90, continuaba siendo relativamente débil. Por eso concluíamos
que “hay un fuerte crecimiento (del PBI),
y cierto aumento de la participación de la inversión con respecto a los niveles
promedio de los noventa, pero sin que pueda hablarse de algún cambio
estructural. Una parte fundamental del excedente sigue saliendo del país; aunque
a diferencia de la década de los noventa, ahora esa salida está financiada por
el superávit de cuenta corriente. …
La salida de capitales
sigue poniendo en evidencia la estrecha vinculación de la clase capitalista
argentina con el capital mundializado, particularmente con el capital financiero”.
Naturalmente, los defensores del “modelo productivo” siguieron mirando para otro lado. Pero los hechos son testarudos, y las cosas siguieron complicándose, hasta llegar a la actual coyuntura. En los últimos tres meses el Banco Central ha vendido más de 4100 millones de dólares. Según la consultora Ecolatina, la formación de activos externos del sector privado se incrementó de un ritmo promedio mensual de 300 millones de dólares en el período enero 2003 a marzo 2008 a 1.500 millones por mes entre abril 2008 y junio 2010. El marco de esta fuga de capitales es una macroeconomía en la que las señales del desgaste del “modelo” son inocultables. El superávit comercial pasó de más del 4% del PBI en 2007 a aproximadamente el 2%. Las reservas del Banco Central bajaron desde más de 52.500 millones de dólares a fines de 2010, a 47.580 millones hoy; esto a pesar de que tomó préstamos de bancos europeos. Las reservas de libre disponibilidad (las que exceden la base monetaria, y con las que el Gobierno paga deuda externa), se evaporaron. El crecimiento de los depósitos bancarios se ha frenado, y las tasas de interés han subido al 15% para los minoristas (estaban al 10%) y hasta el 20% para los grandes depositantes. ¿Esto también formará parte del “modelo productivo”? En cualquier caso, y ante este panorama, es evidente que la disyuntiva de 2010 que comentábamos, se ha hecho más aguda. Destaquemos que si bien la crisis internacional ha jugado un rol en la fuga de capitales -debido a la devaluación del real, y la desaceleración de la demanda internacional- no alcanza a explicarla. Después de todo, otros países latinoamericanos han estado recibiendo capitales a causa de la crisis internacional, por lo que su problema es el opuesto del argentino: procuran evitar la apreciación de sus monedas. En Argentina, en cambio, la apuesta de muchos grandes inversores, y también de ahorristas pequeños y medianos, es que el precio del dólar finalmente va subir.
Desarrollo desigual y dependiente, y tipo de cambio
Tal vez
una de las cuestiones más importantes es entender que la disyuntiva descrita
-devaluar o retrasar más el tipo de cambio- se inscribe en un movimiento de
largo plazo de la economía argentina, en la que se alternaron los períodos de
tipo de cambio alto y bajo, pautados por crisis que marcaron la transición de un
período al otro. Por eso, más allá del análisis de la coyuntura inmediata, nos
interesa mostrar cómo existe una cierta lógica en estos movimientos, que está
vinculada al desarrollo de las fuerzas productivas -en particular, al nivel de
productividad- y a las variaciones de la rentabilidad e inversión de los
sectores vinculados a la producción de bienes transables (sustitución de
importaciones y exportables) y de bienes no transables (en lo que sigue resumo
algunas de las ideas que presento en Economía
política de la dependencia y el subdesarrollo).
Si se toma
como punto de partida 1974 -inicio de la crisis final de la estrategia de
sustitución de importaciones-, se advierte que desde 1977 y hasta comienzos de
1981 rigió un tipo de cambio real bajo (moneda apreciada); que en la década de
1980 y hasta comienzos de 1991, el tipo de cambio fue alto (moneda depreciada);
durante la Convertibilidad la moneda se apreció; y a partir de 2002 se vuelve a
un tipo de cambio alto, aunque con tendencia paulatina a la apreciación desde
2003, hasta llegar al actual escenario. Aclaramos que cuando hablamos de moneda
apreciada nos referimos a un tipo de cambio cercano al nivel de paridad de poder
de compra con los países adelantados (en particular, con EEUU). Esto significa
que, en promedio, y a igual que sucede con la mayoría de las economías
atrasadas, la moneda argentina tiende a ubicarse en un nivelpor
debajo de la paridad de
poder de compra. Esta depreciación de la moneda en términos reales obedece,
desde el punto de vista de la ley del valor trabajo, a problemas estructurales, que
tienen que ver, principalmente, con la baja productividad de la industria
argentina.
Dada su
baja productividad relativa, una manera que tiene la industria de ganar
competitividad en el mercado mundial es a través del tipo de cambio real alto,
que implica bajos salarios en términos de la moneda mundial (dólar o euro). Sin
embargo, debido a los impulsos inflacionarios que derivan de este régimen
cambiario, a mediano plazo casi inevitablemente se generan las condiciones para
la reversión hacia el tipo de cambio bajo. Y son estas variaciones bruscas del
tipo de cambio, las que generan cambios también bruscos y profundos en las tasas
de rentabilidad de los sectores productores de bienes transables y los
productores de bienes no transables; y con ellos, de sus tasas de crecimiento e
inversión. Con tipo de cambio alto, los sectores productores de transables
aumentan su rentabilidad, lo que lleva aparejado el aumento de inversiones en el
sector; pero baja la rentabilidad y la inversión en los sectores de no
transables. A su vez, con la moneda apreciada, los sectores transables ven
disminuidas sus ganancias, y los de no transables las incrementan, y con ella la
inversión y el crecimiento.
El resultado es que se asiste a un desarrollo desigual, profundamente desestructurado. Los cambios bruscos de la rentabilidad de los sectores debilitan las inversiones de largo plazo, fundamentales para superar el subdesarrollo. Los diferenciales de productividad se acentúan, porque ora un sector, ora el otro, sufre períodos más o menos prolongados de baja rentabilidad y por lo tanto de baja inversión y renovación tecnológica. En los 90, por ejemplo, en tanto en teléfonos, o producción y transporte de electricidad, se realizaban inversiones y se expandían, muchas industrias productoras de transables, en especial intensivas en mano de obra -textiles, calzado, etc.-, languidecían. De la misma manera, el parque industrial se renovaba parcialmente, pero el sector productor de máquinas herramientas trabajaba con un 50% de capacidad ociosa, promedio. En los 2000, por el contrario, sectores de productores de bienes exportables, o sustitutos de importaciones, prosperaron; pero amplios sectores productores de servicios, o energético, se retrasaron. Significativamente, la balanza energética pasó a ser deficitaria, luego de haber tenido superávit en los 90 y buena parte de los 2000.
Este
crecimiento desestructurado se refleja entonces en la situación cambiante del
sector externo, y las dinámicas de precios. Los períodos de tipo de cambio alto,
posteriores a una devaluación, dan lugar a mejoras rápidas y sustanciales de la
balanza comercial (o en la balanza de cuenta corriente). Los productores de
transables con ventajas competitivas naturales -ejemplo, el sector productor de
granos- obtienen plusvalías extraordinarias, bajo la forma de ganancias
extraordinarias, o alta renta agraria. Eventualmente, en una coyuntura de altos
precios internacionales de las materias primas, una parte de la renta puede
captarse con impuestos y destinarse a subvencionar industrias proveedoras de
insumos y servicios, a los efectos de sostener el tipo de cambio real alto. En
estos períodos el crecimiento industrial se caracteriza por ser principalmente
extensivo -esto es, empleador de mano de obra- y la renovación tecnológica
relativamente débil.
La competitividad del
sector transable es alta, pero porque está asentada en una alta explotación del
trabajo (salarios bajos, precarización del empleo, etc.), y en la contención de
los precios de insumos y servicios esenciales.
Erosión del tipo de cambio “competitivo”
No es de extrañar entonces que a mediano plazo la ventaja competitiva se erosione, en la medida en que los precios de los bienes no transables y los salarios, especialmente de los sectores sindicalizados, buscan recuperar el terreno que han perdido con la devaluación. Por eso, a mediano o largo plazo, las falencias y contradicciones estructurales no pueden superarse con meros remedios monetarios. No se trata de conspiraciones de los golpistas, como he escuchado de boca de algún intelectual K de Carta Abierta, sino de las leyes de la acumulación (y la explotación) capitalista. La cuestión de fondo es que la debilidad de la inversión -y del despliegue de la investigación y desarrollo- no permite superar el atraso y ganar competitividad genuina a la industria. Hoy, en Argentina, la balanza comercial industrial es fuertemente deficitaria (en las manufacturas de origen industrial, por unos 20.000 millones de dólares), luego de casi una década de crecimiento “industrialista” K. El problema puede agudizarse bruscamente si algunos de los socios comerciales deprecia su moneda; como acaba de suceder con Brasil.
En
consecuencia, las presiones inflacionarias, que tienen origen cambiario, no
dejan de acentuarse. Los sectores productores de no transables no invierten si
no mejoran los precios relativos, y en el mediano o largo plazo, los precios de
servicios y otros insumos comienzan a subir. Si además, el gobierno ha mantenido
tarifas congeladas, a
costa de crecientes subsidios, es probable que aparezcan déficit
fiscales crecientes. La monetización del déficit (esto es, cubrirlo con
emisión), da lugar a mayores presiones inflacionarias, acrecentando la
desconfianza hacia la moneda nacional. En definitiva, las presiones
inflacionarias terminan erosionando la competitividad cambiaria. Al crecer la
desconfianza, se potencia el flujo de fondos hacia el dólar o el euro. El ahorro
(más precisamente, atesoramiento) ocurre en moneda extranjera. Al caer los
depósitos en moneda nacional, los bancos elevan las tasas de interés, para
detener la sangría. Lo cual no es precisamente un estímulo para la inversión
productiva. Todos estos factores no dejan de empujar hacia la devaluación.
Devaluaciones, inflaciones y reversiones cambiarias
Pero la
devaluación de la moneda no es una solución sencilla, ya que puede dar lugar a
nuevas devaluaciones, que eventualmente desembocan en altas inflaciones (o
hiperinflaciones). Lo cual es insostenible, como lo demuestra la experiencia
argentina de los 80 y principios de los 90. Es que con alta inflación los
salarios bajan en términos reales -es inevitable que pierdan la carrera con los
precios- pero también con una moneda en constante pérdida de valor se embotan
los mecanismos del mercado. Entonces es imposible comparar los tiempos de
trabajo. Por eso, en el extremo, la economía se dolariza. El dólar pasa a ser
moneda no sólo de atesoramiento, sino también medida de valor y medio de pago
(los contratos se fijan en dólares, etc.). Se generan así las condiciones para
la reversión hacia la moneda “fuerte”. El anclaje del tipo de cambio está en la
lógica del proceso, ya que se busca fijar la variable que ha estado en el origen
del impulso inflacionario, y restablecer la disciplina del mercado, tanto sobre
los capitales menos productivos, como -y principalmente- sobre los trabajadores.
Es por esta razón que las razones que lleva a los períodos de apreciación de la
moneda se incuban en las fases de crecimiento que se sostienen en el tipo de
cambio alto. Algo de esto se ve en el panorama actual; la apreciación del peso
de los últimos años está en la mecánica del crecimiento de los 2000. Sin
embargo, hoy la economía argentina no está ante un escenario de crisis aguda, al
estilo de lo ocurrido en 2001. Pero dicho esto, también
hay que decir que el panorama se ha agravado. Desde hace muchos
meses el gobierno ha venido retrasando el tipo de cambio para frenar la
inflación, esto es, ha aplicado una receta típica de la década de 1990. Pero por
esto en los últimos tiempos se ha apreciado la moneda; con lo cual se debilitó
uno de los pilares del “modelo”, el tipo de cambio alto. Por eso también, en los
hechos, ha comenzado a establecerse otra paridad entre el peso y el dólar, a
través del mercado no oficial (o negro). Esta dicotomía -atraso del tipo de
cambio oficial, depreciación de la moneda en el paralelo- es otra expresión de
las disyuntivas que enfrenta el “modelo K”. Paralelamente, los subsidios a
industrias productoras de servicios y similares (eléctricas, transporte, pero
también forestal y agroalimentaria), no han dejado de aumentar. En 2010 el
Estado transfirió unos 48.000 millones de pesos a las empresas, un 45% más que
en 2009. Y sólo en los primeros seis meses de 2011, alcanzaron 32.366 millones
de pesos, un 73% más que en igual período de 2010. El “ajuste” significaría un
aumento de las tarifas, esto es, un caída del poder adquisitivo de los salarios,
en primer lugar. Pero también agregaría presión a los impulsos devaluatorios.
Subrayamos: en estas condiciones, una
devaluación se descargaría sobre los trabajadores, bajando los salarios. Aunque
puede dar lugar a una agudización de las luchas salariales. Por eso la propia
clase dominante es reacia a aplicar este remedio. Pero por otra parte, el actual
esquema ha comenzado a hacer agua.
En
conclusión,
lo que está sucediendo hoy en Argentina -fuga de capitales, depreciación de
hecho de la moneda- refleja que el crecimiento de los 2000 no ha permitido
superar las estructuras del atraso y la dependencia. Negar esta realidad
hablando sobre el “modelo de matriz diversificada y acumulación con inclusión
social”, equivale a marearse con palabrerío vacío.
Precisamos cuestionar opiniones
como "ya creíamos imposibles los sueños por los que luchamos en los setenta
pero surgen Néstor y
Cristina y vivimos felices. Desde Macri comparto el grito de volveremos pero le agrego
que volveremos mejores". Por más honesto/a económico sea quien así se
expresa, no lo es como artista e intelectual y de prestigio. Olvida los proyectos e ideales de emancipación de
los 30.000. Se despreocupa del extractivismo y de los sufrimientos y luchas
de comunidades. Se niega a escuchar a los quienes resisten a ser envenenados y
despojados de territorios, agua... y plantean el cambio radical de construir los
buenos vivires convivires abajo.
No se indigna que se mida la
reducción de la pobreza por incremento en el acceso a la sociedad de consumo y
por endeudamiento familiar o individual a favor de los bancos. No se percata que
el tan alabado crecimiento económico ocultó la maximización de la
concentración-transnacionalización económico territorial y por tanto, de la
desigualdad social. Sobre todo, consolidó el subdesarrollo.
Tampoco la referente aprecia que lo positivo de
los gobiernos progresistas se originó en la derrota del neoliberalismo por las luchas
y auto organización de los de
abajo. Volvamos los ojos a estos últimos y reflexionemos sobre lo que está sucediendo en México:
El poder
de abajo
7 de enero de 2017
7 de enero de 2017
Por
Raúl Zibechi (La
Jornada)
Es inédito en América Latina
que decenas de pueblos y naciones indígenas decidan dotarse de un gobierno
propio.
La reciente decisión del quinto Congreso Nacional Indígena (CNI) de
crear un Concejo Indígena de Gobierno, luego de la consulta y aprobación por 43
pueblos, que se propone gobernar este país, tendrá hondas repercusiones en el
país y el mundo.
Como señala el comunicado ¡Y
retembló!, estamos ante decenas de procesos de transformación radical, de
resistencias y rebeldías que constituyen el poder de abajo, que ahora se
expresará en el Concejo de Gobierno. De manera simultánea, el organismo tendrá
como vocera una mujer indígena, que será candidata independiente en las
elecciones de 2018.
Es el modo que los pueblos encontraron para que la
indignación, la resistencia y la rebeldía figuren en las boletas electorales de
2018.
De ese modo pretenden sacudir
la conciencia de la nación, para desmontar
el poder de arriba y reconstituirnos, ya no sólo como pueblos, sino como país.
El objetivo inmediato es parar la guerra, crear las condiciones para organizarse
y superar colectivamente el miedo paralizante que provoca el genocidio de
arriba.
En la parte final el comunicado destaca que quizá ésta sea la
última oportunidad como pueblos originarios y como sociedad mexicana de cambiar
pacíficamente y radicalmente nuestras propias formas de gobierno, haciendo que
la dignidad sea el epicentro de un nuevo mundo.
Hasta ahí, a grandes rasgos, la propuesta y el camino para hacerla
realidad. Desde la distancia llama la atención que los debates desde el pasado
mes de octubre se hayan centrado en la cuestión de la vocera indígena como
candidata en las elecciones de 2018, dejando de lado un tema fundamental que,
creo, es la conformación del Concejo Indígena de Gobierno.
Es evidente que no se
puede entender la nueva cultura política que encarnan el CNI y el EZLN con las
anteojeras de la vieja cultura, centrada en discursos mediáticos y en las
elecciones como forma casi única de hacer política.
Que los pueblos indígenas de México decidan crear un concejo de gobierno parece un asunto de la mayor importancia. Son pueblos y naciones que ya no serán gobernados por nadie más que por ellos mismos. Millones de hombres y mujeres establecen su autogobierno de forma coordinada, en un solo concejo, que los representa a todos y todas. Es un parteaguas para los indígenas, que tendrá repercusiones en toda la sociedad, como la tuvo el alzamiento del primero de enero de 1994.
Aquí es donde conviene hacer algunas aclaraciones ante las más
disparatadas interpretaciones y, si estoy equivocado, adelanto mis disculpas. La
cultura política que practican el zapatismo y el CNI consiste en promover el
autogobierno de todos los sectores de la sociedad: rurales y urbanos, indígenas,
campesinos, obreros, estudiantes, profesionales y todos los sectores que se
quieran sumar. Nunca pretendieron gobernar a otros, no quieren suplantar a
nadie. El mandar obedeciendo es
una forma de gobierno para todos los oprimidos, que cada quien implementa a su
modo.
El comunicado aclara que no pretenden competir con los políticos
profesionales, porque no somos lo
mismo. Nadie que conozca mínimamente el zapatismo, a lo largo de estos 23 años,
puede imaginar que van a dedicarse a contar votos, a conseguir cargos en
gobiernos municipales, estatales o federal. No se dedicarán a sumar ni a restar
a las siglas electorales, porque van por otro camino.
En tiempos de guerra contra los de abajo, creo que la pregunta que se hacen el CNI y el EZLN es ¿cómo contribuir a que los más diversos sectores del país se organicen? No se trata de que ellos los organicen, esa es tarea de cada quien. Se trata de cómo apoyar, cómo crear las condiciones para que eso sea posible. La candidatura indígena va en esa dirección, no como juntavotos, sino como posibilidad de diálogo, para que otros y otras sepan cómo le hicieron.
La creación del Concejo Indígena de Gobierno es la muestra de que
es posible autogobernarse; si millones de personas de pueblos y naciones pueden,
¿por qué yo no voy a poder en mi colonia, en mi barriada, donde sea? Si el
levantamiento de 1994 multiplicó rebeldías, contribuyó a la creación del CNI y
de múltiples organizaciones sociales, políticas y culturales, ahora puede
suceder algo similar. No hay nada tan potente como el ejemplo.
Este año celebramos el centenario de la Revolución de Octubre. La
obsesión de los bolcheviques y de Lenin, que puede corroborarse en el
maravilloso libro de John Reed Diez
días que estremecieron al mundo, es que todos se organizaran en soviets,
aun los que hasta ese momento los combatían. Llamaban incluso a los cosacos,
enemigos de la revolución, a crear sus soviets y
enviar delegados al congreso de toda Rusia. La
revolución no se hace, sino se organiza, decía Lenin. Independientemente de lo
que se piense sobre el dirigente ruso, la afirmación es el núcleo de cualquier
lucha revolucionaria.
El tránsito de la indignación y la rabia a la organización, sólida y persistente, es la clave de cualquier proceso de cambios profundos y radicales. Rabia sobra en estos momentos. Falta organizarla. ¿Podrá la campaña de 2018 convertirse en un salto adelante en la organización de los pueblos? Nadie puede responderlo. Pero es una oportunidad de que el poder de abajo se exprese de las más diversas formas, incluso en actos y papeletas electorales, porque la forma no es lo esencial.Reflexionando sobre los críticos, que no son pocos, en vez de acusar al CNI y al EZLN de divisionistas, podrían reconocer su enorme flexibilidad, siendo capaces de incursionar en terrenos que hasta el momento no habían tanteado y, de hacerlo, sin bajar banderas, manteniendo en alto los principios y objetivos. Los meses y años venideros serán decisivos para delinear el futuro de las oprimidas y oprimidos del mundo. Es probable que en pocos años valoremos la formación del Concejo Indígena de Gobierno como el viraje que estábamos esperando.
Podemos creer que los tiempos de
guerra contra los de abajo, en Argentina, se reducen al gobierno de Mauricio
Macri. Sin embargo, adquieren contundencia progresiva a partir de los setenta
con el PJ en el gobierno atacando mediante el Rodrigazo y la Triple A
pero sin éxito para la gobernabilidad de la injusticia social que es el aumento
incesante de la acumulación gran burguesa de riquezas y poder. De ahí la
dictadura genocida mediante la cual la alianza de capitales y estados
imperialistas con los locales consiguieron establecer las bases y motores del
neoliberalismo que optimizó el PJ liderado por Menem-Cavallo donde Kirchner y
Oscar Parrilli jugaron papel fundamental en la privatización de YPF.
En la democracia iniciada por el
gobierno de Alfonsín no hay refundación del Estado y al contrario desde 1984
hasta hoy se fue legalizando, legitimando y profundizando las garantías
estatales de opresión-represión de esa alianza adueñada cada vez más del país.
De esta historia y del balotaje cerrando todo el año 2015 (inmerso en elecciones
pese a la crisis nacional e internacional) se desprende porqué el triunfo de
componentes del poder real. Desde la dictadura mirando por EE.UU., la
globalización y el capitalismo dependiente, la democracia representativa se fue
afirmando como restringida. Todos los poderes públicos, los partidos políticos
de estado (el Justicialista y la Unión Cívica Radical) y las elecciones están
para la seguridad del clima de súper negocios gran capitalista. Basta
recordar cómo Gils Carbo y la Corte Suprema de Justicia de la Nación se pusieron
del lado de Chevron (la actual Standard Oil) en contra del reclamo de Ecuador
por envenenar a pueblos originarios y sus hábitat en la Amazonía. Discutamos
cómo más de una deKada termina instalando a Daniel Scioli como su candidato.
Reflexionemos sobre la seguridad más visible y su agravación continua contra los
desposeídos de todo por el capitalismo:
Derechos
Humanos
“Es una
suerte de prisión a cielo abierto”
30 de
junio de 2014
A fin de la semana pasada, Scioli anunció que va a crear las policías comunales
por decreto, mientras el proyecto estaba en tratamiento legislativo con
aprobación en Diputados. Se refugió en la declaración de emergencia de seguridad
en la Provincia de Buenos Aires. La propuesta es que los distritos con más de
70.000 habitantes cuenten con una policía municipal con cierta autonomía y con
fondos provinciales. Hablamos con Christian Castillo, Dirigente del Partido de
Trabajadores Socialistas y Diputado Provincial de Buenos Aires por el Frente de
Izquierda y los Trabajadores.
Por
La Revancha.
LR: ¿En
qué consiste esta nueva policía que se suma a la Provincia de Buenos Aires, en
la propuesta que se trató en diputados?
Christian
Castillo: El lunes, Scioli tendría una reunión con todos los intendentes
donde mostraría el decreto en el cual se establecerían los lineamientos finales
de la policía. Aparentemente tendría cambios que fueron aprobados en Diputados.
Nosotros estamos en contra. El bloque del FAP y del radicalismo también. La
diferencia fundamental es que sería un órgano de la bonaerense, no una policía
alternativa. Después está el problema de si van a portar armas cuando estén
fuera de servicio o no. Lo que se había votado en diputados establecía que no.
Aparentemente eso lo cambiarían y el hecho de si te pueden detener o no por
averiguación de antecedentes, cosa que está prohibida en el texto y ahora
volverían a tener esa facultad. Van a ser verdaderos grupos de choque con los
que van a contar los barones del conurbano, que van a tener a estos cuerpos a
cargo. Nada bueno augura para los habitantes de la Provincia.
Sobre la
existencia de nuevos efectivos bajo el rótulo de policía comunal, Castillo no ve
la propuesta con buenos ojos:
C.C: Fue el
nombre que se había votado en Diputados, como policía de aproximación. Pero como
lo vemos con la metropolitana, es el ejercicio de las funciones represivas de
todas las policías en el marco de una provincia que está económicamente quebrada
en el sector público. Sin embargo, se van a destinar 4.500 millones anuales para
financiar estos 15.000 nuevos policías que se van a distribuir en los 40
distritos con más de 70.000 habitantes en la Provincia. Por un lado, hay
docentes que están meses sin cobrar, salarios muy bajos estatales, faltan
insumos en los hospitales, edificios hospitalarios y educativos que se caen,
faltan políticas de vivienda popular. Por el contrario hay un gasto con un
adicional en una policía nueva, que lejos de resolver el problema de la llamada
inseguridad lo mantiene. Porque acá no se avanza sobre el poder de la
bonaerense, que es la que junto con sectores del poder político, económico y
judicial administra el llamado gran delito: el manejo de las redes de trata,
narcotráfico y desarmaderos, como puede verse claramente que se desprende del
informe del caso Candela.
LR: ¿Se
sumaría una fuerza policial más a las que están actuando en la Provincia?
C.C: Es una
condición de militarización de la Provincia. Es una suerte de prisión a cielo
abierto, sobre todo lo que hace a las barriadas populares, donde actúa
gendarmería, prefectura, la federal, la bonaerense, las comunales y ahora las
nuevas policías. Es una condición de que se está militarizando todo,
estigmatizando a los sectores en situación de pobreza, aumentando las penas,
persiguiendo sobre todo a los jóvenes de visión popular y no atacando a los que
manejan al gran delito. Para graficar: esta mirada pone el foco en Luciano
Arruga y no en quienes hicieron desaparecer a Luciano Arruga.
LR: La
problemática en seguridad es una que a la Izquierda le cuesta generalmente
abordar, que suele ser patrimonio de la derecha, al menos en términos de
propuesta. Como Diputado Provincial, ¿cómo está trabajando en esto?
CC: Hay una
discusión sobre el uso del término que no se usa para el trabajo precario, para
la falta de acceso vivienda, sino que se utiliza en función del delito urbano y
en particular contra la propiedad. Hay una clara direccionalidad sobre qué es lo
que hay que defender. Se focaliza en ese tipo de delitos y no en el delito que
se puede llamar de guantes blancos, que es en general el que afecta a más
personas. Las llamadas políticas de seguridad tienen como fin a un sector de la
población al cual se lo priva de todo y por otro lado, son un fuerte control
social. Basta ver cuál es la población de las cárceles para entender eso. No
podemos escindir el problema del carácter de la organización social en la cual
vivimos. Esto implica una mirada que sale del golpe de efecto de lo que se llama
la demagogia punitiva: que con más cárceles y con más policías acá todo se
resuelve.
Nuestra mirada es opuesta a esto. Pone el eje en dos aspectos. Primero en cuestionar las condiciones de desigualdad en la que se basa el orden social y que los mismos políticos que proponen más policías y más cárceles son incapaces de superar. No le dan trabajo ni acceso al estudio a un millón de jóvenes en el país. Y del otro lado, ellos mismos son los que dicen de perseguirlos y estigmatizarlos. El otro aspecto es que los que administran hay delitos con los que no se quieren meter. Porque acá las cúpulas policiales son las que manejan esto. Basta mirarlo no solo en la Provincia de Buenos Aires, sino con los policías de Córdoba y Santa Fe, con sus policías procesadas por organizar el narcotráfico o en Tucumán, por la complicidad con las redes de trata. No se quieren meter con la policía porque son los cuerpos de orden que preservan el mismo sistema capitalista. Nuestro abordaje cuestiona este orden social al servicio del cual están estas fuerzas represivas.
Nuestra mirada es opuesta a esto. Pone el eje en dos aspectos. Primero en cuestionar las condiciones de desigualdad en la que se basa el orden social y que los mismos políticos que proponen más policías y más cárceles son incapaces de superar. No le dan trabajo ni acceso al estudio a un millón de jóvenes en el país. Y del otro lado, ellos mismos son los que dicen de perseguirlos y estigmatizarlos. El otro aspecto es que los que administran hay delitos con los que no se quieren meter. Porque acá las cúpulas policiales son las que manejan esto. Basta mirarlo no solo en la Provincia de Buenos Aires, sino con los policías de Córdoba y Santa Fe, con sus policías procesadas por organizar el narcotráfico o en Tucumán, por la complicidad con las redes de trata. No se quieren meter con la policía porque son los cuerpos de orden que preservan el mismo sistema capitalista. Nuestro abordaje cuestiona este orden social al servicio del cual están estas fuerzas represivas.
Audio completo:
http://www.ivoox.com/41-la-policia-comunal-frenara-inseguridad-audios-mp3_rf_3270910_1.html
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Formulemos una hipótesis: el
gobierno de CEOs no quiere compartir negocios con la casta política que durante
más de una deKada se perfeccionó en concretarlos, expandirlos y en ser impune.
Pero, además, Cristina Fernández y su núcleo duro han cultivado el cinismo en
forma mayúscula. Por eso, la dirigencia del PRO se percibe capaz de conservar el
consenso imprescindible. Se basa en la situación en que nos dejó el
kirchnerismo:
Corrupción y capitalismo (2)
8 de mayo de 2013
8 de mayo de 2013
Por
Rolando Astarita
Continuación
de la parte
(1)
Estado,
capital en general y capitalistas
La posibilidad de que la corrupción se transforme en una palanca de acumulación
reconoce un anclaje, en última instancia, en la contradicción que existe entre
las funciones del Estado, en tanto representante de los intereses del capital
“en general”, por un lado, y los intereses de los capitales particulares, por el
otro. Es
a través de esta articulación específica que se despliegan las tensiones y
conflictos en torno a la problemática de la corrupción. (…)
Hoy
podríamos hablar de lumpen burguesía estatal para significar esa capa de altos
funcionarios del Estado, que no sólo recibe plusvalía bajo la forma de salario,
sino también se apropia de otra tajada en tanto intermedia y habilita el
enriquecimiento, o la formación, de nuevos capitalistas, sin transformarse por
eso en explotadora directa del trabajo. Por lo general, estos sectores acumulan
en los mercados financieros internacionales
(bonos, acciones, depósitos en cuentas externas), o en propiedad residencial (en
Miami, por caso). Tienen una lógica especulativa, que ni siquiera es la del
prestamista que gana en el circuito “dinero – más dinero”; aquí es “dinero que
surge de la nada” y se reproduce de la nada, para blanquearse y fundirse luego
con el capital financiero internacional.
Se trata de una lumpen
burguesía estatal y financiera, que
no pasa al estatus de capitalista productivo; es una especie particular de
parásito, un tipo humano desfachatado y dilapidador sin límites, habituado a
realizar todo tipo de fraudes y engaños, en combinación con fracciones del
capital privado, interno o externo. Es curioso cómo un amplio abanico de la
izquierda K (peronismo de izquierda, militantes y ex militantes del PC,
intelectuales estilo 6,7,8 y
similares) disimulan, o incluso justifican, con las más diversas excusas, la
existencia de este fenómeno.
Corrupción, clase obrera y movimientos sociales
Si bien los
marxistas rechazamos la idea de que la corrupción es la principal causa del
atraso económico, o de los sufrimientos de la clase trabajadora, en el
socialismo siempre existió una aguda conciencia de sus efectos negativos sobre
la clase obrera y los movimientos revolucionarios, o incluso democrático
reformistas. La preocupación ya estaba en Marx y Engels. Por ejemplo Marx, en
carta a Liebknecht del 11 de febrero de 1878, decía que la clase obrera inglesa
había sido “la más corrompida desde 1848 y había terminado por ser el furgón del
gran partido Liberal, es decir, lacayos de los capitalistas. Su dirección había
pasado completamente a manos de los corrompidos dirigentes sindicales y agentes
profesionales”. Marx y Engels también estaban convencidos de que la clase obrera
británica se beneficiaba de la explotación que realizaba Gran Bretaña en el
resto del mundo, lo que daba lugar a un “proletariado burgués” (carta de Engels
a Marx del 7 de octubre de 1858). Y Marx se refirió incluso al rol negativo de
las cooperativas obreras sostenidas por el gobierno prusiano; en carta a Engels,
del 18 de febrero de 1865, decía que “el apoyo del gobierno real prusiano a las
sociedades cooperativas… carece de valor alguno como medida económica, pero en
cambio extiende el sistema de la tutela, corrompe a un sector de los obreros, y
castra el movimiento”.
La idea de
que la corrupción es un factor de dominio de la burguesía, y de desmoralización
y desorganización de la clase obrera, también está presente, incluso de manera
más aguda, en Lenin y en Trotsky. Este último, por ejemplo, llegó a decir que la
burocracia sindical “es la columna vertebral del imperialismo británico”, y “el
principal instrumento de la opresión del Estado burgués”; pensaba que en los
países atrasados el capitalismo creaba “un estrato de aristócratas y burócratas
obreros”, y que los sindicatos se transformaban (era el caso de México) “en
instituciones semiestatales” que asumían “un carácter semitotalitario” (véase
Trotsky, 1977). En un texto de los años 1920 sostenía que la burguesía
norteamericana, como antes había hecho la británica, “engorda a la aristocracia
obrera para mantener maniatado al proletariado” (1975, p. 67).
Todo esto es
aplicable a la actualidad argentina (y sospecho, a la actualidad de la mayoría
de los países capitalistas). Históricamente, la clase dominante -a través del
capital privado, o del Estado- ha buscado dividir, desmoralizar, desorganizar a
los movimientos sociales o críticos. Es conocida la historia de los sindicatos.
Hoy la burocracia sindical es socia del capital y del Estado, a través de
múltiples conexiones, como el manejo de obras sociales, la administración del
ingreso de trabajadores a las empresas, la participación directa en negocios
capitalistas, con colaboración, o no, de instancias estatales, y otras vías. La
burocratización trae aparejadas, inevitablemente, las prácticas burguesas y
represivas al interior de las organizaciones obreras.
Pero
el mal se extiende también a los movimientos de desocupados, a organismos
defensores de derechos humanos, y de cualquier tipo. Por ejemplo, actualmente
las cooperativas de desocupados opositoras del gobierno K son discriminadas en
la asignación de recursos, en tanto las adictas son recompensadas de múltiples
formas. De esta manera, se consolida un sistema de tutelaje y corrupción de
dirigentes sociales, a cargo del Estado. Los casos son muy conocidos, y no hace
falta abundar en ello. Señalemos también el rol de la corrupción para convertir
a intelectuales críticos en apologistas del sistema, o defensores de alguna
fracción de la clase dominante. En esta vena, es frecuente encontrar esos
sujetos en los cuales, y al decir de Marx, “el charlatanismo en la ciencia y el
acomodo en la política son inseparables”. Como es costumbre, estos intelectuales
“progres” dirán -sesudamente, faltaba más- que no hay que denunciar esta
corrupción porque “le hace el juego a la derecha” o porque “desprestigia a los
sindicatos, a los movimientos sociales, o a la política”. Según esta tesis, no
habría que denunciar la corrupción y la represión de la burocracia sindical,
aunque son principales factores del debilitamiento de los sindicatos, para no
debilitar a los sindicatos. Y lo mismo se aplicaría al resto de las
organizaciones; y a ellos mismos. Es, por supuesto, un razonamiento absurdo
(aunque acomodaticio). Los marxistas son conscientes de que la emancipación de
la clase obrera no se logrará ocultando los problemas y las contradicciones. La
crítica debe ir hasta la médula, y el principio de toda crítica es el rigor.
Leer
Interpelémonos si no es hora de
revisión crítica de la democracia y de los dos partidos de estado desde 1984
hasta hoy. Descubriremos que son responsables fundamentales de la degradación
electoral implícita en el balotaje y del gobierno de Mauricio Macri.
Establecieron la continuidad de la dictadura genocida como proceso constante de
legitimar la conciliación con el poder económico e imperialista que no dudó de
valerse del terrorismo de estado para llevar a cabo su planificación de la
miseria o su acumulación por desposesión total a una creciente mayoría
y sobreexplotación laboral. Aún más legalizaron esta violación de derechos sin
límites como evidencia el envenenamiento de las poblaciones y el dejarlas sin
agua potable o las sequías e inundaciones.
El bipartidismo y sobre todo el
Partido Justicialista posibilitaron dos períodos claves para la transferencia de
riquezas e ingresos desde los de abajo hacia la gran burguesía imperialista y
local: el menemismo y el kirchnerismo. El último pretende gobernar después de
Macri y si escuchamos a su líder propone la iconstruir una nueva mayoría. Dice:
"hay que
plantear un modelo alternativo y allí no excluyo a nadie, incluyo a todos”.
Aclara:
"Quiero ayudar
a la construcción de un país donde donde no se pierda lo logrado. Darle al país
una oportunidad de que no se pierda lo que hicimos en doce años y medio".Al
final de la entrevista da rienda suelta a su vanidad y elitismo. Se refiere a
concurrir al Encuentro Latinoamericano Progresista en Ecuador:
"reunirme con
dirigentes y personalidades” para construir una propuesta política alternativa.
“Sí, tengo una responsabilidad histórica, no como dirigente, sí como militante
política. Plantear hoy que se puede cambiar cosas solo siendo senador o diputado
es no entender cómo funcionan las cosas”.
Leer
Quizás logre
su objetivo y Argentina seguirá siendo ocupada y devastada por la grandes
capitales locales e imperialistas. Los gobiernos K consiguieron expansión del
extractivismo con las graves consecuencias que se visibilizan para muchos hoy
pero atribuidas a la naturaleza. En efecto:
Especialistas responsabilizan al desmonte por las inundaciones
La
costumbre de culpar al clima
24 de enero de 2017
24 de enero de 2017
Por Darío Aranda (Página/12)
El monte
nativo absorbe diez veces más agua que un campo desmontado para soja. Las ONG
cuestionan que el Gobierno tome como interlocutores a los representantes del
desmonte y responsabilice al clima por las inundaciones.
Es un ciclo de lluvia, inundación, el agro que culpa al clima, millonarias pérdidas económicas, el gobierno ofrece subsidios y promete obras. Y el círculo reinicia en el próximo temporal. Sucede de forma periódica y, estas semanas, tocó a regiones de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. “No es el clima, es el modelo agropecuario”, resumió la ONG Naturaleza de Derechos, dedicada al derecho ambiental. En el mismo sentido apuntaron organizaciones socioambientales que recordaron que, agronegocios mediante, Argentina es líder mundial en desmonte. Estudios muestran la influencia del cambio del uso del suelo.
El monte
nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. Una pastura convencional (donde
hay ganado) 100 milímetros. Y un campo con soja apenas 30 milímetros por hora.
Lo precisó una investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(INTA), difundida por este diario en abril pasado, cuando zonas de Córdoba y
Buenos Aires sufrieron inundación. Nicolás Bertram, del INTA Marcos Juárez
(Córdoba), uno de los autores del trabajo, remarcó que “los excesos hídricos no
se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, si no más bien a la
agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”.Es un ciclo de lluvia, inundación, el agro que culpa al clima, millonarias pérdidas económicas, el gobierno ofrece subsidios y promete obras. Y el círculo reinicia en el próximo temporal. Sucede de forma periódica y, estas semanas, tocó a regiones de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. “No es el clima, es el modelo agropecuario”, resumió la ONG Naturaleza de Derechos, dedicada al derecho ambiental. En el mismo sentido apuntaron organizaciones socioambientales que recordaron que, agronegocios mediante, Argentina es líder mundial en desmonte. Estudios muestran la influencia del cambio del uso del suelo.
“Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?”, es el título del trabajo académico (firmado junto a Sebastián Chiacchiera). Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario (sojización y expulsión de ganadería), entre otras variables. Bertram lo explicó: “La napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro de la superficie. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.
En 2015, frente a una inundación en Córdoba, el entonces gobernador José Manuel de la Soja culpó a la naturaleza: “Fue un tsunami que vino del cielo”. Ante los actuales anegamientos, la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid, empresarios del agronegocio y del modelo transgénico) dijeron: “Catástrofe climática. Las inundaciones en el centro del país, producto del temporal, dejaron al agro en alerta roja”.
Horacio Brignone, de la campaña Paren de Fumigar (con agrotóxicos) de Santa Fe denunció que las autoridades sólo tomen como interlocutor al sector del agro: “Ante las inundaciones, subsidian al sector responsable de las mismas. Parece que al agua la van a parar con subsidios, exportaciones y ‘producción’. Hacen siempre lo mismo y esperan resultados diferentes”. Y compartió el comunicado del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat), parte de la Campaña Paren de Fumigar: “El modelo agrobiotecnológico agrava las inundaciones. La aplicación del paquete de transgénicos, agrotóxicos y siembra directa significó la subida de las capas freáticas. El monocultivo de soja y sus agroquímicos producen una impermeabilización del suelo. De esa forma, el agua no penetra, no absorbe y simplemente corre e inunda”.
El comunicado está fechado en agosto de 2015, pero volvió a circular esta semana. Carlos Manessi, de Cepronat, explica: “Tiene total vigencia y por eso lo compartimos”. Cuestionó que el sector empresario y político solo mencione el cambio climático o el fenómeno conocido como “El Niño”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ubicó a Argentina entre los diez países que más desmontaron durante los últimos 25 años. En el país se arrasaron 7,6 millones de hectáreas, un promedio de 300.000 hectáreas al año. Hernán Giardini, de Greenpeace, afirmó: “Todos los años somos testigos de grandes inundaciones. No es casualidad ni un fenómeno natural. Es consecuencia de la ausencia de una política ambiental nacional que proteja a nuestros bosques y humedales de los incendios, de los desmontes por el avance de la soja, la ganadería intensiva y los desarrollos inmobiliarios”.La localidad de Chabás, al sur de Santa Fe, es una de las localidades más afectadas por la inundación. Los vecinos cortaron la ruta nacional 33 y pidieron obras de infraestructura, canales y bombas para desagotar. Miguel Fabrro, junto a otros grupo de vecinos, no descartó la importancia de las obras pero marcó otras causas: “Es el modelo extractivista. Chabás tiene trece cuadras por trece, en medio de un mar de soja. El agua empezó a venir del campo sin que esté lloviendo en el pueblo. En 2 horas teníamos el 70 por ciento de las calles con agua”.
Córdoba es una de las provincias más inundadas.
Laboulaye, Las Varillas, Villa Huidobro, Adelia María, Chazón, San Francisco,
Oncativo y Morteros, están en las localidades más afectadas. Darío Avila,
abogado especializado en derecho ambiental y parte de la APDH Córdoba, llamó la
atención: “Qué casualidad. Todas zonas del agronegocio, corazón sojero”. El
gobierno de Córdoba impulsa una ley para desmontar nuevas regiones y avanzar con
el agronegocio.
Si los de izquierda
continuamos centrados en las elecciones y nos movilizamos sólo contra Macri,
estamos desoyendo a las minorías que resisten al capitalismo, fundamentan
porqué y plantean alternativas de desarrollos locales e integraciones
regionales. Pero lo principal es que estamos coincidiendo con quienes
compiten electoralmente por la gobernabilidad del sistema de saqueo,
contaminación y criminalización tanto de los desposeídos como de quienes se
organizan para no ser avasallados. Cuando son tiempos de recuperación del
19y20 que cuestionó el artículo constitucional: "el pueblo no delibera sino
a través de sus representantes". Son gravísimos los problemas vitales
y requerimos multiplicar los espacios comunes de deliberación y toma de
decisiones compartidas a lo largo y ancho del país-continente contra el
extractivismo. En ese rumbo anda:
Sí se
puede: los de abajo como sujetos
26 de
noviembre de 2016
Por
Raúl Zibechi (La
Jornada)
Cuando los de más abajo,
los jóvenes (varones y mujeres) pobres de las periferias, los ninguneados de
siempre, toman las riendas de sus vidas y además lo hacen en colectivo, es
porque algo muy profundo está cambiando. Un mundo nuevo comienza a despuntar
cuando el intelectual, el dirigente, el estratega (en masculino), se disuelve
por la potencia de lo colectivo que anuncia un vendaval político, social y
cultural de largo aliento.
El viernes 19
de noviembre una multitud de más de 20 mil personas caminó la décima Marcha de
la Gorra, en Córdoba (Argentina). Había que ver y sobre todo sentir a esos
chicos danzando, cantando, gritando en la cabecera de la marcha, esos que día a
día son golpeados, asesinados y desaparecidos por la policía provincial, una de
las más letales del país. Una marcha que comenzó en 2007 exigiendo la derogación
del Código de Faltas, hoy travestido en Código de Convivencia, que equipara las
faltas con los delitos penales, una trampa jurídica del poder provincial para
perseguir jóvenes peligrosos. O sea,
pobres que viven en las periferias.En Córdoba existe un Estado policial funcional a un capitalismo militarizado, que tiene en el extractivismo soyero y en la especulación inmobiliaria urbana sus núcleos de acumulación de capital. Los que no consumen sobran; no existen ni para el poder ni para los medios, son los culpables de lainseguridad y, como señala Giorgio Agamben, pueden ser asesinados sin que eso se considere delito. El Código de Faltas aprobado en 1994 es la pieza legal de este engranaje.
El año pasado fueron detenidas 73 mil personas, en su mayoría por portación de rostro, o sea, por su aspecto, por ser jóvenes de piel más oscura, llevar gorras y ropas sospechosas para los uniformados. Unos 200 chicos son detenidos cada día. Desde 2011, más de 150 fueron asesinados y varios miles golpeados y heridos. La figura legal que utiliza la policía es el merodeo, que puede ser confundido con pasear, caminar o circular. El 80 por ciento de los jóvenes de 18 a 25 años fueron detenidos alguna vez.
Lo peor es que el código otorga a la policía la potestad para detener, instruir y juzgar en cualquier punto de la tramitación del hecho. Impunidad es la palabra más adecuada. No les permiten salir de las periferias. La policía los detiene sistemáticamente en los puentes y en las salidas de los barrios y los persigue cada vez que retornan a sus casas.
La definición de Estado policial la sintetiza Huayna, militante de la Federación de Organizaciones de Base, en Barranca de Yaco, un barrio periférico de casas precarias levantadas sobre un basural. Llamamos a la ambulancia y viene la policía. Llamamos a los bomberos y viene la policía. Es el único servicio que tiene el Estado para nosotros.
Esos chicos que encabezan la marcha con los retratos de sus amigos asesinados, como Güere Pellico, de 18 años, fusilado por la espalda cuando volvía a su casa en moto, han recorrido un largo camino. Ahora son capaces de redactar un texto memorable, como la Carta abierta al Estado policial, la proclama que se leyó al finalizar la caminata.
No pretendo echar luz sobre la acción pública que, finalmente, es similar a las que protagonizan los abajos a lo largo y ancho del mundo. El punto central fue cómo los jóvenes pobres se convirtieron en sujetos.
Desde el ciclo de protestas 1997-2002, cuyo pico fue el levantamiento del 19 y 20 de diciembre de 2001, decenas de estudiantes universitarias y licenciadas (mayoría mujeres) trabajan en barrios pobres creando talleres de teatro, murga, revistas y radios comunitarias con base en la educación popular. Hacia 2007, relata la sicóloga comunitaria Lucrecia Cuello, los jóvenes de los barrios comenzaron a reunirse en grandes asambleas hasta de 300 integrantes. Ahí se produjo un hecho formidable.
Nos dijeron que las decisiones las querían tomar ellos, que querían salir a la calle y no sólo hacer talleres. Nos dijeron que los técnicos nos apartáramos a un lado y que luego nos volverían a llamar, explica Cuello. Se apartaron y esperaron. Pero, sobre todo, comprendieron que su lógica académica de trabajo reproducía el tutelaje colonial sobre los pobres, que siguen siendo subalternos en relación a las ONG y los partidos de izquierda. De esos encuentros nació el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos que convoca las Marchas de la Gorra.
Con el tiempo y la permanencia en los territorios, un puñado de licenciadas acompañaron a los jóvenes que desbordaron la educación popular gracias al encuentro que tuvieron entre ellos, que fue determinante para romper con el técnico y con el militante que va al territorio. Se trata de una explicación similar a la que ofrecen Huayna y otros militantes de la decena larga de organizaciones sociales que trabajan en las periferias.Nosotros por nosotros, sería la síntesis, aunque cada vez más se debería usar el femenino, ya que ellas empezaron a tallar fuerte en los años recientes.
Hasta ahí, en apretada síntesis, el relato de ese ponerse de pie que hizo posible la Marcha de Gorra, desde la doble mirada de las periferias y de los técnicos. Se agolpan las preguntas. ¿Estamos en condiciones de pensar, y de sentir, que los más pobres pueden ser sujetos? Los que nos decimos militantes, ¿aceptamos colocarnos a un lado para simplemente acompañar a los sujetos de abajo? ¿Sentimos realmente que pueden cambiar el mundo sin vanguardia política o intelectual?
Llegados a
este punto, ¿cuál es el papel de los militantes, o como le llamemos a esa
actitud de vida? Lo primero, comprender con la piel, hacer nuestros los dolores
colectivos. Lo segundo, acompañar un proceso sin dirigirlo. Lo tercero,
regocijarnos por ser aceptados como uno/una más. Lo cuarto, decir lo que
pensamos cuando nos lo pidan y guardar silencio el resto del tiempo. Políticas
de la ética y la humildad. De lo contrario, nuestra revolución se limitará a
reproducir el colonialismo y el racismo.
http://www.jornada.unam.mx/2016/11/25/opinion/024a2pol
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219634
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219634
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