Esto nos desafía, abajo y a
la izquierda, a enfocar qué país construir desde ahora
por aprender y multiplicar
rupturas emancipatorias
de nuestras subjetividades colectivas.
Esas rebeldías ya se dan en el
continente y mundo
como:
Los normalistas,
la educación pública y México
29 de junio de
2017
Por
Francisco Lemus
(Rebelión)
Una de las muy escasas oportunidades para salir de la marginación la
representan las escuelas Normales rurales, que para muchas familias campesinas
son la posibilidad de que sus hijos puedan aspirar a una vida mejor. Primero despojados de oportunidades en la marginación del campo,
ahora en las aulas de clase gracias a las contrarreformas neoliberales. La
historia de las Normales rurales en México ha estado marcada por la lucha
social, desde su nacimiento, con el proyecto de educación socialista, hasta el
auge de las acciones guerrilleras en la década de los 70. Esto las convierte en
una amenaza viviente para el Estado que preferiría que los Normalistas se
integraran a la apatía que caracteriza en este momento a la mayor parte de los
estudiantes.
Pero aún en los momentos en que los estudiantes
han buscado hacerse escuchar hay algo que distingue a los normalistas. El
ejemplo más notable es el del movimiento #YoSoy132, al que bastó una acción
represiva por parte del gobierno federal el 1º de diciembre de 2012 para
desmovilizarlo y sumarlo a las luchas del pasado.
Una historia de lucha no se puede subestimar tan fácilmente, y a pesar de sus errores tácticos y estratégicos, hay que reconocer que los normalistas han tenido el temple de salir una y otra vez después de las acciones represivas del Estado, ya sea mediante el gobierno federal, estatal y a veces hasta municipal.
El gobierno federal sabe que tiene en ellos y
en los profesores sindicalizados a sus adversarios más fuertes en su plan de
llevar a cabo una contrarreforma que le ponga fin de una vez por todas a la idea
de educación pública que México ha tenido hasta ahora, para entonces poder
seguir con otros contrincantes menores en número y en organización: los
estudiantes y profesores universitarios.
La educación pública y gratuita tenía un fin en
la era del modelo de sustitución de importaciones, generar mano de obra
capacitada para inversionistas nacionales o extranjeros, ahora que es más
negocio vender servicios, se ha decretado que la educación, aún esa que genera
obreros, debe ser un bien de mercado, y quien “se esfuerce” debe ser quien
acceda a ella.
El normalista asume, hoy más que nunca, que para poder sobrevivir
tendrá que enfrentarse al Estado para el que es un estorbo. No sólo reconoce que
es el heredero de una lucha de casi 100 años, también reconoce que para el
Estado sus padres y abuelos fueron instrumentos y ahora son estorbos, que si no
luchan van a desaparecer no sólo figurativamente, también físicamente.
El problema es que el resto de la sociedad se
niega a aceptar que si los normalistas desaparecen, y con ellos el modelo de
educación pública, las repercusiones en el aumento del costo de la vida y los
retrocesos en la vida democrática del país no se harán esperar, afectando a los
sectores más precarios que, vale aclarar, son ya más del 60 por ciento de los
mexicanos.
La retirada del Estado mexicano de sus obligaciones sociales sólo
puede dar pie a pensar que prefiere tener un país cada vez más desfragmentado,
con altos índices de pobreza y delincuencia, que empezar a reconstruir
condiciones para un verdadero desarrollo nacional.
Publicada por primera vez en Cambio de Michoacán: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc25390
Publicada por primera vez en Cambio de Michoacán: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc25390
Observamos el
predominio nacional e internacional de dirigentes e intelectuales de
izquierda que
ejercen su labor en acuerdo a lo que consideran políticamente correcto,
encubren facetas antirrevolucionarias y en sus análisis concilian con el
capitalismo.
a. Edgardo Lander: “Uno de los problemas históricos de la izquierda es aprender de la experiencia”
27 de marzo
de 2017
Por Natalia Uval
Edgardo
Lander una persona vinculada desde hace años a los movimientos sociales y a la
izquierda en su país. Desde ese lugar, afirma que el apoyo incondicional de las
izquierdas de la región al chavismo reforzó las tendencias negativas del
proceso. Sostiene que las izquierdas a nivel global no han tenido “capacidad de
aprender”, que terminan respaldando un “gobierno de mafias” como el de
Nicaragua, y que cuando “colapse el modelo venezolano” es posible que
simplemente “miren para otro lado”.
Hace tres
años caracterizaste la situación en Venezuela como la “implosión del modelo
petrolero rentista”. ¿Ese diagnóstico sigue vigente?
Lamentablemente,
los problemas que pueden caracterizarse como asociados al agotamiento del modelo
petrolero rentista se han acentuado. El hecho de que Venezuela ha tenido 100
años de industria petrolera y de estadocentrismo girando en torno a cómo se
reparte la renta ha conformado no sólo un modelo de Estado y de partido, sino
también una cultura política e imaginarios colectivos de Venezuela como un país
rico, de abundancia, y la noción de que la acción política consiste en
organizarse para pedirle al Estado. Esa es la lógica permanente. En el proceso
bolivariano, a pesar de muchos discursos que aparentaban ir en la dirección
contraria, lo que se hizo fue acentuar esto. Desde el punto de vista económico
se acentuó esta modalidad colonial de inserción en la organización internacional
del trabajo. El colapso de los precios del petróleo simplemente desnudó una cosa
que era evidente, cuando uno depende de un commodity cuyos
precios necesariamente fluctúan.
Las
críticas a la situación de la democracia en Venezuela se han acentuado tras la
asunción de Nicolás Maduro. ¿Por qué es así? ¿Cómo se compara con la situación
bajo el gobierno de Hugo Chávez?
Primero hay que
tomar en cuenta qué fue lo que pasó en el tránsito de Chávez a Maduro. Yo
soy de
la opinión de que la mayoría de los problemas con los que nos encontramos hoy
son problemas que venían acumulándose con Chávez. Los análisis de parte de la
izquierda venezolana que reivindican la época de Chávez como la época de gloria,
en la que todo funcionaba bien y de repente aparece Maduro como un incompetente
o un traidor, son explicaciones demasiado maniqueas y que no permiten
desentrañar cuáles son las lógicas más estructurales que llevan a la crisis
actual.
El proceso venezolano, por decirlo muy esquemáticamente, siempre estuvo
sustentado sobre dos pilares fundamentales:
por un lado, la capacidad
extraordinaria de Chávez de comunicar y de liderazgo, que generó una fuerza
social; por otro lado, precios del petróleo que llegaron en algunos años a más
de 100 dólares el barril. En forma casi simultánea, en 2013, estos dos pilares
colapsaron: murió Chávez y los precios del petróleo se vinieron abajo. Y el
emperador quedó desnudo. Quedó claro que esto tenía un alto grado de fragilidad,
por depender de cosas de las cuales no se podía seguir dependiendo. Además, hay
diferencias muy importantes entre el liderazgo de Chávez y el de Maduro. Chávez
era un líder con capacidad de dar orientación y sentido, pero también tenía un
extraordinario liderazgo dentro del gobierno bolivariano como tal, de manera que
cuando él decidía algo, esa era la decisión. Eso genera falta de debates y
muchos errores, pero genera también una acción unitaria, direccionada. Maduro no
tiene esa capacidad, nunca la ha tenido, y ahora en el gobierno cada quien jala
por su lado. Por otra parte, durante el gobierno de Maduro ha habido un
incremento de la militarización, quizá porque Maduro no viene del mundo militar,
entonces para garantizar el apoyo de las Fuerzas Armadas tiene que incorporar a
más integrantes de las Fuerzas Armadas y darles más privilegios. Se han creado
empresas militares, actualmente la tercera parte de los ministros y la mitad de
los gobernadores son militares, y están en lugares muy críticos de la gestión
pública, donde ha habido mayores niveles de corrupción: la asignación de
divisas, los puertos, la distribución de alimentos. El hecho de que estén en
manos de militares hace más difícil que sean actividades transparentes, que la
sociedad sepa qué es lo que está pasando.
¿Qué
sucedió con los procesos de participación social que promovieron los gobiernos
bolivarianos?
Hoy en Venezuela
hay una desarticulación del tejido de la sociedad. Después de una experiencia
extraordinariamente rica de organización social, de organización de base, de
movimientos en relación a la salud, a las telecomunicaciones, a la tenencia de
la tierra urbana, a la alfabetización, que involucró a millones de personas y
generó una cultura de confianza, de solidaridad, de tener la capacidad de
incidir sobre el propio futuro, uno suponía que en momentos de crisis habría
capacidad colectiva de responder, y resulta que no. Por supuesto, hablo en
términos muy gruesos, hay lugares donde hay mayor capacidad de autonomía y
autogobierno. Pero en términos generales se puede decir que la reacción que se
vive hoy es más en términos competitivos, individualistas. De todos modos, creo
que quedó una reserva que en algún momento puede salir a flote.
¿Por qué
no pudo mantenerse esa corriente de participación y organización?
El proceso estuvo
atravesado desde el principio por una contradicción muy seria, que es la
contradicción entre entender la organización de base como procesos de
autogestión y de autonomía, de construcción de tejido social de abajo hacia
arriba, y el hecho de que la mayor parte de estas organizaciones fueron producto
de políticas públicas, de promoción desde arriba, desde el Estado. Y esa
contradicción se jugó de manera diferente en cada experiencia. Donde había
experiencia organizativa previa, donde había dirigentes comunales, había una
capacidad de confrontar al Estado; no para rechazarlo, sino para negociar.
Además, a partir de 2005 hay una transición del proceso bolivariano desde algo
muy abierto, desde un proceso de búsqueda de un modelo de sociedad diferente al
soviético y al capitalismo liberal, a tomar ya la decisión de que el modelo es
socialista, y a una interpretación del socialismo como estatismo. Hubo mucha
influencia político-ideológica cubana en esta conversión. Entonces
estas organizaciones ya
empiezan a ser pensadas en términos de instrumentos dirigidos desde arriba, y
empieza a consolidarse una cultura estalinista en relación a la organización
popular. Y eso le ha dado obviamente mucha precariedad.
¿Cómo es
la situación de la democracia en términos liberales?
Obviamente es
mucho más grave [durante el gobierno de Maduro], y es más grave porque es un
gobierno que ha perdido muchísima legitimidad y que tiene niveles crecientes de
rechazo por parte de la población. Y la oposición ha avanzado
significativamente. El gobierno tenía hegemonía de todos los poderes públicos
hasta que perdió aparatosamente las elecciones (parlamentarias) en diciembre de
2015. Y a partir de allí empezó a responder en términos crecientemente
autoritarios. En primer lugar, desconoció la Asamblea, primero desconociendo los
resultados de un Estado que le quitaba la mayoría calificada a la oposición en
la Asamblea, con razones absolutamente tiradas de los cabellos. Posteriormente,
ha habido un franco desconocimiento de la Asamblea como tal, que desde el punto
de vista del gobierno no existe, es ilegítima. Y es tan así que hace unos meses
era necesario renovar los integrantes del Consejo Nacional Electoral [CNE], y
entonces la Corte desconoció a la Asamblea y nombró a los integrantes del CNE,
que por supuesto son todos chavistas. Maduro tenía que presentar a comienzos de
año una memoria de gestión del año anterior, y como no reconocen a la Asamblea,
la memoria se presentó ante la Corte. Lo mismo sucedió con el presupuesto.
Teníamos un referéndum revocatorio para el cual se habían cumplido todos los
pasos. Debía hacerse en noviembre del año pasado y el CNE resolvió posponerlo, y
eso significó matarlo: simplemente ahora no hay referéndum revocatorio. Era
constitucionalmente obligatoria la elección de gobernadores en diciembre del año
pasado, y simplemente la pospusieron indefinidamente. Entonces estamos en una
situación en la que hay una concentración total de poder en el Ejecutivo, no hay
Asamblea legislativa,
Maduro tiene ya más de un año gobernando por decreto de
emergencia autorrenovado, cuando debe ser ratificado por la Asamblea. Estamos
muy lejos de algo que pueda llamarse práctica democrática. En ese contexto, la
respuestas que se dan son cada vez más violentas, de los medios y de la
oposición, y la reacción del gobierno, ya incapacitado de hacer otra cosa,
es la
represión de las manifestaciones, los presos políticos. Se utilizan todos los
instrumentos del poder en función de preservarse en el poder.
¿Qué
consecuencias tiene esta situación a largo plazo?
Yo diría que hay tres cosas
que son extraordinariamente preocupantes de las consecuencias de todo esto a
mediano y largo plazo. En primer lugar,
hay una destrucción del tejido productivo de la sociedad y va a tomar muchísimo
tiempo recuperarlo.
Recientemente hubo un decreto presidencial de apertura de 112 000 kilómetros
cuadrados a la minería transnacional a gran escala en un territorio donde están
los hábitats de diez pueblos indígenas, donde están las mayores fuentes de agua
del país, en la selva amazónica.
En segundo lugar
está el tema de
cómo la profundidad de esta crisis está desintegrando el tejido de la sociedad,
y hoy como sociedad se está peor de lo que se estuvo antes del gobierno de
Chávez; esto es algo muy duro de decir, pero efectivamente es lo que se vive en
el país.
En
tercer lugar,
cómo se han revertido las condiciones de vida en términos de salud y de
alimentación. El gobierno dejó de publicar estadísticas oficiales y hay que
confiar en estadísticas de las cámaras empresariales y de algunas universidades,
pero estas indican que hay una pérdida sistemática de peso de la población
venezolana, algunos cálculos dicen que es de seis kilos por persona. Y eso, por
supuesto, tiene consecuencias en desnutrición infantil y tiene efectos a largo
plazo. Por último, esto tiene extraordinarias consecuencias en relación a la
posibilidad de cualquier imaginario de cambio. La noción de socialismo, de
alternativas, está descartada en Venezuela. Se ha instalado la noción de que lo
público es necesariamente ineficiente y corrupto. Es un fracaso.
¿Cómo ves
las reacciones de los partidos de izquierda a nivel global, y especialmente en
América Latina, respecto de Venezuela?
Creo que uno de
los problemas que ha arrastrado históricamente la izquierda es la extraordinaria
dificultad que hemos tenido como izquierda de aprender de la experiencia.
Para
aprender de la experiencia es absolutamente necesario reflexionar críticamente
sobre qué pasa y por qué pasa.
Por supuesto, sabemos toda la historia de lo que
fue la complicidad de los partidos comunistas del mundo con los horrores del
estalinismo, y no por falta de información. No fue que se enteraron después de
los crímenes de [Iósif] Stalin, sino que hubo una complicidad que tiene que ver
con ese criterio de que como uno es antiimperialista y es un enfrentamiento
contra el imperio, vamos a hacernos los locos con que se mató tanta gente, vamos
a no hablar de eso. Creo que esa forma de entender la solidaridad como
solidaridad incondicional, porque hay un discurso de izquierda o porque haya
posturas antiimperialistas, o porque geopolíticamente se expresen
contradicciones con los sectores dominantes en el sistema global, lleva a no
indagar críticamente sobre cuáles son los procesos que están ocurriendo.
Entonces se genera una solidaridad ciega, no crítica, que no solamente tiene la
consecuencia de que yo no fui a criticar lo otro, sino que tiene la consecuencia
de que activamente se está celebrando muchas de las cosas que terminan siendo
extraordinariamente negativas. El llamado hiperliderazgo de Chávez era algo que
estaba allí desde el principio. O el modelo productivo extractivista. Lo que hoy
conoce la izquierda en su propia cultura sobre las consecuencias de eso estaba
ahí. Entonces, ¿cómo no abrir un debate sobre esas cosas, de manera de pensar
críticamente y aportar propuestas? No que la izquierda europea venga a decirles
a los venezolanos cómo tienen que dirigir la revolución, pero tampoco esta
celebración acrítica, justificativa de cualquier cosa. Entonces, los presos
políticos no son presos políticos, el deterioro de la economía es producto de la
guerra económica y de la acción de la derecha internacional. Eso es cierto, está
ahí, pero obviamente no es suficiente para explicar la profundidad de la crisis
que estamos viviendo.
La izquierda latinoamericana tiene una responsabilidad histórica en relación, por ejemplo, a la situación de Cuba hoy, porque durante muchos años asumió que mientras estuviese el bloqueo de Cuba no se podía criticar a Cuba, pero no criticar a Cuba quería decir no tener la posibilidad de reflexionar críticamente sobre cuál es el proceso que está viviendo la sociedad cubana y cuáles son las posibilidades de diálogo con la sociedad cubana en términos de opciones de salida. Para una gran proporción de la población cubana, el hecho de que se estaba en una especie de callejón sin salida era bastante obvio a nivel individual, pero el gobierno cubano no permitía expresar eso y la izquierda latinoamericana se desentendió, no aportó nada, sino simplemente solidaridad incondicional. El caso más extremo es pretender que el gobierno de Nicaragua es un gobierno revolucionario y parte de los aliados, cuando es un gobierno de mafias, absolutamente corrupto, que desde el punto de vista de los derechos de las mujeres es de los regímenes más opresivos que existen en América Latina, en una alianza total con sectores corruptos de la burguesía, con el alto mando de la iglesia católica, que antes era uno de los grandes enemigos de la revolución nicaragüense. ¿Qué pasa con eso? Que se refuerzan tendencias negativas que hubiera sido posible visibilizar. Pero además, no aprendemos. Si entendemos la lucha por la transformación anticapitalista no como una lucha que pasa allá y vamos a ser solidarios con lo que ellos hacen, sino como una lucha de todos, entonces lo que tú haces mal allá nos está afectando a nosotros también, y también tengo responsabilidad de señalarlo y de aprender de esa experiencia para no repetir lo mismo. Pero no tenemos capacidad de aprender, porque de repente, cuando termine de colapsar el modelo venezolano, vamos a mirar para otra parte. Y eso, como solidaridad, como internacionalismo, como responsabilidad político-intelectual, es desastroso.
¿Por qué
la izquierda adopta estas actitudes?
Tiene que ver, en
parte, con que
no hemos terminado de descargar al pensamiento de izquierda de
unas concepciones demasiado unidimensionales de qué es lo que está en juego. Si
lo que está en juego es el contenido de clase y el antiimperialismo, juzgamos de
una manera. Pero
si pensamos que la transformación hoy pasa por eso, pero
también por una perspectiva crítica feminista, por otras formas de relación con
la naturaleza, por pensar que el tema de la democracia no es descartar la
democracia burguesa, sino profundizar la democracia; si pensamos que la
transformación es multidimensional porque la dominación también es
multidimensional, ¿por qué este apoyo acrítico a los gobiernos de izquierda
coloca los derechos de los pueblos indígenas en un segundo plano, coloca la
devastación ambiental en un segundo plano, coloca la reproducción del
patriarcado en un segundo plano? Entonces termina juzgando desde una historia
muy monolítica de lo que se supone que es la transformación anticapitalista, que
no da cuenta del mundo actual. Y obviamente, ¿de qué nos sirve liberarnos del
imperialismo yanqui si establecemos una relación idéntica con China? Hay un
problema político, teórico e ideológico, y quizá generacional, de personas para
las que ésta era su última apuesta por lograr una sociedad alternativa, y se
resisten a aceptar que fracasó.
23/03/2017
Reflexionemos sobre porqué esos dirigentes e intelectuales prefieren la
batalla de ideas a expandir los espacios en común entre la diversidad de
abajo para deliberar y tomar decisiones sobre problemas fundamentales para
la soberanía popular como la erradicación del extractivismo y la
emancipación del capitalismo. Aún peor, su autocomplacencia les impide
percibir que son ellos los alejados e incluso enfrentados a los pueblos y
comunidades de las "zonas de sacrificio" en aras del progreso capitalista
que no es de los pueblos.
Comprobemos cómo no hay
investigación suficiente al ejemplificar mintiendo sobre las realidades para
argumentar su opinión y siendo sociólogo fetichiza al Estado y desconoce
tanto al carácter local y dependiente del capitalismo en nuestros países
como que los gobiernos progresistas surgieron de partidos con bases creídas
en que apoyaban líderes mirando por cambios anticapitalistas y de la
insubordinación al neoliberalismo de movimientos sociales y pueblos
originarios. Esos líderes hicieron lo opuesto a esas luchas de los de abajo.
De ahí que el desafío de hoy nos interpela, abajo y a la izquierda, hacia
construcciones de los pueblos de su autodeterminación.
El
pensamiento crítico latinoamericano hoy
18 de julio
de 2017
Por
Emir Sader
(Alainet)
Siempre habían coincidido períodos históricos importantes para el
continente y auges del pensamiento crítico latinoamericano. El período vivido
por varios países del continente en este siglo configura, sin ninguna duda, un
período especial en que, a pesar de los efectos negativos vividos por el
continente como resultado de las grandes trasformaciones regresivas vividas por
el mundo en las últimas décadas y por las tendencias negativas predominantes en
el mundo actualmente, tuvimos países que han reaccionado positivamente, a
contramano de lo que pasa en el mundo.
No sólo fue un período importante por ello,
sino por el surgimiento, como una de sus expresiones, de una generación de
líderes políticos
excepcionales, como Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica,
Evo Morales, Rafael Correa, entre otros. Bastaría ello para confirmar que es un período
extraordinario.
Sin embargo, tampoco se puede negar que el pensamiento crítico no ha estado a la altura de los desafíos políticos enfrentados por esos gobiernos, no se ha generado un período de auge de nuevas construcciones teóricas muy importantes para el pensamiento latinoamericano. ¿A qué se debe ello?
Sin duda una de las dificultades es la misma
complejidad de ese período, su carácter contradictorio. Globalmente es un
período de retrocesos, con el paso de un mundo bipolar a un mundo unipolar bajo
la hegemonía imperial norteamericana; con el paso de un ciclo largo expansivo
del capitalismo a un ciclo largo recesivo; con el paso de la hegemonía de un
modelo de bienestar social a la de un modelo de competencia libre en el mercado.
América Latina vivió esos cambios de forma concentradamente negativa, marcados
por la crisis de la deuda a finales de los años 1970; dictaduras militares en
algunos de los países más importantes del continente; y por ser la región del
mundo que tuvo más gobiernos neoliberales y en sus modalidades más radicales.
Las dificultades para comprender cómo, en un
marco negativo como ese, fue posible el surgimiento de gobiernos progresistas,
es un problema teórico que hay que descifrar, para poder enfrentar los dilemas
del nuevo período, así como las
herencias como Estados mínimos y economías desindustrializadas, con la soya y la
extracción de productos primarios con un rol importante, con la mayor parte de
los trabajadores sin contrato de trabajo, con profundas desigualdades sociales,
entre otras.
Gobiernos
antineoliberales
Comprender el carácter antineoliberal de las
izquierdas en nuestro tiempo, así como el carácter de esos gobiernos, que han
tenido como prioridad las políticas sociales y no los ajustes fiscales; los
procesos de integración regional y el intercambio Sur-Sur y no los Tratados de
Libre Comercio con los EEUU; el rescate del papel activo del Estado como
inductor del crecimiento económico y como garante de las políticas sociales, en
lugar de la centralidad del mercado, es condición para comprender la era
neoliberal del capitalismo.
Las dificultades para esa comprensión han
llevado a que algunos intelectuales y corrientes de pensamiento hayan sido
llevados a rechazar el rol del Estado y a centrar su reflexión y las formas de
acción en la “sociedad civil”, en contra del Estado, de la política, de los
partidos. Han propuesto la “autonomía de los movimientos sociales” respecto a la
política, recayendo en posiciones corporativas y que han relegado a los que han
adoptado esa posición a la defensiva permanente, a la impotencia en la disputa
política y finalmente a la intranscendencia e incluso a la desaparición de
algunos movimientos, como fue, por ejemplo, el caso de los piqueteros.
Una vez surgidos gobiernos con los rasgos
apuntados, esa dirección de pensamiento ha desconocido su importancia, empezando
por disminuir profundamente las desigualdades sociales en el continente más
desigual del mundo, el fortalecimiento de los Estados en la lucha por la
superación del neoliberalismo, el fortalecimiento y expansión de procesos de
integración regional independientes de los EEUU, como única región del mundo que
tuvo un conjunto de gobiernos antineoliberales y procesos de integración con
esos rasgos.
Reducir a gobiernos como los de Bolivia y
Ecuador a “modelos extractivistas” es un reduccionismo economicista radical. Los
gobiernos de Perú han sido eso. Los de Bolivia y Ecuador no pueden ser reducidos
a eso, incluso porque sus rasgos fundamentales son otros –sociales, étnicos,
políticos, culturales, económicos–, que van mucho más allá de una
caracterización tan reductiva y simplista como esa.
Como resultado, una parte de la intelectualidad
latinoamericana ha quedado aislada de los más importantes procesos políticos que
sus países y Latinoamérica han vivido. El sectarismo, el intelectualismo, la
falta de contacto con la realidad concreta de los países y de los pueblos de
nuestro continente, los ha reducido a producir artículos críticos, a una
incapacidad de pensar lo nuevo, impidiéndoles ir más allá de las teorías
clásicas.
Pero una parte del pensamiento crítico ha
sabido comprender los rasgos innovadores del nuevo período histórico, de la
lucha por superar el neoliberalismo, a contramano de las tendencias dominantes
del capitalismo en escala mundial. Han comprendido la naturaleza de esos
gobiernos, sus particularidades y por ello, entre otras cosas, han hecho los
mejores balances críticos de esos gobiernos. (Como se puede ver en el libro Las
Vías Abiertas de América Latina, en sus ediciones ecuatoriana, argentina,
venezolana y boliviana, y luego en la brasileña). La obra de Álvaro García
Linera, el más importante intelectual latinoamericano contemporáneo, es la mejor
expresión de esa capacidad de comprender esos fenómenos y de cómo ellos permiten
la mayor creatividad teórica, los mejores balances y las mejores proyecciones
del futuro posible del continente.
En el momento en que incluso los organismos que
tradicionalmente habían representado el pensamiento crítico han perdido
representatividad, capacidad de aglutinación y de convocatoria del pensamiento
crítico, es hora de que nuevas generaciones de intelectuales críticos ocupen el
lugar de destaque y produzcan, apoyados en lo mejor que se ha generado, un nuevo
pensamiento crítico latinoamericano, a la altura de los desafíos que el
continente enfrenta.
Destaquemos todos los
gobiernos progresistas continuaron y profundizaron el sistema de deuda
perpetua como súper negocio de la alianza de capitales y estados
imperialistas con los locales a expensas de ir empobreciendo países y
pueblos. Sin embargo, la historia enseña que la política, en vez de la
politiquería, vuelve posible lo que parecía imposible.
Serie:
Centenario de la revolución rusa y del repudio de las deudas
Rusia: el repudio
de las deudas en el núcleo de las revoluciones de 1905 y de 1917
29 de junio de
2017
Por
Eric Toussaint
(CADTM)
En febrero de 1918, el repudio de las deudas
por el gobierno soviético sacudió las finanzas internacionales y provocó una
condena unánime por parte de los gobiernos de las grandes potencias.
Esa decisión de repudio estaba enmarcada en la
continuidad del primer gran movimiento de emancipación social que sacudió al
imperio ruso en 1905. Ese amplio levantamiento revolucionario había sido
provocado por la conjunción de varios factores: el desastre ruso en la guerra
con Japón; la cólera de los campesinos que exigían tierras, el rechazo de la
autocracia, las reivindicaciones obreras… El movimiento comenzó por unas huelgas
en Moscú en octubre de 1905, y se extendió como un reguero de pólvora a todo el
imperio, adoptando diversas formas de lucha. En el transcurso del proceso de
autoorganización de las masas populares nacieron los consejos (sóviets en ruso)
de campesinos, consejos de obreros, consejos de soldados…
En su autobiografía, León Trotsky, que presidió
el Soviet de San Petersburgo —capital de Rusia hasta marzo de 1818—, explica la
detención de toda la dirección del Sóviet de San Petersburgo el 3 de diciembre
de 1905 por la publicación de un manifiesto en el que los miembros de ese
consejo elegido llamaban al repudio de las deudas contraídas por el régimen del
Zar. Explica también que este llamamiento de 1905 al no pago de la deuda acabó
por concretarse a comienzos del año 1918, cuando los sóviets aprobaron el
decreto de repudio de las deudas zaristas:
A mí me detuvieron al día siguiente de haberse
publicado el llamado “Manifiesto financiero”, en que proclamábamos que la
bancarrota de la Hacienda zarista era inevitable, declarando categóricamente que
el pueblo victorioso no reconocería las deudas contraídas por los Romanov. |1|
El manifiesto del sóviet de los diputados
obreros declaraba bien claro lo siguiente:
«La autocracia no ha tenido jamás la
confianza del pueblo, ni ha recibido de éste mandato alguno. Decretamos, por
tanto, que no hemos de consentir que sean saldadas las deudas nacidas de todos
esos empréstitos emitidos por el Gobierno zarista, en abierta guerra contra el
pueblo ruso.»
A los pocos meses, la Bolsa francesa contestaba a nuestro manifiesto abriendo al Zar un nuevo empréstito de dos mil doscientos cincuenta millones de francos. La prensa reaccionaria y la liberal se burlaban de aquella amenaza fanfarrona que los Sóviets dirigían a la Hacienda zarista y a los banqueros europeos. Pasado algún tiempo, el manifiesto cayó en olvido. El mismo se encargó de aflorar nuevamente a la memoria del mundo, en momento oportuno. El derrumbamiento militar del zarismo fue acompañado por la bancarrota financiera del régimen, que venía gastándose desde muy atrás. Al triunfar la revolución, los Comisarios del pueblo, el 10 de febrero de 1918, decretaron que quedaban canceladas totalmente las deudas zaristas. Este decreto sigue en vigor. |2|
A los pocos meses, la Bolsa francesa contestaba a nuestro manifiesto abriendo al Zar un nuevo empréstito de dos mil doscientos cincuenta millones de francos. La prensa reaccionaria y la liberal se burlaban de aquella amenaza fanfarrona que los Sóviets dirigían a la Hacienda zarista y a los banqueros europeos. Pasado algún tiempo, el manifiesto cayó en olvido. El mismo se encargó de aflorar nuevamente a la memoria del mundo, en momento oportuno. El derrumbamiento militar del zarismo fue acompañado por la bancarrota financiera del régimen, que venía gastándose desde muy atrás. Al triunfar la revolución, los Comisarios del pueblo, el 10 de febrero de 1918, decretaron que quedaban canceladas totalmente las deudas zaristas. Este decreto sigue en vigor. |2|
Se equivocan los que dicen que la revolución
rusa viene a dejar incumplidas las obligaciones. ¡Las suyas, no! La obligación
que contrajo ante el país el día 2 de diciembre de 1905, con el manifiesto de
los diputados obreros de Petrogrado, quedó cumplida íntegramente el 10 de
febrero de 1918. Y la revolución puede decir con justicia a los acreedores del
zarismo: “¿De qué os quejáis, señores? ¡Bien a tiempo se os advirtió!
En esto, como en otras muchas cosas, el año
1905 no hizo más que preparar el advenimiento del 17.»
(Fuente: https://www.marxists.org/espanol/tr...)
En el libro titulado 1905, L. Trotsky describe
la sucesión de acontecimientos que llevó a la aprobación del Manifiesto
financiero con que el Sóviet, órgano de la democracia revolucionaria, llamaba a
rechazar el pago de las deudas contraídas por el Zar.
Un amplio campo de actividad se abría pues ante
el Sóviet; en su derredor se extendían inmensos baldíos políticos, que solamente
hubiera sido preciso trabajar con el fuerte arado revolucionario pero faltaba el
tiempo. |3| La reacción, febrilmente, forjaba cadenas y podía esperarse, de hora
en hora, un primer golpe. El comité ejecutivo, a pesar de la masa de trabajos
que tenía que realizar cada día, se apresuraba en ejecutar la decisión adoptada
por la asamblea el 27 de noviembre 1905. Lanzó un llamamiento a los soldados y
en una conferencia con los representantes de los partidos revolucionarios aprobó
el texto del manifiesto “financiero” (…).
«El 2 de diciembre 1905 el manifiesto fue
publicado en ocho periódicos de San Petersburgo, cuatro socialistas y cuatro
liberales. He aquí el texto de este documento histórico:
«El gobierno llega a la bancarrota. Ha hecho del país un montón de ruinas, lo ha sembrado de cadáveres. Agotados, hambrientos, los campesinos ya no están en situación de pagar los impuestos. El gobierno se ha servido del dinero del pueblo para abrir créditos a los propietarios. Ahora no sabe qué hacer con las propiedades que le sirven de garantías . Ni los talleres ni las fábricas funcionan. Falta el trabajo. Por todas partes vemos el marasmo comercial. El gobierno ha empleado el capital de los empréstitos extranjeros en construir ferrocarriles, una flota, fortalezas, en hacer provisión de armas. Al agotarse las fuentes extranjeras, los pedidos del Estado no se reciben más. El comerciante, el gran proveedor, el empresario, el fabricante que ha cogido la costumbre de enriquecerse a expensas del Estado, son privados de sus beneficios y cierran sus despachos y sus fábricas. Las quiebras se suceden y se multiplican. Los bancos se derrumban. Todas las operaciones comerciales se han restringido hasta el último límite.
«La lucha del gobierno contra la revolución
suscita perturbaciones incesantes. Nadie está seguro del día siguiente.
«El capital extranjero pasa en sentido
contrario la frontera. El capital “puramente ruso” también se esconde en los
bancos extranjeros. Los ricos venden sus bienes y emigran. Las aves de rapiña
huyen del país, llevándose lo que es del pueblo.
«Desde hace tiempo el gobierno gasta todos los
ingresos del Estado en mantener el ejército y la flota. No hay escuelas. Las
carreteras están en un estado espantoso. A pesar de lo cual, falta el dinero,
incluso para la alimentación del soldado. La guerra nos ha dado la derrota, en
parte porque carecíamos de municiones. En todo el país son señaladas
sublevaciones del ejército reducido a la miseria y hambriento.
«La economía de las vías férreas está
obstaculizada por el fango; gran número de líneas han sido devastadas por el
gobierno. Para reconstituir la economía de los ferrocarriles, serán precisos
cientos y cientos de millones.
«El gobierno ha dilapidado las cajas de ahorro
y ha hecho uso de los fondos depositados para el sostenimiento de los bancos
privados y de empresas industriales que, con frecuencia, son absolutamente
dudosas. Con el capital del pequeño ahorro, juega a la bolsa, exponiendo los
fondos a riesgos cotidianos.
«La reserva de oro del Banco del Estado es
insignificante en relación a las exigencias que crean los empréstitos
gubernamentales y a las necesidades del movimiento comercial. Esta reserva será
reducida a polvo si se exige en todas las operaciones que el papel sea cambiado
contra moneda de oro.
«Aprovechando que las finanzas carecen de todo
control, el gobierno acordó tiempo atrás empréstitos que sobrepasaban en mucho
la solvencia del país. Mediante nuevos empréstitos, paga los intereses de los
precedentes.
«El gobierno, de año en año, establece un
presupuesto ficticio de ingresos y gastos, declarando éstos como aquellos por
debajo de su importe real, a su voluntad, acusando una plusvalía en lugar del
déficit anual. Los funcionarios no controlados dilapidan el Tesoro ya bastante
agotado.
«Sólo una Asamblea Constituyente puede poner
fin a este saqueo de la Hacienda, después de haber derribado a la autocracia. La
Asamblea someterá a una investigación rigurosa las finanzas del Estado y
establecerá un presupuesto detallado, claro, exacto y verificado de los ingresos
y los gastos públicos.
«El temor del control popular que revelaría al
mundo entero la incapacidad financiera del gobierno fuerza a éste a fijar
siempre para más tarde la convocatoria de los representantes populares.
«La quiebra financiera del Estado procede de la
autocracia, del mismo modo que su quiebra militar. Los representantes del pueblo
estarán intimidados y obligados a pagar lo antes posible las deudas.
«Tratando de defender su régimen con
malversaciones, el gobierno fuerza al pueblo a llevar a cabo contra él una lucha
a muerte. En esta guerra, cientos y miles de ciudadanos perecen o se arruinan;
la producción, el comercio y las vías de comunicación son destruidos de arriba
abajo.
«No hay más que una salida: es preciso derribar al gobierno, arrebatarle sus últimas fuerzas. Es necesario cerrar la última fuente de donde extrae su existencia: los ingresos fiscales. Esto es necesario no sólo para la emancipación política y económica del país, sino, en particular, para la puesta en orden de la economía financiera del Estado.
«En consecuencia, decidimos que:
«No se efectuará ninguna entrega de dinero por
rescate de tierras ni pago alguno a las cajas del Estado. Se exigirá, en todas
las operaciones como pago de salarios y contratos, moneda de oro y cuando se
trate de una suma de menos de cinco rublos, se reclamará moneda sonante.
«Se retirarán los depósitos hechos en las cajas
de ahorro y en el Banco del Estado, exigiendo el reembolso íntegro.
«La autocracia nunca ha gozado de la confianza
del pueblo y no estaba en modo alguno fundada en ella.
«Actualmente el gobierno se conduce en su
propio Estado como en país conquistado.
«Por estas razones decidimos no tolerar el pago
de las deudas sobre todos los empréstitos que el gobierno del zar ha concertado
mientras llevaba a cabo una guerra abierta contra todo el pueblo.»
(Fin del Manifiesto)
Al pie del Manifiesto, publicado en la prensa
el 2 de diciembre de 2005, figuraba la siguiente lista de las organizaciones que
apoyaban este llamamiento a rechazar el pago de la deuda zarista y a asfixiar
financieramente a la autocracia:
«El Sóviet de Diputados obreros.
»El Comité Principal de la Unión Panrusa de
Campesinos.
»El Comité Central y la Comisión de
Organización del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso.
»El Comité Central del Partido Socialista
Revolucionario.
»El Comité Central del Partido Socialista
Polaco.»
Trotsky añade un comentario final: «Lógicamente,
este manifiesto no podía por si mismo derrocar el zarismo ni a sus finanzas. (…)
El manifiesto financiero del sóviet no podía servir más que de introducción a
los levantamientos de diciembre 1905. Apoyado por la huelga y por los combates
que se libraron en las barricadas, encontró un poderoso eco en todo el país.
Mientras que, para los tres años precedentes, los depósitos hechos en las cajas
de ahorro en diciembre rebasaban los reembolsos en 4 millones de rublos, en
diciembre de 1905 los reembolsos superaron a los depósitos en 90 millones: ¡El
manifiesto había sacado de la reservas del Estado, en un mes, 94 millones de
rublos! Cuando la insurrección fue aplastada por las hordas zaristas, el
equilibrio se restableció en las cajas de ahorro…» (Fuente: https://issuu.com/centromarx/docs/t... p.
212-215)
Conclusión: la denuncia del carácter ilegítimo y odioso de las deudas zaristas jugó un papel fundamental en las revoluciones de 1905 y de 1917. El llamamiento a no pagar la deuda acabó por concretarse en el decreto de repudio de la deuda zarista aprobado por el gobierno soviético y por los consejos de obreros, campesinos y soldados en febrero de 1918.
Conclusión: la denuncia del carácter ilegítimo y odioso de las deudas zaristas jugó un papel fundamental en las revoluciones de 1905 y de 1917. El llamamiento a no pagar la deuda acabó por concretarse en el decreto de repudio de la deuda zarista aprobado por el gobierno soviético y por los consejos de obreros, campesinos y soldados en febrero de 1918.
Traducido por Griselda Pinero
Notas:
|1| Este extracto del libro Mi vida, disponible
en http://www.marxistsfr.org/espanol/t...
|2| Trotsky redactó este texto en 1930
|3| Este extracto del libro 1905 está
disponible en: http://www.elsoca.org/pdf/libreria/...
Eric Toussaint es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de
CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Es
autor de diversos libros, entre ellos: Procès d’un homme exemplaire , Ediciones Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo
desde sus orígenes hasta la actualidad , Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria,
Barcelona, 2011; La
crisis global , El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los
pueblos ,
Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique , Le Seuil, París, 2012. Este último libro ha
recibido el premio Prix du livre politique, otorgado por la Feria del libro
político de Lieja. Ultimo libro: Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015. Es
coordinador de las publicaciones Comisión de la Verdad Sobre la Deuda.
http://www.cadtm.org/Rusia-el-repudio-de-las-deudas-en
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228516
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228516
Consideremos
su presente y su carácter global:
Las
deudas abiertas de Hamburgo
18 de julio
de 2017
Por
Alberto Acosta(Rebelión)
Compromisos en extremo generales, con muy
escaso contenido concreto, caracterizan la declaración de clausura de la cumbre
del G-20 en Hamburgo. Más allá de las tradicionales lecturas y análisis sobre
los resultados obtenidos, que arrancaron apenas se despidieron los gobernantes
de los países más poderosos del mundo, quedó absolutamente claro que en algunos
puntos no se avanzó nada y en otros los problemas fueron ignorados
olímpicamente.
En el tema de los acuerdos ambientales de
París, los EEUU mantuvieron su posición y el cuestionado gobernante turco
anticipó que su parlamento no ratificaría dichos acuerdos. Esto es lamentable
para la Humanidad. Lo que se logró en la capital francesa a fines del 2015 era
muy tibio. Lo que impulsa Donald Trump es grave: no sólo más de lo mismo, sino
más de lo peor…
Otro asunto es el relativo al endeudamiento externo. Esta cuestión
afecta críticamente a 116 países en todo el mundo, como se desprende del informe
anual de la organización alemana erlassjahr.de. Una situación que se explica
sobre todo por el sistema imperante, que ha transformado históricamente a la
deuda externa en una herramienta de dominación de las grandes potencias. Es
lamentable que en este punto, cuando parecía haber algunos avances en la pasada
reunión de ministros de finanzas del G-20 también en Alemania, en la ciudad
hanseática ya no se dijo nada. Recordemos que en marzo del presente año, en el
conocido casino de Baden-Baden, los ministros de finanzas hablaron de un esquema
referencial:Operational Guidelines for Sustainable Finance, que
se esperaba serviría para normar de alguna manera la concesión de créditos.
A la final de tanta palabrería en la cumbre
organizada por la canciller Angela Merkel sabemos que los problemas no sólo que
seguirán siendo los mismos, sino que, con seguridad, aumentarán. Aceptémoslo,
junto a la deuda externa financiera, emergen y se consolidan otras deudas,
también externas: las deudas social y ecológica. Y todas esas deudas demandan
nuevas y creativas luchas democráticas, al margen de la sinrazón destructora de
unos cuantos que con su miopía alimentan y hasta dan pábulo para que se
“justifique” la violencia estatal en todas sus formas.
Conocemos la miseria y la pobreza que provocan
las crisis de la deuda financiera externa y lo que ocasionan las políticas
fondomonetaristas para intentar -casi siempre inútilmente- resolverlas. Esos
impactos sociales configuran una enorme deuda social, en la que los acreedores
de la deuda financiera son los deudores de la deuda social. A la par, las
grandes potencias económicas deberían asumir su corresponsabilidad por los
destrozos provocados a la Naturaleza, en otras palabras deben aceptar y pagar su
deuda ecológica.
No se trata simplemente de una deuda climática.
La deuda ecológica encuentra sus primeros orígenes con la expoliación colonial
–que empezó con la extracción de recursos minerales en Potosi o con la tala
masiva de los bosques naturales, por ejemplo–, se proyecta tanto en el “intercambio
ecológicamente desigual”, como en
la “ocupación gratuita del espacio
ambiental” de los países
empobrecidos por efecto del estilo de vida depredador de los países
industrializados.
Aquí cabe incorporar las presiones provocadas
sobre el medio ambiente a través de las exportaciones de recursos naturales
–normalmente mal pagadas y que tampoco asumen la pérdida de nutrientes y de la
biodiversidad, para mencionar otro ejemplo– provenientes de los países
subdesarrollados, exacerbadas por los crecientes requerimientos que se derivan
de la aperturismo comercial a ultranza y por el servicio de la propia deuda
externa financiera. La deuda ecológica crece, también, desde otra vertiente
interrelacionada con la anterior, en la medida que los países más ricos han
superado largamente sus equilibrios ambientales nacionales, al transferir
directa o indirectamente contaminación (residuos
o emisiones) a otras regiones sin asumir pago alguno.
A todo lo anterior habría que añadir la
biopiratería, impulsada por varias corporaciones transnacionales que patentan en
sus países de origen una serie de plantas y conocimientos indígenas. En esta
línea de reflexión también caben los daños que se provocan a la Naturaleza y a
las comunidades, sobre todo campesina, con las semillas genéticamente
modificadas, para mencionar otro ejemplo. Por eso bien podríamos afirmar que no
solo hay un intercambio comercial y financieramente desigual, sino que también
se registra un intercambio ecológicamente desigual, que resulta desequilibrado y
desequilibrador.
La crisis provocada por la superación de los
límites de la Naturaleza nos conlleva necesariamente a cuestionar la
institucionalidad y la organización sociopolítica. Tengamos presente que, “en
la crisis ecológica no sólo se sobrecargan, distorsionan agotan los recursos del
ecosistema, sino también los ‘sistemas de funcionamiento social’, o, dicho de
otra manera: se exige demasiado de las formas institucionalizadas de regulación
social; la sociedad se convierte en un riesgo ecológico” (Egon
Becker). Este riesgo amplifica las tendencias excluyentes y autoritarias, así
como las desigualdades e inequidades tan propias del sistema capitalista.
Ante estos retos, la tarea radica en el conocimiento de las
verdaderas dimensiones de la sustentabilidad y en asumir la capacidad de la
Naturaleza de soportar perturbaciones, que no pueden subordinarse a demandas
antropocéntricas. Una nueva ética para organizar la vida misma es cada vez más
necesaria. Se precisa reconocer que el desarrollo y el progreso convencional nos
conducen por un camino sin salida. Los límites de la Naturaleza, particularmente
exacerbados por las demandas de acumulación del capital, están siendo superados
de manera acelerada.
La labor parece simple, pero es en extremo
compleja. En lugar de mantener el divorcio entre la Naturaleza y el ser humano,
hay que propiciar su reencuentro, algo así como intentar atar “el nudo gordiano”
roto por la fuerza de una concepción de vida depredadora y por cierto
intolerable, especialmente desde la implantación de patrones civilizatorios de
corte patriarcal.
La economía debe subordinarse a las demandas
de la sociedad y de la ecología. El ser humano antes que el capital, implica, a
la vez, que el ser humando debe vivir en armonía con la Naturaleza. Por una
razón muy simple, la Naturaleza establece los límites y alcances de la
sustentabilidad y la capacidad que poseen los sistemas para auto regenerarse, de
las que dependen las actividades productivas y sociales. Es decir, que si
destruye la Naturaleza se destruye la base de la economía y de la sociedad
misma.
Escribir ese
cambio histórico, es decir el paso de una concepción antropocéntrica a una
socio-biocéntrica (en realidad se trata de una trama de relaciones armoniosas
vacías de todo centro), es el mayor reto de la Humanidad. Un reto que no será
enfrentado por el G-20, que configura una suerte de gobierno global de los
poderosos interesados en defender sus privilegios, un gobierno legitimado
exclusivamente por el poder de unas pocas naciones.
Alberto Acosta. Economista ecuatoriano.
Expresidente de la Asamblea Constituyente. Exministro de Energía y Minas.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=229227
Comparemos las críticas
contra nosotros de Emir Sader con las explicaciones de
Emiliano Terán para comprender que el enfrentamiento entre ambas izquierdas
bloquea, esperemos momentáneamente, la deliberación y toma de decisiones
sobre el extractivismo.
Los
peligros del Arco Minero del Orinoco: un breve análisis desde la economía
ecológica
9 de mayo de 2016
Como prácticamente todo en este país, lo del Arco Minero ha desatado una
polémica. Sin embargo, a diferencia de prácticamente todas las demás, puede que
en este caso se trate de una polémica productiva.
Y es que dando por descontado el uso maniqueo del cual tampoco escapa, lo cierto
del caso es que a lo interno de los sectores más progresistas de la sociedad, el
tema ha dado para un debate crucial sobre los modelos de desarrollo, los costos
de los mismos y sus alternativas posibles dentro del marco de la sostenibilidad
social y natural.
Con la publicación del escrito de Emiliano Terán Los peligros del Arco Minero
del Orinoco: un breve análisis desde la economía ecológica, abrimos en 15
y Último un espacio
para este debate, el cual continuará en los próximos días con otras
contribuciones. Esperemos les sea de utilidad en el espíritu de los trabajos que
nos caracterizan acá, hechos no para decir qué pensar, sino para poner a pensar.
Por Emiliano Terán Mantovani [1]
En numerosas ocasiones se ha invocado la
“irreversibilidad” de la revolución.
Pero si
había algo más esencial y fundamental que invocar, era la sostenibilidaddel
proceso. Es decir, que los medios básicos para reproducir la vida cotidiana, el
agua, la energía, los alimentos, entre otros, puedan estar en un mínimo
equilibrio respecto a los seres humanos que habitamos el país, y con las
generaciones venideras. Sin esto, la utopía revolucionaria sencillamente no
subsiste.
La situación
que vivimos en la actualidad no es sólo consecuencia de un conflicto político a
escala nacional, con sus respectivas injerencias imperiales. Es también el
reflejo de la inviabilidad del capitalismo rentístico venezolano, de su crisis
histórica, de su reformulación en la Revolución Bolivariana, y del desborde de
la notable vulnerabilidad alimenticia, hídrica y energética que este modelo
produce.
Como
respuesta a esta crisis, el Gobierno nacional está promoviendo un megaproyecto
de minería sin precedentes en el país, el llamado Arco Minero del Orinoco (AMO).
En realidad esta propuesta es un salto al vacío, que no solo nos atornillaría al
rentismo y al extractivismo, sino que nos enrumbaría a un terrible camino de
insostenibilidad, deteriorando enormemente las condiciones para la reproducción
de la vida cotidiana de millones de venezolanos.
Numerosos
artículos han ya circulado mencionando las características y perjuicios que
provocaría el AMO. En este artículo, les propondremos un breve análisis crítico
desde la economía ecológica, para plantear una relectura de las diferentes
valoraciones económicas que están en juego, resaltando no solo las nefastas
consecuencias que este megaproyecto tendrá con la naturaleza y los pueblos
indígenas del sur del Orinoco, sino también la afectación de la vida integral
del país, incluyendo las enormes poblaciones urbanas venezolanas. Presentaremos
a continuación algunos de estos aspectos, profundamente interrelacionados, los
cuales consideramos de gran relevancia.
1.- Contabilidad ecológica en déficit: la vida se vuelve precaria
El lenguaje
que ha prevalecido en la economía contemporánea ha sido expresado constantemente
en dinero (con una orientación crematística). El valor que se impone es el
monetario, las contabilidades de la “riqueza de las naciones” están
monetarizadas –ej. PIB–, y hace que prevalezca un sistema económico metafísico
que pretende explicarse a sí mismo a partir del dinero. De esta manera se
invisibilizan otros valores esenciales para la vida (ecológicos, culturales,
afectivos). Esto nos ha creado una ilusión de riqueza, o la esperanza de
resolverlo todo con dinero, que ha sido muy perjudicial.
Pero la
economía –la “administración de la casa”, según su etimología– es más que eso.
Desde una visión integral de la vida, se trata no sólo de lo que se encuentra
dentro del “mercado”, sino también, y en esencia, de la distribución de flujos
de energía y materia, los cuales nos mantienen vivos. La economía es
fundamentalmente un ámbito de la vida ecológica, un sistema abierto muy
complejo.
La histórica
promesa de “sembrar el petróleo” se ha centrado en la riqueza monetaria. En la
actualidad, el Gobierno nacional ha justificado reiteradamente el enorme
sacrificio para la población y la naturaleza que supondría el AMO, en nombre de
obtener más divisas, ocultando con dinero el extraordinario empobrecimiento
socioecológico que este conllevará.
Si
valuáramos las 7.000 toneladas de oro que podría poseer Venezuela en sus
reservas, tendríamos dos valores para contrastar: por un lado, unos 280.000
millones US$ en ganancia para el Estado, y por el otro, unos 3,1 a 7,4 billones
de litros de agua que serían usados y potencialmente contaminados para extraer
todo ese oro (entre 1 millón 240 mil a 2 millones 960 mil piscinas olímpicas,
que puestas una seguida de la otra podrían darle casi 4 vueltas a la Tierra).
¿Vale toda
esta agua, toda esta vida, 280.000 millones US$? Este monto es casi igual a los
ingresos totales de PDVSA solo en 2012 y 2013, y actualmente lo que tenemos es
un país endeudado y en severa crisis económica. ¿Qué podría hacer un
multimillonario sin agua? Si acabáramos con la principal fuente de agua del país
(la cuenca del Orinoco), ¿qué haríamos con ese dinero obtenido?
¿Si
reformuláramos la contabilidad económica dándole valor a los bienes comunes para
la vida? ¿Si reflejáramos que esta destrucción de vida es una destrucción de
riqueza, es producción de pobreza? Si hiciéramos un ejercicio crematístico,
planteando que cada litro de agua vale 1 US$, ¿sería este un proyecto
económicamente viable?
Una cosa es
el déficit fiscal –que en Venezuela sigue creciendo notablemente–, el cual
podría resolverse con nuevos préstamos, la emisión de bonos y/o devaluaciones de
la moneda. Otra cosa muy diferente es un déficit
físico, y mucho más cuando se trata de “recursos” imprescindibles
para la vida, recursos no renovables o que su capacidad de regeneración está
siendo superada por los niveles de consumo. Estos déficits pueden producirse por
degradación de los bienes comunes naturales en grandes cantidades, degradación
de su productividad, o bien por la incapacidad o insuficiencia para su
suministro.
Los déficits
físicos (biodiversidad, agua, energía, etc.) suelen ser reflejo de un sistema
insostenible. Resolverlos es mucho más complicado (no bastan préstamos o emisión
de dinero). Las consecuencias suelen ser drásticas y plantean escenarios de
colapso sistémico, lo cual es imperiosamente necesario evitar.
2.- El metabolismo social crece
El metabolismo entre
la naturaleza y la sociedad, es decir, el régimen social específico que
sintetiza los procesos de apropiación, procesamiento, circulación, consumo y
desecho de los recursos, energías, materias, o los llamados “servicios
ambientales”, ha crecido en Venezuela a la par de su desarrollo
capitalista/rentista. Una de las consecuencias históricas de este desarrollo es
la configuración de un sistema de consumo intensivo por la vía de la
distribución (siempre desigual) de la renta petrolera.
Esto se
expresa en la actualidad en diversos indicadores, como por ejemplo el hecho de
que somos el segundo país de América Latina (sin contar el Caribe) que consume
más electricidad per cápita, según
la CAV y CEPAL; o el país que más CO2 per cápita emite
en toda la región (exceptuando el Caribe), según
el Banco Mundial.
El
desarrollo de este metabolismo social nos ha llevado a la situación de
“translimitación ecológica”. Según el “Informe Planeta Vivo” de la WWF,
Venezuela tiene una de las dos huellas
ecológicas más altas
de Latinoamérica y es uno de los dos países de la región que han superado el
límite de su capacidad eco-regenerativa, es decir, que consume más naturaleza de
la que sus ecosistemas son capaces de regenerar, por lo que nos encontramos en
situación de “déficit ecológico”. En este sentido, cabría reconocer por ejemplo
que, además de otros factores, la crisis del Guri se debe también al aumento de
la demanda de energía en Venezuela.
Conviene
pues, evaluar tres elementos:
el primero, la transformación del metabolismo social en el sur del Orinoco que
va a provocar la depredadora megaminería del AMO –se estima que en general de 4
a 1 toneladas de materiales son removidos para obtener un gramo de oro, a lo que
se suma la enorme cantidad de energía empleada y disipada–, lo cual a su vez va
a impactar en todo el metabolismo social venezolano.
El segundo
elemento tiene que ver con los patrones de consumo. Como ejemplo, es importante
resaltar que cuando la inclusión social está representada en el consumo masivo
de electrodomésticos y otros aparatos vinculados al american
way of life, se produce una paradoja en términos de “bienestar” e
insostenibilidad socioambiental. Las rentas mineras suelen orientarse, como
forma de compensación social, y de domesticación de la población, a este tipo de
consumos.
Los
profundos daños del AMO tratarían de ser endulzados con este tipo de gasto,
reproduciendo estos patrones metabólicos. Una política de ahorro energético para
enfrentar la crisis de este sector entra en conflicto con este largo proceso de
incorporación masiva al consumo, tomando además en cuenta la gran incidencia que
tiene el sector residencial en el consumo eléctrico nacional (aproximadamente
una tercera parte del total).
El tercer
elemento tiene que ver con el marco socioeconómico de este creciente
metabolismo: el extractivismo. Esto implica que toda la energía consumida no se
dirigirá a un proceso productivo y de soberanía energética, sino al incremento
de la disipación de la misma (entropía) y la dependencia ecológica.
3.- Afectación de la fertilidad de la tierra y de la productividad de los
ecosistemas
Cuando Marx
analizó en El
Capital la renta de la
tierra, hizo alusiones a la afectación de la productividad de la misma a raíz de
los métodos depredadores de producción agrícola. De esta forma, se producía no
solo un empobrecimiento del proletariado, sino también de la tierra. Este ha
sido uno de los principales argumentos de John Bellamy Foster para sostener el
argumento de la faceta ecológica de Marx (y las bases de un marxismo ecológico).
Nosotros
planteamos aquí el análisis no solo de la tierra, sino de los ecosistemas y sus
ciclos. Las depredadoras consecuencias de la megaminería en el AMO, no solo
afectarían la riqueza de la vida en términos cuantitativos –avance en el número
de hectáreas devastadas, especies afectadas, cantidades de agua o partículas de
aire contaminadas– sino también cualitativos.
Daños
ambientales irreversibles podrían afectar la productividad
ecológica y por ende
comprometer aún más las condiciones generales de la vida. Por citar un ejemplo,
el déficit energético ha sido analizado en Venezuela, en buena medida, a partir
de las fallas en la capacidad instalada, o bien por el fenómeno del Niño. Aunque
estos factores hacen parte del problema, también cabría reconocer que se ha
venido produciendo un déficit (en
términos de falta o escasez) en el caudal del río Caroní, producto, entre otras
cosas, de procesos de deforestación en la zona. Se trata de una expresión del
déficit ecológico que tiene su proyección en la economía, en la medida en la que
este caudal tiene una importancia estratégica para la producción hidroeléctrica
en el Guri, y por tanto para la vida en las ciudades y el sector industrial y
comercial. Todo este fenómeno de merma de la productividad ecológica, si lo
pensamos desde la sostenibilidad, pone en riesgo también los medios de vida de
generaciones futuras.
4.- Déficit físico en el comercio internacional
Las
economías extractivistas latinoamericanas como la venezolana, usualmente se
caracterizan por exportar cantidades desproporcionadamente mayores de naturaleza
(general pero no únicamente medida en toneladas) de las que se importan, sin que
esto garantice ganancias comparables a las de los países centro del sistema
global, o bien que nuestras economías puedan salir de la dependencia del
extractivismo. Esto en cambio, se traduce en un balance ecológico negativo, que
tiene repercusiones domésticas.
Más allá del
déficit de la balanza comercial de Venezuela (para el tercer trimestre de 2015
según el BCV), la expansión del megaproyecto del AMO supondría una mayor
cantidad de exportación neta de naturaleza. Si a esto se suma que los recursos
podrían exportarse mucho más baratos que en años anteriores (dadas las bajas
expectativas de repunte de los precios de las
commodities), lo que afecta notablemente las importaciones a la baja,
tendremos también un incremento del déficit ecológico nacional.
El
relanzamiento del extractivismo por parte del Gobierno nacional se basa en una
propuesta presente en varias de las declaraciones oficiales: “el impulso a las
exportaciones” (no sólo minería, sino gas y pesca). Esto en realidad indica que
la economía nacional será relanzada con orientación al mercado global, marcado
claramente por los patrones de acumulación neoliberal.
Toda esta “fuga de naturaleza” hacia el mercado internacional no sólo no resuelve los problemas de fondo, sino también canaliza un saqueo de recursos que compromete los medios de reproducción de la vida de numerosas venezolanas y venezolanos. En los períodos de baja, recesión o depresión, el capital buscará ajustar los procesos de acumulación en el AMO, para evitar afectar la tasa de ganancia. Este ajuste se cargará progresivamente sobre el país, sus ecosistemas, recursos y población.
5.- Después de la devastación ambiental, ¿quién se queda con la renta?
La expansión
del extractivismo suele justificarse con la idea de que necesitamos más divisas,
rehuyéndole normalmente al debate sobre la distribución de la riqueza y activos
existentes y del manejo de los excedentes monetarios. Ahora que el país se
encuentra muy mermado económicamente, y ante el terrible relanzamiento del AMO,
cabría preguntarse doónde están los dineros públicos provenientes de la
devastación ambiental de los últimos años (la importancia de una auditoría de
todas las cuentas públicas).
No tiene
sentido hablar de “expansión” y “crecimiento” sin analizar la distribución de la
riqueza existente. Por ejemplo, ¿cuál es la capacidad instalada industrial y
cuánto de ella se utiliza?, ¿a la luz de esta crisis, qué hacer con el 40% de
las tierras nacionales que han sido declaradas improductivas?, ¿qué otros tipos
de uso de la tierra podría dársele a los territorios del AMO, sin que esto tenga
que conllevar a la devastación ambiental y la insostenibilidad social? Muchos
más ejemplos como estos podrían darse. Queda claro que hay varias alternativas a
ser estudiadas antes que entregar nuestros territorios a la voracidad del
capital foráneo.
Por último, con un poco de suspicacia surge la pregunta: ¿qué se hará con la renta minera obtenida? La ampliación de la cuenta corriente tiene entre sus principales asignaciones el pago de la deuda y la compra de productos importados. Y si hubiese algún excedente, ¿quién lo va a manejar?, ¿para qué será usado?, ¿qué poder de decisión tiene la gente común sobre esa administración? Los patrones capitalistas de apropiación de la riqueza plantean serias amenazas de empobrecimiento a la población.
6.-
Buen Vivir y debates sobre el consumo
Queda para
otro espacio y ocasión planteamientos más definidos sobre alternativas a este
terrible proyecto minero. Sin embargo, es importante recalcar, ante los desafíos
de un déficit ecológico, la importancia de nuevos paradigmas sociales, nuevas
escalas de valoración, nuevos patrones culturales que interpelen nuestras
concepciones sobre la riqueza y sobre la pobreza, tomando en cuenta que esta
última está vinculada, en primera instancia, a la indisponibilidad e incapacidad
social para el acceso a los bienes comunes para la vida.
Al menos
tres interrogantes se nos plantean al respecto: ¿hasta qué medida es posible un
cambio radical de la política de “los de arriba” que revierta este tránsito
hacia la acentuación de la inviabilidad del modelo?, ¿qué grupos sociales y
políticos deben impulsar una transformación cultural como la mencionada?, y,
¿qué estrategias deben ser propuestas para transformar patrones culturales tan
vinculados históricamente al american
way of life sin sufrir
amplio rechazo social por algunas medidas “impopulares”?
Por último,
creemos importante que en los debates sobre bienestar social, o Buen Vivir, no
sólo se reivindique un ideal abstracto deseable, sino también referentes que se
adecuen a la crisis ambiental global. En este sentido, parece que un verdadero
objetivo revolucionario es incrementar nuestra resiliencia,
es decir, nuestra capacidad de soportar y recuperarnos ante perturbaciones
significativas de los entornos y ecosistemas en los cuales habitamos. Nuevos
tiempos suponen nuevos desafíos y, por tanto, nuevas maneras de pensarnos y
organizarnos.
[1]
Emiliano Terán Mantovani es sociólogo de la Universidad Central de Venezuela,
mención honorífica del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2015 y hace
parte de la Red Oilwatch Latinoamérica.
Revisemos
la
gravedad de que una parte importante de nosotros no tenga conciencia sobre
que el sistema capitalista está en crisis estructural y civilizatoria. Tal
desinformación es a
causa de que CFK y el progresismo convencen de lo contrario. Ejemplifiquemos
porqué ese desconocimiento va contra la atención de nuestras necesidades e
intereses. En el año 2009, mientras acá el kirchnerismo censuraba los debates
para no
contribuir al poder destituyente o ser funcional a la derecha y elaboraba
reforma política para garantizar la continuidad de la conciliación con el
poder fáctico, en el mundo los de abajo maduraban:
Declaración de la
Cumbre de los Pueblos del Sur
Protagonismo
popular, construyendo soberanía
26 de julio de
2009
Nosotras y
nosotros, organizaciones sociales y políticas de diferentes países y
continentes, y pueblos originarios, nos reunimos en la ciudad de Asunción los
días 23 y 24 de julio de 2009, en la Cumbre de los Pueblos del Sur “Protagonismo
popular, construyendo soberanía” para
debatir la coyuntura actual de la crisis del sistema capitalista y las salidas
frente a ésta.
Nos plantean
desde los poderes estatales, financieros y mediáticos que la crisis que
atravesamos es una crisis financiera que puede ser resuelta con la inyección de
fondos al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Nunca en la historia
del capitalismo se había otorgado tal cantidad de dinero para el salvataje de
las empresas privadas. Así se benefician unos pocos que no casualmente son
quienes causaron la crisis en un primer lugar. El
objetivo del salvataje es entonces que el casino financiero siga funcionando,
mientras millones de personas permanecen en la indigencia.
A la par, también promueven la idea de que estamos atravesando una crisis alimentaria diciendo que es a causa de que países como India y China están hoy aumentando su consumo diario de alimento. Pero esta argumentación no muestra que hay un nuevo patrón de producción basado en biotecnologías de avanzada que provocan la destrucción de la agricultura familiar-campesina, y las costumbres campesinas e indígenas.
A la par, también promueven la idea de que estamos atravesando una crisis alimentaria diciendo que es a causa de que países como India y China están hoy aumentando su consumo diario de alimento. Pero esta argumentación no muestra que hay un nuevo patrón de producción basado en biotecnologías de avanzada que provocan la destrucción de la agricultura familiar-campesina, y las costumbres campesinas e indígenas.
Este modelo
productivo basado en la agricultura mecanizada, extensiva e intensiva, con el
uso masivo de transgénicos y agrotóxicos, impacta directamente sobre el medio
ambiente, destruyendo y afectando muy fuertemente el clima del planeta. Es por
esto que el segundo acuífero más grande del mundo, el Acuífero Guaraní, está en
grave peligro de contaminación por la implementación de este modelo extractivo
de desarrollo que está ubicado justamente en las zonas de recarga de dicho
acuífero.
Esto viene de la mano de la idea de que estamos viviendo una crisis energética, lo cual coincidió con una campaña mundial impulsada por países como EEUU y Brasil, donde se plantea la necesidad de aumentar la escala del monocultivo de soja, maíz y caña de azúcar para la producción de etanol y biocombustibles.
Frente a esto, nuestra conclusión es que se trata de una crisis integral del capitalismo, que no es momentánea y que no se va a solucionar con la inyección masiva de capitales. Esta crisis integral pone al desnudo el modelo de desarrollo imperante. La respuesta a esta crisis integral debe ser también integral. Hay que transformar el modelo de desarrollo para salir de la crisis. Esto quiere decir que tenemos que construir un proyecto propio desde los pueblos de América Latina.
Por ello hoy estamos en el proceso de construcción y reivindicación de la soberanía alimentaria desde y para los pueblos. Creemos en la necesidad de una producción autónoma, autogestionada y comunitaria, así como la distribución popular e igualitaria. Defendemos el derecho a alimentarnos sanamente, y por ello resistimos desde la defensa de las semillas y la producción agroecológica. Es imprescindible rescatar la memoria y el patrimonio para el saber identitario, desde la pluriculturalidad y desde la puesta en el centro al territorio como base de la identidad cultural. Asimismo, exigimos el diseño de políticas públicas que garanticen la soberanía alimentaria (...)".
Esto viene de la mano de la idea de que estamos viviendo una crisis energética, lo cual coincidió con una campaña mundial impulsada por países como EEUU y Brasil, donde se plantea la necesidad de aumentar la escala del monocultivo de soja, maíz y caña de azúcar para la producción de etanol y biocombustibles.
Frente a esto, nuestra conclusión es que se trata de una crisis integral del capitalismo, que no es momentánea y que no se va a solucionar con la inyección masiva de capitales. Esta crisis integral pone al desnudo el modelo de desarrollo imperante. La respuesta a esta crisis integral debe ser también integral. Hay que transformar el modelo de desarrollo para salir de la crisis. Esto quiere decir que tenemos que construir un proyecto propio desde los pueblos de América Latina.
Por ello hoy estamos en el proceso de construcción y reivindicación de la soberanía alimentaria desde y para los pueblos. Creemos en la necesidad de una producción autónoma, autogestionada y comunitaria, así como la distribución popular e igualitaria. Defendemos el derecho a alimentarnos sanamente, y por ello resistimos desde la defensa de las semillas y la producción agroecológica. Es imprescindible rescatar la memoria y el patrimonio para el saber identitario, desde la pluriculturalidad y desde la puesta en el centro al territorio como base de la identidad cultural. Asimismo, exigimos el diseño de políticas públicas que garanticen la soberanía alimentaria (...)".