Verifiquemos
qué economía profundiza el gobierno
de Macri basándose en
más de una deKada.
Veamos cómo el gobierno
CFK nos embaucó con la estatización parcial de YPF y su ceo Miguel Galuccio,
también con el porvenir de Vaca Muerta cuando implica fracking o
destrucción de los subsistemas imprescindibles a la vida y violación de
todos los derechos humanos de las comunidades y pueblos.
Tatiana Roa Avendaño
(Censat Agua Viva - Amigos de la Tierra Colombia) y Hernán Scandizzo
(Observatorio Petrolero Sur Argentina), en “¿Qué entendemos por energía
extrema?”, nos explican:
(…)Este concepto se refiere
no sólo a las características de los hidrocarburos, sino también a un contexto
en el que la explotación de gas, crudo y carbón entraña cada vez mayores riesgos
geo - lógicos, ambientales, laborales y socia - les; además de una alta
accidentalidad comparada con las explotaciones tradicionales. La era de los
hidrocarburos fáciles de extraer está llegando a su fin, si no lo ha hecho ya.
Los objetivos de empresas y gobiernos para sostener la matriz fósil son las
formaciones sedimentarias compactas, los crudos pesados y extra pesados, las
arenas bituminosas e incluso la recuperación mejorada de hidrocarburos mediante
la aplicación de desarrollos biotecnológicos en pozos agotados. En el mismo
combo aparecen los ya cimientos en el mar, cada vez más alejados de la costa, en
aguas más y más profundas, que son extraídos, en algunos casos, luego de
atravesar gruesas capas de sal.
(…)
Detrás
de los discursos de salvación o abundancia con que fueron promocionados por el
gobierno CFK y son promocionados por el de Macri los diferentes proyectos de
energía extrema con el de Vaca Muerta como nave insignia están realidades como:
(…)Otra característica de
este modelo de extracción extrema es que en muchos casos se trata de gas, crudo
y carbón a los que se accede ampliando la frontera extractiva sobre tierras
campesinas y de pequeños productores, aguas de pescadores artesanales y
territorios indígenas y afrodescendientes. Una expansión acompañada de
conculcación de derechos, que da lugar a desplazamientos de población,
desaparición de saberes y culturas, así como también a la muerte de economías
locales y regionales. Es decir, constituye una amenaza contra la soberanía
alimentaria y territorial de los pueblos. Una violencia simbólica y material que
es intrínseca a la energía extrema, y que significa además una profundización de
la violencia sobre los cuerpos y la Naturaleza no humana. No sólo por la
irrupción en ecosistemas frágiles y por profundizar la degradación de los ya
impactados, sino también por el empecinamiento en seguir apostando a la matriz
energética responsable de la crisis climática y el calentamiento global.
Esta ampliación de fronteras
hacia escenarios extremos implica además condiciones laborales de mayor riesgo.
Quienes trabajan en esos proyectos no sólo están expuestos a condiciones
meteorológicas rigurosas –como sucede en las operaciones en el Ártico o en alta
mar– sino también a la toxicidad de los insumos químicos utilizados, por
ejemplo, durante fracturación hidráulica, o en los desarrollos biotecnológicos
diseñados para incrementar los niveles de extracción y los procesos de
transformación de hidrocarburos; pero también a riesgos más altos de accidentes
laborales, por ejemplo por explosiones.
Por otra parte, el gas y el
crudo alojados en yacimientos profundos y/o compactos, o ubicados en lugares
remotos, demandan más infraestructura y despliegue logístico, tanto para
llevarlos hasta la boca del pozo como para inyectarlos al mercado. Esto se
traduce en la perforación de cientos y miles de pozos, el tendido de ductos, la
instalación de compresores, tanques, etc.; en síntesis, una mayor ocupación
territorial e industrialización de áreas rurales y del paisaje en general, y la
expulsión de las poblaciones que no son funcionales al nuevo uso del espacio. A
ello se suma que cada barril obtenido de estas explotaciones ha requerido un
mayor consumo de energía, es decir, su rendimiento es menor. Además, demandó
mayores recursos financieros que las explotaciones convencionales, que en muchos
casos llegan a la compañía en forma de subsidios estatales, ventajas impositivas
y precios sostén transferidos desde los bolsillos de la población.
Baja del precio del crudo y continuidad de los proyectos extremos
La caída sostenida del
precio del crudo muy por debajo de los 100 dólares no se ha traducido en un
automático golpe de timón de los gobiernos de la región en sus políticas
petroleras, ni ha significado la inmediata inviabilidad de los proyectos de
energía extrema en América Latina. Sin duda hay una desaceleración, pero en la
medida en que no exista la decisión política y el nivel de movilización para
avanzar en la desfosilización de la matriz energética y del modelo productivo
(los hidrocarburos como insumo no energético), estos proyectos representan la
nueva frontera ante el agotamiento global de los grandes yacimientos
convencionales. Para seguir en carrera las empresas apuestan a reducir la cadena
de costos, es decir, despedir o promover el “retiro voluntario”, bajar salarios,
eliminar conquistas laborales (beneficios no financieros: descansos, calidad de
la alimentación, etc.), eliminar intermediarios, desarrollar y aplicar
innovaciones tecnológicas, entre otras variables. También desde el sector
corporativo presionan para que los favorezcan con “políticas de incentivo” como
subsidios. ventajas impositivas y precios internos superiores a la cotización
internacional.
De esta manera se transfieren
los costos financieros –además de los sociales y ambientales– a los usuarios,
que pagan la energía y combustible más caros, como ocurre en Argentina. Por otra
parte hay que tomar en cuenta que países como Ecuador y Venezuela han tomado
préstamos de China respaldados con su crudo, lo que también define la marcha
sostenida tanto sobre la Amazonía como sobre la Faja del Orinoco. En el caso de
la República Bolivariana de Venezuela, son más de USD 46 000 millones en
créditos. Las fronteras extremas de América Latina Si bien desde principios de
la década y hasta entrado 2014 la mayoría de los países de la región, con más o
menos intensidad y convicción, tenían a los hidrocarburos de lutitas y al
fracking en sus agendas, esto no se ha plasmado en grandes avances en
territorio. A nivel regional el fenómeno del shale sólo ha tenido impacto
masivo, o relativamente masivo, en Argentina con Vaca Muerta, mientras que en
México, el otro país estrella, ha sido menor, y en Colombia hay un firme interés
de las autoridades en avanzar en esa dirección.
(…)
Revisemos más de una deKada en la expansión del extractivismo al que se suma
el fracking,
constataremos que hay un proceso de constante profundización de
la destrucción tanto de
comunidades como de ecosistemas en Argentina, a consecuencia de lo cual se
multiplican enfermedades y muertes e hipotecas del futuro. Pero ¿para quiénes es
este 'progreso'?
Editorial de Fractura Expuesta 2
4 de julio
de 2013
Por
Observatorio Petrolero Sur(OPSur)
(…)Transcurrido
un año de la expropiación a Repsol, la formación Vaca Muerta sigue siendo un horizonte:
lo que la empresa no pudo avanzar en la explotación, por falta de recursos
financieros y tecnológicos, lo hizo en el plano publicitario, no sólo
presentándose como una alternativa confiable para el desarrollo nacional, sino
como posibilidad de ahorro ante la inflación y el cepo al dólar. También ganó en
publicidad lanzando al ruedo otras formaciones que se suman a la batalla por una Argentina
Potencia no convencional: las formaciones Pozo D-129 y Aguada
Bandera, estrellas de la Cuenca del Golfo San Jorge; Los Molles, Agrio y Las
Lajas, en la Cuenca Neuquina, con menos prensa que su par bovina; Cacheuta, en
Mendoza, la guarnición novedosa del banquete de Chevron; y Los Monos, en Salta,
precalentando para entrar a la cancha. También se han visto políticas concretas
de promoción a los no convencionales en el último año: incremento de precios
tanto en petróleo y gas, aumento del valor de corte para exportación y fondos
públicos para YPF y Enarsa.
Si bien YPF no
es la única empresa en avanzar hacia esos horizontes,
su política corporativa es, desde hace un año, política pública y marca
tendencia en el plano local. Su alianza con Chevron no sólo implica la inyección
de recursos para explorar y explotar Vaca Muerta, es también una señal para el
sector privado, expectante tras la expropiación a Repsol. Fue sólo ratificar el
acuerdo con la corporación estadounidense para que inmediatamente otras
trasnacionales como Exxon, Total y Shell, hicieran nuevos anuncios.
La irrupción de los no convencionales desplazó de la agenda a la diversificación de la matriz energética, si es que alguna vez hubo intención política de abrir ese debate en los sectores más encumbrados del gobierno. Por otra parte, la lógica commodity persiste más allá de los discursos que, a partir de la promulgación de la Ley de Soberanía Hidrocarburífera, pregonaban la recuperación de los hidrocarburos como recurso estratégico. La apuesta del Estado por los no convencionales se mira en el espejo del modelo sojero y megaminero.El ingreso de Chevron, por otra parte, se vincula con la política de Estados Unidos de promoción de los no convencionales a nivel global que busca asegurar, además, la parte del león a las empresas estadounidenses, sean estas operadoras de áreas o prestadoras de servicios. A través de esta técnica, la potencia del Norte incrementó su producción fronteras adentro -aunque nuevos informes ponen reparos sobre el mentado boom-, reduciendo su dependencia externa, pero como (su) Seguridad Energética es más que autoabastecimiento, promueve los no convencionales en los cinco continentes con el objetivo de diversificar las fuentes de abastecimiento, a fin de reducir la gravitación de otros actores de peso como Rusia, que cuenta con la mayor reserva mundial de gas, y generar alternativas a proveedores conflictivos, como los países de Oriente Medio y el Norte de África.
También esta avanzada corporativa gubernamental
apunta a quebrar el prolongado estancamiento de la producción de crudo y el
cercano pico gasífero de fuentes tradicionales, perpetuando la matriz basada en
combustibles fósiles y apuntando a reducir el precio de la energía y garantizar
los ritmos de producción. La crisis civilizatoria y climática no entran en la
agenda. Aunque los artífices de la ofensiva postulan el desarrollo masivo del shale
gas como una alternativa
energética limpia, la explotación de estos yacimientos significaría un fuerte
incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero, profundizando el
calentamiento global.
Pasada la
sorpresa y el desconcierto de la primera embestida, lejos de la resignación y
del augurio de un final apocalíptico, la movilización popular, también global,
va forjando sus propias herramientas y construyendo las defensas para contener y
rechazar la ofensiva del fracking.
Los debates sobre las formas de oposición y sus límites están abiertos; mientras
tanto, aquel No francés,
que en 2011 se plasmó en la prohibición de la fractura hidráulica en territorio
galo, renace en nuestro país con el efecto
Cinco Saltos, multiplicándose la promulgación de ordenanzas que
prohíben esta técnica dentro de los ejidos del
país.
-----
YPF S.A.
bajo el paradigma
SHALE
FOR EXPORT
4
de noviembre de 2012
Por Observatorio Petrolero Sur(OPSur)
Es posible seguir pensando en Argentina
como ‘potencia energética’? ¿Se sigue perfilando al país como exportador de
hidrocarburos? Estrategia para captar fondos o intenciones reales, esto se
desprende del plan quinquenal presentado por YPF. Los objetivos son frenar la
caída de los niveles de extracción, aumentar reservas, consolidar el
autoabastecimiento y apuntalar a la empresa como líder en el desarrollo de
yacimientos no convencionales. Según la compañía, a partir de estos últimos
Argentina se convertirá en “exportador neto de energía” -en asociación con
empresas como Chevron; estas expectativas pasan por alto la creciente cantidad
de países que han aplicado moratorias o directamente han prohibido la fractura
hidráulica (técnica necesaria para extraer desde estas formaciones). YPF postula
que el 70% de los US$ 37 mil millones necesarios para ejecutar el plan vendrán
de sus propias arcas, pero cumplir con este objetivo implica una suba de los
precios internos de los combustibles. Entonces, ¿quién pagará los costos de esta
agresiva estrategia? ¿A quién beneficiará? Mientras las reservas de yacimientos
convencionales del país continúan en caída, las perspectivas parecen ser ‘rascar
lo que queda’ en las cuencas productivas y de bajo retorno energético
(yacimientos no convencionales), como también avanzar en regiones continentales
y marítimas con pocos o nulos antecedentes.
El 30 de
agosto fue el día elegido por Miguel Galuccio y su equipo para la presentación
pública del plan estratégico de YPF 2013-2017. Durante el mediodía, medios
porteños difundieron las coberturas de la conferencia matutina sin muchos
detalles concretos sobre el plan. Pero en la página web de la compañía figuraba
una convocatoria para las 15:30hs, con la posibilidad de escucharla a través de
internet. Esperábamos que en esa conferencia se pudiera ahondar sobre los puntos
estructurales del plan y acceder a documentación. Para nuestra sorpresa, fue
dada enteramente en inglés y la plana mayor de YPF -el mismo Galuccio (CEO),
Daniel González (CFO, Gerente Financiero, ex Merril Lynch) y Gabriel Avalos (IR,
Gerente de Relaciones con el Mercado, de la anterior gestión de YPF)- se dirigió
a un grupo selecto. Según la transcripción (en inglés) de la reunión, los
participantes fueron representantes del Banco Itaú, Bank of America/Merril Lynch,
Deutsche Bank, Credit Suisse y BTG Pactual. ¿A quién se dirige la compañía
entonces? ¿A quién tiene como interlocutor? ¿A quién rinde cuentas? Finalmente,
a los días, en un resquicio del portal de YPF encontramos la presentación en
español, ya que inicialmente el documento sólo estaba disponible para
anglófonos.
En la foto de izquierda a derecha: Ali Moshiri (Chevron), Eduardo Eurnekian (Corporación América), Susan Segal (Council of Americas),Miguel Galuccio (YPF), Jorge Argüello (Embajador argentino en EEUU) y Carlos Bulgheroni (Bridas) en el Council of Americas (Nueva York) en septiembre de este año. Fuente: YPF.
La potencia shale en
el país de la eterna riqueza
El plan
estratégico se centra en garantizar seguridad de cara a los inversores privados
y potenciar la asociación con capitales externos que posibiliten alcanzar la
ampliación esperada.
El “nuevo ADN” bajo el cual se
reestructura YPF se centra en primer lugar en el valor
accionario, el profesionalismo y el sentido nacional. En segundo
plano, se sitúan la identidad
competitiva, global e integral y la seguridad y el medioambiente.
Para relanzar YPF y consolidar sus planes de crecimiento la empresa dará dos
pasos consecutivos. En primer lugar, la etapa programada para el período
2012-2013, denominada “Alto impacto”, donde principalmente se busca revertir la
tendencia negativa en términos productivos. Posteriormente, el quinquenio
2013-2017 se denomina “Estrategia de crecimiento rentable” y el objetivo a largo
plazo será establecer un “Nuevo paradigma”: desarrollo masivo de no
convencionales y convertir a Argentina en exportador neto de energía.
YPF pretende reducir rápidamente las importaciones de combustibles y sostener la
oferta energética interna con el horizonte puesto en el autoabastecimiento. Bajo
el paraguas del nuevo ADN operativo, los tres puntos centrales de la etapa de
“Alto impacto” son el avance sobre yacimientos maduros (con varios de
explotación y caídas en sus niveles de extracción), la puesta a punto de clusters de
yacimientos no convencionales (con una explotación en modelo factoría) y el
aumento en el refinamiento (7%) al elevar el uso de la capacidad instalada.
Según la compañía, esto permitiría reducir en un 47% la importación de
combustibles.
Los cluster son
una concentración geográfica de empresas relacionadas; esto genera un espacio de
interacción y asociación de aprendizaje mutuo y por ende impacta en la mejora de
la producción, la eficiencia y la reducción de costos. La explotación en modo
factoría implica un importante cambio con respecto a la tradicional operatoria
en yacimientos convencionales. Con la mira puesta en reducir costos y maximizar
las inversiones, el desarrollo en no convencionales requiere una mayor ocupación
territorial y perforación de pozos. La baja permeabilidad de los yacimientos
reduce el área de acceso a hidrocarburos por pozo, obligando a una mayor
cantidad de perforaciones que deben realizarse de forma estandarizada (evitando
un diseño particular para cada uno). Esto permite la centralización de varias
plataformas de pozos (o well
pad en inglés) y por ende
un incremento en los niveles de extracción (Forbes, B., et al., 2009).
Los esfuerzos de aumentar los niveles de producción en la primera etapa (7% para el petróleo y 3% para el gas) serían redoblados hasta 2017. Teniendo como base el 2012, la compañía prevé aumentar la extracción de petróleo (29%) y gas (23%), como también el refinamiento de naftas y gasoil (37%). ¿Pero de dónde vendrán estos importantes incrementos de fósiles? Destrabar el potencial de los no convencionales en general y del shale en particular es la clave. En cuanto al gas, YPF prevé que las fuentes serían principalmente ‘infill drilling’ (1) (33%), shale (32%) y tight (27%) con una inversión aproximada de US$ 6.500 millones. El petróleo tendría su origen deshale (46%), extracción primaria convencional (32%) y recuperación terciaria (14%), con una inversión aproximada de US$ 19.500 millones. En todo el quinquenio, proyectan perforar 1.160 pozos para gas y 5.380 pozos para petróleo.Según la compañía, los no convencionales no sólo son la estrella de este plan sino la garantía de continuidad de la matriz vigente. Los yacimientos convencionales han entrado en un declive natural; mientras se prolonga su vida útil -con recuperación mejorada como la secundaria o terciaria- los no convencionales se ponen a punto. Estos representan más de la mitad de los recursos (2), en el caso del petróleo (shale), y más del 70% en gas (shale y tight). De todas las inversiones programadas en el quinquenio (US$ 37.200 millones), los no convencionales serían el principal destino: por encima del 40% (US$ 15.300 millones aproximadamente) para desarrollar petróleo y gas de formaciones tight y shale. (…)
Conectando un país, conociendo sus vísceras
Como se decía previamente, el crecimiento de YPF estará vinculado estrechamente
al futuro de los recursos no convencionales y a la posibilidad de extender las
cuencas productivas. Para esto prevé perforar trescientos pozos exploratorios
entre 2012 y 2017, desembolsando US$ 1.440 millones.
En cuanto a las cuencas ya productivas (Neuquina y Golfo San Jorge), la empresa
no sólo realizará recuperación secundaria o terciaria sino que también
continuará tareas de exploración, y pondrá los ojos en fajas de crudos pesados
en la provincia de Mendoza.
Los no convencionales, en términos de recursos, tienen un potencial de 12 mil
MBOE (miles de barriles de petróleo equivalente) y son los que presentarían
menor riesgo (desde el punto de vista financiero y exploratorio) y mayor
potencial; de aquí su destacado desarrollo. La prioridad para el plan quinquenal
está en las cuencas Neuquina (formaciones Vaca Muerta, Las Lajas-Molles y
Agrio), Cuyana y Golfo San Jorge. Estas cuencas son las que tienen mayores
inversiones y entramados en infraestructura petrolera, permitiendo una rápida
incorporación al mercado de los hidrocarburos, como también importantes
reducciones de costos. Pero YPF identifica otras cuencas con formaciones no
convencionales -como Tarija, Cretaceous, Chaco-Paranaense y Austral-, de hecho
el año próximo comenzaría los trabajos de prospección sísmica y perforación de
un pozo en la provincia de Entre Ríos (shale)
y entusiasma al gobierno bonaerense con la explotación de gas metano de mantos
de carbón o coalbed
methane en la Cuenca de
Claromecó.
Estas últimas son parte de una estrategia mayor de explorar
cuencas no productivas. Además de las mencionadas previamente, se identifican
Bolsones Intermontanos, Cañadón Asfalto y del Colorado (continental). Estos
avances supondrían dar los primeros pasos sobre regiones con escasos o nulos
antecedentes hidrocarburíferos. Pero a su vez, YPF pretende avanzar sobre la
plataforma marítima: cuenca del Colorado, margen norte de la Plataforma
Continental Argentina, Austral y Malvinas. Asimismo, se establecen programas de
exploración en países de la región pero sin brindar mayores detalles. (…)
Socios trasnacionales y precios en suba: quién paga la expansión
de la estrategia soberana
La estrategia de largo plazo de la conducción de YPF es convertir a Argentina en
exportador de energía a partir de la explotación masiva de no convencionales.
Para solventar este objetivo el plan prevé que la gran mayoría de las
inversiones provengan de la misma caja de la petrolera, calculado en US$ 26.040
millones (70%). De esta forma se revertiría la estrategia de Repsol de girar
utilidades a su casa matriz al mismo tiempo que endeudaba a la compañía. A su
vez, la empresa emitiría deuda por aproximadamente US$ 6.700 millones (18%). El
restante sería financiado por un socio, sin explicitar, para la explotación de
no convencionales y demandaría casi US$ 4.500 millones.
Si bien no se explicita en el plan, sí se ha hecho en las presentaciones
públicas: sin aumento de los precios internos la estrategia de YPF carece de
sustento. El desembarco y desarrollo masivo de no convencionales iría de la mano
de un aumento de costos; quién pagaría esto es la gran pregunta. Hasta el
momento, para algunas áreas las petroleras se aseguran una renta diferencial a
través de subsidios nacionales y es el Poder Ejecutivo el que año a año reduce
la presión tarifaria sobre los consumidores finales. Galuccio ha dicho que están
en tratativas con el gobierno nacional para reformularlos (puntualmente el Gas
Plus) y de esta forma poder aumentar el precio. Un objetivo compartido con
voceros de las empresas, consultores, gobernadores y dirigentes sindicales. Pero
el aumento de precios no se hará únicamente en boca de pozo, sino que la
diferencia de precios en combustibles con la competencia (hoy en día
desfavorable para YPF) iría reduciéndose escalonadamente, y aquí sí habría una
repercusión directa en el precio final.
El plan bosqueja diversos escenarios estructurados de acuerdo al alcance del
financiamiento a través de los bonos y el socio en shale.
En el escenario de máxima -una inversión de US$ 40.400 millones y adicionando un cluster de
gas y otro de petróleo- habría más acuerdos con otras compañías, y así parece
apuntar la conducción de la empresa como también del Poder Ejecutivo Nacional
-Cristina Kirchner ha acordado numerosas reuniones en pos de la petrolera.
Hasta el momento se han firmado Memorándums de Entendimiento (MOU por sus siglas
en inglés) con las firmas Corporación América, de Eduardo Eurnekian, que
garantizó US$ 500 millones para invertir enshale;
y Bridas, la empresa chino-argentina que también se comprometió a invertir en no
convencionales (Tiempo Argentino, 31/8/2012). Al mismo tiempo se han anunciado
acuerdos con la rusa Gazprom (gas convencional y no, comercio de GNL) (Prensa
YPF, 4/9/2012), y la multinacional Chevron -para avanzar en el desarrollo de un cluster de shale en
Neuquén (Ámbito Financiero, 14/9/2012). Además se firmó un MOU con PDVSA y
Enarsa, con los objetivos de ampliar la capacidad de refinamiento argentina para
hidrocarburos de la Faja de Orinoco (donde también las empresas argentinas
tendrían mayor participación extractiva en nuevas áreas), extender las redes de
estaciones de servicio de la compañía venezolana en el país e invertir en no
convencionales en Vaca Muerta (Página/12, 25/7/2012). También se mantuvieron
reuniones con empresas como Exxon Mobil, Apache y Sinopec, aunque sin llegar a
anuncios concretos.
Como se desprende de este listado, y se explicita en el plan, YPF no busca únicamente asociaciones financieras sino que los acuerdos también comprenden a socios tecnológicos (servicios y aplicaciones) y estratégicos (expertos en no convencionales), y aquí entra Chevron. Si bien no se han divulgado los detalles y alcances tanto de éste como de otros acuerdos, la historia demuestra que las compañías trasnacionales no invierten sin llevarse una importante tajada. En este sentido, la participación que tenga Chevron y otras compañías en la configuración de Argentina como exportadora neta de energía arroja más dudas que certezas. ¿No era la expropiación a Repsol una política soberana para garantizar energía al pueblo argentino?
Chevron es la décima compañía a nivel mundial: el año pasado tuvo una ganancia
neta de más de US$ 19 mil millones (Fortune, 2011). Esta sideral cifra es
similar a la que la condenó a pagar la Corte Provincial de Justicia de
Sucumbíos, en Ecuador, por el genocidio/ecocidio cometido por Texaco (adquirida
por Chevron) en la región amazónica de este país. Tras ocho años de litigio, con
innumerables trabas e idas y vueltas, amenazas y presiones, la Asamblea de
Afectados logró ganar el ‘juicio del siglo’. En un expediente judicial que
sobrepasa las 200.000 páginas se detallaron los daños ambientales y sociales de
los que se encontró a la empresa plena responsable, por un valor de US$ 9.500
millones. El documento publicado en 2005 por la red internacional Oilwatch
sostiene que en 25 años se perforaron 339 pozos en un área de 442.965 hectáreas,
se desecharon 450 millones de barriles de aguas de producción, 400 mil barriles
de petróleo derramados, entre 600 y 1.000 piletas de desechos y la lista sigue…
(2005)
En una carta pública el año pasado se informaba que esta destrucción ambiental apenas tuvo repercusiones económicas para el conjunto del país: sólo US$ 4 por barril quedaban para Ecuador (Oilwatch, 2011).
Ante esta situación las declaraciones de Ali Moshiri (presidente de Chevron para
exploración y producción en Latinoamérica y África), no ayudan mucho: “El (gas)
no convencional puede revolucionar el paradigma energético en Argentina, como
ocurrió en los Estados Unidos” (Infobae, 24/8/2012). La multiplicidad de
denuncias y movilizaciones (como la masiva concurrencia al día de acción global
contra el fracking), los estudios en curso de la Agencia de Protección Ambiental
(EPA por sus siglas en inglés) para determinar las verdaderas consecuencias
sobre los acuíferos, la prohibición de utilizar la fractura hidráulica en el
estado de Vermont y las moratorias en los estados de Nueva York y Nueva Jersey,
son muestras de un escenario más complejo y con graves antecedentes ambientales
y sociales, cuestiones a las que no se refiere el representante de Chevron.
Ante esta situación las declaraciones de Ali
Moshiri (presidente de Chevron para exploración y producción en Latinoamérica y
África), no ayudan mucho: “El (gas) no convencional puede revolucionar el
paradigma energético en Argentina, como ocurrió en los Estados Unidos” (Infobae,
24/8/2012). La multiplicidad de denuncias y movilizaciones (como la masiva
concurrencia al día de acción global contra el fracking), los estudios en curso
de la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) para
determinar las verdaderas consecuencias sobre los acuíferos, la prohibición de
utilizar la fractura hidráulica en el estado de Vermont y las moratorias en los
estados de Nueva York y Nueva Jersey, son muestras de un escenario más complejo
y con graves antecedentes ambientales y sociales, cuestiones a las que no se
refiere el representante de Chevron.
La energía desde la balanza de pagos: insumo mercantil para la destrucción
ambiental
Creemos que ha
llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia
de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación
del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el
crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnología (…)
No menos grave resulta el hecho de que los sistemas sociales de despilfarro de
los países tecnológicamente más avanzados funcionen mediante el consumo de
ingentes recursos naturales aportados por el Tercer Mundo. (…) De nada vale que
evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a métodos
de desarrollo, preconizados por esos mismos monopolios.
Juan Domingo Perón (1972)
Fíjense si, en
cierta manera, esto no es el american way of life.
Cristina Fernández de Kirchner (2012)
Desde el gobierno nacional la preocupación se
centra sobre todo en la necesidad de reducir la importación de combustibles: una
sangría de divisas de US$ 9.400 millones en el año 2011. Más allá de meros
enunciados, la estrategia niega cualquier cuidado en la preservación y
conservación del ambiente y, por lo tanto, de la sociedad misma. Es preocupante
el lugar prioritario que ocupan los yacimientos no convencionales en la
estrategia oficial cuando a nivel global, día a día, florecen moratorias,
prohibiciones y cuestionamientos. Décadas de extracción hidrocarburífera
convencional han ocasionado innumerables impactos negativos sobre las
comunidades locales y poco ha importado el reconocimiento, vigencia y aplicación
de los derechos humanos (colectivos e individuales). Siendo la fractura
hidráulica una técnica más agresiva, ¿a qué futuro se somete a las poblaciones
que “competirán” por la misma tierra y agua con la industria petrolera? ¿Qué
derecho a un ambiente sano les cabe? ¿Qué derecho a una vida digna les cabe?
La estrategia de YPF de extraer hasta la última gota de yacimientos maduros y avanzar sobre no convencionales potencia un imaginario de falsa abundancia. ¿No habría que planificar sobre un escenario de escasez de recursos fósiles? ¿No habría que planificar un uso racional de los hidrocarburos al tiempo que se debate democráticamente una transición energética? Lejos de ser una cuestión particular de Argentina, organismos internacionales, como la Agencia Internacional de Energía, o grupos de investigadores y agencias gubernamentales han dado cuenta del estancamiento de la extracción de petróleo de yacimientos convencionales desde 2005; con una demanda siempre creciente. Incluso el FMI ha publicado recientemente un informe, sin predecir la evolución de la producción, donde hipotetiza un mundo de petróleo escaso. Los escenarios van de una proyección de crecimiento lento o estancado, de menor crecimiento y se encuentran sustitutos, de menor crecimiento pero sin encontrar sustitutos, a un achicamiento drástico de la producción. Si bien enfocan sobre la variable de precios es importante notar que los mismos autores aclaran que el precio no refleja en su totalidad la importancia del petróleo. Al cumplir diversas funciones, cualquier cambio productivo tendría consecuencias impensables por el momento (The Washington Post, 27/10/2012).Asimismo, la ambiciosa estrategia de exploración marítima y continental refuerza las intenciones de mantener “a cualquier costo” la matriz actual. Sujetar el destino de amplios territorios a la extracción de hidrocarburos es negar el carácter contaminante, escaso y concentrador en materia de recursos y poder. Un plan estratégico exitoso (en términos productivos, así como está formulado) ahondaría la amenaza directa sobre el resto de las regiones, donde sus gobernantes disputan el destino de sus inversiones y renta a espaldas de procesos de decisión colectivos. Estas ansias de expansión junto a una marcada vocación de alianzas con empresas trasnacionales no crean las condiciones necesarias para un futuro mejor, sino que refuerzan las críticas y dudas que suscitó la expropiación parcial a Repsol.
A su vez, la estrategia de una compañía mixta con
participación mayoritaria del Estado no puede reemplazar un plan energético
integral. Si uno toma la ausencia de toda planificación –desde la implementación
del Plan Energético Nacional 2004-2008 no se realiza algo similar- entre las
provincias y Nación, el plan de YPF es la cristalización más acabada del
Gobierno nacional para proveer energía al país.
El plan establece como prioridad el autoabastecimiento a fin de solucionar el déficit energético. Si bien no es un tema menor y desde ya prioritario, el escenario así planteado oculta necesarias discusiones en torno a la naturalización del aumento en la demanda de energía. En este sentido, el término de crisis energética debería discutir sobre si nuestro país efectivamente necesita más energía, cómo generarla y para qué, en vistas de garantizar un bienestar general de la población. A luz de la crisis ecológica global debida al cambio climático (desatado por el sobreconsumo de fósiles) y los numerosos impactos locales, ahondar en este tipo de estrategias es de necios, ignorantes o cínicos. Bajo las perspectivas que auspicia el plan quinquenal de YPF, no se vislumbra un futuro de mayor justicia ambiental y social.Notas:(...)-----
Regulando los mercados globales:
Estados Unidos y la promoción del shale
Estados Unidos y la promoción del shale
5 de
diciembre de 2012
Por
Diego di Risio
(OPSUR)
Programas del Departamento de Estado promueven la explotación de gas no convencional en vistas de posibles faltantes de petróleo. Altruismo y solidaridad imperial por Asia, África y América Latina.
El reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA) proyecta a Estados Unidos como el principal productor de hidrocarburos para 2020, ¿pero debería ser tomado al pie de la letra? En su sed de hidrocarburos la Casa Blanca no sólo comanda invasiones militares sino que también impulsa, de forma diplomática, el desarrollo global de yacimientos no convencionales. La inestabilidad del mercado petrolero –donde una de las principales razones sería el estancamiento de la producción desde 2005- ha provocado que Estados Unidos busque diversificar las fuentes fósiles: una mayor oferta daría señales claras al mercado descartando una restricción energética que, en los próximos años, podría afectar el “normal” funcionamiento de la economía. Como parte de la “sintonía fina”, el Departamento de Estado ha implementado una serie de programas que propagandizan su experiencia en shale gas. Este asesoramiento abre camino para la entrada de sus empresas por el globo, especialistas en este tipo de formaciones. (…)
Programas del Departamento de Estado promueven la explotación de gas no convencional en vistas de posibles faltantes de petróleo. Altruismo y solidaridad imperial por Asia, África y América Latina.
El reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA) proyecta a Estados Unidos como el principal productor de hidrocarburos para 2020, ¿pero debería ser tomado al pie de la letra? En su sed de hidrocarburos la Casa Blanca no sólo comanda invasiones militares sino que también impulsa, de forma diplomática, el desarrollo global de yacimientos no convencionales. La inestabilidad del mercado petrolero –donde una de las principales razones sería el estancamiento de la producción desde 2005- ha provocado que Estados Unidos busque diversificar las fuentes fósiles: una mayor oferta daría señales claras al mercado descartando una restricción energética que, en los próximos años, podría afectar el “normal” funcionamiento de la economía. Como parte de la “sintonía fina”, el Departamento de Estado ha implementado una serie de programas que propagandizan su experiencia en shale gas. Este asesoramiento abre camino para la entrada de sus empresas por el globo, especialistas en este tipo de formaciones. (…)
Sintonía fina imperial
La energía cruza la totalidad de la política exterior de EE.UU. Es una cuestión
de seguridad nacional y estabilidad global. Está en el corazón de nuestra
economía global. Es también una cuestión de la democracia y los derechos
humanos. Y ha sido un tema prioritario mío por años, pero aún más en estos
últimos cuatro como Secretaria de Estado, y seguramente lo será para el próximo
Secretario. (Hillary Clinton, Secretaria del Departamento de Estado -
18/10/2012)
La decreciente dependencia de las importaciones de petróleo y gas de EE.UU. no
significa que nos desentenderemos de Medio Oriente u otras partes del mundo (…)
Los Estados Unidos están y seguirán comprometidos a mercados globales estables y
eficientes. (…) Por esta razón y otras, los Estados Unidos están y seguirán
comprometidos con la estabilidad y bienestar de Medio Oriente y otras regiones
productoras de energía, como también a la libertad de navegación. (Robert D.
Hormats, Subsecretario de Economía, Energía y Ambiente del Departamento de
Estado - 20/9/2012).
En marzo del 2011 la administración del presidente estadounidense Barack Obama
publicó el informe Proyecto para un futuro energético seguro (BSEF, según sigla
en inglés), donde explicita los pasos a seguir en la política energética. El
gobierno parte de la gran dependencia del petróleo que tiene el país,
especialmente en transporte y consumo doméstico, la necesidad de desarrollar
energía con menor impacto ambiental y aumentar la independencia de fuentes
foráneas. En este sentido se puso como objetivo ampliar la producción global de
gas natural, especialmente shale, como sustituto para la generación de
electricidad.
A fin de afrontar este escenario, el gobierno de EE.UU. apunta a reducir su
demanda y diversificar su matriz energética –uso de agro-combustibles y nuclear,
eficiencia energética y el desarrollo de energías alternativas–, pero también a
incrementar las fuentes globales (White House, 2011). Es decir, el camino hacia
un ‘futuro energético seguro’ de EE.UU. profundiza las políticas internas pero
no excluye como objetivos las zonas que la abastezcan de recursos más allá de
sus fronteras. Al respecto, para asegurarse fuentes confiables, destacan
acuerdos con México y Brasil para el desarrollo de off-shore.
Los funcionarios de EE.UU. repiten sin cesar el concepto de seguridad energética. Lo definen como la disponibilidad global de diversas fuentes de energía, asequibles [posibles de obtenerse] y fiables; esto evitaría un alza repentina de precios (Pascual, 21/11/2011) (Goldwyn, 24/8/2010). La relación e intermediación de la energía con los mercados internacionales es tal que EE.UU. busca ser garante global de la circulación de hidrocarburos, permitiendo la continuidad y el buen funcionamiento de los mercados, más que enfocarse en una estrategia de independencia de fuentes foráneas.
En vista de estos nuevos planes, el Departamento de Estado creó en noviembre de
2011 la Oficina de Recursos Energéticos.
En aquella oportunidad Clinton sostuvo: “No se puede hablar de nuestra economía
o política exterior sin hablar de energía. Con una creciente población global y
una provisión limitada, la necesidad de diversificar nuestras fuentes es
urgente” (DE, 16/11/2011). El objetivo central es “integrar la energía a nuestra
agenda política internacional para avanzar en los intereses de seguridad de
EE.UU. (…) Para los Estados Unidos, los recursos energéticos permanecen como
commodities estratégicos y nuestra economía depende en el buen funcionamiento de
los mercados energéticos, reservas estratégicas y fuentes diversificadas. (…)
Con ese fin, el Departamento de Estado y la oficina de Asuntos Energéticos
Internacionales han tomado un abordaje extensivo, intra-gubernamental, para
expandir las fuentes de petróleo, gas natural y energías alternativas y, de esta
forma, asegurar los flujos tanto para EE.UU. como para el mercado global”.
Asuntos Energéticos Internacionales cuenta con dos programas interrelacionados y que involucran directamente al desarrollo de los hidrocarburos: la Iniciativa para la Gobernanza y Capacitación Energética (EGCI) y el Programa para el Compromiso Técnico en Gas no convencional (UGTEP). Ambos se instrumentan mediante convenios bilaterales y sus objetivos son incrementar la capacidad de abastecer fósiles al mercado.
El EGCI busca dar asistencia a la próxima generación de países productores de gas y petróleo. Su objetivo central es capacitar a los gobiernos en el manejo eficaz del recurso y la captación de su renta(3). Sin mencionar específicamente a este programa, Clinton hacía referencia al trabajo del Departamento de Estado en estas nuevas naciones: “Algunos países que han descubierto recientemente petróleo son Libia (sic), Sierra Leona, Mozambique. Hasta hace poco tiempo, estaban sumidos en conflictos mortales. Su situación política es todavía frágil, por eso necesitan apoyo de forma tal que sus recursos energéticos no terminen causando más problemas que soluciones. Entonces los EE.UU. se encuentra trabajando con ocho nuevos países productores de gas y petróleo, para ayudar a construir los ladrillos de la buena gobernanza, incluyendo instituciones políticas, finanzas transparentes y leyes y regulaciones efectivas” (18/10/2012).
En tanto el UGTEP(4), creado en 2010 -antes denominado Iniciativa Global de Gas
de Esquisto(5) busca dar asistencia a los países para identificar y desarrollar
de forma segura, sustentable y con bajo impacto ambiental, los recursos
gasíferos de yacimientos no convencionales, a través de marcos regulatorios
jurídicos y fiscales apropiados. El objetivo último es lograr una mayor
seguridad energética, metas ambientales y profundizar los intereses económicos y
comerciales de EE.UU.
Según la página web del programa, hasta el momento se han anunciado convenios
con China, India, Jordania y Polonia. Mientras que en un documento de la Agencia
Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) también se menciona a
Argentina y Ucrania, “entre otros” (2012). En 2010 representantes de veinte
países asistieron a la conferencia inaugural (The New York Times, 13/10/2010);
al año siguiente se organizaron seis viajes para recorrer los campos y concertar
reuniones en EE.UU (The New York Times, 30/12/2011), y en 2012 se organizaron
talleres en Chile y China (DOI, s/n).
Las pretensiones del Departamento de Estado son claras con respecto a quién
llevará adelante la actividad, como enfatiza Cekuta (6/2/2012): “[Por] [l]a
experiencia del gobierno de EE.UU. y la pericia ganada por nuestro sector
privado, (…) estamos contentos de compartir esto con ustedes y otros que tengan
estos recursos. (…) Las mejores prácticas de la industria no reemplazan a las
regulaciones sólidas, pero demuestran cómo el gobierno y la industria pueden
funcionar como socios, no adversarios, en el desarrollo de nuevas fuentes
energéticas”. Según el funcionario, existen una serie de precondiciones para
esta necesaria transformación: “un clima atractivo para las inversiones y un
marco regulatorio estable, políticas que provean el correcto balance entre
incentivos y protección ambiental, y la debida pericia ambiental y tecnológica
para explotar estos recursos gasíferos” (6/2/2012). A su vez, aclara que, sin
los incentivos apropiados a las empresas inversoras, no habrá desarrollo posible
de los yacimientos no convencionales.
Respecto al estímulo a las empresas, la Secretaria del Departamento de Estado de
EE.UU., Hillary Clinton, fue muy precisa a fin de evitar confusiones. En una
conferencia brindada en la Universidad de Georgetown, en octubre de este año,
señaló: “Algunos países dictan cuánto contenido nacional debe usarse en la
producción de energía, o dan subsidios a sus compañías nacionales para darles
ventaja. Y esto puede ser un desafío muy grande para los empresarios
norteamericanos. (…) Por eso, todos los días, en muchos lugares del mundo,
nuestros diplomáticos están allí luchando a favor de los empresarios y los
trabajadores norteamericanos, apuntando a las barreras económicas y las
prácticas injustas” (18/10/2012). Esta lucha comprende también una férrea
defensa de la propiedad intelectual y las patentes en los procesos de
extracción, según se afirmó el diario The New York Times. De acuerdo a sectores
ambientalistas, esta línea de acción permitiría ocultar los químicos utilizados
en la fractura (30/12/2011).
El shale gas como combustible puente
Pero parte del mensaje que hemos dado es que para cualquier país se necesita más
que los recursos. Se tiene que tener un sistema regulatorio. Se tiene que tener
la infraestructura. Se tiene que proteger la propiedad intelectual. Se tiene que
tener un gasoducto para llevar el gas de donde quiera que sea producido al
mercado. Y se tiene que tener un precio de mercado, porque si no hay precio de
mercado para el gas natural, nadie quiere producirlo. Nadie financiará un
gasoducto, nadie producirá un sistema para remover las impurezas, y finalmente
nadie lo comprará. (David Goldwyn(6), ex coordinador de la Iniciativa Global de
Gas de Esquisto (24/8/2010).
El gas natural es promocionado por las agencias estadounidenses como un combustible puente hacia una matriz energética con menor cantidad de emisiones de carbono. Si bien su calidad de ‘puente’ -en los casos de desarrollo masivo- está en discusión, el paso al gas es presentado como una lucha concreta contra el cambio climático a nivel global. Es importante notar que, aumentar la importancia del gas u otras fuentes, no implica una reducción del consumo de energía sino una redistribución y diversificación de las mismas.
El surgimiento y las proyecciones de las nuevas potencias asiáticas,
especialmente China e India, como grandes consumidores de energía, plantea un
nuevo escenario de competencia. En declaraciones públicas, el subsecretario del
Departamento de Estado, Robert Hormats, afirmó que la actual situación más que
un desafío es una oportunidad para acordar puntos comunes y garantizar la
seguridad energética para los países (20/9/2012). De esta manera, diversos foros
y convenios de asistencia técnica –inclusive para yacimientos no convencionales-
se han organizado entre los países y regiones. En esta línea, la diversificación
de fuentes energéticas es prioridad con miras a quitar peso a Rusia e Irán en el
escenario energético mundial.
Con respecto a Rusia, David Goldwyn, ex coordinador de Asuntos Energéticos
Internacionales del Departamento de Defensa, ha dicho que reducir su gravitación
en el mercado energético global es una cuestión de seguridad nacional; con todo
lo que implica esa afirmación en boca de un funcionario estadounidense
(24/8/2010). El desarrollo de no convencionales en Europa del Este ha sido una
de las máximas prioridades en los programas del Departamento del Estado. En la
cumbre de Cartagena en 2012, Pascual (2012) proyectaba un escenario para 2035 de
aumento sideral de la oferta de shale gas en el mercado, donde posicionaba como
principales oferentes a China, EE.UU. y Argentina. Cekuta brindaba proyecciones
similares: según la Agencia Internacional de Energía, para 2030, el 14% de la
oferta total de gas vendría del shale, proveyendo las bases necesarias para un
consumo en expansión en un escenario de normalidad [business as usual]
(6/2/2012).
La volatilidad de los mercados, en cuanto al petróleo, es otro hecho que
preocupa a EE.UU. El Proyecto para un futuro energético seguro, de la Casa
Blanca, argumenta que más allá de la recuperación económica global y la
inestabilidad en Medio Oriente, hay que destacar que “una de las mayores razones
de las recientes subas de precio es la preocupación de que la demanda global de
petróleo supere a la oferta en los próximos años” (2011: 15). De esta manera,
bajo el capítulo Desarrollar y asegurar las fuentes de EE.UU., el plan detalla
los alcances de la promoción del gas y otras alternativas para sustituir o
mezclar y reducir la demanda neta global de crudo. Se destacan los caminos
iniciados para frenar los subsidios a fósiles en el marco del G-20, los
programas para sustituir el petróleo por el gas, la promoción de la eficiencia
energética, agro-combustibles, nuclear y fuentes renovables, y los avances para
asegurar un aumento en los niveles de producción de petróleo (2011). Si bien se
minimiza la preocupación por la escasez de crudo, se encuentra en el centro de
la agenda y explica buena parte de la política norteamericana, tanto interna
como externa. Esta alta dependencia de los fósiles obliga a EE.UU. a mirar con
ansias el derretimiento del Ártico –secuela del cambio climático–, donde se
espera encontrar masivas reservas de petróleo y gas (Clinton, 18/10/2012).
En este punto cabe destacar la existencia de dos programas de diversificación
energética para la región americana: Alianza Global para la Bioenergía(7) y
Conectando las Américas 2022 (DE, 13/5/2012). El primero promueve el uso,
financiamiento y marco regulatorio para la producción y consumo de
agro-combustibles; están involucrados como observadores o plenos participantes
la gran mayoría de los países e instituciones globales, pero es impulsado
principalmente por EE.UU. y Brasil. El segundo, promueve la interconexión
eléctrica en todo el continente americano y fue lanzado este año con un primer
acuerdo entre EE.UU. y Colombia, que permite la compra-venta de electricidad
entre los países. Ambos programas se inscriben en la Alianza Americana por la
Energía y el Clima(8), presentada por Obama en 2009. Entre sus objetivos se
encuentran promover la eficiencia energética, la energía renovable, un uso más
eficiente de fósiles, infraestructura y disminuir la carencia de energética. Sin
embargo, la región es una fuente indiscutible de recursos fósiles para EE.UU.:
en 2010 proveyó casi la mitad de las importaciones de crudo (Pascual, 2012).
Programas y convenios específicos se suman a la investigación encargada por la
Agencia de Administración de Información Energética de EE.UU. (2011) sobre
recursos de shale gas en 14 regiones. Según este estudio, la cantidad de gas es
altísima, y se encuentra esparcida en diversas partes del planeta. Aun así se
aclara que estos son datos preliminares, es decir, que día a día se irá
conociendo el potencial deshale gas existente. Este informe, sin embargo, tuvo
un impacto mediático altísimo y permitió colocar al shale gas como la
alternativa energética en las agendas gubernamentales de diversos países.
La Agencia Internacional de Energía (IEA) (2012a) también puja por una mayor importancia del gas de yacimientos no convencionales. El organismo, dependiente de la OCDE, define a esta época como la Era dorada del gas, pero solamente se hará posible si una proporción significativa de los vastos recursos de fuentes no convencionales pueden extraerse de una forma rentable y ambientalmente sustentable. Esta preocupación la plasmó en las reglas a seguir por la industria y los Estados para obtener la licencia social –la aceptación de la población. De acuerdo a los escenarios planteados, el gas de yacimientos no convencionales -principalmente shale- sería responsable de casi dos tercios del aumento global de la producción en 2035. Este incremento sería a partir de 2020, dando tiempo a la adecuación de los países no productores. La inversión en no convencionales requeriría el 40% de los recursos totales destinados al desarrollo de yacimientos de gas y se proyectan perforar más de un millón de pozos en el mundo.
Hace pocas semanas, la IEA abonó aún más el escenario de abundancia hidrocarburífera y proyectó importantes cambios geopolíticos: EE.UU. sería el mayor productor de petróleo para 2020 y de gas para 2015(9). Con estos resultados y una consiguiente reducción de las importaciones el país, hacia 2030, sería exportador neto de hidrocarburos. La clave sería el desarrollo masivo de yacimientos tighty shale (2012b) y podría quitar preeminencia a Medio Oriente como proveedor de energía a EE.UU., que reorientaría su producción hacia Asia, especialmente China e India.
Si bien existen dudas y fuertes críticas a este reporte(10), las proyecciones de
la IEA abonan y allanan el camino a nivel global de los no convencionales. Los
Estados Unidos sostienen que una abundancia de energía, bajo mecanismos
liberales de mercado, permitiría reducir fricciones con otras regiones y
potencias, al tiempo que daría señales al volátil mercado de que las reglas de
juego no cambiarán en el futuro cercano. Como resume Carlos Pascual, actual
coordinador de Asuntos Energéticos Internacionales: “Está en el interés de EE.UU.
asegurar que exista la mayor cantidad de
commodities posibles, ya que estamos operando, como siempre lo hemos hecho, en
mercados globales” (16/11/2011).
La promesa de abundancia eterna de energía, y la consiguiente posibilidad de
reducir fricciones en el plano internacional, parecen ser mitos; las políticas
públicas y hechos concretos muestran una realidad radicalmente distinta. Las
invasiones militares que ha comandado EE.UU. (secundadas en mayor o menor medida
por otras potencias) en regiones por fuera de Medio Oriente, como el caso de
Libia o la disputa en Sudán, hablan de una “carrera por lo último que queda”,
como lo diagnostica Klare (2012). Aunque se presenten como actividades
desinteresadas en pos de la “diversificación energética”, los programas
estadounidenses del Departamento de Estado deben ser tenidos en cuenta como el
avance diplomático de un garante de la expansión petrolera y las empresas
trasnacionales, y por ende del mercado mundial.
Caracterizamos la
política económica de Mauricio Macri como de ajuste brutal pero averigüemos
cómo superar nuestra percepción inmediata:
El ajuste, causas y explicaciones
23 de junio de
2017
Hay un lugar común en el que coinciden las más diversas fuerzas políticas, desde
la derecha hasta la izquierda, todos reconocen que el gobierno está aplicando
un durísimo ajuste económico. Todos admiten que las medidas adoptadas
perjudicaron a gran parte de la población, especialmente a los más humildes. Sin
embargo, cada sector político sostiene una explicación diferente sobre las
razones del ajuste. En este artículo nos proponemos examinar los argumentos del
macrismo y el kirchnerismo, finalmente presentamos una explicación alternativa.
Por
Jorge Saavedra (RPM).
El gobierno y la tesis del dolor necesario
El macrismo
sostiene la tesis del “dolor necesario” (Letra P, 2/8/2016). El presidente
reconoció que muchas de las decisiones que tomó “fueron duras, difíciles,
dolieron y siguen doliendo” (La Capital, 10/7/2016). Sostiene que fueron
necesarias por culpa de la pésima gestión anterior, que dejó el país al borde
del abismo. El denominado “sinceramiento” de la economía era un paso doloroso
pero necesario para ingresar en la senda del crecimiento. “Me duele tomar
algunas decisiones, lo que generan, pero es el camino de la verdad” (La Nación,
7/4/2016). El consultor ecuatoriano Durán Barba, aceptó que Macri “ha tenido que
tomar las medidas más duras” (Telam, 4/12/2016).
Según el
gobierno, el crecimiento de la economía durante el kirchnerismo estuvo basado en
una ficción, fue sustentado por el incremento artificial y desmedido del
consumo. El empleo también fue sostenido de manera artificial, gracias al
incremento innecesario de trabajadores estatales. Este modelo requería de la
emisión monetaria permanente y el crecimiento ilimitado del gasto público, que
generaban inflación y hacían inviable al “modelo kirchnerista” en el largo
plazo, conduciéndolo inexorablemente a una catástrofe (son abundantes las
comparaciones con Venezuela). En su lugar, el gobierno se propone recortar el
gasto público y reducir la emisión monetaria. Dice que apuesta a seducir a los
capitales extranjeros para que realicen inversiones genuinas que generen «empleo
de calidad».
En definitiva, el
gobierno afirma que es imprescindible “reorientar la economía hacia la inversión
y las exportaciones” porque considera que “el modelo de crecimiento basado en el
consumo interno está agotado” (Telam, 10/12/2016). Esta transición, entre un
modelo basado en el consumo a otro sostenido en la inversión, sostienen, resulta
inevitable y dolorosa. Pero sería la única forma de promover un crecimiento
sostenible y crear empleo de calidad.
El kirchnerismo y la salida progresista de las crisis
Los defensores de
la gestión anterior dicen que el gobierno de Macri está llevando adelante una
política económica típicamente neoliberal. El kirchnerismo sostiene que la
crisis fue generada por el mismo gobierno, porque alentó una distribución
regresiva del ingreso y realizó una apertura indiscriminada de las
importaciones. La pérdida del poder adquisitivo y el ingreso de productos
extranjeros, perjudicaron a los trabajadores y a las pymes, destruyendo el
mercado interno.
Para salir de la
crisis, argumentan, hay que recomponer el poder de compra de los salarios y
frenar el ingreso indiscriminado de productos importados, para insuflarle vida
nuevamente al alicaído mercado interno, fuente de toda riqueza. Si aumentan los
salarios, aumenta la demanda interna y por ende aumenta la producción nacional,
entrando nuevamente la economía en un círculo virtuoso, circuito que el gobierno
desarticuló, ocasionando el quiebre de empresas y comercios, generando hambre y
desocupación. El gobierno destruye cualquier “brote verde que pudiera surgir por
el lado del consumo y la producción nacional” (Página 12, 4/2/2017).
Entonces, para el
kirchnerismo, la crisis es responsabilidad del gobierno de Macri y proponen una
salida progresista, el aumento de salarios sería una de las claves para retornar
al círculo virtuoso de la economía. La rebaja de las tarifas aliviaría la
situación de las pymes y de la población en general. La recomposición del
mercado interno, beneficiando a los más necesitados, sería la clave para salir
de la crisis.
Una explicación desde la lógica del capital
Las crisis
económicas se originan cuando los capitalistas dejan de invertir. Entonces, la
economía se detiene. ¿Por qué los empresarios toman esa decisión? Porque las
ganancias descienden por debajo del mínimo que consideran deseable. ¿Cómo se
sale de la crisis? Incrementando nuevamente el margen de ganancias. En ese caso,
los capitalistas encuentran apetecible volver a invertir, así vuelve a girar la
rueda de la economía.
Entonces, los
capitalistas sólo invierten cuando consideran que la tasa de rentabilidad es
“razonable”, de lo contrario no lo hacen y se ingresa en un ciclo recesivo,
donde disminuye la producción y se despide personal.
Desde hace 5 años, por diversos motivos, las
ganancias capitalistas se fueron erosionando, en consecuencia, la inversión fue
cayendo. ¿Cómo se recupera la rentabilidad? Reduciendo el costo de la mano de
obra, es decir, bajando los salarios reales.
Más allá de cierta pirotecnia verbal, todas las
fracciones de la burguesía coinciden en este diagnóstico. Este es el motivo, por
el cual, las medidas económicas que proponían los principales candidatos
burgueses eran muy similares, esto también explica el transfuguismo.
Al contrario de
lo que piensa la progresía y sectores de la izquierda, no existen salidas
progresistas a las crisis capitalistas. Es decir, la economía no puede volver a
crecer aumentando los salarios o, como plantean algunos, estatizando los
resortes fundamentales de la economía, o mejorando las condiciones de vida de
las masas. En otras palabras, en el capitalismo, las crisis siempre las pagamos
los trabajadores.
Para relanzar el
ciclo de la acumulación capitalista, se deben generar las condiciones para
recuperar la tasa de rentabilidad, sólo entonces, el capital vuelve a invertir y
se reinicia el ciclo de crecimiento económico.
El ajuste que
está llevando adelante el gobierno actual, responde a necesidades profundas del
capital, no se debe a sus ideas neoliberales, ni a al origen gerencial de sus
ministros, ni a su educación en escuelas privadas, ni por mera maldad.
Las medidas gubernamentales tienen como objetivo recomponer la tasa de ganancias
de los empresarios. Su contraparte inevitable es el deterioro de las condiciones
de vida de las masas.
La quita de las
retenciones, la devaluación del peso, el aumento de los servicios públicos, los
estrictos topes salariales, las cláusulas de productividad, las buenas
relaciones con las potencias imperialistas, el disciplinamiento del movimiento
obrero, estos elementos tienen por objetivo incrementar las ganancias
capitalistas y generar un clima confiable de negocios, para incentivar la
inversión capitalista y reiniciar un nuevo ciclo de acumulación. Las denuncias
de corrupción, verdaderas o falsas, apenas encubren estos objetivos de fondo.
La única solución
definitiva en favor de los trabajadores consiste en terminar con el trabajo
asalariado, expropiar a los empresarios y socializar los medios de producción.
En caso contrario, el capital siempre encontrará la forma de recuperarse,
disminuyendo el salario de los trabajadores, recomponiendo sus ganancias y
reiniciado un nuevo ciclo de acumulación.
Sin embargo, los trabajadores no deben
contemplar pasivamente el ataque a sus condiciones de vida, resulta
imprescindible organizar la resistencia al ajuste, defendiendo los salarios, los
puestos y las condiciones de trabajo, fortaleciendo la organización en los
lugares de trabajo, practicando la democracia sindical, explicando pacientemente
la necesidad de la lucha colectiva y la solidaridad de clase, frente al discurso
gubernamental que promueve el individualismo y el sálvese quien pueda. Los
períodos recesivos son momentos en que se pierden ingreso y conquistas. Pero si
la clase obrera no resiste, las pérdidas serán mucho mayores y las posibilidades
de mejorar la relación de fuerzas serán escasas.
Crisis económica y democracia capitalista
La crisis económica deja en evidencia una
característica central del régimen capitalista. La decisión de invertir se
encuentra en manos de privados, es decir, está reservada a una pequeña porción
de la sociedad.
El conjunto
de la población está pendiente y sometida a las decisiones que adopte este
sector diminuto, al cual se nos invita a complacerlo para que no se disguste,
para que invierta y genere trabajo. Los empresarios son los únicos que resuelven
si se produce, qué se produce y cómo se produce. Son ellos los que
verdaderamente votan todos los días y no cada dos años, decidiendo la suerte de
millones de seres humanos. Son sus pareceres los que determinan la vida de la
inmensa mayoría de la población.
Ese gigantesco
poder de decisión está vedado a las grandes mayorías populares, lo ejerce una
pequeña minoría de la sociedad. Los socialistas proponemos que ese poder debe
pasar a manos del pueblo trabajador, socializando los medios de producción,
única manera de construir una sociedad verdaderamente democrática, terminando
con la dictadura del capital.
Las elecciones que se avecinan, cualquiera sea
su resultado, no torcerán la lógica implacable del capital, la crisis seguirá su
curso, sin que pueda ser resuelta en favor de la clase obrera, dentro de los
límites de este sistema.
Palabras finales
Tanto el macrismo
como el kirchnerismo han generado cierto sentido común entre sus seguidores y
franjas importantes de trabajadores. Por ese motivo, resulta fundamental
analizar los sistemas de ideas que defienden estas corrientes políticas
burguesas, porque sus explicaciones se han hecho carne en amplios sectores de la
población. Las experiencias cotidianas de millones de personas son procesadas
por el tamiz de estas interpretaciones de la realidad.
En definitiva, es
fundamental comprender sus argumentaciones, analizarlas seriamente y desmontar
sus supuestos, sembrando el terreno para una interpretación alternativa, una
explicación socialista del mundo. La batalla ideológica es tan importante como
la política y la sindical. En estos momentos, quizás como nunca antes en la
historia, es imprescindible reconstruir el ideario socialista entre las más
amplias masas de trabajadores, que dispute el sentido burgués del mundo.
Explicar pacientemente la lógica del capital, es parte de esa inmensa tarea.
-----
Crisis, Cambiemos y programas capitalistas
28 de julio de
2016
Por
Rolando Astarita
Los números de la crisis
De acuerdo
al INDEC, la actividad industrial cayó en junio un 6,4% con relación a junio de
2015; en el semestre retrocedió el 3,3% con respecto a igual período del año
pasado. Las mayores caídas en el interanual de junio son automotriz, 13,7%, e
industrias metálicas básicas, 12,4%. También en junio, la construcción bajó
19,6% con relación a junio de 2015, y la caída del primer semestre fue del
12,4%, con relación a igual período del año pasado (INDEC). Estas
cifras negativas no son compensadas por el crecimiento de la actividad
agropecuaria (aumento de un millón de hectáreas sembradas de trigo, otro millón
en maíz, repunte de la venta de maquinaria agrícola, las exportaciones primarias
crecieron 65% en el primer trimestre de 2016). El consumo en junio fue 9,8%
menor que en junio del año pasado; la caída en el semestre fue del 6,4% (CAME).
Según la CEPAL y el FMI, en 2016 el PBI argentino caerá 1,5%. Analistas privados
pronostican una caída todavía mayor. El déficit de cuenta corriente en el primer
trimestre de 2016 fue de 4.013 millones de dólares, con un déficit comercial de
1403 millones. En 2015 el déficit de cuenta corriente fue de 15.934 millones. El
déficit fiscal se mantiene a niveles elevados; la meta que se propuso el
gobierno, 4,8% del PBI, parece difícil de alcanzar. Por otra parte, en el primer
trimestre la deuda externa del sector público aumentó en 11.590 millones de
dólares, y la del sector privado no financiero en 4306 millones.
Los
salarios han tenido una fuerte caída, vía devaluación e inflación. Según el
Instituto Estadístico de los Trabajadores, (IET), desde diciembre a mayo los
salarios reales cayeron un 12%. FyE Consult evalúa que en mayo de 2016 el poder
de compra de los salarios era un 11% inferior a igual mes de 2015. Según la
Universidad Católica Argentina, en el primer trimestre de 2016 la pobreza
aumentó 5 puntos porcentuales, llegando al 34,5% de la población. Son 13
millones de personas (1,4 millones más que al final del gobierno de Cristina
Kirchner). La indigencia abarcaba al 6,9%. UNICEF dice que en Argentina hay 4
millones de chicos en la pobreza. Según la Dirección de Estadísticas de CABA,
para un matrimonio con dos hijos varones en edad escolar la línea de pobreza se
ubicó, en junio, en $12.356; la de indigencia, en el mismo mes, en $6110. Pero
la mitad de los porteños gana menos de $10.000 mensuales; el 20% tiene ingresos
por debajo de los $6000.
El
nudo de la crisis
Ya en otras
notas, y refiriéndonos a los gobiernos kirchneristas, hemos planteado que el eje
de la debilidad del crecimiento pasa por la debilidad de la acumulación, esto
es, de
la reinversión de la plusvalía para ampliar la escala de la producción y mejorar
la productividad. De hecho, una parte importante del excedente generado en Argentina se
canaliza al consumo suntuario
(incluida la construcción residencial suntuaria);
al gasto
improductivo; o sale del circuito productivo nacional, ya sea porque se atesora
en cajas de seguridad, bajo la forma de dólares o euros, o es enviado al
exterior.
Según el
estudio Ferreres, la suma de colocaciones en el exterior rondaría los 350.000
millones; Tax Justice Network lo calculaba, en 2012, en 400.000 millones de
dólares; CEFIDAR, también para 2012, en 374.000 millones. La OCDE dice que
Argentina es el octavo país por volumen de capitales en el exterior. Es
significativo que los propios ministros de Cambiemos, o el presidente Macri, que
llaman a invertir en Argentina, tienen millones colocados en cuentas en el
exterior.
El punto que deseo establecer es que el factor clave del desarrollo de las
economías capitalistas es la inversión.
La idea la encontramos en Marx, pero también
en Keynes. Subrayo esto último porque es un punto que parecen
desconocer muchos izquierdistas que se reivindican keynesianos. Así, en su muy
citado artículo del Quarterly
Journal of Economics, de 1937, Keynes afirma que su teoría podía
resumirse diciendo que “dada la psicología del público, el
nivel del producto y del empleo depende del monto de la inversión”
(énfasis agregado). Y esto sucede no porque la inversión sea el único factor del
que depende el output agregado, “sino porque es usual en un sistema complejo
observar como la causa causans aquel
factor que es más proclive a tener una fluctuación súbita y amplia”.
Desde el
enfoque marxista la cuestión es aún más clara, si se quiere. Dado que el
desarrollo de las fuerzas productivas depende de la reinversión de plusvalía, el
centro de los problemas del desarrollo es la ampliación del trabajo productivo.
El trabajo productivo es el que genera plusvalía (para una discusión de trabajo
productivo, aquí).
En consecuencia, en la medida en que la plusvalía se invierta en trabajo
productivo, habrá más plusvalía para incrementar la escala de producción. Esta
es, además, una tesis primordial de la Economía Política clásica, en particular
de los fisiócratas, Adam Smith y David Ricardo. Por eso Smith no consideraba
igual que la ganancia se gastara como renta en trabajadores improductivos (por
caso, servidores de los aristócratas, funcionarios de la Corte, etcétera) que en
trabajadores productivos.
La
cuestión la podemos ver con el circuito del capital: D – M (Ft y Mp)… P…M’- D’,
siendo D el dinero adelantado por el capitalista; M mercancías; Ft fuerza de
trabajo; Mp medios de producción; …P… es el proceso productivo; M’ la mercancía
valorizada; D’ igual al D adelantado + s, la plusvalía.
Aquí, el
consumo de los trabajadores empleados en el sector privado no es autónomo,
depende del ciclo capitalista. De manera que la caída de la demanda que desata
la crisis y la recesión no puede provenir de la caída del consumo obrero; ni la
recuperación de la economía puede ocurrir por un incremento autónomo del consumo
salarial.
Puede
verse también que no existe otra fuente de la plusvalía que el trabajo
productivo (…P…). La plusvalía se divide en ganancia empresaria, renta de la
tierra, interés e impuestos. Por lo tanto, el
gasto estatal tampoco es una fuente autónoma de demanda; depende de
la generación de plusvalía en el proceso productivo, y su realización en el
mercado, a través de la venta. De manera que no hay posibilidad de sostener
indefinidamente la demanda mediante gasto estatal. Si con las inyecciones de
gasto del Estado no se pone en marcha el proceso de acumulación (o sea, la
inversión), no hay recuperación de la demanda global, y por lo tanto no hay
salida de la recesión (o la depresión). Por este motivo a Marx jamás se le
ocurrió que se podía salir de una crisis sólo mediante inyecciones de gasto
fiscal. Tampoco a Keynes, o a los keynesianos “clásicos”, como Hansen, o incluso
Leijonhufvud.
Dado que éste
es el punto neurálgico del fetichismo estatista, es conveniente ampliar el
argumento.
La cuestión es que si durante una crisis el gobierno inyecta gasto fiscal (por
ejemplo, pagando a los trabajadores para que entierren y desentierren botellas,
como dice Keynes en la TG), el éxito o fracaso de la medida dependerá
crucialmente de lo que hagan los capitalistas con lo producido por el tirón de
demanda: si comienzan a invertir, el proceso ha tenido éxito. Si en cambio, el
plus de ingreso recibido lo atesoran, o lo destinan a bajar su deuda con los
bancos, y estos a mejorar sus balances, la demanda no habrá aumentado. Al
respecto, Leijonfvud observa que si en las recesiones “las empresas
temporariamente no encuentran que sus oportunidades de inversión sean rentables,
tratarán de mejorar sus balances cancelando préstamos bancarios, mientras que
los bancos, a su vez, responderán a este ‘reflujo’ devolviendo créditos del
Banco Central” (“Los ciclos largos en las visiones económicas”, reproducido en
Organización e inestabilidad económica, Buenos Aires, 2006, p. 8).
Esto significa que puede haber liquidez, proporcionada por la inyección de
gasto, sin reanimación del ciclo de acumulación. En contrapartida, se habrá
deteriorado el balance fiscal. Si la operación se vuelve a repetir sin éxito,
surgirá el déficit, o se incrementará.
El
déficit, por otra parte, debe cubrirse con deuda, o con emisión monetaria (ahora
el gobierno de Cambiemos recurre a ambas vías, en un intento de reanimar la
demanda). Pero si el endeudamiento aumenta por encima de ciertos niveles,
disminuye aún más la confianza de los capitalistas para invertir (como señala
Keynes en la TG). Por otra parte, si el déficit se cubre con emisión monetaria,
habrá más impulso inflacionario, sin que se reanime por ello la inversión. Estas
ideas, muy sencillas, ayudan a entender lo que está ocurriendo en estos meses de
gobierno de Cambiemos, de alto déficit, mayor endeudamiento y caída del
producto.
Experiencias recientes
Otro ejemplo
ilustrativo de lo anterior lo proporciona la dinámica de los años de gobiernos K.
Tengamos presente que durante el gobierno de Néstor Kirchner el PBI creció, en
promedio, 8,8% anual; durante el primer gobierno de Cristina Kirchner lo hizo al
3,5% anual; en el segundo gobierno de CK creció sólo el 0,2% anual (dato INDEC,
base 2004 revisado). Dado que la población argentina aumenta al 1% anual,
durante los últimos cuatro años del kirchnerismo el producto por habitante
retrocedió. Sin embargo, el
gasto fiscal no dejó de crecer en todos esos años. De hecho, pasó de
ser superavitario en 2003, a un déficit de aproximadamente el 6%, en 2015.
Además, el endeudamiento empezó a crecer de manera importante a partir de fines
de 2013 (ver
aquí). Sin embargo, la
inversión se mantuvo débil. En términos de PBI en los ocho años que
van desde 2008 a 2015, la inversión representó, en promedio, el 19,4% del PBI
(INDEC, valores a precios de 2004, cálculo propio). Aproximadamente el promedio
de los 1990. Y con una inversión en energía, transporte y telecomunicaciones a
niveles muy bajos.
Como
contrapartida, la fuga de capitales se mantuvo, desde 2008, en un nivel muy
elevado. Por eso, sin avances en productividad y tecnología, y con la caída de
los precios de las materias primas y la crisis de Brasil, se conjugaron las
condiciones para la crisis en el sector externo y la recesión.
Para que
se pueda ver todavía con más claridad, la actual situación de Santa Cruz es muy
significativa. La provincia recibió 520 millones de dólares cuando la
privatización de YPF, y otros 400 millones, aproximadamente, cuando el
gobernador Kirchner vendió las acciones a Repsol (final del gobierno de Menem).
Más tarde, desde 2003 a 2015, Santa Cruz recibió ingentes flujos de dinero,
provenientes del Estado, para la obra pública. Sin embargo, no
hubo desarrollo productivo, y la provincia hoy está sumida en una
profunda crisis. Podemos decir que todas las cuestiones del desarrollo se
condensan en este caso paradigmático de ausencia de inversión en trabajo
productivo.
Cambiemos
y oposición burguesa: salida capitalista a la crisis capitalista
En el modo
de producción capitalista la salida de la crisis ocurre cuando se generan las
condiciones para que el capital retome la inversión. Pero esto significa, entre
otras cosas, mejorar y/o garantizar las condiciones de explotación de la clase
obrera y de realización de la plusvalía. Es lo que está intentando hacer el
gobierno de Cambiemos: bajar los salarios (en especial, en relación al tipo de
cambio); reducir los derechos del trabajo (ahí está el ejemplo del ataque a los
juicios laborales); garantizar los derechos del capital. En esencia, es también
el programa del peronismo “serio”, del Frente Renovador, y fuerzas similares que
están en la oposición. Pueden existir tensiones y
rencillas sobre formas y ritmos, pero para atraer inversiones nadie saca los
pies del plato. Los acuerdos con el CIADI; la aceptación de tribunales
extranjeros para resolver disputas sobre la deuda; el pago a los holdouts y
al Club de París; la indemnización a YPF; los acuerdos secretos con Chevron; los
mayores beneficios para la gran minería; la reducción de impuestos y el aumento
de tarifas; la plena libertad para remitir dividendos al exterior, entre otras
medidas, forman parte de la misma textura. En la misma política se inscribe el
intento de que los salarios no se indexen según la inflación, o según la suba
del tipo de cambio. Por eso los padecimientos de la clase trabajadora no se
acabarán cambiando los personajes al frente del Estado.
La idea
central del marxismo entonces es que no hay salidas a la crisis, indoloras para
la clase trabajadora, en
tanto permanezcan las relaciones de propiedad capitalistas. El
capitalista que tiene cientos de miles, o millones, de dólares en el exterior,
no tiene ningún apuro por invertir en Argentina, o en algún otro lugar en
particular. Por eso, el poder del capital no se ejerce solo a través de las
estructuras políticas, jurídicas e institucionales. También es poder
económico de hecho. Nunca debería olvidarse que la relación
capitalista es una relación de dominación de la clase que es propietaria de los
medios de producción y de cambio, sobre los que no tienen más que su fuerza de
trabajo para vender (ver aquí).
Plantear las cuestiones de fondo, sin alentar falsas ilusiones
El
discurso del socialismo debe partir de lo real, de las condiciones existentes.
Es necesario luchar en defensa de los salarios y las condiciones de trabajo sin
por eso abrigar ilusiones en los partidos del capital. Ni en las
“soluciones” del reformismo estatista. No hay que alentar ningún tipo de frente
programático con las organizaciones “socialistas burguesas”, pequeñoburguesas o
nacionalistas burguesas, por más “radicales” que sean sus discursos. No
existe ninguna progresividad en sus programas. Por eso es necesario meter
una dosis de “vinagre y bilis” en los llamados a la “unidad del pueblo” de los
que han llevado al movimiento popular a la desmoralización y la derrota.
En otra
entrada escribimos: “…la crítica marxista busca poner de manifiesto las
conexiones reales, internas, del modo de producción y de la sociedad
capitalista, y por este mismo hecho, no deja espacio para las ilusiones. De aquí
resulta también un mensaje que puede considerarse “pesimista”, ya que viene a
decir que en tanto subsistan las relaciones de propiedad capitalistas, los
problemas de fondo de las masas trabajadoras van a persistir.
Esto
porque las conquistas de las luchas sindicales y reivindicativas encuentran un
techo en las leyes de la acumulación capitalista -cuando crece la combatividad,
los capitalistas reemplazan mano de obra por maquinaria, se niegan a invertir,
etcétera- y en las estructuras del Estado, que defienden la propiedad privada
del capital. Por eso, el mensaje de Marx a los trabajadores es que hay que
luchar por mejoras, pero sin albergar ilusiones: en tanto subsistan la propiedad
privada del capital, y el Estado capitalista, estarán condenados a reiniciar la
pelea, una y otra vez” (aquí). Este
enfoque es el eje de la independencia de clase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario