domingo, 17 de septiembre de 2017

II. Es hora de percibir qué mundo el capitalismo impone y las razones de las disputas territoriales desde abajo

La nueva cara del colonialismo:

los acuerdos de asociación económica entre 

la Unión Europea y África.

14 de septiembre de 2017

 

Un nuevo informe de GRAIN capta voces de diferentes ámbitos del continente africano que nos hablan de los devastadores efectos de los Acuerdos de Asociación Económica (AEE) impulsados por la Unión Europea (UE), en relación con la soberanía alimentaria y la agricultura en pequeña escala.

Desde 2002 los países de África, El Caribe y Pacífico (ACP) negocian un acuerdo recíproco de libre comercio conocido por el nombre de Acuerdo de Asociación Económica (AAE) con la Unión Europea (UE). Si bien se publicitó como la solución mágica que impulsaría la industrialización y el desarrollo de los países del ACP es, en realidad, un acuerdo injusto que está inserto en un ámbito colonial. Aunque no ha sido muy divulgado, el AAE ha enfrentado una oposición permanente en todos los países ACP, sobre todo por su efecto devastador sobre los pequeños agricultores. Los casos de algunos países africanos presentados aquí son ilustrativos de la forma en que las comunidades están luchando para retomar el control sobre sus recursos y proteger sus mercados de la avalancha de alimentos procesados a bajo precio procedentes de la UE, junto con pesticidas y organismos genéticamente modificados.

“Una tonelada de cacao tiene un valor aproximado de mil 300 dólares, mientras que un vehículo 4x4 vale actualmente unos 120 mil dólares. De manera que se necesitan unas 92 toneladas de cacao para intercambiarlo por un 4x4. Pero para obtener una tonelada se necesitan no menos de 8 hectáreas de tierra. El agricultor de cacao promedio de Gana posee solamente unos 2-3 acres, lo que significa que le tomaría a él o ella más de 500 años producir el suficiente cacao para comprar un 4x4.” John Opoku, abogado y activista de derechos humanos, Gana. E sta afirmación muestra con claridad las horribles condiciones comerciales que deben enfrentar a diario los africanos y otras personas del Sur global. Desde tiempos inmemoriales, los países del Sur Global han firmado acuerdos comerciales injustos con el resto del mundo —lo que los mantiene en una pobreza permanente! El tipo de comercio y los beneficios que se derivan de estos acuerdos siempre han sido a favor de un solo lado. Los llamados Tratados de Libre Comercio (TLC) continúan apareciendo por diversos rincones. Uno de estos TLC es el Acuerdo de Asociación Económica (AAE). Desde septiembre de 2002, los países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP) negocian AAEs como acuerdos comerciales recíprocos con la Unión Europea (UE), Desde 2002 los países de África, El Caribe y Pacífico (ACP) negocian un acuerdo recíproco de libre comercio conocido por el nombre de Acuerdo de Asociación Económica (AAE) con la Unión Europea (UE).

Si bien se publicitó como la solución mágica que impulsaría la industrialización y el desarrollo de los países del ACP es, en realidad, un acuerdo injusto que está inserto en un ámbito colonial. Aunque no ha sido muy divulgado, el AAE ha enfrentado una oposición permanente en todos los países ACP, sobre todo por su efecto devastador sobre los pequeños agricultores. Los casos de algunos países africanos presentados aquí son ilustrativos de la forma en que las comunidades están luchando para retomar el control sobre sus recursos y proteger sus mercados de la avalancha de alimentos procesados a bajo precio procedentes de la UE, junto con pesticidas y organismos genéticamente modificados, dentro del acuerdo de Cotonou.

Estos AAEs tienen como objetivo liberalizar aún más las economías de las ex colonias europeas, una jugada que podría tener consecuencias de gran alcance para los agricultores, pescadores, mineros, trabajadores y consumidores a lo largo de las regiones involucradas. Antes de los AAEs, los países ACP tenían acuerdos comerciales preferenciales con la UE. Unos de estos acuerdos fue la iniciativa “Todo Menos Armas” (EBA en inglés) que ofrecía un acceso unilateral no recíproco a los mercados de la UE para los países menos desarrollados (LDC en inglés), garantizando a los LDC una excepción de aranceles y cuotas para acceder a los mercados de la UE. A pesar de esta apertura, los países ACP raramente lograban completar las cuotas de exportación permitidas hacia la UE bajo el acuerdo EBA. Uganda, por ejemplo, tiene una cuota de 5 mil toneladas métricas para el azúcar, pero sus exportaciones a la UE nunca alcanzaron esta cantidad, debido en parte a las estrictas normas de origen europeas y a las restricciones en la capacidad de oferta.

El principio invocado por la UE para cambiar del EBA al AAE con los países ACP, fue que el comercio preferencial no estaba en regla con las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esto fue una artimaña, ya que las excepciones a las reglas de la OMC siempre son posibles. En realidad, la idea fue promover aún más la liberalización en las tres regiones para el beneficio del capital europeo (en primer lugar los exportadores, y los nversionistas en el largo plazo), creando un mercado global con las mismas reglas en todas partes. Los paí- ses ACP obtendrían como resultado, supuestamente, un mayor crecimiento, más puestos de trabajo y transferencia tecnológica.[1]

En realidad, las promesas del AAE no son en nada diferentes de las que vimos y oímos cuando anunciaron las grandes cosas que se ofrecían en los ahora fallidos Programas de Ajuste Estructural (SAP en inglés) —¡cuyos efectos aún se sienten! Ambos están insertos en un marco de colonialismo que permite a las corporaciones transnacionales de la UE y del Norte Global extraer materias primas desde estos países, estableciendo sus propias condiciones. Como con todos los TLCs, el AAE debe ser analizado y entendido como una serie de eventos interrelacionados que son negociados uno tras otro con el único propósito de paralizar las economías emergentes.

En lugar de intentar acuerdos TLC bilaterales con los 79 países ACP, Europa dividió a los países ACP en 7 bloques —África Occidental, África Central, África Oriental y del Sur (ESA en inglés), la Comunidad de África Oriental (East African Community o EAC), Southern African Development Community (SADC), el Caribe y el Pacífico. El proceso fue presentado como una forma de promover la integración regional. Sin embargo, desde que se inició en septiembre de 2002, se ha generado una gran división y frustración, los plazos no se han respetado y la situación actual, como se ilustra en el mapa, es muy confusa, especialmente en el continente africano.

Efectos del AAE en la alimentación y los agricultores de África
Desde el inicio, el AAE ha estado envuelto en controversias. Esto es debido a ciertas cláusulas que se incluyeron en el acuerdo y que implican una seria amenaza a los derechos humanos y obliga a la privatización de sectores críticos de las economías nacionales.

Esto es especialmente cierto en la mayoría de los países africanos. Además de socavar la soberanía nacional, los AAE desestabilizaron los procesos de integración regional, ahogaron a las industrias locales y redujeron el espacio político de la sociedad civil. Son de particular interés los efectos del AAE sobre la agricultura de África, en especial la agricultura e pequeña escala, la columna vertebral de la mayoría de las economías de África.[2] Los pequeños agricultores de África corresponden al 90 por ciento de todas las propiedades agrícolas, pero tienen acceso solamente al 15 por ciento de las tierras agrícolas del continente; además, los pequeños agricultores proveen el 90 por ciento de la semilla que se usa en el continente africano. Los pequeños agricultores producen 80 por ciento del abasto de alimentos en estas regiones. Cerca de 43 por ciento de la mano de obra agrícola en el África Sub-Sahariano son mujeres. Se estima que el sector de la pesca y la acuicultura dan empleo a cerca de 13 millones de personas en el África Sub-Sahariano.

El pastoralismo es un medio de subsistencia para 50 millones de personas, de los cuales, entre 12 y 22 millones se hallan en el Cuerno de África. En paralelo a este sector esencial, el sector de las plantaciones dominado por los grandes capitales, produce cultivos de exportación como bananas, caña de azúcar, cacao, piña, té y café.[3] Los pequeños agricultores producen para alimentar a sus propias comunidades y mercados locales y no tienen la capacidad ni el interés real de producir para Europa. Gracias a las desequilibradas normas del libre comercio, la UE tiene un lucrativo acceso a los mercados africanos, a través de la exportación de alimentos procesados. Al contrario, los países de África están amarrados al negocio menos lucrativo y menos sustentable de la exportación de materias primas agrícolas, como el café y el algodón, hacia los mercados de la UE.

La liberalización del mercado de la EAC significa que los productos baratos y subsidiados provenientes de la UE pueden circular libremente por la región y, finalmente, paralizar al sector industrial. Por lo tanto, tienen mucho que perder en un TLC con Europa, el cual permitiría que los productos alimenticios europeos desplacen a sus propios productos y esto abriría la puerta a las compañías europeas para establecer más plantaciones, granjas pesqueras y otras operaciones de exportación agrícola que afectaría su acceso a la tierra, agua, semillas y mercados.[4] La experiencia ya muestra que los acuerdos con Europa no existen para beneficiar a los países africanos, sino para abrir sus fronteras a las compañías europeas para que vengan y produzcan para sus propios mercados. Consideremos el caso de África Oriental donde este acuerdo ya está afectando la seguridad alimentaria de muchos y destruyendo el ambiente natural. África Oriental es el territorio del Lago Victoria, el segundo lago de agua dulce más grande del mundo. El lago tiene una variedad de peces que es la fuente de sustento de muchas personas en toda la región. Sin embargo, las personas comunes de África Oriental ya no pueden pagar estos pescados. Como resultado, sólo tienen acceso a comprar, al alcance de sus bolsillos, los mgongo wazi (esqueleto de pescados).

Los mgongo wazi son restos de pescado provenientes de las empresas de pescado que procesan la pesca del Nilo para exportarla. Esto, junto con la producción de flores, cacao, algodón, habichuelas y café, confirman que la producción en África está, fundamentalmente, orientada a la exportación hacia la UE.

El ofrecimiento de acceso al mercado de la Comunidad de África Oriental en el AAE
El objetivo de las negociaciones del AAE era promover la liberalización de las economías africanas así como aumentar el acceso de las compañías europeas a los mercados africanos. De este modo, los países africanos, como muchos de los países de la ACP, fueron obligados a abrir sus mercados progresivamente a los productos europeos como se ilustra en la secuencia de liberalización de más abajo. A primera vista, el programa garantiza la protección a las nuevas industrias y los productos “sensibles”. Al revisar con cuidado, aparecen en el programa contradicciones increíbles que no pueden ser pasadas por alto. Por ejemplo, por un lado, la EAC ha protegido la harina de maíz (Código HS, 6 dígitos 110220) con un arancel de 50%. Sin embargo, por otro lado, el almidón de maíz (Código HS, 6 dígitos 110812), que es un subproducto de la harina de maíz, fue liberalizado. Estas contradicciones se producen igualmente en otros productos como las papas. Con este tipo de programa de liberalización, la posibilidad de agregar valor a través del procesamiento de los productos agrícolas estará limitada y también comprometerá la seguridad alimentaria, dados los vínculos de apoyo entre la agricultura y la industria alimentaria.

La colonización de los mercados agrícolas en África
Algunos países de la UE también son parte de la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición del G7 (NASAN), la cual está apoyando en forma directa la expansión de las principales compañías de agronegocios como Bayer y Unilever en África. Para ello, estos países participan en el programa de apertura de los mercados africanos a las empresas de la UE, de manera que puedan vender sus pesticidas, semillas transgénicas y alimentos procesados baratos. Además, las compañías semilleras se enfrentan a mercados saturados en Norteamérica, Europa y Japón. Cada vez es mayor la presión sobre África para abrir mercados a sus productos. Por ejemplo, el presidente de Syngenta, Ren Jianxin, aspira a duplicar el tamaño de Syngenta en los próximos 5 a 10 años. Jianxin ya ha señalado que esta expansión ocurrirá principalmente en India y los países de África.[5]

Una vez que el gobierno de Kenia advirtió que el sustento de cerca de 60 mil productores lecheros se vería afectado negativamente por la importación de leche en polvo y productos lácteos desde la UE, optó por poner los productos lácteos en la lista de productos sensibles. En África Occidental, los lácteos están excluidos, a excepción de la leche en polvo, de la que Nigeria es el importador más grande. En el caso de Sudáfrica, algunas carnes y lácteos han sido excluidos, pero no todos.[9] La pesca es otro sector amenazado por el AAE en los países africanos. Los aranceles para el comercio de pescado están diseñadas, claramente, para proteger a los procesadores de pescado de la UE y asegurarles el máximo de flexibilidad posible para abastecerse de pescados, a los precios más bajos, en los mercados africanos. Como resultado de la enorme diferencia de aranceles entre los productos de pescado procesado y no procesados para entrar a los mercados de la UE, las pesquerías de África se ven forzadas a exportar productos de pescado no procesado, a bajos precios, mientras que los productos de pescado enlatado provenientes de la UE invaden los mercados locales. La liberalización del sector de pesquería no tiene beneficio alguno para los pueblos de pequeños pescadores. En cambio, lo que se observa es un aumento de casos de personas que no tienen para pagar por el pescado, que hay pesca de arrastre ilegal en las áreas costeras y que disminuyen las reservas debido a la sobrepesca.[10]

Un acuerdo para negociar derechos para la industria de semillas
Como se señaló, los AAE entre la UE y África sólo implican, por ahora, comercio en bienes. Pero éstos contienen una cláusula que señala que en un periodo de 5 años, las partes negociarán capítulos adicionales bajo la cláusula Rendezvous. Esta Cláusula estipula que, dentro de un plazo de cinco años, una vez que el acuerdo entre en vigencia, las partes deben comprometerse a concluir negociaciones en otros asuntos. Esto incluye negociaciones en áreas de servicio, inversión, adquisiciones de gobierno, comercio y desarrollo sustentable, derechos de propiedad intelectual y políticas de competencia.[13]
Respecto a la propiedad intelectual, si tomamos el AAE del Caribe como ejemplo, los Estados africanos pueden esperar que la UE presente nuevas reglas que van más allá del estándar internacional actual, como fue establecido por la OMC. Se les pedirá que adopten las reglas de la UPOV, las cuales conceden derechos a los fitomejoradores equivalentes a patentes, para aumentar las ganancias de las compañías multinacionales de semillas y, posiblemente, que se integren a la UPOV.[14]

Un acuerdo para entregar más derechos a los inversionistas extranjeros
No está claro cuán lejos llegará la UE para exigir la liberalización de las reglas de inversión que las compañías de la UE gozan bajo otros acuerdos similares en otras regiones, incluyendo el poderoso sistema de Arbitraje de Disputas Inversionista-Estado (ADIE o ISDS en inglés). Este sistema es un mecanismo de procedimientos que es incluido en acuerdos internacionales de inversión. Permite a los inversionistas extranjeros llevar un caso, directamente en contra del estado donde invirtieron, ante un tribunal de arbitraje, si sienten que el Estado ha roto las reglas establecidas en el acuerdo. Si las últimas negociaciones se toman como modelos, la UE podría presionar por una liberalización lo más amplia posible, junto con una versión modificada del ISDS que la UE incluyó en un reciente acuerdo comercial con Canadá.

Una preocupación importante se relaciona con la tierra. Los TLCs tienden a promover el concepto de “tratamiento nacional”, lo cual significa que los inversionistas extranjeros deben recibir el mismo trato que los inversionistas nacionales. A menos que los Estados de África tomen una posición sobre esto, el AAE podría convertir en ilegal la restricción de acceso a tierras agrícolas por parte de extranjeros. Además de la tierra, liberalizar las reglas sobre inversión asegurará a los agronegocios europeos y las principales cadenas de menudeo —de Nestlé y Danone a Carrefour—obtener amplios beneficios al desarrollar su presencia en África. Los efectos devastadores sobre el sector agrícola se extienden hacia otros sectores. Debido a los injustos acuerdos comerciales, la industria local de alimentos procesados está en decadencia o luchando por mantenerse en la mayoría de los países africanos. Junto con esto, la capacidad de los agricultores para producir alimentos para sus propias comunidades y mercados locales está comprometida y, con esto, la soberanía alimentaria. La predominancia de cultivos comerciales orientados a la exportación en África es uno de los signos de que la explotación colonial está viva y goza de buena salud, 50 o 60 años después de la independencia de muchos países de África. Producción y transformación “Si alguien está tratando de planificar con ustedes según dónde estén ustedes ahora, cuando ustedes tienen planificado mudarse a otro sitio, será sabio anticiparse y asegurarse que el acuerdo prevea donde estarán ustedes. El problema con los AAE es que no anticipa qué tipo de economía industrial queremos ser.”[15] La participación de la manufactura de África es, sin lugar a dudas, tan pequeña que llevó a la Unión Africana (UA) a implementar una iniciativa llamada Plan de Acción para el Desarrollo Industrial Acelerado (AIDA en inglés). AIDA se adoptó en 2007.

Si la manufactura ya está luchando para sobrevivir, un AAE no será la poción mágica que necesita África para desarrollar su sector manufacturero. Cuando se trata de los productos manufacturados, la firma de un AAE significa que la industria y los productos se tienen que adherir de manera estricta al estándar europeo, antes de que puedan ser aceptados para exportarlos a la UE. Como lo señala John Opoku, adherir a los estándares, lo que realmente significa es priorizar el sector manufacturero de Europa a expensas del de África. Él argumenta que “aun el aceite común de palma tiene que alcanzar los estándares antes de que le permitan exportar. El pescado tiene que cumplir ciertos estándares, de otra manera no podemos exportar pescado. De manera que uno encuentra que llega a ser un medio para restringir nuestra matriz productiva y permitirles a ellos que continúen trayendo sus mercaderías.”[16] Esto es cierto para casi todas las economías de África, las cuales siguen exportando productos sin procesar que, eventualmente, volverán al mismo país, procesados y más costosos. Kenia es uno de los principales productores de café, pero un keniano común no puede pagar por un café instantáneo. Precisamente, es por estas razones que Tanzania y Nigeria se han encaminado a no firmar el AAE.[17]

Lo que sigue
Otra importante preocupación en relación al AAE es el Brexit y su aparente impacto sobre el AAE. No es desconocido que Gran Bretaña es el principal consumidor de la mayoría de los productos de estos países. Solamente para la EAC, Gran Bretaña representó un 35.5% del total de las exportaciones de la EAC hacia la UE en 2015. El Brexit debiera llamar a una inmediata suspensión de las negociaciones porque las partes en negociación han cambiado. África Kiiza, de SEATINI, explica que “Primero necesitamos determinar las consecuencias del Brexit. […] Porque es posible que no nos beneficiemos, pero la UE [sin Gran Bretaña] se beneficia de muchas maneras”.[20] A pesar del obvio desorden que existe, la UE continúa presionando fuertemente a los bloques más reticentes, como África Oriental y Occidental, para que firmen el AAE. Todo esto ocurre en el contexto de las inminentes negociaciones por la sucesión del Acuerdo de Cotonou, que expira en 2020. Los Estados de la ACP ya han anunciado que quieren cambiar su acuerdo de relaciones de inversión con la UE, desde el libre comercio a uno de régimen preferencial bajo un nuevo acuerdo. Además está el Área de Libre Comercio Continental (CFTA en inglés) la que fue establecida durante la Cumbre de la Unión Africana como un intento de llevar por una vía rápida la integración comercial a nivel continental considerada en el Tratado de Abuja de 1991. El CFTA es un intento de la Unión Africana para crear la Comunidad Económica Africana. Entre otros aspectos, debe negociar asuntos relacionados con la eliminación de aranceles, reglas de origen, barreras no arancelarias, estándares sanitarios y fitosanitarios, facilitación del comercio y comercio de servicios. Se espera que se complete a fines de 2017. El AAE se ha encontrado con todo tipo de obstáculos como el Brexit, con un creciente aumento de las tendencias nacionalistas y con la xenofobia, así como con otros procesos internos nacionales que están dificultando los acuerdos regionales e internacionales. Hay una oposición creciente contra los TLCs en África y otros países. Aun dentro de la UE, existen movimientos que se oponen al AAE. Como consecuencia, los gobiernos difícilmente son capaces de aprobar estos acuerdos. Estos contratiempos representan una oportunidad perfecta para renovar la oposición al AAE y otros TLCs futuros, como el acuerdo post Cotonou que está siendo desarrollado actualmente. Éste es el momento para que todo el programa de los TLCs en África deba ser cuestionado y los grupos se junten para presionar por un nuevo acuerdo. Ahora es el tiempo para que los países de África prioricen a sus ciudadanos y a sus necesidades, antes de negociar y firmar los TLCs.
Referencias: (…)

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