domingo, 29 de julio de 2018

II. Los gobiernos progresistas, como los neoliberales, promueven los extractivismos.

¿A qué país tienden? Reterritorializado conforme a la eficiencia en la transferencia 
de recursos naturales y militarizado 
contra la autodeterminación de 
 sus respectivos pueblos.
 

Analicemos el desarrollo capitalista en el país, continente y mundo, comprobaremos que la profundización del proyecto K es el que gestiona Mauricio Macri. El primero estableció las bases para el segundo como el neoliberalismo del siglo pasado hizo viable al neodesarrollismo durante el boom de los commodities y por institucionalización de la rebelión popular entre 2001-2002. Es decir que nuestra interpretación de la realidad argentina requiere modificaciones radicales, una reside en relativizar la importancia de las elecciones y dejar de atribuir la presidencia de un integrante del poder económico local a sus votantes. Otra nos exige desentramparnos de la creencia en lo nacional-popular del gobierno CFK. Algunas de las principales pruebas es el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2010-2020, la ley Monsanto y la ley Chevron, además de cuanto hizo por la Barrick Gold. Pero responde a políticas de estado. En el mundo entero, el capitalismo dependiente sólo se subdesarrolla cada vez más. Ya hace décadas que el sistema y las burguesías locales lo imponen mediante dictaduras militarizadas y democracias restringidas.

 

Hoy, abajo, enfrentamos no sólo al gobierno de Macri sino sobre todo al capitalismo representado por el FMI, el G-2O y hasta los BRICS. El Grupo de los Veinte tiene 3 ejes de discusión, cuyas conclusiones se expondrán y debatirán en su cumbre en Buenos Aires a fines de noviembre. Son futuro del trabajo, futuro alimentario sostenible e infraestructura para el desarrollo. Consideremos sólo la última para constatar cómo se reterritorializa el país-continente y sus gravísimas consecuencias. También estimar cómo el progresismo contribuyó y contribuye a esa conversión del planeta en inhabitable.

 

La infraestructura para el desarrollo que tiene el G20 se planificó en el 2000 como Iniciativa para la Integración Regional Suramericana (IIRSA). Con motivo de sus quince años (en 2015) Raúl Zibechi señaló es "Interconexión sin integración" y aclaró:

"La IIRSA es una iniciativa que rompe con la tradición histórica de Latinoamérica como una región con personalidad propia, para situarse en el estrecho marco de América del Sur. El concepto de América Latina había nacido en el siglo XIX en contraposición a la América imperialista, pero ahora asistimos a un paulatino desplazamiento que coloca en el centro del escenario la idea de América del Sur, como destaca con acierto Porto Gonçalves.

Por el contrario, Sudamérica es una espacio geopolítico formulado por los estrategas militares ligados a la dictadura brasileña (1964-1985), como Golbery do Couto e Silva, uno de los principales teóricos de la doctrina de seguridad nacional elaborada en la década de 1950 por la Escuela Superior de Guerra. Fue además creador del Servicio Nacional de Informaciones en 1964, presidió la filial de la multinacional estadounidense Dow Chemical y fue autor del libro “Geopolítica del Brasil”[8]". Leer
La implementación de IIRSA ha sido en silencio y se completa con el Plan Puebla Panamá también presentado en el año 2000 pero desde hace años se lo conoce como Proyecto Mesoamérica. Ambas megas infraestructuras, la del sur y la del norte de nuestro continente, están orientadas a hacer más eficiente la exportación de commodities extraídas en escala gigantesca del país-continente. A consecuencia de esta transferencia de riquezas que se acompaña de fuga de capitales y endeudamiento, se consolida el subdesarrollo del Abya Yala (o sea su empobrecimiento y dependencia).
La IIRSA que UNASUR propulsa dentro del COSIPLAN (Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento) utiliza préstamos usurarios no sólo de los BID, CAF y Fonplata sino que incorpora como nuevos acreedores y planificadores de esa interconexión al Banco de Desarrollo de China y el Banco de Desarrollo de BRICS. El Observatorio de la Deuda en la globalización (OGD) nos esclarece sobre este financiamiento (para acabar con las territorialidades de los pueblos) al titular su artículo "Mega-infraestructura como mecanismo de endeudamiento", «el riesgo de deuda ilegítima, ecológica y de género».
Examinemos la IIRSA desde la violencia que practica en las clasificadas, por el capitalismo, como "zonas de sacrificio". El sistema ejerce racismo cuando así las designa y también encubrimiento de la violencia de:
a) Convertir derechos esenciales a la vida (agua, energía y alimento) en commodities o mercancías para los oligopolios de las potencias. Es privar de esas condiciones básicas para la supervivencia humana.
b) Despojar y/o contaminar territorios (comunidad, economía, cultura...y no sólo ambiente físico). Aún más complementa a los extractivismos (monocultivos de transgénicos, mega minería, súper explotación de la pesca y los hidrocarburos) en la reconfiguración territorial que implica cambios en la naturaleza casi irreversibles.
c) Interconectar enclaves o neofeudos donde las transnacionales y sus socios locales reinan restringiendo acceso, y degradándolos, a los subsistemas sostén de la vida como son: el suelo, el agua, el aire y la biodiversidad del lugar.
Ejemplifiquemos mediante la megaminería del litio. Se la proyecta en Salta-Jujuy sin importar las 33 comunidades indígenas (hoy 7.000 personas) que desde siglos habitan las Salinas Grandes. Sin embargo, éstas defienden sus territorios (es decir modos de vida o culturas, propiedad colectiva..) y reclaman que no se alimentan de baterías. "Saben que la minería del litio extrae grandes cantidades de salmuera y agua que luego se secan al sol en mega piscinas. Son concientes que viven en cuencas cerradas cuyas fuentes de agua están interconectadas y pueden llegar a secarse definitivamente haciendo la vida en el salar inviable. Como explica Sandra Flores, de la comunidad de Coyo en Atacama, esta posibilidad se vive como un potencial genocidio cultural". Leer

Por el contrario, las elites locales como la clase política, los científicos e intelectuales afines tratan de convencer a la opinión pública del país que la del litio se distingue de la a cielo abierto por no envenenar pero nada dicen del consumo enorme de agua en desiertos ni del cambio radical del ecosistema aniquilando sus equilibrio dinámico, humedales y perturbando al ciclo del agua hasta de zonas alejadas. En torno de esta superexplotación de la Naturaleza se hallan las grandes automotrices, principales beneficiarias también de la IIRSA. La solución de Bolivia de estatizar la extracción e industrialización del litio no cuestiona la escala de la extracción que es ecocida ni el destino hacia la sociedad de consumo que es alienante de la humanidad. La investigadora y docente Bárbara Jerez nos ubica: “El eco-capitalismo en torno al litio esconde la devastación de siempre”.
 
Tampoco el «modelo económico social comunitario productivo» del gobierno de Evo Morales-Álvaro García Linera se contrapone al capitalismo, por el contrario es exitoso en incorporar las culturas indígenas al crecimiento económico capitalista. Veamos cómo lo describe Luis Alberto Arce" se identifican cuatro sectores estratégicos en Bolivia para generar excedentes económicos: hidrocarburos, minería, electricidad y recursos ambientales.
     Son los viejos y tradicionales sectores de los que ha vivido el modelo primario exportador.(...)
Por otro lado, entre los sectores generadores de ingreso y empleo figuran la industria manufacturera, el turismo, la vivienda y el desarrollo agropecuario.
De acuerdo con el nuevo modelo, para desarrollar a Bolivia, generar esa transformación productiva y modificar el modelo primario exportador, se requiere llevar los excedentes de minería, hidrocarburos, energía eléctrica y recursos naturales hacia los sectores que generan empleos para los bolivianos. En este modelo -amplió Arce- el Estado funciona como ente redistribuidor, con la capacidad de transferir los recursos de los sectores excedentarios a los generadores de empleo e ingreso".
 
En la visión extractivista del progresismo, la naturaleza es un cúmulo de recursos naturales que soporta una extracción ilimitada. También esta conciliación con el capitalismo se da en el planteo de objetivos de la industrialización y de fuentes laborales. Como el sistema-mundo ignora o menosprecia que la naturaleza es sistémica y finita. En cuanto a la generación de empleos e ingresos y la industrialización no procura una nueva sociedad sino la mercantil con cierta distribución abajo.
 
Según avanzamos en intentar explicar la IIRSA, no podemos dejar de escrutar el desarrollo capitalista. El agropecuario ha introducido la soja transgénica en los países bajo gestiones progresista y neoliberal. La expansión de la soja transgénica concreta el acaparamiento gran capitalista de tierras, de agua de riego y de las gigantescas infraestructuras. Hace a la contaminación ambiental (suelo, agua, aire y alimento) y al envenenamiento primero de las poblaciones cercanas pero luego a todas por la falta de fronteras en la naturaleza y por mercancías contaminadas. Desertifica porque, a diferencia del desierto donde hay especies adaptadas, sólo vive el monocultivo con genética modificada para resistir al glifosato u otro agrotóxico más letal. Éste mata los seres que construyen la fertilidad del suelo, los polinizadores como las abejas, los otros cultivos...las personas.
 
La ampliación de las fronteras agrícolas deforesta o sea elimina bosques y selvas cuyas biodiversidades generan los tan imprescindibles equilibrios ecológicos. Lleva a cabo ecocidios que son etnocidios. También produce genocidios silenciosos al arrasar con la agricultura diversificada, la ganadería, los tambos y envenenar. Está aniquilando la soberanía alimentaria y haciendo a la desaparición forzada de pequeños- medianos productores, campesinos e indígenas. Todavía más, el capitalismo representado por la asociación de corporaciones del agronegocio con las automotrices y petroleras pero también con capitales financieros concentra tierras para los agrocombustibles en detrimento de la producción de alimentos.
 
En fin, para perfeccionar la República Unida de la Soja (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia) como la designó Syngenta está la Hidrovía Paraguay- Paraná-Uruguay que profundiza los cambios irreversibles en los ecosistemas como las disminución de la densidad de poblaciones, y extinción, de las especies que los componen. Toda esta reterritorialización ataca las posibilidades de buenos vivires abajo y es causa de sequías e inundaciones de mayor frecuencia y gravedad.
El capitalismo se empeña en mantener la civilización petrolera y nos hunde en crisis ecológica, energética, alimentaria. Confía que la sociedad de consumo puede seguir encandilando a las grandes mayorías pero éstas cada vez más resultan víctimas de las injusticias social y ambiental. Ahora pretende embaucar que la extracción del litio está incluida en un desarrollo sustentable con lo cual oculta los ecocidios-genocidios que generan sus enormes dimensiones y su suicida industrialización dedicada a individuos extrañados de la condición social de la humanidad. Pues mira por autos, celulares y computadoras e incluso programa esta producción hacia su obsolescencia rápida.
Otro engaño masivo, criminal e irracional lo practica mediante la ocupación de continentes por los agrocombustibles que denomina biocombustibles para que las mayorías los asocien con la vida. Nada más alejado de la verdad. No sólo desertifican, envenenan y liquidan las soberanías alimentarias sino también rompen los equilibrios ecológicos que crean las biodiversidades en simbiosis con las comunidades campesinas e indígenas. El capitalismo las sustituye con enormes extensiones de monocultivos que, aún peor, son transgénicos sostenidos con derivados de petróleo de modo que no son energía limpia ni procuran reemplazar esa fuente de energía en agotamiento. Aunque el capitalismo se despreocupa de lo último. Considera hallar solución en la expansión mundial del fracking que es destructor de las condiciones de vida y de trabajo, con lo cual agrava la tendencia hacia un planeta inhabitable o desprovisto de vida.
Tomemos en cuenta que el capitalismo arrasa las selvas tropicales del mundo para plantar monocultivos de futuros agrocombustibles. "La tala de selvas libera grandes cantidades de carbono a la atmósfera. A esta conclusión también llegan estudios encargados por la UE. El biodiésel de aceite de palma libera tres veces más emisiones dañinas para el clima que el diésel fósil. (...) Las superficies de biocombustibles para la UE abarcan 8,8 mill de has (¡tamaño de Austria!). Dos tercios de éstas se encuentran fuera de la UE. En el Sudeste de Asia, las plantaciones de palma para biodiésel europeo se extienden 2,1 mill de has, según el informe de la UE". Leer Como la demanda aumenta y escasean las tierras disponibles en esa zona tradicional para la palma aceitera, el capitalismo despliega la política de estado en Centroamérica de deforestar e invadir con el monocultivo de palma aceitera. También tiene en las miras a la Amazonía y ya consiguió apropiarse de ese bioma tan imprescindible para la humanidad. Lo hizo en Perú, Ecuador y Colombia.
Cuando hablamos de defender la Amazonía como causa común de toda la humanidad debemos tener en cuenta no sólo su función insustituible en los equilibrios ecológicos del planeta sino también las muchas naciones-comunidades indígenas que participaron protagónicamente en su creación. Consideremos que 350.000 dólares canadienses harán posible el juicio contra Chevron promovido por más de 30 mil campesinos e indígenas de 6 nacionalidades en la Amazonía de Ecuador, organizados en la UDAPT (Unión de Afectados por Texaco). Leer
En Bolivia, el conflicto del Tipnis involucra la defensa de un territorio de la Amazonía por los pueblos originarios de ese bioma que es fundamental para el agua de todo el país y que el gobierno de Evo Morales impone dividirlo en su parte central mediante una mega autopista de la IIRSA a beneficio de Brasil, de los cocaleros y de las petroleras, automotrices.
La Amazonía de Brasil es devastada por la expansión de la soja transgénica, la megaminería y las megarepresas. Estas últimas como la Hidrovía componen la IIRSA y se apoderan de ríos para usarlos según objetivos lucrativos sin considerarlos ecosistemas socionaturales e interrelacionados con los circundantes. A fines de diciembre de 2017 tuvo lugar el cuarto encuentro de la Red por los Ríos Libres en Chile. Fue a pocas semanas de conocerse la positiva noticia respecto al fin definitivo de Hidroaysén y "en la región de la Araucanía, los defensores de los ríos reafirmaron sus esfuerzos y convicción para hacer ver a autoridades y ciudadanía el importante valor social y ecosistémico que estos tienen. «Se ha hecho un lugar común hablar de que el ‘agua de los ríos se pierde en el mar’ lo cual no sólo denota un enorme intento por engañar a la población, sino una negación al ciclo de la naturaleza», manifestaron desde la red. Así mismo, hicieron un llamado a todas las comunidades amenazadas con la intervención de sus ríos, a defenderlos y hacer ver que la destrucción de los ríos no es señal de desarrollo para el país".Leer

La IIRSA destruye lo construido por la naturaleza durante eras geológicas y por la humanidad adaptándose y transformándola durante siglos. Sus mega infraestructuras además despilfarran energía y agua tan valiosas. Las mega represas son fundamentalmente para la megaminería y el fracking. Tres metodologías que afectan de modo grave e irreversible al ciclo del agua, en la naturaleza.  En efecto arruinan los ríos, desintegran los glaciares con sus periglaciares e inutilizan acuíferos. Arrasan economías regionales y suelos.
 
Atendamos a qué sucede en los países hermanos donde es mayor el progreso de acumulación de las corporaciones imperialistas con socios menores en las elites locales.

   
Reconfiguraciones territoriales y neoextractivismo:
la nueva zona económica especial de Chiapas, México
 
Agustín Ávila Romero y León Enrique Ávila Romero

1 Resumen
Mediante esta investigación se da cuenta de las reconfiguraciones territoriales que se observan en Chiapas por la profundización del modelo extractivista de recursos naturales que se incrementará a raíz de la declaratoria como Zona Económica Especial del puerto Chiapas, México.
 
Se ubica el funcionamiento del sistema capitalista y los procesos de expansión geográfica del capital como uno de los elementos constitutivos de la actual ampliación de los procesos colonizadores que se viven en Chiapas, México. Entre los diferentes procesos que se observan que tienen impactos en las dinámicas socioespaciales porque significan la construcción de otras formas de vida y de producción del espacio se encuentran la reconversión agroexportadora, los monocultivos forestales como la Palma Africana, la privatización de los recursos energéticos, la minería, el turismo capitalista convencional y los megaproyectos de infraestructura. Todo ello forma parte de la apropiación capitalista de los territorios que implica la transformación de las construcciones territoriales previas.
 
 
Introducción
Para David Harvey (2004) la tendencia del sistema capitalista a producir crisis de sobreacumulación de capital, desarrolla excedentes de capital y excedentes de trabajo (creciente desempleo) que coexisten sin verse claramente la posibilidad de combinarse forma útil. Para resolver dicha tendencia a la sobreacumulación, el capital hace uso del proceso expansión geográfica y de reorganización espacial que permite a otras partes del mundo incorporarse plenamente a las dinámicas de valorización de capital y por tanto de explotación y despojo de sus prácticas económicas y sociales distintas. Esta nueva producción de espacio, es así, una continuación del proceso de dominación colonial, ya que la penetración de relaciones sociales y las nuevas divisiones territoriales del trabajo, implican básicamente una confrontación violenta con las comunidades campesinas e indígenas que mantienen otra forma de relacionarse, de construir su economía y sus sentidos de vida.
 
Es ahí donde la dinámica de la vida campesina e indígena de Chiapas choca con los grandes intereses económicos que se impulsan en la región. Lo que aparece entonces claramente es el conflicto, la lucha entre diversas clases sociales para hacer frente a las dinámicas espaciales del capital, donde por un lado aparecen claramente los elementos privatizadores y despojadores -no sólo de sus medios productivos sino de las valoraciones sociales de los pueblos- y del otro lado, los sentidos de geografías del espacio, donde se mantiene la reexistencia, la valorización social territorial construida y los horizontes del buen vivir descolonial como futuro. A este proceso David Harvey (2003, 2007, 2014) le llama acumulación por desposesión (Despojo). Un mecanismo de acumulación del capital que se basa en la privatización de los bienes públicos y comunitarios; un modelo de explotación de los recursos naturales que proporciona a las empresas excepcionales condiciones de rentabilidad pero sin mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
 
Mediante este escrito se realiza un recorrido por los procesos de despojo que se viven actualmente en el estado de Chiapas, entre los que se encuentran la Reconversión Productiva agro-exportadora; el impulso a sistemas de plantaciones forestales y de agrocombustibles; la privatización de los recursos energéticos (petróleo, gas, energías renovables como la solar, eólica, geotermia entre otros ); minería; el impulso al Turismo Capitalista convencional y los Megaproyectos para obras de Infraestructura. Todo ello dentro de la declaración de Zona Económica Especial que se le ha dado a Chiapas.
 
Expansión geográfica y despojo
La creación de zonas económicas especiales y del proceso de acumulación por desposesión tienen sentido como iniciativas que buscan colonizar en la lógica del capitalismo regiones o territorios donde la subordinación a la dinámica de capital no se ha desarrollado plenamente. Ello responde también a la búsqueda de ganancia del capital que requiere reducir sus costos laborales y de acceso a materias primas. David Harvey lo explica de la siguiente forma:
 
“Cuando los costos locales aumentan rápidamente, los capitalistas buscan otros lugares en la economía global donde realizar sus actividades. Esto sucede particularmente cuando surgen nuevas combinaciones tecnológicas y productivas y se agudizan las luchas de los trabajadores. Desde finales de la década de 1960, por ejemplo, Silicon Valley fue desplazando poco a poco a Detroit como el centro de la economía capitalista estadounidense, y de forma parecida Baviera desplazó al Ruhr en Alemania y Toscana a Turin en Italia, mientras que aparecían con gran pujanza nuevos competidores globales como Singapur, Hong Kong, Taiwan, Corea del Sur y finalmente China, en la competencia global por la preeminencia en ciertas líneas de producción. (Harvey, 2014: 153)
 
Ello genera un desarrollo geográfico desigual donde hay territorios dentro de un país que se ven plenamente impulsados por la llegada de capitales y la puesta en marcha de infraestructuras impresionantes, y otras partes del territorio que quedan prácticamente en ruinas ante la dinámica del capitalismo. Por lo que añade:
 
“Los desarrollos geográficos desiguales enmascaran convenientemente la auténtica naturaleza del capital. La esperanza puede mantenerse eternamente, porque siempre hay alguna localidad, región o zona afortunada, en que las cosas van bien mientras que a su alrededor todo son calamidades”. (Harvey, 2014: 161)
 
Y eso es lo que vemos precisamente en el funcionamiento actual del sistema capitalista, algunas regiones geográficas concentran la llegada creciente de inversiones, de personas y de dinámicas extractivistas de la naturaleza. Mientras que otras sufren procesos de deterioro social sin precedentes donde la criminalidad, la delincuencia organizada, el desempleo y la exclusión son sus características fundamentales. Se suma a ello la gran presencia de las corporaciones trasnacionales en la dinámica económica marcando claramente el ritmo y la dirección de las tendencias económicas mundiales.
 
“La particularidad de su fase actual en el terreno de la economía es la dislocación del capital y, por lo tanto, de la inversión. Este es un proceso de mutación espacial del capital que permite una doble modificación: pasar de la lógica del intercambio comercial a la de una estrategia de las firmas multinacionales; salir de la lógica de las relaciones internacionales entre las naciones para inaugurar una entre las firmas multinacionales”. (Rodríguez, 2015: 45)
 
Esta nueva fase es profundamente depredadora de la naturaleza ya que las firmas trasnacionales en el proceso de expansión geográfica requieren la construcción de infraestructuras, ciudades y mercados en los nuevos espacios sociales que abre casi siempre de manera violenta el movimiento de capital. Para ello el capitalismo hace uso de la emisión de dinero sin respaldo metálico para abrir terreno al dominio de las finanzas internacionales sobre el proceso de valorización de capital de los territorios. Así cuando el precio de las materias primas fue alto muchas inversiones se concentraron alrededor de la naturaleza, cuando el precio baja se dirigen hacia la esfera especulativa, productos derivados y demás productos financieros de alto riesgo. Por eso como señala Bartra (2014: 200):
 
“El capitalismo de los tiempos de la Gran Crisis es de nuevo un capitalismo ferozmente territorial, porque en tiempo de escasez la privatización de los recursos naturales promete enormes rentas; pero es también un capitalismo radicalmente desterritorializado pues cuando caen las utilidades de la inversión productiva no hay mejor negocio que la especulación financiera”.
 
Todo este proceso se realiza en un continuo enfrentamiento con pueblos originarios y campesinos que defienden su tierra pero también su modo de vida y sus prácticas sociales y culturales. Así a lo largo del planeta, los movimientos socioambientales de defensa del territorio, la vida y la ecología, marcan claramente las disputas que existen entre los intereses de las corporaciones y la vida de las comunidades. De esa forma se ve que:
 
El control del territorio se convierte en factor productivo clave en tanto directamente genera condiciones para engendrar valor. Este es hoy por hoy el escenario de las confrontaciones más significativas entre el capital y los guardianes de la tierra, los pueblos originarios”. (Rodríguez, 2015: 50) Ello es lo que sucede fundamentalmente en el estado de Chiapas, donde el conjunto de intereses territoriales y socioespaciales de las mineras, el turismo, los agroexportadores, entre otros, se contraponen a la racionalidad campesina e indígena que permanece en las comunidades rurales de México.
 
Dinámicas socioespaciales de despojo en Chiapas
La continuación del modelo económico neoliberal en México ha tenido como consecuencia el abandono de la producción campesina por parte de las políticas públicas en México, lo cual se ha traducido en la pérdida de la soberanía alimentaria de nuestro país. Los espacios rurales han sido vistos como lugares desde los cuales poner en práctica la extracción o aprovechamiento de recursos naturales para beneficio fundamental de unas cuantas empresas ligadas a los mercados internacionales.
 
Entre los diferentes procesos que se observan en Chiapas que tienen impactos en las dinámicas socioespaciales porque significan la construcción de otras formas de vida y de producción del espacio se encuentran la reconversión agroexportadora, los monocultivos forestales como la Palma Africana, la privatización de los recursos energéticos, la minería, el turismo capitalista convencional y los megaproyectos de infraestructura. Todo ello forma parte de la apropiación capitalista de los territorios que implica la transformación de las construcciones territoriales previas.
 
Es necesario entender al territorio no sólo como un espacio geográfico determinado, sino como un entramado complejo y dinámico de relaciones (bioculturales, sociales, económicas, etcétera). Pueblos indígenas y campesinos practican sus formas de gobierno, crean y recrean relaciones territoriales en la comunidad, entre pueblos, frente a los poderosos, con las tierras, los montes y el agua. Los cargos de servicio al pueblo, el trabajo colectivo, los sistemas agrícolas tradicionales, que se vuelven mano vuelta, tequio, alimento, fiesta y comunidad, los saberes, las prácticas o el acuerdo, son formas complejas de construcción colectiva de un territorio, que es lo que encontramos precisamente en Chiapas y que diversos impulsos capitalistas buscan desmontar. (...)

Como parte de esta gran ofensiva del capital en el terreno energético se contempla la completa entrega de espacios geográficos regionales a las empresas trasnacionales. Es así como se instrumenta ya la puesta en marcha de Zonas Económicas Especiales (ZEE), donde destaca en el tema la que se visualiza para los estados de Campeche y Tabasco. En el caso del estado de Chiapas la privatización energética es importante porque en la zona del Norte del existen recursos petroleros abundantes y en la zona de la Costa se instalan ya diversos parque eólicos donde confluyen el capital privado nacional y los intereses de corporaciones trasnacionales.
 
El caso de la energía eólica es importante en Chiapas porque se puede observar la confluencia de capital privado en la dinámica de despojo de tierras de los campesinos de la costa de dicha entidad. Tan sólo para los años 2015 a 2018 se esperan inversiones por más de 14 mil millones de dólares en la construcción de parque eólicos en México, donde Chiapas se visualiza con un punto estratégico en la privatización del viento para la generación energía eléctrica. Tal es el caso de la construcción del Parque Eólico de Arriaga, el cual se realizó por parte del Grupo Dragón -del dueño de Televisión Azteca Ricardo Salinas Pliego- por una inversión de más de 1 100 millones de pesos y que posee capacidad para producir 28.8 megavatios equivalente a la demanda de energía que requieren más de 40 mil viviendas. Ello tiene un impacto en el paisaje relevante ya que cada aerogenerador tiene una altura aproximada de 130 metros y un diámetro de 90 metros equivalente a un edificio de 25 pisos.
 
Con la reforma energética es un negocio redondo para el Grupo Dragón, ya que la Comisión Federal de Electricidad les compra la electricidad y la coloca a ocho municipios del estado de Chiapas: Tapachula, Tuxtla Gutiérrez, Arriaga, Tonalá, Suchiapa, Siltepec, Huehuetan y Escuintla.
 
La Comisión para el Diálogo de los Pueblo Indígenas (CDPIM) de la Secretaría de Gobernación de México (2012), ubica de forma más detallada algunas implicaciones entre las que destaca que los parques eólicos, en especial los aerogeneradores, son intensivos en el uso de energía y materiales durante todo su ciclo de vida, es decir, desde la procedencia de materia prima hasta su disposición terminal como residuos. Las obras de parques eólicos a gran escala puede afectar significativamente el paisaje del sitio de operaciones y de sus alrededores, así como, la apreciación que las personas le imputan al paisaje. También, puede resultar en la fragmentación de extensiones contiguas de ecosistema, afectando primariamente a la avifauna. Entre todos los impactos, este es sin duda el más controversial, la muerte de las aves por la colisión con las aspas de aerogeneradores en funcionamiento. Sumemos a ello, la inconformidad de los ejidatarios debido al cambio de tenencia de la tierra colectiva a privada por medio de la firma de contratos de arrendamiento de tierras entre sus propietarios y las empresas eólicas, que permite a éstas el acceso exclusivo a la tierra para instalar aerogeneradores que aprovechen el recurso eólico. Estos contratos se realizan en condiciones de clara desventaja para los propietarios porque permiten a las empresas obtener derechos sobre el uso de la tierra durante 30 años, con posibilidad de renovarse por otros 30, y apropiarse de gran parte de las ganancias de los parques eólicos al fijar los montos por el pago de la renta de cada hectárea arrendada. Además los contratos de arrendamiento limitan las actividades de los campesinos o comuneros alrededor de los espacios donde se instalan los parques eólicos lo que trae consigo que no puedan construir casas, granjas, locales para granos, obras en los caminos, plantar árboles o sembrar cultivos que crezcan más de dos metros y limitar sustancialmente el uso de maquinaría agrícola.
 
“Las empresas además estipulan que serán las únicas con derecho de construcción, operación y venta de energía eléctrica, de bonos verdes y de otros beneficios derivados de las operaciones de usufructo. Adicionalmente, son las únicas que pueden dar por terminado el contrato de manera anticipada”. (Alonso; García :2016, p. 191) En enero de 2013, los ejidatarios cerraron el acceso a las instalaciones del parque eólico del Grupo Dragón ya que señalaron que fueron engañados por la empresa ya que muchos no saben ni leer ni escribir. Anotaron que reciben una renta mínima por la instalación de los aerogeneradores y por el paso del cableado por sus terrenos. (La Jornada, 19 de enero de 2013).
 
d) Minería (…)
 
f) Megaproyectos de infraestructura
Un megaproyecto genera la reconfiguración del espacio geográfico y la puesta en marcha de otras relaciones sociales, económicas y políticas en múltiples escalas y con diversos impactos tanto a nivel local, regional, nacional. Suelen visualizarse como megaproyectos la infraestructura carretera, un gasoducto, la ampliación de un puerto, un desarrollo inmobiliario o la construcción de un centro comercial, entre diversas actividades.

Los megaproyectos “no sólo transformaron el paisaje y la organización territorial; asimismo produjeron un nuevo espacio que condujo a nuevas relaciones económicas, políticas y por supuesto de poder, donde participaron múltiples actores en diferentes escalas, se utilizaron considerables extensiones territoriales y recursos naturales, y fluyeron billones de dólares de organismos privados y públicos. Así, dichos megaproyectos originaron todo un nuevo espacio material, representado y vivencial". (Ibarra, Talledos; 2016: pp 10) En el caso de Chiapas diversos megaproyectos se ponen en marcha basados en la lógica neoextractivista y de funcionamiento del capitalismo moderno-colonial, entre ellos destacan dos que indudablemente han generado impactos considerables sobre las dinámicas socioespaciales del territorio. Nos referimos a la construcción del proyecto hidroeléctrico Chicoasen II y la ampliación de Puerto Chiapas.  (…)

Zonas Económicas Especiales
La Ley Federal de Zonas Económicas Especiales que fue votada por el Congreso de la Unión y publicada en el Diario Oficial de la Federación el primero de junio del 2016, otorga una serie de beneficios fiscales, aduaneros y financieros a las empresas que decidan hacer uso de la infraestructura que se encuentra en el Puerto Chiapas, el corredor Coatzacoalcos-Salina Cruz y el puerto de Lázaro Cárdenas, -y recientemente fueron incorporados Campeche y Tabasco-. Dichas zonas económicas especiales (ZEE), no sólo vienen a entregar parte de nuestro territorio nacional a empresas extranjeras sino que sobre todo vienen a modificar la forma de vida campesina e indígena que se encuentra mayoritariamente en dichos estados de nuestro país. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público reconoce que el Banco Mundial aportó elementos para reforzar la iniciativa de Ley, validar vocaciones productivas y conocer necesidades específicas de inversionistas potenciales. Y se señala que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no sólo está apoyando el proceso de planeación de las Zonas Económicas Especiales en temas como el desarrollo urbano y las políticas públicas complementarias sino es el constructor de una estrategia de estabilidad social que garantice el flujo de las inversiones a las Zonas Económicas Especiales.
 
Es de llamar la atención, que las Zonas Económicas Especiales implicarán también ordenamientos territoriales de las comunidades campesinas cercanas a la costa de Chiapas, Istmo de Tehuantepec, Oaxaca y el puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán , en ello ya se contempla claramente propiedades mixtas de la tierra para los impulsos agroindustriales, mineros, hidro-energéticos y de construcción de infraestructura que ya se visualizan en el sur-sureste. Y que vienen a ubicar a estas regiones dentro de la estrategia extractivista para saquear sus minerales, petróleo, agua y fuerza de trabajo.
 
Ello es acorde, a lo que Harvey ha señalado como las nuevas divisiones internacionales del trabajo a nivel territorial: “La organización de nuevas divisiones internacionales del trabajo territoriales, de nuevos complejos de recursos y de nuevas regiones como espacios dinámicos de acumulación de capital, proporciona nuevas oportunidades para generar beneficios y absorber excedentes de capital y mano de obra. Sin embargo, tales expansiones geográficas suelen amenazar los valores ya fijados en otros lugares. Esta contradicción es inevitable: o bien el capital se traslada y deja tras de sí un rastro de devastación y devaluación (por ejemplo, en Detroit) o permanece ahogándose en los excedentes que inevitablemente produce, sin encontrar oportunidades de inversión rentable para ellos”. (Harvey, 2014: pp 154)
 
En ese sentido es de esperarse que la implementación de las zonas económicas especiales jalará inversiones hacia la zona sur del país, en detrimento de los desarrollos que se encuentran en el norte, dando origen a un desarrollo geográfico desigual. Ahora bien, lo más importante es visualizar que muchas de las áreas donde pretende desarrollarse la infraestructura que requiere la zona económica especial se encuentran en tierras cuya propiedad agraria es de campesinos, indígenas y pequeños productores. Por ello, es previsible que los conflictos agrarios y los movimientos socioambientales se desarrollen con mayor intensidad en dichas regiones en los próximos años. La Zona Económica Especial de Chiapas El diseño de las zonas económicas especiales en México trata de retomar las experiencias internacionales en la materia donde China destaca como ejemplo de impulso al crecimiento económico y la equidad. Pero es de resaltar que también existen experiencias desastrosas como las que se han impulsado en África y que sólo han significado la construcción de elefantes blancos sin impactos reales en el comercio y el desarrollo económico.

En el caso de Chiapas tal parece que su impulso se encuentra en esa disyuntiva. Construida desde una visión economicista y colonial, las comunidades campesinas e indígenas no han participado en su construcción y diseño. Con ello se viola el principio y derecho fundamental de los pueblos indígenas a la consulta y a la información. La información sobre los alcances de la misma, los grupos empresariales involucrados y las infraestructuras a desarrollar se mantienen en la secrecía de la elite política y económica con lo cual la transparencia está ausente de esta política institucional de gran calado. A nivel federal se nombra una Autoridad Federal para las Zonas Económicas Especiales dependiente de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP) que es la encargada de la labor de cabildeo con los grupos económicos internacionales y nacionales sobre el destino de estos territorios nacionales. Como resultado de ese cabildeo sabemos que en los espacios donde van a actuar libremente los capitales internacionales, la ganancia del pueblo mexicano y chiapaneco será mínima, que el monto de inversiones que se desarrollarán en pocos años sobrepasaran los 100 mil millones de pesos, por lo cual el impacto en la vida de millones de personas será contundente. Como parte del capital globalizado, los espacios de capital trasnacional que se construyen con estas zonas económicas especiales no sólo generarán territorios libres de cargas aduaneras, fiscales, laborales y de gestión territorial diferenciada, sino que sobre todo son enclaves de las nuevas relaciones económicas mundializadas donde a México le corresponde seguir insertándose a través de estas empresas trasnacionales con materias de primas, productos agrícolas y turismo como se observa en Chiapas. (…)
 
Reflexiones finales
El estado de Chiapas resalta por su belleza natural, la diversidad biocultural que se presenta en su territorio y por la presencia de una cultura viva de los pueblos originarios. Las dinámicas socioespaciales que se han impulsado en los últimos tiempos van ocasionando un impacto sobre esa diversidad, así somos testigos del impulso de monocultivos forestales y agrícolas frente a la diversidad biológica de la selva lacandona. Además se promueve la minería a cielo abierto con efectos brutales sobre el paisaje, el agua y la vida de personas cercanas a reservas ecológicas fundamentales para la preservación de especies animales y vegetales.
 
La nueva Zona Económica Especial que se impulsa para Chiapas traerá consigo un conjunto de transformaciones socioterritoriales con la consiguiente construcción de 31 infraestructura que impactará de manera creciente en la dinámica extractivista de la entidad. Lo cual, probablemente generará empleo precario pero a costa de la pérdida de un modo de vida, de una forma de ser de los pueblos indígenas y los campesinos de Chiapas y sobre todo de un deterioro innegable de la naturaleza. Además, para su puesta en marcha la tenencia agraria donde los campesinos e indígenas son dueños de la tierra, hace necesario que este neoextractivismo y modelo de acumulación por desposesión, busque los mecanismos jurídicos y de violencia para hacer posible el impulso tanto de megaproyectos, monocultivos, minería, energías eólicas, turismo convencional, entre otras.
 
 Las alternativas a esta dinámica expoliadora, surgen de la elaboración de nuevas políticas publicas en las que se tome en cuenta a los pobladores de los territorios afectados, nuevas epistemologías como los derechos de la naturaleza, el buen vivir, que trastoca la forma en cómo se relaciona el ser humano y la naturaleza. Nuevos concepto como el de agroecología, se convierten en una estrategia de defensa territorial, y en la posibilidad de la custodia colectiva del patrimonio biocultural de los pueblos.
Bibliografía (…)







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