Es involucrarnos en las
luchas antiextractivistas para defender la vida y la dignidad humana.
En cambio, el progresismo las
estigmatiza.
Estamos, abajo y a la izquierda, frente a la oportunidad de
ejemplificar con M.Macri a la burguesía local en su odio de clase a los
trabajadores y pueblos de Argentina. Pero también nos muestra el carácter de
entreguista y su felicidad de subordinarse a los imperialismos para tener
más negocios lucrativos. Lo ha hecho desde sus orígenes históricos.
Es hora de percibir el
nefasto papel de la burguesía local desde su financiamiento e ideación del
genocidio en los setenta hasta su estafa oficializada como deuda pública
externa y su protagonismo en la ocupación económico territorial de Argentina
por capitales y estados imperialistas.
Argentina,
crisis de la deuda y acuerdo con el FMI:
Camino a
un nuevo colapso del modelo.
20 de
septiembre de 2018
Por
Carlos Carcione
(Rebelión)
El primer
acuerdo del gobierno Macri con el FMI duró apenas dos meses. Solicitado por el
gobierno y firmado en junio cuando el Banco Central argentino demostró su
incapacidad para frenar la corrida cambiaria. Los 15.000 millones de dólares, de
un total de 50.000, hechos efectivos en ese mes se evaporaron, aspirados por la
crisis. Para finales de agosto, en medio de una nueva corrida, la devaluación
del peso superaba el 100% en apenas 6 meses, Macri pidió al Fondo el
adelantamiento a 2019 de los desembolsos previstos para el 2020 y, según
versiones, como parte de esta negociación, se estaría estudiando un refuerzo de
otros 15.000 millones de dólares para el nuevo programa 1 .
Unos días
después, cuando la corrida cambiaria se había convertido en crisis política, el
gobierno anunció nuevas medidas de ajuste; una reestructuración del organigrama
de funcionamiento del gobierno eliminando la mitad de los ministerios, y el
llamado a lo que denomina “peronismo racional”, expresado en los gobernadores
del PJ, a un acuerdo para aprobar el presupuesto de 2019 que contempla las
exigencias del Fondo.
Sobre la base de estas “señales” y con el fracaso consumado del acuerdo de junio, el FMI aceptó comenzar a negociar un segundo acuerdo. Al tiempo que la directora general del organismo, Cristine Lagarde, confesaba en el Financial Times de Londres el 11 de septiembre, su temor de que las crisis de Argentina y Turquía se convirtieran, vía efecto contagio, en una nueva crisis mundial de la deuda.No esta demás señalar que cuando el FMI todavía pronosticaba un 2018 sin mayores sobresaltos en la economía mundial, nosotros, desde anticapitalistas en red, alertamos sobre la posibilidad de un nuevo capítulo de la crisis internacional empujado por la inminente crisis de la deuda y la guerra comercial de Trump 2 .
Que estamos atravesando una
“tormenta”, que el país ha vivido por por encima de sus posibilidades, que el
déficit fiscal, que los subsidios, que la sequía, la falta de confianza, o la
mala comunicación del plan, etcétera. Estas son algunas de las explicaciones de
Perogrullo que desde el gobierno ensayan como causas locales de la actual
crisis, además
del impacto, ese si indudable, de la crisis capitalista mundial.
Sin embargo ninguna de
estas explicaciones puede revelar por qué el acuerdo con el FMI de junio pasado,
que incluye el mayor desembolso de la historia del organismo, ha fracasado en
apenas 2 meses y es necesario renegociarlo. Las preguntas que hay que contestar
son dos.
-
La primera es develar las causas de fondo, estructurales, de las crisis recurrentes del capitalismo dependiente argentino.
-
Y la otra es si la política económica del macrismo, independientemente de su claro carácter antiobrero, antipopular y antinacional, apunta a corregir o por el contrario profundizará esas causas estructurales, desembocando en un nuevo colapso.
Un patrón de
acumulación basado en la fuga de capitales
Desde la quiebra
del modelo de sustitución de importaciones a finales de la década de los 60 del
siglo pasado, la elite dominante en el país buscó un nuevo patrón de acumulación
de capital rompiendo la lógica de la reproducción ampliada 3 .
Lo encuentra recién a mediados de los 70 con la dictadura militar y el plan
económico de Martínez de Hoz, estimulado por el FMI y los capitales
internacionales. Desde entonces hay una constante en la economía argentina: la
fuga de capitales .
En varios estudios a lo largo
de la última década, pero sobre todo en los realizados por el equipo de
investigadores que encabeza Jorge Gaggero del CEFIDAR,
se aportan importantes
datos que son útiles para entender cómo funciona, desde entonces, el patrón de
acumulación de las elites locales.
En uno de ellos publicado en el
2010, por ejemplo, señala que: En 1974 la
deuda externa era de US$ 7600 millones, y el capital fugado era prácticamente la
mitad, US$ 3800 millones. En 1982 las
cifras eran US$ 44.000 y US$ 34.000 millones, respectivamente. En 1989
la deuda era de US$ 65.000 millones y los capitales fugados llegaban a US$53.000
millones. A fines de 2001 la
deuda era de US$ 140.000 millones y lo fugado US$ 138.000 millones.
Esta dinámica
continúa durante todo el periodo kirchnerista y por supuesto se mantiene en la
actualidad. Un
ejemplo de ello es que la información brindada por el Banco Central para el
primer semestre de este año para la cuenta Formación de Activos Externos de
Residentes (un eufemismo para la fuga) muestra que esta fue un 117 % superior a
la del mismo periodo del año anterior, llegando a los 16.676 millones de dólares 4 .
Teniendo en cuenta que ha seguido de esa manera, es indudable que se establecerá
un nuevo record histórico de Fuga de Capitales.
Es importante
señalar también que el acumulado de los bienes de argentinos en el extranjero
bordean según fuentes citadas por Gaggero los 400.000 millones de dólares hasta
el año 2014 5 .
Lo que permite afirmar que en la actualidad es muy superior, sobre todo teniendo
en cuenta que el mismo informe del Banco Central citado arriba, muestra que en
los dos últimos años, es decir el periodo Macri, la fuga supera largamente los
50.000 millones de dólares.
De todas maneras es importante destacar, como lo hace la investigadora de la UBA Magdalena Rua, que se desarrollaron dos maneras de alimentar esta fuga. Afirma Rua que durante el periodo kirchnerista, a pesar de haber descendido la relación Deuda –PBI, la fuga no se interrumpió, por el contrario se mantuvo en niveles similares a los actuales, pero financiada esencialmente por los superávit que el extraordinario periodo de precios internacionales de los cereales generó 6 .
En síntesis, financiada por deuda externa
durante gran parte de las últimas cuatro décadas o por el superávit de cuenta
corriente como ocurrió en una parte del periodo kirchnerista 7 ,
el patrón de acumulación de la burguesía local no se asienta en la reinversión
productiva de los excedentes logrados en la producción y por la explotación del
trabajo o por el diferencial obtenido por los precios extraordinarios de los
comodities exportados (plusvalía extraída o renta agraria obtenidas), sino en la
búsqueda de una valorización financiera de ese excedente vía fuga de capitales.
Esto muestra al pasar, la íntima relación de los grandes grupos económicos
locales con el capital financiero internacional y sus definidos rasgos mafiosos,
especulativos y parasitarios.
Endeudamiento
creciente, especulación y ajuste permanente, las herramientas del saqueo
En un artículo
del 1 de enero de 2018 en el periódico El
País de España 8 se
afirmaba que a pesar de que la deuda argentina había crecido un 35% durante los
dos años de mandato de Macri hasta entonces, ubicándose en los 342.000 millones
de dólares para diciembre de 2017, señalaba que el consenso general (entre los
funcionarios e inversores) era que esa deuda era sostenible en el tiempo. Para
entonces la relación Deuda/PBI se ubicaba alrededor del 54%.
Apenas meses después Argentina debe recurrir al crédito más importante en la historia del FMI para no caer en la cesación de pagos y cumplir con el servicio de esa deuda que, en enero para El País era “sostenible”. Si una parte de las causas de esta situación se debe buscar en la evolución de la crisis económica internacional, las causas locales inmediatas, más allá de las estructurales que señalamos más arriba, tienen que ver con la política económica específica que desarrolló el macrismo desde el mismo momento de su asunción al gobierno. La liberación del tipo y las operaciones de cambio, la desregulación financiera, la eliminación de las retenciones para el agro y la minería, el aumento de la base imponible para el impuesto a las ganancias, y el pago de la deuda contraída por el gobierno De la Rúa a los fondos buitres, pago que estaba suspendido desde finales de 2001, entre otras, no lograron atraer las tan propagandizadas “inversiones de capitales” que vendrían al país cuando nos “abriéramos al mundo”. Pero si alimentaron un flujo de capital especulativo de cortísimo plazo. Cuando esos capitales especulativos comenzaron a desprenderse de los títulos y bonos en pesos del gobierno y pasarse a dólares para realizar una ganancia obscena obtenida por esa especulación, la burbuja de las LEBAC y otros instrumentos financieros especulativos estalló.
Por otra parte
el llamado “ajuste en dos tiempos”, o “gradualismo”, en el ajuste neoliberal que
se propuso al inicio del gobierno Macri y que duró hasta el inicio de la
corrida, fracasó. El síntoma más claro del fracaso fue frente a la ofensiva del
gobierno en diciembre pasado por imponer la reforma de la seguridad social y la
reforma laboral, el fuerte rechazo del movimiento de masas impidió la segunda y
llevó a que no se pudiera llevar el ajuste hasta donde pretendía Macri. Porque
la eliminación de subsidios, el ataque al salario, el crecimiento de los
despidos y del desempleo, la disparada inflacionaria, la recesión económica,
similar en números de caída de producción y consumo al 2001, aunque brutales
para la población, son insuficientes para encontrar el camino hacia el “país
normal” que Macri le prometió a las Elites del país y extranjeras. Por eso a
cada nuevo acuerdo con el Fondo sigue una nueva ronda de ajustes.
Frente a esta
situación y al estallido de la burbuja especulativa 9 ,
sobrevino una nueva crisis de la deuda en el país. Los números son contundentes:
A pesar del “apoyo” del FMI y de que, durante 2018 se pagarán en total algo más
de 78.000 millones de dólares de deuda, el stock total de deuda al contrario de
reducirse, aumentará, pasando de los 342.000 millones de dólares de finales de
2017 a superar los 390.000 millones a finales de 2018 (ver números actuales en
Observatorio Fiscal) 10 .
Y la deuda habrá pasado del 54% del PBI a representar a fines de 2018 un 107%
del mismo como señalan los propios consultores burgueses 11 .
Entramos como en oportunidades
anteriores, en una dinámica de grandes confrontaciones para definir ganadores y
perdedores de esta crisis. Para evitar que se consolide un nuevo saqueo hacia el
pueblo, los trabajadores y el país, las grandes mayorías que viven de su trabajo
deben enfrentar con su movilización este pacto de Macri con el FMI y derrotarlo.
La alternativa vuelve a ser: nuevo colapso del capitalismo
dependiente argentino o modelo alternativo anticapitalista.
Notas:
1 Necesitamos
Refuerzos http://www.eleconomista.com.ar/2018-09-necesitamos-refuerzos/
2 Deuda
y Guerra Comercial: hacia un nuevo capítulo de la crisis económica mundialhttps://anticapitalistasenred.org/2018/06/30/deuda-y-guerra-comercial-hacia-un-nuevo-capitulo-de-la-crisis-economica-mundial-2/
3 Carlos
Marx, Acumulación y Reproducción Ampliada El Capital, libro 2do. Capítulo 1
4 Fuga
de capitales primer semestre de 2018 Ámbito Financiero con datos del BCRA
http://www.ambito.com/928345-la-fuga-de-capitales-se-duplico-en-el-primer-semestre-alcanzo-los-us-16676-millones
5 CEFIDAR https://www.cronista.com/finanzasmercados/El-dinero-que-se-fue-Calculan-que-la-fuga-de-capitales-llega-hasta-us-374.000-millones-20140711-0063.html
6 Fuga
de capitales y su impacto en el desequilibrio externo http://www.radiografica.org.ar/2018/04/29/fuga-de-capitales-su-impacto-en-el-desequilibro-externo/
7 Hay
estudios que demuestran en base a números oficiales que durante el periodo
Kirchner, el aumento en la producción se basó esencialmente en la utilización de
la capacidad instalada y no en la ampliación de la capacidad productiva. En
algunas ramas como petroquímica y otras, hubo inversión productiva, el resto del
aumento de la inversión en ese periodo se explica por la ampliación de la
capacidad de almacenamiento.
8 El
País España, La deuda argentina creció 35% desde la llegada de Macri.
https://elpais.com/economia/2018/01/01/actualidad/1514832832_626904.html
9 Que
sin dudas se extenderá a otros emergentes.
11 Alarma
por la suba de la deuda, ya representa el 82% del PBI
https://www.cronista.com/economiapolitica/Alarma-por-suba-de-la-deuda-ya-representa-casi-el-82-del-PBI-20180909-0033.html
Reflexionemos sobre porqué
atrevernos a construir otra sociedad mediante la nota siguiente:
El capitalismo y
su democracia sin opciones
17 de agosto de
2018
Por
Homar Garcés
(Rebelión)
Para el sistema capitalista es sumamente esencial -además del
control y la explotación de la diversidad de recursos presentes en la
naturaleza- la existencia de la especie humana. Sin esta última, lógicamente, no
sería nada posible la producción y la reproducción de los medios, los dividendos
y las mercancías que contribuyen a darle un perfil definido a tal sistema.
Necesita, por tanto, que la existencia humana esté regulada por una sociedad
burocráticamente organizada. Una sociedad que responda de manera apropiada a sus
vitales intereses y no le dé cabida alguna a cualquier tipo de cuestionamiento,
inconformidad y/o rebeldía que haga pensar a muchos que éste pueda trascenderse.
Sin el soporte de esta sociedad ajustada a su lógica, el
capitalismo sucumbiría irremediablemente. En este caso, las personas (asumidas
como fuerza de trabajo) cumplen un doble propósito, enormemente beneficioso para
la clase capitalista: como generadoras de plusvalía y como consumidoras. Gracias
a la cultura de masas -fomentada en una gran parte por la industria ideológica a
su servicio- el capitalismo dispone de un amplio contingente de compradores,
logrando en muchos de ellos una compulsión consumista de la cual pocos adquieren
conciencia.
Frente a ello,
la pretensión de cambiar radicalmente el tipo de sociedad predominante a nivel
mundial, sin plantearse con seriedad lo mismo respecto al sistema económico,
resulta un enorme contrasentido. Ambos elementos se hallan consustanciados y no deberían
aislarse uno en relación con el otro. Esto implica comprender, de una manera
amplia, los rasgos y los mecanismos que legitiman y mantienen vigente al
capitalismo. No bastará, por consiguiente, intentar alguna reforma, en uno u
otro sentido, si éstos son desconocidos y se dejan intactos. Tampoco bastará con
enunciar y legalizar los reclamos de justicia e igualdad sociales enarbolados
por los sectores populares en sus luchas diarias.“El nuevo proyecto conservador -explica Pablo González Casanova en su libro ‘De la sociología del poder a la sociología de la explotación. Pensar América Latina en el siglo XXI’- llega a plantear un sistema democrático en que no hay derecho a escoger una política económica distinta de la neoliberal, ni un gobierno democrático con fuerte apoyo popular. Propone una democracia ‘gobernable’ en que las elecciones se limiten a elegir a los grupos de las clases dominantes (o cooptadas por ellas) que muestren tener mayor apoyo en las urnas semivacías. Propone una democracia sin opciones en la que vote la minoría de los ciudadanos para escoger entre un pequeño grupo de políticos profesionales, cuyas diferencias ideológicas y programas son insignificantes”. Esto hace necesario explorar las potencialidades de los diferentes movimientos antisistémicos que se oponen a tal eventualidad. Aun de aquellos que no se han trazado la toma del poder como una de sus metas principales de lucha. En todo ello es fundamental la autonomía con que cada uno de estos movimientos puedan (y deban) manejarse, de modo que propicien en todo momento -sin dogmatismos ni exclusiones- una construcción social, económica y política por fuera de la lógica y la ideología dominantes.
La Comuna de París de 1871, los Soviets surgidos con la Revolución Bolchevique de 1917, los Consejos de fábrica constituidos en Turín (Italia) a comienzos del siglo XX, a semejanza de lo hecho en Rusia; la Revolución Cultural impulsada por Mao Tse-Tung en China y, más cercanamente en el tiempo y el espacio, los Caracoles Zapatistas en el estado de Chiapas en México, pudieran servir -en algún sentido práctico y teórico- de guías para el logro de dicha meta. Cada uno de estos importantes hechos históricos fueron destellos de una nueva forma de gestionar los asuntos públicos y de entender y ejercer la soberanía popular. Todos ellos supusieron -dentro de su contexto específico- la subversión y la desestructuración del Estado burgués liberal, impuesto (de cualquier modo) por el eurocentrismo extendido a todo el mundo.
La democracia (entendida ahora como una construcción colectiva desde
abajo) es, en términos definitivos y definitorios, el autogobierno, razón por la
cual los sectores populares están llamados a abrir paso a un modelo civilizatorio de nuevo tipo, donde las relaciones sociales y sus paradigmas sean
algo absolutamente diferente a las imperantes. La autonomía, el autogobierno, el
reconocimiento de la diferencia, la interculturalidad y las prácticas
intercomunitarias tendrían que ser, entre otros, los rasgos distintivos de este
nuevo modelo civilizatorio. Este, asimismo, tendrá que asentarse en
un proceso permanente de reapropiación de los símbolos y los diversos tópicos
que dieron origen a las luchas populares a través de la historia.
Atendamos
el siguiente
enfoque de qué hacer desde las necesidades y perspectivas populares:
La crisis
capitalista argentina y sus alternativas
11 de septiembre de 2018
Por
Sergio Zeta
(Rebelión)
“Sólo hay una cosa más grande que el
amor a la libertad, el odio a quien te la quita”
Ernesto “Che” Guevara
Un primer
acercamiento a la grave crisis argentina indica que si las mayorías que vivimos
o pretenderíamos vivir de nuestro trabajo perdemos es que hay otros que ganan a
nuestras costillas. Mientras algunos apuestan al dólar, la mayoría apuesta
apenas a comprar fideos. Algunas encuestas lo cuantifican indicando que un 18%
de los consultados considera que su situación económica mejoró con el actual
gobierno. Muy cerca de ese 20-25% que tradicionalmente ha sido fiel base social
de las derechas en la Argentina. En la calle se verifica su contracara, una
creciente y mayoritaria pobreza y descontento.El proyecto de Cambiemos consiste esencialmente en transformar económica, social y culturalmente el país para hacer normal y aceptable una brutal transferencia de riquezas hacia el sector más concentrado de los capitales e insertar el país en forma subordinada al mercado mundial y a la geopolítica diseñada por los EE.UU. Una vez consumados estos pilares, el gobierno imaginaba un futuro venturoso para la gente. Claro que como “gente” califican sólo los de su clase.
Pero la luz al final del túnel se ve cada vez más lejos para el gobierno. Su situación es muy distinta a la que enfrentaron Carlos Menem o Néstor Kirchner, que lograron estabilizar por un tiempo proyectos que -con todas sus diferencias- aparecían como sólidos “proyectos nacionales” con amplio consenso. Mientras que el primero tuvo a su favor una fuerte derrota y confusión popular –en un contexto signado por la caída del muro de Berlín, hiperinflación e importantes huelgas derrotadas- que hicieron aparecer la “normalidad” neoliberal como deseable, el segundo llegó a la presidencia tras esa rebelión popular del 2001 que sumió a las clases dominantes en un temor tal que lo habilitó para repartir sin discusión porciones de la “torta” del capital mientras reconstruía el régimen político-institucional. Simultáneamente, una bonanza económica que se agotó a fines de la primera década del siglo permitió cierta distribución sin afectar intereses del poder económico.
El macrismo, en cambio, enfrenta a un pueblo que -en forma fragmentada y a contragolpe- resiste cada ataque. La crisis se enraíza en las resistencias moleculares a lo largo y ancho del país, en las peleas de lxs estatales y de los pueblos originarios en las provincias, en las multitudes movilizadas por los derechos humanos, por la educación o en la inmensa ola verde feminista, más que en el alza de las tasas de interés en los EE.UU. o la guerra comercial mundial, aunque éstas hayan sido la gota que rebalsó el vaso.
El gobierno despolitiza la crisis como si fuera solo una cuestión
económica pasible de ser resuelta “tranquilizando” al mercado para “crear
trabajo digno”. Oculta que es falso que sea el capital el que crea el trabajo,
sino que son el trabajo y los bienes de la naturaleza -de los que se adueña el
empresariado- quienes crean al capital. En esa lucha por adueñarse del trabajo y
de los mal llamados “recursos naturales” se encuentra la base de la crisis.
Hay un énfasis excesivo, cuando no interesado, en limitar los
análisis a sus aristas económicas y financieras. Nada más nombrado que el
déficit fiscal, el endeudamiento o las Lebac. Pero son verdades a medias que,
escindidas de la trama de relaciones sociales y de poder contradictorias y
antagónicas -es decir, la lucha de clases y de sectores de clase en un país
capitalista dependiente como el nuestro-, no alcanzan a explicar la crisis
argentina. Es sobre esta trama que las medidas adoptadas por un gobierno
mediocre pero pleno de revanchismo y odio de clase profundizaron la crisis al
punto de la recesión y la catástrofe.
Crisis, sí
¿pero qué crisis?Un primer nivel de la crisis es el rápido agotamiento de las expectativas y la bronca contra el gobierno que prometió un “cambio”, ante un horizonte que aparecía ya gris y sin futuro. Sin embargo, el hecho de que no pueda asegurarse un veloz tránsito hacia una rebelión al estilo “2001” no debe adjudicarse a una supuesta “estupidez” o pasividad popular, como hace el “progresismo” para evadir sus propias responsabilidades y presentar el imaginario de un pueblo inerme necesitado de una ayuda salvadora y providencial desde arriba. Por el contrario, día a día los sectores populares salen a la calle y le marcan la cancha al nefasto gobierno de Macri y el FMI, a pesar de una burocracia sindical colaboracionista y de un PJ que, en sus diversas alas y estilos, sustenta la gobernabilidad mientras se postula como recambio sistémico para el 2019.
La Plaza Congreso en la Capital es un buen espejo donde mirarse. Casi no hay día en que no se esté retirando una protesta al tiempo que otra ingresa a la plaza, lo que habla simultáneamente de la fortaleza de un pueblo que no está derrotado pero también de una enorme fragmentación, más allá de ocasiones excepcionales en que una impresionante masividad mantiene vivo al fantasma del “helicóptero”. No son menores los límites de las izquierdas para aportar a la articulación de lo disperso y construir colectivamente proyectos alternativos.
Un segundo nivel de la crisis, más reciente, es el que se da entre lxs ganadores del modelo, en disputa por tajadas del país, así como bajo qué plan estratégico estabilizar dicho reparto. La corrida cambiaria, las idas y vueltas en medidas adoptadas -como las retenciones-, las divergencias públicas en el seno del gabinete y en la alianza gobernante o los cuadernos de la corrupción, son apenas algunas de sus manifestaciones.
Estas divergencias se profundizan ante un gobierno incapaz de disciplinarlos en torno a un plan a futuro y que ni siquiera acierta con lo que va a pasar en lo inmediato. Si sancionó para el 2018 un presupuesto nacional que preveía un dólar a $19,5, una inflación del 15% y un crecimiento del 3,5% ¿qué esperar de sus proyecciones y perspectivas a mediano y largo plazo?
La incapacidad del gobierno se sustenta en un equipo gobernante que refleja la mediocridad de las clases dominantes locales así como en los límites estructurales del capitalismo dependiente argentino. Pero, sobre todo, en no haber podido derrotar a las clases populares a pesar de los golpes asestados y los triunfos parciales.
Fue notoria la alegría del ministro Nicolás Dujovne al anunciar el acuerdo con el FMI. Esperan que este organismo y otros como el Banco Mundial -además de fondos para solventar el creciente pago de intereses de la deuda- aporten el impulso y aval a los planes de reconfiguración económica, social, educativa y laboral, que los préstamos internacionales lubrican y conminan. Esperan poder así disciplinar al pueblo e inspirar confianza a los grupos económicos.
La brutalidad del acuerdo con el FMI -más brutal tras la renegociación en curso- coloca en negro sobre blanco la disyuntiva: o el gobierno y el gran capital derrotan al pueblo o es éste quien les impone una derrota y entierra el acuerdo.
Un tercer nivel de la crisis
ya había comenzado a manifestarse desde el 2008
y más claramente desde el 2012. Esto no tiene que ver con la “pesada herencia”
de la corrupción, como alega el macrismo, sino con factores estructurales de las
crisis en la Argentina capitalista dependiente que permanecieron incólumes
durante el gobierno anterior.
Si hasta el 2008
parecieron desaparecer fue por la excepcionalidad del enorme salto en la tasa de
ganancia empresaria tras la devaluación que golpeó los salarios en el 2002 y del
fenómeno, inédito en más de un siglo de que los términos de intercambio entre
los productos primarios y los industrializados favorecieran a los primeros, ante
la demanda China.
Agotadas esas
condiciones excepcionales, al kirchnerismo le resultó imposible seguir con su
política de conciliación de clases. Mientras las clases dominantes que reclamaban
enfrentar más a fondo y decididamente al pueblo le soltaban la mano, se
erosionaban las expectativas de sectores populares que pasaron a esperar un
“cambio”.El macrismo se propuso aplicar las transformaciones de fondo que necesita la cúpula empresarial para superar los límites con que se topa periódicamente el capital en Argentina: una recurrente escasez de divisas y una tasa de ganancia que se niega a crecer ante un pueblo que no se deja explotar como quisieran.
La recurrente falta de dólares bautizada como “restricción externa” no es sólo responsabilidad del capital financiero. La industrialización deformada y dependiente agrava esa escasez con la remesa de ganancias, el pago de patentes, la compra de insumos y de tecnología a las casas matrices, los subsidios y exención de impuestos, la fuga de divisas. La industria automotriz es un caso paradigmático de fabricación de mercancías superfluas para las necesidades populares y para un desarrollo armónico, que agrava la necesidad de divisas para la importación de insumos, maquinarias y autopartes. Esto se aceleró cuando, en la fase neoliberal del capitalismo, las grandes empresas que controlan la economía dejaron de alentar el consumo local para requerir mano de obra barata que produjera para exportar hacia los nichos de alto consumo. Asimismo, el pago “serial” de la deuda se convirtió en política de Estado más allá de supuestos desendeudamientos. Cristina Kirchner reconoció en septiembre de 2013 que habían pagado 173.700 millones de dólares en diez años, a pesar de lo cual la deuda pública al fin de su mandato ya era de 254 mil millones. Esa cifra es hoy de más de 320 mil millones de dólares.
Si el capital nunca tuvo patria, en el capitalismo globalizado menos aún, saqueando y extrayendo su plusvalía donde le convenga para realizarla en cualquier otra zona del planeta.
La integración entre los capitales locales y los internacionales -si
bien es una marca de nacimiento en Argentina- pegó un salto en los ’90.
Por un lado, a través de la asociación de los capitales locales con los
operadores extranjeros en las privatizaciones. Por el otro,
con la integración de gran parte de la mediana y pequeña
empresa a las redes de los grupos económicos, sea como proveedores o a través de
la tercerización. O, como el caso emblemático de la Federación Agraria,
integrándose al circuito sojero y convirtiéndose en fiel aliada de la Sociedad
Rural.
Teorizar una “grieta” entre un capital financiero y
agro-exportador que apoyaría el modelo y un “capital productivo” que busca
alternativas no sólo es una visión alejada de la realidad sino incluso funcional
a la construcción de “oposiciones” que rápidamente se revelan como continuidades.
El viejo país
industrial de intelectuales “nacionales y populares” en busca de un sujeto
inexistente se topa con el país real que
vino a radicalizar el macrismo,
dirigiéndolo hacia la exportación de bienes primarios (agro, petróleo, minería)
y de sus derivados industrializados.Un cuarto nivel de la crisis lo constituye el de la inserción internacional, señalado por el macrismo con la consigna de “volver al mundo”. El kirchnerismo ya había comenzado tal regreso, acordando con el Club de París mediante el pago de 9.700 millones de dólares, así como integrando en el 2008 el G20 a nivel presidencial, ante la imposibilidad de compatibilizar “capitalismo serio” con integración regional. La intención de una inserción mundial independiente no pasó del terreno de las declaraciones diplomáticas al de los hechos, como lo hubiera implicado la creación del anunciado Banco del Sur o la integración a un ALBA regido por la colaboración y complementariedad, desechando una competitividad que sólo ofrece como destino nacional el extractivismo sojero y el fracking de Vaca Muerta. El “progresismo” ubicó a la Argentina en el purgatorio: ni dentro ni fuera del infierno de la sumisión al imperio. En su momento fue un alivio pero, como se sabe, el purgatorio sólo admite una permanencia temporal de las almas en pena.
La “vuelta al mundo” que ofrece el macrismo deviene no sólo importación indiscriminada de mercancías sino apertura a la crisis estructural y civilizatoria del capital. Así, la vocación de “país normal” que enorgullece al macrismo implica que si los EE.UU. castigan a Turquía, sea a la Argentina (mejor dicho, a su pueblo) a quien le salga un moretón.
Resulta falaz la afirmación de que éste es el rumbo único y “normal”. A pocas semanas del fallecimiento del economista marxista Samir Amin, vale la pena revisitar su concepto de “desconexión”. No en el sentido de una imposible autarquía, sino de una desconexión de los valores naturalizados por el capitalismo para asegurar su dominio, valores como, entre otros, el “desarrollo” que impuso como meta EE.UU. en la segunda posguerra para condenarnos al “subdesarrollo” y a seguir sus dictados. Recientemente nos han ascendido a país “emergente”. Pero la alegría no trascendió de los círculos de poder. El camino de la integración de los pueblos latinoamericanos es el que puede aparejar la alegría y bienestar popular.
La triple ofensiva del capital y una necesaria refundación del pueblo trabajador
El capital encara una triple ofensiva sobre el pueblo para salir de su crisis. Por una parte, una ofensiva en los lugares de trabajo para flexibilizar y disciplinar. Trabajadorxs precarixs, tercerizadxs y cada vez más, desempleadxs son parte importante de una clase trabajadora explotada por el empresariado y ninguneada por sindicatos cuyos estatutos lxs excluyen. Miles de jóvenes, la mayoría inmigrantes, son salvajemente explotadxs con nuevas formas de trabajo “uberizadas”, mientras que el sistema no los considera trabajadores sino “emprendedores”, para evitar la conciencia de la explotación y romper lazos solidarios. Millones son lanzadxs a la “incertidumbre” de apechugar como puedan siendo “empresarixs de sí mismxs” para sobrevivir, aunque va creciendo la conciencia de ser trabajadorxs de la economía popular.
Por otra parte, se redobla una ofensiva para reestructurar el proceso de reproducción social del capital, penetrando en las casas, los barrios, las comunidades y cada lugar de la vida cotidiana, afectando especialmente a las mujeres que cumplen un rol preponderante en la reproducción social. El aumento de los femicidios, la negativa a la legalización del aborto o las reformas a la salud y educación (áreas mayoritariamente femeninas), constituyen espacios para nuevos negocios y para un redoblado disciplinamiento y maltrato patriarcal. Muchos sindicatos consideran a estos temas como ajenos al trabajo y acusan -al igual que los empresarios y los gobiernos- de “politizar” la protesta a quienes los asumen. Las mujeres constituyen una indudable vanguardia que no se expresa sólo en la lucha por la legalización del aborto.
En tercer lugar, el capitalismo neoliberal acentúa su carácter colonial y depredador para apropiarse de las riquezas naturales de nuestros países. Los sindicatos no sólo se hacen los desentendidos sino que contraponen falsamente la defensa de “las fuentes de trabajo” con las asambleas socio-ambientales que enfrentan el saqueo y la contaminación del extractivismo. El mismo argumento que utilizó el sindicato petrolero para aceptar la flexibilización laboral en la explotación de la reserva de petróleo y gas no convencional de Vaca Muerta, la segunda mayor del mundo y en donde se concentran gran parte de las esperanzas y proyectos de las clases dominantes. Allí fluyen los dólares mientras el pueblo paga la fiesta con los tarifazos y los pueblos originarios de la Patagonia son expulsados de sus tierras.
No nos encontramos frente a un “plan de ajuste” más, al que
responder sectorialmente y de contragolpe, sino ante un plan global de
reestructuración del país y de la sociedad que amerita una respuesta alternativa
popular de similar tenor.
Se vuelve
imperioso entonces encarar colectivamente un debate sobre las estrategias de las
izquierdas y los sectores populares, así como las dificultades para comprender
que se trata de una pelea simultáneamente anticapitalista, anticolonial y
antipatriarcal, en la que la escisión conduce a la derrota.La pelea por la construcción de alternativas populares no puede desligarse de la imprescindible refundación del pueblo trabajador, combatiendo la fragmentación pero respetando y aprovechando la diversidad.
Necesitamos poner en cuestión las tradicionales formas de lucha y
organización que el movimiento obrero utilizó para enfrentar al capitalismo
durante gran parte del siglo XX. Por un lado la construcción de poderosas
herramientas gremiales para la lucha económico-social y, en forma separada, de
grandes partidos para intervenir políticamente frente al sistema. Mantener esta
“división de tareas” en el seno del pueblo trabajador fue posible en la
situación especial que se vivió desde la segunda posguerra hasta fines de los
setenta, cuando se generalizó la ofensiva neoliberal que reconfiguró el sistema
capitalista. Durante ese período rigió el llamado “pacto keynesiano” por el cual
se institucionalizó el otorgamiento de derechos laborales y sociales a lxs
trabajadorxs, así como su derecho a reclamarlos y defenderlos, a cambio de no
cuestionar al sistema. En la situación actual estas formas escindidas de acción
y organización política y sindical han agotado sus perspectivas históricas y, si
bien tienen su grado de utilidad, van acentuando su carácter conservador,
incapaces de procesar las transformaciones ocurridas en el capitalismo y en el
sujeto del cambio social. Por sobre todo,
se plantea la exigencia de repensarlas ante la
necesidad de desplegar estrategias revolucionarias que tengan como centro la
construcción de un poder popular que necesita superar la escisión entre lo
político y lo económico-social.
De la
“gloria” a los cuadernosEl macrismo creyó tocar la gloria con la mano tras las elecciones del 2017. Es imposible no suponer que el estallido del affaire de los cuadernos no guarde relación con la intención de frenar -a través de una justicia adicta- el acelerado deterioro del oficialismo desde diciembre de ese mismo año. Mientras los medios masivos denuncian por sobre cualquier otra noticia a la “ruta del dinero K” como el pecado original del que derivan todos los males del país, otros medios resaltan la ruta y las maniobras “M” de un gobierno agónico.
Pero el caso amerita una mirada más compleja. No dudamos de la existencia de las rutas K, M y varias letras más del abecedario. Porque la corrupción es generalizada en esta fase del capitalismo y, gracias a los servicios de inteligencia, todos atesoran los “secretos” de todos para cuando necesiten ventilarlos. No es algo nuevo, vale recordar que el asesinato de José Luis Cabezas -del que el año pasado se cumplieron dos décadas- hizo estallar el caso del dueño de OCA, Alfredo Yabrán, “casualmente” cuando se dirimía la posesión del servicio postal entre grupos económicos. Hoy lo novedoso es la masividad de la fusión entre negocios “legales” e “ilegales”.
La acumulación, en esta fase de capitalismo globalizado, no tiene pruritos en realizarse por la vía que sea, tal como la acumulación originaria se basó en el comercio de esclavos y el saqueo de América. El narcotráfico o la trata de personas son algunas de las actividades más rentables para el capital. La circulación de dinero “sucio” y el lavado se multiplican por doquier. Los Estados asumen la defensa y promoción de estos intereses. Conviene recordar -ahora que el gobierno promueve la instalación de bases yanquis en nuestro país- que la invasión de los EE.UU. a Afganistán multiplicó la producción local de opio.
Los cuadernos de la corrupción resultan funcionales a la batalla geopolítica por el dominio de los recursos naturales y los mercados entre EE.UU y China. No casualmente, una de las empresas denunciadas, Electroingenieria, tenía contratos con China para la construcción de las represas hidroeléctricas Condor Cliff y Barrancosa, que el ministro de energía ya solicitó suspender. Por otra parte el grupo Techint, dirigido por el denunciado CEO Paolo Rocca, viene posicionándose como el principal inversor en Vaca Muerta, después de YPF.
No es posible prever hasta dónde llegará la crisis que detonaron los cuadernos o si el macrismo logrará que su impacto se limite al gobierno anterior, a pesar de estar profundamente implicado el grupo económico del presidente. La justicia juega a su favor, y originalmente el juez Bonadío había decidido investigar las coimas en la obra pública sólo en los años que van del 2008 al 2015 (lo que dejaba fuera de la causa al presidente Macri, ya que IECSA fue adquirida en 2007 por su primo, Ángelo Calcaterra), aunque luego se vio obligado a ampliar el período investigado hasta 2003. Está claro que lo que menos puede esperarse del Poder Judicial es justicia.
La crisis abierta por los cuadernos tiene más de un rumbo posible. O es aprovechada por las izquierdas y el pueblo para denunciar las lacras del sistema capitalista y su democracia liberal levantando una alternativa o será un trampolín para las derechas más rancias. Vale recordar el caso italiano donde tras el proceso judicial del “Mani Pulite” accedió al gobierno Silvio Belusconi o el brasileño donde después del “Lava Jato” uno de los candidatos mejor posicionados resulta ser el militar ultraderechista Jair Bolsonaro. Nadie puede asegurar el desenlace argentino.
Agotamiento y crisis de la democracia representativa
La democracia representativa liberal es cada vez más una herramienta inservible para unos y otros. Por un lado, los pueblos descreen cada vez más de “la política”, con sus ajenas y encumbradas instituciones y sus políticos profesionales. Hace muy poco, fue el Senado el que demostró que su función no es llevar la voz del pueblo sino negarla.
Vale la pena recordar el “que se vayan todos” del 2001. Hay quienes, aún en sectores de las izquierdas, desvalorizan y rechazan ese sentir popular que se transformó en grito y en acción colectiva. No ven que constituye una imprescindible base de apoyo para construir una política emancipatoria, opuesta a la naturalizada y aceptada como única práctica política “democrática”. Cómo señalaba la intelectual mexicana Rhina Roux:
Si la dominación del capital implica sometimiento de la actividad vital humana... la emancipación sólo puede significar liberación del poder hacer, reapropiación del control de la propia vida, autodeterminación... Significa que la lucha contra el capital es, sobre todo, una lucha por construir nuevas reglas de organización de la vida social: por definir las normas que ordenan la convivencia, lo que compete a todos, lo relativo a la res pública. Esta lucha es, necesariamente, una confrontación política [1].
Una lucha por construir nuevas reglas de la vida social, tiene poco que ver con la acción restringida al Estado y regida por los calendarios electorales.
Esta “otra política”, colectiva y desde abajo, que había comenzado
a brotar con la rebelión popular, con el kirchnerismo dejó de ser una realidad y
una forma de construir política para transformarse en slogan de una política
hecha desde arriba, desde funcionarios y políticos profesionalizados. La
participación política en los asuntos de la comunidad, en la “vida social” de
millones de personas, fue restringida a “marchar” en silencio, un domingo cada
dos años hacia las urnas.
Este régimen le está resultando un lastre al propio capital para
consolidar su dominación. No les alcanzan ya los límites por los que “el pueblo
no gobierna ni delibera”, necesitan una mayor sumisión y no toleran resquicios
por lo que pueda colarse la voluntad popular.
La “lucha
contra la inseguridad” se ha convertido en piedra filosofal de los Estados, ya
desde el seno de los “progresismos” que, bajo los gobiernos de Dilma Rousseff y
de Cristina Fernández, sancionaron sendas leyes “antiterroristas”.
La justicia acentúa sus rasgos punitivistas y, cuanto más jóvenes y morochas
sean sus víctimas, se vuelve más punitiva. Mientras tanto, los asesinatos de
Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel permanecen impunes. El vitalicio Poder
Judicial va asumiendo funciones de los otros poderes, legislando a través de sus
sentencias y/o declaraciones de inconstitucionalidad. Las campañas contra la
“corrupción” dirimen disputas políticas y económicas que otrora ameritaban
lobbies en el Congreso. Las fuerzas policiales no necesitan de la justicia para
aplicar por su cuenta la pena de muerte, con más de cinco mil chicxs asesinados
por “gatillo fácil” durante los gobiernos constitucionales, lo que ahora se
acelera y adquiere carácter doctrinario, con Patricia Bullrich y el “valiente”
asesino por la espalda Luis Chocobar.Las nuevas subjetividades mercantiles se adueñaron definitivamente de lo electoral: lxs candidatxs ya no requieren militantes sino publicistas y el “ciudadano” se limita a elegir en la góndola de las ofertas electorales, generalmente el producto ofrecido como “menos malo”. Lo nuevo es la profesionalización que ha adquirido esta dinámica electoral, tanto que hasta gran parte de las izquierdas han incorporado sus parámetros, sin disrupciones que desenmascaren a las instituciones e introduzcan en ese terreno individualista lo colectivo y popular. Se da la paradoja de que la “democracia” representativa liberal, cuanto más inútil se revela -tanto para el pueblo como para las clases dominantes- más se enarbola cómo única y final forma de gobierno.
Una primera mirada sobre nosotrxs mismxs constata que gran parte de las izquierdas no resultaron indemnes a la “normalización” de la política que trocó el protagonismo popular por el de los aparatos políticos tradicionales. La búsqueda de la imprescindible unidad cambió de actores y los intentos de articulación con el pueblo trabajador -con sus múltiples componentes y organizaciones- derivó en la búsqueda de algún partido o aparato con quien aliarse. Ya no se buscó politizar la lucha social sino construir en el terreno que el sistema delega a lo político, reino excluyente de los partidos y las instituciones.
El régimen representativo no puede ser mejorado a través de parches que lo hagan más “participativo” o con la introducción de legisladores de izquierda en los parlamentos, aunque sea necesario para el pueblo tenerlos allí. Tampoco profundiza la democracia “social” la introducción de nuevos derechos, cómo se pretendió al reconstruir el régimen tras la rebelión del 2001. Siendo vital luchar por ellos, la “ampliación de derechos” nos ha acostumbrado a pelear por un derecho hoy o a defender otro mañana, con el resultado de hacernos perder la perspectiva de la unidad de las luchas ambientales, antiextractivistas, anticoloniales y antipatriarcales en un proyecto alternativo global y al calor del cual podría ir construyéndose el pueblo trabajador como sujeto de transformación, así como las bases para el poder popular y los procesos constituyentes hacia una nueva democracia.
¿Hacia un recambio sin superación del macrismo?
Se va instalando la necesidad de “una gran Unidad” para derrotar al macrismo en el 2019. Todo político que se precie lo enuncia con tono de sensatez. Pero desplazar a un gobierno no significa que indefectiblemente se modifique el rumbo antipopular.
No sería la primera vez que sucede. Ya la Alianza que desplazó a Carlos Saúl Menem, no sólo fue incapaz de cambiar el rumbo sino que terminó colocando a Domingo Cavallo a la cabeza de la economía. La fantasía de que con sólo desplazar al presidente mejorarían las cosas no duró mucho. Y hoy, lamentablemente, muchos juegan a lo mismo.
No se trata de voluntad, ni siquiera de buenas o malas intenciones, sino de lo que permite (o no) la realidad nacional. En la actualidad un cambio de rumbo no sería factible sin, como mínimo, romper los acuerdos con el FMI e investigar y desconocer la deuda infame. Asimismo, esta vez no se contará con precios extraordinarios de los commodities sino habrá que imponer tributos muy fuertes y retenciones al agronegocio para bajar el precio de la canasta alimentaria. Garantizar energía suficiente y barata necesitará de la reapropiación de las empresas de servicios públicos. Evitar la fuga de divisas exigirá como mínimo el control sobre la banca y el comercio exterior. Transformar de raíz el sistema anti-democrático necesitaría de un proceso constituyente con amplia y democrática participación y debate popular. Y se sabe, la participación popular y cada una de las medidas citadas “desalienta” a los inversores.
¿Qué haría entonces un gobierno de “amplia unidad” que pueda
vencer al macrismo pero no pretenda enfrentar al capital? ¿Qué permite suponer
que sería capaz de garantizar estas mínimas medidas para hacer efectivo un
cambio de rumbo más allá de la retórica?
Tampoco
pareciera que el kirchnerismo esté dispuesto a encarar estas medidas afectando
intereses de las clases dominantes. La expresión de Cristina durante el debate
por la legalización del aborto acerca de no enojarse con la Iglesia así como el
pedido de Máximo Kirchner en el Plenario de la Militancia de que “al odio le
respondamos con amor” no parecen preparativos para una dura pelea ¿Mera
táctica electoral? No. Mucho más probable es que constituyan un emergente de la
imposibilidad de un nuevo ciclo progresista en la actual realidad y de los
aprestos a ser parte de esa “amplia unidad”.En un reciente escrito, Claudio Katz pronosticó: “Se perfilan dos escenarios: una regresión controlada o un estallido inmanejable. El primer contexto repetiría lo ocurrido en Grecia y el segundo lo padecido en el 2001” [2].
Para el primer escenario se suceden las aún inconclusas negociaciones entre todos los sectores del PJ. Un acuerdo general es sostener al gobierno hasta el 2019 mientras se va perfilando un candidato de “unidad”. Uno de quienes cuenta con posibilidades es Felipe Solá, con buenos antecedentes para ser candidato de consenso entre los diferentes sectores, aunque se termine dirimiendo en las PASO: fue ministro de Agricultura e impulsor del monocultivo sojero con el menemismo, demostró que no le tembló el pulso para reprimir junto a Duhalde durante la Masacre de Avellaneda en la que fueran asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kostecki, fue hombre de Sergio Massa aunque con juego propio y hace muy poco fue nombrado por Cristina como uno de los mejores presidenciables, junto con Agustín Rossi. Otro candidato de “unidad” que se baraja es Roberto Lavagna, quien fuera ministro de economía de Eduardo Duhalde y se prolongara en los primeros tiempos del kirchnerismo.
Resulta probable que Cristina juegue como candidata sólo en el segundo escenario previsto por Katz, situaciones en las que ya ha demostrado su utilidad para las clases dominantes, al desarmar la rebelión popular del 2001. De no darse ese escenario, es muy difícil que sea aceptada por el resto de las alas del PJ.
En cualquiera de los escenarios posibles, el planteo de una “amplia unidad” contra Macri no resulta una palanca para terminar con el macrismo sino que constituye un dispositivo para canalizar el descontento y garantizar la gobernabilidad.
Párrafo aparte merecen las agrupaciones populares que aportan a la gobernabilidad del capital y se aprestan a ser parte de internas de las que pueda surgir tal candidatura unitaria. En especial aquellos que, como los “Cayetanos” (Movimiento Evita, Barrios de Pie y Corriente Clasista y Combativa) reconocen el liderazgo del Vaticano que, con el Papa Francisco (ex Bergoglio, ex Guardia de Hierro) está jugando fuerte en la interna política y sindical peronista.
El aporte de estos sectores a la gobernabilidad es radicalmente diferente al de la CGT, que a lo sumo convoca a medidas aisladas cuando necesita descomprimir y canalizar las broncas en medio de las peleas de aparato. A estas agrupaciones se las ve continuamente en la calle, con compañeras y compañeros librando peleas, algunas muy duras. Pero siempre evitando una toma de posición que pueda molestar al poder o a la Iglesia, como se pudo ver recientemente en el debate sobre el aborto. Uno de sus principales referentes, Juan Grabois, muy cercano al Papa, lo expresó claramente en la revista Crisis:
La lucha sindical dentro del capitalismo, la lucha económica dentro del capitalismo, es la lucha por los intereses económicos de un sector de la sociedad, por la plata, es bien concreta. Se cuenta en pesos. Y después hay otra lucha de las que algunos de nuestros compañeros participan muy abiertamente y lo hacen muy bien, que es la lucha política para ganar las elecciones... Yo creo que eso se resuelve en las urnas. Entonces no hay que pedirle a la calle, a mi criterio, lo que no corresponde a la calle, y eso no quiere decir que la calle no interviene en la política en términos generales, pero la calle no va a cambiar el gobierno [3].
Esa misma lógica, en que el pueblo sólo pelea por alguna mejora, por algunos pesos y la política es el arte de conseguir un lugar en las instituciones del poder, sin transformación de raíz, es la que permite que supongan que ser aceptados en el seno de la CGT constituye un paso hacia la “unidad de los trabajadores”.
La grave situación del país y del pueblo, las dificultades para
desarrollar prácticas políticas desde abajo y sortear los dispositivos de
gobernabilidad y el “sentido común” sistémico, hacen más urgente abrir un debate
colectivo entre las izquierdas para construir desde el pueblo una alternativa
superadora.
Alternativa de transformación de una izquierda transformadaLos reiterados llamados a esperar al 2019 no apuntan sólo ni principalmente a sostener a este gobierno agónico. Su mayor peligro es ocultar las tareas que el momento requiere. Porque no se trata sólo de cómo y cuándo debería irse eyectado el macrismo -algo sobre lo que el pueblo no pedirá permiso- sino de qué es lo que necesitamos emprender sin tardanza.
Porque hacer política construyendo una alternativa no puede
agotarse en quien ocupa el Estado, aunque la disputa por el poder sea
imprescindible. La construcción de poder popular exige mucho más que la
construcción de un Partido, de un instrumento electoral o de disputar un
gobierno. Requiere que el pueblo se organice, debata y luche por intervenir y
decidir cotidianamente en cada aspecto de la vida de la sociedad y la comunidad.
¿Acaso no
necesitamos imperiosamente poner ya en pie un amplio movimiento popular de
ruptura con el FMI y por el desconocimiento de la deuda externa, para liberarnos
de su yugo? O ahora que pretenden arrasar con la educación pública y popular y
convertirla en instrumento de adaptación a los requerimientos del sistema, ¿no
necesitamos converger en un congreso popular educativo de todos los niveles, que
trascienda los sindicatos para insertarse en los territorios y la juventud,
hacia un movimiento por la defensa y transformación de la educación pública y
popular? ¿No necesitamos similares iniciativas ante cada necesidad para
convertirlas en derechos? Y por sobre todo ¿no necesitamos trabajar
pacientemente pero sin descanso por una confluencia de todo el pueblo trabajador
movilizado, con sus organizaciones y colectivos, en un gran movimiento
socialista, feminista, libertario y por una patria Nuestroamericana liberada?Hay quienes suponen que levantar un proyecto de país y de sociedad que trascienda al capitalismo patriarcal es un lujo para este momento en que la ofensiva está en manos del capital. Pero sin una propuesta más allá de la reacción a contragolpe, indefectiblemente terminará por imponerse la aceptación resignada del ajuste y el neoliberalismo como alternativa al caos.
El gran desafío es si las víctimas de este sistema seremos capaces de construir una alternativa positiva, independiente y radicalmente opuesta al sistema actual, que las izquierdas recuperemos la audacia de abandonar el malmenorismo porque, tal como planteaba Samir Amin, “yendo de menos malo en menos malo, se acaba llegando al final a lo peor”. Los resultados están a la vista.
La paciente construcción del movimiento de mujeres durante décadas, que en los últimos tiempos hizo asambleas conjuntas multitudinarias, movilizó a millones, convocó a intelectuales y artistas, hizo reuniones en los barrios, confeccionó folletos, libros y videos, se viralizó por las redes, polemizó públicamente, impulsó el proyecto de ley por el derecho al aborto libre y gratuito pero fue más allá, reapropiándose de cuerpos, voluntades y deseos, es un gran ejemplo del que necesitamos aprender en todos los terrenos.
La fragmentación de las izquierdas no constituye un buen augurio para estas tareas. Quienes crean que los pueblos no tienen la capacidad de construir soluciones creativas y alternativas poderosas seguirán creyendo en “regresos” triunfales o en Partidos providenciales llamados a dirigir al pueblo. Seguirá, en ese caso, primando la diferenciación permanente. Pero no está determinado que éste sea el rumbo. Creer en el pueblo, en la construcción de su poder, obliga y empuja a aportar colectivamente, más allá de diferencias que, en todo caso, nadie más que el pueblo podrá dirimir.
En las múltiples peleas actuales está surgiendo
una nueva generación, muy joven, de luchadoras y luchadores, sin experiencia
pero también sin las taras que el progresismo sembró y con las que contaminó
generaciones anteriores. Y así como los varones debemos deconstruir el machismo
y el patriarcado internalizados, las viejas generaciones militantes debemos
deconstruirnos frente a estas nuevas generaciones y experiencias y acompañar,
con los valiosos bagajes y aprendizajes acumulados, los nuevos procesos y
construcciones, comprendiendo que tenemos mucho por aprender de ellos.
Notas:
[1] Roux, Rhina; Dominación, insubordinación y
política, 2002, en https://herramienta.com.ar/articulo.php?id=80
[2] Katz, Claudio. Otro camino para enfrentar
la crisis, 2018. En https://katz.lahaine.org/b2-img/OTROCAMINOPARAENFRENTARLACRISIS.pdf
[3] Grabois, Juan, Adiós al gradualismo y ahora
qué, 2018. En https://www.revistacrisis.com.ar/notas/adios-al-gradualismo-y-ahora-que
Generalicemos la toma de conciencia que los extractivismos
son ecocidios y genocidios. Detrás de la modernidad tecnológica ocultan la
destrucción total las condiciones de vida y trabajo que si no se da en el
presente inmediato, sí la habrá para el futuro próximo.
El Capital y Estado son extractivistas. De ahí el imperativo
vital de confrontarlos y multiplicar los espacios en
común de deliberación sobre cómo esta lucha de clases nos separa, por
completo, de líderes e intelectuales progresistas que, en lugar de procurar
la transición hacia el socialismo, están empeñados en la gobernabilidad del
capitalismo dependiente para el Abya Yala.
Aún más, como lo muestra Atilio Boron Leer , nos atacan y caricaturizan a quienes no olvidamos, no perdonamos ni nos reconciliamos con los promotores de extractivismos.
Los líderes e intelectuales progresistas no proyectan facilitar
la autodeterminación de los pueblos, chantajean que de no votar la
continuidad o regreso de su acérrimo presidencialismo progresista, habrá
neoliberalismo e incluso fascismo. Denuncian al imperialismo de EE.UU. y lo
declaran su enemigo pero han consolidado el subdesarrollo o el sometimiento
a expoliación de los trabajadores y de la naturaleza.
Ahora la emancipación del sistema
mundo capitalista nos reclama construir internacionalismos revolucionarios:
La magnitud de la crisis planetaria exige acciones de la misma
dimensión; la solución es el cambio de sistema
10 de septiembre de 2018
Por Karin Nansen
Enfrentamos una crisis climática y otras crisis sociales y ambientales muy
profundas. El actual sistema económico dominante no puede ofrecer soluciones. Es
hora de cambiar de sistema.
Necesitamos cambiar el sistema económico actual para resolver las crisis
ambientales, climáticas y sociales que enfrenta el mundo.
Para Amigos de la Tierra Internacional, eso significa construir
sociedades basadas en la soberanía de los pueblos y la justicia ambiental,
social, económica y de género. Debemos cuestionar y desmontar la lógica
capitalista de la acumulación.
La catástrofe
climática está
entrelazada con muchas otras crisis tanto sociales como ambientales, entre ellas
la opresión, el poder empresarial, el hambre, el deterioro del agua, la pérdida
de biodiversidad y la deforestación.
Su origen reside en un sistema económico insustentable, cuyo único fin es el crecimiento ilimitado y el lucro, y que
concentra la riqueza, el poder y privilegios obscenos en manos de unos pocos.
Ese mismo sistema les da a las empresas transnacionales y las élites nacionales
la potestad de explotar a la gente y los pueblos y sus medios de sustento con
total impunidad.
Para combatir el cambio climático y las crisis sociales y
ambientales asociadas tenemos que emprender acciones drásticas y urgentes que
nos permitan encarar sus causas estructurales comunes; la privatización,
financierización y mercantilización de la naturaleza y nuestras sociedades, y
los sistemas de producción y consumo insustentables.
La magnitud de las crisis que enfrentamos exige un cambio de
sistema.
El cambio de sistema implica la creación de sociedades sustentables
y nuevas relaciones entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza,
basadas en la equidad y la reciprocidad. Pero no podemos construir este tipo de
sociedades, ni defender los derechos de los pueblos, sin acrecentar el poder de
los pueblos. Necesitamos reivindicar y recomponer el ámbito de la política. Ello
significa construir democracias genuinas, radicales y justas centradas en la
soberanía de los pueblos y la participación popular. El derecho internacional
debe priorizar a la gente frente al lucro empresarial, garantizando la
aplicación de normas vinculantes para las empresas y mecanismos que garanticen
el acceso a la justicia para las víctimas
de las corporaciones transnacionales.
Cambiar de sistema requiere la articulación de las luchas contra la
opresión, o sea, contra el patriarcado, el racismo, el colonialismo y la
explotación de clase y capitalista. Exige asimismo compromiso con la lucha
contra la explotación de los cuerpos y el trabajo de las mujeres. Somos testigos
de cómo la expansión del capital en los territorios conduce a un incremento de
la violencia contra las mujeres y a la violación de sus derechos. La justicia
de género sólo será posible cuando las mujeres sean reconocidas
como sujeto político, se ponga fin a la violencia contra las mujeres, se
fortalezca su autonomía y se fomenten los principios de la economía feminista,
se desmonte la división sexual del trabajo y se reorganice el trabajo de los
cuidados.
Para cambiar de sistema es fundamental transformar el sistema
energético. Eso implica abandonar la dependencia en los combustibles fósiles,
desmantelar el control empresarial de la energía y responder democráticamente
preguntas clave como ¿para quién y para qué se produce la energía?
La transición necesaria tiene que ser justa, fundada en los derechos de los y
las trabajadores y trabajadoras y las comunidades. Para encarar los problemas estructurales de un sistema que
transforma la energía en mercancía y niega el derecho a la energía de todos y
todas, no alcanza sólo con cambiar las tecnologías y fomentar las energías
renovables, también es necesario el control y la propiedad pública y
comunitaria. Exige además equidad y justicia, especialmente para quienes ya
sufren los impactos del cambio climático en el Sur global.
Un cambio genuino de sistema transformará radicalmente el sistema
alimentario para lograr la soberanía
alimentaria y el desarrollo de la agroecología.
Para ello hay que valorar el conocimiento local, promover la justicia social y
económica y el control de los pueblos sobre sus territorios, garantizando el
derecho a la tierra, el agua y las semillas, alimentando relaciones sociales
fundadas en la justicia y la solidaridad, reconociendo el papel fundamental de
las mujeres en la producción de alimentos, y brindar así una forma efectiva de
alimentar al mundo y enfrentar la agricultura industrial destructiva.
Quienes mejor protegen la
biodiversidad y las selvas y bosquesson las comunidades que viven
en ellos. Proteger las selvas y bosques puede mitigar el cambio climático al
mantener almacenado el carbono natural y reducir el volumen de carbono que se
libera a la atmósfera cuando hay deforestación, al mismo tiempo que provee a las
comunidades con alimentos, fibras, abrigo, medicinas y agua. Apenas 8% de las
selvas y bosques del mundo están manejados por comunidades; es vital que
garanticemos los derechos de las comunidades sobre los bosques y selvas y sus
medios de sustento.
El cambio de sistema debe resolver las necesidades individuales y
colectivas de los pueblos y promover la reciprocidad, la redistribución y el
intercambio y compartir. Las soluciones
incluyen servicios públicos que se podrán hacer realidad mediante la justicia
fiscal, la propiedad social y el cooperativismo, los mercados locales y el
comercio justo, el manejo comunitario de bosques, y valorar el bienestar de la
gente y el Planeta. Los pueblos en todo el mundo ya están experimentando o
implementando miles de iniciativas que consagran la justica y cuestionan la
lógica capitalista. Ahora debemos ampliarlas. Eso exige políticas públicas
nacionales e internacionales proporcionales que faculten a la gente para luchar
por un Estado democrático que garantice los derechos y brinde servicios públicos
ambiental y socialmente justos, con participación popular activa; un Estado que
garantice los derechos de los pueblos al agua, la tierra y el territorio, a la
alimentación, salud, educación, vivienda y trabajos decentes.
Es necesario que todos y todas apoyemos la resistencia local e
internacional, que participemos en la movilización popular, que luchemos por
cambiar las políticas y ampliar las soluciones verdaderas, las soluciones de los
pueblos. Eso es el cambio de sistema.
14 de agosto, 2018
Aclaremos
cómo se están concretando internacionalismos revolucionarios:
A. Planteos, desde la clase de
los trabajadores, de cuestionar hacia qué el Capital destina la producción y
rebelarse como trabajador, por ejemplo, a seguir posibilitando la megaminería, el fracking
o los agronegocios. Pero esclarezcámonos con la
declaración del SAT de Cádiz y comencemos por cómo definen su
militancia:
"Insistimos en que
estamos ante una tarea política de alcance en términos de militancia
anticapitalista y antiimperialista a fin de que nuestros compañeros de la clase
obrera no tengan que vender su fuerza de trabajo para la producción de
mercancías que siembran la muerte; de la misma manera que es un reto estratégico
mayor que nuestro pueblo no consuma mercancías realizadas con la
superexplotación criminal que nuestras empresas
multinacionales 'estelares' imponen en los talleres de la ignominia del
llamado Tercer Mundo".
España vende armas a Arabia Saudita:
Declaración del SAT de Cádiz ante el caso de la venta de armas a Arabia Saudí y
su implicación en Navantia San Fernando.
19 de septiembre de 2018
La Unión Local
del SAT de Cádiz, tras recabar información directa de nuestra Sección Sindical
en Navantia San Fernando, conociendo la contradictoria y tensa situación vivida
en el conjunto de su plantilla, tras ver los diferentes posicionamientos
llegados desde diferentes organizaciones (con especial atención a aquellas con
los que tenemos una relación de trabajo cotidiano), sabiendo también de las
expectativas que sobre nuestra opinión había en diferentes colectivos compañeros
en todo el Estado español, ha considerado que no podía dilatar más un
pronunciamiento público al respecto.
En este
sentido, lo primero que tenemos que dejar por sentado es que no se nos escapa
que este pronunciamiento sale más tarde de lo que realmente correspondía. Y
hemos tomado nota autocrítica ante ello y valorado la experiencia desde
distintos ángulos para sacar las lecciones organizativas que corresponden a fin
de afrontar situaciones parecidas… que sin duda seguirán llegando. Pero al
tiempo que nos excusamos ante quienes –sobre todo– desde el compañerismo y la
amistad han aguardado a una posición que se ha hecho esperar demasiado, les
informamos que esa tardanza no ha sido porque no tuviéramos una postura muy
formada y bastante consensuada (y también diferenciada, como se verá) sobre el
asunto en cuestión. Una posición, la nuestra, que transmitimos en comunicaciones
internas en las que, entre otras cosas, apostábamos por conjugar nuestros
principios irrenunciables con la elección de los términos más eficaces para que
–especialmente– nuestros compañeros de la Sección Sindical pudieran proseguir en
las mejores condiciones posibles el magnífico trabajo, en cuanto a ejemplaridad
y concienciación “a largo plazo”, que llevan haciendo desde hace años bajo el
lema “somos clase obrera en (y no de) Navantia”, y a los que en esta nota
queremos reiterar nuestro máximo respaldo.
De hecho, esta
nota pública no es más que una prolongación de los puntos fundamentales que
hemos expuesto en diferentes ámbitos organizativos particulares. También, por
supuesto, ha tenido que adaptarse al cambio de la situación tras el “paso atrás”
del gobierno español con respecto a la venta de las bombas de precisión a la
dictadura ultrarreaccionaria y proimperialista de Arabia Saudí que ejecuta la
masacre contra el pueblo yemení; un cambio de criterio que, por cierto, no hace
sino confirmar la caracterización que de esa postura gubernamental hacemos en el
primer punto de nuestra declaración que ahora sigue.
– En el
anuncio proclamado desde las instancias gubernamentales y de sus actuales
aliados de no vender armas utilizables directamente en la masacre del pueblo
yemení ha habido mucho de “postureo” y oportunismo pre-electoral; entre otras
cosas, para dar un barniz progresista y elegir temas de los que distinguirse de
la derechona, y así eludir “meter el diente” a lo que realmente es el programa
del verdadero cambio que se correspondía con las movilizaciones de los últimos
años. No ha sido realmente una postura de principio. No ya porque finalmente han
echado marcha atrás con declaraciones vergonzosas por parte de diferentes
elementos del gobierno, sino porque desde el comienzo se vio que se utilizaba
como arma arrojadiza entre las diferentes sucursales de las marcas electorales
en juego. Unas sucursales interesadas, ante todo, en situarse lo mejor posible
ante el largo período electoral que de nuevo se avecina empezando por la
primaria confección de sus listas.
Es completamente hipócrita desgajar al régimen ultrarreaccionario de Arabia Saudí del conjunto del bloque guerrero imperialista occidental, sin el cual no se puede entender la destrucción bárbara a que se viene sometiendo a todo Oriente Medio desde hace años (Irak, Libia, Siria,…) y ahora Yemen. Arabia Saudí es un abominable peón de un bloque imperialista que bajo ningún concepto podemos tildar de acoger democracias ejemplares a los que sí se pueden vender armas, como es el caso de una larga lista que encabezan EEUU, Inglaterra, Francia y Alemania en tanto que miembros cualificados de la organización terrorista por excelencia: la OTAN. Así, la negación de ventas a este execrable peón que es Arabia Saudí no pude hacerse sustrayéndolo del tablero imperialista del que el Estado español es activo jugador, todo él, de forma criminal. Estamos, pues, ante una cuestión de política de altura de proyección revolucionaria que requiere de una prolongada acumulación de fuerzas que acabe con el sistema capitalista e imperialista que está llevando al escenario mundial a una nueva barbarie de la que el régimen saudí no es sino uno de sus peores abortos.
–
Por tanto, no vemos correcto culpabilizar a quienes trabajan en las empresas
fabricantes de material bélico de la clientela a la que se vende este material.
Insistimos en que estamos ante una tarea
política de alcance en términos de militancia anticapitalista y antiimperialista
a fin de que nuestros compañeros de la clase obrera no tengan que vender su
fuerza de trabajo para la producción de mercancías que siembran la muerte; de la
misma manera que es un reto estratégico mayor que nuestro pueblo no consuma
mercancías realizadas con la superexplotación criminal que nuestras empresas
multinacionales
“estelares” imponen en los talleres de la ignominia del llamado Tercer Mundo.
– Ahora bien,
si en un momento dado, por contradicciones en determinadas instancias estatales
o incluso a nivel internacional entre bloques imperialistas, se señala de forma
parcial a un odioso régimen como el de Arabia Saudí (que ni siquiera guarda las
formas para mejor cometer su crimen como sí hacen las viejas potencias
“democráticas” imperialistas, de largo e incesante currículo infame de
atrocidades), si ese odioso régimen es señalado, aunque sea por intereses
espurios, entonces, ¿cómo no aprovechar la coyuntura y contribuir a su
aislamiento y destrucción pero siempre desde un discurso y una acción globales
antiimperialistas? Por eso, apoyaremos toda movilización que dificulte la acción
criminal de Arabia Saudí en Yemen.
– Expresamos
nuestra comprensión por la angustia de los trabajadores y trabajadoras ante la
falta de “carga de trabajo” en general, y en particular en la machacada Bahía de
Cádiz. Y bajo ningún concepto apoyamos los pronunciamientos militantes que les
califican de “reaccionarios”. Caer en eso es completamente contraproducente e
impropio de quien pretenda un trabajo paciente de concienciación y de
fortalecimiento de la clase obrera. Otra cosa es el tratamiento que se dispense
a esos representantes del sindicalismo llamado mayoritario, totalmente integrado
en el sistema y que desde hace décadas ha venido aislando, atomizando,
dispersando, desmoralizando y dividiendo a la clase trabajadora que,
efectivamente, conoció casos gloriosos como cuando se impidió entrar en la misma
factoría de San Fernando al buque-centro de torturas chileno “Esmeralda”. Pero
aquello fue el resultado de un terreno previamente regado de organización y de
cohesión obrera. Y es que la solidaridad y hasta el heroísmo también se
organizan con paciencia y humildad militantes; lo que incluye cuidar mucho en
qué términos nos dirigimos al resto de nuestra clase. Sobre todo, esta es una
exigencia para quien tiene el honor de militar sin cálculo personal alguno al
servicio de la causa obrera y popular.
– Pero
ciertamente todo esto está supeditado a algo más supremo aún. No puede haber
“final feliz” ni en la senda del trabajo sindical ni en el de otra índole de
concienciación y de organización combativas si el trabajo militante no parte de
principios. Estos no bastarán: serán sólo, en el sentido más literal del
término, un “comienzo”. Pero comienzo ineludible para no corromper todo el
camino. Toca especialmente a las organizaciones militantes salvaguardar esos
principios por mucha (y necesaria) comprensión que tengamos con determinados
colectivos laborales.
Por eso:
– No avalamos
ni pasadas ni futuras movilizaciones que exijan que se vendan armas letales
utilizables por una asesina dictadura proimperialista y reaccionaria con tal de
que no rompa determinados contratos. En consecuencia, por más que sepamos del
juego politiquero que rodea todo este asunto, no apoyamos movilizaciones que
alimenten chantajes comerciales por parte de Arabia Saudí.
– Denunciamos
el discurso vomitivo de los portavoces de los “sindicatos mayoritarios” que han
impulsado las recientes movilizaciones; una convocatoria que ha tenido por estos
lares el apoyo –no hay que sorprenderse– de la caverna político-mediática de
siempre. Pero que ha contado también con la connivencia –habrá que sorprenderse
cada vez menos– de las llamadas “fuerzas del cambio” más locales que han
antepuesto no la lógica prudencia de una concienciación a largo plazo, sino un maniobrerismo cortoplacista electoral lleno de demagogia (otra vez primaria) sin
apenas ningún cambio con respecto a la derecha de siempre.
– Por último, llamamos a engrosar las filas de
quienes apuestan por un cambio de modelo productivo en la Bahía de Cádiz,
sostenible en lo energético y alejado de la industria de la guerra. Pero hacemos
ese llamamiento desde la convicción de que nada mejor para acercar su
materialización que integrar esa justa reivindicación en una estrategia
contundente y clara de superación de un sistema que necesita de la precarización
industrial que mata. Y de la industria de la muerte que presupone el chantaje de
la miseria para asegurarse su infame singladura.
Cádiz a 18 de septiembre de 2018
colabora con el SAT: http://tiendasat.org/index.php
Leer
---
B. Potencial de
reproducción en otras latitudes y sociedades es la autoafirmación de una
singular subjetividad colectiva al entrar en subversión por reconocer sus
arraigos y perspectivas emancipatorias.
Una disputa central de territorios con el
sistema mundo capitalista es la Mapuche que sostiene:
"Con base en una cosmovisión y ética ancestral de que el ser Mapuche es parte de la Tierra, nuestra lucha debe apuntar a hacer una diferencia con la forma de vida impuesta por los actuales grupos de poder a nivel local, regional y global que basan sus malos gobiernos en formas coloniales, corruptas y destructoras de la naturaleza.
Nación Mapuche / Chile. Contundente rechazo a Plan Araucanía y un llamado a la unión para que los propios Mapuche decidan la vida y el futuro del Wallmapu.
26 de septiembre de 2018
Resumen
Latinoamericano / Radio del Mar
Marcha en Temuco reunió a diversas identidades territoriales mapuche que
afirmaron que la tierra y el mar No se venden ni se arriendan, se recuperan, con
unión y creación de un propio plan de los mapuche en los territorios indígenas.
Potenciar la
unidad para crear un plan Mapuche para la buena vida en el Wallmapu, resumió la
masiva y diversa marcha realizada este miércoles 26 de septiembre en las calles
de Temuco por comunidades provenientes de diversos territorios indígenas. Este
acto se realiza a dos días del publicitado anunció del gobierno chileno de
Sebastián Piñera, de abordar las complicaciones que tienen empresas chilenas y
multinacionales, además de terratenientes, para seguir imponiendo su modelo de
desarrollo extractivista y sin reconocer la historia de despojo y ocupación
estatal en las tierras Mapuche.
La actividad
realizada en las calles y en la plaza central de Temuco, reunió a comunidades
Lafkenche, Pehuenche, Williches, Nagches y Warriaches, entre otras, que a los
sonidos del Kultrún y la trutruca escucharon a los diferentes Werkenes, Lonkos,
y otros representantes de la diversidad política, cultural y espiritual Mapuche.
Mujeres, hombres,
familias y organizaciones apoyaron una de las principales de mandas mapuche:
defender los territorios Mapuche. “La tierra no se vende ni se arrienda, se
recupera”.
Énfasis también a
la recuperación del mar, señalaron las comunidades Lafkenche con lo cual
refirmaban que los Mapuche no solo son gente de la Tierra, sino que del mar, de
las cordilleras, de los lagos y ríos.
Las comunidades
realizaron una parada frente a la cárcel de Temuco para apoyar a los prisioneros
políticos y repudiar la militarización de los territorios mapuche y rechazar los
montajes judiciales creados por policías, fiscales y políticos en contra de
dirigentes indígenas.
Respecto del Plan
del gobierno para “la Paz y el desarrollo en la Araucanía”; dirigentes afirmaron
que “este plan es para las transnacionales, para los empresarios, para las
forestales, para los políticos corruptos”. Frente a esto hay que movilizarse por
todo el Wallmapu para “recuperar nuestro territorio, nuestro lenguaje, nuestra
vida y nuestra gente”, agregaron.
Nación Mapuche / Chile. Allkütun pu peñi, pu lamngen!!! Es un plan chileno en la Araucanía. No es un Plan Mapuche para el Wallmapu
24 de septiembre de 2018
Resumen LatinoamericanoPor Patricio Melillanca, Mapuexpress
Un plan chileno en la Araucanía, es difícil, sino imposible, que integre las demandas históricas del Pueblo Mapuche. Ante esto, sólo nos queda aumentar la organización, potenciar las redes, la comunicación, y fortalecer el Kimun y Rakiduam Mapuche.
Hablar de Araucanía, es hablar de un territorio que el Estado de Chile ha definido administrativamente con ese nombre. Pero decir Araucanía no necesariamente es entender lo que es el Pueblo Mapuche o el Territorio Mapuche, el Wallmapu.
Presentar un plan para “la paz y el desarrollo” en esa zona, como lo que está haciendo el presidente chileno Sebastián Piñera, y su terrateniente ministro, Alfredo Moreno, no es enfrentar con buena fe y mirada de futuro las demandas históricas de las comunidades mapuche.
El plan Araucanía, es un plan estatal creado desde Santiago y no consensuado con la diversidad política y cultural al interior del mundo mapuche. Eso hay que tenerlo presente, más aún cuando desde la dictadura cívico militar -e incluso antes-, y pasando por todos los gobiernos post Pinochet, siempre estas propuestas han fracasado por su poca seriedad, y además por el bloqueo y defensa de sus intereses de sectores políticos, militares, eclesiásticos y empresariales.
Es ingenuo
pensar que otra propuesta gubernamental que no toma las cuestiones de fondo de
las demandas mapuche, como son autonomía política y territorial, revisión y
reconocimiento histórico de la invasión y ocupación militar y empresarial de los
territorios al sur del Biobío, la libre determinación y participación de nuestro
pueblo en el concierto mundial de las naciones, y el rechazo a las industrias
extractivas y energéticas, vendrá a acallar la lucha histórica de mujeres,
hombres, familias y organizaciones Mapuche.
Ellos quieren
imponer la paz en lugares en que siempre ha existido paz, pero que ha sido
interrumpida por la usurpación, el despojo y la ocupación militar de nuestros
territorios.
Este nuevo plan Piñera-Moreno, ni siquiera
toma en cuenta el trabajo, malo o bueno, de los anteriores gobiernos que también
pusieron empeño en tratar estos temas.En resumen, el nuevo Plan Araucanía tira un bistec al ring de la clase política y a sus corruptos partidos, al ofrecer a las comunidades originarias facilidades para competir y tener representación en el Parlamento chileno; propone modificar la Ley Indígena para que empresas y particulares mercantilicen las tierras Mapuche; intenta imponer un peculiar registro estatal de Machis y Lonkos; busca establecer un Ministerio de Asuntos Indígenas; y,… nuevamente ofrece reconocimiento constitucional a los Pueblos Originarios, pero que no incluye la plurinacionalidad, la autonomía territorial, ni la autodeterminación.
Y por supuesto el plan Piñera-Moreno, señala que construirán más hospitales y carreteras, pondrán dinero en los sistemas de agua potable rural, dañados y estrujados por las forestales; aumentarán el financiamiento para el turismo y las energías renovables, y potenciarán la agricultura. Todo esto además de una curiosa comisión de revisión de los libros de historia de enseñanza primaria y secundaria
Sin embargo, el
plan de este gobierno, no toma en cuenta serios y fundamentados documentos de
sectores chilenos, como los diversos manifiestos de los historiadores,
provenientes de las principales universidades, que reconocen la ocupación
militar y oligárquica chilena en los territorios Mapuche. Nada tampoco se habla
de la deuda histórica que el Estado debe al Pueblo Mapuche.
Es curioso que
mientras ocurría el anuncio de este nuevo plan chileno en la Araucanía, el
peculiar y dañino “comando jungla”, de la policía militarizada, continúa en los
territorios mapuche como una especie de guardias privados de las forestales.
En definitiva
muchos de los anuncios de Piñera deberán discutirse en el Parlamento chileno y
las orientaciones son nuevamente impulsar la inversión privada, chilena y
multinacional, por sobre las iniciativas colectivas de las comunidades y
organizaciones Mapuche.
Frente a este nuevo plan de los gobiernos
chilenos, hay que continuar el avance de fortalecer las
organizaciones ancestrales y las nuevas formas de participación que de manera
autónoma, sin influencias de partidos políticos, empresas y gobiernos, vienen
desarrollando diversas agrupaciones.Un plan chileno en la Araucanía, es difícil, sino imposible que integre las demandas históricas del Pueblo Mapuche. Ante esto, sólo nos queda aumentar la organización, potenciar las redes, la comunicación, y fortalecer el Kimun y Rakiduam Mapuche.
Con base en una cosmovisión y ética ancestral de que el ser Mapuche es parte de la Tierra, nuestra lucha debe apuntar a hacer una diferencia con la forma de vida impuesta por los actuales grupos de poder a nivel local, regional y global que basan sus malos gobiernos en formas coloniales, corruptas y destructoras de la naturaleza.
Los desafíos son grandes para los que piensan y trabajan en el fortalecimiento del pueblo Mapuche y la construcción de una Nación indígena en el Cono Sur, que haga valer sus derechos de autonomía y libre determinación con el fin de seguir existiendo y participar activamente en la discusión internacional de las naciones.
La construcción de la Nación Mapuche debe avanzar con la diversidad de propuestas que tienen las distintas identidades territoriales, incluidas ahora las identidades de la ciudad, las y los conocidos warriaches.
Allkütun pu peñi, pu lamngen!!! Lo de hoy es otro plan chileno en la Araucanía. No es un Plan Mapuche para el Wallmapu.
---
C.
Disposición constante a aprender que
"no existe un modelo único de lucha
contra la desigualdad pero sí una multiplicidad de luchas, que pueden ser
heterogéneas entre sí, como heterogéneas son sus protagonistas".
"La experiencia de los Encuentros resultó decisiva para que estos feminismos se alejaran de las nociones de una falsa unidad instalada por el proyecto civilizatorio occidental. Ese modelo blanco y heteropatriarcal se había inscripto como una matriz monocultural universalista que comenzaría a resquebrajarse al incluir luchas contra el racismo, el colonialismo, la precariedad y la desposesión".
“Aborto legal, un grito global”
Este mediodía
integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y
Gratuito realizaron un conferencia de prensa en Telam, para convocar a la marcha
que se realizará mañana en el marco del Día de Lucha por la legalización y
despenalización del aborto en América Latina y el Caribe.
Por
ANRed
Este mediodía integrantes de la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito realizaron un
conferencia de prensa en Telam, para convocar a la marcha que se realizará
mañana en el marco del Día de Lucha por la legalización y despenalización del
aborto en América Latina y el Caribe “Agradecemos
las adhesiones de todas las organizaciones, somos mas de 500 a nivel nacional y
eso es lo que genera nuestra gran fuerza” expresaron.
Asimismo adelantaron que el año
que viene se presenta nuevamente el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria
del Embarazo “a
principios de marzo vamos a presentar el proyecto nuevamente”.
Durante la conferencia, destacaron
el contexto de crisis nacional en el que se desarrolla la lucha por el derecho
al aborto legal “me
parece muy importante destacar en este momento en el que hay crisis económica y
desconfianza política vamos a sostener la lucha y llamamos a todas las personas
para que renueven su compromiso para que el derecho al aborto sea ley” manifestaron.
La convocatoria de la marcha, será
mañana a
las 17hs desde el Congreso de la Nación hacia
Plaza de Mayo. Asimismo desde las 16hs habrá un gazebo donde se ofrecen los
pañuelos verdes y el material de consulta.
Por último la conferencia culminó
con agradecimientos “los
y las trabajadoras de Telam se han comprometido con la lucha de muchos sectores.
Agradecemos a esta agencia que aunque en el marco de su conflicto apoya esta
causa que es Federal e Internacional”.
Genealogía del 28 de septiembre, día de lucha por el aborto legal
27 de septiembre de 2018
Rumbo a #UnGritoGlobal por el #AbortoLegal
las investigadoras y activistas feministas queer y lgtb Mabel Bellucci y
Gabriela Mitidieri remontaron río arriba los encuentros, confluencias,
transformaciones e identidades del feminismo latinoamericano interseccional para
llegar a este presente auspicioso y ancho como la diversidad que nos une.
Por
LATFEM
Chicanas, negras, indígenas,
mestizas, campesinas, pobladoras pobres urbanas y rurales, migrantes, lesbianas,
inmigrantes irregulares, trabajadoras a domicilio, jornaleras, refugiadas
políticas y económicas. La intervención de todas ellas en los Encuentros
Feministas Latinoamericanos y del Caribe marcaron una ruptura de toda ilusión de
homogeneidad entre norte y sur.
Es que hacia los años ochenta, los feminismos de América Latina y del Caribe fueron potenciados por el activismo político/social y también el académico que hasta ese entonces solo miraban en dirección al norte. Los enfoques múltiples a partir del conflicto social y cultural operaron como motor de la crítica transfronteriza, desparramados en un movimiento por fuera del colonialismo blanco y eurocéntrico. La experiencia de los Encuentros resultó decisiva para que estos feminismos se alejaran de las nociones de una falsa unidad instalada por el proyecto civilizatorio occidental. Ese modelo blanco y heteropatriarcal se había inscripto como una matriz monocultural universalista que comenzaría a resquebrajarse al incluir luchas contra el racismo, el colonialismo, la precariedad y la desposesión.
Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe
El comienzo de los Encuentros se sitúa en julio de
1981 cuando más de
doscientas feministas latinoamericanas se reunieron en Bogotá para conocerse,
intercambiar ideas y hacer proyectos para el futuro. Hasta ese momento, América
Latina había permanecido aparentemente ajena al expandido Movimiento de
Liberación de la Mujer (MLM) de los países centrales (1). Bogotá fue el envión
para sostener en el tiempo la continuidad de los encuentros hasta el presente.
Tal como lo expuso la histórica
activista y teórica Virginia “Gina” Vargas en su libro
Feminismos en América Latina. Su aporte a la política y a la democracia sobre
los ‘80, los vínculos entre latinoamericanas habían comenzado por lo general
fuera del propio continente, como un reflejo de la centralidad del feminismo del
norte. De ahí la importancia que tuvo para el crecimiento
de las redes de mujeres, la instalación cada vez con mayor fuerza de los
Encuentros Feministas de Latinoamérica y el Caribe. Luego vinieron Lima
en 1983, Berteoga en 1985, Taxco en 1987 y San Bernardo en 1990 y muchos más
hasta hoy. Así, colectivas y agrupaciones reafirmaron aquello de que al
“reconocer que no éramos unas cuantas en cada país sino
varias más en muchos países” contaron con más seguridad y llegaron a valorar la
necesidad de un intercambio más directo entre ellas de este lado del mapa.
Desde entonces, los
encuentros se organizan de forma autogestiva,
por fuera de las instituciones clásicas, como una dimensión central de lo
político, ya sea a través de actividades para la recaudación de fondos o con
nuestro trabajo cotidiano, como activistas y mujeres, muchas veces invisible y
subvalorado. Se llevan a cabo cada dos años aproximadamente. Al finalizar se
elaboran documentos que concentran lo debatido a lo largo de las jornadas, que
permiten armar un cuadro de situación preciso en torno a los principales
acontecimientos de la coyuntura. El próximo será el XIV
y se realizará en Montevideo,
Uruguay, el 23, 24 y 25 de noviembre de 2017. (2)
En simultáneo, los feminismos de cada país
preparan sus propios encuentros nacionales y también regionales. Por ejemplo,
las feministas históricas de Buenos Aires recuerdan que el Primer Encuentro
Nacional de Mujeres, realizado en 1987, siguió los lineamientos y el formato
organizativo de los encuentros latinoamericanos. Por eso
en los feminismos vemos un compromiso de impulsar emprendimientos
emancipatorios. Con avances y retrocesos, nuestra trayectoria no se presenta
como un fenómeno acabado, sino, más bien, como expresión de una lucha temporal
en la cual las dinámicas se modifican por su constante interacción con la
cotidianeidad y en su confrontación con lo público- institucional.
Por caso, en el manifiesto –publicado en el
número 111 de la revista chilena Mujer/Fempress–
del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en nuestro
país en 1990 (3), se definía al movimiento como “siempre opuesto a un orden
específico, sea patriarcal, capitalista, imperialista y colonialista. Pretende
transformar las relaciones de poder de un sexo sobre otro, de una clase sobre
otra y de una raza sobre otra. Nuestro feminismo se va construyendo en
diversidad de formas y sus manifestaciones son múltiples”.
Esa heterogeneidad, que refleja necesidades
diferentes y diversos niveles de conciencia, exige y exigió encontrar demandas
conjuntas para avanzar en la construcción de una corriente amplia y autónoma. Es
neurálgica la relación de los feminismos con otros sectores de mujeres, de
movimientos sociales y del activismo de la disidencia sexual, ya que en nuestros
contextos esas articulaciones constituyen espacios de significativa contestación
en América Latina. Y tal como lo marca el
activista e investigador Emmanuel Theumer:
“Hoy se sabe que ninguna subalternidad es base para un punto de vista
privilegiado, que se necesita del contagio y la coalición, interceptar en
términos de posiciones de resistencia excéntrica, de una transversalización de
la lucha política, de vulnerabilidades compartidas, de un situacionismo
transfeminista”.
En suma,
no existe un modelo único de lucha contra la desigualdad pero sí una
multiplicidad de luchas, que pueden ser heterogéneas entre sí, como heterogéneas
son sus protagonistas.
De alguna manera, al abrir una hendija se constata
cómo diferentes categorías -raza, etnicidad, género, religión, nacionalidad,
orientación sexual, edad, clase, discapacidad-, construidas social y
culturalmente, interactúan en múltiples y, con frecuencia, simultáneos niveles,
y contribuyen a consolidar un régimen desigual y opresivo. Por lo tanto, estas
distinciones no actúan de modo independiente unas de las otras, por el
contrario: se interrelacionan en formas de discriminación múltiples. Resulta que
las reivindicaciones aparecen contradictorias, disímiles y desiguales, sin que
todas graviten en el escenario social y político con la misma intensidad e,
incluso, muchas de ellas, contengan grados de espontaneísmo. En esa misma línea, la
investigadora dominicana Rosa Curiel Pichardo polemiza
acerca del sujeto homogéneo del feminismo: “Desde un cuestionamiento a la
categoría «mujeres» por su pretensión universal las afrodescendientes o negras
han hecho aportes significativos relacionando categorías como la «raza» al
sexo/género demostrando cómo el patriarcado tiene efectos diferentes en las
mujeres cuando estas categorías les atraviesan”. Hasta entonces el feminismo
heterosexual e institucionalizado centraba su interés exclusivamente en torno a
las desigualdades entre ambos sexos. Ahora bien, al desconocer las diferencias
entre las propias mujeres, se silenció otras relacionadas a la raza, clase,
orientación sexual y etnia. De esta manera, sus estudios y postulados no eran
aplicables a todas las demás.
A partir de los años ‘80 se empezó a gestar
lo que hoy se conoce como “feminismo periférico” o “feminismo de frontera”. Como
expresión del pensamiento crítico latinoamericano, este feminismo
contrahegemónico y de resistencia contra las prácticas de opresión, incorporó
nuevas realidades de afroamericanas, afrolatinas, caribeñas, indígenas,
campesinas, lesbianas y del “tercer mundo” para pensar y actuar feminismos
situados en el capitalismo globalizado. Además, las condiciones materiales y
simbólicas en que se presentaba el racismo, el heterosexismo y la pobreza.
Frente al etnocentrismo del feminismo occidental dominante, las voces y las
experiencias excluidas empujaron desde varios frentes para que el proyecto
intelectual y político del feminismo se descolonialice, se democratice. Había
un objetivo de crear las alianzas necesarias que apoyen procesos transformadores
para las mujeres y hombres de las comunidades empobrecidas y minusvaloradas.
La antropóloga Teresa Pires Do Rio Caldeira llama a tales tensiones en el prólogo a Ruth Cardoso: obra reunida “la ambigüedad entre lo nuevo y lo viejo”. En efecto, los feminismos en danza, con su amplia gama de heterogeneidades, aún representan una fuerza impulsora en el continente, como crítica cultural y como crítica a la dominación, a la exclusión y a la explotación que permiten identificar nuevos y nuevas alianzas para la acción política. En efecto, pujar por abrirse a cuestiones vinculadas a sectores y a colectivos omitidos y silenciados en la agenda de aquellas personas “que tienen derecho a tener derechos”.
1990: San Bernardo, un punto de inflexión
Tres mil mujeres de todos los tamaños, edades
y colores -en representación de 38 países de nuestro continente y de otros
también- se reunieron la noche del domingo 18 de noviembre de 1990 en la plaza
central de la ciudad balnearia de San Bernardo. Juntas o separadas debatieron
acerca de todo lo que se pudiese suponer y mucho más. Este encuentro marcó una
bisagra crítica de lo andado. En primer lugar, las asistentes ya no eran
exclusivamente feministas, con una militancia clara y explícita alrededor de la
problemática de género. Como escribió Gina Vargas: “Ahora, la composición era
otra: además de las cristianas, ecologistas, pacifistas, investigadoras,
lesbianas, heterosexuales, centroamericanas, conosureñas y andinas, de una
cultura urbana de clase media la mayoría de ellas, estuvieron las negras, las
indígenas de Honduras, México, Perú, Bolivia, Argentina; las pobladoras
guatemaltecas, mexicanas, brasileñas, las sindicalistas argentinas, uruguayas,
peruanas”.
Esta novedosa confluencia de identidades, si bien profundizó ciertas líneas divergentes, también reforzó lazos transnacionales y sentó las bases para los acuerdos posibles y necesarios. Entre los puntos de convergencia que trascendieron fronteras pueden nombrarse, los talleres propios que convocaron las académicas feministas, las instancias de intercambio entre militantes de partidos políticos -quienes por primera vez se unieron para diseñar estrategias feministas en el interior de sus propias estructuras-, las indígenas que aportaron herramientas potentes para abordar género y racismo, cultura y etnicidad. Mientras, el grueso del activismo lésbico organizó un espacio alrededor de un tema vital que atravesaba sus experiencias en el movimiento: la lesbofobia dentro del feminismo; y las esotéricas proponían hermosas ceremonias nocturnas en la playa, a la luz de las velas.
Hubo lugar también para aquellas alianzas que
marcaban a fuego los horizontes de ese feminismo amplio, en vías de
consolidación y crecimiento: nuevas fechas que se transformarán en jornadas de
lucha en nuestro calendario feminista latinoamericano comenzaban a consensuar
entre todas las presentes en San Bernardo. Uno en particular que aún nos convoca
con fuerza inclaudicable: el 28 de septiembre como día de acción feminista
latinoamericana por la conquista del aborto voluntario.
Así, se constituyó el Taller sobre Aborto,
organizado por la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA) de la Argentina,
Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) de Uruguay junto con la participación
de colectivas feministas de Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, El Salvador,
Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay y Perú, entre otros tantos lugares. La
propuesta surgió de un grupo de brasileñas al elegir el 28 de septiembrecomo
“Día de la Lucha por la Despenalización y Legalización del Aborto en América
Latina”. Se designó esa fecha no de manera casual ni caprichosa: todo lo
contrario, se conmemoraba en ese país la resolución de la “libertad de
vientres”, sancionada en 1888. Para las latinoamericanas, dicho acontecimiento
encarnó un símbolo de soberanía de los cuerpos: “Libertad de vientres. Libertad
de esclavos. Legalización del aborto. Libertad de la mujer para decidir”. Esta
propuesta llamaba también a convocar movilizaciones en cada país para ese día
con ese objetivo puntual. Para conquistar la despenalización a lo largo y ancho
del continente propusieron acciones para el corto y largo plazo:
“1. Crear comisiones por el Derecho al Aborto
en cada país y/o apoyar a las ya existentes. 2. Formar la Coordinadora
Latinoamericana y del Caribe para la movilización por el Derecho al Aborto.
3.
Lograr el apoyo de las mujeres de los países que ya cuentan con este derecho en
la práctica y a su vez apoyarlas en sus luchas por mantenerlo vigente.
4. Hacer
campañas en cada país y conjuntamente en nuestro continente para lograr
ejercitar este derecho en forma legal, no clandestina, segura y digna para cada
una de nosotras”, como indicaba el volante “Declaración de San Bernardo”, del 28
de septiembre de 2000, de la Coordinadora por el Derecho al Aborto.
28 de septiembre 2017: #UnGritoGlobal por el #AbortoLegal
Rumbo al 28 de septiembre próximo, la Campaña
Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y la coordinación
regional de la Campaña 28 de Septiembre para América Latina y el Caribe,
convocaron a todo el activismo, redes y organizaciones en lucha por el derecho
al aborto a unirse y a organizar #UnGritoGlobal por la despenalización y
legalización del derecho al aborto en nuestro continente. La
coordinación regional está integrada por movimientos de mujeres, feministas y de
la diversidad organizadxs desde todos los continentes, entre más de 21 países y
al menos 7 redes regionales. En cada uno se realizarán acciones de
sensibilización, acceso a la información y a políticas públicas.
Se sabe que solo cuatro países de la región
(Cuba, Puerto Rico, Uruguay y Guyana) y un distrito (Ciudad de México) cuentan
con legislación y políticas públicas que garantizan y reconocen en la
interrupción voluntaria del embarazo el derecho a la salud integral de las
mujeres. Sin embargo, en el resto de la región la Campaña indica que “los
Estados siguen persiguiendo, condenando y siendo responsables de que el aborto
inseguro sea la principal causa por la que mueren las mujeres gestantes”.
Además, señala que “El aborto practicado en condiciones de salubridad es menos
riesgoso que un parto. En
más del 95% de los casos es efectivo con pastillas y es una práctica que, cuando
se realiza de forma idónea, no pone en riesgo futuros embarazos, no causa
cáncer, ni infertilidad, ni afecta la salud mental”.
A la vez, instan a los gobiernos de la región y a los poderes e instituciones a
despenalizar y legalizar el derecho al aborto y garantizar su práctica en los
sistemas de salud públicos y privados. También demandan por el acceso a la
educación sexual para decidir y métodos anticonceptivos para no abortar. En
cuanto al gobierno de la Argentina, la Campaña propone que para garantizar
efectivamente la salud de las mujeres, derecho humano básico, se debe
implementar la provisión universal de los servicios de anticoncepción (Ley
25.673), el cumplimiento de los abortos legales (art. 86 inc. 1 y 2 del CP), así
como el derecho y acceso a la educación sexual integral en todas las escuelas y
niveles (Ley 26.150)”. Por último, la Campaña exige al Congreso de la Nación que
en defensa del derecho a la salud de las mujeres ponga en debate y sancione el
Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que viene siendo
postergado desde hace más de una década. En homenaje a las propuestas surgidas
en el Encuentro de San Bernardo en cuanto a constituir una Coordinadora
Latinoamericana y del Caribe para conquistar el derecho al aborto, este año se
confluye en acciones conjuntas regionales para un 28 de septiembre global. Como
todo en la vida, siempre hay un antes para un después.
(1) Marysa Navarro, “El primer
Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, 1982”, Portal
de Ideas Feministas de Nuestra Américahttps://ideasfem.wordpress.com/textos/i/i21/
(2) DIVERSAS PERO NO
DISPERSAS, XIV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, 23, 24 y 25 de
noviembre 2017, Montevideo, Uruguay Disponiblehttps://twitter.com/hashtag/14eflacuruguay?src=hash
(3) S/R, “Documento: El
feminismo de los 90. Desafíos y propuestas”, Santiago de Chile, Mujer/Fempress, n°
111,1991.
*Mabel
Bellucci es activista feminista queer. Integrante del Grupo de Estudios sobre
Sexualidades (GES) en el Instituto de Investigación Gino Germani (IIGG)-UBA y de
la Cátedra Libre Virginia Bolten de la UNLPlata. Autora Historia
de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital Intelectual. 2014
**Gabriela Mitidieri es
activista feminista LGTB, militante de Democracia Socialista, historiadora,
becaria doctoral del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género
(Facultad de Filosofía y Letras – UBA)
Fuente:
http://www.anred.org/?p=104503
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