Verificamos la optimización
de su carácter
restringido, manipulador y
represor
El desafío, abajo y a la izquierda, es generalizar la
discusión de aportes a la descripción de cómo la democracia burguesa
transparenta su bloqueo a la participación popular en la toma de decisiones
sobre el destino común. Desde:
Bolivia. La “solución por el desastre”
Por Rafael
Bautista S., Resumen Latinoamericano 23 de octubre de 2019
(...)En
ese sentido, la “contienda” electoral –ya contaminada por el odio fermentado– se
fue haciendo literal. No sólo la oposición usó los cabildos premeditadamente
para inflamar el contexto post-electoral sino también el gobierno, en su autismo
habitual, no supo revertir una situación que se perfilaba como un típico
callejón sin salida. Las encuestas previas no sólo confirmaban el desgaste de la
candidatura oficialista sino la apuesta que la oposición barajaría como el
argumento perfecto: segunda vuelta o fraude. La actual consigna de “defensa del
voto”, no fue un producto espontáneo sino un recurso discursivo idóneo para
manipular el “espíritu democrático” raptado ya por la derecha.
Hagamos un poco de
historia. Desde que aparece el “sistema democrático” como fetiche
institucionalista, el voto se ha constituido en la única mercancía admitida por
la cosmogonía imperial. Ni el “proceso de cambio” pudo superar este diseño
político (que lo produce la Comisión Trilateral en 1970), porque cuando se
confunde liberación e inclusión, se acaba subsumiendo las expectativas de
transformación en la subordinada adecuación al orden imperante.
Pero esto no
cualifica lo democrático de una real democratización de una sociedad, sino más
bien funcionaliza todo proceso de democratización a las necesidades
institucionalistas de la reposición de un orden diseñado precisamente para hacer
imposible una democratización plena.
Porque si de “demos” hablamos, la concepción aristocrática (que hoy la representa la mitología gringa de la democracia), entiende por ese concepto la representatividad que pelean únicamente los grupos con “poder de negociación”. Se diseña un concepto de democracia como “sistema institucional”, es decir, como mecanismo ideal de funcionamiento perfecto; por eso quienes se creen esto (y se promueven como analistas) acaban en la religiosidad institucionalista de preservación del orden establecido. La democracia acaba siendo la instauración de un orden que puede prescindir de sujetos. Consagran la inercia institucional por sobre las decisiones humanas, por eso imaginan un orden divino que les hace actuar como perfectos inquisidores cuando ese orden se encuentra amenazado. La democracia se vuelve un fetiche que, inevitablemente, exige sacrificios humanos (ese es el neoliberalismo, que promueve una demonización del Estado para impedir cualquier tipo de intervención al orden divino llamado mercado).
Pero una
democracia sin sujetos no tiene sentido, porque ello significa privilegiar al
“kratos” a costa del “demos”, o sea, el poder a costa del pueblo. Por eso
entienden al “demos” sólo como grupos con poder de negociación, es decir, el
“demos” se convierte en grupos corporativos que buscan su empoderamiento; en esa
operación aparece la posibilidad del prebendalismo como cultura política; por
eso también acaban los politólogos sólo como administradores de gobernabilidad y
hacen de la “ciencia política” una mera gestión pública. Ya no piensan al
sujeto, es decir, al ámbito esencial de toda política y toda democracia: el
pueblo. Reducen al pueblo al voto. Las consecuencias prácticas son la
consagración de un acto, cada cinco años que, como un acto religioso, se
convierte en una “pascua democrática” donde toda la sociedad se inclina ante el
becerro de oro del plebiscito.
Pero el voto se
puede manipular y hasta comprar (y hasta desconocerlo) y ello comprueba el
fetichismo, en cuanto encubrimiento sistemático de lo esencial de la democracia,
reducida a mero “sistema democrático”. Pues bien, cuando se cae en esta
cosmogonía, incluso con retóricas pretensiones de liberación, no se democratiza
nada sino simplemente se restaura las condiciones favorables para hacer expedita
la inercia del sistema institucional, es decir, del orden instituido.
Eso que se
tenía que cambiar acaba domesticando a los revolucionarios y a la revolución. El
pueblo sólo sirve para sacarlo como rebaño cada cinco años para avalar lo ya
decidido en la negociación previa con los grupos de poder.
Entonces la política se define por los grupos de poder a los cuales admito y esto también define las apuestas que uno se propone. De ese modo, el pueblo desaparece de un proyecto hasta revolucionario y el mismo proyecto se reduce a un mero mantenimiento del poder como único horizonte político. La corrupción no empieza robando dinero público sino desconociendo a la soberanía real del poder –o sea el pueblo– y poner al poder delegado como único poder.
Eso ha pasado con
el “gobierno del cambio”. Incluirse al orden imperante y su sistema
institucional le lleva también a apostar por los mitos que sostienen al propio
capitalismo: el desarrollo y el “progreso infinito”. Por eso también restituye
las condiciones para impulsar sólo y exclusivamente una “economía del
crecimiento” (que es lo que precisamente entra en contradicción exponencial con
las condiciones finitas de la naturaleza). Y eso significa la modernización
acelerada como proyecto de vida; en ese sentido, el horizonte indígena
alternativo, como el “vivir bien”, ya no tiene sentido y, de ese modo, la propia
izquierda derechiza sus propias opciones, porque empieza a restaurar las
condiciones que hacen posible únicamente el desarrollismo que precisa una
economía que se propone emular la riqueza del primer mundo (y de ese modo
restaura también las condiciones que promueven la desigualdad necesaria para el
desarrollo como programa de vida).
Por eso las banderas de lucha ahora se trasfieren como “significantes vacíos” al mejor postor que, además, le puede ya poner cualquier contenido, hasta el opuesto. El pueblo se queda sin el aura de liberación y todo por lo que había luchado ahora ya no le pertenece sino que se le es sustraído como una bandera que todos se reparten promiscuamente (hasta la derecha más perversa).
Por eso el voto
puede hacerse un recipiente idóneo donde se vacía el desencanto, pero ya
mezclado con el odio y el racismo de un discurso señorialista que puede ahora
cosechar para su beneficio el abandono que hace el propio gobierno de las
banderas populares. Es por la transferencia de legitimidad, que la produce el
“gobierno del cambio”, que la oposición de derecha se unge de espíritu
democrático. Es decir, el famoso “empate catastrófico” del vicepresidente no es
un dato objetivo sino algo producido por la propia perdida de sentido de
referencia utópica del proyecto político gubernamental. (...)
La Paz, Chuquiago Marka, Bolivia, 22 de octubre de 2019
Rafael Bautista S.
autor de: “El tablero del siglo XXI.
Rafael Bautista S.
autor de: “El tablero del siglo XXI.
Geopolítica des-colonial de un orden
global post-occidental”,
yo soy si Tú eres ediciones.
Dirige “el taller de la descolonización”
rafaelcorso@yahoo.com
rafaelcorso@yahoo.com
Generalicemos
la percepción de (conocimiento e
involucramiento en) la democracia real y efectiva que ha echado andar, por
ejemplo, mediante:
La lucha por la preservación e implementación de la agroecología campesina, por la reforma agraria, por la soberanía alimentaria y la defensa de los territorios han llegado al temario del 34° Encuentro a través de las mujeres que sostienen estas resistencias y que tienen como base la recuperación de los saberes y la identidad. ¿Cómo impacta en la lucha campesina e indígena el autorreconocimiento y el empoderamiento de las trabajadoras de la tierra a partir del crecimiento del movimiento feminista?
Agroecología y feminismo para cambiar al mundo
24 octubre 2019
Con la emociones y las ideas
movilizadas a flor de piel, abordamos los primeros balances de tres días
históricos que sin duda marcarán un antes y un después en el curso de los
feminismos campesinos, populares, indígenas, territoriales y rurales por la
defensa de la igualdad, la justicia socioambiental, la soberanía alimentaria y
la autodeterminación de los pueblos.
“Que se caigan los muros de las
casas, las cárceles y las calles,
que las vergüenzas mueran antes de nacer,
que el ruido de las voces de mujeres apague los horrores del grito cotidiano,
que se caigan los muros de todas las cocinas donde haya sufrimiento,
que se acabe el silencio, que se acabe.
Hoy, compañeras, hoy,
nos hemos despertado revoltosas,
sacudimos las sábanas y apoyamos los pies firmes sobre la tierra,
el corazón, el corazón que parecía que iba a estallar,
¡acaba de hacerlo!”
que las vergüenzas mueran antes de nacer,
que el ruido de las voces de mujeres apague los horrores del grito cotidiano,
que se caigan los muros de todas las cocinas donde haya sufrimiento,
que se acabe el silencio, que se acabe.
Hoy, compañeras, hoy,
nos hemos despertado revoltosas,
sacudimos las sábanas y apoyamos los pies firmes sobre la tierra,
el corazón, el corazón que parecía que iba a estallar,
¡acaba de hacerlo!”
Silvia
Morán, primera diputada lesbiana de Guatemala
34° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas,Trans, Travestis, No Binaries, Intersexuales, Bisexuales, Indígenas, Negras, Afro y Racializadas
Compartimos las miradas de
Rosalía Pellegrini de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), de Argentina;
Adriana Guzmán del Feminismo Comunitario Antipatriarcal, de Bolivia; y Verónica
Pascual, de la UST (Unión de Trabajadores y Trabajadoras Sin Tierra) de Mendoza,
dentro del MNCI.
Rosalía Pellegrini (UTT)
¿Qué evaluación hacés de la
participación política de las trabajadoras de la tierra en este último Encuentro
y cómo hacemos para ubicar entre los ejes centrales de los debates a la
problemática de la tierra?
"Para nosotras fue muy
positivo. Poder ir era parte de nuestro objetivo dentro de la agenda del
movimiento de mujeres y de la lucha por la igualdad y por visualizar el
machismo. Poder introducir la agenda de las mujeres rurales. Creemos que el
movimiento de mujeres en Argentina es muy rico, muy diverso, con mucha potencia.
Nos sentimos parte, pero hay que reconocer que la agenda de las mujeres
campesinas, agricultoras, productoras de alimentos, ha estado, hasta hace poco,
un poco ausente. Esto igual no es una crítica sino una realidad de la cual
nosotras nos hicimos cargo y desde el laburo que venimos haciendo, muy desde
abajo, desde apoyarnos y contenernos ante las violencias, fuimos reflexionando
cada vez más. Cómo vivimos las distintas violencias en nuestros cuerpos, en
nuestros territorios, en la producción de alimentos, en las mujeres campesinas,
y me parece que se pudo notar esa agenda, que nos sentimos parte, que también la
perspectiva de lo plurinacional nos contiene porque somos mujeres argentinas,
paraguayas, bolivianas, las que le damos de comer a la gente.
Entonces
así como para estas multinacionales no hay fronteras para oprimir a nuestros
pueblos, como así lo dice Syngenta cuando habla de la "república de la soja",
así las resistencias también tienen que sobrepasar las fronteras, hermanarnos
con las compañeras de Brasil, con las compañeras de Guatemala, con las
compañeras del pueblo kurdo. Para nosotras fue muy rico juntarnos con toda esa
diversidad, esa riqueza, esa fuerza y a su vez que nuestras banderas, nuestras
luchas sean levantadas por ese movimiento en esa plaza latinoamericana.
Fue muy importante para nosotras, así que creo que nos vamos este Encuentro
sabiendo que somos muchas más las mujeres que conocemos cuál es la realidad de
las mujeres del campo, que se conoce la fuerza que tenemos y que formamos parte
de este gran movimiento de cientos de mujeres feministas argentinas.
Quisimos poner como eje central
la problemática, no sólo del acceso a la tierra, sino en general en cuanto a la
producción de alimentos. Hay un sujeto súper marginalizado en Argentina, que
somos las y los productores de alimentos, las y los agricultores familiares en
una Argentina donde parecen no existir. Con el verdurazo demostramos que
existimos y ahora queremos demostrar que somos las mujeres las que en gran parte
sostenemos un modelo de producción que está asentado en la familia, en las
pequeñas familias de agricultura familiar, pero a su vez que se sostiene gracias
a que las mujeres reproducimos la vida. La vida en la casa, sostenemos esa
familia productora, pero en una situación de fuerte desigualdad, excluidas del
acceso a la tierra, excluidas de las decisiones de producción, excluidas de todo
lo que tiene que ver con un modelo productivo que entiende la tierra como una
fuente de mercancías nada más y no como parte de una naturaleza de la cual
nosotras y nosotros somos parte".
Adriana Guzmán (Feminismo Comunitario Antipatriarcal)
Como dice Lolita Chávez, “el
cuerpo es el primer territorio de defensa”, y esta autodefensa, esta lucha por
la soberanía de los cuerpos se entrelaza directamente con la defensa y soberanía
de la tierra en Abya Yala. ¿Cuánto hemos avanzado hoy en este acuerpamiento de
los feminismos y los territorios? ¿Qué te ha dejado este 34° Encuentro
Plurinacional?
"El feminismo colonial, el
feminismo racista, eurocéntrico, es un feminismo liberal, viene de la revolución
francesa, defendiendo la propiedad privada y el derecho de las mujeres a acceder
a la propiedad privada. Entonces esa lógica se ha trasladado a los feminismos
donde también se intenta imponer en estos territorios de Abya Yala una lógica
fragmentada. Que no entiende la complejidad del sistema porque no vive en la
complejidad del sistema. Cuando nosotras, feministas comunitarias, decimos que
el cuerpo es este territorio estamos diciendo que nuestro cuerpo es, como
mujeres, nuestro primer territorio de resistencia, de defensa. Pero también
estamos hablando de un cuerpo común, de un cuerpo comunitario, de un cuerpo
colectivo, de un cuerpo político, que es el que compartimos con otras mujeres.
De un cuerpo-territorio que compartimos con otras mujeres. Es el que pisamos, es
el territorio en el que estamos. Entonces no hay luchas divididas, pues cuando
hablamos de extractivismo es extractivismo que destruye la naturaleza, que
contamina los ríos, que destruye las comunidades por la megaminería, por la
minería a cielo abierto, desde la explotación, por ejemplo en Bolivia, desde la
destrucción del Cerro Rico. Todo ese extractivismo se aprende en el cuerpo de
las mujeres.
Todo extractivismo se sostiene en
el cuerpo de las mujeres. Porque lo primero que se establece antes de hacer un
campamento de explotación minera, petrolera, es un espacio donde se explota a
las mujeres laboralmente, sexualmente. Las redes de trata y tráfico tienen su
objetivo final en esos campamentos mineros, petroleros, gasíferos. No hay cosas
divididas cuando pensamos cómo la humanidad explota de esa manera a la
naturaleza, porque lo hace todos los días en el cuerpo de las mujeres, las
mamás, las abuelas, las hermanas mayores que se hacen cargo de este trabajo.
Entonces, a la
pregunta de cuánto hemos avanzado, no sé si hemos avanzado pero lo que hemos
logrado en el 34 Encuentro, por ejemplo, en la en la Mesa de Feministas del Abya Yala, es tener todos esos discursos en un mismo espacio,
porque no es que a un lado están las defensoras de la tierra, a otro las que
están en contra de las hidroeléctricas, y a otro lado tienen que hablar las
hermanas colombianas que están siendo asesinadas, y a otro lado las kurdas.
Todo tiene que ver con el saqueo
de la tierra, que es el saqueo de nuestro cuerpo, y estar juntas y encontrarnos
nos lleva a pensar un feminismo realmente antipatriarcal capaz de entender que
el asesinato de las mujeres tiene que ver con el asesinato de los defensores de
la tierra, tiene que ver con la explotación de la tierra que es la explotación
de nuestro cuerpo, de nuestro territorio, que el bombardeo de Turquía a Rojava,
la intervención a las kurdas en Siria, tiene que ver con el escarmiento a
nuestros cuerpos por haber tomado un territorio, por defender un territorio que
tiene que estar al servicio del capital, al servicio del patriarcado, al
servicio de la explotación sexual, al servicio de la explotación minera, al
servicio de la explotación laboral.
Entonces poder encontrarnos todas y hablar de lo que parecieran ser temas
distintos, que podrían verse como medioambientalismo, ecofeminismo, movimientos
campesinos, de obreras, trabajadoras, sindicalistas, y saber que estamos
hablando un mismo discurso, me parece fascinante. Eso es un Encuentro, eso es un
encuentro político, es un encuentro epistemológico, es un encuentro territorial,
porque habitamos los mismos discursos, porque habitamos la misma lucha.
Más allá del espacio de
Feministas de Abya Yala, el Encuentro también es una evidencia de que nos falta
caminar frente a ese feminismo colonialista, racista, que quiere que la Comisión
Organizadora siga definiendo, decidiendo cuáles son los temas más prioritarios,
quiénes son las personas que pueden hablar y que las originales estén ahí pues,
porque siempre han estado nomás. El argumento es colonialismo: ¿cómo lo vamos a
llamar plurinacional al encuentro? Sería como negar que los anteriores 33 no han
sido plurinacionales. No han sido pues, no han sido porque no nos han nombrado y
no nos han nombrado como queremos que se nos nombre. Ésto les preocupa, que
vengamos las mujeres originarias indígenas de otros territorios, que nos
queramos apropiar del Encuentro, que nos queremos llevar al Encuentro.
La discusión sobre el nombre es
sobre la propiedad privada, es la discusión sobre la constitución de los
Estados, porque uno de los temores es que si el Encuentro se da plurinacional,
¡después van a querer que el Estado sea plurinacional! Y van a querer reconocer
muchos más derechos de los que supuestamente tienen los pueblos qom, wichí,
saqueados, empobrecidos, el pueblo mapuche, permanentemente hostigado,
masacrado, perseguido. Entonces no, no es una discusión sencilla la del nombre,
no pasa solamente por un detalle, es una discusión estructural en la política
regional, en la política de este territorio. Quieren acallar nuestras voces, las
voces de las mujeres originarias, las voces de los cuerpos plurales, porque así
se atenta contra las hegemonías de las cosas.
Entonces, ¿qué nos ha dejado
este 34 Encuentro Plurinacional y Disidente? La responsabilidad de seguir
construyendo, la responsabilidad de construir un feminismo que no sea
colonialista, que no sea racista, que no sea funcional a los Estados. Lo que se
ha discutido en el Encuentro, la discusión de la plurinacionalidad es una
discusión estructural que traspasa las fronteras. No sólo del Encuentro sino las
fronteras de Argentina.
Porque no queremos más
imposiciones, porque queremos articularnos más allá de las fronteras, porque no
creemos en los partidos, porque los Estados son insuficientes y eso es una bomba
pues, un atentado, por eso no hay Encuentros en otros territorios, por eso no se
han sostenido los encuentros en otros territorios, porque son un atentado y
venimos no para apropiarnos ni para robarles ni para nada, sino para
alimentarnos de esto que es indispensable, que se encontrarnos."
Verónica Pascual (UST - MNCI)
La lucha por la preservación e
implementación de la agroecología campesina, por la reforma agraria, por la
soberanía alimentaria y la defensa de los territorios han llegado al temario
del 34° Encuentro a través de las mujeres que sostienen estas resistencias y que
tienen como base la recuperación de los saberes y la identidad. ¿Cómo impacta en
la lucha campesina e indígena el autorreconocimiento y el empoderamiento de las
trabajadoras de la tierra a partir del crecimiento del movimiento feminista?
"Realmente todo lo que tiene
que ver con el crecimiento del movimiento feminista, a la lucha de las mujeres,
a las mujeres campesinas que estamos organizadas nos ha significado también una
revolución, dentro de nosotras y dentro de nuestras propias organizaciones.
Porque nos ha hecho pensarnos, repensarnos como mujeres, repensarnos como
protagonistas en la lucha. Siempre la lucha ha sido por nuestro territorio, por
la soberanía alimentaria, por nuestras semillas, pero nunca pensando en el lugar
que teníamos nosotras en eso y cómo también muchas veces el patriarcado operaba
en nuestras propias prácticas y hacía invisibilizar nuestro trabajo como
mujeres.
Entonces hoy realmente estamos
en un momento donde yo digo que hemos descubierto el feminismo, lo hemos
empezado a mirar sin perjuicios, a dejarnos poder compartir con las compañeras
feministas y poder también pensarnos nosotras como mujeres en esta lucha, por el
territorio, por la tierra, también el lugar que tenemos y las opresiones que
vivimos. Hoy creo que estamos atravesando un momento donde muchas mujeres que
están organizadas, muchas mujeres en el campo estamos cuestionando en nuestras
casas pero también estamos cuestionando dentro de nuestros propios movimientos.
En la sociedad tenemos que
hacernos visibles, no solo adentro de nuestras tareas productivas para nuestros
compañeros, para nuestros padres, para nuestros esposos, para nuestros hijos,
todo lo que aportamos a la producción de alimento, a la lucha por el territorio
sino también mostrar a la sociedad todo el aporte que las mujeres campesinas
hacemos todos los días. Esto hoy no sería posible solas, si no fuera porque nos
hemos hermanado con otras hermanas luchadoras, las hermanas latinoamericanas de
las cuales hemos aprendido mucho, de las compañeras de otros lugares.
Hoy estamos atravesando un
momento muy importante donde también estamos empezando a pensar que la
construcción de una reforma agraria no puede estar sobre la base de la opresión
de las mujeres, de nuestro silencio, de nuestros miedos, de las violencias a las
que se nos somete todos los días. Entonces hoy planteamos que no hay posibilidad
de reforma agraria sin nosotras, que no hay realmente una verdadera vida digna
en el campo si nosotras seguimos siendo violentadas y cualquier compañera sigue
siendo violentada en el campo".
Las mujeres acuerpadas en
nuestros territorios son las que han sostenido desde tiempos ancestrales, y hoy
continúan sosteniendo, las luchas por la defensa de la integridad del planeta,
por la vida digna, por la preservación de la memoria, por la igualdad. Las
interpelaciones que plantean los feminismos van encontrando sus raíces a medida
que se piensan sobre el suelo en que caminan. A medida que vamos desalambrando
las fronteras mentales y territoriales. A medida que las mujeres nos hermanamos
con la mirada de la otra, que deja de ser otra para volverse compañera. A medida
que vamos asumiendo que somos territorios en resistencia y no eslabones de la
cadena de consumo. Hoy, que el fuego de la historia arda en Abya Yala no es
casual, pues ha sido mantenido vivo y anidado por ellas, por siglos. Hoy, las
soberanías sobre nuestros cuerpos-territorios son la base de toda liberación
para, al fin, cambiar el mundo.
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