sábado, 30 de mayo de 2020

¿Hacia qué democracia orienta el internacionalismo revolucionario de los '60-70?

Es la protagonizada por 

diversidades de abajo con 

autoconciencia de poder, 

e imperativo de,

liberarse del Capital Estado.
 
 
 
Ese constituirse en pueblos empoderados de su capacidad de autogobierno y autogestión exige que una creciente mayoría abajo y a la izquierda se desprenda de la lógica del Capital y florezcan sus sentipensares en sintonía con poner fin a las injusticias social y ecológica mediante unión de las luchas correspondientes. Es un desafío urgente ante la actual inflexión histórica de la humanidad.
 
La crisis sanitaria en el contexto de crisis civilizatoria del sistema mundo capitalista nos interpela a quienes ya estamos en la organización lucha por buenos vivires convivires (en el abajo sin fronteras ni muros de tipo alguno) a: suscitar deconstructivos diálogos abajo, fomentarlos de manera previa al empeño nuestro por multiplicar espacios en común de deliberación y consiguiente toma de decisiones sobre los problemas fundamentales a resolver en todo el país-continente de modo mancomunado.
 
Porque la 'normalidad' del progreso capitalista nos trajo, a les humanes, a resguardarnos de un virus mediante obligatorio aislamiento social. Es una cuarentena clasista y racista. A les diverses de abajo nos paralizan y separan. Por el contrario, la gran burguesía local e imperialista intensifica las actividades de su enriquecimiento constante y extiende su Estado policial militarizado sobre las barriadas de les desposeídes, las comunidades indígenas y las oficializadas como "zonas de sacrificio".
 
Examinemos algunos ejemplos de esclarecimiento mutuo para que compartamos de modo creciente entre les diverses de abajo que el Estado y sus partidos de gobierno son socios menores de las transnacionales y de los poderes económicos transnacionalizados. Así comprobamos en Vaca Muerta que la 'grieta' no es tal cuando se trata de promover la ocupación  territorial de esa vasta formación geológica por las petroleras para su saqueo destructor de economías regionales, de salud e integración comunales y de subsistemas vitales( suelo, aire, agua, biodiversidad). Es un ecogenocidio a enorme escala al abarcar también las provincias donde se extrae la arena especial para la hidrofractura de la roca madre, el despojo y contaminación de grandes volúmenes de agua de modo gratuito y en provincias semiáridas, además que las perforaciones a gran profundidad atraviesan acuíferos y desestabilizan las placas tectónicas de suerte que causan actividad sísmica. Aún más, destaquemos la alta siniestralidad laboral y la instauración de una economía de enclave de corta duración no sólo por la breve rentabilidad de los miles de pozos sino por el carácter temporal de la mayoría de empleos. Claro, para el Capital Estado domina la lógica que debajo de Vaca Muerta, hay otra reserva más rica en hidrocarburos no convencionales: Los Molles. Pero ya será imposible la vida humana y no humana. Esta es la criminalidad e irracionalidad del capitalismo con respecto a los pueblos y la vida planetaria. 
 
 
Continuemos planteando porqué la democracia representativa es oligocracia reforzada con democracia para la subalternidad masiva u obediencia debida a los poderes que se constituyeron a partir de aplicar terrorismos paraestatal( Triple A, CNU...) y estatal (Operativo Independencia) por el gobierno constitucional del Partido Justicialista.
 
Terrorismos que, el contubernio de capitales y estados imperialistas con los locales bajo liderazgo de EE.UU., profundizaron mediante planificación del genocidio de las izquierdas y ejecutado por el Estado que gestionaron las fuerzas armadas y de seguridad e inteligencia pero también participaron activamente el funcionariado o burocracia de los poderes públicos y sus partidos políticos, corporaciones  sindicales de ultra derecha del peronismo.
 
Ha pasado más de medio siglo y el Estado no ha abierto sus archivos ni ha derogado las leyes fundamentales para convertir esa invasión o expropiación de bienes comunes (sociales y naturales) en 'democrática' que es la transnacionalización económica territorial de Argentina. Lo peor, nos advirtió Lenin, es nuestro acostumbramiento al sistema y es lo más difícil de transformar en la lucha x emanciparnos como pueblos e individualidades. Naturalizamos las crecientes flexibilidad laboral, precarización de nuestra cotidianeidad, pobreza estructural y exclusión social. Permanecemos sin cuestionar "el como si" la presidencia y el parlamento dotaran mágicamente de honorabilidad cuando bien sabemos que dichos cargos son de corruptos o colaboradores en la criminalidad de lesa humanidad y de lesa naturaleza que es la expoliación de trabajadores y pueblos.
 
Ahora bien, debido al hecho de aceptar simulacros, escenificaciones y fachadas de la realidad política social y política económica, no descubrimos (aun cuando lo barruntamos) el mantenimiento e incremento de las injusticias social y ecológica mediante la continuidad de la dictadura genocida en el Estado represor actualizado.
 
Entre nosotres predomina la conciliación con esos poderes expoliadores. La mayoría de nosotres cree en que les políticos reciclados como progresistas son antagónicos a la derecha explícita. A diferencia de nosotres, les diverses de abajo de Chile están en lucha contra el orden opresor y por eso, destapan al régimen compartido con nosotres. Sitúan en:
 

Legislación represiva, estados de excepción y estrategia elitaria

No es oportunismo,

es consciencia de clase

27 de mayo de 2020
 
Por Camilo Santibáñez R. y LuísThielemann H.
Revista Rosa
Al respecto sostenemos que la invención del Estado de excepción y su reiterado uso como legalidad represiva:
1) se basa en la identificación discursiva de los intereses particulares de las clases propietarias con el interés de la mayoría nacional;
2) ha sido empleada de forma privativa y reiterada contra las clases trabajadoras y otros grupos subalternos; y
3) constituye una tradición de las élites chilenas, forjada en su experiencia de clase y estructurada en los procesos previamente enumerados. Pues, considerando que la experiencia histórica y transgeneracional adquirida en los conflictos de clases genera consciencia política, y dicha consciencia se expresa en prácticas y estrategias para mejorar la posición de estas clases, el uso del área legal represiva por parte de las élites en su favor es una práctica estratégica y consciente de incidencia política. Al punto de constituir su tradición.
En consecuencia, proponemos que la actual excepcionalidad obedece a un correlato histórico enraizado en más de un siglo de historia nacional, cuyo objeto es favorecer la posición empresarial frente a la actual crisis económica y en la correlación de fuerzas en general; todo ello en desmedro de la clase trabajadora.

A diferencia de nosotres, la unión abajo en Chile ha alcanzado un potente movimiento para instalar:

Declaración Pública Contra

el avance extractivista

en tiempos de pandemia

25 de mayo de 2020
 

Desde mediados de marzo del presente año, hemos estado en una situación muy difícil, la crisis sanitaria, económica y social ha azotado diversos territorios, pero para las empresas extractivistas no hay límites para su ambición, aumentando de forma escandalosa el número de proyectos que han ingresado al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental para su evaluación.

Un informe del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) analizó el número de proyectos que han ingresado al SEIA entre el 1 de marzo y el 15 de mayo, tanto vía Declaración de Impacto Ambiental (DIA) como Estudio de Impacto Ambiental (EIA), comparándolo con el número de proyectos ingresados en los tres años anteriores en las mismas fechas (fuente: OLCA, 2020).

Los resultados son alarmantes. El año 2020 se han ingresado 2,5 veces la cantidad de proyectos que en promedio habían ingresado los años anteriores. Si hablamos de los montos de inversión la diferencia es aún más escandalosa. El monto de inversión para el período del año 2020 se multiplicó por 7 respecto a la comparación de los años anteriores. Es decir, estamos ante una intensificación acelerada e inescrupulosa del extractivismo en los territorios.

El Estado de Excepción, los cordones sanitarios, la brecha digital, las cuarentenas obligatorias y voluntarias y, en general, la precarización de las vida asociada a la falta de salud, abastecimiento y trabajos establecen restricciones a los profesionales del Estado y a las comunidades para informarse, movilizarse y establecer acciones frente a esta invasión de proyectos, dejándolos aún más desprotegidos y faltos del derecho a establecer observaciones y otras acciones frente a los mismos. Más aún si consideramos que el 90% de los proyectos ingresaron por DIA, mecanismo que no tiene un proceso de participación ciudadana garantizado.

La situación de Putaendo es un reflejo del funcionamiento del SEIA en tiempos de pandemia. El 17 de marzo la autoridad renegó el derecho a la participación ciudadana ambiental a la comunidad por considerar que la actividad no les generará cargas ambientales. Posteriormente, el día lunes 18 de abril, la Comisión de Evaluación Ambiental de Valparaíso sesionó virtualmente y aprobó de manera unánime la DIA que autoriza a la Compañía Minera Vizcachitas Holding, propiedad de la canadiense Andes Cooper, a realizar 350 sondajes (perforaciones) en la parte alta de la cordillera de Putaendo, en un territorio donde albergan más de 100 glaciares de roca que dan vida al río Rocín, principal afluente de la comuna.

Para subsanar estas situaciones, se presentó un Proyecto de Ley que buscaba la suspensión temporal de los plazos asociados a la participación ciudadana y la consulta indígena en el SEIA, incluidos los plazos para solicitar dichas instancias de participación. No obstante, el proyecto fue rechazado por la Cámara de Diputados el día 12 de mayo -con 64 votos a favor, 71 en contra y 19 abstenciones- porque no estaban dispuestos a paralizar la inversión equivalente a la inesperada suma de US$22 mil millones que representan las DIAs (no EIAs) actualmente en calificación ambiental.

Denunciamos el abuso empresarial y la complicidad de parte del Estado y el parlamento ante esta situación, que tiene como objetivo pavimentar el camino a los inversionistas en desmedro de la posibilidad de ejercer sus derechos a personas y comunidades que pueden verse afectadas por los proyectos, además de terminar de debilitar la ya frágil capacidad del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) para evaluar los impactos ambientales de los mismos.

Los territorios en resistencia no permitiremos que se sigan vulnerando los derechos de los humanos y la Naturaleza. Por lo mismo, nos situamos desde la transición hacia una nueva economía post extractivista que proteja las diversas formas de vidas y los equilibrios naturales.

¡A la colusión político-empresarial le advertimos

que estamos alertas!

¡Arriba l@s que luchan!

Movimiento por el Agua y los Territorios-MAT

https://www.facebook.com/AguaEnMarcha

http://radio1demayo.blogspot.com/2020/05/declaracion-publica-contra-el-avance.htm

 
 
A pesar que el confinamiento, en casi todos los países, frente al Covid-19  denuncia cuál es la extensión-profundidad de la emergencia hospitalaria y la social,  las grandes mayorías mundiales no se sienten interpeladas para  condenar a los poderes dominantes del capitalismo y a sus gobiernos. Sólo se esmeran en solidarizarse. Precisan  madurar en el análisis de su actual situación límite conociendo, por ejemplo, no sólo que estamos subsumidos en crisis sanitaria/ambiental por el modo capitalista de producción y desarrollo. Sino también que el desfinanciamiento mundial de la salud pública fue programado desde organismos  internacionales como la OMS, el FMI y la OCDE, hasta farmacéuticas transnacionales,  empresas monopólicas de la salud y Estados imperialistas. El afán oligopólico de ganancias crecientes como fin último del sistema lleva a la perversión  de lucrar con las enfermedades y la intoxicación de alimentos. Entonces reflexionemos sobre:
 
 
Cinco problemas estructurales
del Capitalismo agudizados
por la crisis sanitaria

José Luis Ríos Vera, Iván Montero y Gabino Javier Ángeles Calderón
 
 (…)5. La crisis sanitaria/ambiental
La pandemia del SARS - CoV - 2 puso de relieve la crisis de los sistemas de salud a  nivel mundial. Un virus, con un diámetro cientos de veces menor que el de un cabello  humano, es el "catalizador" de las  contradicciones abigarradas del sistema capitalista  mundial. En un primer momento  la pandemia  se concentró  en  China, Italia, Alemania,  Reino Unido, Francia,  España, Turquía, Irán, Rusia.
Posteriormente se propagó con  fuerza en Estados Unidos  – tras el negacionismo de Trump y sus  criminales  omisiones – cuyo número de personas contagiadas rebasa un millón  518 mil y más de  90 mil  muertes (al 19 de mayo). 
 
En los países de la periferia  se  extienden  las  devastadoras  consecuencias.  Brasil como  un  epicentro de los  países del Sur global  ya supera los  2 62 mil contagios y más  de 1 7 mil 500  muertes. L a amenaza que se cierne sobre África se anuncia trágica. De  acuerdo con un nuevo estudio  de la  Oficina Regional para África  (OMS) , entre 83 mil y  190 mil personas en África podrían morir de COVID - 19 y entre 29 millones y 44  millones de personas podrían infectarse en el primer año de la pandemia si las  medidas de contención fallan.  ¿Cómo entender entonces la actual crisis sanitaria como expresión de la crisis  estructural del capital? Tal vez, la crisis sanitaria sea la parte que expresa de forma más latente la  tragedia humana causada por la enfermedad de Covid - 19.
 
Esto por las miles de  muertes de personas, el padecimiento de la enferme dad, la hospitalización, el estrés  generado entre los pacientes y los familiares, la insuficiencia de recursos  hospitalarios, las condiciones de vulnerabilidad y el propio confinamiento. Según los  datos de la Universidad John Hopkins de EUA, hasta el día 1 9 de mayo a nivel mundial  la cifra de  casos  confirmados ascendía a poco más de 4. 8 millones y más de  322 mil  muertos. 25 
 
  • En este sentido, en primer lugar, debe señalarse que esta crisis sanitaria posee  un carácter histórico - geográfico propio: la  mundialización capitalista con sus cadenas  de producción, distribución y consumo (zonas de producción, centros de  comercialización, zonas de distribución  – maquilas, bodegas, aeropuertos, almacenes,  agentes inmersos, etc. –). Las rutas del contagio fueron en su inicio las rutas  geográficas de la valorización del capital. 26 
  • En segundo lugar, esta crisis sanitaria hunde también sus raíces en la crisis  ambiental provocada por la expansión irracional del capitalismo. Las devastaciones de  bosques y selvas causadas  por el extractivismo, la agroindustria, la urbanización y la  mercantilización de la naturaleza han traspasado los límites ambientales. Entre otras  cosas, esto nos ha expuesto a las distintas poblaciones humanas a diversos virus y  agentes infecciosos que estaban confinados en hábitats remotos y en especies con  poco contacto humano (ejemplo de ello es el VIH, el ébola y ahora el coranovirus). 26 Sobra decir que las acusaciones mutuas entre EUA y China  – de haber creado al virus – son parte  de  l a guerra geopolítica , comercial y tecnológica interimperialista  (que  también se ha exacerbado con esta crisis)  y  que termina por  opacar la crisis ambiental  causada por el capitalismo.  En este sentido, n o debe pasarse por alto que la  devastación ambiental causada por la destructiva e irracional lógica de acumulación  de capital es de tal magnitud que a la era geológica actual se le ha denominado  capitaloceno. 28 
  • En tercer lugar, no es ninguna sorpresa que esta crisis sanitaria tenga un  carácter clasista - racista - imperialista - neocolonial y excluyente, rasgo propio del  contexto histórico en el que ocurre esta pandemia: el más desigual en la historia de la  humanidad.  Tan sólo en el 2017, el  Credit Suisse Research Institute aseguraba que el 10  % más rico en el mundo poseía el 88 % de la riqueza mundial y sólo el 1 % por sí solo  contaba con el 50 % de los activos globales. 29 Aún más, los riesgos sociales ya se  habían documentado y anunciado desde hace años con la crisis sanitaria de la  influenza AHN1, cuando diversos estudios mostraron el papel que en estas pandemias  tienen los factores de vulnerabilidad social: la desigualdad, la clase, el origen étnico, el  género, la escolaridad, el acceso a los sistemas de salud, el hacinamiento, el acceso al  agua, las regiones periféricas y las zonas marginales en las ciudades. 30 Sin embargo, todos estos factores de exclusión y vulnerabilidad han sido creados por  – o se han  mezclado con – la subsunción del trabajo al capital  de los últimos cuarenta años a través de la explotación y superexplotación del trabajo, la precarización laboral, las  políticas neoliberales, las privatizaciones, el despojo y las gigantescas transferencias de  valor de la prefería a los centros imperialistas. 
  • En cuarto lugar, esta crisis sanitaria es expresión de la crisis estructural del  capital porque apunta a los límites alcanzados por el sistema y a su incapacidad de  superarlos. Más aún, es estructural porque la tensi ón entre las necesidades humanas y  la lógica de valorización y mercantilización del capital  – la tensión entre el valor de uso  y las determinaciones del valor de cambio – no puede ser resulta por el propio sistema  y sólo lleva a una espiral de barbarie.  
 
En  este sentido, el neoliberalismo ha sido el mayor proyecto histórico del capital  por subordinar a su lógica de valorización al sujeto social, la fuerza de trabajo y la  naturaleza  – en ar as de expandirse y mantenerse – . 
 
En este escenario de pandemia, es clave  entonces entender dos puntos: el  detrimento de lo público frente a lo privado (véase la Gráfica  A ) y las restricciones de  los Estados al gasto social con el fin de facilitar el acceso a los grandes corporativos y  empresas trasnacionales a la mercantilización de los servicios públicos, así como  también con el fin de destinar mayor presupuesto a los gastos militares y, en la  periferia, para consignar recursos al pago de la deuda externa ( por ejemplo, en la  Gráfica  B se observa el modo en que algunos Estados d e América Latina de manera  estructural deben destinar más del 10% del gasto público total al pago de intereses de  la deuda externa).  28 El sector de la salud pública no ha quedo aislado de esta lógica neoliberal de  subordinación y mercantilización.
 
La  mayoría de los sistemas del mundo se han visto  afectados por este proceso La salud pública se ha abierto a la mercantilización. Desde organismos  internacionales como la OMS, el FMI y la OCDE, hasta farmacéuticas transnacionales,  empresas monopólicas de la salud y Estados imperialistas han emprendido diversas  ofensivas contra los sistemas públicos sanitarios por medio de planes bien  estructurados, por medio de los cuales han abierto paso al capital para expandirse en  este sector. 30 

Esto ha devenido en el deterioro  intencional de los sistemas de salud pública a  nivel mundial, lo cual se expresa en la fragmentación de los sistemas, la privatización  de las pensiones, la insuficiencia de la inversión pública en el ramo, la falta de  expansión de la infraestructura , el detrimento en la calidad del servicio. El reverso de la moneda ha sido el aumento de la participación del capital en el  sector, lo cual se expresa en la mayor concesión a los privados de los servicios que “no  puede otorgar” Estado, el incremento de la s compras a empresas monopólicas de  medicamentos y equipo médico, expansión de los seguros de gastos médicos y  aumento de la infraestructura privada.  Este debilitamiento intencional de los sistemas de salud pública es entonces el  responsable directo de la incapacidad e insuficiencia de estos sistemas para contener la pandemia 
actual.
EUA ha sido el ejemplo extremo de esta lógica, mientras que en la  periferia la insuficiencia ha sido el rasgo estructural : la enorme expansión de los  contagios en Brasil, las  escenas de Guayaquil, la zona metropolitana de México y los  efectos en  África son la prueba . La lógica irracional de la mercantilización no prevé las necesidades humanas  en  salud, por el contrario, las subordina a una lógica irrestricta de generar ganancias  para acumular. Es por tal motivo que el capital es incapaz de dar solución a estos  conflictos.  Como lo ha señalado James Petras: El capitalismo fracasó sobre su capacidad de defender su  población. Uno debe decir claramente que el capitalismo no  tiene capacidad, no está a la altura, para evitar el contagio y el  colapso en la economía. Las consecuencias son para la  población: desocupación, pobreza; y la incapacidad de sustituir  elementos privados en el problema de salud es evidente.  Nosotros debemos enfatizar el vínculo entre el capitalismo y el  colapso de la economía; y la incapacidad de la salud capitalista  de enfrentar los grandes problemas que encontramos hoy31 
 
Ante la cuarentena recomendada por todas las autoridades sanitarias como el  mínimo precepto para contener el contagio, el capital pone el grito en el cielo, pide se  levante y se reabra la industria en todos los rincones del mundo. El editorial del WSJ del  8 de mayo  lo expresó de modo emblemático: “Por el amor de  Dios ,  reabrir la  economía ... ”.  Dado que el contagio no ha sido detenido, las autoridades sanitarias de algunos  países recomiendan la extensión de la cuarentena (hay nuevos confinamientos en  China) , lo cual no es más que el perfeccionamiento racional 32 para salvar vidas  humanas hasta el momento ; pero que  atenta contra el régimen de producción  capitalista ( extracción de plusvalor) , pues implica la suspensión de su acumulación.  Por ello, ante esta contradicción ,  para el capital  desde un principio  quedó excluida la  extensión  del confinamiento  más allá de cierto límite,  por  lo que a  las mismas  autoridades sanitarias no les  ha  quedó más que declarar que "el virus estará con  nosotros durante largo tiempo". 33 (…)

 
A contra corriente de la 'normalidad' de funcionamiento capitalista de los territorios y trabajos o como avanzadas de contrahegemonía cultural,  damos dos ejemplos:
 

29 de mayo de 2020 Puelmapu, Wallmapu.
Marimari pu peñi ka pu lamuen
Marimari papayengun chachayengun
Marimari pu weny ka pu kompañ.
Chalian mapuzungun mew, inche ta Mauro Millan ñi pingen, inche ta lonko, pillan mawiza ñi lof che. Kiñeke zungu epian……
 
Es verdad. El estado argentino tiene un conflicto con el pueblo Mapuche, porque acumuló demasiadas deudas desde el momento que, de manera unilateral, decidió invadir nuestro territorio  ¿O qué esperaban? ¿Que el despojo de nuestras vidas sería perpetuo? ¿Que nos olvidaríamos de quiénes somos? ¿Que no nos preguntaríamos qué fue lo que realmente sucedió?
Los winkas, en forma de estado chileno y argentino, nos invadieron y ocuparon nuestro territorio. Violaron, asesinaron, mutilaron. Nos confinaron a campos de concentración. Cambiaron el relato de la historia: el usurpado pasó a ser usurpador. Y todavía pretenden que no busquemos justicia, que seamos buenos indios, mansos, humildes, respetuoso de la ley y que estemos bien domesticados. Así podemos seguir siendo mano de obra barata; quienes levantan las casas, limpian los inodoros o recorren los miles de kilómetros del perímetro de los latifundios cuidando esas miles de ovejas. Lamento informar, señoritos y señoritas de la blanca alcurnia argentina, que eso poco a poco dejará de suceder. 
Podría llevarme muchas palabras tratar de explicar lo que significa tomar conciencia de quién es uno y quienes somos todos, pero lo voy expresar en un solo concepto: Kimun (Saber mapuche, sabiduría ancestral, conocimiento). El Kimun no lo podés descubrir en Wikipedia, ni en las instancias educativas que ofrece este monocultural estado. El Kimun está en la memoria, en la resistencia de mi gente; no es exclusividad de lo rural, también está en la ciudades, en los barrios, en las villas, en cada rincón de la geografía de este territorio que fue testigo de la verdad de lo que aconteció. Sin embargo, esta sociedad sigue alimentándose con la verdad corrupta de lo diarios, de la tele, de la radio, de los medios que reproducen mercenariamente un relato que nos juzga y sentencia de manera exprés. Casi tan rápido como los hacen los racistas del sistema judicial. 

Esta recuperación del saber mapuche hoy nos permite actuar cuando vemos que un peñi o una lamuen tiene un destino como machi, lonko, weupife u otro rol como autoridad ancestral. Ya no acudimos a un psicólogo para que atienda la “locura”, ya no vamos con el cura o con el pastor evangélico para que nos saque el demonio a palos… Sí, hacíamos todo eso, por ignorar nuestra propia cultura. Hoy nacen pu machi, nacen pu lonko, nuestras autoridades, para orientar el destino de nuestro pueblo y no para adornar alguna política de control estatal. Nacen por una necesidad, nacen mostrando el antagonismo entre como vemos el mundo los mapuche y como lo ve la sociedad winka. Sociedad que mira desde la verticalidad del macho capitalista blanco judeo cristiano. Desde esa cúspide de la pirámide se sirve de todo y de todos. Nadie dice nada si llega un magnate de estas características e invade, tala bosque, contamina y alambra lagos, ríos, cerros. Ningún vecino se queja, está todo bien… hipocresía de los sumisos. 

Como Lonko mapuche, reivindico conmovido la lucha del lof winkul lafken mapu, celebro la inquebrantable decisión de defender ese espacio y reivindico la orientación de la joven Machi Betiana. Y sólo les digo
a ese puñado de desquiciados que piden desalojar, que este proceso ya no se detendrá.
al estado y sus eventuales dirigentes, que deberán dar unas cuantas roscas más a sus obsoleta forma de plantear el diálogo. Un diálogo político de profundo reconocimiento, y no uno en el cual seamos estigmatizados como solo un problema de seguridad nacional.
Mientras sentencien a nuestro territorio a la explotación extractivista de cualquier índole, mientras haya presos políticos mapuche y hasta que no veamos encarcelados a los autores intelectuales y materiales que asesinaron al peñiyem Rafael Nahuel y a quienes desaparecieron y asesinaron a Santiago Maldonado, jamás vamos a sentir que un llamado de diálogo esté siendo honesto en sus intenciones de avanzar en una discusión política y de derechos.
 
Por territorio, justicia y libertad¡¡ marici weu¡
 
Mauro Millán, Lonko lof pillan Mawiza puelmapu
---
Puerto Madryn, 23 de mayo de 2020
 
Sr. Gobernador de la Provincia del Chubut, Mariano Arcioni;
Sr. Vicegobernador y Presidente de la Legislatura Provincial de Chubut, Ricardo Sastre;
Sr. Intendente de la Ciudad de Puerto Madryn, Gustavo Sastre
S / D:
Somos parte de la comunidad científica regional y somos trabajadores/as del Estado Nacional y Provincial - CCT-CENPAT-CONICET, Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Universidad Tecnológica Nacional y Universidad Del Chubut - y expresamos, con fundamentos, nuestro repudio y rechazo a las, cada vez más fuertes, intenciones de implementar la explotación minera metalífera como parte de la matriz extractiva del territorio de Chubut.
A continuación presentamos un punteado que intenta sintetizar diversos aspectos de la
actividad minera metalífera (de oro, plata, uranio, plomo, cobre, entre otros) que ponen en
riesgo la población que ustedes representan y a la que deben responder por ser mandatarios:
a. Las sustancias químicas utilizadas (cualquiera sea su grado de manejo) producen daño
ambiental irreversible y pone en riesgo la salud de las poblaciones del área de
influencia de las minas - por cercanía, vinculación hidrológica, afectación de vientos,
puertos de entrada y salida, caminos de transporte de insumos y residuos, etc-.
b. El drenaje ácido de la mina es inevitable y libera metales pesados de las rocas
(arsénico, cadmio, plomo, cromo, cobre, cobalto, mercurio, níquel, estaño y zinc) que
entran en las redes tróficas por bioacumulación, enfermando y matando, durante
miles de años.
c. Hasta la fecha no existen registros de pueblos mineros sin daños registrados por
contaminación de suelos y de cuencas hidrológicas, emisiones gaseosas o polvo tóxico
en el aire, afectación a salud humana y a la diversidad biológica.
d. Se reconocen graves impactos ambientales vinculados a la minería metalífera
subterránea en relación a los depósitos de residuos contaminados y material rocoso,
alteración a gran escala de la estructura interna de la corteza terrestre, alteración de
calidad y flujo de aguas subterráneas.
e. El agua dulce es afectada irremediablemente: la minería impacta fuertemente la
cantidad de agua disponible para uso de las comunidades y la calidad de la misma, por
riesgo de contaminación irreversible.
f. La infancia es la etapa más vulnerable, por su inmadurez anatomofisiológica y
dependencia psicosocial.
g. La Constitución Nacional Art. 41, expresa: “Todos los habitantes gozamos del derecho
a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer a las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.
h. La Ley General del Ambiente Nro 25.675 brinda una marco de seguridad frente a este
tipo de actividades de altísimo riesgo, según importantes principios preventivos,
precautorios y de sustentabilidad.
El uso común del cianuro como insumo minero es de alto riesgo ya que su
manipulación y manejo requiere condiciones muy específicas y costosas de lograr y,
además, en su descomposición libera productos intermedios que son igualmente
tóxicos.
j. Se constataron diversas enfermedades en las poblaciones que se encuentran dentro
del área de influencia de las minas metalíferas, desde vómitos y diarreas, hematuria,
cirrosis, hipertensión, leucopenia, fibrosis, diabetes, EPOC, encefalopatías,
neuropatías, abortos espontáneos, microcefalia, cáncer espinocelular, basocelular y
saturnismo, entre otras dolencias agudas y crónicas, derivadas de la exposición a
metales pesados.
k. La minería no genera sustentabilidad laboral ni económica. Se trata de un sector
capital-intensivo que depende de los manejos financieros en bolsas extranjeras.
l. Existe alta rotación de trabajadores por alta tasa de accidentes y enfermedades. En
cada etapa de avance de la mina se hace una reducción sustancial de puestos de
trabajo básico.
m. Por último debemos remarcar que la actividad minera conlleva impactos negativos que
son ocultados a la población general que se constatan en todos los proyectos de
Latinoamérica que son estudiados por el Observatorio de Conflictos Mineros de
América Latina https://www.ocmal.org
América Latina https://www.ocmal.org
• competencia y exclusión de la actividad económica tradicional;
• colapso de los servicios básicos por aumento de la población;
• falta de beneficios para las poblaciones locales;
• cambios culturales negativos, redes de trata y narcotráfico.
• aumento de enfermedades sociales;
• falta de oportunidades de trabajo para pobladores locales;
• invasión de población ajena a la región;
• amenaza a la tenencia tradicional de tierras;
• riesgo de contaminación de los campos aledaños al emprendimiento minero;
• falta de reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios;
• militarización de los territorios;
• fuerte conflictividad social;
• persecución, amenazas, judicialización y violencia;
 
Por todas estas razones, denunciadas por otros grupos científicos, asambleas y
agrupaciones socioambientales de todas las regiones mineras de Latinoamérica, incluido nuestro país, expresamos enfáticamente que la habilitación de la minería metalífera en cualquier punto de la provincia representará una condena para todo el territorio chubutense. La salida a la crisis provincial histórica agravada por la pandemia debe incluir todas las voces, fortalecer y diversificar las economías regionales, tradicionales o innovadoras que permitan que cada comunidad (rural o urbana) tenga asegurada la salud y el trabajo de las generaciones futuras.

Apelamos a que Ustedes estén a la altura de las circunstancias y tengan la grandeza y
fortaleza para decir al igual que nosotros/as: ¡NO A LA MINERÍA METALÍFERA EN CHUBUT!
 
 En confrontación.
El Secretario de Minería de la Nación, Alberto Hensel, sin filtro: “Vamos a constituir un grupo de notables porque la minería debe ser discutida por conocimiento objetivo, los eslogan no dan trabajo”.
"No podemos discutir si hacemos minería o no hacemos, 
sino cómo hacemos minería"
Fue el jueves 28 de mayo que dio una charla abierta vía Zoom en la que frente a los presentes (entre ellos el senador por Chubut Alfredo Luenzo) blanqueó: “debemos trabajar en un Plan estratégico para el desarrollo minero argentino que traerá divisas para cumplir con la deuda interna”.Leer

 
 
A generalizar la comprensión sobre porqué disputar territorios y trabajos al capitalismo teniendo en cuenta qué explican las defensoras de territorios:
“Donde nosotras vemos montañas, ellos ven oro y minerales valiosos; donde vemos milpas o chacras, ellos ven petróleo o presas; donde sentimos el sol y el viento, ellos ven negocios de energía eléctrica; en nuestros ríos, lagos y bosques, ellos ven ganancias”.
 

Defensoras exigen reconocer derechos

ante amenazas territoriales

 

Defensores ambientales de Guatema: rendirse no es una opción


Servindi, 29 de mayo, 2020

El Grupo Regional de Género y Extractivas demanda a los gobiernos del mundo el reconocimiento pleno de sus derechos ante las amenazas de sus territorios por el avance y la emergencia sanitaria del Covid-19.

Durante el Primer Encuentro del Grupo Regional de Género y Extractivas, las defensoras de la tierra y el medio ambiente de América Latina y el Caribe, alertaron sobre los impactos de las actividades extractivas en sus países y la criminalización que sufren por defender sus territorios.

En un pronunciamiento dirigido a la comunidad internacional manifestaron que los gobiernos continúan asumiendo el extractivismo como la mejor opción para el crecimiento económico. Razón por la cual permiten las operaciones de esas actividades a expensas de afectar sus pueblos.

“Donde nosotras vemos montañas, ellos ven oro y minerales valiosos; donde vemos milpas o chacras, ellos ven petróleo o presas; donde sentimos el sol y el viento, ellos ven negocios de energía eléctrica; en nuestros ríos, lagos y bosques, ellos ven ganancias”, dice el pronunciamiento.

Los impactos de la extracción intensiva no sólo se hacen evidentes en los territorios con largas sequías, lluvias torrenciales que producen inundaciones y continuos incendios forestales; también se evidencias en la afectación a la salud y la vida.

En este sentido, las defensoras del Grupo Regional de Género y Extractivas, demandan y exigen a los Estados, empresas, instituciones financieras y a la sociedad en su conjunto 14 puntos importantes:

Cesar la promoción y operación de actividades extractivas.

Incorporar la perspectiva de género en todas las medidas de prevención.

Garantizar la participación y representación de las mujeres en los espacios de toma de decisión.

Detener la criminalización, hostigamiento y todas las formas de violencia que se ejercen contra las personas defensoras de la tierra.

Garantizar la prestación de servicios con pertinencia cultural, particularmente en aquellas áreas donde habitan pueblos originarios.

Proteger de forma integral los territorios ancestrales, colectivos y los bienes comunes (agua, viento, subsuelo).

Respetar las formas comunitarias de los pueblos en la gobernanza y toma de decisiones sobre los bienes comunes.

Reconocer el valor y la contribución económica, política y social del trabajo de las mujeres, visibilizando las múltiples labores.

Visibilizar y fomentar iniciativas económicas lideradas por mujeres.

 

Diseñar, planificar, implementar y monitorear los planes y programas para enfrentar o adaptarse al cambio climático.

Reconocer como instrumentos de gestión los planes de vida de las comunidades que incluyan las propuestas y necesidades de las mujeres.

Garantizar el acceso a la información y fiscalizar a las instituciones que operan y ejecutan políticas de salud pública.

Visibilizar y difundir las iniciativas y buenas prácticas a nivel local, nacional e internacional.

Garantizar y fiscalizar la implementación efectiva de instrumentos internacionales que respaldan nuestra lucha como defensoras del ambiente.

Los casos ganados: jurisprudencia sobre criminalización de defensores/as  https://bit.ly/3c5g90c

La jurisprudencia y el análisis de nueve casos emblemáticos referidos a la criminalización de defensores/as de #DerechosHumanos en el Perú fueron compartidos por el Instituto de Defensa Legal (IDL).

Mediante un documento de trabajo y enlaces a las sentencias se analizan nueve casos litigados y ganados por el movimiento nacional de derechos humanos y que señalan un derrotero

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A recuperar y/o afirmarnos, les diverses de abajo, en:  "¡Ya Basta! Basta a la precarización neoliberal, a los ajustes económicos, a las desigualdades y la exclusión, al autoritarismo y el estado de excepción, basta a ser condenados a un mundo sin futuro".
 

Derecho a existir, pulsión de re-existir

Protestas populares y sentidos de lo común

en tiempos de pandemia en América Latina

 30 de mayo de 2020
 
Por Emiliano Teran Mantovani (Rebelión)

Derribar la clausura de un ‘mundo muerto’: rutas de fuga, revuelta y re-existencia en América Latina

La pandemia del nuevo coronavirus ha saturado absolutamente todo. Incluso la memoria, que ya venía siendo atropellada y convulsionada permanentemente por el eterno presente de esta sociedad hiper-informada, inundada de datos, imágenes, video-cápsulas, memes y múltiples acontecimientos impactantes.
Así que, como un acto para recobrar el aliento, como quien sofocado se quita el tapabocas para tomar una bocanada de aire fresco, hagamos nuevamente memoria de vida, recordemos los meses y semanas atrás, que determinaron todo 2019: calles calientes, millones de voces; marchas, piquetes, pancartas, consignas, pañuelos, enjambres, multitudes. Corazones latiendo, rabia, anhelo, hartazgo, esperanza. Chile, Ecuador, Colombia, Haití, Perú, Honduras, Puerto Rico, Venezuela, Costa Rica, Bolivia, Nicaragua; y fuera de las tierras del Abya Yala, Hong Kong, Francia, Irak, Líbano, Catalunya, Argelia, Zimbabwe.
Todos, de una u otra forma, diciendo ¡Ya Basta! Basta a la precarización neoliberal, a los ajustes económicos, a las desigualdades y la exclusión, al autoritarismo y el estado de excepción, basta a ser condenados a un mundo sin futuro.
Pero las ondas de esta vibración socio-política mundial terminaron chocando con las ondas de la pandemia global 2020, siendo esta última otro resultado de la expansión neoliberal y colonizadora del capital. Además de los millones de contagios y los cientos de miles de fallecidos, la pandemia ha generado una parálisis de buena parte del sistema; un shock concreto en las dinámicas globalizadas (a escala macro, meso y micro), y un shock simbólico, al provocar un considerable impacto en las perspectivas y expectativas de las sociedades. Y sobre todo, nos revela que no estamos sólo ante una enfermedad muy contagiosa, sino que en realidad todo este sistema capitalista en decadencia es una máquina de intoxicación de la vida, una máquina de patologización de cuerpos y ecosistemas; que es el vector fundamental de la insalubridad global que experimentamos.
Ciertamente nos encontramos ante una situación muy complicada y enigmática. Pero para algunos, entre derechas e incluso izquierdas, y ante las fuerzas de saturación y parálisis que provoca la pandemia, parece haberse olvidado el actor social, el mundo de los de abajo, la micro-política; parece que los han ubicado en una especie de campo de invisibilidad, de desmerito, de imposibilidad. Como si estos actores sociales dejaran de contar en el curso de los acontecimientos actuales y futuros; como si la política ahora fuese un estadio vacío donde sólo juegan el poder de las corporaciones transnacionales, la geopolítica tradicional y el Estado (que gestiona la biopolítica, el estado de excepción, la sociedad de control o incluso para algunos, un nuevo y ‘posible’ welfare state).
Visto así, ese es un mundo muerto. Un mundo de comandos, de tránsitos lineales, sin agonismo popular, sin sustancia y de dominio espectral irremediable. Un mundo desde el cual nos negamos a pensar, buscando en cambio resaltar las múltiples rutas que trazan las resistencias de las fuerzas vivas, las pulsiones de vida de los de abajo: alimento y horizonte, salud y comunidad, oxígeno y dignidad. Vida, tanto desde su perspectiva productiva y reproductiva cotidiana, hasta en su sentido ontológico y filosófico.
Estas rutas de escape/reproducción/emancipación se encuentran hoy obstaculizadas, militarizadas, contagiadas. Pero hay que derribar la clausura de posibilidades que propone el ‘mundo muerto’, y señalar al menos tres expresiones cruciales de la política –o la otra bio-política– de estas fuerzas vivas: la primera, que lo que emergió y rugió desde los pueblos en 2019 sigue hoy latiendo, sigue hoy respirando. Y sobre todo, que el problema de fondo, lo que ha originado las protestas, sigue sin resolverse. Hay por tanto, no sólo una materialidad sino también una ontología de la revuelta.
La segunda, que durante el tiempo de la cuarentena y la crisis de la pandemia de Covid-19, también se han desarrollado procesos que han sido poco visibilizados y difundidos –para algunos ‘invisibles’– y que han consistido en la construcción de soluciones desde los de abajo para los de abajo, así como un énfasis del trabajo hacia adentro por parte de comunidades, organizaciones y movimientos sociales en los territorios, orientándose hacia el fortalecimiento de la autonomía y la autogestión.
Vale resaltar experiencias de redes de alimentación solidaria entre territorios, como la Minga de la Comida, propuesta por el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), que llevan alimentos para el intercambio y así ayudar a aliviar la situación de las familias vulnerables de Popayán y de comuneros indígenas que no han podido regresar a sus territorios; otras de estas redes se producen no sólo en algunas partes de Colombia, sino en regiones de otros países, como ocurre en Ecuador, y en Bolivia, siendo principalmente alimentos recolectados del campo que se aportan para familias pobres en las ciudades. Sistemas de trueque urbano y campesino de diverso tipo se han también establecido para enfrentar los efectos socio-económicos de la pandemia, como en el caso de Cochabamba en Bolivia o en varias regiones de México. En Brasil, organizaciones sociales como el Frente Brasil Popular y el Frente Pueblo Sin Miedo (que agrupan a cientos de organizaciones brasileñas) crearon una plataforma no sólo de solidaridad alimentaria, sino también para apoyar con artículos de limpieza y un fondo de emergencia para trabajadores informales. Cabe también señalar las experiencias de las ‘ollas comunitarias’ en Chile –como la de la comuna popular de Puente Alto, en Santiago, que asiste a 5.000 habitantes–, en Cali (Colombia), en varios municipios de Guatemala o en Buenos Aires, lugares del conurbano y otros puntos del interior de Argentina; o las de las Asambleas territoriales en Valparaíso (Chile), desde las cuales se han impulsado cosas como campañas de desinfección colectiva de espacios públicos, fondos solidarios, cuadrillas de seguridad alimentaria o la elaboración de manuales de pan. Aunque en primera instancia estas experiencias descritas no se orientan a confrontar a los poderes constituidos, tienen una importancia constitutiva para los procesos de fortalecimiento de las iniciativas populares y territoriales, y sobre todo, marcan claramente la ruta de una respuesta social ante la pandemia.
La tercera expresión contiene las posibilidades de horizonte y expansión de estas fuerzas, y se resume en la siguiente disyuntiva vital: es cierto que la pandemia tiene un poderoso efecto paralizante, pero en realidad todo esto es mucho más paradójico. Mientras busca confinar, desmoviliza y genera miedos, al mismo tiempo potencia escenarios de movilización, al profundizar drásticamente todas las contradicciones y causas que habían generado las protestas y descontentos. Más precariedad, más desigualdad, más estado de excepción. Esta contradicción fundamental es un muy claro ejemplo de lo que es este tiempo paradójico de colapso/oportunidades que vivimos en la actualidad.
Algunos, entre derechas e incluso izquierdas, ven con malos ojos los llamados a la movilización. Es verdad que la pandemia ha generado enfermedad, sufrimiento y muerte en los sectores populares, con la muy dolorosa pérdida incluso de referentes y líderes sociales como Ramona Medina (de la Villa 31 en Buenos Aires) o el cacique Messías Kokama, uno de los principales líderes de la Amazonía brasileña. Pero lo que resulta más dramático es precisamente que la pandemia de COVID19 no tiene el monopolio de la muerte, ni de la infección, ni de la precarización. Que esta pandemia es en realidad el síntoma de una constelación de males y enfermedades que aquejan y acechan a la mayoría de la población, para la cual la lucha es una cuestión cotidiana y fundamental para la sobrevivencia, para la reproducción de la vida. Y especialmente por eso, la pandemia vulnera más cuando se conjuga con esos otros males sociales, como la pobreza, la desnutrición, la falta de agua o el racismo. Que esto que muchos han llamado la ‘normalidad’ que existía previamente, en realidad era una pesadilla para millones de personas en la región, y principalmente en todo el Sur Global.
Por eso la cuarentena en América Latina para una parte de la población, desde sus inicios sencillamente no se podía cumplir (y aún no se puede), o bien no se podía sostener por mucho tiempo, sobre todo para quienes se buscan la vida en el día a día. Por eso se fueron evidenciando múltiples micro-protestas territoriales, a medida que se ampliaba la precariedad (morir de Covid o morir de hambre). Por eso en las últimas semanas, el escenario de movilizaciones retoma vuelo, como ha ocurrido en Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia, Venezuela, o en Córdoba (Argentina) –lo que ciertamente ocurre mientras otras tantas se producen por parte de sectores conservadores y de extrema derecha en nombre de las libertades económicas–, mientras se reavivan las protestas de Irak, Líbano, Hong Kong, India, entre otras.
La ecuación es muy complicada y nos encontramos ante un proceso de reorganización del sistema tal y como lo conocemos. Pero esta re-organización no ocurre ni ocurrirá de manera unilateral, estable, lineal e irresistible por los designios del gran capital y los Estados potencia. Esta nueva coyuntura se produce al interior de un sistema global que es en realidad más frágil que nunca, mucho más vulnerable y mucho más inviable. Lo que está en crisis es todo un orden histórico civilizatorio y esto nos ha traído a un tiempo límite, de umbrales ecológicos, económicos, energéticos; a un tiempo de eventos extremos donde la turbulencia es la normalidad. Así que nada está garantizado, nadie puede ya garantizar el control de la situación. Todo, absolutamente todo, está en disputa y el muy diverso campo popular juega, y es onda de choque en esta crisis.
En el corto plazo, por un lado, ante la agudización de las contradicciones y factores causales del descontento, podríamos presenciar una nueva ola de protestas en la región encabezada por la revuelta de los precarizados, provocada por el mundo extremo que va dejando la pandemia. Eso podría abrirnos a una nueva correlación de fuerzas que eventualmente podría allanar caminos a nuevas posibilidades y alternativas populares.
Por otro lado, en el devenir y transitar de esta crisis, las particulares condiciones que se desarrollan abren un campo de redefinición de lo común, de la autogestión, de lo público, de la gobernanza, que tendría importantes repercusiones. Estamos al interior de ese proceso.

Sentidos y dilemas de la revuelta, el antagonismo y lo común

Tenemos hoy muchísimas más preguntas que respuestas. ¿Cómo reproducir una vida digna, cómo transitar una vía alternativa, ante tal nivel de insalubridad global, ante tal nivel de precariedad de las condiciones de vida en el planeta, de las democracias, ante los sistemáticos bloqueos de alternativas? En este mundo en emergencia, de tiempos ajustados, parece que tendremos que ir caminando y resolviendo estas preguntas sobre la marcha. Pero, además de resolver las cuestiones básicas de la reproducción de la vida, seguiremos necesitando comprender y dotar de sentido la existencia, la revuelta, la re-existencia; la transformación socio-ecológica; nuestra forma de ser y estar en la Tierra. No parece bastar el antagonismo puro, mucho menos hoy cuando extremas derechas protestan, ocupan calles, se rebelan, se presentan como ‘anti-sistemas’ y piden un ‘cambio’; o bien cuando el crimen organizado o el narcotráfico insurgen, desafían a los poderes formales o crean violentas economías que logran incluir a parte de los sectores sociales más vulnerados, ganando adeptos entre ellos.
De manera que, el propio antagonismo, la forma y los significados que pueda tener, está en disputa. Es en este sentido que resaltamos el valor del proyecto y horizonte de lo común. Sobre todo en la medida en la que el antagonismo se enraíza en la acción colectiva, en el re-encuentro de los iguales y las diversidades, en la re-articulación integral de nuestros modos de ser y estar con las tramas de la vida, lo cual es fundamental ante un mundo que sufre los terribles efectos de la fragmentación. Lo común hoy, es una posición crítica ante la crisis, ante la posible nueva ola de privatización y mercantilización corporativa; ante el avance de las extremas derechas y sus posturas radicalmente anti-Vida; ante la idea de que el humano es un ‘virus’ depredador y no en cambio esta cultura moderno/occidental colonizante; ante la lógica del ‘sálvese quien pueda’ y la competencia feroz; ante la marginación económica e institucional del mundo de los cuidados; pero también, ante los nuevos Leviatanes de la emergencia o los posibles avances de un nuevo estadocentrismo ‘social’ que recanalice el potente descontento popular hacia una nueva ilusión de cambio desde arriba.
Sin embargo, esta idea de lo común como proyecto y horizonte no se presenta sólo como un lugar filosófico desde donde pensar ese antagonismo, sino tal vez principalmente como un modo de hacer: es una política productiva porque pone en el centro y punto de origen la transformación y la re-existencia en el aquí y en el ahora; no se sienta a esperar mediaciones, sino que territorializa ese otro mundo que imagina. Esto tiene un valor tremendo precisamente porque, en un mundo caótico y muy incierto, de grandes perturbaciones, es la comunidad el principio de orden.
Comunizar es hoy un factor vital, pues se trata de tejer y re-tejer la comunidad, desgarrada por décadas de neoliberalismo y violencia neocolonial; es repotenciar la noción de interdependencia a partir de una política común del cuidado (y más en estos tiempos de insalubridad global y capitalismo enfermo); es por tanto, generar resiliencia y sumar en la correlación de fuerzas; es reconocernos en un nosotros-común entre iguales, que es esencialmente diverso (no un común homogéneo), y recomponer nuestra relación simbiótica con la naturaleza (el común con la trama de la vida ecológica), trascendiendo el antropocentrismo y dando cuenta que el planeta Tierra es en realidad la casa común.
Pero ante este sentido del antagonismo y del re-existir, la gran pregunta que ha surgido es cómo se reproduce ese común ante dinámicas de distanciamiento social, o bien en contextos de caos, conflicto armado o eventos ambientales extremos. Es la gran pregunta sobre lo común en el antropoceno. Algunos parecen haber declarado la muerte de lo común ante los escenarios actuales. Pero esta idea/clausura es muy limitada, por varias razones: primero, plantea una visión normativa y rígida que, ante ciertas condiciones, parece proponer que lo común está o no está, sin reconocer que más bien este se encuentra en permanente producción, adaptación, reformulación y flujo. No se trata pues de una forma pura a la cual se llega, sino, como hemos mencionado, es básicamente un referente, un lugar para pensarnos y sobre todo un modo político de hacer (que ciertamente también podría institucionalizarse).
Lo segundo, hay numerosos ejemplos de cómo, en contextos adversos, lo común ha podido persistir, como ha ocurrido en comunidades que resisten en conflictos armados (teniendo como casos emblemáticos las experiencias kurdas y varias del sur de México) e incluso se reajustan para fortalecerse a partir de ellos. Lo tercero, en relación con lo segundo, nos señala que justamente en períodos de profunda crisis, lo común es un componente fundamental para allanar el camino para lograr salidas y alternativas, trazando un horizonte de restitución, autocuidado, sanación y recomposición vital; y cuarto y último, se trata también de reconocernos en las dinámicas propias de la trama de la vida y los ecosistemas, que son eminentemente cooperativas y simbióticas, es decir, que lo común nos constituye como parte de este tejido de vida en la Tierra.
La otra gran pregunta que surge tiene que ver con los alcances y límites de las iniciativas sociales, desde abajo, ante enormes desafíos como las pandemias de la globalización neoliberal o los grandes eventos ambientales del antropoceno. ¿Cómo nos sanamos ante un virus como este y una pandemia que en buena parte sale de nuestras manos, ante lo cual  pareciese que las grandes tecnologías y las instituciones estatales y privadas están mejor provistas para enfrentarlo? ¿Cómo se enfrentan grandes inundaciones, o algo de las dimensiones del cambio climático, desde los pueblos, sin que esto suponga una dramática y extraordinaria exposición social a tales peligros? Estas fundamentales preguntas nos remiten ineludiblemente a una discusión sobre la relación con el Estado y con lo público que, por su densidad, no podemos abarcar aquí. Pero sí quisiéramos plantear una idea: la protesta, organización y movilización social como una proyección del campo popular en la política global. Esto implica no ver única y necesariamente la contraposición pura y compartimentalizada de lo común, el Estado y lo privado (estos asuntos no pueden ser abordados en blanco y negro), sino también las relaciones conflictivas y ‘transfronterizas’ entre estos ámbitos, que en la medida en que la protesta y organización popular ganan terreno, posibilitan la transformación de la política en ámbitos más amplios que lo local.
Sobre esta idea de lo común como una política multi-escalar, de la proyección del campo popular en la política global, nos parece vital resaltar tres aspectos: primero, hay que recordar que las protestas populares que han llenado las calles latinoamericanas han demandado en muy buena medida justicia social y ambiental, soluciones a la crisis y políticas de protección y asistencia del Estado, ante el muy alto nivel de desamparo, sobre todo de los sectores más vulnerables de la sociedad. Segundo, la idea de la centralidad de lo común, de su política situada como punto de origen, no es excluyente con la disputa política hacia otras escalas. Eso implica, por un lado, que su avance suma a una correlación de fuerzas más favorable para los pueblos, lo que a su vez crea un marco menos adverso para su accionar; por otro lado, la calle y la comunicación son una de las principales arenas donde se canaliza la disputa por lo público y en ellas es fundamental la lucha por demandas hoy centrales, como la condonación de la deuda externa a los países del Sur Global, la salud como derecho universal y la instauración de la renta básica. Toda posibilidad de creación de lo que podríamos llamar barreras de derecho ha provenido y provendrá fundamentalmente de las luchas desde abajo. Se trata de obligar al Estado a mantener y respetar esos derechos. Tercero, y no menos importante, que ante la situación de emergencia ambiental y climática, económica, social, y en general todo lo que supone esta crisis civilizatoria, se requiere de transformaciones tan vastas y aceleradas, que va a ser necesario que profundos cambios se realicen en todas las escalas globales, y en todas ellas el ámbito social y el campo popular necesitarán incidir.
No hay pizca de simplicidad en estos asuntos y, como ya hemos dicho, el tiempo de pandemia y reestructuración sistémica nos podría también abrir a nuevos tiempos de “Estadolatría” (Gramsci), bio-paternalismo y euforia estatal que legitimen que dicha reestructuración favorezca en el fondo mayores formas de explotación, expolio y despojo, y que las dinámicas suicidas que nos llevaron a esta situación crítica actual no sean afectadas. De ahí que es crucial poder respondernos a la pregunta, ¿cómo abordar una política no-estadocéntrica en estos tiempos? ¿Cómo lo común puede reproducir una política desde las autonomías en semejantes circunstancias?
El tan mentado frenazo de emergencia a la locomotora benjaminiana ha ocurrido. El futuro es hoy y la posibilidad de un giro radical de todo el orden civilizatorio se ha abierto. Algunos se organizan para una “nueva normalidad”. ¿Cuál es su posición ante el curso de lo que acontece?
Somos posibilidad en la asunción de nuestro derecho a existir, en la potencia de nuestra pulsión de re-existir; somos raicillas en las grietas de un sistema senil y decadente. Estamos vivas y vivos.
Caracas, mayo 2020
*Emiliano Teran Mantovani es sociólogo venezolano y ecologista político, miembro del Observatorio de Ecología Político de Venezuela

1 comentario:

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