Es cuestionar la institucionalidad local e
internacional en acuerdo con que
el sistema mundializado pueda seguir privilegiando
al 1% aun cuando sea con guerras de varios tipos.
Pero es sobre todo compromiso con
"Jóvenes Tejiendo Vida y Unidad Popular en Nuestra América".
Reflexionemos sobre:
La guerra es la
agenda del Occidente en decadencia
14 de
diciembre de 2015
Por
Arsinoé Orihuela (Rebelión)
Los atentados terroristas en París y las
rutinarias masacres en Estados Unidos (California recientemente)
obligan a problematizar la situación política e histórica de Occidente, y a atender
teóricamente la responsabilidad de las potencias occidentales en el incremento
de la guerra, el terrorismo y la violencia a escala global. Situar en el centro
de la reflexión el fundamentalismo islámico, sustraído de su momento
constitutivo, es un error teórico. Urdir narrativas alarmistas en torno de ese seudoproblema es un gesto canalla, tristemente habitual en la prensa. Aplaudimos
la consigna de los pensadores honestos: “aquellos que no quieran hablar
críticamente de la democracia liberal deberían guardar silencio también sobre el
fundamentalismo religioso”. Esta es sólo una breve reflexión que atiende esa
justa apreciación.
Tras los atentados en París, la prensa redobló los llamados a la unidad y solidaridad de todos los pueblos occidentales (incluidos aquellos cuya occidentalización es resultado de una oprobiosa imposición), y a la unanimidad condenatoria, a cuya exhortación han asistido figuras públicas de todas las procedencias, posicionamientos e idearios no pocas veces divergentes, claramente abonando a la confusión del público. Es el mismo subterfugio discursivo que envolvió a la tragedia de Charlie Hebdo: condenación ética, lamentos ideológicos, lutos fascistas. Y las explicaciones teóricamente relevantes brillan por su ausencia.
Occidente no reconoce que la guerra es la agenda prioritaria de las potencias
que convergen en su manto. Hay por lo menos cuatro intervenciones que inauguraron o
profundizaron escenarios bélicos de alto impacto en África septentrional y
Oriente Medio: Egipto, Siria, Libia e Irak. En nombre de la democracia y la
libertad, la coalición de metrópolis occidentales sembró la guerra en esos
países, prepotentemente conjeturando que esa acción no traería consecuencias. El
terrorismo tiene tres fuentes primarias: uno, el rencor e ira de los inmigrantes
musulmanes en Europa y Estados Unidos, encadenados a procedimientos rutinarios
de discriminación; dos, el encono político acumulado de los pueblos islámicos
damnificados por el coloniaje occidental; y tres, el financiamiento-patrocinio
franco, abierto e interesado de grupos de poder occidentales a células
terroristas al servicio de la agenda de Occidente.
En este sentido,
el programa injerencista occidental tiene un
componente doblemente agravante. Zizek escribe: “Lo que hace tan insoportable al
Occidente liberal es que no sólo practica la explotación y la dominación
violenta, sino que, añadiendo el insulto al agravio, presenta esta realidad
brutal con la apariencia de lo contrario, de libertad, igualdad y democracia”.
En ese “insulto al agravio” radica la fuente subjetiva del
terrorismo. La objetiva, es la guerra que declara el Occidente configurando
enemigos a su antojo y capricho, curiosamente todos oriundos de las regiones en
cuyo territorio se aloja una diversidad de recursos naturales, humanos e
infraestructurales claves para la dominación imperial.
Al respecto,
Toni Negri describe las características definitorias
de estas guerras multimodales, y los objetivos que persiguen a espaldas de la
población:
“La guerra, así como hoy ha sido inventada, aplicada y
desarrollada, es una guerra constituyente. Una guerra constituyente significa
que la forma de la guerra ya no es simplemente la legitimación del poder, la
guerra deviene la forma externa e interna a través de la cual todas las
operaciones del poder y su organización a nivel global se vienen desarrollando…
en su misma forma es una guerra constituyente, una guerra biopolítica que
implica el ordenamiento de la vida, de la producción y reproducción de la vida…
una guerra que engloba la relación social en el sentido más completo de la
expresión… Todo cuanto Ignacio Ramonet decía inicialmente acerca de la
sobreposición de guerra económica, guerra social, guerra militar, es
perfectamente correcto: son cosas que están todas juntas porque existe un
proyecto organizativo constituyente, que atraviesa este mundo, de hacer la
guerra. Ya no se trata de la guerra imperialista que va a expandir los poderes
de las naciones singulares: ésta es una guerra en nombre del capital global”.
Pero este ensamblaje de guerras requiere de una justificación. El ejercicio de
violencia por sí sola es inmoral. Occidente excusa las intervenciones militares
con una presunta “promoción” de valores, señaladamente la democracia.
Pero el principio de realidad, señaladamente el terrorismo,
contradice ese falsario empeño. Cuando el relato de la democracia se agota, como
a menudo ocurre, el ardid justificatorio transita hacia el estribillo de la
“seguridad”. Y es allí donde se hace necesaria la construcción de enemigos. Los
narcotraficantes o los yihadistas o los fundamentalistas son, como bien señala
el analista Alfredo Jalife-Rahme, “activos estratégicos” o “instrumentos
geoestratégicos” para hacer la guerra. Las potencias occidentales apoyan o
persiguen regímenes u oposiciones, dirigentes legítimos o criminales, en función
de su agenda e intereses. No pocas veces esos instrumentos de beligerancia
estallan en las manos de las potencias occidentales. Francia y Estados Unidos
son los ejemplos más notables. Pero el Estado Islámico no es solo un asunto que
se salió de control: el EI es un aliado de los intereses articulados a la
estrategia de recolonización occidental, que encabeza Estados Unidos en su
carrera por la supremacía, y cuyos principales rivales son Rusia y China o
incluso una posible coalición de estos dos.
El bombardeo aéreo de los supuestos campamentos de Isis son pura
coreografía cosmética. Es una especie de oda a la guerra. Es una escenificación
que allana e inaugura el camino para un estado de guerra conscientemente
orquestado, y con un alcance temporal indefinido pero previsiblemente
prolongado. La seguridad de Estados Unidos, Francia y acólitos es la guerra.
La guerra es la agenda del Occidente en decadencia. Que ciertos
gobiernos occidentales pretendidamente liberales-progresistas derechizaran
agendas y discursos no es ningún accidente: es la garantía de que prevalezca la
guerra.
Y en eso también acierta Zizek cuando escribe
acerca del ideario demo-liberal: “Para que ese legado clave sobreviva, el
liberalismo necesita la ayuda fraternal de la izquierda radical. Esta es la
única manera de derrotar al fundamentalismo, mover el suelo bajo sus pies”.
Comprometámonos con generalizar la toma de conciencia sobre:
Primeros ecos
luego de la COP-21 en Paris
Sin paz con la
Tierra, no habrá paz sobre la Tierra
16 de diciembre de 2015
16 de diciembre de 2015
Por
Alberto Acosta y
Enrique Viale
(Rebelión)
Resulta evidente que la Humanidad atraviesa un momento complejo.
Como nunca antes en su historia su existencia está globalmente amenazada. No se
trata ya de enfrentar problemas aislados de sequías o de inundaciones, por
ejemplo. Ahora los problemas socio-ambientales provocados por el ser humano, (des)organizado
en la civilización capitalista, plantean retos globales. Todo indica que estamos
cerca de llegar a un punto sin retorno (o que quizás ya lo estamos superando…).
Frente estas realidades y amenazas se elevan muchas voces de angustia y también
propuestas de acción. A primera vista parecería que hay una coincidencia de que
se tiene que hacer algo. Al menos en el discurso, se acepta la necesidad de
replantear las lógicas de producción y de consumo de la sociedad moderna para
transitar por otros caminos con una relación más armónica con la Naturaleza. Esa
aceptación, sin embargo, no se ha traducido en logros concretos. Hasta ahora.
Recordemos que los esfuerzos desplegados desde la aprobación del Convenio de
Kioto en 1997 no se han cristalizado en resultados concretos. Más aún, el
fracaso de la COP 15, realizada en el año 2009, en Copenhague, sentó un duro
precedente. La desazón y desesperanza coparon el ámbito de acción en Naciones
Unidas. Y desde esa perspectiva, cuando era poco lo que se esperaba, emerge como
un logro el acuerdo global conseguido en la COP 21 en Paris, en diciembre del
2015. En esa ciudad, sacudida poco antes por un brutal atentado terrorista, 95
países miembros de la Convención de las Naciones Unidas contra el Cambio
Climático más la Unión Europea, a la que se considera un estado más, alcanzaron
un acuerdo contra el calentamiento global que implica a la práctica totalidad
del planeta. Sin embargo, como una primera gran conclusión podemos determinar
que, si bien lo logrado es significativo comparado con los fracasos anteriores,
resulta muy poco o definitivamente nada con lo que este reto global demanda.
Para dudar de los aplaudidos alcances conseguido en Paris, cabría preguntarnos, como lo hace Gerardo Honty, por qué “muy distintos actores, desde los grandes exportadores de petróleo a las corporaciones globales, todos ellos, terminaron aplaudiendo el acuerdo parisino. Si esos actores celebran el convenio, es que sin duda no se están poniendo límites a la civilización petrolera”. Igual cosa podríamos plantear desde la aceptación de los países exportadores de petróleo o desde de sus mayores consumidores, como China y Estados Unidos, que también se hallan en el coro de aplaudidores. Veamos unos cuantos aspectos relevantes. Este Acuerdo, mundialmente aplaudido –sobre todo por los grupos de poder político y económico- presenta muchas falencias y debilidades, a más de marginaciones imperdonables. Noemí Klein pronto detectó que no aparecen siquiera nombrados conceptos clave como “combustibles fósiles”, “petróleo” y “carbón” y que la fenomenal deuda climática del norte hacia el sur brilla por su ausencia. En el Acuerdo se han suprimido las referencias a los Derechos Humanos y de las poblaciones indígenas, referencias transladadas al preámbulo. Además, pasará un tiempo para que este Acuerdo entre en vigor: las distintas partes tienen plazo entre abril del 2016 y mayo del 2017 para ratificar el Acuerdo, que entraría en vigor en el año 2020.
Y una primera revisión de resultados sería en el año 2023. Los debates no abordaron a fondo los puntos sensibles, en tanto los negociadores se esmeraron en evitar los verdaderos problemas y menos aún proponer las verdaderas soluciones. Los países poderosos y las transnacionales consiguieron que ningún documento o decisión afecte sus intereses y se convierta en un obstáculo en la lógica de acumulación del capital. No se cuestionó para nada la perversidad del crecimiento ilimitado cuando ya son evidentes y feroces sus consecuencias socio-ambientales sobre la Madre Tierra. No hay compromisos vinculantes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; entonces estas emisiones continuarán aumentando. Tampoco se ha reconocido la deuda climática (mejor hablemos de deuda ecológica) que tienen históricamente los países industrializados con el mundo subdesarrollado; más aún, las grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Europea, no solo desconocen esa deuda, sino que hacen todo lo posible para no aceptar sus responsabilidades pasadas y actuales en la desaparición de glaciares, la subida del nivel marino y los eventos climáticos extremos. Al no haberse adoptado medidas drásticas que limiten y hasta reduzcan la oferta de combustibles fósiles, así como medidas que paren la deforestación, la temperatura continuará subiendo, contrariamente a lo proclamado en París. A modo de punto relevante, tengamos presente que el objetivo a largo plazo es que la temperatura del planeta no sobrepase los 2 grados de aumento a final de siglo (incluso se aspira a un objetivo más ambicioso de 1,5 grados) Sin embargo, con los compromisos voluntarios de reducción de emisiones de efecto invernadero, que han presentado los diferentes países en Paris, la temperatura llegaría a sobrepasar los 3 grados. Y por cierto, en estas circunstancias, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera seguirá aumentando. Vistas así las cosas, no todo el contenido del Acuerdo tiene el mismo grado de compromisos. Si los países no están obligados a cumplir los compromisos de reducción de emisiones que han presentado, no habrá sanciones si no cumplen sus ofrecimientos de reducción de emisión, pues quedarán en eso, en simples ofrecimientos. Lo que se espera es que esos ofrecimientos se transformen en compromisos aún más audaces a través de revisiones cada cinco años. El Acuerdo no fija metas claras en lo que al pico de emisiones se refiere. Y tampoco establece medidas a adoptar con el fin de descarbonizar la atmósfera.
No hay planteamientos concretos tendientes a combatir los subsidios que alientan el uso de los combustibles o para dejar en el subsuelo el 80% de todas las reversas conocidas de dichos combustibles, como recomienda la ciencia e inclusive la Agencia Internacional de la Energía, entidad que de ecologista no tiene un pelo. Si como ya anotamos no se cuestiona “la religión” del crecimiento económico, en ningún punto se pone en entredicho el sistema del comercio mundial, que esconde e incluso fomenta una multiplicidad de causas de los graves problemas socio-ambientales que estamos sufriendo; tanto es así que “el comercio internacional deberá proseguir sin obstáculos, incluso en un planeta muerto”, al decir de Maxime Combes. Sectores altamente contaminantes como la aviación civil y el transporte marítimo, que acumulan cerca del 10 % de las emisiones mundiales quedan exentos de todo compromiso. Tampoco se afectan para nada las sacrosantas leyes del mercado financiero internacional que, sobre todo vía especulación, constituye un motor de aceleración inmisericorde de todos los flujos económicos más allá de la capacidad de resistencia y de resilencia de la Tierra. Y no hay compromisos orientados a facilitar la transferencia de tecnologías destinadas a facilitar la mitigación y la adaptación a los cambios climáticos en beneficio de los países empobrecidos.
Para dudar de los aplaudidos alcances conseguido en Paris, cabría preguntarnos, como lo hace Gerardo Honty, por qué “muy distintos actores, desde los grandes exportadores de petróleo a las corporaciones globales, todos ellos, terminaron aplaudiendo el acuerdo parisino. Si esos actores celebran el convenio, es que sin duda no se están poniendo límites a la civilización petrolera”. Igual cosa podríamos plantear desde la aceptación de los países exportadores de petróleo o desde de sus mayores consumidores, como China y Estados Unidos, que también se hallan en el coro de aplaudidores. Veamos unos cuantos aspectos relevantes. Este Acuerdo, mundialmente aplaudido –sobre todo por los grupos de poder político y económico- presenta muchas falencias y debilidades, a más de marginaciones imperdonables. Noemí Klein pronto detectó que no aparecen siquiera nombrados conceptos clave como “combustibles fósiles”, “petróleo” y “carbón” y que la fenomenal deuda climática del norte hacia el sur brilla por su ausencia. En el Acuerdo se han suprimido las referencias a los Derechos Humanos y de las poblaciones indígenas, referencias transladadas al preámbulo. Además, pasará un tiempo para que este Acuerdo entre en vigor: las distintas partes tienen plazo entre abril del 2016 y mayo del 2017 para ratificar el Acuerdo, que entraría en vigor en el año 2020.
Y una primera revisión de resultados sería en el año 2023. Los debates no abordaron a fondo los puntos sensibles, en tanto los negociadores se esmeraron en evitar los verdaderos problemas y menos aún proponer las verdaderas soluciones. Los países poderosos y las transnacionales consiguieron que ningún documento o decisión afecte sus intereses y se convierta en un obstáculo en la lógica de acumulación del capital. No se cuestionó para nada la perversidad del crecimiento ilimitado cuando ya son evidentes y feroces sus consecuencias socio-ambientales sobre la Madre Tierra. No hay compromisos vinculantes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; entonces estas emisiones continuarán aumentando. Tampoco se ha reconocido la deuda climática (mejor hablemos de deuda ecológica) que tienen históricamente los países industrializados con el mundo subdesarrollado; más aún, las grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Europea, no solo desconocen esa deuda, sino que hacen todo lo posible para no aceptar sus responsabilidades pasadas y actuales en la desaparición de glaciares, la subida del nivel marino y los eventos climáticos extremos. Al no haberse adoptado medidas drásticas que limiten y hasta reduzcan la oferta de combustibles fósiles, así como medidas que paren la deforestación, la temperatura continuará subiendo, contrariamente a lo proclamado en París. A modo de punto relevante, tengamos presente que el objetivo a largo plazo es que la temperatura del planeta no sobrepase los 2 grados de aumento a final de siglo (incluso se aspira a un objetivo más ambicioso de 1,5 grados) Sin embargo, con los compromisos voluntarios de reducción de emisiones de efecto invernadero, que han presentado los diferentes países en Paris, la temperatura llegaría a sobrepasar los 3 grados. Y por cierto, en estas circunstancias, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera seguirá aumentando. Vistas así las cosas, no todo el contenido del Acuerdo tiene el mismo grado de compromisos. Si los países no están obligados a cumplir los compromisos de reducción de emisiones que han presentado, no habrá sanciones si no cumplen sus ofrecimientos de reducción de emisión, pues quedarán en eso, en simples ofrecimientos. Lo que se espera es que esos ofrecimientos se transformen en compromisos aún más audaces a través de revisiones cada cinco años. El Acuerdo no fija metas claras en lo que al pico de emisiones se refiere. Y tampoco establece medidas a adoptar con el fin de descarbonizar la atmósfera.
No hay planteamientos concretos tendientes a combatir los subsidios que alientan el uso de los combustibles o para dejar en el subsuelo el 80% de todas las reversas conocidas de dichos combustibles, como recomienda la ciencia e inclusive la Agencia Internacional de la Energía, entidad que de ecologista no tiene un pelo. Si como ya anotamos no se cuestiona “la religión” del crecimiento económico, en ningún punto se pone en entredicho el sistema del comercio mundial, que esconde e incluso fomenta una multiplicidad de causas de los graves problemas socio-ambientales que estamos sufriendo; tanto es así que “el comercio internacional deberá proseguir sin obstáculos, incluso en un planeta muerto”, al decir de Maxime Combes. Sectores altamente contaminantes como la aviación civil y el transporte marítimo, que acumulan cerca del 10 % de las emisiones mundiales quedan exentos de todo compromiso. Tampoco se afectan para nada las sacrosantas leyes del mercado financiero internacional que, sobre todo vía especulación, constituye un motor de aceleración inmisericorde de todos los flujos económicos más allá de la capacidad de resistencia y de resilencia de la Tierra. Y no hay compromisos orientados a facilitar la transferencia de tecnologías destinadas a facilitar la mitigación y la adaptación a los cambios climáticos en beneficio de los países empobrecidos.
Así las cosas, con este tan promocionado Acuerdo se abren aún más las puertas para impulsar las que se conocen como falsas soluciones en el marco de la “economía verde”, que se sustenta en la continuada e incluso ampliada mercantilización de la Naturaleza. Así, con el fin de lograr un equilibrio de las emisiones antropogénicas, los países podrán compensar sus emisiones a través de mecanismos de mercado que involucren a bosques u océanos; o alentando la geoingeniería, los métodos de captura y almacenaje de carbono, entre otros. Para financiar todos estos esfuerzos se establece un fondo de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Esa cantidad, con seguridad menor a la que han recibido los bancos en sus crisis recientes y que no constan en el Acuerdo, podría ser ampliada en 2025; además, este fondo carece de previsibilidad y transparencia. Por cierto el rigor de los compromisos cambia dependiendo de la situación de los países: desarrollados, emergente y “en vías de desarrollo”: eufemismo con el que se conoce a los países empobrecidos por el propio sistema capitalista y su inviable propuesta de desarrollo. Este Acuerdo, en palabras de Silvia Ribeiro, entonces, “se decanta por las opciones más conservadoras y menos ambiciosas” que fueron propuestas durante las negociaciones. De lo expuesto, que deberá ser complementado y profundizado con análisis aún más detenidos y pormenorizados, es fácil concluir que los problemas socio-ambientales globales luego de la COP-21 no encontrarán una solución de fondo. Y así continuará la guerra en contra de la Tierra, causa directa de la ausencia de Paz entre los seres humanos.
La Paz con la Tierra como mandato para la Paz sobre la Tierra
Aceptémoslo, los seres humanos para lograr que la Paz reine en la Tierra debemos empezar por hacer la Paz con la Tierra. Para conseguir ese vital objetivo, los seres humanos podemos y debemos convivir armónicamente con la Naturaleza, con sus plantas, con sus animales, con sus ríos y sus lagunas, con sus mares y sus manglares, con sus montañas y sus valles, con su aire, con sus suelos y con todos aquellos elementos y espíritus que hacen la vida posible y digna. Eso demanda un mundo en donde no sea posible la mercantilización depredadora de la Naturaleza, en la que el ser humano sea una parte más de ella y no un factor de destrucción. Y en donde, esto también es fundamental, se asegure la vida digna para todos los seres humanos. Las guerras y el uso del terror, independientemente de los argumentos que las invoquen, tanto como las agresiones a la Naturaleza, destruyen las condiciones de vida digna en el planeta. Para poder celebrar a diario la enorme riqueza de la vida en todos los rincones de la Tierra, así como su gran diversidad biológica y cultural, requerimos construir comunidades democráticas y libres. Y así, conscientes de este mandato, retornemos a Paris. Más allá del mensaje que se puede obtener de la COP 21, es preciso comprender las consignas de guerra desplegadas a raíz de los atentados terroristas del 13 de noviembre pasado, y los redoblados esfuerzos bélicos con que los enfrenta. Las políticas “defensiva” u “ofensiva” para combatir el terror con más terror, a la muerte con más muerte, solo conducen a un permanente adiestramiento para el genocidio, a la normalización de los crímenes de guerra, al crimen selectivo como noticia favorita en los medios de comunicación masiva. Debemos, por tanto oponernos a la institucionalización de cualquier forma de violencia en la vida cotidiana. Y en línea con el pensamiento del Mahatma Gandhi, estamos convencidos que no hay un camino para la Paz, sino que la Paz es el camino. La mejor manera de combatir esas fuerzas aterradoras, empeñadas muchas veces en el control de los combustibles fósiles, como el petróleo en el Oriente Medio, por ejemplo, es recuperando las miradas y cercanías con la Naturaleza. Es decir la capacidad de fascinarnos con la diversidad de las formas de vida existentes en la Tierra; lo que exige el respeto a las diversidades. Y todo esto para sembrar desde lo cotidiano y en todos los rincones de la Tierra, nuestra Madre Tierra o Pachamama, un compromiso de convivencia entre los pueblos entre sí, y de éstos con la Naturaleza. Insistamos, en la tierra no habrá Paz, si no establecemos la Paz con la Naturaleza. La Naturaleza explotada, contaminada, militarizada, es la causa profunda de muchas violencias. Y lo son también las enormes y crecientes brechas entre ricos y pobres en todo el planeta.
Aceptémoslo, los seres humanos para lograr que la Paz reine en la Tierra debemos empezar por hacer la Paz con la Tierra. Para conseguir ese vital objetivo, los seres humanos podemos y debemos convivir armónicamente con la Naturaleza, con sus plantas, con sus animales, con sus ríos y sus lagunas, con sus mares y sus manglares, con sus montañas y sus valles, con su aire, con sus suelos y con todos aquellos elementos y espíritus que hacen la vida posible y digna. Eso demanda un mundo en donde no sea posible la mercantilización depredadora de la Naturaleza, en la que el ser humano sea una parte más de ella y no un factor de destrucción. Y en donde, esto también es fundamental, se asegure la vida digna para todos los seres humanos. Las guerras y el uso del terror, independientemente de los argumentos que las invoquen, tanto como las agresiones a la Naturaleza, destruyen las condiciones de vida digna en el planeta. Para poder celebrar a diario la enorme riqueza de la vida en todos los rincones de la Tierra, así como su gran diversidad biológica y cultural, requerimos construir comunidades democráticas y libres. Y así, conscientes de este mandato, retornemos a Paris. Más allá del mensaje que se puede obtener de la COP 21, es preciso comprender las consignas de guerra desplegadas a raíz de los atentados terroristas del 13 de noviembre pasado, y los redoblados esfuerzos bélicos con que los enfrenta. Las políticas “defensiva” u “ofensiva” para combatir el terror con más terror, a la muerte con más muerte, solo conducen a un permanente adiestramiento para el genocidio, a la normalización de los crímenes de guerra, al crimen selectivo como noticia favorita en los medios de comunicación masiva. Debemos, por tanto oponernos a la institucionalización de cualquier forma de violencia en la vida cotidiana. Y en línea con el pensamiento del Mahatma Gandhi, estamos convencidos que no hay un camino para la Paz, sino que la Paz es el camino. La mejor manera de combatir esas fuerzas aterradoras, empeñadas muchas veces en el control de los combustibles fósiles, como el petróleo en el Oriente Medio, por ejemplo, es recuperando las miradas y cercanías con la Naturaleza. Es decir la capacidad de fascinarnos con la diversidad de las formas de vida existentes en la Tierra; lo que exige el respeto a las diversidades. Y todo esto para sembrar desde lo cotidiano y en todos los rincones de la Tierra, nuestra Madre Tierra o Pachamama, un compromiso de convivencia entre los pueblos entre sí, y de éstos con la Naturaleza. Insistamos, en la tierra no habrá Paz, si no establecemos la Paz con la Naturaleza. La Naturaleza explotada, contaminada, militarizada, es la causa profunda de muchas violencias. Y lo son también las enormes y crecientes brechas entre ricos y pobres en todo el planeta.
Esta realidad provoca miedo e incertidumbre por el futuro. Desata problemas cada vez más complejos en términos de los cambios climáticos en marcha, que amenazan la vida de los humanos en el planeta. Constituye una manifestación de despojo para la mayoría de habitantes y de acumulación en beneficio de pequeños grupos que han concentrado el poder en base a los extractivismos y la mercantilización de la Tierra. Estas son las verdaderas fuerzas destructoras que impiden las condiciones materiales y existenciales necesarias para la realización de la vida digna para todos los habitantes del planeta. Por ello tiene hoy más sentido que nunca, superando el miedo al terror, enarbolar la bandera de la Paz, y enfrentar las agresiones contra la atmósfera, que provocan el cambio climático; el agronegocio de los organismos genéticamente modificados (los transgénicos) y los agrotóxicos; el desbocado extractivismo en los territorios desde donde se obtiene -con verdaderas amputaciones ecológicas- petróleo, gas o minerales. Y más aún si sabemos que esas agresiones son sostenidas -siempre- con el uso de la fuerza, con la criminalización de los defensores de la vida y en más de una ocasión con operaciones militares.
El Tribunal de los Derechos de la Naturaleza, respuesta desde la sociedad civil
En las circunstancias descritas, sobre todo frente a los continuados fracasos de los grupos de poder, que realmente no tienen interés en encontrar las respuestas adecuadas a los problemas provocados por el cambio climático -es decir por ellos mismos-, la sociedad civil propone respuestas y acciones creativas. Es más, la sociedad civil no espera a que den fruto las acciones de los poderosos. La sociedad civil en el Sur y en el Norte se ha puesto en marcha. Resiste y propone. Así, ya desde hace dos años, desde la sociedad civil se construye un espacio para denunciar e incluso sancionar éticamente los crímenes que se cometen en contra de la Tierra y de sus hijos e hijas. Este Tribunal Ético Permanente por Derechos de la Naturaleza, que ha realizado sesiones en Ecuador, Perú, Australia y Estados Unidos, se reunió también en París en forma paralela a la COP 21. En este espacio se analizan y juzgan las agresiones contra la Naturaleza, considerando que ésta es la mayor guerra de agresión y terror es la que se lleva a cabo en el mundo. Quienes conforman este Tribunal Ético Permanente por los Derechos de la Naturaleza, en homenaje a todas las víctimas de toda forma de terror, invitaron a recuperar y a construir los espacios necesarios para propiciar democráticamente una vida en Paz. El desafío es extraordinario. Detener el cambio climático y las agresiones a la Naturaleza excede el marco de las cumbres gubernamentales y requiere del movimiento social global más poderoso de la historia que conecte las distintas luchas de justicia ambientales, económicas, feministas, indígenas, urbanas, obreras. Esto implica coordinar acciones anti-coloniales, anti-racistas, anti-patriarcales y anti-capitalistas, construyendo alternativas civilizatorias. En eso estamos, hacía allá vamos. En suma, la lucha por la Naturaleza y la vida digna de los seres humanos, posible sólo si vivimos en armonía con nuestra Madre Tierra, como expresó el senador argentino Fernando “Pino” Solanas en Paris, en este Tribunal de los Derechos de la Naturaleza, sintetiza “la causa de todas las causas”.
Alberto Acosta es Economista ecuatoriano y Enrique Viale abogado ambientalista argentino.
Apreciemos:
ENCUENTRO CONTINENTAL SOMOS UNA ABYA YALA.
2 de octubre de 2015
Jóvenes Tejiendo Vida y Unidad Popular en Nuestra América.Mataquescuintla, Departamento de Jalapa Guatemala,
29 de Febrero al 6 de Marzo de 2016
Datos Generales1. SOBRE EL ENCUENTRO CONTINENTALNuestra Abya Yala°°, nuestro continente de la esperanza, de tierra madura y fértil, inició el siglo XXI con la consolidación política de movimientos sociales y populares que condujeron al arribo de gobiernos progresistas y de izquierda en Centroamérica y Suramérica afianzando el giro epistemológico y el paradigma civilizatorio que empezó a ver en las ideologías nacidas en el sur, esperanza en movimiento. La lucha global contra el neoliberalismo que toma color y sabor en nuestras tierras libertarias se consolida en medio de la evidente crisis simbólica y representativa del sistema capitalista a nivel mundial y como jóvenes venimos siendo protagonistas de estos cambios avanzando en la construcción de miradas críticas a los sistemas políticos hegemónicos, a los que vienen abanderando cambios y construyendo alternativas de poder popular.Superando miradas únicas sobre el que hacer? y el cómo hacer? en el continente como actores activos en la transformación de nuestras realidades nos hermanamos en múltiples luchas y reivindicaciones que nos hacen construir movimientos sociales amplios y diversos que confluyen en la defensa de la madre tierra, la promoción y defensa de autonomías territoriales y el ejercicio de la soberanía política desde la afirmación de derechos humanos y derechos de los pueblos, llevando la solidaridad como astil y la mirada de integración continental como estandarte.En Mataquescuintla, Guatemala, para marzo de 2016 soñamos encontrarnos como hermanos y hermanas, jóvenes delegados y delegadas de los 35 países de Nuestra América (Recordemos a Jose Martí) y avanzar y consolidar la construcción de un movimiento social continental que permita responder a la amenaza de los señores de la guerra y su sistema económico e ideológico y poner en evidencia los desafíos que tenemos como pueblos para avanzar hacia el reencuentro y defensa de la naturaleza, la promoción del Buen Vivir y la afirmación de la autonomía y la soberanía continental popular para la vida.Por su parte es la oportunidad para afianzar la red de Somos Una América Abya Yala como plataforma continental de comunicaciones que viene consolidándose desde 2014 en Sanare Venezuela (donde algunos de nosotr@s nos encontramos por vez primera Enraizando Resistencia y Sembrando Soberanía) construyendo miradas críticas de nuestras realidades como pueblos, construyendo contrainformación y generando redes de confianza y de trabajo como herman@s.Evocamos para nuestro Encuentro, como en la V Cumbre continental de los Pueblos del Abya Yala, los pueblos indígenas y originarios del continente como luz para nuestro camino común, dejaron saber como las aves sagradas de nuestros territorios emprendieron vuelo para estar juntas desde el sur con el Cóndor, y el norte con el Águila para llegar a la tierra del Quetzal al centro de nuestro continente. Queremos ser testigos y potenciar ese encuentro místico.2. SOBRE LA CONVOCATORIA Y LA AUTOGESTIÓNBasados en la capacidad de autonomía como pueblos, las organizaciones convocantes nos comprometemos a cubrir la estancia de los participantes, transporte desde ciudad de Guatemala a Santa Ana y viceversa, alimentación, logística y lugar de hospedaje en Guatemala durante los días del Encuentro, esperando la respuesta autogestionada de jóvenes líderes de los 35 países de nuestra América para arribar por sus propios medios al “ lugar o país de los muchos árboles”, Guatemala.La primera fase de la convocatoria consiste en la aplicación vía web y correo electrónico al Encuentro Continental. Durante 3 meses recibiremos aplicaciones de l@s posibles participantes con una carta de intención, reseña de su proceso organizativo y la forma de participación en la construcción conjunta del encuentro.Durante los tres meses de recepción de solicitudes se evaluarán y revisarán si son lo suficientemente amplias para que recojan a jóvenes de los 35 países de nuestra Abya Yala. Si no buscaremos afianzar los contactos para asegurar la participación de al menos un delegado por país. La selección de l@s participantes por parte del equipo de organizaciones convocantes se hará de acuerdo a la pertinencia y representatividad en cada país en marco de la realidad social del continente. Por ejemplo a mayor cantidad de población o diversidad de luchas por país puede llegar a asignarse mayor número participantes.Si bien buscaremos y promoveremos que tod@s l@s participantes lleguen al encuentro con recursos propios, evaluaremos en algunos casos aportes parciales o subsidios para el viaje de acuerdo a las realidades de los países o las condiciones de las organizaciones. Especialmente pensamos esta posibilidad para l@s delegad@s del caribe o de Suramérica. Por su parte creemos que organizaciones con capacidad amplia de gestión o de recursos económicos pueden llegar a financiar a otras organizaciones hermanas en el continente.Así mismo partimos de los principios de fraternidad y compromiso de l@s participantes con la auto-gestión, desarrollo temático y político del Encuentro y la capacidad de asumir roles activos en la preparación y metodología del mismo.Cómo inscribirse· Completar el formulario en línea:http://www.123contactform.com/form-1597402/Formulario-Encuentro-Guatemala-2016.· Enviarnos a nuestro correo somosunaamerica@gmail.com un máximo de 500 palabras sobre tus motivaciones y aportes concretos al encuentro continental incluyendo el eje temático a desarrollar y la forma de presentación en el encuentro de acuerdo a la metodología propuesta.· Estar en disposición de entablar una comunicación activa vía medios electrónicos para ir construyendo la agenda del encuentro y tu posible participación.3. SOBRE LOS EJES TEMÁTICOS Y LA AGENDA DEL ENCUENTRODIA 1Análisis de Coyuntura ContinentalRecorrido por las realidades de cada país y conexión desde lo local, a lo nacional, regional y global.Cada participante preparará su presentación incluyendo material multimedia y dispondrá de 20 minutos para exponer un acercamiento a la coyuntura de cada país para luego ir haciendo análisis conjunto de cuáles son los temas claves para entender la realidad continental desde una perspectiva generacional que incluya nuestras miradas como jóvenes.DIA 2Megaproyectos, Extractivismos, Militarización Vs Autonomías Territoriales y Resistencias¿Ante nuestra realidad común qué mundo soñamos?Se recogen los análisis y propuestas del día anterior y se contrastaran con experiencias concretas por país y representativas que nos permitan ver en perspectiva el modelo de despojo asociado al saqueo y el extractivismo y sus expresiones de control de la población vía violenta, y en contraposición los procesos contra hegemónicos de las comunidades organizadas y movimientos sociales.Por su parte queremos avanzar en una primera discusión que permita ver los avances y retos de los gobiernos progresistas y de izquierda en nuestro continente y contrastar con el sueño de patria-madre grande que cuestione en lo profundo el capitalismo, y sus valores y prácticas cotidianas.DIA 3Experiencias contra hegemónicas al Capitalismo. Como pueblos vamos caminando en la esperanza.Presentación de las luchas y camino recorrido en la resistencia. Cada participante presentará su lucha y la de sus pueblos utilizando herramientas como la multimedia y elementos gráficos para poder apreciar lo que caminamos y la esperanza de nuestros pueblos!!! Se sugiere que cada participante lleve publicaciones, revistas, vídeos, música, cartillas y otros elementos para compartir y ayudar a dimensionar y socializar su trabajo.DIA 4Comunicaciones, Arte, Música y Cultura para la Revolución.Se presentarán experiencias que desde el lenguaje del arte y las comunicaciones permiten hacer resistencia y convocar a nuestros pueblos a la acción. Nuestra batalla de ideas pasa por la reafirmación de nuestra identidad como pueblos.Cada participante preparará una muestra gastronómica y artística para introducirnos en nuestras realidades culturales como Abya Yala. Es importante contar con un material multimedia que nos permita ver en perspectiva todo lo que no podemos llevar Guatemala. Cada participante llevara para compartir dulces, alimentos, juegos, experiencias, cuentos, poesías, música o lo que considere pertinente para desarrollar el eje temático.DIA 5Nos concentraremos en desarrollar propuestas de trabajo conjunto hacia futuro, nacidas desde los territorios de la esperanza y en una salida y trabajo con comunidades Mataquescuintla Departamento de Jalapa Guatemala.4. SOBRE LA METODOLOGÍAComo equipo dinamizador proponemos 6 apuestas para la construcción conjunta del Encuentro Continental Somos Una Abya Yala Jóvenes Tejiendo Vida y Unidad popular en Nuestra América.El Encuentro debe incluir propuestas de intercambio no convencionales y alternativas que integren: la música, el teatro, el juego, la multimedia y la diversidad de nuestra Abya Yala con participación activa de grupos culturales de Guatemala y propuestas preparadas por l@s participantes para el desarrollo de cada eje temático que permita construir la esencia generacional de jóvenes tejiendo esperanza y resistencia en nuestra América.La metodología incluye salidas a vivir la realidad guatemalteca y conocer e incidir en la medida de lo posible en la realidad local de algún proceso comunitario.Buscaremos espacios de mística y ritual colectivo, así como recorridos y espacios de platica informales para conocernos como participantes. Se recibirán propuestas de los participantes.Desde el primer día del Encuentro se delegará un grupo de relator@s que cada mañana haga un resumen, conclusiones y propuestas de la jornada de trabajo desarrollada el día anterior.Buscaremos un nivel alto de auto-gestión como forma de entender que esta forma de trabajo lleva en sí misma nuestro sueño de futuro.Las sesiones de trabajo incluirán material multimedia de los procesos y realidades de nuestra Abya Yala que preparan l@s participantes por lo que como equipo dinamizador garantizaremos estar preparados con buenos equipos de comunicaciones, PCS, Vídeo Bean, Audio.Organizan:Somos una América-Abya YalaDirectorio Popular (Guatemala)Movimiento Victoriano Lorenzo (Panamá)AJODER (Guatemala)Colectivo Agrario Abya Yala (Colombia)SoaWatch Observatorio para el cierre de la Escuela de las Américas(Movimiento continental con presencia en el Sur, centro y Norte América)°° Abya Yala o “tierra madura” es la forma como la etnia colombo-panameña Kuna, entre otras naciones y pueblos, conocía y conoce los territorios andinos y caribeños de nuestro continente. A la llegada de las carabelas, crucifijos y espadas, Abya Yala fue saqueada, sus mujeres violadas y sus pueblos explotados. Por estos “favores” recibidos, la madre España decidió llamarla América, en honor a quien “descubrió” que no había llegado a las Indias.Desde entonces fuimos americanos, hasta que quienes se representan en el águila vivaz del Norte decidieron que sólo ellos mismos podían ser América. Abya Yala apenas resultaba ser una sub América, una América de segunda clase. No les bastó el saqueo, el exterminio y la explotación, también nos han querido arrebatar la identidad.Es así que medio milenio después, Abya Yala no es sólo la tierra diversa y fértil que ha sido siempre, ahora representa el sueño de un continente soberano, libre del dominio extranjero; el sueño en que Abya Yala vuelva a ser nuestra y de ella se alimenten sus hijas e hijos. Es el sueño de volver a encontrarnos con lo que somos.
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