Es ir por
el Nunca Más
países y zonas de sacrificio
en aras
del enriquecimiento de
uno por ciento de la humanidad.
Cumpliremos ese
propósito si apreciamos a:
Las Luchas de La Vía Campesina por la Reforma Agraria, la defensa de la vida, la tierra y los territorios
17 de octubre de 2018
En la Nueva
publicación de La Vía Campesina, lanzada en el marco del Día Mundial de la
Soberanía Alimentaria contra las Transnacionales, con el objetivo de fortalecer
la convergencia de las luchas:
(...)Conclusiones
El intercambio de experiencias, el diálogo de saberes, el análisis colectivo y
los estudios al respecto han dejado cada vez más clara la verdadera extensión de
la profundización del capital en el campo y en la ciudad, como parte de un
paradigma del crecimiento continuo.
Las consecuencias del creciente
apoderamiento de una alianza de actores sobre el sistema agrario y alimentario
muestran que existe una profunda contradicción entre los intereses del capital y
la posibilidad de una alimentación sana y nutritiva, la reproducción de la
humanidad, los derechos humanos y el cuidado de la Madre Tierra.
No son
experiencias aisladas sino una consecuencia directa de marcos políticos y
estructurales globales, presentadas en esta publicación.
¿Cómo conseguimos el cambio que deseamos en un mundo con tan fuertes asimetrías de poder? ¡Visionamos, defendemos y construimos una fuerte alianza entre los pueblos organizaciones, movimientos y personas, del campo y de la ciudad, que sean capaces de lograr esta correlación de fuerzas necesaria!
Estamos
construyendo territorios populares en los lugares donde se producen alimentos
sanos en armonía con la naturaleza usando la agroecología y las prácticas y
conocimientos populares y ancestrales con los que alimentamos al mundo, y donde
las tierras, las aguas y las semillas son bienes de la humanidad en función de
la alimentación de las sociedades y la protección de la naturaleza, con una
economía social y solidaria que pone la vida digna de los pueblos por encima de
los intereses de unos pocos.
Donde existen relaciones sociales sin opresión patriarcal, racista y de clases,
donde se combaten la pobreza, la miseria y de la migración forzada y donde
existe una democratización de las decisiones políticas. ¡La alimentación sana y
nutritiva es una lucha de todas y todos en el campo y en la sociedad, para
luchar contra el sistema hegemónico que pone el control de la alimentación de
los pueblos en manos de corporaciones transnacionales!
La lucha por un sistema agrario y alimentario en manos de los pueblos, ¿no es al
final una lucha contra el mismo paradigma de permanente
crecimiento que está generando una desigualdad cada vez más extrema y la
destrucción de la naturaleza? ¿No es acaso este paradigma el que genera trabajo
precario y en el que se descartan los derechos laborales en nombre de la
“competencia global”? ¿El que está encareciendo la vivienda en las ciudades, que
expulsan a las personas con menos recursos a las afueras de las ciudades? ¿El
que impulsa cada vez más sistemas de transporte que nos dejan sin aire limpio
para respirar y que destruyen el clima? ¿Que refuerza un consumo incansable que
ha generado sociedades de derroche en los países del norte, y el que su vez es
un motor fuerte para el avance de la extracción de los recursos primarios en los
países del Sur? ¿Que refuerza la privatización de los sistemas sociales y su
entrega a los manos de los bancos y los seguros, que han generado esta
exorbitante concentración de capital, motor para los acaparamientos? ¿El que
fomenta la creciente privatización de los espacios públicos y de los servicios
de las necesidades básicas, como el agua potable, la gestión de residuos, la
educación y la salud?
Entendemos que aunque los mecanismos son diferentes en cada territorio, ya sea en las ciudades o en el campo, estos son parte del mismo paradigma que ha avanzado hacia todos los rincones del planeta y que pretende someter todos los aspectos de la vida bajo las reglas del mercado en el interés de unos pocos. Es por esto que la bandera de la reforma agraria integral y popular en el marco de la soberanía alimentaria no es sólo una lucha de las organizaciones campesinas sino una lucha para todos los pueblos. ¡Visionamos una Convergencia de nuestras luchas en el campo y en las ciudades para construir sociedades del buen vivir para todos los pueblos en armonía con la naturaleza!. Leer
Observamos que esa convergencia internacional de luchas abajo pretende seguirse armando desde arriba y negando el desarrollo de los extractivismos para beneficio del sistema mundo capitalista. No hay balance crítico de todos los gobiernos progresistas para descubrir cómo hicieron posible el actual dominio sin caretas de la alianza de capitales y estados imperialistas con los locales.
Comencemos por reflexionar sobre quiénes establecieron:
Unidad en la resistencia y la lucha,
para el triunfo de los pueblos
Por Alcides García y
Sayonara Tamayo
Opinión
17/07/2018
El diálogo entre el Foro de Sao
Paulo y las Articulaciones, Redes, y Movimientos Populares y Sociales, fue
valorado como momento histórico, coherente y necesario, para contribuir a la
unidad e integración de las diversas fuerzas políticas que resisten hoy, y están
condiciones de enfrentar y derrotar, la avanzada de la derecha y el capital en
la región.
Convocado por el Capítulo
Cubano de ALBA Movimientos, y con el respaldo del Partido Comunista de Cuba, el
espacio tuvo gran acogida y representatividad entre quienes asisten al Foro, y
como dijo Lourdes Cervantes, Secretaria General de la OSPAAAL, “es una ocasión
importante para la identificar temas recíprocos y avanzar en la unidad
necesaria; siempre en un clima de respecto, de diálogo, desde la pluralidad de
visiones que existen tanto en los partidos políticos, como en el amplio campo
popular”.
No se parte de cero, este no es
un comienzo, pero precisamente porque existen antecedentes y experiencias de
entendimiento, de acercamiento, entre quienes desde diversas trincheras dan la
batalla cotidiana y sistemática; es que este momento que propicia el Foro, es un
paso importantísimo y en contexto para conocernos más y mejor, acercarnos y
contribuir en la práctica con acciones coordinadas y contundentes que den
muestra de la enorme fuerza del campo popular.
Mónica Valente, Secretaria
Ejecutiva del Foro de Sao Paulo, precisó que “por razones lógicas y las
naturalezas diferentes, tenemos formas distintas de organizarnos y funcionar,
tanto partidos como movimientos sociales, pero quienes estamos representados
aquí compartimos objetivos y horizontes, es por ello que estimulamos un enlace
profundo en nuestros países entre los partidos con los movimientos sindicales,
sociales y populares. Conocemos las complejidades de estas relaciones, pero
también todo el potencial que tenemos”.
Se presentaron las lógicas
políticas, organizativas y de funcionamiento, así como los espacios de acción y
proyecciones tanto del Foro, como de la diversidad de redes, articulaciones y
movimientos sindicales, sociales y populares presentes.
ALBA Movimientos, la Asamblea
Internacional de los Pueblos, la Jornada por la Democracia y contra el
Neoliberalismo, y el Asamblea de los Pueblos del Caribe, se muestran como
espacios de articulación a diferentes niveles y diversos escenarios, pero con
consenso y capacidad de acción coordinada demostrado en la práctica y en sus
interrelaciones sistemáticas.
Se fortalecen procesos
nacionales, regionales e internacionales, pero siempre potenciando las bases y
estructuras organizativas desde las bases, que es en donde se concreta la
verdadera unidad y la acción.
Otras articulaciones como la
CLOC Vía Campesina, Marcha Mundial de Mujeres, el Encuentro Sindical de Nuestra
América, y el Frente Continental de Organizaciones Comunales, son espacios
significativos de debate y lucha en cada uno de sus escenarios de acción,
permiten seguir acumulando desde cada momento a un proyecto común popular.
A su vez, se presentaron las
experiencias de otras importantes organizaciones como Amigos de la Tierra,
Latindad, y el Movimientos de Afectados por las Represas, cuyas luchas por el
medio ambiente y la equidad, la fiscalidad y la justicia económica, y por un
nuevo modelo energético, ya que son urgencias que viven nuestros pueblos y que
el capitalismo y su modelo de desarrollo socaban con sus prácticas hegemónicas.
Como denominador común de este
espacio de diálogo y concertación entre las fuerzas partidistas, sindicales,
populares y sociales, estuvo la solidaridad con Lula y el reconocimiento a su
injusta prisión, y la demanda de que pueda postularse y convertirse nuevamente
en presidente de Brasil; también la solidaridad con Venezuela y el necesario
acompañamiento internacional que debe mantenerse a la Revolución Bolivariana; el
apoyo a Cuba y su heroica resistencia ante el imperio por casi 60 años; así como
la denuncia de los asesinatos a líderes y lideresas sociales en Colombia y la
amenaza a la Paz con justicia social en Colombia que es la Paz del Continente.
Adán Chávez Frías,
vicepresidente del PSUV de Venezuela, en un saludo a quienes asistieron a este
espacio de diálogo, agradeció la solidaridad internacional con su país y la
Revolución, y reconoce el espacio como muy significativo para la construcción de
unidad auténtica para la verdadera integración que necesita el momento político
y Nuestra América.
Otras demandas latentes en este
proceso de construcción de unidad son la necesidad de combatir el patriarcado en
todas sus expresiones, la formación política, la comunicación, y la construcción
de redes que favorezcan la organización y concertación de acciones conjuntas;
pero sobre todo darle seguimiento a los resultados hoy en La Habana para poder
construir un Frente Unitario de Lucha del proyecto emancipatorio de Nuestra
América.
16 julio de
2018
Constatamos
que, al contrario de analizar cómo los gobiernos progresistas consolidaron
el capitalismo dependiente de nuestros países, el Foro Sao Paulo los señala
como caminos emancipatorios.
Declaración final del XXIV Encuentro del Foro de São Paulo – 15 al 17 de julio de 2018 – La Habana, Cuba
DECLARACIÓN DE LA HABANA
XXIV ENCUENTRO DEL FORO DE SAO PAULO
XXIV ENCUENTRO DEL FORO DE SAO PAULO
América
Latina y Caribe: seguimos en pie de lucha
América Latina y el Caribe viven hoy, 28
años después de haberse fundado el Foro de Sao Paulo, los efectos de una
multifacética ofensiva reaccionaria, conservadora y restauradora neoliberal,
fruto de intereses convergentes y de esfuerzos combinados entre las élites
mundiales del capitalismo transnacional, del gobierno de los Estados Unidos de
América como su núcleo hegemónico, y de las clases dominantes aliadas de nuestra
región.
Esta multifacética ofensiva, ha logrado
hacer retroceder a las fuerzas de izquierda y progresistas, mediante el
derrocamiento de gobiernos, los golpes parlamentarios y judiciales. La derecha
imperial y las oligarquías subordinadas han amplificado para ello los errores y
las limitaciones de las fuerzas transformadoras, que sufren reveses y a la vez
poseen inmensas potencialidades de lucha. Ello explica en un grado fundamental
el cambio adverso en la correlación coyuntural de fuerzas imperante.
Examinar el carácter y la profundidad de
los errores e insuficiencias, corresponderá de forma soberana a los partidos
políticos y a los movimientos sociales de cada país.
El golpe militar y parlamentario contra
Zelaya, en Honduras (2009); el golpe parlamentario dado a Lugo, en Paraguay
(2012); la derrota electoral del Frente para la Victoria, en Argentina (2015);
elimpeachment contra Dilma
Rousseff en Brasil (2016), mediante un “golpe parlamentario, judicial y
mediático”; la victoria de figuras de derecha conservadoras o ultraconservadoras
en Chile, Paraguay y Colombia; la condena sin pruebas y prisión de Lula para
impedir su candidatura a la presidencia de la Republica del Brasil; las
divisiones ostensibles en el campo popular a la hora de encarar las agendas
neoliberales restauradas; la descalificación de la política que en importantes
países de la región favorecen los planes de la derecha, y el fortalecimiento
público de figuras y proyectos de raíz fascista en varios países, constituyen,
entre otros muchos, indicadores de la ofensiva neoliberal, que las fuerzas de
izquierda están desafiada a revertir a favor de los pueblos.
La actuación de la derecha guarda
relación directa, con la naturaleza expansionista y depredadora del capitalismo,
y con los intereses del capital financiero que lo dominan.
Los hechos hablan: entre el último
Encuentro del Foro de Sao Paulo (Managua/2017) y este de La Habana (2018), a
nivel global se ahondaron los efectos negativos de la concentración de la
propiedad, el poder y la riqueza en manos de una élite mundial decidida a
imponer, a cualquier precio, mejores condiciones para elevar sus tasas de
ganancia.
Así lo confirman la destrucción de la
naturaleza, con efectos negativos crecientes sobre el clima; las tentativas de
privatización de los bienes públicos como el agua, la tierra y el petróleo y su
uso predatorio por las trasnacionales; las tentativas de privatización de los
fondos públicos; el ataque a los derechos laborales y sociales; el incremento
insultante de la inequidad y la desigualdad; la destrucción de fuerzas
productivas mediante la guerra para animar las economías llamadas centrales; la
multiplicación de los flujos migratorios y del sufrimiento que millones de seres
humanos padecen al verse obligados a emigrar, y la ofensiva que desarrollan los
intereses transnacionales contra la soberanía nacional de nuestras naciones, a
fin de facilitar el libre movimiento de los capitales.
Estas realidades, agravadas por el
peligroso desempeño de la Administración Trump, que busca revertir la tendencia
declinante de la hegemonía norteamericana, multiplican los riesgos para la paz
mundial y el estatus de América Latina y el Caribe como Zona de Paz. América
Latina y el Caribe seguirán siendo prioridad para la política exterior
estadounidense, cuyo dominio es de vital importancia en su afán por mantener un
insostenible orden mundial unipolar.
Los EUA y sus aliados necesitan
consolidar la percepción de que la historia continental entró en una fase
regresiva imparable a favor del capitalismo. Aunque la reacción contra los
gobiernos progresistas y de izquierda fue inmediato, debido al descredito y el
debilitamiento extremo de los partidos políticos de derecha utilizados para
imponer la reestructuración neoliberal, los inhabilito como instrumentos capaces
de descarrilar las transformaciones sociales impulsadas, según el caso, por los
movimientos políticos del Foro de Sao Paulo. De ahí la necesidad de recurrir a
la estrategia desestabilizadora que combina la guerra mediática, jurídica y
económica, la injerencia externa y la criminalización del movimiento y la
protesta social, entre otros, que sirven a los golpes de nuevo tipo (judicial o
parlamentario) o la derrota electoral.
Ante esta reacción del imperialismo y las
oligarquías locales contra las fuerzas progresistas, rechazamos la idea del “fin
de ciclo” con la misma firmeza y convicción con que en su momento lo hicimos con
la del “fin de la historia”. Las fuerzas progresistas de América Latina
seguiremos luchando por horizontes de un mundo basado en la justicia social.
La Casa Blanca y sus aliados buscan
lograr exactamente lo contrario: dividir, cooptar, desmovilizar y generar
desánimo. Es razón suficiente para que impongamos con hechos e ideas los verbos
de la unidad de la izquierda y el campo popular para organizarse y luchar.
Preservar las experiencias de soberanía,
de ampliación de la democracia, de gobierno de carácter popular y con
proyecciones antiimperialistas, impulsadas por partidos de izquierda y
progresistas; ofrecer apoyo decidido y estimular los esfuerzos emancipatorios y
los ideales anticapitalistas de los movimientos sociales y populares que así
actúan; trabajar con denuedo por consolidar una paz duradera con justicia social
e impulsar esfuerzos que permitan avanzar en la integración soberana de la que
Martí llamó Nuestra América, se transforman en imperativos políticos y en
pruebas de honor para la izquierda continental.
Como en 1990, cuando emerge como espacio
de concertación y construcción colectiva de la plural izquierda latinoamericana
y caribeña, frente a una coyuntura internacional marcada por la incertidumbre y
la desorientación que generó la desaparición de la URSS y el llamado campo
socialista, el Foro de Sao Paulo siguiendo su tradición de reflexión critica y
formulación política se ve de nuevo ante el desafío de examinar con mirada
crítica el camino andado, reunificar fuerzas y hacer renovados esfuerzos para
seguir construyendo los consensos que exige la ofensiva de la derecha en curso.
Los partidos políticos miembros del Foro
de Sao Paulo llegan a este XXIV Encuentro con un acumulado político superior,
que a su vez se ve multiplicado por la acción articuladora del Foro y, con plena
conciencia de la imposibilidad del capitalismo depredador para ofrecer
alternativas a la humanidad, lo que genera la rebeldía popular y potencialidades
para la acción transformadora del progresismo y la izquierda, si esta se
reorganiza, actúa al lado de los movimientos sociales, prepara cuadros y mejora
sus proyectos de cambio, algunos de clara orientación socialista. Existen
suficientes ejemplos en la historia latinoamericana y caribeña que prueban que
cuando hay unidad, dirección política decidida y capaz, objetivos claros de
lucha y moral de combate, y arraigo en las clases populares, se multiplican las
opciones para contener cualquier ofensiva contra revolucionaria, conservadora y
restauradora neoliberal, incluso más, para vencerla.
Ceder al derrotismo; auspiciar o tolerar
los personalismos y sectarismos que emergen y proliferan en épocas de reveses;
aceptar o promover la pérdida de confianza en la capacidad política de nuestros
pueblos explotados, no solo sería hoy una afrenta a los héroes y mártires de las
luchas por la emancipación del continente, sino una concesión gratuita e
innecesaria a los EUA y sus aliados internacionales y locales.
Frente al plan del imperialismo por
socavar la soberanía de nuestras naciones y tomar control de sus recursos
naturales, opongamos con auténtico espíritu internacionalista latinoamericano y
caribeño, con firmeza e innegociable sentido de dignidad, el plan emancipador de
nuestros nobles pueblos.
Trabajemos por fortalecer las luchas por
la justicia y emancipación social, por plena soberanía política e independencia
económica, por la soberanía de los pueblos y la paz mundial. ¡Reivindicar las
mejores experiencias emancipatorias de los movimientos sociales y populares de
la región!
En este contexto, los delegados y
delegadas e invitados e invitadas al XXIV Encuentro del Foro de Sao Paulo, desde
La Habana, Cuba, en representación de América Latina y el Caribe, de Asia y
África, de Europa y América del Norte:
I. Convocamos a
fortalecer el movimiento mundial en defensa de la Paz. La realidad impone sumar
fuerzas para presionar, por todos los medios posibles.
II. Advertimos que
los representantes del gran capital transnacional – gubernamentales y privados,
militares y económicos, mediáticos e ideológicos – están operando con niveles de
concertación superiores a los que conocemos. Concluimos, por
tanto, que se impone un ejercicio práctico del internacionalismo mutuo entre
todas las fuerzas de izquierda de América Latina y el Caribe, Asia, África,
Europa y América del Norte.
III. Observamos con
preocupación cómo la derecha imperial opera de forma concertada en el Consejo de
Seguridad de la ONU; a favor del sionismo en Medio Oriente; para cercar
militarmente a Rusia en Eurasia; para impedir que la República Popular China, en
Asia, continúe su avance como potencia económica mundial con propuestas de paz y
cooperación; para destruir, en América Latina, los proyecto de justicia social,
democráticos y de internacionalismo latinoamericano y caribeño que impulsan
nuestras fuerzas políticas; y para fragmentar el Caribe mediante distintas
fórmulas, incluidas las coloniales como Puerto Rico.
IV. Ratificamos la
vigencia de las siguientes causas y líneas de actuación reivindicadas por el
XXIII Encuentro del Foro de Sao Paulo, efectuado en Managua el pasado año:
- Convertir
la defensa de la CELAC, mayor acontecimiento unitario de los últimos
200 años, en objetivo político prioritario a promover por todos nuestros
partidos, movimientos sociales y populares, desde cada escuela, universidad o
espacio de creación intelectual. Sembrar la idea integracionista en la
conciencia de nuestros pueblos, ya de por sí será un avance frente a la política
divisionista impulsada por los Estados Unidos y sus aliados. Confiamos en el
valor de las ideas justas: aseguremos que ellas sean escuchadas por cada uno de
los gobiernos de Nuestra América.
- Transformar en objetivo de toda la izquierda y de los sectores patriotas y demócratas de América Latina y el Caribe, la defensa intransigente de los presupuestos de la Proclama de América Latina como Zona de Paz.
- Repudiar el militarismo nacido de las entrañas del Imperialismo, que carece de límites y de escrúpulos, es una necesidad política, ligada a la sobrevivencia de nuestros pueblos. Dar forma concreta a este repudio, en cada acción política cotidiana, es una cuestión de principios que ratificamos.
- Rechazar de forma enérgica, la idea absurda e inadmisible de que esta región del mundo pertenece a las élites de poder de los Estados Unidos o de cualquier país del mundo. Que cada día sea para la Casa Blanca un recuerdo concreto de lo afirmado por la II Declaración de La Habana: “… esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia…”.
- Concertar en cada espacio internacional que lo permita, por encima de diferencias subalternas de tipo nacional o sectorial, toda acción que debilite los niveles de dominación y hegemonía de los Estados Unidos en nuestros países, es esencial y posible. El Imperio ha optado por priorizar los componentes de la guerra cultural y de símbolos. Rescatemos, como respuesta ofensiva, las tradiciones de libertad de cada uno de nuestros países. Honremos a los que las forjaron. Impidamos que la banalidad cultural del Norte que nos desprecia, se imponga sobre la rica historia de los países que representamos.
- Conocer con rigor cómo está desarrollando la derecha internacional sus planes de desestabilización, contra las experiencias de gobierno y populares de carácter emancipatorio en América Latina y el Caribe, constituye una necesidad de primer orden. Ello será más eficaz si creamos un sólido sistema de intercambio de informaciones y experiencias colectivas. El Foro de Sao Paulo puede jugar en este campo un papel central, en particular haciendo esfuerzos en la formación política.
- Transformar en objetivo de toda la izquierda y de los sectores patriotas y demócratas de América Latina y el Caribe, la defensa intransigente de los presupuestos de la Proclama de América Latina como Zona de Paz.
- Repudiar el militarismo nacido de las entrañas del Imperialismo, que carece de límites y de escrúpulos, es una necesidad política, ligada a la sobrevivencia de nuestros pueblos. Dar forma concreta a este repudio, en cada acción política cotidiana, es una cuestión de principios que ratificamos.
- Rechazar de forma enérgica, la idea absurda e inadmisible de que esta región del mundo pertenece a las élites de poder de los Estados Unidos o de cualquier país del mundo. Que cada día sea para la Casa Blanca un recuerdo concreto de lo afirmado por la II Declaración de La Habana: “… esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia…”.
- Concertar en cada espacio internacional que lo permita, por encima de diferencias subalternas de tipo nacional o sectorial, toda acción que debilite los niveles de dominación y hegemonía de los Estados Unidos en nuestros países, es esencial y posible. El Imperio ha optado por priorizar los componentes de la guerra cultural y de símbolos. Rescatemos, como respuesta ofensiva, las tradiciones de libertad de cada uno de nuestros países. Honremos a los que las forjaron. Impidamos que la banalidad cultural del Norte que nos desprecia, se imponga sobre la rica historia de los países que representamos.
- Conocer con rigor cómo está desarrollando la derecha internacional sus planes de desestabilización, contra las experiencias de gobierno y populares de carácter emancipatorio en América Latina y el Caribe, constituye una necesidad de primer orden. Ello será más eficaz si creamos un sólido sistema de intercambio de informaciones y experiencias colectivas. El Foro de Sao Paulo puede jugar en este campo un papel central, en particular haciendo esfuerzos en la formación política.
Al igual que los delegados al XXIII
Encuentro de Managua, por entender que se trata de causas vigentes:
(....)
Leer
Adentrémonos en cómo la convergencia de luchas precisa constituir gobiernos real y efectivamente populares como:
Había una vez un gobierno popular que quería acabar con el modelo extractivista-exportador
20 de
agosto de 2018
Por Eric
Toussaint y Damien Millet
Finalmente, se constituyó un
gobierno popular: las movilizaciones populares fueron sus fundamentos,
movilizaciones que lograron crear comités de autoorganización en los barrios, en
los lugares de trabajo, en las universidades y en los establecimientos
educativos no universitarios. [1]
Se acaba de hacer la primera reunión de gobierno. En él, las palabras se distribuyen alternativa e igualitariamente entre los hombres y las mujeres que componen el gobierno. Hace un año, todo eso parecía inalcanzable, en ese pequeño Estado exportador de materias primas. El dictador parecía inamovible, pero, hacia finales de año, varios pueblos vecinos se sublevaron y la revuelta se extendió como una mancha de aceite, casi como en África del Norte y Oriente Próximo en 2011. Después, el dictador huyó tras haber provocado varias masacres. En su huida varios gobiernos cómplices le ayudaron. Pero eso no fue suficiente. El movimiento popular, masivo, recibió el apoyo de una parte del ejército gracias a la presión de los comités de soldados que se habían formado para conseguir eliminar a los jefes militares corruptos aliados con la dictadura. Fue duro al principio, ya que el antiguo régimen conservaba partidarios en todas las estructuras del Estado, pero, felizmente, el proceso electoral pudo desarrollarse dentro de la mayor transparencia. Los ciudadanos y las ciudadanas querían expresar su voto favorable al cambio y obligaron a las antiguas autoridades a respetar el proceso democrático. La coalición de fuerzas de izquierda que emergió del movimiento popular ganó hace una semana las elecciones por una mayoría bien clara. Por supuesto, los poderosos del mundo querrán que fracase esta experiencia. Donald Trump, la Comisión Europea, el gobierno chino, Putin y otros poderes conservadores buscarán desestabilizar el nuevo régimen democrático.
Se acaba de hacer la primera reunión de gobierno. En él, las palabras se distribuyen alternativa e igualitariamente entre los hombres y las mujeres que componen el gobierno. Hace un año, todo eso parecía inalcanzable, en ese pequeño Estado exportador de materias primas. El dictador parecía inamovible, pero, hacia finales de año, varios pueblos vecinos se sublevaron y la revuelta se extendió como una mancha de aceite, casi como en África del Norte y Oriente Próximo en 2011. Después, el dictador huyó tras haber provocado varias masacres. En su huida varios gobiernos cómplices le ayudaron. Pero eso no fue suficiente. El movimiento popular, masivo, recibió el apoyo de una parte del ejército gracias a la presión de los comités de soldados que se habían formado para conseguir eliminar a los jefes militares corruptos aliados con la dictadura. Fue duro al principio, ya que el antiguo régimen conservaba partidarios en todas las estructuras del Estado, pero, felizmente, el proceso electoral pudo desarrollarse dentro de la mayor transparencia. Los ciudadanos y las ciudadanas querían expresar su voto favorable al cambio y obligaron a las antiguas autoridades a respetar el proceso democrático. La coalición de fuerzas de izquierda que emergió del movimiento popular ganó hace una semana las elecciones por una mayoría bien clara. Por supuesto, los poderosos del mundo querrán que fracase esta experiencia. Donald Trump, la Comisión Europea, el gobierno chino, Putin y otros poderes conservadores buscarán desestabilizar el nuevo régimen democrático.
Por otro lado, algunos
gobiernos progresistas consiguieron llegar al poder, pero las experiencias no
fueron positivas, ni mucho menos. Es necesario saber sacar lecciones de todo
eso. El nuevo gobierno y los movimientos populares que lo apoyan no ignoran que
la partida es complicada. No les faltan oponentes: al interior del país, los
grandes medios de comunicación privados se encarnizan con la coalición
gobernante y con los sectores populares que, según ellos, se comportan de manera
irresponsable. Mientras, las grandes sociedades extranjeras, los capitalistas
locales que se beneficiaron de las privatizaciones realizadas por el régimen
anterior, y las personas con más altos ingresos se inquietan por sus negocios y
su fortuna.
Y al exterior, las grandes
potencias no tienen una buena opinión de las declaraciones sobre un proyecto de
desarrollo endógeno; el FMI y
el Banco
Mundial, al servicio de los grandes acreedores, quieren
que el nuevo gobierno reconozca la deuda contraída
por la dictadura ya derrocada. Quieren también que se impongan nuevas medidas de ajuste
estructural con
el fin de reducir el déficit presupuestario y reembolsar una enorme deuda
ilegítima. Pero el gobierno tiene la confianza del pueblo y no desea
decepcionarlo. También, es
consciente que será importante hacer un llamamiento a la solidaridad de otros
pueblos, así como a los movimientos políticos y sociales de todo el mundo.
Una expresión pronunciada por el
miembro del gobierno, a cargo de la economía, retuvo la atención de sus colegas:
«Siempre y cuándo no nos contagiemos la enfermedad holandesa».
La enfermedad holandesa
¡La enfermedad holandesa! Esta
historia comienza en 1959 en Slochteren, en la provincia de Groningue, en el
norte de los Países Bajos, con el descubrimiento del mayor yacimiento de gas
natural de Europa occidental, y uno de los más importantes del mundo: 2, 82
billones de metros cúbicos. En los años siguientes, las autoridades neerlandesas
incitaban a los particulares y a las empresas a pasarse al gas natural. Las
minas de carbón se cerraron. En 1965, el primer contrato de venta al extranjero
del gas de Groningue fue firmado con la empresa alemana Ruhrgas, eran unos 3.000
millones de metros cúbicos por año, o sea, aproximadamente el consumo actual de
Suiza. Las exportaciones se desarrollaron rápidamente hacia los países vecinos.
Las divisas afluyeron y las perspectivas eran florecientes.
“La economía
se vuelve dependiente de su principal fuente de exportación”.
Salvo que la
realidad no es tan rosa. Porque, como consecuencia de ese incremento rápido de
exportaciones, la moneda neerlandesa, el florín, se sobrevaluó de forma neta
frente a las otras divisas. A raíz de ello, las exportaciones, de otros
sectores, comenzaron a ser menos competitivas en los mercados extranjeros, lo
que provocó una fuerte contracción del sector industrial. El sector del gas —y
los sectores ligados a él, en un primer tiempo, como la construcción de las
necesarias infraestructuras— tendieron a aspirar la mayor parte de las
inversiones, mientras que en los otros sectores disminuían netamente. Cada vez
más, la recaudación de las exportaciones sirve para financiar las importaciones
de bienes y servicios que el aparato productivo ya no puede suministrar a
precios competitivos. Resumiendo, la economía deviene dependiente de su
principal recurso de exportación. Y por ello, a mitad de los años 1970, los
Países bajos tuvieron grandes dificultades económicas, a pesar de que la
producción de gas natural había alcanzado su máximo: 81. 700 millones de metros
cúbicos en 1976 [2],
antes de estabilizarse entre 60.000 y 70.000 millones de metros cúbicos por año,
después de 1982. El 26 de noviembre de 1977, The
Economist tituló un artículo,
sobre lo que llamaba « the dutch
disease ». Ha nacido el concepto La
enfermedad holandesa.
Sin embargo, el fenómeno había
surgido mucho antes de los años 1960. Ya en el siglo dieciséis, España, gracias
al saqueo del Nuevo Mundo, aprovechó la llegada masiva de oro y otros metales
preciosos provenientes de América. No obstante, en algunas décadas, su sector
manufacturero reculó y comenzó un declive de su economía. Lo mismo pasó en
Australia, en el siglo diecinueve, en el momento de la fiebre del oro. Más
recientemente, sufrieron esa “enfermedad” Nigeria, Argelia, Venezuela y México,
todos fuertemente dependientes de la renta petrolera. De igual modo, algunas
amenazas se presentan en países donde se podría producir un proceso similar: en
el Norte, Canadá con el petróleo de Alberta, o Rusia; en el Sur, el Chad y
Guinea Ecuatorial, nuevos exportadores de petróleo, y también Paraguay, aunque
con la soja transgénica y Bolivia con el litio…
“Esto hace
imposible el desarrollo de un modelo productivo que permita satisfacer las
necesidades de la población local”.
Cuando un país en desarrollo se
ve afectado por la “enfermedad holandesa”,
el crecimiento del PIB puede
ser muy fuerte durante los primeros años, pero los ingresos enriquecen a las
sociedades transnacionales del sector, a los capitalistas locales que se
especializan particularmente en la importación de bienes de consumo adquiridos
gracias a las materias primas exportadas, y a una minoría de personas próximas
al poder. Esto provoca
un impedimento para distribuir las riquezas necesarias con el fin de establecer
la justicia social. Así mismo, se vuelve imposible desarrollar un modelo
productivo que permita satisfacer las necesidades de la población local. Por
ejemplo, la explotación del petróleo del Chad sólo permitió la creación de
algunos miles de empleos en el lugar (35.000 durante la construcción del
oleoducto, y luego cerca de 2.500 permanentes), mejor pagados que en otros
sectores, afectó a los productores de algodón, anteriormente el primer cultivo
de exportación. Este cultivo se encontró marginado, y, finalmente, toda la
economía local se desorganizó. Además, no se deben olvidar los múltiples
perjuicios ambientales y las repetidas violaciones de los derechos de las
poblaciones que viven en la zona.
Como lo había comenzado a poner
en práctica Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso entre 1983 y 1987, era
fundamental promover en el Chad los cultivos alimenticios y el del algodón. Este
último se debería haber transformado en un cultivo para el mercado local y
regional, con el fin de producir ropa y otros productos textiles naturales (uno
de los objetivos de Gandhi en la India en los años 1940). La explotación
petrolera habría de haber estado sometida a un referéndum y obligatoriamente
ligada a las inversiones para la transformación del petróleo bruto que pudiera
servir al consumo local.
Algunos países como Argentina y
Brasil, dotados de una
tecnología avanzada en los años 1950-1960, sufrieron una inquietante regresión
debido al aumento de su dependencia con respecto a las exportaciones de bienes
primarios (minerales,
soja transgénica, carnes, etc). Cuando se trata de un país industrializado, el
crecimiento se debilita rápidamente en los otros sectores y la economía puede
entrar en recesión. Desde el momento en que el recurso comienza a escasear o que
la cotización en los mercados mundiales baja fuertemente, la explotación del
mismo deja de dar tantos beneficios como antes, y la situación se degrada muy
rápidamente, como se constata en Venezuela, Nigeria y en muchos otros países.
Por lo tanto, es urgente encontrar una vacuna innovadora para la enfermedad
holandesa.
Buscar el antídoto para
la enfermedad holandesa
Argelia trató de hacerlo, pero en
lugar de invertir en la economía productiva desarrollando un modelo de
industrialización innovador, el gobierno utilizó la recaudación petrolera y del
gas para reembolsar anticipadamente una gran parte de su deuda, sin cuestionar
la naturaleza de la misma. Noruega también procedió a
opciones discutibles con sus ingresos ligados a los hidrocarburos: incrementó un
fondo soberano para realizar inversiones en el extranjero, y al mismo tiempo,
limitó fuertemente los aumentos salariales. Para las poblaciones, el beneficiorecibido
es mínimo. Por el contrario, los acreedores y las instituciones privadas sacan
un buen provecho de ello. Otra vía es necesaria, donde lo importante sea
sentar las bases.
“El
reembolso de la deuda, erigido como prioridad absoluta, obligó a los países del
Sur a abrir sus economías y eliminar cualquier forma de protección”.
Si la enfermedad holandesa
llega a producir semejantes daños es porque las economías de los países que la
sufren ya habían sido fragilizadas.
La lógica impuesta al Sur por el
FMI y el Banco Mundial desde los años 1980, mediante los planes de ajuste
estructural soporta una pesada responsabilidad: con el fin de recuperar las
divisas necesarias al reembolso de la deuda, que era y es prioridad absoluta,
los países sobreendeudados fueron obligados a abrir sus economías y eliminar
cualquier tipo de protección para sus sectores vitales; a colocar en competencia
desleal a sus productores con las sociedades transnacionales; a reducir la
superficie dedicada a los cultivos alimenticios y a especializarse en los
monocultivos de exportación.
Este modelo de desarrollo
extractivista, basado en la exportación de bienes primarios y de productos
agrícolas tropicales a cambio de la importación de alimentos (especialmente de
cereales), de bienes manufacturados y de tecnologías, ha conducido a un callejón
sin salida, con los derechos humanos pisoteados a gran escala, salarios
comprimidos al máximo con el fin de permanecer competitivos en el ámbito
internacional y un impacto ambiental nefasto.
Una cura eficaz contra la enfermedad holandesa para salir del modelo extractivista-exportador
Frente a los promotores de la globalización neoliberal,
la única alternativa es un planteamiento a largo plazo que tenga como objetivos:
disminuir y romper la dependencia con respecto a los mercados financieros y de
exportaciones/importaciones; redistribuir la riqueza de manera más justa para
reducir las desigualdades; lograr un mejor reparto de la producción de la
riqueza nacional. Todo esto configura un círculo virtuoso basado en la
satisfacción y la promoción de la demanda interior, dando prioridad a los
derechos económicos, sociales y culturales de toda la población, en detrimento
del consumo de lujo frenético de las clases acomodadas. Deben implementarse
programas de acceso gratuito a la salud, a la educación (desde la primaria a la
universidad), a la cultura, cuyos trabajadores y trabajadoras han de estar bien
remunerados.
La alternativa propuesta para
poner en marcha debe también implicar la participación más activa y creativa
posible de la población. Los proyectos antes de aprobarse, deben estar sometidos
al debate público, contradictorio, con el fin de ser enmendados o rechazados. La
autoorganización del pueblo es vital.
Una integración regional en beneficio de los pueblos y no de los intereses privados
Esto tiene como corolario la
integración regional en la que los gobernantes compartan la misma visión de los
cambios estructurales necesarios, en cuanto a la propiedad, los derechos
sociales, los derechos de las mujeres, los derechos de los pueblos originarios,
los derechos de las minorías étnicas y culturales, los derechos civiles y
políticos, rechazando la lógica capitalista, extractiva y exportadora. Se trata
también de volver a dar a los gobiernos el derecho de controlar los movimientos
de capitales con el objetivo de luchar contra su fuga y combatir los flujos
financieros de carácter especulativo y/o criminal (comercio de armas, saqueo de
recursos, tráfico de drogas…).
El valor agregado por la
riqueza natural, ligada al mal holandés, debe ser creado en el propio lugar: el
objetivo no es, sobre todo, exportar petróleo bruto para importar gasolina o
queroseno a precio muchos más elevados. En el caso del petróleo, una empresa
pública debería permitir destilar y refinar el petróleo, la producción de
derivados y su comercialización. Todo el continente africano posee unas cuarenta
refinerías, frecuentemente mal conservadas, que, por supuesto no llegan a
satisfacer la demanda regional. Por ejemplo en Nigeria, tres de cuatro
refinerías fueron reactivadas en julio de 2015, pero no funcionan al máximo de
sus capacidades. Incitada a volcar su economía a la exportación para procurar
las divisas necesarias para el reembolso de la deuda, Nigeria obtiene el 70 % de
sus ingresos y cerca del 90 % de sus recursos en divisas de la exportación de
crudo. Solamente el 10 % de su producción es refinada en el país. La economía
nigeriana es muy frágil y dependiente del petróleo que, no obstante, no le
permite salir al país de la pobreza.
Establecer una cooperación
regional que tenga un papel ejemplar para los otros actores de la escena
internacional.
En consecuencia, se debe
comenzar una transición energética para llegar a la eliminación de las energías
fósiles y la utilización de energías renovables (solar, eólica e hidráulica). En
el ámbito de la lucha contra el calentamiento climático y de la salvaguarda del
planeta, es cierto que las medidas tomadas por un pequeño Estado, a pesar de lo
rico que sea en recursos petroleros, serán insuficientes. Se trata por
consiguiente de poner en marcha una cooperación regional y cumplir un papel
ejemplar para los otros actores de la escena internacional.
Yendo más allá, es necesario
desarrollar un sector manufacturero con el fin de instaurar un modelo de
industrialización por sustitución de importaciones para
disminuir la cantidad de productos importados, especialmente acabados y
semiacabados, [3] y
gestionar su elaboración en el propio país. La soberanía alimentaria del país
debe ser una opción radical para el gobierno, que tiene que apoyar la producción
agrícola alimenticia utilizando métodos biológicos (opuestos a los insumos químicos).
Es la agricultura familiar y campesina en pequeñas unidades de producción la que
puede dar los mejores resultados. Por supuesto, también se debe desarrollar
cooperativas de dimensiones humanas, pero sobre una base estrictamente
voluntaria y bajo el control de los propios campesinos y campesinas. Será
necesario racionalizar rigurosamente la gestión de los recursos hídricos, con
una regulación entre la agricultura y los otros sectores.
El gobierno debe también velar
por la organización de un transporte en común gratuito que cubra todos los
campos de cultivos y granjas, para permitir a los pequeños productores agrícolas
(los y las que generan mundialmente la mayor parte de la producción alimentaria)
encaminar su producción hacia los mercados urbanos y dejar de depender de intermediarios privados
que deducen costosas comisiones. Las poblaciones rurales tendrán de esa manera
un acceso más fácil a las infraestructuras sanitarias, educativas y culturales,
y ganarán en emancipación por medio de la libertad de desplazamiento.
La financiación de tales
sectores debe estar asegurada por los diversos recursos de exportación y sobre
todo por los impuestos, que se deben descontar prioritariamente a los más ricos.
La deuda pública podría constituir también un instrumento de financiación de un
vasto programa de transición ecológica, en lugar de servir sólo para imponer
políticas antisociales, extractivistas, productivistas, que favorecen la
competición entre los pueblos.
El endeudamiento público no es
malo en sí mismo. Los poderes públicos pueden recurrir a los préstamos para:
→
financiar el cierre completo de centrales nucleares o térmicas;
→
reemplazar las energías fósiles por energías renovables respetuosas del medio
ambiente;
→
financiar una reforma agraria y una reforma urbana;
→
reducir radicalmente el transporte por carretera y aéreo en provecho de
transportes colectivos por ferrocarril.
El empréstito público es
legítimo si se hace al servicio de proyectos también legítimos
El empréstito público es
legítimo si se hace al servicio de proyectos también legítimos, y si aquellas y
aquellos que contribuyen a ese empréstito lo hacen también de manera legítima.
El gobierno no dudará en obligar a las grandes empresas (nacionales o
extranjeras) y a las familias más ricas a contribuir en el empréstito, sin
obtener ninguna ventaja, es decir con tipo de interés cero
y sin compensación por la inflación.
Al mismo tiempo, el gobierno
tendrá que convencer a una gran parte de familias de las clases populares para
que confíen voluntariamente sus ahorros a los poderes públicos, con el fin de
financiar los proyectos legítimos ya mencionados. Esa financiación por las capas
populares, sobre base voluntaria, sería remunerada por una tasa real positiva,
por ejemplo, del 4 %. Eso significa que si la inflación anual alcanza el 3 %, la
administración pública debe garantizar un interés nominal del 7 %, con el fin de
asegurar un tipo real del 4%.
Ese mecanismo sería totalmente
legítimo, puesto que financiaría proyectos útiles para la sociedad y, porque
permitiría reducir la riqueza de los más ricos y, al mismo tiempo, aumentar los
ingresos de las clases populares.
Todo esto se tendría que completar con la
creación, a nivel regional, de un organismo público multilateral que pudiera
financiar tales proyectos,
una especie de «Banco del Sur», que permitiría a los países firmantes mutualizar sus inversiones [4].
En contrapartida, todos podrían beneficiarse de los bienes y servicios de otros
países implicados en tener una tarifa inferior a la de las finanzas mundiales.
El presidente venezolano Hugo Chávez había lanzado la iniciativa Petrocaribe,
gracias a la cual Venezuela consentía en una rebaja consecuente (del orden del
29 %) en la venta de su petróleo a países del Caribe mientras que continuaría
vendiendo a Estados Unidos a precio internacional. Se buscaban, también,
acuerdos de trueque (por ejemplo, petróleo por servicios de personal sanitario),
especialmente con Cuba, para reducir la exposición financiera. Pero con la caída
del precio del petróleo, a partir de 2015, el gobierno venezolano, confrontado a
una fuerte disminución de sus ingresos, debió acabar con el programa Petrocaribe.
Como podemos ver, no pudo
liberarse de esta enfermedad holandesa, que es rica en lecciones:
debemos redoblar nuestros esfuerzos para
hacer una verdadera transformación del modelo de desarrollo a fin de liberarnos
de la dependencia total de las materias primas y no tratando de encontrar un
camino progresivo dentro del modelo capitalista.
Un Banco del Sur, bien tímido,
vio la luz a iniciativa de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay,
Uruguay y Venezuela. Habría podido financiar la conexión de las redes
ferroviarias de esos países y de ese modo relanzar la industria de producción de
todo tipo de material necesario para unos ferrocarriles de calidad, modernizando
al mismo tiempo las redes nacionales existentes. Habría podido financiar también
el desarrollo de una industria farmacéutica regional con el fin de producir
medicamentos genéricos y promover las plantas medicinales tradicionales. Pero
los dirigentes brasileños y argentinos, a sueldo de los capitalistas del Norte y
de sus propios países, sabotearon la estructura a nivel interno.
Acabar con el sistema deuda y
cortar los lazos con las instituciones financieras internacionales.
Con el fin de reducir la
dependencia de los mercados financieros, que vuelve al país más vulnerable a una
eventual sobrevaluación de la moneda, es necesario tomar una serie de medidas
audaces: acabar con el sistema deuda y cortar los lazos con las instituciones
financieras internacionales. Para ello, se deberá realizar una auditoría de la
deuda pública con el objeto de determinar las partes ilegítimas, odiosas o
ilegales, con el fin de conseguir un repudio impuesto a los acreedores de manera
unilateral y soberana, con el apoyo del pueblo y en base a textos jurídicos
internacionales.
A la espera de su resolución,
se debe declarar una moratoria del reembolso de esa deuda sin penalidades de
mora; abandonar las políticas de ajuste estructural y los acuerdos de libre
comercio; abandonar definitivamente el FMI, el Banco Mundial y la OMC e
incitar a los otros países asociados a hacer lo mismo; determinar la deuda
ecológica y
exigir su pago por parte de las grandes empresas capitalistas; demandar ante la
justicia la expropiación de bienes mal adquiridos por los regímenes
dictatoriales anteriores y su retrocesión sin ninguna indemnización al Estado;
reinstaurar un control de movimientos de capitales; gravar, fuertemente, los
beneficios de las empresas transnacionales instaladas en el país y los
patrimonios de las grandes fortunas; resocializar las instituciones y los
servicios públicos privatizados; socializar y descentralizar el sector bancario
y los sectores de la energía.
Inversamente a lo que se
práctica en la actualidad con las poblaciones desfavorecidas, la socialización
del sector bancario permitiría financiar a tipo de interés cero préstamos de
microcrédito para pequeñas empresas familiares o personales, permitiendo la
mejora de las condiciones de producción y la realización de proyectos a escala
local.
Para poner fin al endeudamiento
privado ilegítimo, el gobierno deberá también tomar medidas concretas para
favorecer una neta mejora de los ingresos de las clases populares, la
generalización de las políticas sociales, de los servicios públicos y de los
programas de alojamiento gratuito y, la subvención de los productos de primera
necesidad. Efectivamente, el endeudamiento ha sido utilizado desde hace milenios
como un mecanismo de desposesión de los campesinos de sus tierras, de los
artesanos de sus herramientas, de las familias de clases populares de su
vivienda.
El sistema de deudas privadas
ilegítimas, generalmente, actúa mediante la imposición de condiciones de
préstamo y reembolsos que imposibilitan cualquier pago. Por lo que eso termina
con la desposesión (vivienda, tierra, herramientas de trabajo) y/o la obligación
de dedicar largos años, incluso decenas de años, al pago de esa deuda. Por vía
legal, el gobierno deberá acabar con esos mecanismos que mantienen al pueblo
bajo el yugo de la deuda.
Consolidar esos cambios para la igualdad de derechos y la instauración de una democracia directa
Esos cambios económicos deben
ir a la par de una garantía efectiva de igualdad de derechos para todas y todos,
cualquiera sea el origen de las personas, la identidad de género, la orientación
sexual, la situación de discapacidad, etc., con el fin de favorecer la
emancipación de todas las personas oprimidas y su participación en la vida en
sociedad. Eso pasará si se producen cambios fundamentales en las relaciones
entre los sexos con el fin de garantizar plenamente los derechos de las mujeres
y contribuir a hacer desaparecer el sistema patriarcal. La instauración de una
red de células de proximidad que ofrezcan cuidados ginecológicos y obstétricos
dentro de un modelo de planificación familiar, y también cuidados a la primera
infancia. Tendría que haber, igualmente, centros de detección que permitieran la
información y apoyo a las minorías sexuales.
El gobierno deberá tomar todas
las medidas necesarias para que haya progresos sustanciales en ese sentido,
comenzando por garantizar la igualdad de tiempo de palabra entre los sexos y los
géneros en las discusiones públicas, que supera la simple igualdad en la
representación, evidentemente, una condición sine
qua non.
También son necesarios cambios
políticos fundamentales, para los cuales es necesario lanzar un proceso
constituyente en el que todas las personas que viven en el país intervendrán
para presentar sus libros de quejas y redefinir una nueva arquitectura
institucional, así como garantizar una extensión de los derechos.
El cambio
podrá hacerse realmente sólo si la ciudadanía se autoorganiza y pueden protestar
libremente contra las políticas del gobierno. Es fundamental instaurar, a partir
de la base, un mecanismo democrático de revocación de los mandatarios públicos.
Todo esto debe ser incluido en la nueva constitución.
Conclusión
Para conseguirlo, el gobierno
debe ser consciente que tendrá que afrontar a todos aquellos que se aprovechan
del sistema actual y sabe que son poderosos. Sabe también que no podrá salir del
modelo extractivista-exportador si la experiencia se limita a un solo país. El
gobierno debe estar convencido que la gran mayoría del pueblo lo apoyará si
tiene coraje para luchar. También sabe que es necesario adoptar una gestión
internacionalista y llamar a la acción
coordinada de los pueblos.
Sabe que el modelo
extractivista-exportador está íntimamente ligado al sistema capitalista y que
hay que liberar a los pueblos de ese sistema, es decir, destruirlo. Es una
transformación revolucionaria completa
que la sociedad necesita, y con el derrocamiento reciente del régimen
dictatorial, esa transformación apenas comienza.
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