martes, 21 de agosto de 2018

Mirar a qué mundo construir, exige la lucha por el Nunca Más

países y zonas de sacrificio en aras del enriquecimiento de 
uno por ciento de la humanidad.
 
Significa erradicar la violencia del desalojo o la marginación, de la quita de agua a las poblaciones locales, del envenenamiento ambiental, de los ecocidios-etnocidios y genocidios. En síntesis, es poner fin a los extractivismos y a las otras guerras contra los pueblos planetarios que lleva a cabo el sistema mundo capitalista.
 
Ahora la política progresista no considera a los extractivismos como devastadores ni avasalladores de los derechos humanos más elementales. Al contrario, los promueve con la justificación de poder salvar de la pobreza, paradójicamente, a quienes ese modo de producción capitalista desposee de todo. Es así que Aram Aharonian, en base a que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) declara la región como una zona de paz, titula: Chau Unasur, adiós a la paz ¿Sudamérica será zona de guerra?

Pero UNASUR se especializó en interconectar la expansión de extractivismos exportadores de cada uno de los países integrantes y la subordinación de estos a imperialismos y subimperialismos. Recordemos:

Brasil toma el Consejo de Infraestructura 

de Unasur y relanza la IIRSA

28 de febrero de 2012

ENA-Fobomade
El Estado brasilero ejecuta un ambicioso plan de expansión energética en América Latina y el Caribe (ALC) con el fin de atender la creciente demanda de su industria. Brasil pretende construir represas en al menos siete países de la región, planea aumentar la producción de etanol, militariza sus yacimientos petroleros y fuentes de energía en la Amazonía y el mar, y coordina desde el Consejo Suramericano de Infraestructura y Planificación de Unasur el relanzamiento de la “IIRSA del siglo XXI”.
El gobierno de Dilma Rousseff acelera la ejecución de varios proyectos en Brasil y otros países de ALC para ampliar la oferta de energía y atender la creciente demanda de la región, que vive un período de expansión económica. Brasil intenta ampliar las fuentes de energía en el exterior, previendo retrasos en la construcción de generadoras en su territorio.
La carencia de energía en ALC favorece a largo plazo la concreción de varios proyectos hidroeléctricos contemplados en el Plan Decenal de Expansión de Energía, según la compañía estatal Eletrobras. En ese sentido, avanzan las negociaciones con Perú, Uruguay, Argentina, Bolivia y Venezuela para nuevos emprendimientos (no solamente hidroeléctricas), mientras que Colombia, Guyana y Surinam mantienen conversaciones con el gobierno federal, Eletrobras y con el sector privado.
Sólo Eletrobras pretende aumentar 18 GW al sistema con unidades construidas en el exterior hasta el año 2020. El gobierno brasilero realiza estudios para construir represas en al menos siete países de la región, todas ellas integradas por 10 mil kilómetros de cables y con una capacidad de generación de 12 mil MW.
El acuerdo de integración energética firmado por los ex presidentes Lula da Silva y Alan García en 2009 proyecta la instalación de las hidroeléctricas Inambari, Pakitzapango, Tambo 40, Tambo 60 y Mainique en los ríos de Perú. La construcción de las seis centrales con potencial para generar 6.000 MW está a cargo de Eletrobras.
Eletrobras inició negociaciones para la construcción de represas en la Guyana Francesa (1.500 MW) y está mapeando el potencial hidroeléctrico total del país. Además, evalúa la hidroeléctrica Cachuela Esperanza en Bolivia con 800 MW de capacidad. Brasil y Argentina prevén instalar dos usinas binacionales en el río Uruguay, que producirán 2 mil MW.
Brasil participa en la construcción de la central de Tumarín en Nicaragua, un megaproyecto valorado en más de 800 millones de dólares, adjudicado al consorcio Queiroz Galvão-Electrobras-Astaldi. En Costa Rica, Electrobras y Sinohydro se disputan el proyecto hidroeléctrico en el río Reventazón, en el límite entre Siquirres y Turrialba, valuado en mil millones de dólares. Por otro lado, la constructora Odebrecht ejecuta el proyecto hidroeléctrico Palomino en República Dominicana, y prevé construir una gran represa en la cuenca del río Rufiji en Tanzania, país ubicado en África oriental.
Sin embargo, el gobierno brasilero reconoce que la construcción de hidroeléctricas, muchas de ellas en territorios indígenas y reservas forestales vulnerables, no es viable a corto plazo, ya que éstas requieren una serie de estudios y licencias que se tramitan en no menos de 10 años, y además tienen un alto costo político. Las represas brasileras han comenzado a movilizar a pueblos indígenas, grupos ambientalistas y a críticos del “imperialismo” brasilero en todo el continente.
Por esa razón, una de las prioridades de la nueva presidenta de la estatal Petróleos de Brasil (Petrobras) María das Graza Foster es incrementar la producción de etanol y la oferta en el mercado interno y disminuir la dependencia de la gasolina importada. “Quiero producir petróleo, quiero producir etanol, que considero extremadamente importante”, sostuvo dos días después de tomar posesión como la primera mujer del mundo en comandar una petrolera del tamaño de Petrobras. (Telenoticiero Jornal da Globo) [1]
Hace poco, el ministro de Relaciones Exteriores Antonio Patriota y el presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) Luciano Coutinho acordaron financiar investigaciones sobre bionergía en Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea Bissau, Mali, Níger, Senegal y Togo, miembros de la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (Uemoa). Brasil y la Uemoa suscribieron el Memorando de Entendimiento en octubre de 2007.
La presidenta Rousseff consideró “estratégica” la relación de Brasil con los países caribeños y latinoamericanos, por la importancia económica de la región, y aseguró que la política externa de su gobierno en 2012 priorizará la aproximación con las naciones de ALC y África.
Para evitar que la expansión brasilera sea vista como una arremetida neo imperialista en la región, el gobierno de Rousseff aboga por que las relaciones con países vecinos no se centren solamente en asuntos económicos sino también en programas de cooperación, seguridad fronteriza e integración física.
 
Brasil relanza la IIRSA
Brasil coordina el Consejo Suramericano de Infraestructura y Planificación (Cosiplan) de la Unión de Naciones de América del Sur (Unasur), organismo que acaba de aprobar un nuevo Programa de Acción Estratégica que prioriza la ejecución de 31 proyectos de infraestructura en los próximos 10 años, con una inversión estimada de 16 mil millones de dólares.
Los 12 ministros de Planificación de la Unasur aprobaron a fines de 2011 en Brasilia el nuevo plan de integración 2012-2022 que contempla hidrovías, ferrovías y carreteras. Los cuatro proyectos priorizados son el corredor ferroviario entre los puertos de Paranagua (Brasil) y Antofagasta (Chile) con un costo de 3.700 millones de dólares; la carretera Caracas-Bogotá-Buenaventura-Quito-Pacífico valuado en 3.350 millones de dólares; el ferrocarril bioceánico Santos-Arica trecho boliviano que costará 3.100 millones; y la carretera Callao-La Oroya-Pucallpa de 2.500 millones de dólares.

Todas estas obras son parte de la cartera de proyectos de la antigua Iniciativa para la Integración Regional Sudamericana (IIRSA), pero los responsables del Cosiplan juran que el enfoque es diferente. En vez de “pasillos de exportación de insumos” para fuera del subcontinente, será privilegiado el “desarrollo interno” de la región, asegura Brasil, principal beneficiario de dicho “desarrollo”.
La secretaria general de la Unasur María Emma Mejía informó que a Brasil le interesan particularmente las generadoras de energía y el ramal ferroviario Paranaguá-Antofagasta. “Las exportaciones brasileñas a China a través del Pacífico deben recorrer casi 7.000 kilómetros, lo que será acortado en tiempos y reducido en costos con el funcionamiento de un ferrocarril de 1.200 kilómetros que vincule al Pacífico con el Atlántico a través de Bolivia”, justificó el Presidente boliviano Evo Morales.
Un grupo de trabajo de la Unasur se encargará de buscar financiamiento público y privado en todo el mundo. Se invitará a la Corporación Andina de Fomento (CAF), al Banco de Desarrollo de Venezuela, al Banco de Inversión y Comercio Exterior de Argentina y al Banco del Sur, pero todo indica que el principal financiador de la “IIRSA del siglo XXI” será el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES).
Imperialismo brasilero
El Estado de Brasil alienta la internacionalización del capital privado y las inversiones brasileras en los países de la región con el objetivo de “crear flujos de comercio” y asumir un papel más importante en el mercado mundial, señala Lia Valls Pereira, economista de la Fundación Getulio Vargas. El gobierno fortalece a las grandes empresas nacionales para que actúen como multinacionales regionales a fin de tener “el monopolio de los mercados latinoamericanos y el acceso a los recursos naturales de esos países”, afirma Guilherme Carvalho de la ONG Fase-Amazonia.
El proceso de internacionalización de las empresas brasileras comenzó en 1970, cuando la dictadura militar impulsó la edificación de megaobras de infraestructura e incubó conglomerados privados que prosperaron con el dinero del BNDES y la ayuda directa de la diplomacia brasilera.
El BNDES “se hizo más conocido como financiador de grandes proyectos de infraestructura en América Latina (condicionados a la participación de constructoras brasileñas o a la compra de bienes y servicios) a través de lo que hacemos en pro de las exportaciones brasileñas”, precisó a la AFP Luciane Machado, superintendenta de comercio exterior del banco. [2]
El ex presidente Lula da Silva negoció personalmente contratos de construcción de hidroeléctricas en Venezuela y Colombia; grandes obras como el metro de Caracas, y puertos, autopistas, represas y petroquímicas en Bolivia, Cuba, Nicaragua y Perú. [3]
Con semejante respaldo, las actividades de las constructoras brasileñas en ALC y África experimentaron un crecimiento de 544% en los últimos 10 años. Actualmente, Odebrecht, Andrade Gutierrez, Queiroz Galvão, OAS y Camargo Corrêa construyen en por lo menos 16 países de América Latina. Odebrecht ha realizado obras de ingeniería en unos 20 países y está presente en Angola, Mozambique y Liberia. [4]
Según la investigadora Ana Saggioro Garcia, las acciones de las empresas brasileras en el exterior están íntimamente ligadas a las políticas públicas del Estado de Brasil. Se trata de “una alianza entre empresa y Estado para la realización de proyectos, en el marco de un proyecto de desarrollo específico, y contra las poblaciones locales que viven y trabajan en el territorio”. (BBC Brasil)
Saggioro Garcia identifica diferencias sustanciales entre la instalación de una industria brasilera en el exterior y la construcción de represas, carreteras y otras obras de infraestructura que “transforman territorios y vidas…”. “Es un combate entre actores desiguales”, apunta la investigadora y pone como ejemplo el caso boliviano.
Desde que llegó al poder, Evo Morales siempre defendió un proyecto de “retorno al campo” fundamentado en las pequeñas comunidades, pero se vio obligado a aliarse con Brasil y ceder a un proyecto más orientado al “desarrollo”.
El común denominador de los proyectos de “desarrollo” brasileros en Bolivia y en otros países es que están diseñados expresamente para satisfacer las necesidades de la industria privada brasilera. No toman en cuenta las necesidades del mercado nacional ni los altos costos socioambientales para las poblaciones locales.
Aron Berlinki, coordinador de Procesos Internacionales del Instituto brasileño Vitae Civilis, considera que “Brasil tiene potencial para mostrar en la Conferencia Río+20 que es posible conciliar el desarrollo y el medio ambiente y políticas que compatibilicen la inclusión social y el desarrollo limpio, con menos emisiones de gases efecto invernadero que los países ricos. Pero aún hay una serie de dificultades prácticas para direccionar la actividad económica en un sentido más sostenible… y corregir algunas “distorsiones graves de la política energética”, como por ejemplo la posible flexibilización de las leyes ambientales previstas en el Código Forestal, y la decisión de seguir invirtiendo en grandes proyectos hidroeléctricos, en detrimento de otras energías renovables.

“No vengas a colonizar”
La misión principal del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea brasileñas en los próximos 20 años será defender las fuentes energéticas halladas en Amazonía y en el espacio marítimo nacional, expuso el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas general José Carlos de Nardi, en el segundo Seminario Estrategia Nacional de Defensa celebrado este 15 de febrero en Brasilia. (Agencia Cámara de Noticias).
De Nardi precisó que la Marina modernizará su poder naval y construirá submarios para el monitoreo y control de las aguas jurisdiccionales de la llamada Amazonía Azul brasileña, que alberga recursos petrolíferos. El plan contempla la disminución de brigadas en el Sureste y Sur; la implantación de la segunda Escuadra en el Norte y el Noreste, y la creación de nuevas brigadas para monitorear las fronteras. La Estrategia Nacional de Defensa Aeronáutica prevé la producción de aeronaves KC-390 por la Empresa Brasileña de Aeronáutica, y el desplazamiento de aviones cazas hacia la Amazonía.
Es necesario que la Unasur proteja la biodiversidad, los alimentos, agua potable y otras riquezas de los países que la componen, enfatizó el ministro de Defensa de Brasil Celso Amorim, tras considerar que en las próximas décadas “podríamos ser afectados por guerras entre países de fuera de la región en disputa por recursos naturales”.
Varios analistas creen que la potencia sudamericana utilizará a la Unasur y al Mercosur como instrumentos para consolidar su liderazgo regional. El presidente del Uruguay José Pepe Mujica advirtió recientemente a Brasil que si de verdad pretende ganarse la confianza de sus vecinos, debe relacionarse con ellos de igual a igual y renunciar a todo afán de conquista.
En una entrevista con la revista Políticas, Mujica exhortó: “Nosotros en cada instancia relativamente difícil podemos tener enemigos exteriores, pero los peores enemigos somos nosotros mismos (…) En el caso del Brasil, nosotros les dijimos bien lo que pensamos: la época de los ingleses pasó. Si queremos unificar no vengas a colonizar, vení a asociarte, vení a buscar aliado, vení a juntar barra, pero no vengas a apropiarte de todo”.
Notas:
[1] Foster fue directora del Área de Gas y Energía y titular de la Petrobras Gas S.A. (Gaspetro), miembro de los Consejos de Petrobras Transporte, de la Petrobras Biocombustibles y de la Braskem, y presidenta de los Consejos de Administración de la Transportadora Brasileña Gasoducto Bolivia-Brasil y de la Transportadora Asociada de Gas. Es graduada en Ingeniería química de la Universidad Federal Fluminense, y también posee un posgrado en Ingeniería Nuclear de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
[2] Entre 2001 y 2010, los financiamientos del BNDES para construcciones brasileras en el exterior registraron un alza aproximada de 560%, saltando de 194,5 millones a 1,3 billones de dólares. Entre enero y junio de 2011 los desembolsos sumaron 776 millones de dólares. Los préstamos del BNDES en ALC aumentaron más de siete veces en casi una década, 80% para infraestructura y 20% para importación /exportación de productos brasileños.
[3] Datos del Tribunal Superior Electoral (TSE) confirman que las constructoras son las mayores financiadoras de las campañas electorales del Partido de los Trabajadores. En las elecciones de 2006 las donaciones llegaron a R$22,5 millones y Camargo Corrêa donó R$6,5 millones. Para la campaña de Dilma aportaron R$37 millones, Camargo Corrêa puso R$8,5 millones.
[4] Según Boston Consulting Group (BCG), hay 100 multinacionales con sede en ocho países latinoamericanos: 34 en Brasil, 28 en México, 21 en Chile, siete en Argentina, cinco en Colombia y tres en Perú. A fines de 2009, las 30 principales multinacionales brasileras poseían cerca de 90 billones de dólares en activos en el exterior y empleaban a cerca de 200 mil personas en otros países. Apenas nueve empresas contaban con activos internacionales superiores al billón de dólares y otras 10 con más de 100 millones de dólares. En total, sus inversiones directas en el exterior bordeaban los 160 billones de dólares.
Con información de BBC Brasil, Folha, O Globo, Andina, Reuters, Prensa Latina, La Jornada, Plataformabndes, Valor Econômico, www.maisdemocracia.blogspot.com y http://m.estadao.com.br

 
Apreciemos cómo UNASUR y los gobiernos progresistas no atendieron necesidades e intereses de los pueblos al analizar el modelo rentístico de los extractivismos exportadores en:
 
 

Venezuela. Consideraciones profundas sobre el rentismo petrolero

19 de agosto de 2018
Resumen Latinoamericano  
Por Franco Vielma, Misión Verdad
Las particularidades de la coyuntura económica venezolana ha colocado consistentemente en el tapete la discusión sobre el modelo político que ha regido la economía, concretamente en la concepción y actuación sobre el histórico manejo de la renta petrolera.
Como es de esperarse, el debate sobre el rentismo como falla de fondo en la economía venezolana durante los últimos 100 años supone la revisión de un conjunto de reflexiones anteriores y otras que se están formulando, que han llovido sobre mojado, advirtiendo la inviabilidad de ese modelo. Una trama en la estructura económica que, en el presente, está atravesada por un boicot interno y externo inspirado en la intención de desplazar al chavismo como instancia política en el poder, la situación de guerra económica que el pueblo venezolano ha conocido, ahora capitaneada por medidas de asfixia financiera y comercial ejecutadas por la Casa Blanca adesde 2017.

Algunas aproximaciones

Oscar Battaglini en su libro Betancourismo, 1945-1948: rentismo petrolero, populismo y golpe de Estado develó que el modelo rentista no estuvo modulado exclusivamente desde la economía. También hubo un ingrediente político, inspirado por una clase empresarial aspirante alineada en el golpe de Estado Adeco contra Rómulo Gallegos y que se estaba perfilando alrededor de las mieles que el rentismo perpetuaría para una élite construida alrededor de ella.
Eran tiempos aquellos en los que los séquitos alrededor de la renta emprendían una disputa, pues ocurría en simultáneo el desmembramiento de la estructura económica que precedió al siglo petrolero, el cual fenece ante el frenesí de los petrodólares. Testigo de excepción de esta época fue Domingo Alberto Rangel (padre), quien vio el preludio del ciclo Adeco señalando que “Venezuela padeció una borrachera de plaza pública… Jamás se ha hecho tanta demagogia en la historia nacional…”.
El rentismo petrolero a ultranza sobrevino desde ese período. Quizás algunas de las consideraciones más desoídas vienen planteadas desde los años 60 y venían de la mano del mismo Domingo Alberto Rangel, quien caracterizó la evolución del “capitalismo rentista petrolero” como una entidad en permanente “metástasis”, asumiéndolo como un entramado de relaciones económicas condensadas alrededor de la “transferencia de capital generado por la renta” a factores específicos de la economía privada, generando con ello una fuerte relación de dependencia.
El problema de la renta en Venezuela, señalado por Bernard Mommer en su libro Petróleo, renta del suelo e historia venía desde la segunda mitad del siglo XX, en una vorágine expansiva aupada por los beneficios del desarrollo y la expansión de la industria petrolera venezolana desde ese período, viniendo a transformar las relaciones sociales, culturales y políticas en el país alrededor de este recurso.
Estos factores, ampliamente conocidos por el país, han consistido en la configuración de un modelo de “riqueza expedita”, instantánea, generada por la conjunción de relaciones no asociados al trabajo, ni al desarrollo del potencial tecnológico, ni tampoco asociadas a la acumulación del conocimiento. La lucrativa industria extractiva claramente transnacionalizada y dependiente relegó al país no sólo a la perpetuidad de “factoría petrolera”, sino que además abrió paso a que se inhibieran y debilitaran todas las estructuras alternativas al petróleo y las que existieron hasta el fin del ciclo de la Venezuela agroexportadora, que vio su ocaso a mediados del siglo pasado.
El reconocimiento de estas realidades no viene señalado por Hugo Chávez ni es descubierto por Nicolás Maduro. La realidad venezolana actual viene precedida por monumentales fracasos en el intento de revertir las estructuras consolidadas alrededor de la dependencia petrolera.
Ejemplos emblemáticos fueron la política del “Gran Viraje”, acompasado a la creación de las empresas básicas de Guayana como una fórmula para sustituir un modelo extractivo por otro. El VIII Plan de la Nación propuesto durante el ciclo Adeco-copeyano venezolano supuso también la colocación del potencial del país en un esfuerzo para aupar mecanismos sustitutivos de la dependencia de la renta, tiempos en los que el Ministerio de Fomento (hoy extinto) colocó ingentes recursos generados por la renta a factores privados para favorecer alternativas orientadas a la sustitución de importaciones y diversificación de las exportaciones venezolanas, terminando en fracaso.
Otro intento de ciclo regresivo del rentismo fue el de la “Agenda Venezuela” del segundo gobierno de Rafael Caldera. Este vino al unísono de la entrada a Venezuela del neoliberalismo a ultranza que afinaba la política regional. Más bien consistió en una regresión de la (chucuta) nacionalización petrolera de los años 70, generando una pérdida enorme de la soberanía y vino a agudizar profundos estragos sociales.
Un factor relacionado con estas experiencias ha sido la posición del sector privado en esas instancias. El vínculo entre el gran capital privado y el Estado se efectuó gracias al cordón umbilical de la renta y la transferencia (por diversos mecanismos) de la riqueza captada o generada por el Estado. Una permanente relación de “ganar-ganar” (favorable al sector privado) que ha tenido ciclos.
La política cambiaria y monetaria ha sido un signo de ello, si entendemos que, bien sea en tiempos de control de cambio o en tiempos de libre cambio, es decir, un ciclo de casi 40 años, donde los mecanismos de transferencia se han perpetuado generando una relación centrípeta, la economía en la que prevalecen quienes más cerca queden del epicentro de la renta y más empobrecidos quedan quienes más lejos están de él. La relación histórica de desigualdad en Venezuela y las asimetrías que generó, con el auge de una petro-burguesía y un enorme caudal de población marginada.
Tan grave como las asimetrías sociales que se generaron, vinieron las relaciones de dependencia estructurada. La construcción de un “capitalismo anómalo”, o lo que ha sido para algunos, la “ausencia de una burguesía nacional” como la llamó Chávez. Las relaciones paternales entre el Estado y el sector privado se traducen concretamente en que, por mera matemática elemental, es evidente que el sector privado venezolano no produce, no exporta.
Según cifras del Banco Central de Venezuela (BCV), hay una relación matemática que desnuda la anterior afirmación: en las últimas décadas se ha construido una relación en la que, de cada 10 dólares que ingresan a la economía venezolana, solo 1 es generado por exportaciones privadas.
Para hablar de tiempos recientes, entre 1999 y 2015 el sector privado exportó bienes para ingresar al país unos 121 mil 40 millones de dólares, no obstante, sus importaciones fueron de 680 mil 164 millones de dólares. Generando un diferencial en la balanza de 559 mil 124 millones de dólares. Sabemos que durante ese periodo predominó el control de cambio, que puso en manos de los privados dólares preferenciales.
En términos netos, el financiamiento del Estado a la importación de la actividad privada en ese período fue superior al monto que Estados Unidos invirtió para la reconstrucción de Europa durante el Plan Marshall luego de la Segunda Guerra Mundial.
El problema no sólo se reduce a que el sector privado es improductivo y no exporta, es que además es sumamente costoso de sostener. No es esa una relación política construida en tiempos de chavismo. El investigador Luis Salas, empleando cifras del BCV, señala que entre 1950 y 1998 el sector privado venezolano exportó 41 mil 464 millones de dólares y durante el mismo período importó 220 mil 547 millones de dólares. “Eso quiere decir que importó 5,3 veces más de lo que exportó”.
La explicación a la cobertura de este déficit está en los mecanismos de transferencia de renta, que, sabemos, se produjeron en el período anterior a Chávez no sólo mediante el control cambiario, también en períodos de libre cambio, allanando con ello el camino para que los grandes tenedores de bolívares accedieran a la compra discrecional de dólares generados por la actividad petrolera.
Los señalamientos sobre el país que “no debe volver”
Los señalamientos contra el capitalismo rentista petrolero han sido un componente del imaginario de la izquierda emergente en Venezuela durante décadas. No obstante, desde sectores de pensamiento neoliberal existen afirmaciones que van en la misma dirección. Una de ellas, bastante sobresaliente, viene de la mano de Pedro A. Palma, quien en 2010 y desde la presidencia de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela, publicó el trabajo denominado Riesgos y consecuencias de las economías rentistas. El caso de Venezuela.
“Las experiencias vividas durante las últimas décadas en la economía venezolana han demostrado una y otra vez que las bonanzas económicas generadas por las políticas procíclicas que se aplican en los periodos de altos precios petroleros son insostenibles. Estas, que se caracterizan por intensos aumentos de la demanda, particularmente del consumo, son seguidas por situaciones de crisis que se presentan cuando los precios bajan, máxime si existen restricciones a la explotación petrolera. Al no contarse con recursos ahorrados durante los años de bonanza, la reducción abrupta de los ingresos tiene efectos devastadores, ya que la brecha es difícilmente cubierta con financiamiento, el cual, de estar disponible, es altamente costoso para una economía afectada por una caída abrupta de la renta de la que depende…”.
Palma agrega: “Las economías rentistas no pueden experimentar un proceso de desarrollo sustentable, ya que al depender de actividades económicas cambiantes, como la exportación de un commodity, están sujetas a una serie de realidades internacionales cambiantes y fuera de su control que las hace vulnerables y riesgosas. Esto es particularmente cierto en economías rentistas que dependen de la exportación de productos cuyos precios son altamente volátiles, como es el caso del petróleo”.
Los espasmos y tragedias de la economía petrolera, más allá del feliz desenfreno ocasionado por sus bonanzas, son un lugar común en el pensamiento económico venezolano. Todos coinciden en el “qué”, pero pocos en el “cómo”.
Para el pensamiento económico neoliberal, la “solución” siempre se orientó a la reproducción del modelo fracasado de emplear la riqueza petrolera para financiar las alternativas al petróleo. Una relación que convirtió en mecanismos de transferencia de la renta al sector privado, o más bien, la legalización del robo del patrimonio nacional y que sucesivamente fue despilfarrada en el hedonismo económico y la fuga masiva de divisas de los privados.
Apenas la economía venezolana logró consolidar un “esquema de ensamblaje”, donde las cadenas de valor se pegaron a la “teta petrolera” feneciendo o desmembrándose con las caídas del ingreso petrolero. Ejemplo de ello fueron los casos del fracaso de la política de fomento y “viraje” que conocimos en la Cuarta República y que vemos retratada hoy, en una economía privada que detiene su producción de muchos bienes esenciales dado que casi toda su cadena de insumos se compone de bienes importados.
El chavismo, por otra parte, desarrolló durante los tiempos del presidente Chávez un conjunto de intenciones para superar estas circunstancias, sólo que el denominador venía del fomento de empresas estatales que, se suponía, harían esfuerzos significativos para sustituir importaciones. Al no lograr desarrollar una base de insumos nacionales, quedaron rezagadas al sobrevenir la coyuntura a expensas de la caída del ingreso petrolero, la falta de una dirección eficiente y la corrupción que típicamente campea sobre la cosa pública.
Para nombrar ejemplos: el inventario de empresas ensambladoras de vehículos, maquinaria agrícola, textiles, computadores y hasta teléfonos celulares, bajo el “esquema de ensamblaje”, productos “hechos en socialismo” y con una alta dependencia en la importación, que se vinieron a pique o que están semi-paralizadas.

¿Ante qué estamos? Unas aclaratorias indispensables sobre el país que no debe continuar, o el país que “ya se fue” y que “no debe volver”, vienen cimentadas desde las circunstancias actuales de Venezuela, que desnudan las deficiencias estructurales del modelo capitalista rentista.

Hay que señalar también el cuadro de vulnerabilidad que éste ofrece frente a otras variables sobrevenidas tanto en el ámbito interno como externo. Nos referimos a los acelerantes del conflicto económico y la disputa por el poder político que ha caracterizado la época del presidente Maduro. Las situaciones inéditas de “tormenta perfecta” sobre la vida venezolana, desde ataques al valor nominal y signo físico monetario, hiperinflación, especulación desatada, caotización de los sistemas de abastecimiento y precios, etcétera, a las cuales se les suman las acciones de bloqueo contra el país. Todas ellas imponiendo otro momento de particularidad política.

Maduro ha llamado no sólo a romper con la carga de la renta por sentido común económico. Es un asunto ya de emergencia política nacional, frente a las realidades que está imponiendo el frente político. En su discurso ante el país frente a la Asamblea Nacional Constituyente a inicios de 2018, así como en su alocución miércoles 24 y sábado 28 de julio de este año, ha tenido un tono particularmente enfático en golpear la mesa al proponer un reinicio a la economía venezolana, dado que las estructuras económicas viejas y las disfiguraciones que está poniendo el conflicto político y económico lo están ordenando así.
Esto implica emprender un tortuoso camino o quedar consumidos (junto a grandes aspiraciones nacionales) en la sinergia del conflicto económico, cuyos desmanes se ven amplificados por las estructuras económicas de fondo.
El sentido de reconocimiento de las circunstancias actuales es un elemento denominador. Hay un amplio reconocimiento que este (como el país entero) es insostenible e inmanejable sin las mieles de la renta petrolera. Por lo tanto, la mella en toda la estructura económica da cuenta de un Estado (y en consecuencia un país) en crisis, en etapa de estertor, que colapsa en cámara lenta y en diversas instancias simultáneas.

La ruptura es palpable en la pérdida de la regularidad de las cadenas de suministro del sector privado dependiente de la renta, en la calidad decreciente de los servicios públicos, en la pérdida del apresto de los servicios de salud y educación, en la capacidad de gestión y respuesta del Estado en escalas regionales y locales, en los efectos de la caída de la inversión pública en diversos frentes de obras, en fin.

Es Venezuela hoy un país en el que hasta un particular transportista privado (prestador del servicio mal llamado “público”) dice no poder realizar su actividad de pequeño empresario del transporte si el Estado no le ofrece cauchos para su unidad vehicular, para nombrar un ejemplo minúsculo que representa cientos de miles.
Las interrogantes sobre el “cómo” da cuenta de un entramado que se está quebrando y que no es viable continuar perpetuando. Una circunstancia que impone, en primer lugar, la resolución histórica del problema de transferencia de la renta petrolera al capital privado. El nudo crítico de la política y la economía venezolana en los últimos 100 años. Una aspiración que demanda construir otra subjetividad sobre el modelo de Estado y sociedad, y que atraviesa a grandes sectores de la vida nacional.
Quizás para esa discusión que debe darse, lo peor que puede ocurrir es que súbitamente aumente el precio petrolero y sobrevenga una bonanza. Y es difícil que tal cosa suceda.
El país que “no debe volver”, el sistema rentista que no debe relanzarse, viene cocinándose desde el Estado con una ruptura a las modalidades de sistema de cambio monetario que conoció el país. Ilustra lo difícil que es para el directorio económico idear alternativas que superen la trampa histórica de superar los mecanismos binarios de asignación de renta mediante las políticas de control de cambio o libre cambio, como históricamente las hemos conocido.
El anuncio de anclaje del bolívar al Petro supone un bypass evidentemente sui generis, instrumentado desde un obvio pragmatismo y una señal que Maduro envía a la vieja élite rentista: las reglas del juego están cambiando y todo lo que se ha estructurado alrededor de la formación económicamente parasitaria y dependiente de la renta petrolera, tendrá que adaptarse o perecer en esta trama de circunstancias.
Si en ciertas instancias este proceso debe decantarse y acelerarse desde las mismas estructuras del Estado, podríamos estar en el umbral de un verdadero giro económico. La necesidad está planteada pero el resultado está por verse.
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/08/19/venezuela-consideraciones-profundas-sobre-el-rentismo-petrolero/
 
Constatamos cada vez más la validez del desafío que nos planteó La Vía Campesina de:

¡globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!
unidos en la defensa de la vida.

Hoy desde el Zapatismo nos ayudan a remontar la orfandad en que nos deja el Foro de Sao Paulo al convocar a apoyar a los gobiernos progresistas. También escuchemos a Raúl Prada Alcoreza advirtiéndonos que  la coyuntura álgida de la crisis ecológica señala otra etapa del activismo; esta vez, a escala mundial; articulando fuerzas, coordinando movilizaciones y tareas, integrando colectivos activistas y pueblos afectados; además buscando involucrar a todos los pueblos del mundo.
 

 

México. Subcomandante Galeano:

planes de AMLO van contra l@s indígenas.

20 de agosto de 2018


Resumen Latinoamericano*
Caracol de Morelia, Chis.
El gobierno eligió de los cuatro candidatos al que es más de derecha, señaló el subcomandante Galeano, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), al considerar que los programas que quiere implementar el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como la plantación de mil hectáreas de árboles, la construcción del Tren Maya y el corredor del Istmo de Tehuantepec, no harán más que destruir los territorios de los pueblos indígenas.
Posterior al encuentro de las Redes de Apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (CIG), en el que se propuso la creación de una Red de Resistencia y Rebeldía Internacional, el subcomandante insurgente afirmó, el pasado 5 de agosto en el caracol de Morelia, que la cuarta transformación que promete López Obrador es en realidad la cuarta transformación del PRI. Pueden cambiar los gobiernos, pero si el sistema de dominación se mantiene, pasará lo mismo, criticó.
Al respecto, Galeano aludió a la empresa que proveerá de ejemplares para el proyecto de las mil hectáreas de árboles maderables y frutales, de la cual, dijo, su propietario es Alfonso Romo, quien será jefe del gabinete durante el próximo gobierno.
También habló del muro propuesto por Donald Trump, del cual, dijo, no es el de la frontera norte, sino el de la sur, el río Suchiate, con la negación del ingreso de centroamericanos a México. “Por eso Trump saludó a Juanito Trump por ganar las elecciones”, expresó.
Asimismo, condenó el olvido que sufren los pueblos originarios, al señalar que ya se les mandó a montañas en el pasado, cuando se les despojó de sus tierras; ahora resulta que esas montañas poseen gran riqueza y las quieren para la nación. Las tenemos que defender hasta la muerte, porque me temo que el gobierno se defenderá con violencia, sentenció.
Galeano informó sobre la propuesta de consolidar una Red de Resistencia y Rebeldía Internacional. Supone que el Concejo Indígena Nacional dejará de ser un movimiento exclusivo de grupos originarios, ya que se le busca sumar todo grupo o individuo externo a este proceso de gobierno al que calificó de domesticación.
Además, esta red también se expandirá a otras naciones, buscando en cualquier rincón del mundo a aquellos que se resistan a su sistema de gobierno.
Aparte de esta principal acción, el subcomandante insurgente informó sobre otras siete, entre las cuales se encuentra la integración de hombres del campo y grupos de lucha históricos a una red de apoyo para el CIG; la discusión de cada uno de los comités formados, de cara a coordinar esfuerzos entre redes, así como una reunión internacional en alguno de los cinco caracoles zapatistas en diciembre.
* LA JORNADA
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Activismo ecológico

19 de agosto de 2018

Por Raúl Prada Alcoreza (*)

(...)Hemos llegado a un punto donde no hay respuestas o, por lo menos, no es fácil encontrarlas; precisamente porque no hay recetas. Sin querer adelantarnos a los mapas y a las historias recientes de estos activismos y movilizaciones de los pueblos afectados, se puede decir, que gran parte de los esfuerzos se ha dedicado a la interpelación a las mallas institucionales, sean internacionales o nacionales. Como respuesta de las organizaciones internacionales y de los estados se ha conseguido muy poco. Exagerando, por razones de ilustración, se puede concluir que ha sido una pérdida de tiempo. Parece que la interpelación más importante es a los pueblos y a las sociedades del mundo; pues son los y las únicas que pueden parar la locomotora del “desarrollo”, que marcha locamente al descarrilamiento.

Resumiendo, son las sociedades y los pueblos del mundo, al final, donde recae la responsabilidad de lo que pasa; al sostener el estado de cosas y a esas organizaciones internacionales pusilánimes, esos estados que no creen en el discurso catastrófico de ambientalistas y ecologistas, menos en la interpelación indígena. Por el contrario, continúan con la reproducción constante de estas mallas institucionales y dispositivos maquínicos; en el día a día de las prácticas sociales consumistas, de los habitus incorporados, de los esquemas de conductas y comportamientos subordinados.

El activismo ecológico es distinto al activismo político, pues no está en juego el modelo político o el modelo social, mucho menos la toma del poder. Lo que está en cuestión es la vida. Se trata de un activismo crucial. Es un activismo que no puede, quizás mejor dicho, que no debe, perder – para decirlo de esta manera pedestre, inmediatamente entendible -; ahora, exagerando, con el mismo objeto de ilustración y esquematismo, pues si pierde, pierde la vida. Es el activismo que está obligado a ganar.

Siguiendo el esquema, por cierto simple y provisional; en primer lugar, los colectivos activistas y los pueblos movilizados están obligados – manteniendo el término categórico – a dedicarle todas sus fuerzas, toda su energía, todo su cuerpo, a esta tarea. Es cuestión de vida o muerte, tanto en lo que respecta a la humanidad así como al planeta; más en lo relativo a la humanidad, pues, como dijimos, la vida puede continuar sin el ser humano[4].

En segundo lugar, parece imprescindible generar relaciones, prácticas, estructuras, alternativas, a las hegemónicas y dominantes en el sistema-mundo capitalista; es decir, comenzar a construir los cimientos y las bases de las sociedades alternativas de otros mundos posibles. Ciertamente, estos cimientos y bases ya se encuentran latentes, son inherentes a las sociedades alterativas, que son el substrato de las mismas sociedades institucionalizadas[5]. Ahora, de lo que se trata es que estas inherencias se desplieguen y realicen, construyendo otros mundos posibles. Sobre todo, aquéllos que formen parte integrante de los ciclos vitales y ecológicos planetarios. Por ejemplo, relaciones de producciones mancomunadas de los pueblos, que supongan eco-producciones, incluso eco-industrializaciones. Así como también relaciones de intercambio complementarias, que podemos nombrar, siguiendo la lógica, como eco-intercambios. Lo mismo podemos decir en lo que respecta a la distribución, que contempla el transporte; se trata también de eco-distribuciones y del transporte adecuado a los ecosistemas; por lo tanto, a los contextos y espesores ecológicos. Estos mundos nacientes no descuidan la eco-cultura; por lo tanto, la eco-formación integral de la ciudadanía ecológica.

Estas relaciones, estructuras, prácticas, alternativas, emergen tanto al interior del sistema-mundo, así como en los desbordes, de los flujos de fuga, que no controla, las sociedades alterativas. Es menester que otros tejidos sociales prosperen y abarquen planetariamente; además de atravesar a las mallas institucionales del sistema-mundo. Los mundos posibles no pueden restringirse solamente a la enunciación discursiva, a la utopía, pues se terminarían pareciendo a la promesa socialista; que fue postulada ideológicamente, incluso como programa; empero, terminó entrabada en transiciones largas y complicadas, que, en la práctica, terminaron absorbidas por el sistema-mundo capitalista.

En relación a lo dicho, por ejemplo, una de las tareas prácticas es impulsar las huertas en todos los hogares, en todas las viviendas, incluso colectividades; buscando no solamente la buena alimentación, la buena nutrición y la buena salud, sino salir de la dependencia del mercado de alimentos trasnacional; que deja mucho que desear, tanto desde el punto de vista de salud, de nutrición, como desde la perspectiva ecológica. En caso de las ciudades y metrópolis, quizás sea conveniente promover asociaciones que puedan efectuar la tarea de huertas colectivas.

Como el ejemplo de la anterior tarea práctica, se pueden encontrar muchas tareas prácticas, que coadyuven a la independencia de los y las ciudadanas de los mercados capitalistas, que producen necesidades artificialmente. Estas tareas prácticas no excluyen el activismo ecológico-político; mas bien, lo fortalecen, le otorgan un alcance mayor.

En tercer lugar, parece indispensable promover reuniones entre pueblos y sociedades del mundo para discutir sobre diseños de la gobernanza mundial de los pueblos. Reuniones, foros, redes, encuentros, que deliberen sobre las posibilidades, las viabilidades, las alternativas, de las formas de gobernanza mundial de los pueblos. Estas asambleas de pueblos pueden convertirse en la base de formación de consensos a escala mundial.

En cuarto lugar, no se puede descuidar, a pesar de nuestras críticas y observaciones, la interpelación a las mallas institucionales del sistema-mundo. Sobre todo, teniendo en cuenta los conflictos y problemas generados por este sistema-mundo. Al respecto, frente a una recurrente violencia para resolver los conflictos en el sistema-mundo, es menester, oponer a esta violencia sistemática de los Estado-nación, el dialogo, la deliberación y la integración entre los pueblos. En este sentido, denunciar las maniobras beligerantes de las potencias, sus estrategias de guerra, sus geopolíticas, incluso sus conspiraciones e intervenciones secretas, aunque no les demos la importancia exagerada que les otorgan las teorías de la conspiración.

En quinto lugar, promover las investigaciones que ayuden a mejorar, ampliar, nuestra comprensión, entendimiento y conocimiento de la complejidad integral y dinámica planetaria. En sexto lugar, promover también investigaciones que ayuden a reinsertar a las sociedades humanas a los ciclos vitales y ecológicos; entre ellas, las que ayuden a lograr la comunicación con los otros seres orgánicos del planeta.

En séptimo lugar, retomar el activismo de las movilizaciones, que han sido de impacto, contando con lo que se tiene y recurriendo al alcance de las convocatorias, hechas con grandes esfuerzos; empero, ahora, buscando no solamente mayor incidencia, sino movilizaciones a escala mundial.

Digamos, que esta ayuda memoria o notas improvisadas, para el activismo ecológico, en la coyuntura álgida de la crisis ecológica, ya señala otra etapa del activismo; esta vez, a escala mundial; articulando fuerzas, coordinando movilizaciones y tareas, integrando colectivos activistas y pueblos afectados; además buscando involucrar a todos los pueblos del mundo. Se trata, sobre todo, de integrar fuerzas, no de dividirlas; los debates, las discusiones, la concurrencia de perspectivas, no pueden dejar de darse; empero, deben ser desplegadas como parte de las deliberaciones, para encontrar concesos y mancomunar fuerzas.

[1] Ver Episteme compleja.    https://voluntaddepotencia.wordpress.com/episteme-compleja/.

[3] Ver Decolonialidad. También La guerra de la madre tierra. Así como La subversión indígena.

(*) Raúl Prada Alcoreza
Pluriversidad Libre Oikologías
Dinámicas moleculares
Proyecto emancipatorio y libertario de autoformación y autopoiesis

La Paz-Bolivia
prada.raul@gmail.com

Otros trabajos del autor:

https://dinamicas-moleculares.webnode.es/comuna/


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