Comprobamos
su confrontación
con
lo
comunitario-popular en las
disputas de territorios.
Estamos
bajo la ofensiva del sistema mundo capitalista y sus socios locales. En
representación de la alianza de los poderes imperialistas con los locales, el
gobierno de Mauricio Macri define al pueblo nación Mapuche como el enemigo
interno. Esclarezcamos porqué:
Proclama mapuche del Puelmapu
Honorable Senado de la Nación
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
26 de noviembre del 2018
“Llegamos a este territorio buscando vida”, dijo el
lonkoyem Pedro Pichiñan cuando fue obligado a dejar con su tribu lo que
actualmente es la provincia de Buenos Aires; hicieron dos mil kilómetros y se
instalaron en la comunidad Pichiñan en la actual provincia de Chubut.
Así fue el
éxodo de todo el pueblo mapuche tehuelche en la Puelmapu, cuando finalmente se
consuma la ocupación militar y civil de lo que llaman Estado argentino. Hasta el
día de hoy resuenan en nuestra memoria esos relatos que hablan de resistencia,
de muerte, de campos de concentración, de crematorios, de familias desmembradas,
de exposición en los museos. Y además resuena como eco el grito de la no
resignación y de una perpetua desobediencia.
Desobedecemos cuando condenan a la tierra con infinitos alambrados, desobedecemos cuando quieren represar un río, desobedecemos cuando mutilan el bosque, desobedecemos cuando la mapu se transforma en negocios inmobiliarios, desobedecemos cuando contaminan las aguas con la podredumbre de la minería, desobedecemos cuando esa nube tóxica de los pesticidas se cierne sobre todas las vidas… Desobedecieron nuestros antiguos cuando se negaron a morir. A este sistema que todo asesina, que siembra la muerte, le expresamos nuestra profunda y nunca tan clara desobediencia.
Hace
apenas 130 años atrás algunas lofche todavía transitaban el territorio de
la Puelmapu luchando por la libertad y la soberanía de sus territorios.
Finalmente, confinados en los campos de concentración, por la necesidad de
sostener una filosofía de vida basada en la tierra, muchos lograron escapar.
Quienes sobrevivieron retornaron e intentaron reconstruir una vida comunitaria.
Esa reconstrucción se logró en pocos años, a pesar del escenario adverso y de
haber sido expulsados a vivir entre las piedras. El Estado instrumentó y aplicó
una herramienta nociva y eficaz denominada “propiedad”; el arma “legal” con la
que consumó un nuevo despojo que benefició a los colonos y confinó a nuestras
familias a las periferias de las incipientes ciudades patagónicas.
Entre
aquellos que crecimos en los márgenes de las grandes ciudades renació el eco de
nuestros antepasados. Este legado nos llamaba a reconstruir nuestra filosofía,
nuestra espiritualidad, nuestra ideología… a reconstruir nuestro ser. Sin
territorio no es posible la existencia del mapuche, y a ese territorio le
debemos una fiel alianza, por eso nos comprometemos a resguardarlo y a defender
la perpetuidad de todas las fuerzas que habitan en él.
Nos
pensamos como un pueblo cuyos principios y valores son antagónicos a los de un
sistema mundial que ha desarrollado una ideología de devastación y muerte. El
capitalismo extractivista, gestionado por los Estados, expande su control sobre
el planeta. Entendemos que somos cientos o miles de pueblos, de naciones, que
estamos controlados por un puñado de Estados. Sofisticaron las herramientas de
represión que nos judicializan, encarcelan y asesinan; hoy esa herramienta es
acusarnos de terroristas.
Llegamos a este sitio, un lugar que implicó la fundación de un orden estatal hegemónico y monocultural; pero para nosotros, la profundización de nuestra periferia legal… Sigue siendo negado nuestro estatus de pueblo nación originario. Desde este lugar proclamamos nuestra irrenunciable voluntad de seguir siendo mapuche.
Los
integrantes del Canal Wallkintun TV, de Bariloche, expresamos nuestra
preocupación ante el incumplimiento de los derechos que nos corresponden por la
ley de medios y que garantizan nuestra autonomía. Se otorgaron 62 licencias para
medios de comunicación indígena en todo el país, uno solo de ellos fue para un
canal de televisión: el nuestro. Todos tenemos dificultades para seguir adelante
con nuestros proyectos; muchos han dejado de transmitir. Esta situación pone en
riesgo la pluralidad de voces, la posibilidad de llevar a cabo una reparación
histórica y de expresarnos en primera persona. Los medios indígenas somos un
puente para que la sociedad nos conozca, sin estigmas ni prejuicios. Nadie
respeta lo que no conoce, y si no hay respeto, la sociedad se deshumaniza.
La Lof
mapuche Paicil Antreao se encuentra en la zona denominada Villa La
Angostura, provincia de Neuquén. En el mes de junio de este año, un grupo de
parapoliciales pretendió desalojarnos, pero hubo una respuesta inmediata de la
comunidad. Demandamos que dejen de habilitar proyectos inmobiliarios y hoteleros
en lo que nos queda de nuestro territorio, y que el Estado deje de
estigmatizarnos como violentos y usurpadores ante la sociedad general, porque
nuestra comunidad es una comunidad de puertas abiertas. Cuidamos la
biodiversidad y lo poco que queda de bosque nativo, que está siendo amenazado.
También denunciamos la persecución judicial. Son siete los integrantes de la
comunidad que están imputados por defender nuestro territorio. Rechazamos,
además, la construcción de la ruta de circunvalación que pasa frente a nuestras
rukas, antesala del desmonte y del loteo del cerro. Esta ruta, al hacerse
sin consulta, puso de manifiesto una vez más que el Estado nos sigue negando.
La
Comunidad mapuche tehuelche Vuelta del Río ha enfrentado históricamente
distintos atropellos y amenazas de desalojo. El 15 de marzo del 2003, una
familia vivió un violento intento de desalojo que terminó con la demolición de
su vivienda. En el 2017, tras la búsqueda de Santiago Maldonado, se hicieron
distintos allanamientos con maltrato y violencia. En esa ocasión, nos vimos
obligados a hacer pública esta situación y decidimos ocupar, de forma pacífica,
el Juzgado Federal de Esquel. A nuestro regreso nos avisan que estarían
incendiando una vivienda; hecho que constatamos: solo quedaban cenizas. Unos
días después, nos enteramos que varias personas de la comunidad habían sido
judicializadas. Sólo queremos que nos dejen vivir tranquilos donde nuestras
familias han vivido por generaciones.
Los
integrantes de la Comunidad mapuche tehuelche Cerro Cóndor, ubicada en
las cercanías de Paso de Indios, Chubut, estamos cansados de la discriminación,
ya que a pesar de estar viviendo en la tierra de nuestros ancestros, nunca
tuvimos tranquilidad en nuestro lugar. El Estado quiere sacarnos y alejarnos de
nuestro territorio para que quede en manos de terceros. En el 2011 exigimos el
reconocimiento de nuestras tierras, que hasta entonces el Estado había mensurado
para el usufructo de los terratenientes. Este reconocimiento fue solo sobre una
parte. Exigimos que se reconozca el territorio completo de la comunidad de los
Pichiñan, que siempre ha sido de nuestros ancestros. Los terratenientes que hoy
siguen usurpando tierras se valieron de la complicidad de la policía y del
Instituto Autárquico de Colonización, que operaban sólo para ellos. Nuestros
antepasados, los Pichiñan, venían de lo que hoy es provincia de Buenos Aires y
llegaron a fines del siglo XIX a este territorio buscando vida, salvando a todas
las familias que venían con ellos. Hasta el día de hoy sobrevivimos en nuestra
tierra y peleamos por ella.
Los
integrantes de la Comunidad autónoma mapuche Cañío venimos resistiendo
ancestralmente a este Estado que nos mantuvo invisibilizados durante cientos de
años. Recién en el 2010 nos reconocen como mapuche y lo hacen estigmatizándonos.
Esto ocurre cuando sale a la luz que queríamos impedir que los Estado nacional y
provincial lleven a cabo un megaproyecto turístico en el territorio en el que
hemos vivido ancestralmente; un proyecto que se inició talando bosque nativo y
construyendo un hotel, sin tenernos en cuenta ni consultarnos. Esto prueba que
para el Estado no existimos. Desde ese momento empieza la estigmatización y la
persecución. La justicia, junto con la policía, inventó una causa para
adjudicarle la responsabilidad de la quema de un puesto de la Compañía Benetton
a un miembro de la comunidad que es muy activo en la defensa y la solidaridad de
su pueblo. Este montaje, pergeñado fundamentalmente por el grupo empresarial
Benetton, respondió sólo a la pura especulación y al uso político de la
criminalización. Denunciamos la violencia que sufrimos en las instituciones de
El Maitén; en la escuela y en el hospital público que se niega a atender a
nuestros niños.
Hace
veinte años que los integrantes de la Comunidad mapuche Pillan Mawiza,
actual provincia de Chubut, vivimos de manera ininterrumpida en el territorio.
Hoy volvemos a manifestar nuestra firme y perpetua decisión de no permitir la
represión del río Carreleufu (Corcovado). La construcción de la represa
denominada La Helena condenaría a este ngen, a esta fuerza de la
naturaleza. Ayer eran capitales extranjeros, hoy son capitales argentinos los
que amenazan la vida. Denunciamos a las instituciones que violentan la paz de la
comunidad y no respetan nuestra autonomía. Algunos miembros de la comunidad
continúan siendo perseguidos judicialmente simplemente por ser luchadores y
luchadoras que molestan al poder.
Los
miembros de la Comunidad mapuche tehuelche Sacamata Liempichun, ubicada
en el paraje Payaniyeo, a pocos kilómetros de la localidad de Río Senguer, en la
actual provincia de Chubut, queremos comunicar el inminente desalojo;
lanzamiento que fue emanado por la justicia provincial en el mes de octubre de
2018. Más de quince integrantes fueron notificados con esta medida. Estamos
resistiendo en el lugar, a pesar de la constante presencia policial. Necesitamos
la inmediata solidaridad para con nosotros, que hemos decidido no abandonar
nuestro territorio. Esta medida dictada por un juez beneficia claramente a los
usurpadores.
Dirigimos esta proclama colectiva a la sociedad civil
sosteniendo este camino de diálogo, ya que quienes gobiernan, quienes aplican
sentencias y quienes dictan las órdenes responden con violencia y muerte.
Creemos que son ustedes quienes nos pueden corresponder. Nuestra presencia,
nuestra voz, nuestros relatos, nuestra palabra dejará expuesta esa verdad
corrupta construida por la vieja ciencia, por los grandes medios de
comunicación, por quienes se turnan en gobernar, por
ese puñado de familias
ricas que se beneficiaron constantemente con el empobrecimiento de toda una
sociedad. Coexistimos en este territorio por miles de años, algo tenemos para
decirles: la lucha mapuche no es una lucha egoísta; la defensa del territorio
nos sirve a todos porque es una lucha por la vida, para las próximas
generaciones. De nosotros y de ustedes depende que los asesinatos de jóvenes,
mapuches y no mapuches, no queden impunes y no vuelvan a ocurrir. Cuando la
sociedad argentina lloró sus muertos producto del terrorismo de estado, nosotros
no sospechamos “algo habrán hecho” y dijimos “nunca más” con ustedes. Hoy
decimos “nunca más” por Rafael Nahuel, “nunca más” por Santiago Maldonado,
“nunca más” por Camilo Catrillanca, “nunca más” un muerto por defender la vida y
la libertad.
Por justicia, territorio y libertad.
¡Marici Weu!
¡Marici Weu!
--
--
UAC Unión de Asambleas Ciudadanas Contra el Saqueo y la Contaminación
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Apreciemos
de un
movimiento mapuche que es ya memoria viva y horizonte futuro
el pensamiento a asumir por todos los diversos de abajo en el Abya Yala:
“Nosotros hacemos un análisis del cuadro, de la realidad del momento y hacemos la valoración de que se agotaron los mecanismos institucionales, se agotaron los mecanismos internos de reclamación de nuestros derechos. Por ello había que pasar a una fase de antagonismo frente a un enemigo muy definido".
Nación Mapuche.
Héctor Llaitul y la CAM:
Crónica de la palabra de un weychafe
en la capital del Reino
21 de noviembre de 2018
Resumen Latinoamericano
/ Voces en Lucha
“Hablamos de esta posibilidad concreta de situarnos, de reconocernos y
autoconvocarnos como Nación mapuche”
Hay quienes te enseñan con sus
actos, con su trayectoria personal y política, que hay una dignidad más grande
que la vida misma. Eso, que resulta fácil de formular, difícil de asimilar e
imposible siquiera de imaginar para muchas cabezas, la primera persona que nos
lo enseñó en el largo periplo de Vocesenlucha por las tierras del Abya Yala fue
Héctor Llaitul Carrillanca. Para el mundo, vocero político de la Coordinadora
Arauco Malleco. Para nosotros, además, maestro y peñi o lamngen, que quiere
decir hermano en mapudungun, la lengua mapuche.
Estos días recibimos consternados
la noticia de un nuevo asesinato a un comunero mapuche en el sur de Chile por
parte de las “fuerzas de orden” del Estado chileno. Camilo Catrillanca, de 24
años, era padre de una niña de 4 meses y nieto del Lonko de la comunidad
Temucuicui, en la comuna de Ercilla. Camilo regresaba a su casa en su tractor
después de una larga jornada de trabajo cuando fue baleado por miembros del
“Comando Jungla”, que en la tarde del pasado miércoles 14 de noviembre desplegó
un violento operativo en la comunidad sembrando el pánico entre los comuneros,
muchos de los cuales corrieron a refugiarse en los cerros de los alrededores. Un
grupo de niños trató de entrar al lugar donde Camilo estaba siendo atendido
antes de fallecer. La policía los golpeó y detuvo a algunos de ellos. Junto a
Camilo, fue herido un menor de edad. Trasladado a un centro de salud, este fue
inmediatamente rodeado por un operativo policial. El Comando Jungla es un grupo
de élite de Operaciones Especiales de Carabineros (policía chilena) de unos 80
hombres que ha recibido entrenamiento en EEUU y en Colombia en técnicas de
contrainsurgencia y que algunas informaciones apuntan que vendrá a entrenarse
igualmente en España para combatir a las comunidades mapuche. Esto se enmarca en
el “Plan Impulso Araucanía”, que implica un incremento de la militarización de
los territorios mapuche por parte del Estado chileno. Una iniciativa del actual
gobierno del derechista Sebastián Piñera que ha sido catalogada como una especie
de “Pacificación de la Araucanía 2.0” y que da continuidad a las políticas
emprendidas por anteriores gobiernos dizque progresistas como el de Michelle
Bachelet.
El pasado octubre llegaba a España
el flamante presidente de Chile, quien, en lo que los medios definieron como una
visita exprés, fue recibido por los reyes de España después de participar en un
foro económico llamado “Desafíos en Chile. Hacia un crecimiento integral,
inclusivo y sostenible”, organizado por el diario El País. Sebastián Piñera
también se reunió con el presidente Pedro Sánchez y mostró su interés por
“atraer inversiones de España en áreas como infraestructura, banca y turismo”.
Días después recibimos en Madrid
otra visita también de apenas 24 horas, la del werken (vocero) mapuche Héctor
Llaitul Carrillanca, quien no fue recibido por reyes ni presidente del gobierno.
Héctor viajó a Ginebra para denunciar ante la ONU el perseguimiento que vive su
pueblo, en especial el papel de las transnacionales en los territorios mapuche.
“Sobre la marcha”, como él dice, pudimos extenderle la invitación para que se
dejara caer por estas tierras de quijotes, coronas y quebrantos. Desde
Vocesenlucha nos encargamos de coordinar las actividades en Madrid, con la
colaboración imprescindible en la organización de las compañeras de la
Coordinación de Apoyo al Pueblo Mapuche – Trawunche Madrid y del colectivo
América Latina Soberana, además de otros compañeros que pusieron su granito en
una apretada agenda que dio para un conversatorio en Lavapiés, una cena
colectiva en el espacio de Los Comunes, una rueda de prensa en la librería
Traficantes de Sueños, una reunión en el Congreso de los Diputados con
parlamentarios sensibilizados con la causa, una entrevista en el programa de
radio de la cadena Ser Punto de Fuga y otras reuniones bilaterales con personas
y organizaciones del ámbito de los derechos humanos. Todo esto antes de partir
hacia Bilbao en el viejo rocinante asmático de Vocesenlucha.
La CAM, una organización que revolucionó con su pensamiento y su acción política
las luchas originarias y emancipadoras del continente americano.
A través de las palabras de su
vocero, pretendemos rescatar algunas líneas del pensamiento de un movimiento
mapuche que es ya memoria viva y horizonte futuro, la Coordinadora Arauco
Malleco, la CAM, una organización que revolucionó con su pensamiento y su acción
política las luchas originarias y emancipadoras del contin
continente americano y del que
este weychafe (guerrero mapuche) fue fundador. Es esta una especie de crónica
de esa palabra y pensamiento mapuche nacido del alma de las comunidades en
lucha. Es este siquiera un intento de rescatar algunos trazos de esa voz
portadora de una dignidad más grande que la vida misma.
A Héctor lo conocimos en 2015,
cuando en el inicio de un recorrido de dos años por América Latina y el Caribe,
tras sumergirnos en la realidad de las luchas populares del pueblo chileno,
viajamos desde Santiago de Chile hacia el Sur, deteniéndonos en Concepción,
comienzo del territorio histórico del Pueblo Nación Mapuche, el Wallmapu. Héctor
por aquellos días cumplía condena en la cárcel de El Manzano, donde iríamos a
visitarlo. Sin embargo, antes de llegar nosotros a Concepción le otorgan el
régimen de libertad diurno. Es por eso que nos encontramos en ese espacio que
llamamos, ingenuamente, “libertad”.
En ese primer acercamiento a
Héctor nos sorprende su seriedad, su rigurosidad en las preguntas, su
insistencia en llevar las cosas a lo concreto, a ese espacio de las palabras
donde todos podamos entendernos. Fue claro con nosotros. “Recién salgo unas
horas al día de la cárcel, esa nueva situación me obliga a trabajar en una pega
frente a un ordenador, yo, que no me llevo con la tecnología, y el resto del
tiempo lo dedico a mis hijos, no puedo andar dedicándoles tiempo a ustedes”.
Irrefutable argumento. También fue cristalino con lo que podía pasarnos si
teníamos algún tipo de relación con él. “Hace poco botaron del país a unos
documentalistas que estaban apoyando al pueblo mapuche”, “yo estoy considerado
como terrorista para el Estado chileno”, “hay muchos otros movimientos y
expresiones mapuche, esta es sólo una, pueden acercarse a otras”.
A pesar de sus intentos de sacarse
de encima a estos blanquitos, Héctor no es de esa clase de personas que se
limita a lo discursivo, te larga su rollo y allá te apañes. Quizás porque
entiende lo ideológico como ese espacio donde está presente tanto lo espiritual
como lo material, que ama y defiende la vida, se preocupó de cosas tan básicas
como dónde pasaríamos esa noche. Héctor nos enseñó porque nos cuidó. Y porque
nos cuidó nos enseñó. Poco o nada sabíamos por aquellos días sobre la lucha del
pueblo mapuche. Eso tenía sus cosas buenas y sus cosas malas. Todavía no sabemos
bien por qué, pero seguimos tejiendo. De esos comienzos de relación con la
realidad mapuche nacieron tres documentales. En ninguno de ellos aparece Héctor.
Sí sin embargo su pueblo, el pueblo por el que lucha, producto de lo cual ha
debido soportar largos períodos de prisión y largas huelgas de hambre que
dejaron secuelas en lo orgánico, pero enaltecieron su dignidad a la vez que la
del pueblo mapuche.
A última hora de la tarde solía
preguntarnos la hora. Debía regresar en la noche a la soledad de las rejas,
símbolo palpable de la criminalización contra este pueblo. En una ocasión le
pregunté si no tenía reloj, a lo que me respondió que no. “Creo que tengo por
ahí uno que no uso”. Escarbando en uno de los bolsillos de mi mochila, encontré
un sencillo reloj digital negro con pulsera de goma. Se lo alcancé. “Puedes
quedártelo”. “No acepto regalos”, me dice pensativo. “Podemos hacer un
intercambio”, añade. “Puede ser a cambio de tu libro”, le pregunto. “Ya, listo”.
“Costó un mundo llegar a estos
lugares”, comienza confesando Héctor en el Centro Cultural de Lavapiés, apenas
dos horas después de que su avión procedente de Ginebra aterrizara en Madrid, y
aún con algunas molestias producto de la conjunción de las alturas y las
secuelas de las huelgas de hambre. “Estamos muy agradecidos porque es la primera
vez que la CAM tiene una expresión a nivel internacional. Llevamos más de 20
años como movimiento, como organización, y nunca antes habíamos enviado ningún
representante, y a mí me toca el honor de hacerlo después de muchos esfuerzos
por parte de nuestra gente, de comunidades y de personas en específico”. Antes
de comenzar a llenar de contenido sus palabras, Héctor quiere dejar claro que él
solo representa una expresión del pueblo mapuche. “Yo no soy el representante de
todo el pueblo mapuche. Yo represento una expresión de la lucha de mi pueblo en
la actualidad. Yo hago vocería desde la organización a la que pertenezco, la
CAM”.
“Hay una situación de expoliación, de usurpación del territorio mapuche,
del Wallmapu”
La historia mapuche
El profesor y sociólogo Marcos
Roitman Rosenmann, de origen chileno exiliado después del golpe de Estado de
Pinochet, hace una introducción histórica al conversatorio en Lavapiés, donde
señala que en América Latina, con Estados construidos de manera monoétnica, “los
únicos conquistados son los pueblos originarios, todos los demás somos
conquistadores”. Esos pueblos han sido “sometidos, conquistados y utilizados
como mano de obra barata”. “Los primeros ejércitos y Fuerzas Armadas se
foguearon matando a los pueblos originarios. También ya con los Estados
nacionales”. “La lengua del conquistador articula una visión del mundo. La
Memoria de los Pueblos originarios es oral. Negarles el uso del lenguaje es
negarles su memoria, su vida, su historia”. Son estas algunas de las frases de
la exposición del profesor Roitman. Precisamente por esa historia comienza
Héctor Llaitul su relato.
Estamos ubicados en el Cono Sur,
en lo que se conoce como Chile, pero también hay mapuches del lado argentino. Un
pueblo originario que ahí habitaba antes de la llegada de los invasores.
Nuestros grandes referentes surgen de esa época, de hacer frente a la
arremetida, a la conquista y a la invasión de parte precisamente de España, en
ese tiempo un imperio que a través de la conquista de nuestros territorios del
Abya Yala arremetió con mucha fuerza en contra de distintos pueblos originarios.
Pero con el pueblo mapuche hay una situación encontrada. Jamás fue sometido por
el Imperio español. De eso podemos dar cuenta con mucho orgullo.
Sin embargo, se empieza a
conformar esto de los Estados nacionales, surge Chile, surge Argentina, en un
contexto donde el comercio va entregando una particularidad, la intromisión del
capital foráneo, por lo tanto el afán de Chile y Argentina es reconquistar los
territorios mapuche.
Y por eso se desarrolla esto que se conoce, y quizás sea el
hito más importante, como la invasión del Wallmapu, llevada adelante por dos
Estados, por el chileno, con la campaña militar conocida como la Pacificación de
la Araucanía, y por el argentino, con lo que se conoce con la Campaña del
Desierto, ambas campañas binacionales que arremetieron con mucha fuerza, en un
ejercicio concreto de exterminio, campaña político-militar hasta que
definitivamente obtuvieron esta conquista, derrotar a nuestro pueblo y someterlo
a un régimen de ocupación de tipo colonial que se mantiene hasta el día de hoy.
Hay una situación de expoliación, de usurpación del territorio mapuche, del
Wallmapu, el territorio ancestral mapuche, de más del 95% de esta
territorialidad. Ese hito marca un antes y un después. De ahí nacen las
contradicciones que vivimos hoy día con el Estado chileno y el Estado argentino.
“Hoy en día la realidad es que el sistema de propiedad usurpada se sostiene en
la industria forestal”
La tercera invasión
En esa historia de opresión y
resistencia, Héctor Llaitul identifica tres invasiones: “una, la del Imperio
español, dos la del Estado Nación chileno y tres la del capital monopólico
financiero, la arremetida del capitalismo en la territorialidad ancestral”.
“¿Cómo se instaló el modelo neoliberal en el Wallmapu?”, se pregunta.
Con la contrarreforma territorial,
a raíz del golpe militar y la dictadura de Pinochet, se desarrolla una verdadera
revolución de la economía en esta parte. Hay una transformación de toda la
territorialidad, de toda la estructura que existía en nuestro Wallmapu ancestral.
Se nota principalmente por la introducción del monocultivo, específicamente de
las plantaciones de pino y eucalipto en donde el Estado compromete toda su
fuerza, toda su capacidad. La dictadura le entrega principalmente las tierras a
las forestales, a las corporaciones chilenas, y con el tiempo esta situación ha
ido transformándose en el verdadero enemigo del Pueblo Nación Mapuche. Hoy en
día la realidad es que el sistema de propiedad usurpada se sostiene en la
industria forestal.
La CAM
De esa situación de despojo y de
la articulación de una resistencia de más de 500 años es heredera la lucha
organizada en torno a la Coordinadora Arauco Malleco, nacida a finales de los
años 90.
La CAM surge en un contexto, hace
ya 20 años. Hay un hecho puntual, los sucesos de Lumaco, donde se queman los
primeros tres camiones por parte de comunidades movilizadas que desarrollaban un
proceso de recuperación territorial, específicamente en contra de una forestal.
Ahí se visibilizó y se entendió el problema de fondo, la contradicción
fundamental: entender a nuestro enemigo, cuál es nuestro enemigo y de alguna
manera cómo entrar a confrontarlo. Nosotros hacemos un análisis del cuadro, de
la realidad del momento y hacemos la valoración de que se agotaron los
mecanismos institucionales, se agotaron los mecanismos internos de reclamación
de nuestros derechos. Por ello había que pasar a una fase de antagonismo frente
a un enemigo muy definido.
Veinte años de confrontación directa
contra el capital monopólico nacional y extranjero que ha dejado una de las
historias de lucha y resistencia más impresionantes y revolucionarias del
continente. Un hito
extraordinario en América. Su concepción política, método de lucha y nivel de
conciencia ética caracteriza a la CAM como una de las expresiones de lucha,
resistencia organizada y pensamiento político más avanzadas, frontales y
consecuentes en la batalla contra el capitalismo.
“Es la disputa territorial la que ha generado esta situación de violación de
derechos a nuestras comunidades”
La propuesta política
La situación de ocupación,
sometimiento y opresión histórica hacia el Pueblo Nación Mapuche es la que
define el nacimiento de
una propuesta política, la que nos hace levantar a
nosotros dos concepciones. Una, la concepción de reivindicación territorial y
política. Y la otra, la concepción de levantar un proyecto de liberación
nacional mapuche, que es lo que nos convoca a nosotros en la CAM.
Hay una
disputa territorial, que es el trasfondo del conflicto. Es la disputa
territorial la que ha generado esta situación de violación de derechos a
nuestras comunidades. No es
casual que opere así el Estado chileno, y en el último tiempo el Estado
argentino. Y tiene que ver con el despertar de un pueblo. Tiene que ver con esta
capacidad que va teniendo nuestro pueblo, nuestra gente, de asumir la defensa de
los territorios y los recursos y plantearse incluso esta concepción de libertad
que nos legaron nuestros antepasados, que nosotros la situamos en la
reivindicación de la autonomía para la Nación Mapuche.
Son efectivamente estos dos
conceptos, autonomía y Pueblo Nación Mapuche, dos elementos centrales en la
propuesta política de la Coordinadora Arauco Malleco. La pregunta es ¿qué
entiende por autonomía el pueblo mapuche y en concreto la CAM?
La autonomía
Nada tiene que ver la defensa y la
reivindicación de autonomía del pueblo mapuche con la concepción de autonomía
que se tiene en este lado del mundo, con la España de las autonomías como forma
de organización político-territorial de regiones y nacionalidades. La propuesta
de autonomía del pueblo mapuche tiene que ver con soberanía.
Tiene que ver con independencia
política, con la administración de recursos que hoy les son negados. Autonomía
tiene que ver con la tierra como valor de uso y no como valor de cambio, en
consonancia con la cosmovisión del pueblo mapuche, en relación de reciprocidad y
respeto hacia la vida. Autonomía para la CAM tiene que ver con independencia de
partidos políticos y de otras instituciones del Estado chileno. Autonomía para
el movimiento mapuche organizado tiene que ver con la recuperación de la propia
identidad como pueblo, la resignificación de sus espacios territoriales y
sagrados, el cuidado de su lengua. Autonomía tiene que ver con el ejercicio de
una justicia y una economía propias. Autonomía mapuche tiene que ver con el
derecho de autodeterminación. Tiene que ver por tanto con la asunción del
concepto de Pueblo Nación Mapuche.
Yo pertenezco a un pueblo, un
Pueblo Nación. Ya estamos acuñando esto del concepto de pueblo nación con más
fuerza, por los significados, los componentes que hay ahí. Hablamos de esta
posibilidad concreta de situarnos, de reconocernos y autoconvocarnos como Nación
mapuche. Y lo decimos porque aquí están todos los elementos para el efecto. A
través de parlamentos [firmados con el Imperio español], que deben estar aquí en
los museos de España, se reconocía la soberanía de nuestro pueblo, y una
territorialidad y una capacidad socioadministrativa, política, de autonomía para
la nación mapuche. Eso existió, y esa es una de las reivindicaciones que
nosotros hacemos. Es decir, esta posibilidad de territorio definido, esta
posibilidad de organización social, política, ideológica, que nos permite un
destino común, una situación común en todos los ámbitos, con cultura, con
cosmovisión, con pensamiento, con idioma, es lo que caracteriza y particulariza
a la Nación Mapuche. Esos elementos están todos presentes en nuestro pueblo. Hay
que recuperarlos. Esa es la lucha.
Este ejercicio partió con la lucha
muy concreta de la recuperación de las tierras, lo que a nosotros nos lanzó como
actor político. A la CAM se la conoce muy fuertemente por haberse hecho cargo de
la recuperación de tierras, más allá de lo simbólico, en los hechos. Es la
posibilidad de hacerse con los recursos para la reconstrucción de nuestro
pueblo, pero no visto solamente en esta concepción económica o material sino
desde la perspectiva simbólica, cultural, ideológica, inclusive espiritual de lo
propiamente mapuche. La autonomía la CAM la ha entendido como la lógica central,
como un proceso de descolonización ideológica, cultural, de mirada, de actitud,
de valores. Tiene que ver con la resignificación, con la recuperación de lo
propio, de la identidad y tiene que ver con el compromiso de asumir la lucha de
un pueblo, una lucha desigual, el imaginario de David contra Goliat.
El
conflicto
Con lo dicho hasta ahora queda
claro que el antagonista en
el conflicto del pueblo mapuche no es otro que los grandes intereses
capitalistas y los Estados chileno y argentino, que nacen precisamente como
gendarmes de esos intereses y que hoy día avalan y protegen las inversiones de
transnacionales principalmente madereras, pero también hidroeléctricas y
mineras.
Es un choque inevitable de dos
lógicas, dos realidades, la de la reproducción del capitalismo, con las
forestales, y la reconstrucción de un mundo mapuche, que tiene que ver con el
tejido social, político, ideológico que nos legaron nuestros antepasados.
Esta es una realidad que nos situó en una lucha de tipo
anticapitalista muy fuerte, porque si nosotros reivindicamos la realidad mapuche, el
mundo mapuche, la cosmovisión mapuche, la forma de entender este mundo, la forma
de relacionarnos con la tierra, nos obliga a la defensa de nuestros espacios,
incluso definición del espacio en una forma significativo-cultural muy potente.
Tiene que ver con esa relación insondable, muy poderosa, de que nuestros
hermanos están ahí en relación con la naturaleza. Por lo tanto en contra de la
situación que generan las políticas extractivistas hay una relación de contraste
muy poderosa. Eso nos lleva a levantar una posición muy radical de lucha.
La violencia
Hay una cosa que nos llamó la
atención respecto de esa radicalidad de la que la CAM se ha hecho portadora.
Radicalidad, como señala Roitman, y para que se entienda en estas tierras, en el
sentido martiano del término, que no es otro que el etimológico: “Radical no es
más que eso: el que va a las raíces”, afirmó Martí. Algo así fue lo que nos
llamó la atención de la CAM: ese ir hasta las raíces del monstruo siendo capaces
de enarbolar la bandera de una ética extraordinaria que ama y defiende la vida.
Como nos explicaba Héctor en una conversación informal caminando por las calles
de Madrid, al fin y al cabo “se trata de una lucha por la vida”.
Nosotros hemos sido conocidos con
alcance a nivel internacional porque la CAM se hacía cargo de las operaciones o
de las acciones directas que se llevaban adelante. Acciones principalmente de
sabotaje en el marco de la autodefensa y la resistencia de nuestros territorios,
de nuestro hábitat, de nuestras comunidades. Situación muy compleja de poder
visibilizar en un sentido integral, pero basta decir que estas acciones
aisladas, no son acciones indiscriminadas sino acciones que deben ser situadas
en un contexto de reivindicación de los derechos político-territoriales. Y que
tiene que ver con las comunidades, con la deliberación de ese tejido en
reconstrucción, no puede ser en otro marco.
“En nuestras definiciones y praxis política anticapitalista, tenemos claro
quiénes son nuestros principales enemigos”
La violencia, la violencia
histórica, la violencia política, está como elemento central en esta
confrontación, desde el momento mismo en que nosotros defendemos los
territorios, la autonomía y la libertad que desarrollaron nuestros antepasados y
desde el momento mismo que a través de una campaña político militar se arremete
y se nos sostiene en esta situación de opresión como pueblo, más el régimen de
ocupación colonial que permanentemente hemos vivido con la supresión de todos
nuestros derechos. Hay ahí una señal muy clara de la violencia política por
parte del Estado. Está en lo estructural, en lo superestructural, en lo
ideológico, en lo cultural. Si además a esto le agregamos el componente de
racismo o el discurso racista como ingrediente, como componente, es una
situación muy violenta en la que se ha mantenido al Pueblo Nación Mapuche.
En su libro Weichan, Héctor Llaitul explica con detalle esa perspectiva ética de la CAM: “en nuestras definiciones y praxis política anticapitalista, tenemos claro quiénes son nuestros principales enemigos y por eso no damos prioridad a lidiar con latifundistas y parcelarios. Nuestros enemigos son las forestales y los grandes latifundistas. No planteamos acciones ofensivas, ni siquiera contra la fuerza policial que sostiene hoy una forma de ocupación y militarización. Como es evidente al analizar nuestro accionar, no propiciamos muertes ni pretendemos dañar a las personas. Nunca hemos planteado emboscadas. Pese a todo, incluso a circunstancias como las actuales, nos identificamos con valores, con propósitos nobles. Buscamos reconstruir armonía, buscamos justicia, luchamos por restablecer un tipo de sociedad mapuche sana y justa”(1).
La criminalización
Durante una cena compartida en el
espacio de Los Comunes, después del conversatorio, Héctor nos relata cómo en uno
de los varios aeropuertos por los que ha pasado en estos días de periplo
europeo, en un control policial aduanero apareció todo su expediente. “¿Usted es
Héctor Llaitul?”, le pregunta el policía de turno, “Sí, ese soy yo, todo lo que
pone ahí es cierto, y usted me haría un gran favor a mí y a mi pueblo si me
detuviera”. El policía se le queda mirando y sin muchas ganas de líos estampa su
sello en el pasaporte de Héctor. “Puede continuar”.
Héctor recibe la noticia de que la PDI, policía de investigaciones de Chile, ha
detenido a su hijo Ernesto Llaitul
“Pensar trae consecuencias. La
discrepancia se elimina quirúrgicamente”. Así comienza el texto de Marcos
Roitman, La
criminalización del pensamiento. Lo que se criminaliza, más allá del
actuar, es el pensamiento, porque es el pensamiento lo que precede a la acción
organizada.
No es solamente en el terreno de
los hechos, es también de los planteamientos, de lo teórico, que surge desde el
Pueblo Nación Mapuche. Esto es muy valorable, al menos algunos lo sentimos así,
porque somos los mapuche los que estamos levantando de nuevo el rakiduam y el
proyecto político que nos legaron nuestros antepasados. Eso es un hecho inédito,
porque antes eran otros los que planteaban estrategias de liberación y de lucha.
Es por eso que molesta tanto la
propuesta política de una organización como la CAM. Y es por eso que el pensar y
el actuar de la CAM tuvo consecuencias en sus 20 años de existencia:
persecución, asesinato o encarcelamiento de dirigentes y weychafes mediante
montajes político-policiales. Una criminalización brutal que llevó a Héctor
Llaitul y otros comuneros a soportar largos períodos de cárcel, debiendo asumir
otras formas de lucha como la huelga de hambre. Hasta 82 días pasó el propio
Héctor sin ingerir alimentos.
La lamngen Nélida Molina,
portavoz de la Coordinación de Apoyo al Pueblo Mapuche – Trawunche Madrid,
denunció en el conversatorio de Lavapiés cómo la Ley Antiterrorista permite la
detención preventiva sin pruebas, hasta que el Estado consigue el montaje, y así
es como durante meses y años pueden estar detenidos para llegar a juicios en los
que finalmente salen libres”.
Apenas unos minutos después de
salir de los estudios de la Cadena Ser en la calle Gran Vía, tras participar en
el programa de radio Punto de Fuga, Héctor recibe la noticia de que la PDI,
policía de investigaciones de Chile, ha detenido a su hijo Ernesto Llaitul. Se
le acusa de portar un bidón de gasolina y un hacha, productos que si bien
resultarían sospechosos en las arterias del centro de Madrid, no pasan de ser
usuales instrumentos de trabajo en los territorios donde Ernesto vive, en pleno
campo. Héctor trata de comunicarse con alguien para saber algo más sobre la
detención. Son momentos de preocupación y poca claridad respecto de los hechos.
“La policía se ha militarizado en el Wallmapu. Hablamos de efectivos muy bien
dotados en términos bélicos, con armamento ya de guerra”
Puede parecer casualidad que
Ernesto Llaitul pasara la noche detenido irregularmente, sin notificación alguna
de tal detención, mientras Héctor se reunía en una sala del Congreso de los
diputados con parlamentarios de diferentes agrupaciones políticas para denunciar
la situación de persecución y criminalización que vive el pueblo mapuche, en
particular la aplicación de la Ley Antiterrorista, la reciente Operación Huracán
y el Comando Jungla, ese mismo que hoy asesina a un comunero mapuche por la
espalda.
Si ustedes viajaran al Sur se
darían cuenta de la militarización. La policía se ha militarizado en el
Wallmapu. Hablamos de efectivos muy bien dotados en términos bélicos, con
armamento ya de guerra. Hablamos de miles de efectivos apostados en zona de
conflicto, con blindados, con helicópteros, artillados, avionetas de vigilancia,
e incluso con esta capacidad de no ser detectados, sistemas de vigilancias,
drones, el Comando Jungla, equipo especializado que se entrena en Colombia, en
EEUU y que probablemente también se venga a entrenar a España. Estos elementos
dan cuenta de un escenario más complejo, mayor. Estamos hablando no solamente de
la Ley Antiterrorista sino de la Ley de Inteligencia, que sostiene a un estado y
a la clase dirigente, donde están los entes persecutorios a todo nivel, y que
aúna todos estos esfuerzos desde el poder, desde las Fuerzas Armadas, desde los
partidos políticos, desde el empresariado, en sostener un sistema de vigilancia
y monitoreo en contra de toda la población, pero que está hoy día direccionado
en un sentido antidemocrático, oscuro, que incluso hace prácticas de los tiempos
en que operaba la DINA y la CNI [órganos de inteligencia de la dictadura], con
agentes, con infiltración y con muchos recursos.
Si los españoles llegaron diciendo
que nosotros éramos sanguinarios, sin alma, primitivos, a los que con la cruz y
la espada se tenían que someter, posteriormente, cuando se conforma el Estado
nación chileno dijeron los mapuchitos que había que civilizar, o éramos los
indios flojos y borrachos,… ese estigma constante, desde los tiempos de la
conquista hasta los tiempos actuales, que hoy día somos definidos de
violentistas y terroristas. Tiene que ver con eso, con reproducir en todos los
entes del aparato estatal, de la lógica del poder en su conjunto, desde los
medios de comunicación, la educación, el discurso político, la visión racista,
para la estigmatización y finalmente la eliminación de nuestro pueblo.
El Pueblo chileno
Son muchas las voces, tanto de
periodistas como del público asistente al conversatorio en Lavapiés, que se
interesan por la relación de la lucha del pueblo mapuche con el movimiento
popular chileno, con el pueblo de Chile. Inquietud compleja a la que Héctor
intenta dar respuesta.
“la lucha del pueblo mapuche no va a ser posible sin la lucha del pueblo
chileno”
Yo he sido mandatado para hablar
del pueblo mapuche, y no de lo que le pasa a los chilenos o de las posiciones de
los chilenos, pero comparto el análisis de que el conflicto más importante o más
serio que tiene el Estado chileno es con la causa mapuche.
En Chile no hay otro conflicto con
perspectiva que dé cuenta de una defensa mayor en el sentido de los derechos de
los oprimidos. Duele un poco pero es la realidad. El enemigo es común, la
oligarquía nos tiene oprimidos al pueblo nación mapuche y al pueblo chileno, por
lo tanto debiera haber procesos que vayan concatenados, con sus autonomías, con
sus procesos propios, y que nos vamos a encontrar seguramente, vamos a
converger, porque el enemigo es común.
Y ojalá que, con esta mirada autonomista, se reconstruyan mundos de justicia y de poder en el campo popular en el caso de ustedes o de los chilenos, pero estos esfuerzos serán de los chilenos, nosotros lo único que podemos decir es que las luchas se tienen que hermanar, necesariamente. Convivimos en una territorialidad. No todo el pueblo chileno nos acompaña, ahí hay un trabajo que hacer al respecto, pero hay solidaridad de la gente común, a pesar de los medios de comunicación, donde el 99,9 % pertenecen a los poderosos. Hay redes, hay otras cosas que dan cuenta de la justeza de nuestra lucha y esto nunca lo van a callar, porque está en la humanidad de los chilenos en general y de los latinoamericanos, y de ustedes también en otras expresiones, porque si lo planteamos bien el acompañamiento existiría.
Como conclusión a este punto,
traza unas palabras que dan que pensar:
“la lucha del pueblo mapuche no va a ser
posible sin la lucha del pueblo chileno”. En estos días después del asesinato de
Camilo Catrillanca, se multiplican las manifestaciones en distintos puntos de
Chile. Protestas que dejan un saldo de más 40 detenidos.
Mapuche significa `gente de la
tierra’. Mapudungun es el `habla de la tierra´. Toda esa dimensión
cosmovisionaria tiene que ver con la lucha por la sustentabilidad, el
equilibrio, la reciprocidad, el amor, la fuerza que nosotros sentimos por
nuestros hermanos en la naturaleza, árboles, ríos, vertientes, agua, todo. Lo
vemos más allá que en un plano económico o material, es la forma de vida. Con
eso yo me despido, les agradezco, y bueno, en mapudungun nosotros decimos
Amulepe Taiñ Weichan, “la lucha continúa”, Wewaiñ, `Triunfaremos’, ¡Marichiweu!
Con estas sentidas palabras
finaliza el conversatorio. Tal y como él mismo dice, Héctor Llaitul solo
representa una expresión del movimiento mapuche. Una expresión de lucha
autonomista, mapuchista, de una claridad política y de una dignidad que sólo
puede ser un ejemplo para todas aquellas voces que aspiren a construir una
realidad alejada de los postulados capitalistas. Más ética, más bella, y por lo
tanto más humana. Más acorde con ese buen vivir que persigue la lucha de los
pueblos originarios.
Lolita Chávez: “las multinacionales no entienden que lleguemos a dar la vida por
defender el derecho a existir de la tierra”
Hoy, ante la noticia de un nuevo
corazón mapuche y comunero asesinado a balazos por parte del Comando Jungla, ese
que Héctor denunció en Madrid, recordamos las recientes palabras de la defensora
de derechos humanos del pueblo K’iche, Lolita Chávez Ixcaquic: “las
multinacionales no entienden que lleguemos a dar la vida por defender el derecho
a existir de la tierra”. He ahí esa dignidad más grande que la vida misma de la
que los movimientos organizados de los pueblos originarios son portadores.
Llegar a dar la vida por una vida digna colectiva. Eso nunca podrán entenderlo
aquellas cabezas dominadas por la epidemia neoliberal. Tampoco entienden que no
hay Estado, ni ejército, ni Comando Jungla que pueda acabar con esa dignidad.
Dignidad que queda patente en el
funeral del comunero Camilo Catrillanca, donde miles de corazones en lucha le
rindieron un sentido homenaje bajo la cosmovisión mapuche. Allí estuvo presente
Héctor, quien llamó a la resistencia y reivindicó a Camilo Catrillanca como
weichafe de la nación mapuche. “Nosotros entendemos que, en este camino, nuestro
weichafe nos dará la energía necesaria para seguir combatiendo a nuestros
enemigos, quienes están en el sistema y el Estado capitalista”.
En la tarde de un jueves de un
octubre que agoniza, a lomos de nuestro pequeño Rocinante abandonamos la ciudad
de Madrid después de un día intenso, rumbo a Bilbao, donde Héctor continuará con
su agenda de actividades y reuniones. Mientras tomamos la carretera de Burgos,
habla por teléfono con una radio chilena que le entrevista por la detención de
su hijo. Unas horas después, nos enteramos que Ernesto ha sido puesto en
libertad con arraigo nacional, lo que le obliga a firmar una vez al mes ante
Carabineros. Un nuevo hostigamiento contra un movimiento que sabe cuál es el
verdadero enemigo y hacia él enfoca su lucha.
En este reencuentro con Héctor en
tierras castellanas, en su muñeca izquierda llevaba puesto el reloj digital
negro que un febrero de 2015 saqué del bolsillo de una mochila que nos acompañó
durante dos años por las tierras del Abya Yala. Nosotros guardamos su libro Weichan como
uno de nuestros textos más queridos, un verdadero tesoro de sabiduría mapuche,
portador de esa palabra y ese pensamiento preñado de lucha por la vida digna.
(1) Héctor
Llaitul y Jorge Arrate, Weichan. Conversaciones con un weychafe en la prisión
política, Santiago de Chile, 2012, Ceibo ediciones, pp. 293-295
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/11/21/nacion-mapuche-hector-llaitul-y-la-cam-cronica-de-la-palabra-de-un-weychafe-en-la-capital-del-reino/
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