jueves, 23 de mayo de 2019

La unidad contra Macri no rompe con el FMI ni con los extractivismos.


Por tanto, a qué país miran, sólo examinan su actual potencial de súper negocios por expoliación a trabajadores, campesinos e indígenas y a la naturaleza.
No hay diferencias entre neoliberales y progresistas e izquierdistas afines lo descubrimos cuando analizamos procesos contrapuestos a los buenos vivires en Bolivia, pese a las apariencias de Evo Morales de promoverlos.
TIPNIS, cuando las palabras superan a los hechos
23 de mayo de 2019

Por 
Alberto Acosta y Fátima Monasterio (Rebelión)

Es muy común, más aún en política: la práctica desdibuja muchos discursos grandilocuentes. Eso sucede en Bolivia. No hace muchos años, entre una gran emoción y miles de personas, con los ojos del mundo atentos en la Conferencia Mundial de los Pueblos en Tiquipaya, Cochabamba, el presidente Evo Morales afirmó solemnemente que “para garantizar los Derechos Humanos es necesario reconocer y aplicar efectivamente los Derechos de la Madre Tierra”. Palabras potentes, esperanzadoras, pronto diluidas ante realidades como la construcción de una carretera que atraviesa el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
Luego de marchar en dos ocasiones hacia la ciudad de La Paz en rechazo a dicha carretera que dividiría el TIPNIS, de acudir -sin respuesta- a los tribunales nacionales y de solicitar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que active mecanismos de protección de sus derechos, los pueblos indígenas del Tipnis encuentran en el Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza un espacio abierto para presentar su defensa de la Madre Tierra y de sus derechos.
Una veintena de personalidades de distintas partes del mundo y con reconocida trayectoria internacional, como jueces de ese Tribunal, sancionan al Estado Boliviano por violar los Derechos de la Madre Tierra y de sus defensores: los pueblos indígenas del Tipnis. El Estado Plurinacional de Bolivia, como demuestra dicha sentencia, incumplió sus obligaciones de garante en la protección y defensa de tan trascendentales derechos. Han sido sistemáticas las violaciones de la Constitución Política del Estado Plurinacional; de la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra de Tiquipaya, aprobada en abril de 2010, incorporada en la normativa interna a través de la Ley No. 071; de la ley 300 que vincula los derechos del vivir bien con los de la Naturaleza; así como de tratados internacionales ratificados por el Estado boliviano.
También es evidente la vulneración de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas, quienes –al igual que en otras partes de Bolivia y la región– ven amenazados sus territorios y sistemas de vida por proyectos extractivistas bendecidos por el “interés nacional” y la búsqueda de un –cada vez más esquivo– “progreso”.
Por igual, la sentencia del Tribunal hace reflexionar sobre una cuestión clave: cómo el modelo de desarrollo extractivista colisiona con los derechos fundamentales de la Naturaleza y de los seres humanos, en este caso de los pueblos indígenas.
Una modalidad de acaparamiento masivo de recursos naturales que, en vez de limitarse en estos derechos según la conformación democrática del Estado Plurinacional, se despliega promulgando leyes y decretos inconstitucionales, debilitando los controles ambientales, flexibilizando los marcos regulatorios en la materia y criminalizando a las defensoras y los defensores de derechos, principalmente pueblos indígenas. Extractivismos que, como vemos en toda nuestra América, recurren cada vez más a todo tipo de violencias como condición necesaria para seguir expandiéndose.
La Sentencia alerta también sobre la necesidad de preservar la autonomía de los órganos estatales y las instituciones de administración y fiscalización pública.
Crédito a los hechos
La construcción de la carretera Villa Tunari–San Ignacio de Moxos –como otros casos– desnuda los límites democráticos en Bolivia donde –desde mucho tiempo atrás– su población sufre la arbitrariedad de sus gobernantes y la falta de una institucionalidad que posibilite la convivencia democrática y transformadora; aspectos urgentes en una sociedad cargada de injusticias múltiples, de un patriarcado omnipresente e incluso –pese a los últimos avances conseguidos– de racismo.
Así, y cumpliendo lo establecido en los cuerpos legales citados, la sentencia del Tribunal exige a las autoridades activar de inmediato y de oficio las acciones legales pertinentes que garanticen la paralización definitiva del proyecto carretero y la continuidad de la vida e integridad del Tipnis. Si bien las decisiones de este Tribunal a priori no son vinculantes, su sentencia es un severo reclamo ético al presidente boliviano y su gobierno, que en el exterior aparecían como promotores e incluso garantes de los derechos de la vida (que de eso se tratan los Derechos de la Naturaleza y los Derechos Humanos).
Igualmente, con esta decisión, este Tribunal incita a la sociedad boliviana a acciones concretas que frenen tanto atropello y descubran el doble discurso de gobernantes que se venden como defensores de derechos, cuando en realidad son sus principales violadores. Como bien anotaba Don Quijote de la Mancha: “El crédito debe darse a las obras no a las palabras".
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=256334
Insistamos en compenetrarnos de porqué interpelar a la sociedad boliviana a acciones concretas que frenen tanto atropello.

Informe de Comisión internacional sobre el caso TIPNIS
"Es indispensable la paralización definitiva
del proyecto de carretera por el TIPNIS".
17 de enero de 2019
 
Por Rebelión

 
La comisión que visitó el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) en agosto pasado, con base en la amplía información recopilada durante su visita, exhorta al Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza sancionar al gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia por las reiteradas violaciones a los derechos establecidos en la “Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra”, expedida en Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia, el año 2010, y a otros cuerpos jurídicos que le reconocen como sujeto de derechos.
El informe de 44 páginas de la comisión señala que se están afectando y se afectarán aun más los siguientes Derechos de la Madre Tierra: derecho a la vida y a existir; derecho a ser respetada; d erecho al agua como fuente de vida ; derecho a la regeneración de su biocapacidad y continuación de sus ciclos y procesos vitales libres de alteraciones humanas, así como el derecho a mantener su identidad e integridad como seres diferenciados, auto-regulados e interrelacionados .
Así mismo la comisión constata que se vulneran los derechos de los pueblos indígenas y los derechos de las defensoras y los defensores de la Naturaleza. 
Violaciones que se ven agravadas por el irrespeto al marco jurídico e institucional del Estado Plurinacional de Bolivia.
Así mismo, la comisión exige del gobierno de Bolivia:
- La paralización definitiva del proyecto de carretera por el TIPNIS.
- La derogación de la Ley 969 de agosto del año 2017.
- La adopción de medidas para detener el avance de la colonización hacia la zona núcleo del TIPNIS.
- La consolidación territorial y la autonomía del Territorio Indígena Multiétnico en el Bosque de Chimanes, lo que permitiría el control y gestión integral con el TIPNIS.
- La anulación de los planes de expansión petroleros.
- La identificación y sanción de los responsables de las violaciones a los Derechos Humanos el año 2011 en Chaparina.
El informe sustenta sus conclusiones en datos, informaciones y testimonios obtenidos directamente durante su visita a Bolivia. La comisión informa que la demora en la presentación de su informe se debe a que el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia eludió responder el cuestionario que se le envió, según lo convenido en la reunión realizada con el Ministro de Gobierno, Carlos Romero, el 20 de agosto de 2018. Este hecho obligó a la comisión a recoger información adicional a través de otras investigaciones y estudios facilitados por un gran número de personas y organizaciones.
La comisión conformada por Alberto Acosta, Shannon Biggs, Enrique Viale y Hana Begovic visitó Bolivia a pedido de representantes de la Subcentral del TIPNIS, que expusieron el caso en la cuarta sesión del Tribunal Internacional de derechos de la Naturaleza realizado en Bonn Alemania en noviembre de 2017.
El Tribunal Internacional de Derechos de la Madre Tierra -conformado por jueces y juezas de reconocida autoridad ética y compromiso con la Madre Tierra nombrados por defensoras y defensores de la Madre Tierra de diferentes partes del mundo- considerará el mencionado informe y emitirá hasta fines del mes de marzo de 2019 su sentencia sobre el caso TIPNIS.
Finalmente es de remarcar que el mencionado tribunal es una instancia de la sociedad civil, con carácter ético, que tiene como objetivo investigar y dictaminar casos sobre violaciones a los Derechos de la Naturaleza, por la infracción de responsabilidades por parte de organizaciones internacionales, Estados, empresas o individuos, en aplicación de lo establecido en la mencionada Declaración de Tiquipaya. 
 
Informe completo en el siguiente enlace: https://tipnisbolivia.org/?p=4388
 
Leamos porqué deschavar al gobierno de Evo Morales: "Ataque grave a los ecosistemas, amenaza severa para la existencia humana y no humana, cambios radicales en los modos de vida tradicionales de las familias indígenas".
 
Sobre el medio ambiente,
Evo Morales hace lo contrario de lo que profesa
24 de enero de 2019
 
Alice Campaignolle
Mediapart/Correspondencia de Prensa
 
 
El primer presidente indígena de Bolivia, elegido en 2006 con un programa social, proindígena y ecologista, es conocido en el extranjero por sus discursos en las Naciones Unidas que defienden la Pachamama, la Madre Tierra, o combaten al capitalismo depredador. Pero Bolivia vive una realidad diferente, entre la deforestación, el extractivismo y el hostigamiento a las ONG ambientales. 
 
Ataque grave a los ecosistemas, amenaza severa para la existencia humana y no humana, cambios radicales en los modos de vida tradicionales de las familias indígenas. Los términos son fuertes, las frases incisivas. Cuanto más avanza el lector en el informe de la comisión del Tribunal Internacional Por los Derechos de la Naturaleza sobre el caso Tipnis, más se ve abrumado por la política ambiental del presidente boliviano Evo Morales.
Este texto (ver documento adjunto), redactado por tres miembros del tribunal, acaba de ser difundido públicamente y fue entregado al gobierno boliviano el miércoles 16 de enero. El informe pide expresamente que la justicia tome sanciones contra las autoridades del país a propósito del caso Tipnis (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure), por «violaciones repetidas de los derechos de la Tierra Madre». Este tribunal internacional fue creado en 2014 y se propone juzgar, gracias a especialistas del tema, las violaciones de los derechos ambientales en el mundo. Alberto Acosta, Shannon Biggs y Enrique Viale (respectivamente economista ecuatoriano, activista medioambiental estadounidense y abogado argentino), acompañados por Hana Begovic, de la Alianza para los derechos de la naturaleza, fueron a Bolivia en agosto de 2018 para verificar por sus propios ojos la situación del Tipnis.
En noviembre de 2017, al mismo tiempo que la COP23 de Bonn, el Tribunal por la defensa de los derechos de la naturaleza fue informado sobre la situación de esta reserva natural indígena, situada en el corazón de Bolivia. El parque beneficiaba hasta entonces de una protección legal contra todo tipo de ʺalteración humanaʺ, pero Evo Morales, en agosto de 2017, decidió levantar esa protección para poder construir una carretera que atravesará la reserva de Norte a Sur. Sesenta kilómetros con una naturaleza excepcional y una biodiversidad incomparable.
Alberto Acosta, uno de los miembros del tribunal que visitó el Tipnis, explica: ʺEn la Amazonia, un kilómetro de carretera asfaltada da lugar a 3 o incluso 4 kilómtros de caminos anexos. Se imaginan ustedes entonces el impacto de esos 60 kilómetros.ʺ Y para el economista, la idea de construir una carretera ʺrespetuosa del medio ambienteʺ, tal como lo dijo el gobierno boliviano, carece completamente de sentido: ʺEso significa querer hacernos creer que Drácula es vegetariano y que puede, de ahora en adelante, hacerse cargo del banco de sangreʺ.
Según este especialista, esa carretera tendrá forzosamente un impacto fuerte sobre el medio ambiente y si ha habido una reacción internacional sobre este asunto es porque esa carretera se ha transformado en el símbolo de las promesas olvidadas de un gobierno que se reivindicaba, cuando fue elegido en 2006, indígena y protector de la Madre Tierra…
Ese parque natural protegido va a ser literalmente cortado en dos, poniendo así en peligro el ecosistema de 858 vertebrados diferentes, entre los cuales algunos que ya están en peligro de extinción, así como el modo de vida de los Chima, de los Yucararé y de los Mojeños, poblaciones indígenas que habían sabido hasta ahora conservar su modo de vida tradicional.
Es un viejo proyecto de todos los gobiernos bolivianos desde 1990, provocó muchas movilizaciones a escala nacional. Durante las nueve “marchas indígenas”, los “anti-carretera” recorrieron miles de kilómetros hasta La Paz, antes de enfrentarse, en la mayoría de los casos, a la represión policial que provocó un total de 74 heridos en 2011.
Pablo Solón es un activista medioambiental que trabajó “estrechamente” con Evo Morales, en el marco de varios gobiernos, sobre temas medioambientales. Para él, que fue también embajador de Bolivia en la ONU, el Tipnis “no es lo más grave”. Si ese parque se ha vuelto emblemático, “es porque de pronto la contradicción entre el discurso y la realidad nos salta a la vista”; nos recuerda que en términos de impacto medioambiental, “lo que sucede en el corazón del Tipnis no es nada, comparado a lo que vivimos, cada año, cada día, en el país.”
En Bolivia, cada año, son quemadas entre 200.000 y 250.000 hectáreas de selva –equivalente a la isla de La Reunión. La agricultura sobre chamizado (selva quemada) es practicada intensamente en el país. Esta deforestación permite el desarrollo de mega proyectos, como las represas hidroeléctricas del Bala o del Chepete que, una vez construidas, inundarán espacios tan vastos como cinco veces la ciudad de La Paz y ocasionarán el desplazamiento de más de 5.000 personas.
El objetivo de Evo Morales es el de transformar a Bolivia en “el corazón energético de América del Sur.” Mientras tanto, el hecho de cortar árboles permite desde ya, abrir un espacio para la ganadería y para la soja transgénica. Bolivia ya forma parte de los diez países del mundo cuyo porcentaje de deforestación por cabeza es más elevado. En la región de Santa Cruz (al Este del país), la agroindustria prospera sin ser para nada molestada por el gobierno, el que le facilita incluso la implantación. En 2011, por ejemplo, el Parlamento votó la ley 144, un texto que “regula” los OGM pero no los prohíbe.
Hoy, según las estimaciones de diferentes centros bolivianos de investigación sobre la agricultura, el 100% de la soja cultivada en Bolivia sería OGM. Una soja resistente al glifosato, con el cual se trata cada año un millón de hectáreas. Para Pablo Solón, Evo Morales habría cedido ante los agricultores del Este del país “para comprar así la paz social. Ahora, puede ir tranquilamente a los diferentes salones de la agricultura en Santa Cruz. Antes, antes no podía poner los pies en ellos.”.
Cocaína y acoso
Una parte de los productores de coca quedó también muy satisfecha con la política de Evo Morales y con sus nuevas orientaciones en materia de medio ambiente. El presidente boliviano, que era él mismo productor y dirigente sindical agrícola, permite, poco a poco, la ampliación de las superficies de producción de coca en regiones en las que la planta producida es sin embargo amarga, poco propicia a ser masticada. Son regiones más bien conocidas por estar en el centro del narcotráfico –en particular, la región de Chapare, al límite del Tipnis.
En el parque indígena, una zona está “colonizada” por los productores de coca, llamados “cocaleros.” En un principio, limitados a una zona reservada, mordisquean poco a poco el terreno del parque, lo que implica una importante deforestación. Y en ese sentido, los expertos temen que la futura carretera permita a los productores de extenderse más aún.
Alertados por las poblaciones indígenas del parque sobre la situación del “Polígono 7”, los miembros de la comisión del Tribunal para los derechos de la Naturaleza intentaron, en el transcurso de su visita de agosto de 2017, ingresar en la zona en la que están implantados los cocaleros. Pero, sin embargo, el acceso les fue denegado antes de haber sido detenidos durante varias horas, sin intervención policial alguna, por unos cincuenta productores de coca.
Para Alberto Acosta, el territorio es una “zona sin derecho alguno”: “Son los productores de coca quienes dictan la ley. Por ejemplo, para atravesar un puente, los camiones militares se ven obligados a pedir a los cocaleros un permiso especial.” Después de este incidente, el Ministro del Interior, Carlos Romero, calificó a la comisión de “no oficial” y su informe fue calificado de “documento sin valor.”
Si bien es cierto que este Tribunal por los derechos de la Naturaleza es una iniciativa de los ciudadanos y que no goza de un reconocimiento internacional, éste se basa “legalmente” en la declaración de Tiquipaya, un pueblo boliviano que se encuentra en el centro del país, donde en 2014 fue organizada la conferencia mundial de los pueblos sobre el cambio climático y la defensa de la vida, convocada por… el propio Evo Morales.
Como miles de bolivianos, especialistas y activistas internacionales, Shannon Biggs y Alberto Acosta estaban presentes y recuerdan aún el entusiasmo de entonces ante la idea de reunir una serie de “proposiciones destinadas a la comunidad internacional con el objetivo de preservar la vida y de luchar contra el cambio climático.” El discurso de Evo Morales fue impresionante, se dirigió “a los pueblos del mundo”, llamando a “decidir sobre el futuro de la Madre Tierra”, el que concluyó gritando, extático: “El planeta o la muerte.”
Jorge Gómez, director de un centro investigación boliviano sobre el medio ambiente (el CEDLA), reconoce que en el momento de la llegada de Evo Morales al gobierno, se sintió “muy entusiasmado.” Tuvo, incluso, “la oportunidad de formar parte del gobierno”, pero prefirió “mantenerse independiente”, comenta ahora. Enseguida, las relaciones se degradaron. La ONG empezó a criticar la política medioambiental –atribución de tierras- y también, la situación en el Tipnis.
LA ONG se convirtió de esta manera en blanco de las críticas públicas por parte de los miembros del gobierno, los que la acusaron de estar financiada por entidades extranjeras y de sembrar la discordia entre los movimientos sociales y la ONG. Los controles fiscales se multiplicaron, la presión administrativa aumentó, los contratos de alquiler de los locales no les fueron renovados. La misma situación le tocó vivir a la CEDIB, otro centro de investigaciones particularmente crítico, o a la Fundación Tierra.
Según Pablo Solón, Evo Morales no tiene la excusa de la realidad de la gestión del poder, en un mundo globalizado que amordaza los ideales medioambientales. “Los OGM son un claro ejemplo de ello –explica. En 2010, el gobierno tenía todas las posibilidades de tomar un rumbo agroecológico, pero decidió no hacerlo.” Ahora bien, según su opinión, no prevalecieron solo las bajas razones electorales: “El presidente boliviano quiere, ante todo, quedarse en el poder. La agroecología es una agricultura de los pequeños de abajo. Ésta no genera enormes beneficios que se vierten luego en las arcas del Estado y no enriquece a los grandes agricultores, esos mismos de los que Evo Morales busca los votos y el apoyo.”
Hoy, Evo Morales sigue su camino, el del desarrollo a toda costa, pero condena al país a una lógica de extracción de materias primas y a una huella ecológica desastrosa. Para Pablo Solón y otros activistas medioambientales, el gobierno prevé incluso, próximamente, la puesta en práctica de la fractura hidráulica.
Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa: https://correspondenciadeprensa.com/


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