lunes, 30 de julio de 2012

El modelo se despliega contra los pueblos de nuestro país y Nuestra América


Justo cuando otra sociedad y otro continente-mundo 
son posibles
El modelo es esencialmente extractivo. Vacía a nuestro país-continente de recursos naturales o de cuanto es valioso para la producción y el desarrollo del capitalismo imperialista y subimperialista. De modo que el sistema mundializado progresa a costa de aniquilar el potencial de buen vivir y trabajo de los pueblos sometidos a su saqueo. Antes que nada consume volúmenes descomunales de agua dulce mediante los monocultivos, las plantas de crushing en la ribera del Paraná a la altura de Rosario-San Lorenzo y la superexplotación minera e hidrocarburíferas. Se la quita a la vida de todos los seres cuyo componente fundamental es el agua. La sustrae a las poblaciones de zonas semiáridas y las desposee no sólo de tan elemental derecho sino de poder seguir adelante con sus actividades agropecuarias y turísticas.

A tamaño consumo oligopólico del agua dulce y de su transferencia gigantesca en forma de “agua virtual” hacia los países importadores de productos agrícolas se suma la destrucción de los ríos, las costas y los humedales por la IIRSA y por los megaemprendimientos turísticos, comerciales e inmobiliarios. Aún más todo el país-continente se ve amenazado en su habitabilidad por la megaminería transnacional pues ataca al sistema de glaciares-periglaciares y al de la cordillera, con lo cual se afecta gravemente las fuentes de alimentación de las cuencas hidrográficas, las reservas hídricas y la crisis climática. Se trata de un exterminio futuro que ya se anuncia como genocidios silenciosos a causa de la criminalidad de lesa humanidad de contaminar sólo para el lucro a corto plazo del poder económico e imperialista y de expulsar a las comunidades campesinas, a los pueblos originarios y a las pequeñas, medianas localidades de sus territorios.

Es una desertificación que deriva de la ocupación imperialista de todo el país-continente para hacerlo funcionar en acuerdo con las necesidades y los intereses de los oligopolios globalizados. Esta ocupación comienza, en Argentina, a planificarse e instaurarse mediante la dictadura militarizada de la alianza entre las elites locales y los poderes del capitalismo central. Prosigue con el apoderamiento transnacional del Estado y sus empresas estratégicas que el Consenso de Washington programó. Su implementación liderada por el Partido Justicialista y la colaboración de la Unión Cívica Radical, preparó la viabilidad de la actual acumulación gran capitalista por desposesión de vida, territorio y dignidad a los pueblos. Dentro de los efectos principales del neoliberalismo están también: el empobrecimiento del país y su población, el desempleo masivo, el colapso de economías extrapampeanas, el alto porcentaje de trabajo despojado de derechos laborales y la descentralización del Estado que lo neofeudalizó.


Hacia relaciones sociales de superación del capitalismo
Una herramienta eficaz de concentración y centralización capitalista es el supermercadismo porque subsume al país entero en la recolonización y en el deslizamiento hacia una situación de hambre parecida a la de Haití sin que la mayoría de la población se percate debido a estar cautivada por la modernidad consumista. ¿Cómo convocarla a participar en los cambios que emancipen del crecimiento en desigualdad, desamparo y subordinación?

Frente a la sojización y el supermercadismo de Argentina cabe organizar y luchar por la «soberanía alimentaria» como propone Vía Campesina. El proyecto de la «soberanía alimentaria» procura establecer relaciones tendientes a la reciprocidad entre los distintos de abajo, de los ámbitos urbanos con los rurales y de la sociedad con la naturaleza. Construye esta unidad popular en diversidad y en armonía con la Madre Tierra conforme expande la deliberación y toma de decisiones sobre qué y cómo producir y distribuir para el acceso de una creciente mayoría a alimentos nutritivos, acordes con las culturas e higiene y adecuados a las necesidades de toda la población. Sin embargo, ese involucramiento colectivo surge y se sustancia en las luchas sociales. Porque parte de la afirmación de sujetos colectivos en sus derechos. Basta ver cómo minorías componentes de la mayoría se organizan para sus luchas por ejercer derechos y lo hacen según nuevos vínculos que anticipan las posibilidades de otra sociedad, otro país y otro mundo emancipados del poder económico e imperialista. Lo primordial es que convergen desde múltiples caminos de autoorganización horizontal, pluralista e intercultural en el compromiso de desquiciar al sistema capitalista sólo centrado en el apoderamiento de riquezas y poder por una minúscula minoría de la humanidad.

La sojización, el supermercadismo, la sustitución de pueblos y actividades productivas por monocultivos de pinos o eucaliptos, las industrias sucias como las pasteras, la megaminería, el reemplazo de la producción alimentaria por monocultivos de agrocombustibles y la superexplotación pesquera e hidrocarburíferas son expresiones de la desterritorialización y reterritorialización que realiza la ocupación imperialista del país-continente. Antepone su mercado global a la vida de los pueblos con impunidad y de manera ‘democrática’ por la participación de las elites locales como socios menores. Gobiernos y Estados (en sus distintos niveles) intervienen activamente para legalizar y conseguir la licencia social al sistema de saqueo y devastación que profundiza la dependencia de Argentina de las potencias imperialistas. También criminalizan tanto a los que el capitalismo desposee de todo como a quienes resisten a la prioridad del extractivismo sobre el presente y futuro buen vivir de los de abajo.  

Sin embargo, en toda la Argentina, tiene lugar la disputa por territorios que significa la confrontación popular con la lógica capitalista de privatización y mercantilización de la naturaleza o de los bienes comunes. De modo que ya está en potencia el desafío de que todos los de abajo se identifiquen con crear e impulsar la reforma agraria integral que exigen organizaciones campesinas e indígenas. Significa la recuperación y/o reconstitución de los territorios por los pueblos con voluntad de transformarlos según las autonomías e identidades de cada cual y conforme al hermanamiento entre ellos. En esa senda marcha el Espacio Intercuencas desde mediados de 2007 que, bajo el lema “Bs.As. Se Abraza por la Vida”, une “esfuerzos por cuencas hídricas limpias, libres de contaminación y por la recomposición y ordenamiento socioambiental del territorio”1 perteneciente a la zona metropolitana (1. www.espaciointercuencas.org).

Hacia un régimen de propiedad acorde con la soberanía popular y los derechos de la Naturaleza
A lo largo y ancho de Argentina hay luchas en defensa del agua, la vida y los territorios. En esa resistencia al modelo de producción y desarrollo capitalista se hallan las Asambleas Ciudadanas (UAC), el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) y la Red Nacional de Medios Alternativos. Pueblos originarios, militancias de izquierda partidaria e independiente y otras importantes agrupaciones están también en esa lucha. Coinciden todos en multiplicar diálogos mirando a enfoques integrales de porqué ¡NO! al progreso capitalista y de cómo es posible el buen vivir abajo. Aprecian los saberes e historias que han sido menospreciados y silenciados. Saberes que provienen de pueblos de otros continentes y de Nuestra América. Saberes que tienen los de abajo sobre su cotidianeidad social y los campesinos e indígenas sobre los ecosistemas locales. 


También están los saberes de estudiantes y profesores universitarios e incluso Facultades que participan en la descolonización científica y tecnológica. Porque no sólo se esmeran en concretar la transdisciplinariedad de todas las ciencias en vez de su fragmentación capitalista y toman partido por el buen vivir de los de abajo. Sino, sobre todo, se incorporan al sujeto colectivo de las resistencias a la expropiación y ocupación destructiva de los «territorios»  que son la vida, la cultura y la historia en común de los pueblos que los crearon en interacción con la naturaleza propia del lugar. Participan en pie de igualdad de la elaboración conjunta de conocimientos e iniciativas comunicacionales como herramientas de lucha. 
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El «territorio» es multidimensional, resulta de gran variedad de relaciones y prácticas de ahí que su defensa para ser efectiva debe articular las distintas luchas contra otras consecuencias del modelo o del capitalismo e imperialismo: las condiciones precarias de vida y trabajo de los desalojados de sus tierras, en especial, por el sistema global de agronegocios; los autoritarismos provinciales; los nexos del modelo extractivo con las redes internacionales de prostitución y trata de personas así como con el narcotráfico y el Estado represor cada vez más militarizado y terrorista. Pero esta unidad con voluntad de afirmar los derechos de todos los de abajo requiere la autoorganización popular para otro paradigma de desarrollo.

El otro paradigma de desarrollo arranca de la defensa de un lugar (Ej. la lucha de asambleas contra la privatización de la reserva natural y ribera del Río de la Plata desde Villa Domínico hasta Quilmes) y de los territorios por pueblos cordilleranos, comunidades campesinas y pueblos originarios. Esta disputa con los sectores dominantes se da por poseer otras perspectivas económicas, ecológicas y culturales que las capitalistas. Resistencia basada en la diferencia y confrontación que infunde el imperativo de constituirse sujetos colectivos de las transformaciones emancipadoras. En el campo intelectual, al mismo tiempo, surgen espacios comunes de reflexión y análisis de los conflictos socioambientales que conforman a la ecología política como método de discusión trans e interdisciplinaria sobre los modos de apropiación, usufructo y control de la naturaleza. En el presente su objetivo principal es facilitar las articulaciones complejas y contradictorias entre los diversos de abajo (de lo local, provincial, nacional, continental e internacional) al analizar desde qué prácticas y representaciones participan en la constitución de esos territorios de distinta extensión y comprensión.

Por el contrario, el capitalismo usa los avances científico-técnicos para el crecimiento en la concentración y centralización de la economía planetaria. Mediante la biotecnología al servicio de las transnacionales, no requiere de la propiedad sobre las tierras para imponer su sistema global de agronegocios que liquida la fertilidad de los suelos, uniformiza las ecorregiones y conduce a la desaparición forzada de campesinos e indígenas. También la modernidad de las transnacionales mineras, petroleras, pesqueras e infraestructurales arrasan con las condiciones de vida y trabajo de los pueblos.

En medio de la crisis estructural y civilizatoria del capitalismo mundializado, el gobierno de Cristina Fernández utiliza a Tecnópolis para que las mayorías confíen en el futuro de la gran escala de producción, de las megalópolis y de la artificialización de la naturaleza. Es una versión actualizada de la creencia inducida por el menemismo de nuestro ingreso al llamado Primer Mundo mediante las privatizaciones y de los beneficios a recibir por parte de las transnacionales y los grupos económicos locales. Lo cierto es que se apoderaron de esos bienes comunes sociales de modo fraudulento al recibirlos bajo la justificación de ser parte del pago de deuda externa pública o mejor dicho de la estafa impuesta a los diversos de debajo de Argentina con terrorismo de estado. Hoy se la sigue privilegiando en nombre del desendeudamiento, falso por mantenerse el incesante aumento de ese sistema de supernegocios de la economía capitalista de casino a costa del desmantelamiento total del Estado social o de desatender a las necesidades básicas de todos los pueblos de Argentina.

Hacia la centralidad del campesinado y los pueblos originarios para salir del extractivismo
Es fundamental recomponer los equilibrios ecológicos en su unidad dinámica o sea la heterogeneidad de las ecorregiones de Argentina. Se trata de reconstruir las biodiversidades naturales y agropecuarias a partir de estudios de prospectivas ecológicas con raíces en el saber empírico de campesinos e indígenas sobre los ecosistemas locales. Además es imprescindible la descolonización de las instituciones científico-tecnológicas para el desafío de reconstituir la articulación de las cuencas hidrográficas y enfocar el poblamiento de Argentina que erradique la catástrofe socioambiental que son las megalópolis o la distribución demográfica tan fundada en el desalojo-exclusión de campesinos, indígenas y productores medianos y pequeños. Significa poner fin a los enclaves de exportación que exige reorganizar las economías regionales desde los nuevos autores sociales, la red ferroviaria, la escala humana de la producción y la generación de energía, las industrias mirando por necesidades e intereses populares, etc.

Que sea crucial identificarnos con la lucha de las organizaciones campesinas y las indígenas obedece, sobre todo, a que nos convocan a poner en práctica la «soberanía alimentaria» y el «buen vivir» respectivamente. Son paradigmas de desarrollo a protagonizar creativamente por los distintos pueblos adueñados de sus autonomías y del hermanamiento entre ellos. Nos desafían a la autoorganización de una convivencia multidimensional en torno a la dignidad de vida y trabajo de todos los de abajo. Es aprender a  apreciar la gran variedad de semillas como calidad alimentaria, fuente de armonía con los derechos de la Naturaleza y patrimonio cultural de milenios.

Aún más, las organizaciones campesinas y las indígenas tienen un papel central en reconstituir el suelo y el agua como soportes de la vida y de las actividades humanas fundamentales. Al respecto indaguemos porqué es cierta la consigna: “la agricultura campesina enfría el planeta”. A diferencia de la agricultura industrial o sin agricultores que depende del petróleo: 
-Por un lado, prioriza los mercados locales (sin intermediarios monopólicos) sobre el comercio internacional que exige transporte a larga distancia, industrias de procesamiento-empaque-refrigeración y supermercados. 
-Por otro lado, diversifica cultivos de pequeña escala e integra la producción vegetal con la animal, de esta manera tiende a aproximarse a la estabilidad de la naturaleza consiguiendo así reducir plagas y enfermedades que, a la vez, controla gracias a aprovechar relaciones ecológicas (no soluciona en forma química o de agrotóxicos). 


Asimismo cuida los suelos en su carácter de ecosistemas vivos y dinámicos cuya fertilidad depende de la descomposición de materia orgánica que realizan millones de microorganismos y otros seres vivos. Esa descomposición genera los nutrientes que absorben las plantas para su fotosíntesis. Pero la materia orgánica del suelo no sólo asegura la fertilidad y la estructura productiva del suelo con retención enorme de agua que libera gradualmente en ríos, lagos y alrededor de las raíces de las plantas. También si los agricultores del mundo se dedicaran a reconstituir la acumulación de materia orgánica del suelo, destruida por los agronegocios, habría captura de 20% a 35% del CO2 atmosférico en exceso.

GRAIN nos aclara*
“Devolver la materia orgánica al suelo no será posible si continúan las actuales tendencias a concentrar más la tierra y homogenizar el sistema alimentario. Devolverle al suelo más de 7 mil millones de toneladas de materia orgánica cada año, sólo será posible si lo llevan a cabo millones de campesinos y comunidades agrícolas. Se requieren reformas agrarias radicales. Que los pequeños agricultores –la gran mayoría del mundo- tengan acceso a la tierra necesaria para hacer posible económica y biológicamente las rotaciones de cultivos, los barbechos cubiertos y la formación de pastizales. Hay que desmantelar las actuales políticas anti-campesinas, que devoran fincas y comunidades agrícolas, que corren a la gente de sus tierras, que cuentan con leyes que fomentan la monopolización y privatización de las semillas y que con regulaciones y criterios protegen a las corporaciones pero aniquilan los sistemas alimentarios tradicionales (...)".
*“Cuidar el suelo” en Compendio especial sobre Crisis Climática de Biodiversidad, sustento y culturas. http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Crisis_climatica._Falsos_remedios_y_soluciones_verdaderas


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