domingo, 26 de mayo de 2013

La recuperación de nuestro trabajo nos desafía a dirigirlo hacia las necesidades y aspiraciones de los de abajo.


 Requiere generalizar la conciencia sobre la criminalidad del "modelo" y planificar otro país-mundo.


En nombre de la producción de alimentos para el mundo, Cristina Fernández de Kirchner justifica e impulsa la expansión de la frontera agropecuaria. Significa que se desentiende de su responsabilidad presidencial de garantizar los derechos humanos de todos los de abajo. Porque la ejecución de ese plan se hace expulsando y matando campesinos e indígenas, fumigando los pueblos, quitándoles agua y recursos energéticos, envenenando y devastando el medio ambiente, destruyendo las comunidades de vida y trabajo, etc.

Pero esta catástrofe sanitaria y socioambiental no tiene el objetivo que la Presidenta declara, persigue en exclusivo el lucro de la gran burguesía y de su familia. Porque la producción mundial de alimentos es superior a la indispensable para satisfacer las necesidades nutricionales de la población planetaria . El problema de la miseria y el hambre reside en que la agricultura sin agricultores y de extensos monocultivos de organismos transgénicos aniquila la soberanía alimentaria y lleva a la desaparición forzada de los campesinos e indígenas. Haití ejemplifica en qué consiste esta destrucción y cómo el gobierno CFK nos hace participar en la ocupación militar del país hermano.
 
Reflexionemos sobre:
 
Los commodities, el hambre y cinco millones de niños pobres
Por: Silvana Melo (APE)
Ya tiene los dedos adiestrados en la separación de la basura. Una selección que no hace el que llena bolsas de sobras de alimentos, vidrios y pilas agotadas. Sabe cómo pescar algo útil y cómo reconocer algo medianamente comestible. En la bolsa de al lado, el perro le sacó ventaja: encontró un valioso trozo de carne cocida. Silbando bajito, puso la cola entre las patas y dobló la esquina con el asado en la boca.

Con el destino de andar recogiendo bocados para la mesa del día, no tiene tiempo ni ocasión de enterarse de que hay en el país entre 2.200.000 y 11.000.000 de pobres, según los mida el Indec o la Universidad Católica Argentina. Para él las cosas están claras: en la panadería un kilo de felipes vale 15 pesos. En la vereda, con suerte, puede disputar con el palomerío algunos bizcochos con grasa de la semana pasada.

Casi dos millones de personas suelen tener hambre sin alimento a mano. Cuatro de cada diez chicos y adolescentes viven en la pobreza en la Argentina. Son casi 5 millones. 800.000 (9,5%) son indigentes. Tienen hambre o comen muy mal. Están subnutridos, panzones de harina, flacos de hierro, descalcificados y se mueren de muertes que se pueden evitar. Y esta vez sí son números de la UCA. Para el Indec el hambre está erradicado, como el desempleo en el Chaco o la pobreza en La Rioja.


Por eso será que en capital y el conurbano se tiran 670 toneladas de alimentos reutilizables. O el hambre se acabó y en lugar de tirar manteca al techo se desechan 1.675.000 platos de comida (La Nación sacó las cuentas) o la factoría de la inequidad logró su producto más sofisticado y perfecto: el 5% de la población con hambre y en el Ceamse, toneladas de comida volcadas al relleno sanitario para deleite de gaviotas y gusanos. Pocas veces ha sido tan contundente y exitosa una alegoría de la injusticia.
La Institución de Ingenieros Mecánicos de Londres asegura que la mitad de los 4.000 millones de toneladas de alimentos que se producen anualmente en el globo no llegan a consumirse nunca. Mientras casi mil millones de personas dispersas en Africa, Asia y América Latina sufren hambre y mueren de enfermedades parientes del hambre, hay varios centenares de millones indigestados que tiran la mitad del plato a la basura. En el Reino Unido, 3 de cada 10 hortalizas ni siquiera se cosechan porque su estética no responde a lo que comprará el consumidor en la feria. Zanahoria torcida, queda en la tierra.
En la Argentina las frutas y verduras se venden antes de cosecharse. Los excedentes suelen ser cargas molestas para productores que no tienen camiones ni combustible ni posibilidad de distribuir ni dinero para cámaras frigoríficas. Entonces las tiran a los costados de los caminos. Como los manzaneros tiran las manzanas para protestar porque se las pagan centavos. O los tamberos derraman la leche para quejarse de que Mastellone es un faraón a costa de su miseria.

Suelen enumerarse decenas de razones. Una ley de 2004, sobre responsabilidad civil, deja sin respaldo a los empresarios que donan. Un intoxicado, un juicio. Es preferible la basura. Los hipermercados tiran en el Ceamse toneladas de yogures por defectos de envoltorio, envase, fecha de vencimiento próxima. En la base de la caída miles de privilegiados que lograron superar barreras policiales, peajes, punteros y espaldas grandes en la estampida, se llevarán lo que puedan abarcar en brazos y bolsas. Lo comerán o lo venderán para zafar del día.

Los restaurantes hacen comida de más, los productos poco exitosos en el mercado, los estacionales y los excedentes también tienen destino en los rellenos sanitarios. Se explica buenamente desde las razones culturales, productivas y burocráticas. Pero no es más que lentejuela en el barro. Hay una configuración sistémica que determina quién come y quién no. Quién pasa hambre y quién no. Quién habitará el cielo y quién el infierno.

Quiénes se salvarán y quiénes no.
Por eso la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su brigada antihambre, la FAO, decidieron que lo mejor para que los pobres no se mueran de hambre tan descaradamente es que coman insectos. De hecho, en unos cuantos países de África, Asia y América latina los desesperados del mundo ya se alimentan de chinches, hormigas, abejas y avispas; langostas y grillos; piojos y mariposas. Todos con “un alto valor nutritivo”. Y “contienen tantas proteínas como la carne o el pescado”. En África central, en Camerún, Mozambique, los dos Congos y Zambia –dice el informe casi orgullosamente- la gente practica la entomofagia: es decir, come miles de toneladas de gusanos por año porque no tienen acceso a la carne ni al pescado ni a un postre de crema y chocolate que abre la puertita de la felicidad a la lengua y al alma.

A quién le importa el sabor de las carnes tiernas, el color del azafrán, el disfrute del perfume de un durazno o la jalea de frutillas en el pan del día. Si comer chinches nutre, ése será el plato. Quien rechace piojos y grillos, no será un hambriento. El suizo Jean Ziegler, desde el estómago mismo de la ONU, decide que “vivimos un orden caníbal del mundo. El mercado alimentario está controlado por una decena de sociedades multinacionales inmensamente poderosas. Controlan el 85% del maíz, arroz, aceite y fijan su precio”. Entonces “estos amos del mundo deciden a diario quién va a morir de hambre y quién va a vivir”.

Para alimentar a 12 mil millones de personas produce la agricultura del globo. De los siete mil millones de habitantes, mil millones pasan hambre. Para alimentar a 400 millones de personas produce la tierra en la Argentina. Casi cinco millones de sus chicos son pobres. Un bebé de un año y medio muerto el martes en La Rioja por desnutrición aguda es un niño asesinado por el capitalismo financiero. El argentino y el mundial.


Asesinado por un golpe de soja. Por un balazo de commodities en la bolsa.
 
Compartamos cada vez más y discutamos sobre:

Las semillas y el dominio del mundo por el hambre

Por: Vicky Peláez (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)
Controla el petróleo y controlarás naciones;
controla los alimentos y controlarás pueblos.
Henry Kissinge
En cada ciclo histórico la potencia dominante de turno siempre trata de establecer el control casi absoluto de una región de interés geoeconómico buscando diferentes instrumentos para dirigir todos los aspectos de la sobrevivencia humana.
En esta era globalizada se trata ya no del dominio de una región seleccionada por la única superpotencia existente sino del planeta entero. El uso de la maquinaria bélica y de los recursos energéticos no ha sido suficiente para el control completo de la voluntad de los pueblos. Se necesita algo más y este “algo más” resulta ser la comida diaria en el planteamiento de uno de los más siniestros globalizadores, David Rockefeller.
Durante la guerra en Vietnam el otro político maquiavélico, Henry Kissinger incorporó la idea de Rockefeller en la agenda diplomática de Washington. La comida se convirtió en un arma frecuentemente más poderosa que las armas de destrucción masiva. También jugó un papel muy importante para llevar a cabo el golpe militar contra el gobierno legítimo de Salvador Allende en Chile en 1973.
Al comienzo de los años 1980 los globalizadores iluminados llegaron a la conclusión que el control de la alimentación habría que comenzarlo desde las semillas, reduciendo las variedades regionales y nacionales tradicionales para crear simultáneamente una o varias variantes de semillas  para cada cultivo universal pero controladas por un reducido número de las transnacionales.Así, se inició la época de los Organismos Genéticamente Modificados (GMO) basada en la manipulación genética, y crearon finalmente lo que el estudioso y escritor norteamericano, F. William Engdahl llamó en su libro “Seeds of Destruction: Hidden Agenda of Genetic Manipulation”, “semillas de la destrucción”. México, Brasil, Colombia y Argentina fueron seleccionados como países con grandes recursos para iniciar los primeros pasos en la implementación de la agenda del “dominio usando alimentos”. La llegada de Carlos Menem al poder en Argentina con su agenda neoliberal y su ambición de ser aceptado en el club de los ricos y poderosos del planeta llevó a David Rockefeller a la conclusión de iniciar los primeros experimentos con semillas genéticamente modificadas en Argentina.
Las corporaciones Monsanto, Cargill Inc., DuPont decidieron transformar la agricultura argentina haciendo énfasis en la soja, para esto inventaron el pretexto de que el sistema de monocultura agrícola y dijeron que aportaría grandes dividendos al país por la exportación de soja, lo que facilitaría el pago de la deuda externa de Argentina que estaba ya en el límite impagable. Así según William Engdahl, “desde 1991 antes que la Modificación Genética (GM) fuera aceptada en los Estados Unidos, Argentina se convirtió en un laboratorio secreto para el desarrollo de los cultivos genéticamente modificados y su población fue utilizada sin su conocimiento como “conejillos de Indias”.
Para facilitar los experimentos con semillas GM de maíz, trigo, algodón, girasol y soja, el gobierno de Menem entregó 569 grandes extensiones de tierra cultivable a las transnacionales. La Comisión Nacional Asesora sobre Biotecnología Agropecuaria (Conabia) que fue formada para el control sobre los experimentos se reunía secretamente y sus conclusiones jamás fueron divulgadas. Y no podía ser de otra forma porque sus miembros eran empleados de Monsanto, DuPont, Syngenta, Dow AgroSciences y otros gigantes del GMO. Como los resultados eran muy prometedores, las grandes corporaciones internacionales, como Seaboard Co., Cargill y Quantum Fund de George Soros dieron inicio a la compra apresurada de grandes extensiones de tierra cultivable en Argentina y posteriormente en el Brasil, Paraguay, Colombia, México, Guatemala y Uruguay.

En una década la agricultura, Argentina fue transformada radicalmente. Si en 1970 la soja se sembraba en 9,500 hectáreas ahora su superficie de siembra supera 18 millones de hectáreas produciendo más de 35 millones de toneladas de soja al año. Actualmente Argentina es el primer productor en el mundo de aceite y harina de soja y el tercero de granos. A la vez el país dejó de ser tanto en el mercado externo como interno proveedor de alimentos de naturaleza diversificada. Prácticamente el 100 por ciento de la soja producida en el país es GM RR resistente al herbicida glifosato y ocupa el 50 por ciento de la tierra cultivable. El impacto del uso de 200 millones de litros de glisofato anualmente, de las fumigaciones, el desmonte, el desplazamiento de campesinos, la falta de alimentos, las nuevas enfermedades, las inundaciones y las sequías son el precio que paga el pueblo por la “sojización” de la agricultura. En su libro “Las semillas de la Destrucción”, William Engdahl lanza una advertencia al gobierno de Argentina: “a este paso la tierra cultivable en el país va a ser destruida en unos 50 años”. ¿Pero a quién le interesa en este mundo globalizado e individualizado lo que pasará en el futuro?
Mientras tanto las ganancias de las transnacionales GMO están creciendo desmesuradamente junto con el control sobre la producción de semillas en el mundo. Ya poseen tecnología “Terminator” que permite modificación genética de las plantas para producir semillas estériles usando un inductor químico llamado “Traitor” para “activar” o “desactivar” algunos rasgos genéticos del cultivo y para controlar la esterilidad de las semillas. En Guatemala, Brasil, Argentina y México el maíz GN RR contaminó el maíz original orgánico y lo mismo está sucediendo con el algodón, la alfalfa, el trigo, girasol y otros cultivos. Se estima que actualmente los cultivos GM ocupan el 25 por ciento de la tierra productiva en el mundo.

El poder de la Monsanto y otras transnacionales de GMO llegó hasta Washington convenciendo al departamento de Estado de ser promotor de la agenda global de la industria de biotecnología. De acuerdo a la ONG “Food & Water Watch”, el departamento de Estado ha hecho cabildeo en gobiernos extranjeros para adaptar políticas y leyes amigables hacia la biotecnología. Según cables de WikiLeaks, el gobierno norteamericano trató de influir sobre el tema de la biotecnología a 113 países del total de 193 miembros de las Naciones Unidas entre 2004 y 2009. Lo que trata de hacer Washington es incentivar el consumo de esos alimentos en todo el mundo con el argumento falso de combatir el hambre y crear condiciones para el desarrollo.

Otro de los países que se ha convertido en el paraíso para la industria transgénica es México. Allí la Monsanto, Syngenta, Dow AgroScience, Bayer y PHI México no solamente están implantando el uso de las semillas GM, sino las mismas transnacionales ya tomaron bajo su control la producción y comercialización de los alimentos, lo que significa la pérdida de la soberanía alimentaria en el país. Precisamente lo que en los años 1980 planificó el gobierno de Ronald Reagan elaborando el plan del dominio del mundo a través de los alimentos: “los países que son amigos recibirán los alimentos y se les denegará a los que se rebelan”.
 
En el mismo Estados Unidos ya entró en vigencia una cláusula legal que permite a Monsanto, Syngenta, DuPont –Pioneer, Dow, Bayer y Basf estar por arriba del sistema judicial, ignorando las órdenes de jueces de suspensión de siembra de cultivos transgénicos inclusive por evidencias científicas que señalan daños a la salud de la población. Actualmente Estados Unidos es el primer productor de la soja en el mundo con 63 millones de toneladas métricas al año y el 90 por ciento de este cultivo es producido con las semillas GM RR. La misma tendencia se observa con el maíz y alfalfa haciendo peligrar las plantas orgánicas y las granjas familiares con la siembra de Monsanto GE alfalfa. Sin embargo, según la conclusión del departamento de Agricultura, a los consumidores no les interesa si los alimentos orgánicos o la leche que consumen tengan o no tengan componentes genéticos.
Así de simple funciona el sistema moderno globalizado del dominio del mundo a través del uso de las “semillas de destrucción”. Los “iluminados” tienen su agenda, científicos a su disposición y los medios de comunicación para convertir una mentira en la verdad con el propósito de confundir la opinión pública. Ni les interesa la reciente declaración del Foro Mundial sobre la Soberanía Alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas sobre la Agricultura (FAO) que indicó que “la monopolización por unas cuantas empresas transnacionales de la tecnología de creación, de organismos genéticamente modificados (GMO) representa una grave amenaza a la soberanía alimentaria de los pueblos”.
El fin justifica los medios. Monsanto, DuPont Pioneer, Dow, Syngenta, Bayer, Basf son simplemente un brazo del poder global para minar la soberanía de los 193 países del mundo aprovechando la ignorancia e individualismo de sus pueblos y la docilidad de sus gobiernos que creen son del uno por ciento y para el uno por ciento.
Fuente:http://www.argenpress.info/2013/05/las-semillas-y-el-dominio-del-mundo-por.html

Veamos cómo se amenaza el futuro de la humanidad entera:

La crisis de la biodiversidad

22/05/13 
Por José Santamarta

Existen dos planteamientos para conservar la biodiversidad: proteger las especies y las poblaciones individuales o proteger los hábitats en los que viven. Lo esencial es la conservación de ecosistemas enteros, asegurando su funcionalidad.
El 22 de mayo, se celebra el Día Mundial de la Biodiversidad. La pérdida de la diversidad genética, de especies y de ecosistemas es uno de los mayores peligros para el futuro de la humanidad. Otra de las amenazas más insidiosas es el desarrollo de los cultivos transgénicos, y que puede tener graves consecuencias a lo largo del siglo XXI, si la presión ciudadana no frena su desarrollo.
Cada año desaparecen miles de especies y con ellas nuevas posibilidades de culturas agrícolas, productos industriales o medicinas para curar las enfermedades. Con la pérdida de diversidad, aumenta la uniformidad, la dependencia de unas pocas variedades de plantas para alimentarnos, y sobre todo crece la vulnerabilidad ante las plagas y las enfermedades. La biodiversidad se pierde debido al deterioro y fragmentación de los hábitats, a la introducción de especies, la explotación excesiva de plantas, animales y peces, la contaminación, el cambio climático, la agricultura (reducción de las variedades empleadas, plaguicidas) y repoblaciones forestales con monocultivos de rápido crecimiento.
A las consecuencias indeseables del desarrollo económico, del crecimiento demográfico, de la desigual distribución de la renta y del consumo insostenible de recursos, hay que añadir las causadas por las nuevas biotecnologías y el desarrollo de la ingeniería genética, el reducido espectro de productos agrícolas, forestales y pesqueros comercializados, y las políticas económicas que no atribuyen su debido valor a los recursos. La mayor parte del germoplasma de las especies y variedades agrícolas y ganaderas puede llegar a desaparecer.
Las especies inventariadas alcanzan la cifra de 1.750.000, pero algunos autores señalan que probablemente superen los 111 millones de especies, aunque la cifra media hoy se estima en 13.620.000 especies, según la biblia de la biodiversidad, el Global Biodiversity Assessment, informe de 1.140 páginas publicado en inglés por el PNUMA en 1995. Pero lo único seguro es que nadie sabe cuántas especies existen.
Entre las especies ya descritas hay 270.000 plantas, 4.300 mamíferos, 9.700 aves, 6.300 reptiles, 4.200 anfibios, 19.000 peces, 72.000 hongos (se cree que el número de especies debe superar el 1,5 millones), 1.085.000 artrópodos (950.000 insectos descritos, aunque el número de especies debe ser superior a 8 millones), 5.000 virus y otras 4.000 bacterias (una ínfima parte de los más de 400.000 virus y 1 millón de bacterias que se cree que existen).
Los bosques tropicales, que sólo cubren el 7 por ciento de las tierras emergidas, albergan entre el 50% y el 90% del total de las especies. El promedio de extinción era de una especie de mamíferos cada 400 años y de una especie de aves cada 200 años, pero las extinciones documentadas en los últimos 400 años indican que han desaparecido 58 especies de mamíferos y 115 de aves.
Estas cifras representan solo las extinciones conocidas. Las poblaciones afectadas pueden resistir durante algunas generaciones, pero están condenadas a la desaparición cuando su número total cae por debajo de un punto que no puede soportar la dureza de una sequía, una enfermedad, una depredación y otras clases de fenómenos. Una especie debe tener una población de al menos varios miles de individuos para sobrevivir a largo plazo. Alrededor del 12 por ciento de las especies de mamíferos y el 11 por ciento de aves fueron clasificadas como especies en peligro en 1990.
El 90 por ciento de nuestra alimentación procede de 15 especies de plantas y 8 especies de animales. El arroz, según la FAO, aporta el 26% de las calorías, el trigo el 23% y el maíz el 7%. Las nuevas especies sustituyen a las nativas, uniformizando la agricultura y destruyendo la diversidad genética. Sólo en Indonesia se han extinguido 1.500 variedades de arroz en los últimos 15 años.

A medida que crece la uniformidad, aumenta la vulnerabilidad. La pérdida de la cosecha de la patata en Irlanda en 1846, la del maíz en Estados Unidos en 1970 o la del trigo en Rusia en 1972, son ejemplos de los peligros de la erosión genética y muestran la necesidad de preservar variedades nativas de las plantas, incluso para crear nuevas variedades mejoradas y resistentes a las plagas.
El trigo hoy cultivado en Canadá tiene genes procedentes de 14 países y los genes de los pepinos de EE.UU. proceden de Birmania, India y Corea, genes adquiridos sin ninguna contrapartida económica, a diferencia de las semillas mejoradas que exporta EE UU, por no hablar de las semillas transgénicas.
Las multinacionales de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón pretenden obtener gratis, sobre todo en los países del Tercer Mundo, los recursos genéticos, para luego venderles a precios de usura las semillas, animales o medicamentos obtenidos, en base a la "propiedad intelectual". La ingeniería genética supondrá la pérdida de miles de variedades de plantas, al cultivarse sólo una pocas con una alta productividad, por no hablar de otros muchos peligros, agravando los efectos de la revolución verde de las décadas pasadas.
 
Proteger la biodiversidad
Existen dos planteamientos para conservar la biodiversidad: proteger las especies y las poblaciones individuales o proteger los hábitats en los que viven. Lo esencial es la conservación de ecosistemas enteros, asegurando su funcionalidad. Los esfuerzos dirigidos hacia las especies y las poblaciones, aunque son importantes, exigen una gran cantidad de tiempo y esfuerzo; las medidas incluyen la protección legal de las especies individuales, planes de gestión y una conservación ex situ, es decir, proteger las poblaciones de animales y plantas en zoos y bancos de semillas. La conservación ex situ sirve tanto de seguro contra la pérdida de la diversidad genética y de especies en la naturaleza como de semillero para reintroducir o reforzar las poblaciones silvestres. Además, los bancos de semillas son una fuente de diversidad genética para la investigación agrícola.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica se firmó en junio de 1992 en la Conferencia de Río y entró en vigor el 29 de diciembre de 1993; aunque EE.UU. no lo ha ratificado ni piensa hacerlo. Su objetivo es cubrir el vacío existente a nivel internacional en el campo de la biodiversidad. El Convenio prevé programas de cooperación y de financiación para proteger la biodiversidad, y en su artículo 6 contempla la necesidad de que "cada Parte Contratante... elaborará estrategias, planes o programas nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica".
La Conferencia de las Partes del Convenio se ha reunido en varias ocasiones, la primera en Nassau, en las Bahamas, del 28 de noviembre al 9 de diciembre de 1994, y la segunda en Yakarta, Indonesia, entre el 6 y el 17 de noviembre de 1995, donde se decidió que Montreal, en Canadá, fuese la sede permanente del Convenio, e igualmente se aprobó desarrollar un protocolo de bioseguridad, que finalmente fue aprobado el 29 de enero de 2000. Dentro del Convenio igualmente debe desarrollarse un problemático protocolo sobre bosques, que fue uno de los temas que quedaron fuera de la Cumbre de Río de 1992, y otro sobre los derechos de los agricultores en el mantenimiento de los recursos genéticos.
 
Destrucción de hábitats
La destrucción del hábitat es la mayor amenaza actual para la biodiversidad. Un estudio de Conservation International mostró que el 23,9% de los sistemas biogeográficos de la Tierra han sido completamente transformados por el hombre (el 36,3% si se excluyen las superficies heladas, de roca y los desiertos), el 24,2% parcialmente y sólo quedan bien conservados el 51,9%, cifra que se reduce a sólo el 27% si se exceptúan las superficies estériles.
Sólo quedan sin transformar el 51,9% de las tierras emergidas, aproximadamente 90 millones de km2. Las áreas parcialmente transformadas por las actividades humanas son 41 millones de km2 (24,2% de las tierras emergidas), y las áreas totalmente transformadas por el hombre superan los 40 millones de km2, un 23,9% del total de las tierras emergidas. Sin embargo, estas cifras son engañosas, al incluir extensas áreas de desiertos, rocas o hielos, que no son habitables o tienen escasa importancia desde el punto de vista de la diversidad biológica.
Si se excluyen las áreas desérticas, rocosas y heladas, las zonas no transformadas por el hombre y por lo tanto con los ecosistemas y la diversidad biológica bien conservadas, son sólo el 27%, mientras que las parcialmente transformadas son el 36,7% y las totalmente transformadas ascienden al 36,3%.
Las zonas sin transformar son la taiga y la tundra en las latitudes nórdicas, los desiertos en África, Australia y el centro de Asia, y la Amazonia.
Las zonas más transformadas, sin apenas restos de la vegetación original y con grandes pérdidas de diversidad biológica, son Europa, el Este de EE UU, China y el Sureste asiático.
América del Sur, con el 62,5%, y Oceanía, con el 62,3%, son las dos regiones mejor conservadas y menos transformadas, mientras que Europa es el continente que menos hábitats ha conservado, con sólo el 15,6%. Las zonas de Oceanía bien conservadas corresponden a los desiertos de Australia, mientras que las regiones de América del Sur casi intactas corresponden a la Amazonia, con bosques tropicales con una extraordinaria diversidad biológica. África es la zona con más áreas parcialmente transformadas, reflejo de una presión demográfica todavía baja, y de una agricultura extensiva. Europa, con el 64,9%, es la región más humanizada, más del doble que el siguiente continente, Asia, con el 29,5%. Ecoportal.net
 
Se desprende que el capitalismo mundializado ha conseguido maximizar la alienación de los trabajadores. Porque están dedicados a destruir las condiciones y medios de vida tanto del presente como del futuro. Al mismo tiempo, llevan a la práctica la acumulación de riquezas y poder de sus opresores.
 
Un sujeto importante de la recuperación del trabajo para la autogestión y el autogobierno de los pueblos es el campesinado. Desde la lucha campesina se habla de:

“Cambiar el modelo”
Por Darío Aranda
La Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) es el mayor espacio continental que reúne a campesinos, indígenas y trabajadores del campo. Cada cuatro años la CLOC renueva su Secretaría Operativa. Este año, por primera vez, la conducción quedó bajo responsabilidad de argentinos: Diego Montón y Deo Carrizo, ambos del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI). En el Día Internacional de la Lucha Campesina, Diego Montón repasó las luchas del continente, el papel de las multinacionales y los gobiernos, y los desafíos en la Argentina.
–¿Cuáles son los problemas comunes en la región?
–La agudización del modelo extractivo, de saqueo minero y avance agroindustrial. Con lamentables pérdidas humanas en todo el continente. Se subordina la agricultura a la lógica de las multinacionales. El acaparamiento de tierras, los procesos de reforma agraria frenados, el avance de nuevas semillas transgénicas y el uso de agrotóxicos de manera indiscriminada. Y es cada vez más notoria la pérdida de autoabastecimiento de alimentos. En Brasil y Argentina los asesinatos de campesinos comienzan a ser más frecuentes.
–¿Cuál es la estrategia de la CLOC?
–Articular todas las luchas que ya existen, continentales y locales, fuerte apuesta a la comunicación, desarrollo de la autodeterminación política, apostar a la diversidad continental. También la formación, con escuelas e institutos. Y la articulación con otros movimientos sociales.
–¿Cómo interpretan que sea en este momento político de la región cuando más avanza el modelo extractivo?
–Falta que se consoliden nuevos proyectos de desarrollo. Existe una gran colonización y tiene que ver con la enorme fuerza del capitalismo en el continente. Los gobiernos, en su gran mayoría, no han logrado provocar cambios estructurales en las instituciones, en los Estados, y la dinámica de acumulación del capital les sigue siendo afín. Nuestra estrategia global debe romper esas dinámicas y lograr cambios estructurales. Desde la CLOC planteamos una lucha frontal a la ofensiva de las transnacionales, pero también las alternativas: agroecología, soberanía alimentaria, reforma agraria integral.
–El 17 de abril es el Día Internacional de la Lucha Campesina, en conmemoración del asesinato de 19 campesinos en Brasil. ¿Cómo lo conmemoran?
–Se harán movilizaciones en todo el continente y en todo el mundo, ya que es una jornada de lucha internacional de la Vía Campesina. El MNCI moviliza en diez provincias, con distintos tipos de actos, y también habrá marchas a la Embajada de Paraguay en reclamo por la liberación de los presos políticos de la Masacre de Curuguaty, donde no hay ni policías ni funcionarios imputados, pero sí campesinos presos, incluso una compañera embarazada.
–Hace dos años, un 17 de abril, fue la primera vez que organizaciones campesinas presentaron en el Congreso nacional el proyecto de freno a los desalojos. Tuvo apoyo de muchos sectores, muchos del oficialismo. ¿Por qué no se aprobó?
–En el Parlamento no ha habido convencimiento, probablemente en el Ejecutivo tampoco, porque si no se hubiera aprobado. Pero valoramos el espacio amplio que armó esa ley y que incluso instaló el tema de la tierra en el Parlamento.
–En ningún caso de asesinatos en el campo hubo condena de funcionarios de primera línea. ¿Cómo entienden ese silencio y la alianza del Ejecutivo nacional con gobernadores que ustedes cuestionan en las provincias?
–Tiene que ver con la dinámica de la democracia y la política de hoy. El sistema institucional no se construyó sobre valores éticos que son los que nosotros defendemos. Y cuando se entra en la disputa del poder del Estado hay reglas que no se dicen pero que tienen que ver con esa dinámica de construcción de poder electoral. Con el asesinato de Cristian Ferreyra tuvimos la solidaridad de mucha gente del Gobierno. También es cierto que ni la Presidenta ni ministros se expresaron públicamente sobre el tema. Y tiene que ver con las alianzas electorales.
–En los comunicados del MNCI queda explícita la denuncia a las corporaciones extractivistas. ¿Cuál es la caracterización que hacen del Gobierno?
–Creemos que este gobierno ha sido un avance. La integración latinoamericana, los derechos humanos. Sin embargo, en la política agropecuaria y el uso de bienes naturales el Gobierno está condicionado por los intereses de la coyuntura inmediata y por el desarrollo de planes como el PEA (Plan Estratégico Agroalimentario), donde gran parte de la academia y la ciencia proclaman y difunden las políticas de las transnacionales. Desde el Ministerio de Ciencia se impulsan cada día cosas más aterradoras, la bioexportación, formas de “economía verde” que son mercantilizar la naturaleza en beneficio de las corporaciones. Hay una gran contradicción del Gobierno y esa contradicción comienza a aflorar, dentro y fuera del Gobierno.
–¿Cómo interpretan esa contradicción?
–Es sostenido el aumento del precio de los alimentos y que sólo se resolverá modificando el modelo, con soberanía alimentaria. El rol geopolítico como proveedor de commodities, el uso indiscriminado de agrotóxicos, el desmonte masivo, la expulsión de campesinos, el crecimiento de ciudades superdesequilibradas. Son todos límites que hay que cambiar. Con el modelo extractivo de megaminería y agronegocios no se puede profundizar la democracia.
 

Sin embargo, el desafío asumido y la interpelación para cambiar el modelo (que es fundamental para la realización del buen vivir entre los diversos de abajo de Nuestra América) no tienen claridad emancipatoria. Si bien el Movimiento Nacional Campesino Indígena -como integrante de la CLOC- está comprometido con "una lucha frontal a la ofensiva de las transnacionales, pero también se involucra con las alternativas: agroecología, soberanía alimentaria, reforma agraria integral". Y procura que se concrete la estrategia de la CLOC: "Articular todas las luchas que ya existen, continentales y locales, fuerte apuesta a la comunicación, desarrollo de la autodeterminación política, apostar a la diversidad continental... y articular con otros movimientos sociales. (...) ".


Pese a una década K y a la intensa labor de la Presidenta (por legitimar a Monsanto, a Barrick y Walmart), el MNCI sigue creyendo en que es un gobierno en disputa y contradictorio en sus políticas de derechos humanos e integración latinoamericana con la agropecuaria y la minera. Asimismo, piensa:"Con el modelo extractivo de megaminería y agronegocios no se puede profundizar la democracia". Cuando cambiar el modelo o erradicar la actual concentración y transnacionalización socioeconómica supone ir creando democracia directa e indirecta como poder de los pueblos de adueñarse del trabajo y acordarlo con resolver los problemas para sus respectivos buen vivir.
El reto es emanciparnos del capitalismo e imperialismo y de su gobierno-Estado local. Repito lo expresado por la Secretaría Operativa de la CLOC - Vía Campesina:
"La Vía Campesina Internacional, caminará a redoblar los esfuerzos en la articulación y alianzas con los trabajadores, los movimientos urbanos, ecologistas y antineoliberales de todo el mundo, para lograr transcender las propuestas sectoriales y avanzar en articular luchas comunes, desde las cuales se desarrollen nuevos procesos organizativos globales, regionales y nacionales que además de enfrentar al capital permitan construir una propuesta estratégica desde los pueblos, de justicia social, igualdad y respeto de la naturaleza y la diversidad cultural". Leer
Coincido con esta propuesta de reorganización social e internacional desde las luchas comunes y de proyectos desde los pueblos que se centren en principios básicos para la vida y convivencia humana. Discrepo con el MNCI que sigue confiando en el Estado bajo gestión CFK para derrotar al sistema global de agronegocios que, supone, invade el país cuando la Presidenta es la principal protagonista de su legalización y legitimación.
Durante diez años el núcleo duro del kirchnerismo ha desempeñado el papel de lúcido y exitoso restaurador del poder económico imperialista sobre nosotros. Ha restablecido el dominio y la impunidad de los genocidas de ayer y de hoy: las corporaciones locales e imperialistas. Aún más, ha desplegado y consolidado el modelo de optimización del acaparamiento de bienes comunes por el contubernio de capitales y Estados imperialistas con los poderes locales. Es decir, ha expandido al extractivismo (agrario, minero, petrolero, pesquero), el IRSA y los megaemprendimientos turísticos, comerciales e inmobiliarios. Todos convergen en la desertificación del país o en ecocidios-genocidios y etnocidios. En suma, el progreso en la acumulación oligopólica de riquezas y poder implica planificar e implementar la violación de derechos humanos de todos los diversos de abajo.
Al "modelo" es prioritario enfocarlo de modo integral para unificar todas las luchas existentes que comparten la voluntad de justicia. Hay que asumirlo como perfeccionamiento no sólo de la privatización-mercantilización de bienes comunes y de la precarización de la vida mayoritaria sino también de súpernegocios criminales y delictivos: el sistema de endeudamiento-desendeudamiento, el entramado espurio de los juegos de azar, el narcotráfico y la trata de personas para las redes de prostitución y de otras formas de esclavitud. Es preciso tener en cuenta que ha ido afianzando la democracia restringida mediante intensificación del presidencialismo vaciador del funcionamiento parlamentario y judicial, de la creciente proscripción de partidos políticos por fuera de la falsa polarización kirchnerismo-oposición de derecha, del apoderamiento tanto de medios e instituciones como de fondos públicos para la manipulación psicológica de los diversos de abajo y de la criminalización tanto de la pobreza como de la protesta social.
Pero, además, es fundamental divulgar la contraposición de su progreso con las necesidades e intereses populares. Es instalar el debate sobre cómo mantiene el régimen neoliberal de privilegio para las terminales automotrices u oligopolios transnacionales que ocupan el podio de los "ganadores" y constituyen la rama industrial más dinámica. Este ensamblaje automotor en beneficio exclusivo de esos oligopolios globalizados refuerza soluciones individualistas de transporte, la densidad de tránsito, el despilfarro energético, la contaminación ambiental y la inseguridad vial. Asimismo esas transnacionales se fusionan con las corporaciones de agronegocios, petroleras y los grandes capitales financieros para ocupar el país de manera económico territorial mediante los agrocombustibles que son promovidos por el gobierno CFK.
En la convocatoria al paro del miércoles 29 de mayo (con 100 Cortes y Movilización a Plaza de Mayo y en todas las capitales de provincias) la Multisectorial formula entre otras reivindicaciones:

• Basta de trabajo no registrado, precarización laboral y tercerizaciones. Trabajo digno para todos. Por una nueva Ley de Riesgos del Trabajo que proteja la salud y la vida de los trabajadores.
• En defensa de la Salud y la Educación Públicas. Inmediato aumento del Presupuesto. Implementación del boleto educativo universal y gratuito. Derogación de la LES menemista.
• Contra la criminalización de la protesta social. Derogación de la Ley Antiterrorista. Basta de persecución, represión y muerte a los luchadores sociales y a los pueblos originarios que defienden los derechos sobre sus tierras y territorios.
• Lucha contra la violencia de género. Presupuesto para la aplicación efectiva de la Ley de Prevención, Sanción y Erradicación de Violencia de Género (Nº 26.485) que hoy no cuenta con financiamiento.
• Ni esta Justicia para Ricos, ni reforma tramposa. Por una verdadera democratización de la Justicia a favor de las mayorías populares.
• Por el desarrollo de las economías regionales. Contra la concentración de la tierra y la producción agropecuaria. Por una reforma agraria integral. Por una Agricultura con agricultores. Reforma impositiva progresiva en favor de las PyMEs, los trabajadores y los sectores populares. Segmentación de las retenciones. Restitución del 15% de coparticipación a las provincias.
• Contra este modelo extractivista y depredador. En defensa de la soberanía sobre nuestros bienes comunes. No al pago de la ilegítima deuda externa. Por una política antiinflacionaria integral a favor del Pueblo que no consienta propuestas devaluacionistas. Leer


Son contenidos de justicia y realización de lo público que son complementados con los definidos por distintas luchas abajo. Muchas se refieren al funcionamiento socioeconómico e institucional que privilegia los negocios arriba por sobre la vida y la dignidad de pueblos e individuos y se consagran a poner fin a esas diversas expresiones de la impunidad sistémica. Pero, pienso, que articularlas en poder de decisión sobre el destino común exige:
  • arraigarlas entre los otros de abajo como problemas que no se pueden seguir delegando en la democracia 'representativa' ni en un liderazgo unipersonal y precisan que el protagonismo popular se convierta en autor del destino común;
  • afirmarlas como sujeto colectivo plural en la escena pública mediante multiplicación de espacios en común donde se discutan alternativas al modelo en raudo avance y la implementación de las mismas por autoorganización socioeconómica e institucional.
Es partir de una realidad concreta e inmediata, por ejemplo, la actual apropiación de la red ferroviaria por el Estado al servicio de los concesionarios y su restricción para el patrón de acumulación de los "ganadores" del modelo. Proseguir  con el análisis de sus consecuencias de precarización de la vida mayoritaria e implicancias para los trabajadores ferroviarios. Para, después, pasar al cómo democratizar tal encerrona en un constante agravamiento de la subordinación al reinado del 'Merdado'. Por supuesto, todas estas deliberaciones y programas de puesta en práctica demandan enmarcarse en un proyecto de país.

Todavía hoy predomina la elaboración supraestructural de la planificación orientadora del qué hacer para transformar el país en acuerdo con necesidades e intereses populares, se acostumbra que sean las cúpulas partidarias las que  confeccionen y presenten programas. Esta verticalidad es funcional al capitalismo-imperialismo. Un empeño nuestro, entonces, es prefigurar en nuestra autoorganización a la sociedad que aspiramos edificar. Otro consiste en cuestionar la industrialización y el progreso del capitalismo por implicar tanto sufrimiento y exterminio para la humanidad entera. En fin, el planteo de idear y practicar desarrollos del buen vivir según lo acordado entre todos en pie de igualdad dentro de comunidades hermanadas con el país-mundo nos reclama descolonizarnos y superar nuestras varias formas de discriminación racista.

  

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