lunes, 28 de diciembre de 2015

III. La degradación capitalista de la democracia desafía, a las izquierdas, a asumir el legado del 19y20 de democracia directa.


   Para ir construyendo ¿qué Estado? el de comunas y comunalidad.
 
III.
 
Tratemos de generalizar la toma de conciencia sobre que nuestra lucha por otra sociedad-mundo es anticapitalista. Es decir, no se reduce a enfrentar a Macri ni al neoliberalismo y tampoco procura la vuelta de Cristina. Tengamos en cuenta a:

Devaluación, Gobierno y relaciones sociales

18 de diciembre de 2015

Por Rolando Astarita

Un criterio que recorre los análisis que he presentado en anteriores notas es que las políticas de los Estados y gobiernos capitalistas están condicionadas, ineludiblemente, por las relaciones de producción subyacentes, y por la ley del valor trabajo (por ende, por las leyes de la generación, apropiación y acumulación de plusvalía). Esta reflexión viene a propósito de las últimas notas que publiqué sobre el gobierno de Cambiemos y la devaluación.
En ellas planteé, en primer lugar, que hay un hilo de continuidad entre la actual devaluación y el gobierno kirchnerista. No sólo porque el kirchnerismo dejó preparado el escenario de la devaluación (véase aquí, por ejemplo), sino también, y más fundamental, porque en los últimos 12 años no se alteró la estructura dependiente y atrasada del país. En segundo término, enfaticé que estamos ante una política que favorece al capital en general. O sea, no se trata sóo de las grandes empresas, de la oligarquía criolla o de las multinacionales agroexportadoras y de la energía, como se afirma desde la oposición izquierdista, sino de una política condicionada por los intereses de toda la clase dominante; y exacerbada por la crisis de la balanza de pagos, el estancamiento y la recesión. Las tensiones y peleas por el botín de la plusvalía se desarrollarán al interior de esta unidad.
En este marco adquiere relevancia el planteo de la izquierda durante las elecciones –que he defendido-, a saber, que ganara Massa, Scioli o Macri, iban a hacer aproximadamente lo mismo. Podían alterarse matices y ritmos, pero no el contenido. Y cualquiera de ellos iba a devaluar. Esto se debe a que la devaluación no es, en esencia, un acto “libre”, esto es, contingente, que podría haber ocurrido, o no. Recordemos que el tipo de cambio está condicionado, en el sentido más estructural, por la productividad relativa de la economía; y en un segundo nivel, por las variables macroeconómicas, tales como la inflación, la cuenta corriente, y la tasa de crecimiento del producto (ver aquí, aquí, aquí). Así, dado un nivel de productividad relativa, las devaluaciones son una respuesta a las crisis externas, y tienen como objetivo restablecer las condiciones de la acumulación. Por eso, la devaluación no es “causa libre”, sino efecto determinado por la misma naturaleza capitalista de la crisis. Y cuando es “exitosa” es sinónimo de una redistribución regresiva del ingreso.
En vista de este análisis decimos también que las críticas más o menos habituales ponen en evidencia lo que podemos llamar “la ilusión de subjetividad del Estado”, o la “ilusión de agencia del Estado”, consustancial a la ideología del reformismo burgués izquierdista, y sus críticas al “neoliberalismo desalmado” (en este punto me inspiro en Hasana Sharp (2007) “The Force of Ideas in Spinoza”, Political Theory, vol. 35, pp. 732-755 y su análisis de Spinoza y el concepto de ideología en Althusser). Llamo ilusión estatista a la creencia de que el Estado, o el gobierno, pueden actuar libremente, como si fueran el centro y origen de las políticas y acciones que despliegan, y no estuvieran determinadas, en última instancia, por las leyes de la sociedad capitalista. Es la ideología del socialismo burgués y su prédica de que todo se arregla cambiando el gobierno “neoliberal” por otro “progresista y nacional”. De ahí que la ilusión estatista ponga el acento en el cambio de nombres.

Pero la realidad es que las opciones de los gobiernos capitalistas ante las variantes de política económica resultan de toda una serie de condiciones previas, de las cuales la voluntad es sólo un determinante. En el fondo, la libertad que tiene el gobierno capitalista (sea “de derecha” o “de izquierda”) es la de actuar dentro de la racionalidad del capital. No existe “reino dentro del reino”, o sea, ningún gobierno capitalista es un reino al interior del reino del capital, aunque ese gobierno se pretenda independiente, y hasta “socialista”. Por eso, frente a la convocatoria –que circula entre el progresismo de izquierda- a un “frente nacional contra el neoliberalismo”, hay que oponer este argumento materialista. Nunca debería olvidarse que el Estado actúa bajo constricciones sistémicas, entre las cuales se encuentra, en un primer plano, garantizar las condiciones para la acumulación. Es lo que está detrás del “ajuste” en curso (en la secuela inmediata de devaluación, suba de precios, baja del salario real, recesión arrastrada por la caída del consumo popular, aumento del endeudamiento y/o del déficit fiscal) que, eventualmente, debería dar lugar a la recuperación de la inversión (no hay crisis capitalistas sin salida).
En definitiva, lo que está haciendo el gobierno de Cambiemos no se explica por las características psicológica de Macri, o de sus ministros (“son perversos”, como dicen algunos indignados); ni por sus conexiones con tal o cual grupo económico. Para decirlo una vez más: en estas circunstancias, un gobierno “burgués de izquierda” (al estilo PT de Brasil o Syriza de Grecia) haría más o menos lo mismo que lo que está haciendo hoy Macri (como lo demuestran los actuales gobiernos del PT o Syriza). Sería importante retener esta idea ante las luchas que se avecinan; es el primer paso para avanzar hacia una acción independiente de clase (que no excluye la más amplia unidad de acción). Una comprensión de las relaciones reales que están detrás de la devaluación redundará en el fortalecimiento político del trabajo frente al capital. El enfrentamiento no se reduce a Macri. Es un enfrentamiento de clase. En este respecto la crítica a la “ilusión estatista” adquiere toda su relevancia.

 
Nos proponen:

Retomar lo mejor de nuestras luchas para fortalecer la unidad frente al ajuste

Nota publicada en la Abre Brecha #15 de diciembre 2015
El recambio de gobierno nos traerá a toda la clase trabajadora un ajuste que con mayor o menor gradualidad implicará la pérdida del poder adquisitivo de nuestros salarios y un acrecentamiento de la precarización laboral y de la vida, sobre todo teniendo en cuenta que en los planes de Mauricio Macri no se ve una sola medida que implique ajustar al empresariado, la banca, las grandes inmobiliarias, los terratenientes que ganan millones exportando soja, y todos los sectores de la burguesía que se “la llevaron en pala” durante los últimos doce años. Tampoco estaban presentes en las preocupaciones de Daniel Scioli.
Ese recorte en los salarios y condiciones de vida es lo que se esconde detrás de los discursos de “pacto  social”, que lo único que trae aparejado –como pasó siempre en la historia de nuestro país– es la restricción de derechos a la clase trabajadora buscando que aceptemos que el ajuste caiga sobre nuestras espaldas. En esa línea se vienen los ataques legislativos y judiciales que intentarán limitar el derecho a huelga, o los intentos de modificar las negociaciones paritarias buscando hacerlas cada dos años o centralizarlas en una sola negociación general entre las cúpulas de las burocracias sindicales y los grandes bloques empresariales (UIA-AEA).
De hecho, todo este combo de modificaciones de los derechos laborales será negociado con las burocracias sindicales de las tres CGT, que evalúan su unificación detrás de las políticas del nuevo gobierno. No es casual que tanto Macri como Scioli durante la campaña hayan anunciado el levantamiento del piso del impuesto a las ganancias, reclamo principal de estos sectores, dejando de lado los principales problemas de la clase trabajadora: la desocupación, el trabajo precario y las pésimas condiciones de vida (salud, educación y vivienda).
Por esta razón, nos parece importante echar una mirada a las luchas que desde distintos sectores de nuestra clase se han venido impulsando en los últimos tiempos, desde que el ajuste “gradual” ya se puso en marcha. Es necesario identificar las enseñanzas, aprendizajes, para prepararnos a enfrentar en mejores condiciones la avanzada patronal-estatal-judicial que se viene sobre los derechos que ganamos en las calles.

Rompiendo Cadenas: nuestra apuesta a la unidad
Desde la conformación de COB La Brecha, hace ya casi 5 años, a través de la Brecha Sindical, hemos ido aportando cada vez con más fuerza y decisión a la intervención conjunta con otras organizaciones en la conformación de la Corriente Político Sindical Rompiendo Cadenas (CPS-RC), que en los últimos años creció en niveles de intervención en conflictos e inserción en distintos sectores de trabajo, así como también aportado a la construcción de armados unitarios que permitan recuperar organizaciones gremiales para la clase trabajadora.
Con estas herramientas político-sindicales buscamos generar los mayores niveles de unidad posibles para intervenir y fortalecer la inserción en la clase de una perspectiva anticapitalista y antipatriarcal, que impulse la participación y decisión democrática de las bases en todos los gremios o conflictos, que ponga por delante el triunfo de las luchas por sobre “el rédito político” para la propia orga, que practique la más amplia solidaridad activa con los conflictos en curso, que aspire a un crecimiento en conciencia e identidad de clase basado en nuestra independencia política, y que sea uno de los motores del reagrupamiento de los sectores clasistas en el marco de la intervención político-sindical.

Las enseñanzas de la unidad, la democracia de base y la solidaridad de clase
Con estos lineamientos como base es que apoyamos decididamente la lucha de lxs aceiterxs, que a través de una huelga histórica lograron romper el techo salarial que imponía el gobierno nacional, paralizando durante 25 días más de 40 plantas y puertos acei teros de todo el país, haciendo incluso que la Bolsa de Rosario tuviera que dejar de operar por diez días, y desarrollando altos niveles de participación y decisión democrática de las bases a lo largo de todo el proceso de lucha, condición sin la cual el triunfo hubiera sido imposible.
Nos parece necesario destacar el nivel de conciencia y apropiación del conjunto de lxs trabajadorxs aceiterxs que intervinieron en el conflicto, que denota una paciente construcción de base desarrollada a través de los años en uno de los sectores estratégicos de la producción con un millonario nivel de facturación anual. El otro punto a destacar es el eje en el que lxs compañerxs aceiteros situaron su lucha: que el salario que debe cobrar un/a laburante no se discuta en base a la inflación que calculan gobiernos y empresarios sino a partir de las necesidades de lxs trabajadorxs para vivir dignamente.
De la misma forma, tomamos como bandera el apoyo activo a la lucha de lxs compañerxs de la Línea 60, que lograron revertir 53 despidos e imponerle a la patronal (grupo DOTA) el reconocimiento gremial del Cuerpo de Delegados, enfrentando durísimos ataques, el lockout patronal, el ninguneo del Ministerio de Trabajo, y la entrega de la burocracia sindical que conduce la UTA. La enorme firmeza lograda a base de varios años acumulados de trabajo paciente desde las bases lograron la suficiente unidad interna para resistir y lograr el apoyo de un marco de alianzas amplio, con medidas de lucha estratégicas como el no cobro de boletos que apuntaban directamente a generarle pérdidas a la empresa y ganarse la solidaridad de lxs pasajerxs.

Y si hablamos de lucha genuina, firmeza y enfrentamiento contra la burocracia, no podemos dejar de mencionar al conflicto por los despidos en la fábrica Honda Motors de Florencio Varela, ocurridos en agosto del 2014, que fueron una avanzada patronal para sacarse de encima a lxs compañerxs que ante las suspensiones y achique de personal comenzaron a levantar la cabeza. Aquí también tenemos que señalar que fue la lucha abnegada de dos de los despedidos, que durante más de un año no claudicaron ni ante los ofrecimientos de “jugosas” indemnizaciones ni ante las presiones de la burocracia del SMATA, y junto a distintas organizaciones lograron construir un arco de solidaridad que permitió sostener la lucha y obtener un reingreso efectivo de uno de los compañeros a su puesto de trabajo en la fábrica y sostener el conflicto para ganar también el otro reingreso. Todo esto además con el ingrediente de que a pesar de los aprietes internos pudieron sostener el apoyo de sus compañeros de trabajo, a pesar de haber estado fuera de la fábrica más de un año.

Al mismo tiempo que el conflicto en Honda, en el diario Hoy de La Plata fueron echados 10 trabajadorxs de prensa por empezar un proceso de reclamos laborales e intentar elegir delegados tras 15 años de impedimento de la patronal, lucha a la cual también apoyamos decididamente y que un año después logró ya la primera sentencia judicial por reincorporación, siendo este un hecho histórico para los medios de comunicación de la región.
La lucha del Hoy se transformó en el eje articulador de todos los conflictos del sector en La Plata, explotando la acumulación paciente que durante varios años se viene realizando dentro de los medios de comunicación de la región, impulsado fundamentalmente por el Colectivo de Trabajadorxs de Prensa. Combinando las más variadas formas de intervención (desde piquetes y bloqueos, pasando por declaraciones parlamentarias, hasta el escrache público a los funcionarios del Ministerio de Trabajo) lograron sostener una intensa lucha sin el apoyo del Sindicato de Prensa Bonaerense, y orquestando un marco de alianza amplio –que incluyó gremios de la CGT, de las dos CTA, abarcando un espectro ideológico que iba desde la izquierda en sus distintas variantes hasta el peronismo– que logró confluir en una histórica movilización, el Prensazo, como no sucedía desde hace más de quince años en el sector.
De cara a los tiempos que se vienen, entendemos que se vuelve una tarea cada vez más estratégica la necesidad de evitar el aislamiento de las luchas, buscando generar acciones que de manera inteligente logren comprometer a distintos sectores con los reclamos que impulsamos, utilizando todas las herramientas posibles para alcanzar la legitimidad y el apoyo necesario para imponerse a las patronales, la burocracia, y el Estado con toda nuestra fuerza de trabajadorexs organizadxs.
 
Sumemos que hoy son fundamentalmente anticapitalistas las luchas contra el extractivismo, la desposesión territorial de campesinos e indígenas, el desalojo de sin techo y el Estado represor, clientelar e infiltrado por el narcotáfico, la trata de personas, las redes de prostitución.  Emiliano Teran Mantovani nos interpela a:“Recuperar o reimpulsar en nuestras agendas políticas la centralidad de la riqueza concreta (agua, biodiversidad, tierra) y de la reproducción de la vida, ante la primacía que ha tenido la búsqueda de la riqueza abstracta (rentas y finanzas)".

 

COP 21 y los nuevos tiempos en América Latina
Escapar de París: por una justicia ambiental desde los territorios
14 de diciembre de 2015
Por Emiliano Teran Mantovani (Rebelión)

(…)De las nebulosas de Paris a la propuesta del Anexo 0 de Oilwatch: pensar la justicia ambiental desde los territorios
Algunas voces en la Climate Action Zone de l Centquatre-Paris planteaban la necesidad de “escapar de las COP”. Escapar de las COPs supone tratar de liberarnos de este específico régimen de soberanía que se institucionaliza globalmente, y que secuestra la toma de decisiones para un 1%. También implica tratar de liberarnos del secuestro epistémico que encierra prácticamente toda la lectura del fenómeno del cambio climático y sus posibles soluciones en la métrica del carbono. Parece necesario abrirnos a enfoques radicalmente diferentes.(…)

Del Anexo 0 al «Blockadia»: territorios rebeldes y los nuevos tiempos en América Latina
 
La situación de crisis ambiental global y la necesidad de acciones urgentes para contrarrestar el cambio climático ofrecen sólidos argumentos para intensificar los pedidos sobre moratorias de numerosos proyectos extractivos en América Latina. Se podrían plantear debates sobre cómo la caída de los precios del crudo –y si se espera que no levanten por un tiempo– representa una oportunidad para abrir caminos de transición para salir del rentismo petrolero en Venezuela. La idea de un estancamiento secular de la economía global, y la crisis de largo plazo del modelo de acumulación nacional, impulsan la necesidad imperiosa de trascendentales transformaciones desde adentro, en las cuáles se abra una discusión sobre la moratoria de los proyectos de minería en el país (carbón en el Zulia, Arco Minero de Guayana) e incluso algunos sectores de bloques de la Faja Petrolífera del Orinoco.
 
Sin embargo, es necesario reconocer que todos estos procesos, fenómenos y negociaciones se están desarrollando en un momento específico de la historia del sistema-mundo capitalista, de profundo caos y entropía; en una situación post-normal, que posiblemente será muy conflictiva. Esta situación evidentemente atraviesa a América Latina, la cual después de varios años de una era progresista diferenciada, ve cómo las condiciones bajo las cuales aparecieron los gobiernos de izquierda y múltiples luchas sociales, han cambiado significativamente.
 
Si pensamos en la fuerza que va tomando la ola de restauración conservadora en la región, y los peligros de nuevos ciclos masivos de acumulación por desposesión; si recordamos que Latinoamérica es un “reservorio” estratégico de “recursos naturales” en la dinámica geopolítica actual; y si advertimos cómo se configura un neoextractivismo 2.0 –ya no “progresista”, sino de perfil mixto e híbrido, un neoliberalismo mutante– que busca reorganizar el territorio continental en torno a esta nueva fase salvaje de acumulación global; podemos notar la centralidad que tendrán las luchas en la región en torno al mundo material de los bienes comunes para la vida (agua, biodiversidad, territorios en general).
 
Es muy probable que una política popular post-extractivista para enfrentar –consciente o inconscientemente– al cambio climático, y en general al orden depredador capitalista, esté, en esta nueva etapa para América Latina, plagada de enormes desafíos y amenazas. Pero hay algo que también vale la pena pensar. Las transformaciones en curso, no sólo van produciendo cambios de gobiernos y regímenes de poder, sino también de las condiciones materiales de la reproducción de la vida, y por ende, abre el camino para la reconfiguración de las luchas desde abajo.
 
En su libro "This Changes Everything: Capitalism vs. the Climate", Naomi Klein denomina «Blockadia» a los cientos de comunidades en todo el mundo que están luchando contra la extracción de combustibles fósiles –de Nigeria a Canadá, de Grecia a Perú y Ecuador–. Lo que es importante resaltar de «Blockadia» es que son movimientos globales compuestos por personas comunes –no lucen como los típicos activistas, según Klein– que buscan profundizar la democracia relacionándola con la posibilidad real de control de los recursos que posibilitan la reproducción de su vida cotidiana, y que manejan diversas estrategias de acción directa –asambleas populares, bloqueos a excavadoras, marchas en las grandes ciudades, siendo agredidos por fuerzas policiales y de seguridad–, deteniendo en el territorio los crímenes climáticos en progreso –los sujetos del Anexo 0–, y reivindicando las abundantes energías disponibles en la superficie del planeta (no las del subsuelo) [5] .
 
Podemos tomar Blockadia como otra metáfora útil para pensar, luego de años de experiencias en la era “progresista”, nuevas estrategias para una posibilidad emancipatoria. Pero también para pensar en los tiempos que se avecinan. Sobre todo, revisar los errores políticos cometidos, tratando de reconfigurar sus lógicas desde el territorio –una territorialización del poder–. Recuperar o reimpulsar en nuestras agendas políticas la centralidad de la riqueza concreta (agua, biodiversidad, tierra) y de la reproducción de la vida, ante la primacía que ha tenido la búsqueda de la riqueza abstracta (rentas y finanzas) [6].
Una radicalización de la acumulación por desposesión, llevada adelante en el marco de una restauración conservadora en América Latina, puede a su vez provocar múltiples resistencias productivas (de lo que hemos llamado la biopolítica de los comunes), muchas de ellas bajo fórmulas que podrían ser novedosas. Piénsese en un nuevo «giro ecoterritorial» (tomando el concepto de Maristella Svampa) alimentado no sólo por los diferentes aprendizajes que se han producido desde las luchas regionales y globales, sino por la transformación de las condiciones materiales de vida. La expansión de un ecologismo popular (Joan Martínez Alier) podría tocar a los movimientos urbanos, como de hecho ya lo está haciendo en la región, lo que tendría un muy poderoso efecto político. Eco-piquetes y nuevas territorialidades urbanas se vinculan a la búsqueda de reproducción de los medios de vida en las cada vez más insostenibles ciudades latinoamericanas.
Las condiciones probablemente serán muy adversas, pero las posibilidades emancipatorias están ahí presentes. Es en el tejido social y territorial donde se estará librando una batalla histórica.
 
Paris, diciembre de 2015
 *Emiliano Teran Mantovani es sociólogo e investigador, y hace parte de la red Oilwatch Latinoamérica
 
Fuentes consultadas(…)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206755

Recordemos "obreros y estudiantes" en los 60-70 y desde Chile, hoy, nos plantean: "la labor de las organizaciones políticas de nuevo tipo es entender que se debe gestar un trabajo directo a nivel estudiantil y también con los pobladores y trabajadores, porque todos estamos en una misma lucha y tenemos un enemigo común: el modelo neoliberal" que, más precisamente, es el capitalismo local del mundializado.

Juventud Rebelde: Nuevo actor político
23 de diciembre de 2015

Por Rubén Andino M. (Punto Final)
Irrumpe una nueva generación de dirigentes en la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) forjada en la intensa actividad desplegada por el movimiento de estudiantes secundarios en 2011. Gabriel Iturra, uno de sus exponentes más representativos, dice que ha llegado el momento de proyectar la lucha estudiantil hacia el conjunto de la sociedad, y anuncia que la fuerza política que representa no participará en las próximas elecciones ni en el proceso constituyente, porque no ve condiciones para una nueva Constitución Política que termine con el modelo neoliberal imperante.
A sus 23 años, el actual presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Central, Gabriel Iturra Castillo, tiene larga experiencia como dirigente estudiantil. Fue presidente del Centro de Estudiantes del Liceo Amunátegui en 2010, vocero de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) en 2011 y viajó ese mismo año a Francia a explicar la lucha de los estudiantes movilizados. Cursa el tercer año de la carrera de derecho en esa universidad.
“Un conjunto de compañeras y compañeros que veníamos de la Aces y que ingresamos a la universidad, vimos que las fuerzas políticas existentes no nos representaban. Así fundamos Juventud Rebelde (JR), una organización revolucionaria de nuevo tipo, para disputar la conducción y vocería del movimiento estudiantil universitario. JR nació en Santiago y se ha extendido a Temuco, Valparaíso, La Serena y el Maule”.
 
¿Qué significa ser una organización revolucionaria de nuevo tipo en el siglo XXI?
La labor de los revolucionarios hoy sigue siendo la misma que tenía el MIR en su tiempo. Pero claramente cambiaron las condiciones de cómo se ejerce la política. Hoy existe un rechazo profundo a los partidos tradicionales, hay desconfianza hacia la clase política y las instituciones. En este contexto, la labor de las organizaciones políticas de nuevo tipo es entender que se debe gestar un trabajo directo a nivel estudiantil y también con los pobladores y trabajadores, porque todos estamos en una misma lucha y tenemos un enemigo común: el modelo neoliberal. La imagen de una Izquierda revolucionaria violenta debe desaparecer si queremos sacarnos el mote de ‘ultras’. Porque nosotros no somos la ultraizquierda, sino la Izquierda revolucionaria. Nuestra crítica a la sociedad viene acompañada de propuestas y nos caracterizamos por tener planteamientos coherentes. Si decimos que estamos contra la propuesta educacional del gobierno, es porque estamos por el cambio del sistema educativo en su conjunto y sin parches.
Recogemos los principios del MIR y de otras organizaciones, pero también entendemos que su estética, maneras de plantearse y formas de organización están desfasadas; porque el perfil de los jóvenes cambió, aunque persiste el objetivo trascendente de organizar a la juventud que está en rebeldía”.
 
La Izquierda revolucionaria clásica asignaba a la violencia la función de instrumento de cambio. ¿Qué opinan ustedes?
“Violencia es la que vivimos día a día como consecuencia del sistema social que nos han impuesto. Plantear la lucha armada es inviable en este momento. Repudiamos además el terrorismo como arma política. Entendemos que en algún momento puede haber una confrontación de clase con el empresariado, pero hoy lo más importante es acumular fuerzas que más adelante nos permitan realmente disputar el poder”.
 
EL ESCENARIO POLÍTICO
¿Cómo asumen el rechazo generalizado a la política?
“Hoy más que ciudadanos o ciudadanas empoderados de sus decisiones, existen clientes que alegan ante un problema en educación, salud, despojo de recursos naturales, acciones de colusión, como las farmacias, o situaciones de corrupción como los casos Penta y SQM. Esa indignación masiva hay que transformarla ahora en organización social y política.
 
El movimiento estudiantil ya cumplió una fase, que fue denunciar las lógicas mercantiles que vivíamos en la educación. Ahora viene un segundo momento de construcción de movimiento popular entre los sectores más desprotegidos de la sociedad. En conjunto con pobladores y trabajadores, debemos levantar una alternativa política que se exprese en un partido revolucionario capaz de representarnos a todos.
 
La derecha y la Concertación (Nueva Mayoría) no aparecen como alternativas válidas. Hoy carecen de legitimidad social y política. Por otra parte, la esperanza que tenían muchos chilenos y chilenas de que surgiera una opción hacia la izquierda de la Concertación, representada por Marco Enríquez-Ominami, hoy se ve como parte de lo mismo, porque su líder está vinculado a la corrupción.
Más del 50% por ciento de las personas se declara independiente o dice que no cree a los partidos. Un 60% de abstención en las últimas elecciones da cuenta de esa realidad. Nuestra labor en este sentido es constituir una alternativa política que de verdad le haga sentido a la gente y que no sea meramente electoral”.
 
¿Qué relación existe entre Juventud Rebelde y Aces?
“Aces es una asamblea de estudiantes y Juventud Rebelde es una organización política. Pero existe entre nosotros un vínculo emocional estrecho, porque los de JR también fuimos de la Aces y esperamos trabajar en conjunto con ellos.
En marzo se votarán las nuevas vocerías de la Aces y veremos entonces cómo trabajaremos juntos en favor del movimiento estudiantil en 2016. Nuestro sector tiene presencia en universidades; Juventud Rebelde dirige las federaciones estudiantiles de la Universidad Alberto Hurtado, la Utem y la Universidad Central. Ganamos además el centro de estudiantes del Liceo Lastarria con una organización ‘rojinegra’ que se llama Ofensiva Secundaria, y hace unos días esta misma fuerza triunfó en el centro de estudiantes del Internado Nacional Barros Arana”.

¿En qué se diferencian ustedes del llamado bloque de conducción?
“Al igual que Izquierda Autónoma o Izquierda Libertaria, hacemos una crítica al sistema neoliberal. Pero la principal diferencia tiene que ver con que ellos proponen fortalecer el Estado, para transitar del actual Estado subsidiario a otro garante o de bienestar. Nosotros decimos que en este momento el Estado seguirá siendo un instrumento de dominación del sistema neoliberal, tal como ha sido establecido por la Constitución de la dictadura, con elecciones que no permiten participar ni menos ganar a las mayorías sociales. Nosotros no estamos por fortalecer el Estado neoliberal ni por participar en las elecciones que se realicen dentro de sus marcos.
Tampoco vamos a ocupar nuestros cargos en el movimiento estudiantil para utilizarlos de trampolín en una eventual participación electoral, ni estamos disponibles para repetir experiencias fracasadas como fueron las candidaturas presidenciales de Marcel Claude y Roxana Miranda.
Nuestros oponentes tienen financiamiento millonario, tienen una Constitución hecha por Pinochet, y a partir de esos medios, ellos fijan las condiciones. No somos por principio contrarios a las elecciones, pero entendemos que en este momento las reglas del juego no nos permiten todavía constituir una alternativa competitiva”.
 
RECHAZO AL PROCESO CONSTITUYENTE
¿Cuál es la táctica de la JR para terminar con el Estado neoliberal?
 
“Estamos realizando continuamente ejercicios de soberanía popular y local e impulsando la idea del control social comunitario de las instituciones. En experiencias como las de Freirina o Huasco, vimos cómo la ciudadanía se empoderaba de una crítica profunda a los empresarios por su responsabilidad en la contaminación ambiental; pero también esa crítica se extendió hacia el Estado, representado por municipios o parlamentarios, que no ofrecen soluciones concretas a sus problemas. Estas comunidades aprendieron que lo que les ocurra en casos como estos dependerá de lo que consiga el pueblo organizado y no de la buena voluntad del Estado o de los empresarios privados”.
 
¿Van a participar en el proceso constituyente?
“Estamos de acuerdo con el cambio de la Constitución, pero diferimos en cuanto a la forma de llegar a ese objetivo. Antes de hablar de la Constitución o de elecciones, debemos dar un salto cualitativo para la construcción de un movimiento popular potente, que sea capaz de movilizar al país desde los sindicatos, las poblaciones, las empresas o los centros de estudio, para buscar el cambio de la institucionalidad en su conjunto.
Lo que el gobierno llama proceso constituyente es una cortina de humo. Se nos dice, participa; pero sin plazos ni incidencia real. Es una burla, ya que por esa vía serán los mismos de siempre quienes decidirán el futuro de todo Chile. Por otra parte está lo que otros sectores de Izquierda han denominado Asamblea Constituyente, que tendría un contenido más popular. Nosotros también escapamos de esa posición, porque hablar hoy de Asamblea Constituyente es un volador de luces. Para nosotros es más real y concreto organizarnos y pelear una nueva institucionalidad desde los conflictos de la sociedad, que pensar ilusamente que el sistema nos va a dejar que modifiquemos la Constitución actual”.

Muchos jóvenes son muy radicales mientras dura su paso por la universidad, pero cuando entran a la vida laboral comienzan a pensar y actuar distinto.
“Eso sucede porque algunos grupos políticos entienden el movimiento estudiantil centrado en sí mismo. Nosotros, por el contrario, lo asumimos desde una perspectiva de clase y vinculado a otros actores sociales. Mientras no se constituya un movimiento popular articulado, siempre estaremos en este círculo vicioso de lo meramente reivindicativo. A los estudiantes no nos sirve movilizarnos todos los años si no logramos articularnos con otros actores de la sociedad para producir una crisis de legitimidad importante del sistema en su conjunto”.
 
BUSCANDO ACUERDOS
¿Ven ustedes urgencia para construir ahora una alternativa política al sistema?
“La urgencia de una alternativa de Izquierda en Chile deriva de la indignación de la gente ante la desigualdad y los abusos. Se está acumulando un gran descontento que en algún momento va a estallar. Lo importante para nosotros es prepararnos para ese momento. Para ello es fundamental un acuerdo programático de la Izquierda en cuatro o cinco puntos, para construir una alianza que nos permita movernos con flexibilidad y pragmatismo en las distintas coyunturas”.

¿Cómo debe enfrentarse la despolitización existente?
“En 2011 hubo un antes y un después, y desde ahí se han instalado acciones más ofensivas de estudiantes, pobladores y trabajadores en la lucha por sus derechos. Los grupos sociales entienden mejor ahora que cuando tienes un problema, no te lo va a resolver el Estado ni las empresas privadas, y que la única opción efectiva para conseguir transformaciones es movilizarse.
 
Hay otras formas de entender la política, que pasan por reencantar a un pueblo que no se ve reflejado en los partidos actualmente existentes. Claramente hay un cambio de estado de ánimo y los chilenos ya no estamos dispuestos a aguantar los abusos. Ante la colusión del papel confort, la gente dejó de comprar a los coludidos y el hecho demuestra la decisión de no dejarse embaucar. Si la gente entendiera que esa misma colusión existe en el sistema de pensiones, en la salud y en la política, la situación podría ser distinta”.
 
¿Cómo se relacionan ustedes con anteriores generaciones de revolucionarios?
“La dictadura produjo un quiebre generacional entre las organizaciones revolucionarias de los años setenta y las actuales. Cuando hablamos de la construcción de una alternativa de poder, consideramos el aporte de todas las generaciones. Las anteriores deben entender los nuevos métodos de movilización y las nuevas maneras de vivir la política. Hoy no sirve sólo imprimir un panfleto, también hay nuevas opciones para comunicar nuestras ideas a la sociedad, como las redes sociales.
Tenemos mucho que aprender de aquellos que vivieron la Unidad Popular o la dictadura, pero hay que analizar también los errores cometidos y aprender de esos fracasos para la construcción de una exitosa alternativa socialista en el futuro”.
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 843, 18 de diciembre, 2015
 

Evoquemos "que se vayan todos" del 2001-2002. Los K lo calificaron de antipolítica e infierno y consiguieron restaurar la democracia representativa  ilusionando, además, con el "capitalismo serio". Pero éste resultó en maximización del acaparamiento gran capitalista de riquezas y poder. Profundizó la desigualdad e injusticia social, el presidencialismo y la corrupción de altos funcionarios. Preparó para que la "patria contratista" o la gran burguesía local (cuyo crecimiento siempre dependió de imperialismos y de saquear al Estado) pasase a controlar y usufructuar directamente de los negocios con China, otros estados imperialistas y sobre todo con las transnacionales estadounidenses o lideradas por Estados Unidos. Frente a la degradación capitalista de la democracia, nos iluminan caminos emancipatorios desde Venezuela y desde Mesoamérica  respectivamente:

I. Preguntas y principios de Gobierno Popular
14 de marzo de 2015
Por Roland Denis (Rebelión)
El documento que presentamos, es un texto para su discusión colectiva. Aquí proponemos algunas ideas y conceptos de lo que ha venido fraguándose como Gobierno Popular y su potencial hoy en nuestras tierras, sin entender esto como un utopismo abstracto sino la concreción de una tendencia social liberadora que comenzó a abrirse paso desde la misma revuelta del 27 de febrero del 89. La creación, constitución y expansión del poder popular ha sido desde su nacimiento un propósito unificador de la lucha popular, y un eje transversal de toda la revolución bolivariana y socialista, en su vertiente más radical. Su historia con todos los tropiezos, represiones, perversiones internas y saboteos, aún así sigue adelante, siendo esto una gran victoria política de nuestro pueblo.
Sin embargo, muchos nubarrones tenemos por delante, primero un mundo que se acopla imperialmente desde sus costados occidentales y orientales mundiales y para los cuales somos un blanco importante, frente a lo cual tenemos que prepararnos “desde abajo”. Luego, por sus costados internos, donde la decadencia y desastre económico del Estado-nacional burocrático, rentista, corrupto, es cada vez mas crítica, deshaciéndose la legitimidad de sus instituciones y la funcionalidad de sus partidos y cúpulas que han polarizado la historia política en los últimos años, fenómeno que crea las condiciones para el fortalecimiento de autocracias internas y cualquier cantidad de desbordes reaccionarios.
Ya no basta entonces con hablar de gobierno nacional y por otro lado del poder popular. En nuestra consideración es imprescindible un paso de avance que permita acelerar ante de que sea tarde la “pulverización del estado burgués” pedida por Chávez. Es hora de comenzar el proceso constitutivo de “Gobierno Popular” desde un espacio externo al Estado pero al mismo tiempo con fundamentos y principios universales y propios que lo proyecte en un futuro como un espacio transversal y multidimensional, con capacidad de disputarle todo el poder al Estado del capital. Una revolución social y libertaria como la que nos hemos planteado no tiene ninguna salida sin esta ruptura, para lo cual debemos a nuestro modo de ver preparar las condiciones políticas desde ahora para este salto.
Nuestras preguntas y nuestras repuestas:

-¿Qué quiere decir «pueblo» cuando hablamos de Gobierno Popular? No estamos definiendo al «pueblo» como una sustancia abstracta de soberanía, bajo el entendido liberal o populista. Siguiendo la definición recordada por Jodi Deam, en su libro “el horizonte comunista”, referimos «pueblo» como “la parte de los sin parte”, el pueblo como esa fuerza dividida y divisiva que hace parte de un “resto del nosotros” que quebrado, desposeído pero a la vez generador de esa “parte” o ese resto del todo social, es capaz de optar por otra vida y luchar por ella y darle forma; el «pueblo» es el que está en lucha, es la vanguardia colectiva de una sociedad quebrada y fragmentada. Se trata de diferenciarse completamente de toda aquella simbología popular tan utilizada por cualquier demagogia del Estado protector y redentor que se autolegitima en una “soberanía popular” que todos los días expropia. Aunque comience en su parte de los sin parte, aquí sólo el pueblo salva y emancipa al pueblo.

-¿Quién es el Gobierno Popular? Obviamente estamos hablando de un gobierno de muchos y muchas, que en su parte rompen las relaciones de sumisión y explotación, pero no de un “todos” inmediato y además imposible de juntar por la propia desigualdad social y los miedos infundidos a unirse a los procesos de liberación. Desde el principio del no-Estado (un gobierno que no es un Estado-nacional), una parte de ese todo social que es el pueblo al que nos referimos, desencadena nuevas formas políticas de gobierno donde no media la externalidad del Estado, el “desde arriba” de las tradicionales cúpulas que asumen la representación de la sociedad civil. Se derrumba el viejo poder de élites de cualquier tipo y se provoca el espacio posible autogobernante, constituyente, originario. Muchos y muchas irán dándole forma sin predeteminación otra que no sean amplio consenso o contratos sociales de autogobierno, como en efecto lo estamos haciendo. No es un gobierno que se instala desde una o varias cúpulas políticas, sino que se va haciendo, que va sumando, que va integrando y mediando diferencias, hasta irrumpir por completo.

-¿Qué es lo que gobierna el Gobierno Popular?. Pongamos en claro que al no estar determinados por la lógica del Estado-Nación, tal gobierno no gobierna personas (principio del despotismo puro) ni instituciones en sí (principio del estado liberal-democrático). Se trata de constituir gobierno desde los procesos concretos donde se constituyen espacios de gobernabilidad común. Gobierna por tanto procesos de liberación que pueden llegar a ser infinitos en el tiempo, determinados espacialmente por la territorialidad del fenómeno de insubordinación que se es capaz de generar dentro y más allá de la nación, extensos de manera impredecible en las formas institucionales que adopte, hasta convertirse en una hierba transversal a todos los tiempos y espacios de la vida nacional y más allá de la nación, capaz de provocar el nacimiento de “otra política y otra gobernabilidad”, radicalmente contraria a la forma-Estado creada históricamente por las burguesías emergentes europeas.
-¿De qué tipo de gobierno o democracia se trata?. Se entiende que al no ser un gobierno representativo de nada, es un gobierno básicamente asambleario, delegativo-funcional, rotativo, absolutamente transparente, de plena y continua rendición de cuentas, que no posee ninguna burocracia propia sino personales que se avocan a trabajar libremente para sus necesidades, funciones y metas específicas internas. No es una simple democracia formal, como se dijo en aquellos días del 27F es una “democracia de la calle” -o también diríamos del saber- que supone una fusión libre de voluntades cada vez mayores bajo formas de convivencia y libertad cada vez más avanzadas y complejas, para lo cual no hay modelo preestablecido de soberanía (“no hay calco ni copia” siguiendo las enseñanzas de Mariátegui y Simón Rodríguez), sino invención concreta de una verdadera República autogobernante,.
-¿Cuál es el lugar del Gobierno Popular?. No se trata de un gobierno que reside en ningún lado específico como es el caso de los gobiernos de Estado en sus dimensiones nacionales, regionales y locales. Su residencia es el lugar de su convocatoria y donde se resuelve a decidir y trabajar. No es posible “tomarlo” por tanto, simplemente se ejerce donde se es necesario y posible, así sea un “rancho” perdido o un “palacio” expropiado, en combinación con otros espacios. No se trata entonces de un “lugar” de gobierno sino de una estrategia de poder, ejercida donde se decida y pueda hacerlo. Cada espacio de Gobierno Popular va construyendo un centro o centros propios, con poderes que se acrecientan y que van “pulverizando el Estado burgués” como pedía Chávez.
-¿Quién autoriza al Gobierno Popular?. Se trata de un gobierno de muchos y muchas que no tienen parte en el festín de la acumulación capitalista, por tanto se autoriza a sí mismo teniendo como base los principios constituyentes, los contratos sociales, las cartas de lucha, que se vayan acordando y dándole legitimidad territorio por territorio emancipado, todo lo contrario de lo que supone una autocracia democrático-liberal o despótica. De esa manera, no está determinado por un régimen exterior a él sino por la inmanencia de su propio proceso. Cada ejercicio real de gobierno popular va determinando sus formas y regímenes internos donde se explaye la creatividad popular, incluidas las formas de votación y organización necesarias. Podríamos decir en ese sentido que el Gobierno Popular es “la dictadura de la máxima democracia posible” (Marx lo llamaba “la dictadura del proletariado”, el filósofo Spinoza “la democracia absoluta” los anarquistas “el comunismo libertario”, nuestros indígenas del sur “el Aylú”, son términos que suponen esencialmente lo mismo en su definición, mas allá de sus matices doctrinarios e históricos. Incluso aquí en Venezuela de forma mas ambigua se le ha llamado “Estado comunal”) .
-¿Qué es lo que gobierna un Gobierno Popular?. Desde el principio del Estado-Nación, su gobierno es único, representativo (representa a la nación y al pueblo) e insustituible. Es la condición para la sobrevivencia y reconocimiento de un Estado. Aquí, por el contrario, estamos hablando de formas de gobierno que el pueblo del que hablamos se va dando en un proceso constitutivo complejo donde el ejercicio de poder propiamente (la capacidad de imponer su decisión) será más “única” (en su forma no-estatal, es decir, “único” mas no en régimen único) en la medida en que vayan implosionando la viejas formas del poder de Estado y la hegemonía de un gobierno popular aumente. Esto se dará en un tiempo y espacio regional y planetario imposible de prever, y ninguna certeza de que va a vencer. Para los momentos como el que vivimos en este espacio del planeta, podemos decir que estamos en la capacidad de multiplicar por todo el territorio formas de Gobierno Popular donde el ejercicio concreto del poder popular se ejerza autónomamente de acuerdo a la ley, o se amplíe esta capacidad más allá de ella hasta superarla por completo, y por otro lado, de acuerdo a la capacidad de movilización y legitimidad alcanzada, “ponga contra la pared” a los poderes fácticos del capital y los poderes legales del Estado hasta sustituirlo, cumpliendo los propósitos liberadores que determine cada comunidad. De esta manera el colectivo tendrá cada vez más poder para ir planificando y ejerciendo efectivamente un horizonte igualitario para una nueva vida, creación de nuevas relaciones de producción, destrozar las divisiones de trabajo, status social y saberes que nos ahogan bajo la opresión capitalista. Cada situación determinará la formas de esta confrontación, sus avances y retrocesos, su paz como su violencia inevitable.
-¿Que ejercicio de ley y de derecho es posible desde el Gobierno Popular?. La ley burguesa no se impone por su misma razón y la representatividad de los individuos que la dictan, tal como lo quisieron y formularon los creadores originales del modelo del Estado-nación. La ley en definitiva se impone por la fuerza, imponiendo la esencia de ella bajo la sociedad capitalista que es la propiedad. El avance revolucionario nos ha permitido valernos de una constitución que puede se usada en primera instancia, allí donde se afirma que la soberanía popular es intransferible y por otro lado haciendo de la asamblea popular (“de ciudadanos”) un lugar vinculante de obligada obediencia por parte del Estado. Si no hay ni la fuerza ni la hegemonía cultural suficiente para hacer valer del todo la ley revolucionaria, sí es posible no obstante ir creando mecanismos normativos y legales cada vez mas amplios desde donde el pueblo se dote de su propia ley y obligue al poder constituido a acatarlas y reconocerlas, sosteniéndose en premisas constitucionales. El juego de las bases constitucionales del poder popular y la fuerza del Gobierno Popular como estrategia y movimiento multiplicándose, permitirá generar formas parlamentarias de decisión y tribunales propios donde el pueblo al cual aludimos le vaya quebrando el espinazo a la esencia de la ley burguesa que es la propiedad y la represión al desobediente frente a ella. No se trata de caotizar el mundo sino de crear un orden totalmente distinto y variado, donde la decisión por ley aprobada en lo que respecta a la propiedad, los derechos sociales, las formas de convivencia, ordenamiento institucional del Gobierno Popular, castigos al delito, etc., tenga su raíz en decisiones de ley aprobadas por nuestros propios espacios de gobierno, y con la fuerza para imponerlas. La ley revolucionaria frente a la ley burguesa es un espacio por excelencia de correlación de fuerzas que tenemos que abordar con toda la creatividad e inteligencia necesaria, entendido como dicen muchos que lo que no es posible por acuerdo y negociación será por la insurrección.

-¿A qué se enfrenta el Gobierno Popular?. Por supuesto se enfrenta al Capital y al Estado como entidades universales de dominio capitalista, pero dentro de un orden mundial que rebasa el ejercicio nacional y los obliga en su lógica económica o política a convertirse en pequeños cónsules de un mundo aún conflictuado por los grandes intereses imperiales, y lleno de poderes paralelos y “microfisicos”, por lo general privados, mafiosos, a estas entidades legales. Pero hay que advertir que no estamos en posibilidad de ninguna batalla final. Podemos apostar a una estrategia de poder dual -equivalencia de poderes en pugna estatistas y no estatistas- dentro de espacios que si todo va bien podemos abarcar el espectro nacional, suscribiendo los principios libertarios de la revolución bolivariana. Se comenzará con acabar con los despotismos regionales tradicionales, con las desgraciadas formas del colonialismo sobreviviente, con las nuevas formas de la criminalidad y opresión mafiosa, con las entidades monopólicas que absorben todas las economías locales y regionales. Pero también es perfectamente posible ir acabando con las entidades institucionales del Estado burgués como escuelas, hospitales, cárceles, policías, y ser sustituidas por entidades liberadas por el Gobierno Popular que tengan que ver con la salud, la educación, los servicios públicos, el ambiente, la seguridad, la justicia, etc, dándonos una nueva estructura pública en manos de los pueblos. Y por supuesto todo ello va ligado nuevos espacios de defensa frente al monstruo imperial y sus tentáculos locales, como a la generación de nuevas formas de vida soportadas materialmente en nuevas relaciones de producción, distribución, comercialización. La relación entre defensa y producción es básica para una nueva soberanía, es la comunalidad autogestionaria preparada para enfrentar cualquier agresión externa o interna bajo los principios de la “guerra de todo el pueblo” por la conquista de la mayor felicidad colectiva.

-¿Qué puede hacer el Gobierno Popular frente a la hegemonía del mercado y la economía capitalista?. Siguiendo la misma lógica de la confrontación con el Estado, aquí tampoco se trata de acabar por decreto con el mercado y la propiedad, hablando de elementos inscritos en la vivencia cotidiana global, una dialéctica de lucha muy compleja que debe mantener su capacidad de ir destruyendo la lógica capitalista de la explotación, el saqueo a los pueblos y la depredación natural. De lo que se trata es de socializar en las formas más avanzadas y participativas elementos que están totalmente privatizados y monopolizados y que el Gobierno Popular debe propugnar su socialización de incorporando la sabiduría dispersa entre toda a complejidad social. Pero se trata así mismo de tomar medidas contundentes y universales empezando por la propiedad de la tierra que debe ser socializada y la propiedad común del conocimiento. Hay mucho que expropiar al Estado burocrático y la empresa monopólica que solo sirven al incremento de la pobreza, cuando no abandonadas fábricas y materiales por nuestra inútil burocracia. Tenemos en nuestro caso el problema de la Renta Petrolera, que debemos ir apropiándonos de ella' ”desde abajo” hasta llegar a una alianza de gobernabilidad conjunta entre los trabajadores petroleros con cada vez mas control democrático sobre la industria, sus instancias de decisión y los espacios autogobernantes del Gobierno Popular, poniendo al Estado-nacional “contra la pared” en lo que respecta a su uso y distribución, sacándole de las manos por completo la apropiación histórica del gran capital sobre ella. Pero al mismo tiempo, muchos más allá de la renta, es imprescindible generar formas de planificación participativas y de mercado donde prive el control social sobre ellos y la conciencia colectiva sobre el objetivo común a alcanzar para garantizar el bienestar igualitario. El Gobierno Popular es en ese sentido un gobierno plenamente socialista, antiestatista y anticapitalista, avocado a la generación de una colectividad con capacidad de engendrar una economía, es decir, formas de producción, distribución y consumo, no-capitalistas y altamente colectivas, sanas y solidarias, hasta desmoronar por completo el Estado rentista del capital.

-¿Cuáles son las formas de autogobierno a las cuales apuesta el Gobierno Popular?. Obviamente las formas de autogobierno no son predecibles, cada pueblo inventará las suyas. Ahora si todo esto tiene sentido es porque efectivamente hemos construido las bases mínimas para un Gobierno Popular de “las partes sin parte” de un “resto del nosotros” que no se acopla a ningún orden preestablecido que no hay sido el suyo producto de su lucha. Esa es la revolución lo otro es pacotilla discursiva. En ese sentido desde los Consejos Comunales-Comunas, los corredores comunales establecidos, el control obrero y el movimiento de ello, mas la cantidad de formas movimientales y de control social a nivel de salud, comunicación, educación, ecología y derechos sociales, establecen en sí la premisas de ese gobierno popular y los sujetos constitutivos del mismo. Y ahora es que falta, la articulación y potenciación productiva, comunicacional y política de ello será la expresión propiamente del Gobierno Popular en Venezuela. 

-¿Cómo se constituye el Gobierno Popular?. Esta siempre será la pregunta pendiente. Sin duda todo tendrá que ver con los niveles de lucha y organización que se alcancen, algo que puede acelerarse o detenerse de acuerdo al avance del poder popular en los próximos tiempos. Estimamos posible en todo caso un movimiento que vaya hacia el debate y más adelante la construcción de una primera carta constitutiva, o contrato social, que pueda ser la base para que muchos espacios autogobernantes o con la potencialidad de serlo, se sumen a este movimiento conjunto constitutivo. Si se logra, es perfectamente posible llegar a una verdadera asamblea constitutiva de un primer Gobierno Popular y la determinación de los principios de su contrato social a nivel nacional. De todas formas si pretensiones nacionales inmediatas se considera que no son posibles alcanzar por ahora, este avance puede darse regionalmente de la misma forma. En una suerte de suma geométrica de las mejores voluntades dispuestas a ello que se conformen en la vanguardia primera del Gobierno Popular diseminado por diferentes espacios en el país, buscando su integración nacional progresiva.

-¿Cuál es la relación entre el Gobierno-Estado y el Gobierno Popular?. De acuerdo a lo que venimos exponiendo esta es una relación básicamente contradictoria cuando no antagónica, pero que dependerá del mismo devenir político del proceso y la nación. Desde los comienzos de la revolución bolivariana, hablando de poder popular y de proceso popular constituyente, esa relación entre poderes de Estado y del no-Estado se entendió como una relación de apoyo y “devolución del poder al pueblo”. Ahora, la buena voluntad política se convirtió en paternalismo, en burocratización y cooptación del poder popular, en intento de administración vertical del mismo hasta llegar a pervertirse y corromperse en muchos casos. Sería ideal un “cambio de timón” como pidió Chávez para regresar al punto de principio y sanear esta situación bajo una profunda autocrítica. Pero la tendencia no va hacia allá, sino a un juego de discurso, de generación de formas artificiales de Gobierno Popular desde Miraflores, y reafirmación autocrática al interno de partidos y el poder constituido. Por ello se tensa cada vez esta situación, aunque se siga apoyando al gobierno constituido. Si triunfa la derecha en los próximos tiempos esa situación será sin lugar a dudas antagónica y muy probablemente violenta. Por ello mismo, la relación entre uno y otro es imposible de definir a priori, fuera del contexto real en que se viene dando. Desde el amor hasta la guerra todo es posible. Ahora, ya a estas alturas, dada la experiencia recorrida, y las circunstancias mundiales en que estamos envueltos, lo que es imprescindible es la existencia y reconocimiento de la estrategia constitutiva de Gobierno Popular como principio unitario de base que formalice definitivamente el paralelismo de poderes dando un salto cualitativo imprescindible al proceso revolucionario, y así estar algún día en condiciones de exigir “todo el poder al Gobierno Popular”.

-¿Cómo puede ser reconocido un Gobierno Popular entre nosotros?. No se puede esperar reconocimientos inmediatos de algo que no hace parte de la lógica de dominio del mundo que vivimos. Será reconocido en la medida en que el gobierno popular gobierne y se pida su reconocimiento, algo muy parecido a lo que pasa con la revolución en Rajova del Kurdistán Sirio, con las espirales de “buen gobierno” en Chiapas; formas de no-Estado donde el ejercicio de gobierno colectivo entran en otra lógica y cultura totalmente distintas, en una suerte de “constituyente originaria”, y por tanto se adelantan a un mundo realmente diferente del cual apenas estamos viviendo sus primeras expresiones, muy difíciles de reconocer. Que el gobierno venezolano empiece por aceptarlo sin querer absorberlo ya sería un paso, pero muy difícil en este contexto de polarización, corrupción y burocratización avanzadas, a lo cual nos referimos. Otros movimientos en el mundo lo podrían hacer y también hay que pedírselos. Pero el primero en que se debería buscar reconocimiento es en el pueblo “del todos” o al menos del “muchos mas”, independientemente de las formas y expresiones propias “de la parte” involucrada. Lográndolo hacia abajo estaremos venciendo, lo demás, hacia arriba, hacia el mundo, viene solo.
Roland Denis Asamblea de Militantes
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II. La comunalidad como base para la construcción de resiliencia social ante la crisis civilizatoria
 
Por Mario Enrique Fuente Carrasco

Introducción

·                                 1  Trabajo presentado en el Coloquio Internacional “Hacia la construcción de un nuevo paradigma socia(...)
·                                 2  Acomodo de las leyes de inversión en función a la lógica de la racionalidad económica neoliberal.
Ante la crisis de la racionalidad económica1, una de las estrategias del capital ha sido la de la exploración y extracción de un constante insumo de recursos naturales energéticos, minerales y genéticos; los cuales tienen un reservorio significativo en territorios indígenas. Ello ha generado fuertes perturbaciones en las comunidades indígenas, ya sea de manera legal2(pero ilegítima) o través de medidas trágicas (como las acciones deshock). Las respuestas de los pueblos indígenas han sido diversas, pero destaca que su nivel de asociación comunitaria es un elemento clave para no sólo resistir, sino superar dichos procesos con enseñanzas significativas en la construcción de una sustentabilidad.
 
Esta racionalidad económica, durante las últimas décadas, ha provocado el crecimiento de la desigualdad social (exclusión) y la alteración drástica de las propiedades homeostáticas mantenidas por los ecosistemas durante el holoceno. La implementación del mito de un crecimiento económico ilimitado -orientado a la mayor acumulación-, ha alterado los tiempos y ritmos biogeoquímicos de los ecosistemas, y con ello las tasas de renovabilidad o de sustitución de los insumos, así como la capacidad de absorción y reintegración de desechos emitidos a la naturaleza. La combinación de estas transformaciones se ha manifestado en un aumento de la injusticia ambiental. Los conflictos distributivos económicos impactan a los de tipo ambiental: al crecer y concentrar el capital (beneficios) se transfieren los costos (económicos, pero también ambientales) a amplios segmentos de la población, sobre todo de los países del sur. Esta crisis socioambiental es una manifestación del proyecto civilizatorio basado en el arraigo del tipo de racionalidad económica.
 
Ante la identificación de la globalización de los problemas socioambientales, desde la década de los años noventa se ha institucionalizado el discurso del desarrollo sostenible como astucia geopolítica para internalizar la dimensión ambiental dentro del paradigma de un crecimiento económico ilimitado. Sin embargo, desde este discurso no se pretende cuestionar las premisas de la racionalidad económica desde la cual se genera insustentabilidad.
 
El asunto es que la racionalidad económica capitalista es parte central del origen del problema socioambiental, por lo que tomar soluciones desde la misma racionalidad solo es una aporía (Elizalde, 2012). Para muestra dos botones: la manifestación de la crisis financiera declarada en el 2008 sigue exhibiéndose como una de las contradicciones del capitalismo en su fase neoliberal; sin embargo, siguen recetándose paliativos desde las mismas formulas, pero además evidenciado que la “mano invisible” requiere de la “mano cómplice” del Estado. Otro caso es la entropización del planeta manifestada como una alta concentración de gases efecto invernadero en la atmósfera, y su impacto en el calentamiento global. Desde el citado discurso de desarrollo sostenible el problema del cambio climático se trató de enfrentar como un asunto de desarrollo tecnológico, y sobre todo de mercado (internalización), tal como fue planteado a través de los mecanismos flexibles expresados en el protocolo de Kioto. Hoy el tema del cambio climático se muestra como el gran indicador de la crisis ambiental en su fase posprotocolo de Kioto.
 
En este entorno altamente perturbador, existen planteamientos diversos que indican que nuestra generación atestigua la segunda y última gran crisis del capitalismo. Mientras que para algunos autores estamos al borde de la crisis, otros señalan (Esteva, 2012) que ya estamos en el abismo de ella. En este entorno, en la academia ha saltado diversas nociones para comprender los niveles de flexibilidad que poseen las entidades sociales ante los diversos factores perturbadores (económicos y ambientales). Una dimensión clave en este asunto es la de tratar de construir conceptos que dé cuenta de un supuesto umbral en el cual los individuos o la sociedad puede dar respuestas positivas ante el efecto de las perturbaciones (negativas). La resiliencia social ha emergido en este contexto paradigmático de las ciencias sociales. La noción se retoma este trabajo desde un ángulo ético-político, pues es de interés especial trascender la idea de la valerosa resistencia de las entidades sociales hacia la construcción de respuestas alternativas. La resiliencia social se acerca a esta idea.
3  En la lista de Forbes, sigue pareciendo un mexicano entre los primeros lugares.
4  Toledo (2006:28) se refiere a estos como aquellos “que han dejado de ser meros ‘fenómenos naturales’(...)
 
En países como México donde se han aplicado fielmente las formulas del descontinuado “conceso de Washington”, el impacto perturbador es mayor, pues no solo ha incluido una combinación de procesos sutiles (legaloides) y violentos. La ley de inversión extranjera, la cual tiene alta relación con el auge de la industria extractiva (mineral) en México, mas las recientes reformas en materia laboral y de la apertura de la empresa paraestatal de Petróleos Mexicanos son ejemplos simbólicos de la aplicación de las recetas neoliberales. Pero al mismo tiempo se manifiesta una fuerte asociación entre dos de las instituciones de la modernidad desencantada: el libre merado y la democracia representativa; las cuales han agudizado la polarización social3. El Estado y sus instituciones se han convertido agentes activos y administradores de los intereses del capital (poder fáctico); la democracia representativa se ha evidenciado como un instrumento de pretendida legitimidad y gobernabilidad. La estrategia fallida del gobierno mexicano frente al tema del narcotráfico (Morales, 2011) es un factor adicional a considerar como elemento perturbador del tejido social: más de 60 mil muertos equivale a la presencia de una guerra civil. Por último habrá que destacar los altos grados de vulnerabilidad que presenta el territorio mexicano frente los fenómenos naturosociales4; las inundaciones en Tabasco y Chiapas, las sequías en el norte del país, más otros incidentes como deslaves, impacto de huracanes e incendios sigue siendo una constante en la vida cotidiana del mexicano.
5  Tal como lo señala Navarrete (2004:22), las clasificaciones étnicas no solo cumplen una función co(...)
 
También habrá que señalar que los niveles de respuestas de la sociedad mexicana ante este entorno calamitoso ligado a la modernidad capitalista occidental y los citados fenómenos naturosociales no son homogéneos. En sociedades tan interculturales como lo expresan los pueblos indígenas, el umbral de la resiliencia no lo es de todo claro; pero ofrece reflexiones y lecciones políticas de alto interés en la construcción de alternativas ante el liberalismo exacerbado. Al respecto saltan diversas interrogantes: ¿Qué aspectos de la vida social de los pueblos indígenas5 se pueden considerar como talantes inherentes a su identidad? ¿Hasta que punto la tradición y la costumbre se está innovando constantemente para permanecer como entidad social?, o ¿hasta qué punto la permeancia de ciertos rasgos de la tradición fomentan su expiración? En su tiempo, Bonfil (1982; 2005) ya había reflexionado sobre la gran capacidad de los pueblos indígenas para reconfigurar sus estrategias ante el embate de elementos culturales ajenos; una de estas a través de su concepto de control cultural. En este ensayo se pone como hipótesis de trabajo que el ethos comunitario presente en los pueblos con ascendencia en la cultura mesoamericana se constituye en un elemento cultural clave frente al arrogante liberalismo. Es decir, que la construcción y reconfiguración del ethos comunitario es a su vez, una construcción de niveles de resiliencia social. La expresión territorial de tales respuestas en la reconfiguración de la comunidad se toma de la praxis de comunidades con ascendencia en la cultura mesoamericana de la Sierra Juárez de Oaxaca.
 
El abordaje se realiza desde cuatro ejes de análisis. En el primero se enfoca a matizar la noción de la resiliencia, tanto en sus orígenes y en sus expectativas como instrumento heurístico. La relevancia de la noción está ligada a la construcción de alternativas ante los efectos perturbadores, y no solo como resistencia. A partir de esta acotación la exposición se divide en tres aspectos interrelacionados: la identificación de la crisis del proyecto civilizatorio como catalizador de altas perturbaciones socioambientales; la caracterización de algunos componentes del ethos comunitario de comunidades con ascendencia en la cultura mesoamericana; y la descripción de factores vinculados –como la autonomía- con la construcción de una resiliencia social desde el ethos comunitario.
En este sentido, el trabajo valora como altamente pertinente la indagación de algunas de las respuestas de los pueblos indígenas. El análisis de tales réplicas esta matizada por el siguiente contexto: a) se derivan de matrices culturales diferentes a la racionalidad económica; b) presentan altos grados de interculturalidad, por lo que son dinámicas; c) lo comunitario frente a lo individual se ha constituido en un importante contribución y base de sus respuestas; d) dada la alta riqueza biológica y de recursos estratégicos (genéticos, minerales, energéticos) de sus territorios, durante las últimas tres décadas se han sido blanco de maniobras de despojo por parte de los poderes del estado y de las corporaciones; e) en sus territorios se han manifestado un conjunto de fenómenos naturosociales no presentes en otros tiempos (lluvias intensas, sequias, incendios forestales); f) por último, habrá que señalar que en estos pueblos se ubica gran parte del patrimonio biocultural de la humanidad (Stavenhagen, 2008 y Boege, 2008), y en esa medida han sido objeto de un proceso de biopiratería.

 

La resiliencia social: acercamiento conceptual

6  En este campo se entiende como un atributo de ciertos materiales para recuperar su estructura (for (...)
 
10 Ante la complejidad de problemas de tipo social, las áreas de las ciencias sociales han afiliado términos derivados de otras disciplinas como estrategias para la construcción de diversos paradigmas; sobre todo de las ciencias naturales como la física y la biología. El uso del paradigma de la evolución como estrategia analítica para justificar al individualismo metodológico y la competencia es un ejemplo del determinismo biológico más socorrido por las ciencias sociales. En el contexto de la crisis socioambiental y económica que atraviesa la humanidad, la noción de resiliencia utilizado inicialmente en la física6y posteriormente en la ecología vuelve a acogerse como categoría paradigmática que intenta dar comprensión y explicación a diversos procesos dado en entidades sociales ante efectos perturbadores.
 
11 En el campo de la ecología le corresponde a Holling (1973) formalizar el concepto de la resiliencia como parte del cuerpo de la teoría ecológica. Posteriormente, el concepto sufre un salto paradigmático: de su uso en la teoría ecológica pasa a incorporarse hacia otros campos en el que intervienen de manera explícita los intereses productivos de los ecosistemas. Este salto representa una transformación epistémica importante en los estudio ecológicos (o de la ecología humana) y cada vez más recurrida en el tema de la construcción de la sustentabilidad, pero también de otras esferas de la sociedad. El mismo Holling ha experimentado estas metamorfosis en su discurso académico (Holling y Walker, 2003). Sobre esta variedad de significaciones de la resiliencia ecológica descansa la pretensión de constituirse en un concepto con capacidad para la compresión de las complejidades de los sistemas, ya sea para entenderse como “la capacidad de un sistema para mantenerse a pesar de su trastorno, sin pasar por un estado nuevo... [o para definirse] como la capacidad de un sistema de regresar a su estado inicial” (Martínez-Alier, 2004: 69).
 
12 Sin embargo, dentro del campo de la ecología prevalece un debate en la selección de los indicadores más adecuados para el monitoreo y estudio de la resiliencia ecológica. Aún más, a pesar de la pretendida objetividad de las ciencias ecológicas, existen diversas interpretaciones sobre la utilidad de la noción de la resiliencia ecológica para explicar las respuestas de los ecosistemas a determinadas perturbaciones. Uno de los primero puntos de debate fue el cuestionamiento sobre la existencia de un proceso de sucesión ecológica unilineal que se manifestaría en una “comunidad clímax” como parte de un modelo de “estado estacionario” del ecosistema. En contraparte surgirán otras formulaciones que planteaban la posibilidad de la existencia de múltiples estados estacionarios, y con ello de diferentes niveles de resiliencia ecológica (Walker, 2005). El problema no es trivial, en el se refleja diversas concepciones de apropiación, por ejemplo entre los diferentes sistemas de silvicultura.
 
13 En la esfera de las ciencias sociales la incorporación de la noción de resiliencia se empezó a expresar principalmente desde la psicología; principalmente para referirse a las respuestas “positivas” de los individuos que se enfrentaron ante un acto perturbador o adverso. La noción de resiliencia toma auge primero desde los países anglosajones como Inglaterra (Rutter, 1993) y Estados Unidos de Norteamérica Werner, 1994) y luego se propaga a los otros países de Europa occidental (Francia, Países Bajos, Alemania y España), para finalmente aterrizar en América latina.
 
14 Desde esta misma distribución geográfica se han manifestado tres corrientes intelectuales de la noción de resiliencia social: “la norteamericana, esencialmente conductista, pragmática y centrada en lo individual; la europea, con mayores enfoques psicoanalíticos y una perspectiva ética, y la latinoamericana, de raigambres comunitaria, enfocada en lo social como lógica de respuesta ante problemas del contexto” (Suárez, 2004:19). Paralelos a estos enfoques han surgido otras corrientes enfocadas a las diversas etapas del individuo (la infancia, adolescencia, la tercera edad) o hacia temas emergentes como las víctimas de violencia/guerra/terrorismo, discapacidades, el cambio climático, la educación y pedagogía, o el impacto de la era neoliberal.
 
15 Como ya se ha indicado, en este trabajo interesa destacar la noción de resiliencia social no como sinónimo de resistencia ante el efecto de perturbaciones (internas o externas); sino como un concepto que trata de incluir otros componentes, entre los que destacan los siguientes ante la incertidumbre y cambios del entorno: la respuesta; la auto organización; el aprendizaje; y la adaptación (Brenson-Lazan, 2003; Nadia et. al., 2006). (…)

 

 

La reconfiguración del comunitarismo: la construcción de comunalidad y procesos autonómicos

 

La comunalidad

35Una característica de los diversos pueblos con ascendencia de la cultura mesoamericana es la puesta en práctica e innovación constante de una forma de organización comunitaria. Estas prácticas son derivadas de su alto grado de interculturalidad e interrelación con algunas instituciones de la colonia española (Chance y Taylor, 1987; Lockhart, 1985; Taylor, 1972). Intelectuales orgánicos de la Sierra Juárez de Oaxaca han aglutinado esta forma compleja de organización comunitaria desde la categoría de comunalidad (Martínez Luna, 2010; Díaz, 2007). La comunalidad representa una contribución epistémica que da cuenta de procesos de apropiación de la naturaleza de una manera alterna a la ortodoxa visión e instituciones del proyecto civilizatorio occidental (ver figura 1). De la comunalidad se aglutinan un conjunto de atributos institucionales comunitarios, no necesariamente homogéneos, pero que en términos generales presentan los siguientes atributos:
·         La comunalicaracia, alimentada por el ejercicio cotidiano en la asamblea ciudadana, comunal y las diversas instancias de vigilancia. Es decir, en gran parte de estas comunidades se despliega la democracia directa (uso constante de la asamblea para informar acciones, toma de decisiones y la rendición de cuentas), pero también la representativa. Ello contribuyó a que en Oaxaca, las reformas en materia electoral permiten incorporar el sistema de normas consuetudinarias (“usos y costumbres”) para elegir a sus autoridades municipales (Hernández Díaz, 2007);
·         La organización del trabajo comunitario, el cual se desarrolla sin compensación monetaria, sino ligado a otro tipo de valoraciones como el desarrollo de prestigio local o de compromisos impuestos desde la comunidad “para seguir perteneciendo a ella”. Se expresa a través de una diversidad de actividades, entre estas, a las siguientes: en la asamblea para la decisión; el cargo para la coordinación; el tequio para la construcción; y la fiesta para el goce (Martínez Luna, 2003);
·         La posesión territorial comunitaria. No sólo es factor de cohesión social basada en el bien común definido cultural e históricamente (como puede la tenencia de la tierra comunal), sino también es vital por la preservación del espacio vital. Como la base territorial para la transformación, la expresión de los conocimientos específicos sobre la utilización de los recursos naturales y como la base material para la autonomía política y productiva;
·         La construcción de identidad cultural es una noción compleja que se alimenta de diversas vertientes, entre ellas el sustento territorial y de las representaciones religiosas espirituales, la ritualización del pasado en el presente, la cosmovisión, la música, el apego a la tierra. Las fiestas patronales realizadas por las comunidades y los barrios de manera anual, constituye un ejemplo de este tipo de representaciones (Díaz 2007). En este proceso hay un elemento significativo y novedoso para la construcción de identidades: los proceso migratorios, en donde “El drama de la desterritorialización se convierte en estrategia para no perder la cercanía con la comunidad de origen” (Rangel y Sánchez 2001:86).
·         La cosmovisión. En el que se agrupa y se explora todas aquellas manifestaciones sobre la percepción cultural de la naturaleza. Por ello su trascendencia en la indagación para relacionarla con los procesos de apropiación social de la naturaleza.

36 De esta forma, la comunalidad no es la representación conjunta de los intereses individuales sobre los colectivos como sucede en la noción de “contrato social” de Hobbes o de Locke. No se entiende como “un convenio [donde] cada quién hacía el contrato para resguardar su interés particular; si el contrato, la asociación política, no lo resguardaba, me siento con todo el derecho de ir en contra porque acepté el contrato en función de mi interés egoísta, y si no responde a él, me rehúso a continuarlo” (Villoro, 2003: 48-9).
En el caso de las citadas praxis campesinas se puede entender como un contrato en el que   “puesto que lo acepto buscando el bien de todos por medio de la voluntad general, aunque vaya en contra de mi interés personal, seguiré fiel el contrato… La democracia es, en este segundo tipo de contrato, una asociación política que a la vez, necesariamente, es ética, porque es la manera de mantener una entidad pública que garantice la libertad de todos, y que sea, por lo tanto, garante de autonomía” (Ibid).
La comunalidad se presenta como eje de estrategias campesinas alternativas frente al modelo hegemónico emanado de la racionalidad económica capitalista. En esta perspectiva, la noción y construcción de la autonomía desempeña un papel fundamental para definir la direccionalidad de este ethos comunitario y su posibilidad para enfrentar la exclusión social y la insustentabilidad.

38 Se indica que aunque las estrategias de reproducción de las comunidades indígenas siguen ligadas a las dinámicas que imponen las instituciones del mercado y del Estado, en las comunidades de la SJO se encuentran racionalidades con alto potencial para diferenciarse o coexistir con la lógica de la racionalidad económica neoliberal. Se plantea, en esta perspectiva, que el grado de comunalidad como nuevo ethos comunitario y la construcción de la autonomía local y regional son fundamentales en la construcción de resiliencia social.

Bases para la reconfiguración de la comunalidad: la construcción de autonomía comunitaria

39 En este punto se destaca la relevancia de la construcción de la autonomía como proceso para la producción y reproducción del ethos comunitario frente a los poderes del mercado y de las expresiones del Estado neoliberal. Proceso que se forja en la comunidad local, pero que tiene su mayor expresión en la constitución de redes de comunidades o a nivel regional; de ahí la importancia de la construcción de alianzas entre comunidades.
 
40 El ensayo parte de la premisa de que uno de los resultados del desarrollo autonómico se manifiesta en la capacidad para la generación de excedentes. El grado de integración o desfase de estos procesos a las lógicas de acumulación capitalista, determinará en gran medida los alcances de la autonomía financiera. Así, por ejemplo, las remesas por migración pueden o no contribuir a la diversificación de la esfera productiva o de goce de la comunidad en función al grado del ethos comunitario alcanzado. Es decir, incorporarse o no a la esfera de los proceso de acumulación capitalista o a la generación de excedente no proletarios (Barkin y Rosas 2005). Entre los principales procesos que integran este concepto, son:
·         La formación político-cultural desde la cual se define la relación política entre comunidades (redes) y el Gobierno (sobre todo estatal y federal). En esta se expresan las relaciones ya sea de subordinación, resistencia o mayor autonomía política frente al gobierno. Es una esfera donde se construyen lazos entre la sociedad política y la sociedad civil; se expresan las relaciones estructural versus cultural y la Interculturalidad – Multiculturalidad (Otero 2006);
·         El desarrollo de las fuerzas productivas comunitarias, en las que se expresa el desarrollo tecnológico, los grados de apropiación tecnológica y la posibilidad de la diversificación productiva (empresas ecoturísticas, plantas de purificación de agua, tiendas comunitarias, etc.). Se manifiesta también, en actividades amplias como las llamadas “multifucionales” o la “pluriactividad” (Giarraca, 2000). Asimismo, se relaciona con el desarrollo de proceso productivos más eficientes (energética, material y financieramente) y generadores de mayor “valor comercial” como lo representa, por ejemplo, la transformación de proceso forestales únicamente de extracción de madera a otros como la elaboración de muebles para el caso de las comunidades de la Sierra Juárez de Oaxaca y de Michoacán;
·         La diversificación del mercado. Proceso basado sobre la premisa de una necesaria búsqueda de alternativas ante las esferas del intercambio y de la circulación fuera de las acciones azarosas del mercado. Estrategias importantes en la esfera del comercio justo basado en una economía solidaria (Cadena, 2005).
·         La formación de redes de apoyo en la que incluye la interacción de diversas instancias de la sociedad civil y de instituciones de educación y desarrollo tecnológico. En este sentido se ubican los trabajos desarrollados por los círculos de trabajo indicados al inicio, en el que se parte de estas premisas para el despliegue de actividades con las organizaciones sociales y productivas locales. En este punto destaca de manera notable la pertinencia de las propuestas metodológicas usadas en el campo emergente de la economía ecológica como la “ciencia posnormal” y la “evaluación multicriterio social”.
·         La soberanía alimentaria en la que se definen las estrategias de producción, abasto, intensidad de uso. Se trata de un proceso complejo y polémico, como lo advierte Barkin (1998), y que se presenta frente a los procesos de la integración económica internacional que promueven la especialización a través del monocultivo usando de manera intensiva insumos energéticos y agua (virtual) ;

 

Conclusiones

41 Las acciones de la racionalidad económica sobre las poblaciones indígenas se han intensificado en la última década. El Estado y el capital ubican a las comunidades indígenas como obstáculos de un modelo específico de desarrollo, de progreso; de ahí la necesidad de impulsar acciones externas que permitan sacarlas del atraso. Este modelo está vinculado de manera directa con las premisas e instituciones de la modernidad occidental: el crecimiento económico ilimitado como sinónimo de progreso, la democracia representativa como estrategia de gobernabilidad; la propiedad privada como motor de inversión; el interés individual como base ética de un contrato social; el mercado como el mecanismo para la asignación eficiente y organización de la sociedad. El modelo evade el análisis de los costos ambientales y sociales.
 
42 La injusticia ambiental manifestada en una desigual distribución de los conflictos económicos y ambientales distributivos es una evidencia de la instrumentación de tal dogma. Pero ya no se trata solo de una crisis socioambiental, se trata de una crisis del proyecto civilizatorio occidental. El ensayo trató de explora el papel de la reconfiguración comunitaria expresada en la comunalidad como una estrategia no solo para resistir los embates perturbadores de la racionalidad económica en los pueblos indígenas; sino y sobre todo de la necesidad de ofrecer respuestas alternativas y creativas.
 
43 La noción de resiliencia social permite integrar esa orientación ético-político de las respuestas de las comunidades indígenas, pues esta noción incluye el componente de la necesidades de la auto organización, el aprendizaje y la adaptación (Brenson-Lazan, 2003; Nadia, 2006). Es decir, no contradice la necesidad de innovar la tradición; tal como lo han hecho los pueblos indígenas. Un eje fundamental de tales procesos es la construcción de espacios autonómicos comunitarios, y de la edificación de alianzas comunitarias. Desde este enfoque se destaca la participación social en la construcción de nichos de sustentabilidad como contribución epistémica y de un diálogo de saberes e intercultural.
 
44 La respuesta de las comunidades indígenas a las acciones violentas (shock) del Estado o del capital desde la construcción de la comunalidad son signos de construcción de resiliencia social. Al respecto Klein (2007) señala que algunas características de las comunidades que hacen más efectiva las respuestas al shock, entre estas las siguientes: a) Existe una memoria histórica profunda. Dado que el shock tiene que ver con la sorpresa, entonces las comunidades con esta presencia histórica tienen mayor capacidad de identificar determinados patrones, y con ello relativizan el nivel de sorpresa; b) Existe una permanente sospecha frente a las acciones del Estado; ello evita que al estar en estado de Shock se genere un estado de “regresión” que busca la identidad paterna o protectora; la cual es asumida generalmente por el Estado; y, c) la existencia de una narrativa muy fuerte de “como el mundo debería de funcionar”.
 
45 En el caso concreto de otras perturbaciones violentas, pero no abruptas la comunalidad también tiene ejemplos de manifestarse como un proceso de construcción de resiliencia social. Ello se puede mostrar las luchas frente a las concesiones forestales y mineras dadas en la Sierra Juárez de Oaxaca (Fuente y Barkin, 2011). Estas comunidades poseen un conjunto de instituciones que favorecen la exigencia del derecho de consulta y de expresar otras nociones de desarrollo, y en su caso de sustentabilidad; valores altamente importantes en la resiliencia social. La dinámica asociación entre el territorio y la comunalidad deriva de la importancia del territorio como la base de identidad cultural y de sustento de vida; la comunalidad es un instrumento político-cultural. Se debe de indicar, además, que estas praxis campesinas expresadas en la comunalidad no son estáticas. Requieren cotidianamente la construcción de espacios autonómicos; los cuales son frágiles y demandan su constante reconfiguración en función a las señales de las instituciones de la racionalidad económica de corte neoliberal: el Estado y el mercado. Su configuración implica, al mismo tiempo, el enfrentamiento de diversas luchas políticas no solo al exterior, sino al interior de las mismas comunidades. Estas luchas se están dando actualmente en la Sierra Juárez de Oaxaca en diversos ámbitos de la sociedad rural (Ibid, 2011).
 
46 Las enseñanzas de estas luchas comunitarias en la construcción de la resiliencia social son en diversos niveles. Desde una perspectiva epistémica muestra a la categoría de comunalidad como una institución fundamental para impulsar lenguajes de valoración de la naturaleza alternos a la visión de la economía global. Pero por otro lado es política: muestra que en la medida el Estado interviene de manera autoritaria o violenta genera disenso social; pero al mismo tiempo puede ser catalizador de respuestas organizadas de los grupos sociales (como la comunalidad) que logran identificar que han sido excluidos como ciudadanos en la construcción del proyecto de nación.
 
47 Este trabajo es una invitación analítica a escuchar y entender otras voces en la conformación de los nuevos escenarios socioambientales y de justicia ambiental en el proyecto de nación; voces para un diálogo de saberes (Leff, 2004) y diálogo intercultural (Zemelman y Quintanar, 2007). Así, frente a la concepción única de modernidad o posmodernidad desde el modelo de la globalización económica, el trabajo se inscribe en la posibilidad de una trans-modernidad e interculturalidad (Dussel, 2006), o de una modernidad alternativa (Toledo, 2000). Pero también es un llamado de atención sobre la necesidad de revisar nuestros paradigmas académicos.

Fuente: https://polis.revues.org/8495

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