sábado, 11 de marzo de 2017

La MVJ sobre las/os 30.000 nos exige percibir qué economía garantizaron los gobiernos K y el PJ.


Es la de las transnacionales en connivencia con los poderes locales
 y causa nuestros infortunios presentes-futuros.

De ahí que, abajo y a la izquierda,  requiramos situarnos en las:


Crisis mundial del capitalismo y crisis civilizatoria de la humanidad
13 de octubre de 2015

    
Por Luis Lafferriere
En la década y media que lleva de transcurrido el siglo XXI se pueden observar con claridad la grave situación que vive la humanidad y la profunda crisis que sufre el sistema capitalista internacional. Es preocupante que no se haya tomado conocimiento y plena conciencia de los peligros inminentes que se aproximan, pero tampoco se tenga la más mínima consideración de la miserable existencia de miles de millones de seres humanos condenados a vivir y a morir en condiciones lamentables.
Todo esto pone de relieve la efectividad de los medios de comunicación y los sistemas educativos que predominan en el mundo y en nuestro país, que son garantes esenciales a nivel cultural de un sistema social que no tiene nada que ofrecer a la gran mayoría de la población mundial, que no sea una creciente marginalidad y una mayor depredación global de los bienes comunes del planeta.
En especial la ausencia de un serio debate sobre esta realidad en amplios sectores que vienen luchando de distintas maneras contra las consecuencias de la expansión del capitalismo y la profundización de sus principales tendencias estructurales, constituye una grave falencia dados los momentos históricos excepcionales que vivimos y los que se avecinan, donde la humanidad se enfrenta a situaciones inéditas, a peligros inminentes y a futuros de catástrofes.
La estructura social y la dinámica del funcionamiento del sistema nos muestran que vivimos profundos cambios, con gravísimos problemas actuales y más graves aún peligros futuros. Ya no es sorpresa ver cómo numerosos estudios de las diversas disciplinas sociales coinciden en afirmar que estamos ante una crisis civilizatoria sin precedentes, donde las dificultades estructurales del sistema socioeconómico que rige en casi todo el planeta (el capitalismo) se suman a los horrores generados por ese mismo sistema en términos de sus gravísimas consecuencias sociales y ambientales.
 
Aunque ya son evidentes algunos de los efectos de la grave crisis, lo que hemos visto hasta ahora es apenas una muestra superficial de la magnitud de las transformaciones globales que se producirán en todos los niveles de la vida, desde las relaciones sociales hasta la manera de interactuar con la naturaleza de la cual formamos parte, incluyendo por supuesto nuestra visión de la realidad, la cultura y las políticas públicas.
Un análisis más serio de la situación actual y de las perspectivas futuras, tanto a nivel de las contradicciones y obstáculos que enfrenta el sistema por sus propias lógicas, como de los impactos del mismo sobre la sociedad, puede ayudar a comprender qué tipo de cambios aparecen como necesarios y urgentes, y de qué manera se debería construir alternativas económicas, políticas, sociales y culturales, que ayuden a transitar hacia destinos más humanos y sustentables.
Un mundo en crisis y la humanidad en peligro
 
La crisis mundial actual es innegable, y su gravedad implica peligros que no podemos ignorar a la hora de pensar en impulsar actividades y formas de interacción alternativas al sistema vigente. Esta crisis mundial es la sumatoria de varias crisis coincidentes (alimentaria, sanitaria, energética, laboral, económica, cultural, ambiental, humanitaria, etc.), y puede sintetizarse en dos grandes cuestiones: crisis del sistema como tal y crisis de la humanidad. (1)
La marcha del capitalismo como forma de organización social que se ha impuesto prácticamente en todo el planeta (con escasísimas excepciones) ha llegado a situaciones límites en términos de su propia lógica de funcionamiento, pero también en función del impacto horroroso que genera sobre la humanidad y sobre el entorno que permite nuestra supervivencia. Y si toda crisis supone siempre una situación de transición que desemboca en nuevas realidades (muy diferentes a las preexistentes), la actual no es una excepción. Todo lo contrario, lo más probable es que casi nada quedará igual.
Dentro de sus tendencias estructurales, este sistema tiende a y requiere de un crecimiento permanente, fenómeno que involucra un proceso de extracción cada vez más grande y más rápido de muy diversos recursos, a la vez que genera desechos que contaminan de forma irreversible el ambiente. A la vez, para mantener ese crecimiento permanente necesita de un consumo cada vez más masivo e irracional, que cumple la función de ser fuente de demanda imprescindible para que la máquina voraz se mantenga en movimiento. Pero ese crecimiento permanente no puede continuar de manera indefinida puesto que se produce en el marco de un planeta finito. Y según el consenso científico, esos límites inexorables e insuperables que pone la finitud de los recursos disponibles están siendo superados por la actividad económica desenfrenada.
 
Desde la década del ’70 del siglo XX sobrepasamos la capacidad del planeta de soportar las altas tasas de extracción de recursos y de absorber la gigantesca cantidad de desechos y residuos que arrojamos. Hoy la huella ecológica negativa supera en un 50% las posibilidades que tiene nuestro único hogar para permitirnos continuar en él, lo que es lo mismo que decir que si deseamos que las futuras generaciones puedan habitar la Tierra deberíamos disminuir un 50% el nivel de actividad actual. No obstante, la casi totalidad de los países del mundo tienen una prioridad en sus políticas: lograr el máximo crecimiento posible (porque además, así lo requiere la lógica de este sistema demencial). Por lo que la decisión de los gobiernos es suicida: más o peor de lo mismo.
 
Entre los varios límites que ya hemos superado se puede señalar en primer lugar al cambio climático. Según el Panel de Expertos Intergubernamentales por el Cambio Climático de las Naciones Unidas, la emisión de gases de efecto invernadero ha sido de tal magnitud que está elevando la temperatura media del planeta, temperatura que permitió el surgimiento y la evolución de los humanos (y de muchas otras vidas) por cientos de miles de años. En estos días los gobiernos de todos los países están preparando su participación al encuentro mundial a realizarse en diciembre próximo en París, con un objetivo básico y esencial: comprometerse a reducciones efectivas y significativas de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Será quizás una de las últimas oportunidades de actuar antes de pasar el límite del no retorno.
 
Sin embargo, los científicos coinciden en señalar que queda muy escaso margen para evitar que en pocas décadas se alcance y superen los dos grados que se toman como límite, superado el cual no se sabe como va a reaccionar el planeta ni cómo serán los efectos sinérgicos y en cadena que pueden generarse. Porque las emisiones ya realizadas comienzan a tener efecto en una o dos décadas y permanecen por cientos de años en la atmósfera. En tanto que la cantidad de gases de efecto invernadero alcanzaban a 280 partes por millón (ppm) hasta hace poco más de un siglo, la revolución industrial y el uso masivo de combustibles fósiles ha elevado peligrosamente ese porcentaje. Y si se pensaba que el límite máximo seguro no debía superar las 350 ppm, ya hemos alcanzado las 400 ppm. De ahí que las estimaciones del consenso científico de lo que sucederá con el ambiente para las próximas décadas sean muy pesimistas. (2)
 
Otro de los límites que aparecen como ya superados y con graves consecuencias para un futuro muy cercano, tiene que ver con el seguro colapso energético. La energía es esencial para la vida, y tanto a nivel mundial como en nuestro país la base del consumo energético actual está en los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) que representan alrededor del 85% del consumo total. Si bien es cierto que la utilización masiva e irracional del petróleo ha significado un cambio sustancial en las condiciones de vida para una parte de la humanidad, esos recursos están disponibles luego de procesos naturales que llevaron decenas de millones de años para generarse. Y los estamos liquidando en menos de dos siglos. Ya llegamos al cénit del petróleo (alrededor del 2006), y en poco tiempo más llegaremos al cénit del gas y luego del carbón. Pero no existe ni remotamente la posibilidad de reemplazar ese elevadísimo consumo por otras fuentes energéticas, lo que nos conducirá a escenarios de catástrofes, que requieren urgentes y profundos cambios si se desean evitar las peores perspectivas. (3)
 
También se están poniendo de manifiesto otros graves problemas ambientales, vinculados a la pérdida constante e irrecuperable de suelo fértil, que hará cada vez más difícil producir alimentos para todos, existiendo estimaciones que señalan que muchos de los nutrientes que no se reponen dejarán poco margen para mantener la producción mínima necesaria para el futuro. Algo más grave aún sucede con el agua potable, elemento esencial para la vida, y que está siendo contaminada en cantidades gigantescas, en un proceso que no se detiene ni un instante en todo el mundo; mientras por otro lado se van destruyendo las fuentes generadoras, que son los glaciares de altas montañas (por el calentamiento global y la megaminería, entre otros procesos) y los humedales (ya se han destruido un 50% de los existentes a nivel mundial). Según organismos internacionales, ya existe un déficit de abastecimiento de agua potable en condiciones higiénicas para más de dos mil millones de personas, que hoy deben beber aguas contaminadas, con todos los riesgos sanitarios que ello implica.
 
Por otro lado, seguimos arrojando desechos y productos en cantidades crecientes que no pueden ser absorbidos por la naturaleza, y provocan graves daños en el ambiente. Sucede con los plásticos, cuyos desechos en el medio del Océano Pacífico han conformado el llamado “séptimo continente”, con una superficie similar a la península ibérica (España más Portugal). Sucede con los desechos electrónicos, que se acumulan peligrosamente y no aparecen vías de solución a la vez que se siguen generando, usando y tirando a ritmos cada vez más veloces. Se pueden mencionar además muchos otros males, como la destrucción de los ecosistemas y de los servicios que brindan a la vida, la pérdida de la biodiversidad tan imprescindible para mantener el equilibrio ecológico, la creciente acidificación de los océanos y los enormes impactos que pueden provocarse, la desaparición masiva de especies vegetales y animales, etc, etc.
 
Estamos hablando entonces de que en términos de un par de décadas podemos tener que enfrentar a “la tormenta perfecta”: calentamiento global por encima de los límites máximos, colapsos energéticos que dejen sin transporte ni electricidad a grandes urbes y países enteros (con el consiguiente caos y disolución social), carencia creciente de alimentos y agua potable para varios miles de millones, y el peligro mayor que es la posibilidad concreta del fin de la humanidad en el planeta.
 
¿No merece este futuro cercano, con sus graves peligros, que pongamos en debate hacia dónde vamos, qué mundo queremos, y qué podemos hacer para incidir en el logro del necesario cambio de rumbo?
 
 
La cuestión social y la crisis humanitaria
 
Esta forma tan brutal de destrucción masiva de nuestro único hogar “está llevando a la humanidad hacia el precipicio, y estamos apretando el acelerador” (como lo ha declarado de manera reiterada el Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon).
Pero no se trata de que somos demasiados humanos habitando un planeta que no alcanza para todos, sino de la responsabilidad del modo en que vivimos, producimos y consumimos, al que nos ha conducido la lógica de este sistema. Menos del 15% de la población del mundo es responsable de más del 85% del consumo, de la extracción de recursos y de la contaminación global. Es su modo de vida irracional y depredador y la lógica ciega del sistema, la que nos lleva al precipicio. Esto tiene relación con el otro grave problema actual: la crisis humanitaria.
Somos alrededor de 7.200 millones de seres humanos que habitamos la Tierra, pero más de la mitad de ellos viven en situación de pobreza estructural. No hablamos de cien, de mil o de un millón de pobres, lo cual por supuesto que sería preocupante. Hablamos de más de cuatro mil millones de personas que viven en condiciones de carencias e insatisfacción de sus necesidades básicas. Y en ese grupo, alrededor de dos mil millones (según la FAO) pasan hambre todos los días. Dos mil millones de indigentes que sobreviven miserablemente y que mueren de la misma forma. De las 120 mil personas que mueren diariamente en el mundo, se estima que entre 40 y 50 mil son los que se mueren de hambre… cada día. Seguramente a esta masa gigantesca de excluidos les preocupe muy poco que hablemos del peligro del fin de la humanidad para dentro de pocas décadas, porque su final está ahí mismo, al fin del día o de la semana. Pero además de los pobres y hambrientos, están los millones afectados por la inseguridad, los conflictos bélicos, la desocupación, la falta de perspectivas futuras, los acosados por los múltiples males de este sistema desigual y destructor de sociedad, de humanidad, de ambiente y de vida en general. (4)
 
Luis Lafferriere continúa el artículo permitiendo que nosotros, los de abajo y a la izquierda, comencemos a  situar el terrorismo paraestatal del gobierno Perón-Perón y el estatal de la dictadura genocida en:
 
Desde el inicio de la etapa del capitalismo neoliberal (años ’70 y ’80 del siglo pasado), un proyecto político impulsado por los capitales más poderosos del mundo, los problemas sociales se han venido agravando. La tendencia a la concentración y centralización de capitales, y la tendencia al crecimiento polarizado y desigual, han llevado a nuevos escenarios de crecientes desigualdades en la distribución del ingreso y la riqueza, a nuevas vueltas de tuerca que terminan beneficiando no ya al tercio superior de la población, sino apenas al 5% y al 1% del total, que acumula riquezas gigantescas.
 
Se fueron destruyendo poco a poco los “estados del bienestar”, hasta alcanzar al “centro” del capitalismo “desarrollado”. Se van desmantelando los servicios sociales y se expulsan de los beneficios del “progreso” no sólo al tercio histórico de menores ingresos, sino a las amplias capas medias que crecieron al impulso del modelo fordista-keynesiano de la segunda posguerra. En EEUU, la potencia más rica del mundo, viven 50 millones de pobres, que se alimentan con bonos estatales. En la rica Unión Europea se acumulan decenas de millones de desocupados, pobres y hasta hambrientos.
Mientras en simultáneo, crecen las fortunas de los multimillonarios, y la riqueza se concentra en un puñado de bancos poderosos y de gigantescas corporaciones transnacionales (diversos estudios publicados informan sobre el tema). Y esta realidad no es estática, sino que los dueños del mundo van y vienen por más, poniendo en peligro la supervivencia de cada vez más amplios sectores de la población y el bienestar de la gran mayoría de los seres humanos en todo el planeta. (5)
Tanto este futuro cercano que amenaza a toda la humanidad, como el presente lamentable que afecta a muchos miles de millones de seres humanos, deben ser objeto de análisis respecto de en qué tipo de sociedad vivimos y hacia dónde vamos, a la hora de pensar nuestra responsabilidad como ciudadanos comprometidos y nuestras acciones para contribuir al urgente e imprescindible cambio social.
Pero además de los grandes males humanos y ambientales provocados por la expansión del capitalismo en su actual etapa neoliberal, el propio sistema capitalista se enfrente a una profunda crisis que le impide volver a generar un crecimiento sostenido, y eso tiene consecuencias a nivel global, que es necesario considerar.
 
 
La crisis del sistema capitalista internacional y sus contradicciones
 
La contraofensiva neoliberal de los sectores más concentrados del capitalismo, iniciada entre los años ’70 y ’80 del siglo XX, logró imponerse con un éxito notable en casi todo el planeta. Anta la caída gradual de la tasa de ganancia en las actividades productivas en los países capitalistas centrales, sucedida hacia fines de la década del ’60, las grandes corporaciones impulsaron un proceso de reestructuración que tuvo resultados tan efectivos que no sólo lograron recomponer la tasa de ganancia a niveles extraordinarios, sino que originaron dos grandes problemas para la lógica del propio sistema (6).
Por un lado, la sobreacumulación de capitales líquidos y las gigantescas burbujas financieras no pueden sostenerse sin una economía que genere de manera creciente nuevas riquezas materiales. Pero por otro lado, la sobreacumulación de capacidad productiva existente no puede desplegarse plenamente sin un mercado que demande una mayor producción. Y eso no es factible luego de la contrarrevolución neoliberal, que dejó mercados agónicos y miles de millones de seres humanos excluidos del ‘progreso’.
 
El capitalismo necesita expandirse permanentemente, pero si se pensara en algún proyecto neokeynesiano universal, que incorpore una porción significativa de la población mundial al consumismo capitalista, el efecto de ese movimiento se daría de narices con la limitación física que significa un planeta finito que ya no soporta la depredación actual. Y en ese dilema se debate hoy el sistema, donde los sectores más poderosos y concentrados (los dueños del mundo) siguen impulsando acciones y políticas que les reportan enormes beneficios, pero en rumbo de colisión por la falta de sustentabilidad de ese proceso demencial.
 
Durante el proceso de reestructuración de la economía mundial, que incluyó una nueva revolución tecnológica y un cambio en las estrategias productivas de las grandes empresas transnacionales, se reorganizaron las actividades para alcanzar mayor eficiencia y más altos márgenes de ganancias. No sólo la robotización de los procesos industriales y el desarrollo de la informática aplicada a todo nivel, contribuyeron al logro de ese objetivo. También el cambio tecnológico en la producción de alimentos, de la mano de la transgénesis y la monoproducción en gran escala, permitió obtener inmensos beneficios a las corporaciones del sector que dominan los diferentes eslabones de toda la cadena. Se hizo a costa de la destrucción de vastos sectores campesinos y de la pérdida de la diversidad productiva en muchas regiones del planeta.
También la persistencia del proceso de crecimiento y acumulación a escala mundial agravó el saqueo y la depredación de recursos valiosos existentes en muchas regiones de la periferia del capitalismo, que van a ser objeto de nuevas ofensivas contra sus territorios y los pueblos que los habitan, generando los denominados procesos extractivistas que hoy predominan en la mayoría de los países latinoamericanos, más allá de los gobiernos de diferentes matices partidarios.
 
Luis Lafferriere nos posibilita también comprobar el criminal embaucamiento sobre el modelo productivo y nacional-popular. 
 
La Argentina y las próximas décadas
 
Nuestro país no está al margen de ese mundo en crisis. Somos parte del sistema capitalista, aunque estamos insertos de manera dependiente. Y nuestra historia como Nación ha sido la continuidad de ese estado, aunque pasando por fases diferentes tanto en su estructura social y dinámica interna, como en su inserción dentro del sistema capitalista internacional. No vamos a estar al margen de los colapsos futuros, pero vamos a tener nuestras particularidades nacionales que es necesario reconocer.
Luego de la profunda crisis a la que fue sometida la sociedad argentina durante más de dos décadas (a partir de mediados de los años ’70), y que llevó al fin de la ISI (industrialización por sustitución de importaciones, una sociedad con significativos avances en comparación al resto de los países de la región), se gestó un nuevo modelo de acumulación (últimos años de la década del ’90), mucho más regresivo, que se va a desplegar con fuerza hacia finales del 2002. Y a partir de entonces vamos a ver una nueva estructura económica y social, con una nueva manera de insertarse en el capitalismo global, que es necesario considerar para prever los escenarios futuros.
Vivimos los años de un modelo de capitalismo dependiente caracterizado por la falta de un auténtico proyecto nacional, puesto que los sectores impulsores del crecimiento surgen de planes y estrategias de las corporaciones transnacionales. Pero a diferencia de la etapa histórica previa a la crisis (modelo ISI), este modelo es extractivista depredador, con peso de las actividades que saquean las riquezas del territorio y no tienen ninguna posibilidad de sustentabilidad en el mediano plazo. Son además capital intensivo y con escasa generación de empleo genuino. Presentan problemas estructurales que en la fase expansiva inicial se pudieron ocultar detrás de los precios extraordinarios de los productos exportados por la Argentina (en especial la soja) y del rol activo del Estado como empleador (sea en forma directa, con trabajos precarios o con cientos de miles de subsidios clientelares).
 
Pero ni los defensores más acérrimos de las actividades extractivas depredadoras ocultan la falta de perspectivas de las mismas. Los principales defensores del modelo de monoproducción de soja transgénica vienen desde hace años llamando la atención por el creciente deterioro del suelo fértil (ya que no se reponen ni el 30% de los nutrientes que se llevan las cosechas). Las propias megamineras muestran en sus folletos que sus emprendimientos (de destrucción masiva y contaminación) tienen una duración de alrededor de 20 años (en ese lapso después de dinamitar una montaña y contaminar con cianuro los acuíferos, sacan todo lo que encuentran), aunque la formación del mineral en las rocas haya llevado entre 8 y 12 millones de años.
 
Algo peor sucede con el fracking, donde el recurso que se alcanza con la perforación y la explosión subterránea se extrae en un 80% en los dos primeros años, por lo que se requiere hacer nuevos pozos en forma permanente, hasta agotar el suelo y destruir lo que haya con vida en el territorio (donde cada pozo requiere inyectar 20 millones de litros de agua con un cóctel de 600 químicos contaminantes, y pone en peligro los acuíferos de la zona).

 
Tampoco se puede esperar demasiado de la armaduría automotriz (donde un auto terminado tiene poco más del 20% de insumos nacionales) ya que el fin del petróleo afectará antes que nada al transporte automotor; ni de la mal llamada “industria nacional” de bienes electrónicos, que son islas artificiales que no tienen perspectivas de sostenerse si no es con ingentes e insostenibles subsidios públicos.
 
La eventualidad del fin de este ciclo expansivo, que ni aún en su etapa “gloriosa” pudo resolver los graves problemas estructurales económicos y sociales, nos obliga a considerar cuáles son los futuros escenarios y qué podemos hacer en ese contexto. Ante este panorama, que no es para nada alentador, surgen múltiples acciones de resistencia pero también muchas ideas, propuestas y prácticas, que buscan alternativas a los horrores que ofrece el capitalismo neoliberal. Acciones y propuestas que deberían potenciarse para impulsar un urgente y necesario cambio de rumbo. Y es en ese marco que creo debería analizarse y debatirse nuestro futuro común, con un mundo y un país que van a cambiar y mucho.
En resumen, sigo pensando que vamos hacia un mundo totalmente distinto al que vivimos hoy, que aparecerá de manera abrupta en cualquier momento. Y que nosotros deberíamos debatir esos probables escenarios, puesto que nos daría mucho más claridad a la hora de definir las cuestiones esenciales de nuestra militancia.
Julio de 2015

 
 
Entonces, abajo y a la izquierda, precisamos generalizar la deliberación popular sobre cómo se está destruyendo nuestro país-continente o sobre los ecocidios-genocidios-etnocidios para tomar decisiones sobre el destino común. Es hora de percatarnos de:
 
 
 
La naturaleza americana y el orden colonial del capital
El debate sobre el “extractivismo” en tiempos de resaca
8 de marzo de 2017


 
Por Horacio Machado Aráoz
A la Memoria de Berta Cáceres

“Desde su origen, el capital ha utilizado todos los recursos productivos del globo… tiene necesidad de disponer del mundo entero y de no encontrar límite ninguno en la elección de sus medios de producción”. (Rosa Luxemburgo, 1912).

Hace poco más de un lustro ya, inmersos todavía en el clima refrescante de las expectativas emancipatorias abiertas por el “giro a la izquierda” en América Latina, asistíamos a la irrupción de las discusiones en torno a la matriz socio-productiva y las estrategias económico-políticas seguidas en la región como curso para salir y, eventualmente, superar el trágico estadío del neoliberalismo. Por entonces, los debates sobre el “extractivismo” corrieron como reguero de pólvora en las siempre agitadas tierras ideológico-políticas de la región (Gudynas, 2009; Acosta, 2011; Svampa, 2013; Lander, 2013). Para ser precisos, los revuelos causados por la materia, repercutieron con mayor fuerza en el hemisferio ideológico de actores y referentes (políticos, intelectuales y movimientos) de la izquierda. Pues como bien precisó en su momento Eduardo Gudynas (2009), no estábamos ante una problemática que pueda decirse “nueva”; más bien todo lo contrario. Lo ‘novedoso’ o lo extraño del caso residía en que eran ahora gobiernos y fuerzas políticas auto-identificadas como de izquierda los que asumían la defensa y el impulso de políticas centradas en la profundización de la vieja matriz primario-exportadora, aquella misma con la que nuestras sociedades fueran violentamente incorporadas al mundo del capital y su estructura de división internacional del trabajo. (...)

(...)¿Crecer para salir del neoliberalismo? Los espejismos del “crecimiento con inclusión social”
“El capitalismo de crecimiento ha muerto. El socialismo de crecimiento, que se le parece como un hermano gemelo, nos refleja la imagen deformada de nuestro pasado, no la de nuestro futuro” (André Gorz, “Ecología y Libertad, 1977).

Ver y comprender hasta qué punto el capitalismo no puede funcionar sino a expensas de la explotación extractiva de economías coloniales, podría no ser políticamente tan importante si no fuera que estamos viviendo y hablando de y desde Nuestra América. Entender y sentir hasta qué punto la explotación de la Tierra es, en sí misma, la explotación de los cuerpos, es algo crucial para quienes estamos situados en una perspectiva epistémico-política del Sur (Souza Santos, 2009). Pues precisamente, ello nos hace tomar conciencia de que la “riqueza” que el capital acumula y que (en sus versiones progresistas) promete “redistribuir” es la riqueza del valor abstracto, esa cuya acumulación se amasa a costa de la fagocitosis de los expropiados; de” los condenados de la Tierra” (Fanon, 1961).
Como ya señalamos en otras oportunidades, los extravíos de la razón progresista nacen precisamente de aquella omisión. Al abrazar fervientemente la fe ciega en el progreso (esto es, el credo colonial-capitalista del evolucionismo, el cientificismo y la omnipotencia y la ‘neutralidad’ tecnológica), la razón progresista cree firmemente en el crecimiento infinito como horizonte universal y deseable de la historia y en la redistribución de ese crecimiento como “camino” de la redención social.
 
Ese imaginario colonial ha “atacado” de nuevo los esfuerzos emancipatorios nuestroamericanos recientes. En las encrucijadas del capitalismo/colonialismo senil, los gobiernos progresistas de América Latina, surgidos e impulsados por resistencias populares contra el neoliberalismo, han recaído –una vez más- en la ceguera colonial de las fantasías desarrollistas. Han tentado romper las cadenas de la opresión histórica, profundizando sin embargo, las sendas estructurales que las forjaron. Omitiendo que el problema de fondo era y es el capitalismo/colonialismo, se optó por confrontar con el “neoliberalismo”. Confundiendo “crecimiento” con “revolución social”, apostó al crecimiento –sí, claro, con redistribución del ingreso- como “vía de salida” hacia el “post-neoliberalismo”. Pese a todas las advertencias en contrario, la obsesión por el crecimiento, por la expansión del consumo, el “ascenso de las clases medias” como vía de “superación de la pobreza”, terminó provocando una gravosa amnesia política sobre qué es lo que crece y sobre los efectos eco-biopolíticos de ese crecimiento.
Ineludiblemente, lo que crece con el crecimiento (del PBI, de las inversiones, de los empleos, y aún de los salarios y el consumo popular) es el capitalismo. El crecimiento no nos saca ni nos aleja de éste; sino que nos hunde cada vez más en sus fauces necro-económicas. Nuestro crecimiento, el de nuestras economías latinoamericanas, es el crecimiento específicamente del capitalismo periférico-colonial-dependiente. Por tanto, es la profundización de las condiciones histórico-estructurales de súper-explotación (Marini, 1973); de depredación de la Tierra y de los Cuerpos como materia prima para la realización de la acumulación global. Nuestro crecimiento no nos alejó del capitalismo, sino que fue funcional a su reactivación e intensificación. No sólo en términos macro-geopolíticos, ya que el boom de los commodities alimentó el crecimiento industrial chino, como locomotora del mundo; sino también en términos micro-bio-políticos, pues la expansión del consumo opera como una gran fábrica de producción capitalista de subjetividades, de sensibilidades y sociabilidades hechas cuerpos, donde las formas de percepción de la realidad, los modos de estructuración de las relaciones sociales y hasta los modos de pensar la propia vida, los sueños, los deseos y el sentido de la existencia, están completamente mediados y colonizados por la lógica fetichista de la mercancía.

La expansión de la fiebre consumista, lo sabemos, provoca estragos en las energías revolucionarias. Cuando la forma mercancía se convierte en portadora de la felicidad; cuando el acceso a éstas es tomado como indicador de “bienestar social”; cuando el universo de los ideales políticos, las máximas aspiraciones libertarias, igualitarias y de justicia, se reducen drásticamente a la aspiración minimalista de ‘participar’ en el consumo de mercado, es cuando ya hemos perdido completamente el rumbo y hasta el sentido de la vida.

Nuestras críticas a los gobiernos progresistas en modo alguno buscaron “hacerle el juego a la derecha”; todo lo contrario. Simplemente procuraron remarcar que hablar de “capitalismo salvaje” es una tautología y que predicar el “capitalismo humanizado” es un oxímoron.
El capitalismo no admite adjetivaciones; es simplemente eso: un régimen de relaciones sociales que opera la fagocitosis de las energías vitales como medio para la acumulación pretendidamente infinita del valor abstracto. En ese proceso consume la vitalidad de la Tierra y la humanidad de lo humano.
Ahora, que se vienen de nuevo tiempos de “ajuste y recesión” bien vale la pena recordar lo que dijimos en tiempos de auge y expansión: el neoliberalismo no es apenas sinónimo de privatizaciones, ajustes, recortes de salarios y de las políticas sociales.
El neoliberalismo es una fase del capital cuya característica central está dada por el predominio de procesos de acumulación por despojo (Harvey, 2004), vale decir, por la intensificación de las dinámicas de mercantilización mediadas por múltiples y crecientes recursos de violencia. El neoliberalismo es, ni más ni menos, que el capitalismo en su fase senil; la era de la acumulación en tiempos de agotamiento del mundo y de crisis terminal de las energías vitales, tanto las primarias (que brotan de la Tierra) como de las sociales (que surgen y se movilizan por el trabajo).
 
Precisamente porque la economía política de la devastación (Foster, 2007) ha llegado a sus límites, la fase del extractivismo neoliberal implica el inicio de una nueva era: la era de la explotación no convencional. Es que las formas convencionales de la explotación (tanto de la fuerza de trabajo-naturaleza interior, como de la Tierra-naturaleza exterior) han tocado fondo. Es el agotamiento de las formas neotayloristas de disposición de los cuerpos y extracción de las energías sociales; es el agotamiento de las formas convencionales de extracción de energías en sus formas primarias (petróleo, minerales, nutrientes, proteínas). Es, por consiguiente, el inicio de nuevos regímenes de trabajo/tecnologías de extracción de plusvalía y de nuevas tecnologías de extracción y súper-explotación de los “recursos no convencionales”: la era de la del fracking, del shale-oil y el presal; de la minería hidro-química a gran escala; de las mega-plantaciones también químicas y carburíferas; la era de la transgénesis y de la intervención mercantilizadora sobre las estructuras microscópicas de la vida (nanotecnología) así como de las geo-ingenierías y los mercados de carbono, oxígeno, fósforo, nitrógeno, etc. Bajo esta dinámica, el capital avanza creando nuevos regímenes de naturaleza (capital natural) y nuevos regímenes de subjetividad (capital humano), cuyos procesos de (re)producción se hallan cada vez más subsumidos bajo la ley del valor. Ese avance del capital supone una fenomenal fuerza de expropiación/apropiación de las condiciones materiales y simbólicas de la soberanía de los pueblos; de las condiciones de autodeterminación de la propia vida. Y todo ello se realiza a costa de la intensificación exponencial de la violencia como medio de producción clave de la acumulación.

Así, pues,
vivimos tiempos de agudización y explicitación de las violencias y los violentamientos expropiatorios. No casualmente, días atrás, el relieve sociopolítico de Nuestra América se ha visto sacudido por el brutal asesinato de Berta Cáceres, acompañado también de agresiones y de intentos de incriminación a Gustavo Castro Soto, otro compañero, aunados en las luchas contra los mega-proyectos hidroélectricos, de minería a gran escala y monoculturas extractivistas varias que implican, en el fondo, los nuevos “enclosures” del Siglo XXI. Incontrastablemente, el motivo de semejante crimen fue que Berta se había tornado en un duro obstáculo para los proyectos del poder. Como lideresa firme y clara, tenía plena conciencia que su vida corría peligro. Ella misma, unos meses antes de su asesinato denunciaba que el terrorismo, la militarización y las persecuciones que estaban viviendo campesinos, pueblos originarios, el pueblo Garífuna en Honduras, eran parte de una estrategia cuyo fin era “decapitar el movimiento social que está resistiendo en los territorios el avance del capitalismo”. En una entrevista de noviembre de 2014, el periodista le pregunta: “Berta, frente a esta ola de asesinatos, ¿temes por tu vida?”; y Berta contesta: “Sí, sí. Bueno, tenemos temor…
 
En Honduras no es fácil; es un país en el que se vive una violencia brutal; son constantes los asesinatos, las amenazas, los atentados a la vida… El encarcelamiento, las órdenes de prisión, bueno, esos son riesgos menores. (…) Lo más peligroso en Honduras, que yo misma lo siento, es el riesgo de perder la vida… (…) Pero sí, tememos por nuestra vida, pero yo también quiero decir categóricamente que no nos van a paralizar por el miedo. Eso sí, que lo sepan ellos. Además, aunque sucediera, yo estoy absolutamente convencida de que el pueblo lenca y la resistencia del pueblo hondureño no va a cesar, al contrario, va a crecer más aún”2.
Forma extrema de los violentamientos, el asesinato de Berta, como el de tantas y tantos otros sujetos/cuerpos-conscientes de su territorialidad en Nuestra América, emerge como inequívoco síntoma de la fase senil, ultra-predatoria en la que ha ingresado el metabolismo necro-económico del Capital, esa ecología-mundo que ha prosperado y ha usurpado el nombre de la humanidad, a costa de la depredación sacrificial de las economías de frontera; de su Tierra y su Trabajo. Berta tenía clara conciencia de que el modo de vida capitalista, colonial, patriarcal contra el que luchaba, precisaba, para progresar, fracturar las conexiones vitales-existenciales entre cuerpos-trabajo y Tierra-territorios de vida. Berta lucha junto a esos cuerpos primitivizados por la violencia modernizadora del capital. Por eso, para la “opinión pública”, en las crónicas periodísticas convencionales, Berta era presentada como “defensora de los Derechos Humanos”. Para quienes la conocimos, para muchas y muchos que hacen parte de esos cuerpos en re(ex)sistencia, Berta es una Defensora de la Madre Tierra. Tenemos la íntima convicción que ella misma prefería esta última presentación; porque su vida es, en sí, una pedagogía política que nos enseña que no hay derechos humanos por afuera ni por encima de la Madre Tierra; que no hay “dignificación del ser humano” ni “lucha contra la explotación de la/os trabajadora/es” que se logre a costa de la explotación y la depredación de la Tierra.

De la cuestión de fondo a lo fundamental. Pensar-nos Tierra como clave para re-orientar nuestras luchas emancipatorias.

“La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; es decir, la naturaleza en cuanto no es el mismo cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe mantenerse en un proceso constante, para no morir. La afirmación de que la vida física y espiritual del hombre se halla entroncada con la naturaleza no tiene más sentido que el que la naturaleza se halla entroncada consigo misma, y que el hombre es parte de la naturaleza” (Karl Marx, Manuscritos Económicos Filosóficos de 1844).
 
Salvo notables excepciones, el pensamiento tradicional de izquierda y el marxismo ortodoxo en general ha tendido a priorizar la opresión de clase por sobre la explotación de la Naturaleza, como si fueran dos problemáticas distintas e inconexas. Sin embargo, este tipo de razonamiento está en abierta contradicción con la ontología materialista de Marx, que al pensar los fundamentos de la realidad, en lugar de la conciencia, del Sujeto o del Objeto, parte del cuerpo. En efecto, para Marx, “(L)la primera premisa de toda la historia humana es la existencia de individuos humanos vivos. El primer hecho a constatar es, por tanto, la organización corpórea de esos individuos y la relación por eso existente con el resto de la naturaleza” (Marx y Engels, 1974: 19).Se trata de una premisa fundamental sobre la que se edifica todo el pensamiento filosófico, antropológico y político de Marx.

Pues
, en primer lugar, partir de los individuos humanos vivientes, implica, ante todo, negar radicalmente toda separación entre Naturaleza y Sociedad y rechazar todo antropocentrismo. O, si se prefiere, supone partir de la afirmación básica de que el ser humano es naturaleza. La materialidad del cuerpo remite indefectiblemente al enraizamiento histórico-material que lo humano tiene respecto de la Naturaleza en general. Una perspectiva histórico-materialista –como la que propone Marx- nos lleva a reconocer que, históricamente, venimos de la Naturaleza: somos parte del proceso natural de irrupción, despliegue y complejización de la materia en el transcurso geológico de la vida en el planeta. Y que fisiológicamente, dependemos de la Naturaleza: los cuerpos humanos vivientes (naturaleza interior) tienen una relación de dependencia existencial con el conjunto de seres vivos y de factores y condiciones biosféricas de la Tierra (naturaleza exterior). La Tierra -como sistema viviente- nos excede, nos precede y nos contiene absolutamente. Nuestra vida es estructural y funcionalmente dependiente de una sistemática e ininterrumpida vinculación material con el resto de la Naturaleza en general. Por tanto, lo humano no puede ser escindido de la naturaleza; no puede ser pensado o concebido como algo exterior, ajeno o contrapuesto a la naturaleza.

En segundo término, al partir de los cuerpos, Marx coloca la cuestión de la vida -la problemática de los individuos humanos vivientes- en la base de su construcción teórica y en el centro de sus preocupaciones políticas. A diferencia del idealismo, del empirismo naturalista y del materialismo mecanicista (cada uno, en sus diferentes variantes), Marx no concibe el mundo ni como “idea” ni como “cosa”, sino como vida-práctica. En Marx, lo real es lo vivo en cuanto tal: el conjunto de procesos práctico-materiales a través de los cuales acontece la vida en general; y también, en particular, la vida humana, como una expresión histórico-específica de aquella.
Así, la centralidad del cuerpo, en cuanto permite despejar la ficción idealista de todo antropocentrismo, es fundamental para una epistemología política que se piensa en clave de emancipación y realización plena de la Vida. Pues, cuando lo que ocupa el centro de nuestras preocupaciones epistémicas y políticas es la vida plena de los seres humanos vivientes, no hay lugar ahí para sustentar la falacia del antagonismo de “el hombre” vs. “la naturaleza”. Por el contrario, se hace evidente que, en realidad, la contradicción Capital vs. Trabajo, no es anterior ni exterior, a la contradicción Capital vs. Naturaleza-Vida; que no se trata de dos contradicciones (O´Connor, 2001), sino pues solo de una única gran contradicción fundamental, en la que la dinámica necro-económica del capital supone (y requiere) sacrificar la vida (en la radicalidad de sus fuentes y en la diversidad de sus formas y manifestaciones) en el altar del valor abstracto. Se hace, en definitiva, manifiesto que el encarcelamiento de la Tierra –a través de la propiedad- es el primer eslabón de los grilletes que encadenan al Trabajo.
 
Así, la crucial cuestión de la liberación humana (de las ataduras del capital) requiere hoy, más que nunca, en los umbrales del Siglo XXI, re-pensar la Tierra. Re-pensar la Tierra como cuestión vital-fundamental, es re-pensarla y re-descubrirla como Madre. Y es también re-pensar-nos a los seres humanos, como ontológicamente hijos de la Tierra; seres terrestres, en el sentido existencial de que no sólo vivimos apenas sobre la Tierra y de la Tierra, sino que literalmente somos Tierra. Precisamos, de modo urgente, volver a saber-nos y, sobre todo, sentir-nos Tierra.
Pues,
si la (in)civilización del capital ha llegado tan lejos en la devastación y denigración de la Vida, es precisamente porque no sólo ha crecido y se ha mundializado declarándole la guerra la Madre-Tierra, sino porque además, decisivamente, ha sido muy eficaz en la creación de sujetos-individuos que no se conciben como hijos-de-la-Tierra, sino que la sienten y conciben desde la exterioridad, la superioridad y la instrumentalidad. Individuos que creen y que sienten que viven del dinero y no de la Madre-Tierra; que conciben el progreso y el desarrollo de lo humano, en términos de dominio y explotación presuntamente infinita de los “recursos” de la Tierra.
 
Frente al escenario de barbarie mundializada y diversificada que nos ofrece el siglo XXI, tras más de cinco siglos de “desarrollo capitalista”, necesitamos, de modo urgente, re-pensar la Tierra para re-orientar el horizonte y el sentido de nuestras luchas emancipatorias.
Re-pensar la Tierra como Madre no es romanticismo pachamamista ni oscurantismo anti-científico.
Si bien sí es una afirmación efectivamente pre-científica (en el sentido de que se trata de un saber humano cuya articulación como tal antecede históricamente a la propia constitución de la ciencia, como régimen hegemónico de producción de conocimientos), se trata, sin embargo, de una verdad fundamental, no sólo en el más profundo sentido filosófico, sino también en el más riguroso sentido científico. Re-conocerla como tal y adecuar a ella nuestros modos de vida, nuestras instituciones, nuestras subjetividades, es decir, nuestros cuerpos y nuestros sueños, nuestras formas de concebir, percibir, pensar, sentir y vivir nuestro lugar en el mundo, es quizás, el mayor desafío pedagógico-político que afrontamos como especie, en un momento donde el camino de la emancipación se ha tornado, ni más ni menos, que el camino por la sobrevivencia; la sobrevivencia, al menos, de la humanidad de lo humano. Si las fuerzas de izquierda no asumen como propio este desafío, ¿entonces quiénes?
Bibliografía: (...)
 
En consecuencia, el legado de l@s 30.000 de patria socialista tiene plena vigencia. Lo actualizan quienes se autoorganizan en resistencia a la acumulación por desposesión y expoliación. Están concretando lo que Horacio Machado Aráoz nos interpela a realizar:
"Frente al escenario de barbarie mundializada y diversificada que nos ofrece el siglo XXI, tras más de cinco siglos de “desarrollo capitalista”, necesitamos, de modo urgente, re-pensar la Tierra para re-orientar el horizonte y el sentido de nuestras luchas emancipatorias".

 

Desde el feminismo compartimos caminos emancipatorios entre pueblos hermanos y entre la diversidad de los desposeídos y expoliados. Escuchemos: "Reafirmamos nuestra lucha permanente y alzamos nuestras banderas de unidad de las mujeres campesinas e indígenas en lucha para la conquista de más derechos y junto a los excluidos, oprimidos y marginados de mundo luchamos contra el capitalismo, el imperialismo y el patriarcado."

 Chile: Comunicado de ANAMURI –

8 de marzo de 2017, Día Internacional de la Mujer

9 de marzo de 2017
 
Las campesinas e Indígenas presentes en ANAMURI nos saludamos y saludamos a nuestras compañeras de la clase trabajadora de todo el mundo:
Hoy conmemoramos un nuevo 8 de marzo recordando a grandes mujeres internacionalistas, pensadoras y activistas por la dignidad de todas las mujeres a través de la historia; entre ellas Flora Tristán, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Simone de Beauvour y tantas más que ancladas como las estrellas han orientado nuestro largo transito en la oscuridad del patriarcado.
Así, con la historia y la conciencia política adquirida sobre nosotras mismas, en la construcción de nuestros propios modelos de convivencia y relación social, hemos ido develando el pensamiento de valiosas mujeres Latinoamericanas, forjadoras independentistas e indigenistas, por nombrar algunas como Bartolina Sisa en Bolivia, Patricia Galvao (Pagu) en Brasil, Juana Azurduy en Argentina, Violeta Parra y Julieta Campusano en Chile, Guacolda, Janekeo y Fresia en el Territorio Mapuche, entre tantas más que nos han legado la semilla de la dignidad y lucha.
En este nuevo 8 de Marzo, reafirmamos nuestra lucha permanente y alzamos nuestras banderas de unidad de las mujeres campesinas e indígenas en lucha para la conquista de más derechos y junto a los excluidos, oprimidos y marginados de mundo luchamos contra el capitalismo, el imperialismo y el patriarcado.
La asociación Nacional de Mujeres Campesinas e Indígenas de Chile, ANAMURI, seguimos en lucha contra todo tipo de violencia hacia las mujeres, ya sea en el trabajo, el hogar y contra la violencia sistemática de las trasnacionales en los territorios y las comunidades campesinas y mapuche.
Hacemos un llamado a la presidenta de Chile, como mujer, como madre, como presidenta; a poner fin a la militarización, la represión y todo tipo de violencia hacia las comunidades mapuche. No queremos seguir llorando la muerte de comuneros asesinados, baleados, torturados, presos. Que se termine la persecución política a quienes reivindican derechos sobre el territorio ancestral mapuche.Queremos Libre a la Machi Francisca Linconao, Libertad a Lorenza Cayuhán y justicia por el asesinato de Macarena Valdés.
La historia por la emancipación de las mujeres y la lucha de los pueblos nos ha enseñado que luchando unidas y unidos seremos invencibles y que vale la pena Luchar, luchar y luchar aunque en ello se nos vaya la vida…
Sin Feminismo no habrá socialismo
América Unida Sigue en Lucha
Directorio Nacional ANAMURI
08 de marzo de 2017

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 Desde "la protección de nuestra tierra, y el medio ambiente" frente a los mega incendios de enero y febrero de 2017.  Sostienen: "Sabemos que los monocultivos acidifican el suelo y consumen demasiada agua y son un combustible para los incendios que no queremos que sigan depredando nuestro ecosistema". Están abriendo caminos emancipatorios al confrontar con el poder económico y su modelo productivo.

Chile - 14 de marzo: Marcha Nacional contra las Forestales y los monocultivos
9 de marzo de 2017

 

En distintas ciudades de Chile y Wallmapu, se realizarán movilizaciones, marchas y protestas este 14 de marzo de 2017 en una jornada nacional con motivo de manifestar el rechazo a las empresas forestales y las plantaciones de monocultivos de pinos y eucaliptus.
 
En Concepción, la actividad se realizará a las 18 horas frente a Tribunales de Justicia (Avenida Libertador O’higgins), mientras que se han convocado movilizaciones en Valparaíso, Rancagua, Arauco, Curanilahue, Chillán, entre otros territorios.
 
Revisa los lugares a continuación:
Valparaíso: Plaza Victoria. Santiago: Plaza Italia. Rancagua: Plaza los Héroes. Talca: Plaza Cien Fuegos. Constitución: Municipalidad. Chillán: Paseo las Palmas. Concepción: Tribunales de Justicia. Arauco: Plaza Central. Curanilahue: Plaza de Armas. Los Angeles: Plaza de Armas. Temuco: Plaza del Hospital. Valdivia: Plaza de la República. Puerto Montt: Plaza de Armas.
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"EXIGIMOS QUE EL ESTADO NO FINANCIE MÁS A LAS EMPRESAS FORESTALES, QUE DEROGUE LA LEY N° 20.326 que cubre las pérdidas de forestación frente a un siniestro climático como los incendios Y QUE DEROGUE EL DECRETO DE LEY 701 sobre fomento forestal que LA COMISIÓN DE AGRICULTURA aprobó extender hasta el 2018, EXIGIMOS QUE NO SE REFORESTE CON PINOS Y EUCALIPTOS".
A todos los Lof Wallmapu
Valparaíso: Plaza Victoria.
Santiago: Plaza Italia.
Rancagua: Plaza los Héroes.
Talca: Plaza Cien Fuegos.
Constitución: Municipalidad.
Chillán: Paseo las Palmas.
Concepción: Tribunales de Justicia.
Arauco: Plaza Central.
Curanilahue: Plaza de Armas.
Los Angeles: Plaza de Armas.
Temuco: Plaza del Hospital - Plaza de Armas Anibal Pinto.
Valdivia: Plaza de la República.
Osorno: Plaza de Armas.
Puerto Montt: Plaza de Armas.
Coyhaique: Plaza de Armas.
Punta Arenas: Plaza de Armas Muñoz Gamero.
 
Invitamos a todas las organizaciones sociales a sumarse en la convocatoria y organización de la Marcha Nacional Contra Las Forestales y Los Monocultivos, ésta es una iniciativa sin partidos políticos de por medio, es una demanda colectiva por la protección de nuestra tierra, y el medio ambiente. Sabemos que los monocultivos acidifican el suelo y consumen demasiada agua y son un combustible para los incendios que no queremos que sigan depredando nuestro ecosistema.
APOYAMOS a los Habitantes del Maule y Bío Bío que exigen que se Investigue la RELACIÓN DE INCENDIOS FORESTALES CON PLAGAS DE PLANTACIONES CON SIREX NOCTILIO, conocida como la avispa taladora de madera de pino, que actualmente tiene decenas de PREDIOS FORESTALES INFESTADOS, en cuarentena, CON ORDEN DE TALA, presentes en VALPARAÍSO, MAULE, BÍO BÍO Y LA ARAUCANÍA. Sólo en la región de BÍobío el 68% de la superficie cultivada con Pino Radiata se encuentra bajo control oficial de Sirex Noctilio. Vecinos de la zona exigen que se investigue cómo esta plaga acelera la propagación del fuego y a los grandes empresarios madereros que con la quema evitaron perder la producción infectada por el insecto, total para eso tienen la LEY N° 20.326 QUE CUBRE LAS PÉRDIDAS DE LA FORESTACIÓN FRENTE A UN SINIESTRO CLIMATICO COMO LOS INCENDIOS de fecha 29 de enero de 2009, modificó el Decreto de Ley 701 y el Decreto Supremo Nº 192”. Además las Juntas de Vecinos afectadas Interpelaron Judicialmente a las Empresas Forestales POR FORZARLOS A VIVIR BAJO ALTA AMENAZA DE INCENDIO debido a que sus HOGARES COLINDAN con predios forestales.
Las forestales se han beneficiado de todas y todos nosotros gracias a la Dictadura Militar que instauró muchas leyes que hay que modificar, es por esto que hacemos un llamado a los Estudiantes de Derecho y Abogados para que nos asesoren en esta demanda colectiva, por favor, difundir!
El decreto de ley 701, de 1974 creíamos que ya no estaba en vigencia, desde el 31 de Diciembre de 2012, SIN EMBARGO, LA COMISIÓN DE AGRICULTURA APROBÓ EXTENDER HASTA EL 2018 LA APLICACIÓN DEL DL 701 SOBRE FOMENTO FORESTAL donde se focalizaron las bonificaciones asignando porcentajes de 90% para los pequeños propietarios forestales; de 75% para medianos propietarios; y de 50% para grandes propietarios, en 2,3 millones de hectáreas superficie que, siendo de aptitud forestal, SUPUESTAMENTE no tiene una cobertura vegetacional boscosa, esta erosionada o tiene elevadas pendientes lo cual es COMPLETAMENTE FALSO, PORQUE SIEMPRE HAN ARRASADO CON EL BOSQUE NATIVO QUEMANDOLO O CORTANDOLO Y HAN PLANTADO EN SUELOS QUE NOS LES CORRESPONDE O QUE ANTES SERVIAN PARA USO AGRARIO!!
Si pueden ayudar a difundir esta marcha para que como ciudadanos seamos escuchados se los agradecería muchísimo!
Organizaciones Convocantes:
- Bío Bío Se Levanta - 
- Coordinadora Penco Lirquén - 
- Movimiento Social Contra Octopus Santiago - 
- Red De Defensa Por Los Territorios - 
- Recuperación de Territorios Construyendo Futuro - 
- SUR Concepción Chillán - 
- Sólo el Pueblo Ayuda al Pueblo -
- Vocalía de DD.HH, Solidaridad y Conflictos Sociales UdeC -
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Para ver evento en facebook, pincha AQUÍ

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Desde el Pueblo Mapuche nos interpelan a que nos impliquemos frente a catástrofes socioambientales (sequías, inundaciones, incendios, plagas...): "Llamamos con urgencia, a que se levanten políticas públicas tendiente a restaurar ecosistemas, a la reforestación con nativos y a definir políticas de regulación de los territorios con respecto a las plantaciones de monocultivo forestal existentes, prohibiéndose con mayor rigurosidad su cercanía a fuentes de agua, poblados, bosque nativo y extremar cuidados en zonas cordilleranas".


Chile - El “Terrorismo Mapuche”:

La campaña de desinformación para

desviar responsabilidades en mega incendios forestales

10 de marzo de 2017
Las regiones afectadas por mega incendios durante enero y febrero 2017, mayoritariamente no corresponden a zonas de comunidades Mapuche y menos que hayan conflictos con empresas forestales, sin embargo, aun así, se levantaron una serie de montajes y campañas de noticias falsas que buscaron de una u otra forma vincular causas de “terrorismo mapuche” e influencias “externas”. Sin embargo, en esta ocasión, quedó abiertamente demostrado que quienes levantaron de manera orquestada esta campaña, fueron grupos de ultra derecha, incluyendo a algunos ex miembros de la dictadura militar de Pinochet a través de redes sociales o por medio de algunos nuevos medios digitales apoyados por este sector.
 
La acción orquestada se hace evidentemente con el propósito de que las empresas forestales evadan sus responsabilidades en los siniestros o en menor grado, utilizados como chantaje o campaña “anti gobierno”, instrumentalizando ideológicamente una desgracia que afectó a todo el centro sur de Chile. Paradójico que fue el estado de catástrofe con la intervención en vigilancia y control territorial de miles de miembros del ejército y las fuerzas públicas lo que finalmente logró frenar la expansión de los incendios intencionales, salvándose en esta ocasión la Región de la Araucanía, donde ya habían comenzado las quemas de plantaciones de pinos y eucaliptus en la zona de Saavedra y Carahue y que seguramente se habrían extendido a amplias otras zonas con características de monocultivos de plantaciones forestales.
 
Si bien este tipo de campaña – montaje no es nuevo, viene como modus operandi desde hace años, incluyendo en el 2012 donde murieron siete brigadistas de forestal Mininco en Carahue, pero la diferencia este 2017 es que por primera vez se interpone desde el ejecutivo acción penal para que el Ministerio Público y la Policía de Investigaciones indaguen en profundidad los orígenes de noticias falsas, existiendo una importante lista de personas y ciertos medios con responsabilidades directas, algunos incluso han eliminado contenidos de sus sitios y redes sociales para tratar de ocultarlo, sin embargo, existen registros al respecto y deberían determinarse y formalizarse las responsabilidades criminales, siempre y cuando no existan otros niveles de intervención y desvío de atención sobre los hechos al interior del Ministerio Público.
 
A su vez, quedó en la agenda pública dos tesis relacionadas al móvil que habría en la intencionalidad más allá de la disputa comunicacional “ideológica”: Las redes de negocio y lucro que destapó un programa de televisión de Megavisión; y la existencia de plagas, su descontrol y cobros de seguros, destapado por más de 110 organizaciones sociales en Chile, con antecedentes del SAG y de Conaf, entre otros contenidos (ver aquí).

También, quedó en evidencia los intentos de levantar la campaña de relación “Mapuche – Farc”, la que cada cierto tiempo, de manera manoseada, se instala a través de algunos medios, la que en esta ocasión tiene como novedad que ciertos sectores desde Chile, han pretendido exteriorizarla torpemente a un par de medios en Estados Unidos, incluyendo la fuente de un ex Fiscal Regional de la Araucanía quien jamás investigó los antecedentes de autoatentados relacionados a los intereses de las empresas forestales en incendios, lo que podría generar finalmente mayores coletazos para las propias empresas forestales en dicho mercado.
Al respecto, tanto Carabineros de Chile, la PDI, la CÍA de EE-UU y hasta el Senador de ultra derecha Alberto Espina y el ex Ministro del gobierno de Piñera, Andrés Chadwick, han tenido que desmentir en sus momentos esa relación “Mapuche – Farc”.
 
Insano y sin sentido ha sido el aprovechamiento político que han pretendido sectores de la ultra derecha en esta catástrofe que afectó a miles de personas para fines oscuros o de proteccionismo a los grupos económicos forestales, más aún, cuando estos han estado acusados de colusión, redes de corrupción e intervencionismo en partidos políticos y operadores políticos partidistas que involucran a la Alianza Por Chile y a gran parte de la Nueva Mayoría, razón por la cual existiría un enorme silencio al momento de asumir posiciones frente a las responsabilidades de las empresas.
Sin embargo, en medio de las decadencias políticas institucionales y sus carteles de corrupción, tibiamente algunas voces se han venido desenmarcando, eso sí, casi sin levantar polvo para que seguramente no repercutA en contra.
 
El escenario de catástrofe del país a causa de los mega incendios, dejó en evidencia la pobreza moral de los empresarios forestales, quienes no han sido capaces de asumir sus responsabilidades en los hechos, tampoco en los impactos que se han generado en los territorios a causa de los monocultivos de plantaciones, con profundización de la crisis hídrica con cientos de miles de personas sin agua en amplias zonas rurales, empobrecimiento, desplazamiento de población y de actividades económicas locales, con severas contaminaciones a causa de las plantas de celulosa (pepaleras) y de fumicidas en las plantaciones. No hay ética, no hay principios, no hay moral, sin un mínimo de capacidad de replantear sus actividades económicas donde se pudiese considerar el respeto a las personas y la naturaleza, sólo actos primitivos de lucro a costa de la depredación.
La Red por la defensa de los territorios señaló este 27 de enero de 2017 que la FISCALÍA a pesar de poseer una nutrida carpeta de antecedentes se ha negado a investigar atentados que estarían relacionados con las empresas forestales y sus grupos de seguridad (ver aquí). Ante la inoperancia del Ministerio Público, organizaciones sociales exigieron el 31 de enero que el Consejo de Defensa del Estado investigue y se querelle con respecto a la responsabilidad que tendrían las empresas, condición que va más allá de aspectos “ideológicos” sino de sentido común y justicia.
Cabe indicar que algunas referencias sobre estas campañas de cortinas informativas levantadas, estarían relacionados a operaciones denominadas “bandera falsa” que son actos encubiertos llevadas a cabo por sectores de poder político, corporaciones y otras organizaciones (incluyendo paramilitarismo), diseñadas para aparecer como si fueran llevadas a cabo por otras entidades. El nombre se deriva del concepto militar de izar colores falsos; esto quiere decir la bandera de un país diferente al propio. Los denominados “ataques terroristas” en el marco de bandera falsa, son operaciones que se atribuyen a organizaciones consideradas radicales con el fin de desacreditar a los movimientos sociales y justificar la represión hacia estos, eludiendo asimismo responsabilidades como ha ocurrido en los focos incendiarios.
 
“Exigimos que el ejecutivo retire el proyecto de Ley de prórroga del Decreto Ley 701 por muy inactivo que parezca (la asignación de recursos persiste) y que lo liquide definitivamente, estableciendo que no se va a generar ningún tipo de subsidio ni bonificación para monocultivos de árboles, por el contrario, llamamos con urgencia, a que se levanten políticas públicas tendiente a restaurar ecosistemas, a la reforestación con nativos y a definir políticas de regulación de los territorios con respecto a las plantaciones de monocultivo forestal existentes, prohibiéndose con mayor rigurosidad su cercanía a fuentes de agua, poblados, bosque nativo y extremar cuidados en zonas cordilleranas, siendo fundamental su eliminación progresiva y la revitalización de las economías locales que han sido dañadas por la concentración forestal”, señalaron en enero decenas de organizaciones sociales por la defensa de los territorios.
Así como sucedió a fines de enero de este 2017, donde se realizaron diversas protestas contra la industria forestal, nuevamente diversas organizaciones hacen llamados para manifestarse durante este mes de marzo, exigiendo como sentido común, el fin del modelo y la restauración de los territorios.
Hoy, como siempre, continúan numerosas personas y comunidades del Pueblo Mapuche defendiendo los territorios de la depredación de inescrupulosos empresarios y sectores políticos invasores y colonialistas, varios de ellos escondidos en multigremiales o falsas campañas de paz, cuya piedra de tope a su insaciable y descontrolado lucro, es la resistencia ejercida en diversos territorios para defender las últimas reservas naturales, las que no solo posibilitan la supervivencia de una cultura ancestral, sino también la del chileno criollo, la de los propios descendientes de colonos europeos y de muchísimos descendientes de inmigrantes.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/Chile_-_El_Terrorismo_Mapuche_La_campana_de_desinformacion_para_desviar_responsabilidades_en_mega_incendios_forestales

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Desde "acciones por la defensa de los derechos de las comunidades afectadas por represas, por la defensa de los ríos, por la construcción de un modelo energético popular y por el fortalecimiento y construcción de sociedades alternativas."

Defensoras y defensores de los ríos de América Latina llaman a movilizarse el 14 de marzo, día de acción internacional contra las represas

9 de marzo de 2017
 
Comunicado del Movimiento de Afectados por represas de Latinoamérica (MAR)
LLamado de movilización en el XXI Día de acción internacional contra represas y por los ríos, el agua y la vida
Las comunidades afectadas por represas articuladas en el Movimiento de Afectados por Represas de América Latina (MAR) hacemos un llamado a todos los movimientos sociales y organizaciones ambientalistas y defensoras de derechos humanos a adelantar, el próximo 14 de marzo, acciones por la defensa de los derechos de las comunidades afectadas por represas, por la defensa de los ríos, por la construcción de un modelo energético popular y por el fortalecimiento y construcción de sociedades alternativas en conmemoración del vigésimo primer día de acción internacional contra represas y por los ríos, el agua y la vida.
Los promotores de represas, entre ellos gobiernos y empresas, alrededor del mundo siguen interviniendo ríos extinguiendo especies endémicas de fauna y flora, desapareciendo formas de vida asociadas a las cuencas y desplazando a miles de comunidades bajo el eufemismo del desarrollo y la energía limpia al tiempo que calientan el planeta; por tanto, es necesario que las comunidades y pueblos continúen organizándose a nivel local, regional y nacional para aunar esfuerzos que conduzcan a la sensibilización de la comunidad en general y hacia la transformación de las matrices energéticas en los países.
De igual manera es necesario extender la iniciativa de articulación nacional e integrarse al MAR y desde allí convocar entonces a un próximo encuentro mundial de afectados por represas.
¡Aguas para la vida, no para la muerte!
Movimiento de Afectados por represas de Latinoamérica (MAR)
Movimiento dos Atingidos por Barragens (Brasil), Movimiento Colombiano en Defensa de los territorios y afectados por represas (Movimiento Ríos Vivos), Movimiento Amplio por la dignidad y la justicia (Honduras), Red de Educadores y Educadoras Populares/CMLK (Cuba), Frente Petenero contra las Represas (Guatemala), Consejo de Pueblos Mayas (Guatemala), Bloque Campesino Indígena Amazónico de Bolivia, Asociación de pescadores 16 de julio de Cachuela (Bolivia), FUNPROCOOP (El Salvador), Frente Nacional Agrario (El Salvador), Movimiento Popular Patria Grande (Argentina), Rondas Campesinas (Perú), Movimiento Mexicano contra las Presas y en Defensa del Agua (MAPDER) Patagonia sin Represas (Chile), Red Nacional en Defensa del Agua (Panamá)

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