martes, 30 de enero de 2018

II. ¡Qué país programa la reforma agraria anticapitalista?

Con poder territorial de
sus pueblos y comunidades.
 
Nos plantea generalizar la percepción (conciencia y respectivo posicionamiento político) sobre:
El poder territorial del Kirchnerismo partiendo de la movida por Milagro Sala. Se trata de cuestionar a qué democracia representa y cómo nos envolvió e implica a muchísimos de nosotros. Ante todo revisemos nuestro comportamiento mayoritario por inducción del marco de referencia de la grieta que ambos bandos la suscitan e imponen.
 
El kirchnerismo entabló una síntesis transversal de dirigencias del PJ y la UCR para erigirse en la centroizquierda compitiendo por la gobernabilidad del sistema con la centroderecha. Al mismo tiempo de suplir al bipartidismo escrachado por los de abajo, procuró desvirtuar la esencia emancipadora del estar siendo y ser de izquierda. Contó con el aval de los partidos y de corrientes comunistas.
 
Hoy gracias a más de una deKada tiene poder político nacional e internacional para continuar inhibiendo la autodeterminación de los pueblos de Argentina y contribuir a la creencia mayoritaria de solucionar los problemas vitales derrotando al gobierno de Macri  sin que el 2001 alerte sobre la insuficiencia de ese objetivo.
 
Aclaremos mi distanciamiento de la movida por Milagro Sala. Opino que es bueno proceder a resistir la represión en Jujuy y organizar la solidaridad pero recortar el presente del pasado reciente y de la dictadura genocida, resulta contribuir a la permanencia de la opresión. Es eludir al binomio indisoluble de la violencia del despojo generador de miseria con los amedrentamientos colectivos (en la provincia y el país entero).
 
Recordemos, para instaurar el neoliberalismo, la alianza de capitales y estados imperialistas con los locales en los setenta se valió del Estado terrorista. Comenzó durante el gobierno Perón-Perón como terrorismo paraestatal (la Triple A al frente de organizaciones criminales de la ultraderecha peronista)  y el estatal denominado Operativo Independencia. Al no conseguir derrotar el protagonismo obrero y de las izquierdas, impuso el genocidio planificado durante su dictadura militarizada.
 
Retornemos a la campaña exaltando a Milagro Sala. Pienso, se tendría que haber hecho cuanto se hace por ella (que es únicamente para liberarla y que el neofeudo siga afianzándose) en apoyo al Centro de Acción Popular Olga Marquez de  Aredez. Si los K lo hubiesen hecho, habrían asumido la memoria de l@s 30.000 atacando a los impunes de acumular riquezas y poder con terrorismo de estado y democracia de baja intensidad:
 

“Blaquier representa el genocidio del poder económico”
2 de octubre de 2012
Integrantes del Centro de Acción Popular Olga Marquez de Aredez estuvieron en Rosario, invitados por Ate Rosario, para impulsar actividades con el fin de visibilizar los juicios de lesa humanidad que suceden en Jujuy y la responsabilidad del Ingenio Ledesma y su presidente Pedro Blaquier en estas causas donde, entre otras, se investiga la desaparición de Luis Aredez. A su vez, denuncian la contaminación ambiental que provoca a través del bagazo, el principal complejo agroindustrial del país que concentra en Jujuy más de 150 mil hectáreas de tierra. Con ellos, estuvo enREDando.
 
Por María Cruz Ciarniello
 
I. Tierra, aire, nombres
Bagazosis, una enfermedad que perfora los pulmones. La caña de azúcar. El imperio Ledesma. Los Blaquier. Los Aredes. Olga y Luis.
Libertador General San Martín convertido en feudo. Paradojas de los nombres que llevan algunos lugares de nuestra tierra argentina.
Jujuy, aquella hermosa provincia del norte donde, además de quebradas y resistencias indígenas, la injusticia muestra la postal más descarnada de la concentración económica. Más de 150 mil hectáreas de tierra están en manos de una sola familia: Blaquier-Arrieta, y de ellas, sólo 25 mil son utilizadas para la producción de caña de azúcar.
 
II. Triángulo
15 -apenas 15- de esas 150 mil hectáreas fueron ocupadas, en julio de 2011, por 700 familias que no tenían un techo digno para vivir. Ante el incumplimiento durante más de 4 años del gobierno provincial -que había prometido expropiar parte de esa tierra para la construcción de viviendas-, la Corriente Clasista y Combativa realizó la toma en el Triángulo. El saldo: 4 personas asesinadas por la policía de la provincia tras una orden de desalojo dictada por el juez Sammar. “Además se vio a vigilantes de Ledesma marcando a la gente que ocupaba la tierra”, se detalla en el periódico de la Central de Trabajadores Argentinos del mes de agosto de 2012.
“Imagínese un huevo frito. La yema es el pueblo y la clara, es Ledesma. Todo lo que nos rodea es de ellos. Entonces, si la gente no tiene dónde vivir o se va o tiene que ocupar”, manifestó en ese entonces, la abogada Mariana Vargas en diálogo con lavaca. “Ledesma hace inteligencia y conoce a cada uno de los que reclama. Es como un Estado paralelo: funciona con su propia logística. Y ese Estado paralelo cuando lo necesita, hace trabajar al Estado formal para dejar en claro quién manda a quién. Esto fue una carnicería en nombre de la defensa de la propiedad privada”.
Según nota del periódico Miradas al Sur “el departamento de Libertador general San Martín es el segundo en tamaño en Jujuy. Tiene unos 3.200 kilómetros cuadrados de tierras. El 80 por ciento de ese territorio es de la familia Blaquier, dueña de Ledesma. “En los ’70 vivían en la zona unos 30 mil habitantes. Casi la mitad, unos 14 mil, trabajaban en Ledesma. Hoy en el departamento de Libertador viven unas 85 mil personas, y sólo unas 2.800 trabajan en el ingenio.” El saldo: una empresa que no ha dejado de crecer y un pueblo que no ha dejado de empobrecerse. “ (7/8/2011)
Dos meses después de los asesinatos, Ledesma cedió 40 hectáreas. El acuerdo fue firmado por referentes de la Corriente Clasista y Combativa y de la Municipalidad de Libertador. Según afirma la Central de Trabajadores Argentinos, hasta la fecha, los lotes no cuentan con los servicios básicos para vivir como la luz y el agua potable.
III El apagón y la marcha
Delitos de lesa humanidad que comienzan a ventilarse en el recinto de los Tribunales y, también, en las calles, el lugar donde la condena social a los genocidas –militares y civiles- de los años 70, se construye palmo a palmo. Así se comenzó a realizar la mítica Marcha del Apagón en la provincia de Jujuy. Esta marcha se realiza todos los años. Miles y miles de personas acompañan el paso firme de los familiares de los más de 40 desaparecidos del Departamento Ledesma de Jujuy. Continúan las huellas de la lucha que dejaron las Madres de Plaza de Mayo, entre ellas, Olga Aredez.
Es un reclamo de justicia por lo que sucedió en Libertador General San Martín en las madrugadas del 20 al 27 de julio de 1976, donde se secuestraron a más de 400 personas. “La usina de Libertador Gral. San Martín corta el suministro eléctrico en todo el departamento de Ledesma, mientras policías, gendarmes, militares y capataces de la empresa comienzan a allanar y saquear viviendas en los pueblos de Libertador, de Calilegua y El Talar. En vehículos de la empresa son trasladados más de cuatrocientos trabajadores, estudiantes, profesionales y hasta familias enteras a los galpones de mantenimiento del ingenio azucarero, donde permanecen días y meses atados y encapuchados. Tras la tortura e interrogatorios, varios son liberados, algunos son enviados a comisarías o cuarteles militares; otros aparecen en cárceles de distintas provincias. El apagón se repite tres noches después. Mediante los apagones del terror, con el secuestro y desaparición de activistas políticos, gremiales y sociales, la empresa reafirma su control y disponibilidad absoluta sobre personas e instituciones. Hoy contabilizamos 41 desaparecidos en el departamento Ledesma en Jujuy. Y se han denunciado 33 centros de tortura en la zona. Desde 1983 un pequeño grupo de madres comienzan las rondas de los jueves en la plaza de Libertador General San Martín, a pocas cuadras del acceso al ingenio Ledesma.” 
En ese entonces, ya era emblemática la figura del Dr. Luis Aredez, médico pediatra quien, durante la década del 60, inicia un proceso en defensa de la salud de los obreros azucareros que provocaría su despido de uno de los principales ingenios. Luis fue intendente de Libertador San Martin en 1973 y hasta 1976. Es destituído con el Golpe de estado, secuestrado y liberado un año después. Como intendente, impulsó una reforma legislativa para que el Ingenio Ledesma (el más grande del país) pagara los impuestos que debía y desde allí, también, denunció la contaminación que provoca el mayor complejo azucarero de Latinoamérica. Dice su hija, Adriana, en diálogo con el periódico de la CTA: “Por supuesto que mi padre sabía que los niños se morían de alergia. Mi mamá murió de bagazosis, por eso pedimos que no se consuman los productos de Ledesma.”
A Luis Aredes se lo llevaron por última vez el 13 de mayo de 1977 y desde entonces, está desaparecido.
Desde ese día, su esposa, Olga, y sus cuatro hijos, no se cansaron de exigir justicia. “Olga Aredez hasta el fin de su vida denunció el atropello empresario, la destrucción de las selvas, contaminación de los ríos con gran mortandad de peces por residuos de la fábrica de azúcar y papelera, apoyó el derecho a las tierras de las comunidades indígenas del NOA y la defensa de un ambiente sano y digno para los habitantes.”
 
IV. Olga contra todo
Olga fue una mujer inmensa. Sola, comenzó a rondar por la plaza de Libertador, el lugar donde Ledesma es dueña de casi todo. Sola, se decidió a denunciar una y otra vez, la contaminación que produce el Ingenio y que provoca bagazosis, la enfermedad que le ganó el 17 de marzo de 2005. “Lo que produce bagazosis no es la quema de la caña, sino la degradación de la celulosa que la hacen con un licor de hongos y bacterias. Eso por ley debe estar cubierto, pero está eternamente descubierto y todo el pueblo lo aspira. Los hongos y las bacterias se depositan en los pulmones que es un lugar húmedo y producen fibrosis pulmonar y cáncer y eso se llama bagazosis”, decía Adriana Aredez.
Pero Olga no murió sola. Esa marcha que inició con su pañuelo blanco fue multiplicada en miles. Acompañada cada año por las Madres de Plaza de Mayo, por más jóvenes, militantes, organizaciones sociales y de derechos humanos. Antes de morir, Olga presentó un recurso de amparo, junto al Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos, contra Ledesma. “A fin de que se evite la contaminación producida por el bagazo de azúcar que afecta los derechos humanos a la salud y al medio ambiente de los vecinos de Libertador General San Martín”, en los Tribunales de Jujuy y al que oportunamente se le diera lugar. Este es el primer amparo ante la justicia jujeña, ya que hasta el momento ninguno de los habitantes de General San Martín se animaron a litigar contra la única fuente de trabajo de la zona.
 
Las montañas de bagazo se huelen a kilómetros de distancia. “Constantemente hay casos de contaminación, el principal es el bagazo, la pudredumbre de la caña con la que se hace el papel, esas son montañas gigantescas que cuando vas a Libertador, el olor es imponente, además de los líquidos que utilizan para blanquear el papel y también está el desvío de los ríos que se hicieron para que los cañaverales crezcan más rápido. Con respecto al método para hacer papel, ellos utilizan el peor método. Ellos usan cloro puro, eso lo fuimos denunciando. Hace poco hubo un juicio y la justicia fallo obligándolos a colocar un filtro en las chimeneas. Cuando llegas la impresión primera es el olor, y ver esas chimeneas es increíble. Y en la actualidad, esos filtros no están funcionando en absoluto”.
Esto lo afirman integrantes de Capoma, una organización que nació en el 2005 con un único objetivo: denunciar lo que sucede en el feudo que controla la familia Blaquier en Jujuy.
 V. Olor a miedo
En Libertador San Martín, muchas veces, se huele el miedo
“Yo tengo conocimiento de que Blaquier llamó a toda la Comisión Directiva de la fábrica y a sus delegados amenazándolos para que ninguno viniera a la marcha porque iba a ver problemas. Han venido haciendo un trabajo de sembrar el terror, diciendo que al Ingenio lo van a vender. La respuesta creo que es más que contundente, el grueso de la gente es de acá lo que demuestra que más alla de esta campaña que afecta y mucho (…) hoy la gente igual se moviliza (…) señaló Nando Acosta, Secretario de Interior de la CTA, en la última marcha del Apagón, la caminata que une los kilómetros que separan Calilegua de Libertador San Martín. Todos los años, el último jueves del mes de julio, miles de personas vencen el terror impuesto en esta localidad. Salen a la calle, por la memoria de los desaparecidos, de Olga y Luis Aredez.
“Decidimos conformarnos como grupo para tener un lugar y que la lucha de Olga no se pierda y no sea en vano. Es la responsabilidad nuestra la de tener el pañuelo como símbolo de resistencia y lucha de las madres que recayó en nosotros porque asumimos un compromiso, seguir los pasos de Olga y de todas las madres de libertador general san martin que tienen los hijos desaparecidos”, explican los integrantes de Capoma, quien también hablan de “aprietes” a los trabajadores que son amenazados con el cierre de la fábrica . “Hay pueblos enteros donde no se puede hablar en contra de Ledesma”, advierten preocupados.
En Ledesma, se realizó un abrazo solidario al Ingenio en el mes de julio de 2011, a la que concurrieron vecinos de esta localidad, tal vez, como muestra más significativa del poder que concentra la empresa  en esta zona.
VI  Juicio
El 12 de julio comenzaron en Jujuy los juicios por lesa humanidad donde se están juzgando los crímenes y detenciones ilegales que se llevaron a cabo en toda la provincia. Uno de ellos involucra la causa donde se investiga la  detención y desaparición de Luis Aredez. En los testimonios de sus hijos se mencionó la complicidad del Ingenio Ledesma en los secuestros y desapariciones durante la noche del apagón. En esta causa está denunciada la participación de Carlos Pedro Blaquier dueño de Ledesma SAAI y Alberto Lemos, administrador de la empresa azucarera en el momento de la desaparición de Arédez.
En total, se reconstruye lo sucedido con 43 víctimas del terrorismo de estado en Jujuy y son juzgados los represores Luciano Benjamin Menéndez, Rafael Braga, Eduardo Bulgheroni y Antonio Vargas. Pedro Blaquier está imputado en dos causas. “En ambas se lo convoca por su –en términos legales– presunta participación en los delitos de privación ilegal de la libertad y de tormentos. En el primero de los casos es por los secuestros y desapariciones de la Noche del Apagón, que se sucedieron entre el 20 y 27 de julio de 1976 en Ledesma, Calilegua y General San Martín, las tres localidades que entonces componían la zona de influencia del ingenio. La otra causa es la referida al ex intendente de General San Martín, Luis Arédez, secuestrado en mayo de 1977 y aún desaparecido.”
Desde Capoma, en diálogo con enREDando, amplian: “está implicado por violación de domicilio y ahora por una ampliación en la imputación por homicidio y secuestro y en la cual a raíz de eso la fiscalía pide la exención de prisión porque no es excarcelable, y el juez de instrucción aun no decidió. En esa causa, ya hubo una declaración indagatoria por la violación de domicilio que es cuando Blaquier declara por videoconferencia y en la cual todavía el juez de instrucción esta en plazo para ver si dicta o no dicta el procesamiento y si se decide por la prisión preventiva o no.”
Este juicio es fundamental. En principio, porque por primera vez, un empresario de la magnitud de Pedro Blaquier es imputado por causas de lesa humanidad. Para los familiares, significa una instancia muy importante. “Para nosotros es parte del camino recorrido, sabemos que esto no termina acá, porque también está el tema de la contaminación pero es una etapa importantísima, después de 36 años se hace justicia. Los familiares y los ex detenidos tuvieron un rol muy importante porque fueron ellos los que estuvieron buscando las pruebas, los testimonios, recordemos que Jujuy no es como Buenos Aires. En Jujuy hay una empresa que es un feudo, controlado por una familia que sigue oprimiendo a la población con el miedo”, dicen desde la organización que articula a numerosas personas en todo el país y que tiene como norte, la mirada de Olga Aredez.
“Por lo menos esto es un avance porque comienza a generarse el debate acerca del poder económico como ideólogo de la dictadura militar.”
Para tomar dimensión del poder de la empresa: el ingenio Ledesma creció y diversificó sus producciones en los años 70, donde empieza a transformase en un poderoso complejo agroindustrial. En 1970, después de 18 años de funciones ejecutivas, Carlos Pedro Blaquier asumió la presidencia de la empresa, la que ejerce hasta el presente. Durante su presidencia se incorporaron la fábrica de jugos concentrados, la planta de molienda húmeda de maíz, el negocio de gas y petróleo, la planta de cuadernos y repuestos escolares y comerciales, y la producción agropecuaria en las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos.
Ledesma es el primer productor de azúcar de la Argentina con 330.000 toneladas anuales, que es el 20% del país.
En 1982, Ledesma comenzó la molienda húmeda de maíz. Actualmente alcanza las 185.000 toneladas anuales.
Ledesma es el principal productor de papel obra para impresión y escritura del país, elabora 105.000 toneladas anuales de papel, aproximadamente el 40% de la producción nacional.
Además, produce alcohol, frutas y cereales.
Ledesma no es solo una gran empresa en Jujuy, afirma Capoma. “Es un monopolio”,
VIII Memoria
Capoma es la única Casa de la Memoria que funciona en la región del Noa. Allí, la comunidad puede encontrar documentación local, nacional e internacional, material de archivo que sintetizan el vínculo entre el terrorismo de Estado y el conglomerado industrial Ledesma. Además, cumplen “la función de nexo con las distintas organizaciones que deseen orientar, asesorar y ayudar a todas aquellas personas o grupos que sientan que sus derechos humanos están siendo vulnerados”.
Capoma nace, hace, construye.
Por eso, no dudan en continuar avanzando, en el recinto de los tribunales para juzgar a Blaquier. Afuera, en la calle, para seguir denunciando la contaminación silenciosa e impune del imperio Ledesma, “el más grande de Latinoamérica y el que peor le paga a los obreros”, según nos dicen.
 
IX Complicidades 
El poder político, judicial y la policía constituyen partes fundamentales del engranaje cómplice que rodea a Ledesma.
Así lo detallan los integrantes de Capoma: “Olivera Pastor fue uno de los jueces que cajoneó durante años la causa Ledesma. No quería que se llame así, sino causa Guerrero que fue uno de los centros clandestinos. Con este juez, nunca se conformaba un tribunal provincial en la provincia. Olivera Pastor tuvo que renunciar debido al fuerte empuje de las organizaciones sociales que el 24 de marzo salieron a pedir la renuncia de este juez. Esta es la impunidad que tiene Blaquier en el poder judicial. Carolina Perez Rojas es otra jueza que fue la que dio la orden para reprimir en el Triángulo el año pasado y es la misma jueza que le generó causas judiciales a obreros del ingenio cuando tomaron la planta en el ingenio la Esperanza. Y el abogado defensor de Blaquier, había sido entre los años 70 y 80, un juez de Jujuy. Habiendo sido un ex juez de la provincia, hoy es abogado de Blaquier. Esta es la vinculación que tiene el poder judicial. El juicio de contaminación que inició Olga Oredez, de los cuatro jueces, solo uno dijo que Ledesma contaminaba, fue Héctor Tizón que falleció hace poco.”
En la última marcha del apagón, Nando Acosta de la CTA, expresó: “es llamativo que donde hay caña de azúcar como en Jujuy, Salta y Tucumán no haya casos de bagazosis pero sí en Córdoba. Hay un convenio, un acuerdo entre las clínicas de derivarlos a Córdoba, donde no hay ingenios. Recién los vuelven a traer cuando les diagnostican cáncer.”
Desde Capoma advierten: “En una de las oficinas de la empresa, se encontraron los archivos de espionajes de compañeros que estuvieron en la marcha del 2005 que fue una de las más importantes, porque allí se esparcieron las cenizas de Olga en la plaza de Libertador. De esa marcha, se encontró una carpeta con nombre y apellido de personas que estuvieron, identificando sus movimientos, sus autos, etc. Es la impunidad del espionaje. Son pequeñas grandes cosas que no hay que olvidar porque Ledesma representa todo eso: la impunidad desde hace 100 años”.
Agencia CTA (Periódico ACTA N° 89, Agosto de 2012)
Para contactarte con Capoma, conocer sus actividades o buscar información, ingresá a www.contraledesma.org.ar.

 
 
Recapacitemos ahora sobre cómo todos los gobiernos progresistas de Nuestra América han usado el Estado para restablecer al sistema de negocios de las corporaciones locales e imperialistas. Ante todo bloquearon la organización popular gracias a recoger algunas de sus demandas más sentidas y hacerlas suyas pero adaptándolas, previamente, al orden capitalista sin que los de abajo se percatasen por su subsunción en el estatismo y en la sociedad de consumo. Todavía predomina la convicción en que se debe delegar en el Estado a la toma de decisiones sobre el destino común y que esta función depende del gobierno elegido o sea los responsables de la gestión son los votantes. Desde que los commodities se han desvalorizado o que el crecimiento lucrativo de los grandes capitales demanda ajustes, hallamos "la relevante propuesta de Álvaro García Linera que intenta reactivar una nueva fe sobre lo estatal".
 
 
Tensión neoliberal y territorialización del poder:
Un diálogo crítico con Álvaro García Linera
9 de septiembre de 2015

Por Emiliano Terán Mantovani (Rebelión)


Presenciamos en la actualidad a escala planetaria, una agudización sin precedentes de las históricas contradicciones sociales y ecológicas del desarrollo capitalista mundial: peligros de una escalada bélica internacional, en sus diferentes modalidades [1]; dramáticas tensiones migratorias[2]; crecientes desajustes en el orden de los ciclos climáticos [3]; ralentización del gran salvador de la economía mundial desde 2008, China, y tendencia a la deflación global [4]; desbordamiento progresivo de las precarias “democracias” contemporáneas y conexión cada vez más fuerte entre la política formal y bandas criminales, narcotráfico, grupos extremistas, entre otros –con mayor énfasis en periferias o el Sur Global– [5]; desgarramiento de los tejidos sociales y reconfiguraciones de los límites del pacto social; entre otras.
Cuando el pastel de la riqueza se hace cada vez más pequeño y los apetitos crecen, las ilusiones de progreso se van vaciando, la acumulación capitalista se vuelve aún más salvaje. El neoliberalismo ―como modo de acumulación propio del capitalismo globalizado― se potencia, se reacomoda, busca ocupar espacios y ámbitos que se resisten a su lógica, y así expandir aún más el despojo y la mercantilización de todo. No importa en qué parte del mundo usted se encuentre, no importa si el gobierno de su país es considerado o no “progresista”, esta tensión neoliberal está presente, en diversos grados y formas, en cada proceso de acumulación formal o informal de capital en la actualidad.
 
Pregunta de orden estratégico: ¿quiénes, en este momento en América Latina, son las fuerzas antagónicas capaces de detener el avance de la acumulación por desposesión? ¿Qué actores o sectores sociales y políticos pueden aún encarnar hoy una alternativa, no sólo a este neoliberalismo mutante  [6]  que ha coexistido versátilmente entre nosotros, sino al propio orden capitalista?
 
Años atrás, parecía evidente que esta alternativa, entendida como “posneoliberal” [7], estaba centrada principalmente en los gobiernos progresistas de la región, y en los líderes que los han guiado. Ya estos gobiernos no serían fundamentalmente dominación, sino representación no sólo de los intereses populares, sino también de la construcción de la vía hacia modelos que podrían estar en un futuro, más allá del capitalismo y la dependencia. A estas alturas, sostener esta idea es más que problemático.
Desde varios meses atrás, venimos presenciando una aceleración de la deriva regresiva en la región, incluyendo claro está a todos los llamados gobiernos progresistas. Cuando baja la marea de las rentas obtenidas por los commodities –un nuevo tiempo de vacas flacas–, todo parece más árido, más tosco, se ve con más claridad la topografía excluyente e insostenible de los modelos extractivistas.
Sumadas a las políticas más conservadoras de la región, que tienen a los gobiernos de México, Colombia y Chile entre sus principales exponentes, resaltan las más claras definiciones a favor del ajuste ortodoxo y flexibilización (Agenda Brasil) en las políticas económicas del gobierno de Dilma Rousseff; en Argentina, se han impulsado reformas como la de la ley de hidrocarburos (oct. 2014), que propone una flexibilización favorable a las compañías petroleras transnacionales –con una de las regalías más bajas de la región [8]– para facilitar la extracción de no convencionales; y el nuevo Código Civil y Comercial (ago. 2015), en el cual se produce la pérdida del acceso público a todos los ríos del país –siendo para Viale y Svampa “la mayor privatización de tierras de la historia de nuestro país (…) en manos de la especulación inmobiliaria [9]; sin dejar de tomar en cuenta la proyección aún más a la derecha en los horizontes de la política oficial argentina, dadas las candidaturas favoritas para las próximas elecciones presidenciales a fines de octubre de este año.
 
En Ecuador, además de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (dic. 2014, aún no en vigor), resalta desde 2014 la más agresiva política de endeudamiento de todo el gobierno de Correa –casi 10.000 millones US$, de los 18.000 millones que se han adquirido desde el inicio de su mandato [10]–; el desconocimiento y la omisión de obligación de pago de casi 3.000 millones US$ con el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) –afectando el futuro de las jubilaciones [11]–; o la apertura a la participación privada en la prestación de gestiones públicas, a partir del proyecto de Alianzas Público-privadas (APP) [12]; en el marco general de una creciente conflictividad política interna.
 
En Uruguay, sobresale el ingreso en febrero de 2015 (de muy bajo perfil) del Acuerdo sobre el Comercio Internacional de Servicios (TISA) –que el Frente Amplio ha repudiado recientemente [13]–, un acuerdo impulsado por los EEUU y la UE, que supone un TLC con varios países, donde se propone la privatización de prácticamente todos los servicios públicos [14].
 
En Bolivia, se ha abierto el camino a transnacionales para nuevas exploraciones petroleras en áreas protegidas (Decreto 2366, mayo de 2015) [15], en el marco de progresivas flexibilizaciones en los términos de negocios con las mismas, donde destaca el reciente anuncio del gobierno boliviano (ago. 2015) de "incentivos a la exploración" para las petroleras, que implica un enorme subsidio de US$ 3.556 millones para elevar sus ingresos en 64% en los próximos diez años [16]; también destaca el avance de proyectos de legislación para una agresiva ampliación de la frontera agroindustrial –apuntando al "modelo cruceño de desarrollo", Agenda Patriótica 2025 [17]–. Todo esto, se desarrolla en un momento político en el cual, el gobierno de Evo Morales ha declarado “irregulares” a 38 ONG, entre ellas al CEDIB [18].
Y en Venezuela, ante la crisis del modelo rentista petrolero, y en el marco de una progresiva transformación en las políticas del gobierno nacional, destacan, por un lado, el decreto 1425 de "Ley de Regionalización Integral" (nov. 2014), que plantea la figura de las “Zonas económicas especiales” (ZEE) –tomadas del modelo chino–, las cuales representan una liberalización integral de regiones geográficas del país, para derribar obstáculos al capital (IED) y así “afianzar el desarrollo y enfrentar la pobreza estructural” [19] –la Faja Petrolífera del Orinoco fue declarada como una de las ZEE del país [20] y sería una "vitrina de la Venezuela que se quiere construir" [21]–; y por otro lado, el impulso de la “Operación para la Liberación del Pueblo” (OLP), que implica intervenciones de choque directas de los cuerpos de seguridad del Estado en diferentes territorios del país (rurales, urbanos, barrios periféricos), para "combatir el hampa" –al estilo de las operaciones en las favelas brasileñas–, lo cual tiene, y tendrá, bajo este enfoque, serias implicaciones sociales y políticas [22]. Se tratan en ambos casos, y es fundamental decirlo, de territorializaciones de ajuste.
 
Pensar estratégicamente: preguntas para un tiempo de mutaciones
 
La recurrente idea del ataque exterior, encarnada por el imperialismo estadounidense, en articulación con las derechas tradicionales de los respectivos países, a pesar de tener asidero, pues representa actores importantes que ejercen presión en el avance de esta deriva regresiva en la región, ha servido a algunos para querer explicarlo todo con ella. Pero como lo ha propuesto recientemente el propio François Houtart, “La teoría del complot tiene el peligro de velar las causas profundas del proceso [23]. Nos preguntamos: para convertir la dirección de un Estado en un gobierno de derecha, ¿hace falta cambiar los actuales gobernantes, o también se puede ir configurando su mutación desde adentro (sin “cambio de gobierno”)?
 
¿Es única y obligatoriamente el ajuste, el horizonte próximo de todos los gobiernos de la región? ¿Podrían los gobiernos progresistas tomar una serie de medidas que en teoría habían combatido en sus inicios?
Si el consumo se ha convertido en el principal factor de consenso político nacional –primordialmente en las ciudades–, lo cual permite amortiguar el impacto de ciertas políticas de ajuste, ¿hasta cuándo y con qué alcance se podría mantener esta modalidad?
También: los trabajadores y trabajadoras de la región, campesinos y pueblos indígenas, ¿prefieren el consenso de Beijing al consenso de Washington? Y de nuevo: ¿quiénes detienen las “restauraciones conservadoras”, o bien las reformulaciones neoconservadoras? En cada vez más ámbitos, los pueblos van contando sólo consigo mismos para defender sus reivindicaciones y territorios.
 
Ante este cambio de época en marcha en América Latina, e incluso ante la reciente y dramática capitulación de Syriza en Grecia, o la vacilante propuesta de Podemos en España, parece conveniente y profundamente estratégico, preguntarnos qué hemos aprendido como pueblos de estos procesos; insistir en un debate vital en torno a la forma Estado, y nuestra relación con ésta. ¿Pueden los desencantos recientes potenciar no sólo rabias coyunturales, sino nuevas disposiciones y cosmovisiones sobre la producción de lo político?
 
También parece conveniente insistir en que, ante la agudización de las contradicciones sistémicas mencionadas al principio, y de las manifestaciones de la crisis civilizatoria, podríamos estar ante escenarios en los cuales se estén configurando radicales modificaciones de las estructuras de poder tal y como las conocemos, de las formas de la soberanía, de las modalidades de control territorial –¿apuntamos hacia nuevas feudalizaciones del poder? [24]–. Si esto fuese así, los debates sobre el Estado se complejizan aún más, toman nuevos matices, aparecen nuevos elementos.
 
Fenomenología del Estado y territorialización del poder: un diálogo crítico con Álvaro García Linera
Como hemos propuesto, la discusión sobre el Estado, y la idea de la autonomía desde abajo ante el mismo, es profundamente estratégica ante los tiempos actuales. Podemos afirmar que existe en la región toda una línea teórico-política que insiste en la centralidad del Estado como alternativa de transformación social, en la cual el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera (AGL), aparece como uno de sus principales exponentes. La relevante propuesta de AGL intenta reactivar una nueva fe sobre lo estatal.
 
Para AGL, el debate «Autonomía o Estado» es un falso debate [25]. Nosotros en cambio, planteamos que la fusión (sic) que propone el autor, de integración de las luchas desde abajo con el Estado, es inconveniente; que una lucha popular de múltiples escalas, no supone necesariamente la integración de sus objetivos, formas y acciones con los de la máquina-Estado, que son claramente diferentes. En este sentido, mantener esta diferenciación es estratégico en la agenda política de las luchas desde abajo, sin que en ningún sentido se lleve adelante una política de aislamiento o una propuesta maniquea. Se trata de pensar, antes que en un «Estado Integral», en un horizonte de territorialización del poder.
 
a) El Estado omnipresente y la subsunción de lo común en lo público en AGL
A partir de lo que AGL llama el principio de incompletitud histórica –propuesto desde el Teorema de Gödel–, el autor propone que la tradición de la dominación [26] del Estado no es ahistórica, que tiene grietas, y que la gente tiene la posibilidad de trascenderla. Siendo esto cierto, la necesaria pregunta subsiguiente es: ¿cuáles son los límites de esta posibilidad de transformar al Estado?
Y también: aunque es importante definir al Estado como un “campo de lucha”, como una construcción política en permanente movimiento, o una estructura de relaciones maleables, no es la contradicción en sí, el elemento que lo define. Algo debe darle forma, sentido. Y su especificidad histórica, su sentido de existencia es ser una maquinaria de dominación y conducción política, tomando el propio concepto de AGL [27].
 
Esta modalidad monopólica, centralizadora y abstractalizante de poder, esta forma política de hacer que es el Estado, en AGL es al mismo tiempo materia e idea, es también creencia colectiva [28], lo que permite evidenciar, de manera muy útil, la forma fenomenológica del Estado. Sin embargo, hay una especie de omnipresencia e irresistibilidad que otorga el autor al Estado-idea colectiva: si éste es, por tanto, “las estructuras mentales, los esquemas simbólicos, los sistemas de interpretación del mundo que hacen que cada individuo sea uno con capacidad de operar y desenvolverse en ese mundo”; si las luchas populares, los saberes colectivos, los esquemas de organización del mundo, y las propias identidades sociales no están al margen del Estado, sino que éste los contiene; si éste es “la subalternidad misma en estado institucional y simbólico (…) es la comunidad social, los logros comunes, los bienes colectivos conquistados, aunque bajo una forma fetichizada”; si la “sociedad real (…) ha construido la estatalidad con sus logros y sus desdichas [29], parece pues, que el afuera del Estado es un desierto.
 
Estado no es igual a sociedad. No toda producción molecular de lo político es Estado, o tributa a su constitución, aunque coexista o se articule con él, aunque sufra su dominación. Seguramente la constitución popular de lo político está profundamente permeada por el Estado, pero éste no la configura de manera completa. Las exterioridades del Estado son múltiples, en el espacio, en las creencias, en los cuerpos, aunque puedan ser momentáneas y contingentes.
 
La rebelión no sólo proviene desde la propia experiencia de estatalidad [30] de los sujetos, sino al mismo tiempo de procesos productivos propios y territorializados que están también más allá del Estado. AGL parece incluir todas las contradicciones socio-políticas en el seno estatal.
Es necesario entonces otro tipo de fenomenología del Estado. Una que reconozca las diversas y múltiples formas de producción de lo político que se encuentra en las afueras de éste, las otras formas de hacer que se distinguen de él; que dé cuenta cómo sus objetivos, formas y acciones difieren de la forma de la estatalidad. La clave del cercamiento fenomenológico que propone AGL, y que al mismo tiempo traba el desbordamiento popular de las fronteras estatales, está en la subsunción que hace el autor de lo común en lo público. Dice AGL:
El Estado sólo puede producirse en la historia contemporánea si produce (como fruto de las luchas y de las relaciones sociales) bienes comunes, recursos pertenecientes a toda la sociedad, como la legalidad, la educación, la protección, la historia cívica, los aportes económicos para el cuidado de los demás, etc.; pero este común únicamente puede realizarse si al mismo tiempo de producirse, también se inicia el proceso de su monopolización, su concentración y su administración por unos pocos que, al realizar esa monopolización, consagran la existencia misma de los bienes comunes  [31].
 
En realidad el Estado sólo produce bienes públicos, no bienes comunes. El ámbito de lo público ha aparecido tradicionalmente en el imaginario político moderno/occidental como el ámbito por excelencia donde se manifiesta y organiza lo popular. Sin embargo, la forma de lo público se reproduce a través de la representación política trascendental del Estado, lo que supone una gestión monopólica y corporativa del poder territorial. Los bienes comunes, como materialidad de la vida, al ser un don de la misma otorgada a todos, preexiste a la apropiación y monopolización que ejerce el Estado, a diferencia de lo planteado por AGL –“los bienes comunes son creados (…) pero sólo existen si son a la vez monopolizados”, dice el autor [32]–. Las múltiples formas de lo común se basan en otra valoración de la Vida (si se quiere, de la naturaleza), en otras formas de gestionar los territorios (ecosistemas), en la acción colectiva dirigida a reproducir la vida inmediata –aunque puedan ser frágiles, discontinuas, inestables–, que en cambio son constitutivas de la dinámica social [33].
 
La distinción no es arbitraria ni insignificante. Es en el modo de gestión de los territorios, de la reproducción de la vida, en la forma de su horizonte vital, donde se produce este importante deslinde. No hacemos referencia a una comunalidad inmaculada, a un tipo de pureza, o de formas ideales libres de contradicciones. No hablamos de sujetos impecablemente cooperantes, sino pueblos rurales, semi-rurales y urbanos que apelan persistentemente a gestiones colectivas para posibilitar, en primera instancia, el curso de su vida.
Lo que es también importante recalcar, es como la representatividad estatal –siempre fluctuante, y en diversos grados dominante y represiva– impide, en el corto o en el largo plazo, la gestión directa de lo común. Los bienes públicos (como la educación, la vivienda, la salud, etc.) son usufructuados socialmente por la vía de una intermediación, y en numerosas ocasiones, se viven sólo como idea, suspendidos en la promesa de un futuro desarrollo, o una futura mejor gestión. Nuevas posibilidades y horizontes de lo político en la región, pasan por recuperar la centralidad de esta dimensión territorial inmanente de lo común. Producir con el trabajo colectivo y la riqueza inmediata, desde abajo, el experimento político que en algún momento del ciclo progresista quedó abortado.
 
b) Extractivismo y la entelequia del «Estado Integral»
Como ya es sabido, AGL plantea que el extractivismo es una fase temporal para generar condiciones para alcanzar una "futura fase social" [34], y en numerosas ocasiones ha propuesto que los críticos del extractivismo le hacen el juego al imperialismo, como lo ha expresado sobre ONGs como CEDIB (Bolivia) en su reciente carta Sobre el papel de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en Bolivia y su financiamiento. Ya en otros espacios hemos intentado replicar esta idea de que para salir del extractivismo hace falta más extractivismo , y hemos señalado el peligroso camino de la satanización de la crítica.
 
Pero esta prometida fase temporal del extractivismo se sostiene sobre la idea –que suele ser recurrente– de que, ahora sí, hemos alcanzado un escalafón histórico de las luchas políticas, lo cual se traducirá en una alianza progresiva entre el Estado y el pueblo, que construirá el camino para deshacer al extractivismo. Esta alianza es lo que AGL ha llamado el «Estado Integral» [35].
 
Para AGL, a partir de la experiencia boliviana, en este Estado Integral se produce “la presencia directa de representantes de los sectores sociales movilizados en distintos niveles del aparato estatal”, y añade también “la presencia directa de las organizaciones sociales en la definición de las principales políticas públicas [36]. El Estado en AGL es una trama cotidiana en la cual gobernantes y gobernados, con distintos niveles de influencia, intervienen en torno a la definición de lo colectivo [37]. De ahí que el autor afirme que “Socialismo es entonces un largo proceso de transición en el que estado revolucionario y Movimientos Sociales se fusionan para que día a día se democraticen nuevas decisiones; para que día a día más actividades económicas entren a la lógica comunitaria en vez de la lógica del lucro [38].
 
Conviene insistir en lo siguiente: el «extractivismo» es una modalidad de acumulación capitalista que centraliza tanto el poder como la soberanía sobre el territorio; esto es, estructura un tipo de soberanía (nacional-estatal) que mercantiliza y monopoliza la decisión sobre los llamados “recursos naturales”.
 
Esta racionalidad, esta forma política de hacer particular, esta modalidad de dominación transnacionalizada y corporativa, que se superpone y evita que la gente realice una gestión directa de los bienes comunes, está dotada de sentido por los procesos de acumulación de capital a escala global, por la División Internacional del Trabajo y la Naturaleza.
 
La entelequia del «Estado integral» intenta fusionar modos de hacer, de producir de lo político, que se contraponen. Por medio de la coacción y la “manufactura de consensos” (de diversas maneras), éste evita o pone límites a la ocupación, recuperación y reapropiación de lo común (sea en espacios urbanos, tierras agrícolas, áreas de reserva natural, etc), en nombre de la protección de la propiedad privada, de la “soberanía nacional” y del mantenimiento del orden y la estabilidad. El Estado pues, no reconoce otra soberanía que no sea la nacional-estatal –no es casual que, por ejemplo, casi ninguna de las consultas previas en América Latina respecto a proyectos extractivos o desarrollistas sea reconocida por los poderes constituidos [39]–. Adicionalmente, en contextos de aguda crisis como las actuales, el Estado tiende a profundizar mecanismos políticos de acumulación por desposesión como medidas de ajuste, por lo que su conflicto con lo común se intensifica.
 
Pero sobre todo, es importante insistir en cómo, en las esferas más altas del Estado, donde se concentran las decisiones sobre los bienes comunes para la vida ―los llamados “recursos naturales”―, sobre las Fuerzas Armadas nacionales, las grandes finanzas, se evidencia con más claridad y crudeza la estructura jerarquizada, la modalidad corporativa transnacionalizada que posee la gestión de lo público (extracción de naturaleza, infraestructuras urbanas, adquisición de tecnología militar, financiamiento externo, etc.), lo radicalmente excluyente que es respecto a lo común, y lo complejo de delegar estas gestiones a unos cuantos representantes y voceros de movimientos sociales, para replicar los modelos de concentración de poder y manejo centralizado de la riqueza colectiva. Bajo este modelo, estos ámbitos son prácticamente intocables para las bases populares, por lo cual reformas progresistas sobre igualdad de género, aborto, derecho a la ciudad, figuras de participación política formal, entre otras, se convierten en reformas cosméticas sino se produce un proceso social de re-apropiación territorial.
 
c) Alternativas, correlación de fuerzas y territorialización del poder: la centralidad de las luchas desde abajo
Aunque se puedan producir las condiciones ―que siempre serán temporales― para llevar adelante una gestión política articulada de las formas de lo público, entre el Estado y una masa crítica popular contrahegemónica organizada ―siempre en diferentes grados―; aunque se resalte la importancia de trastocar y transfigurar la forma Estado “desde adentro” de la maquinaria; lo que consideramos fundamental es quitarle centralidad política a la idea de que hay que, en primera instancia, ocupar el Estado.
En la medida en la que un movimiento político desde abajo, efervescente, numeroso, potente, otorga centralidad en su lucha a la toma de la esfera estatal, se introduce en un campo asimétrico en el que puede, paradójicamente, ocupar al Estado, mientras que el Estado, lo ocupa a él. Si el Estado es también una relación social (dominante), entonces en sus formas se producen tipos de subjetividades, corporalidades, territorialidades, redes moleculares de poder, las cuales son finalmente funcionales a la reproducción del capital. Se genera pues, algo que pudiésemos llamar una  dominación productiva, a partir de sus estructuras de relacionamiento y sus formas de racionalidad.
 
El reconocimiento del Estado como máquina de dominación, no supone un desentendimiento o abandono del mismo, del campo de lo público, cuando se trata de pensar horizontes anti y post extractivistas, rentistas y capitalistas. No sólo porque el Estado no va a desaparecer de la noche a la mañana, sino también porque su función en la escala del sistema interestatal mundial y la División Internacional del Trabajo y la Naturaleza, puede variar políticamente, es relativamente maleable, dependiendo de diversas luchas domésticas. Es decir, no sólo se configura un duopolio cooperativo entre Estado y Mercado, sino que se pueden desarrollar diferentes niveles de contradicción entre ellos, que podrían ser más o menos favorables a procesos de luchas locales, lo cual puede ser aún más vital y relevante en los débiles Estados-nación periféricos. Se trata de la contradicción planteada por David Harvey entre la lógica del capital y la lógica territorial [40].
 
Pero lo fundamental, con miras a abrir o mantener las posibilidades de reproducción de una política popular de lo común –resistencia y constitución–, es el estado de la correlación de fuerzas en un espacio-tiempo específico, la síntesis que se produce en el completo campo de la política (que puede ser en un país, pero no únicamente), y que está determinada por las fuerzas y probabilidades de cumplir sus objetivos, por parte de los actores que disputan en dicho campo –para lo que nos compete, las subjetividades contrahegemónicas–. A esto lo podemos llamar la composición política.
Esta composición política pues, está fundamentalmente determinada por las luchas desde abajo. Todo proceso contrahegemónico de horizonte social emancipatorio, se mueve y produce a partir de la lucha popular ―es su factor constituyente y originario―, la cual puede generar una recomposición que mejore las condiciones de disputa, la gestión común de la vida y las posibilidades de transformación social. Esto aplica en particular para el Estado, que posee “internamente” su propia composición política que lo define, y que puede ser reformulada para que ejerza un rol más favorable al proceso reproductivo de lo común.
 
Es la lucha popular territorial el punto de partida, llevada adelante para reproducir la vida, sin que esto implique, de ninguna manera, el abandono de ámbitos más amplios de disputa política, de escalas municipales, biorregionales, nacionales, continentales o incluso globales. Se trata de la configuración y el ejercicio de otras soberanías, de posibilidades para la autonomía material de pobladores y pobladoras, de producción de narrativas propias, que en primera instancia no admitan límites exteriores y anteriores a su propio despliegue y decisión –como lo ha propuesto Raquel Gutiérrez Aguilar [41]–, y que no detienen su movimiento territorial para esperar una supuesta “resolución histórica” de la contradicción Estado/movimientos sociales, orientada a la conformación de un imaginado «Estado integral».
 
La territorialización del poder se alimenta de esos otros códigos y formas de hacer contrahegemónicos, de las cotidianas deserciones que producen los pueblos desde abajo, presentes en movilizaciones de diversos tipos, como la de los pueblos indígenas bolivianos o las expresiones cooperativas del chavismo popular urbano. Lo importante es pues, mantener el deslinde vital entre lo público y lo común, entre lo que se instituye y lo constituyente.
 
Si las luchas masivas tienden inevitablemente a declinar, a agotarse, después de una ola ascendente y efervescente, y con ello, la composición política se hace más adversa a la producción y reapropiación de lo común, y el Estado se hace más reaccionario y conservador, la única alternativa ante esto es procurar el florecimiento territorial de lo común, de la comunalidad –vista como estabilización de lo común–, que permita que los procesos de lucha social, la configuración de alternativas y transformaciones, se hagan más orgánicas.
Si el Estado es también una creencia colectiva, es fundamental construir nuevos sentidos comunes, nuevas creencias sociales que busquen desplazar a la conciencia colectiva de su inevitabilidad, al fetiche del Estado, a su capacidad de abstractalizar el poder, a su esencia trascendente, para en cambio territorializar la posibilidad emancipatoria.

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