Con poder territorial de
sus pueblos y comunidades.
Nos
plantea generalizar la percepción (conciencia y respectivo posicionamiento
político) sobre:
El poder territorial del
Kirchnerismo partiendo de la movida por Milagro Sala. Se trata de cuestionar a qué
democracia representa y cómo nos envolvió e implica a muchísimos de nosotros. Ante todo revisemos nuestro comportamiento mayoritario
por inducción del marco de referencia de la grieta que ambos bandos la suscitan e imponen.
El kirchnerismo entabló una síntesis
transversal de dirigencias del PJ y la UCR para erigirse en la
centroizquierda compitiendo por la gobernabilidad del sistema con la
centroderecha. Al mismo tiempo de suplir al bipartidismo escrachado por los
de abajo, procuró desvirtuar la esencia emancipadora del estar siendo y ser
de izquierda. Contó con el aval de los partidos y de corrientes comunistas.
Hoy gracias a más de una deKada
tiene poder político nacional e internacional para continuar inhibiendo
la autodeterminación de los pueblos de Argentina y contribuir a la creencia
mayoritaria de solucionar los problemas vitales derrotando al gobierno de
Macri sin que el 2001 alerte sobre la insuficiencia de ese objetivo.
Aclaremos mi distanciamiento de la movida por Milagro Sala. Opino que es bueno proceder a resistir la represión en Jujuy y organizar la
solidaridad pero recortar el presente del pasado reciente y de la dictadura
genocida, resulta contribuir a la permanencia de la opresión. Es eludir al
binomio indisoluble de la violencia del despojo generador de
miseria con los amedrentamientos colectivos (en la provincia y el país
entero).
Recordemos, para instaurar el neoliberalismo, la alianza de
capitales y estados imperialistas con los locales en los setenta se valió
del Estado terrorista. Comenzó durante el gobierno Perón-Perón como terrorismo paraestatal
(la Triple A al frente de organizaciones
criminales de la ultraderecha peronista) y el estatal denominado
Operativo Independencia. Al no conseguir derrotar el protagonismo obrero y
de las izquierdas, impuso el genocidio planificado durante su dictadura
militarizada.
Retornemos a la campaña exaltando a Milagro Sala. Pienso, se tendría que haber hecho cuanto se hace por
ella (que es
únicamente para liberarla y que el neofeudo siga afianzándose) en apoyo al
Centro de Acción Popular
Olga Marquez de Aredez. Si los K lo hubiesen hecho,
habrían asumido la memoria de l@s 30.000 atacando
a los impunes de acumular riquezas y poder con terrorismo de estado y
democracia de baja intensidad:
“Blaquier
representa el genocidio del poder económico”
2 de octubre de 2012
2 de octubre de 2012
Integrantes del Centro de Acción Popular Olga Marquez de Aredez estuvieron en
Rosario, invitados por Ate Rosario, para impulsar actividades con el fin de
visibilizar los juicios de lesa humanidad que suceden en Jujuy y la
responsabilidad del Ingenio Ledesma y su presidente Pedro Blaquier en estas
causas donde, entre otras, se investiga la desaparición de Luis Aredez. A su
vez, denuncian la contaminación ambiental que provoca a través del bagazo, el
principal complejo agroindustrial del país que concentra en Jujuy más de 150 mil
hectáreas de tierra. Con ellos, estuvo
enREDando.
Por María
Cruz Ciarniello
I.
Tierra, aire, nombres
Bagazosis,
una enfermedad que perfora los pulmones. La caña de azúcar. El imperio Ledesma.
Los Blaquier. Los Aredes. Olga y Luis.
Libertador
General San Martín convertido en feudo. Paradojas de los nombres que llevan
algunos lugares de nuestra tierra argentina.
Jujuy,
aquella hermosa provincia del norte donde, además de quebradas y resistencias
indígenas, la injusticia muestra la postal más descarnada de la concentración
económica. Más de 150 mil hectáreas de tierra están en manos de una sola
familia: Blaquier-Arrieta, y de ellas, sólo 25 mil son utilizadas para la
producción de caña de azúcar.
II. Triángulo
15 -apenas
15- de esas 150 mil hectáreas fueron ocupadas, en julio de 2011, por 700
familias que no tenían un techo digno para vivir. Ante el incumplimiento durante
más de 4 años del gobierno provincial -que había prometido expropiar parte de
esa tierra para la construcción de viviendas-, la Corriente Clasista y Combativa
realizó la toma en el Triángulo. El saldo: 4 personas asesinadas por la policía
de la provincia tras una orden de desalojo dictada por el juez Sammar. “Además
se vio a vigilantes de Ledesma marcando a la gente que ocupaba la tierra”, se
detalla en el periódico de la Central de Trabajadores Argentinos del mes de
agosto de 2012.
“Imagínese un huevo frito. La yema es el pueblo y la clara, es Ledesma. Todo lo que nos rodea es de ellos. Entonces, si la gente no tiene dónde vivir o se va o tiene que ocupar”, manifestó en ese entonces, la abogada Mariana Vargas en diálogo con lavaca. “Ledesma hace inteligencia y conoce a cada uno de los que reclama. Es como un Estado paralelo: funciona con su propia logística. Y ese Estado paralelo cuando lo necesita, hace trabajar al Estado formal para dejar en claro quién manda a quién. Esto fue una carnicería en nombre de la defensa de la propiedad privada”.
Según nota
del periódico Miradas al Sur “el departamento de Libertador general San Martín
es el segundo en tamaño en Jujuy. Tiene unos 3.200 kilómetros cuadrados de
tierras. El 80 por ciento de ese territorio es de la familia Blaquier, dueña de
Ledesma. “En los ’70 vivían en la zona unos 30 mil habitantes. Casi la mitad,
unos 14 mil, trabajaban en Ledesma. Hoy en el departamento de Libertador viven
unas 85 mil personas, y sólo unas 2.800 trabajan en el ingenio.” El saldo: una
empresa que no ha dejado de crecer y un pueblo que no ha dejado de empobrecerse.
“ (7/8/2011)
Dos meses después de los asesinatos, Ledesma cedió 40 hectáreas. El acuerdo fue firmado por referentes de la Corriente Clasista y Combativa y de la Municipalidad de Libertador. Según afirma la Central de Trabajadores Argentinos, hasta la fecha, los lotes no cuentan con los servicios básicos para vivir como la luz y el agua potable.
III
El apagón y la marcha
Delitos de lesa humanidad que comienzan a ventilarse en el recinto de los
Tribunales y, también, en las calles, el lugar donde la condena social a los
genocidas –militares y civiles- de los años 70, se construye palmo a palmo.
Así se comenzó a realizar la mítica Marcha del Apagón en la provincia de Jujuy.
Esta marcha se realiza todos los años. Miles y miles de personas acompañan el
paso firme de los familiares de los más de 40 desaparecidos del Departamento
Ledesma de Jujuy. Continúan las huellas de la lucha que dejaron las Madres de
Plaza de Mayo, entre ellas, Olga Aredez.
Es un reclamo de justicia por lo que sucedió en Libertador General San Martín en las madrugadas del 20 al 27 de julio de 1976, donde se secuestraron a más de 400 personas. “La usina de Libertador Gral. San Martín corta el suministro eléctrico en todo el departamento de Ledesma, mientras policías, gendarmes, militares y capataces de la empresa comienzan a allanar y saquear viviendas en los pueblos de Libertador, de Calilegua y El Talar. En vehículos de la empresa son trasladados más de cuatrocientos trabajadores, estudiantes, profesionales y hasta familias enteras a los galpones de mantenimiento del ingenio azucarero, donde permanecen días y meses atados y encapuchados. Tras la tortura e interrogatorios, varios son liberados, algunos son enviados a comisarías o cuarteles militares; otros aparecen en cárceles de distintas provincias. El apagón se repite tres noches después. Mediante los apagones del terror, con el secuestro y desaparición de activistas políticos, gremiales y sociales, la empresa reafirma su control y disponibilidad absoluta sobre personas e instituciones. Hoy contabilizamos 41 desaparecidos en el departamento Ledesma en Jujuy. Y se han denunciado 33 centros de tortura en la zona. Desde 1983 un pequeño grupo de madres comienzan las rondas de los jueves en la plaza de Libertador General San Martín, a pocas cuadras del acceso al ingenio Ledesma.”
En ese
entonces, ya era emblemática la figura del Dr. Luis Aredez, médico pediatra
quien, durante la década del 60, inicia un proceso en defensa de la salud de los
obreros azucareros que provocaría su despido de uno de los principales ingenios.
Luis fue intendente de Libertador San Martin en 1973 y hasta 1976. Es destituído
con el Golpe de estado, secuestrado y liberado un año después. Como intendente,
impulsó una reforma legislativa para que el Ingenio Ledesma (el más grande del
país) pagara los impuestos que debía y desde allí, también, denunció la
contaminación que provoca el mayor complejo azucarero de Latinoamérica. Dice su
hija, Adriana, en diálogo con el periódico de la CTA: “Por supuesto que mi padre
sabía que los niños se morían de alergia. Mi mamá murió de bagazosis, por eso
pedimos que no se consuman los productos de Ledesma.”
A Luis
Aredes se lo llevaron por última vez el 13 de mayo de 1977 y desde entonces,
está desaparecido.
Desde ese
día, su esposa, Olga, y sus cuatro hijos, no se cansaron de exigir justicia.
“Olga Aredez hasta el fin de su vida denunció el atropello empresario, la
destrucción de las selvas, contaminación de los ríos con gran mortandad de peces
por residuos de la fábrica de azúcar y papelera, apoyó el derecho a las tierras
de las comunidades indígenas del NOA y la defensa de un ambiente sano y digno
para los habitantes.”
IV. Olga
contra todo
Olga fue una
mujer inmensa. Sola, comenzó a rondar por la plaza de Libertador, el lugar donde
Ledesma es dueña de casi todo. Sola, se decidió a denunciar una y otra vez, la
contaminación que produce el Ingenio y que provoca bagazosis, la enfermedad que
le ganó el 17 de marzo de 2005. “Lo que produce bagazosis no es la quema de la
caña, sino la degradación de la celulosa que la hacen con un licor de hongos y
bacterias. Eso por ley debe estar cubierto, pero está eternamente descubierto y
todo el pueblo lo aspira. Los hongos y las bacterias se depositan en los
pulmones que es un lugar húmedo y producen fibrosis pulmonar y cáncer y eso se
llama bagazosis”, decía Adriana Aredez.
Pero Olga no
murió sola. Esa marcha que inició con su pañuelo blanco fue multiplicada en
miles. Acompañada cada año por las Madres de Plaza de Mayo, por más jóvenes,
militantes, organizaciones sociales y de derechos humanos. Antes de morir, Olga
presentó un recurso
de amparo, junto al Comité para la Defensa de la Salud, la Ética
y los Derechos Humanos, contra Ledesma. “A fin de que se evite la contaminación
producida por el bagazo de azúcar que afecta los derechos humanos a la salud y
al medio ambiente de los vecinos de Libertador General San Martín”, en los
Tribunales de Jujuy y al que oportunamente se le diera lugar. Este es el primer
amparo ante la justicia jujeña, ya que hasta el momento ninguno de los
habitantes de General San Martín se animaron a litigar contra la única fuente de
trabajo de la zona.
Las montañas
de bagazo se huelen a kilómetros de distancia. “Constantemente hay casos de
contaminación, el principal es el bagazo, la pudredumbre de la caña con la que
se hace el papel, esas son montañas gigantescas que cuando vas a Libertador, el
olor es imponente, además de los líquidos que utilizan para blanquear el papel y
también está el desvío de los ríos que se hicieron para que los cañaverales
crezcan más rápido. Con respecto al método para hacer papel, ellos utilizan el
peor método. Ellos usan cloro puro, eso lo fuimos denunciando. Hace poco hubo un
juicio y la justicia fallo obligándolos a colocar un filtro en las chimeneas.
Cuando llegas la impresión primera es el olor, y ver esas chimeneas es
increíble. Y en la actualidad, esos filtros no están funcionando en absoluto”.
Esto lo afirman integrantes de Capoma, una organización que nació en el 2005 con un único objetivo: denunciar lo que sucede en el feudo que controla la familia Blaquier en Jujuy.
V.
Olor a miedo
En
Libertador San Martín, muchas veces, se huele el miedo
“Yo tengo
conocimiento de que Blaquier llamó a toda la Comisión Directiva de la fábrica y
a sus delegados amenazándolos para que ninguno viniera a la marcha porque iba a
ver problemas. Han venido haciendo un trabajo de sembrar el terror, diciendo que
al Ingenio lo van a vender. La respuesta creo que es más que contundente, el
grueso de la gente es de acá lo que demuestra que más alla de esta campaña que
afecta y mucho (…) hoy la gente igual se moviliza (…) señaló Nando Acosta,
Secretario de Interior de la CTA, en la última marcha del Apagón, la caminata
que une los kilómetros que separan Calilegua de Libertador San Martín. Todos los
años, el último jueves del mes de julio, miles de personas vencen el terror
impuesto en esta localidad. Salen a la calle, por la memoria de los
desaparecidos, de Olga y Luis Aredez.
“Decidimos
conformarnos como grupo para tener un lugar y que la lucha de Olga no se pierda
y no sea en vano. Es la responsabilidad nuestra la de tener el pañuelo como
símbolo de resistencia y lucha de las madres que recayó en nosotros porque
asumimos un compromiso, seguir los pasos de Olga y de todas las madres de
libertador general san martin que tienen los hijos desaparecidos”, explican los
integrantes de Capoma, quien también hablan de “aprietes” a los trabajadores que
son amenazados con el cierre de la fábrica . “Hay pueblos enteros donde no se
puede hablar en contra de Ledesma”, advierten preocupados.
En Ledesma, se realizó un abrazo solidario al Ingenio en el mes de julio de 2011, a la que concurrieron vecinos de esta localidad, tal vez, como muestra más significativa del poder que concentra la empresa en esta zona.
VI
Juicio
El 12 de
julio comenzaron en Jujuy los juicios por lesa humanidad donde se están juzgando
los crímenes y detenciones ilegales que se llevaron a cabo en toda la provincia.
Uno de ellos involucra la causa donde se investiga la detención y desaparición
de Luis Aredez. En los testimonios de sus hijos se mencionó la complicidad del
Ingenio Ledesma en los secuestros y desapariciones durante la noche del apagón.
En esta causa está denunciada la participación de Carlos Pedro Blaquier dueño de
Ledesma SAAI y Alberto Lemos, administrador de la empresa azucarera en el
momento de la desaparición de Arédez.
En total, se reconstruye lo sucedido con 43 víctimas del terrorismo de estado en Jujuy y son juzgados los represores Luciano Benjamin Menéndez, Rafael Braga, Eduardo Bulgheroni y Antonio Vargas. Pedro Blaquier está imputado en dos causas. “En ambas se lo convoca por su –en términos legales– presunta participación en los delitos de privación ilegal de la libertad y de tormentos. En el primero de los casos es por los secuestros y desapariciones de la Noche del Apagón, que se sucedieron entre el 20 y 27 de julio de 1976 en Ledesma, Calilegua y General San Martín, las tres localidades que entonces componían la zona de influencia del ingenio. La otra causa es la referida al ex intendente de General San Martín, Luis Arédez, secuestrado en mayo de 1977 y aún desaparecido.”
Desde
Capoma, en diálogo con enREDando, amplian: “está implicado por violación de
domicilio y ahora por una ampliación en la imputación por homicidio y secuestro
y en la cual a raíz de eso la fiscalía pide la exención de prisión porque no es
excarcelable, y el juez de instrucción aun no decidió. En esa causa, ya hubo una
declaración indagatoria por la violación de domicilio que es cuando Blaquier declara
por videoconferencia y
en la cual todavía el juez de instrucción esta en plazo para ver si dicta o no
dicta el procesamiento y si se decide por la prisión preventiva o no.”
Este juicio
es fundamental. En principio, porque por primera vez, un empresario de la
magnitud de Pedro Blaquier es imputado por causas de lesa humanidad. Para los
familiares, significa una instancia muy importante. “Para nosotros es parte del
camino recorrido, sabemos que esto no termina acá, porque también está el tema
de la contaminación pero es una etapa importantísima, después de 36 años se hace
justicia. Los familiares y los ex detenidos tuvieron un rol muy importante
porque fueron ellos los que estuvieron buscando las pruebas, los testimonios,
recordemos que Jujuy no es como Buenos Aires.
En Jujuy hay una empresa que es un
feudo, controlado por una familia que sigue oprimiendo a la población con el
miedo”, dicen desde la organización que articula a numerosas personas en todo el
país y que tiene como norte, la mirada de Olga Aredez.
“Por lo menos esto es un avance porque comienza a generarse el debate acerca del poder económico como ideólogo de la dictadura militar.”
Para tomar dimensión del poder de la empresa: el ingenio Ledesma creció y
diversificó sus producciones en los años 70, donde empieza a transformase en un
poderoso complejo agroindustrial.
En 1970, después de 18 años de funciones ejecutivas, Carlos Pedro Blaquier asumió la presidencia de la empresa, la que ejerce hasta
el presente. Durante su presidencia se incorporaron la fábrica de jugos
concentrados, la planta de molienda húmeda de maíz, el negocio de gas y
petróleo, la planta de cuadernos y repuestos escolares y comerciales, y la
producción agropecuaria en las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos.
Ledesma es
el primer productor de azúcar de la Argentina con 330.000 toneladas anuales, que
es el 20% del país.
En 1982,
Ledesma comenzó la molienda húmeda de maíz. Actualmente alcanza las 185.000
toneladas anuales.
Ledesma es
el principal productor de papel obra para impresión y escritura del país,
elabora 105.000 toneladas anuales de papel, aproximadamente el 40% de la
producción nacional.
Además,
produce alcohol, frutas y cereales.
Ledesma no es solo una gran empresa en Jujuy, afirma Capoma. “Es un monopolio”,
VIII
Memoria
Capoma es la
única Casa de la Memoria que funciona en la región del Noa. Allí, la comunidad
puede encontrar documentación local, nacional e internacional, material de
archivo que sintetizan el vínculo entre el terrorismo de Estado y el
conglomerado industrial Ledesma. Además, cumplen “la función de nexo con las
distintas organizaciones que deseen orientar, asesorar y ayudar a todas aquellas
personas o grupos que sientan que sus derechos humanos están siendo vulnerados”.
Capoma nace,
hace, construye.
Por eso, no
dudan en continuar avanzando, en el recinto de los tribunales para juzgar a
Blaquier. Afuera, en la calle, para seguir denunciando la contaminación
silenciosa e impune del imperio Ledesma, “el más grande de Latinoamérica y el
que peor le paga a los obreros”, según nos dicen.
IX Complicidades
El poder
político, judicial y la policía constituyen partes fundamentales del engranaje
cómplice que rodea a Ledesma.
Así lo
detallan los integrantes de Capoma: “Olivera Pastor fue uno de los jueces que
cajoneó durante años la causa Ledesma. No quería que se llame así, sino causa
Guerrero que fue uno de los centros clandestinos. Con este juez, nunca se
conformaba un tribunal provincial en la provincia. Olivera Pastor tuvo que
renunciar debido al fuerte empuje de las organizaciones sociales que el 24 de
marzo salieron a pedir la renuncia de este juez. Esta es la impunidad que tiene
Blaquier en el poder judicial. Carolina Perez Rojas es otra jueza que fue la que
dio la orden para reprimir en el Triángulo el año pasado y es la misma jueza que
le generó causas judiciales a obreros del ingenio cuando tomaron la planta en el
ingenio la Esperanza. Y el abogado defensor de Blaquier, había sido entre los
años 70 y 80, un juez de Jujuy. Habiendo sido un ex juez de la provincia, hoy es
abogado de Blaquier. Esta es la vinculación que tiene el poder judicial. El
juicio de contaminación que inició Olga Oredez, de los cuatro jueces, solo uno
dijo que Ledesma contaminaba, fue Héctor Tizón que falleció hace poco.”
En la última
marcha del apagón, Nando Acosta de la CTA, expresó: “es llamativo que donde hay
caña de azúcar como en Jujuy, Salta y Tucumán no haya casos de bagazosis pero sí
en Córdoba. Hay un convenio, un acuerdo entre las clínicas de derivarlos a
Córdoba, donde no hay ingenios. Recién los vuelven a traer cuando les
diagnostican cáncer.”
Desde Capoma
advierten: “En una de las oficinas de la empresa, se encontraron los archivos de
espionajes de compañeros que estuvieron en la marcha del 2005 que fue una de las
más importantes, porque allí se esparcieron las cenizas de Olga en la plaza de
Libertador. De esa marcha, se encontró una carpeta con nombre y apellido de
personas que estuvieron, identificando sus movimientos, sus autos, etc. Es la
impunidad del espionaje. Son pequeñas grandes cosas que no hay que olvidar
porque Ledesma representa todo eso: la impunidad desde hace 100 años”.
Agencia CTA
(Periódico ACTA N° 89, Agosto de 2012)
Para contactarte con Capoma, conocer sus actividades o buscar información,
ingresá a www.contraledesma.org.ar.
Recapacitemos ahora
sobre cómo todos los
gobiernos progresistas de Nuestra América
han usado el Estado para restablecer al sistema de negocios de las
corporaciones locales e imperialistas.
Ante
todo bloquearon la organización popular gracias a recoger algunas de sus
demandas más sentidas y hacerlas suyas pero adaptándolas, previamente, al
orden capitalista sin que los de abajo se percatasen por su subsunción en el
estatismo y en la sociedad de consumo. Todavía predomina la convicción en
que se debe delegar en el Estado a la toma de decisiones sobre el destino
común y que esta función depende del gobierno elegido o sea los responsables
de la gestión son los votantes. Desde que los commodities se han
desvalorizado o que el crecimiento lucrativo de los grandes capitales
demanda ajustes, hallamos
"la
relevante propuesta de Álvaro García Linera que intenta reactivar una
nueva fe sobre lo estatal".
Tensión neoliberal y
territorialización del poder:
Un diálogo crítico con Álvaro
García Linera
9 de
septiembre de 2015
Por
Emiliano Terán
Mantovani (Rebelión)
Presenciamos en la actualidad a
escala planetaria, una agudización sin precedentes de las históricas
contradicciones sociales y ecológicas del desarrollo capitalista mundial:
peligros de una escalada bélica internacional,
en sus diferentes modalidades [1];
dramáticas tensiones migratorias[2];
crecientes desajustes en el orden de los ciclos climáticos [3];
ralentización del gran salvador de la economía mundial desde 2008, China, y
tendencia a la deflación global [4];
desbordamiento progresivo de las precarias “democracias” contemporáneas y
conexión cada vez más fuerte entre la política formal y bandas criminales,
narcotráfico, grupos extremistas, entre otros –con mayor énfasis en periferias o
el Sur Global– [5];
desgarramiento de los tejidos sociales y reconfiguraciones de los límites del
pacto social; entre otras.
Cuando el pastel de la riqueza se hace cada vez más pequeño y los apetitos crecen, las ilusiones de progreso se van vaciando, la acumulación capitalista se vuelve aún más salvaje. El neoliberalismo ―como modo de acumulación propio del capitalismo globalizado― se potencia, se reacomoda, busca ocupar espacios y ámbitos que se resisten a su lógica, y así expandir aún más el despojo y la mercantilización de todo. No importa en qué parte del mundo usted se encuentre, no importa si el gobierno de su país es considerado o no “progresista”, esta tensión neoliberal está presente, en diversos grados y formas, en cada proceso de acumulación formal o informal de capital en la actualidad.Pregunta de orden estratégico: ¿quiénes, en este momento en América Latina, son las fuerzas antagónicas capaces de detener el avance de la acumulación por desposesión? ¿Qué actores o sectores sociales y políticos pueden aún encarnar hoy una alternativa, no sólo a este neoliberalismo mutante [6] que ha coexistido versátilmente entre nosotros, sino al propio orden capitalista?
Años atrás, parecía evidente que esta
alternativa, entendida como “posneoliberal” [7],
estaba centrada principalmente en los gobiernos progresistas de la región, y en
los líderes que los han guiado. Ya estos gobiernos no serían fundamentalmente
dominación, sino representación no sólo de los intereses populares, sino también
de la construcción de la vía hacia modelos que podrían estar en un futuro, más
allá del capitalismo y la dependencia. A estas alturas, sostener esta idea es
más que problemático.
Desde varios meses atrás, venimos presenciando una aceleración de la deriva regresiva en la región, incluyendo claro está a todos los llamados gobiernos progresistas. Cuando baja la marea de las rentas obtenidas por los commodities –un nuevo tiempo de vacas flacas–, todo parece más árido, más tosco, se ve con más claridad la topografía excluyente e insostenible de los modelos extractivistas.
Sumadas a las políticas más conservadoras de la
región, que tienen a los gobiernos de México, Colombia y Chile entre sus
principales exponentes, resaltan las más claras definiciones a favor del ajuste
ortodoxo y flexibilización (Agenda Brasil) en las políticas económicas
del gobierno de Dilma Rousseff;
en Argentina,
se han impulsado reformas como la
de la ley de hidrocarburos (oct. 2014), que propone una flexibilización
favorable a las compañías petroleras transnacionales –con una de las regalías
más bajas de la región [8]–
para facilitar la extracción de no convencionales; y el nuevo Código Civil y
Comercial (ago. 2015), en el cual se produce la pérdida del acceso público a
todos los ríos del país –siendo para Viale y Svampa “la mayor privatización
de tierras de la historia de nuestro país (…) en manos de la especulación
inmobiliaria” [9];
sin dejar de tomar en cuenta la proyección aún más a la
derecha en los horizontes de la política oficial argentina, dadas las
candidaturas favoritas para las próximas elecciones presidenciales a fines de
octubre de este año.
En Ecuador, además de la firma del Tratado de Libre
Comercio (TLC) con la Unión Europea (dic. 2014, aún no en vigor), resalta desde
2014 la más agresiva política de endeudamiento de todo el gobierno de Correa
–casi 10.000 millones US$, de los 18.000 millones que se han adquirido
desde el inicio de su mandato [10]–;
el desconocimiento y la omisión de obligación de pago de casi 3.000 millones US$
con el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) –afectando el futuro de
las jubilaciones [11]–;
o la apertura a la participación privada en la prestación de gestiones públicas,
a partir del proyecto de Alianzas Público-privadas (APP) [12];
en el marco general de una creciente conflictividad política interna.
En Uruguay, sobresale el ingreso en febrero de 2015 (de
muy bajo perfil) del Acuerdo
sobre el Comercio Internacional de Servicios (TISA)
–que el Frente Amplio ha repudiado recientemente [13]–,
un acuerdo impulsado por los EEUU y la UE, que supone un TLC con varios países,
donde se propone la privatización de prácticamente todos los servicios públicos [14].
En Bolivia, se ha abierto el camino a transnacionales para
nuevas exploraciones petroleras en áreas protegidas (Decreto 2366, mayo de 2015) [15],
en el marco de progresivas flexibilizaciones en los términos de negocios con las
mismas, donde destaca el reciente anuncio del gobierno boliviano (ago. 2015) de
"incentivos a la exploración" para las petroleras, que implica un enorme
subsidio de US$ 3.556 millones para elevar sus ingresos en 64% en los próximos
diez años [16];
también destaca el avance de proyectos de legislación para una agresiva
ampliación de la frontera agroindustrial –apuntando al "modelo cruceño de
desarrollo", Agenda Patriótica 2025 [17]–.
Todo esto, se desarrolla en un momento político en el cual, el gobierno de Evo
Morales ha declarado “irregulares” a 38 ONG, entre ellas al CEDIB [18].
Y en Venezuela, ante la crisis del modelo rentista petrolero, y en el marco de una progresiva transformación en las políticas del gobierno nacional, destacan, por un lado, el decreto 1425 de "Ley de Regionalización Integral" (nov. 2014), que plantea la figura de las “Zonas económicas especiales” (ZEE) –tomadas del modelo chino–, las cuales representan una liberalización integral de regiones geográficas del país, para derribar obstáculos al capital (IED) y así “afianzar el desarrollo y enfrentar la pobreza estructural” [19] –la Faja Petrolífera del Orinoco fue declarada como una de las ZEE del país [20] y sería una "vitrina de la Venezuela que se quiere construir" [21]–; y por otro lado, el impulso de la “Operación para la Liberación del Pueblo” (OLP), que implica intervenciones de choque directas de los cuerpos de seguridad del Estado en diferentes territorios del país (rurales, urbanos, barrios periféricos), para "combatir el hampa" –al estilo de las operaciones en las favelas brasileñas–, lo cual tiene, y tendrá, bajo este enfoque, serias implicaciones sociales y políticas [22]. Se tratan en ambos casos, y es fundamental decirlo, de territorializaciones de ajuste.
Pensar estratégicamente: preguntas para un
tiempo de mutaciones
La recurrente idea del ataque exterior, encarnada por el
imperialismo estadounidense, en articulación con las derechas tradicionales de
los respectivos países, a pesar de tener asidero, pues representa actores
importantes que ejercen presión en el avance de esta deriva regresiva en la
región, ha servido a algunos para querer explicarlo todo con ella. Pero como lo
ha propuesto recientemente el propio François Houtart, “La teoría del complot
tiene el peligro de velar las causas profundas del proceso” [23].
Nos preguntamos:
para convertir la dirección de un
Estado en un gobierno de derecha, ¿hace falta cambiar los actuales gobernantes,
o también se puede ir configurando su mutación desde adentro (sin “cambio de
gobierno”)?
¿Es única y obligatoriamente el ajuste, el
horizonte próximo de todos los gobiernos de la región? ¿Podrían los gobiernos
progresistas tomar una serie de medidas que en teoría habían combatido en sus
inicios?
Si el
consumo se ha convertido en el principal factor de consenso político nacional –primordialmente
en las ciudades–, lo cual permite amortiguar el impacto de ciertas políticas de
ajuste, ¿hasta cuándo y con qué alcance se podría mantener esta modalidad?
También: los trabajadores y trabajadoras de la
región, campesinos y pueblos indígenas, ¿prefieren el consenso
de Beijing al consenso de Washington? Y de nuevo: ¿quiénes detienen las
“restauraciones conservadoras”, o bien las reformulaciones
neoconservadoras?
En cada vez más ámbitos, los
pueblos van contando sólo consigo mismos para defender sus reivindicaciones y
territorios.
Ante este cambio
de época en marcha en América Latina, e incluso ante la reciente y
dramática capitulación de Syriza en Grecia, o la vacilante propuesta de Podemos
en España, parece conveniente y profundamente estratégico, preguntarnos qué
hemos aprendido como pueblos de estos procesos; insistir en un debate vital en
torno a la forma Estado, y nuestra relación con ésta.
¿Pueden los desencantos recientes potenciar no sólo rabias coyunturales, sino
nuevas disposiciones y cosmovisiones sobre la producción de lo político?
También parece conveniente insistir en que, ante la agudización de
las contradicciones sistémicas mencionadas al principio, y de las
manifestaciones de la crisis civilizatoria, podríamos estar ante escenarios en
los cuales se estén configurando radicales modificaciones de las estructuras de
poder tal y como las conocemos, de las formas de la soberanía, de las
modalidades de control territorial –¿apuntamos hacia nuevas feudalizaciones del
poder? [24]–.
Si esto fuese así, los debates sobre el Estado se complejizan aún más, toman
nuevos matices, aparecen nuevos elementos.
Fenomenología del Estado y territorialización
del poder: un diálogo crítico con Álvaro García Linera
Como hemos propuesto, la discusión sobre el
Estado, y la idea de la autonomía desde
abajo ante el mismo, es
profundamente estratégica ante los tiempos actuales. Podemos afirmar que existe
en la región toda una línea teórico-política que insiste en la centralidad del
Estado como alternativa de transformación social, en la cual el vicepresidente
de Bolivia, Álvaro García Linera (AGL), aparece como uno de sus principales
exponentes. La relevante propuesta de AGL intenta reactivar una
nueva fe sobre lo estatal.
Para AGL, el debate «Autonomía o Estado» es un falso debate [25].
Nosotros en cambio, planteamos que la fusión (sic)
que propone el autor, de integración de las luchas desde abajo con el Estado, es
inconveniente; que una lucha popular de múltiples escalas, no supone
necesariamente la integración de sus objetivos, formas y acciones con los de la
máquina-Estado, que son claramente diferentes. En este sentido, mantener esta
diferenciación es estratégico en la agenda política de las luchas desde abajo,
sin que en ningún sentido se lleve adelante una política de aislamiento o una
propuesta maniquea.
Se trata de pensar,
antes que en un «Estado Integral», en un horizonte de territorialización
del poder.
a) El Estado
omnipresente y la subsunción de lo común en lo público en AGL
A partir de lo que AGL llama el
principio de incompletitud histórica –propuesto
desde el Teorema de Gödel–, el autor propone que la
tradición de la dominación [26]
del Estado no es ahistórica, que tiene grietas, y que la gente tiene la
posibilidad de trascenderla. Siendo esto cierto, la necesaria pregunta
subsiguiente es: ¿cuáles son los
límites de esta posibilidad de transformar al Estado?
Y también: aunque es importante definir al Estado como un “campo de lucha”, como una construcción política en permanente movimiento, o una estructura de relaciones maleables, no es la contradicción en sí, el elemento que lo define. Algo debe darle forma, sentido. Y su especificidad histórica, su sentido de existencia es ser una maquinaria de dominación y conducción política, tomando el propio concepto de AGL [27].
Esta modalidad monopólica, centralizadora y abstractalizante de
poder, esta forma política de
hacer que es el Estado, en AGL es
al mismo tiempo materia e idea, es también creencia colectiva [28],
lo que permite evidenciar, de manera muy útil, la forma fenomenológica del
Estado. Sin embargo, hay una especie de omnipresencia e irresistibilidad que
otorga el autor al Estado-idea colectiva: si éste es, por tanto, “las
estructuras mentales, los esquemas simbólicos, los sistemas de interpretación
del mundo que hacen que cada individuo sea uno con capacidad de operar y
desenvolverse en ese mundo”; si las luchas populares, los saberes
colectivos, los esquemas de organización del mundo, y las propias identidades
sociales no están al margen del Estado, sino que éste los contiene; si éste es “la
subalternidad misma en estado institucional y simbólico (…) es la comunidad
social, los logros comunes, los bienes colectivos conquistados, aunque bajo una
forma fetichizada”; si la “sociedad real (…) ha construido la estatalidad
con sus logros y sus desdichas” [29],
parece pues, que el afuera del Estado es un desierto.
Estado no es igual a sociedad. No toda producción molecular de lo
político es Estado, o tributa a su constitución, aunque coexista o se articule
con él, aunque sufra su dominación. Seguramente la constitución popular de lo
político está profundamente permeada por el Estado, pero éste no la configura de
manera completa. Las exterioridades del Estado son múltiples, en el espacio, en
las creencias, en los cuerpos, aunque puedan ser momentáneas y contingentes.
La rebelión no sólo proviene desde la propia experiencia
de estatalidad [30] de
los sujetos, sino al mismo tiempo de procesos productivos propios y
territorializados que están también más allá del Estado. AGL parece incluir
todas las contradicciones socio-políticas en el seno estatal.
Es necesario entonces otro tipo de
fenomenología del Estado. Una que reconozca las diversas y múltiples formas de
producción de lo político que se encuentra en las afueras de éste, las otras
formas de hacer que se distinguen
de él; que dé cuenta cómo sus objetivos, formas y acciones difieren de la forma
de la estatalidad. La clave del cercamiento fenomenológico que propone AGL, y
que al mismo tiempo traba el desbordamiento popular de las fronteras estatales,
está en la subsunción que hace el autor de lo común en lo público. Dice AGL:
El Estado sólo puede producirse en la historia
contemporánea si produce (como fruto de las luchas y de las relaciones sociales)
bienes comunes, recursos pertenecientes a toda la sociedad, como la legalidad,
la educación, la protección, la historia cívica, los aportes económicos para el
cuidado de los demás, etc.; pero este común únicamente puede realizarse si al
mismo tiempo de producirse, también se inicia el proceso de su monopolización,
su concentración y su administración por unos pocos que, al realizar esa
monopolización, consagran la existencia misma de los bienes comunes [31].
En realidad el Estado sólo produce bienes
públicos, no bienes comunes. El ámbito de lo público ha aparecido
tradicionalmente en el imaginario político moderno/occidental como el ámbito por
excelencia donde se manifiesta y organiza lo popular. Sin embargo, la forma
de lo público se reproduce a
través de la representación política trascendental del Estado, lo que supone una
gestión monopólica y corporativa del poder territorial.
Los bienes
comunes, como materialidad de la vida, al ser un don de la misma otorgada a
todos, preexiste a la apropiación y monopolización que ejerce el Estado, a
diferencia de lo planteado por AGL
–“los bienes comunes son creados (…) pero
sólo existen si son a la vez monopolizados”, dice el autor [32]–. Las
múltiples formas de lo común se
basan en otra valoración de la Vida (si
se quiere, de la naturaleza), en otras formas de gestionar los territorios
(ecosistemas), en la acción colectiva dirigida a reproducir la vida inmediata
–aunque puedan ser frágiles, discontinuas, inestables–, que en cambio son
constitutivas de la dinámica social [33].
La distinción no es arbitraria ni insignificante. Es
en el modo de gestión de los territorios, de la reproducción de la vida, en
la forma de su horizonte vital, donde se produce este importante deslinde. No
hacemos referencia a una comunalidad inmaculada, a un tipo de pureza, o de
formas ideales libres de contradicciones. No hablamos de sujetos impecablemente
cooperantes, sino pueblos rurales, semi-rurales y urbanos que apelan
persistentemente a gestiones colectivas para posibilitar, en primera instancia,
el curso de su vida.
Lo que es también importante recalcar, es como la representatividad
estatal –siempre fluctuante, y en diversos grados dominante y represiva– impide,
en el corto o en el largo plazo, la gestión directa de lo común.
Los bienes públicos (como la educación, la vivienda, la salud, etc.) son
usufructuados socialmente por la vía de una intermediación, y en numerosas
ocasiones, se viven sólo como idea, suspendidos en la promesa de un futuro
desarrollo, o una futura mejor gestión. Nuevas posibilidades y horizontes de lo
político en la región, pasan por recuperar la centralidad de esta dimensión
territorial inmanente de lo común. Producir con el trabajo colectivo y la
riqueza inmediata, desde abajo, el experimento político que en algún momento del
ciclo progresista quedó abortado.
b) Extractivismo y
la entelequia del «Estado Integral»
Como ya es sabido, AGL plantea que el
extractivismo es una fase temporal para generar condiciones para alcanzar una
"futura fase social" [34],
y en numerosas ocasiones ha propuesto que los críticos del extractivismo le
hacen el juego al imperialismo, como lo ha expresado sobre ONGs como CEDIB
(Bolivia) en su reciente carta Sobre
el papel de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en Bolivia y su
financiamiento. Ya en otros espacios hemos intentado replicar
esta idea de que para
salir del extractivismo hace falta más extractivismo ,
y hemos señalado el
peligroso camino de la satanización de la crítica.
Pero esta prometida fase temporal del extractivismo se sostiene
sobre la idea –que suele ser recurrente– de que, ahora sí, hemos alcanzado un
escalafón histórico de las luchas políticas, lo cual se traducirá en una alianza
progresiva entre el Estado y el pueblo, que construirá el camino para deshacer
al extractivismo. Esta alianza es lo que AGL ha llamado el «Estado Integral» [35].
Para AGL, a partir de la experiencia boliviana,
en este Estado Integral se produce “la presencia directa de representantes de
los sectores sociales movilizados en distintos niveles del aparato estatal”,
y añade también “la presencia directa de las organizaciones sociales en la
definición de las principales políticas públicas” [36].
El Estado en AGL es una trama cotidiana en la cual gobernantes y gobernados, con
distintos niveles de influencia, intervienen en torno a la definición de lo
colectivo [37].
De ahí que el autor afirme que “Socialismo es entonces un largo proceso de
transición en el que estado revolucionario y Movimientos Sociales se fusionan
para que día a día se democraticen nuevas decisiones; para que día a día más
actividades económicas entren a la lógica comunitaria en vez de la lógica del
lucro” [38].
Conviene insistir en lo siguiente:
el «extractivismo»
es
una modalidad de
acumulación capitalista que centraliza tanto el poder como la soberanía sobre el
territorio; esto es, estructura un tipo de soberanía (nacional-estatal) que
mercantiliza y monopoliza la decisión sobre los llamados “recursos naturales”.
Esta racionalidad, esta forma política de hacer particular,
esta modalidad de
dominación transnacionalizada y corporativa,
que se
superpone y evita que la gente realice una gestión directa de los bienes
comunes,
está dotada de sentido
por los procesos de acumulación de capital a escala global, por la División
Internacional del Trabajo y la Naturaleza.
La entelequia del «Estado integral» intenta
fusionar modos de hacer, de producir de lo político, que se contraponen. Por
medio de la coacción y la “manufactura de consensos” (de diversas maneras), éste
evita o pone límites a la ocupación, recuperación y reapropiación de lo común
(sea en espacios urbanos, tierras agrícolas, áreas de reserva natural, etc), en
nombre de la protección de la propiedad privada, de la “soberanía nacional” y
del mantenimiento del orden y la estabilidad. El Estado pues, no reconoce otra
soberanía que no sea la nacional-estatal –no es casual que, por ejemplo, casi
ninguna de las consultas previas en América Latina respecto a proyectos
extractivos o desarrollistas sea reconocida por los poderes constituidos [39]–.
Adicionalmente, en contextos de aguda crisis como las actuales, el Estado tiende
a profundizar mecanismos políticos de acumulación por desposesión como medidas
de ajuste, por lo que su conflicto con lo común se intensifica.
Pero sobre todo, es importante insistir en cómo, en las esferas más
altas del Estado, donde se concentran las decisiones sobre los bienes comunes
para la vida ―los llamados “recursos naturales”―, sobre las Fuerzas Armadas
nacionales, las grandes finanzas, se evidencia con más claridad y crudeza la
estructura jerarquizada, la modalidad corporativa transnacionalizada que posee
la gestión de lo público
(extracción de naturaleza, infraestructuras urbanas, adquisición
de tecnología militar, financiamiento externo, etc.), lo radicalmente excluyente
que es respecto a lo común, y lo complejo de delegar estas gestiones a unos
cuantos representantes y voceros de movimientos sociales, para replicar los
modelos de concentración de poder y manejo centralizado de la riqueza colectiva.
Bajo este
modelo, estos ámbitos son prácticamente intocables para las bases populares, por
lo cual reformas progresistas sobre igualdad de género, aborto, derecho a la
ciudad, figuras de participación política formal, entre otras, se convierten en
reformas cosméticas sino se produce un proceso social de re-apropiación
territorial.
c) Alternativas,
correlación de fuerzas y territorialización del poder: la centralidad de las
luchas desde abajo
Aunque se puedan producir las condiciones ―que
siempre serán temporales― para llevar adelante una gestión política articulada
de las formas de lo público, entre el Estado y una masa crítica popular
contrahegemónica organizada ―siempre en diferentes grados―; aunque se resalte la
importancia de trastocar y transfigurar la forma
Estado “desde adentro” de la
maquinaria; lo que consideramos fundamental es quitarle
centralidad política a la idea de que hay que, en primera instancia, ocupar el
Estado.
En la medida en la que un movimiento político desde abajo, efervescente, numeroso, potente, otorga centralidad en su lucha a la toma de la esfera estatal, se introduce en un campo asimétrico en el que puede, paradójicamente, ocupar al Estado, mientras que el Estado, lo ocupa a él. Si el Estado es también una relación social (dominante), entonces en sus formas se producen tipos de subjetividades, corporalidades, territorialidades, redes moleculares de poder, las cuales son finalmente funcionales a la reproducción del capital. Se genera pues, algo que pudiésemos llamar una dominación productiva, a partir de sus estructuras de relacionamiento y sus formas de racionalidad.
El reconocimiento del Estado como máquina de dominación, no supone
un desentendimiento o abandono del mismo, del campo de lo público, cuando se
trata de pensar horizontes anti y post extractivistas, rentistas y capitalistas.
No sólo porque el Estado no va a desaparecer de la noche a la mañana, sino
también porque su función en la escala del sistema interestatal mundial y la
División Internacional del Trabajo y la Naturaleza, puede variar políticamente,
es relativamente maleable, dependiendo de diversas luchas domésticas. Es decir,
no sólo se configura un duopolio cooperativo entre Estado y Mercado, sino que se
pueden desarrollar diferentes niveles de contradicción entre ellos, que podrían
ser más o menos favorables a procesos de luchas locales, lo cual puede ser aún
más vital y relevante en los débiles Estados-nación periféricos.
Se trata de la
contradicción planteada por David Harvey entre la lógica del capital y la lógica
territorial [40].
Pero lo fundamental, con miras a abrir o mantener las posibilidades de reproducción de una política popular de lo común –resistencia y constitución–, es el estado de la correlación de fuerzas en un espacio-tiempo específico, la síntesis que se produce en el completo campo de la política (que puede ser en un país, pero no únicamente), y que está determinada por las fuerzas y probabilidades de cumplir sus objetivos, por parte de los actores que disputan en dicho campo –para lo que nos compete, las subjetividades contrahegemónicas–. A esto lo podemos llamar la composición política.
Esta composición política pues, está
fundamentalmente determinada por las luchas desde
abajo. Todo proceso contrahegemónico de horizonte social emancipatorio, se
mueve y produce a partir de la lucha popular ―es su factor constituyente y
originario―, la cual puede generar una recomposición que mejore las condiciones
de disputa, la gestión común de la vida y las posibilidades de transformación
social.
Esto aplica en particular para el Estado, que posee
“internamente” su propia composición política que lo define, y que puede ser
reformulada para que ejerza un rol más favorable al proceso reproductivo de lo
común.
Es la lucha popular territorial el punto de partida, llevada
adelante para reproducir la vida, sin que esto implique, de ninguna manera, el
abandono de ámbitos más amplios de disputa política, de escalas municipales,
biorregionales, nacionales, continentales o incluso globales. Se trata de la
configuración y el ejercicio de otras soberanías, de posibilidades para la
autonomía material de pobladores y pobladoras, de producción de narrativas
propias, que en primera instancia no admitan límites exteriores y anteriores a
su propio despliegue y decisión –como lo ha propuesto Raquel Gutiérrez Aguilar [41]–,
y que no detienen su movimiento territorial para esperar una supuesta
“resolución histórica” de la contradicción Estado/movimientos sociales,
orientada a la conformación de un imaginado «Estado integral».
La territorialización
del poder se alimenta de esos
otros códigos y formas de hacer contrahegemónicos, de las cotidianas deserciones
que producen los pueblos desde abajo, presentes en movilizaciones de diversos
tipos, como la de los pueblos indígenas bolivianos o las expresiones
cooperativas del chavismo popular urbano. Lo
importante es pues, mantener el deslinde vital entre lo público y lo común,
entre lo que se instituye y lo constituyente.
Si las luchas masivas tienden inevitablemente a
declinar, a agotarse, después de una ola ascendente y efervescente, y con ello,
la composición política se hace más adversa a la producción y reapropiación de
lo común, y el Estado se hace más reaccionario y conservador, la única
alternativa ante esto es procurar el florecimiento territorial de lo común, de
la comunalidad –vista como estabilización de lo común–, que permita que los
procesos de lucha social, la configuración de alternativas y transformaciones,
se hagan más orgánicas.
Si el Estado es también una creencia colectiva,
es fundamental construir nuevos sentidos comunes, nuevas creencias sociales que
busquen desplazar a la conciencia colectiva de su inevitabilidad, al fetiche del
Estado, a su capacidad de abstractalizar el
poder, a su esencia trascendente, para en cambio territorializar la posibilidad
emancipatoria.
Notas: (…)
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=203070
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