Con poder territorial de
sus pueblos y comunidades.
Analicemos
porqué deconstruir el «estatismo». Partamos de
Emiliano Terán
Mantovani cuando señala: "Nosotros en cambio, planteamos que la fusión (sic)
que propone Álvaro García Linera, de integración de las luchas desde abajo con el Estado, es
inconveniente; que una lucha popular de múltiples escalas, no supone
necesariamente la integración de sus objetivos, formas y acciones con los de la
máquina-Estado, que son claramente diferentes. En este sentido, mantener esta
diferenciación es estratégico en la agenda política de las luchas desde abajo,
sin que en ningún sentido se lleve adelante una política de aislamiento o una
propuesta maniquea. Se trata de pensar,
antes que en un «Estado Integral», en un horizonte de territorialización
del poder".
Insistamos
en esclarecernos sobre esta concepción tan clave para emanciparnos del
capitalismo y de los imperialismos implícitos.
El
posneoliberalismo,
apuntes para una discusión
24 de mayo de 2016
Por Pablo Dávalos (Rebelión)
El concepto de «posneoliberalismo» ha sido utilizado para calificar
a la ruptura con el neoliberalismo que provocaron en su momento los gobiernos
autodenominados “progresistas” en América Latina; sin embargo
considero
pertinente problematizar este concepto,
porque ello quizá nos permita comprender el rol
histórico que cumplieron esos gobiernos “progresistas” al interior de las
dinámicas de la acumulación del capitalismo. Para el efecto, quizá sea conveniente establecer una línea
teórica demarcatoria con el concepto de “neoliberalismo”.
El concepto de
“neoliberalismo” está relacionado con Friedrich Hayek, Milton Friedman, F.
Knight, Ludwig Von Mises, entre otros, y la “Sociedad del Monte Peregrino”. Este
concepto nace en Europa luego de la segunda guerra mundial como
una necesidad de
renovar al discurso del liberalismo clásico y ponerlo a tono en un contexto en
el cual el Estado liberal asume el formato de “Estado de Bienestar” y la
existencia de economías socialistas centralmente planificadas [1] .
La discusión teórica sobre el concepto “neoliberalismo” es abundante y se ha
convertido, de hecho, en el mainstream del
pensamiento económico, político, ideológico y social de la globalización. Las
críticas al neoliberalismo son, asimismo, prolíficas.El concepto de “posneoliberalismo”, por el contrario y hasta el momento, sólo tiene sentido y significación en el debate político latinoamericano. En efecto, esta noción nace desde América Latina y como una necesidad de caracterizar el tiempo histórico de los gobiernos latinoamericanos que surgieron desde las luchas sociales en contra del neoliberalismo y que configuraron los denominados “gobiernos progresistas” en referencia a Hugo Chávez y la “Revolución Bolivariana” en Venezuela; Evo Morales y el “Movimiento Al Socialismo” (MAS) en Bolivia; Rafael Correa y la “Revolución Ciudadana” en Ecuador; Néstor y Cristina Kirchner en Argentina; Lula Da Silva y Dilma Roussef y el “Partido de los Trabajadores”, en Brasil; Tabaré Vásquez y José Mujica y el “Frente Amplio” en Uruguay, principalmente.
Fue una expresión utilizada por Emir Sader, Atilio Borón [2] , Carlos Figueroa Ibarra, entre otros [3] , para marcar una distancia con aquellos gobiernos neoliberales adscritos a la agenda del Consenso de Washington. Con el concepto de “posneoliberalismo” se trataba de ubicar en la nueva geopolítica a los regímenes latinoamericanos que surgían en disputa con EEUU y fuertemente críticos con el modelo neoliberal. Estos gobiernos cambiaron el sentido de las políticas públicas hacia políticas más inclusivas y con mayor sensibilidad social, preocupándose por la inversión social y la lucha contra la pobreza. En un inicio, algunos de estos gobiernos latinoamericanos incluso acudieron a la ideología del socialismo para legitimarse [4] .
Sin embargo, las derivas extractivistas de estos gobiernos y su creciente separación con los movimientos sociales hasta llegar al punto de la confrontación abierta, entre otras señales, ameritan una reflexión adicional sobre la significación real del “posneoliberalismo”. ¿Se trata de una nueva categoría económica y política que rompe radicalmente con la tradición del neoliberalismo en América Latina o más bien es una continuación de éste? y, además, ¿Por qué llamarlo posneoliberalismo? ¿Qué sentido tiene añadir una preposición a un prefijo?Para Carlos Figueroa y Blanca Cordero, por ejemplo, en “el posneoliberalismo, el Estado vuelve a adquirir la dimensión de agente rector de la vida social y lo público se coloca encima de lo privado” (Figueroa Ibarra y Cordero, Blanca, 2011: 13) pero no se problematiza sobre el retorno del Estado ni tampoco sobre el sentido que tiene “lo público”. Es decir, se asume que toda recuperación del Estado es ya una ruptura fuerte con el neoliberalismo. Se asumen las formas que asume la política como criterios determinantes para calificar el tiempo político de los “gobiernos progresistas”.
Empero, más allá de las formas que puede asumir el Estado, sobre todo con referencia a los “gobiernos progresistas” latinoamericanos, pienso que es necesario darle un mayor contenido analítico y espesor epistemológico al concepto de “posneoliberalismo”, porque este concepto corre el riesgo de convertirse en un tópico ideológico destinado a encubrir y legitimar prácticas gubernamentales que lesionan los derechos de los trabajadores, destruyen el tejido social, cooptan a las organizaciones sociales en el interior del aparato del gobierno, expanden la frontera extractiva, criminalizan las disidencias, entre otros fenómenos, y que son invisibilizados porque provienen desde los “gobiernos progresistas”. La discusión sobre el significado del “posneoliberalismo” no es académica sino política. La delimitación y aclaración de este concepto puede ayudar a visibilizar y comprender de mejor manera las resistencias de los movimientos sociales de la región.
Para el efecto, es necesario comprender que América Latina como región ha sido integrada al sistema-mundo capitalista desde una relación asimétrica y desigual que corresponde a las nociones de centro-periferia (Wallerstein, 2004) y que los discursos políticos e ideológicos también forman parte de esa relación centro-periferia. Los países capitalistas más avanzados conforman el centro del sistema-mundo e imponen sus condiciones a la periferia por medio de diferentes mecanismos, entre ellos, el intercambio desigual, o la colonización económica y monetaria del cual fue garante y condición el FMI, por la vía de los programas de ajuste económico (Dávalos, 2011), pero también crean las ideas, los conceptos y los marcos teóricos que definen y estructuran la comprensión de Lo Real. Como en esos países no consta entre sus prioridades el debate teórico sobre el “posneoliberalismo” entonces este debate no existe. Es necesario, en consecuencia, visibilizar ese debate, descolonizarlo de las relaciones de poder/saber centro-periferia y vincularlo con los procesos recientes del capitalismo como sistema-mundo desde aquello que Boaventura de Souza Santos denomina las “Epistemologías del Sur” (De Souza Santos, 2013).
Posneoliberalismo, financiarización y gestión de riesgo en el sistema-mundo
Existen importantes mutaciones del capitalismo del siglo XXI que es necesario advertir y que marcan transiciones importantes en la regulación del sistema capitalista. La emergencia del discurso del neoliberalismo, de hecho, está asociada a los cambios en los patrones de la acumulación del sistema-mundo, desde la industrialización hacia la financiarización y la especulación. El discurso del neoliberalismo y su apelación a la liberalización de los mercados de capitales y la flexibilización de los mercados de trabajo correspondía, precisamente, a esa transición del capitalismo desde la industrialización hacia la financiarización. El neoliberalismo era el discurso que encubría y legitimaba las formas de ganancia especulativa financiera y la desarticulación del poder de los sindicatos por restablecer la capacidad adquisitiva de los salarios. Esa transición está caracterizada por las nuevas formas de propiedad y de gestión de las grandes corporaciones transnacionales (Aglietta, M. y Rebérioux, A., 2004).
Empero, la caída del muro de Berlín y la implosión de los países socialistas significó la emergencia de un capitalismo global que no tenía como límites sino a sí mismo. El capitalismo de financiarización, en esta coyuntura, produce un pliegue sobre sí mismo y pasa a gestionar el riesgo de la especulación y la financiarización como dinámica global en el sistema-mundo. Aquello que irrumpe es una situación de riesgo sistémico asociado a la financiarización y centralización del capital a escala mundial en un contexto de debilidad política de los sindicatos, pérdida de sentido emancipatorio para los partidos de izquierda y movimientos sociales en busca de marcos interpretativos más amplios.
El capitalismo del siglo XXI apuesta al riesgo, lo produce, lo genera y lo establece como condición de posibilidad de la economía mundial, porque la gestión de riesgo le permite crear niveles de rentabilidad jamás imaginados y que superan incluso la rentabilidad de la especulación financiera. Para que se tenga una idea, en el mes de diciembre del año 2015 la especulación en productos financieros derivados alcanzó los 493 billones de USD, una cantidad casi ocho veces más importante que toda la riqueza mundial medida en términos de P.I.B. [5] . De estos instrumentos, aquellos dedicados específicamente a provocar las crisis financieras y monetarias, y que se conocen con el nombre de Credit Default Swaps (CDS), en junio de 2015 fueron de 24.47 billones de USD, el doble del P.I.B. de la Unión Europea en su conjunto para el mismo año [6] .Toda la política monetaria de EEUU, Canadá, la Unión Europea y Japón, entre las economías más importantes del sistema-mundo, están condicionadas y definidas desde la dinámica de la especulación financiera y la gestión del riesgo de esa misma especulación. Los bancos centrales del mundo se han convertido en prestamistas de última instancia y garantes del juego de casino del capitalismo financiero en donde, paradójicamente y gracias a los instrumentos financieros complejos como los derivados, ahora es más lucrativo provocar una crisis que resolverla.
En la gestión y administración del riesgo financiero-especulativo ya no es la capacidad productiva de una sociedad la que se integra a los circuitos de la especulación y financiarización sino el conjunto de la sociedad en cuanto sociedad. Aspectos que antes estaban por fuera del mercado y de la especulación ahora pertenecen a él. El mercado financiero-especulativo integra en sus propios circuitos al conjunto de la sociedad más allá de cualquier referencia a la producción, la distribución o el consumo.
El marco teórico del neoliberalismo clásico resulta insuficiente para comprender esa mercantilización e incorporación de toda la vida social a los circuitos financiero-especulativos y de gestión del riesgo de esa especulación, porque su episteme está acotada a los mecanismos monetarios y mercantiles de la circulación y la producción. Es un marco teórico muy restringido para las derivas que asume la especulación financiera internacional. Es necesario, por tanto, un marco teórico más comprehensivo, más inter y transdisciplinario y que surja desde la misma episteme neoliberal, porque aquello que se integra a los circuitos especulativos del mercado mundial es el conjunto de la vida social.
El plexo social se pliega en los circuitos financieros y de gestión de riesgo especulativo en su totalidad y la forma por la cual el nuevo discurso económico comprende este pliegue de la vida social en la financiarización es a partir de las instituciones. Las instituciones son la respuesta teórica creada desde la episteme neoliberal para ampliar su propio marco teórico, pero no por cuestiones académicas sino por razones pragmáticas. No se trata de aquellas instituciones que fueron estudiadas por Castoriadis (2010), por poner un ejemplo, y en la cual subyace la complejidad de las sociedades; en absoluto, se trata de la visión liberal de las sociedades en las cuales las instituciones representan las reglas de juego de actores individuales que tienden a maximizar su egoísmo. En consecuencia, el marco teórico que emerge en la financiarización y administración del riesgo es, precisamente, aquel que toma como referencia a las instituciones como conjunto de la vida social e histórica.
El neoliberalismo tradicional y monetarista se transforma en un “neoliberalismo institucional”. Es decir, en un discurso más complejo, más vasto, más comprehensivo. Un discurso que incluso entra en contradicción y conflicto con la misma teoría tradicional del neoliberalismo. Es una transformación provocada y exigida desde las formas especulativas y financieras de la acumulación del capitalismo que integra a las instituciones de la vida social al juego de casino mundial.
Existe, por tanto, una presión desde los circuitos de la especulación y la gestión de riesgo de esa especulación, por involucrar a todas las instituciones sociales en su juego especulativo. Estas transformaciones en la regulación del capitalismo alteran al sistema-mundo de forma importante porque generan presiones a la periferia que nacen desde la regulación por financiarización y la privatización de las instituciones que sostienen y estructuran a la vida social.Es como si esa violencia originaria, y que constituyó al capitalismo históricamente, fuese la condición de posibilidad del capitalismo en su periferia pero en forma permanente y continua. A más desarrollo capitalista en los países del centro, más violencia, más saqueo, más despojo en las regiones de la periferia. Es como si el capitalismo tuviese dos relojes: en el primer reloj las regiones del centro del sistema-mundo tienen un tiempo hacia delante, mientras que en la periferia ese mismo reloj las lleva al pasado. A este proceso que repite las formas primitivas y originarias de violencia de la acumulación capitalista en las regiones de la periferia del sistema-mundo, la economía política lo ha denominado como “acumulación por desposesión” [7] y están asociadas a las nuevas formas de regulación por financiarización y gestión de riesgo especulativo a escala global.
Estas imposiciones producen en los países de la periferia del sistema-mundo capitalista una dinámica de despojo de territorios, de saqueo de recursos, de destrucción de las solidaridades y reciprocidades existentes, de expoliación a las sociedades y de uso estratégico de la violencia que, de cierta manera, repiten las formas primitivas de violencia que existieron durante la acumulación originaria del capital de los siglos XVIII y XIX.
La trama institucional del posneoliberalismo: hacia el neoliberalismo institucional
Ahora bien, la acumulación por desposesión se inscribe en el interior de una trama institucional que sirve de soporte a la financiarización y la gestión de riesgo del capitalismo especulativo. La trama institucional es clave para ese proceso especulativo porque a partir de ella se crean nuevas oportunidades y nuevas condiciones de posibilidad para la especulación. El eje más importante de esa trama institucional es, definitivamente, el Estado.
Sin el Estado no hay soporte para esa trama institucional y sin esa trama la especulación financiera y la gestión de riesgo perderían una de sus principales bazas. Por ejemplo, el mercado de carbono que involucra a los principales bancos del mundo y que generó en el año 2012 instrumentos derivados por cerca de 200 mil millones de USD ( Lohmann, 2012) , sería imposible sin la existencia del Estado y las regulaciones de cambio climático. De igual manera con toda la industria de los “servicios ambientales”, sería imposible sin la regulación que la codifica, estructura y establece. El “neoliberalismo institucional” necesita del Estado como actor fundamental de la economía global.
El retorno del Estado es una necesidad económica de la
globalización financiera y la privatización de las instituciones de la vida
social. El retorno del Estado fue ya propuesto por el Banco Mundial en su
Informe de Desarrollo Humano del año 1997. Para el Banco Mundial, no se trataba de saber si el Estado tenía
que formar parte activa de la economía sino la medida de esa participación. Ese
informe del Banco Mundial, de hecho, tuvo como consultor principal a Douglass North, premio “Nobel” de economía y teórico
importante del “neoliberalismo institucional”.
El nuevo marco
teórico del “neoliberalismo institucional” articula conceptos y categorías que
parecen alejadas del neoliberalismo tradicional pero que, en realidad, lo
continúan a otro nivel, como por ejemplo: elecciones y conducta no-racional,
costos de transacción, acción colectiva, economía de la información, derechos de
propiedad, seguridad jurídica, inversión extranjera directa, externalidades,
incertidumbre, contractualidad, organización económica, principal y el agente
etc., es decir, el discurso del neoinstitucionalismo económico [8] .El retorno del Estado a la economía no es una iniciativa de los “gobiernos progresistas” latinoamericanos sino una dinámica que se inscribe en el interior de la acumulación del capitalismo y su necesidad de ampliar la mercantilización y la especulación hacia la trama institucional de la sociedad. La recuperación de la violencia legítima del Estado tenía también por objeto garantizar la transferencia de la soberanía política del Estado hacia las corporaciones transnacionales y hacia la finanza corporativa mundial en el formato de los Acuerdos Internacionales de Inversión que tienen en la Organización Mundial de Comercio (OMC) su instancia más importante.
El “neoliberalismo institucional” tiene como centro de gravedad de sus preocupaciones teóricas, precisamente, los derechos de propiedad, y la institución que vigila y protege los derechos de propiedad en el ámbito internacional es, justamente, la OMC. La mayor parte de los Estados-nación en la globalización están articulando y armonizando sus leyes internas en función de lo establecido desde la OMC, a este proceso lo denomino “convergencia normativa”.
El Estado y la violencia posneoliberal
La vinculación de la trama institucional a los circuitos de especulación y de gestión de riesgo financiero-especulativo desgarra el tejido social. Produce una violencia que se extiende por todo el sistema-mundo. Ya no se trata solamente de la violencia de la producción mercantil sino la desestructuración de instituciones ancestrales que habían servido de soporte para la vida de las sociedades desde su misma conformación histórica. Un ejemplo de esa tensión provocada desde la especulación y la gestión de riesgo especulativo es la incorporación de los territorios a los circuitos financieros especulativos internacionales. Millones de seres humanos son desalojados de sus territorios ancestrales porque ahora estos territorios son fichas importantes en el juego de casino mundial, el extractivismo es una forma de esa violencia. Para procesar esa violencia el Estado no sólo es fundamental sino también estratégico [9] .
Efectivamente, el rol del Estado es clave porque desde ahí se fundamenta la legitimidad de la violencia de los modelos de dominación política. Se trata, en consecuencia, de otorgar al Estado la suficiente fuerza política que permita absorber a su interior toda la energía social y permitir, de esta forma, la acumulación por desposesión; con esa energía política el Estado puede disciplinar a sus sociedades desde una matriz de violencia sustentada en el discurso de la ley y el orden.
Pero la violencia de la desposesión se invisibiliza. El retorno del
Estado se asume como un triunfo político en contra del neoliberalismo
tradicional.
El posneoliberalismo crea esa invisibilización de la violencia de
la desposesión, porque utiliza mecanismos de control social que aparecen como
medidas económicas en beneficio de los más pobres, como por ejemplo las
políticas de inclusión social de las transferencias monetarias condicionadas, o
la política fiscal en salud, educación, o “inclusión social” como la llama el
Banco Mundial. Mas, en realidad, son dispositivos estratégicos que encubren la
violencia de la desposesión.
De todos esos
dispositivos quizá el más importante porque al tiempo que encubre la violencia
la legitima, es aquel de la “lucha contra la pobreza” y su correlato del
“financiamiento al desarrollo”. Los denominados “gobiernos progresistas” fueron
los instrumentos, por así decirlo, más idóneos para encubrir la violencia de la
desposesión.
Su discurso de financiar la lucha contra la pobreza a través del
extractivismo fue el argumento legitimante de esa violencia y que se expresó de
múltiples formas. Por ello, muchos críticos con el neoliberalismo y que
provenían de la izquierda fueron conniventes con la violencia de la desposesión
que desplegaron los “gobiernos progresistas” latinoamericanos, porque nunca
visibilizaron esa violencia y consideraron que el momento posneoliberal era una
ruptura definitiva con la violencia del neoliberalismo [10] .Ahora bien, la invisibilización de la violencia de la desposesión es un fenómeno más complejo, porque apela a universos simbólicos, imaginarios sociales y mecanismos de control y disciplina a la sociedad que dan cuenta de una estrategia de dominación política con un alto contenido heurístico. Es decir, a medida que la sociedad resiste que su trama institucional sea privatizada y crea nuevas formas de resistencia, la estrategia de dominación política trata de estar siempre un paso por delante de esas resistencias, trata de anticiparlas para anularlas, controlarlas y destruirlas. A esa capacidad política de controlar las resistencias que tienen ahora los Estados que emergen desde la transición del neoliberalismo tradicional hacia el neoliberalismo institucional, la denomino “modelo de dominación política” y son consustanciales del posneoliberalismo.A todos estos procesos que configuran una nueva racionalidad política sustentada en mecanismos liberales de la política, como las elecciones, y que tienen como sustento cambios institucionales profundos con el objetivo de situar la trama institucional de la sociedad en el interior de los circuitos de financiarización y gestión de riesgo especulativo, con Estados fuertes y modelos de dominación social y política que invisibilizan la violencia de la desposesión la denomino posneoliberalismo.
Acudo a esta denominación para distinguir el neoliberalismo del Consenso de Washington y la imposición colonial del Fondo Monetario Internacional, en especial durante la década de los años ochenta, de aquellas formas diferentes que asume la política en las etapas posteriores al ajuste del FMI porque, aparentemente, propone una ruptura con las recomendaciones del Consenso de Washington, pero continúa con los cambios institucionales y sociales imprescindibles para garantizar la acumulación en el capitalismo tardío. En consecuencia, me desprendo de la interpretación hecha, entre otros, por Emir Sader o Atilio Borón, que ven en el posneoliberalismo una ruptura con el neoliberalismo clásico.
Más bien al contrario, considero al posneoliberalismo como un proceso complejo y que integra varias dimensiones que continúan, profundizan, consolidan y extienden la violencia neoliberal. Las dimensiones que configuran al posneoliberalismo, son las reformas estructurales de tercera generación, la convergencia normativa, los modelos de dominación política, etc.
La noción de posneoliberalismo nos permite comprender esa aparente contradicción entre los cambios políticos que se suscitaron en la región, muchos de ellos de la mano de gobiernos críticos con el FMI, con las relaciones de poder que emergen desde la acumulación por desposesión, con la consecuente tensión y conflictividad social que ahora utiliza el recurso de criminalizar a la sociedad para proteger el sentido y la dinámica de la acumulación capitalista. El posneoliberalismo nos permite estar alertas de esa intención de poner a la economía entre paréntesis y provocar cambios políticos sin alterar un milímetro el sentido de la acumulación y las relaciones de poder que le son correlativas.
La noción de posneoliberalismo problematiza la tradicional topología de la política entre partidos y organizaciones de “izquierda”, de “derecha” y de “centro”, porque las convierte en meros dispositivos ideológicos de la acumulación del capital en el interior de los modelos de dominación política. En el momento posneoliberal, para la acumulación por desposesión y la violencia que suscita, el hecho de que un gobierno sea de “izquierda” o de “derecha” es irrelevante. Su relevancia proviene de la forma por la cual administra la dialéctica consenso/disenso en el interior de los modelos de dominación política. Fuera de esta dialéctica, su importancia es prácticamente nula.Ahora se puede comprender, por ejemplo, que Alianza País en el Ecuador, o el Partido de los Trabajadores en Brasil, fueron la forma política que asumió la acumulación capitalista en momentos del colapso de una variante del neoliberalismo, aquel del ajuste macrofiscal del FMI. El ajuste fondomonetarista, al menos en América Latina, finalmente se agotó, pero cedió sus posibilidades hacia una variante del neoliberalismo que tiene su interés en las instituciones de la vida social en el sentido más amplio del término y en la disciplina y control a las sociedades. Aquello que está en disputa no es la colonización monetaria y fiscal que realizó el FMI sino la puesta en valor de las instituciones por la vía del extractivismo minero, de las industrias de los servicios ambientales, transgénicos, agrocombustibles, ejes multimodales de transporte, etc. Esta puesta en valor de las instituciones de la vida social implica violencia y criminalización social [11] .
El posneoliberalismo permite comprender varias dinámicas básicas, como por ejemplo, la acumulación por desposesión, el cambio institucional del Estado y del mercado, y los modelos de dominación política, en el interior de un solo proceso histórico signado por la mutación del capitalismo desde la financiarización hacia la gestión del riesgo especulativo. Es cierto que este proceso comprende al Estado de forma diferente al neoliberalismo del Consenso de Washington, pero no significa que implique una ruptura con este.
Se llega a esta conclusión luego de analizar la forma que asumió la política y la economía durante el período de los “gobiernos progresistas” de la región. Estos gobiernos nunca rompieron con los esquemas, dinámicas, procesos y el sentido mismo que imponía la violencia de la acumulación del capital, más bien los consolidaron.
Bibliografía:
Aglietta, Michel y Rebérioux, Antoine (2004) Dérives
du capitalisme financier.
París: Ed. Albin Michel.
Audier, Serge (2012) Néoliberalisme(s)
Une archéologie intelectuelle. Paris: Grasset.
Dávalos, Pablo (2011) Hacia un nuevo
modelo de dominación política: violencia y poder en el posneoliberalismo. En
Gutiérrez, Raquel (Coord.): Palabras
para tejernos, resistir y transformar en la época que estamos viviendo.
Oaxaca-Puebla México: Ed. Pez en el Arbol
De Souza Santos, Boaventura (2013) Descolonizar
el saber, reinventar el poder. Santiago
de Chile: Ediciones Trilce
Figueroa Ibarra, Carlos y Cordero Díaz, Blanca
(Eds.) (2011) ¿Posneoliberalismo
en América Latina? Los límites de la hegemonía neoliberal en la región”.
México: Universidad de Puebla,
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego
Lohmann, Larry (2012): Mercados
de carbono. La neoliberalización del clima. Quito: Ed. Abya Yala.
* Este
texto forma parte del primer capítulo del libro: Alianza
País o la reinvención del poder. Siete ensayos sobre el posneoliberalismo en
Ecuador. Pablo Dávalos,
2014, Ed. Desde Abajo, Bogotá-Colombia.
[1] Puede
verse: Dávalos, Pablo (2013) El
proyecto político de la Sociedad del Monte Peregrino.
Versión en internet: http://pablo-davalos.blogspot.com. También: Cocket, Richard
(1994) Thinking the Unthinkable.
Tink Tanks and the Economic Counter Revolution 1931-1983. London:
HarperCollins Publisher.
Sobre una historia
exhaustiva del neoliberalismo puede verse también: Audier, Serge (2012) Néoliberalisme(s)
Une archéologie intelectuelle. Paris: Grasset.
[2] Boron,
Atilio A.. El
pos-neoliberalismo: un proyecto en construcción . En La
trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social. Emir
Sader y Pablo Gentili (comp.) (2003) Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (
2ª ed.) (192) Buenos Aires, CLACSO.
[3] Ver
por ejemplo: Figueroa Ibarra, Carlos y Cordero Díaz, Blanca (eds): ¿Posneoliberalismo
en América Latina? Los límites de la hegemonía neoliberal en la región.
Universidad de Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso
Vélez Pliego” (2011) México. Sader, Emir (2008) Refundar
el Estado. Posneoliberalismo en América Latina. Buenos
Aires: Instituto de Estudios y Formación de la CTA. Existe una crítica a
Emir Sader desde una posición teórica cercana a lo planteado en el presente
texto, realizada por la politóloga mexicana Beatriz Stolowicz Weinberger, ver
Stolowicz, Beatriz (2011) “El posneoliberalismo
no es más que un manual táctico conservador para apuntalar al gran capital”. Recuperado
de Internet: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120994
[4] Hans
Dieterich acuñaría el término de “socialismo del siglo XXI” para
caracterizarlos. Dieterich, Hans El
socialismo del Siglo XXI, versión electrónica: http://www.rebelion.org/docs/121968.pdf .
Visita de enero de 2014.
[5] Ver:
Banco de Pagos Internacionales BIS (2013) Statistical release.
OTC derivatives statistics at end-December 2015. Monetary and Economic
Department.
Disponible en
Internet: www.bis.org
[6] BIS
(2013) op. cit.
[7] La
“acumulación por desposesión” es una hipótesis originalmente propuesta
por Rosa Luxemburg y que ha sido retomada por el geógrafo marxista David Harvey,
quien recoge la afirmación de Marx en la cual el denominado periodo de la
acumulación originaria del capitalismo estuvo conformada por momentos de
explotación, saqueo, violencia, como por ejemplo las Enclosure
Acts, la sobreexplotación salarial, o la conquista Europea a América. Para
David Harvey, estás dinámicas de saqueo y violencia aún continúan en el
capitalismo de la periferia. Cfr. Harvey, David (2003) The
New Imperialism. Nueva York: Oxford University Press.
[8] Sobre
el neoinstitucionalismo ver: Dávalos, Pablo: Neoinstitucionalismo
y Banco Mundial. Revista electrónica:www.alainet.org, disponible en
internet: http://alainet.org/active/42669&lang=es Ver
también el texto ya clásico de Douglas North (1993) Instituciones,
cambio institucional y desempeño económico. México: FCE. Ver también el
estudio clásico del institucionalismo político: March, James y Olsen, Johan
(1997) El Redescubrimiento de las
Instituciones. La base organizativa de la política. México: FCE
[9] Por
ejemplo, en la Ley de Aguas aprobada en el año de 2014 por el gobierno de
Alianza País, consta lo siguiente: “ Art.
52.- El Consejo Nacional de Recursos Hídricos determinará la disponibilidad de
las aguas de los ríos, lagos, lagunas, aguas corrientes o estancadas, aguas
lluvias, superficiales o subterráneas y todas las demás que contemplan esta Ley,
como aptas para los fines de riego.” La
regulación incluso de la lluvia es el correlato de su privatización, porque esta
regulación se inscribe al interior de los procesos de convergencia normativa del
posneoliberalismo.
[10] Ver
por ejemplo, a este respecto, la posición connivente de Marta Harnecker con
respecto al proceso ecuatoriano y Alianza País , Harnecker (2011).
[11] Con
relación a las disputas sobre los territorios en América Latina puede
consultarse: Porto-Gonçalves, Carlos Walter (2009) Territorialidades
y lucha por el territorio en América Latina. Geografía de los movimientos
sociales en América Latina. Caracas-Venezuela: Ediciones IVIC
Reflexionamos cómo el
progresismo e izquierdas afines embaucaron a las diversidades de abajo no
sólo en la falsa diferenciación del neoliberalismo y en políticas
sociales mirando tanto a compensar la desposesión totalitaria como a cooptar clientelismo.
También engañaron señalando que las "zonas de sacrificio" o de desposesión, devastación y
envenenamientos eran necesarias para superar la pobreza y el atraso.
Ahora examinemos cómo
los gobiernos progresistas han ido contra el protagonismo de los pueblos
en adueñarse del destino común. Han bloqueado caminos emancipatorios que,
como
Emiliano Terán
Mantovani nos advierte, tiene en
"la lucha popular territorial el punto de partida, llevada
adelante para reproducir la vida, sin que esto implique, de ninguna manera, el
abandono de ámbitos más amplios de disputa política, de escalas municipales, biorregionales,
nacionales, continentales o incluso globales".
Escrutamos en
la Bolivia gestionada por Evo
que, a la vez, nos permite comprender las graves consecuencias casi irreversibles
de destruir la cordillera y los biomas:
Dinámicas moleculares molares sociales
21 de septiembre de 2017
Por Raúl
Prada Alcoreza
Dedicado a los y las activistas en defensa de
la vida y de la democracia. Algunos de ellos y ellas han sido detenidos,
compartiendo la suerte con los y las detenidas de los movilizados de Achacachi.
El “gobierno progresista” recurre a la violencia demoledora del Estado,
defendiéndose como una fortaleza aislada y sitiada por las movilizaciones
sociales anti-sistémicas, en la soledad de su desierto extractivista.
Hay que volverse a preguntar sobre las dinámicas
moleculares sociales. Ya lo hicimos en Imaginación e imaginario radicales,
también en La intuición subversiva. Tratamos en ambos textos sobre la relación
complementaria entre dinámicas moleculares sociales y dinámicas molares
sociales. Ahora queremos volverlo hacer a la luz de la experiencia del conflicto
del TIPNIS y del conflicto de Achacachi. La pregunta con la que vamos a comenzar
es:
¿Por qué el pueblo boliviano no acude en masa a apoyar las movilizaciones del TIPNIS y de Achacachi? Ciertamente lo ha hecho en la VIII marcha indígena; sin embargo, no se ha visto lo mismo en la IX marcha indígena y en la siguiente secuencia del conflicto. En lo que respecta al conflicto de Achacachi, a pesar de tocar una problemática que aflige a por lo menos las tres cuartas partes de los municipios del país, a pesar que se trata de una problemática de incumbencia estatal y gubernamental, no ocurre el apoyo masivo y movilizado del pueblo boliviano a la interpelación movilizada del Pueblo de Achacachi contra la forma de gubernamentalidad clientelar, prebendal y corrupta.
Comparando con lo
acontecido en la movilización prolongada del 2000 al 2005, donde las
movilizaciones ejes se reforzaban mutuamente, sin necesidad de contar con una
coordinadora de movimientos sociales. Donde las movilizaciones colaterales o
acompañantes, que se desatan en plena crisis social, económica y política,
también se refuerzan. Se trata de movilizaciones que
interpelan, convocan y generan apoyos movilizados. El pueblo acudió, por lo
menos, notoriamente y como mayorías; el pueblo fue afectado por las
movilizaciones desplegadas. Ahora, en cambio, parece ocurrir algo distinto; los
apoyos y pronunciamientos son de organizaciones sociales y de colectivos de
activistas, pero, no aparece el acudir masivo y movilizado de sectores del
pueblo. Sería necio y demagógico decir que se trata de distintos gobiernos, en
un caso, el neoliberal y en otro caso, el popular. Este acertijo podría tener
validez desde el 2006 hasta el 2009, la primera gestión del gobierno
progresista; después no.
Desde el 2009 comienza la regresión, sobre todo, desde
el 2015 se deriva en la decadencia. Lo que se puede corroborar con el
levantamiento social contra el llamado “gasolinazo”, además de la derrota
gubernamental ante la arremetida de la VIII marcha indígena.
Ya no sólo los
gobiernos neoliberales y el gobierno progresista se parecen, sino se va más
lejos; en la entrega de los recursos naturales, en las concesiones, sobre todo,
en la expansión intensiva del modelo extractivista colonial del capitalismo
dependiente. No está aquí pues la clave de la interpretación del contraste del
comportamiento social respecto a la crisis múltiple del Estado-nación, en dos
contextos históricos-políticos diferentes.
¿Será que el pueblo todavía considera, en plena regresión y
decadencia, que se trata del gobierno nacional-popular? No parece sostenible
esta hipótesis de interpretación, pues es notorio el desencanto; esto se lo
puede corroborar con la derrota electoral en la elección de los magistrados,
cuando ganó el nulo. El tema es que el
desencanto no se convierte en desaprobación movilizada. En anteriores escritos interpretamos esta situación de
letargo y conformismo, interpretando que es más difícil superar la constatación
que la promesa socialista, en este caso, la promesa progresista,
es aparentemente incumplible, pues es mucho más difícil salir de la crisis de
los gobiernos socialistas y de los gobiernos progresistas, que de la crisis de
los gobiernos neoliberales, pues ya no se trata del dilema o uso u otros, son de
ir más allá de unos y otros.
En lo que respecta a la interpelación de los gobiernos
conservadores, liberales y neoliberales, hay como una tradición, un lenguaje
adquirido, una forma de interpelación asumida; empero, no ocurre lo mismo con
los gobiernos socialistas, como se ha visto en la experiencia social política,
tampoco con lo que ocurre con los gobiernos progresistas. No hay tal tradición,
ni lenguaje compartido de la interpelación. Todavía subsisten los de la
revolución, los mitos mesiánicos del caudillo. Se requiere de compartir el
sentido común de la interpelación a este tipo de gobiernos de la promesa.
Entonces, parece que la falla se encuentra en el
aprendizaje de la experiencia social política de la historia reciente. Ahí
tienen una responsabilidad los colectivos activistas, sobre todo, los colectivos
activistas libertarios. No se ha logrado una pedagogía política que ayude a
comprender la problemática de la crisis múltiple del Estado, que reaparece en la
versión de los gobiernos progresistas. El antiguo y tradicional discurso
izquierdista no es adecuado, en este caso. Pues no se trata de pedir
consecuencia en el gobierno progresista; pues incluso que lo hubiera, no se
puede escapar a la gravitación perversa del poder. De lo que se trata es de
salir del círculo vicioso del poder, en todas sus presiones, sean de “izquierda”
o de “derecha”.
La continuidad de la revolución no se
encuentra en la defensa del Estado que ha institucionalizado la revolución. La
continuidad de la revolución se encuentra en salir del círculo vicioso del
poder, más allá de la “izquierda” y la “derecha”, más allá del amigo y enemigo.
Lo que parece fallar es la comunicación de los
colectivos activistas y el pueblo. Los colectivos activistas todavía siguen empleando el
discurso acostumbrado de interpelación a la “derecha”; como si se tratara del
mismo referente, un gobierno de la burguesía clásica. No entienden que se
enfrentan a otras formas de la burguesía, como la burguesía rentista.
No entienden que ya no se trata de interpelar al
gobierno de la burguesía clásica, tampoco al gobierno reformista, que ha
“traicionado” los postulados y el programa; sino que no se trata de traición
sino de
salir del circulo vicioso del poder, en su versión “derechista”, como en su
versión “izquierdista”. Los colectivos activistas son catalizadores,
son activadores. Cumplen una función en el aprendizaje colectivo de la
experiencia y la memoria sociales. Son parte de la sociedad, pero son parte
activa, quizás una de las partes más activas. Si los
activismos colectivos siguen interpelando y convocando a la vieja usanza, no
enseñan nada. Salvo la remembranza de lo que ya se sabe; que la burguesía es la
clase dominante, que su Estado es la dictadura de la clase dominante; que el
reformismo tiene límites y claudica. Pero, no alumbra nada sobre lo que se puede
hacer respecto a la recurrente reiteración y reproducción de las dominaciones,
en unas versiones u en otras.
Otro problema, el discurso recurrente de interpelación, vuelve al
recurso del esquematismo dualista del amigo y enemigo, que reitera y reproduce,
en lenguaje político, el esquematismo religioso del infiel y el infiel. El
enemigo es el abominable.
Con esto se cae de manera multiplicada en el círculo vicioso del poder,
pues se repiten los mismos procedimientos y métodos para acabar con el enemigo
abominable, que, en el fondo, no es más que el mismísimo demonio. Con esto no
sólo se parecen al amo derrocado, sino se convierten en el nuevo amo. El
discurso de interpelación tradicional no sale del círculo vicioso de la
ideología.
El
problema mayúsculo es que con esta preservación de las tradiciones de lucha se
cae en el círculo vicioso del poder; se forma parte del mismo, se lo alienta y
reproduce con estas actitudes dualistas. Se trata de
ir más allá del dualismo, más allá de las oposiciones; más allá de la paradoja
perversa del poder. Inaugurar una paradoja virtuosa que salga del círculo
vicioso del poder. Una paradoja que complemente la creación social y la herencia
de los aprendizajes de la experiencia social y la memoria social. Entonces,
parece, que la ausencia de la respuesta social masiva de apoyo a las demandas y
reivindicaciones del TIPNIS y Achacachi no se encuentran en los tipos de
gobierno que se interpelan, tampoco en las creencias populares, así como tampoco
en la limitación de los movimientos sociales anti-sistémicos que han estallado,
sino en no haber
salido del anacronismo de una formación discursiva y enunciativa, de una
formación ideológica, atrapada en esquematismos dualistas ateridos.
La interpelación deconstructiva requiere del
desmontaje de los mitos modernos; el mito de las vanguardias, el mito de la historia, el
mito del desarrollo, el mito de las promesas sociales y de justicia; sobre todo,
el mito de la verdad, se reclame de verdad “científica” o de verdad
trans-histórica. Hace falta aprender de las enseñanzas de la experiencia social.
Este aprendizaje es colectivo; la condición de
posibilidad de este aprendizaje tiene que ver, en primer lugar, con la
predisposición a aprender. Si esto falta por obstáculos y barreras del
habitus, también por ofuscación ideológica, no parece posible dar curso al
aprendizaje. Por otra parte, en todo aprendizaje juegan una función de
impulsores las motivaciones, que tienen que ver con el deseo de aprender. Las
motivaciones pueden desatarse por distintos factores, ya sea de índole factico,
debido a experiencias desafiantes, ya sea de índole comunicacional, cuando
ciertas comunicaciones motivan a aprender. En estos ámbitos comunicacionales el
activismo juega su papel. El activismo se mueve en varios planos de intensidad;
es denunciativo, es informativo, de interpelación, así como de formación,
también de acción. Sabemos que no es suficiente la denuncia, tampoco la
interpelación; por eso, es menester incursionar complementariamente en los otros
planos de intensidad; particularmente en el plano de intensidad de la acción.
Ahora bien, el papel del activismo es activar la fuerza
social o, en su caso, apoyar a la fuerza social cuando se desata. En la
actualidad, en la coyuntura mundial, regional y nacional, el activismo
tiene ante sí un desafío, activar la potencia social,
vale decir la potencia creativa social. Ya no se trata sólo de una
comunicación audiovisual, ya no se trata de una comunicación en los formatos
establecidos y acostumbrados; podríamos decir en los códigos de la racionalidad
instrumental, incluso en los conceptos de la racionalidad crítica.
Ya no se trata sólo de hablar al oído racional y a la
vista educada por la institucionalidad, sino de comunicarse con el cuerpo, con
la potencia del cuerpo. ¿Cómo se hace esto? Habrá que aprender a hacerlo. Quizás
haya que llevar las capacidades y posibilidades estéticas más lejos de donde
llegaron y lograron. Esto no quiere decir que se abandone el lenguaje y las
formaciones discursivas, sino que se tratan de otros usos del lenguaje, al que
quizás haya que llevarlo más lejos de donde llegó y se logró; se trata de otra
composición y combinación de los discursos con la gramática de los cuerpos. No
lo sabemos, menos las formas concretas de hacerlo;
pero se trata de lograr comunicaciones integrales y participativas. Realizar
efectivamente lo que se ha venido denominando comunicación alternativa.
Volviendo al tema de los conflictos del TIPNIS y Achacachi, a las convocatorias
que implican las movilizaciones de ambas territorialidades, a las respuestas
débiles de parte del pueblo, al no acudir en masa al apoyo de las convocatorias,
podemos intentar una interpretación desde las dinámicas moleculares sociales y
de las dinámicas molares sociales.
Dinámicas sociales
El concepto de «dinámicas moleculares sociales», que usa la
metáfora física y biológica de dinámicas moleculares, como referente figurativo,
y que define una estructura categorial, concibe las relaciones, los flujos, las
prácticas, sobre todo los entrelazamientos y tejidos sociales, las asociaciones
y composiciones sociales, en sus destacadas singularidades minuciosas y
detalladas. Se podría decir que se trata de una mirada micro-social.
El concepto supone que las dinámicas sociales son propiamente éstas, las asociaciones singulares más micro. Plurales y múltiples asociaciones y composiciones sociales ocasionan efectos de masa, que son lo que llamamos «dinámicas molares sociales», particularmente institucionales. Las dinámicas moleculares sociales no controlan los efectos de masa de las dinámicas molares sociales; éstas se dan como integraciones de múltiples dinámicas moleculares sociales singulares. La exposición de estas tesis teóricas las hicimos conocer en Imaginación e imaginario radicales. No vamos a exponerlas ahora, sino que nos remitimos a ese escrito. Lo que importa ahora, es sugerir hipótesis interpretativas del conflicto de Achacachi y del conflicto del TIPNIS a partir del enfoque de algunas dinámicas moleculares sociales seleccionadas como referentes ilustrativos, para comprender el juego integral entre dinámicas moleculares sociales y dinámicas molares sociales, que pueden ayudarnos a entender las dinámicas de los conflictos desde la perspectiva de la complejidad.
Dinámicas sociales en
Achacachi
Breve reseña descriptiva e histórica Achacachi es una
ciudad intermedia del municipio que lleva el mismo nombre; el municipio de
Achacachi se encuentra en el Departamento de La Paz. Del municipio, la ciudad de
Achacachi es la primera sección; siendo la capital de la Provincia Omasuyus.
Según el conteo, que más parece estimativo, pues, en realidad no se llevó a cabo
el censo de población, en 2012, diga lo que diga el gobierno – no se puede dar
ningún censo sin actualización cartográfica y con una boleta descuajeringada,
donde se introdujeron preguntas sin rigor metodológico cuantitativo, además de
sacar parte de las preguntas de comparación internacional -, el municipio
aglutina a una población 46.058 habitantes; siendo el quinto municipio más
poblado del departamento, después de, La Paz, El Alto, Viacha y Caranavi.
Achacachi se encuentra ubicada a 97 kilómetros de la ciudad de La Paz, sede de
gobiero; está situada en el Altiplano, a 3.840 metros sobre el nivel del mar. La
zona urbana está poblada con 8.857 habitantes; de esta manera, congrega al 20 %
de la demografía municipal. El municipio de Achacachi ha experimentado
desmembraciones; en 2005, los cantones Huarina y Santiago de Huata se disocian
de Achacachi; se convierten en municipios autónomos. Los cantones Huatajata y
Chua Cocani también se disgregan, volviéndose municipios autónomos, durante 2009
y 2010, consecutivamente.
En los periodos precolombinos, Achacachi fue el centro
administrativo y ceremonial del señorío aymara Uma-suyus; palabra que significa
territorialidad húmeda o de agua, territorialidad que se conforma por tejidos de
ayllus y markas. Se extiende al este del lago Titi-Chaca – Titi, que quiere
decir puma o felino, y Chaca, la cruz andina, la chacana; entonces se interpreta
como el felino que cruza los puentes de universos -. El señorío Umasuyus
colindaba al oeste con los lari-lari y al sur con los pacajaques, que quiere
decir humanos-águilas. Cuando los incas se expandieron al este del lago sagrado,
los umasuyos opusieron resistencia; no fueron doblegados. Hablan el aymara,
jayamar-aru, que significa lengua de los lejanos tiempos, lengua de los tiempos
remotos. Durante el primer periodo de la República, el 24 de enero de 1826
Achacachi fue refundada como capital administrativa. El nombre Achacachi deriva
de las palabras aymaras jach'a, grande, y k'achi, peñasco puntiagudo. Con la
llegada de los conquistadores ya se la conocía con el nombre de Jach'a Kach'i;
nombre castellanizado como Achacachi. En la época prehispánica, esta península,
estaba ocupada por poblaciones nativas como los urus, puquinas, cultura Chiripa,
y aimaras. En los primeros años de la época colonial, los españoles
establecieron una encomienda bajo el nombre de Achacachi, de la que dependía la
Vice parroquia de Santiago. En 1779, fue fundado bajo el nombre de Santiago de
Huata, un nombre mestizo; Santiago por el Apóstol Mayor, castellano, y Huata,
que viene del término puquina Coata, que significa deidades protectoras y Wat'a,
aymara, que quiere decir pies acogidos en el lago. En la época republicana del
siglo XIX, su economía estaba conformada por la agricultura y agropecuaria,
tanto en comunidades, ayllus, como haciendas. Se puede decir que su
etno-demografía es de origen Qulla, Colla; el tejido social de Achacachi
preserva las instituciones culturales ancestrales, así como sus formas de
organización, aunque los ayllus y autoridades originarias se hayan transformado
en sindicatos campesinos. Por otra parte, mencionando narrativas sociales
andinas, en la memoria colectiva de los Andes, los y las achacacheñas son
reconocidos por su coraje y combatividad. El municipio de Achacachi está
conformado por siete zonas municipales; las primeras zonas urbanas de la ciudad
de Achacachi fueron Aransaya y Masaya, tal como se conoce la dualidad
complementaria de la estructura de los ayllus. Después se fueron conformando
otras zonas, a medida que la población achacacheña iba creciendo; aparecieron
Avichaca Villa Concepción, Villa Lealtad, Surucachi, Villa Esperanza,
Ch’urubamba, Calacala, 2 de Febrero y Urkupiña. En lo que respecta a la
educación, el municipio de Achacachi cuenta con siete centros educativos
fiscales y uno particular; el Colegio Nacional Mixto Omasuyos, de secundaria, el
Colegio Nacional Mixto Omasuyos, de primaria, el Colegio Mariscal Santa Cruz, el
Colegio José Antonio Plancarte, el Colegio Don Bosco; también Villa Lealtad, la
Unidad Educativa Bautista Saavedra, la Unidad Educativa Simón Bolívar, la Unidad
Educativa Las Américas y el Centro Educativo Adventista Achacachi, particular.
En lo que respecta al deporte, el municipio cuenta con el Estadio Municipal de
Achacachi; es un estadio con césped sintético. Sirve también de sede para los
equipos locales, así como para la liga que se realiza cada año; se destaca la
Liga de Fútbol de Achacachi. Un grupo de jóvenes voluntarios, oriundos del
Pueblo de Achacachi, promueve el deporte en la provincia. En lo que respecta al
“sistema de salud”, Achacachi cuenta con uno de los hospitales de la provincia
Omasuyus; se trata de un hospital de segundo nivel, el Hospital Municipal
Capitán Juan Uriona de Achacachi. Desde el año 1955 prestó servicios de salud el
dispensario Materno Infantil Omasuyos, ubicado en plazuela el Carmen; dicho
hospital es más conocido con el nombre de Sanidad Pública, para la atención de
primeros auxilios. En el año 1976 se empezó a construir un hospital de segundo
nivel en el lugar denominado Ujikalpata, de la zona Churubamba. La
infraestructura cuenta con algunas de las instalaciones requeridas; salas de
medicina, pediatría, maternidad, salas de consulta, farmacia, no del todo
equipadas; con una capacidad de atención para veinte camas para los pacientes;
como se puede comprobar se tiene un equipamiento exiguo para atender la demanda
provincial, incluso municipal. El año 2001, se efectuó la remodelación y
ampliación del Nosocomio.
En la gestión 2008, se implementó un reordenamiento
técnico-administrativo, buscando mejorar un poco la infraestructura deficiente.
El “sistema de salud” en el municipio está dividido en cuatro áreas: 1 Hospital
de segundo nivel, 5 centros de salud y 9 puestos sanitarios en diferentes
cantones y comunidades. En lo que respecta a las actividades culturales, se
puede decir que en Achacachi se realizan tres fiestas principales, la de San
Pedro y San Pablo, Corpus Cristi y la Fiesta de la Exaltación; esta última es
una de las pocas expresiones originales que quedan en danzas, música
prehispánica y folklórica. La fiesta de San Pedro y San Pablo se lleva a cabo
cada 29 de junio. Es una fiesta de mistis, de la gente mestiza - misti, nacidos
de qullas, collas, y españoles, después criollos, que se llaman vecinos. En esta
festividad se baila morenada, caporales, danzantis y p'acochis. En Corpus Cristi
se bailan mukululus, kjachwiris, chokela, wacawacas; ésta es conocida como una
fiesta de campesinos; participan las comunidades de alrededores de la ciudad.
Por último, está la Festividad de la Exaltación del Señor, 18 de noviembre, o Fiesta de Obreros; sólo bailan la gente dedicada al comercio de la hoja de
coca, los sastres, los herreros, los transportistas. En esta fiesta se baila la
danza de los incas, diablada, cullawada, mok'ok'aras, potolo, llamerada; también
morenos, donde participa la Morenada Juventud San Pedro Residentes de Achacachi,
Los “catedráticos”, con su paso militarizado, más conocido como Morenada Los
catedráticos. En lo que respecta a la infraestructura, se está construyendo una
terminal de movilidades interprovincial. El año 2011 fue inaugurada una planta
procesadora de lácteos, LACTEOSBOL, que después del conflicto de Achacachi, el
gobierno ha decidido no culminarla como castigo a la rebelión.
Breve descripción y análisis
del conflicto
En Retorno y porvenir de la rebelión escribimos De acuerdo
a información de ERBOL, el presidente del comité cívico de Omasuyos, Elsner
Larrazábal, informó a Erbol que la situación del conflicto se agravó ayer
tras la decisión del juez de Achacachi de enviar a
detención preventiva, al presidente de la Junta Vecinal de esa población, Esnor
Condori, a petición del Ministerio Público a instancias del alcalde Ramos.
Lazarrábal explicó que la población de Achacachi nuevamente está bloqueada,
debido a que el gobierno ha hecho oídos sordos a la población ante el pedido de
renuncia del alcalde del MAS, a quien acusan de ejercer una gestión poco
transparente. Lamentó que la justicia actúe de manera urgente para encarcelar a
Esnor Condori y proteger las irregularidades del alcalde masista “autor del
saqueo de las arcas” municipales, y encarcelar a cinco dirigentes vecinales.
“Hemos sido tolerantes, ahora vamos a masificar nuestra protesta. Le hemos dicho
a este gobierno, justicia o muerte. A partir de ahora, si el señor Evo Morales
quiere diálogo, va a tener que venir a Achacachi, caso contrario nosotros no
vamos a entablar diálogo con esos ministros que se han hecho la burla. El señor
Cesar Cocarico y Eugenio Rojas que ha mentido al país. Ese ministro que
es un ‘mata perros’, no es ninguna autoridad”1.
El informe de ERBOL continúa: Aseguró que Achacachi ya no
se bloqueará sola, sino que se hará sentir para que el país conozca que
Achacachi es un guardián de la democracia. “Tenemos a la cabeza al hermano
Felipe Quispe, que ayer ha sido posesionado como máximo representante de la
comisión de bloqueo y movilización. En función a ellos pues se determinarán
todas las medidas radicales que vamos a asumir; nosotros ya no estamos a la
cabeza de asumir cualquier medida. A partir de las 05:00 ellos ya están
movilizados y los vecinos se han auto-convocado; están furiosos contra este
gobierno porque está agarrando la justicia a la orden de un partido político,
para hacer persecución contra los dirigentes”2.
El
informe culmina con el siguiente resumen: El conflicto de Achacachi se arrastra
desde febrero cuando un grupo de vecinos quemaron la alcaldía y la casa del
alcalde Ramos en señal de protesta para exigir rendición de cuentas. La
autoridad demandó penalmente a los líderes vecinales y desde entonces no
gobierna en la sede de sus funciones, sino desde la población Warisata, distante
a 9 kilómetros de Achacachi3
. Felipe Quispe
Huanca ha sido posesionado como máximo representante de la comisión de bloqueo y
movilización. Cuando lo eligieron como máximo representante de la CSUTCB, en una
situación crítica, cuando se encontraban divididos los sindicatos campesinos, en
la pugna por el liderazgo entre Evo Morales Ayma y Alejo Veliz, fue una elección
acertada, pues emergieron las fuerzas radicales de los Ayllus Rojos, como
baluartes de la recomposición del sindicalismo campesino; otorgándole cualidad
interpelativa, de lucha y de combate; adquiriendo tonalidades de alcance
histórico el proyecto katarista, en su versión aguerrida. En estas
circunstancias la CSUTCB se radicaliza y se embarca en el bloqueo
indígena-campesino, que sitia a cuatro ciudades del eje central, El Alto, La
Paz, Cochabamba y Santa Cruz, después de la victoria de la guerra del agua en
Cochabamba; en la que se encuentra como protagonista la Coordinadora de Defensa
del Agua y de la Vida.
El bloqueo indígena campesino revive el sitio de las tropas
comandadas por Tupac Katari a la ciudad de Nuestra Señora de La Paz; sólo que en
esa coyuntura se trataba de cuatro ciudades capitales del eje central o troncal
de la economía boliviana. Se puede decir que estas dos victorias políticas
iniciales, de los seis años de la movilización prolongada (2000-2005), deciden
el curso siguiente de los acontecimientos. Primero,
a pesar de que se tenía que ir, el 2002, hacia una Asamblea Constituyente -
propuesta por las organizaciones indígenas, CIDOB y CONAMAQ, Asamblea
Constituyente o convocatoria a ella boicoteada por el MAS, que prefirió ir por
las elecciones nacionales, sin revisar la Constitución liberal heredada, cuando
las victorias políticas exigían, más bien, cambiar las reglas del juego
electoral - y, en vez de esto, se van a las elecciones nacionales del 2002, se
conformaron las condiciones subjetivas, derrumbadas las estructuras psicológicas
y simbólicas de la dominación, para que una opción cercana a la movilización
gane las elecciones. La victoria política de los movimientos sociales se
convirtió en ratificación electoral. Segundo,
cuando el MAS ya convertido en segunda fuerza del Congreso se develaron temprano
sus inclinaciones conciliadoras; se propuso modificar los términos de
intercambio de la renta hidrocarburífera; propuso la distribución del 50%, a
diferencia de la propuesta de la “derecha”, que se afincó en el 32% para el
Estado. Esto contrasta notoriamente con la propuesta popular emergida de la
guerra del gas, de la victoria política de la ciudad de El Alto, denominada
Agenda de Octubre, que se planteó la nacionalización de los hidrocarburos. Sin
embargo, a pesar de estas inclinaciones conciliadoras del MAS, se impuso la
voluntad de los movimientos sociales victoriosos, la voluntad de la movilización
prolongada.
Tercero, la guerra del gas, que estalla cuando coinciden las
luchas de las juntas de vecinos de El Alto contra las medidas de la Alcaldía
conocidas como Maya y Paya - una referida al impuesto a los inmuebles, la otra
referida al catastro - y la lucha de los sindicatos del Altiplano, concretamente
de la provincia de Pucarani, en contra el apresamiento y encarcelamiento de
dirigentes que llevaron a cabo y apoyaron la justicia comunitaria contra
ladrones de ganado. Como dijimos en Largo octubre, es
cuando la estructura de larga duración de la guerra anticolonial indígena y la
estructura de mediana duración de la lucha nacional-popular coinciden, se
encuentran, se refuerzan y entrelazan. Desde entonces, la marcha de los
acontecimientos, las victorias populares, son incontenibles.
Es en este contexto histórico-político que debemos situar e
interpretar el efecto de la elección de Felipe Quispe como máximo dirigente de
la CSUTCB. Ahora, Felipe Quispe vuelve a ser elegido como máximo representante
del bloqueo y la movilización de Achacachi, como dice el dirigente Larrazábal,
en defensa de la democracia. Si hacemos un
parangón, podemos sugerir que este hecho anuncia un cambio en los ritmos y las
tendencias inherentes al proceso político,
denominado “proceso de cambio”, que de cambio tiene la de la regresión,
primero, y después, de la decadencia. Anuncia el punto de inflexión del que
hablamos más arriba. La
movilización prolongada en Bolivia (2000-2005) asombró al mundo por su
vitalidad, persistencia, por la acumulación de fuerzas; además, por abrir otros
decursos de la lucha anticapitalista y anticolonial, compartiendo el horizonte
de apertura con lo que venía acaeciendo desde el levantamiento zapatista (1994)
contra el Tratado de Libre Comercio de Norte América.
Iniciando una nueva
generación de luchas anticapitalistas, anticoloniales y antimodernas; mostrando
más alcance y más profundidad histórica que la lucha proletaria contra el
capitalismo; pues ésta se había circunscrito en los horizontes de la modernidad
y no llegaba a ser anti-colonial, en pleno sentido de la palabra.
El problema aparece cuando los que se suben a la cresta de la ola,
en circunstancias aprovechables, desvalorizan, banalizan, debilitan y vacían
todo este acontecimiento histórico-político-social-cultural, que fue la
movilización prolongada.
Cuando convocan a una Asamblea Constituyente desde el Congreso, reduciéndola a
la condición de derivada, cuando ya la insurrección popular victoriosa la había
convocado antes, como corresponde, en lo que respecta al poder constituyente;
haciendo esta convocatoria insurreccional originaria a la Asamblea
Constituyente. Cuando convierten la Asamblea Constituyente en un escenario donde
se prolonga el ejecutivo, es decir, el poder constituido, tratando de someter a
sus criterios a la Asamblea Constituyente, queriéndola volver una Asamblea
Constituyente desconstituyente y sumisa.
Por la
envergadura de la Asamblea Constituyente, el país, con sus diversidades,
localismos, territorialidades, lenguas, espesores, estaba ahí. No se podía
eludir esta experiencia intensa del mirarse, olerse, conocerse. Además la
mayoría absoluta o más de la mayoría absoluta estaban como representación de las
mayorías populares, indígenas, campesinas y urbanas. Sin embargo,
en vez de
dejar fluir el poder constituyente, el ejecutivo y el MAS buscaron, por todas
las formas y maneras, controlar la Asamblea Constituyente.
El ejecutivo condujo a las dos crisis que casi le cuestan la vida a la Asamblea
Constituyente, que podía acabar con muerte prematura; la crisis de los 2/3, la
aritmética de las decisiones, establecida por la misma convocatoria a la
constituyente, por parte del Congreso; y la crisis de la “Capitalía”. Si se
salvó la Asamblea Constituyente fue por el estoicismo de los y las
constituyentes, que se mantuvieron firmes. El texto que finalmente se redactó,
no corresponde al bodrio presentado por las 21 comisiones, en su mayoría
manoseadas por el ejecutivo; sino gracias al documento del Pacto de la
Unidad, de las dos organizaciones indígenas y las tres organizaciones
campesinas, además de otras organizaciones sociales de menor demografía. Este
documento fue la base para la redacción de un texto coherente, que retome la
configuración del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico.
Los
encargados de redactar, se basaron en el documento del Pacto de Unidad, que era
un mandato de las organizaciones sociales, al que hizo caso omiso el MAS. Los
redactores tuvieron el buen juicio de convertir en transversales el Estado
plurinacional, los derechos de las naciones y pueblos indígenas, la articulación
de las generaciones de derechos, derechos civiles y políticos, derechos sociales
y del trabajo, derechos colectivos, derechos de la Madre Tierra. La comisión
técnicajurídica de constituyentes revisó el documento y lo mejoró. Este es el
documento que finalmente se aprobó en Oruro. Empero, para que vuelva a
intervenir el ejecutivo, convirtiendo al Congreso en “constitucional” –
avasallando la prerrogativa al poder constituyente, es decir, a la Asamblea
Constituyente -, para revisar el texto constitucional.
Es ahí donde se efectúan modificaciones conservadoras,
regresivas; empero, que no afectaron al núcleo de la estructura de la
Constitución. El ejecutivo no se da cuenta del alcance de la Constitución hasta
el conflicto del TIPNIS; es cuando se siente amarrado,
atado de manos, por una Constitución que le pone obstáculos a su proyecto
extractivista colonial del capitalismo dependiente. Esta es la razón por la que
el vicepresidente quiere hacer una reforma constitucional, para favorecer el
proyecto extractivista y del Estado rentista, para favorecer las exigencias de
las empresas trasnacionales extractivistas.
Sin embargo, no ha sido óbice,
la falta de reforma constitucional, para que los gobernantes y congresistas
oficialistas desmantelen la Constitución, pues en los hechos o en la práctica el
oficialismo la ha ido desmantelando, con consecutivas vulneraciones, que con
sarcasmo y grotescamente las denomina como “constitucionales”. Ahora
precisamente nos encontramos con dos de sus
sistemáticas violaciones a la Constitución, una respecto al TIPNIS y otra
respecto a Achacachi. Acostumbrado el gobierno a maniobrar, a usar la supuesta
astucia criolla, que más de astucia tiene de torpeza, de forcejos, considera que
también en estos casos se va imponer. Pero, se equivoca; ya le mostró la VIII
marcha indígena en defensa del TIPNIS y de la vida lo que puede el coraje de los
pueblos indígenas; ya le está mostrando Achacachi lo que puede el coraje del
legendario pueblo de Achacachi. Falta que el pueblo boliviano apoye a estas
resistencias y luchas contra el despotismo de la forma de gubernamentalidad
clientelar.
Boceto de
interpretación de algunas dinámicas moleculares
Como en todas las sociedades, pueblos, poblaciones, locales
y nacionales, los ejes dinámicos se dan en lo que Agnes Heller llama vida
cotidiana. La peculiaridad propia radica en la singularidad de desenvolver la
vida cotidiana; esto depende en el modo de asumir los bienes de consumo y en la
manera de configurar las expectativas. Así como de
las formas de responder a los desafíos del contexto y de las coyunturas;
podemos decir, las formas concretas de dar lugar a la reproducción social.
También se podría hablar de las estrategias o quizás, mas bien, hábitos
heredados de conformar entornos sociales, donde entran redes de filiación y
estructuras de alianzas. Como dice Levi Strauss, la cultura tiene que ver con
las maneras de la mesa, dicho de otro modo, con la cocina y la alimentación.
Siguiendo al antropólogo estructuralista, podríamos decir que también tiene que
ver con las estructuras simbólicas, mitológicas; en términos modernos, con los
imaginarios colectivos. Así mismo, debemos hablar de las maneras de aprender
social; es decir, de asumir la experiencia social y la memoria social. Por otra
parte, los tejidos sociales y territoriales entre la ciudad de Achacachi y sus
entornos rurales, por así decirlo, en lenguaje sociológico, como también con el
resto de los municipios de las provincias, sin olvidar sus hilados con la ciudad
de La Paz y la ciudad de El Alto, dan lugar a composiciones sociales y
culturales, así como organizacionales y políticas, singulares. Al respecto, si
bien, las investigaciones sociológicas de las décadas de los ochenta y noventa,
del siglo pasado, han visualizado la oposición, relativa, entre vecinos y
comunidades campesinas, no se puede asumir esta mirada e interpretación como
completa, mucho menos generalizarla. La complejidad social se conforma en
múltiples planos de intensidad, en espesores dinámicos, en integraciones
singulares concretas, dependiendo de las coyunturas. Es pretensioso y necio
querer interpretar las relaciones de una ciudad intermedia como Achacachi con
sus entornos de comunidades desde aquél enfoque sociológico. El substrato
histórico cultural y lingüístico aimara, que se combina con el substrato
cultural-territorial, condiciona, por así decirlo, la integración de los tejidos
sociales locales, de tal manera, que entre comunidades y pueblo se dan flujos dinámicos de movimiento, sobre todo,
filiales y de alianzas.
Por
lo que hemos expuesto, lo que nos interesa tocar, por ahora, es el eje
político-cultural, que se teje en las formas de reproducción social y en las
formas producentes sociales de Achacachi. Vamos a hacer una primera anotación,
apuntando a los dos substratos mencionados, considerados como parte de los
espesores del presente. Esta anotación corresponde a una primera hipótesis
interpretativa y de prospección, relativa al boceto que queremos brindar.
Eje político-cultural.
Se trata, en la simultaneidad dinámica, del señorío aimara
o, mejor dicho, señorío qulla o colla. No se trata sólo de lo que la
antropología de fines del siglo pasado definiera como identidad, ya sea
entendida como cultural, lingüística, incluso como la sociología definía como
nación, sino de tejidos sociales comunitarios, culturales y territoriales. No
parece ser apropiado lo que la historia y la etnohistoria denominó como señorío,
proyectando significados nominativos y conceptuales europeos; sin embargo, como
se usa en el lenguaje de las descripciones mencionadas, usaremos este término,
con fines ilustrativos y de exposición. Entonces, se trata de substratos
históricos-culturales-territoriales que condicionan y conforman composiciones y
combinaciones singulares en los distintos presentes.
2. En los espesores de la
coyuntura, la proyección del señorío aimara se manifiesta en la rebelión del
Pueblo de Achacachi. Lo hace contra -la forma de gubernamentalidad clientelar,
prebendal y corrupta. ¿Qué es lo que se repite como diferencia en la rebelión
del momento? ¿La resistencia a la expansión inca? ¿La resistencia a la conquista
y la colonia? ¿La resistencia a la incorporación republicana? ¿La resistencia a
la ex--vinculación, es decir, a la apropiación y privatización de tierras
comunitarias de origen? ¿La resistencia a la expansión liberal de las haciendas,
a costa de tierras comunitarias de origen? ¿La resistencia y participación en la
guerra federal? ¿El perfil propio durante el período de la Revolución Nacional
de 1952? ¿La resistencia a la dictadura militar y el apoyo a la demanda
campesina del valle, que derivó en una masacre? ¿La resistencia al proyecto
neoliberal y la participación en la movilización prolongada, particularmente en
el bloqueo indígena campesino del 2000? ¿La resistencia al gobierno progresista y
a la versión folclórica del Estado plurinacional, que no es más que el mismo
Estado-nación, sólo que barnizado con términos demagógicos y apropiación de
símbolos de las luchas de las naciones y pueblos indígenas-originarios?
Todos
estos momentos constitutivos se hacen presentes, en nuevas composiciones y
combinaciones en los espesores de la coyuntura.
3. Ahora bien, hemos mencionado, mas bien, dinámicas
molares, y no dinámicas moleculares. Hemos referido a las dinámicas moleculares,
mas bien, vinculadas a la vida cotidiana. Sabemos que no es sólo la vida
cotidiana la incumbencia de las dinámicas moleculares, pues, éstas sostienen a
las dinámicas molares, en todas las formas en que éstas aparecen y se
manifiestan. Entonces, en la estructuración, efectos de masa, conformación, de
las dinámicas molares mencionadas, de carácter político, si se quiere, se dan
dinámicas moleculares singulares, que sostienen al desplazamiento y
desenvolvimiento de las dinámicas molares políticas y culturales. Éstas
dinámicas moleculares tienen que ver con asociaciones y composiciones, por lo
tanto, relaciones y prácticas, moleculares de índole transgresor de la vida
cotidiana.
4. Al respecto, hemos configurado estos espaciamientos, mejor dicho,
estos espacio-tiempos-territoriales-sociales, como relativos a la sociedad
alterativa, que desborda y hace de substrato de la sociedad institucionalizada.
Entonces, es como si se hicieran visibles y patentes estos agenciamientos cuando
la crisis política, social y económica abre boquetes en la niebla ideológica e
institucional.
5. Algunos de los agenciamientos transgresores de la vida
cotidiana de estas dinámicas moleculares sociales tienen que ver con
emotividades desatadas por prácticas gubernamentales, sean municipales o
nacionales. Emotividades compartidas por personas y grupos, por organizaciones
sociales, en los ámbitos circunscritos a fracciones geográficas de lo
micro-social. Estas emotividades son interpretadas colectivamente y compartidas
socialmente, mediatizadas por estructuras de las organizaciones sociales, ya no
sólo en su dimensión micro-social, sino en la extensión social local. Al acaecer
esta fenomenología de la percepción colectiva, lo plural y múltiple molecular
adquiere efectos de masa, adquiere formas molares. 6. Lo que llamamos comúnmente
movilización social o movimiento social corresponde precisamente a esta
fenomenología de la percepción social, de la emotividad social convertida en
discurso y acción colectiva.
7. En lo que respecta a la rebelión de Achacachi, la
dinámica integral molecular-molar ya ha adquirido carácter de interpelación
política y de movilización anti-sistémica.
8. Para decirlo en los términos de la
interpelación político-cultural y en el discurso histórico político, el señorío aimara en metamorfosis como nación aimara se levanta desde el epicentro del
conflicto, convocando a la nación aimara y al pueblo boliviano.
9. La proyección
de esta convocatoria adquiere, en la coyuntura, las formas de un perfil
singular, sobre todo, a partir de la Declaración de Achacachi-TIPNIS. Se trata
de un llamado en defensa de la democracia, de la Constitución, de los derechos
de las naciones y pueblos indígenas, de los derechos civiles, políticos,
sociales, colectivos, del pueblo plural y múltiple, de los derechos de la Madre
Tierra, de la defensa de la vida.
10. En este sentido, la nación aimara quiere
aglutinar a las naciones que contiene el plural y múltiple pueblo boliviano.
Dinámicas sociales en el
TIPNIS
Breve descripción ecológica del Territorio Indígena y
Parque Nacional Isiboro-Sécure. En La guerra de la Madre Tierra I escribimos: De
acuerdo a fuentes de investigación científica sobre la biodiversidad el TIPNIS
es el corazón de la producción de agua de Bolivia (el 5to país con mayores
reservas de agua dulce del planeta). La interpretación de esta situación y esta
condición del TIPNIS, como ecosistema y como articulación de ecosistemas y
circuitos climáticos, se la describe de la siguiente manera: La peculiar
configuración geográfica de la cordillera de los Andes en nuestro país; en el
llamado codo de los Andes la cordillera hace una inflexión y en lugar de ir de
sur a norte va de oriente a occidente. Los contrafuertes andinos reciben los
vientos que provienen de la Amazonia (barlovento) recogiendo la humedad de la evapotranspiración de la biomasa boscosa; estos vientos se elevan cambiando de
curso, se enfrían, forman nubes (cúmulos cumnuloninmbus) que se precipitan en
ese lugar en un circuito permanente de lluvia que es el factor más importante de
generación de biodiversidad. También las masas de nubes pasan al otro lado de la
cordillera hacia los valles secos de Cochabamba y mesotérmicos de Santa Cruz
dando lugar a bofedales, lagunas y cursos de agua responsables de la relativa
humedad de algunos de estos valles productivos. Estas lagunas además de proveer
agua (ejemplo Misicuni) también proveen energía hidroeléctrica (ejemplo Corani).
Las nubes que atraviesan la cordillera también son responsables de la
biodiversidad de los bosques de altura (ejemplo La Siberia en al camino antiguo
Santa Cruz-Cochabamba) que forman cursos de agua para los valles de Santa Cruz
(ejemplo Comarapa). La conclusión del análisis de los mapas climáticos que saca
la fuente mencionada es categórica: En fin, queda claro que existe un serio
riesgo climático en estas dos regiones (cuenca del rio Mamoré) y valles de
Cochabamba, si se da un proceso de deforestación en los bosques amazónicos del
sub-andino. Dicho proceso de deforestación es, honestamente, imposible de ser
evitado si se dan asientos de colonización en la carretera, ya que la cultura de
la tala y quema seguramente podrá ser erradicada en un número de años no menor a
los requeridos para deforestar el 80% del bosque tropical que está en la región
que tratamos. Otra conclusión que saca el análisis científico es ilustrativa:
Por otro lado, será importante saber que la cantidad de suelo anegadizo en la
región del trazo que cruza el TIPNIS es tan grande que hasta la mejor ingeniería
va a tener serios problemas para su ejecución. Esta demás decir que el trazo por
el lado oriente es sobre suelo más fijo y de mejor transitabilidad.
Breve descripción del
conflicto
El conflicto del TIPNIS es descrito en La guerra de la
Madre Tierra I de la siguiente manera: ¿Qué podemos decir al respecto? En
relación a este análisis y descripción de las condiciones, pero también de las
probables consecuencias si se produce el quiebre del Territorio y Parque
Isiboro-Sécure, queda claro que
la defensa del TIPNIS es no sólo responsabilidad
de las comunidades de las naciones y pueblos indígenas originarios que lo
habitan, sino también de todos los bolivianos y bolivianas conscientes del
problema y la problemática, de todos los bolivianos y bolivianas que aprobamos
la Constitución Política del Estado. El TIPNIS es el corazón de la producción de
agua de Bolivia, no hay dónde perderse, si se ejecuta el proyecto extractivista,
el proyecto IIRSA, la vinculación transoceánica, conllevando el desplazamiento e
invasión cocalera, no sólo se terminará desforestando, degradando y destruyendo
uno de los ecosistemas más ricos en biodiversidad del planeta, sino que también
se habrá quebrado el corazón de la producción de agua, se habrá cortado con la
articulación de los ciclos del agua conectados a los ciclos climáticos, a los
ciclos del suelo, a los ciclos de los bosques, a los ciclos de reproducción de
la vida.
Cochabamba disminuirá progresivamente su régimen hidrológico y con el pasar del tiempo quedará sin agua, cambiando los climas de los grandes entornos geográficos y regionales del TIPNIS. Se entiende que, a mentalidades desarrollistas, extractivistas, modernistas e industrialistas, estas consecuencias les preocupo poco, si no es que nada, pues ellos miden los costos y beneficios en términos monetarios, en términos de la brutal y reducida contabilidad capitalista. En sus imaginarios colonizados no entran para nada los costos ambientales, los costos ecológicos; ahora sabemos que no les interesa para nada los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. ¿Qué es el desarrollo para estas mentalidades? Podemos interpretar que se trata del goce inmediato compulsivo de la ilusión dineraria; estos tardíos burgueses internacionalizados no llegan a un diseño estratégico de dominación; al contrario, se supeditan a potencias, a las estrategias de estas potencias, creyendo que, del rebalse de las ganancias de la acumulación ampliada de capital, a escala mundial, les va tocar una parte. No son solamente ilusos, sino que también expresan la consciencia desdichada de las burguesías tardías y periféricas.
El desarrollo al que apuestan es el desarrollo capitalista,
que se da en escala mundial; este “desarrollo” produce “subdesarrollo” y
dependencia en la periferia del sistema mundo capitalista. Estos gobernantes al
servicio de estrategias hegemónicas y de dominación a escala mundial, esta
lumpenburguesía, como la llamaba André Gunder Frank, no son otra cosa que
dispositivos y agenciamientos de los diagramas de poder, de los mapas de fuerza,
de la dominación global del capitalismo contemporáneo.
El
conflicto del TIPNIS ha puesto en evidencia los nuevos frentes políticos,
sociales, económicos y culturales, frentes dibujados en la coyuntura crítica del
proceso; por un lado, defendiendo los derechos de la Madre Tierra, están las
naciones y pueblos indígenas originarios, sobre todo los movimientos y
organizaciones propiamente indígenas, constatados en sus formas de organización,
formas de representación, mandos rotativos, normas y procedimientos propios,
instituciones ancestrales y cosmovisiones nativas; estas naciones y pueblos
están apoyados por nuevos movimientos juveniles y urbanos, también por
históricos movimientos como los regantes9, los guerreros del agua y
los guerreros del gas. Por otro lado, apoyando el trazo de la carretera por el TIPNIS, están las organizaciones campesinas, organizadas en sindicatos (CSUTCB, CNMCIOB “BS”, CSCIB); todo el conglomerado campesino, de alguna manera conducido
por las federaciones cocaleras.
Todo este conjunto, más o menos cohesionado, también
diferenciado y plural, así mismo abigarrado, que fue parte del llamado “bloque
popular”, ahora se encuentra llevando al ascenso desbocado a una nueva burguesía
emergente, de nuevos ricos y nuevos intermediarios en los circuitos de capital,
mercancías, transgénicos, contrabandos, tráficos, incluyendo los del
narcotráfico. Lo hace en el desplazamiento constante hacia alianzas inesperadas
con los agroindustriales de Santa Cruz, la burguesía intermediaria, la banca,
las empresas trasnacionales de los hidrocarburos y la minería, las empresas
constructoras brasileras y el gobierno brasilero.
Tomando en cuenta este mapa de
fuerzas, respecto a lo que decimos y afirmamos, vamos a respaldarnos en el
análisis que hace Enrique Ormachea, Investigador del Centro de Estudios para el
Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), quien hace una ilustrativa descripción de
la dinámica estructura de clases en la coyuntura,
lo que nos permite elucidar el
carácter de la lucha de clases y de la guerra descolonizadora en el momento de
la crisis del proceso. Enrique Ormachea escribe: Una buena parte de los
cocaleros son ya campesinos ricos o acomodados porque obtienen ganancias gracias
a la apropiación de trabajo ajeno, pues producen normalmente con el concurso de
peones asalariados. Por el contrario, los indígenas yuaracarés, moxeños y
chimanes que habitan en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure
(TIPNIS) –y la mayor parte de los indígenas de las tierras bajas– además de
realizar actividades agrícolas en chacos que usufructúan individualmente y que
combinan con otro tipo de actividades económicas vinculadas con el mercado (como
la extracción de recursos forestales y la elaboración de artesanías),
normalmente se ven obligados a vender temporalmente su fuerza de trabajo a
ganaderos, madereros y a los propios cocaleros para asegurar su medios de
subsistencia. En este sentido, mientras los primeros son pequeños y hasta
pequeñísimos capitalistas, los segundos son mayoritariamente semiproletarios10.
Esta descripción es importante pues nos ubica de lleno en la relación social, en la relación de dominación de un conglomerado social sobre otro, de una dinámica bullente de monocultivo, agrícola, comercial, encaminada a la expansión de la frontera agrícola, de la comunicación carretera y caminera, sobre otra dinámica, apegada al territorio, a las normas y procedimientos propios, a las instituciones ancestrales, a la búsqueda de un proyecto alternativo al desarrollo y a la modernidad, que actualice las comunidades ancestrales, sus manejos territoriales y de bosques, combinándolos con formas de organización emergentes y en la perspectiva establecida en la Constitución, perspectiva traducida como la del vivir bien. (...)
Interrumpamos la
lectura del ensayo para destacar
en el hoy de Argentina la propuesta de unidad con el kirchnerismo contra
Macri. No sólo sería
subordinación por poder nacional e internacional de CFK sino sobre todo es desconocer la ofensiva del sistema mundo capitalista.
Raúl Prada Alcoreza nos permite comprobar en qué resultó esa unidad contra el neoliberalismo en Bolivia y porqué:
Raúl Prada Alcoreza nos permite comprobar en qué resultó esa unidad contra el neoliberalismo en Bolivia y porqué:
Dinámicas moleculares molares sociales
21 de septiembre de 2017
Por Raúl
Prada Alcoreza
(...)Lo que fue el “bloque popular”, que se coaligó y expulsó a la
mega-coalición neoliberal, terminó mostrando su composición diferencial y ha
terminado de manifestar las contradicciones inherentes rápidamente, justo en el
momento de transición hacia el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico.
Esta abertura y quiebre del “bloque popular” evidencia la existencia de proyectos distintos, dicotómicos y contradictorios; un proyecto capitalista, desarrollista, extractivista, dependiente, articulándose al reacomodo de las estructuras y formas de intercambio en la geopolíticas del sistema mundo capitalista; otro proyecto emergente, nacido de las entrañas de las luchas sociales contra el neoliberalismo y de las entrañas de la guerra anticolonial y descolonizadora de las naciones y pueblos indígenas originarios, que ha expresado su horizonte civilizatorio en la Constitución, en tanto Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico, en tanto economía social y comunitaria, en tanto modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, la modernidad y el desarrollo.
Los dos proyectos no pueden coexistir en el proceso, son
opuestos; uno se coloca en la continuidad de la misma civilización moderna,
capitalista, desarrollista y extractivista; el otro apunta a abolir esta
civilización, abriendo la posibilidad civilizatoria alternativa, haciendo
emerger configuraciones culturales inhibidas por los colonialismos y los
capitalismos, actualizándolos y combinándolos con formas autogestionarias y
solidarias contemporáneas. Este proyecto se opone abiertamente al desarrollismo
y al extractivismo, se encamina más bien a restaurar las complementariedades
dinámicas con los ecosistemas, seres, ciclos vitales interrelacionados e
integrados en las formas complejas de reproducción de la vida.
No debe
sorprendernos entonces los conflictos que se dan entre el gobierno y las
naciones y pueblos indígenas originarios,
pues el gobierno se ha convertido en
la expresión política e institucional del proyecto de continuidad capitalista,
desarrollista, extractivista y de monocultivos. ¿Por qué ha sucedido esto?
La
contradicción era latente, sólo que no tuvo las condiciones de posibilidad para
mostrarse; una cosa era luchar contra los gobiernos neoliberales y el proyecto
neoliberal en curso y
otra cosa es abolir el Estado-nación, construir el Estado
Plurinacional Comunitario y Autonómico, en la perspectiva del modelo civilizatorio del
vivir bien, que se basa en el respeto de los derechos de los
seres, componentes y ciclos vitales de la Madre Tierra.
En lo que fue el “bloque popular” hay clases sociales que
no están dispuestas a abandonar las formas de monocultivo, menos la producción
de coca, también de cocaína, no están dispuestas a renunciar a la expansión de
la frontera agrícola a costa de los bosques y ecosistemas, no están dispuestas a
renunciar a las ganancias y, sobre todo, a las ganancias fáciles, tampoco van a
renunciar a una compulsión individual por la tenencia de la tierra, aunque esto
implique violar la Constitución. La CSUTCB ha desarrollado un anteproyecto de
Ley que contempla la desaparición de las TCOs (Tierras comunitarias de Origen) porque las considera
“latifundios”, también contempla la redistribución de la tierra de forma
individual, contraviniendo a la Constitución, que establece la reversión de
tierras a comunidades indígenas y campesinas de forma colectiva. Sorprende que
en las argumentaciones justificadoras del anteproyecto se ventilen calificativos
de “terratenientes” para los indígenas que habitan las TCOs,
llama la atención
que se olviden de los latifundistas y terratenientes históricos, contra los que
se había tenido una larga lucha, precisamente por la reforma agraria.
¿Qué pasa? ¿Otros son los enemigos? Ahora son los indígenas, las naciones y pueblos indígenas, sus organizaciones, sus formas colectivas de propiedad, sus gestiones territoriales ancestrales. Ahora, en cambio, los campesinos son aliados de los latifundistas y terratenientes históricos, los agroindustriales, los soyeros, que emplean transgénicos, los empresarios, pues ellos, así como los campesinos, persiguen la continuidad del mismo modelo capitalista, desarrollista, extractivista.Ahora las alianzas son otras y los frentes de la lucha son otros. El conflicto en torno al TIPNIS es demostrativo por poner al descubierto de una manera descarnada estas contradicciones: Acicateados entonces por sus crecientes motivaciones de acumulación, los cocaleros del trópico de Cochabamba se han visto en la necesidad de acrecentar sus propiedades, lo que implica expandir la frontera agrícola. Sin embargo, esta expansión sólo puede darse hacia dos zonas claramente definidas. Por un lado, hacia el TIPNIS y, por otro lado, hacia el departamento de Santa Cruz; esta última opción implicaría avanzar sobre tierras que ya están ocupadas tanto por otros colonizadores (buena parte de ellos también campesinos ricos) como por pequeñas, medianas y grandes empresas capitalistas agrícolas y ganaderas articuladas a la agroindustria 11.
Al respecto y de una manera contextual, Mayari Castillo y
Anahí Durand, escriben en Identidades, etnicidad y racismo en América Latina,
que: En primer lugar, la economía de la coca, aunque no reconocida oficialmente,
genera una porción importante del PIB de Bolivia. Durante la peor crisis
económica, la economía ilegal de la coca permitió sustentar la aplicación de los
ajustes estructurales, siendo válvula de escape de la pobreza y un nuevo espacio
laboral para los ex mineros de las recién cerradas minas de la COB (Lanza,
1999). De la misma manera, frente a una economía con crecimiento estancado o
negativo y uno de los índices de pobreza más altos de América Latina, la
cooperación internacional radicada en Bolivia constituía una importante fuente
de ingreso. En los últimos doce años, Bolivia recibió por concepto de asistencia
financiera oficial cerca del 11% del PIB. Sumado a los aportes de agencias
privadas, ONG y otros, la cifra se eleva a un 15% (Grebe, 2002). También pudo
reprogramar su deuda financiera gracias a los recursos donados por Europa y,
hasta hace poco, recibía financiamiento de organismos multilaterales como el
Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Andina
de Fomento, además de financiamiento de carácter bilateral desde Japón, Estados
Unidos, Alemania y Países Bajos. La mayor parte de estos apoyos estaban
condicionados al cumplimiento de metas sobre control del narcotráfico,
incluyendo la erradicación del cultivo de la hoja de coca. Por ello, la
resistencia cocalera al cumplimiento de metas otorgaba al conflicto una
importancia nacional12.
Los investigadores nos dejan en este dibujo panorámico y de
evaluación del movimiento cocalero determinados perfiles de la problemática:
-
Primero se habla de una economía de la coca, una economía subterránea, que sostiene parte del funcionamiento de los circuitos económicos.
-
Segundo, que, con el propósito de erradicación y sustitución de los cultivos de coca, la cooperación internacional ha financiado programas de apoyo a la diversificación de la producción agrícola, así como programas de interdicción. Todo esto puede considerarse también como parte de las inyecciones monetarias al campo económico boliviano, incidiendo en la formación de su Producto Interno Bruto (PIB). En otras palabras, la economía de la coca forma parte de la realidad, como uno de sus niveles, en la compleja sedimentación de sus ámbitos, mundos paralelos o colaterales. Esta economía de la coca es tan importante que no sólo dibuja circuitos, recorridos, articulaciones con otros niveles económicos, sino que también ha terminado constituyendo sujetos sociales, subjetividades e imaginarios, incluso instrumentos políticos y electorales, además de lograr catapultar a las Federaciones Cocaleras por parte del gobierno.
Se sabe que por
lo menos dos ámbitos territoriales campesinos están articulados a la economía de
la coca, Los Yungas y El Chapare, además de otros territorios de expansión,
comprendiendo otras zonas más circunscritas y dispersas, que fueron
tradicionales en el cultivo de la hoja de coca, como el caso de Apolo e Inquisivi; también hay que considerar la irradiación espacial de la economía de
la coca en relación a otros circuitos comerciales y flujos dinerarios, de
mercancías y migraciones. También sabemos que la economía de la coca ha estado
articulada a la historia económica de la Audiencia de Charcas y de los periodos
republicanos; el ciclo de la economía de la plata, el ciclo de la economía del
estaño y, también, aunque de un modo más indirecto y con muchas mediaciones, al
actual ciclo de la economía de los hidrocarburos.
La economía de la coca ha formado parte entonces de las
estructuras económicas, de sus flujos, circuitos y recorridos. Por otra parte,
podemos abrirnos a la comprensión de las estrategias diferenciales, plurales,
cíclicas y rítmicas de las economías campesinas, atravesadas por
complementariedades, reciprocidades, también por transformaciones del ayni y la
mink’a, como formas de relación por servicios y especies, por un lado, y por
trabajos y dinero, por otro. Comprender también que las formas de organización
son complejas, variadas, expansibles o contraíbles, dependiendo de la forma como
se relacionan las unidades domésticas con las familias, con las estructuras
familiares, comprendiendo edades, género y generaciones.
Así mismo tener en
cuenta las diferentes prácticas de los vecinos respecto a las prácticas
combinadas de los pueblos y comunidades. Todo esto nos muestra una combinación
rica de estrategias y de estructuras, de composiciones y de ritmos cíclicos,
dependiendo del producto, de las interrelaciones entre productos, dependiendo
también del lugar y del momento. Las economías campesinas son configuradas por
racionalidades alternativas y colaterales a la racionalidad moderna y eficaz del
cálculo del costo y beneficio. En otras palabras, es imposible comprender las
estrategias campesinas a partir de la reducida contabilidad económica. Se trata
de otras racionalidades, que funcionan flexiblemente, dúctilmente y en
combinaciones abiertas 13 Empero, algo que podemos compartir con cierta
certeza es que, de todas maneras, se trata de economías articuladas al mercado y
a los vaivenes del mercado, por lo tanto, a los movimientos de los precios de
los productos. Ahora bien, un cultivo y producto altamente rentable es la coca,
incluso en momentos de bajos precios; esto debido a los rendimientos, sobre todo
a las cosechas que se dan al año. Lo que decimos vale mucho más cuando los
precios de la hoja de coca suben estrepitosamente, debido a factores externos de
extrema imponderabilidad, como la debida al comercio del narcotráfico, sobre
todo de la cocaína. Bajo estas consideraciones es posible una hipótesis en
relación a la expansión estrepitosa de los cultivos de la hoja de coca,
incluyendo la invasión a los parques y territorios indígenas.
Es tan gravitante el comercio de la cocaína, tal la incidencia de sus circuitos, de su capacidad de irradiación, de su fuerza financiera, de sus múltiples estrategias de tráfico, que se ha convertido en el núcleo explicativo de la propia economía de la coca, por lo tanto, no sólo de los circuitos y de la acumulación sino de la expansión compulsiva del monocultivo. Independientemente de cualquier pretensión moral o de pose artificial sobre la problemática de la cocaína, pretensión y pose falsa de las potencias, de NNUU y de la cooperación internacional, lo que importan es comprender claramente el conflicto suscitado en torno al TIPNIS, así como los conflictos que se han dado sucesivamente, contiendas anteriores y en perspectiva, repetidos intermitentemente, colisiones del gobierno con las naciones y pueblos indígenas originarios, desde la aprobación de la Constitución; lo que importa es comprender el conflicto a partir de las fuerzas involucradas, de las tendencias, de los proyectos inherentes. La economía de la coca forma parte de la economía de la cocaína y la economía de la cocaína forma parte de las economías del sistema-mundo capitalista. Una apuesta por la expansión del monocultivo de la coca forma parte de la expansión compulsiva de la economía de la cocaína y obviamente de la acumulación ampliada de capital en la economía-mundo capitalista. Apostar por esta salida, se lo haga abiertamente, como en el caso de las decisiones prácticas que toman los cocaleros, o veladamente, haciendo como si no se viera nada, como ocurre con el comportamiento del gobierno respecto a esta problemática, no importa, pero apostar por esta salida significa la continuidad del modelo capitalista, desarrollista extractivista y dependiente, ahora atravesado por la economía política del chantaje, es decir por la economía de la cocaína, como una de sus formas.
Este proyecto continuista se enfrenta abiertamente al otro
proyecto, nacido de las entrañas de las luchas sociales y de la guerra
anticolonial y descolonizadora, expresada plenamente en la Constitución. Este
modelo es el del vivir bien, modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, a
la modernidad y al desarrollo. Este modelo se basa en la condición
plurinacional, en la condición comunitaria, en la condición autonómica y en la
condición intercultural, por lo tanto, este modelo se basa en las cosmovisiones
indígenas y en la reconstitución de los territorios ancestrales, actualmente
habitados, como reza la Constitución.
Este modelo supone un descentramiento
radical del antropocentrismo, desplazándose al reconocimiento de la condición
vital de los otros seres que componen la Madre Tierra, reconociendo su condición
de sujetos y reconociendo sus derechos. Esta concepción está plasmada en el
Proyecto de Ley de la Madre Tierra - elaborado por el Pacto de Unidad, antes de
su ruptura, y desmantelado por el “gobierno progresista” y presentada como un Frankenstein en una grotesca simulación denominada Ley de la Madre Tierra y del
Desarrollo Integral -.
El conflicto del TIPNIS está expresando entonces la guerra de dos proyectos opuestos, antagónicos, de modelos encontrados, uno el capitalista y moderno, el otro alternativo al capitalismo y la modernidad. Hay una lucha de clases y una guerra anticolonial y descolonizadora en curso, con sus sujetos sociales, sus organizaciones, sus instituciones opuestas, incluso con sus diferentes formaciones discursivas en franco y abierto debate.
Volviendo al análisis de Enrique Ormachea, podemos
dimensionar los alcances concretos del conflicto en torno al TIPNIS. Entonces el
conflicto específico, en el territorio, en los límites del parque y en el
interior del parque, en el llamado “Bloque Siete”, que es la zona de
avasallamiento del parque por los colonizadores, es entre comunidades indígenas
y colonizadores, comunidades indígenas y cocaleros. En el documento citado se
escribe: Si en algo hacen hincapié los indígenas cuando plantean la defensa del
TIPNIS es en el tema de la expansión cocalera y sus efectos. No les faltan
razones. En el Gobierno de Evo Morales se les ha recortado alrededor de 145 mil
hectáreas que acabaron siendo dotadas a cocaleros que habían ocupado estas
tierras de hecho, al aprobar un título final de propiedad colectiva de 1.091.656
hectáreas frente al título ejecutorial concedido en 1997 que ascendía a
1.236.296 hectáreas14 . La legitimación del avasallamiento ya muestra el sentido
del gobierno, de sus políticas en relación a la tierra y al territorio, en
relación de lo que respecta a las áreas protegidas y territorios indígenas.
El
gobierno responde en primer lugar, en el plano afectivo y de los compromisos
orgánicos, a las federaciones cocaleras, también a las organizaciones de
colonizadores, llamados ahora “interculturales”, que ya cuenta con más de un
millón de afiliados, así mismo responde a los compromisos sindicales con las
organizaciones campesinas, constituidas en la CSUTCB y en la Confederación de
Mujeres Campesinas, las conocidas como “bartolinas”; en segundo lugar, ya en un
plano político, responde a la continuidad del proyecto capitalista,
desarrollista, extractivista, dependiente, otorgándole un carácter popular al
proyecto; en tercer lugar, ya en un plano estratégico o geopolítico, el gobierno
está supeditado a la irradiación de la política expansionista y hegemónica del
Estado brasilero; en cuarto lugar, ya en un plano de las complicaciones de las
que no puede zafarse, atado a las herencias de las lógicas de poder persistente,
responde a los condicionamientos de las empresas trasnacionales, tanto de los
hidrocarburos como de la minería; en quinto lugar, ya en el plan de las nuevas
alianzas, responde a los acuerdos económicos con la burguesía intermediaria
boliviana, los agroindustriales, los soyeros y las mediaciones de los grandes
monopolios de las empresas de transgénicos.
La presión sobre la frontera
agrícola cocalera y colonizadora se da no sólo con la benevolencia del gobierno
sino en alianza estratégica con los agroindustriales y soyeros, es decir, la
burguesía intermediaria. Todos ellos forman parte de la composición social,
económica, subjetiva e imaginaria del proyecto desarrollista-extractivista. Esta
situación es vivida, intuida, comprendida y elucidada por las organizaciones
indígenas del CIDOB y CONAMAQ. Se comenta el testimonio de uno de los dirigentes
del TIPNIS que estuvo en la VIII marcha indígena: En una entrevista reciente, el
dirigente indígena Adolfo Moye ha señalado que, a raíz de la expansión de los
cocaleros hacia las comunidades indígenas del TIPNIS, muchas terminaron rodeadas
de colonos “…por ejemplo, la comunidad de Santísima Trinidad donde yo vivo junto
a 140 familias indígenas mezcladas con algunos colonos, hemos quedado al centro
de la zona colonizada y rodeada por cocaleros.
En la comunidad Limo, los hermanos del pueblo moxeño e
yuracaré ahora tienen apenas una hectárea y trabajan como empleados de los
colonos. Sus hijos han tenido que migrar a las ciudades capitales para buscar
empleo queriendo adoptar otra forma de vida; en muchos pueblos sólo quedan los
viejitos. Algunas comunidades, como Puerto Patiño e Isiborito, se extinguieron y
no sabemos a dónde se fueron esos hermanos…”. (Entrevista en el Foro Social de
Asunción) 16 . El testimonio de Adolfo Moye es elocuente; lo que describe es una
relación de dominación de los cocaleros y de los colonizadores sobre los
indígenas del TIPNIS. Los indígenas no solamente son discriminados y explotados,
sino vistos como inferiores. No se los considera iguales, ni se establece con ellos
relaciones de igualdad. Esto ocurre de manera dramática en los lugares de
intersección entre comunidades indígenas y colonos; si bien no ocurre lo mismo
cuando los dirigentes de las organizaciones indígenas y de las organizaciones
campesinas entablan relaciones de organización, de discusión, cuando entablan
acuerdos y pactan sobre temas de interés común, pues a este nivel se entiende
que no considerarse como iguales sería una muestra insostenible de racismo. No
ocurre porque a ese nivel se tiene otra concepción de lo que es ser indígena;
somos todos indígenas, aymaras, quischwas, urus, chipayas, guaranís, moxeños,
chácobos, chimánes, yuracarés.
La diferencia está en que unos somos campesinos y
otros conservan la propiedad comunitaria, el ayllu; unos estamos organizados en
sindicatos y otros en las formas organizativas propias comunitarias. Este
discurso se mantuvo durante parte de la vida del Pacto de Unidad, sobre todo
durante el proceso constituyente. Ahora parece desmoronarse este discurso ante
la evidencia de las grandes diferencias, discrepancias de concepciones, de
intereses y de proyectos. Los dirigentes campesinos se acercan rápidamente a los
prejuicios que tienen los campesinos y colonos que habitan los lugares
limítrofes con territorios indígenas. Sobre todo, ahora, cuando se da el
conflicto del TIPNIS, los dirigentes campesinos se apegan más a defender el
discurso gubernamental, estridentemente descalificador del movimiento indígena
en defensa de sus derechos, consagrados por la Constitución. El “bloque popular”
se ha roto.
Esta descripción me recuerda a lo que ocurría años atrás, cuando era
vigente, convocativo e irradiante el proletariado minero; a pesar de su
consciencia de clase, de su condición de clase compuesta por el desclasamiento
de las otras clases, de clase que debería abolir todas las clases, los mineros
mantenían relaciones de dominación, subordinando a las comunidades indígenas y
campesinas aledañas a los campamentos. ¿Por qué ocurre esto? Se notaba un aire
de superioridad; una cosa implica estar ligado al campamento minero, a la
explotación de las vetas mineras, a los ingenios, a la organización capitalista
del trabajo, y otra cosa significa estar ligado a los ayllus, a las comunidades,
donde preponderaban “modos” de “producción pre-capitalistas” y no-capitalistas.
La diferencia estaba dada.
Los mineros compartían una ilusión desarrollista y un
imaginario modernista, en contraposición de los indígenas y campesinos, que
expresaban un apego a otros imaginarios, mas bien, animistas.
Una de las
consecuencias de la modernidad fue esta descalificación de otras formas de vida,
de otras formas de cohesión social y de relacionamiento, que no sean las propias
de la modernidad. Las investigaciones y los estudios sociológicos han descrito y
han teorizado sobre la transición a la modernidad; el desencanto, la
desacralización, la ruptura y quiebre de las comunidades, de las instituciones y
estructuras tradicionales, forma parte de las hipótesis iniciales de estos
estudios y estos análisis. El paso de la familia extendida y compuesta a la
familia nuclear, las migraciones rural-urbanas, la atomización y la
individualización, la homogeneización de los comportamientos y las conductas, el
disciplinamiento, forman parte de este proceso de modernización, entendido como
una dinámica cultural y civilizatoria, que pone en suspenso los valores y las
instituciones tradicionales; la modernidad entendida como experiencia de la
vertiginosidad, sensibilidad estética que expresa esta experiencia como cuando
todo lo sólido se desvanece en el aire, frase de Shakespeare, recogida por
Marx17.
La historia de la representación de la modernidad es toda una
arqueología, comienza con los poetas malditos, quienes le atribuyen
características estéticas y lúdicas, haciendo hincapié sobre todo en la
experiencia de la vertiginosidad y el suspenso. El concepto es retomado por la
sociología y la economía, empero, de una manera más instrumental y descriptiva,
perdiendo sus ribetes poéticos, empezando a adquirir perfiles organizacionales,
estructurales, institucionales y de relaciones de mapas definidos de transvaloración y transición modernizadora. Marx y algunas corrientes marxistas
retoman el concepto dándole un carácter dialéctico, retomando algunas ideas
iniciales de la experiencia de la transformación desbocada. Ya en la etapa de
balance habría que contar con el análisis desplegado por Marshall Berman;
estudio que intitula precisamente Todo lo sólido se desvanece en el aire18. En
las corrientes marxistas teóricas contemporáneas un antecedente de la crítica de
la modernidad es el libro de Adorno y Horkheimer titulado Dialéctica del
iluminismo19 .
Quizás sea el análisis más penetrante de la modernidad, a la que
caracterizan como iluminismo, que también puede ser retomada como crítica; de lo
que se trata entonces es de desplegar una crítica de la crítica, un iluminismo
del iluminismo. Ponen en cuestión los mitos de la modernidad, como la idea de
progreso y el mito de la historia; también ponen en cuestión la pretensión
moderna de dominación de la naturaleza. Queda claro en los autores, que hacen la
crítica de la racionalidad instrumental, que
no basta hacer una crítica de la
economía política, sino que es necesaria y urgente hacer una crítica de la
modernidad, matriz histórica y cultural, civilizatoria, en la que emerge y se
recicla el capitalismo. Después de ellos, todas las escuelas, corrientes
teóricas críticas de la modernidad, son deudoras de la apertura iniciada por la
Escuela de Frankfurt.
A nosotros nos interesa retomar las críticas de la modernidad en los contextos periféricos del sistema-mundo capitalista, pues nos interesa comprender los fenómenos complejos, abigarrados y heterogéneos que desata la modernización en nuestras regiones y países. Marshall Berman escribe sobre el modernismo del subdesarrollo y toma en cuenta el caso de San Petersburgo, dice que se trata de modernidades impulsadas desde arriba, por el Estado, el poder; quizás también por algunas élites. Son construcciones titánicas que se enfrentan a los pantanos, es la voluntad de la geometría que termina imponiéndose a la adversidad, a pesar de las inundaciones centenarias.
Se trata de espacios modernos, pero sin contar con una vida moderna, espacios
públicos que no llegan a tener vida pública. ¿Qué es la modernidad en estos
lugares insondables? ¿Es una ilusión? ¿Un espejismo? ¿Un fabuloso monumento?
Todo lo demás no llega a ser moderno, las instituciones, el manejo de las
instituciones, el Estado, la administración del Estado; tampoco las
subjetividades. Estamos ante transiciones problemáticas, cuando el pasado no
termina de irse, mas bien, se queda persistentemente, combinándose con esas
proposiciones iluministas de futuro. Se producen composiciones intrincadas que
contienen también subjetividades recargadas, que acompañan a comportamientos que
moran mundos que cohabitan.
René Zabaleta Mercado habla de formaciones
abigarradas y Bolívar Echeverría de modernidades barrocas. ¿Qué es la modernidad
en la periferia del sistema-mundo capitalista? Las corrientes hindúes que
estudian la subalternidad conciben que, mas bien, hay que comprender
modernidades heterogéneas o la modernidad en su condición heterogénea.
Ciertamente no se puede hablar del ámbito social del campesinado como si fuera
homogéneo; esto desde ya está descartado. Estamos ante un campo complejo y
diferencial, cuyos ciclos y articulaciones con el mercado también son variados.
En un tiempo se pensó que la campesinización y la re-campesinización formaban
parte de procesos de resistencia a la diseminación capitalista. Se mostraban
contradicciones de las formaciones campesinas con el mercado, con el capitalismo
y con el capital a partir de la tesis de la subsunción formal del trabajo al
capita. En Bolivia se realizaron estudios de la cuestión agraria, sobre todo de
las economías campesinas, a partir de su irrupción misma, irrupción que se da
desde la expansión de las formas de pequeña propiedad agraria, a partir de la
reforma agraria de 1953. Se pueden hacer distintas clasificaciones de un
abundante material, que llega hasta nuestros días, empero nos interesa, por los
límites y las razones implícitas de este ensayo, dibujar grandes campos de
análisis.
Se puede apreciar que una de las áreas de preocupación, quizás las más economicista,
está relacionada con las evaluaciones de la reforma agraria y la búsqueda por
reencaminarla; otra área de preocupación es la que tiene que ver con los
estudios de caso, con un enfoque sociológico; quizás los más interesantes son
los estudios que vienen acompañados de una orientación antropológica, sobre todo
por el aporte etnográfico en el análisis de las estructuras y las instituciones
involucradas. No podemos dejar de considerar los estudios sobre la estructura
agraria y de clases desde una perspectiva marxista, mas bien, análisis macros
que estudios locales o regionales. Por último, deberíamos considerar un área de
trabajos de investigación antropológicas, sociológicas y económicas, de enfoque,
mas bien, integral, que cuestiona las perspectivas anteriores, consideradas estáticas, que no contemplan las
dinámicas locales, diferenciales, cíclicas y de estructuras de cambiantes,
vinculadas a las estrategias de adaptación a las circunstancias de las formas de
organización campesinas. Quizás las más aportadoras a la elucidación y a la
inteligibilidad de la problemática campesina sean estos estudios23.
En relación
a toda esta arqueología del saber de la cuestión agraria, debemos apreciar sus
mapas conceptuales, para poder atender con una mirada escrutadora a los
recientes desplazamientos de las economías campesinas. Obviamente lo que se
requiere para lograr una comprensión adecuada de lo que ocurre son
investigaciones a profundidad y en los distintos espacios de desplazamiento de
las formas de organización campesina; empero, a falta de estas investigaciones,
nos vemos obligados a lanzar algunas hipótesis interpretativas de lo ocurre en
la coyuntura crítica del proceso con las economías y formas de organización
campesina, sus estrategias y sus circuitos.
Hipótesis
Por más compleja que pueda ser la formación social,
económica y cultural campesina, por más diversa y diferencial, por más barroca,
combinada, compuesta y entrecruzada en que se encuentre, moviéndose
contradictoriamente en transiciones cíclicas, definiendo a veces rutas en
espiral y en algunos casos desplazamientos lineales, toda esta complejidad está
atravesada por los circuitos del mercado, los circuitos dinerarios, incluso, en
menor escala los circuitos financieros, como los relativos al microcrédito;
aunque tengamos que aceptar, como lo hicimos en otro tiempo, la presencia
alterativa de resistencias, de otras lógicas, otras estrategias y otras
racionalidades, el mercado y el desarrollo capitalista juegan un papel
gravitante, sobre todo en determinados momentos de alta demanda de monocultivos
y de la evidencia de la atracción efectiva de subida de precios. Esta atmósfera
de muchos microclimas culturales, imaginarios y de comportamientos, recrea la
ilusión de una modernidad barroca, heterogénea, del bienestar, del acceso y del
consumo. En momentos de intervención de circuitos de alta rentabilidad y de
predisposiciones políticas que los facilitan, los conglomerados sociales
campesinos, sus tendencias económicas, tienden a volcarse plenamente a la
ilusión del desarrollismo y sobre todo al espejismo de la riqueza fácil.
Los núcleos de resistencias, alterativos, alternativos, las racionalidades y estrategias complementarias y cíclicas, tienden a ser inhibidas, ocultadas, desarticuladas, en beneficio de las opciones más comerciales, incluso más perversas de los circuitos dinerarios.
Boceto de interpretación de algunas dinámicas moleculares
En el caso de las comunidades indígenas de la Amazonia, particularmente en el
caso del TIPNIS, lo que llamamos vida cotidiana, para definir uno de los ámbitos
recurrentes de las dinamices moleculares sociales, adquiere las tonalidades de
vida en la territorialidad acuática y la territorialidad boscosa de la Amazonía,
entonces, entonces la vida social y comunal más se acerca a las formas de los
ciclos vitales, dados en esas territorialidades. Entre las actividades de la
reproducción social comunitaria se encuentran la pesca, la caza y la
recolección; también cierta agricultura, como el cacao, así como cría de
animales, no sólo domésticos, sino incluso lagartos. El cacao y los lagartos
están vinculados a mercados especializados en la industria de chocolate como en
el uso de cueros de saurios. La comunicación fluvial es la que conecta, desde
tiempos antiguos a las comunidades indígenas amazónicas; es la red
comunicacional, como dicen sus dirigentes, son sus “caminos” o “carreteras”. El TIPNIS está dividido administrativamente en tres zonas, la del núcleo boscoso
del territorio, que es considerado como intangible; la del “desarrollo
comunitario” y la del “desarrollo sostenible”. Estos últimos tienen
vinculaciones con el mercado, además de encontrarse bañados, por así decirlo,
por los ríos Isiboro, Sécure e Ichoa y sus afluentes. La cuarta zona, por así
decirlo, siguiendo con esta clasificación administrativa, sería la zona de
avasallamiento de los colonizadores, que corresponde a lo que se ha venido en
llamar el “Bloque Siete”. En consecuencia, tendríamos que añadir,
descriptivamente, otras actividades de los ámbitos de la vida social
comunitaria; esta vez más cerca de la vida cotidiana que a los ciclos vitales
ecológicos. Hemos mencionados las actividades agrícolas, la de la cosecha del
cacao, la de la cría de saurios, además de otras actividades de combinación de
subsistencia y de mercadeo, fuera de la venta de fuerza de trabajo asalariada,
de manera esporádica. Tendríamos que mencionar, en referencia al “Bloque Siete”,
la del cultivo de la hoja de coca excedentaria. Con esta descripción sucinta
tenemos ya un panorama de aproximación a los ámbitos de las dinámicas
moleculares sociales. Sin embargo, no se termina de abarcar los ámbitos de las
dinámicas moleculares sociales si no se mencionan los ámbitos relativos a la
organización comunal, social y sindical. La Subcentral del TIPNIS forma parte
del CIDOB, la organización indígena de tierras bajas; los sindicatos cocaleros
del “Bloque Siete” forman parte de la Federación Campesina del Trópico de
Cochabamba. Aunque hay que hablar también del CONISUR, que es un montaje
gubernamental en el “Bloque Siete” para simular la representación de
comunidades indígenas.
Como hicimos notar más arriba las dinámicas moleculares
no sólo se circunscriben a la vida comunitaria, más cercana a los ciclos vitales
ecológicos, tampoco a la vida social comunitaria de la denominada vida
cotidiana, sino que hay otros ámbitos que hemos llamado de las dinámicas
moleculares sociales de transgresión o, si se quiere, de transversalidad de la
vida comunitaria y de la vida cotidiana. Hablamos de las asociaciones vinculadas
a los agenciamientos de la movilización indígena. En otros textos dijimos que en
estos entrelazamientos de otros agenciamientos comunitarios las mujeres hacen de
tejedoras de los tejidos comunitarios, al expresar, encarnar y simbolizar los
entramados comunitarios. De la misma manera que en lo que respecta a Achacachi,
en el TIPNIS podemos mencionar, a modo de comparación, un eje
políticocomunitario-cultural de los tejidos sociales comunitarios, que tienen
que ver con las dinámicas moleculares comunitarias sociales transgresoras.
Eje político-comunitario-cultural
1. Los espesores
territoriales, comunitarios y culturales amazónicos, en este caso del TIPNIS,
moxeños trinitarios, chimanes e yuracares, son los substratos eco-sociales de lo
que las dos organizaciones indígenas, de tierras bajas y de tierras altas, el
CIDOB y el CONAMAQ, denominan proyectos civilizatorios alternativos de las
naciones y pueblos indígenas originarios.
2. En los espesores de la coyuntura
los substratos ecológicos y comunitarios se hacen presentes como resistencia
indígena en el conflicto con el “gobierno progresista”.
3. Las dinámicas
moleculares comunitarias y sociales, en su multiplicidad bullente, tienen
efectos e masa, como conformaciones molares sociales. Entre las formas molares
comunitarias y sociales, fuera de las organizaciones indígenas mencionadas, se
encuentran las formas políticas del conflicto. La expresión conocida que
denomina al conflicto del TIPNIS, dicho desde la interpelación indígena, es la
defensa del TIPNIS y de la vida.
4. Ciertamente la forma molar territorial,
reconocida administrativamente, es el mismo Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro-Sécure. Por lo tanto, también la zona denominada “Bloque
Siete”, que es reconocida en términos administrativos gubernamentales.
5. Pero,
sobre todo, interesa mencionar a las formas de avasallamiento de los territorios
indígenas amazónicos. Hablamos del avance de la frontera agrícola, así como de
otras fronteras de la extensión de la economía capitalista y de la vorágine del
mercado; por ejemplo, la frontera maderera, responsable de la tala de árboles y
de la destrucción de bosques. En el caso del avance de la frontera agrícola, se
trata de la expansión depredadora de la frontera del cultivo de la hoja de coca excedentaria, acompañada por la expansión disociadora y diseminadora de la
economía política de la cocaína. En lo que respecta al conflicto del TIPNIS, no
se puede obviar la expansión de la frontera caminera y de carreteras, que forman
parte de la infraestructura comunicacional física del espaciamiento del
capitalismo extractivista colonial y dependiente. Así también, de la expansión
de la frontera hidrocarburífera y quizás también minera.
6. Las dinámicas
moleculares comunitarias transgresoras de la vida cotidiana, que forman parte,
en este caso, no solo de la sociedad alterativa, sino de las comunidades
indígenas alterativas, corresponden a los agenciamientos comunitarios y sociales
alterativos que sostienen no sólo las movilizaciones indígenas, sino también las
resistencias, todavía diseminadas, del pueblo boliviano, al proyecto colonial
extractivista del “gobierno progresista”.
7. Siguiendo con la comparación respecto del conflicto de Achacachi, diremos que entre las dinámicas moleculares comunitarias y sociales se destacan los flujos de emotividad social en lo que respecta a la defensa ambiental y ecológica, así como de los derechos de las naciones y pueblos indígenas, consagrados en la Constitución. Estos flujos emotivos colectivos, comunitarios y sociales son compartidos por colectivos activistas, por parte de la opinión pública y el pueblo boliviano, además de ser compartidos por colectivos continentales y mundiales, vinculados a la defensa de la vida, de los derechos indígenas y de proyecciones de alternativas. 8. El conflicto del TIPNIS, que es ya una convocatoria nacional, continental y mundial, ha adquirido las características y el alcance de una respuesta social nacional durante la VIII marcha indígena. No ocurrió lo mismo, como dijimos, con la IX marcha indígena, y en la actualidad del conflicto renovado, tampoco está adquiriendo, todavía, la conformación de una respuesta movilizada nacional, a pesar de la Declaración TIPNIS-Achacachi en defensa de la democracia y de la vida, a la que se van sumando otras organizaciones representativas sociales, como la misma COB y las organizaciones campesinas y cocaleras de los Yuncas, de las zonas del cultivo de la hoja de coca tradicionales.
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