viernes, 25 de enero de 2019

II. Apreciemos qué país se decide en las disputas de territorios, cuerpos y mundos.

Instalarlas en la agenda pública 

 es el desafío clave abajo y a la izquierda. 
Antes es perentorio erradicar de nosotros a la "grieta" (o el bipartidismo implícito) que bloquea la deliberación de los pueblos sobre esos problemas fundamentales.

  

Comprobemos cómo, desde abajo y a la izquierda, se está creando el hacer política mirando a necesidades e intereses populares de otra sociedad-mundo posible.

a) El feminismo en su lucha contra el patriarcado para la emancipación tanto de la mujer y la diversidad sexual como de todes los oprimidos por el sistema, suscita la emergencia de subjetividades colectivas recuperando la centralidad de no escindir los cuerpos de les territorios, territorialidades y comunalidades. Pensemos junto a quienes bregan por esa nueva sociedad-mundo desde larga data:


“El feminismo es una manera 

de pararse en el mundo”

13 de marzo de 2016

Liliana Daunes está convencida de que el lenguaje, en tanto construcción cultural, tiene que poder contener todas las formas posibles de ser y amar. Para ella, el nosotros puede ser “nosotres” y el todos puede ser “tod@s”. La mirada, o más bien la voz, de una radialista feminista. 
 
Por Andrea Pérez Calle – Fotos: Pablo González (Revista Ajo).

La plaza no está en silencio. A la plaza se la escucha murmurar y no es por un chisme, es por una avanzada. Son las doce y cuarto del mediodía y en una hora, una mesa de mujeres latinoamericanas demostrará que la lucha es continental porque la colonización, de nuestros cuerpos y discursos, es feroz y bien machista.
A la espera de que se encarnen en el presente los gritos desgarrados de las brujas quemadas en la hoguera, justo a un costado de la radio abierta feminista, una mujer corpulenta, de caderas anchas y pelos rojizos, dice estar convencida de que lo que sigue es un encuentro.
Ella posiblemente tenga razón: en ronda gigante, en un punto neurálgico de una Mar del Plata con sol de octubre, se oyen los relatos de mujeres golpeadas, guerreras, estigmatizadas e injustamente condenadas que en su decir contienen los alaridos ““y también los silencios”“ de todas las mujeres que hicieron las revoluciones, de las que mataron por saber desear y de todas las que murieron por parir y por resistirse a hacerlo; están ahí, muy cerca de La Costa, a un brazo de esa mujer de lentes en la cabeza y pañuelo verde enroscado, todas las mujeres que se rebelaron y andan libres; las que gustan de otros y de otras, las que rompen, las que trasgreden, las que no pueden salir de la asfixia y las que empezaron ““aunque torpemente”“ a soltar, porque de eso se trata en definitiva, de aprender a soltar los patrones de un sistema de valores que oprime, estandariza y prefigura.
En Plaza Mitre, hay un encuentro y es entre mujeres que quieren cambiar la urdimbre porque ya no les alcanza sólo con tejer nuevas tramas. Por eso se juntan y se piensan y comparten sus voces y sus cuerpos. Ellas tienen historia, tiempo y están seguras que las calles les pertenecen.
Dieron las dos de la tarde ya ahí, justo a un costado de la radio abierta feminista, está esa mujer corpulenta que se levanta y toma el micrófono. Ella es imponente, todas la miran. Así lee los primeros párrafos del documento de las “Feministas Latinoamericanas en Resistencia” y se emociona. Liliana Daunes sabe que su voz vuelve a ser la voz de otra plaza, el gritar y decir de todas las mujeres que lucharon, luchan y lucharán por la liberación.
Cuando todo eso pasa y el 30° Encuentro Nacional de Mujeres termina, Liliana se sienta en la mesa de una casita perdida del barrio de Pompeya. Frente a un ventanal un poco sucio, que así todo deja ver las plantas encendidas por la primavera, la mujer con voz insurgente de las mañanas de “Marca de Radio”, el programa de Eduardo Aliverti, cuenta por qué el feminismo y desde cuándo la consciencia de género; explica por qué ensaya nuevas formas de decir en el lenguaje y reflexiona sobre el lugar que deberían ocupar los compañeros ““como ella llama a los hombres”“ en esta lucha por los derechos de las mujeres y las minorías.

““¿Cuáles son los temas de la denominada “agenda de las mujeres”?
““Yo creo que el tema fundamental es la violencia, las violencias. Esto está muy claro en uno de sus extremos: la violencia expresada en el femicidio o feminicidio. Pero hay violencias que forman parte de las capas anteriores a llegar a la muerte de la mujer. Así que cuando hablo de las violencias también hablo de la prostitución, en tanto mercantilización del cuerpo; de la violencia que se ejerce al no tener todo el derecho sobre nuestros cuerpos, al no estar expresado en leyes la posibilidad del aborto. Y después también está toda esa serie de violencias que no son del ámbito de lo particular o familiar, sino que están ligadas a lo institucional, como por ejemplo la violencia obstétrica y la violencia laboral, que significa que por el mismo trabajo las mujeres cobren menos de dinero. Creo que la violencia, en sus distintas formas y grados, es el eje fundamental de esa agenda.
Pero además está el horizonte de la libertad, de las libertades. El horizonte feminista contra todas las opresiones, el horizonte feminista que tiene en cuenta el racismo, el colonialismo, que tiene en cuenta esos otros horizontes por construir que hacen también que la lucha o la mirada sea de clase. La lucha contra todas las opresiones y contra todas las explotaciones.
Un feminismo que está pensando en esas libertades de las mujeres, pero que también piensa en las libertades de los varones, porque está pensando en un horizonte de libertad para la sociedad. Un feminismo que no tiene en cuenta sólo a las mujeres con esa construcción cultural que se ha realizado sobre nosotras específicamente, sino que también contempla a las lesbianas, a las compañeras trans, a toda esa diversidad en la que nos reconocemos.
““Por lo que decís, el feminismo es una forma de vida, un modo de ser social. ¿Es el feminismo entonces un sistema de valores?
““Sí claro, el feminismo es un sistema de valores, es una filosofía, una postura política, una herramienta de análisis. El feminismo es una manera de pararse en el mundo, donde hay una búsqueda de horizontalidad, porque a lo primero que apunta es a estar en contra de la verticalidad que nos propone el sistema patriarcal. Cuando yo hablo de horizontalidad y libertad, medio que estoy queriendo decir lo mismo. Esa es la aspiración del feminismo y es hacia donde apuntamos. Quizás suene utópico, pero en verdad es humanista y para mí, además, es conseguible en los milenios que sean necesarios.
En este contexto, es importante que hablemos de feminismos, porque no hay una única mirada, sino que hay distintas miradas sobre esa aspiración. Una está más cercana de lo que puede llamarse feminismo popular, pero hay otro montón de mujeres, movimientos de mujeres o mujeres que no se autodenominan feministas, pero que en su accionar, en sus aprendizajes y en sus maneras de relacionarse con las otras, dan cuenta de una impronta feminista que tiene que ver con la idea de la liberación.

““Se habla de feminismos porque se reconocen los grises. Sin embargo, cuando se habla de machismo, se habla de machismo en singular. No parecerían admitirse grados en ese caso. ¿Por qué no se habla de machismos?
““Me estás interpelando, porque no tengo una respuesta para esa “ese” que le agregamos o le quitamos. Pero yo creo en los machismos en cuanto a esto que decís de los grados. Porque incluso hay compañeros que se están organizando, que están armando talleres y compartiendo lecturas que tienen que ver con tratar de ir alejándose de ese machismo, incluso en camino a ir destruyendo sus propios machismos.
En este sentido, ellos hablan de micromachismos, lo cual me parece interesante. Porque es, en pasos dados respecto a la violencia, una toma de conciencia con una o uno mismo para que la violencia no esté internalizada, pese a que ellos se reconocen en pequeños actos de machismos o privilegios que el sistema les ha dado a los varones. De a poco, comienzan a reconocerlo.
Yo creo que es lógico en el marco de la lucha o confrontación que hablemos de machismo y no de machismos, porque eso nos sintetiza un enemigo claro al que hay que desarmar, pero que en realidad es el sistema patriarcal. De todos modos, dentro de ese machismo, hay diferentes grados y me parece que sería correcto decirlo así.
““¿En qué lugar de la lucha por los derechos de las mujeres ubicamos a los hombres?
““El asunto está es si los tenemos que ubicar nosotras o se tienen que ubicar los compañeros. Me parece que hay una tarea, primero, de sensibilidad, de poder asumir esta situación de privilegios y reflexionar a través de grupos personalizados. Por un lado, los compañeros y por el otro, nosotras. Las mujeres precisamos nuestros propios espacios de reflexión, porque eso está muy ligado a la identidad y el empoderamiento como mujeres. Reconocernos.
Pensá que en los casos de mujeres víctimas de violencia, es muy difícil poder expresarse si no se crea un ámbito de confianza y en ese ámbito de confianza se siente la hermandad de las otras. Cargamos con mucha historia de sumisión, de dolores y temores que, quizás, en grupos mixtos sería muy difícil expresar. Por eso, en general, seguimos cuidando el ámbito específico del encuentro entre y de mujeres.
Pero de todos modos, invitamos a nuestros compañeros a que haya momentos de reflexión grupal. Y el intercambio se da, precisamente, en otros momentos en los que compartimos; en el espacio político, en el movimiento, en la organización barrial, en el ámbito familiar, porque feminista se es en todos los momentos del día. Se es feminista en la discusión con los hijos y las hijas, en el ámbito familiar, me parece que se es feminista en la relación con las amigas y los amigos, aunque ellos y ellas no lo sean. Nosotras tenemos que provocar cambios en nuestros entornos.
Y por último, me parece importante en este trabajo de reflexión que hacemos con otros y otras, que siga habiendo un momento de reflexión interno y de laburo con la propia subjetividad. Tu subjetividad y la mía están absolutamente atravesadas por lo cultural y esa cultura está totalmente atravesada por el patriarcado. Es con eso que tenemos que reflexionar y pelear también en el ámbito más íntimo que tengamos, para poder charlarlo y accionar con las otras.
 
““Decís que ser feminista es una forma de mirar el mundo, construir otro sistema posible de valores. Pero como nacemos y nos criamos con el patriarcado, a muchas nos cuesta asumirnos en esa definición. Es complejo cambiar el paradigma. Vos te hiciste feminista. Por ende, atravesaste un proceso con muchas contradicciones. Arrancaste, según dijiste, tomando “conciencia de género”. ¿Qué supone eso y cómo se practica en materia de comunicación?
 
““Yo tomé esa conciencia en mi laburo como comunicadora y en los encuentros nacionales de mujeres. En un viaje que realicé en algún momento de mi vida fuera del país, me encontré con amigas que eran feministas o que sin serlo del todo estaban ahí, metidas en lecturas y reflexiones de género. Conocí en España una librería de mujeres y me di cuenta que había cuestiones que estaban específicamente dedicadas a pensarnos como mujeres.
A partir de ese viaje, ya de regreso a Argentina, participé en la radio del encuentro de mujeres de Rosario, que fue un momento de inflexión bien fuerte e interesante. En este cuarto encuentro, una de las cosas que discutimos, porque cada vez eran más las mujeres que participaban, era si lo que importaba era lo numérico, es decir la cantidad de mujeres que nos juntáramos, o no nos importaba ser menos pero sí resguardar y crecer en la reflexión y no arrancar de cero cada vez explicando o compartiendo lo ya resuelto y construido.
 
De alguna manera, se decidió priorizar el multiplicarnos y tener la constancia en cada encuentro de responder esas preguntas que le surgen a quienes participan por primera vez. Y entre ellas, la pregunta de la conciencia de género y todas las palabras que la definen. Libertad, empoderamiento, que es un concepto muy importante porque es sentir que una tiene el poder sobre sí misma. Eso es, poder sobre la palabra, sobre la expresión, sobre el deseo y el cuerpo. Es sentir que estás decidiendo vos y no que decide este sistema del que hablamos y donde estamos tan atravesadas por los mandatos. Empoderarse es escucharse, es poder comenzar el diálogo con una misma para poder después dialogar con las demás.
 
““¿Qué rol ocupa la educación, más específicamente la escuela, en esto de desarmar el patriarcado?
 
““Tengo que aclarar que yo creo en la educación popular. Nosotras vamos a seguir trabajando desde afuera de la educación formal. Pero sí quiero exigirle a la educación formal que tome todos estos temas que se van viendo como adelantos y que los ponga en un valor bien alto. Todos esos avances o derechos conquistados los consiguió la lucha de las mujeres y aunque una ley tenga el nombre de tal o cual legislador o legisladora, todas sabemos que fue la lucha de la gente la que transformó esa realidad.
 
Así que me parece que la etapa que falta es que eso que hoy es ley se vea reflejado en los manuales de la educación formal, porque todavía estamos discutiendo si educación sexual sí, si educación sexual no, si familia de una manera o familia de otra. Y quizás en lo urbano sea más simple revelarse, pero en la Argenti Argentina profunda, en la Argentina de provincia, no es tan así.
 
Esa mujer que está dentro de la radio a veces habla raro. Dice palabras que no existen. Nosotres, nosotroas. Vaya a saber de donde las saca, pero las usa con soltura. No se repliega ante la chicana del colega y la extrañeza del oyente. Para Liliana Daunes, esas “búsquedas” que terminan en la creación de palabras que incluyan a todos “no deforman el lenguaje, sino que lo completan”. Esta vieja ““por experimentada”“ radialista sostiene que el lenguaje es una construcción cultural ““ “bastante sexista, por cierto””“ que es susceptible de romperse y reinventarse. Por eso, entre otras formas, defiende el uso del arroba (@) para dirigirse a tod@s.
 
““Ensayas fórmulas para transformar el lenguaje para que sea más inclusivo. Sin embargo hay muchas periodistas y comunicadores que cuestionamos ““posiblemente porque no lo comprendemos o nos interpela”“ la incorporación de palabras como “nosotres” o “nosotr@s”. ¿Qué explica su utilización?
““Cuando se habla de una reunión de padres, en general no se están nombrando a las madres, que son en su mayoría las que van a esas reuniones. Entonces, a partir de ese ejemplo tan pequeñito, digo: integremos esas dos cuestiones. Estamos invisivilizando a esas madres que participan de esas reuniones.
A mi me dicen que cuando digo “las y los” estoy perdiendo el tiempo. Sin embargo, yo creo que hay que buscar, esforzarse un poco y encontrar maneras de integrar. Tener cierto laburo con el lenguaje para poder buscarle una vueltita. De eso se trata. Estamos hablando de personas y no tenemos por qué dar por sentado su género. Tampoco es que tenemos que estar todo el tiempo diciendo “las enfermeras y los enfermeros, el médico y la médica”. Pero sí, en algún momento, se tiene que hacer notar que están contemplando que ahí hay hombres y mujeres laburando. O en todo caso, sumar la E que es la alternativa para poder decir que es un enfermero o enfermera trans. Lo enunciamos en algún momento y luego seguimos”¦ NO hace falta estar todo el tiempo con E, con el los o las.
Lo que sí digo es que el lenguaje es una construcción. Y que por ende, nosotras también lo podemos intervenir, romper y volver a construir. Podemos proponer nuevos moldes, podemos equivocarnos y decir: “esto no sirve” o “esto sí sirve”. Yo empecé con el “nosotroas” y me puse absolutamente feliz cuando estuve en Chiapas y descubrí que las y los zapatistas también usan ese modo, pero sólo que cambian la acentuación. Y ahí pensé que es claro, que estamos en una búsqueda y que el asunto es no tener temor frente a quien dice que eso no sirve, que está mal. A mi me lo han dicho y me lo dicen mis compañeros y yo les digo que nosotras usamos esos términos para visibilizar. Yo creo que es eso, que es una forma de visibilizar, que es necesaria. Y que una vez que te empieza a interpelar entrás en búsqueda.
No tenemos por qué ahorrar palabras para nombrarnos si la intención es, precisamente, integrar al otro, a la otra.
 
““¿Cómo estás viviendo como militante feminista y comunicadora el resurgimiento del lenguaje y los símbolos eclesiásticos?
 
““Yo creo que ha sido una jugarreta muy difícil de sortear para las argentinas. Sabemos que la iglesia es una de las patas fundamentales del patriarcado y que el Papa sea argentino hizo, primero, olvidar quien era Bergoglio con toda su carga histórica, y segundo, que es real que hizo renacer la fe y sus símbolos.

A mi me parece que es cierto que en su discurso viene planteando cosas novedosas y entonces se le empieza a prestar atención, incluida gente que no está atravesada por lo religioso empieza a decir “qué importante el Papa”. Pero para mí la iglesia sigue siendo la misma que en algún momento armó la inquisición, que quemó brujas. Yo no adhiero a las religiones, aunque tengo mi parte mística en cuanto a creer que hay una energía maravillosa en el mar, que le puedo celebrar a Iemanjá y que la Pachamama me encanta, entonces cada agosto hablo de esa pacha y hablo de esas energías que nos alimentan. Pero al final tengo 200.000 diosas o no sé qué.

Pero esta cuestión del Papa, lamentablemente, aquí nos puso una traba en cuanto a conseguir la ley del aborto, por ejemplo, porque si bien el oficialismo no se venía alineando en los primeros tiempos a la Iglesia, a partir de la asunción de Bergoglio hubo una alineación muy clara y en lo político tiene muchos resultados. Y lo que se viene, en cualquier caso, es más difícil aún.
La estructura de la Iglesia como freno al movimiento de mujeres es fuerte, es importante. Habrá que seguir batallando.

““Tenés casi tanta cantidad de años de radio, como años de militancia feminista. ¿Vos militas la comunicación para que sea feminista o pones a la comunicación, en tanto herramienta, al servicio de la militancia feminista?
““Una de mis militancias es que la comunicación sea también pasional, que no sea sólo un divertimento. El sentir, el ser feminista es un ejercicio permanente, cotidiano y es el lugar desde el que una se para. Entonces desde ese lugar creo que la comunicación es una herramienta importante para militar el feminismo o los derechos de las mujeres o, como me gusta decir, luchar contra las opresiones, porque parada desde ese lugar, con una mirada clara desde la lucha y el accionar de las mujeres, estamos hablando de los compañeros y compañeras Quom que están acampando en la 9 de Julio y que también son invisibilizados. Y estamos hablando de tantos otros temas que no forman parte de la agenda de los medios.
Y también militar la comunicación, como la comunicación en sí. Que la comunicación sea algo que comunique en serio, más allá de los estados anímicos de cada una de esas personas que la ejercen. Me parece que es una combinación de esas cuestiones que preguntas.
Pero me parece que lo fundamental es empoderarse en la comunicación también. Saberse con esas herramientas, que la comunicación no sea algo lineal ni una bajada de línea, solamente. Hay que tener en claro hacia dónde quiero ir y qué quiero decir. Lo artístico y lo político tienen una interrelación muy fuerte” ¦Qué te digo y cómo te lo digo, porque la comunicación no es sólo palabra, también es estética. Y en esas estéticas es que vamos encontrando diferentes formas de decir. Ahí está de nuevo la idea de lo artesanal”¦
 
““¿Qué opinás del periodismo militante?
““Que es parte de la militancia partidaria. Yo siempre he sido una periodista militante, yo soy militante de la comunicación y soy militante feminista, yo soy militante de los derechos humanos. Yo siempre he sido una comunicadora militante.
Ahora, ¿me están hablando de partidos políticos? Bueno, para quienes creen fervientemente en eso, es real que como regla de juego es más claro tener en claro de qué lado están. Saber dónde cada uno está parado. Pero también sabemos que si los políticos de hoy para mañana cambian sus direcciones, también en el periodismo lo pueden hacer, diciéndotelo o no diciéndotelo. Como regla de juego quizás es mejor que la gente sepa donde está parado ese comunicador o periodista, pero de todas maneras están hablando de una militancia partidaria.
A mi no me asombra porque desde que tomé conciencia y soy comunicadora que soy militante también.

““Tu trabajo como comunicadora va y viene entre los medios populares, alternativos o comunitarios y los medios tradicionales. Intervenís con tu discurso en espacios donde hay recelo a esas ideas o posturas. ¿Es consciente el desafío de habitar y resistir desde la grieta?
““Por esas ideas en algunos momentos no he tenido laburo, pero es verdad que la grieta la he conseguido en los medios públicos, que es real que tienen una manera diferente a los medios comerciales, donde posiblemente te marquen una editorial y te manejen un tiempo que en los medios públicos lo podemos manejar nosotros. Además, por lo menos en la experiencia que he tenido tanto en Radio de la Ciudad como en Radio Nacional, no se han metido específicamente con la producción, con el laburo concreto. Eso es bastante piola, haber logrado eso desde la grieta.
Sin embargo, ahora que pienso también es real que en Radio Nacional yo comencé haciendo un programa todos lo días, La Juana Pimienta, y bueno, en algún momento se resolvió que no fuera todas las noches, sino que fuéramos menos. Por eso nosotras, un poco en broma, un poco en serio, hablamos del Rincón Violeta de la Radio Pública. Pero además recuerdo que se nos había pedido que no fuera un programa de mujeres o para mujeres. Como que se nos había puesto cierto límite. Así fue que armamos ese espacio. Viste que no hay nada peor que una prohibición para tratar de revelarme.

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Violencia & Estructuras psicosociales
Las estructuras elementales de
la violencia según Rita Segato.
19 de enero de 2019
 
Por Eliana Gilet
https://brecha.com.uy/

La argentina Rita Segato lleva quince años poniendo el dedo en la llaga. La línea de estudio que alumbró entrevistando a violadores en las cárceles de Brasilia, actuando como perito en los femicidios de Ciudad Juárez y en el caso Sepur Zarco, que reparó a un grupo de mujeres maya q’eqchi’ víctimas de torturas sexuales por el Ejército guatemalteco, le permitió identificar las estructuras elementales de la violencia.

Segato señaló tres procesos: la aparición de un tipo de crimen, el expresivo; el crimen utilitario, y la presencia de un mandato de violación que forma parte de los mecanismos de fraternidad masculina.
Ahondando, estableció su teoría del desdoblamiento paramilitar del Estado, sobre todo en Latinoamérica –evidente en Colombia, Centroamérica y México–, que implica una tercerización del control de la vida “de sectores cada vez más amplios de población”, dijo a Brecha. 
“En nuestro continente el Estado se funda para recibir la herencia colonial. Su finalidad es administrar, desde el exterior, la riqueza de los pueblos. Se funda trasladando la gestión del otro lado del Atlántico hacia el territorio, un cambio de manos que inventa naciones. Ese es el error fundacional, en el que un Estado continuista, siempre colonial, inventa naciones extremadamente vulnerables a la inflación del control paraestatal de la vida”, explicó. 
Nada sustituye a su lectura, pero van unas pastillitas de sus reflexiones actuales planteadas en una exposición que dio en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (Ceiich), de la mexicana Unam, y en una charla posterior que sostuvo con Brecha.
El origen histórico del binarismo
“Una de las cosas que estoy pensando con mayor empeño y gran dificultad, y es indispensable, es el gran fracaso en los intentos de los barbudos por tomar el Estado y, a partir de él, de su burocracia y blindaje, reconducir la historia a un mundo más beneficioso y de más bienestar para más personas. Esos intentos de toma del Estado han fracasado sin excepción”, comienza diciendo la antropóloga ante un auditorio estudiantil mayormente femenino.
Insiste en descartar la “intención utópica” y rígida de un molde preciso de sociedad imaginada, para echar mano al “tránsito hacia horizontes abiertos” que enunció el recientemente fallecido Aníbal Quijano, otro teórico latinoamericano fundamental.
“Ese Estado burocrático va apareciendo en mis textos como el último momento de la historia patriarcal. La burocracia, en una definición mía muy poco weberiana, es aquel blindaje del poder en que se transforma la manera protocolar de los hombres en las sociedades tribales, aquella faena de parlamentación, primero entre casas, luego entre pueblos, con el frente colonial y luego el estatal”, sostiene.
“La conversación masculina siempre ha tenido un formato retórico protocolar, pero en el tránsito de la historia hacia la colonial modernidad el protocolo político del mundo comunal se transforma en burocracia”, señaló.
Vuelta a Quijano. La “colonial modernidad” es el concepto con el que Segato sigue la línea abierta por el teórico peruano: “La colonización fue indispensable para la modernización. No hay posibilidad de modernidad sin colonización. Lo que inventa la modernidad es el proceso colonial”, explicó la argentina en diálogo con Brecha.
La tarea de “parlamentación” a la que refiere puede verse claramente en el personaje del “palabrero” en la película Pájaros de verano, de Cristina Gallego y Ciro Guerra, un policial finísimo que tiene como protagonistas a los wayuu de la Guajira colombiana, en el extremo norte de América del Sur.
Vuelta a Segato: “En la transición a la colonial modernidad se impone una estructura donde se abre una esfera pública y un sujeto universal (y esto el feminismo lo ha dicho durante mucho tiempo) que va a ser el vocero de las verdades de interés general, la política, la economía.
 La sociedad dual del mundo comunal se transforma así en el Hombre con mayúscula, sinónimo de humanidad y vocero enunciador de todo lo que pretenda ser dotado de politicidad, que secuestra todo lo político”.
Segato señala que, aunque existía previamente un orden jerárquico de prestigio entre los géneros, al operarse el secuestro de lo político “el espacio doméstico colectivo, plenamente habitado, donde muchas deliberaciones tenían lugar, se transformó en esa cosa miserable que hoy es la familia nuclear y su pequeño espacio despolitizado, residual con relación a la política, al margen. Un resto de la vida real, que es lo que sucede en la esfera pública y el mundo del Estado”.
En esa expulsión de la política que sufrió la vida familiar, el espacio doméstico nuclear “se privatiza y se transforma en el espacio de lo íntimo, cosa que la vida comunal no tiene. Ahí se perdió la politicidad femenina. Entonces pasamos a elogiar la vida privada. En esa idea morimos las mujeres”.
El mandato de masculinidad
“Son muy bonitinhas las minorías políticas, las identidades políticas, pero en realidad son colocadas ahí por un error de lectura de la estructura que se impone en la transición a la colonial modernidad. Aunque parezca escandaloso, creo que la fórmula de la transversalización es eufemística, consolida la idea de un centro y sus minorías, y por eso es insatisfactoria”, dispara la entrevistada, contra la perspectiva más extendida en los estudios recientes (y financiados) del feminismo.
Segato dice que la perspectiva transversal “consolida la minoritización de nuestro tema y nuestra posición en el mundo” porque afianza la “asimetría binaria” entre los temas netamente políticos y “el resto”. Deconstruir este proceso, dice, es “un proyecto fundamental”.
“Esto siempre ha sido un escándalo, porque numéricamente no somos minoría, porque nuestros intereses han sido despolitizados y expulsados del reino de lo plenamente político. Es por eso también que no podemos llevar nuestra vulneración a la justicia, que a los jueces les cuesta entender que el crimen sobre las mujeres es un crimen sobre un sujeto plenamente político, porque nosotras no somos ciudadanas” (véase recuadro).
“Esa asimetría está sustentada en el mandato de masculinidad”, dijo para introducir su segundo concepto central actual y traerlo al auditorio con la anécdota que va a continuación. Segato explicaba un día sus estructuras elementales en una charla en Buenaventura, “un lugar muy violento” en la costa del Pacífico de Colombia “habitado por poblaciones negras desde hace 200 años”. Desde 1991 “esas poblaciones tienen derecho constitucional a alojarse en ese lugar. Sólo que en un momento, ese pequeño puerto se ve interesantísimo para construir allí el ombligo del Acuerdo Transpacífico, estratégico para el comercio con Asia”. Y las poblaciones fueron masacradas.
Segato describió escenas de horror, como descuartizamientos, crucifixiones y las mil y una maneras de la “extrema crueldad arbitraria”. “Hay bandas contratadas por el interés inmobiliario para desplazar a esta gente y dejar esos espacios para la toma del capital y la construcción de estos emprendimientos. Allí una muchacha me preguntó cómo parábamos esta guerra para la que no hay acuerdo de paz ni armisticio posible.” Segato le respondió: “La única manera es desmontando el mandato de masculinidad”.
En el continente hay una “mano de obra bélica reclutable” entre niños y jóvenes, porque “están formateados por el mandato de masculinidad en su versión hipertrofiada del tiempo presente”, dice la argentina. “La posición masculina se ha precarizado por el efecto de intemperie de la vida laboral. Esa seguridad proveedora del hombre de familia no pueden tenerla más. Y eso es violentogénico”, sostuvo. “No podemos ver cuánto la violencia intrafamiliar forma sujetos violentos y es violentogénica con relación a todos los crímenes que ocurren en toda la vida social.”
El “carácter totalizante” de lo binario que domina la esfera pública, sostiene Segato, enmascara los crímenes de género relegándolos a una condición menor, cuando son centrales en la reproducción de la violencia.
Sin embargo, advierte, los hombres mueren muchísimo antes de lo que deberían. “La hipertrofia y el mandato producen niños asesinos que empiezan a matar a los 10 y 14 años y que se perciben como machitos cuando ya mataron. Es una mano de obra bélica y perecible, obsolescente al extremo.”
Las cifras de muertes masculinas por enfermedades cardíacas evidencian vidas sujetas a la presión: “No poder estar a la altura de la exigencia de potencia, control y dominación, aunque demostrar potencia todo el tiempo lleva a una infelicidad permanente”, dijo.
La antropóloga concluyó con un mensaje para los hombres: “Lo que quiero decirles es que están haciendo un mal negocio. Es político y estratégico convencerlos de esto, porque lo pagamos todos. Ese es mi discurso. La manera de parar la guerra es desmontar el mandato de masculinidad, y una de las formas de desmontarlo es atravesarles un espejo que les muestre que las primeras víctimas son ellos”.

Sin justicia para las mujeres
Cuando Rita Segato llegó a México acababa de emitirse en Argentina el fallo sobre el caso de Lucía Pérez, una adolescente de 16 años que fue violada y asesinada, pero que la justicia no consideró que hubiera sufrido femicidio. Los autores del crimen fueron procesados sólo por vender drogas.
“La niña fue empalada, murió de un paro cardíaco causado por el dolor, y no fue considerado un feminicidio. Las mujeres golpeamos a la puerta del Estado y de la justicia y no entramos, porque no hemos pensado lo suficiente para deconstruir la falacia que está por detrás de lo político. Todo lo que nos pasa no es del orden de la ciudadanía, no es del orden de la política, porque la estructura lo ha exiliado al margen de lo íntimo”, sostuvo.
Segato fue la primera en señalar que detrás del crimen sexual no se encuentra la libido, sino un “crimen netamente político”. “¿El empalamiento es una relación sexual? Todo lo que nos pasa a nosotras es libidinizado y acorralado en el residuo de vida que es lo íntimo, el deseo sexual, cosas que la justicia y el derecho no pueden alumbrar plenamente. Creo que una política a partir de ahora debe consistir en deconstruir el binarismo que está ahí.”
 
b) La ruptura con los desarrolladores urbanos de una creciente mayoría es imprescindible para poner fin al extractivismo urbano y arraigar territorialidades barriales e interbarriales de la democracia a la plebeya. A la vez implica cambio radical en la concepción de bienestar social y cuestionamiento a la modernidad en tanto fundamento de las incesantes privatizaciones como de la mercantilización de todos los bienes comunes.
 
 
Extractivismo urbano
Debates para una construcción colectiva de las ciudades
 
Ana María Vásquez Duplat Compiladora

La publicación que tienen en sus manos es resultado del intercambio de ideas y debates que se llevó adelante durante el “Primer Seminario sobre Extractivismo Urbano”, organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo y el Centro de Estudios y Acción por la Igualdad (CEAPI) en la Ciudad de Buenos Aires, a fines de junio de 2016.
Durante dos días, referentes populares, intelectuales, periodistas y activistas comprometidos con los desafíos que supone la construcción de ciudades igualitarias, realizaron aportes sustanciales para la comprensión de las problemáticas urbanas y la caracterización del modelo de desarrollo y planificación propio de las ciudades neoliberales.

El Extractivismo Urbano, surge en el seno de la investigación y el trabajo territorial del CEAPI a partir de una síntesis comprensiva entre las dinámicas de la actividad extractiva tradicional y las problemáticas persistentes en las grandes ciudades. Observando las lógicas y consecuencias de la megaminería, de la expansión del monocultivo sojero, y la explotación de hidrocarburos no convencionales, se encontraron rasgos de gran similitud respecto de los efectos y características de la especulación inmobiliaria y la entrega del suelo urbano para la expansión del capital en contextos urbanos.
A partir de este análisis, el concepto de extractivismo urbano busca aportar una nueva matriz explicativa que permita atender a las problemáticas y las desigualdades en las ciudades, no como elementos aislados entre sí, sino como resultado de un modelo de desarrollo determinado y planificado. Pensar los contextos urbanos en la clave del extractivismo nos abre la posibilidad de ver fenómenos concretos bajo la lupa del modelo económico-financiero que las sostiene y produce.

Estas caracterizaciones y debates forman parte del diálogo entre el CEAPI y la Fundación Rosa Luxemburgo desde el inicio de nuestro trabajo conjunto, hace ya varios años. La agenda de trabajo de la Fundación en América Latina busca consolidar perspectivas críticas al modelo extractivo en nuestros territorios, que indaguen las dinámicas que adquiere la acumulación del capital y visibilicen sus impactos. También la promoción de procesos de democratización efectiva a partir de una concepción radical de los derechos –que identificamos como Derechos Sociales Globales–, ligados necesariamente a la justicia socioambiental.

Existen diferencias en torno a la definición del modelo extractivo que contemplan, por ejemplo, matices sobre los ciclos progresistas y sobre la fase actual de acumulación del capital en la región. En este plano del debate, el extractivismo urbano es una idea nueva y, por tanto, en construcción; creemos que este concepto invita al diálogo entre colectivos en resistencia –en contextos urbanos y no urbanos– sobre una mirada crítica al modelo y a la idea misma de desarrollo, y promueve también la construcción de alternativas conjuntas.

Las ciudades latinoamericanas están signadas por la sobredimensificación y la sobreexpansión que marcan las dinámicas de valorización excluyente en la región.
 El “derecho a la ciudad”, en este marco, no representa solo la demanda de acceso a los derechos ya existentes, sino que también implica la necesidad de transformación del espacio urbano y las relaciones sociales que lo integran. Es el derecho a un hábitat saludable, armónico, no violento, donde se recuperen las solidaridades entre prójimos.

Se trata de un cambio necesariamente colectivo y que requiere de nuestro compromiso político e intelectual, donde no se sacralice el derecho de propiedad por sobre los derechos sociales y se respeten los bienes comunes, al resguardo de las lógicas extractivas y precarizantes del capital. Con la idea de aportar elementos para esta nueva conceptualización, esta publicación recoge miradas situadas que buscan no sólo abordar las actuales problemáticas urbanas, sino también abrir el debate respecto de las mismas, en diálogo con los postulados del derecho a la ciudad y el feminismo. Desde la presente perspectiva, se resaltan distintas experiencias de resistencia al extractivismo urbano, y se arrojan propuestas concretas para la construcción de ciudades igualitarias. Por último, pero no menos importante, destacamos el trabajo conjunto para la publicación del material que involucró al Centro de Estudios y Acción por la Igualdad, la Fundación Rosa Luxemburgo, y a la editorial El Colectivo, proyecto autogestivo y horizontal que busca sumar un aporte desde el ámbito de la producción editorial y la disputa de sentidos, a la construcción de una sociedad más justa. Esperamos entonces que este material promueva nuevas resistencias y procesos de integración desde abajo que obliguen a expandir derechos y nuevas institucionalidades, que se contrapongan a la actual mercantilización de la vida urbana.
Buenos Aires, mayo de 2017. Centro de Estudios y Acción por la Igualdad y Fundación Rosa Luxemburgo.

En ese camino anda: 
 
“Una experiencia muy singular de Argentina para América Latina”
 
El sábado 24 de noviembre recibimos a investigadores e investigadoras del continente que forman parte del Grupo de Trabajo de CLACSO: Estudios críticos del desarrollo rural. En el marco de la 8° Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, esta red organizó la IV Escuela Campesina, Indígena y de Posgrado, un espacio de formación e intercambio de experiencias, cuyo eje denominaron: “Las resistencias profundas desde abajo: ir más allá del capital para derrotar la razón conservadora”, que contó con la presencia de miembros de universidades de México, Guatemala, Colombia, Argentina y Brasil. Mientras que un grupo visitó a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en Luján, otra delegación llegó a la Comunidad Indígena Punta Querandí, epicentro de la invasión de barrios privados en los humedales continentales cercanos al Delta.

“La resignificación del territorio en Punta Querandí me parece clave: disputa y descoloniza la historia de Buenos Aires”, subrayó la investigadora tigrense Sofía Astelarra, miembro del Observatorio de Humedales del Delta, quien resalta que el Museo Autónomo de Gestión Indígena “da cuenta de esa reescritura de la historia desde los Pueblos, que es muy necesaria”. Una mirada que “nos permite pensar los procesos y visibilizar otros modos de relacionarnos con el territorio”.

VER NOTA COMPLETA

c) Las resistencias inclaudicables a los extractivismos (como acumulación gran capitalista por despojo de tierras y envenenamientos a gran escala) junto a quienes reflexionan tanto sobre las catástrofes socioambientales como sobre la multiplicación de cánceres concluyen en:

 
La necesidad de cambiar
el modelo productivo
21 de enero de 2019
 
Por Juan Guahán
 (Rebelión)
 

A las preocupaciones habituales de los argentinos sobe inflación, empleo, seguridad, se agregaron este verano los temas de las lluvias, las inundaciones y sus efectos. Pero… ¿de qué se habla, cuando se habla de lluvias e inundaciones? Hay una cuota de cinismo en los principales comunicadores cuando se refieren a estos temas. 

Es cierto que todo lo vinculado a la inflación, los temores sobre el empleo, las cuestiones de seguridad, forman parte de los problemas cotidianos que agobian a la mayoría de las personas “comunes” que transitan por nuestro territorio y padecen las dificultades de la sobrevivencia diaria. 

Sin embargo, en estos días, los temas climáticos con su avalancha de malas noticias (particularmente las incesantes lluvias e inundaciones) ocupan un lugar importante en las charlas familiares. 

 
Es un momento oportuno para meternos un poco más en esos fenómenos climáticos; algunas de sus consecuencias o efectos; el porqué son cada vez más intensos y recurrentes; el motivo por el cual se relativiza o niega la responsabilidad humana en los mismos, las relaciones entre el modelo económico y estos fenómenos de la naturaleza. 

También preguntarnos, ¿cómo cambiar? y las razones por las cuales es difícil modificar esta realidad y crear nuevas condiciones que contribuyan a que estas situaciones disminuyan o sus efectos no sean tan graves. 


Variaciones climatológicas: hoy inundaciones 

La lluvia no cesa, algunos especialistas lo atribuyen al “Fenómeno del Niño”. En algunos casos, el volumen del agua caída –en un mes- equivale al total anual, la acumulación del agua y su lenta absorción hacen subir las napas y favorecen estas inundaciones. En lo inmediato, los pronósticos aventuran que, desde ahora y hasta fines de enero, tendremos tiempos mejores. 

Los comunicadores que tienen espacios en la gran prensa porteña, ésa que dice que “informa” a todo el país, hablan de una “tragedia de la naturaleza”, sería algo así como algo que está fuera del control y la responsabilidad humana. Ya veremos cuánto tiene de cierto o mentiroso esa afirmación. 

Ahora veamos algunos datos de los efectos del actual fenómeno en las provincias argentinas del norte. La situación es particularmente grave en Chaco, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Santiago del Estero. Con menor incidencia en Tucumán, Salta y Córdoba. 

Los muertos suman 4, los evacuados o autoevacuados rondan las 5 mil familias, cerca de 3 mil personas solamente en 15 localidades chaqueñas. Las pérdidas globales se pueden estimar en unos 2,2 mil millones de dólares. Dentro del área mencionada fueron afectados varios millones de hectáreas de tierras, solo en Santa Fe denuncian unos 3 millones. Entre los efectos específicos tenemos el caso de algunos cultivos: al girasol, en el área con dificultades, aún le falta cosechar el 60%; el maíz, en la misma zona, tiene pendiente de sembrar un 40%; en cuanto a la soja hay 13,8% del sembradío bajo agua. 
 
Recordemos que -hace un año atrás- ésta y otras zonas también fueron afectadas por otro fenómeno “natural”, aquello fue una fuerte sequía. 


Cambio climático: ¿es un inexorable fenómeno natural? 

El calentamiento global, como un efecto del cambio climático, está influyendo en las variaciones del clima. Por eso no debe extrañar que una significativa sequía sea sucedida por una intensa lluvia. 

Estas inundaciones son un producto de ese fenómeno. Sus consecuencias negativas son aumentadas por actividades humanas, que ya se mencionarán. 

Es conocido el debate mundial en torno a este tema. Son 195 los países que han firmado el Acuerdo de París (año 2015) por el cual se comprometen a reducir las emanaciones de “gas de invernadero” para evitar que el calentamiento global siga creciendo por encima de ciertos límites. 
 
Hasta hace poco tiempo, la inmensa mayoría de la dirigencia acordaba en esta necesidad y así nació la citada responsabilidad estatal, que se aprobó con amplio acuerdo y baja efectividad. Los intereses económicos influían sobre los Estados para ir demorando aquellas disposiciones, que mermaban sus ganancias. 

Ahora hay una novedad, con los triunfos de Donald Trump y Jair Bolsonaro viene una corriente mundial que no acuerda con ese Tratado o lo hace con mucha reticencia. EE.UU y Brasil están cuestionando el Acuerdo de París y su futuro es incierto. A este paso puede correr la misma suerte el futuro de la humanidad. 


Los responsables son muchos, pero no todos son iguales 


Como en todos los casos la principal responsabilidad descansa en políticos y gobiernos, por acción u omisión. No hacen lo que deben, por ignorancia o conveniencia. Generalmente sus propios intereses o de aquellos que los apoyan son los que se benefician con esa situación. 

En esta dirección, la principal actividad depredadora de los humanos es la deforestación. La destrucción de bosques es tres veces más nociva para el calentamiento global que los combustibles fósiles (hidrocarburos), tan justamente cuestionados. 

 
En este sentido nuestra región es un modelo (pésimo modelo) de lo que está pasando y el futuro pinta mucho peor. Con el conformismo de un satisfecho, la impotencia de un inútil o el cinismo de un oportunista, el Presidente nos acaba de avisar, cuando sobrevolaba la zona inundada: “Tendremos que acostumbrarnos a que esto (las inundaciones) va a pasar en distintas zonas, en distintos lugares del país”. 

Luego yerra sobre las causas y la solución cuando dice: “nuestra infraestructura no alcanza para contener estas situaciones, en la que las lluvias son siempre superiores a todo lo conocido, como el año pasado lo fue la sequía”. Estos fenómenos no son un “desastre natural” ni empiezan cuando aparecen, ellos son el último eslabón de una larga construcción social cuyo eje es el modelo económico que se aplica. 

Mientras no se modifique este “modelo”, que pone el centro en las ganancias de los individuos y sus empresas y no en el buen vivir de las personas y la comunidad, estos hechos se van a seguir repitiendo. La existencia y utilidad de las mentadas “obras de infraestructura” de la que habla el Presidente, son la derivación del modelo aplicado. 


La deforestación en el centro del debate 

En una reciente investigación del INTA, expuesta en un video documental, se dice que “el árbol es una bomba extractora de agua”. Cuando el árbol no está la “bomba extractora” deja de funcionar y la napa comienza a subir. Al llover mucho el suelo ya no absorbe el agua y la inundación es el efecto. Según el mismo INTA, la región más afectada por la última inundación es la conocida como “chaqueña”. 

En esa zona el bosque absorbe hasta unos 300 milímetros de agua de lluvia; los campos destinados a pasturas para animales absorben 3 veces menos que el bosque y los campos sojeros lo hacen 10 veces menos. Los datos más recientes indican que en los últimos 35 años se han deforestado unos 12 millones de hectáreas de bosque nativo, a razón de algo más de 300 mil hectáreas por año. 

Todo ello no obstante haberse aprobado en el 2007 la Ley 26.331 de protección de los montes nativos. Fue larga y difícil su aprobación y más aún su reglamentación. Esa norma dejó en manos de las Provincias la responsabilidad de su aplicación. En el mismo período explotó el cultivo de la soja, el hada mágica de la economía argentina. Ella ocupa cerca de 19 millones de hectáreas, el 60% de nuestra tierra cultivada. Salta y Chaco, dos de las provincias afectadas por esta inundación están a la cabeza de la deforestación. 

En el caso de Salta se avanzó, incluso contra las normas legales, a través de los “permisos de rezonificación” otorgados a los amigos del poder de los Urtubey, de la familia del Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun y de la Coca Cola. 

En Chaco la víctima fue la zona boscosa conocida como el Impenetrable, asentamiento de poblaciones indígenas que hoy mueren lentamente al habérseles destruido el hábitat donde residían y del cual vivían. La depredación chaqueña, por fuera de la ley, rondaría un 45% del total deforestado. 
 
Algunas estimaciones evalúan que por cada 70 mil hectáreas deforestadas hay un desplazamiento de 400 personas. Si tenemos presente esa cifra, el total de población desplazada por la deforestación -en estos últimos 35 años- es de unas 200 mil personas, en su mayoría indígenas y campesinos pobres. 
 
El modelo productivo argentino, pensado hacia afuera, forma parte del extractivismo que nos han impuesto. En él se saquea la riqueza –en beneficio de las trasnacionales y unos pocos socios locales- y queda la miseria, para los sectores populares. 

Su aplicación ha sido promovida y exaltada –sin vergüenza- por los diferentes gobiernos de todos estos largos años.
Esa es la causa que está en la raíz de estas inundaciones. Aunque de ello no hablen nuestra cultura urbana y los medios de prensa más poderosos. 

Tampoco lo hacen aquellos sectores –muchas veces, políticamente progresistas- que siguen atados a esa idea y la defensa de esa forma productiva y este modelo, aunque afecten y destruyan la naturaleza y terminen perjudicando la vida humana. Esos pensamientos forman parte de una cultura que coloca el eje en la perspectiva de un progreso y desarrollo que imaginan infinitos. 

Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251556
-En ese imperativo de confrontación radical con el capitalismo destaquemos a la visión integral de salud pública del profesor médico militante por esa puesta en práctica. Luego aclaremos las razones para que las políticas económicas tengan enfoque ecológico, además de virar desde el privilegio al lucro capitalista a la atención sobre las necesidades e intereses populares: 
 

Es fácil culpar al ratón.

Brote de Hantavirus en la Patagonia

18 de enero de 2019
 
El Hantavirus en Chubut provocó 10 muertes, afecta a la población local y alerta a todo el país. Damián Verzeñassi parte de un libro que marcó su infancia, la enciclopedia Fauna Argentina, para trazar el historial del cual este brote es consecuencia. Habla del abuso de los agrotóxicos, de la producción minero-petrolera, de la estigmatización de trabajadores rurales, de la falta de un Ministerio de Salud y del riesgo de contagio al regreso de las vacaciones.  
 
Por Damián Verzeñassi.
Esta tarde viajo al sur de Chile. Me preocupa el brote de Hantavirus en la región. Tengo un compromiso con movimientos sociales que organizan un encuentro de interculturalidad y salud, y no quiero fallar. (Si dejase que el miedo me ordene, hoy por hoy tampoco iría a Brasil, es época de dengue, ni saldría de casa por el riesgo de accidentes).
El brote de Hantavirus en Epuyén, Chubut, ya provocó 10 muerttes. Hay otros 28 casos confirmados y más de 100 personas que amanecieron con los mismos síntomas esperan un diagnóstico. En el pueblo que hoy está de duelo viven 1.500 habitantes, y es escala turística de la comarca andina. El contagio, según confirmaron los análisis del Instituto Malbrán, empezó en una fiesta de cumpleaños y a través de uno de los invitados, un hombre que trabaja en el campo. Frente a la noticia que inauguró el 2019, las discusiones entre funcionarios responsables de diseñar políticas de salud pública giran más en torno al impacto del brote en la economía regional que en la salud de los vecinos.
El Hantavirus se transmite a partir de un tipo especial de ratón que, a su vez, tiene que estar infectado. El ratón colilargo. Su orina, saliva y heces contagian por contacto directo y porque al secarse el virus se volatiliza más fácilmente. Esto lo vuelve tan peligroso. Se puede inhalar, tragar con la comida o adquirir por tocar una herramienta con el pis del animal. Una vez infectada, la persona puede contagiar a otras sin saberlo. Se previene generando condiciones de higiene para que los roedores no habiten en los lugares donde se desarrolla la vida cotidiana. Pero si hay gente que para comer debe revolver la basura (igual que los ratones), si no hay medidas que garanticen condiciones dignas de trabajo a los peones rurales, si no hay políticas públicas que piensen la salud de manera integral, no hay forma de estar a salvo. Menos en zonas endémicas.
* * *
Cuando yo era chico mi papá compró una colección de revistas que se llamaba “Fauna Argentina”. Ahí conocí aves rapaces de nuestro país como aguiluchos, caranchos, lechuzas, predadores naturales de roedores. Argentina, en los últimos 20 años, aumentó más de 1000% el uso de agrotóxicos, y esos venenos diezmaron las poblaciones de aquellas aves rapaces. Por eso es lógico que se registre un incremento de roedores, se reproducen a una velocidad muy alta y ya no tienen casi predadores.
Hoy para las enfermedades infecciosas es fácil encontrar caminos por donde multiplicarse. El calentamiento global y la destrucción de los territorios naturales son condiciones propicias, y ambos son factores antropogénicos. El accionar humano allana ese camino, facilita el desarrollo de estas enfermedades. Así como avanzamos sobre el área natural de esos roedores, ellos comenzaron a avanzar en los territorios donde vivimos las personas. De ahí la urgencia de generar acciones para cuidar los hábitats naturales de los predadores de estos roedores.
* * *
En Epuyén, a falta de acciones de prevención, queda tomar estrategias de alto riesgo: reducir la posibilidad de contagio, controlar los casos probables y darles tratamiento a los confirmados. Hay que alertar a la comunidad, avisar a los vecinos que deben limpiar sus casas con lavandina (sobre todo las de campo), usar barbijos, guantes. Hay que evitar generar pánico. Y evaluar los costos de ahorrarse políticas públicas sanitarias y sociales que cuiden la salud de los ecosistemas y así protejan a la población.
Se hace vista gorda a la acción humana que destruye los hábitats naturales. Escuchamos: “La culpa es de los ratones, nosotros no tenemos nada que ver”.
Al mismo tiempo, decir que la culpa del brote es por la falta de un Ministerio de Salud nacional es un reduccionismo peligroso. Que no haya más Ministerio Nacional es un elemento de peso. Si tuviéramos un Ministerio manejado por los mismos funcionarios que manejan la Secretaría de Salud no es que no hubiera pasado. Pero tendríamos máximas autoridades haciéndose cargo y no cobijados detrás de alguna súper ministra que se hace la distraída porque contiene los desastres económicos del gobierno nacional con planes sociales. La falta de Ministerio de Salud Nacional agrava la situación. El blindaje mediático a la Ministra de Desarrollo Social (de quien depende la Secretaría de Salud Nacional) también.
Se dice entonces: “La culpa del brote es del ´peón rural´ que, según los medios, inició el contagio!”. ¡FALSO! Los trabajadores rurales son los primeros afectados: sus condiciones de trabajo y de vida los exponen a estos riesgos. El problema tiene que ver con una política que se origina para cuidar los intereses económicos de algunos y exponen a otros a todo tipo de problemas. Es fácil culpar del Hanta al “peón” por no cuidarse mientras trabaja (cuando no hay Ministerio de Trabajo que controle esas condiciones); es fácil culpar al productor de no hacer buenas prácticas al hacer producir el campo (cuando no hay Ministerios de Agricultura que ordene y controle los modos de producción); es fácil culpar del dengue a la mamá por no haberle limpiado bien el tacho de agua a su perro (cuando no hay Ministerio de Salud que garantice políticas de saneamiento). Es fácil culpar al ratón cuando le libramos de predadores y le generamos condiciones para que se reproduzca y alimente. La culpa siempre se carga en el otro. Pero la verdadera responsabilidad es de quienes no garantizan condiciones objetivas de vida en salubridad para toda la población. La gran responsabilidad es de quienes vacían al Estado.
El discurso oficial hace de la responsabilidad individual el eje de las campañas de prevención. Detrás del “si te enfermás es culpa tuya” viene el “no me exijas que me haga cargo de tu problema de salud”. De esta forma se responsabiliza a la víctima. Claro que hay hábitos personales que influyen en la prevención. Sin embargo, ¿si estás rodeado de roedores porque destruimos a sus predadores al estimular políticas de producción agroindustrial y minero-petroleras que destruyen sus hábitats naturales, y porque no tenemos políticas de reducción y tratamiento de residuos, quien es el principal responsable? Sostener esos discursos individualistas, es desresponsabilizar al Estado para responsabilizar al otro, al vecino, al trabajador, al que no usa guantes ni barbijo, al más débil, al que se enferma y se muere. Y al ratón.
En este momento más de 80 personas en Epuyén están aisladas y bajo custodia policial. La imagen remite a las épocas de las epidemias del Siglo XIX cuando se usaba a las fuerzas armadas o policiales para que la población acate determinadas prácticas establecidas con el objeto de frenar las epidemias (y así cuidar los intereses económicos de los poderosos).
* * *
Chubut es la zona con mayor virulencia del actual brote de Hantavirus. Puede propagarse. También puede frenarse. El Hanta tiene una gran capacidad de contagio. La velocidad a la que nos trasladamos las personas hoy en día hace que podamos pasar unas vacaciones en el sur, sin mayores sobresaltos, volver a nuestros hogares y tres semanas después, cuando ya hemos estado contagiando a otras personas, comenzar a presentar síntomas.
Hoy los esfuerzos parecen enfocados en aislar a quienes presentan la enfermedad para cortar con la cadena de contagio y generar condiciones ambientales que eviten la presencia de roedores en los alrededores de los domicilios con acciones individuales. ¿Y después qué? ¿Esperar que el próximo brote no sea en épocas de turismo? ¿O alguien va a asumir el desafío de pensar y generar acciones de Estado para cuidar la salud de las personas y de los territorios donde éstas vivimos?
* * *
En Argentina existen cuatro regiones endémicas de Hanta (es decir, regiones donde el virus existe y circula): la Sur (Chubut, Neuquén y Río Negro), la Norte (Salta y Jujuy), la Noreste (Misiones) y la Centro (Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe). En esta última, también es endémica la Fiebre Hemorrágica Argentina, sin embargo sus casos están controlados. Se lo debemos al esfuerzo y a la investigación del Doctor Julio Maiztegui, de Pergamino. Él fue uno de los que más estudió esa enfermedad, y logró avances innegables en su control, al proponer políticas públicas sanitarias que fueron más allá de cargar la responsabilidad en los afectados. Maiztegui está olvidado, murió empobrecido. Es un héroe a rescatar en la historia de nuestra salud pública.
Claramente la solución no viene de la mano de acciones individuales. Es necesario una política sanitaria nacional e integral, que defina el sistema productivo a partir del cuidado de la salud de los territorios, de los ecosistemas, de los que somos parte las personas. Sin territorios sanos, no hay pueblos sanos.
En febrero, entre otras cosas, se van a definir las candidaturas políticas, y eso va a ayudar a renovar las tapas de los diarios. En unas semanas se terminarán las vacaciones y el brote de Hantavirus en Epuyén probablemente deje de ser un problema, para los medios al menos. Algunos, desde sus oficinas en la Capital, respirarán aliviados. Los ratones también.
Ilustración Sebastián Angresano

Más Noticias

 
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El efecto de la caza en la expansión del hantavirus
La plaga que no era tal
23 de enero de 2019
 
Por Azul Tejada
Página 12
 
En el Sur se fomenta la caza de pumas y zorros porque supuestamente perjudican al ganado, pero eso termina favoreciendo la proliferación de los ratones colilargos.
La caza de pumas, zorros y aves rapaces, para el presidente de la Asociación Amigos de Parques Nacionales, Norberto Ovando, es una de las principales causas de la proliferación de “ratones colilargos” –roedores portadores del hantavirus– dado que “se está matando a los depredadores naturales de estos ratones, que son fundamentales para mantener el equilibrio de la naturaleza”. Sin embargo, en la Patagonia –una de las cuatro zonas endémicas de hantavirus del país– está permitida la caza de estos animales por considerarlos “plaga”. Y no solo está permitida: está premiada económicamente.  
“Todo animal tiene por arriba de la cadena alimentaria algunas especies que son las controladoras naturales”, explicó a PáginaI12 Ovando, presidente de la Asociación Amigos de Parques Nacionales y miembro de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En el país existen cuatro zonas endémicas de hantavirus: el norte (Salta y Jujuy), el centro (Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos), el noreste (Misiones) y la región sur (Río Negro, Neuquén y Chubut). En esta última zona, según explicó Ovando, las especies controladoras del ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus Bennett) portador de hantavirus –que genera en los humanos un cuadro de insuficiencia respiratoria conocido como síndrome pulmonar por hantavirus (SPH)– son los pumas, zorros y aves rapaces.
Según explicó el especialista, el ratón se reproduce durante la primavera y el verano. “Cuando florece la caña Colihue –lo hace cada 40 años aproximadamente– hay mayor cantidad de semillas y eso hace que aparezcan miles de ratones a alimentarse y se reproduzcan más rápido. Pero al reproducirse el ratón, los zorros y los otros depredadores también tienen más posibilidades de aumentar su población. O sea que, naturalmente, si hay más ratones hay más depredadores. La naturaleza es sabia”, detalló Ovando. Pero advirtió: “El problema es cuando interviene el hombre, que es la verdadera plaga del planeta. En el Sur, los estados provinciales premian la caza de pumas, zorros y rapaces porque los consideran plaga. La población de los colilargos aumenta porque no hay quién se los coma. Por lógica consecuencia, el resultado es mayor cantidad de animales infectados con hantavirus”.
En Río Negro existe una ley (la 763/72) que declara plaga a pumas y zorros “sin ningún estudio previo”, subrayó Ovando. “El gobierno autoriza a cazar sin saber qué cantidad de pumas o de zorros hay en la zona. Como no hay ningún estudio previo, se le pone la palabra plaga porque vienen los señores ganaderos y dicen que el puma les mató a unos corderos. Pero nunca se sabe qué cantidad de corderos o en qué circunstancias murieron”, dijo el presidente de la Asociación Amigos de Parques Nacionales, quien recomendó como solución a la matanza de corderos los alambrados olímpicos o la presencia del Estado, que “podría pagarles a los ganaderos el costo de los corderos, siempre y cuando muestren las pruebas de que sus animales murieron por la intervención de un puma o un zorro”. Actualmente, el estado provincial de Río Negro paga 3000 pesos por cuero de puma y 700 por cuero de zorro.
“En Chubut se mataron 5000 zorros y 250 pumas en 2017”, detalló Ovando. El precio por puma en esa provincia es de 1000 pesos, mientras que el del zorro colorado es de 300 pesos. “Las leyes provinciales no respetan las nacionales. La Ley 22.421 protege y conserva la fauna silvestre. Tampoco se respeta la 25.675, que es la ley general del ambiente”, agregó.
El especialista considera que “los zorros, pumas y rapaces están en un estado crítico”. Para controlar la superpoblación de ratones que podrían ser portadores de hantavirus, Ovando propuso dos alternativas. Por un lado, respetar la cadena alimentaria. Por otro lado, consideró necesario que “el Estado haga una inversión y les dé a estos ratones un alimento con anticonceptivo”.
Finalmente, el especialista también explicó que hace falta una mayor inversión estatal en campañas de prevención y de educación. “Esto también es un problema del turismo: cuando una persona escucha sobre este tipo de problemáticas, no quiere llevar a sus hijos a ese lugar. Y estas zonas, que viven del turismo, terminan muy afectadas económicamente. Buenas campañas informativas sobre cómo evitar el contacto con estos roedores serían muy valiosas”, concluyó.
-En ese desafío emancipatorio, compartimos con nuestros hermanos bolivianos al imprescindible desenmascaramiento del progresismo y de todos sus gobiernos como encubiertos enemigos de la autodeterminación de los pueblos y del socialismo. El último es el sistema contrapuesto al capitalismo en cuanto mira tanto por los buenos vivires convivires entre los diversos de abajo sin fronteras como por les bienes comunes, comunalidades...e internacionalismo revolucionario.
 
Las dificultades para la producción de sentidos rebeldes en los tiempos del MAS
Bolivia y la necesidad de
una agenda política desde abajo
16 de abril de 2018
 
Por Huascar Salazar Lohman (Rebelión)
A 18 años de la Guerra del Agua –aquel momento histórico que inauguró los tiempos de la Bolivia Rebelde, de las grandes movilizaciones populares que cimbraron el orden neoliberal–, y después de 12 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) –en los que se restituyó un nuevo orden dominante–, en Bolivia nos está costando rearticular luchas fértiles y actualizar perspectivas útiles que nos permitan ver más allá del tan limitado, pobre y sórdido campo político en el que se contrapone el gobierno y las élites racistas de este país.
Como ya es una constatación, el flamante Estado Plurinacional restauró el rol que asume como mediador del capital, continuador –ahora con el camino mucho más libre– de un agresivo modelo económico primario exportador. Para lo cual re-articuló a viejas y nuevas clases dominantes en torno suyo –incluido lo más rancio: la oligarquía terrateniente-agroindustrial del oriente–. Sin embargo, a diferencia del neoliberalismo, este gobierno logró dicho cometido al asumir tendencialmente una función parasitaria, que se fue nutriendo de la fuerza, discurso, experiencia y capacidad política de las luchas que las organizaciones sociales –urbanas y rurales– construyeron durante años en la búsqueda de sus propios y múltiples horizontes de transformación; y lo hizo reactualizando formas brutales de misoginia, represión y tutela.
Entre noviembre de 2017 y enero de 2018, Bolivia se sumergió en un momento particularmente complejo. El 28 de noviembre el Tribunal Constitucional Plurinacional, controlado por el oficialismo, habilitó a Evo Morales para una tercera reelección –por medio de un artificioso recurso jurídico que argumenta que la Constitución Política del Estado violenta los derechos políticos del presidente al no permitir que vuelva a presentarse a una nueva elección presidencial–, desconociendo con ello los resultados del Referendo vinculante del 21 de febrero de 2016 –promovido por el mismo gobierno– en el que ganó la opción del No a la modificación de la carta magna para permitir dicha re-elección. Unos días después, el 3 de diciembre, la indignación frente a dicha habilitación se expresó en las elecciones judiciales, imponiéndose a nivel nacional el voto nulo y blanco frente al voto válido, con porcentajes superiores al 60%.
En este contexto también se objetó la promulgación del nuevo Código Penal impulsado por el ejecutivo. Diversos sectores consideraron esta normativa como atentatoria a algunos intereses civiles y gremiales, desde la tipificación de nuevos crímenes –por ejemplo, en la práctica de algunas profesiones como la medicina o el derecho–, hasta la posibilidad de un ejercicio discrecional –no mediado por la justicia– de los aparatos represivos del Estado en ciertos casos que previamente debían pasar por filtros jurídicos; pasando por el incremento promedio de las penas para la sociedad civil y disminuyendo las condenas para los crímenes cometidos por funcionarios públicos, además de una clara intención de criminalizar la protesta social. Y si bien también era posible encontrar artículos considerados “progresistas” respecto al Código Penal precedente –como los relacionados con la despenalización parcial del aborto–, lo cierto es que frente a la tendencia cada vez más autoritaria del gobierno y al desconocimiento por parte de éste de la CPE, el cuestionamiento al código penal pasó de un debate técnico a una impugnación política en la que ya no importó tanto el contenido mismo del código sino la indignación de la sociedad civil que se expresó en la consigna: “abrogación completa del código penal”, lo que finalmente sucedió a finales de enero.
Ahora bien, la victoria del voto nulo y blanco en las elecciones judiciales y la abrogación del nuevo código penal como resultado de un país movilizado –expresando una legítima indignación por la manera en que el gobierno violentó los límites de la democracia formal que en otros momentos se jacta de promover– tuvo poca densidad orgánica y en buena medida se acopló en torno a sentidos y consignas provenientes de núcleos políticos que normalmente reconocemos como “derecha tradicional” –es decir, la élite política racista y clasista cuyo discurso es distinto al del gobierno, pese a que ambos actores políticos tienen un horizonte económico similar–.
Lo que generalmente en Bolivia reconocemos como una constelación de organizaciones sociales en lucha con horizontes políticos diversos, esta vez se presentó como una “sociedad civil” difusa, es decir, como unas élites políticas productoras de un discurso democrático conservador; unas clases medias ensimismadas, poco creativas y permeadas por ese discurso; mientras que los sectores populares históricamente contestatarios –aquellos que no están subordinados al MAS– aparecieron poco organizados y con escasa o nula capacidad de poner sobre la mesa de debate un horizonte que reivindique la autonomía política, la disputa por el excedente económico o cuestione la relación mando-obediencia que se sostiene en principios clasistas y/o racistas, como históricamente lo han hecho.
En otras palabras, existe una capacidad visible y efectiva de movilización social, pero que se presenta confusa y sin posibilidad de rebasar el discurso de oposición planteado por las élites políticas tradicionales del país –que gira en torno a una idea vacía de democracia formal–. Esta situación es resultado de dos hechos que se conjugan y han sido parte componente de la construcción hegemónica del MAS durante la última década. Por un lado, la expropiación de sentidos emancipatorios desde el ámbito estatal: el partido de gobierno se presenta como el único sujeto político con capacidad de conducir el “proceso de cambio”, que no es más que una artimaña discursiva para legitimar un nuevo proyecto estatal dominante revestido de ornamentos folclóricos que aluden a lo “popular”. Se ha consolidado, así, un enorme proceso de despojo político abierto después de la Masacre del Porvenir, conexo con la creciente tutela de cualquier sentido político disidente o mínimamente crítico.
Por otro lado, desde hace ya varios años, se ha impulsado una política de desarticulación inducida de las fuerzas sociales contestatarias y de sus diversas formas organizativas autónomas que, por lo general, se mostraron adversas al proyecto político y económico promovido por el MAS. Esto sucedió a través de la subordinación de estas estructuras al partido gobernante y/o a través de la intervención directa –y en algunos casos violenta– de las organizaciones que no se sometieron y disciplinaron, como sucedió con la CIDOB y el CONAMQ.
A efectos prácticos, lo anterior ha significado un desdibujamiento de la capacidad organizativa y prefigurativa de respuesta popular frente a la política estatal. Que a su vez logró aislar, fragmentar y devaluar la lucha de diversos pueblos que, de manera invisibilizada, resisten los embates directos de la política de despojo promovida a través de los mega proyectos extractivistas, energéticos y de comunicación, y que es en estas luchas donde subsisten con mayor fuerza horizontes comunitario-populares que reivindican prerrogativas de decisión autónoma para decidir sobre su vida y sus territorios.
Una estrategia eficaz del gobierno ha consistido en producir un escenario de polarización entre oficialismo y “derecha tradicional”, logrando con esto, por un lado, enmascarar la similar alianza de clases que ambos sectores sostienen; así como invisibilizar los horizontes comunitario-populares y las luchas en contra de estas alianzas y planes que cuestionan el núcleo de la estructura dominante y procapitalista del Estado Plurinacional, catalogándolas como horizontes y luchas “funcionales” o “promovidas por la derecha”.
Es decir, esta polarización, que viene operando como organizadora de la política boliviana en los últimos años, produce una apariencia desde la cual se visibiliza como relevantes a dos contrincantes que se enfrentan en el plano de lo estatal, mientras se encubre al “contrincante principal”, que son todas aquellas organizaciones y luchas que desde abajo, desde las formas organizativas no estatales y cotidianas, impugnaron el orden neoliberal y ahora impugnan el modelo dominante del MAS.
Esta ausencia de sentidos que organicen posibles cursos de acción de lucha popular en esta coyuntura derivó en lo que considero dos posiciones poco fértiles –y que nuevamente nos arrinconan a la artificiosa polarización política–: 1) “frente a la captura por parte de la élite política tradicional racista de la movilización social, el mal menor es el gobierno”; o 2) “no importa cómo, incluso si es a lado de la ‘derecha tradicional’, el gobierno debe ser debilitado para hacer prevalecer la ‘democracia’ y el ‘Estado de Derecho’”. Esta aparente, frustrante y paralizante dualidad se presenta, se promueve y se alimenta como el único horizonte posible en la política Boliviana. Nos enfrentamos, entonces, a un desafío significativo: producir sentidos críticos más allá de los que emanan de los núcleos de poder político.
Nos toca ser creativos en tiempos oscuros y difíciles. Nos toca darnos a la tarea de producir, actualizar y revitalizar sentidos críticos que no caigan en el lugar común de la frustración y despolitización. Nos toca romper con la hegemonía del discurso dominante que intenta dar forma y condicionar nuestro hacer político. Nos toca nombrar claramente a la dominación. Nos toca volver a construir, de a poco pero sin pausa, una agenda política emancipatoria que en adelante nos permita posicionarnos de manera potente frente a lo que sucede. También nos toca reconocer que no tenemos esa agenda en este momento, los pocos sentidos claros de resistencia durante los últimos años se han nutrido fundamentalmente de las luchas de pueblos indígenas frente a los proyectos de despojo, y si bien esas luchas deben ser potenciadas y también debemos trabajar sobre ello, no podemos poner sobre esos pueblos todo el peso de la historia, ni la responsabilidad de la transformación hacia adelante.
Pero para producir y actualizar una agenda de este tipo, que será resultado de un proceso histórico en el que se conjuguen la práctica y las palabras, tenemos que comenzar por resignificar y reinterpretar los códigos de lo que nos sucede, lo que nos amenaza y las dificultades a las cuales nos enfrentamos; no podemos hacerlo sin más desde las mismas claves que nos plantea la dominación.
Este proceso crítico y autocrítico pasa, entonces, por cuestionar una serie de presupuestos que parecen de “sentido común” o incuestionables, y más cuando esta realidad es interpretada desde aquella estéril polarización que abordamos anteriormente. Sin aspiraciones exhaustivas, a continuación reflexiono brevemente sobre algunas suposiciones que considero importante cuestionar en el ánimo de producir nuevas claves para una agenda política emancipatoria desde abajo.
·       Izquierda” y “Derecha” nos dicen poco. Ambos son conceptos históricos que en Bolivia tienen mucho arraigo y tradición. El ser de “izquierda”, por lo menos entre 2000 y 2005, permitía identificar a sujetos políticos (personas, organizaciones y partidos) que se asociaban en torno a horizontes populares, algunos más comunitarios que otros, pero que claramente se confrontaban contra el orden neoliberal establecido. Mientras, por otro lado, la etiqueta “derecha” representaba el poder oligárquico, burgués y su élite política (principalmente blanca). Es cierto que existían varios matices, pero estos conceptos permitían identificar a los aliados –cercanos y lejanos– y a los enemigos de los que luchaban desde abajo.
En el presente estos conceptos han perdido su capacidad de organizar comprensivamente las determinantes del antagonismo social, la muestra de ello es la excesiva adjetivación de los cuales son objeto: “la derecha del MAS”, “la derecha tradicional”, “la derecha reciclada”, “la derecha indígena”, “la izquierda oligárquica”, “la izquierda higiénica”, “la izquierda infantil”, “la izquierda opositora”, “la izquierda estatal”, “la izquierda popular”, etc. Los adjetivos parecen decir más que los sustantivos. Quizá esto tenga que ver con la apropiación y auto-identificación de “izquierda” de un gobierno que recurre a discursos centrados en lo popular pero que promueve un proyecto que históricamente se reconoce como de “derecha”; y, segundo, porque una parte importante de la “izquierda” siempre fue anticomunitaria en su horizonte político estatal –en especial los partidos comunistas más ortodoxos–.
En este contexto es fundamental darnos a la tarea de repensar claves articuladoras frente a la dominación, para lo cual considero que es de vital importancia que estas surjan de haceres compartidos y no –por lo menos de manera primaria– de premisas ideológicas o nacionalistas–. Reconocernos en común frente a la dominación por: trabajar la tierra, trabajar en fábricas, construir proyectos centrados en garantizar la vida, producir resistencias colectivas frente al estado, el capital, el patriarcado, etc. Nuestro reconocimiento frente al otro como aliado o antagónico no debe depender tanto de si se defiende más a un autor o a una idea teórica, sino a la calidad y profundidad de relaciones y haceres que sostienen sentidos disidentes, inconformes y de subversión.
·         El MAS es el menos… malo. Si hay algo que no pudo hacer el neoliberalismo es lo que el MAS si logró durante esta década: quebrar la fuerza popular que frenó el embate de ese modelo socioeconómico, abriendo la senda para un impulso agresivo y sin precedentes del capitalismo en el país. En buena medida esto fue posible gracias a una política sostenida en la prebenda y el asistencialismo, política vigorosa durante varios años gracias a los recursos generados por la exportación de materias primas a precios elevados, lo que, junto al discurso de “izquierda”, permitió contener y desarticular la potencia de lo popular no estatal.
Sin embargo, la frustración política y el propio discurso del MAS nos plantea que el actual gobierno es “lo menos malo” frente al posible retorno, con paso de parada, de una “derecha neoliberal”, es decir, aquellos que están al otro lado de la polarización producida y recreada por el mismo gobierno.
Frente a esta afirmación toca considerar dos cosas:
1) la posibilidad del retorno de esta élite política tiene más que ver con la desarticulación inducida desde el Estado que sufrieron las organizaciones sociales que en otros tiempos impusieron límites al proyecto dominante. En otras palabras, es el propio gobierno, su política cada vez más autoritaria y su modelo económico y prebendal, el que abrió las puertas para un retorno rimbombante de sujetos neoliberales que ya habían sufrido una muerte política… no es la gente confundida o la sociedad en decadencia, como afirman los gobernantes.
2) Así esa vieja élite política no retorne al gobierno y el MAS se mantenga en el poder, los hechos del presente nos demuestran que el horizonte estatal en manos del gobierno actual es cada vez más antipopular y procapitalista, lo que nos permite observar una coincidencia de proyectos entre las élites políticas supuestamente enfrentadas; el horizonte político no es “mejor” ni “menos malo” así el MAS se sostenga en el poder.
En este sentido, considero que una agenda desde abajo, disidente y popular –más que abordar una discusión escolástica sobre si el MAS es el partido “menos malo”– debe concentrarse en desplegar nuestra energía en torno al resguardo de lo que tenemos, no se puede conceder más, debemos cuidar nuestras fuerzas, cuidarnos colectivamente; cuidar nuestras fuentes de subsistencia y su calidad, que no se precaricen más; cuidar nuestra relación con la naturaleza; acuerparnos, producir decisión colectiva autónoma desde donde sea posible, resistir y –como hemos venido diciendo– hacer el esfuerzo por cambiar las claves de lucha a otras renovadas y potentes.
·         Miremos lo pequeño para pensar lo grande. En Bolivia se ha impuesto una deriva “trucha” de la Real Politik –que ya de por sí nos refiere y nos limita a la política estatal como ámbito privilegiado para la toma de decisiones sobre asuntos públicos–. Sin embargo, desde el cinismo patético y el manejo utilitario de los discursos de izquierda, el gobierno boliviano hace muchos años que viene argumentando que toda concesión a –y/o negociación con– los grupos dominantes del país, a la expansión capitalista e, incluso, al enriquecimiento de sus burócratas de alto rango, es parte de una necesidad estratégica coyuntural que se da en el marco de “lo posible”, tachando cualquier crítica de “idealismo”, “izquierdismo deslactosado” y una serie de apelativos –muy demandados por una “izquierda” intelectual mediocre y, por lo general, muy paternalista– que nos plantean un posibilismo estatal ramplón y que no es otra cosa que la justificación de una serie de políticas de despojo, prebendales, antipopulares y procapitalistas que el gobierno trata de justificar como “fatalismo histórico”.
Nuestra agenda debe, por lo menos al inicio, concentrarse en la política seria, es decir, en las formas de autogobierno y decisión colectiva que se producen desde ámbitos cotidianos: gobiernos indígenas y originarios, juntas barriales, sindicatos campesinos comunitarios, colectivos urbanos, cooperativas de agua, etc. Si algo hay en Bolivia es una amplia y polimorfa experiencia y capacidad de producir decisión colectiva no estatal, e históricamente ahí reside la potencia transformadora del país. Se vienen (o se profundizarán) tiempos difíciles y de lo que se trata no es tanto de volcar nuestras energías para interpelar al Estado desde la democracia formal liberal –habrá que hacerlo cuando sea necesario–, sino en (re)construir ámbitos autónomos y autogestivos para reapropiarnos de la decisión y de la riqueza que está siendo despojada.
De ninguna manera digo que se debe dejar de mirar la dominación a escala estatal, pero nuestra fuerza para enfrentarla –y la historia nos lo confirma– no reside en los cánones políticos de la política estatal, sino en nuestra capacidad de darnos forma política más allá del Estado. Desde ahí sabemos, de manera efectiva y contundente, enfrentarlo, cambiar gobiernos de ser necesario y posicionar horizontes de transformación real.
Estos puntos hacen referencia, de manera inacabada, a algunas cuestiones que considero importantes para comenzar a repensar una agenda política desde abajo, desde lo popular, desde lo comunitario, desde donde se vive la agresión del Estado y el capital, desde los márgenes, desde el subsuelo, desde aquellos lugares que la cerrazón estatal invisibilizó, reprimió, despreció y devaluó. Hay muchos temas más, desde la centralidad que ahora ocupa la lucha de las mujeres, hasta la descolonización de nuestra vida, pasando por las luchas socioambientales, son temas que tenemos que ir tejiendo entre todxs. Los ensayos de respuesta que planteo no son, para nada, un intento de zanjar discusiones, sino una búsqueda –compartida con otras personas– de abrir debates contrarios a los que en este momento están en la agenda política dominante.
Recuperemos la capacidad de nombrar lo que nos pasa, compartamos palabras, reflexionemos, debatamos abierta y apasionadamente –como se suele hacer en Bolivia– para significar nuestros horizontes de futuro y desde ahí comencemos a hacer lo necesario; haceres que seguramente –y ojalá sea así– sean múltiples, distintos e, incluso, contradictorios por momentos; no busquemos la homogeneización y unidad (lo “único”), sino, como diría Silvia Rivera Cusicanqui, empecemos por construir los puentes para la articulación de lo diverso.

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