martes, 16 de febrero de 2016

II. Es hora de preguntarnos qué mundo nos está dejando el capitalismo y cómo encaminar el Nunca Más al sistema mundo.

Caminos abiertos por luchas de los pueblos están creando
 
el internacionalismo revolucionario 
a consolidar y proyectar.
 
Continuamos con la propuesta:

Globalización del gran capital y 
nuevo internacionalismo revolucionario.
2  de noviembre de 2005
Por Narciso Isa Conde 
Necesidad de un nuevo internacionalismo revolucionario
En tal contexto, en el mundo de hoy el reto de las izquierdas, de los revolucionarios y de las fuerzas de la transformación y del progreso, es realmente de dimensiones planetarias y a todas luces titánico.
El nuevo internacionalismo de las cúpulas capitalistas del mundo exige de un nuevo y revitalizado internacionalismo de todos / as los / as oprimidos / as y afectados / as. 
Si más global es el dominio del gran capital más global deberá ser la respuesta necesaria para liberarnos de él.
Y esa respuesta, a partir de lo acontecido en los países del llamado socialismo real, necesita de un esfuerzo creativo que recoja sus lecciones, explique las causas de ese colapso y reformule el proyecto emancipador a fin de restaurar la esperanza, de elevar la subjetividad estropeada, de revitalizar el ideal socialista. 
Lo que acontece en el presente: la quiebra de las promesas formuladas desde el capitalismo después del colapso del bloque socialista, el fracaso progresivo del orden neoliberal, el empeoramiento de las condiciones de vida en el planeta, sienta las bases para esa trascendente recreación.
El planteo de Chávez sobre la necesidad de pensar y debatir lo relativo al socialismo del siglo XXI, estableciendo la debida diferenciación con los proyectos fracasados de Europa oriental, le devuelve actualidad a esa trascendente construcción.
No hay ningún orden político-jurídico o económico-social sin alternativa. Menos aún el que hoy hunde a la inmensa mayoría de los seres humanos en la pobreza, la explotación, la exclusión, la incertidumbre, la desertificación, la contaminación...
 Pero además, lo decisivo, lo radical de esta situación, es que el internacionalismo hoy no puede consistir sólo en identidad o en aspiración moral sino que debe concretarse en una opción política real. Para decirlo con claridad, o la izquierda es capaz de dotarse de un programa y de una práctica social efectivamente internacionalista o será derrotada en cada país, y globalmente por el capitalismo. Este es el gran desafío.
  
Sujetos potencialmente alternativos
En primer término procede identificar los sujetos potenciales con posibilidad de enfrentar y superar los efectos y el dominio de esa globalización neoliberal en los escenarios locales, nacionales y regionales y finalmente en el propio escenario mundial que ella todavía hegemoniza: esto es, las contrapartes del nuevo internacionalismo burgués.
Cada escenario precisa de una coordinación, de una unidad y de un accionar común, enmarcadas siempre dentro de la óptica y del proceso de articulación de un potente y diverso torrente mundial.
La coordinación de sujetos golpeados, explotados, oprimidos, excluidos, afectados y la creación de sus referentes políticos transformadores, son precondiciones obligadas para la conversión de sus potencialidades en fuerza realmente activa, impugnadora, forjadora de contrapoder y de poder.
Nos referimos:
·         A fuerzas del trabajo explotado, a sus dos géneros (masculino y femenino) sometidos con intensidad diferenciada por el capitalismo neoliberalizado.
·         Las fuerzas del trabajo expulsadas de la esclavitud asalariada, excluidas del sistema económico, lanzadas al desempleo, a la incertidumbre y al desamparo.
·         La juventud que llega a la edad laboral y no encuentra fuente de trabajo remunerado.
·         Las mujeres ligadas al trabajo doméstico no remunerado.
·         Las mujeres súper-oprimidas por un capitalismo neoliberal y patriarcal.
·         La diversidad social que integra el mundo de la llamada economía informal.
·         Los campesinos sin tierra y sin medios de producción.
·         Los pequeños y medianos propietarios o empresarios urbanos y rurales en proceso de ruina.
·         Los empresarios que producen para el mercado interno y han sido golpeados por la apertura y el impacto de las mal llamadas “areas de libre comercio.”
·         Las etnias oprimidas y discriminadas y los pueblos originarios excluidos y maltratados.
·         Las naciones en proceso de recolonización, especialmente sus fuerzas sociales y políticas excluidas de las decisiones del poder dominante.
·         La niñez abandonada y maltratada.
·         Los / as envejecientes despreciados / as y abandonados / as.
·         El llamado Tercer y Cuarto Mundo, excluidas sus elites privilegiadas.
·         Los y las protagonistas de las diversas corrientes culturales, artísticas, creativas afectados / as por la uniformidad cultural que se nos quiere imponer y por el totalitarismo ideológico en desarrollo.
·         La gran parte de la humanidad afectada por la desertificación, la contaminación, el calentamiento de la Tierra, la depredación de su flora y de su fauna, y todo el deterioro ecológico en marcha.
·         Las diversas fuerzas sociales y políticas que reclaman participación poder de decisión, y cese del autoritarismo y de la exclusión política.
Dentro de esa variedad, dentro de ese abanico, claro está hay que poner un énfasis especial en el rol determinante de las fuerzas del trabajo, es decir, del campo anticapitalista, proletario, popular en toda su diversidad de género, etnias y edades.
Los sujetos potenciales son pues más vastos y diversos que los asumidos en la concepción revolucionaria internacionalista que dominó nuestro pasado. Incluye, pero a la vez supera, el sujeto que inspiró aquel grito emancipador en el plano de la solidaridad internacional: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”
Más aún el capitalismo actual exige de un internacionalismo que incorpore y a la vez rebase con creces la divisa ¡Proletarios y pueblos oprimidos del mundo, uníos!, de aquella primera fase del imperialismo.
De lo potencial a lo real
Pero el reto no es sólo la creatividad y la innovación en ese aspecto si no en cuanto a los esfuerzos e iniciativas que posibiliten lograr en esos sujetos la conciencia de identidad de intereses a escala regional y local, y la articulación a referentes políticos emancipadores, así como también su movilización, su conversión en movimientos sociales, en movimientos político-sociales, en organizaciones que formen contrapoder y poder con programas comunes destinados a enfrentar los diversos ejes de la dominación imperial a escala local, nacional, regional y mundial; destinados a construir un poder alternativo y a producir la ruptura y la toma de la maquinaria del Estado con la creatividad que las nuevas circunstancias demandan.
Todo ello desde espacios de coordinación específicos y tendiendo a lograr una izquierda militante articulada y profundamente compenetrada de la necesidad de potenciar el internacionalismo revolucionario y de convertir la solidaridad en tarea cotidiana, creando a la vez los espacios flexibles que posibiliten darle permanencia a su coordinación a escala regional y mundial.
Esto último pasa por darle aliento, fortalecer y potenciar todos los foros o encuentros establecidos de la izquierda continental y de sus diferentes corrientes, por establecer los puentes intercontinentales y finalmente por conformar los espacios mundiales de articulación.
Y esto es especialmente necesario, incluso imperioso, en el caso de la izquierda transformadora, anticapitalista, antisistémica y definidamente socialista.
Cuando se habla hoy en tantos debates, eventos, jornadas,... de mundialización, globalización o de integración territorial, con frecuencia se olvida que estamos hablando del Poder, de dominio y de lucha de clases en el ámbito mundial, de imposición de intereses y de determinantes modalidades de opresión.
Los procesos de reestructuración en curso dentro del capitalismo actual han significado y están significando un gigantesco proceso de concentración política y económica a escala mundial. Y esta asimetría de poder se está reflejando dramáticamente en términos de intervención político-militar en todo el planeta.
Nada pone mejor de manifiesto esto que los acontecimientos que se han producido en la antigua Yugoslavia, en Afganistán y en Irak. Después de la reunión de Washington conmemorativa del 50 aniversario de la fundación de la OTAN, se confirma que el dramático problema de Kosovo ha sido sólo un pretexto para crear las condiciones para refundar la OTAN y poner en práctica un nuevo orden político-militar multinacional hegemonizado por los EE.UU.
La OTAN, o sea EE.UU. como fuerza militar a partir de esta reunión es quien decidirá quién cumple o no los derechos humanos y, lo que es más importante y peor, se convierte en poder punitivo a escala planetaria. Quien es terrorista y quien no.
 Previamente los patrones que se imponen desde el FMI, el BM ¿matizados por las contradicciones de la diversidad imperial? y las acciones militares contra Panamá, Somalia, Irak... evidencian una vocación hegemonista más drástica que nunca y ahora sin los pretextos esgrimidos en el período de la “guerra fría”.
El 11 de Septiembre marcó el momento de inflexión para desplegar esa estrategia guerrerista terrorista, siendo Afganistán e Irak sus primeros blancos de ataque, pero apuntando también contra Cuba y el norte de Sudamérica (Venezuela, Colombia, Amazona...).
Las respuestas en Irak ha sido vigorosa evidenciando que a pesar de su poderío unipolar no son inderrotables. En Afganistán tampoco han logrado estabilizar la ocupación.
Sólo la unidad, la coordinación creciente de las fuerzas políticas y militares revolucionarias, la determinación de desplegar todas las energías acumuladas, podría o disuadir a EU de una aventura similar en nuestra América o empantanar sus fuerzas militares en la región hasta infringir una aleccionadora derrota política.
Dentro del conjunto de las grandes potencias capitalistas, comprometidas todas con la globalización del neoliberalismo –sobre todo cara al mundo dependiente- los EEUU ejecuta un plan de reconquista militar del planeta (de sus zonas de más importancia geoestratégica y regiones ricas en recursos naturales) basada en su supremacía militar y en su estrategia de guerra infinita, de terrorismo de Estado.
Esto emplaza, por razones de vida o muerte a construir una estrategia alternativa desde los pueblos.(...)
No se trata de ir hacia otra Internacional o de construir un partido político internacional como se diseñó en el pasado.
Lo que proponemos es la articulación de un conjunto plural de sujetos políticos revolucionarios, movimientos sociales y organizaciones civiles y culturales contestatarios en torno a un programa de acción común que permita definir las grandes opciones democráticas y revolucionarias, movilizar la opinión pública internacional y organizar la solidaridad entre los trabajadores, los pueblos y las naciones con el objetivo de alcanzar una Humanidad justa en una tierra habitable y previa derrota de la nueva modalidad opresiva del capitalismo.
Lo que proponemos son espacios originales y flexibles de coordinación y acción común de todas las fuerzas transformadoras del mundo y muy especialmente de sus componentes antisistémicos, anticapitalistas, pro-socialistas.
Lo que proponemos es oponerle a la ofensiva globalista del gran capital la contraofensiva de las fuerzas alternativas capaz de frenar su prepotencia militar, su nefasta acción económica imperial y su prepotencia avasalladora; capaz de reimplantar la legalidad internacional y de apuntalar un orden mundial justo y equitativo.
En la misma medida en que se constituye un sujeto social revolucionario más diverso y complejo, también es necesario construir un nuevo internacionalismo, amplio, diverso y radicalmente transformador, así como los mecanismos de condición para llevarlo a la práctica". Leer (...)

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