"El tema nos introduce en la cuestión del modelo productivo, la soberanía alimentaria, la necesidad de un nuevo sujeto económico y –fundamentalmente- nos conduce a un reordenamiento territorial. Allí, partiendo desde el principio que la tierra es para el que la trabaja, es posible avanzar hacia una profunda desconcentración de la propiedad de la tierra y de la población de las grandes urbes. Al mismo tiempo crecer industrialmente a través de un encadenamiento productivo en manos de los sectores populares organizados".
Argentina:
La tierra,
siempre la tierra…
¿Ventaja o
problema?
6 de julio de 2020
Juan Guahán
Argentina es un país agropecuario. De eso no
quedan dudas, para lo bueno y lo otro. Es por ello que el tema de la tierra, su
apropiación, su organización productiva y el destino de sus frutos, son claves
en nuestra historia pasada, presente y futura.
Es imposible -en estas líneas- reflexionar
sobre todas esas variantes pero sí podemos introducirnos en el estado actual
del problema. Entre otras cuestiones, buena parte de nuestros límites
nacionales e interprovinciales tienen que ver con lo dicho sobre la tierra y la
historia argentina.
Entre 1822 y 1830, unos pocos propietarios
(538) se adueñaron, por la Ley de Enfiteusis rivadaviana, de cerca de nueve
millones de hectáreas de las mejores tierras. Buscando ampliar las “fronteras
agropecuarias”, esa tendencia fue consolidada por la Campaña al “Desierto”
(general Julio A. Roca 1878/1887), que les permitió acceder a otras 41 millones
de hectáreas.
En realidad esas acciones tenían por objeto
expulsar a los indígenas que ocupaban esas tierras para repartirlas entre los
amigos del poder. Así fue como la “Generación del 80” definió nuestros límites
territoriales, la apropiación de las tierras y las modalidades productivas. Así
nació nuestro país agroexportador y la oligarquía terrateniente que lo
usufructuaba.
Ese modelo fue actualizado -en el siglo XX-
durante el gobierno de Carlos Menem y por gestión de su ministro de
Agricultura, Felipe Solá (hoy canciller). El país agroexportador fue
complementado con el extractivismo y los agro-negocios que terminaron por
imponerse mediante la sojización, los paquetes tecnológicos y las semillas
genéticamente modificadas.Mineria a cielo abierto
Actualmente el 0,94% de propietarios acumula
el 34% de las tierras productivas, manteniendo la señalada concentración de los
tiempos precedentes. Desde allí y con la anuencia de diferentes gobiernos se
determinó el tipo y destino de nuestra producción agropecuaria.
Recurrentemente, como ocurriera con la “Resolución 125” en el 2008 y ahora con el
tema de la
agroexportadora Vicentin, nuestra economía padece problemas
puntuales con esa franja social. Lo malo no son sólo esas cuestiones
específicas, sino el problema estructural con un sector que influye o determina
la política en un área clave de la economía conformado en contra de los
intereses del pueblo.
Organizaciones populares y la
soberanía alimentaria
Durante largos años este tema estuvo fuera
de la agenda de los sectores populares. Hace pocas semanas un grupo de
organizaciones populares formuló la propuesta de “crear un millón de chacras
mixtas combinadas con la industrialización del campo, planificada y federal”.
Esa propuesta parte de la base que existen
30 millones de hectáreas de tierras fiscales, de las cuales 18 millones son
cultivables. Este es un abordaje a este tema donde, sin modificar
sustancialmente la fuerte concentración existente, toca una de las cuestiones
más profundas del movimiento popular y la economía nacional.
El tema nos introduce en la cuestión del
modelo productivo, la soberanía alimentaria, la necesidad de un nuevo sujeto
económico y –fundamentalmente- nos conduce a un reordenamiento territorial.
Allí, partiendo desde el principio que la
tierra es para el que la trabaja, es posible avanzar hacia una profunda
desconcentración de la propiedad de la tierra y de la población de las grandes
urbes. Al mismo tiempo crecer industrialmente a través de un encadenamiento
productivo en manos de los sectores populares organizados.
Ello permitiría asociar largos procesos que
van desde la producción de las semillas hasta la elaboración de alimentos
listos para consumir, por fuera de los modelos actualmente vigentes.
Allí se podrá privilegiar la cercanía
territorial, las necesidades y soberanía alimenticias, sin depender de las
grandes trasnacionales y sus productos chatarras, que procuran la uniformar
mundialmente el consumo contribuyendo a la destrucción de las culturas y
economías locales.
Los Estados –en transformación- no podrán
permanecer ajenos a esta perspectiva pero los grandes protagonistas, los
sujetos de estas posibilidades son las propias expresiones del pueblo
económica, social y políticamente organizado.
Todo esto supone generar las condiciones
para crear, desde abajo, las bases de un nuevo modelo que no esté regido por
las actuales reglas del mercado y la ganancia, características del decadente
mundo actual.
*Analista
político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de
Análisis Estratégico (CLAE, http://www.estrategia.la)
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/06/29/argentina-la-tierra-siempre-la-tierra/
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