Implica que ejerce la violencia de
exprimir la vida-trabajo de abajo
para transferir riquezas e ingresos
a la economía global de casino.
De ahí lo imprescindible de
construir el Nunca Más al capitalismo mediante
la democratización de nuestra
cotidianeidad que desestabilice a
feudos y burocracias promotoras
e institucionalizadoras de
la
conciliación con las transnacionales y sus socios locales.
Recordamos varios conflictos e incluso
estallidos que sacudieron esos despotismos y amenazaron su paz de cementerio.
Sin embargo, permanecieron y se perfeccionaron en su capacidad tanto de
viabilizar el sometimiento social al saqueo-envenenamiento como de multiplicar
negocios lícitos e ilícitos a su exclusivo beneficio.
El kirchnerismo ha puesto de manifiesto,
entre los de izquierda, que no éramos tan compañeros. Que nuestra afinidad
ideológica era hueca e interpretábamos distinto nuestros vínculos con la
realidad social y mundial. La mayoría de nosotros, los de izquierda, se mantuvo
sin dar relevancia a la reelaboración de nuestra
ideología al ir entablando relaciones entre nosotros y sobre todo con los
diversos de abajo en caminos emancipatorios desde ahora.
Quienes se identificaron K prefirieron
ponerse al lado del poder político volviendo las espaldas a las comunidades en
zonas de sacrificio y sin cuestionar el asistencialismo, el clientelismo,
el cooperativismo para contener al creciente número de desposeídos por el
extractivismo. Pero, también, están quienes eligieron un
tercer camino por análisis sin diálogos con saberes otros y con la
complejidad del hoy. En consecuencia, estos últimos, soslayan lo
medular que es la profundización de la deuda eterna y del extractivismo para
caracterizar al gobierno CFK.
Atendamos porqué Nunca Más al capitalismo y a sus
criminales beneficiarios e impulsores locales:
La
miseria planificada ( que anticipara Rodolfo Walsh) se efectiviza -en toda
la democracia tutelada- mediante el
regresivo régimen tributario y el privilegio estatal al pago de la estafa:
"La deuda sirvió para financiar las grandes salidas de capitales que ocurrieron a lo largo de todos estos años. En este punto, un trabajo de economistas K del Banco Nación (Gaggero, Casparrino y Libman, “La fuga de capitales. Historia, presente y perspectiva”, Cefidar, 2007) muestra con meridiana claridad cómo el stock de la deuda externa y el stock de capitales fugados crecieron casi a la par desde mediados de los 1970 hasta los mediados de los 2000. Esto no fue una “imposición” del imperialismo colonialista sobre una burguesía sometida, sino una operación consciente y libre de los explotadores criollos, obedeciendo a sus propios intereses. Por esta vía se operó concretamente la soldadura con el capital financiero internacionalizado".
Después del Club de París,
fondos buitres
20 de junio de 2014
20 de junio de 2014
Por Rolando Astarita
(…)Deuda
y transferencia de excedente
Ahora hay
que particularizar lo anterior en el movimiento histórico concreto de la deuda
externa argentina. Recordemos que la deuda ha venido creciendo de manera
sostenida desde 1976. Al momento de producirse el golpe militar era de 8500
millones de dólares; al llegar Alfonsín había subido a 44.000 millones de
dólares; en 1989 era de 65.000 millones; con Duhalde alcanzó los 176.000
millones; y en diciembre de 2013 (no hay muchos datos oficiales, el gobierno
oculta mucha información) el stock de deuda era de 202.000 millones de dólares.
Pues bien, el cuento que se cuenta habitualmente sobre este proceso viene a
decir que la deuda externa fue una pura imposición de la dictadura militar, en
combinación con los bancos y los centros financieros, y que desde entonces se
estableció un mecanismo de explotación por vía del pago de intereses y
refinanciación de los principales prestados, cuya víctima fue el pueblo
argentino de conjunto (hasta que llegaron los Kirchner a liberar al país).
La realidad,
sin embargo, es otra. Por empezar, ya en 1975, bajo el gobierno de Isabel Perón,
hubo un intento de tomar grandes cantidades de deuda a tasa variable para
superar la aguda crisis de la balanza de pagos que Argentina estaba atravesando.
Luego, a partir de 1976, el endeudamiento fue aprobado, o por lo menos
consentido, por amplios sectores de la clase dominante. Por este motivo continuó
después de caída la dictadura militar, y se prolonga hasta el día de hoy. ¿Cuál
fue la lógica? Pues que la
deuda sirvió para financiar las grandes salidas de capitales que ocurrieron a lo
largo de todos estos años.
En este punto, un trabajo de economistas K del Banco Nación (Gaggero, Casparrino
y Libman, “La fuga de capitales. Historia, presente y perspectiva”, Cefidar,
2007) muestra con meridiana claridad cómo el stock de la deuda externa y el
stock de capitales fugados crecieron casi a la par desde mediados de los 1970
hasta los mediados de los 2000. Esto no fue una “imposición” del imperialismo
colonialista sobre una burguesía sometida, sino
una operación consciente y libre de los explotadores criollos, obedeciendo a sus
propios intereses. Por esta vía se operó concretamente la soldadura con el
capital financiero internacionalizado.
Naturalmente, las refinanciaciones también dieron lugar a repetidos festivales
de dinero -cada una de estas operaciones dejaba suculentos ingresos a quienes
participaban de ellas-, saqueo de los fondos públicos y corruptos negociados de
todo tipo. Es muy significativo que en los 1990 y comienzos de los 2000, cuando
se anunciaban las reestructuraciones de la deuda externa -en el marco de un
creciente empobrecimiento del pueblo trabajador- la clase dominante saludaba
estas operaciones como “triunfos”. Subrayo: fue
una política general, de clase. Y esa política se integró con las
privatizaciones -que implicaban siempre nuevas y gigantescas transferencias de
riquezas-, con las aperturas de los mercados, y el despliegue a pleno de las
leyes del capital. La dirigencia K, que hoy se hace la víctima, no puede negar
que participó de cuerpo y alma en el asunto.
Por otra
parte, muchos de los que adquirían los bonos de deuda también eran argentinos.
Para bancos, financieras y otros inversores, los títulos eran vistos como una
oportunidad de buenas ganancias. De esta manera se estrechaban también los
vínculos con el capital financiero internacional. Por eso no se puede decir que
la clase dominante argentina fuera o sea actualmente “explotada” por medio de la
deuda.
Los
argentinos que tienen colocaciones financieras en Suiza, Miami o paraísos
fiscales como las Seychelles, no están oprimidos por los centros financieros
internacionales, sino
son partícipes de la
explotación del trabajo a través del capital de préstamo, al mismo nivel que
cualquier otro capitalista financiero, sea de EEUU o de cualquier otro país.
Condiciones para los buitres
Recurrir a
la historia y ampliar la lente hasta las relaciones sociales subyacentes permite
desnudar al impostor. La “niebla ideológica” del nacionalismo estatista no sólo
pretende ocultar “el reino de las estructuras”, para sustituirlas por mera
apariencia -bandera argentina, patria, unidad nacional- sino también su propia
participación en el crimen que denuncia con palabrerío infinito. Por eso,
escuchando en el día de hoy a Cristina Fernández, me vino a la memoria el pasaje
de Marx que dice “si de verdad creyera en su propio ser, no lo escondería bajo
la apariencia de un ser ajeno ni buscaría su salvación en la hipocresía y el
sofismo”. Es que no fue “un ser ajeno” a los Kirchner el que estableció las
cláusulas que posibilitaron a los fondos buitres litigar en Nueva York.
Los datos,
los duros datos de la realidad y de la historia reciente -esos que nunca podrá
“coordinar” el funcionario “coordinador del pensamiento nacional”- están allí
para quien quiera verlos. Cuando se reestructuró la deuda en 2004, el decreto
firmado por el presidente Kirchner (decreto número 319 del PEN)prorrogó la
jurisdicción de los tribunales de Nueva York y la renuncia a oponer la defensa
de inmunidad soberana. Esta renuncia de soberanía fue
mantenida en el nuevo canje de 2010 (decreto
1953 de 2009, presidencia Cristina Kirchner). Alejandro Olmos Gaona (del que
tomo muchos de estos datos) señaló repetidas veces que los funcionarios
argentinos que aceptaban los tribunales de Nueva York no
podían desconocer las tradiciones del derecho anglosajón en cuanto hacer cumplir
contratos de deudas. Pero el criterio sigue vigente: entre las cláusulas
(que se intentan mantener en secreto) del convenio que el gobierno K firmó con
Chevron, hay una que establece que en caso de existir desacuerdos entre Chevron
e YPF, la jurisdicción para arreglarlos no serán los tribunales argentinos, sino
la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio con sede en
Francia. Y otra que dispone que la ley aplicable del acuerdo en caso de
incumplimientos o disputas no es la de Argentina, sino la que rige en la ciudad
de Nueva York.
Tengamos
presente también que en los canjes de 2005 y 2010 actuaron como intermediarios
grandes grupos financieros: Citigroup Global Markets Inc. y Deutsche Bank
Securities Inc. y Barclays Capital Inc., UBS Limited y Merrill Lynch, Pierce,
Fenner & Smith Incorporated, que cobraron, como siempre, jugosas comisiones.
Además, se fijaron otras cláusulas muy favorables a los acreedores, como las
“cross default” (que disparan el default generalizado si no se cumple con el
pago a algunos bonos), o la “RUFO” (siglas en inglés de derecho acerca de
futuras ofertas), que garantiza que cualquier mejora que se otorgue a los que no
entraron en el canje se aplicará a los que sí lo hicieron. Naturalmente, la
Presidenta se niega a recordar estas cuestiones. Pero son datos históricos que
no deberían olvidarse.
Permanencia de la dependencia y el subdesarrollo
Como lo
hemos señalado más arriba, aquí hay un sendero que se profundiza y afianza. Los
acuerdos con el Ciadi, con Repsol, Club de París, ahora con los fondos buitres,
no se pueden separar de la devaluación y el ajuste de salarios, ni de cuestiones
como la ley antiterrorista, la inteligencia sobre organizaciones de izquierda y
movimientos sociales, o la designación de Milani. Y todos ellos conectan con
algo fundamental, que hemos discutido en otras notas: el
pretendido “modelo industrialista con inclusión social” no cambió en absoluto la
matriz dependiente y atrasada del capitalismo argentino. Los “pilares” de la
economía K durante la última década siguieron siendo el complejo sojero,
maicero, la gran minería, la industria automotriz (deficitaria en términos de
balanza comercial) y la industria liviana, con crecimiento más bien extensivo
(esto es, basado en plusvalía absoluta). En este marco, desde 2007 a 2012 se
produjo una nueva y gigantesca fuga de capitales (unos 80.000 millones de
dólares hasta el cepo cambiario), expresión mayúscula del subdesarrollo.
Agreguemos que en la “década ganada” los acreedores recibieron 173.000 millones
de dólares (cifra proporcionada por Cristina Fernández). Y desde fines de 2013
la economía entró en estancamiento y recesión; a la vez, disminuyó el superávit
comercial, y continuó aumentando el déficit fiscal. Por eso están dadas todas
las condiciones para un nuevo incremento del stock de deuda. A los 9.700
millones de dólares que se comprometieron con el Club de París y a los 5000
millones de endeudamiento con Repsol, se sumarán ahora los montos que “arreglen”
con los holdouts.
Cuando el
gobierno devaluó en enero, los escribas K escribieron que “esta vez iba a ser
distinto”. Desde este blog -y desde todas las publicaciones de la izquierda
marxista- se pronosticó que venía más explotación y penalidades para el pueblo
trabajador. No nos equivocamos. Ahora nos quieren vender que están “liberando la
Patria” con este nuevo ciclo de endeudamiento masivo. La realidad es que esta
“liberación” va a significar nuevos y mayores “ajustes” sobre los salarios y el
bienestar de la clase trabajadora. De nuevo, esta vez tampoco será “distinto”.
El reforzamiento del
Estado represor y transferidor de capitales e ingresos hacia la economía
global de casino:
-
"Desde 2007 Milani está a cargo (y hoy retiene esta función) de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor. Allí trabó estrecha relación, según todas las informaciones disponibles, con la ministra de Defensa Nilda Garré (quien a su vez está muy cercana al CELS). Recordemos que Nilda Garré ha sido denunciada por su participación en el llamado Proyecto X. Se trata de una unidad de la Gendarmería Nacional, que fue creada para organizar una base de datos de militantes, mediante el espionaje y la infiltración en organizaciones sociales y políticas. Estos datos fueron luego utilizados en juicios contra militantes. Las instrucciones contenidas en el proyecto, elaboradas en 2009, destacan la importancia de vigilar a todos los que pudieran crear “situaciones de alteración del orden público”.
-
"La reforma, de diciembre de 2011, de la Ley Antiterrorista. Esta reforma derogó la figura de “asociación ilícita con fines terroristas”, pero elevó al doble las penas de los delitos que se hubieran cometido con “la finalidad de aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo” (artículo 41). De esta manera se deja abierta la puerta para que manifestaciones o huelgas sean calificadas como actos terroristas, como han manifestado muchas organizaciones sociales o políticas de izquierda".
-
"En la última década la economía argentina recibió una gigantesca renta, que puede calcularse entre los 120.000 y 150.000 millones de dólares, por la mejora de los términos de intercambio. Pero desde 2005 se fugaron del país más de 80.000 millones de dólares. En varias notas en este blog he planteado que esto configura una gigantesca transferencia de excedente, que es la clave de la acumulación y el desarrollo capitalista. En la última década no hubo un proceso de acumulación estructuralmente sólido, o una transformación cualitativa de la economía argentina, que es tecnológicamente atrasada y dependiente. Y esto no se arregla convocando al lavado de dinero. Sólo a un irremediable lumpen burgués se le puede ocurrir semejante “solución”".
Milani, Chevron, Sbattella
16 de
julio de 2013
Por Rolando Astarita
En los últimos días hubo una serie de noticias que son de difícil digestión para
los que sostienen que el gobierno K está operando una transformación
revolucionaria (“liberación nacional”, “lucha contra los grupos concentrados”, y
similares) del país. Noticias que se pueden sintetizar en tres nombres: Milani,
Chevron y Sbattella. Dado que este blog lo lee gente que no vive en Argentina
(en promedio, el 40% de las visitas diarias son del exterior), sintetizo a qué
me refiero.
Milani
(o acerca de la naturaleza represiva del Estado)
El general
César Milani fue nombrado recientemente jefe del Ejército, por la presidente
Cristina Kirchner. Milani está denunciado por haber participado en la represión
durante la dictadura militar. Ex presos políticos lo vinculan a la desaparición,
en Tucumán, en 1976, del soldado Alberto Ledo, que era su asistente. Milani
estaba especializado en inteligencia en el batallón de Ingenieros 141, de la
provincia de La Rioja, y fue enviado en comisión a la provincia de Tucumán,
entre febrero de 1976 y febrero de 1977. En esa época el Ejército llevaba
adelante el Operativo Independencia, contra el Ejército Revolucionario del
Pueblo. Ledo, que según testimonios, habría sido simpatizante del ERP,
desapareció en Tucumán, a donde había tenido que acompañar a Milani. Su madre,
Marcela de Ledo, integra la asociación Madres de Plaza de Mayo de La Rioja.
Milani también está mencionado por un ex detenido, Ramón Olivera, en el libro Nunca
Más, de la Rioja. Olivera explicó que Milani participó de la detención de su
padre, y que luego él mismo estuvo detenido en un centro clandestino. Desde allí
fue llevado ante un juez por Milani, quien estuvo presente durante la
declaración. Además, Milani está sospechado de haber participado en Inteligencia
durante la dictadura militar. Asimismo, está denunciado por participar en el
levantamiento de los carapintadas, en los años 80, contra el gobierno de
Alfonsín.
Frente a
estos datos, Madres de Plaza de Mayo, línea Bonafini, guarda silencio. Estela de
Carlotto, presidenta de Abuelas, dijo que no correspondía pedir el
desplazamiento de Milani. El Centro de Estudios Legales y Sociales, a su vez,
antes había dicho que no tenía información que pudiera vincular a Milani con la
represión. Madres de Plaza de Mayo, Abuelas y el CELS son organismos defensores
de derechos humanos oficialistas. El Nunca
Más es un material muy conocido, y su legitimidad nunca fue cuestionada por
alguno de estos organismos (acerca de los K-criterios para evaluar lo actuado
bajo la dictadura, ver aquí).
Pero no se
trata sólo de la participación de Milani durante la dictadura, o el alzamiento
carapintada.
Desde 2007 Milani está a cargo (y hoy retiene esta función) de la Jefatura II de
Inteligencia del Estado Mayor. Allí trabó estrecha relación, según todas las
informaciones disponibles, con la ministra de Defensa Nilda Garré (quien a su
vez está muy cercana al CELS). Recordemos que Nilda Garré ha sido denunciada por
su participación en el llamado Proyecto X. Se trata de una unidad de la
Gendarmería Nacional, que fue creada para organizar una base de datos de
militantes, mediante el espionaje y la infiltración en organizaciones sociales y
políticas. Estos datos fueron luego utilizados en juicios contra militantes. Las
instrucciones contenidas en el proyecto, elaboradas en 2009, destacan la
importancia de vigilar a todos los que pudieran crear “situaciones de alteración
del orden público”.
Según la abogada Myriam Bregman, defensora de derechos humanos y
militante del PTS, el Proyecto X tiene como objetivo la persecución de
activistas sociales y políticos. El propio comandante de Gendarmería, Héctor
Schenone, reconoció ante la Justicia la existencia del Proyecto. Hoy existe una
causa abierta, que está avanzando (según Bregman). A pesar de esto, la
presidenta Kirchner acaba de decir que el Proyecto X “es inexistente” (discurso
del 9 de julio, en Tucumán). Los organismos de derechos humanos oficialistas, y
el progresismo K, no desmintieron a la presidenta. En cualquier caso, existen
fuertes elementospara vincular a Milani con un enfoque global de vigilancia y
recolección de datos, que luego son utilizados en la persecución judicial de la
militancia. El área de Inteligencia del
Ejército recibió sustanciales incrementos presupuestarios en los últimos años.
En este
análisis debe incorporarse, además,
la reforma, de diciembre
de 2011, de la Ley Antiterrorista. Esta reforma derogó la figura de “asociación
ilícita con fines terroristas”, pero elevó al doble las penas de los delitos que
se hubieran cometido con “la finalidad de aterrorizar a la población u obligar a
las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una
organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo” (artículo
41). De esta manera se deja abierta la puerta para que manifestaciones o huelgas
sean calificadas como actos terroristas, como han manifestado muchas
organizaciones sociales o políticas de izquierda.
El gobierno se defiende diciendo que la ley establece que no se castigarán las
protestas que se hagan en defensa de derechos humanos y sociales. Sin embargo,
muchos abogados argumentan que las modificaciones introducidas abren el campo
para interpretaciones, y habilitan a la criminalización de la protesta social.
Todo lo
anterior debe vincularse también con
la decisión del Gobierno
de responder al problema de la seguridad poniendo el acento, crecientemente, en
la represión y la punición.
El enfoque tradicional del progresismo, que hace hincapié en las raíces sociales
del problema, pasa ahora a segundo plano.
El ministro de Seguridad
de la Nación, de hecho, es Sergio Berni, un militar en actividad, que goza del
favor de la presidenta. Cristina Kirchner, además, ha acusado a los jueces por
ser demasiado suaves en la aplicación de penas.
Un discurso que hasta ahora el progresismo K consideraba propio de la derecha.
De manera que la designación de Milani, el ocultamiento de su accionar durante
la dictadura, o el levantamiento carapintada, debe leerse en esta secuencia de
hechos. No es trueno en día sereno.
Chevron
(de nuevo, son sólo negocios)
En notas
anteriores sostuve que la estatización de YPF no debía interpretarse en clave de
“liberación nacional”, sino en términos de negocios entre capitalistas; esto es,
negocios sustentados en la apropiación de plusvalía (ver aquí y aquí).
En esas notas, y contra el discurso oficialista (“estatización de YPF sinónimo
de Patria recuperada”) planteé que se trataba de una renegociación de los
términos de la explotación del negocio.
Pues bien,
en el día de ayer, 15 de julio, se conoció el decreto que crea el Régimen de
Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos. Según el mismo,
están alcanzadas por este régimen las empresas que inviertan 1000 millones de
dólares, o más. Las que lo hagan, podrán comercializar libremente, luego del
quinto año, en el mercado externo el 20% de la producción (resultado de esas
inversiones), sin tener que pagar derechos de exportación. Además, en caso de
que la producción nacional no alcance a cubrir la demanda, y las exportaciones
se destinen a cubrir la demanda interna, el precio no será inferior al precio de
exportación, sin retenciones. Las compañías también tendrán derecho prioritario
a obtener divisas a través del Mercado Único y Libre de Cambio (aceptemos que es
un eufemismo) por hasta el 100% del precio obtenido en el mercado interno.
Naturalmente, se sigue discutiendo si con esto será suficiente para que las
empresas inviertan en extracción de petróleo y gas, y hay muchos “detalles” que
deberán ser aclarados (por ejemplo, a qué tipo de cambio cotizarán los dólares
que entren por inversiones). Sin embargo, lo relevante es que todo esto parece
desmentir la tesis-verso de “YPF recuperada, Patria liberada”. El tema aquí no
es el patriotismo, sino son los negocios y la rentabilidad. La realidad es que
la falta de inversiones provocó una caída, en la última década, del 60% de las
reservas de gas y del 20% del petróleo. Desde 2003 la producción de petróleo
cayó 30%, y la de gas 20%. Dado que, además, faltó inversión en
hidroelectricidad, aumentó el consumo de combustibles, con lo cual se agravó el
déficit de la balanza energética (sería de 6000 millones de dólares en 2013). No
sé qué cuento contarán ahora aquellos economistas que afirmaban que, principio
del acelerador mediante, bastaba con fomentar el consumo para que hubiera
inversión (ver la crítica a esta postura aquí y aquí).
Lo cierto es que la acumulación de capital -esto es, la reinversión de
plusvalía- se rige, como en cualquier país capitalista, por el olor de las
ganancias. El acuerdo con Chevron no hace más que ratificarlo. Con respecto a
este último, otro dato significativo para la tesis-verso “YPF recuperada, Patria
liberada”: en los medios ha trascendido que
el acuerdo se pone bajo jurisdicción de tribunales de EEUU.
Sbattella (o el intríngulis de la acumulación de capital)
José
Sbattella es el titular de la Unidad Anti Lavado. Según informaciones
periodísticas, no desmentidas hasta el momento, Sbattella mantuvo hace poco al
menos dos reuniones con funcionarios de cumplimiento de las normas antilavado de
dinero, y técnicos bancarios, para pedirles que no informaran las operaciones
sospechosas que se hicieran con vistas al blanqueo de capitales que puso en
marcha el Gobierno. Aparentemente, los oficiales antilavado y técnicos, así como
los responsables bancarios, se negaron al pedido, dado que les podría caber
responsabilidad penal por no denunciar estas operaciones.
Ubiquemos esta sed por dinero sucio por parte del Gobierno: en la última década la economía argentina recibió una gigantesca renta, que puede calcularse entre los 120.000 y 150.000 millones de dólares, por la mejora de los términos de intercambio. Pero desde 2005 se fugaron del país más de 80.000 millones de dólares. En varias notas en este blog he planteado que esto configura una gigantesca transferencia de excedente, que es la clave de la acumulación y el desarrollo capitalista. En la última década no hubo un proceso de acumulación estructuralmente sólido, o una transformación cualitativa de la economía argentina, que es tecnológicamente atrasada y dependiente. Y esto no se arregla convocando al lavado de dinero. Sólo a un irremediable lumpen burgués se le puede ocurrir semejante “solución”.
Más
en general,
este año el desempleo aumentó al 7,9%;
otro 8% de la población económicamente activa está subocupada. En total, 2,7
millones de personas, el 15,9% de la fuerza laboral, están desempleadas o
subocupadas. El 35% de los trabajadores está en la informalidad. La mitad de los
asalariados gana menos de $3500 por mes. Entre un 20 y un 27% de la población
(según los cálculos no INDEC), está en la pobreza. Y gracias a la no
actualización del impuesto a las ganancias, ha desaparecido una parte
significativa del aguinaldo (entre el 45% y 80%) para el 35% de los asalariados.
Las respuestas por parte del gobierno a esta realidad se llaman Milani, Chevron,
Sbattella. Tienen un sentido, y son expresiones de un contenido esencial. Por
supuesto, también está el relato para construir una gesta heroica (“revolución,
liberación”) con el pasado de Milani, con el Proyecto X o con el lavado de
dinero. Es que nunca deberíamos olvidar que el lumpen burgués parece no tener
límites.
El presente de
Argentina y Nuestra América ha sido conducido
a depender de:
"La
situación del sistema financiero en China es particularmente explosiva. Por
eso no se puede descartar que se desate una nueva y profunda recesión
mundial.
Todo apunta a que, en el mejor de los casos, continuará el bajo crecimiento. Lo cual impactará en la vida de cientos de millones de personas. Según la OIT, en 2014 había en el mundo más de 201 millones de desempleados, 31 millones más que antes de la crisis. Preveía que en 2015 el desempleo mundial aumentara en 3 millones, y en 8 millones en los siguientes cuatro años. 61 millones de seres humanos han perdido su trabajo desde el estallido de la crisis. Los jóvenes son los más afectados: 74 millones de personas entre 15 y 24 años buscaban trabajo en 2014. También en 2014 la situación del empleo estaba empeorando en América Latina y el Caribe, Rusia, China y algunos países árabes. Se espera asimismo que el empleo vulnerable se mantenga constante, alrededor del 45% del empleo total en los próximos años. El número de trabajadores con empleo vulnerable en 2014 era de 1440 millones de personas (22 millones más que en 2012). Es la consecuencia más directa y palpable del semi-estancamiento en que está sumergida la economía mundial desde hace años".
Petróleo, caída de las bolsas y economía mundial
12 de
febrero de 2016
Por
Rolando Astarita
Los mercados
bursátiles del mundo volvieron a caer fuerte ayer, jueves 11 de febrero. El Dow
Jones bajó 1,6%; el Stoxx Europe 600 Index (un índice compuesto que representa
600 empresas de capitalización grande, mediana y pequeña de 18 países europeos)
perdió el 3,4%; en Hong Kong la caída fue del 3,85% y en Tokio del 2,3%. Los más
golpeados fueron los bancos. Las acciones del banco griego Ergasias y el
italiano Unione di Banche Italiani cayeron 13%; Societé Generale 12% luego de
informar ganancias menores a las esperadas y que hacía aprovisionamiento por
potenciales costos legales; Deutsche Bank, Credit Suisse Group y Standard
Chartered tuvieron pérdidas del 5%. El West Texas Intermediate cayó 4,9% para
terminar en 26,24 dólares, el mínimo valor en 13 años. Como contrapartida,
subieron los bonos públicos, y el precio del oro aumentó 4,6%; un signo de que
se busca refugio en liquidez o valores seguros. “Los mercados temen un riesgo
sistémico inminente como el provocado por la quiebra de Lehman Brothers”, dice
Sylvain Loganadin, analista de FXCM, una compañía dedicada a la comercialización
de divisas (La Nación,
12/02/15).
Si bien hoy
viernes las bolsas y el petróleo rebotaban, las pérdidas en lo que va del año
son significativas. Con los cierres de ayer, Wall Street llevaba perdido un 10%
desde principio de año; Londres el 11,3%; el Stoxx Europe 600 el 17%, Tokio
17,4%, Hong Kong 15,4% Brasil 9,3%. A pesar de que hoy viernes las bolsas
rebotaron, la situación sigue siendo muy difícil. Dado que en otras notas me he
referido a la debilidad de la economía a nivel global, en esta entrada solo
actualizo algunas cuestiones.
La
caída del petróleo
El petróleo
está cayendo desde julio de 2014, cuando cotizaba arriba de los 90 dólares el
barril. Estamos ante una guerra de precios, que sigue desarrollándose a nivel
global. Como se ha dicho repetidas veces, la demanda se ha enlentecido,
principalmente por la desaceleración de la economía china. Pero también cuenta
la debilidad de Europa y Japón, y la fuerte caída de las economías de Brasil y
Rusia. A su vez, la oferta se incrementó. EEUU pasó de producir 5,5 millones de
barriles diarios en 2005 a 8,7 millones en 2014 y 9,7 millones en 2015. Por otra
parte Arabia Saudita, que durante mucho tiempo actuó como regulador en la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha aumentado su
producción para ganar mercado. El presupuesto saudí depende crucialmente del
petróleo. Rusia también elevó su producción en 2015, ayudada por la depreciación
del rublo. En los próximos meses se espera, además, que, levantadas las
sanciones, la producción de Irán se haga sentir a pleno en el mercado. El
resultado ha sido la acumulación de inventarios; por fuera de EEUU la capacidad
de almacenamiento en tanques está prácticamente agotada, y en EEUU está cerca de
alcanzar el límite (WSJ, 11/02/16).
Una
economía mundial débil y vacilante
El trasfondo
de la caída del petróleo es una economía mundial débil y vacilante. En 2015 la
zona del euro creció solo 1,5%; Japón 0,6%; Rusia decreció 3,7% y Brasil 3,8%.
La economía de EEUU, la más importante, creció en 2015 el 2,5%; pero en el
cuarto trimestre lo hizo solo el 0,7% (tasa anualizada). Los factores que
contribuyeron positivamente al crecimiento en el último trimestre de 2015 fueron
el consumo personal, la inversión en construcción residencial y gasto público;
los negativos fueron la inversión privada en inventarios, inversión fija no
residencial y exportaciones. La producción industrial se mantiene débil; recién
en mayo de 2014 alcanzó el pico previo a la recesión. La utilización de
capacidad instalada en el segundo trimestre de 2015 se mantenía en 77,8%, dos
puntos porcentuales por debajo del promedio 1972-2014 (Reserva Federal,http://www.federalreserve.gov/releases/g17/revisions/Current/DefaultRev.htm).
La segunda
economía en importancia, China, se ha venido desacelerando en los últimos años
desde las tasas de crecimiento de 10% o superiores. En 2015 creció un estimado
del 6,9% y en 2016 crecería 6,3% (FMI). Pero muchos piensan que esas cifras
están infladas. Sobre China pende una bomba de tiempo financiera (véase las
notas referenciadas al inicio). Según fuentes privadas, el sistema bancario
habría multiplicado sus activos por 10 en la última década, para alcanzar los
34,5 billones de dólares. El sistema bancario en las sombras (instrumentos que
se emiten fuera de balance y prometen altos rendimientos) creció 600% en los
tres últimos años, de acuerdo a datos del grupo UBS. Todo este sistema está al
borde de la quiebra. En un contexto de sobreinversión y sobreacumulación en
muchas ramas, y construcción residencial empujada por el crédito especulativo,
cada vez es más difícil cumplir con las deudas. No es de extrañar que China haya
estado sufriendo fuertes salidas de capital. Desde la devaluación de agosto de
2015 el Banco de China ha liquidado más de 400.000 millones de dólares de sus
reservas para sostener la moneda. Aunque la situación cambiaria está bajo
control por ahora, debido al superávit en cuenta corriente de 350.000 millones
de dólares (y sus reservas suman 3,2 billones), la salida de capitales es una
expresión de las debilidades de fondo.
La
inversión global no se ha recuperado
Marx
sostenía que la clave de la solidez de una economía es la acumulación del
capital, esto es, la reproducción ampliada del capital; o lo que en la economía
convencional se conoce como inversión (aunque no es idéntica a la acumulación
tal como la entiende Marx). En cualquier caso, la inversión es el talón de
Aquiles de la economía global. En este sentido, en un trabajo publicado en marzo
de 2015, R. Banerjee, J. Kearns y M. Lombardi, del BIS, plantean con razón que
“a pesar de las muy fáciles condiciones de financiación globales, la inversión
se ha mantenido baja después de la Gran Recesión”. Afirman también que
históricamente la incertidumbre acerca del estado futuro de la economía y los
beneficios esperados juegan un rol clave en la inversión, y que las condiciones
financieras tienen un papel menos destacado. Y lo que ha sucedido después de la
Gran Recesión “parece estar en línea con lo que se podría haber esperado basado
en las relaciones del pasado. Una recuperación más fuerte de la inversión
parecería depender de la reducción de la incertidumbre económica y de
expectativas de un crecimiento futuro más fuerte” (“Why is investment weak?”,http://www.bis.org/publ/qtrpdf/r_qt1503g.htm).
Plantean
luego que la inversión es el componente principal que explica las fluctuaciones
cíclicas; la caída de 2008 se debió en gran medida al colapso de la inversión,
que contrajo la demanda agregada; lo que llevó a la peor recesión en los países
adelantados en décadas. Después de la recesión, la inversión se recuperó en
algunos países, pero en otros –entre ellos, Italia, Francia, Alemania y Japón-
no ha vuelto a su nivel anterior a la recesión. Esto a pesar de las inyecciones
monetarias, las bajas tasas de interés y la suba de los mercados bursátiles. Los
autores señalan que las ganancias con respecto al stock de capital de las
empresas no financieras se han mantenido relativamente altas en EEUU, Canadá y
Gran Bretaña (10%), Alemania (7,5%) y Japón (5,5%) durante el período 2009-14,
pero la inversión no mejoró. La explicación más probable de este hecho, según
estos investigadores, es que las empresas tienen incertidumbre acerca de la
evolución de la demanda futura y por lo tanto acerca de los posibles beneficios.
En otras notas he planteado que la excesiva capacidad (resultado de la
sobreacumulación) y la fragilidad financiera pueden estar en la base de esta
debilidad de la inversión; debilidad que se mantiene incluso cuando la tasa de
ganancia es relativamente elevada. A su vez, la demanda débil incide
negativamente en las ganancias actuales, afectando con ello las expectativas de
ganancias futuras y las inversiones. En este sentido, una desaceleración brusca
de las ganancias puede ser disparadora de la recesión. José Tapia, en un trabajo
reciente, y refiriéndose a EEUU, anota que las ganancias de las corporaciones
estadounidenses han caído en 2014, y que la caída de las ganancias ha antecedido
las recesiones en las últimas décadas. “Cada crisis [desde 1981] es precedida
por una caída en el retorno sobre el capital, lo que aparece como un crecimiento
negativo de los beneficios” (“Toward a New Global Recession? Economic
Perspectives for 2016 and Beyond”, The
Brooklyn Rail, 3/02/16). Esta relación entre tasas de ganancia,
ganancias e inversión está en el centro de las explicaciones sobre las crisis, y
deberá ser motivo de más investigación. Lo importante ahora es subrayar la
debilidad de la inversión como fundamento último de la debilidad de la economía
mundial.
Caída del petróleo y su efecto en la demanda
En algunos
escritos se ha sostenido que la caída de los precios del petróleo obedece a una
decisión de EEUU, que tendría el objetivo de mejorar su economía y la de sus
aliados, en perjuicio de los países atrasados exportadores del crudo. Es una
explicación que además de subjetivista (la he criticado aquí),
impide entender la dinámica real de las crisis. En primer lugar, aclaremos que
ni siquiera es verdad que los países adelantados importan más petróleo que los
atrasados, o en desarrollo. “Los mercados emergentes han representado la mayor
parte del consumo mundial de petróleo desde 2014, según la Agencia Internacional
de Energía, AIE. En el cuarto trimestre de 2015, la demanda de los países en
desarrollo ascendió a poco más de la mitad de los 95 millones de barriles
consumidos por día en el mundo” (WSJ, 10/02/16). De manera que la relación es
más compleja que lo que pretende el esquema.
Pero la
cuestión tiene más aristas. Es que muchas veces se ha considerado el precio del
petróleo como una variable independiente, que decide, en última instancia, la
marcha de la economía. En este respecto, el tópico ha sido la explicación de la
crisis en los países adelantados de 1974-5 por la suba previa de los precios del
petróleo.
José Tapia,
en el trabajo citado, escribe:
“Para
algunos economistas como James Hamilton y Ben Bernanke una variable
macroeconómica importante es el precio del crudo; la idea es que los altos
precios del petróleo estrangulan fuertemente la actividad económica, llevando a
la recesión. Dado que los precios del petróleo han de hecho aumentado antes de
cada recesión de la economía mundial en décadas recientes, los datos parecen dar
alguna credibilidad a este enfoque. De todas maneras, un examen más a fondo de
los números –como lo hicieron Lutz Kilian y Martin Stuermer- reduce mucho la
credibilidad de esa interpretación. Sucede que los precios del petróleo suben
cuando la economía global se expande y aumenta la demanda de energía. De manera
que es la expansión global la que aumenta los precios del petróleo. Esto a su
vez podría contribuir a disparar la crisis, pero primero, la evidencia de que
altos precios del petróleo tienen un efecto directo en reducir la actividad
económica es más bien débil; en segundo lugar, las subas de los precios del
petróleo tienen su causa en la expansión previa. Los precios del petróleo han
estado a niveles muy bajos en meses recientes y el acuerdo general es que esto
se debe al bajo nivel de actividad económica en la mayor parte de la economía
mundial”.
Sin embargo,
algunos economistas piensan que si baja el precio del petróleo debería haber un
efecto estimulante sobre la demanda en EEUU u otros países importadores. La
caída del petróleo equivaldría a un recorte de los impuestos; de manera que se
perjudicarían las compañías petroleras, pero aumentaría la demanda de otros
bienes. Dado que mucho del petróleo es importado, habría una ganancia neta para
la economía estadounidense. En base a este esquema, economistas del JP Morgan
predijeron, en enero de 2015, que los menores precios agregarían un 0,7% de
crecimiento al PBI de EEUU; ahora dicen que la baja de los precios pueden haber
recortado el crecimiento un 0,3%, y que en 2016 apenas sumaría un 0,1%. Los
analistas de Goldman Sachs directamente dicen que no habrá ningún efecto
positivo.
En
cualquier caso, parece evidente que la caída del petróleo (también de los
minerales y productos agrícolas) no ha dado los beneficios usualmente esperados.
¿Qué sucede?
Una primera
cuestión a anotar es que la caída de los precios del petróleo está afectando de
manera muy fuerte las inversiones energéticas (también de las mineras y de los
negocios vinculados al agro). La extracción del crudo con el método fracking hizo
que la participación de la industria en la inversión total subiera de un
promedio anual por debajo del 5% entre 1985 y 2005, al 10% en 2012-3, para
volver a bajar ahora al 5% (cálculos del Deutsche Bank). La disminución de la
inversión y la producción se traduce en despidos y menos demanda. Algo similar
ocurre con la minería. En segundo lugar, la caída de la demanda de los países
atrasados o en desarrollo, se traduce en caída de exportaciones desde los países
adelantados. Pero en tercer lugar, y más importante, es que si las perspectivas
globales de la economía son inciertas, el aumento de poder de compra no se
traduce necesariamente en su ejercicio efectivo, o sea, en gasto en consumo o
inversión (es el ABC de la crítica a la ley de Say). Más todavía, la baja del
precio del petróleo, en el marco de la debilidad de la demanda, genera fuertes
presiones deflacionarias. Y la deflación afecta negativamente a la demanda. Es
que en la medida en que los precios bajan, es redituable mantenerse líquido.
Máxime si hay fuerte incertidumbre (véase KeynesTeoría
General, capítulo 19). Por eso la actual corrida hacia los bonos del
Tesoro y el oro.
Pues bien,
en la zona del euro la tasa anual promedio de suba de precios (incluye energía y
comida) entre 2000 y 2006 rondaba el 2%. Pero durante la recesión, en julio de
2009, llegó a ser negativa 0,6%. Con la recuperación posterior, alcanzó el 3% en
noviembre de 2011, para bajar luego de forma sostenida. En diciembre de 2015 fue
0,2%. Es una situación cercana a la deflación. Esto a pesar de que la tasa de
interés de referencia del Banco Central Europeo es 0,05%, y la tasa que paga por
depósitos de los bancos es negativa. Además, el BCE inyecta mensualmente 60.000
millones de euros mediante la compra de activos. En Japón hay una situación
similar: la tasa anualizada de inflación en diciembre fue también del 0,2%. Para
contrarrestar las presiones deflacionarias el Banco de Japón acaba de establecer
la tasa de referencia en terreno negativo, -0,1%. Pero la demanda no repunta. Y
en EEUU la tasa anual de inflación de diciembre fue de 0,7%. La Reserva Federal
aumentó la tasa de interés de referencia al 0,5% en diciembre, en una movida
destinada a comenzar paulatinamente una suba. Pero ahora estaría reconsiderando
el asunto, y en enero dejó la tasa sin variaciones. En definitiva entonces, en
el marco de las tendencias deflacionarias y desconfianza en la economía, no hay
razón para esperar que la caída del precio del petróleo sea compensada
automáticamente por un aumento equivalente del gasto.
Repercusiones en el sistema financiero
La caída de
los precios de los commodities,
y del petróleo en primer lugar, afectó también al sistema financiero. Contra lo
que piensan los defensores de la tesis de la “primacía de las finanzas en el
mundo contemporáneo”, lo financiero depende necesariamente de la generación y
realización del valor y la plusvalía. Si esto no sucede, los prestamistas e
intermediarios financieros estarán en problemas. Y el crédito es tanto una
palanca de la acumulación, como también es un factor que impulsa la
sobreproducción y la especulación, y con ello contribuye a generar las
condiciones de las crisis.
El hecho es
que las inversiones en nuevas explotaciones mineras y petroleras fueron
financiadas, en los últimos años, por accionistas, bancos y diversos inversores.
Según D. Domanski, J. Kearns, M. Lombardi y H. Song Shin, economistas del BIS,
la deuda total del sector del petróleo y gas, a comienzos de 2015, era de
aproximadamente 2,5 billones de dólares, dos veces y media más elevada que a
fines de 2006 (“Oil and debt”,http://www.bis.org/publ/qtrpdf/r_qt1503f.htm).
A partir de 2008, las compañías petroleras se endeudaron tanto con los bancos
como en el mercado de bonos. Los bonos emitidos pasaron de 455.000 millones de
dólares en 2006 a 1,4 billones en 2014; un crecimiento del 15% anual. Los
créditos sindicatos (organizados por bancos) crecieron de 600.000 millones a 1,6
billones de dólares en el mismo período; un aumento anual del 13%. La deuda
emitida por las empresas de petróleo y de energía representa hoy el 15% tanto
del total de la deuda calificada como grado de inversión, como del total de alto
rendimiento. Una gran parte de esa deuda ha sido emitida por empresas estatales
de países atrasados o en desarrollo, como Rusia, Brasil y China. Las petroleras
estadounidenses también se endeudaron fuertemente. Su deuda representa el 40%
del total de préstamos sindicados y bonos de deuda. Muchas lo hicieron para
financiar las inversiones; los gastos anuales de capital de las empresas de
petróleo y gas se duplicaron entre 2000 y 2013, llegando ese último año a
900.000 millones de dólares.
Pero la
caída de los precios del petróleo – que sostiene el valor de los activos que
respalda las deudas de las empresas- reduce la rentabilidad, aumenta el riesgo
de default y genera más costos financieros. Por eso los rendimientos de los
bonos han estado aumentando; los autores anotan una suba de casi 500 puntos
básicos entre junio de 2014 y febrero de 2015. Pero desde entonces la situación
ha empeorado. Los bonos de muchas empresas vinculadas al petróleo se han
derrumbado; lo mismo sucede con los seguros contra default, los CDS. Fondos
mutuos vinculados al petróleo también han sufrido pérdidas. Además, la caída del
precio del petróleo aumenta los riesgos de falta de liquidez. Las empresas muy
endeudadas van a reducir fuertemente sus gastos, vendiendo instalaciones y
despidiendo gente. En cuanto a la producción, intentarán sostener los niveles de
output, o incluso aumentarlos para hacer frente a las deudas. Notemos que esta
constricción es importante en las crisis, como apuntó en su momento Marx: cuando
hay que saldar deudas, se vende a cualquier precio; lo que profundiza las
caídas. Y aumentan las quiebras: “S&P dice [diciembre 2015] que el número de
defaults de corporaciones globales ha superado los 100 en 2015, el doble que el
año pasado y la cifra más alta desde 2009, y más de la tercera parte ocurrió en
el sector de la energía” (http://oilprice.com/Energy/Energy-General/Tick-Tock-Time-Running-Out-for-Struggling-Oil-and-Gas-Drillers.html).
Como no
podía ser de otra manera, muchos bancos están sintiendo el pinchazo. No es una
situación de la gravedad que revistió la crisis de las hipotecas, pero de todas
maneras es preocupante. En enero el Bank of America informó que en el cuarto
trimestre de 2015 había aumentado las provisiones por pérdidas en créditos en
260.000 millones de dólares; la mayor parte de las mismas vinculadas a la
energía. Según el informe, 8.300 millones de dólares estaban colocados en
actividades de exploración y producción de “alto riesgo”, sobre un total de
21.000 millones de exposición en el sector (http://www.nytimes.com/2016/01/20/business/oil-market-tests-banks-ability-to-weather-losses.html?_r=0).
Paralelamente Citigroup, Wells Fargo y JP Morgan informaron que cuestiones
vinculadas al petróleo pesaron en sus ganancias trimestrales. Wells dijo que
17.000 millones de dólares estaban colocados en compañías de energía que no
tenían grado de inversión. Citigroup comunicó que 32% de sus préstamos en
energía fueron también a empresas por debajo del grado de inversión. BOK
Financial, que incluye bancos de Oklahoma y Texas provisionó 22.500 millones de
dólares por posibles pérdidas (ídem).
Esta
situación, aunque todavía no está afectando seriamente la reserva de capital de
los bancos, incide en las ganancias y el problema puede agravarse en un futuro
más o menos cercano. Es que cuando los precios eran altos, muchas empresas
tomaron protección para resguardarse de caídas. En consecuencia, algunas
compañías todavía están recibiendo 80 dólares por barril (para pérdida de los
especuladores en los mercados swap que tomaron el lado alcista). Sin embargo,
por estas semanas esas protecciones estarán expirando y las carteras crediticias
de los bancos lo van a sentir. La caída de las acciones de los bancos se
relaciona lógicamente con esta situación. Es posible también que las condiciones
de crédito se endurezcan para las otras ramas de la economía.
Un párrafo
aparte merecen los llamados bonos basura (junk
bonds), a los que ya hicimos mención. Se trata de bonos de alto
rendimiento esto es, que financian inversiones arriesgadas. La deuda en bonos
basura en energía, en EEUU, alcanzó los 210.000 millones de dólares. Es
aproximadamente el 16% del total del mercado de bonos basura, que alcanza los
1,3 billones de dólares. Cuando los precios del petróleo eran altos, el asunto
se presentaba como un gran negocio. Cuando bajan, habrá inevitablemente grandes
pérdidas.
Los bancos
europeos también tienen problemas, tanto por la debilidad general de la
economía, como por las inversiones en energía. Según un estudio de la firma
Jefferies, apostaron en exceso al petróleo y gas; la suma rondaría los 100.000
millones de euros. El más complicado es el Deutsche Bank, que informó pérdidas
en 2015 por 6800 millones de euros. La acción del banco se ha desplomado en lo
que va del año un 40%, y hay temor de que no pueda cumplir con el pago de la
deuda convertible en acciones que emitió en 2014 por 4300 millones de euros. El
Deutsche también está muy comprometido por acusaciones de haber manipulado la
tasa de interés interbancaria. HSBC, por su parte, está en un proceso de
reestructuración, y anunció el despido de miles de trabajadores. Los bancos
italianos también están en problemas: en noviembre de 2015 los créditos en mora
alcanzaban los 201.000 millones de euros. La acción de Unicredit se hundió un
45% en 2016.
De conjunto,
los títulos de los bancos europeos cayeron en promedio el 25%. Los CDS (credit
default swaps, seguros contra quiebra) de los grandes bancos
europeos se han duplicado.
Un crack
financiero es una posibilidad en el horizonte, e impactaría de lleno en la
economía global.
En
conclusión,
nada autoriza a sostener que la caída de los precios del petróleo pueda ser la
base de una recuperación de la economía mundial. Es cierto que no se puede decir
que estamos en una recesión –el producto mundial creció 3,1% en 2015, y crecería
3,4% en 2016, según proyección del FMI- pero la economía sigue débil, y se
acumulan las tensiones y problemas. Incluso el pronóstico del FMI está afectado
por la creencia en que la caída de los precios del petróleo automáticamente
elevará el gasto, en especial en la zona del euro. Hemos argumentado por qué
esto no es necesariamente así; y no lo está siendo, hasta el momento. Además, la
fragilidad del sistema financiero es importante y es expresión de las
dificultades crecientes en una economía global en la cual la inversión sigue
débil.
La
situación del sistema financiero en China es particularmente explosiva. Por eso
no se puede descartar que se desate una nueva y profunda recesión mundial.
Todo apunta
a que, en el mejor de los casos, continuará el bajo crecimiento. Lo cual
impactará en la vida de cientos de millones de personas. Según la OIT, en 2014
había en el mundo más de 201 millones de desempleados, 31 millones más que antes
de la crisis. Preveía que en 2015 el desempleo mundial aumentara en 3 millones,
y en 8 millones en los siguientes cuatro años. 61 millones de seres humanos han
perdido su trabajo desde el estallido de la crisis. Los jóvenes son los más
afectados: 74 millones de personas entre 15 y 24 años buscaban trabajo en 2014.
También en 2014 la situación del empleo estaba empeorando en América Latina y el
Caribe, Rusia, China y algunos países árabes. Se espera asimismo que el empleo
vulnerable se mantenga constante, alrededor del 45% del empleo total en los
próximos años. El número de trabajadores con empleo vulnerable en 2014 era de
1440 millones de personas (22 millones más que en 2012). Es la consecuencia más
directa y palpable del semi-estancamiento en que está sumergida la economía
mundial desde hace años.
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Petróleo, caída de las bolsas y economía mundial
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Petróleo, caída de las bolsas y economía mundial
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