miércoles, 17 de febrero de 2016

I. A 40 años urge enfocar qué Estado tenemos. Constatamos que se centra en la Ley de Entidades financieras, la de inversiones extranjeras y la deuda eterna ( implantadas mediante terrorismo de estado) por el poder fáctico o alianza de capitales y estados imperialistas con los locales.


Implica que ejerce la violencia de exprimir la vida-trabajo de abajo
para transferir riquezas e ingresos
a la economía global de casino.
De ahí lo imprescindible de construir el Nunca Más al capitalismo mediante
la democratización de nuestra cotidianeidad que desestabilice a
feudos y burocracias  promotoras e institucionalizadoras de
la conciliación con las transnacionales y sus socios locales.
Recordamos varios conflictos e incluso estallidos que sacudieron esos despotismos y amenazaron su paz de cementerio. Sin embargo, permanecieron y se perfeccionaron en su capacidad tanto de viabilizar el sometimiento social al saqueo-envenenamiento como de multiplicar negocios lícitos e ilícitos a su exclusivo beneficio.
El kirchnerismo ha puesto de manifiesto, entre los de izquierda, que no éramos tan compañeros. Que nuestra afinidad ideológica era hueca e interpretábamos distinto nuestros vínculos con la realidad social y mundial. La mayoría de nosotros, los de izquierda, se mantuvo sin dar relevancia a la reelaboración de nuestra ideología al ir entablando relaciones entre nosotros y sobre todo con los diversos de abajo en caminos emancipatorios desde ahora.
Quienes se identificaron K prefirieron ponerse al lado del poder político volviendo las espaldas a las comunidades en zonas de sacrificio y sin cuestionar el asistencialismo, el clientelismo, el cooperativismo para contener al creciente número de desposeídos por el extractivismo. Pero, también, están quienes eligieron un tercer camino por análisis sin diálogos con saberes otros y con la complejidad del hoy. En consecuencia, estos últimos, soslayan lo medular que es la profundización de la deuda eterna y del extractivismo para caracterizar al gobierno CFK.
Atendamos porqué Nunca Más al capitalismo y a sus criminales beneficiarios e impulsores locales:

La miseria planificada ( que anticipara Rodolfo Walsh) se efectiviza -en toda la democracia tutelada- mediante el regresivo régimen tributario y el privilegio estatal al pago de la estafa:
"La deuda sirvió para financiar las grandes salidas de capitales que ocurrieron a lo largo de todos estos años. En este punto, un trabajo de economistas K del Banco Nación (Gaggero, Casparrino y Libman, “La fuga de capitales. Historia, presente y perspectiva”, Cefidar, 2007) muestra con meridiana claridad cómo el stock de la deuda externa y el stock de capitales fugados crecieron casi a la par desde mediados de los 1970 hasta los mediados de los 2000. Esto no fue una “imposición” del imperialismo colonialista sobre una burguesía sometida, sino una operación consciente y libre de los explotadores criollos, obedeciendo a sus propios intereses. Por esta vía se operó concretamente la soldadura con el capital financiero internacionalizado".
Después del Club de París, fondos buitres
20 de junio de 2014

 

Por Rolando Astarita
(…)Deuda y transferencia de excedente
Ahora hay que particularizar lo anterior en el movimiento histórico concreto de la deuda externa argentina. Recordemos que la deuda ha venido creciendo de manera sostenida desde 1976. Al momento de producirse el golpe militar era de 8500 millones de dólares; al llegar Alfonsín había subido a 44.000 millones de dólares; en 1989 era de 65.000 millones; con Duhalde alcanzó los 176.000 millones; y en diciembre de 2013 (no hay muchos datos oficiales, el gobierno oculta mucha información) el stock de deuda era de 202.000 millones de dólares. Pues bien, el cuento que se cuenta habitualmente sobre este proceso viene a decir que la deuda externa fue una pura imposición de la dictadura militar, en combinación con los bancos y los centros financieros, y que desde entonces se estableció un mecanismo de explotación por vía del pago de intereses y refinanciación de los principales prestados, cuya víctima fue el pueblo argentino de conjunto (hasta que llegaron los Kirchner a liberar al país).
La realidad, sin embargo, es otra. Por empezar, ya en 1975, bajo el gobierno de Isabel Perón, hubo un intento de tomar grandes cantidades de deuda a tasa variable para superar la aguda crisis de la balanza de pagos que Argentina estaba atravesando. Luego, a partir de 1976, el endeudamiento fue aprobado, o por lo menos consentido, por amplios sectores de la clase dominante. Por este motivo continuó después de caída la dictadura militar, y se prolonga hasta el día de hoy. ¿Cuál fue la lógica? Pues que la deuda sirvió para financiar las grandes salidas de capitales que ocurrieron a lo largo de todos estos años. En este punto, un trabajo de economistas K del Banco Nación (Gaggero, Casparrino y Libman, “La fuga de capitales. Historia, presente y perspectiva”, Cefidar, 2007) muestra con meridiana claridad cómo el stock de la deuda externa y el stock de capitales fugados crecieron casi a la par desde mediados de los 1970 hasta los mediados de los 2000. Esto no fue una “imposición” del imperialismo colonialista sobre una burguesía sometida, sino una operación consciente y libre de los explotadores criollos, obedeciendo a sus propios intereses. Por esta vía se operó concretamente la soldadura con el capital financiero internacionalizado.
Naturalmente, las refinanciaciones también dieron lugar a repetidos festivales de dinero -cada una de estas operaciones dejaba suculentos ingresos a quienes participaban de ellas-, saqueo de los fondos públicos y corruptos negociados de todo tipo. Es muy significativo que en los 1990 y comienzos de los 2000, cuando se anunciaban las reestructuraciones de la deuda externa -en el marco de un creciente empobrecimiento del pueblo trabajador- la clase dominante saludaba estas operaciones como “triunfos”. Subrayo: fue una política general, de clase. Y esa política se integró con las privatizaciones -que implicaban siempre nuevas y gigantescas transferencias de riquezas-, con las aperturas de los mercados, y el despliegue a pleno de las leyes del capital. La dirigencia K, que hoy se hace la víctima, no puede negar que participó de cuerpo y alma en el asunto.
Por otra parte, muchos de los que adquirían los bonos de deuda también eran argentinos. Para bancos, financieras y otros inversores, los títulos eran vistos como una oportunidad de buenas ganancias. De esta manera se estrechaban también los vínculos con el capital financiero internacional. Por eso no se puede decir que la clase dominante argentina fuera o sea actualmente “explotada” por medio de la deuda. Los argentinos que tienen colocaciones financieras en Suiza, Miami o paraísos fiscales como las Seychelles, no están oprimidos por los centros financieros internacionales, sino son partícipes de la explotación del trabajo a través del capital de préstamo, al mismo nivel que cualquier otro capitalista financiero, sea de EEUU o de cualquier otro país.

Condiciones para los buitres
Recurrir a la historia y ampliar la lente hasta las relaciones sociales subyacentes permite desnudar al impostor. La “niebla ideológica” del nacionalismo estatista no sólo pretende ocultar “el reino de las estructuras”, para sustituirlas por mera apariencia -bandera argentina, patria, unidad nacional- sino también su propia participación en el crimen que denuncia con palabrerío infinito. Por eso, escuchando en el día de hoy a Cristina Fernández, me vino a la memoria el pasaje de Marx que dice “si de verdad creyera en su propio ser, no lo escondería bajo la apariencia de un ser ajeno ni buscaría su salvación en la hipocresía y el sofismo”. Es que no fue “un ser ajeno” a los Kirchner el que estableció las cláusulas que posibilitaron a los fondos buitres litigar en Nueva York.
Los datos, los duros datos de la realidad y de la historia reciente -esos que nunca podrá “coordinar” el funcionario “coordinador del pensamiento nacional”- están allí para quien quiera verlos. Cuando se reestructuró la deuda en 2004, el decreto firmado por el presidente Kirchner (decreto número 319 del PEN)prorrogó la jurisdicción de los tribunales de Nueva York y la renuncia a oponer la defensa de inmunidad soberana. Esta renuncia de soberanía fue mantenida en el nuevo canje de 2010 (decreto 1953 de 2009, presidencia Cristina Kirchner). Alejandro Olmos Gaona (del que tomo muchos de estos datos) señaló repetidas veces que los funcionarios argentinos que aceptaban los tribunales de Nueva York no podían desconocer las tradiciones del derecho anglosajón en cuanto hacer cumplir contratos de deudas. Pero el criterio sigue vigente: entre las cláusulas (que se intentan mantener en secreto) del convenio que el gobierno K firmó con Chevron, hay una que establece que en caso de existir desacuerdos entre Chevron e YPF, la jurisdicción para arreglarlos no serán los tribunales argentinos, sino la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio con sede en Francia. Y otra que dispone que la ley aplicable del acuerdo en caso de incumplimientos o disputas no es la de Argentina, sino la que rige en la ciudad de Nueva York.
Tengamos presente también que en los canjes de 2005 y 2010 actuaron como intermediarios grandes grupos financieros: Citigroup Global Markets Inc. y Deutsche Bank Securities Inc. y Barclays Capital Inc., UBS Limited y Merrill Lynch, Pierce, Fenner & Smith Incorporated, que cobraron, como siempre, jugosas comisiones. Además, se fijaron otras cláusulas muy favorables a los acreedores, como las “cross default” (que disparan el default generalizado si no se cumple con el pago a algunos bonos), o la “RUFO” (siglas en inglés de derecho acerca de futuras ofertas), que garantiza que cualquier mejora que se otorgue a los que no entraron en el canje se aplicará a los que sí lo hicieron. Naturalmente, la Presidenta se niega a recordar estas cuestiones. Pero son datos históricos que no deberían olvidarse.
Permanencia de la dependencia y el subdesarrollo
Como lo hemos señalado más arriba, aquí hay un sendero que se profundiza y afianza. Los acuerdos con el Ciadi, con Repsol, Club de París, ahora con los fondos buitres, no se pueden separar de la devaluación y el ajuste de salarios, ni de cuestiones como la ley antiterrorista, la inteligencia sobre organizaciones de izquierda y movimientos sociales, o la designación de Milani. Y todos ellos conectan con algo fundamental, que hemos discutido en otras notas: el pretendido “modelo industrialista con inclusión social” no cambió en absoluto la matriz dependiente y atrasada del capitalismo argentino. Los “pilares” de la economía K durante la última década siguieron siendo el complejo sojero, maicero, la gran minería, la industria automotriz (deficitaria en términos de balanza comercial) y la industria liviana, con crecimiento más bien extensivo (esto es, basado en plusvalía absoluta). En este marco, desde 2007 a 2012 se produjo una nueva y gigantesca fuga de capitales (unos 80.000 millones de dólares hasta el cepo cambiario), expresión mayúscula del subdesarrollo. Agreguemos que en la “década ganada” los acreedores recibieron 173.000 millones de dólares (cifra proporcionada por Cristina Fernández). Y desde fines de 2013 la economía entró en estancamiento y recesión; a la vez, disminuyó el superávit comercial, y continuó aumentando el déficit fiscal. Por eso están dadas todas las condiciones para un nuevo incremento del stock de deuda. A los 9.700 millones de dólares que se comprometieron con el Club de París y a los 5000 millones de endeudamiento con Repsol, se sumarán ahora los montos que “arreglen” con los holdouts.
Cuando el gobierno devaluó en enero, los escribas K escribieron que “esta vez iba a ser distinto”. Desde este blog -y desde todas las publicaciones de la izquierda marxista- se pronosticó que venía más explotación y penalidades para el pueblo trabajador. No nos equivocamos. Ahora nos quieren vender que están “liberando la Patria” con este nuevo ciclo de endeudamiento masivo. La realidad es que esta “liberación” va a significar nuevos y mayores “ajustes” sobre los salarios y el bienestar de la clase trabajadora. De nuevo, esta vez tampoco será “distinto”.
El reforzamiento del Estado represor y transferidor de capitales e ingresos hacia la economía global de casino:
  • "Desde 2007 Milani está a cargo (y hoy retiene esta función) de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor. Allí trabó estrecha relación, según todas las informaciones disponibles, con la ministra de Defensa Nilda Garré (quien a su vez está muy cercana al CELS). Recordemos que Nilda Garré ha sido denunciada por su participación en el llamado Proyecto X. Se trata de una unidad de la Gendarmería Nacional, que fue creada para organizar una base de datos de militantes, mediante el espionaje y la infiltración en organizaciones sociales y políticas. Estos datos fueron luego utilizados en juicios contra militantes. Las instrucciones contenidas en el proyecto, elaboradas en 2009, destacan la importancia de vigilar a todos los que pudieran crear “situaciones de alteración del orden público”.
  • "La reforma, de diciembre de 2011, de la Ley Antiterrorista. Esta reforma derogó la figura de “asociación ilícita con fines terroristas”, pero elevó al doble las penas de los delitos que se hubieran cometido con “la finalidad de aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo” (artículo 41). De esta manera se deja abierta la puerta para que manifestaciones o huelgas sean calificadas como actos terroristas, como han manifestado muchas organizaciones sociales o políticas de izquierda".
  • "En la última década la economía argentina recibió una gigantesca renta, que puede calcularse entre los 120.000 y 150.000 millones de dólares, por la mejora de los términos de intercambio. Pero desde 2005 se fugaron del país más de 80.000 millones de dólares. En varias notas en este blog he planteado que esto configura una gigantesca transferencia de excedente, que es la clave de la acumulación y el desarrollo capitalista. En la última década no hubo un proceso de acumulación estructuralmente sólido, o una transformación cualitativa de la economía argentina, que es tecnológicamente atrasada y dependiente. Y esto no se arregla convocando al lavado de dinero. Sólo a un irremediable lumpen burgués se le puede ocurrir semejante “solución”".

 

Milani, Chevron, Sbattella

16 de julio de 2013

 
Por Rolando Astarita
En los últimos días hubo una serie de noticias que son de difícil digestión para los que sostienen que el gobierno K está operando una transformación revolucionaria (“liberación nacional”, “lucha contra los grupos concentrados”, y similares) del país. Noticias que se pueden sintetizar en tres nombres: Milani, Chevron y Sbattella. Dado que este blog lo lee gente que no vive en Argentina (en promedio, el 40% de las visitas diarias son del exterior), sintetizo a qué me refiero.
Milani (o acerca de la naturaleza represiva del Estado)
El general César Milani fue nombrado recientemente jefe del Ejército, por la presidente Cristina Kirchner. Milani está denunciado por haber participado en la represión durante la dictadura militar. Ex presos políticos lo vinculan a la desaparición, en Tucumán, en 1976, del soldado Alberto Ledo, que era su asistente. Milani estaba especializado en inteligencia en el batallón de Ingenieros 141, de la provincia de La Rioja, y fue enviado en comisión a la provincia de Tucumán, entre febrero de 1976 y febrero de 1977. En esa época el Ejército llevaba adelante el Operativo Independencia, contra el Ejército Revolucionario del Pueblo. Ledo, que según testimonios, habría sido simpatizante del ERP, desapareció en Tucumán, a donde había tenido que acompañar a Milani. Su madre, Marcela de Ledo, integra la asociación Madres de Plaza de Mayo de La Rioja. Milani también está mencionado por un ex detenido, Ramón Olivera, en el libro Nunca Más, de la Rioja. Olivera explicó que Milani participó de la detención de su padre, y que luego él mismo estuvo detenido en un centro clandestino. Desde allí fue llevado ante un juez por Milani, quien estuvo presente durante la declaración. Además, Milani está sospechado de haber participado en Inteligencia durante la dictadura militar. Asimismo, está denunciado por participar en el levantamiento de los carapintadas, en los años 80, contra el gobierno de Alfonsín.
Frente a estos datos, Madres de Plaza de Mayo, línea Bonafini, guarda silencio. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, dijo que no correspondía pedir el desplazamiento de Milani. El Centro de Estudios Legales y Sociales, a su vez, antes había dicho que no tenía información que pudiera vincular a Milani con la represión. Madres de Plaza de Mayo, Abuelas y el CELS son organismos defensores de derechos humanos oficialistas. El Nunca Más es un material muy conocido, y su legitimidad nunca fue cuestionada por alguno de estos organismos (acerca de los K-criterios para evaluar lo actuado bajo la dictadura, ver aquí).
Pero no se trata sólo de la participación de Milani durante la dictadura, o el alzamiento carapintada. Desde 2007 Milani está a cargo (y hoy retiene esta función) de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor. Allí trabó estrecha relación, según todas las informaciones disponibles, con la ministra de Defensa Nilda Garré (quien a su vez está muy cercana al CELS). Recordemos que Nilda Garré ha sido denunciada por su participación en el llamado Proyecto X. Se trata de una unidad de la Gendarmería Nacional, que fue creada para organizar una base de datos de militantes, mediante el espionaje y la infiltración en organizaciones sociales y políticas. Estos datos fueron luego utilizados en juicios contra militantes. Las instrucciones contenidas en el proyecto, elaboradas en 2009, destacan la importancia de vigilar a todos los que pudieran crear “situaciones de alteración del orden público”. Según la abogada Myriam Bregman, defensora de derechos humanos y militante del PTS, el Proyecto X tiene como objetivo la persecución de activistas sociales y políticos. El propio comandante de Gendarmería, Héctor Schenone, reconoció ante la Justicia la existencia del Proyecto. Hoy existe una causa abierta, que está avanzando (según Bregman). A pesar de esto, la presidenta Kirchner acaba de decir que el Proyecto X “es inexistente” (discurso del 9 de julio, en Tucumán). Los organismos de derechos humanos oficialistas, y el progresismo K, no desmintieron a la presidenta. En cualquier caso, existen fuertes elementospara vincular a Milani con un enfoque global de vigilancia y recolección de datos, que luego son utilizados en la persecución judicial de la militancia. El área de Inteligencia del Ejército recibió sustanciales incrementos presupuestarios en los últimos años.
En este análisis debe incorporarse, además, la reforma, de diciembre de 2011, de la Ley Antiterrorista. Esta reforma derogó la figura de “asociación ilícita con fines terroristas”, pero elevó al doble las penas de los delitos que se hubieran cometido con “la finalidad de aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo” (artículo 41). De esta manera se deja abierta la puerta para que manifestaciones o huelgas sean calificadas como actos terroristas, como han manifestado muchas organizaciones sociales o políticas de izquierda. El gobierno se defiende diciendo que la ley establece que no se castigarán las protestas que se hagan en defensa de derechos humanos y sociales. Sin embargo, muchos abogados argumentan que las modificaciones introducidas abren el campo para interpretaciones, y habilitan a la criminalización de la protesta social.
Todo lo anterior debe vincularse también con la decisión del Gobierno de responder al problema de la seguridad poniendo el acento, crecientemente, en la represión y la punición. El enfoque tradicional del progresismo, que hace hincapié en las raíces sociales del problema, pasa ahora a segundo plano. El ministro de Seguridad de la Nación, de hecho, es Sergio Berni, un militar en actividad, que goza del favor de la presidenta. Cristina Kirchner, además, ha acusado a los jueces por ser demasiado suaves en la aplicación de penas. Un discurso que hasta ahora el progresismo K consideraba propio de la derecha. De manera que la designación de Milani, el ocultamiento de su accionar durante la dictadura, o el levantamiento carapintada, debe leerse en esta secuencia de hechos. No es trueno en día sereno.
Chevron (de nuevo, son sólo negocios)
En notas anteriores sostuve que la estatización de YPF no debía interpretarse en clave de “liberación nacional”, sino en términos de negocios entre capitalistas; esto es, negocios sustentados en la apropiación de plusvalía (ver aquí y aquí). En esas notas, y contra el discurso oficialista (“estatización de YPF sinónimo de Patria recuperada”) planteé que se trataba de una renegociación de los términos de la explotación del negocio.
Pues bien, en el día de ayer, 15 de julio, se conoció el decreto que crea el Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos. Según el mismo, están alcanzadas por este régimen las empresas que inviertan 1000 millones de dólares, o más. Las que lo hagan, podrán comercializar libremente, luego del quinto año, en el mercado externo el 20% de la producción (resultado de esas inversiones), sin tener que pagar derechos de exportación. Además, en caso de que la producción nacional no alcance a cubrir la demanda, y las exportaciones se destinen a cubrir la demanda interna, el precio no será inferior al precio de exportación, sin retenciones. Las compañías también tendrán derecho prioritario a obtener divisas a través del Mercado Único y Libre de Cambio (aceptemos que es un eufemismo) por hasta el 100% del precio obtenido en el mercado interno.
Naturalmente, se sigue discutiendo si con esto será suficiente para que las empresas inviertan en extracción de petróleo y gas, y hay muchos “detalles” que deberán ser aclarados (por ejemplo, a qué tipo de cambio cotizarán los dólares que entren por inversiones). Sin embargo, lo relevante es que todo esto parece desmentir la tesis-verso de “YPF recuperada, Patria liberada”. El tema aquí no es el patriotismo, sino son los negocios y la rentabilidad. La realidad es que la falta de inversiones provocó una caída, en la última década, del 60% de las reservas de gas y del 20% del petróleo. Desde 2003 la producción de petróleo cayó 30%, y la de gas 20%. Dado que, además, faltó inversión en hidroelectricidad, aumentó el consumo de combustibles, con lo cual se agravó el déficit de la balanza energética (sería de 6000 millones de dólares en 2013). No sé qué cuento contarán ahora aquellos economistas que afirmaban que, principio del acelerador mediante, bastaba con fomentar el consumo para que hubiera inversión (ver la crítica a esta postura aquí y aquí). Lo cierto es que la acumulación de capital -esto es, la reinversión de plusvalía- se rige, como en cualquier país capitalista, por el olor de las ganancias. El acuerdo con Chevron no hace más que ratificarlo. Con respecto a este último, otro dato significativo para la tesis-verso “YPF recuperada, Patria liberada”: en los medios ha trascendido que el acuerdo se pone bajo jurisdicción de tribunales de EEUU.
Sbattella (o el intríngulis de la acumulación de capital)
José Sbattella es el titular de la Unidad Anti Lavado. Según informaciones periodísticas, no desmentidas hasta el momento, Sbattella mantuvo hace poco al menos dos reuniones con funcionarios de cumplimiento de las normas antilavado de dinero, y técnicos bancarios, para pedirles que no informaran las operaciones sospechosas que se hicieran con vistas al blanqueo de capitales que puso en marcha el Gobierno. Aparentemente, los oficiales antilavado y técnicos, así como los responsables bancarios, se negaron al pedido, dado que les podría caber responsabilidad penal por no denunciar estas operaciones.
Ubiquemos esta sed por dinero sucio por parte del Gobierno: en la última década la economía argentina recibió una gigantesca renta, que puede calcularse entre los 120.000 y 150.000 millones de dólares, por la mejora de los términos de intercambio. Pero desde 2005 se fugaron del país más de 80.000 millones de dólares. En varias notas en este blog he planteado que esto configura una gigantesca transferencia de excedente, que es la clave de la acumulación y el desarrollo capitalista. En la última década no hubo un proceso de acumulación estructuralmente sólido, o una transformación cualitativa de la economía argentina, que es tecnológicamente atrasada y dependiente. Y esto no se arregla convocando al lavado de dinero. Sólo a un irremediable lumpen burgués se le puede ocurrir semejante “solución”.
Más en general, este año el desempleo aumentó al 7,9%; otro 8% de la población económicamente activa está subocupada. En total, 2,7 millones de personas, el 15,9% de la fuerza laboral, están desempleadas o subocupadas. El 35% de los trabajadores está en la informalidad. La mitad de los asalariados gana menos de $3500 por mes. Entre un 20 y un 27% de la población (según los cálculos no INDEC), está en la pobreza. Y gracias a la no actualización del impuesto a las ganancias, ha desaparecido una parte significativa del aguinaldo (entre el 45% y 80%) para el 35% de los asalariados. Las respuestas por parte del gobierno a esta realidad se llaman Milani, Chevron, Sbattella. Tienen un sentido, y son expresiones de un contenido esencial. Por supuesto, también está el relato para construir una gesta heroica (“revolución, liberación”) con el pasado de Milani, con el Proyecto X o con el lavado de dinero. Es que nunca deberíamos olvidar que el lumpen burgués parece no tener límites.

El presente de Argentina y Nuestra América ha sido conducido a depender de:
"La situación del sistema financiero en China es particularmente explosiva. Por eso no se puede descartar que se desate una nueva y profunda recesión mundial.
Todo apunta a que, en el mejor de los casos, continuará el bajo crecimiento. Lo cual impactará en la vida de cientos de millones de personas. Según la OIT, en 2014 había en el mundo más de 201 millones de desempleados, 31 millones más que antes de la crisis. Preveía que en 2015 el desempleo mundial aumentara en 3 millones, y en 8 millones en los siguientes cuatro años. 61 millones de seres humanos han perdido su trabajo desde el estallido de la crisis. Los jóvenes son los más afectados: 74 millones de personas entre 15 y 24 años buscaban trabajo en 2014. También en 2014 la situación del empleo estaba empeorando en América Latina y el Caribe, Rusia, China y algunos países árabes. Se espera asimismo que el empleo vulnerable se mantenga constante, alrededor del 45% del empleo total en los próximos años. El número de trabajadores con empleo vulnerable en 2014 era de 1440 millones de personas (22 millones más que en 2012). Es la consecuencia más directa y palpable del semi-estancamiento en que está sumergida la economía mundial desde hace años".

Petróleo, caída de las bolsas y economía mundial

12 de febrero de 2016
Por Rolando Astarita
Esta nota continúa temas desarrollados aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí
Los mercados bursátiles del mundo volvieron a caer fuerte ayer, jueves 11 de febrero. El Dow Jones bajó 1,6%; el Stoxx Europe 600 Index (un índice compuesto que representa 600 empresas de capitalización grande, mediana y pequeña de 18 países europeos) perdió el 3,4%; en Hong Kong la caída fue del 3,85% y en Tokio del 2,3%. Los más golpeados fueron los bancos. Las acciones del banco griego Ergasias y el italiano Unione di Banche Italiani cayeron 13%; Societé Generale 12% luego de informar ganancias menores a las esperadas y que hacía aprovisionamiento por potenciales costos legales; Deutsche Bank, Credit Suisse Group y Standard Chartered tuvieron pérdidas del 5%. El West Texas Intermediate cayó 4,9% para terminar en 26,24 dólares, el mínimo valor en 13 años. Como contrapartida, subieron los bonos públicos, y el precio del oro aumentó 4,6%; un signo de que se busca refugio en liquidez o valores seguros. “Los mercados temen un riesgo sistémico inminente como el provocado por la quiebra de Lehman Brothers”, dice Sylvain Loganadin, analista de FXCM, una compañía dedicada a la comercialización de divisas (La Nación, 12/02/15).
Si bien hoy viernes las bolsas y el petróleo rebotaban, las pérdidas en lo que va del año son significativas. Con los cierres de ayer, Wall Street llevaba perdido un 10% desde principio de año; Londres el 11,3%; el Stoxx Europe 600 el 17%, Tokio 17,4%, Hong Kong 15,4% Brasil 9,3%. A pesar de que hoy viernes las bolsas rebotaron, la situación sigue siendo muy difícil. Dado que en otras notas me he referido a la debilidad de la economía a nivel global, en esta entrada solo actualizo algunas cuestiones.
La caída del  petróleo
El petróleo está cayendo desde julio de 2014, cuando cotizaba arriba de los 90 dólares el barril. Estamos ante una guerra de precios, que sigue desarrollándose a nivel global. Como se ha dicho repetidas veces, la demanda se ha enlentecido, principalmente por la desaceleración de la economía china. Pero también cuenta la debilidad de Europa y Japón, y la fuerte caída de las economías de Brasil y Rusia. A su vez, la oferta se incrementó. EEUU pasó de producir 5,5 millones de barriles diarios en 2005 a 8,7 millones en 2014 y 9,7 millones en 2015. Por otra parte Arabia Saudita, que durante mucho tiempo actuó como regulador en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha aumentado su producción para ganar mercado. El presupuesto saudí depende crucialmente del petróleo. Rusia también elevó su producción en 2015, ayudada por la depreciación del rublo. En los próximos meses se espera, además, que, levantadas las sanciones, la producción de Irán se haga sentir a pleno en el mercado. El resultado ha sido la acumulación de inventarios; por fuera de EEUU la capacidad de almacenamiento en tanques está prácticamente agotada, y en EEUU está cerca de alcanzar el límite (WSJ, 11/02/16).
Una economía mundial débil y vacilante
El trasfondo de la caída del  petróleo es una economía mundial débil y vacilante. En 2015 la zona del euro creció solo 1,5%; Japón 0,6%; Rusia decreció 3,7% y Brasil 3,8%. La economía de EEUU, la más importante, creció en 2015 el 2,5%; pero en el cuarto trimestre lo hizo solo el 0,7% (tasa anualizada). Los factores que contribuyeron positivamente al crecimiento en el último trimestre de 2015 fueron el consumo personal, la inversión en construcción residencial y gasto público; los negativos fueron la inversión privada en inventarios, inversión fija no residencial y exportaciones. La producción industrial se mantiene débil; recién en mayo de 2014 alcanzó el pico previo a la recesión. La utilización de capacidad instalada en el segundo trimestre de 2015 se mantenía en 77,8%, dos puntos porcentuales por debajo del promedio 1972-2014 (Reserva Federal,http://www.federalreserve.gov/releases/g17/revisions/Current/DefaultRev.htm).
La segunda economía en importancia, China, se ha venido desacelerando en los últimos años desde las tasas de crecimiento de 10% o superiores. En 2015 creció un estimado del 6,9% y en 2016 crecería 6,3% (FMI). Pero muchos piensan que esas cifras están infladas. Sobre China pende una bomba de tiempo financiera (véase las notas referenciadas al inicio). Según fuentes privadas, el sistema bancario habría multiplicado sus activos por 10 en la última década, para alcanzar los 34,5 billones de dólares. El sistema bancario en las sombras (instrumentos que se emiten fuera de balance y prometen altos rendimientos) creció 600% en los tres últimos años, de acuerdo a datos del grupo UBS. Todo este sistema está al borde de la quiebra. En un contexto de sobreinversión y sobreacumulación en muchas ramas, y construcción residencial empujada por el crédito especulativo, cada vez es más difícil cumplir con las deudas. No es de extrañar que China haya estado sufriendo fuertes salidas de capital. Desde la devaluación de agosto de 2015 el Banco de China ha liquidado más de 400.000 millones de dólares de sus reservas para sostener la moneda. Aunque la situación cambiaria está bajo control por ahora, debido al superávit en cuenta corriente de 350.000 millones de dólares (y sus reservas suman 3,2 billones), la salida de capitales es una expresión de las debilidades de fondo.
La inversión global no se ha recuperado
Marx sostenía que la clave de la solidez de una economía es la acumulación del capital, esto es, la reproducción ampliada del capital; o lo que en la economía convencional se conoce como inversión (aunque no es idéntica a la acumulación tal como la entiende Marx). En cualquier caso, la inversión es el talón de Aquiles de la economía global. En este sentido, en un trabajo publicado en marzo de 2015, R. Banerjee, J. Kearns y M. Lombardi, del BIS, plantean con razón que “a pesar de las muy fáciles condiciones de financiación globales, la inversión se ha mantenido baja después de la Gran Recesión”. Afirman también que históricamente la incertidumbre acerca del estado futuro de la economía y los beneficios esperados juegan un rol clave en la inversión, y que las condiciones financieras tienen un papel menos destacado. Y lo que ha sucedido después de la Gran Recesión “parece estar en línea con lo que se podría haber esperado basado en las relaciones del pasado. Una recuperación más fuerte de la inversión parecería depender de la reducción de la incertidumbre económica y de expectativas de un crecimiento futuro más fuerte” (“Why is investment weak?”,http://www.bis.org/publ/qtrpdf/r_qt1503g.htm).
Plantean luego que la inversión es el componente principal que explica las fluctuaciones cíclicas; la caída de 2008 se debió en gran medida al colapso de la inversión, que contrajo la demanda agregada; lo que llevó a la peor recesión en los países adelantados en décadas. Después de la recesión, la inversión se recuperó en algunos países, pero en otros –entre ellos, Italia, Francia, Alemania y Japón- no ha vuelto a su nivel anterior a la recesión. Esto a pesar de las inyecciones monetarias, las bajas tasas de interés y la suba de los mercados bursátiles. Los autores señalan que las ganancias con respecto al stock de capital de las empresas no financieras se han mantenido relativamente altas en EEUU, Canadá y Gran Bretaña (10%), Alemania (7,5%) y Japón (5,5%) durante el período 2009-14, pero la inversión no mejoró. La explicación más probable de este hecho, según estos investigadores, es que las empresas tienen incertidumbre acerca de la evolución de la demanda futura y por lo tanto acerca de los posibles beneficios. En otras notas he planteado que la excesiva capacidad (resultado de la sobreacumulación) y la fragilidad financiera pueden estar en la base de esta debilidad de la inversión; debilidad que se mantiene incluso cuando la tasa de ganancia es relativamente elevada. A su vez, la demanda débil incide negativamente en las ganancias actuales, afectando con ello las expectativas de ganancias futuras y las inversiones. En este sentido, una desaceleración brusca de las ganancias puede ser disparadora de la recesión. José Tapia, en un trabajo reciente, y refiriéndose a EEUU, anota que las ganancias de las corporaciones estadounidenses han caído en 2014, y que la caída de las ganancias ha antecedido las recesiones en las últimas décadas. “Cada crisis [desde 1981] es precedida por una caída en el retorno sobre el capital, lo que aparece como un crecimiento negativo de los beneficios” (“Toward a New Global Recession? Economic Perspectives for 2016 and Beyond”, The Brooklyn Rail, 3/02/16). Esta relación entre tasas de ganancia, ganancias e inversión está en el centro de las explicaciones sobre las crisis, y deberá ser motivo de más investigación. Lo importante ahora es subrayar la debilidad de la inversión como fundamento último de la debilidad de la economía mundial.
Caída del petróleo y su efecto en la demanda
En algunos escritos se ha sostenido que la caída de los precios del petróleo obedece a una decisión de EEUU, que tendría el objetivo de mejorar su economía y la de sus aliados, en perjuicio de los países atrasados exportadores del crudo. Es una explicación que además de subjetivista (la he criticado aquí), impide entender la dinámica real de las crisis. En primer lugar, aclaremos que ni siquiera es verdad que los países adelantados importan más petróleo que los atrasados, o en desarrollo. “Los mercados emergentes han representado la mayor parte del consumo mundial de petróleo desde 2014, según la Agencia Internacional de Energía, AIE. En el cuarto trimestre de 2015, la demanda de los países en desarrollo ascendió a poco más de la mitad de los 95 millones de barriles consumidos por día en el mundo” (WSJ, 10/02/16). De manera que la relación es más compleja que lo que pretende el esquema.
Pero la cuestión tiene más aristas. Es que muchas veces se ha considerado el precio del petróleo como una variable independiente, que decide, en última instancia, la marcha de la economía. En este respecto, el tópico ha sido la explicación de la crisis en los países adelantados de 1974-5 por la suba previa de los precios del petróleo.
José Tapia, en el trabajo citado, escribe:
“Para algunos economistas como James Hamilton y Ben Bernanke una variable macroeconómica importante es el precio del crudo; la idea es que los altos precios del petróleo estrangulan fuertemente la actividad económica, llevando a la recesión. Dado que los precios del petróleo han de hecho aumentado antes de cada recesión de la economía mundial en décadas recientes, los datos parecen dar alguna credibilidad a este enfoque. De todas maneras, un examen más a fondo de los números –como lo hicieron Lutz Kilian y Martin Stuermer- reduce mucho la credibilidad de esa interpretación. Sucede que los precios del petróleo suben cuando la economía global se expande y aumenta la demanda de energía. De manera que es la expansión global la que aumenta los precios del petróleo. Esto a su vez podría contribuir a disparar la crisis, pero primero, la evidencia de que altos precios del petróleo tienen un efecto directo en reducir la actividad económica es más bien débil; en segundo lugar, las subas de los precios del petróleo tienen su causa en la expansión previa. Los precios del petróleo han estado a niveles muy bajos en meses recientes y el acuerdo general es que esto se debe al bajo nivel de actividad económica en la mayor parte de la economía mundial”.
Sin embargo, algunos economistas piensan que si baja el precio del petróleo debería haber un efecto estimulante sobre la demanda en EEUU u otros países importadores. La caída del petróleo equivaldría a un recorte de los impuestos; de manera que se perjudicarían las compañías petroleras, pero aumentaría la demanda de otros bienes. Dado que mucho del petróleo es importado, habría una ganancia neta para la economía estadounidense. En base a este esquema, economistas del JP Morgan predijeron, en enero de 2015, que los menores precios agregarían un 0,7% de crecimiento al PBI de EEUU; ahora dicen que la baja de los precios pueden haber recortado el crecimiento un 0,3%, y que en 2016 apenas sumaría un 0,1%. Los analistas de Goldman Sachs directamente dicen que no habrá ningún efecto positivo. En cualquier caso, parece evidente que la caída del petróleo (también de los minerales y productos agrícolas) no ha dado los beneficios usualmente esperados. ¿Qué sucede?
Una primera cuestión a anotar es que la caída de los precios del petróleo está afectando de manera muy fuerte las inversiones energéticas (también de las mineras y de los negocios vinculados al agro). La extracción del crudo con el método fracking hizo que la participación de la industria en la inversión total subiera de un promedio anual por debajo del 5% entre 1985 y 2005, al 10% en 2012-3, para volver a bajar ahora al 5% (cálculos del Deutsche Bank). La disminución de la inversión y la producción se traduce en despidos y menos demanda. Algo similar ocurre con la minería. En segundo lugar, la caída de la demanda de los países atrasados o en desarrollo, se traduce en caída de exportaciones desde los países adelantados. Pero en tercer lugar, y más importante, es que si las perspectivas globales de la economía son inciertas, el aumento de poder de compra no se traduce necesariamente en su ejercicio efectivo, o sea, en gasto en consumo o inversión (es el ABC de la crítica a la ley de Say). Más todavía, la baja del precio del petróleo, en el marco de la debilidad de la demanda, genera fuertes presiones deflacionarias. Y la deflación afecta negativamente a la demanda. Es que en la medida en que los precios bajan, es redituable mantenerse líquido. Máxime si hay fuerte incertidumbre (véase KeynesTeoría General, capítulo 19). Por eso la actual corrida hacia los bonos del Tesoro y el oro.
Pues bien, en la zona del euro la tasa anual promedio de suba de precios (incluye energía y comida) entre 2000 y 2006 rondaba el 2%. Pero durante la recesión, en julio de 2009, llegó a ser negativa 0,6%. Con la recuperación posterior, alcanzó el 3% en noviembre de 2011, para bajar luego de forma sostenida. En diciembre de 2015 fue 0,2%. Es una situación cercana a la deflación. Esto a pesar de que la tasa de interés de referencia del Banco Central Europeo es 0,05%, y la tasa que paga por depósitos de los bancos es negativa. Además, el BCE inyecta mensualmente 60.000 millones de euros mediante la compra de activos. En Japón hay una situación similar: la tasa anualizada de inflación en diciembre fue también del 0,2%. Para contrarrestar las presiones deflacionarias el Banco de Japón acaba de establecer la tasa de referencia en terreno negativo, -0,1%. Pero la demanda no repunta. Y en EEUU la tasa anual de inflación de diciembre fue de 0,7%. La Reserva Federal aumentó la tasa de interés de referencia al 0,5% en diciembre, en una movida destinada a comenzar paulatinamente una suba. Pero ahora estaría reconsiderando el asunto, y en enero dejó la tasa sin variaciones. En definitiva entonces, en el marco de las tendencias deflacionarias y desconfianza en la economía, no hay razón para esperar que la caída del precio del petróleo sea compensada automáticamente por un aumento equivalente del gasto.
Repercusiones en el sistema financiero
La caída de los precios de los commodities, y del petróleo en primer lugar, afectó también al sistema financiero. Contra lo que piensan los defensores de la tesis de la “primacía de las finanzas en el mundo contemporáneo”, lo financiero depende necesariamente de la generación y realización del valor y la plusvalía. Si esto no sucede, los prestamistas e intermediarios financieros estarán en problemas. Y el crédito es tanto una palanca de la acumulación, como también es un factor que impulsa la sobreproducción y la especulación, y con ello contribuye a generar las condiciones de las crisis.
El hecho es que las inversiones en nuevas explotaciones mineras y petroleras fueron financiadas, en los últimos años, por accionistas, bancos y diversos inversores. Según D. Domanski, J. Kearns, M. Lombardi y H. Song Shin, economistas del BIS, la deuda total del sector del petróleo y gas, a comienzos de 2015, era de aproximadamente 2,5 billones de dólares, dos veces y media más elevada que a fines de 2006 (“Oil and debt”,http://www.bis.org/publ/qtrpdf/r_qt1503f.htm). A partir de 2008, las compañías petroleras se endeudaron tanto con los bancos como en el mercado de bonos. Los bonos emitidos pasaron de 455.000 millones de dólares en 2006 a 1,4 billones en 2014; un crecimiento del 15% anual. Los créditos sindicatos (organizados por bancos) crecieron de 600.000 millones a 1,6 billones de dólares en el mismo período; un aumento anual del 13%. La deuda emitida por las empresas de petróleo y de energía representa hoy el 15% tanto del total de la deuda calificada como grado de inversión, como del total de alto rendimiento. Una gran parte de esa deuda ha sido emitida por empresas estatales de países atrasados o en desarrollo, como Rusia, Brasil y China. Las petroleras estadounidenses también se endeudaron fuertemente. Su deuda representa el 40% del total de préstamos sindicados y bonos de deuda. Muchas lo hicieron para financiar las inversiones; los gastos anuales de capital de las empresas de petróleo y gas se duplicaron entre 2000 y 2013, llegando ese último año a 900.000 millones de dólares.
Pero la caída de los precios del petróleo – que sostiene el valor de los activos que respalda las deudas de las empresas- reduce la rentabilidad, aumenta el riesgo de default y genera más costos financieros. Por eso los rendimientos de los bonos han estado aumentando; los autores anotan una suba de casi 500 puntos básicos entre junio de 2014 y febrero de 2015. Pero desde entonces la situación ha empeorado. Los bonos de muchas empresas vinculadas al petróleo se han derrumbado; lo mismo sucede con los seguros contra default, los CDS. Fondos mutuos vinculados al petróleo también han sufrido pérdidas. Además, la caída del precio del petróleo aumenta los riesgos de falta de liquidez. Las empresas muy endeudadas van a reducir fuertemente sus gastos, vendiendo instalaciones y despidiendo gente. En cuanto a la producción, intentarán sostener los niveles de output, o incluso aumentarlos para hacer frente a las deudas. Notemos que esta constricción es importante en las crisis, como apuntó en su momento Marx: cuando hay que saldar deudas, se vende a cualquier precio; lo que profundiza las caídas. Y aumentan las quiebras: “S&P dice [diciembre 2015] que el número de defaults de corporaciones globales ha superado los 100 en 2015, el doble que el año pasado y la cifra más alta desde 2009, y más de la tercera parte ocurrió en el sector de la energía” (http://oilprice.com/Energy/Energy-General/Tick-Tock-Time-Running-Out-for-Struggling-Oil-and-Gas-Drillers.html).
Como no podía ser de otra manera, muchos bancos están sintiendo el pinchazo. No es una situación de la gravedad que revistió la crisis de las hipotecas, pero de todas maneras es preocupante. En enero el Bank of America informó que en el cuarto trimestre de 2015 había aumentado las provisiones por pérdidas en créditos en 260.000 millones de dólares; la mayor parte de las mismas vinculadas a la energía. Según el informe, 8.300 millones de dólares estaban colocados en actividades de exploración y producción de “alto riesgo”, sobre un total de 21.000 millones de exposición en el sector (http://www.nytimes.com/2016/01/20/business/oil-market-tests-banks-ability-to-weather-losses.html?_r=0).
Paralelamente Citigroup, Wells Fargo y JP Morgan informaron que cuestiones vinculadas al petróleo pesaron en sus ganancias trimestrales. Wells dijo que 17.000 millones de dólares estaban colocados en compañías de energía que no tenían grado de inversión. Citigroup comunicó que 32% de sus préstamos en energía fueron también a empresas por debajo del grado de inversión. BOK Financial, que incluye bancos de Oklahoma y Texas provisionó 22.500 millones de dólares por posibles pérdidas (ídem).
Esta situación, aunque todavía no está afectando seriamente la reserva de capital de los bancos, incide en las ganancias y el problema puede agravarse en un futuro más o menos cercano. Es que cuando los precios eran altos, muchas empresas tomaron protección para resguardarse de caídas. En consecuencia, algunas compañías todavía están recibiendo 80 dólares por barril (para pérdida de los especuladores en los mercados  swap que tomaron el lado alcista). Sin embargo, por estas semanas esas protecciones estarán expirando y las carteras crediticias de los bancos lo van a sentir. La caída de las acciones de los bancos se relaciona lógicamente con esta situación. Es posible también que las condiciones de crédito se endurezcan para las otras ramas de la economía.
Un párrafo aparte merecen los llamados bonos basura (junk bonds), a los que ya hicimos mención. Se trata de bonos de alto rendimiento esto es, que financian inversiones arriesgadas. La deuda en bonos basura en energía, en EEUU, alcanzó los 210.000 millones de dólares. Es aproximadamente el 16% del total del mercado de bonos basura, que alcanza los 1,3 billones de dólares. Cuando los precios del petróleo eran altos, el asunto se presentaba como un gran negocio. Cuando bajan, habrá inevitablemente grandes pérdidas.
Los bancos europeos también tienen problemas, tanto por la debilidad general de la economía, como por las inversiones en energía. Según un estudio de la firma Jefferies, apostaron en exceso al petróleo y gas; la suma rondaría los 100.000 millones de euros. El más complicado es el Deutsche Bank, que informó pérdidas en 2015 por 6800 millones de euros. La acción del banco se ha desplomado en lo que va del año un 40%, y hay temor de que no pueda cumplir con el pago de la deuda convertible en acciones que emitió en 2014 por 4300 millones de euros. El Deutsche también está muy comprometido por acusaciones de haber manipulado la tasa de interés interbancaria. HSBC, por su parte, está en un proceso de reestructuración, y anunció el despido de miles de trabajadores. Los bancos italianos también están en problemas: en noviembre de 2015 los créditos en mora alcanzaban los 201.000 millones de euros. La acción de Unicredit se hundió un 45% en 2016.
De conjunto, los títulos de los bancos europeos cayeron en promedio el 25%. Los CDS (credit default swaps, seguros contra quiebra) de los grandes bancos europeos se han duplicado.
Un crack financiero es una posibilidad en el horizonte, e impactaría de lleno en la economía global.
En conclusión, nada autoriza a sostener que la caída de los precios del petróleo pueda ser la base de una recuperación de la economía mundial. Es cierto que no se puede decir que estamos en una recesión –el producto mundial creció 3,1% en 2015, y crecería 3,4% en 2016, según proyección del FMI- pero la economía sigue débil, y se acumulan las tensiones y problemas. Incluso el pronóstico del FMI está afectado por la creencia en que la caída de los precios del petróleo automáticamente elevará el gasto, en especial en la zona del euro. Hemos argumentado por qué esto no es necesariamente así; y no lo está siendo, hasta el momento. Además, la fragilidad del sistema financiero es importante y es expresión de las dificultades crecientes en una economía global en la cual la inversión sigue débil. La situación del sistema financiero en China es particularmente explosiva. Por eso no se puede descartar que se desate una nueva y profunda recesión mundial.
Todo apunta a que, en el mejor de los casos, continuará el bajo crecimiento. Lo cual impactará en la vida de cientos de millones de personas. Según la OIT, en 2014 había en el mundo más de 201 millones de desempleados, 31 millones más que antes de la crisis. Preveía que en 2015 el desempleo mundial aumentara en 3 millones, y en 8 millones en los siguientes cuatro años. 61 millones de seres humanos han perdido su trabajo desde el estallido de la crisis. Los jóvenes son los más afectados: 74 millones de personas entre 15 y 24 años buscaban trabajo en 2014. También en 2014 la situación del empleo estaba empeorando en América Latina y el Caribe, Rusia, China y algunos países árabes. Se espera asimismo que el empleo vulnerable se mantenga constante, alrededor del 45% del empleo total en los próximos años. El número de trabajadores con empleo vulnerable en 2014 era de 1440 millones de personas (22 millones más que en 2012). Es la consecuencia más directa y palpable del semi-estancamiento en que está sumergida la economía mundial desde hace años.
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Petróleo, caída de las bolsas y economía mundial


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