No es fortuito que el gran capital financiero sea uno de los más beneficiados por el gobierno-Estado CFK y se debe ante todo a la impunidad de la extraordinaria rentabilidad en base al sistema de la estafa oficializada como deuda pública externa. Gastón Angel Varesi, en "El gobierno de Néstor Kirchner: característica y alcances de la recomposición hegemónica", nos aclara:(...)El gobierno reconoció la totalidad de la deuda pública como “deuda soberana”, es decir, que rechazó toda posibilidad de dar cauce a la investigación o auditoría de la deuda.
Además debe
considerarse que si en el plano discursivo el FMI era denostado, en el
plano económico era reconocido por el gobierno como acreedor
privilegiado, y que la decisión de
ganar soberanía pagándole al FMI el total de la deuda 24 se
correspondía
con la
política de
desendeudamiento que este último impulsaba para reducir sus riesgos
financieros. En este camino, el gobierno se convertiría
en el que
más deuda pagó a los organismos multilaterales de crédito en la historia argentina. Al mismo tiempo, el
fin de los acuerdos
con el FMI
limitó sus presiones, otorgando mayores márgenes de acción estatal.
Con respecto a la salida del default, el gobierno comenzó proponiendo
fuertes quitas, que fueron moderándose con el correr de las
negociaciones. El canje, que con una aceptación superior al 76%,
representó una quita final del 43,4% sobre el total canjeado. Uno de los
elementos más novedosos del canje son las Unidades Ligadas al PBI,
cupones que, en las
condiciones de crecimiento actual de la economía, vienen arrojando
ganancias que se multiplican año tras año.
El segundo elemento que se destaca es que
aproximadamente el 40% de la deuda se encuentra pesificada e indexada
a la
inflación, que año a año se acerca
los dos dígitos,
generando superganancias al capital financiero, efectuando
un doble saqueo al bolsillo de las clases subalternas: el
traspaso de riquezas que implica la inflación y la carga interminable de
la deuda pública.(...)
¿Qué implicancias tiene esto? En principio amenaza con volver a
impulsar la valorización financiera, una de las características
fundantes del neoliberalismo argentino, ya que representa un negocio
financiero a tasas sumamente elevadas respecto de los estándares
internacionales. Aún con la
importante quita del canje, queda un pesado calendario de pagos
que conlleva desembolsos anuales de entre US$ 10.000 millones y US$20.000
millones. La magnitud del endeudamiento es tal que ya en 2007, sólo dos
años después de realizado el
canje, el Estado sólo pudo afrontar con los recursos del superávit
fiscal sólo poco más de un tercio de los pagos, debiendo
profundizar el endeudamiento con el solo fin de pagar deuda .
Endeudarse a un ritmo mayor de lo que se paga, endeudarse
para pagar como clave del círculo vicioso del endeudamiento público. El
canje y la continuidad del ciclo de endeudamiento
representan la cristalización
de una nueva transferencia
masiva de ingresos de asalariados a capitalistas,
ya que recompone las
relaciones en
la clase dominante a costa del conjunto de la sociedad.
También vale
recordar que el canje de deuda presentado como una causa nacional nos
enfrenta con que finalizado el canje, la deuda total quedó aún por sobre
los valores el 2001 y crece año tras año.
El superávit fiscal de entre el 3% y el 4% que se ha destinado
principalmente a deuda
supera a la suma de las partidas presupuestarias de Salud, Educación,
Vivienda y Agua potable,
es decir
el gasto social que define
la calidad de vida
de los
sectores populares. El gobierno
de Kirchner mantuvo el ajuste en el gasto primario real,
es decir, el total del gasto sin contar los interés de deuda y ajustado
por índices de evolución de precios, derivando estos recursos al pago de
deuda. Se debe indicar también que mientras el presupuesto
real para educación se ha elevado en relación a lo destinado por
gobiernos
anteriores, el de salud presenta un
profundo deterioro".
En la gestión K a favor
del enriquecimiento de oligopolios mediante creciente desigualdad e
injusticia social,
Gastón Angel Varesi señala:"Otro
aspecto donde las políticas del gobierno no han mostrado avances
significativos es en materia de estructura
impositiva .
El IVA ,
impuesto de naturaleza regresiva ya que afecta
al consumidor final y posee un mayor
peso relativo sobre el ingreso de los que menos tienen, explica
cerca de un tercio de la recaudación impositiva nacional (2006). El IVA
se convierte así en el principal alimento de las cuentas públicas que
acrecienta el superávit
fiscal, seguido por el impuesto de Ganancias, que hasta la reforma de
2007 afectaba a amplios sectores de
trabajadores.
Esta estructura genera una brutal “paradoja” de
desigualdad: mientras los trabajadores, siendo la amplia mayoría de la
población, no perciben
más del 30% de la riqueza generada (gravitando cerca de su piso
histórico) pagan diversos impuestos
que representan más del 50% del total recaudado. Recién en cuarto
lugar, luego del tributo de Seguridad Social, aparecen las Retenciones
(principal insumo del tributo de
Derechos al
comercio exterior), que con el
creciente dinamismo de las
exportaciones, llega a representar un 12,9% de la recaudación. Este
impuesto marca una novedad en la acciones del Estado: por un lado, busca
desdoblar los precios del mercado externo y el interno procurando
limitar la inflación que afecta principalmente a las clases
subalternas; por otro lado, se grava a la fracción más dinámica del
capital, los agentes
económicos
productivo-exportadores, para derivar riqueza, vía deuda, a la otra
fracción de peso: el capital financiero. De este modo asistimos a un
intento de construir gobernabilidad a
partir de la garantía de los distintos intereses de clase. Por una
parte, las retenciones, como medida que procuran limitar el proceso
inflacionario, acompañan las medidas de
apuntalamiento del salario. Por otra
parte, las retenciones como medida que permite
incrementar el superávit primario que
será destinado a deuda acompaña otro conjunto de acciones: tanto
las compensaciones a los bancos (en el gobierno de Duhalde) y la salida
del default, que incluye cupones
atados al crecimiento y bonos en pesos indexados a la inflación, representan momentos de este proceso conciliatorio;
las retenciones a las
exportaciones
capturan divisas que ha permitido al Estado balancear sus cuentas y
volver a pagar la deuda
pública apareciendo, en
este sentido como
un mecanismo
de redistribución
“por arriba” del ingreso (...)".
Fuente: revista Espacio Crítico Nº
12 enero-junio 2010
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Frente a esta
política e ideología de
maximización de la concentración y centralización del capital:
¿Por qué hablar de
socialismo hoy?
Por: Homar Garcés
(especial para ARGENPRESS.info)
Autogobierno local,
autogestión obrera de la producción, movimientos cooperativos y comuna
son indicadores que prefiguran la sociedad de nuevo tipo y deben
fomentarse, de manera que sea realidad el socialismo revolucionario que
los sustenta.
Esto será posible en la misma medida que la participación y el protagonismo popular vayan sustituyendo los patrones de conducta que prevalecen en las relaciones de producción y de poder, alcanzando niveles de socialización necesarios que derriben esa “veneración supersticiosa del Estado” presente en cada sociedad, incrementando los derechos del pueblo y no la hegemonía de una minoría dirigente o gobernante. En tal sentido, tienen que crearse las condiciones objetivas y subjetivas que permitan ensayar nuevas formas organizativas que privilegien el poder popular en lugar de las razones de Estado, ya que generalmente éstas sólo están destinadas a fortalecer el poder de las clases dominantes. Esta realidad es la que marcará -de uno u otro modo- el futuro del socialismo como alternativa revolucionaria al capitalismo, lo que obliga a impulsar un debate constante de su significado y características, dinamizando -en definitiva- su construcción a través de la participación efectiva de los sectores populares.
Esto será posible en la misma medida que la participación y el protagonismo popular vayan sustituyendo los patrones de conducta que prevalecen en las relaciones de producción y de poder, alcanzando niveles de socialización necesarios que derriben esa “veneración supersticiosa del Estado” presente en cada sociedad, incrementando los derechos del pueblo y no la hegemonía de una minoría dirigente o gobernante. En tal sentido, tienen que crearse las condiciones objetivas y subjetivas que permitan ensayar nuevas formas organizativas que privilegien el poder popular en lugar de las razones de Estado, ya que generalmente éstas sólo están destinadas a fortalecer el poder de las clases dominantes. Esta realidad es la que marcará -de uno u otro modo- el futuro del socialismo como alternativa revolucionaria al capitalismo, lo que obliga a impulsar un debate constante de su significado y características, dinamizando -en definitiva- su construcción a través de la participación efectiva de los sectores populares.
Es importante
entender que la crisis que azota actualmente al mundo capitalista,
incluyendo a Estados Unidos, convierte al socialismo en la opción más
inmediata que tienen los pueblos a la mano para superar y erradicar las
injusticias y desigualdades legitimadas por el sistema capitalista. Esta
opción, sin embargo, no puede restringirse a un solo aspecto de la vida
en sociedad sino que debe concebirse de forma integral,
creyendo que basta con una reforma
legislativa para que éstas desaparezcan, dejando intactas las diversas
estructuras sobre las cuales se sostiene.
No se trata, por consiguiente, de un simple “cambio”, al modo
tradicional. Tampoco puede catalogarse de coincidencia que se apele al
socialismo cuando la mayoría de la gente sabe que la lógica capitalista
arrastra al planeta a una hecatombe sin precedentes, siendo sus primeros
síntomas la desaparición de glaciares y de múltiples ecosistemas, las
sequías, las inundaciones, la lluvia ácida y la disminución de la capa
de ozono, entre otras graves consecuencias de la acción irracional y
depredadora de las grandes corporaciones transnacionales que dominan la
economía global actual. A ello se agrega el hecho que muchos pueblos ven
pisoteada y amenazada su soberanía, víctimas de la prepotencia
imperialista de Estados Unidos y de sus socios de la OTAN, por lo cual
es vital derrotar colectivamente esa concepción de supremacía basado en
la exclusión de los derechos colectivos de los pueblos imponiendo en su
lugar el multilateralismo que surgiría de la práctica socialista.
Así, en medio de esta
realidad es lícito hablar de socialismo hoy, entendiéndolo como un
sistema conceptual y como un programa político que le permitiría
alcanzar a la humanidad su emancipación integral, contradiciendo la
propaganda de los apologistas del capitalismo, cuyo objetivo es
convencernos a todos de lo natural e inevitable que resultaría la
apropiación privada de las riquezas de la tierra. En función de esa
emancipación integral de la humanidad, el socialismo revolucionario debe
revitalizarse cada día con todos los aportes teóricos revolucionarios y
las experiencias de lucha de los pueblos, de forma que el mismo sirva
para transformar la historia y el orden establecido, haciendo realidad
un mundo más justo, democrático e igualitario para todos.
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